Santo Tomas para Chesterton

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Hombres excepcionales.

Mi elección por Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) se dio a partir de un análisis de la


época en la que le tocó vivir. Desde la cátedra analizamos autores que vieron la decadencia
del posmodernismo de un modo total y completamente distinto, esta exposición intenta
mostrar la otra cara de la moneda.
Chesterton vivió en una época de crisis. Los intelectuales de las primeras tres décadas del
siglo XX, las que vieron los horrores de la Gran Guerra y los preparativos de la Segunda
Guerra Mundial, se replantean, en el ámbito de la cultura y del pensamiento, la visión del
mundo heredada del siglo XIX. El optimismo decimonónico entraba en crisis. La toma de
conciencia generalizada de los problemas de la época no significa acuerdo en las
propuestas de solución de los mismos: todos se dan cuenta de que "algo anda mal en el
mundo" —parafraseando el título de un ensayo de Chesterton—, pero los remedios que se
proponen para curar el mal son diversos, y a veces, opuestos.

Esos años coinciden con un cierto renacimiento del pensamiento cristiano. El alto número
de conversiones de ese período manifiesta que muchos hombres y mujeres de aquel
entonces se plantearon las preguntas fundamentales sobre la existencia humana y sobre la
visión del mundo, y llegaron a la conclusión de que era necesario volver a una concepción
espiritual y trascendente de la persona humana. Chesterton será uno de los grandes
protagonistas de este renacimiento del pensamiento cristiano, e influirá notablemente con
sus escritos, mucho antes de su conversión al Catolicismo en 1922. El ensayista británico
se mueve en una Inglaterra intelectual donde dominan las ideologías del escepticismo y del
evolucionismo, y en donde el cientificismo decimonónico parece lo suficientemente fuerte
para sobrevivir a la crisis. comenzando muy lejos de las posiciones cristianas, terminó
convirtiéndose en uno de sus mejores apologistas.

La obra de Chesterton es muy vasta, y ampliamente estudiada. Un elemento central de su


pensamiento, que es denominado «filosofía del asombro agradecido». La cosmovisión
chestertoniana gira en torno a la gratuidad de la Creación, gratuidad que ha de producir
asombro y agradecimiento a todos quienes gozamos de la existencia. Este mundo proviene
de la nada: podría no existir y es maravilloso el mismo hecho de que exista. A esta
conclusión llegó Chesterton solo, y luego descubrió que era una de las verdades
fundamentales del dogma cristiano.

Hombres excepcionales

San Francisco y Santo Tomás son dos puntos de referencia en el renacimiento del
pensamiento cristiano de la primera mitad del siglo XX. Varios intelectuales han considerado
que estos dos santos presentan ideas y actitudes perfectamente aprovechables para la
solución de la crisis de la cultura de la Modernidad.

Chesterton considera que San Francisco abre una puerta por la que se sale de la Edad
Obscura. San Francisco descubre en cada ser natural a una criatura de Dios. Porque se
encuentran en una total dependencia del Creador, al igual que los hombres. .
Chesterton nos hace participar de su filosofía del asombro agradecido:la verdad más
profunda sobre este mundo es que depende de la misericordia de Dios, de su amor gratuito
que saca la existencia de la nada.
Santo Tomás, realiza la revolución aristotélica. Chesterton pone en labios de Santo Tomás
una explicación plausible dada a la tradición platónico-agustiniana de por qué utilizó a
Aristóteles en su filosofía: encuentra la razón alimentada por mis sentidos, que debo mucho
de lo que pienso a lo que veo y huelo y gusto y toco, y en lo que a mi razón concierne me
veo obligado a tratar toda esta realidad como real
El universo tomista, creatura de Dios, es un cosmos ordenado pero no determinista: en la
criatura humana aletea la suprema Libertad del Creador. Santo Tomás se muestra
fascinado por el misterio central del hombre. «Para él el punto importante es siempre que el
hombre no es un globo que asciende a los cielos ni un topo que sólo cava en la tierra, sino
algo semejante al árbol cuyas raíces se alimentan de la tierra mientras las ramas superiores
se elevan hasta casi tocar las estrellas»
El tomismo es la filosofía del sentido común, y por lo tanto la única realmente productiva. La
esencia del sentido común tomista se basa en la afirmación de que el intelecto puede
realmente conocer la realidad. Las otras filosofías impiden la coherencia de vida de los
mismos filósofos: ; todos obran según el principio de que es posible asumir lo que no es
posible creer. El tomista, dado que su punto de vista coincide con el del sentido común,
puede gozar de una vida coherente entre lo que se piensa y lo que se hace.

La filosofía del asombro agadecido es uno de los elementos centrales de la cosmovisión


chestertoniana.la primera respuesta ha de ser el asombro causado por la existencia del ser.
No en vano los griegos afirmaban que el inicio de toda filosofía se encuentra en el estupor,
en la capacidad de asombrarse. Pero al asombro hay que unir el agradecimiento, pues la
existencia humana en medio de este cosmos creado es maravillosa. No es una existencia
perfecta, pues la presencia del mal afea la Creación, pero entre el ser y la nada hay un
abismo, salvado no sólo por la Omnipotencia Divina, sino también por el Amor y por la
Misericordia.

la concepción del ser humano en Sto. Tomás está basada en la concepción aristotélica.
Pero, al igual que ocurre con los otros aspectos de su pensamiento, ha de ser conciliada
con las creencias básica del cristianismo: la inmortalidad del alma y la creación. El ser
humano es un compuesto sustancial de alma y cuerpo, representando el alma la forma y el
cuerpo la materia de dicha sustancia. Frente a la afirmación de algunos de sus
predecesores de que existen en el ser humano varias formas sustanciales, como la
vegetativa y la sensitiva, Sto. Tomás afirma la unidad hilemórfica del ser humano, que
constituye una unidad en la que existe una única forma sustancial, el alma racional, que
informa inmediata y directamente a la materia prima constituyendo el compuesto "hombre".
Del mismo modo que Aristóteles había concebido la existencia de una sola alma en el ser
humano, que engloba las funciones vegetativa y sensitiva, santo Tomás afirma que esa
única alma es la que regula todas las funciones del "hombre" y determina su corporeidad.
(Suma Teológica, I, C. 76, a. 1)
El alma se sigue concibiendo, pues, como principio vital y como principio de conocimiento,
pero se rechaza la interpretación platónica de la relación entre el alma y el cuerpo, le
atribuira esas funciones al "hombre": es el ser humano, el individuo, el que vive y conoce, el
que razona y entiende, el que imagina y siente. Todo ello es imposible sin tener un cuerpo,
por lo que éste ha de pertenecer al "hombre" con el mismo derecho que le pertenece el
alma.
La relación del alma y el cuerpo es una relación natural, no una situación forzada y
antinatural, según la cual estaría el alma en el cuerpo como el prisionero en la celda.La
inmortalidad del alma, santo Tomás afirmará que en ella existe ciertas facultades que le
pertenecen como tal, y que no dependen para nada de su relación con el cuerpo. Otras
pertenecen al compuesto "hombre" y no pueden ser ejercidas, por lo tanto, sin el cuerpo.
Por supuesto, la intelección es una facultad que le pertenece al alma incluso en su estado
de separación del cuerpo, en cuanto tiene como objeto de conocimiento no los cuerpos,
sino el ser. La facultad de su potencia del alma puede ser clasificadas en tres grupos
jerárquicamente relacionados: las facultades o potencias vegetativas, las sensitivas y en las
racionales.
Tenemos, pues, una clasificación similar a la aristotélica de tres facultades o potencias de la
misma alma racional.
● En sus funciones vegetativas el alma se ocupa de todo lo relacionado con la
nutrición y el crecimiento.
● En sus funciones sensitivas el alma regula todo lo relacionado con el
funcionamiento de los sentidos externos, así como la imaginación y la memoria,
actividades que se corresponde en las funciones del alma vegetativo de los
animales.
● En sus funciones racionales santo Tomás distingue como facultades propias del
alma el entendimiento (agente y paciente) y la voluntad, con la que trata de explicar
el deseo intelectual, quedando el sensitivo explicado por las funciones sensitivas del
alma. A pesar de que todas ellas proceden de la misma alma racional, se pueden
distinguir "realmente" entre sí, dado que tienden a aplicarse a distintos objetos .
santo Tomás Y la voluntad. Por su misma naturaleza es la voluntad está orientada al bien
en general, es decir, la felicidad, la beatitud. el "hombre" dispone del libre albedrío para
elegir su conducta, este es la voluntad misma en el ejercicio de la elección de los medios
para conseguir su fin, la capacidad por la que un "hombre" es capaz de juzgar libremente,
en cuanto a la elección de los medios que le permiten alcanzar el fin de su conducta.
Sto. Tomás defenderá la inmortalidad del alma apoyándose en su inmaterialidad, (el alma
es inmaterial, luego no es corruptible, luego es inmortal, , y en el ansia de inmortalidad del
"hombre": un deseo de inmortalidad implantado por Dios que no puede ser vano.

Santo Tomás luz en la era medieval


desarrollo el pensamiento filosófico (aún al servicio de la fe) y con una nueva explicación de
la realidad (el aristotelismo) que se había desarrollado en Europa recientemente y era
conocida como "averroísmo latino". Hasta entonces la filosofía occidental se había
mantenido en el marco de la tradición platónica, en un intento continuado de fusión del
platonismo con el cristianismo, mediatizado por la versión dada ya por San Agustín. Santo
Tomás romperá parcialmente con dicha tradición adoptando el aristotelismo como base de
su pensamiento filosófico.
Romperá también con la tradición al adoptar una nueva postura respecto a las relaciones
entre razón y fe. La filosofía no será concebida ya como la simple "criada de la teología". Es
cierto que la verdad es una, pero para Sto. Tomás no es menos cierto que la razón tiene su
propio ámbito de aplicación, autónomo, dentro de esa verdad única, al igual que ocurre con
la fe. Y, cada una en su dominio, es soberana. Establece, pues, una distinción clara entre
razón y fe, entre filosofía (dominio de la razón) y teología (dominio de la fe) tanto en virtud
de su método, como por su objeto de estudio y su ámbito de aplicación. Pero tampoco
excluye la colaboración entre ambas, y aún una cierta sumisión de la razón a la fe en las
cuestiones en que la razón no pueda definirse.
Así, tanto la adopción del aristotelismo como su concepción de la naturaleza de la relación
entre razón y fe, conducirán a Sto. Tomás al desarrollo del "realismo filosófico",
replanteando de un modo radicalmente nuevo numerosas cuestiones que hasta entonces se
habían considerado ya decididas. La existencia de Dios
Por lo que respecta la existencia de Dios Sto Tomás afirma taxativamente que no es una
verdad evidente para la naturaleza humana, (para la razón,) por lo que, quienes la afirmen,
deberán probarla. La existencia de Dios, nos dice, es evidente considerada en sí misma,
pero no considerada respecto al hombre y su razón finita y limitada. Tanto es así que ni
siquiera las diversas culturas o civilizaciones tienen la misma idea de Dios (judaísmo,
islamismo, cristianismo, politeísmo...) e, incluso, ni siquiera todos los hombres
pertenecientes a la misma cultura poseen la misma idea de Dios. Y esto es un hecho ante el
que no cabe discusión. Con ello pretende recalcar tanto la importancia del tema como la
legitimidad de solicitar una garantía de la razón, independientemente de lo que afirme la fe.
Si la existencia de Dios no es una verdad evidente para nosotros es necesario, pues, que
sea demostrada de un modo evidente para la razón, de un modo racional, en el que no
intervengan elementos de la Revelación o de la fe.
Pero ¿Qué tipo de demostración hemos de elegir? No podemos partir de la idea de Dios, ya
que eso es precisamente lo que se trata de demostrar, lo que se trata de conocer. Tampoco
podemos recurrir a la demostración "a priori ", puesto que esta demostración parte del
conocimiento de la causa, y de él llega al conocimiento del efecto: pero Dios no tiene causa.
Sólo nos queda, pues, partir del conocimiento que proporciona la experiencia humana, de
los seres que conocemos, tomados como efectos, y remontarnos, a través de ellos, a su
causa, es decir, argumentando " a posteriori ".
Siendo tal la posición de Sto. Tomás comprendemos por qué criticará duramente el
argumento ontológico y rechazará su validez. El argumento anselmiano toma como punto
de partida la idea de Dios como ser perfecto, pero tal idea, dice Sto. Tomás, procede de la
creencia, de la fe, y no tiene por qué ser aceptada por un no creyente. Pero además, el
argumento de San Anselmo contiene un paso ilegítimo de lo ideal a lo real: pensar algo
como existente no quiere decir que exista en la realidad. La existencia pensada no tiene
más realidad que la de ser pensada, la de estar como tal en el entendimiento, pero no fuera
de él. Para Sto. Tomás la existencia sólo puede ser alcanzada si partimos de la existencia y
argumentamos a partir de ella. Y la única existencia indudable para nosotros es la
existencia sensible. Por ello desarrollará sus cinco pruebas de la existencia de Dios a partir
siempre de la experiencia sensible, la primera pero no la única forma de experiencia que el
hombre conoce...

Teología. Las cinco vías


Las cinco vías de la demostración de la existencia de Dios En la "Suma Teológica", primera
parte, formula las cinco pruebas tomistas de la demostración de la existencia de Dios,
(conocidas como las "cinco vías").
● Primera vía:
Movimiento: nos consta por los sentidos que hay seres de este mundo que se mueven; pero
todo lo que se mueve es movido por otro, y como una serie infinita de causas es imposible
hemos de admitir la existencia de un primer motor no movido por otro, inmóvil. Y ese primer
motor inmóvil es Dios.
La primera y más clara se funda en el movimiento. Es innegable, y consta por el testimonio
de los sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven. Pues bien, todo lo que se
mueve es movido por otro, ya que nada se mueve mas que en cuanto esta en potencia
respecto a aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto, ya que
mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, y esto no puede hacerlo
más que lo que está en acto Ahora bien, no es posible que una misma cosa esté, a la vez,
en acto y en potencia respecto a lo mismo, sino respecto a cosas diversas:. Es, pues,
imposible que una cosa sea por lo mismo y de la misma manera motor y móvil, como
también lo es que se mueva a sí misma. Por consiguiente, todo lo que se mueve es movido
por otro. Pero, si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un
tercero, ya éste otro. Mas no se puede seguir indefinidamente, porque así no habría un
primer motor y, por consiguiente, no habría motor alguno. Por consiguiente, es necesario
llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es el que todos entienden por
Dios.
Segunda vía
Eficiencia: nos consta la existencia de causas eficientes que no pueden ser causa de sí
mismas, ya que para ello tendrían que haber existido antes de existir, lo cual es imposible.
Además, tampoco podemos admitir una serie infinita de causas eficiente, por lo que tiene
que existir una primera causa eficiente incausada. Y esa causa incausada es Dios.

"La segunda vía se basa en causalidad eficiente. Hallamos que en este mundo de
lo sensible hay un orden determinado entre las causas eficientes; pero no hallamos
que cosa alguna sea su propia causa, pues en tal caso habría de ser anterior a sí
misma, y esto es imposible. Ahora bien, tampoco se puede prolongar
indefinidamente la serie de las causas eficientes, porque siempre que hay causas
eficientes subordinadas, la primera es causa de la intermedia, sea una o muchas, y
ésta causa de la última; y puesto que, suprimida una causa, se suprime su efecto,
si no existie. Por consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente
primera, a la que todos llaman Dios."

Tercera vía
Contingencia: hay seres que comienzan a existir y que perecen, es decir, que no son
necesarios; si todos los seres fueran contingentes, no existiría ninguno, pero existen, por lo
que deben tener su causa, pues, en un primer ser necesario , ya que una serie causal
infinita de seres contingentes es imposible. Y este ser necesario es Dios.
Cuarta vía
Grados de perfección: observamos distintos grados de perfección en los seres de este
mundo (bondad, belleza,...) Y ello implica la existencia de un modelo con respecto al cual
establecemos la comparación, un ser óptimo, máximamente verdadero, un ser supremo. Y
ese ser supremo es Dios.
Quinta vía
Finalidad: observamos que seres inorgánicos actúan con un fin; pero al carecer de
conocimiento e inteligencia sólo pueden tender a un fin si son dirigidos por un ser
inteligente. Luego debe haber un ser sumamente inteligente que ordena todas las cosas
naturales dirigiéndose a su fin . Y ese ser inteligente es Dios.
Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que
entienda y conozca. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a
su fin, ya éste llamamos Dios."
La teología de la creación
Según ella todos los seres se componen de esencia y existencia, excepto Dios, en quien la
esencia se identifica con la existencia. Sólo Dios, por lo tanto, es un ser necesario, pues
sólo él debe su existencia a su propia esencia: su esencia es existir. Los demás seres
reciben la existencia del ser necesario, ya se trate de seres materiales o inmateriales.
Al igual que el resto de los filósofos medievales tributarios de la tradición cristiana Santo
Tomás afirmará la creación del mundo mediante un acto de Dios totalmente libre, radical y
originario. La nada no representa una materia informe preexistente, sino la inexistencia
absoluta; y no puede tomarse como la causa de la creación, pues ésta es sólo obra de Dios.
El mundo tampoco es creado por "emanación" necesaria de la naturaleza divina (Plotino):
Dios no está sujeto a ninguna necesidad, sino que crea libremente..(Suma Teológica, l, 45, )
Por lo demás, en cuanto a saber si la creación ha tenido lugar en el tiempo Sto. Tomás
afirma que la razón no puede zanjar esa cuestión, ya que tanto la tesis como la antítesis son
indemostrables para la razón. Se adhiere, por ello, a lo que manifiesta la Revelación: que la
creación tuvo lugar en el tiempo.
Por último, en cuanto al problema del mal en el mundo, afirma que Dios lo ha permitido
(tanto el físico como el moral) para obtener un beneficio mayor: la libertad de la voluntad y el
perfeccionamiento del mundo.

*El amor a la verdad.


Amor que se traduce en estudiarla, superando ignorancias y prejuicios, y disponerse
humildemente a ser ayudado, e incluso, corregido.
Que la verdad tiene un valor tan grande que ni siquiera puede subordinarse. Obvio, si la
verdad es esa adecuación de la inteligencia y la realidad que es causa del auténtico
conocimiento, cualquier fenómeno humano, incluida la amistad, que no se base en un
conocimiento real sino falso, entonces tarde o temprano terminará cayendo por su propio
peso.
El amor viene a ser el motor de la conducta humana, pues siempre obramos por amor a un
bien que buscamos tener; además, el amor brota de una cierta connaturalidad o sintonía
con el bien conocido, que nos mueve a buscarlo y desearlo para, una vez poseído,
descansar y gozarnos en él. Mientras que la reacción natural ante lo que conocemos
abiertamente como malo es huir. Responde esto al dinamismo de los movimientos
afectivos.
Pues bien, ¿es la verdad un “bien”, o sea algo capaz de suscitar este movimiento? Veamos
varios argumentos. Nuestra experiencia cotidiana nos habla del deseo de saber, de conocer
la realidad no sólo para responder y acoplarnos mejor a sus exigencias, sino por el
conocimiento en sí mismo. ¿No es ese el móvil de toda ciencia que investiga sobre las
causas y explicaciones más profundas de los diversos campos de conocimiento? De ahí
que el estudio y la investigación, tan propios del mundo de la educación superior y
especialmente en la Universidad, sean sólo una manifestación del amor a la verdad.
Aristóteles afirmaba que “Todos los hombres desean por naturaleza saber”. Este argumento
encuentra apoyo al reconocer que la verdad es el objeto de la inteligencia. Efectivamente,
ésta existe para la verdad, es decir, que su sentido y su perfección le vienen del acceso
racional a la verdad. Y así, Santo Tomás de Aquino lo sentencia al analizar cómo, siendo el
universo creado por una Inteligencia superior, y siendo la verdad el bien de la inteligencia, la
verdad será también el fin último del universo, de ahí que sea razonable concluir que “la
sabiduría tenga como deber principal su estudio” .
El amor a la verdad se manifestará en la superación de la ignorancia, y, lo que es peor, de
la comodidad del vivir en la ignorancia –
Sólo el que realmente ama la verdad puede ser realmente abierto y tolerante, pues está
abierto a recibirla “venga de donde venga”, incluso de aquel a quien no soporta o que le
hace abiertamente la guerra. La tolerancia del escéptico o el relativista no es más que
indiferencia ante algo que no pueden amar porque han decidido previamente que no vale la
pena buscarlo.
Por eso, el amor a la verdad es condición para cualquier otro amor: no se puede amar lo
que no se conoce, y el que ama quiere profundizar siempre más en la verdad de su amado.
Amar la verdad hace posible amar de verdad.
Consecuencia de este amor es la virtud de la veracidad. Implica, por un lado, decir siempre
la verdad –siguiendo el principio moral universal que nos manda interiormente hacer el bien
y evitar el mal-, aunque a veces no caiga bien, o no sea políticamente correcto –pues la
verdad es la verdad. El que es veraz huye de la mentira que “es por sí mala”, pues, siendo
la misión de las palabras ser signo natural de las ideas, es “antinatural e indebido significar
con palabras lo que no se piensa” (Suma Teológica, II-IIae, q. 110, in c.). Implica, además
ser fiel a la palabra dada y a la misma verdad, sin traicionarla con nuestros cambios
arbitrarios. Las consecuencias de una vida conforme a la verdad son evidentes, lo cual
genera ese ambiente de confianza necesario para una sana convivencia. “Por el hecho de
ser animal social, un hombre a otro naturalmente le debe todo aquello sin lo cual la
conservación de la sociedad sería imposible. Ahora bien: la convivencia humana no sería
posible si los unos no se fían de los otros como de personas que en su trato mutuo dicen la
verdad” (Ibid, II-IIae, q. 109, a. 3, ad 1).
El que ama la verdad quiere ayudar a salir a los que viven en la falsedad o el error y por eso
les corrige. Desde esta actitud, la corrección cobra un cariz positivo: como ayuda en el
camino de la madurez personal.
Así, pues, amar la verdad no sólo implica estudiarla superando ignorancias y prejuicios, sino
también contar con la disposición humilde del que puede ser ayudado, e incluso, corregido,
en el camino hacia la verdad.

* La filosofía del sentido común.


* El reconocimiento del mundo material.
El hecho que el tomismo sea la filosofía del sentido común es, en si mismo, una cuestión de
sentido común. [... El único objeto de este capítulo es hacer ver que la filosofía tomista está
más cerca de la mente del hombre de la calle que otras filosofías. La filosofía de Santo
Tomás se yergue fundada sobre la común y universal convicción de que los huevos son
huevos.es real el acto primario de reconocer cualquier realidad. La respuesta es que Santo
Tomás reconoció en forma instantánea,A la pregunta de “¿Existe algo?”, comienza
respondiendo “Sí”. Si hubiera comenzado respondiendo “No” no hubiera sido un comienzo
sino el final. el primer paso significa el reconocimiento del Ens, o Ser, como algo que está
definitivamente más allá de nosotros mismos.
[..el único punto aquí es que explica que la mente tiene certeza acerca de un objeto externo.
Para nuestro propósito, es suficiente con que su conclusión es lo que se llama la conclusión
del sentido común, que su propósito es el de justificar al sentido común; aun cuando lo
justifica en un pasaje que casualmente es de una sutileza más bien poco común...]
Su teoría del conocimiento sigue en general el pensamiento aristotélico: el conocimiento
fundamental es el de lo universal y necesario, y es producido por la facultades del alma; el
método fundamental es el deductivo, etc... Se aparta de Aristóteles en algunas cuestiones,
por ejemplo al concordar las relaciones razón-fe, por las que lo racional no puede entrar en
contradicción con la revelación. para S. Tomás la filosofía se basta a sí misma: lo sabido no
es lo creido.

Sto.Tomás explica el conocimiento humano de la siguiente forma:

Las cosas impresionan a nuestros sentidos externos provocando sensaciones, que son
organizadas por el sentido común y grabadas en la memoria o en la imaginación en forma
de imágenes.
Lo que pretende Sto.Tomás de Aquino, es precisamente llegar a los conceptos universales
que hacen posible el conocimiento, al ser válidos para todos los individuos que contienen, al
margen de sus diferencias individuales. Este paso de lo individual a lo universal se realiza
mediante el proceso de abstracción, que Sto.Tomás explica mediante la función del
entendimiento.

El entendimiento que, tal como sostenía Aristóteles, es doble:


a) Entendimiento agente o activo (el entendimiento propiamente dicho para Aristóteles): es
el que realiza la abstracción propiamente dicha; esto es, despoja al objeto concreto de todo
lo individual y de los datos concretos, dejándole sólo lo esencial (= forma + materia común);
es decir, el universal, imprimiéndolo en el :
b) Entendimiento paciente o pasivo, que es nuestra capacidad o facultad para, utilizando
los datos que le aporta el entendimiento agente, elaborar el concepto (por ejemplo
"hombre").
Pero con los conceptos elaborados por el entendimiento paciente, no poseemos todavía un
conocimiento real, sino meramente abstracto. Para que haya tal conocimiento real, ese
concepto tiene que ser aplicado a las imágenes sensibles de la mente, y ello lo hace el
entendimiento mediante los juicios. En todo juicio, el sujeto es la imagen mental y el
predicado lo que el entendimiento conoce (afirma o niega) de la imagen mental.

La conclusión fundamental de la explicación del conocimiento de Sto.Tomás de Aquino, es


que el entendimiento no conoce directamente las cosas individuales, sino el universal.
Ahora bien, puesto que tal universal no se da si no es en una cosa particular, el
entendimiento también conoce, indirectamente, a las cosas particulares.

Todo conocimiento comienza con los sentidos; siguiendo la posición aristotélica al respecto,
santo Tomás. El alma, al nacer el hombre, es una "tabula rasa" en la que no hay contenidos
impresos. Los objetos del conocimiento suscitan la actividad de los órganos de los sentidos,
sobre los que actúan, produciendo la sensación, que es un acto del compuesto humano, del
alma y del cuerpo, y no sólo del alma como pensaba Platón. Para que haya conocimiento es
necesario, pues, la acción conjunta de ambos, por lo que la posibilidad de una intuición
intelectual pura, que ponga directamente en relación el intelecto y el objeto conocido, queda
descartada.
Santo Tomás seguirá la explicación del conocimiento ofrecida por Aristóteles. El objeto
propio reconocimiento intelectivo es la forma, lo universal; pero esa forma sólo puede ser
captada en la sustancia. Por lo tanto, es necesario que la sustancia, la entidad concreta e
individual, sea captada mediante los sentidos, para poder ofrecer al entendimiento su objeto
propio de conocimiento. Esta actividad primaria es realizada por los sentidos, quienes, en
colaboración con la imaginación y la memoria, producen una imagen sensible de la
sustancia, que sigue siendo una imagen concreta y particular; sobre esa imagen actuará el
entendimiento agente, dirigiéndose a ella para abstraer la forma o lo universal, la "especie
inteligible", produciendo en el entendimiento paciente la "species impressa" quien, a su vez,
como reacción producirá la "species expressa", que es el concepto universal o "verbum
mentis". El proceso de abstracción consiste, pues, en separar intelectualmente lo universal,
que sólo puede ser conocido de esta manera. La consecuencia es la necesidad de tomar
como punto de partida la experiencia sensible en todo conocimiento. También en el
conocimiento de las cosas divinas, por lo que Sto. Tomás adoptará el método "a posteriori"
en su demostración de la existencia de Dios a través de las cinco vías.
Al igual que para Aristóteles, pues, el objeto del verdadero conocimiento es la forma, lo
universal, y no lo particular: de la sustancia concreta: conocemos la forma, no la materia,
que en cuanto materia prima resulta también incognoscible. Por lo demás, aunque el punto
de partida del conocimiento sea lo sensible, lo corpóreo, su objeto propio es la forma, lo
inmaterial. ¿Qué ocurre entonces con aquellas sustancias no materiales? Para Sto. Tomás
está claro: no es posible tener en esta vida un conocimiento directo de ellas (los ángeles y
Dios). El conocimiento de estas sustancias sólo se puede obtener por analogía, en la
medida en que podamos tener un conocimiento de los principios y de las causas del ser.

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