Taller Eje 47

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Nuestro Premio Nobel de Literatura 1994, Gabriel García Márquez, contó un cuento

ante un congreso de escritores, lo tituló “Algo muy grave va a suceder en este


pueblo”

La historia que narra Gabriel García Márquez nos deja con una importante moraleja
enfocada al peligro de los rumores, de una notica mal manejada, no verificada y
propagada con irresponsabilidad.

Un Rumor

El peligro de los rumores tanto en lo económico, político y social y hasta cultura


cada día es mayor ya que nos llegan de todos los medios impresos o electrónicos o
redes sociales, son noticias que buscan confundir como por ejemplo, que están
dando unas ayudas en la tienda de la esquina y la gente sale despavorida a atender
estos llamados, sin confirmarlos y si asegurar de que trata la notica que no solo sea
solo un rumor o una comunicación errónea que se extiende por la ciudadanía sin
medir consecuencias,

Los rumores y contenidos de noticias falsas circulan en gran cantidad y con


portentosa velocidad. en muchos lugares del mundo donde se han tenido
acontecimientos importantes, las personas entran en una exaltación violenta del
ánimo, podríamos decir en una pasión de comunicación desinformativa y de
rumorología que acontece a lo que se avecina.

Este tipo de noticias siempre han existido y seguirán existiendo, para bien o para
mal de los que recibimos estas noticias, ya que hace parte de la condición humana,
ya que esta es un arma mortal que puede demoler la reputación de las personas, en
segundos.
Como podemos evitar estos rumores o desinformación.

Una de las mejores herramientas para enfrentarnos a esta epidemia de los rumores
o noticas falsas, seri que nosotros nos trasemos una meta en la cual seamos muy
exigentes con la inforamcion que recibimo y con la que damos

La manera de frenar estos rumores, contenidos o noticias falsas, entre otras


propuestas, es ser muy críticos, exigentes en la información que recibimos y que
damos y de manera muy importante, verificar.

En dicho sentido tomo la propuesta publicada el pasado domingo 14 de octubre en el


periódico El Universal, en su sección Nación A13, titulada “3 pasos simples para
combatir la propagación de noticias falsas”.

1. Mantener una postura crítica ante la información: Mantente alerta a las


señales que podrían ayudarte a identificar la información falsa. Por ejemplo, los
mensajes reenviados provenientes de fuente desconocida o que contiene información
incendiaria o que inciten a la violencia y que generalmente se valen de información
falsa. Recuerda que tanto las imágenes, como los videos y los audios pueden ser
manipulados y engañar.

2. Corrobora la información con fuentes fidedignas: Haz búsqueda en internet de


los hechos y corrobora la información en sitios de noticias confiables para identificar
la fuente de una historia. Si todavía tienes dudas, busaca informarte a través de
personas en las que confíes, las autoridades o profesionales de la información.

3. Se parte de la solución: Si identificas algo que es falso, comunica a las personas


en tu entorno y anímalas para que verifiquen la información antes de compartirla.
No compartas un mensaje solo porque alguien te lo pida.
Y El Universal concluye al pie de página de su publicación con este mensaje:
Comparte hechos, no rumores.

Concluimos retomando el título de esta colaboración

Entre rumores y contenidos falsos. ¡Algo muy grave va a suceder en el México


poselectoral! y esto puede acontecer, sino cubrimos mínimamente en lo personal y
como sociedad, esos 3 pasos básicos; sin embargo, creemos que, para tener una
solución de raíz, primeramente tendremos que contar con una sociedad educada en
todo el sentido de la palabra, con una formación ética, moralmente comprometida,
que germinen desde cada hogar, desde cada familia, personas con un gran sentido de
responsabilidad social, humana y del manejo de la comunicación; no sobraría que la
educación abarcará el conocimiento de los derechos y responsabilidades que
conlleva la comunicación. Este llamado por supuesto incluye a la clase empresarial
y política de nuestra sociedad.

En la historia del mundo y en especial en este cosmos digital del Siglo XXI, los
rumores y contenidos o noticias falsas circulan en gran cantidad y con portentosa
velocidad. Por su parte en México, como en muchos países que han tenido
elecciones presidenciales, las personas entran en una exaltación violenta del ánimo,
podríamos decir en una pasión de comunicación desinformativa y de rumorología
poselectoral.

El rumor y las noticias falsas siempre han existido y existirán, para bien o para mal,
es parte de la condición humana, parafraseando a Nietzsche “Es humano,
demasiado humano”, ya lo comentábamos en anterior colaboración titulada El
rumor ese gran demoledor de la reputación de personas, organizaciones y naciones.
Rumor

Rumor o rumores son proposiciones “para ser creídas”, que se transmiten de persona
a persona. El rumor es generado y transmitido de forma oral. La característica del
rumor es que no existan datos para comprobar su veracidad. Es como el antiguo
juego, entre amigos y en las familias, el del “teléfono descompuesto”.

“Fake News”

Llamadas “fake news” o noticias falsas son un producto pseudo informativo


divulgado a través de portales de noticias, prensa, radio, televisión y redes sociales
cuyo objetivo es la desinformación deliberada o el engaño.

Hablando de rumores

Hace unos años el Premio Nobel de Literatura 1994, Gabriel García Marquez, contó
un cuento ante un congreso de escritores, lo tituló “Algo muy grave va a suceder
en este pueblo”, y como puedes ver estimado lector el título de esta colaboración es
parafraseo del título del cuento, el cual inicia de la siguiente manera:

SUSCRÍBETE AL CONTEn el reconocido cuento de Gabriel García Márquez, “Algo


grave va a suceder en este pueblo” 

La mamá le comenta a su hijo que tiene un presentimiento de que “algo muy grave va a
suceder en este pueblo”. El presentimiento se expande por el pueblo, la gente empieza a
aprovisionarse, al final, todos terminan huyendo en estampida.
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Por estas semanas nos mostraban en Facebook unos videos donde la gente ingresaban como
locos a los almacenes Alkosto pareciera que estuvieran regalando las cosas o el mercado.
Con ese video logre recordar cuando leí la parte del cuento en la que el señor de la fama
vende toda la carne en un solo día.
Porque es que no se trata de negar lo evidente, o suponer cierta alguna de las teorías de la
conspiración que andan por ahí. Así uno esté convencido de que esto es una enfermedad
seria, la actitud de salir a aprovisionarse como si estuviera empezando la última guerra
mundial me produce más pánico que el mismo virus. Si bien hay que tomar precauciones,
uno se pregunta qué tiene una tasa más veloz de contagio, si el pánico o la misma
pandemia.

Como lo hemos visto en diversas distopías, el miedo solo puede acelerar la extinción de un
mundo que en los últimos años viene activando alarmas apocalípticas. Que, si no nos mata
el terrorismo, será un meteorito, o la escasez alimentaria, o la falta de agua, o las
temperaturas elevadas... o ¡el coronavirus! El cual, como bien lo trajo a colación Juan
Álvarez en su cuenta de Twitter, ya había sido anunciado. El fragmento de la novela de
Dean Koontz dice así: “Hacia el 2020, una severa neumonía se expandió por el mundo
atacando los pulmones y resistiéndose a cualquier tratamiento conocido”. La novela de
terror llamada ‘Los ojos de la oscuridad’ es de 1981 y viene como anillo al dedo para
alguien como yo, que cree en el Dios de la ficción.
Tal vez, porque toda ficción nos precede, vemos en algunas series historias parecidas a la
que estamos viviendo. Se suspenden las actividades públicas, los viajes, las clases en
colegios y universidades. Se pone gente en cuarentena, se agotan los tapabocas; luego, los
antibacteriales, el papel higiénico... y empieza a haber escenas que se parecen a un episodio
de ‘The Walking Dead’.

¿Significa eso que el futuro distópico que hemos visto y leído ya comenzó? ¿Es la
imaginación la que imita a la realidad o es al contrario? Por estos días me parece que la
humanidad actúa como si el libreto ya se hubiese escrito y estuviésemos actuando gratis
para un episodio de ‘Black Mirror’. No sé cómo sigue la trama porque, al parecer, cada
página se escribe a diario. Pero creo que se vienen días duros. Si bien en mi caso particular
bajarle al ritmo, desacelerar y encerrarme a leer no es muy distinto a lo que he hecho
siempre, el costo previsible para la economía es menos producción y mayor desempleo.

Los efectos son muchos. Hay aerolíneas cerca de la quiebra, con pérdidas de compañías a
nivel global que se estiman en alrededor de los 115.000 millones de dólares este año, por
citar solo un sector de los afectados. Esa es, quizá, la paradoja: mientras la pandemia pide
desacelerar, la economía se contrae.

El sentido real y simbólico del coronavirus parece nacer de la intersección entre la


imaginación humana y su realidad real. ¿Cómo tendremos que replantearnos este pulso
entre velocidad frenética y necesidad de lentitud? ¿Entre la urgencia de contener la
propagación del miedo sin por ello dejar de tomar los cuidados necesarios? Nadie lo sabe.
Lo cierto es que el miedo avanza igual o más rápido que la misma enfermedad, una verdad
de la que debemos ser conscientes, tanto como del hecho de que vivimos en sociedad y que,
en estos momentos, como si se tratara de una película de ciencia ficción, una pandemia
desconocida está poniendo a prueba nuestra capacidad de reacción ya no como individuos,
sino como comunidad. La diferencia es que en este caso no somos solo espectadores, pues
el desarrollo de la trama esta vez depende de nosotros.
Este es uno de los cuentos de García Márquez. Un pueblo muy pequeño,
una señora mayor que en el desayuno transmite a sus hijos su
preocupación, porque algo grave va a pasar en el pueblo ese día. El rumor
se esparce, algunos empacan sus cosas y abandonan el pueblo. Una de las
últimas personas en salir decide incendiar su casa para que la desgracia no
caiga en ella, los que quedan siguen su ejemplo. Al final del día el pueblo
está desierto e incendiado “todos huyen en un tremendo y verdadero
pánico, como en un 79 éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora
que tuvo el presagio y le dice a su hijo que está a su lado: ¿Viste, mi hijo,
que algo muy grave iba a suceder en este pueblo?”.
Este domingo fui al supermercado para comprar algunas cosas que
necesitaba, entre ellas jabón líquido y papel higiénico; normalmente solo
compro lo necesario. Esta vez me sentí ‘aterrada’, las imágenes del
supermercado me recordaron el cuento de Gabo. El supermercado estaba
lleno de gente con unos carros gigantes con papel higiénico, jabones y
comida no perecedera; fui al pasillo donde están las cosas de aseo y no
había casi nada; escuché a una empleada que decía ‘cuando abrimos esta
mañana había una fila inmensa de gente esperando para entrar, llegaron a
llenar carros con cosas de aseo y comida, nos vamos a morir, pero no de
ese virus, sino de hambre’.
No hay que dar la espalda a la realidad. El covid-19 tiene un riesgo de
contagio muy alto, que afecta de manera grave a quienes tienen un mayor
grado de vulnerabilidad, también puede generar complicaciones
respiratorias en el resto de la población. Sin duda, debemos respetar las
medidas preventivas para que la curva de contagio sea más leve y para que
los sistemas de salud no colapsen. Desafortunadamente, estamos
confundiendo precaución y cuidado que se relacionan con pausa, serenidad
y conciencia, con imprudencia y caos, que se asocian con acelere, ansiedad
y ligereza, que sin duda empeoran el panorama. El miedo, la ansiedad y el
pánico tienen consecuencias, tanto en el comportamiento social de las
personas, como en su sistema inmunológico.
Tal vez el coronavirus está diciendo: ‘oigan humanos, ustedes que son tan
arrogantes y creen que todo lo pueden controlar, es hora de tomar
conciencia sobre su vulnerabilidad; cuídense y cuiden a sus seres queridos’.
Me pregunto si la forma de cuidarnos y prevenir el riesgo de contagio, es
entrar en esta locura colectiva donde todos envían mensajes que
desinforman y aumentan el miedo irracional que lleva a comprar sin pensar,
como si el ‘tener de todo’ fuera una vacuna que inmuniza. La verdadera
solidaridad comienza cuando soy capaz de salir de mi egoísmo para
reconocer el rostro del otro que sufre y caminar juntos hacia un propósito
común ¿Cuál es el propósito común que nos mueve frente al riesgo de este
virus? Tal vez sea hora de salir del egocentrismo para entrar en la
construcción de una sociedad más humana y resiliente.
Enviar todo lo que se recibe, comprar todo lo que pueda, cerrar la puerta de
la casa con candado y mantener distancia con todas las personas, parece
tan irracional como incendiar el pueblo y huir, porque algo grave va a pasar.
Creo que lo más grave ya está pasando, perdimos el norte y la capacidad
de pensar con serenidad, estamos perdiendo el sentido y comportándonos
como el pueblo en el cuento de Gabo o los ciegos del ‘Ensayo sobre la
ceguera’ de Saramago. Hagamos una pausa y revisemos cuáles son las
lecciones que esta situación le deja al mundo, a una humanidad que corre
desesperadamente por lograr metas y resultados a costa de lo que sea, sin
reconocer el sufrimiento y dolor que nos rodea, del que sí somos
responsables y sobre el cual sí podríamos hacer algo. No puedo pensar en
nada distinto a recuperar el sentido de la vida o tener una VIDA CON
SENTIDO, como es el nombre de mi nueva propuesta que estaré
compartiendo próximamente.

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