Santo Tomas para Chesterton
Santo Tomas para Chesterton
Santo Tomas para Chesterton
Esos años coinciden con un cierto renacimiento del pensamiento cristiano. El alto número
de conversiones de ese período manifiesta que muchos hombres y mujeres de aquel
entonces se plantearon las preguntas fundamentales sobre la existencia humana y sobre la
visión del mundo, y llegaron a la conclusión de que era necesario volver a una concepción
espiritual y trascendente de la persona humana. Chesterton será uno de los grandes
protagonistas de este renacimiento del pensamiento cristiano, e influirá notablemente con
sus escritos, mucho antes de su conversión al Catolicismo en 1922. El ensayista británico
se mueve en una Inglaterra intelectual donde dominan las ideologías del escepticismo y del
evolucionismo, y en donde el cientificismo decimonónico parece lo suficientemente fuerte
para sobrevivir a la crisis. comenzando muy lejos de las posiciones cristianas, terminó
convirtiéndose en uno de sus mejores apologistas.
Hombres excepcionales
San Francisco y Santo Tomás son dos puntos de referencia en el renacimiento del
pensamiento cristiano de la primera mitad del siglo XX. Varios intelectuales han considerado
que estos dos santos presentan ideas y actitudes perfectamente aprovechables para la
solución de la crisis de la cultura de la Modernidad.
Chesterton considera que San Francisco abre una puerta por la que se sale de la Edad
Obscura. San Francisco descubre en cada ser natural a una criatura de Dios. Porque se
encuentran en una total dependencia del Creador, al igual que los hombres. .
Chesterton nos hace participar de su filosofía del asombro agradecido:la verdad más
profunda sobre este mundo es que depende de la misericordia de Dios, de su amor gratuito
que saca la existencia de la nada.
Santo Tomás, realiza la revolución aristotélica. Chesterton pone en labios de Santo Tomás
una explicación plausible dada a la tradición platónico-agustiniana de por qué utilizó a
Aristóteles en su filosofía: encuentra la razón alimentada por mis sentidos, que debo mucho
de lo que pienso a lo que veo y huelo y gusto y toco, y en lo que a mi razón concierne me
veo obligado a tratar toda esta realidad como real
El universo tomista, creatura de Dios, es un cosmos ordenado pero no determinista: en la
criatura humana aletea la suprema Libertad del Creador. Santo Tomás se muestra
fascinado por el misterio central del hombre. «Para él el punto importante es siempre que el
hombre no es un globo que asciende a los cielos ni un topo que sólo cava en la tierra, sino
algo semejante al árbol cuyas raíces se alimentan de la tierra mientras las ramas superiores
se elevan hasta casi tocar las estrellas»
El tomismo es la filosofía del sentido común, y por lo tanto la única realmente productiva. La
esencia del sentido común tomista se basa en la afirmación de que el intelecto puede
realmente conocer la realidad. Las otras filosofías impiden la coherencia de vida de los
mismos filósofos: ; todos obran según el principio de que es posible asumir lo que no es
posible creer. El tomista, dado que su punto de vista coincide con el del sentido común,
puede gozar de una vida coherente entre lo que se piensa y lo que se hace.
la concepción del ser humano en Sto. Tomás está basada en la concepción aristotélica.
Pero, al igual que ocurre con los otros aspectos de su pensamiento, ha de ser conciliada
con las creencias básica del cristianismo: la inmortalidad del alma y la creación. El ser
humano es un compuesto sustancial de alma y cuerpo, representando el alma la forma y el
cuerpo la materia de dicha sustancia. Frente a la afirmación de algunos de sus
predecesores de que existen en el ser humano varias formas sustanciales, como la
vegetativa y la sensitiva, Sto. Tomás afirma la unidad hilemórfica del ser humano, que
constituye una unidad en la que existe una única forma sustancial, el alma racional, que
informa inmediata y directamente a la materia prima constituyendo el compuesto "hombre".
Del mismo modo que Aristóteles había concebido la existencia de una sola alma en el ser
humano, que engloba las funciones vegetativa y sensitiva, santo Tomás afirma que esa
única alma es la que regula todas las funciones del "hombre" y determina su corporeidad.
(Suma Teológica, I, C. 76, a. 1)
El alma se sigue concibiendo, pues, como principio vital y como principio de conocimiento,
pero se rechaza la interpretación platónica de la relación entre el alma y el cuerpo, le
atribuira esas funciones al "hombre": es el ser humano, el individuo, el que vive y conoce, el
que razona y entiende, el que imagina y siente. Todo ello es imposible sin tener un cuerpo,
por lo que éste ha de pertenecer al "hombre" con el mismo derecho que le pertenece el
alma.
La relación del alma y el cuerpo es una relación natural, no una situación forzada y
antinatural, según la cual estaría el alma en el cuerpo como el prisionero en la celda.La
inmortalidad del alma, santo Tomás afirmará que en ella existe ciertas facultades que le
pertenecen como tal, y que no dependen para nada de su relación con el cuerpo. Otras
pertenecen al compuesto "hombre" y no pueden ser ejercidas, por lo tanto, sin el cuerpo.
Por supuesto, la intelección es una facultad que le pertenece al alma incluso en su estado
de separación del cuerpo, en cuanto tiene como objeto de conocimiento no los cuerpos,
sino el ser. La facultad de su potencia del alma puede ser clasificadas en tres grupos
jerárquicamente relacionados: las facultades o potencias vegetativas, las sensitivas y en las
racionales.
Tenemos, pues, una clasificación similar a la aristotélica de tres facultades o potencias de la
misma alma racional.
● En sus funciones vegetativas el alma se ocupa de todo lo relacionado con la
nutrición y el crecimiento.
● En sus funciones sensitivas el alma regula todo lo relacionado con el
funcionamiento de los sentidos externos, así como la imaginación y la memoria,
actividades que se corresponde en las funciones del alma vegetativo de los
animales.
● En sus funciones racionales santo Tomás distingue como facultades propias del
alma el entendimiento (agente y paciente) y la voluntad, con la que trata de explicar
el deseo intelectual, quedando el sensitivo explicado por las funciones sensitivas del
alma. A pesar de que todas ellas proceden de la misma alma racional, se pueden
distinguir "realmente" entre sí, dado que tienden a aplicarse a distintos objetos .
santo Tomás Y la voluntad. Por su misma naturaleza es la voluntad está orientada al bien
en general, es decir, la felicidad, la beatitud. el "hombre" dispone del libre albedrío para
elegir su conducta, este es la voluntad misma en el ejercicio de la elección de los medios
para conseguir su fin, la capacidad por la que un "hombre" es capaz de juzgar libremente,
en cuanto a la elección de los medios que le permiten alcanzar el fin de su conducta.
Sto. Tomás defenderá la inmortalidad del alma apoyándose en su inmaterialidad, (el alma
es inmaterial, luego no es corruptible, luego es inmortal, , y en el ansia de inmortalidad del
"hombre": un deseo de inmortalidad implantado por Dios que no puede ser vano.
"La segunda vía se basa en causalidad eficiente. Hallamos que en este mundo de
lo sensible hay un orden determinado entre las causas eficientes; pero no hallamos
que cosa alguna sea su propia causa, pues en tal caso habría de ser anterior a sí
misma, y esto es imposible. Ahora bien, tampoco se puede prolongar
indefinidamente la serie de las causas eficientes, porque siempre que hay causas
eficientes subordinadas, la primera es causa de la intermedia, sea una o muchas, y
ésta causa de la última; y puesto que, suprimida una causa, se suprime su efecto,
si no existie. Por consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente
primera, a la que todos llaman Dios."
Tercera vía
Contingencia: hay seres que comienzan a existir y que perecen, es decir, que no son
necesarios; si todos los seres fueran contingentes, no existiría ninguno, pero existen, por lo
que deben tener su causa, pues, en un primer ser necesario , ya que una serie causal
infinita de seres contingentes es imposible. Y este ser necesario es Dios.
Cuarta vía
Grados de perfección: observamos distintos grados de perfección en los seres de este
mundo (bondad, belleza,...) Y ello implica la existencia de un modelo con respecto al cual
establecemos la comparación, un ser óptimo, máximamente verdadero, un ser supremo. Y
ese ser supremo es Dios.
Quinta vía
Finalidad: observamos que seres inorgánicos actúan con un fin; pero al carecer de
conocimiento e inteligencia sólo pueden tender a un fin si son dirigidos por un ser
inteligente. Luego debe haber un ser sumamente inteligente que ordena todas las cosas
naturales dirigiéndose a su fin . Y ese ser inteligente es Dios.
Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que
entienda y conozca. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a
su fin, ya éste llamamos Dios."
La teología de la creación
Según ella todos los seres se componen de esencia y existencia, excepto Dios, en quien la
esencia se identifica con la existencia. Sólo Dios, por lo tanto, es un ser necesario, pues
sólo él debe su existencia a su propia esencia: su esencia es existir. Los demás seres
reciben la existencia del ser necesario, ya se trate de seres materiales o inmateriales.
Al igual que el resto de los filósofos medievales tributarios de la tradición cristiana Santo
Tomás afirmará la creación del mundo mediante un acto de Dios totalmente libre, radical y
originario. La nada no representa una materia informe preexistente, sino la inexistencia
absoluta; y no puede tomarse como la causa de la creación, pues ésta es sólo obra de Dios.
El mundo tampoco es creado por "emanación" necesaria de la naturaleza divina (Plotino):
Dios no está sujeto a ninguna necesidad, sino que crea libremente..(Suma Teológica, l, 45, )
Por lo demás, en cuanto a saber si la creación ha tenido lugar en el tiempo Sto. Tomás
afirma que la razón no puede zanjar esa cuestión, ya que tanto la tesis como la antítesis son
indemostrables para la razón. Se adhiere, por ello, a lo que manifiesta la Revelación: que la
creación tuvo lugar en el tiempo.
Por último, en cuanto al problema del mal en el mundo, afirma que Dios lo ha permitido
(tanto el físico como el moral) para obtener un beneficio mayor: la libertad de la voluntad y el
perfeccionamiento del mundo.
Las cosas impresionan a nuestros sentidos externos provocando sensaciones, que son
organizadas por el sentido común y grabadas en la memoria o en la imaginación en forma
de imágenes.
Lo que pretende Sto.Tomás de Aquino, es precisamente llegar a los conceptos universales
que hacen posible el conocimiento, al ser válidos para todos los individuos que contienen, al
margen de sus diferencias individuales. Este paso de lo individual a lo universal se realiza
mediante el proceso de abstracción, que Sto.Tomás explica mediante la función del
entendimiento.
Todo conocimiento comienza con los sentidos; siguiendo la posición aristotélica al respecto,
santo Tomás. El alma, al nacer el hombre, es una "tabula rasa" en la que no hay contenidos
impresos. Los objetos del conocimiento suscitan la actividad de los órganos de los sentidos,
sobre los que actúan, produciendo la sensación, que es un acto del compuesto humano, del
alma y del cuerpo, y no sólo del alma como pensaba Platón. Para que haya conocimiento es
necesario, pues, la acción conjunta de ambos, por lo que la posibilidad de una intuición
intelectual pura, que ponga directamente en relación el intelecto y el objeto conocido, queda
descartada.
Santo Tomás seguirá la explicación del conocimiento ofrecida por Aristóteles. El objeto
propio reconocimiento intelectivo es la forma, lo universal; pero esa forma sólo puede ser
captada en la sustancia. Por lo tanto, es necesario que la sustancia, la entidad concreta e
individual, sea captada mediante los sentidos, para poder ofrecer al entendimiento su objeto
propio de conocimiento. Esta actividad primaria es realizada por los sentidos, quienes, en
colaboración con la imaginación y la memoria, producen una imagen sensible de la
sustancia, que sigue siendo una imagen concreta y particular; sobre esa imagen actuará el
entendimiento agente, dirigiéndose a ella para abstraer la forma o lo universal, la "especie
inteligible", produciendo en el entendimiento paciente la "species impressa" quien, a su vez,
como reacción producirá la "species expressa", que es el concepto universal o "verbum
mentis". El proceso de abstracción consiste, pues, en separar intelectualmente lo universal,
que sólo puede ser conocido de esta manera. La consecuencia es la necesidad de tomar
como punto de partida la experiencia sensible en todo conocimiento. También en el
conocimiento de las cosas divinas, por lo que Sto. Tomás adoptará el método "a posteriori"
en su demostración de la existencia de Dios a través de las cinco vías.
Al igual que para Aristóteles, pues, el objeto del verdadero conocimiento es la forma, lo
universal, y no lo particular: de la sustancia concreta: conocemos la forma, no la materia,
que en cuanto materia prima resulta también incognoscible. Por lo demás, aunque el punto
de partida del conocimiento sea lo sensible, lo corpóreo, su objeto propio es la forma, lo
inmaterial. ¿Qué ocurre entonces con aquellas sustancias no materiales? Para Sto. Tomás
está claro: no es posible tener en esta vida un conocimiento directo de ellas (los ángeles y
Dios). El conocimiento de estas sustancias sólo se puede obtener por analogía, en la
medida en que podamos tener un conocimiento de los principios y de las causas del ser.