Albor y Ocaso

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Albor y ocaso

Escena I:
Estas en casa, más preciso en tu habitación, mas preciso en tu cama, te levantas como
cualquier otro día: te sientas en la cama, aguardas medio minuto y sin ningún tipo de
gesto mas que la molesta rasquiña en tu ojo derecho, miras por la ventana, suspiras y sin
ningún tipo de duda, coges la caja de cigarrillos que hay en tu mesa de noche y prendes
uno como cualquier otro día. Lo inhalas como cualquier otro día, abres la ventana como
cualquier otro día. Sacas la cabeza mientras miras hacia las montañas, en lo que miras,
escuchas los sonidos de los autos pasar, acabas tu cigarro. Sales al balcón del
apartamento y te fumas otro cigarrillo. Empieza dialogo:
Se supone que debiste haber dejado esto hace mucho tiempo; recuerdas que le hiciste una
promesa a la mitad de las personas que conoces; a la otra mitad no le importas lo suficiente
para que sientan la necesidad de decirte que se preocupan por ti. ¿Acaso importa, prometer
esas cosas para sentirse querido, amado? con la sonrisa siempre en tu rostro con una
felicidad indescriptible, que mas que felicidad es hastió; hastío por la gente, hastió por el
pasado, hastió por los errores, hastío por la vida, pero también hastío por la muerte, hastío
por esta humanidad, hastío por la sociedad tan corrupta; tan insípida que te deja sin ganas
de pensar, de crear, de llorar; solo tienes ganas de fumar.
¿Acaso guardas algo? ¿Sientes algo? -sonríes como si fueras a llorar por esa risa ten falsa,
tan triste, tan irremediable- Claro que guardas algo, sin no es en tus ojos es dentro de tus
manos, tal vez debajo de tus pies; no sabes donde lo pudiste haber guardado, tal vez esta en
lo mas profundo de tu espíritu, de tu alma, de esa incorruptible e inmutable fuerza que te
mantiene con vida; tal vez lo que escondes y lo que esconden todos se encarna en lo mas
profundo de tu espíritu y solo tal vez sea esa la razón de la vida, de la muerte, de los
recuerdos acompañados de la nostalgia, de los planes acompañados por alegría. Tal vez la
razón de la vida sea ese secreto que todos guardamos, que cada persona esconde como su
más valioso tesoro, como si fuera el verdadero corazón humano. Y ahí estarán los
sentimientos mas corruptos, más deprimentes, más melancólicos, mas lamentables que se
han de almacenar en lo más profundo de lo que llamamos alma y también a lo que antes se
puedo llamar humano, pero que ahora solo es un pedazo de carne que guarda miedo, que
guarda angustia, que llora por un poco de esperanza, por la esperanza de ser salvando.

Escena II
Estas en el baño, primero vomitas sin siquiera haber comido algo, solo lo haces. Tienes
ganas de expulsar desde lo mas profundo esa presión que hay en tu pecho que te deja en la
fatiga, no te deja caminar, no te deja si quiera comer, mucho menos pensar.
¿Qué tan enfermo tienes que estar para acostumbrarte a tanto dolor, a tantas lágrimas que lo
único que dejan es silencio, ese vomito?; la más pesada decadencia del espíritu. ¿Acaso lo
sentimos? ¿Acaso lo escuchamos? Solo nos resta esperar al tiempo junto con las
enfermedades y los recuerdos que han de acompañarlo. Y solo nos queda eso; eso que
perdura, eso que queda como el invierno o la lluvia. Y nos detenemos un minuto y solo
escuchamos, un silencio eterno que penetra más profundo que cualquier bala, que cualquier
recuerdo habido y por haber, mas profundo que una humilde lágrima.

Escena III:
Esto es la belleza del caos, la inigualable locura que nos domina poco a poco ha de
llevarnos de la mano hasta sofocarnos, dejarnos con la miserable e injusta elección de la
vida. Tienes miedo, sufres por las normas de una sociedad que cada vez nos pide
transgredirlas, sin la posibilidad de mirar y soñar con un mundo mejor, más bello. Y solo
nos queda esto, la inmutable fuerza que ha existido y seguirá existiendo hasta el fin. Ya no

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