Trauma Sonoro
Trauma Sonoro
Trauma Sonoro
Es la lesión coclear originada por la exposición a ruido elevado. Sin embargo, con este
término se designan habitualmente los efectos auditivos ocasionados por exposiciones simples o
relativamente cortas a altos niveles del ruido, aplicando el término de sordera profesional a la
originada por la exposición crónica a elevados niveles de ruido.
En el traumatismo sonoro agudo el ruido que llega al oído interno es de tal intensidad que
sobrepasa sus límites fisiológicos, originando un daño en sus estructuras que es en gran medida
permanente. La lesión anatómica asienta en las células ciliadas y células de sostén del oído interno,
puede haber rotura de la membrana de Reissner si es muy intenso. También puede acompañarse
de lesiones en la membrana timpánica y cadena osicular.
Si el episodio que lo desencadenó fue muy dramático, el individuo podrá relatar el hecho mucho
tiempo después; no obstante, esto no es lo habitual, suele pasar inadvertido y descubrirse
casualmente tiempo después al hacer una audiometría.
Audiométricamente, suele manifestarse como una sordera de percepción que afecta de forma
selectiva la frecuencia de 4.000 Hz, con trazado en forma de uve cuyo vértice descansa sobre dicha
frecuencia. Lo más frecuente es que sea unilateral aunque puede darse la bilateralidad.
Clínicamente puede ser asintomática, diagnosticándola casualmente o bien acompañarse de
acúfenos; rara vez refieren dificultad para la comprensión de la palabra en ambientes ruidosos.
Sordera Profesional
Se entiende por tal la originada por la exposición a ruido elevado de una forma crónica.
Es una de las enfermedades profesionales más frecuentes en la actualidad, debido al gran
número de trabajadores expuestos. En 1985 se calculaba una media de 12,5 millones de
trabajadores expuestos a niveles de ruido superiores a 85 dB en los países de la C.E.E.
Factores de riesgo: La lesión que produce el ruido en la audición viene condicionada por las
características del ruido, del ambiente laboral y del sujeto expuesto.
En cuanto a las características del ruido, es más lesivo cuanto mayor sea su intensidad y cuanto
más prolongada sea la exposición; los agudos son más lesivos que los graves.
En cuanto a la condiciones del medio laboral, las vibraciones transmitidas por el suelo y la
reverberación en las paredes lisas y duras potencian su acción lesiva, siendo menos perjudicial el
trabajo en espacios abiertos.
Respecto a la susceptibilidad del individuo, influye la edad siendo más sensibles las personas
mayores; también favorecen la lesión las afecciones previas de oído (hipoacusia por ototóxicos, enf.
de Menière, otoespongiosis...). Además existe un factor de suceptibilidad individual y algunas
personas son mucho más sensibles al efecto nocivo del ruido que el resto de la población.
Lesión anatómica: Asienta en el oído interno a nivel de las células neurosensoriales (células
ciliadas) del órgano de Corti. Estas células comienzan a sufrir cambios degenerativos, y si la
exposición cesa se recuperan, pero si continúa terminan por destruirse y desaparecer. Inicialmente
se afecta la espira basal del caracol, próxima a la ventana oval (zona de la cóclea donde se registran
las frecuencias agudas), y va progresando hacia la espira media (frecuencias conversacionales),
llegando finalmente a afectar la espira apical (frecuencias graves); secundariamente a la destrucción
de las células ciliadas, degeneran también las células de sostén y las fibras del nervio auditivo.
Cuando la duración del ruido es breve se produce una restitución completa y se habla de fatiga
pasajera porque han entrado en funcionamiento los fenómenos de adaptación, cualidad que poseen
todos los órganos sensoriales, fibras nerviosas y músculos, ajustando el receptor a un determinado
nivel fisiológico-metabólico.
Cuando la duración es más prolongada y la intensidad mayor se produce un agotamiento del
mecanismo de adaptación con restitución incompleta y aparición de defecto permanente (hay
alteraciones químicas y de las estructuras celulares).
La degeneración circunscrita del órgano de Corti en el extremo basal de la cóclea se corresponde
con una pérdida de audición para las altas frecuencias, hablándose clásicamente de una afectación
de la frecuencia 4.000 Hz por explorarse habitualmente las frecuencias 2.000, 4.000 y 8.000 Hz, si
bien en audiometrías con investigación de las frecuencias intermedias se han observado
afectaciones entre 2.000 y 8.000 con un vértice estadístico entre 5.000 y 6.000 Hz.
La exposición al ruido provocará diversos sintomas:
1.- Pérdida auditiva.- Al principio, después de la exposición al ruido, aparece una hipoacusia o
defecto auditivo como una variación del umbral que desaparece con el reposo o separación de la
fuente sonora; es la llamada variación temporal del umbral, pero si continúa la exposición al ruido
esa variación del umbral no desaparece y hablamos entonces de variación permanente del umbral o
sordera inducida por el ruido. Esa hipoacusia producida por el ruido es en general bilateral y
simétrica, con superposición de las curvas de transmisión aérea y de conducción ósea por ser una
afectación del oído interno; es, pues, una hipoacusia de percepción.
2.- Recruitment y diploacusia.- Al estar afectado el órgano existirá en la gran mayoría de los casos
reclutamiento positivo (mejoría de la audición en relación a un oído sano cuando sobrepasamos el
umbral). Pueden no estar los dos oídos afectados por igual y entonces se percibe como más
estridente el sonido en el oído más lesionado.
3.- Zumbidos de oídos.- Es un síntoma precoz y frecuente del trauma acústico, siendo al principio
tan mínimo que a veces sólo llega a saberse con un interrogatorio minucioso, apareciendo sólo
inmediatamente después del trabajo y desapareciendo al anochecer o durante la noche. Más tarde
existe constantemente o desaparece en los días de descanso. También puede existir de modo
duradero y sin interrupción.
4.- Dolores de oídos.- Se presentan cuando la intensidad del ruido es superior a los 120 dB o
cuando hay alteraciones timpánicas, como en el caso de ultrasonidos de gran intensidad o
explosiones. Excepto en estos casos, el dolor no es característico de la sordera profesional debida al
ruido. Los oídos no acostumbrados, después de la exposición pueden sentir una opresión sorda.
5.- Vértigo.- El sonido es un estímulo inadecuado para el sistema vestibular; por eso rara vez se
encuentran trastornos vestibulares espontáneos, que sí se presentan en trabajadores que están
expuestos a sacudidas o conmociones. En el análisis microscópico del aparato vestibular de
hombres y animales expuestos al ruido no se hallaron nunca alteraciones.
6.- Otras alteraciones.- Se han descrito taquicardia, extrasistolia, vasoconstricción periférica,
reducción al rendimiento físico, trastornos psíquicos (insomnio, cefalea, y nerviosismo) generalmente
en personas sensibles y además en circunstancias que son difíciles de separar de alteraciones
ajenas al ruido.
Evolución típica audiométrica:
1ªfase: pérdida de hasta 40 dB en la zona de 4.000 Hz. Recuperable al cesar la exposición
(gráfico 1) (siempre se valoran las pérdidas con relación a la audiometría base).
Gráfico 1
2ªfase: pérdida de 20-30 dB en la zona de 4.000 Hz principalmente (pero puede afectar a las tres
frecuencias vecinas 3.000 y 6.000 Hz); recupera la caída en la frecuencia 6.000 Hz, es lo que
llamamos escotoma traumático tipo 1, la capacidad conversacional queda intacta (gráfico 2).
Gráfico 2
Gráfico 3
4ªfase: pérdida que afecta a frecuencias conversacionales: sordera social. Se evidencia una falta de
recuperación en la frecuencia superior y afectación de frecuencias graves, el gráfico audiométrico se
parece más a una recta ascendente (gráfico 4).
Gráfico 4
Presbiacusia
Es la sordera que aparece con el paso de los años a causa del envejecimiento biológico
del sistema auditivo. Schuknecht describe cuatro tipos de presbiacusia según el lugar donde
asienta la lesión; a su vez, cada uno tiene una edad de comienzo y un trazado audiométrico distinto.
Sin embargo, la más frecuente es la presbiacusia sensorial; ésta es a la que habitualmente nos
referimos cuando se utiliza el término de presbiacusia y es también la que nosotros vamos a
describir.
Esta sordera comienza a partir de los 20 a los 30 años de edad, avanza muy lentamente y no
suele ser molesta hasta la 5ª década o más. La sintomatología consiste en una hipoacusia de
predominio para las frecuencias agudas; dificultad para comprender el lenguaje, en especial en
ambientes ruidosos; puede presentar acúfenos, generalmente de tonalidad aguda y no suele
asociarse a vértigo.
Audiométricamente encontramos una hipoacusia perceptiva bilateral, bastante simétrica, con
curvas que descienden progresivamente hacia las frecuencias agudas, estando el umbral para las
frecuencias graves relativamente conservado. En la audiometría vocal suele encontrarse una
discriminación peor de la que era esperar por el audiograma tonal. Los tests de reclutamiento
pueden ser positivos.
En esta sordera hay una degeneración de todo el sistema auditivo. A nivel del oído interno se
afectan las células ciliadas del órgano de Corti, en especial a nivel de la espira basal. Además hay
una degeneración de las fibras del nervio auditivo, de las estructuras del tronco cerebral y del
cerebro.
Esta sordera tiene especial interés en el diagnóstico diferencial con la sordera profesional, ya que
cuando han evolucionado ambos patrones se confunden. Por ello es de gran importancia tener
audiogramas de las fases iniciales en los que se puedan diferenciar (la sordera profesional presenta
un escotoma en la frecuencia 4.000 Hz que no se da en la presbiacusia). En los evolucionados es
preciso recurrir a las tablas de "pérdida media" por la edad, restando a la sordera que presenta ese
individuo la de la pérdida para su edad y así conocer qué cantidad de sordera es debida al trabajo
ruidoso.
Figura. Umbral auditivo para las distintas frecuencias en función de la edad.
Pérdida temporal
Es una elevación pasajera del umbral auditivo inducida por la exposición a ruido y que se
va recuperando gradualmente una vez que ha cesado la exposición. La variación del umbral
puede ir desde insignificantes decibelios hasta dejar el oído temporalmente sordo.
Los ruidos de alta frecuencia, sobre todo los de energía entre 2.000 y 6.000 Hz, son los más
eficaces en producirla. Para exposiciones de 8 a 16 horas el ruido debe superar los 60-80 dB de
intensidad para llegar a producir este efecto. La mayor alteración se observa sobre las frecuencias
de igual espectro que el ruido que provoca la elevación del umbral, a no ser a intensidades elevadas
de ruido, en cuyo caso la máxima afectación del umbral se sitúa entre media y una octava sobre la
frecuencia principal del ruido.
Los ruidos con interrupciones frecuentes (o una exposición interrumpida) producen menor
pérdida que la exposición a un ruido continuo de equivalente energía sonora.
Al cesar la exposición la sensibilidad auditiva vuelve al umbral por exposición; el tiempo de
recuperación puede variar desde minutos a varias semanas.
La susceptibilidad individual a esta pérdida temporal inducida por la exposición a ruido varía
considerablemente de unos individuos a otros, y esta susceptibilidad guarda cierta relación con la
predisposición individual al traumatismo sonoro (elevación permanente del umbral); por ello sería
interesante estudiar esta pérdida temporal, en los reconocimientos preempleo, para ver si el
trabajador es apto para ubicarlo en medio ambiente laboral ruidoso.
A continuación describimos algunos de los tests audiométricos que se emplean para valorar esta
susceptibilidad individual.
Test de PEYSER.- Realiza las siguientes operaciones:
1.- Determinación del umbral auditivo vía aérea para la frecuencia de 1.000 Hz.
2.- Exposición a ruido de 1.000 Hz y 100 dB de intensidad por vía aérea 3 minutos.
3.- Reposo de 15 segundos.
4.- Nueva determinación del umbral auditivo en la frecuencia de 1.000 Hz.
Tras un reposo de una hora se pueden repetir estas operaciones empleando la vía ósea (no
suele utilizarse).
Test de THEILGAARD.- Basado en que la frecuencia que más se afecta es la inmediatamente
superior:
1.- Determinación del umbral para la frecuencia 2.000 Hz.
2.-Ruido de fatiga de frecuencia 1.500 Hz e intensidad 100 dB durante 5 minutos.
3.- Reposo de 5 minutos.
4.- Nueva determinación del umbral para la frecuencia 2.000 Hz.
Test de Wilson:
1.- Determinación del umbral auditivo para la frecuencia 4.000 Hz.
2.- Fatiga por vía aérea mediante un ruido de 2.000 Hz a 80 dB y durante ocho minutos.
3.- Reposo dos minutos.
4.- Nueva determinación del umbral en la frecuencia 4.000 Hz.
Interpretación.- Si el umbral tras la fatiga inducida por ruido se desplaza más de 10 dB en
relación a la determinación inicial, indica que ese individuo tiene especial predisposición a padecer
una sordera profesional (no está afectada plenamente esta relación, pero es un dato a tener en
cuenta).