Ciclo Adan y Eva
Ciclo Adan y Eva
Ciclo Adan y Eva
Rodoljo Cardona
61
A F'lJ HTl rn R RANGE
62
CICLO ADÁ t'\ Y E\'\
63
A f'tJ RTl l E R IU\ r\ CH
Siempre que vea usté una mujer o un hombre con fatigas de m uerte,
no se derrita los sesos cavilando; es por la otra cara de la luna... Está
u sté? Es por un Adán o una Eva, y digasté que yo lo digo. Cuanto
zafarrancho se arma por ahí; cuanto inventan los hombres con esos
discursos endemon iaos de mecánicas y de construcciones y de embar-
caciones; cuantas trifulcas arman de teatros, y bailes, comersios y
fábricas, y diablos coronaos..., todito es por la pingorrona de Eva, por
eya nada más. Y cuanto nosot ras no com ponemos, y no asiculamos, y
no despepitamos , y no ponemos tristes, y no reímos a carcajá, y
murmuramo y chillamo. y arañam o y reñimo... y no tragamos a la
gente..., como le susedía a su difunta de u sté, señó Neira..., too es
por el perdío de Adán , ni ma ni meno. (p. 402a)
64
CICLO ADA N Y F.\',\
Eva .' Para empezar, el Héroe 6' lo llamo así porq ue es el nombre con
qu e aparece don Benicio en el 'Prólogo en el cielo') de la primera
novela y el protagonista-narrador de la segunda, Mauro Pareja , son
hombres perfectamente ordi narios; de héroes no tienen nada. Y si
repasa mos atentamente las figuras masculin as que aparecen en Doña
A1ilagros y en .Memorias de un solterón, de todos ellos n o se hace uno.
Don Benicio es un 'zanguango' de carácter tan débil, que siempre se
ha dejado dominar por otros --o, mejor dicho, por otras-: su madre,
su hermana, su esposa, sus hijas (después de la m uerte de ésta), y sí,
aunq ue de un modo distinto, por Doña Milagros. El único acto varonil
de su vida es el que le redime, al final de la segunda novela, y es el
que precede a su muerte. Si en el 'Prólogo en el cielo' se le da
la esperanza de entrar ahí es, paradójicrunente, por esa única
demostración de energía que ha tenido en toda su vida: el asesinato
del gobernador civil Mejía, el seductor de su hija Argos di'Vitta, el
mote que la familia ha puesto a María Ramona. Dios perdona a Neira
porque, com o le dice, 'Has amado mucho. Recuerd a que quien
m ucho ama, mucho se le perdona.' Estas palabras no dejan de
con tener una doble i ronía : don Benicio es pad re de dieciocho hijos,
doce de los cuales vivieron ; además, entre parént esis, es como un
'curarse en salud' que la novelista se aplica a sí misma . Esta última
ironía es externa al texto, naturalmen te, y se reserva para 'los
iniciados.' Hay que tener en cu enta que Dios también pasa por alto el
grave caso del asesinato diciéndole, 'He medido y pesado los rnó'Vües
de tu falta. Ya has expiado viviendo. El que mat a y vive, expía.' Es
decir que Neira, al mata r a Mejía lo hizo impulsa do por su amor
paterno y en defensa legítima de la reputación de su hija . Además,
su ar repenti miento y el sufrimiento que sigu en a ese único acto
enérgico de su vida , le redimen. Fuera de esta acción suya , su vida es
un fracaso gris, sin drama (en el sentido un am uniano de lucha). Por
otro lado, el héroe de las i\1e1n01i.as, aunque no tan u n cero a la
izquierda como don Benicio , es un soltero comodón , egoísta, cuya
vida toma alrededor de una rutin a especial mente diseñada por él
para huir de molestias, com promisos y todo aquello que pueda
afectar el sibaritismo de su estéril existencia. Al ú nico hijo varón de
don Benicio, Froilancito , ni siquiera le vemos actua r ni hablar
directamente. Se le hace a un lado como la nulid ad que es y basta. La
Sociedad de Amigos está constituid a por un círculo de hombres
chjsmosos sin proyecto alguno de vida excepto jug ar al tresillo y
65
A Fl'RTll E R l \ l'\ G J.:
66
CIC LO ADÁN Y E\.A
67
destacarse por su originalidad . Se trata de Feíta quien, por su natu ral
inteligencia se convierte en consejera de su pad re a qu ien con·
tinuamente asusta por sus avanzadas ideas. De las nueve hijas de
Ncira que durante el tiempo de la narración han alcanzado 'uso de
razón,' Feíta es la única que adquiere un pa pel destacado. Tula , la
hija mayor y la heredera del carácter de su mad re, por su horror a
queda rse para vestir san t os se casa con un pi ntor de brocha gorda
muy en con tra de los deseos de su pad re. Clara, la hija segu nda ,
comprendiendo que no va a encontrar un pretendiente a la altura de
su posición social de nobles aunq ue arruinados , decide meterse en un
convento. Ninguna de las dos tiene un papel destacado en la novela .
De las dos siguientes, Rosa y Argos divina, esta última adquiere
algunos capítulos de protagoni smo al narrarse sus impulsos místicos,
resultado de su encapricham iento por el pad re Incienso, que
desembocan en un ataque de histerismo cuando el Jesui ta parte de
Marincda para huir de ese posible escándalo en el que él no ha tenido
parte. De Rosa sabemos que es muy bella y que su principal interés es
el hacer destacar su na tural atractivo por medio de los trapos. El
resto de las hijas apenas se men cionan . A la ú nica que escuchamos
en diálogos íntim os con su pad re y, por consiguiente, a la ún ica que
llegamos a conocer directamen te y no sólo a través de la narración
autobiográfica <le éste, es a Feíta. En ella notamos, desd.e los primeros
insta ntes, iniciativa , d isposición para hacer las cosas bien , inteli·
gencia pa ra discerni r lo que está ocu rriend o, e independencia de
criterio pa ra juzgar lo que sucede en su entorno. Todo esto la
convierte en un fenómeno den tro del mundo social en que vive. Es la
mujer que dominará la segunda novela del Ciclo al convertirse en el
catalizador que logra poner patas arriba la ordenada existencia de
Mau ro Pareja , alias el Abad.
Si en Doña Milagros empezamos a vislumbrar el discu rso feminista
en las 'genialidades' de Feíta -<1ue se manifiestan en las conver-
saciones con su pad re-- , en Memorias de un solterón este discu rso
adquiere características directrices en el planteamiento que se hace
la mu chacha de su situación personal como mujer en un hogar que
se derrumba por el mal gobierno y falta de carácter de don Benicio.
La lógica ina pelable de sus a rgumen tos no sólo conquista a Primo
Coba , ganándose así al más importan te aliado que le perm itirá poner
en práctica sus planes sin el peligro de que se la coman viva, sino que,
y a pesar suyo, enamora a el Abad , quien como amigo y confidente
68
co r
CICl.O ADÁ Y E\',\
69
A FU HTllt<; lt HANOE
Feíta se declara sin ambages en contra del mat rimonio, por lo menos
para ella , como solución para la vida. Declara su vocación por la
soltería:
70
CICLO A lliÍ.l\ Y t- \'A
71
A f UHTllER RA 1'0E
72
CICLO A D;\:\ Y E\'A
73
A FUHTlli.;I:{ HA G
74