Un Sacrificio Genuino
Un Sacrificio Genuino
Un Sacrificio Genuino
MARCOS 12:28- 34
PROPÓSITO GENERAL: Consagración (Santidad)
PROPÓSITO ESPECÍFICO: Animar a la congregación a la luz de la Biblia a
consagrar sus vidas, no como un sacrificio mediocre sino como uno genuino,
movido por el amor y obediencia a Dios reconociendo su santidad y también su
deseo de nuestra propia santificación.
INTRODUCCIÓN: Este pasaje se basa en un diálogo entre Jesucristo y un
escriba. Escribas se les llamaba a los hombres de letras, maestros de la ley, en
la práctica formaban un solo partido con los fariseos y en ocasiones con los
principales sacerdotes. Estaban totalmente calificados para enseñar en las
sinagogas. Al igual que Esdras, los escribas se hallaban entre los sacerdotes y
levitas. Sus funciones respecto a la ley eran enseñarla, desarrollarla y usarla en
relación con el Sanedrín. Mediante sus tradiciones, la Ley, en lugar de ser una
ayuda en la vida moral y espiritual, vino a ser un instrumento para impedir el
verdadero acceso a Dios. Al tomar en cuenta esta información nos damos
cuenta que los escribas, aunque tenían muy clara y grabada la Ley en su
mente, no tenían un corazón agradable delante de Dios, aunque cumplían todo
lo que la ley mandaba (en la práctica) había algo que les impedía que sus
sacrificios fuesen genuinos, agradables para Dios. Muchas veces como
cristianos es lo que nos pasa, vamos a la iglesia, memorizamos un versículo,
cantamos un coro, enseñamos en la iglesia, nos jactamos de saber mucho de
la Biblia, incluso señalamos a otros de que no andan conforme Dios manda,
pero, ¿será que realmente nuestra vida es un sacrificio aceptable, un
sacrificio genuino?
OT. Veamos en este pasaje dos pasos muy importantes para ofrecer un
sacrificio genuino de nuestra vida.
I. RECONOCER EL CARÁCTER DEL RECEPTOR DEL SACRIFICIO
(v. 29,30)
A. Un Dios celoso (El Señor… uno es)
Ante la pregunta del escriba, Jesús inicia respondiendo con la
primera parte del Shemá Judío (Dt. 6:4-5). Y si hacemos un
recuento del pueblo de Israel, vemos cómo ellos, constantemente
se alejaban de Dios y se iban tras los dioses de los pueblos
paganos que los rodeaban. En repetidas ocasiones leemos que
“el furor de Jehová se encendió” sobre ellos a causa de sus
infidelidades. De esta manera pues, conocemos que nuestro Dios
es un Dios celoso. Él mismo dice “El Señor nuestro Dios, El Señor
uno es”, no hay lugar para otro dios falso. Jehová de los Ejércitos
es el Dios verdadero y el único a quien debemos amar, y no con
un amor pasajero y superficial. Él mismo manda la forma en que
debemos amarlo, con todo nuestro ser, no da lugar para enfocar
una parte de nosotros en Él y otra parte en otro asunto. Él
demanda una relación íntima cerrada entre Él y nosotros nada
más.
¿De qué manera ha reconocido usted el unitarismo de Cristo
como su Señor en su vida?
¿Está su corazón, su mente, su alma, su mente y sus fuerzas
centradas solamente en Dios?
B. Un Dios santo
En 1 Pedro 1:16 encontramos un versículo muy conocido: “… Sed
santos porque yo soy santo”. “Ser santos significa ser
moralmente intachables. Es estar apartados del pecado y, por
consiguiente, estar consagrados a Dios. La palabra santo
significa “separado para Dios, y la conducta que corresponde al
que de este modo está apartado” (En pos de la santidad, Jerry
Bridges). Recalcando en estas palabras y relacionándolo con el
principal mandamiento de consagrar cada una de nuestras áreas
(corazón, alma, mente y fuerzas) solamente a un Dios, el Dios
verdadero, podemos comprender de una mejor manera la
santidad de Dios y el deseo hacia nosotros. Él desea una
exclusividad en nuestra vida, un lugar que sólo Él puede tener
porque sólo Él lo puede llenar. No puede haber nada más (vicios,
malas palabras, amistades, malos hábitos, trabajo), solamente
debe estar apartado completamente para Él.
¿Qué áreas de su vida aún no le ha entregado a Dios?
¿Está su corazón, alma, mente y fuerzas enfocadas en la
alabanza hacia el Dios Todopoderoso solamente?