1 - Pulsión

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1- PULSION

Proceso dinámico consistente en un empuje (carga energética,


exigencia de trabajo que hace tender al organismo hacia un fin. Según
Freud, una pulsión tiene su fuente en una excitación corporal (estado de
tensión); su fin es suprimir el estado de tensión que reina en la fuente
pulsional; gracias al objeto, la pulsión puede alcanzar su fin.

En lengua alemana existen las dos palabras Instinkt y Trieb. Cuando Freud
habla de Instinkt es para calificar un comportamiento animal fijado por
la herencia, característico de la especie, preformado en su
desenvolvimiento y adaptado a su objeto.

El concepto freudiano de la pulsión se establece en la descripción de la


sexualidad humana. Muestra que el objeto es
variable y contingente y sólo es elegido en su forma definitiva en función
de las vicisitudes de la historia del sujeto. Muestra además cómo los fines
son múltiples, parciales y no se integran a la realización del coito más
que al final de una evolución completa que no viene garantizada por la
simple maduración biológica.

La pulsión se define entonces como «un concepto límite


entre lo psíquico y lo somático». Va ligado, según Freud, a la noción de
«representante», entendiendo por tal una especie de delegación
(representante representativo de la pulsión) enviada por lo somático al
psiquismo.

Freud fue siempre dualista; el primer dualismo invocado fue el de las


pulsiones sexuales y pulsiones del yo o de autoconservación; por estas
últimos Freud entiende las grandes necesidades o las grandes funciones
indispensables para la conservación del individuo, siendo su modelo el
hambre y la función de la alimentación.

Freud, lejos de postular, como fácilmente tienden a hacer los teóricos del
instinto, detrás de cada tipo de actividad la correspondiente fuerza
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biológica; introduce el conjunto de las manifestaciones pulsionales
dentro de una sola gran oposición fundamental, tomada de la tradición
mítica: oposición entre el Hambre y el Amor, y más tarde entre el Amor y
la Discordia.

S. FREUD. PULSIONES Y DESTINOS de PULSION (1915)

Ahora bien, ¿qué relación mantiene la «pulsión» con el estímulo? Nada


nos impide subsumir el concepto de pulsión bajo el de estímulo: la pulsión
sería un estímulo para lo psíquico.

Pero enseguida advertimos que no hemos de equiparar pulsión y estímulo


psíquico. El estímulo pulsional no proviene del mundo exterior, sino del
interior del propio organismo. Por eso también opera diversamente sobre
el alma y se requieren diferentes acciones para eliminarlo. La pulsión, en
cambio, no actúa como una fuerza de choque momentánea, sino
siempre como una fuerza constante. Puesto que no ataca desde afuera,
sino desde el interior del cuerpo, una huida de nada puede valer contra
ella. Será mejor que llamemos «necesidad» al estímulo pulsional; lo que
cancela esta necesidad es la «satisfacción». Esta sólo puede alcanzarse
mediante una modificación, apropiada a la meta (adecuada), de la
fuente interior de estímulo.

Los estímulos pulsionales que se generan en el interior del organismo no


pueden tramitarse mediante ese mecanismo (la huída). Por eso plantean
exigencias mucho más elevadas al sistema nervioso y lo mueven a
actividades complejas, encadenadas entre sí, que modifican el mundo
exterior lo suficiente para que satisfaga a la fuente interior de estímulo. Y
sobre todo, lo obligan a renunciar a su propósito ideal de mantener
alejados los estímulos, puesto que producen un aflujo continuado e
inevitable de estos. Entonces, tenemos derecho a inferir que ellas, las
pulsiones, y no los estímulos exteriores, son los genuinos motores de los
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progresos que han llevado al sistema nervioso (cuya productividad es
infinita) a su actual nivel de desarrollo.

La «pulsión» nos aparece como un concepto fronterizo entre lo anímico y


lo somático, como un representante {Repräsentant} psíquico de los
estímulos que provienen del interior del cuerpo y
alcanzan el alma, como una medida de la exigencia de trabajo que es
impuesta a lo anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal.

Por esfuerzo {Drang} de una pulsión se entiende su factor motor, la suma


de fuerza o la medida de la exigencia de trabajo que ella representa
{repräsentieren}. Ese carácter esforzante es una
propiedad universal de las pulsiones, y aun su esencia misma. Toda
pulsión es un fragmento de actividad.

La meta {Ziel} de una pulsión es en todos los casos la satisfacción que sólo
puede alcanzarse cancelando el estado de estimulación en la fuente de
la pulsión. Pero si bien es cierto que esta meta última permanece
invariable para toda pulsión, los caminos que llevan a ella pueden ser
diversos, de suerte que para una pulsión se presenten múltiples metas
más próximas o
intermediarias, que se combinan entre sí o se permutan unas por otras. La
experiencia nos permite también hablar de pulsiones «de meta inhibida»
en el caso de procesos a los que se permite avanzar un trecho en el
sentido de la satisfacción pulsional, pero después experimentan una
inhibición o una desviación.

El objeto {Objekt} de la pulsión es aquello en o por lo cual puede


alcanzar su meta. Es lo más variable en la pulsión; no está enlazado
originariamente con ella, sino que se le coordina sólo a consecuencia de
su aptitud para posibilitar la satisfacción. No necesariamente es un objeto
ajeno; también puede ser una parte del cuerpo propio. Puede ocurrir
que el mismo objeto sirva simultáneamente a la satisfacción de varias
pulsiones.
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Por fuente {Quelle} de la pulsión se entiende aquel proceso somático,
interior a un órgano o a una parte del cuerpo, cuyo estímulo es
representado en la vida anímica por la pulsión.

Con miras a una caracterización general de las pulsiones sexuales puede


enunciarse lo siguiente: Son numerosas, brotan de múltiples fuentes
orgánicas, al comienzo actúan con
independencia unas de otras y sólo después se reúnen en una síntesis
más o menos acabada. La meta a que aspira cada una de ellas es el
logro del placer de órgano; sólo tras haber
alcanzado una síntesis cumplida entran al servicio de la función de
reproducción, en cuyo carácter se las conoce comúnmente como
pulsiones sexuales. En su primera aparición se apuntalan en las pulsiones
de conservación, de las que sólo poco a poco se desasen; también en el
hallazgo de objeto siguen los caminos que les indican las pulsiones
yoicas. Se singularizan por el hecho de que en gran medida hacen un
papel vicario unas respecto de las otras y pueden intercambiar con
facilidad sus objetos {cambios de vía}. A consecuencia de las
propiedades mencionadas en último término, se habilitan para
operaciones muy alejadas de sus acciones-meta originarias
(sublimación). Este tema lo veremos en la próxima clase.

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