Soy Lo Que Pienso
Soy Lo Que Pienso
Soy Lo Que Pienso
En esto pensad
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Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro,
todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza,
en esto pensad.
Introducción
Al hombre lo definen sus pensamientos. Parafraseando el dicho, podríamos decir: “Dime lo que
piensas y te diré quién eres”. Mark Twain, escribiendo en el Reader’s Digest, ha dicho: “¡Los actos
y las palabras son la pequeña parte de la vida de una persona! Su vida real la lleva en su cabeza, y
nadie lo conoce sino él mismo. Durante todo el día, el molino de su cerebro está moliendo, y sus
pensamientos, no otras cosas, son su historia».
Esto le plantea al creyente la tremenda urgencia y necesidad que sus pensamientos sean
orientados y dirigidos por Dios. El creyente debe aprender a pensar bíblicamente sobre cada
aspecto de su vida. Esto es así porque el hombre cada vez más pretende valerse por sí
mismo. Movimientos como el “pensamiento positivo”, le dicen al hombre de hoy: “Te vastas a ti
mismo”.
Pero nuestra naturaleza nos muestra que el pecado comienza en nuestros pensamientos, lo que la
Biblia a menudo llama «el corazón». De acuerdo con la enseñanza de Jesús es de allí donde salen
los pensamientos que determinan nuestras vidas, y hasta nos contaminan, a menos que ellos sean
gobernados por el Señor. Y es aquí donde entra la manera cómo debe pensar el creyente.
Filipenses 4:8 es llamado la biografía más breve que se haya escrito acerca de nuestro Señor
Jesucristo. Bueno, no podía ser de otra manera. En él se cumple de una manera absoluta y
perfecta lo que Pablo dice acá.
Pero ahora el reto es para cada uno de nosotros. La manera de pensar no puede ser otra, sino
esta. El llamado de este texto es para que pensemos bíblicamente, no mundanamente. De esta
manera “lo que piensas eso eres”. Llenemos nuestros pensamientos con estas virtudes.
En el aspecto absoluto, solo Dios es la única prueba final para la verdad. Como Él no cambia, sus
estándares morales revelados en Su Palabra, que se derivan de Su naturaleza santa, también son
invariables. Jesucristo es el Verdadero absoluto. Juan lo describió de una manera inequívoca
cuando dijo que el Padre y el Hijo son verdaderos según 1 Juan 5:20.
1 Juan 5:20 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
20
Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que
es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la
vida eterna.
Ahora bien, lo opuesto a Dios y a Cristo como verdadero es Satanás. Lo que la Biblia nos dice de él
es que es mentiroso y engañador desde el principio (2 Corintios 11:3).
De este modo, y por cuanto somos criaturas caídas y propensas a las mentiras y engaños de
Satanás, la única forma en que podemos conocer la verdad y caminar en ella es sumergiéndonos
en la Palabra de Dios.
No hay verdad relativa para el creyente, aunque algunas cosas se vean como normales. Lo
verdadero es lo que más debe ser buscado en nuestras vidas. La verdad será lo que nos hará
siempre libres.
No debemos ser tan necios y tratar de vivir la vida como si fuera una broma perpetua. Vivimos a la
luz de la eternidad, teniendo en cuenta la incertidumbre que todo lo que hay debajo del cielo es
tan corto frente a la realidad eterna del cielo y el infierno. La idea de la honestidad es que todo lo
que es recomendable, noble, digno… debemos sumergirlo en nuestros pensamientos.
La honestidad es aquella cualidad que pone a Dios por encima de cualquier deseo, obra,
sentimiento, intención o propósito. La honestidad es la radiografía del corazón que revela que allí
no hay nada oculto. Las preguntas sobre esto son obvias ¿qué tan honestos somos con nosotros
mismos, la familia, el trabajo o mis amigos?
Ahora bien, cuando la Biblia nos habla de este tema nos dice categóricamente que “no hay justo ni
aun uno…” Rom. 3:9. Es más, la doctrina que concierne a nuestra salvación, tan bien trazada por
Pablo en sus cartas de Gálatas y Romanos, nos dice que “el justo por la fe vivirá” Rom. 1:17. Que la
única justicia que se nos puede acreditar es la que nos viene por la fe y no por las obras como
pretendían los judaizantes antiguos y los modernos.
La palabra para “justo” es honrado, íntegro, piadoso, genuino… Es el hombre de carácter inocente
y santo. Si buscamos un ejemplo en el NT de alguien justo fue José, el padre adoptivo de Cristo. De
él dice la Biblia que “… como era justo, quiso dejarla secretamente…” Mateo 1:19.
La mejor forma de resumir al hombre justo sería como todo aquel que puede ser aprobado por
Dios, por estar de acuerdo con Su carácter y revelación. Y un poco más allá sería todo aquel que
redunda en cumplimiento fiel de las obligaciones que tenemos para con Dios, para con nuestro
prójimo y para con nosotros mismos. Esto debe estar en nuestros pensamientos.
La palabra griega es “agnós”, y significa “limpio, sagrado, santo, casto, puro, inocente”. La idea de
Pablo es que debemos sumergir nuestros pensamientos en todo aquello que es moralmente
limpio en todas las áreas de nuestra vida. Es en esta parte donde triunfamos o fallamos. Jesucristo,
nuestro modelo en pureza, nos ofrece su ayuda como el gran sumo sacerdote para sobreponernos
a las tentaciones que nos conducen a vivir vidas impuras delante de su presencia.
La Biblia nos dice que él fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado
Él fue santo, inocente, sin mancha y apartado de los pecadores. Tan real fue esto que él ha sido el
único nombre que ha preguntado: “¿Quién de vosotros me objeta de pecado?”. Por lo tanto, él
puede compadecerse de nosotros para vivir esta demanda bíblica.
Para nadie es un secreto que asistimos a una sociedad que es simplemente una suciedad. Parece
que todo está siendo diseñado para que nuestra mente se llene de basura. El bombardeo de tanta
sensualidad plantea una real batalla en nuestros pensamientos. La pureza de Cristo demanda
pureza de pensamientos y de acciones. Pablo le dijo a Timoteo: “Cosérvate puro” 1 Tim. 5:22c.
Hagamos lo mismo.
Si usted es un creyente verdadero, honesto, justo y puro, el resultado visible será la amabilidad.
Nada es más hermoso que una persona amable. Bien se puede decir que la amabilidad es el
hombre exterior que presentados. Tu verdadera personalidad viene a ser un fiel reflejo de lo que
está lleno tu corazón. Una persona amable es misericordiosa y compasiva.
También se sabe que una persona amable es alguien que promueve la paz y evita los conflictos.
Pero esta palabra también describe algo que es agradable y atractivo. Confesamos que a veces nos
sentimos atraídos por lo malo. Como alguien lo ha dicho: “El pecado tiene en sí mismo algo que es
codiciable, atrayente y bueno para comer”, recordemos el caso de Eva; ¿cómo vio ella aquel fruto?
Pero el creyente debe manifestar su atracción hacia Cristo, profetizado como el “Deseado de todas
las naciones” Hageo 2.
Pero, sobre todo, es la persona que busca lo que contribuye a la edificación. Los pensamientos del
creyente debieran estar saturados de todo aquello que tenga que ver con las cosas que despiertan
los merecidos reconocimientos de sí mismo. Tómese en cuenta aquí los actos bondadosos que se
hacen a favor de otra persona.
Hay cosas que son de muy mal gusto y de muy mal nombre, y son muchos los que las practican
haciendo daño. La misión del creyente es llenar sus pensamientos de todo lo que es de “buen
nombre” así verán los hombres nuestras buenas obras y podrán glorificar al Señor que está en los
cielos.
Amemos lo que tiene este calificativo. Hay cosas que son de mal nombre. El mundo no ama lo
bueno. El creyente debe perseguir todo aquello que es de “buen nombre”, con lo que pueda
adornar su corazón.
CONCLUSIÓN:
Pablo llega a esta conclusión: “Si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”. La
versión Palabra de Dios para todos termina el versículo diciendo: Mantengan su mente ocupada en
eso.
Es como si nos dijera: aquí está todo lo ustedes deben pensar. La pregunta que surge de todo esto
es cómo puedo hacer realidad Filipenses 4:8 en un ambiente donde pareciera imposible mantener
mis pensamientos a salvos de cualquier tendencia y contaminación.
Bueno, lo que para que nosotros es imposible, es posible para Dios. De qué estoy alimentando
más mis pensamientos es lo que debo saber. Pablo nos dice que si la palabra de Dios mora en
abundancia en nosotros (Colosenses 3:16), seremos mejor enseñados y nuestro espíritu se tornará
en una continua alabanza al Señor.
Se cuenta que una noche un anciano indio Cherokee le contó a su nieto la historia de una batalla
que tiene lugar en el interior de cada persona. Le dijo: “Dentro de cada uno de nosotros hay una
dura batalla entre dos lobos. Uno de ellos es un lobo malvado, violento, lleno de ira y agresividad.
El otro es todo bondad, amor, alegría y compasión”.
El nieto se quedó unos minutos pensando sobre lo que le había contado su abuelo y finalmente le
preguntó: “Dime abuelo, ¿cuál de los dos lobos ganará?”. Y el anciano indio respondió: “Aquél al
que tu alimentes mejor”.
Que esta sea la oportunidad perfecta para comenzar el reto de alimentar nuestros pensamientos
que son como dos lobos que batallan en nuestra mente. Les recomiendo Filipenses 4:8 para
alimentar a uno de esos dos lobos. De esto dependerá lo que vamos a ser. El imperativo es: “En
esto pensad”. “Mantengan su mente ocupada en eso”.