DIOS EL HIJO Encarnacion

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DIOS EL HIJO: SU ENCARNACION

Encarnación.
Es un acto de humillación por el cual Jesucristo siendo Dios se hizo hombre de carne y
hueso (Juan 1:14)

Dios se revistió de carne humana, mediante la concepción virginal, el nacimiento y el


desarrollo del niño Jesús. Cristo se identifica plenamente con la raza humana (Rom.
8:3; He. 4:15) y conserva su perfecta divinidad durante su permanencia en el mundo
(Col. 2:9; 1:19)

Aunque la palabra encarnación no aparece en la Biblia, pero el equivalente si (en


carne) se encuentra en algunos pasajes importantes relativos a la persona y obra de
Jesucristo (1ª Tim. 3:16; 1ª Jn. 4:2; 2ª Jn.7; Rom. 8:3;
Ef. 2:15; Col. 1:22; 1ª P. 3;18; 4:1)

La Biblia generalmente se refiere a los días de su encarnación en tiempo pasado, pero


el Señor resucitado y ascendido sigue siendo eternamente el Dios hombre (He. 7:24;
2:14, 17)

De igual manera, los escritores apostólicos recalcan la realidad de la encarnación.


Juan combate los inicios de una herejía docética (que decía que Jesucristo sólo
aparentaba ser humano) destacando las experiencias humanas del Redentor
encarnado. Su cansancio Jn. 4:6; sed 4:7; 19:28; lagrimas Jn. 11:33 ss, también las
referencias de Juan a la sangre y por ende a la muerte física de Cristo (1ª Jn. 5:6; 4: 1-
3).

También es evidente que Jesucristo nunca dejo de ser Dios. Desde el bautismo,
cuando el Padre declaró: Tu eres mi Hijo amado, Mr. 1:11, en ningún momento el
Señor perdió la conciencia de su dignidad como el Enviado del Padre, pues lo afirmaba
a amigos (Jn. 14: 6-11) y a enemigos (Mr. 14:62). Sin embargo, la maravilla de la
encarnación, es que Dios, el Hijo, también fue plenamente hombre.
En ese sentido, vemos que su encarnación fue total. Se despojó de su gloria y de la
forma de Dios (Fil. 2: 6-8). El Omnipresente se limitó al cuerpo del carpintero de
Nazaret. El Omnisciente tuvo que aprender la ley en la escuela de la sinagoga e
ignoraba lo que el Padre no le había revelado (Mr. 13:22). El Omnipotente sufrió fatiga,
hambre y sed, y finalmente la flagelación y crucifixión. El Santo de Israel “fue tentado
en todo según nuestra semejanza, pero son pecado” (Heb. 4:15).

En ese mismo sentido, la Kénosis (despojamiento o humillación) de Cristo Jesús fue


posible porque estuvo acompañada de una plérosis (plenitud; llenamiento) del Espíritu
Santo. Todo lo que a él le falto durante su encarnación lo suplió la presencia constante
y fortalecedora de la tercera persona de la trinidad. Lucas relata que después de su
bautismo y tentación de Jesús, volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió
su fama por toda la tierra alrededor (Jn. 4:14)

También, en la sinagoga de Nazaret, Jesús se aplicó las palabras de Isaías: El Espíritu


del Señor esta sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas… sanar…
y pregonar libertad (Lc. 4: 17-21) por el poder el Espíritu Santo, Cristo realizó los
milagros y buenas obras de su ministerio (Hch. 10:38; 2:22). En ese sentido, veremos
cuatro puntos que resumen la importancia de la encarnación de Jesucristo.

1. La encarnación es el medio supremo de revelación divina.


Cristo es el verbo, la Palabra viva del Padre (Jn. 1: 1-14) quien le ha visto a él,
ha visto al Padre (Jn. 14:9). La manifestación de Dios por medio de la flaqueza
humana encierra el mismo procedimiento que entrevemos en la inspiración de
los autores de las Sagradas Escrituras, y en la evangelización del mundo por
medio de la iglesia, el cuerpo de Cristo.

2. La encarnación es esencial al cumplimiento del pacto de Dios con los


hombres.
Jesucristo encarnado asumió el rol del segundo Adán representante de la raza
humana (Rom. 5:15-19; 1ª Co. 15:21, 47) sélo en calidad de Dios hombre pudo
mediar entre Dios y los hombres (1ª Tim. 2:5); y únicamente mediante su
encarnación podía morir por los pecados del mundo.
3. Por su encarnación, el Salvador experimentó y comprendió nuestra humanidad,
y así estuvo apto para ser nuestro abogado y sumo sacerdote a la diestra de
Dios (Heb. 4:14-16)

4. Solamente por la encarnación el Señor experimentó la muerte física como el


castigo que merecían nuestros pecados, y también resucitó de entre los muertos
por el poder del Espíritu Santo (Rom. 8:11). El apóstol Pablo presenta la
resurrección corporal de Cristo como la primicia de nuestra resurrección,
dándonos una esperanza segura (1ª Co. 15: 12 ss) especialmente el v.20; Job
19:26. El cristiano en quien mora el Espíritu Santo, participa del poder moral y de
la autoridad que caracterizaban a Cristo en su encarnación (Jn. 14:12).

JESUCRISTO HIJO DE DIOS

Igualmente, al considerar la encarnación deben de admitirse dos verdades


importantes:

1. Cristo fue al mismo tiempo, y en un sentido absoluto, verdadero Dios y


verdadero hombre (Jn. 10:33)

2. Al hacerse Él carne, aunque dejó a un lado su gloria, en ningún sentido dejo de


lado su deidad.

En ese sentido, si Él no hubiera sido hombre, no podría haber muerto; si Él no hubiera


sido Dios, su muerte no hubiera tenido tan infinito valor para su obra en la cruz.

En esa misma línea Juan 1:1 declara: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con
Dios, y el Verbo era Dios. Que Cristo, quien era uno con Dios y era Dios desde toda la
eternidad, se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn. 1:14). Cristo como Dios fue eterno
y nunca creado (Heb. 1:1-3; 2:14-18)
Asimismo, Pablo declara que Cristo, quien era en forma de Dios, tomó sobre sí mismo
la semejanza de hombre (Fil 2: 6-7) Pablo afirma que Jesús ha sido Dios por toda la
eternidad. En todo sentido, Jesús es igual a Dios y así lo afirmó siempre durante su
ministerio terrenal (Jn. 5:18; 10:33, 38; 14:9; 20:28; Heb. 1:1-3)

También, Dios fue manifestado en carne (1ª Tim. 3:16) es una referencia clara a
Cristo, quien manifestó al Dios invisible a la humanidad (Col. 1:15; Heb. 1:3) y Él, quien
fue la total revelación de la gloria de Dios, fue la exacta imagen de su persona.
También Lucas presenta el hecho histórico de su encarnación, así como ambos su
concepción y nacimiento (Lc. 1:26-38; 2:5-7)

De igual manera, la Biblia presenta muchos contrates, pero ninguno más sorprendente
que aquel que Cristo en su persona debería ser al mismo tiempo verdadero Dios y
verdadero hombre. Las ilustraciones son muchas.
Ejemplos:

Él estuvo cansado (Jn. 4:6)

Él ofreció descanso a los trabajados y cargados (Mt. 11:28)

Él tuvo hambre (Mt. 4:2)

Él era el Pan de Vida (Jn. 6:35)

Él tuvo sed (Jn. 19:28)


Él era el agua de vida (Jn. 7:37)

Él estuvo en agonía (Lc. 22:44)


Y curó toda clase de enfermedad y alivió todo dolor.

De igual manera, aunque había existido desde la eternidad (Jn. 8:58) Él creció en
edad, como crecen todos los hombres (Lc. 2:40), sufrió la tentación (Mt. 4:1), como
Dios, no podía ser tentado. Se limitó a sí mismo en su conocimiento (Lc. 2:52), aun
cuando Él era la sabiduría de Dios.

Igualmente, a su humillación por la cual fue hecho un poco menor que los ángeles
(Heb. 2:6-7) Él dice: Mi Padre es mayor que yo (Jn. 14:28); y yo, y el Padre somos uno
(Jn. 10:30), y el que me ha visto a mí, ha visto al Padre (Jn. 14:9), Él oraba (Lc. 6:12),
y Él contestaba las oraciones (Hch. 10:31).

También, lloró ante la tumba de Lázaro (Jn. 11:35), y resucitó a los muertos (Jn. 11:43)
Él pregunto ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? (Mt. 16:13); y no
tenía necesidad de que nadie les diese testimonio del hombre, pues Él sabía que lo
había en el hombre (Jn. 2:25)

Igualmente, cuando estaba en la cruz exclamó: Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has
desamparado? (Mr. 15:34) pero el mismo Dios quien así clamó estaba en aquel
momento en Cristo reconciliando al mundo (2ª Co. 5:19). Él es la vida eterna, sin
embargo, murió por nosotros. Él es el hombre.

Además, Él vivió su vida terrenal como humano y en la esfera espiritual divina. A pesar
de su humanidad nunca puso límite de ningún modo, a su ser divino, ni le impulsó a
echar mano de sus recursos divinos para suplir sus necesidades humanas. Él tenía el
poder de convertir las piedras en pan a fin de saciar su hambre; pero jamás lo hizo.
EL HECHO DE LA HUMANIDAD DE CRISTO.

1. La humanidad de Cristo fue determinada antes de la fundación del mundo


(Ef. 1: 4-7; 3:11; Ap. 13:8)

2. Cada tipo y profecía del A.T concerniente a Cristo, anticipa el advenimiento del
Hijo de Dios en su encarnación.

3. El hecho de la humanidad de Cristo se ve en la anunciación del ángel a María y


en el nacimiento del niño (Lc. 1:31-35)

4. La vida terrenal de Cristo revela su humanidad.

- Por sus nombres: El Hijo del hombre, el Hijo de David.

- Por su ascendencia terrenal: se le menciona como el primogénito de María


(Lc. 2:7), la descendencia de David (Hch. 2:30; 13:23), la descendencia de
Abraham (Heb. 2:16), nacido de mujer (Gal. 4:4), vástago de Judá (Is. 11:1)

- Por el hecho de que poseía cuerpo, alma y espíritu humanos (Mt. 26:38;
Jn. 13:21; 1ª Jn. 4: 2,9)

- Por las limitaciones humanas que Él mismo se impuso.

5. La humanidad de Cristo se manifiesta en su muerte y resurrección. Fue un


cuerpo humano en que sufrió la muerte en la cruz, y fue ese mismo cuerpo el
que surgió de la tumba en gloriosa resurrección.
6. La realidad de la humanidad de Cristo se ve también en su ascensión a los
cielos y en el hecho de que Él está allí, en su cuerpo humano glorificado
intercediendo por los suyos.

7. Y en su segunda venida será “el mismo cuerpo”.

LAS RAZONES BIBLICAS DE LA ENCARNACION

1. Cristo vino al mundo para revelar a Dios ante los hombres (Mt. 11:27; Jn. 1:18;
14:9; Rom. 5:8; 1ª Jn. 3:16). Por medio de la encarnación, el Dios, a quien los
hombres no podían comprender, se revela en términos que sean accesibles al
entendimiento humano.

2. Cristo vino a revelar al hombre, Él es el hombre ideal para Dios, y como tal, se
presenta como un ejemplo para los que creen en Él (1ª P. 2:21), aunque no para
los inconversos, pues el objeto de Dios encuanto a ellos no es meramente
reformarlos, sino salvarlos.

3. Cristo vino a ofrecer un sacrificio por el pecado. Por esta causa, Él da alabanza
por su cuerpo a Dios, y esto lo hace en relación con el verdadero sacrificio que
por nuestro pecado Él ofreció en la cruz (Heb. 10: 1-10).

4. Cristo se hizo carne a fin de destruir las obras del diablo (Jn. 12:31; 16:11; Col.
2: 13-15; Heb. 2:14; 1ª Jn. 3:8).

5. Cristo vino al mundo para ser “misericordioso y fiel, sumo sacerdote en lo que a
Dios se refiere” (Heb. 2:16-17; 8:1; 9:11-12, 24)
6. Cristo se hizo carne para poder cumplir el pacto davídico (2ª S. 7:16; Lc. 1:31-
33; Hch. 2:30-31,36; Rom. 15:8) Él aparecerá en su cuerpo humano glorificado y
reinará como Rey de reyes y Señor de señores, y se sentará en el trono de
David su padre (Lc. 1:32; Ap. 19:16)

7. Por medio de su encarnación, Cristo llego hacer “cabeza” sobre todas las cosas
y de la iglesia, la cual es la nueva creación, o sea, la nueva raza humana
(Ef. 1:22). En la encarnación, el Hijo de Dios tomó para sí, no solamente un
cuerpo humano, sino también un alma y un espíritu humanos.

También, poseyó de este modo tanto la parte material como la inmaterial de la


existencia humana, llegó a ser un hombre en todo el sentido de esta palabra, y a
identificarse tan estrecha y permanentemente con los hijos de los hombres, que Él es
correctamente llamado “el postrer Adán” y “el cuerpo de la gloria suya” (Fil. 3:21) es
ahora una realidad que vive para siempre.

CONCLUSION

El Cristo que es el Hijo Eterno, Jehová Dios, fue también el hijo de María, el niño de
Nazaret, el Maestro de Judea, el huésped de Betania, el Cordero del Calvario, y un día
se manifestará como el Rey de gloria, así como ahora es el Salvador de los hombres,
el Sumo Sacerdote que está en los cielos, el Esposo que viene por su iglesia.

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