No 163

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Lima, Año XVII, No.

163, noviembre - diciembre, 2015

MICAELA BASTIDAS Y LA INSURRECCIÓN DE TÚPAC AMARU


4 DE NOVIEMBRE DE 1780

Sara Beatriz Guardia

La independencia de América Latina es un proceso difícil y complejo que se inicia


en 1780 con la insurrección de Tupac Amaru y concluye en 1824 con la Batalla de
Ayacucho, cuando la mayoría de las colonias recobraron su emancipación del dominio
español. Nuestro objetivo en esta conferencia es estudiar la participación de las
mujeres en el proceso independentista incidiendo en el levantamiento de Tupac
Amaru, para darle así una mayor coherencia a nuestra historia al desarticular el
carácter excluyente y discriminador de las representaciones discursivas del otro.

Seguir las huellas de estas mujeres plantea la necesaria revisión de cómo ha


situado la historia oficial su presencia y qué desafíos y retos implica la reconstrucción
del pasado femenino. Esto significa reformular las categorías del análisis histórico y
rescribir la historia desde una alternativa contestataria con nuevos modelos
interpretativos. También como dice Marc Bloch, utilizar un lenguaje cuidadoso que
sugiera cuando la descripción se torne imposible 1.

Se trata de una reconstrucción donde las huellas de las mujeres han sido
borradas, ignoradas, minimizadas2. Una historia fundada en personajes de la elite,
batallas y tratados políticos, escrita por hombres en su mayoría de clases y pueblos
dominantes que interpretaron los distintos procesos y experiencias que ha seguido
la humanidad de acuerdo con la división de lo privado y lo público que articula las
sociedades jerarquizadas. Se erigieron según el modelo androcéntrico, en el centro
arquetípico del poder3, en el cual los hombres aparecen como los únicos capaces de
gobernar y dictar leyes, mientras las mujeres ocupan un lugar secundario, en el
espacio privado y alejadas de los grandes acontecimientos de la historia4. Estudiar y
analizar ese conocimiento surgido desde la otra orilla nos permitirá conocer el otro
lado de la historia5.

Pero, cómo podemos articular la participación de las mujeres en el movimiento de


independencia y de qué manera abordarla en el caso de las mujeres indígenas cuando
la exclusión está en la base y en el génesis del sistema de organización social y
económica implantado por los españoles a partir del siglo XVI. Para ello es
necesario incluir un movimiento paralelo que comprenda la ideología de la exclusión
por ser mujeres y por ser indias. En el momento de la conquista solo hacía cuarenta
años que los españoles habían expulsado a los árabes de Granada, para proseguir

1 Bloch, Apologie pour l’histoire ou Métier d’historien, p. 52.


2 Michelle Perrot, “Escribir la historia de las mujeres: una experiencia francesa”, p. 71.
3 Moreno Sardá, El arquetipo viril protagonista de la historia. Ejercicios de lectura no-

androcéntrica, 1986.
4 Eric Hobsbawn sostiene que es imposible, “excepto dentro de límites muy estrechos,

escribir la historia de un sexo particular separándolo del otro, del mismo modo en que es
realmente imposible escribir la historia de una clase en particular separándola de la otra.
Hobsbawn, "El hombre y la mujer: imágenes a la izquierda", p. 17.
5 Sara Beatriz Guardia. Mujeres Peruanas. El otro lado de la historia, 2002.
con la expulsión de los judíos, e iniciar una serie de reformas tendientes a afianzar
la unificación de los reinos bajo la regencia de los Reyes Católicos. Pacificación
interna, reformas económicas y homogenización religiosa, promovida por la
Inquisición, son algunas de las características esenciales de la constitución de
España como nación. La identidad española devino así, en su condición radical de
cristiana y católica decidida a combatir todo lo que significaba otras creencias y
otras culturas, hecho que dejó profundas huellas y heridas en la construcción de la
sociedad colonial.

Es necesario conocer también la organización de las sociedades prehispánicas


porque está vinculada a las distintas formas que adquirió la presencia de las mujeres
en las rebeliones donde ocuparon puestos de mando y responsabilidad. Posición que
tiene origen en la misma sociedad indígena, aquí las mujeres podían tener una
elevada posición en la familia y en el ayllu6, y en determinadas circunstancias las
viudas y hermanas de los jefes fueron “aceptadas como legítimos líderes”7.
Presencia que también guarda relación con el profundo vínculo ritual y mítico con la
tierra, con sus costumbres ancestrales, sus diosas creadoras de la vida y de los
alimentos, elemento fundamental de resistencia cultura durante la conquista y la
colonización. No pudieron ser arrancadas de su conciencia ni de su práctica;
mientras a efectos de la conquista la creencia al dios Sol y la sociedad entera entró
en crisis, las deidades femeninas no desaparecieron.

Desde sus inicios la conquista enfrentó la resistencia nativa, hecho que sólo ha
sido analizado con propiedad a partir del giro historiográfico y el desarrollo de la
etnohistoria andina, que significo un intento sistemático por explicar la originalidad
y particularidad del pasado de estas sociedades. Fue entonces que cambió la visión
que se tenía de la organización prehispánica 8, y de los términos de reciprocidad y
redistribución en la organización económica del Estado inca 9. El principio de
dualidad empezó a ser utilizado por los historiadores en nuevas lecturas de las
crónicas y de los documentos españoles para intentar comprender la organización
social y política andina, con su propia lógica, la existencia de una noción ritualizada
del espacio10; categorías, y mecanismos de resistencia y sobrevivencia.

Mayores fueron los problemas y las dificultades que enfrentaron los estudios de
la condición de las mujeres. Las principales fuentes están constituidas por cronistas
españoles, en su mayoría sacerdotes, soldados, funcionarios y aventureros, cuya
información no solo estuvo orientada a justificar la conquista sino que se hallaba
distorsionada por su propia cultura. La carencia de escritura en los Andes, y el
desconocimiento de los españoles del idioma quechua11, originaron una visión
equivocada de la sociedad andina al grado que Garcilaso de la Vega, escribe

6 Ayllu, linaje, parentesco, familia, y en su acepción más amplia familia extensa con
descendencia común, real o figurada. Guardia Mayorga. Diccionario Kechwa-Castellano.
Castellano-Kechwa , p. 66
7 Catherine Davies, et alt. South American Independence. Gender, Politics, Text, p. 134.
8
Rowe, “Probanza de los Incas nietos de conquistadores", 1985.
9 Murra, Formaciones económicas y políticas del mundo andino, 1975.
10 Zuidema, El sistema de Ceques del Cusco, 1972.
11 Garcilaso, Comentarios Reales, Proemio al lector, p. 6.
refiriéndose al Imperio vencido: “Y pues estamos a la puerta de este gran laberinto,
será bien pasemos adelante a dar noticias de lo que en él había”12.

Los relatos que narran la conquista y colonización responden a una concepción


eurocéntrica incapaz de reconocer a otra cultura y a otra sociedad, una forma
particular de pensar la historia con valores e intereses de una historiografía que no
“veía” a las mujeres. Por otra parte, como la información no correspondía a las
categorías de la Europa del siglo XVI, con el fin de ordenarla de acuerdo a su
ideología trasladaron nociones de “legitimidad” y “herencia” existentes en Europa,
identificaron al Inca con un rey europeo, e introdujeron en los Andes la noción
europea de “monarquía”, que suponía un gobernante, lo que es discutido hoy día
cuando se aprecia que la organización política andina fue mayormente dualista 13.

No obstante, existen otras fuentes de valor histórico y documental como los


escritos de Titu Cusi Yupanqui, Santa Cruz Pachacuti, Felipe Guaman Poma de
Ayala, y Garcilaso de la Vega; los juicios e investigaciones de la campaña de
extirpación de idolatrías que registraron la voz de las autoridades eclesiásticas
españolas y la de los indígenas acusados; los títulos de tierras donde es posible
reconstruir el intento por defender la tenencia colectiva, y la lucha de las mujeres
por sus derechos autónomos a la tierra y a ocupar cargos en los gobiernos locales;
las partidas de matrimonio y bautizo que documentan la persistencia de los
patrones andinos de parentesco: “a lo largo del siglo diecisiete las mujeres
continuaron asumiendo el apellido materno, mientras que los hombres tomaban el
paterno”14.

Conquista y Resistencia

Según los cronistas la conquista tenía un objetivo evangelizador, pero lo cierto


es que por encima de las plegarias el factor económico fue preponderante. Por
entonces, España atravesaba una grave crisis que culmina en 1593, cuando Felipe
II se declara en quiebra a pesar del cuantioso botín que obtenía de sus lejanas
posesiones coloniales15, cinco años después de la derrota de su Armada Invencible.
En ese contexto, la explotación de los indígenas a través de rígidas formas de
subyugación como los tributos, la mita, los obrajes y los repartos, produjo el
ingreso más importante del presupuesto español 16, a la par que jugó un papel
relevante en la construcción de la nueva sociedad al convertirse en instrumento de
maltratos y atropellos. Al grado que la Corona se vio obligada a reglamentarlo para
así detener la acción de los Corregidores, crueles ejecutores de un implacable
sistema de sujeción.

12 Garcilaso, Comentarios Reales, p. 36.


13 Pease, Los Incas, pp. 16-17.
14 Silverblatt, Luna, Sol y Brujas. Género y clases en los Andes prehispánicos y coloniales, p.

172.
15 Consta en el Archivo de Indias que entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de
Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América.
16
La mita, trabajo forzado impuesto a los indios entre 18 y 50 años, fue creada mediante
Real Cédula de Noviembre de 1601, dirigida por Felipe III a Luis de Velasco, Virrey del Perú.
Estuvo orientada al trabajo masculino en las minas y en la construcción de caminos. Las
mujeres estuvieron sometidas a un trabajo de servicio en las casas y haciendas.
Un documento titulado “Presentación de la ciudad del Cusco en el año de 1768,
sobre excesos de corregidores y curas”17, señala que el abuso cometido por los
españoles contra los indios era de tal envergadura que el informante hispano no
vacila en decirle al Rey que:

“para hacer manifiestos los excesos y temerarias operaciones de los


corregidores y curas, y poner respeto a unas dolencias que muchos consideran
incurables, demostraremos separadamente su manejo, y será preciso apartar la
cordura para referirle con claridad que haga ver con cuánta inhumana impiedad
proceden unos hombres cristianos que, olvidados de su carácter y de toda su
razón política, no tendrán semejantes en las menos incultas naciones” 18.

Tal es la consternación que produjo la destrucción y saqueo del Imperio Incaico.


Fray Buenaventura de Salinas y Córdova, denunció una política de intensa
explotación que produjo la muerte de miles de indios en el cumplimiento de “una
múltiple y dura carga para con el colonizador, el Estado y la Iglesia”19. Mientras que la
explotación a la mujer tuvo como signo la violación y el maltrato legitimados por el
poder, en relaciones de subyugación a través de las cuales los españoles las
convirtieron en sus mancebas, esposas, amantes, sirvientas y prostitutas.

Los conquistadores y sus descendientes conformaron la clase dominante en la


estructura social de la colonia con tres ejes de poder: la administración pública a
cargo del Virrey, el Cabildo o Ayuntamiento integrado por criollos, y la Iglesia
representada por el episcopado, las ordenes religiosas y el Santo Oficio 20. Al
depender directamente del Rey, el clero fue un instrumento más en la política de
dominación. Al margen de pocas excepciones, apoyó o guardó discreto silencio ante
ultrajes y disposiciones como cuando el Virrey Francisco de Toledo instituyó con los
tributos un mecanismo de opresión económica y social altamente remunerativo
donde nada quedó librado a la avidez de este “cruel recaudador de impuestos, que
en el colmo de su obcecación llegó a hipotecar los fondos de las Cajas de
Comunidad, en garantía de pago del tributo que anualmente debían entregar las
reducciones indígenas a las Casas Reales”21.

La conquista dio paso a una sociedad dividida en clases que debían mantenerse
aisladas para beneficio de la consolidación colonial. Motivo por el cual “se obstruyó
toda posibilidad de comunicación y comprensión entre los individuos pertenecientes
a los estamentos opuestos”22.

Las Reformas Borbónicas, medidas administrativas de los monarcas de la Casa


de Borbón a su llegada al poder en 1700, también tuvieron finalidad militar y
defensiva ante las amenazas inglesas: fundaron el Virreinato de Nueva Granada en
1739 y en 1776 el del Río de la Plata. Ya en 1771 se había creado la Capitanía

17 La Rebelión de Tupac Amaru. Antecedentes, Tomo II. Volumen I, 1971. (En adelante
CDIP).
18 La Rebelión, CDIP, p. 4.
19 Salinas y Córdova, Memorial de las Historias del nuevo mundo Pirú, 1957.
20
Sosa Llanos. Nos los Inquisidores, p. 3. La Inquisición fue un tribunal de fuero privilegiado
con jurisdicción para investigar, perseguir y definir los delitos contra la fe cristiana.
21 Bonilla, La revolución de Tupac Amaru, p. 65.
22 Tauro, Destrucción de los indios, p. 35
General de Venezuela, “siguiendo el ejemplo de la Capitanía General de Cuba,
establecida en 1764 con el propósito de aumentar la presencia militar en el puerto,
que ya había sido atacado y ocupado por los ingleses dos años antes” 23. Aunque el
Virreinato del Perú perdió el control de las actuales repúblicas del Ecuador y
Colombia, la separación del virreinato del Río de la Plata (Bolivia, Argentina,
Paraguay y Uruguay), y la creación de la capitanía general de Chile, continuó siendo
la más importante de las posesiones coloniales de España.

Son numerosos los levantamientos que se sucedieron en este período originados


por el rígido sistema impuesto a los indios. Vicente Mora Chimo Capac, cacique del
valle de Chicama, escribió y publicó en Madrid, entre 1722 y 1732, varios
memoriales denunciando los maltratos y vejaciones que sufrían los indios. “En la
misma línea - pero con características propias - se situarán, más tarde el gran
"manifiesto" de fray Calixto de San José Tupac Inca y la carta alegato de Tupac
Amaru, líder de la máxima insurrección andina del siglo XVIII”24.

A fines de mayo de 1742, en las misiones franciscanas de la ceja de selva de los


actuales departamentos peruanos de Junín y de Pasco, estalló un movimiento
autonomista liderado por Juan Santos Atahualpa que durante diez años fustigó a los
españoles con ataques sorpresivos de sus columnas guerrilleras desde el sur
andino, un área periférica a los intereses del virreinato. Lo que explica “por qué la
rebelión de Tupac Amaru (1780) fue brutalmente reprimida sólo al año de haber
estallado, mientras la de Juan Santos se mantuvo en pie por una década ”25. No se
tienen referencias de los orígenes de Juan Santos Atahualpa ni de su ascendencia
relacionada con el Inca Atahualpa. Sin embargo, todos los documentos señalan que
fue percibido como un héroe mítico y que vestía una túnica típica de la amazonía 26.

El 14 de noviembre de 1750, Fray Calixto de San José Tupac Inca, escribió una
carta titulada: "Exclamación de los indios americanos", que él mismo entregó al rey
Fernando VI, el 23 de agosto de ese año. Un significativo manifiesto a favor de la
población indígena donde exige su participación en los asuntos públicos y
eclesiásticos del Perú. Fray Calixto, era descendiente por línea materna del Inca
Tupac Yupanqui. En 1727 ingresó a la orden franciscana, pero en su condición de
indígena solo pudo acceder a fraile lego más no a sacerdote. En 1756, el virrey
Conde de Superunda, lo hizo apresar acusándolo de estar vinculado a “una
conspiración indígena”. Fue internado definitivamente el 16 de diciembre de 1760
en el convento recoleto de San Francisco del Monte, desierto de Adamuz, España 27.

El 19 de abril de 1775 los ingleses fueron derrotados por los americanos en la


batalla de Lexington, lo que motivó que Gran Bretaña declarase a sus colonias en
estado de rebelión. El 4 de julio de 1776, las colonias respondieron con una de las
resoluciones “más trascendentales firmada por asamblea alguna en cualquier punto
del planeta a lo largo de la historia: la Declaración de Independencia Americana”28.

23 Ramos Escandón, Latinoamérica en el siglo XIX, p. 15.


24 Testimonios, Cartas y manifiestos indígenas (desde la conquista hasta comienzos del siglo
XX. pp. 232-233.
25
O’phelan, La gran rebelión de los Andes. De Tupac Amaru a Tupac Catari, p. 20.
26 Testimonios, pp. 234-235.
27 Testimonios, pp. 240-241.
28 Cyril Aydon. Historia del Hombre. Barcelona, 2009, p. 300
Ante acontecimientos tan peligrosos, la monarquía española por real orden del 23
de diciembre de 1778 prohibió la difusión de estas noticias e impidió la traducción
del libro Historia de América de Robertson, ordenando que se recogieran “los
ejemplares escapados al examen minucioso que las autoridades hacían en las
aduanas”29.

Este es el clima de agitación social y política que precede la más importante


rebelión indígena comandada por José Gabriel Condorcanqui Tupac Amaru, en
1780, con una participación femenina de particulares características de liderazgo y
heroísmo representadas por Micaela Bastidas.

La insurrección de Tupac Amaru

Joseph Gabriel Condorcanqui Tupac Amaro30 nació el 19 de marzo de 1741, en el


pueblo de Surimana, distrito de Tungasuca, Provincia de Canas, Cusco. Era el
segundo hijo de Miguel Tupa Amaro, gobernador del pueblo de Surimana y de Rosa
Noguera31, descendiente de Manco Inca y bisnieta del Inca Huayna Cápac. “Señores
que fueron de estos reinos”32, como dice el propio José Gabriel. A la muerte de su
hermano mayor Clemente, heredó el Cacicazgo de los Tupac Amaro, cuyas tierras
se extendían por varios pueblos, y el 5 de octubre de 1766, según varios
documentos de la época inició los trámites para formalizar dicha posesión 33.

En cambio, Micaela Bastidas Puyucahua, descendía de una familia pobre y sin


ningún rango. Nació el 23 de junio de 1744 en el pueblo de Pampamarca de la
provincia de Tinta. Quedó huérfana de muy niña y su infancia, como la de sus
hermanos Antonio y Pedro, fue difícil y con restricciones. Según el Acta de
matrimonio34, José Gabriel Condorcanqui Tupac Amaru y Micaela Bastidas se
casaron en el pueblo de Surimana el 25 mayo 1760. Él tenía 19 años y Micaela 16.
De esta unión nacieron tres hijos: Hipólito (1761), Mariano (1762) y Fernando
(1768)35. Conformaron una pareja unida y preocupada por la educación de sus
hijos, a quienes supieron transmitir el anhelo por la libertad y la justicia social. No
es casual que contrataran maestros para su instrucción para evitar que estudien en
el Colegio de Caciques del Cusco, orientado a preparar jóvenes sumisos a la Corona
de España.

El sábado 4 de noviembre de 1780 Tupac Amaru le tendió una emboscada al


temido corregidor Antonio de Arriaga, y después de obligarlo a escribir una carta
dirigida a su cajero dándole instrucciones para que con los fondos y las armas se
trasladara a Tungasuca, lo ejecutó. Había empezado la más importante insurrección
indígena de América Latina. Durante las dos primeras semanas de noviembre,
Tupac Amaru y la Junta Revolucionaria integrada por cinco de sus más leales
capitanes, se aseguró la adhesión de varios pueblos aledaños y el 16 de noviembre

29 Felipe Barreda Laos. Vida Intelectual del Virreinato del Perú. Lima, 1964, p. 229.
30 En los documentos de la época figura su nombre así: Joseph Gabriel Tupa Amaro.
31 Según la partida de defunción de Rosa Noguera, la madre de José Gabriel murió el 11 de

octubre de 1741, a la edad de 30 años. Dejó dos hijos: Clemente y Joseph Gabriel. La
Rebelión, CDIP, Volumen 2°, p. 18.
32
La Rebelión, CDIP, Volumen 2°, p.40.
33 La Rebelión, CDIP, Volumen 2°, p. 47.
34 La Rebelión, CDIP, Volumen 1°, p. 19.
35 La Rebelión, CDIP, Volumen 2°, pp. 20-22.
promulgó el Bando de Libertad de los Esclavos36. Según el “Informe del Cabildo del
Cuzco”, Tupac Amaru contaba con “un ejército de 60,000 indios”37.

En la madrugada del 18 de noviembre se produjo un violento enfrentamiento, y


por primera vez el ejército español se rindió ante el avance impetuoso de los
rebeldes. La Iglesia de Sangarara se convirtió en el último reducto de los españoles
en busca desesperada de refugio. Tupac Amaru los instó para que la desalojen, y
ante la negativa de Tiburcio Landa, el capitán encargado de resguardarla, solicitó la
intervención de un sacerdote. “Es decir, la acción bélica no fue inmediata, estuvo
precedida por un proceso de negociación, el cual fracasó”38. Durante el combate la
iglesia se incendió.

El triunfo de la Batalla de Sangarara, la simpatía y el apoyo que le tributaban los


pueblos en los que le empezaban a llamar Inca Tupac Amaru, alarmó a los
españoles, y el incendio de la Iglesia sirvió de pretexto para que el Obispo de
Sangarara decrete la excomunión de Tupac Amaru el 17 de noviembre de 1780,
“por incendiario de capillas públicas (…) por rebelde traidor al Rey, por revoltoso y
a todos cuantos le den auxilio, favor y fomento”39. Surgió entonces el clamor de
avanzar al Cusco, siendo Micaela Bastidas una de las más convencidas, pero Tupac
Amaru rechazó la idea. El Cusco era el centro del poder español y allí se encontraba
la elite hispana rodeada de mestizos ricos que no eran precisamente simpatizantes
de la insurrección. Incluso Tomasa Tito Condemayta, Cacica de Acos, le advirtió que
la situación en la ciudad no era favorable y que su casa “había sido atacada por
campesinos quechuas que empezaban a perder el control, al no diferenciar a
propios de extraños”40.

Micaela Bastidas y la insurrección de 1780

En el curso de estas acciones es la primera vez que se registra el nombre de


Micaela Bastidas que hasta entonces solo figura como la esposa del líder rebelde.
Una mujer que nunca aprendió a leer ni a escribir, y que firmaba con su nombre,
Micayla. No hablaba español aunque sí lo comprendía. Las diferentes
responsabilidades que tuvo que asumir y la cercanía con Tupac Amaru, constituyen
los elementos fundamentales de su formación, sobre todo cuando durante las
frecuentes ausencias de su marido con el objetivo de legitimar el cacicazgo, tuvo
que hacerse cargo de la administración de su casa y de sus tierras, así como del
pago del salario de los peones, y probablemente la recaudación de los tributos en la
zona41.

A diferencia de Tupac Amaru que siempre concitó la simpatía y respeto no sólo


de la gente más allegada a él, Micaela Bastidas fue calificada de cruel y odiada por
los españoles. En varios documentos se refieren a ella con hostilidad y Melchor Paz
dice que durante la emboscada al corregidor Arriaga, ella tuvo la mayor
participación en su suplicio, y que “en medio de la flaqueza de su sexo, esforzaba

36 La Rebelión, CDIP, Volumen 2°, p. 271


37 La Rebelión, CDIP, Volumen 1°, p. 120.
38
O’phelan, Ob. cit., p. 115.
39 La Rebelión, CDIP, Volumen 2°, p. 275.
40 Vega, Ob. cit., p. 292.
41 Vega, Tupac Amaru y sus compañeros. Tomo II, p. 287.
las diligencias injustas de aquel homicidio, cargando en su misma mantilla las balas
necesarias para la guardia”42. Agrega que “aquellos que conocen a ambos, aseguran
que dicha Cacica es de un genio más intrépido y sangriento que el marido. (...) Suplía
la falta de su marido cuando se ausentaba, disponiendo ella misma las expediciones
hasta montar en un caballo con armas para reclutar gente en las provincias a cuyos
pueblos dirigía repetidas órdenes con rara intrepidez y osadía autorizando los edictos
con su firma43.

Entre fines de noviembre y fines de diciembre, Tupac Amaru avanzó hacia el sur
para extender la sublevación a las provincias altas, y pasó al altiplano y Alto Perú
con el objetivo de cortar la ruta de abastecimiento al Cusco. Había visitado con
frecuencia los pueblos de esa región pues era propietario de centenares de mulas
que transportaban mercancías y minerales, y conocía de cerca el sufrimiento de los
indios. Lo recibieron triunfalmente en los pueblos de Kanas, Acomayo, Canchis y
Chumbivilcas. También en Puno y en los valles de Arequipa y Moquegua. Los
primeros días de diciembre ingresó al Collao cruzando la cordillera de Vilcanota, en
tanto que su primo Diego Cristóbal Tupac Amaru, avanzaba hacia las provincias
situadas en la otra ribera del río Vilcomayo. En la Paz la conspiración estaba en
marcha, en Oruro se organizaba un gobierno indocriollo, mientras los hermanos
Catari iniciaban la insurrección en Chuquisaca.

Micaela Bastidas quedó al frente de la parte administrativa y política de


Tungasuca. Es en este período en el que su presencia empezó a perfilarse de
manera definitiva: imparte órdenes, otorga salvoconductos, lanza edictos, dispone
expediciones para reclutar gente y envía cartas a los caciques44:

“Todos los guardias españoles e indios, y espías puestos por orden de mi marido
Don José Gabriel Tupac Amaru, darán paso franco a los que con este pase
fueren, sin hacerles el más perjuicio; pena al que contraviniere esta mi orden
del castigo que corresponde, y del mismo modo cuando regresen de la ciudad
del Cusco para sus lugares. Tungasuca, noviembre 27 de 1780. Doña Micaela
Bastidas”45.

No vacila en proferir amenazas en cartas dirigidas a los caciques y de manera


clara y rotunda conmina a los gobernadores, Núñez de la Torre y Matías Canal:

“También doy a vuestras mercedes noticia que en breve pasará mi marido a la


ciudad del Cusco, con la correspondiente guarnición; por lo que es necesario
que la gente de vuestras mercedes esté alerta, para bajar luego que corra esta
noticia; y si a esto no se avienen vuestras mercedes, prometo acabarlos de
plano, como lo he ejecutado con los demás. Entre tanto, Dios nuestro Señor los
guarde muchos años. Tungasuca, diciembre 7 de 1780. Doña Micaela
Bastidas”46.

42 Antología de la Independencia del Perú, p. 5. (En adelante, AIP).


43
AIP, p. 5.
44 Archivo General de Indias de Sevilla y Audiencia de Lima: legajos 1039 y 1040.
45 Loayza, Mártires y Heroínas, p. 9.
46 Ibíd., p. 12.
No existen sutilezas ni vacilaciones. Da órdenes, llama ladrones a los
corregidores y apresa a quienes se niegan a obedecer a Tupac Amaru:

“Señores Gobernadores Don Baltasar Cárdenas, Don Tomás Enríquez y Don


Mariano Flores. Ya habrá llegado la noticia a ustedes de cómo mi marido se
halla actualmente, practicando precisas diligencias, a fin de tan sólo de librar
este Reino de (…) los ladrones de los Corregidores, de que resultará un
beneficio común a todo el Reino y nos veremos libres de semejantes abusos”.
Tungasuca, 15 diciembre de 1780. Doña Micaela Bastidas”47.

Le escriben los más importantes consejeros de Tupac Amaru, aquellos que


compartieron su suerte en la derrota, también varias mujeres: Tomasa Tito
Condemayta, Ángela Pacuri, Francisca Herrera, Catalina de Zalas y Pachacuti; y
varios sacerdotes que apoyaron la rebelión. Son cartas destinadas a informarle
cuestiones puntuales; solicitudes de justicia a través de las cuales se advierte que
tenía autoridad suficiente para dirimir, juzgar y sentenciar. En ellas la llaman: “muy
señora mía”, “muy amada hermanita mía”, “amantísima y muy señora mía”,
inclusive “señora gobernadora”.

Marcha al Cusco

El 18 y 19 de diciembre se producen matanzas en Calca y en pueblos aledaños, y


a finales de ese mes se reúne la Junta Revolucionaria en Sangarara para evaluar la
situación. Tupac Amaru y Micaela Bastidas se encuentran, y avanzan juntos hacia el
Cusco. Llegan hasta los cerros que rodean la ciudad, pero no pueden cerrar el
círculo por la oposición que encuentran del ejército español apoyados por los
caciques Rosas y Pumacahua atrincherados en la fortaleza de Sacsahuamán, ambos
indios renegados como consta en el Informe del Cabildo del Cusco de 178348.

A partir de ese momento, Micaela Bastidas se convirtió en la gran artífice de la


resistencia. Asumió la responsabilidad de coordinar la ofensiva contra Puno y la
operación sobre Arequipa, mientras Tupac Amaru hacia frente a José Areche que
avanzaba al Cusco con un ejército de miles de soldados. Con anterioridad, Tupac
Amaru había dirigido un oficio, el 3 de enero de 1781, al Cabildo del Cusco
solicitando su intervención para contener los desmanes cometidos por su propia
gente. Señala que su intensión ha sido liberar de la esclavitud a los naturales de
este reino evitando sin resultado muertes y hostilidades, lo que le ha causado un
gran dolor por lo que solicita se le franquee la entrada a la ciudad al padre Domingo
Castro, a don Ildefonso Bejarano y al capitán Bernardo de la Madrid en calidad de
emisarios49.

Pero este oficio y otro fechado el 10 de enero de 1871 no fueron respondidos. No


hay treguas ni negociaciones, y el 15 de enero el virrey Francisco de Jáuregui
ordena preparar las milicias para que sofocar el levantamiento dirigido por “el indio
rebelde Josef Gabriel Tupa Amaro”. La orden era liquidar la rebelión, y a los
principales líderes indígenas.

47 Ibíd., pp. 13-14.


48 La Rebelión, CDIP, Volumen 2°, p. 118.
49 La Rebelión, CDIP, Volumen 4°, p. 78.
El 22 de enero, desde Tinta Micaela le escribe a Tupac Amaru, lo llama: “Hijo de
todo mi aprecio”, lo trata de Vuestra Merced, y le dice que espera la resolución que
él debe tomar en Quisquijana. A medida que avanzan los días en las cartas se
narran situaciones cada vez más difíciles. El 6 de febrero, Micaela le informa que los
enemigos avanzan y que su tropa se ha retirado, agrega que empiezan a perder el
apoyo de sus allegados. En una carta sin fecha, pero probablemente escrita a fines
de febrero, le dice que la gente no entiende razones y que en Carabaya se repiten
muertes y embargos.

El 7 de marzo le remite: “526 cartuchos de fusil, con balas; de cañón 30


cartuchos para lo mismo, y no va pólvora, porque en lo pronto no la hay sino del
cañón”. Son días en los que el movimiento empieza a lograr algunos avances. El 13
de marzo, Julián Tupac Catari con decenas de miles de indios sitia La Paz durante
109 días. Entre el 18 y 22 del mismo mes, Tupac Amaru logra un importante triunfo
estratégico en Pucacasa. Pero el ejército español también avanza incontenible. Se
acerca el gran enfrentamiento, mientras Micaela, llamada Mamanchic por los indios,
madre de los pobres, multiplica sus tareas y afanes. El 23 de marzo de 1781 le
envía la última carta donde lo llama “Señor Gobernador Don José Gabriel Tupac
Amaru. Amantísimo hijo de mi corazón” y le informa sobre el movimiento de los
soldados españoles, y que está enviando un cañón a Paruro.

La traición

En marzo de 1781 bajo el fuego del poderío de cinco columnas del ejército
español que ocuparon Yanacocha, la quebrada de Quiquijana, las cercanías de
Paucartambo, la quebrada de Paruro y el cerro Piccho, Tupac Amaru fue derrotado
en la batalla de Sallca. Sin embargo logra escapar y se refugia en Langui, en la
casa de un cercano colaborador, Ventura Landaeta, confiado en su fidelidad. Horas
más tarde la casa es rodeada por el ejército español. Tupac Amaru y Antonio
Bastidas son detenidos, pero su hijo Mariano y Diego Tupac Amaro consiguen
escapar. Ventura Landaeta, el traidor, recibe de los españoles una pensión vitalicia
y una cuantiosa recompensa.

Ese día Micaela Bastidas recibió un mensaje secreto anunciándole la detención y


parte con sus hijos y varios familiares por el camino de Livitaca donde fue
emboscada, traicionada también por Ventura Landaeta. El mismo día, 12 de abril de
1781, fueron apresados, Tupac Amaru (38 años), Micaela Bastidas (36 años), sus
hijos Hipólito (18 años) y Fernando (10 años), Antonio Bastidas, Cecilia Tupac
Amaru, Tomasa Tito Condemayta, Ursula Pereda, Isabel Coya y Francisca Aguirre.
Días antes, el 7 de abril había sido detenida Marcela Castro, madre de Diego Tupac
Amaru. Esa noche, el Visitador previno a Tupac Amaru y a Micaela Bastidas que se
despidiesen de sus hijos porque no los volverían a ver nunca más. Era Domingo de
Ramos de la Semana Santa del 16 de abril de 1781.

El juicio se inició al día siguiente 17 de abril de 1781 y culminó tres meses


después el 14 de julio. Incluyó a más de doscientos prisioneros y se realizó en el
antiguo colegio de los jesuitas, San Francisco de Borja, convertido en cárcel. La
mayoría de las pruebas presentadas se basaron en declaraciones de testigos y en
documentos escritos por Tupac Amaru, Micaela Bastidas y personas allegadas. Dos
escribanos siguieron el proceso: Manuel Espinavete López, y José Palacios, primo
de Micaela Bastidas y cercano colaborador de Tupac Amaru, pero convertido
después en “delator a favor de la administración colonial. Más tarde, también él fue
investigado y perseguido”50.

La primera en pasar al estrado fue Micaela Bastidas el 21 de abril ante el Oidor


de la Real Audiencia de Lima del Consejo de su Majestad, el Juez Benito de la Mata
Linares. Cuatro testigos presentados por los españoles: Francisco Molina, Francisco
Cisneros, Manuel de San Roque y Manuel Galleguillos, la responsabilizaron de dar
órdenes por escrito y de palabra “con más vigor que su propio marido,
imponiéndoles pena de muerte si no concurrían a ello”51, y que daba ordenanzas
para que los indios se unan a la lucha contra los españoles 52. Se suceden las
delaciones, también de gente allegada, Manuel Galleguillos, uno de los secretarios
más activos de Micaela Bastidas, declaró que permaneció con los rebeldes obligado
porque estuvo preso, y sostuvo que Micaela comandó personalmente varias
expediciones, y que “las órdenes de esta mujer eran más fuertes que las de su
marido; de modo que sus deseos eran pasar a todos los españoles a sangre y
fuego”, y que reconocía en ella, más rebeldía, “más arrogancia y más soberbia, de
modo que se hizo más temible que su marido”.

Para probar su culpabilidad se presentaron en el juicio varios edictos firmados


por ella poniendo como prueba mayor uno del 13 de diciembre de 1781, donde
advierte que el objetivo era terminar con los atropellos y abusos de los corregidores
y europeos, y al que contraviniese la orden, “se le castigará en público cadalso, sin
que le valga excusa ni pretexto. Y para que ninguno alegue ignorancia, y llegue a
noticia de todos, mando que, después de publicado este bando se fije en la puerta
de mi casa de Tungasuca”53

Al día siguiente Micaela Bastidas se enfrenta al Juez Benito de la Mata Linares,


quien valiéndose de engaños intenta una confesión y la delación de otros
sublevados. Pero ella evade respuestas comprometedoras, niega cargos, no se
contradice y evita inculpar a sus compañeros de lucha. Los únicos nombres que
proporciona son de aquellos que los han traicionado: Manuel Galleguillos y
Francisco Cisneros; también protege a los sacerdotes Antonio López de Sosa y
Ildefonso Bejarano, que después fueron desterrados y encerrados en el convento
de San Francisco de Cádiz. No se quiebra en presencia de Tupac Amaru cuando
ambos tienen que comparecer juntos. No existen lamentos ni súplicas. Ella sabe
que ha llegado el final.

La importancia de la presencia de Micaela Bastidas en la gesta libertaria queda


demostrada en la acusación del visitador José Antonio Arreche. Resulta por ello
sorprendente que a pesar de todos los testimonios la historia oficial continúe
presentándola como la esposa de Tupac Amaru. La sentencia no puede ser más
clara:

50 Roedl, “Causa Tupa Amaro. El proceso a los tupamaros en Cuzco, abril-julio de 1781”,
2000.
51 La Rebelión, CDIP, Volumen 2° p.710.
52 La Rebelión, CDIP, Volumen 2°, p. 711.
53 Loayza, Ob. Cit., pp. 105-106.
“Por complicidad en la Rebelión premeditada y ejecutada por Tupac Amaru,
auxiliándolo en cuanto ha podido, dando las órdenes más vigorosas y fuertes,
para juntar gente, (…) invadiendo las provincias para sujetarlas a su
obediencia, condenando al último suplicio al que no obedecía las órdenes suyas
o de su marido, (…) esforzando y animando a los indios, dando bastones de
Coroneles a los que creía más adictos; hablando con horror de los españoles, y
con expresiones que imprimiesen mayor odio a los naturales, ofreciéndoles que
sólo pagarían tributo pero no otro derecho alguno (...) nombrando a quienes se
hicieran cargo de la administración de sacramentos, mandando cerrar las
iglesias cuando le parecía; dando pases para que sus soldados no impidiesen a
los de su facción; escribiendo cartas a fin de publicar los felices sucesos de su
marido, (…) pidiendo le enviasen gente, con pena de la vida al inobediente”54.

Fue condenada a la pena de muerte. Todos sus bienes embargados, sus casas
arrasadas a “vista de todo el pueblo, donde existieran”, firmado José Antonio de
Arreche, Ciudad del Cusco, a los 16 días del mes de mayo de 1781”. Cuando
Arreche intenta que Tupac Amaru a cambio de favores delate a “los cómplices de la
rebelión”, éste le responde:

“Nosotros dos somos los únicos conspiradores; Vuestra merced por haber
agobiado al país con exacciones insoportables y yo por haber querido libertar al
pueblo de semejante tiranía. Aquí estoy para que me castiguen solo, al fin de
que otros queden con vida”55.

La sentencia contra Tupac Amaru del visitador Areche, significa una dura
condena a la sociedad y cultura andinas. Se prohibieron signos exteriores de la
cultura, representaciones dramáticas, instrumentos musicales, y particularmente el
uso del quechua. “Se puede suponer que Tupac Amaru representaba, de algún
modo, todo lo que se prohibirá después de su derrota, pero también y sobre todo,
una alternativa política andina al sistema colonial. Lo que distingue a Tupac Amaru
de los caciques costeños, autores de manifiestos y fautores de conspiraciones, fue
sin duda su capacidad de movilizar toda la densa población indígena de la que fuera
el área central del Tawantinsuyu”.

La Ejecución

El viernes 18 de mayo de 1781, la Plaza de Armas del Cusco amaneció cercada


de milicias dotadas con fusiles y bayonetas. Los detenidos salieron juntos,
esposados, metidos en zurrones y arrastrados a la cola de un caballo. Fueron
ahorcados, José Verdejo, Andrés Castelo y Antonio Bastidas. Se les cortó la lengua
antes de ahorcarlos a Francisco Tupac Amaro y a Hipólito Tupac Amaru. A Tomasa
Titu Condemaita se le dio garrote en un tabladillo, “que estaba dispuesto con un
torno de fierro que a este fin se había hecho, y jamás se había visto antes”. Micaela
Bastidas y Tupac Amaru presenciaron estas ejecuciones y la de su hijo Hipólito.

Según el visitador José Antonio de Areche, la ejecución de Micaela Bastidas debía


ir acompañada “con algunas cualidades y circunstancias que causen terror y

54 La Rebelión, CDIP, Volumen 2°, p. 736.


55 La Rebelión, CDIP, Volumen. 3°, p. 881.
espanto al público; para que a vista de espectáculo, se contengan los demás, y
sirva de ejemplo y escarmiento”. La ejecución como espectáculo de terror, la
“masculinización de su persona percibida en los edictos redactados contra Micaela y
en los testimonios legales en torno a su juicio recalcaban la idea de que no merecía
ser tratada como una mujer”.

Antes de matarla le cortaron la lengua, “y se le dio garrote, en que padeció


infinito; porque teniendo el cuello muy delgado, no podía el torno ahogarla, y fue
menester que los verdugos (…) dándole patadas en el estómago y pechos, la
acabasen de matar”. Después le cortaron la cabeza que fue expuesta durante
varios días en el cerro de Piccho. Desprendieron sus dos brazos, uno fue enviado a
Tungasuca y el otro a Arequipa. Una pierna a Carabaya, y el resto del cuerpo
quemado.

A Tupac Amaru le cortaron la lengua y ataron sus brazos y piernas a cuatro


caballos. Pero por más que tiraron los caballos no pudieron dividirlo, hasta que
Areche ordenó que le corten la cabeza. No menos trágica fue la suerte de los hijos
de Tupac Amaru y Micaela Bastidas. Mariano Tupac Amaru, se acogió al Bando de
Perdón e Indulto entregando, pero dos años después, el 1 de abril de 1784, el
virrey del Perú, Agustín de Jáuregui, condenó a Mariano Tupac Amaru y Andrés
Mendigure a destierro perpetuo. En el destierro también estuvo comprendido
Fernando Tupac Amaru de 15 años de edad. Debido al naufragio del barco con
destino a África, Fernando llegó a Portugal el 2 de febrero de 1786. Poco se sabe de
las penurias que pasó, existe una carta suya del 10 de setiembre de 1789
solicitando ser transferido de las Escuelas Pías al Colegio de Avapies. En otra carta
desde Madrid, del 29 de julio de 1792, solicitó que se le destine algún trabajo.
Endeudado y enfermo murió en Madrid el 19 de agosto de 1798”. Tenía 29 años.

Poco antes, en 1792, Juan Pablo Viscardo, considerado precursor de la


independencia, en su Carta dirigida a los Españoles Americanos, resume los tres
siglos de colonialismo español con las siguientes palabras: “ingratitud, injusticia,
servidumbre y desolación”. Se trata del primer documento político que planteó la
independencia de España con argumentos válidos. En 1781, enterado de la
sublevación de Tupac Amaru se ofreció como guía de una expedición inglesa en
apoyo de la rebelión aunque en ese momento Tupac Amaru ya había sido vencido y
ejecutado, pues las noticias tardaban meses en llegar de un continente a otro 56.

También tuvieron una destacada presencia en la gesta libertaria, Tomasa Titu


Condemayta, Cacica de Acos (Quispicanchi, Cusco), propietaria de casas, fundos,
animales y otros bienes, lo que favoreció el apoyo estratégico que brindo a Tupac
Amaru. El 25 de abril de 1781 fue acusada de ser una de las principales
colaboradoras de Tupac Amaru, que reclutaba gente para el movimiento, y que
conminaba a los caciques a fin de que se unieran a Diego Tupac. Fue condenada a
pena de muerte a los 26 días del mes de abril de 1781”57.

Cecilia Tupac Amaru, prima de Tupac Amaru y casada con uno de sus principales
capitanes, el español Pedro Mendigure, tenía 26 años cuando participó activamente

56 Tauro, La Independencia Nacional, p. 34


57 La Rebelión, CDIP, Volumen 2°, p. 753.
en el sitio del Cusco y en los preparativos insurreccionales del cerro Piccho. Tan
radical en su postura que los españoles la consideraron más peligrosa que la misma
Micaela Bastidas. Cuando la detuvieron en Sicuani, el mismo día que ejecutaron a
su esposo, la sacaron montada en burro y la azotaron por las calles.

Bartolina Sisa, esposa de Tupac Catari, intentó el 13 de marzo de 1781 sitiar La


Paz y Sorata represando el río para luego romper puertas y aislar las poblaciones.
Detenida el 2 de julio de ese año, cuatro meses antes que su marido, la condujeron
a la Plaza Mayor de La Paz atada a la cola de un caballo portando un palo a modo
de cetro y con corona de espinas.

Gregoria Apasa, hermana de Julián Apasa Tupac Catari, a la que también se


llamaba virreina, “tan carnicera y sangrienta como éste”, según la información
oficial, combatió junto a Andrés Tupac Amaru en Sorata y Azángaro. Fue condenada a
muerte en 1782 con Bartolina Sisa, ambas montadas en burro por las calles
recibiendo azotes antes de la ejecución.

Marcela Castro, alentó y participó en el levantamiento de Marcapata, esposa de


Marcos Tupac Amaru y madre de Diego Cristóbal Tupac Amaru, lugarteniente de
Tupac Amaru, fue condenada al destierro. Ventura Monjarrás, anciana madre de
Juan Bautista Tupac Amaru, fue condenada al destierro, pero murió antes.
Margarita Condori, que ayudó al abastecimiento de las guerrillas de Diego Tupac
Amaru también fue ejecutada. Todas las casas fueron arrasadas y los bienes
confiscados. No era poco lo que se capturó, según documentos oficiales ascendía a
una importante fortuna.

Dos años después la eliminación del movimiento liderado por Tupac Amaru y
Micaela Bastidas había concluido. En octubre de 1783 partieron noventa personas, en
su mayoría mujeres desde el Cusco hasta el Callao a pie, “con lo que quedó limpia
esta ciudad y sus provincias de la mala semilla de esta infame generación…” 58,
señala un documento oficial. Debían embarcarse en el buque "Pedro Alcántara" que
las llevaría desterradas a México. Algunas mujeres murieron antes de partir, y las que
lograron sobrevivir murieron en la cárcel del Callao. Otras durante la travesía59.

Pero la ideología de exclusión no cambió con la independencia. Luego del triunfo


de la Batalla de Ayacucho, la primera Constitución Política del Perú escrita por
Bolívar60, es bastante ambigua con las mujeres. En el Art. 14º estipula que los
requisitos para ser ciudadano son: Ser peruano, casado, o mayor de veinticinco
años, saber leer y escribir. Tener algún empleo o industria; o profesar alguna
ciencia o arte. No existe ninguna mención a las mujeres. Pronto las gestas
emancipadoras dirigidas por los indios fueron minimizadas y olvidadas. También la

58
Antecedentes, CDIP, Volumen 1°, p. 145.
59
La Rebelión, CDIP, Volumen 3°, p. 428.
60
La primera constitución fue jurada el 9 de diciembre de 1826 por el Consejo de Gobierno
presidido por Santa Cruz en ausencia de Bolívar. Pronto surgió una fuerte oposición dirigida
por Javier Luna Pizarro en contra de la nueva carta. El 26 de enero de 1827 estallo en Lima
un motín y al día siguiente Santa Cruz convocó elecciones para un Congreso Constituyente
Extraordinario con el objetivo decidir la constitución que debía regir. Por lo tanto, la primera
constitución conocida como la Vitalicia solo rigió siete semanas.
participación de la mujer fue borrada como si el hecho de ser mujer y de morir por
la patria y la libertad, no tuviese el mismo significado y la misma dimensión que las
acciones de los héroes, todos masculinos, de nuestra historia.

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