Di Tullio Cap2

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Ángela Di Tullio (1997): Manual de gramática del español, Buenos Aires: Edicial.

II
LA MORFOLOGÍA

2.1 Introducción

La Morfología y la Sintaxis comparten la palabra como unidad. Para la primera


el análisis se detiene en la palabra, para la segunda se inicia en la palabra. La
Morfología se ocupa de la estructura interna de las palabras. En este capítulo nos
ocuparemos de definir:
A. ¿Qué se entiende por "estructura interna de la palabra"?
B. ¿Qué clase de unidad es la palabra?
Nuestro tratamiento de la morfología será sumamente sucinto: apuntará
fundamentalmente a las cuestiones que tienen una particular relevancia para la
sintaxis.

2.2. La estructura interna de la palabra

2.2.1. El morfema. Clases de morfemas

El diccionario define palabra como “un sonido o conjunto de sonidos con que se
expresa una idea”. Sin embargo, no todas las palabras expresan una sola idea.
Comparemos, por ejemplo, gota, gotas, gotita, gotera, cuentagotas. Mientras que gota
parece expresar una sola idea (`parte de cualquier líquido´, según el diccionario), en
gotas, gotita, gotera, cuentagotas se agregan otros significados: `más de una gota’, `gota
pequeña’, ‘lugar por donde se filtran gotas’, `aparato que sirve para contar gotas’. Esos
significados agregados al de gota pueden aparecer, a su vez, en otras palabras. Así, el
sonido –s de gotas, que indica `más de una’, se repite en casas, mesas o monos; la
secuencia –ita, que interpretamos como `pequeña’, se encuentra también en casita,
mesita o monita.
De este modo, en una sola palabra puede combinarse más de un formante, cada
uno con un significado y un sonido (o forma fonética) asociados. Cada una de estas
unidades mínimas, que constan de una forma fonética y de un significado, son
denominadas morfemas. En gotas y casita reconocemos, pues, dos formantes
morfológicos o morfemas distintos: gota + s y cas + ita. Las palabras con más de un
morfema, como gotas o casita, tienen una estructura inerna. Gota, en cambio, consta de
un solo morfema. Carece, entonces, de estructura interna. Es una palabra simple.
Los morfemas que pueden aparecer como palabras independientes son formas
libres. Los otros, los que necesariamente van adosados a otros morfemas, son formas
ligadas.
Cuentagotas contiene dos formantes que pueden aparecer cada uno como
palabra independiente. Es una palabra compuesta.
Gotas, gotita y gotera también contienen dos formantes, pero uno de ellos (-s, -ita,
-era) nunca puede ser una palabra independiente. Son formas ligadas que se
denominan afijos. Algunos afijos van pospuestos a la base (gota), como los de nuestros
ejemplos: son los sufijos. Otros afijos la preceden: in-útil, des-contento, a-político: Son los
prefijos. Las palabras que contienen un afijo se denominan palabras complejas.
La distinción entre formas libres y ligadas se basa en las propiedades

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fonológicas de los morfemas. Otra clasificación tiene en cuenta su significado:
a. Morfemas léxicos: tienen un significado léxico o conceptual, que puede ser definido
por medio de un sinónimo o una paráfrasis. Pertenecen a una clase particular de
palabras: sustantivos (gota), adjetivos (útil), adverbios (ayer), verbos (cuenta). Se
agrupan en clases abiertas (constantemente se crean nuevos sustantivos, adjetivos y
verbos). Pueden ser palabras simples (gota, útil, ayer), base a la que se adosan los afijos
en palabras complejas (got-, politic-); parte de una palabra, compuesta (cuenta, gotas); en
algunos casos, afijos, así, en gotera, llavero o taxista los sufijos –era, -ero e –ista denotan
respectivamente `lugar’, `objeto’ o `persona’.
b. Morfemas gramaticales: pueden ser palabras independientes: preposiciones
(a, de, por), conjunciones (que, si); o bien afijos en palabras complejas (-s, -ero, in-, des-).
En ambos casos se definen por su función gramatical, más que por su significado léxico
o conceptual: así, la preposición a se define en el diccionario como `indica la dirección
que lleva una persona o cosa’ y la conjunción que, como nexo que incluye una oración
en otra. Se agrupan en clases cerradas, ya que raramente se incorporan nuevos
elementos. En algunos pocos casos, los morfemas gramaticales forman partes de
palabras compuestas (aun-que, por-que, si-no).

2.2.2. El morfema. La estructura de la palabra


Para establecer la estructura interna de las palabras, la morfología se ocupa de:
a. identificar los formantes morfológicos;
b. determinar las posibles variaciones que éstos presenten;
c. describir los procesos involucrados;
d. reconocer la organización de los morfemas en las palabras.

a. Identificación de los morfemas

Los morfemas se identifican a partir de la asociación sistemática entre una


secuencia de sonidos con un cierto significado. Así, en la serie de palabras sol, sol-ar;
sol-azo, quita-sol, gira-sol, solter-o, solaz encontramos la forma fonética sol. Sin embargo,
sólo en las primeras cinco palabras de la lista reconocemos el significado `astro
luminoso’. En las dos últimas, la secuencia sol no se correlaciona con ese significado,
por lo que no se identifican con el mismo morfema. Por otra parte, los formantes
morfológicos son recurrentes y aparecen en distintas palabras; así asociamos la –s con
el significado `más de uno’ en la serie casas, mesas o monos.

b. Variación alomórfica

Un mismo formante morfológico puede estar representado por más de una


forma fonética. Algunos formantes morfológicos mantienen su forma fonética en todas
las palabras, complejas o compuestas, en las que aparece. Así ocurre en el caso de sol.
En cambio, otros formantes presentan variación entre formas que alternan de acuerdo
con el contexto. Estas formas alternantes se denominan alomorfos.
Para saber si se trata de dos alomorfos de un mismo formante morfológico o de
dos formantes morfológicos diferentes, hay que tener en cuenta su distribución (el
conjunto de los contextos en que puede aparecer). Cuando a cada contexto le
corresponde un alomorfo específico, la distribución de los alomorfos es
complementaria. Así, el plural de los nombres tiene tres alomorfos en español: -s, -es y
0, cuya distribución depende del contexto fonológico precedente: casa-s, árbol-es, crisis.
En cambio, en el prefijo negativo in-, que también tiene tres alomorfos, es el contexto
siguiente el que condiciona la selección: in-útil, im-pensable, i-legal. En otros casos, el

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condicionamiento no depende de factores fonológicos sino morfológicos: así, el
Imperfecto del Indicativo tiene dos formantes -ba para la primera conjugación y -ía
para la segunda y la tercera. En todos estos casos, pues, la distribución es
complementaria –a cada contexto particular le corresponde una variante particular–:
son todas variantes de un único morfema.

4. Los procesos morfológicos

Para dar cuenta de la formación de palabras complejas y compuestas, se re-


quiere considerar las unidades morfológicas y las reglas que relacionan las formas
básicas con las palabras resultantes. Las reglas que describen las modificaciones que
afectan a una forma existente se denominan procesos morfológicos.
Ya hemos visto algunos de ellos:
a. afijación: consiste en la adición de un afijo a una base. Cada afijo se añade mediante
una regla. El resultado es una concatenación de formantes morfológicos: en la
formación de la palabra pre-histór-ic-o contamos tres reglas de afijación (una de
prefijación y dos de sufijación);
b. composición: es el proceso por el cual se forma una palabra a partir de dos o más
formas libres: pelirrojo, caradura, limpiatubos;
c. conversión: consiste en el cambio de categoría de un formante léxico sin la adición
de ningún sufijo (por ello se habla aquí de "sufijo cero"). Algunos adjetivos se
convierten en sustantivos: viejo, ciego, periódico. Asimismo, algunos adverbios se
nominalizan: mañana, alrededores, tarde. Los participios pueden convertirse en adjetivos:
agradecido, aburrido, pelado.

5. La estructura de la palabra

Hasta ahora hemos reconocido los formantes de las palabras y los procesos
morfológicos que los combinan o modifican. Como hemos visto, algunas palabras se
forman mediante más de un proceso morfológico. Estos procesos siguen un orden, por
lo que, si la palabra contiene varios formantes, hay que prever varios pasos para llegar
al resultado final. Una condición que debe respetarse es que cada uno de los pasos
debe dar como resultado una palabra existente.
Por ejemplo, la palabra deslealtad contiene tanto un prefijo (des-) como un sufijo
(-tad). ¿Se añaden ambos simultáneamente o uno precede al otro? En principio hay tres
análisis posibles:

(1) a. [des- [leal] -tad]


b. [des- [[leal] -tad]
c. [[des- [leal]] -tad]

El análisis de (a) supone que ambos procesos de afijación se realizan si-


multáneamente. En los otros dos, uno precede al otro: en (b) el prefijo se añade al final,
mientras que en (c) el orden es el inverso: el sufijo que cambia la categoría de la palabra
se añade al adjetivo ya prefijado. Estos análisis pueden representarse también
mediante diagramas arbóreos:

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(2) (a) (b) (c)

des leal tad des leal tad des leal tad

Cada uno de estos análisis, tanto los realizados mediante encorchetamiento


como los efectuados mediante árboles, son hipótesis acerca de la estructura interna de
esta palabra. Debemos seleccionar la más adecuada. ¿Cómo hacerlo? [35]
Por razones metodológicas y teóricas, rechazamos el análisis plano de (a), que
es el menos informativo: tanto en morfología como en sintaxis optaremos, cuando sea
posible, por cortes binarios, ya que se corresponden mejor con la organización
sistemática de la lengua. Tanto (b) como (c) cumplen con este requisito, de manera que
será necesario añadir otro criterio suplementario para elegir el más adecuado. La
mayoría de los afijos seleccionan la categoría de la base. Así, el prefijo negativo in- sólo
se añade a bases adjetivales: inútil, impensable, ilegal. El prefijo des- se aplica a bases
verbales o adjetivales (deshacer, desconectar, desprolijo, descortés) pero no a bases
sustantivas. En cambio, el hecho de que la base adjetiva esté o no prefijada no resulta
pertinente para la adición del sufijo -tad. El análisis adecuado es, entonces, (c).

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