Ciclo Adan y Eva

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Ciclo Adán y Eva


La autobiografía de don Benicio Neira en
versión de Em ilia Pardo Bazán

Rodoljo Cardona

Las novelas de este ciclo están precedidas de un 'Prólogo en el cielo'


que narra la llegada de don Benicio Neira al um bral de la gloria
donde pregunta, 'Señor de ciclos y tierra, ces verdad que voy a entrar
en la man sión de los escogidos? ( ...1 Yo entre santos, márti res,
confesores y vírgenes, tronos, jerarqías, potestades y dominaciones?'
La voz del Espíritu de Dios le responde, 'No estarás entre los santos
ni entre las vírgenes porqu e no lo eres. Ent re los mártires y
confesores bien pod rías, pues algún martirio padeciste y algunas
veces me confesaste.' Y añade u na sorprendente declaración que sólo
recientemente el Papa Juan Pablo I I , en su libro Cruzando el umbral
de la esperanza, y el nuevo catecismo llegan a aceptar: 'Has
imaginado tú que Yo crié, perf eccioné y redimí al género humano
para destinarlo a condenación eterna, verle retorcerse en el fuego del
Purgatorio o aullar en los braseros del In fierno?' (Hace relativamente
poco tiem po que el filósofo y naturalista católico TeiJ hard de Chardin
se encontró en apuros por declaraciones semeja ntes.) Pero con-
tinuemos. El Espíritu de Dios le advierte a don Ben icio que 'Con
todo, aún te queda una penitencia que cum plir. Antes de ent rar en el
goce de la beatitud , bajar ás otra vez a la Tierra y escribirás tu
historia para bien de algunos de tus semejantes.' De nada le sirve a
don Benicio protestar que él no es escritor y menos novelista, porque
la voz del Espíritu le advierte 'Obedece y calla,' dejándolo en estado
de aturdimiento del que lo saca el Angeüto que resulta ser Monchito,
el hijo de Ncira quien , muy pequeño, ' [ ...) cayó del tercer piso de su
casa por un descuido de la niñ era y se hizo tortilla ...' El angeli to saca

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A F'lJ HTl rn R RANGE

a su padre de este apuro conduciéndolo a Marineda e introduciéndole


en casa de la escritora que ahí reside, quien se encargará de escribir
por él su autobiografía en fom1a de novela. Y n os pregun tamos épor
qué esta estratagema? Pero la contestación tendrá que esperar.
Es posible que Unamu no obtuviera la idea pa ra su narración 'J uan
Ma n so' de este 'Prólogo en el cielo.' Don Bcnicio Ncira r Juan Manso
tien en mucho en com ún: ambos son un os 'zangu angos,' para utilizar
una pa labra muy usada por doña Emilia . Ninguno de los dos ha hecho
nada que pueda justificar el premio de la gloria o la condenación aJ
infierno. Por eso ambos son enviados de nuevo a la tierra para
adquirir méritos. En el caso de Neira , por medio de la escritura . El
escribir, o contarle a una escritora , su vida, le perm itirá remirla y
analizar sus acciones y carácter para comprenderlos y ofrecerlos a sus
semejantes de ejemplo; un ejemplo pa ra evitar, nat u ralmente. En el
caso de Manso , Dios cree necesario que reviva su vida, pero esta vez
sin mansedumbr e, pero con u na energía y determinación tales que le
perm itan , al morir de nuevo, meterse en el Cielo de redón . Pero
volvamos a] caso de Neira que es el que nos ocupa .
éCómo es que no termin a su cometido? éPor qué deja su vida
inconclusa de modo que sólo llegamos al final por medio de las
memoria s de u n amigo suyo solterón? éPor qué se impone doña
Emilia el artificio del 'Prólogo en el cielo' que luego descarta?
Aunque la escritora se impon e un plan previo no lo cum pl e al pie de
la letra , lo que demuestra, parad óji camente, la falta de un plan
previo. cl mprovisa doña Emilia sobre la marcha y cambia de narrador
o de método narrativo al encontrarse en una encrucijada? Es difícil
contestar estas pregu ntas sin antes hacer un análisis de lo que en
realidad ella se propuso hacer con este ciclo novelístico bau tizado
dán y Eva.'
Si la primera nov,·ela de est e ciclo se supon e que es la autobiografía
de don Bcnicio Ncira impuesta por Dios como penitencia para que
pueda en trar en la gloria , cpor qué lleva el título de Doña Milagros?
Esta incongruencia, añadida a las apuntadas anteriormente, sólo se
explica si aceptamos que esta señora constituye el eje central en la
vida de don Benicio, aunqu e doña Mi lagros entra en su vida cuando
éste ya ha alcanzado su mad urez, y sale de elJ a mucho antes de su
muerte. Y como ya se apu ntó, el resto de su vida no está na rrado por
Nei ra sino por Mau ro Pareja, alias el Abad , en una novela que lleva el
t ít ulo Merrwri.<.is de un solterón. Solo leyendo las dos novelas qu e

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CICLO ADÁ t'\ Y E\'\

comprenden el ciclo 'Adán y Eva' podemos enterarnos de la vida


completa de don Benicio Neira y en este sen tido, por fin , se cumple
lo prometido en el 'Prólogo en el cielo.' Es decir, que de algún modo
llegamos a conocer detalles de la "ida y muerte del Héroe, y la razón
por la cual éste se confiesa asesino ante Dios. Pero estos detalles los
narra otra persona. Como sugerí antes, hay algo de improvisación en
el plan narrativo de este ciclo, plan que es constantemente modi-
ficado sobre la marcha para que el desarrollo del argumento pueda
obtener coherencia. Nos encontramos, entonces, ante una paradoja:
Doña Emilia es incoherente en el desarrollo de su plan novelístico
para ser coherente ei:i el desarrollo de su argumen to. Y su argumento
es decididamente feminista, razón por la cual este ciclo de novelas
fue poco comentado en su momento y obtuvo una reacción adversa
de pa rte del pú blico.
He insistido en el aspecto de improvisación que presen ta el plan
narrativo adoptado por doña Emilia pa ra estas novelas. Ella debió
notarlo, natu ralmente, pero lo dejó sin rectificar. Hubiese bastado
para corregirlo la eliminación del •Prólogo en el cielo.' Hay dos cosas
que saltan a la vista sobre este defecto estruct ural. La primera y más
obvia es que el arte nar rativo de doña Emilia logra que suspendamos
nuestra incred ulldad y leamos estas dos no,·elas sin fijarnos en las
incongruencias narra tivas mencionadas en las que sólo repa ramos a
posteriori, después de haber gozado de nuestra lectura; la segunda es
que, con el tiempo, las incongruencias apu ntadas le han añadido a
estas novelas un aire de modernidad. Leyéndolas ahora, a cien años
de su publi cación (la primera es de 1894 y la segunda de 1896),
encontramos en estas incongruencias una especie de juego de la
autora con el lector que nos obliga a formular preguntas que, a su
vez, nos llevan al meollo del asunto.
Doña Emilia inició, en 1894, u n ciclo de novelas al que dio el título
de '.Adán y Eva.' Sólo dos novelas aparecieron bajo ese título, por lo
cual muchos críticos han pronunciado este ciclo como i nconcluso ya
que después de éstas ningun a otra novela apareció ostentando esa
rúbrica. El ciclo de estas dos novelas presenta la vida de don Benicio
Neira vista desde dentro y desde fuera; es decir, desde dos per-
spectivas distintas. Las dos novelas no sólo completan el círculo que
torna en derredor de Neira y su famjlia, sino que, adem ás, contienen
el desenlace de otra novela m uy .anterior, La Tribuna, de 1882. Es
decir, que el ciclo cumple con la premisa de que 'cierto número de

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A f'tJ RTl l E R IU\ r\ CH

pers onajes -que siendo protagonistas en algunas de las [ novelas],


figura rán como compa rsas en las demás- y el ambiente, ya que el
escenario de su conju nto sería la ciudad de Marineda [...],' para citar
las pa labras de Federico Sáinz de Robles en su 'Prólogo' al 'Ciclo
Adán y Eva' (ver Emi l a Pardo Bazán, Obras comp letas, 11, Mad rid,
1956, p. JS1; todas las citas de estas dos novel as han sido tomadas de
esta edición). Posiblemente el título del cicl o da a en tend er algo
m ucho más extenso que las dos novelas en cuestión. Pero, creo, el
título se encu entra justificado en Doña Milagros cuando la pro·
tagonista le explica a don Benicio su teoría de que 'en el m und o todo
lo hace Adán por Eva y Eva por Adán ':

Siempre que vea usté una mujer o un hombre con fatigas de m uerte,
no se derrita los sesos cavilando; es por la otra cara de la luna... Está
u sté? Es por un Adán o una Eva, y digasté que yo lo digo. Cuanto
zafarrancho se arma por ahí; cuanto inventan los hombres con esos
discursos endemon iaos de mecánicas y de construcciones y de embar-
caciones; cuantas trifulcas arman de teatros, y bailes, comersios y
fábricas, y diablos coronaos..., todito es por la pingorrona de Eva, por
eya nada más. Y cuanto nosot ras no com ponemos, y no asiculamos, y
no despepitamos , y no ponemos tristes, y no reímos a carcajá, y
murmuramo y chillamo. y arañam o y reñimo... y no tragamos a la
gente..., como le susedía a su difunta de u sté, señó Neira..., too es
por el perdío de Adán , ni ma ni meno. (p. 402a)

Pero si a doña Emilia se le ocurre ahora exteriorizar, por boca de


doña Milagros, esta teoría , debemos reconocer q ue toda su obra, con
poqu ísimas excepciones, está basada en ella. De modo que el título
'Ciclo Adá n y Eva,' aunqu e aplicable a las dos novelas de Neira, donde
se expone la teoría , rebasa esa aplicación y se extiende a muchas
novelas más que no llevan esa apelación. Es decir, que otra vez nos
encontramos con un detalle arbitrario que debemos dejar a un lado y
simplemente acept arlo como aplicable a las n ovelas que nos ocupan
que es donde ocurre; pero, me parece, no debemos hablar propia-
men te de un ciclo inconcluso.
Pasando por fin de la periferia al núcleo, deseo ahora concentrar
mi atención en lo que sucede en estas dos novelas y su significación.
En ninguna de sus otras novelas se man ifiesta el feminismo
m ilitante de la condesa de Pardo Bazá n com o en las del 'Ciclo Adán y

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CICLO ADA N Y F.\',\

Eva .' Para empezar, el Héroe 6' lo llamo así porq ue es el nombre con
qu e aparece don Benicio en el 'Prólogo en el cielo') de la primera
novela y el protagonista-narrador de la segunda, Mauro Pareja , son
hombres perfectamente ordi narios; de héroes no tienen nada. Y si
repasa mos atentamente las figuras masculin as que aparecen en Doña
A1ilagros y en .Memorias de un solterón, de todos ellos n o se hace uno.
Don Benicio es un 'zanguango' de carácter tan débil, que siempre se
ha dejado dominar por otros --o, mejor dicho, por otras-: su madre,
su hermana, su esposa, sus hijas (después de la m uerte de ésta), y sí,
aunq ue de un modo distinto, por Doña Milagros. El único acto varonil
de su vida es el que le redime, al final de la segunda novela, y es el
que precede a su muerte. Si en el 'Prólogo en el cielo' se le da
la esperanza de entrar ahí es, paradójicrunente, por esa única
demostración de energía que ha tenido en toda su vida: el asesinato
del gobernador civil Mejía, el seductor de su hija Argos di'Vitta, el
mote que la familia ha puesto a María Ramona. Dios perdona a Neira
porque, com o le dice, 'Has amado mucho. Recuerd a que quien
m ucho ama, mucho se le perdona.' Estas palabras no dejan de
con tener una doble i ronía : don Benicio es pad re de dieciocho hijos,
doce de los cuales vivieron ; además, entre parént esis, es como un
'curarse en salud' que la novelista se aplica a sí misma . Esta última
ironía es externa al texto, naturalmen te, y se reserva para 'los
iniciados.' Hay que tener en cu enta que Dios también pasa por alto el
grave caso del asesinato diciéndole, 'He medido y pesado los rnó'Vües
de tu falta. Ya has expiado viviendo. El que mat a y vive, expía.' Es
decir que Neira, al mata r a Mejía lo hizo impulsa do por su amor
paterno y en defensa legítima de la reputación de su hija . Además,
su ar repenti miento y el sufrimiento que sigu en a ese único acto
enérgico de su vida , le redimen. Fuera de esta acción suya , su vida es
un fracaso gris, sin drama (en el sentido un am uniano de lucha). Por
otro lado, el héroe de las i\1e1n01i.as, aunque no tan u n cero a la
izquierda como don Benicio , es un soltero comodón , egoísta, cuya
vida toma alrededor de una rutin a especial mente diseñada por él
para huir de molestias, com promisos y todo aquello que pueda
afectar el sibaritismo de su estéril existencia. Al ú nico hijo varón de
don Benicio, Froilancito , ni siquiera le vemos actua r ni hablar
directamente. Se le hace a un lado como la nulid ad que es y basta. La
Sociedad de Amigos está constituid a por un círculo de hombres
chjsmosos sin proyecto alguno de vida excepto jug ar al tresillo y

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A Fl'RTll E R l \ l'\ G J.:

mu rmu rar de la gente. Entre ellos se destacan un poco: Primo Coba ,


por su s 'donosísimas humoradas' que, por cierto, nu nca salen a
relucir, r por ser el centro nervioso de los chismes que se esparcen
por Marineda; don Tomás Llanes, el comandante de Otumba , por ser
el marido de doña Milagros; y Ba l tasar Sobrado, a quien ya
conocíamos por h aber sido el sedu ctor de Am paro, la Tributta, en la
novela de ese tít ulo. La ú nica excepción que prueba la regla en este
conjunto de nulidad es es el doctor M oragas, médlco de la familia
Neira, cu ya vida está dedicada al servicio al tn1ista de sus semejantes,
pobres o ricos, y cuya ilust ración le permite comprender y apoyar los
proyectos de Feíta , u na de las hijas men ores de don Benício, en quien
el médico reconoce aptitud es excepcionales. Otra figu ra masculina
que pudo h aberse destacado de esta mediocridad, el compañero
Sobrado (hijo bastardo de Baltasar y la Tribuna) , apenas logra hacer
efectivo su plan de casar a sus padres a la fuerza, adquiriendo así
posición y riqu eza, pierde toda su energía vital y se convierte en un
pequeño bu rgu és. En palabras de Feíta,

Francamente, quizá me hacía gracia cuando gastaba blusa; ahora me


parece un tipo de lo mós vulgar. Ese no tenía fe... Buscaba lo que hoy
posee: dinero, comodidades, holganza ... (p. 52.7)

Quedan entonces las mujeres. Las novelas de este ciclo se salvan


gracias a la presencia de dos mujeres: doña Milag ros en la prim era, y
l<'eíta en la segu nda. Doña lldua ra , la esposa de Nei ra, muere muy
pronto y, además, no pasa de ser una caricatura de la mujer enérgica,
celosa e inmensamente fértil.
Doña Mllagros es el prototipo del amor maternal frustrado por la
infertilidad, como la Jacinta de Galdós. Aquí tampoco se sabe si esa
infertilidad es culpa de ella o de su marido, pero no hace falta
indagarlo pues son sus efectos lo que interesa. Por esta razón adopta
a las hijas de Neira , especia lmen te a las mellizas que llegaron tan a
deshora, cuando su madre estaba ya bastante enferma . Las continuas
visitas de J a comandanta a sus vecinos apuran el natural celoso de
doña llduara y precipitan su muerte, causada por un exceso de cólera
del que hablaremos más tard e. Resulta que sus celos no eran del todo
infu ndados ya que don Benicio sien te una secreta admiración por la
andaluza. Más tarde, la viudez de Ne ira facilita no sólo la tendencia
nat ural de doñ a M ilagros a h acerse útil -sobre todo en lo que toca a

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CIC LO ADÁN Y E\.A

las recién nacidas- sino también, dada su continua presencia en el


hogar de las huérfanas, el encaprichamiento de don Benicio por ella.
Doña Milag ros se convierte en su paño de lágrimas y, poco a poco, su
natu ral atractivo empieza a ejercer sobre Neira algo más que una
desinteresada amistad. Llega un momento en que, consciente de los
efectos que ella ejerce sobre su libido, don Benicio acude horrorizado
al confesor, el pad re Incienso, u n jesuita de quien, según se en tera
luego, su hija Argos está prendada. El jesuita le aconseja una sana
separación, pero las circunstancias de su proximidad , ya que son
vecinos, no le ayudan. Además, la idea de una muda nza se le dificulta
también ya que al intentarlo, hablando con su casero Baltasar
Sobrado, éste no sólo le rebaja el alquilar sino qu e le ofrece prestar
dinero sobre sus propiedades. La presencia casi constan te de doña
Milagros en su casa da que hablar entre los chismosos de la Sociedad
de Amigos. Es, sin embargo, la llegada de un nuevo asistente en casa
del Comandante, lo que precipita la situación . La presencia del bu en
mozo y la satisfacción expresada por doña Milagros sobre la eficiencia
de éste en los trabajos domésticos, empieza una nueva ronda de
maledicencias incriminatorias para la comandanta. Nci ra se con-
stituye en su quijotesco defensor. Pero la situación se hace tan tensa
y el enca prichamicnto del asistente con la comandanta tan evidente,
que por fin dan patente de veracidad a los chismes, y hasta don
Benicio llega a aceptarlos como verdaderos. Haciendo u n esfuerzo
casi sobrehuman o para él, Nei ra le prohibe a doña Milagros la
entrada en su casa y el trato con sus hijas. AJ darse cuenta de lo
insostenible de su situación , la comandanta exige a su marido que
despida al asistente. Antes de su partida hay un violento encuentro
con doña M ilagros que termina con la agresión con intento,
dichosamente frustrado, de matarl a y con el suicidio del mozo. El
escándalo obliga al comandante a pedir el traslado y, al final , parte
doña Milag ros hacia Barcelona no sin antes recibir de manos de don
Benicio, como penitencia por su falta de fe en su inocencia , el regalo
de las adoradas mellizas. En este momento de reconciliación final se
llega a una cuasi revelación del mutu o afecto que existía entre Neira
y su vecina. Es posible que Valle-lnclán se haya inspirado en este
episodio para su esperpento Los cuernos de Don Friolera.
Aunque el argumento de la primera novela del Ciclo está
claramente dominado por doña Milagros, lo que justifica plenamente
su título, hay otro personaje femenino que, poco a poco, empieza a

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destacarse por su originalidad . Se trata de Feíta quien, por su natu ral
inteligencia se convierte en consejera de su pad re a qu ien con·
tinuamente asusta por sus avanzadas ideas. De las nueve hijas de
Ncira que durante el tiempo de la narración han alcanzado 'uso de
razón,' Feíta es la única que adquiere un pa pel destacado. Tula , la
hija mayor y la heredera del carácter de su mad re, por su horror a
queda rse para vestir san t os se casa con un pi ntor de brocha gorda
muy en con tra de los deseos de su pad re. Clara, la hija segu nda ,
comprendiendo que no va a encontrar un pretendiente a la altura de
su posición social de nobles aunq ue arruinados , decide meterse en un
convento. Ninguna de las dos tiene un papel destacado en la novela .
De las dos siguientes, Rosa y Argos divina, esta última adquiere
algunos capítulos de protagoni smo al narrarse sus impulsos místicos,
resultado de su encapricham iento por el pad re Incienso, que
desembocan en un ataque de histerismo cuando el Jesui ta parte de
Marincda para huir de ese posible escándalo en el que él no ha tenido
parte. De Rosa sabemos que es muy bella y que su principal interés es
el hacer destacar su na tural atractivo por medio de los trapos. El
resto de las hijas apenas se men cionan . A la ú nica que escuchamos
en diálogos íntim os con su pad re y, por consiguiente, a la ún ica que
llegamos a conocer directamen te y no sólo a través de la narración
autobiográfica <le éste, es a Feíta. En ella notamos, desd.e los primeros
insta ntes, iniciativa , d isposición para hacer las cosas bien , inteli·
gencia pa ra discerni r lo que está ocu rriend o, e independencia de
criterio pa ra juzgar lo que sucede en su entorno. Todo esto la
convierte en un fenómeno den tro del mundo social en que vive. Es la
mujer que dominará la segunda novela del Ciclo al convertirse en el
catalizador que logra poner patas arriba la ordenada existencia de
Mau ro Pareja , alias el Abad.
Si en Doña Milagros empezamos a vislumbrar el discu rso feminista
en las 'genialidades' de Feíta -<1ue se manifiestan en las conver-
saciones con su pad re-- , en Memorias de un solterón este discu rso
adquiere características directrices en el planteamiento que se hace
la mu chacha de su situación personal como mujer en un hogar que
se derrumba por el mal gobierno y falta de carácter de don Benicio.
La lógica ina pelable de sus a rgumen tos no sólo conquista a Primo
Coba , ganándose así al más importan te aliado que le perm itirá poner
en práctica sus planes sin el peligro de que se la coman viva, sino que,
y a pesar suyo, enamora a el Abad , quien como amigo y confidente

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co r
CICl.O ADÁ Y E\',\

del padre, se ha convertido tam bién en confidente de la hija. Todo


esto es muy conveniente para efectos del m étodo narrativo adoptado
por doña Emilia , puesto que en 1\ef emorias Mauro Pareja es el
narrador.
Con Feíta doña Emilia puede avanzar su pl anteamiento de la
situación de la muje r en la última década del siglo pasado. Ya Galdós,
por medio de las Troyas, de las Sánchez Emperador, y de Tristana,
entre otras, había pintado claramente la triste si tuación de un a joven
quien, habiendo pertenecido a la clase media, pi erde, con la muerte
de sus padres, la si tuación social que hasta enton ces había gozado. El
quid del asunto es que estas jóvenes deben continuar guardando las
apariencias pero sin los medios necesarios para hacerlo. Es la clásica
situación del 'quiero y no puedo.' Hay sólo tres avenidas para
solucionar esta situación: el claustro, coser en casa para m al vivir, o
aceptar un 'protector.' Incluso en los casos que terminan mejor, el de
Amparo en Thrmento, la solución es hu m illante. En el caso de
Tristana, el matrimonio con su seductor es tardío y se convierte, en
sus manos, en instrumento de venganza. Por eso se ha considerado
esta novela una de las más feministas de GaJdós, au nque para doña
Emilia , como lo expresó en su reseña, no lo fue suficientemente. El
caso de las hijas de Neira es, entonces, ejemplar. Ya hemos visto la
solución encontrada por las dos hermanas mayores: malcasarse y
entrar en un convento. Feíta considera la situ ación de sus otras dos
hermanas mayores, Rosa y Argos. Las entradas de su padre no
alcanzan para seguir aparentando, a pesa r de los préstamos que
recibe periódicamente de Baltasar Sobrado por medio de la hipoteca
de sus propiedades. Sus hermanas no cuentan con u na dote que sirva
de tentación a posibles pretendientes. Su herm osu ra natural no es
suficiente para garantiza rles el matrimonio. GA quiénes pueden ellas
pretender en un medio provinciano como el de Marineda donde todos
se conocen? En el Capítulo 111 de sus Menwrias, Mau ro Pareja
describe con lujo de detaUes la sit u ación de las jóve nes de Marineda
que buscan marido. Son víctimas pasivas de los caprichos de su s
pretendidos. La sociedad les prohibe cual quier tipo de acción . En u na
conversación con el Abad , don Benicio comenta el caso de su hija Clara:

Nada; ella comprendió qu e u na señorita o se casa con arreglo a su


clase... o no se casa, y decidió tomar el velo, con servan do su dign idad,
su posición , su señorío... (Cap. V, p. 461a)

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A FU HTllt<; lt HANOE

Desde el capítulo VI se empiezan a escuchar los rumores de que 'el


lujo asiático' que gasta Rosa se debe a que Baltasar Sobrado le ha
dado carta blanca para que adquiera sus trapos en 'La Ciudad de
Londres.' la tienda más elegante de Marin eda . Este rumor, a la larga,
resulta ser verdad , con las peores consecu encias posibles para la
joven , como se verá. Y Argos, una vez superada su crisis mística y su
capricho por el padre Incienso, se ha dedicado con gran empeño a
desarrollar su talento musical y en las tertulias de las N'el ra el Abad la
observa muy entusiasmada con León Cabello, su maestro de piano.
Pero este amartelamiento, como también se verá, resulta ser otra
afición pasajera. M ientras tanto Feíta, de la que nadie se ocupa
debido en parte a sus 'ext ra,·agancias,' se sincera con Mauro Pareja :

GNo ve usted que a mí, como enseñar, no me han enseñado ni esto?


Coser, bordar, rezar y ba rrer, dice mi padre que le basta a una señorita .

Y cua ndo, de rodillas, le ha pedido que la envíe al I nstituto a estudiar


como a su hermano Froilán, su padre la ha amen azado con azotes;
aunq ue, como ella dice,

No me asustan los azotes, ni mi padre es capa z de azotamos con un


hilo de seda; pero nj ten ía djnero pa ra las matrícubs, nj los catedráticos
me recibirían contra el gusto de papá [...) pero hoy ya estudio, yo sola,
lo mismo que en el Instituto. iO más si se me antoja , hombre! (p. 470a)

Cuando Pareja le advierte que no debe preocupar se porque como no


es hombre no necesita hacer carrera, como su hermano, pues vivi rá
de lo que gane su maridito, Feíta le replica índignada :

i Maridito! Si que andan los maridí tos mantenedores de sus mujeres


por ahí a patadas. [...) Además, Gde dónde saca usted que quiero
recibir de nadie lo que pueda agenciarm e yo misma?

Feíta se declara sin ambages en contra del mat rimonio, por lo menos
para ella , como solución para la vida. Declara su vocación por la
soltería:

Sí, amigui to Abad: esta joven se ha de quedar pa ra vestir imágenes,


aunqu e se me presen ten partidos que no se me presentarán.Y sentiré

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CICLO A lliÍ.l\ Y t- \'A

que no se me presenten , sólo por el gusto de que vean que no les


admito. (p. 4 70b)

Y añade luego: 'En algo me he de disti nguir de esas otras- y


diciendo así señalaba a sus hermanas y a las demás niñas casaderas
de la tertulia.'
Pa ra escándalo de sus lectores doña Emilia pone en boca de su
heroína la siguiente proposición:

Ustedes son, bien mirado, más inocentes que nosotras, porque


ustedes Gpara qué quieren casarse? Mejor dicho, Ghay entre ustedes
ninguno que oo pueda disfruta r las vcnwjas del matrimonio sin
arrostrar sus inconven ientes? (pp. 470b-47 1a)

Ya podemos imagina r la reacción de Pereda ante semejante


declaración de la existencia de una doble norma de conducta.
Deoidid an1en te, doña Emiliu no se pa r:i en barras y expresn exacta-
mente lo que siente en esta nove a.
Pero, el hecho es que Rosa y Argos divina, quienes se comportan
con la libertad de un hombre para, en palabras de Feíta, 'disfn1tar las
ventajas del matrim onio sin arrostrar su s inconven ientes,' se cncuen·
tran con la inconvenien cia de ser censuradas por su comportamiento
aún por Feíta. A ésta, lo que más la afecta es qu e se da cuenta de que
Rosa, como la de Bringas, se ha vendido a Sobrado a causa de su
amor a los trapos y, como en el caso de la heroína de GaJdós, sale
defraudada porque la trama secundaria le impide el matrimonio con
Sobrado, la solución soñada por su pad re. Resulta que el hijo
bastardo, el compañero Sobrado, obliga a su padre a reparar la
deshonra de la Tribuna, su madre, casándose con ella y consiguiendo
así un desenlace feliz, aunque caroío, para la novela de ese título, tan
anterior en la fe.cha a las que nos ocu pan . En todo caso, doña Emüia
establece muy claramente que en cuestiones sexuales, como en casi
todas, la mujer escá siempre en posición de desventaja. Y es la
situación de Rosa y de Argos la que precipita el desenlace para las
.M emorias de un solterón y para la vida de don Benicio Neira .
Ante Ja bochornosa situación de sus hermanas, Feíta decide
abandonar Marineda e irse a Madrid a buscarse Ja vida dando clases
particu lares, como hasta ahora ha estado haciendo en su pu eblo.
Acude a Mauro Parej a para que éste le preste u nos pocos duros que le

71
A f UHTllER RA 1'0E

permitirán su viaje e instalación en la Corte. La idea de que no verá


más a la joven le hace realizar al solterón que no podrá vivir sin ella.
Decide entonces declarársele y pedjrle su mano. Feíta, fiel a sus
ideas, le rechaza. Pero, otra vez, la trama le frustra su s planes. La
deshonra de sus hijas y, sobre todo la de Argos por el gobernador
civil, lanza a don Benicio al único acto enérgico de su vida: una
confrontación con el causante de su deshon ra para exigirle que se
case con su hija. An te la actitud cínica de Mejía , quien resulta ser
hombre casado, Keira se enfu rece y le a traviesa con una espada que
colgaba del despacho del gobernador en u na panoplia. Mau ro Pareja ,
que esperaba en la antesala para u na cita con Mejía, al escuchar los
ruidos en el cuarto vecino, se precipita y al entrar encuentra a éste
muerto en el suelo. Sin dudarlo un instante toma la otra espada de la
panoplia y la pone en la mano del gobernador pa ra que parezca que
ha habido un duelo. Nei ra se salva de la cárcel y su acción le priva de
la maledicencia de sus amigos. Sin embargo, esta descarga de energía
además del arrepentimiento de haber asesinado a un hombre, le hace
caer gravemente enfermo y muere. An te tal situación Feíta no tiene
más remedio que tomar las riendas del hogar. Para evitar más
escándalo envía a Argos a Barcelona a casa de doña Milagros, donde
podrá desarrollar una carrera musical. Aprovecha el talento de Rosa
para los trapos y monta un taller de alta costu ra donde podrá
u·tilizarlo y ganarse la vida. A Froilancito, u na nulidad para el estudio,
lo coloca de hortera en 'La Ciudad de Lond res' donde con su su eldo
podrá cancelar la gran deuda que Rosa había incurrid o bajo Ja
protección de Sobrado. En cuanto a ella , se si ncera con Pareja
diciéndole:
No quería casarme. A usted le consta. Soñaba con la libertad y con
algo que me pa recía el ideal. Las cosas se me han arreglado de m uy
diferente manera. El Deber y la Famíli a -con mayúscu la, amigo
Mau r<>- han caído sobre mi ... y icuánto pesan! Me declaro rendida...
Necesito u n Cirineo...

Y las M e?norias de un solterón cenrtinan cuando éste deja de serlo.


¿Tenemos u n final feliz o u n final frustrado? Doña Emilia deja esa
decisión en nuestras manos y esta depende del temple del lector o
lectora de la novela.
Es evidente que en el 'Ciclo Adán y Eva' la condesa de Pardo Bazán
deseaba poner de manifiesto su planteamient o de la situación de la

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CICLO A D;\:\ Y E\'A

mujer en la ecuación que coloca a ésta frente al hombre . Las dos


novelas del ciclo son, entonces, novelas ejemplares en el sentido
unamuniano de este término. En Doña Milagros nos presenta una
situación: la de la mujer maternal cuya vida se ve frustrada por u n
matrimonio estéril, teniendo que sublimar su s instintos por medio
del altruismo. Es evidente, aunque no se exprese en forma directa,
que su matrimonio con u n hombre tan ordinario como don Tomás
Llanes, el comandant e de Otum ba , no puede ser feljz. Sin embargo,
dofia Milagros es modelo de fidelidad y nunca se le oye una queja en
contra de su marido y en ningún momento deja que su posible afecto
por el buenazo de don Benicio se deje traslucir. Es posible que en su
prolífi co vecino vea ella el que pudiera haberle colmado sus ansias de
maternidad . Au nque su difunta esposa, en su s últimos momentos de
delirio, renegara de su maternidad y maldijera 'la tarea que la
dignificaba a mis ojos,' en palabras de Ncira. Pero éste es otro de los
argumentos feministas que dofia Emilia intercala en su narración de
\·ez en cuando. De todas formas, doña Milagros entra y sale incólume
del espacio narrativo que le corresponde en este ciclo y representa un
ejemplo; desde el pu nto de vista feminista , un ejemplo negatioo. Es
decir que ella representa el papel de víctima sacrificada pero heroica :
u na Jacinta. E lldaura, la esposa m u erta, representa, a pesar de su
mal genio, otra víctima del matrimonio y del 'calzonazos y pelele' de
su marido, para citar sus últimas palabras .
Feíta, por el contrario, representa un ejem plo positivo del ideal
feminista , porque ella logra llevar a cabo, por lo menos en parte, su
program a de independencia, hasta que las circu n stancias le impiden
llevarlo a su lógica conclu sión. Por eso, su mat rimonio con Mauro
Pareja no se pued e considerar tam poco como un final feliz. El
matrimonio, tradicionalmente, consti tuye el final feliz del género
comedia (y. ésta novela es una comedia de costumbres) . Pero,
paradójicamente, aquí el matrimonio constituye un final frustrado y,
otra vez, encontramos a una m ujer víctima de las circu nstancias de
su medio. Es posible que en su mat rimonio haya encontrado felicidad
ya que Mauro Pareja parece comprenderla y admirarla. Pero también
sabemos que dentro de él le será imposible a Feíta completar el pleno
desarrollo de su potencial humano.
De todas formas, resulta clarísimo que doiia Emilia quiso avanzar
con las novelas de este Ciclo un argu men to en pro de la mujer, dando
ejemplos negativos y positivos, au nque frust rados estos últimos, de su

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A FUHTlli.;I:{ HA G

si tuación en la España de su momen to, a finales del siglo. Si la


novelista añadió, en mi opinión a posteriori , un 'Prólogo en el cielo' y
utilizó el título J\femoricis de un solterón para la segunda novela, fue
sólo para despistar a sus lectores haciéndoles creer que estaban
leyend o las vidas de dos hombres, Benlcio Neira y Mauro Pareja . Es
por eso que surgen tantas pregu ntas e incongruencias como apunté
en la introducción de este trabajo. Las pregun tas, como ya había
observado, nos obligan a hacer u na lectura más atenta de los textos,
después de la cual nos damos cuenta de que todo ese tinglado ha sido
un juego narrativo para encubrir un planteamiento muy serio.

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