Marcos 12
Marcos 12
Marcos 12
Se refiere a lo que un grupo religioso opina en cuanto a qué es bueno y qué es malo y cuál
debe ser el comportamiento moral de ese grupo o de sus miembros. En muchas iglesias
cristianas pareciera que se promueve una visión ética de la vida un tanto desbalanceada al
darse énfasis o prioridad a normas y reglas que no se fundamentan en aquellos mandamientos
de los que dependen toda la Ley los Profetas (Mt 22:34-40).
Como profesor de religión por los pasados casi 17 años he escuchado de mis estudiantes toda
clase de experiencias en relación con la religión. Entre estas, recuerdo la historia de una joven
que residió una vez en los Estados Unidos y fue puesta en disciplina por el liderato de su
iglesia. La disciplina obedeció al hecho de que en pleno invierno, la joven decidió ir con
pantalón al templo debido al excesivo frío y las bajas temperaturas de la época. Las reglas de la
iglesia prohibían que ella usara pantalón y, por ende, fue censurada y apartada de la adoración
por un tiempo específico. Relató que todos en la congregación comenzaron a murmurar contra
ella. Aun sus más cercanas amistades. La pregunta obligatoria es: ¿Qué acción podría
calificarse peor o inmoral? ¿Ir en pantalón a la iglesia o murmurar contra el prójimo? La
discusión queda abierta.
El evangelio para hoy, Mc 12:28-34, es uno de esos pasajes en los que Jesús es confrontado
con una pregunta. Aunque a diferencia de lo sucede en Mt 22:35, en Marcos la pregunta no se
formula para tentarlo, se trata de una pregunta difícil. En cuanto a forma, tenemos ante
nosotros una conversación didáctica o escolar.1
Marcos nos indica que un escriba (intérprete/estudioso de la ley), que "los había oído discutir"
y que sabía que Jesús les había respondido bien a los saduceos (vv.18-27), le preguntó: "¿Cuál
es el primer mandamiento de todos?" (v.28). Los rabinos dividían los 613 preceptos de la ley
(248 mandamientos y 365 prohibiciones) en "importantes" y "secundarios."2 El problema
radicaba en que no estaban de acuerdo en si algunos eran más importantes que otros. Los
líderes religiosos pensaban que declarar que algunos mandamientos eran más importantes
que otros era restarles valor a esos otros, y que por lo tanto todo intento de establecer un
orden entre los mandamientos era una ofensa a la ley misma.3 Este escriba quería saber cuál
era el más importante de todos. En otras palabras, cuál de ellos define o resume mejor la
Torá.
En su respuesta Jesús cita el Shema (Dt 6:4-5) que todo judío varón y piadoso repetía dos veces
al día (mañana y tarde). "El Señor nuestro Dios, el Señor uno es" (v.29). En tiempos de Jesús, la
recitación de este texto recordaba con agradecimiento la elección del pueblo.4 Después Jesús
especificó cuál era la principal obligación del ser humano: "amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas" (v.30), esto es, con
todas las fuerzas y capacidades que han sido dadas al ser humano. A lo que Jesús agrega: "Este
es el principal mandamiento." Luego menciona por añadidura el segundo: "Amarás a tu
prójimo como a ti mismo" (v.31). Según Jesús: "No hay otro mandamiento mayor que estos"
(v.31b).
Hoy por hoy, la pregunta del escriba es una que se mantiene vigente y está relacionada con
aquello que consideramos más importante en una religión. Otros lo plantean así: ¿Qué hace a
una religión verdadera? El apóstol Pablo llegó a la misma conclusión que Jesús en Ro 13:8. La
pregunta es tan antigua como la iglesia misma. Para Santiago, en su epístola, "la religión pura y
sin mancha delante de Dios el Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus
tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo" (1:27). Siguiendo las enseñanzas de Jesús
fundamentadas en el amor, Santiago propone que además de tomar en cuenta la importancia
de la fe en Dios para agradarle y el logro de la vida eterna, es menester realizar buenas obras
(2:17). Y, entre ellas, el amor al prójimo expresado de diversas formas.
Entonces, ¿quién es nuestro prójimo? Juan Calvino, teólogo y pastor del siglo XVI dice al
respecto: "Lo que afirmo es que debemos amar con un mismo afecto de caridad a toda clase
de hombres sin excepción alguna, sin establecer diferencias entre griego y bárbaro, entre
dignos e indignos, entre amigos y enemigos; pues todos deben ser considerados en Dios y no
en sí mismos."5
La perícopa de hoy culmina mostrando al escriba muy bien impresionado con la respuesta de
Jesús: "Bien, Maestro, verdad has dicho" (v.32). El escriba estuvo de acuerdo en que amar a
Dios y al prójimo "es más que todos los holocaustos y sacrificios" (v.33). Afirma Ralph Earle que
el escriba mostró con su respuesta una percepción espiritual poco común.6 "Jesús entonces,
viendo que había respondido sabiamente," le dio ánimo y le presentó un reto: "No estás lejos
del Reino de Dios" (v.34). Con estas últimas palabras, Jesús se presenta como el maestro con
autoridad, capacitado para emitir juicios de esta naturaleza.7 Con esta perícopa Marcos
acentúa el significado positivo del amor de Dios y del prójimo como quintaesencia de la
instrucción ética. Quien ama a Dios con todas sus fuerzas y al prójimo como a sí mismo se
encuentra cerca del Reino de Dios, que comienza a convertirse en realidad con Jesús.8
1) Jesús juzga toda interpretación de la ley a la luz del propósito del dador de la ley: la
misericordia, el amor y la redención. De esta forma, más allá de que uno deba actuar de
acuerdo con lo que dicta la ley, también debe tener un compromiso íntimo con el espíritu
liberador y creador de la ley. Respondemos de manera creativa, más allá de lo que la ley
ordena, porque los propósitos de la ley están encarnados en nuestro corazón, porque son
parte integral de nuestros motivos, intenciones y visión de lo que lleva a la vida plena.
2) En esta perícopa el amor es central. El amor nos anima a seguir el modelo de Jesús, a luchar
por una mayor inclusividad social. El amor nos motiva y da poder para superar todas las
fronteras del prejuicio racial, de clase, de género, de cultura y de nacionalidad. A respetar a
aquellos/as que no piensan igual que uno. Nos da poder para amar a nuestros enemigos, para
convertir a nuestros enemigos en nuestros hermanos/as y hacerlos parte integral de nuestro
círculo de ayuda mutua.
3) La ética de Jesús nos obliga a tomar en cuenta cómo nuestras acciones afectan las
posibilidades de vida de nuestro prójimo.
4) Nuestro amor por Dios debe ir acompañado del compromiso de mejorar las condiciones de
nuestro pójimo, en particular, las de los más débiles e indefensos.
5) La vida en el Reino es aquella que se vive con conciencia de las necesidades de los demás y
sirviéndolos.
Culmino con unas palabras del Rev. Martin Luther King, Jr., muy apropiadas para el sermón:
"Amor en ágape es el único cimiento que puede restablecer esta maltrecha sociedad y unirla.
Cuando se manda amar, se manda a restaurar la sociedad, resistir la injusticia y socorrer las
necesidades de mis hermanos."1
INTRODUCCIÓN
los enemigos del Señor no pudieron resistir la sabiduría con la cual no
solo respondía cada pregunta que le hicieron para tentarle, sino que
los confrontó con sus respuestas. La pregunta final que se señala en
esta ocasión tiene una respuesta que probablemente ya conocían,
pero que haría pensar a sus oyentes, y reflexionar a todo aquel que
con algo de atención escuche esta respuesta. Después de esto nos
dice el relato bíblico que nadie más se atrevió a preguntar cosa
alguna, sus planes hostiles hacia Jesús en este momento quedaron
completamente frustrados, no le pudieron desacreditar, no pudieron
hacer callar su voz, no pudieron evitar que la gente siguiera
maravillada de Jesús, e incluso es probable que algunos de esos
enemigos fueran inclinados a reconocer la verdad de las palabras de
Jesús y por tanto atraídos hacia su amor. La respuesta del Señor
Jesús nos sirve también en esta ocasión para dar título a nuestra
reflexión: Amarás al Señor tu Dios.
I. ÚNICO DIOS
Una lista muy grande de mandamientos, y clasificaciones de los
mismos, habían hecho los intérpretes de la ley y los habían transmitido
por varias generaciones. Dentro de ellos mismos había discusiones
sobre tales listas, y no pocas diferencias respecto a cuál era más
importante. Uno de los escribas que oyó al Señor Jesús afirmando la
verdad acerca de la resurrección corporal dejando sin piso la negación
que de esto hacían los saduceos, se acercó de una manera un poco
diferente, y su reacción a la respuesta de Jesús también sería distinta,
y pregunta inmediatamente al Señor: “¿Cuál es el primer
mandamiento de todos?”, a lo que el Cristo responde con las
Escrituras tal como enseña Duet. 6:4-5. Oye, repite el Señor a su
pueblo, Oye Israel, no hay más que un Dios, el único y verdadero, tu
Señor, tu Rey, Tu Dios. Amarás al Señor tu Dios, el único Dios, es lo
que Jesús nos está diciendo hoy a todos. Si el objeto de tu amor no es
el único y verdadero Dios, entonces tienes un ídolo, eres un idólatra y
estás en abierta rebelión contra aquel que ha dicho “no tendrás dioses
ajenos delante de mí”, ten por cierto que tu rebelión no quedará impune,
sino que será castigada como se merece tan horrendo pecado, Rom.
1:18-32, Apoc. 21:8. ¿Qué estás amando?, ¿en qué o quién están
puestas todas tus facultades, tu esperanza y regocijo, tu voluntad y tus
afectos?, ¿se dirige tu amor al único y verdadero Dios o a un ídolo?,
¿vale la pena amar a un ídolo que no ve, no escucha ni se puede
mover, llámese como se quiera llamar?, pueblo de Dios, ama al Señor
tu Dios, confía solo en él, no hay otro Dios fuera de él, Sal. 115:4-11.
II. QUIEN DEMANDA TOTAL ENTREGA
En segundo lugar el Señor Jesús nos dice: Amarás al Señor tu Dios,
Quien demanda entrega total. Al no existir otro Dios fuera de él, en
consecuencia lógica, se demanda total entrega, exclusivo amor hacia
él. Eso es lo que se nos dice con la respuesta “Y amarás al Señor tu
Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas
tus fuerzas”. Ese Dios que hizo los cielos y a tierra y todo lo que en
ellos hay, que sustenta todas las cosas por la palabra de su poder, ha
expresado todas sus perfecciones en cada obra de sus manos. Todas
sus obras nos hablan de su inmenso amor, y demanda total entrega
porque
A. Él nos amó primero
La Biblia tiene innumerables referencia al amor incondicional de Dios
por su pueblo escogido, veamos solo algunas: Ex. 20:1-2, Sal. 27:10,
103:8-14, Jer. 31:31-34, Rom. 5:8. Entonces ahora nosotros somos
llamados a amar a aquel que nos amó primero, Jn. 3:16, 1 Jn. 4:9. No
hay razón alguna para dudar del amor de Dios, su pueblo tiene
suficiente evidencia del amor de Dios a lo largo de la historia, siendo la
mayor de ellas, la muerte de Cristo en la cruz para salvar a los suyos,
¿puedes ver que Dios te amó primero?, Él demanda total entrega,
CONCLUSIÓN
Podemos decir que amar a Dios es mucho mejor que los sacrificios, y
que amar a Dios es obedecerle. ¿Obedecemos a Dios?, ¿nos
preocupamos por manifestar en nuestra vida, en lo que somos y en lo
que hacemos, las perfecciones de Dios o no tenemos cuidado alguno
con esto?. ¿En nuestra vida diaria entendemos que nos debemos por
completo al único y verdadero Dios que demanda obediencia total a él,
y en esa obediencia también demanda amar al prójimo como a
nosotros mismos?. ¿Qué tanto compromiso estamos manifestando
con vivir para la gloria de Dios, con usar los medios que él nos ha
dado para crecer y ser fortalecidos en la fe?, ¿qué tanto creemos a lo
que Dios dice y lo evidenciamos en nuestras relaciones familiares,
laborales, eclesiales y sociales en general?. Más vale que
reflexionemos y por la gracia de Dios asumamos el compromiso que
tenemos con él, que nos arrepintamos de nuestra desobediencia y
creamos en el perdón de Cristo y la gracia que nos da el Espíritu
Santo que nos ha dado para atender a su llamado, nadie está libre del
mandamiento, Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu
alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Oremos.
EL PRIMER MANDAMIENTO
Marcos 12:28-34