Luis Pazos - Más Impuestos, Menos Crecimiento PDF
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cios del IMSS, los que muchos de los trabajadores beneficia-
dos no usan por el tardado y mal servicio que prestan.
En cuanto a los tributos de las empresas, ser formal implica
entregar -según cifras de Doing Business, del Banco Mun-
dial-, el 55.1% de las utilidades por concepto de diversos im-
puestos al gobierno. Ese porcentaje coloca a México entre
los países con más altas tasas tributarias en relación con las
ganancias, principal fuente de inversión, crecimiento y em-
pleo.
En Canadá, el porcentaje entregado al gobierno por diver-
sos tributos sobre las utilidades es del 24.5%, menos de la
mitad que en México, y en los Estados Unidos del 36.6%, una
diferencia porcentual del 18.5 puntos por abajo que en Mé-
xico.
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En el 2013, al inicio de la administración pasada en México,
se instrumentó una reforma fiscal que incrementó los im-
puestos para compensar una reducción de los precios del
petróleo. Esa reforma aumentó la recaudación de impuestos
a corto plazo en porcentajes superiores a la reducción de los
ingresos petroleros.
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cimiento. Aludiendo esas razones tienden a incrementar la
carga fiscal no a reducir el gasto.
Hay premisas equivocadas que se convierten en axiomas
sin discusión para apoyar aumentos de impuestos. Se parte
de la premisa, como si fuera la única opción, de la necesidad
de recaudar más impuestos para equilibrar las finanzas pú-
blicas. Falso, el problema es el exceso de gasto sin ningún
beneficio social y no la baja captación fiscal.
La reducción del gasto baja el crecimiento, dicen algunos
“técnicos” y políticos. Falso, aumenta transitoriamente el
crecimiento en los sectores favorecidos con el mayor gasto
público, pero lo reduce entre quienes pagan más impuestos
para sostener ese incremento del gasto.
Solo se aumenta temporalmente la actividad económica
en todos los sectores cuando el mayor gasto proviene de
emisiones monetarias o deuda sin recursos para pagarla,
que crean burbujas de crecimiento a corto plazo, pero a me-
diano plazo generan inflación y devaluación, y a largo plazo
“estanflación”, que es inflación sin crecimiento.
Todo peso que gasta un gobierno es un peso que deja de
gastar el sector privado. Es una realidad aritmética y con-
table. Paradójicamente, quienes acaban pagando gran parte
del costo de un mayor gasto público son los pobres.
Los partidarios de los aumentos de impuestos para elevar
el gasto social y teóricamente ayudar a los pobres, olvidan
el fenómeno llamado traslación fiscal: quien entera los im-
puestos a Hacienda no es siempre quien los paga. Normal-
mente son los consumidores quienes absorben los aumentos
de impuestos.
Incrementar los impuestos a los ricos productivos y a sus
empresas, con el teórico objetivo de redistribuir igualitaria-
mente el ingreso es un mito arropado en la llamada Justicia
social, que se usa para justificar aumentos de impuestos. Ver
mi libro Justicia social injusta, donde demuestro que la jus-
ticia social contradice a la justicia, viola el derecho humano a
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la propiedad, reduce el crecimiento y la creación de empleos
productivos.
Quienes apoyan incrementos de impuestos, olvidan que el
aumento de la inversión, detonadora de la productividad y de
mejores empleos, proviene de las ganancias de las empresas,
que salen de la misma bolsa de donde emanan los impuestos.
Ese principio se comprueba con una simple operación de
aritmética básica.
Si tengo 10 pesos de utilidades y pago 3 de impuestos, me
quedan 7 para invertir en nueva maquinaria, tecnología, in-
novaciones y nuevos empleos. Si el gobierno me quita 6 en
impuestos, solo me quedan 4 para invertir.
Esa simple operación aritmética, que se aprende en los pri-
meros años de la primaria, la pasan por alto la mayoría de
funcionarios y “técnicos” del gobierno, con extensos currí-
culums, que presumen de estudios de post-grado en econo-
mía.
De esa suma y resta, de aritmética básica, se desprenden el
siguiente principio económico de validez universal: “et cete-
ris paribus” -sin que otras condiciones cambien- a mayores
impuestos, menos recursos disponibles para la inversión,
y a menor inversión, menos empleos y productividad, re-
ducción de salarios reales y menor crecimiento. Y vice-
versa, a menores impuestos, mayor porcentaje destinado
a la inversión y más recursos disponibles para la compra
de maquinaria y tecnología, que apoyan el aumento de la
productividad, más empleos, mayores salarios reales, más
crecimiento, mayor bienestar social, menos desempleo y
menos pobres.
Una diferencia entre los diagnósticos equivocados en la
medicina y en las políticas gubernamentales, es que en la
medicina agravan al paciente generalmente a corto plazo y
en la política permiten a los gobernantes gastar y endeudar-
se más, y trasmitir las consecuencias negativas a los siguien-
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tes gobiernos. Los efectos se dan generalmente a mediano y
largo plazo.
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conocer “a priori” el momento y los montos exactos de la
reducción de la captación fiscal, como en la mayoría de prin-
cipios y leyes sociales.
Si la tasa de impuestos es cero no hay recaudación, y si
hay un impuesto de 100% sobre las ganancias, tampoco hay
recaudación, pues lógicamente nadie produce si el gobierno
se lleva todas sus ganancias. En ese supuesto lógico se apoya
la Curva de Laffer, cuyo punto de inflexión negativa varía en
cada caso, pero siempre se da en algún momento.
Una de las causas por la cual el crecimiento en las últimas
décadas de varios países asiáticos es alta, como en la mayoría
de los países europeos, se debe a que las tasas de impuestos
a las empresas son menores en los países asiáticos.
En México, tan solo el impuesto al ingreso de las empresas,
personas morales y físicas, (ISR), sin contabilizar otros im-
puestos a las utilidades, es mayor que los de sus principales
socios comerciales. En Canadá es del 15%, en EUA del 21% y
en México del 30%. En cuanto a los impuestos al consumo,
son más del doble que en los Estados vecinos de EUA. En
California, 7.25%, en Texas del 6.25 y en México del 16%, sin
tomar en cuenta la reducción temporal en una franja de la
frontera norte.
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El actual gobierno publicó un decreto que entró en vigor
en enero del 2019, por dos años, que reconoce la necesidad
de bajar impuestos para “impulsar la competitividad…”, “re-
activar la economía doméstica” e “incentivar el crecimiento”.
Redujo en una franja de la frontera norte el IVA al 8% para
artículos de consumo y otorgó créditos fiscales equivalente
a una tercera parte del ISR, que lo aminora al 20% aproxima-
damente.
Aunque parcial y temporal esa reducción de impuestos, IVA
y al ISR, a personas físicas y morales, es positiva, e implica un
reconocimiento tácito de que tenemos un nivel más alto de
impuestos que nuestros principales socios comerciales, que
restan atractivo a la economía mexicana.
Pero las reducciones de impuestos en la frontera norte solo
serán un avance estructural, con beneficios a largo plazo, e
incentivos para nuevas inversiones, si se extienden a todo el
territorio nacional y por períodos mucho más amplios o en
forma permanente.
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Ya no hay margen hacia donde hacerse para aumentar más
los ingresos vía incremento de impuestos o de “terrorismo
fiscal” a los contribuyentes, sin reducir atractivos a la inver-
sión nacional y extranjera en México.
La reforma fiscal del 2019, mayor presión fiscal y hasta ti-
pificación como crimen organizado a causantes que reciban
facturas falsas, busca acrecentar los ingresos vía la reduc-
ción de la evasión y el “terrorismo fiscal, que indirectamente
tienen los mismos resultados que un aumento de impuestos.
También hubo aumentos de impuestos, como incrementar
el porcentaje de retención a los intereses que devenguen los
ahorros en 226%, que es indirectamente un aumento de im-
puestos.
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Más de la mitad de los trabajadores labora en la economía
informal: pequeños comerciantes, mecánicos, herreros, car-
pinteros, albañiles o peones en el campo, entre otras ocupa-
ciones, aportan aproximadamente un 23% del PIB.
Los informales no pagan ISR, pero si el IVA, y contribuyen
con su trabajo al incremento de la riqueza y del Producto
Interno Bruto, aunque con bajos niveles de eficiencia y tec-
nología.
México es uno de los países donde cuesta más tiempo y
dinero entrar al sector formal, debido a los altos impuestos,
pesadas cargas de la ley laboral y exceso de reglamentacio-
nes, en los tres niveles de gobierno.
Otra causa de la evasión fiscal es la percepción en la mayo-
ría de los contribuyentes sobre el uso y destino de la mayor
parte de los impuestos, que no se reflejan en un entorno de
mayor seguridad, mejores vías de comunicación, educación
de calidad en escuelas públicas, mejores servicios en los or-
ganismos de seguridad social o en una justicia más expedita
y eficaz.
Una encuesta del SAT arrojó que el 84% de quienes pagan
impuestos, lo hacen por miedo a las multas y penalidades,
no porque consideren que los impuestos se traducen en un
mayor bienestar social.
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En los casos de Canadá y de los Estados Unidos, casi la
totalidad de los recursos transmitidos al gobierno se refle-
jan en obras de infraestructura, seguridad, protección a los
activos empresariales y personales de quienes pagan im-
puestos; mientras en México gran parte de los impuestos
pagados se destinan a actividades clientelares para ganar
votos en beneficio del partido en el poder, encubiertas con
el mito de la justicia social, en compras a sobreprecios de
insumos para el sector público y en su robo por funciona-
rios, quienes cuentan con una impunidad mayor al 95%.
En México los impues-
tos son altos y mal usados,
por lo que la mayoría de los La economía informal aumenta debi-
mexicanos tratan de eva- do a crecientes impuestos, al exceso de
reglamentaciones y multitud de per-
dir al fisco y vivir en la in- misos, que se traducen en pérdida de
formalidad. Esa situación tiempo, chantajes y corrupción.
no solo es causa de la baja
recaudación fiscal en rela-
ción al PIB, sino de la reducida inversión en relación al PIB,
un bajo crecimiento y la falta de empleos bien pagados.
La carga fiscal se debe medir por el porcentaje de ganan-
cias que se destinan al pago total de impuestos, que es ma-
yor en México que en los Estados Unidos y Canadá, donde
además la retribución a los contribuyentes por el pago de
impuestos en seguridad, servicios públicos e infraestructu-
ra, es mejor a los que recibimos en México a cambio del pago
de impuestos, los cuales pierden su legitimidad si no se usan
en bien de la sociedad, y se equiparan al robo, como lo dice
Santo Tomas de Aquino (Suma Teológica, Tomo VIII, B.A.C.,
Pág. 509) y lo explico en mi libro “Por qué los impuestos son
un robo”.
Lo que necesita México es más eficiencia y trasparencia
en el gasto público y no una mayor presión fiscal a los ciu-
dadanos para obtener más ingresos, que en su mayoría se
dilapidan y desvían.
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DERROCHE DE IMPUESTOS EN LOS ESTADOS 2018
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Más del 95% de los responsables de los desvíos y del hur-
to de los recursos públicos, gozan de una completa impu-
nidad, que les ayuda a no ser consignados, castigados o en-
carcelados.
Según cifras de la Auditoria Superior del Federación, de
cada 100 denuncias que presentaron al Ministerio Público
por desviación, falta de justificación o malversación de los
recursos fiscales, por funcionarios públicos, menos del 4%
fueron condenados por los delitos cometidos.
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La justicia social, quitarles a unos para darles a otros, con-
tradice la justicia: “darle a cada quien lo suyo”.
La justicia social viola el derecho de propiedad, el cual es
requisito para el desarrollo y la reducción de la pobreza.
El gasto social justifica el aumento de impuestos, las ex-
propiaciones, el clientelismo, facilita la corrupción y no re-
duce la pobreza.
México, ejemplo de que el aumento del gasto social, in-
crementa la pobreza, reduce la inversión, el crecimiento y
el desarrollo.