Informe Final Piccolo-1
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ELABORADO PARA:
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Informe final
Fecha: Versión: Código: 217 Página:
enero de 2020 1 TELL - PMA - 217
PROGRAMA DE ARQUEOLOGÍA PREVENTIVA PARA LA
CONSTRUCCIÓN DE LA PLATAFORMA PICCOLO-1 (5,5 HA),
SU VÍA DE ACCESO CON UNA LONGITUD DE 1,075 KM Y
LÍNEA DE FLUJO CON UNA LONGITUD DE 4,4 KM.,
PROYECTO LOCALIZADO EN LOS MUNICIPIOS DE LA
UNIÓN Y SAN MARCOS, DEPARTAMENTO DE SUCRE.
ETAPA DE PROSPECCIÓN
TABLA DE CONTENIDO
1 PLANTEAMIENTO Y JUSTIFICACION.....................................................................................5
2 ANTECEDENTES.........................................................................................................................6
2.1 Caracterización Histórica............................................................................................................6
2.2 Caracterización Arqueológica Regional..................................................................................20
2.2.1 Antecedentes en el marco de la arqueología preventiva......................................................29
3 OBJETIVOS.................................................................................................................................34
3.1 Objetivos Específicos....................................................................................................................34
4 METODOLOGÍA..........................................................................................................................35
5 RESULTADOS DE CAMPO Y LABORATORIO.....................................................................41
5.1 Generalidades del área de estudio.................................................................................................41
5.2 Resultados labores de campo........................................................................................................46
5.2.1 Plataforma Piccolo-1.....................................................................................................................46
5.2.2 Vía de acceso................................................................................................................................54
5.2.3 Línea de flujo.................................................................................................................................61
5.3 Actividades de laboratorio.........................................................................................................76
5.3.1 Inventario y lavado de material................................................................................................76
5.3.2 Análisis del material cerámico..................................................................................................77
6 ZONIFICACION DEL POTENCIAL ARQUEOLOGICO.........................................................79
7 DIVULGACIÓN............................................................................................................................80
8 CONCLUSIONES.......................................................................................................................80
9 BIBLIOGRAFÍA............................................................................................................................82
10 ANEXOS..........................................................................................................................................86
10.1 ANEXO 1: Cartografía general (PDF Y KMZ)........................................................................86
10.2 ANEXO 2: Base de datos resultado prospección..................................................................86
10.3 ANEXO 3: Registro fotográfico.................................................................................................86
10.4 ANEXO 4: Registro de material cerámico...............................................................................86
10.5 ANEXO 5: Plan de manejo arqueológico................................................................................86
10.6 Anexo 6: Protocolo de hallazgos fortuitos....................................................................................90
Informe final
Fecha: Versión: Código: 217 Página:
enero de 2020 1 TELL - PMA - 217
PROGRAMA DE ARQUEOLOGÍA PREVENTIVA PARA LA
CONSTRUCCIÓN DE LA PLATAFORMA PICCOLO-1 (5,5 HA),
SU VÍA DE ACCESO CON UNA LONGITUD DE 1,075 KM Y
LÍNEA DE FLUJO CON UNA LONGITUD DE 4,4 KM.,
PROYECTO LOCALIZADO EN LOS MUNICIPIOS DE LA
UNIÓN Y SAN MARCOS, DEPARTAMENTO DE SUCRE.
ETAPA DE PROSPECCIÓN
TABLA DE TABLAS
TABLA DE FIGURAS
TABLA DE FOTOGRAFIAS
Informe final
Fecha: Versión: Código: 217 Página:
enero de 2020 1 TELL - PMA - 217
1 PLANTEAMIENTO Y JUSTIFICACION
La empresa CANACOL Energy, encargada del manejo del bloque VIM 5, quiere realizar la
construcción de varios proyectos enfocados en el transporte y extracción de hidrocarburos, los
cuales están localizados en la vereda Piñalito Sector Oviedolandia del municipio de La Unión y en
las veredas de San Pablito y Barro Blanco en el municipio de San Marcos del departamento de
Sucre (Figura 1 -1 y 10.1 Anexo 1. Cartografía general).
1
Articulo 63 y 72 de la Constitución Política de Colombia de 1991. Leyes 397 de 1997, 1185 de 2008, 163 de 1959, 36 de 1936, 14 de 1936, 103 de
1931. Decretos 2941 de 2009, 763 de 2009, 833 de 2002, 2667 de 1999 y el decreto 138 del 2019. Código Nacional de Policía y lineamientos
científicos y técnicos del ICANH.
Solicitud Licencia de Prospección Arqueológica
Fecha: Versión: Código: Página:
Noviembre de 2019 1 TELL - PMA - 217 5
En consecuencia, para el desarrollo del presente proyecto, se implementó la fase de prospección
arqueología a lo largo de las áreas que componen cada una de las infraestructuras proyectadas.
Este procedimiento se realizó con el propósito de establecer las características arqueológicas del
área, el estado de conservación de los contextos arqueológicos, al igual que otra información
relevante que sirva para mejorar el conocimiento de los procesos sociales del pasado, así como
evaluar los efectos que la construcción y operación de las obras podrían tener sobre el Patrimonio
Arqueológico de la Nación (ICANH 2010).
El enfoque que guio el presente proyecto de arqueología preventiva está relacionado con el
análisis de las unidades de paisaje, pues en un detenido análisis de los antecedentes de
investigación para esta región, el paisaje se convierte en un foco principal para entender las
diversas dinámicas sociales desarrollas en este extenso territorio. Ya que se pudo inferir a través
de esta revisión, la presencia de sitios arqueológicos en las cimas de colinas bajas y lomeríos,
como se evidencio durante el desarrollo de la fase de campo.
Como vemos, el paisaje arqueológico puede interpretarse como el escenario en el que se dan
todas las actividades de una comunidad y que está determinado por la creación de un espacio de
relaciones dinámicas e interdependientes de un grupo humano con las dimensiones físicas, es
decir, la interacción dinámica entre naturaleza y cultura (Anschuetz, Kurt F. 2001). Por lo tanto, el
uso de estas herramientas y el análisis de las unidades de paisaje brindaron un corpus de
información importante, a partir del cual se pudo determinar el uso de algunos espacios concretos
por parte de comunidades humanas del pasado.
1 ANTECEDENTES
Teniendo en cuenta lo anterior, para las provincias de Santa Marta y Cartagena, establecidas
durante el proceso de colonización, encontramos algunas referencias que indican la existencia de
diversos grupos de indígenas que habitaban dicha zona (
Figura 2 -2):
Betoma o Betuvia es referenciada como una “importante población”, ubicada geográficamente “al
norte del río Frío y que incluía toda la hoya del río Córdoba y las poblaciones de Girogueica,
Guarinea y el gran Valle de la Caldera o de San Marcos, en el cual se encontraron doscientas
cincuenta poblaciones indígenas.” (Reichel-Dolmatoff 1951). El autor además diferencia
claramente a los indios pertenecientes a este grupo con los demás grupos Tairona y sobre otros
grupos localizados en tierras adyacentes. Betoma según lo escrito por los cronistas era un gran
centro poblado, al nivel de “ciudad”, igual que Pocigueica, Taironaca y Bonda, en donde
probablemente la población indígena superaba el número de los cinco mil habitantes.
Figura 2-2. Distribución de los grupos y provincias indígenas en las Provincias de Santa Marta y Cartagena.
En el caso de la Provincia del Carbón, cuyo nombre obedece a características de la tierra, donde
según los cronistas se podía recoger fino polvo de carbón en la superficie:
“se extendía sobre las faldas y tierras planas del occidente, incluyendo: Sevilla, Zaraguato,
el Pueblo de los Valentejos, Zazagueica y los Valles de la Ascensión y San Bernabé,
estando limitada al norte aproximadamente por el río Frío (32, V, 178 ff citado en Reichel-
Dolmatoff 1951: 56).”
Finalmente, de la Provincia de los Orejones únicamente se cuenta con una breve descripción
según la cual, se llamaban así porque con artificio, horadándose las orejas desde niños y
poniéndose ciertas sortijas, les queda cada oreja como un platillo de los nuestros” (Reichel-
Dolmatoff 1951).
Se narra también que todas las provincias sostenían prósperas relaciones comerciales entre sí:
Los indios de Betoma vendían mantas de algodón a los de la Provincia del Carbón. Los indios de
Pocigüeica cambiaban oro y mantas por sal y pescado con los grupos de la costa y las
poblaciones en la vertiente occidental dependían en tal grado de su comercio de pescado y sal con
los indios de Gaira, Durcino y Ciénaga, que cuando éstos se fugaron a la Sierra para escapar de
sus encomenderos, las tribus serranas les dieron oro para que regresaran a la costa y continuaran
allí para no interrumpir el comercio de peces y sal. Los indios de la Sierra cambiaban oro y mantas
por sal y pescado con los indios de la Ciénaga ya en la época de García de Lerma (Reichel-
Dolmatoff 1951).
Según lo escrito por los españoles, los Chimila se caracterizaban por ser salvajes o bárbaros, al
parecer porque se resistieron a la conquista, su agrupamiento y respectivo control en pueblos de
indios no fue fácil (Calderón 2008). Reichel-Dolmatoff (1951) resalta que los indígenas de las
tierras planas se sometieron más fácilmente a los españoles, que aquellos que se localizaban en
las cercanías de la Sierra, la razón de este contraste parece obedecer al desempeño militar según
las características topográficas del terreno.
Por otra parte, las primeras incursiones a tierra firme desde Santa Marta fueron realizadas por
Rodrigo de Bastidas quien estableció contacto con los indígenas en Taybo, Bonda y Bondigua
hacia 1521 como lo narra Fernández de Oviedo y Valdés (citado en Reichel- Dolmatoff 1951: 14-
15). La información que existe según los españoles sobre los primeros habitantes de la
denominada provincia de Valledupar data de 1528, año en que la Real Audiencia nombra a Pedro
de Badillo Gobernador de la provincia de Santa Marta. Badillo, en compañía de Antonio de
Heredia, acompañó a Rodrigo Álvarez Palomino en sus incursiones por el río Ranchería y hacia el
sur pasando por las tierras que son bañadas por el río que lleva su nombre y el río Guatapurí hasta
llegar a la región de Valledupar. En esta zona se enfrentó a los indios Pacabuy y derrotó a un
grupo que se le enfrentó cerca al río Cesar para después volver aparentemente con una buena
cantidad de oro de los indígenas (Reichel-Dolmatoff 1951: 17).
Poco tiempo después, tras la muerte de Badillo, García de Lerma es nombrado Gobernador de la
Provincia. Dando continuidad a las labores de conquista, Lerma reinició los recorridos por las
regiones de Bonda, Buritaca y Pocigüeica entre otros. Nombró los primeros encomenderos en
Bondigua, Buritaca, Valle Hermoso y Coto (o Loto) y estableció las encomiendas de La Ramada y
Valledupar, las cuales fueron pieza importante en las incursiones realizadas por los soldados de la
corona hacia el sur por el río Cesar hasta la desembocadura del río Lebrija con el fin de buscar el
país de las esmeraldas del que, según Lerma, hablaban los indios de Santa Marta.
Durante los siglos XVII y XVIII según las crónicas de fray Pedro Simón, Juan de Castellanos y
otros, desparecen los nombres de algunas de estas tribus y aparecen otros datos culturales de
gran relevancia. Nicolás de la Rosa describe que los Tomoco eran los mismos “orejones”, usaban
coronas de plumas, narigueras y orejeras de oro, cultivaban maíz y yuca, cazaban con flechas de
madera y puntas de diente de tiburón y tenían las mismas costumbres de los Chimila (en Reichel-
Dolmatoff 1951:103). De la Rosa menciona además que en la hoya del río Garupal (que
desemboca en el río Cesar en proximidad al corregimiento de Mariangola) vivían los “Caribes”, en
la vertiente occidental de la Serranía del Perijá vivían los Acanayuto y en la cercanía a la ciénaga
de Zapatosa los Pampanillas.
Es interesante también que mientras De la Rosa describe que tanto los Acanayuto, como los
Pampanillas tenían las mismas costumbres de los Chimila, los análisis realizados por algunos
investigadores, entre ellos Eduardo Restrepo Tirado (1921) y Gerardo Reichel-Dolmatoff (1951),
muestran como entre el siglo XVI y el siglo XVIII se dejó de denominar a los Chimila por este
nombre y se empieza a usar el término “caribe” que representaba para los españoles la actitud
hostil y peligrosa de cierta etnia.
Durante los siglos XVII y XVIII, en la medida en que se acentúa la presencia española y aumentan
las medidas administrativas y de control (establecimiento de encomiendas, creación de
ganaderías, elaboración de censos de indios) se recrudecen los conflictos entre los colonizadores
y las tribus indígenas.
Entre 1600 y 1650 se da un éxodo masivo de indígenas de tierras bajas y zonas templadas de la
Sierra Nevada hacia partes más altas con el fin de evitar ser esclavizados y adoctrinados. Debido
a los constantes saqueos y robos de tierras, los Chimilas en alianza con Arhuacos, Yukpas y
“guajiros” inician una guerra de guerrillas para saquear las nacientes haciendas españolas. Estos
ataques tuvieron fuertes represalias como las llamadas campañas pacificadoras comandadas por
José Fernando de Mier y Guerra hacia 1730.
Para el siglo XVII y XVIII no se habla de indios Tupes, sino de indios “Caribes” lo cual puede tener
relación con la visión española del carácter recio de los habitantes de la zona que es precisamente
uno de los escenarios desde donde los indígenas adelantaban sus incursiones a los territorios que
los españoles habían tomado para sí sobre el valle del río Cesar.
No obstante, también se ha documentado que los grupos Chimila localizaban sus viviendas sobre
cimas de lomas y colinas y es probable que hayan aprovechado los ciclos hídricos para acceder a
recursos pesqueros en época de inundación y los nutrientes dejados por sedimentación, en los
tiempos en los que los niveles de las aguas descendieran. Probablemente, el área de
convergencia de los ríos Mariangola y Diluvio podría entonces ser de mucha importancia para
estos grupos en tiempo prehispánico.
En el momento del contacto entre amerindios y españoles, estos últimos crearon la ideología del
carácter violento de los americanos. A este respecto lo anterior nos sirve de preámbulo para tratar
de describir el mundo amerindio que existía, en la Región Caribe Colombiana, a la llegada de los
europeos. Este era un mundo natural, cultural, social y económico muy religioso donde las
sociedades y los individuos se regían por altos principios morales y mantenían un sentido de
relación estrecha con el medio ambiente tropical. Gerardo Reichel Dolmatoff (1985) refiriéndose al
trópico y las culturas humanas que los habitan se refiere a este de la siguiente manera:
"Me parece que ciertos ritmos y periodicidades internas se desarrollaron de modo más
lento en Europa y que en el trópico se aceleran y piden decisiones más rápidas. Una
tempestad tropical, un aguacero, una sequía, todo esto tiene otro sentido aquí; en el trópico
se vive más intensamente; uno está más consciente de procesos, de cambios, de ciclos.
Uno es más consciente de estar vivo y de pasar la vida. Aquí veo una gran fuente de
estímulos intelectuales y estéticos porque esa intensidad de la vida abre dimensiones y
posibilidades de conducta humana que no se presentan en Europa. La experiencia tropical
ha sido y sigue siendo esencial para mi vida" (Reichell-Dolmatoff 1985: 80)
Los conquistadores españoles para justificar sus propios derechos a la conquista de los
americanos crearon en su imaginario un supuesto carácter guerrerista de los nativos sin tratar de
comprender el sentido ritual de sus guerras, este mecanismo psicológico de proyectarse en el
"otro" le permitía olvidarse o dejar a un lado, que ellos mismos eran los agresores...
"Muestrase la gente de esta tierra ser belicosa y tener guerras unos con otros, porque en
este pueblo donde nosotros estamos (Calamar), que es pueblo de calidad y el otro grande
(Turbaco), los hallamos todos cercados, la mayor parte de ellos, de cabezas de muertos
puestas en palos. Lo que de ello hemos podido alcanzar es que son de sus enemigos"
(Friede Juan 1955: 23-24).
En la localidad de Calamar Fernández de Oviedo describe esta misma costumbre de colocar los
cráneos de los enemigos en los postes de cerca que rodean las viviendas
"...Avia en aquel pueblo de tragoaco ciertas casas suntuosas é mucho mayores que las
otras, que decían ser de indios señores caciques principales; delante de cada una dellas
estaba una estaca á manera de ceto, y en cada estaca una cabeca de un hombre, que
decia ser de enemigos indios que avian muerto en sus batallas. Y era muy grande el
número destas cabecas lo qual usan estas gentes é assi entre aquellos indios ponen tales
En cuanto a las armas utilizadas por los amerindios se resalta por los cronistas españoles que
tanto hombres como mujeres eran guerreras y utilizan como principales armas el arco y las flechas
envenenadas, macanas, largas lanzas y hondas, los habitantes de la isla de Codego, son
belicosos y usan arcos y flechas. Tiran todas las flechas con yeerba de mala y pelean las mujeres
también como los hombres. Yo tuve presa una moza de hasta 18 a 20 años que se afirmaba por
todos, que había muerto 8 hombres cristianos antes que fuese presa (Baquero 2011).
"...Traen los indios mene un carcax lleno de muchas flechas, tan largas como 3 palmos y
los arcos muy pequeños, pero recios; y pelean assi mesmo con una caña é lancas y
hondas y como viven en partes ásperas, echan galgas ó piedras grandes á rodar (Baquero
2011).
Otro aspecto que describen los españoles era el uso de barricadas protectoras de los poblados
amerindios con espinas y difícil de sobrepasar, para proteger los asentamientos
"En el río Magdalena, Los españoles hallaron los indios con albarradas y palenques hechos
fuertes; combates entre ambas partes. Estos indios de una generación que llaman
aruacanas, hallaron 2 pueblos; pasados de allí indios pemeos tienen pueblos de 30 ó 40
buhuios, es gente domestica; é assi passaron un pueblo con gente, la qual huyo,é se
dieron alcancaron y fueron pressos, el qual venian desnudos, con arcos y flechas y con un
calabaco de cal, y un fardel de hierbas que traia de aquella que meten en la boca los
indios” (Baquero 2011)
Los americanos desarrollaron varias estrategias para defenderse de los españoles, una práctica
muy usada era quemar el asentamiento y huir al monte, en la localidad de Tubará ocurrió esto
último…
"... gente rica, valiente y robusta, como se echó de ver en la resistencia que hicieron,
defendiendo su pueblo con tan valiente bríos, huyeron del pueblo, y rancheando las casas,
sacaron gran suma de oro, sin hacer daño á las mujeres y niños. (Fray Pedro Simón 1892:
20).
Lo que es claro es que los españoles venían con intención de robar y saquear buscando oro, a
este respecto el Cacique Zipacuá, quien los actuales Mokana lo consideran su directo antepasado
estaba alarmado por la presencia de Pedro de Heredia y sus soldados, al respecto Fray Pedro
Simón (Tomo IV 1892: 21) nos trae el siguiente relato
"....Zipacuá avispadisima del incendio y robo de oca, dió muestras el recibimiento que les
dieron, ya cerca del pueblo, todos los de él, enbijados con flechas y macanas, con voces
desatinadas que parecían infernales, si bien hicieron alto á tiro de escopeta de los
nuestros, sin dispararse de una parte ni de la otra con que dió lugar á que el gobernador
con la lengua, les pudiese dar á entender no haber sido ellos los ocupados en la maldad de
la aldea, sino sus amigos los de mahates, y tomando el Zipacuá la vuelta de su ciudad,
Para el año de 1627, en esta región geográfica del Caribe, la mayor parte de los amerindios
hicieron una enconada resistencia a los invasores españoles pero la superioridad tecnológica y la
alta belicosidad de estos últimos, hacía a los europeos, unos enemigos formidables sin ninguna
disposición hacia la negociación o conciliación con los grupos étnicos que no se sometieran
enteramente a su voluntad. (Baquero 2011).
Zenú
El extenso territorio de las zonas inundables del bajo San Jorge y el Bajo Sinú, correspondientes al
Gran Zenú, fue el área de influencia de los grupos Zenúes, quienes formaron una de las culturas
de mayor relevancia de la Costa Caribe (Sánchez 2013). Este grupo se asentó en los valles de los
ríos Cauca, San Jorge y Sinú, donde desarrollaron una estructura territorial dividida en tres
provincias, la primera de ellas era el Panzenú en el valle del rio San Jorge; la segunda sobre el rio
Cauca compuesta por el Zenufaná y la tercera en el rio Sinú llamada el Finzenú (Figura 2-2).
A lo largo de estas tres provincias, se desarrolló una intricada red de intercambio y dinámicas
propias de un sistema social, económico y cultural de alta complejidad. Donde se cumplían
actividades económicas específicas y complementarias, ya que el Panzenú era la región
encargada de la producción de alimentos, donde la agricultura representó la principal actividad
económica. Por otro lado, la labor de Zenufaná consistía en la minería y la producción aurífera,
puesto que estaba localizada en el bajo Cauca, región de importantes zonas de extracción de oro.
Por último, la región Finzenú localizada en el rio Sinú, se caracterizaba por ser el centro religioso y
político de los Zenúes, en esta zona predominaban la orfebrería y la elaboración de textiles y
artesanías (Sánchez 2013: 7).
Esta división del territorio se había originado tiempo atrás, cuando gobernaron este territorio tres
señores, siendo el de mayor importancia el Zenufana. En el Finzenú, ubicado treinta leguas al sur
de Cartagena, en la hoya del río Sinú, gobernaba su hermana, a quien Zenufana quería que todos
los vasallos le rindieran gran pleitesía. Por este motivo ordenó que los señores más importantes de
los tres señoríos hicieran sus sepulturas en Finzenú, que adquirió gran importancia como centro
ceremonial. Por su parte, Panzenú gobernaba en la hoya del río San Jorge, cuya área inundable
fue adecuada con extensos sistemas de drenaje en los primeros siglos de nuestra era, los cuales
permitían el permanente aprovechamiento de los suelos para la agricultura, así como la
supervivencia de una rica fauna acuática (Herrera 1993).
Los contactos sostenidos entre las huestes colonizadoras españolas y los habitantes de esta
importante región se dieron desde el inicio mismo del proceso colonizador, dado que atraídos por
las riquezas y la promesa de localizar El Dorado se embarcaron en el sometimiento de estas
sociedades. Una de las primeras expediciones en llegar al territorio Zenú o Finzenú, fue llevada a
cabo por Francisco Becerra desde Urabá en 1515 (Falchetti 2010). Esta expedición a tierras del
Finzenú, llevo a que ninguno de los miembros sobreviviera, como consecuencia de la fuerte
resistencia sostenida por los habitantes. Sin embargo, el arribo de esta expedición conllevo a la
destrucción parcial del poblado, el cual fue arrasado por las llamas y a la presencia de nuevas
enfermedades que diezmaron a la población nativa. Por lo tanto, cuando se produjo la expedición
en 1534 por Pedro de Heredia, este encontró una población disminuida y rodeada de vestigios que
dejaban entrever un gran esplendor pasado (Simón [1625] 1981 citado en Falchetti 2010: 76).
Sin embargo, la expedición guiada por Heredia fue gratamente sorprendida al determinar que el
Finzenú era reconocido por ser el principal centro ceremonial de la región, donde se levantaba un
enorme templo que albergaba grandes estatuas de madera recubiertas en oro, las cuales, a su
vez, sostenían grandes hamacas con ofrendas y estaba rodeado de árboles con campanas hechas
de oro (Falchetti 2010).
“...y al cabo de haber pasado grandes arcabucos y ciénagas, fuimos a dar en un pueblo
que se decía el Cenu… hallamos más de15 mil pesos de oro fino en un bohío que tenía
más de 100 pasos en largo, que era de tres naves… el bohío del diablo, adonde estaba
una hamaca muy labrada, colgada de un palo atravesado, el cual sostenían en los
hombros cuatro bultos de personas, dos de hembras y dos de machos, y encima de la
hamaca donde decían que se venía a echar el diablo, estaba el oro…” (Juan Friede (1956:
VI, 216) citado en Falchetti, 2010: 76-77).
Algunas de las piezas que adornaba el templo y algunos de los bohíos se caracterizaban por
presentar diversas figuras, como aves, animales acuáticos y terrestres, cascabeles, campanas
entre otros adornos (Falchetti 2010).
En cuanto al entorno los españoles quedaron gratamente asombrados por la ubicación del poblado
el cual se hallaba en medio de ciénegas y de una extensa sabana sembrada de parches de
bosque, donde lograron identificar gran cantidad de túmulos funerarios o sepulcros, destacando
uno por sobre los demás al ser donde los Zenúes enterraban a sus líderes religiosos o Piaches
(Falchetti 2010). Gracias al provechoso recurso obtenido mediante el saqueo de los poblados
Zenú, sus templos y túmulos funerarios, los españoles fundaron en el Finzenu, la Villa del Cenú o
Villa Rica de Madrid, donde establecieron los centros para organizar las expediciones de
guaquería y establecer los sitios de fundición del oro recuperado (Falchetti 2010).
La importancia que teína el Finzenú, como centro religioso y ceremonial se remonta a los tiempos
del Zenufaná quien:
“…ordenó que todos los más principales señores de los otros dos Zenúes se enterrasen en
... este Finzenú ... con todo el oro con que se hallasen a la hora de la muerte… o a lo
menos que tuviesen sepulturas señaladas en el cementerio del gran santuario y buhío del
diablo que había en este Finzenú…” (Simón [1625]1981 citado en Falchetti 2010: 80).
De igual forma,
“todos los líderes políticos y religiosos eran enterrados durante ceremonias comunales que
aseguraban la cohesión de la población del Gran Zenú, y cómo el tamaño del túmulo
dependía de la importancia social del personaje. Por demás, si un cacique no era
sepultado en Finzenú, la mitad del oro que poseía a la hora de su muerte debía ser
enterrado en el sepulcro que le había sido asignado en esa necrópolis” (Simón [1625]1981
citado en Falchetti, 2010, Pág. 81).
Posterior a la intensa campaña de saqueo y guaquería que sufrieron los poblados del Finzenú su
importancia regional comenzó a decaer producto del desplazamiento de la población indígenas
hacia las tierras cenagosas y sabanas al Oriente de la Ciénaga de Momil y a las estribaciones de
las tierras altas aledañas, donde se establecieron poblaciones indígenas como las de Chinú (o
Senú), San Andrés (o Mexión), Chimá (o Pinchorroy) y Sampués.
Para el año de 1535, el Alonso de Heredia, parte en busca del Panzenú, logrando hallar el poblado
de Yapel, importante centro político de los Zenúes sobre el rio San Jorge. El cual estaba localizado
Un aspecto de suma importancia que resaltan las expediciones españolas al poblado de Yapel y
sus alrededores es la presencia de abundantes y extensos cultivos dispuestos y protegidos por
canales de más de un kilómetro de largo, aprovechando de esta forma los recursos y las ventajas
que proveían las planicies de inundación de la Depresión Momposina. Datos corroborados por
investigaciones arqueológicas recientes desarrolladas sobre el sistema hídrico empelados por las
comunidades Zenú (Falchetti, 2010; Rojas y Montejo, 1998; Plazas, Falchetti, Van Der Hammen y
Botero 1988; Plazas, C y Falchetti, A. 1981).
Dadas las características ambientales únicas de esta extensa región y a su compleja dinámica
fluvial, lo cual llevo a los grupos asentados en esta zona a desarrollar una intricada red de canales
artificiales, en más de 500.000 hectáreas de tierras cenagosas desde el año 1000 a.C hasta el
1300 d.C. Este complejo hidráulico consistió en la construcción de una compleja red de canales y
camellones distribuidos a lo largo de los ríos principales, así como de cursos menores de agua y
ciénagas, con el fin de controlar las inundaciones periódicas ocurridas en la zona (Rojas y Montejo,
1998). Teniendo como limites en el Sur hasta Tierra Santa; por el norte hasta la desembocadura
del río San Jorge en el brazo de Loba del Magdalena y, desde el límite de las sabanas al
Occidente, hasta el rio Cauca (Figura 2 -4) (Plazas, Falchetti, Van Der Hammen y Botero, 1988).
Esta intrincada disposición permito que, en sitios arqueológicos como el Caño Carate, Rabón y
San Matías, se lograran identificar importantes circuitos de drenaje, formados por innumerables
canales perpendiculares a ellos. Para drenar esta región de suelos arcillosos y pesados fue
necesaria la construcción de innumerables canales con solo 10 mt de separación entre uno y otro.
En invierno, cuando los caños se desbordaban, los canales dirigían el agua rápidamente hacia las
zonas bajas, evitando la inundación de zonas aledañas. En la época de decrecimiento de las
Hacia el año 180 a.C, durante una época en la que existió una alternancia de vegetación arbórea y
de sabana, que fue seguida por un aumento progresivo de especies de áreas abiertas, se
construyeron en la ciénaga de La Cruz canales cortos entrecruzados formando un diseño conocido
como ajedrezado.
“Los canales cortos conforman un sistema eficaz para habilitar grandes extensiones de
terreno para la agricultura. Las aguas de creciente eran llevadas con rapidez a las zonas
bajas a través de canales largos y frenadas por los canales cortos, aumentando así el
depósito de sedimentos en las zanjas y obteniendo una reserva de humedad para el
verano. Estos sedimentos, extraídos de las zanjas, colocados en la parte superior del
camellón, actuaron como fertilizantes de los cultivos y elevaron el nivel de los camellones,
contrarrestando así el fenómeno de subsidencia” (Plazas, Falchetti, Van Der Hammen y
Botero 1988: 73).
Posteriormente hacia el año 610 a 680 d.C, en la misma zona, se presentaron condiciones
ambientales que favorecieron una baja inundación, pero con niveles constantes de humedad, que
hicieron posible la utilización de canales en actividades agrícolas (Rojas y Montejo, 1998).
Entre tanto, para esta misma época, en los canales en abanico y espina de pescado identificados
a lo largo del antiguo eje del río San Jorge, los pobladores realizaban actividades de despeje de
vegetación, probablemente enfocadas en la adecuación de las áreas que conforman las
plataformas y terraplenes para el establecimiento de viviendas y a su vez la adecuación de los
canales para implementar zonas de cultivo, especialmente enfocado al maíz y al aprovechamiento
de palmas como el nolí (Rojas y Montejo, 1998). Sin embargo, los contextos arqueológicos
recuperados indicaron que sobre los cauces principales el poblamiento fue escaso de manera que
las plataformas de vivienda no interrumpieran el flujo rápido del agua hacia los basines. Se
requería además que estos cauces no cambiaran caprichosamente de curso para no afectar las
áreas habitadas, los cultivos y las comunicaciones (Plazas, Falchetti, Van Der Hammen y Botero
1988, Pág. 70).
Para el año 790 d.C, se observan incrementos en los niveles de inundación, hecho que cambio las
coberturas vegetales y las dinámicas desarrolladas por las comunidades asentadas en lugares
como Pueblo Búho, donde existió un constante espejo de agua y la disminución de la vegetación
de sabana, la cual fue reemplazada por la presencia de especies vegetales de ambientes
acuáticos, generando de esta forma la disminución de áreas empeladas para el desarrollo de
cultivos (Rojas y Montejo, 1998).
Posterior a esta época de inundaciones que asolaron la mayor parte de esta región, se
presentaron condiciones ambientales adecuadas para el establecimiento de viviendas y el
desarrollo de cultivos, debido a un periodo de baja inundación comprendido entre el 830 d.C hasta
el 1010, época en la que predomino la vegetación de sabana, así como un incremento leve de la
temperatura. De acuerdo con los diagramas palinológicos se cultivaron varias especies en los
canales largos perpendiculares a los caños mayores; estas son maíz (Zea mays), batata (Ipomoea
batata), y Ahuyama (Cucurbita maxima) (Rojas y Montejo, 1998).
Por otro lado, el uso de los canales en le Ciénega de la cruz se remontan hasta el año 1220 d.C,
donde se emplean para el cultivo de campos de maíz, en una época donde se producen mayores
En cuanto a los patrones de sentamiento, Falchetti y Plazas (1981), indican que hacia el 150 d.C
estaban constituidos por plataformas artificiales, donde se localizaban de manera separada
pequeñas viviendas que albergaban una unidad familiar o por el contrario se formaban pequeñas
agrupaciones de 20 viviendas. Estas viviendas se encontraban separadas entre sí por espacios
cubiertos de canales, empleados como pequeñas huertas o unidades de cultivo. De igual forma
hacia los extremos de estas plataformas se localizaban los túmulos funerarios, constituidos por
elevaciones semicónicas de 2 a 6 metros de altura, construidas generalmente por el núcleo
familiar. Una característica de suma importancia sobre los asentamientos desarrollados por las
comunidades Zenú, está relacionada con la gran cantidad de personas que lograron albergar ya
que surgieron núcleos urbanos de más de 600 habitantes en promedio. Estos extensos poblados
se establecieron sobre amplios canales artificiales que se unen formando vértices (Falchetti y
Plazas, 1981), la mayoría de canales, también eran empleados como sistemas de transporte y
comunicación entre las diversas áreas que componían este extenso sistema hídrico.
De igual forma, esta red de canales se convirtió en el principal método para la obtención de
alimentos, ya que los pobladores de estos canales, aprovecharon la depresión inundable para la
agricultura y la obtención de proteínas de su rica fauna acuática. Siendo uno de los recursos de
mayor abundancia la presencia de peces, babillas, aves, pequeños mamíferos e hicoteas,
importante recurso para el sustento de la población y base de las transacciones comerciales.
Las ocupaciones más tempranas registradas en el territorio Colombiano, están relacionadas con
evidencias halladas sin contextos estratigráficos y culturales definidos, planteando problemas a la
hora de su caracterización y vinculación con tipologías establecidas o materiales reportados en
otros sitios arqueológicos. Sin embargo, mediante los análisis comparativos de los materiales
arqueológicos hallados tanto en el territorio colombiano como en otros lugares, sugiere su
asociación con fase de ocupaciones Paleoindia.
En este sentido, Dolmatoff, sitúa en este contexto varias puntas de proyectil descubiertas en Santa
Marta, Mahates, la laguna de Betanci y el Golfo de Urabá. Además de los sitios de San Nicolás,
hallado sobre una colina erosionada en el bajo río Sinú y caracterizado por raspadores de chert,
algunas hojas cortantes y piedras con modificaciones antropogénicas y La Hacienda Pomares,
ubicada en el departamento de Bolívar, sobre el Canal del Dique sobre antiguas terrazas aluviales,
donde se encontraron raspadores tallados. A estos hallazgos añade los efectuados por Gonzalo
Correal, entre la Península de La Guajira y el Golfo de Urabá (Reichel Dolmatoff, 1986).
Dolmatoff, según el análisis de los datos obtenidos de los sitios arqueológicos Paleoindios, indica
que las putas de asentamiento para este periodo se caracterizan:
“…estas industrias líticas tienen algunos rasgos en común: todas se hallaron sobre lomas o
colinas erosionadas, sobre antiguas terrazas aluviales o en estratos de cascajo acarreado
por una corriente de agua.” … “En ningún caso se observaron asociaciones con cerámica y
estaban notoriamente ausentes los artefactos de piedra pulida o amolada. La naturaleza de
los utensilios, así como el medio ambiente lacustre o ribereño sugieren la existencia de
bandas que en buena parte derivaban su subsistencia de la recolección, pesca y caza”
(Reichel Dolmatoff 1986: 37).
Figura 2-5. Distribución de sitios arqueológicos en la región.
Otro de los sitios arqueológicos vinculados con la etapa paleoindia, involucró los departamentos de
Córdoba, Guajira, Bolívar y Cesar, donde se lograron identificar algunas acumulaciones de
elementos líticos en un abrigo rocos, mostrando el uso de espacios concretos para el
asentamiento de estos grupos humano y el aprovechamiento de los recursos circundantes.
“Los bosques densos tropicales debieron ser pródigos en recursos de cacería y la vecindad
al rio en las estaciones alii localizadas debió influir en un aprovechamiento de los recursos
fluviales; a esta condición ecológica se adapta una serie de elementos culturales; el
registro de raspadores (laterales, terminales y triangulares) se relaciona con actividades de
cacería, mientras una serie de lascas concoidales con huellas de utilización y navajas
triangulares pequeñas presentes en esta serie debieron ser útiles en la preparación de los
productos de pesca (corte, incisión y desescamado)” (Correal 1977: 37).
Por otro lado, Dolmatoff caracteriza el periodo o etapa Arcaica en la costa Atlántica, como una fase
de transición de los grupos nómadas, centrados en la adquisición de recursos por medio de la
cacería y la del recolector semisedentario, hacia un sistema hortícola elemental, conllevando a una
mayor dependencia de las semillas, sus cuidados y de los recursos vegetales (Reichel Dolmatoff,
1986).
• Formativo Temprano
“…Hacia 4000 antes de Cristo, ya aparecen en la Costa Caribe de Colombia varias pautas
bien definidas de asentamientos humanos. Dichos asentamientos se distinguen por estar
ubicados en situaciones que permitían el acceso a una variedad de recursos alimenticios,
es decir, se encuentran cerca del litoral, en la vecindad de lagunas, de pequeños ríos y de
bosques interrumpidos por sabanas. Designamos el conjunto de estas culturas como Etapa
Formativa.” (Reichel Dolmatoff 1986: 38).
Por lo tanto, los depósitos ubicados hacia el litoral se localizan en ambientes marinos y zonas
estuarinas, como se evidencia en los sitios de Canappote, Barlovento y Tesca, en la ciudad de
Cartagena. Por otro lado, en el área cercana a la desembocadura del canal del Dique, está
localizado el sitio arqueológico de Monsú donde se hallaron fragmentos de cerámicas, restos de
óseos, evidencias de material lítico y abundantes conchas marinas, estas evidencias se asociaron
a pisos de vivienda que dividen el montículo en una secuencia cultural en cinco períodos: Turbana,
Monsú, Pangola, Macaví y Barlovento. Con respecto a las dinámicas desarrolladas en este sitio
Reichel Dolmatoff (1986), nos indica que la gente que se asentó en este montículo practicaba una
especia de economía mixta, donde se involucraron actividades de agricultura incipiente con el
aprovechamiento de los recursos marinos, ciénagas, pantanos, esteros, bosques ribereños y de la
sabana caribeña.
Otro de los sitios que dan indicios de las dinámicas desarrolladas en el periodo formativo es Puerto
Hormiga, localizado sobre el Canal del Dique, fechado entre 3100 y 2500 a.C. presentado de esta
forma, una mayor antigüedad que el sitio arqueológico de Monsú. Este sitio se caracteriza por ser
un Conchero localizado en terrenos bajos donde se evidencia la presencia de fragmentos
cerámicos, líticos y huesos de animales (Reichel Dolmatoff, 1986).
Las prácticas de subsistencia desarrolladas por la gente de puerto Hormiga, están relacionadas
con la recolección de recursos vegetales, actividad complementada con alguna forma de
agricultura incipiente (Reichel-Dolmatoff, 1986). Un dato de importancia obre el uso de diversos
espacios y paisajes por parte de estos habitantes, es el hallazgo de evidencias sobre colinas de
baja altura, las cuales, se encuentran en cercanías de zonas bajas inundables en la antigua
cuenca del rio Sinú (sitio Las Cucharas) (Reichel-Dolmatoff, 1977; Angulo 1987; ISA y Otero 1998:
10-12).
En cuanto al hallazgo de evidencias arqueológicas hacia el interior del bajo Magdalena, los grupos
del formativo se localizaron sobre las horillas de la ciénaga del Guájaro, en Rotinet, cerca del canal
del Dique; sobre las estribaciones de la serranía de San Jacinto y sobre las riberas del rio
Magdalena, en Bucarelia. La ubicación de estos depósitos arqueológicos en el interior de las
llanuras del Caribe, alejados de los ambientes de litoral, se orientaron hacia el aprovechamiento de
los recursos provenientes de ciénagas de agua dulce, las riberas del rio Magdalena, de los suelos
aluviales y de aquellas terrazas elevadas en cercanías a cauces de agua permanente, por medio
de la caza de especies menores, la pesca, recolección y la agricultura de tubérculos como la yuca
(ISA y Otero, 1998).
Los restos óseos y de conchas muestran algunas variaciones que indican desarrollos puntuales en
cada uno de los sitios localizados, evidenciando de esta forma la diversidad en las técnicas y
aprovechamiento de los recursos. Sin embargo, la cerámica hallada en los sitios tanto de litoral
como los del interior, presenta similitudes en los rasgos formales y desarrollos tecnológicos, siendo
Otro dato de suma importancia relacionado con los sitios localizados en el interior del bajo
Magdalena tiene que ver con el hallazgo realizado por Oyuela Caycedo (1987), en estribaciones
de la Serranía de San Jacinto, del yacimiento arqueológico San Jacinto I y II, sitio localizado
relativamente lejos de los complejos de ciénagas que configuran el paisaje de esta región,
indicando el aprovechamiento distintivo de los paisajes y sus recursos disponibles.
El sitio San Jacinto I, es relevante ya que aporto la fecha de cerámica más antigua de América,
caracterizada por estar compuesta principalmente de desgrasante de fibra vegetal, con decoración
incisa y algunos adornos modelados. La cerámica identificada en San Jacinto I, al compartir
algunas características técnicas y motivos decorativos con la cerámica localizada en los estratos
más profundos de Monsú, harían parte de la tradición alfarera del “Primer Horizonte Inciso”
propuesto por Reichell-Dolmatoff.
• Formativo Medio
Para el Formativo Medio, con base en los trabajos de Angulo (1963), se ha planteado el desarrollo
reconocible de la agricultura en las sociedades del Caribe colombiano, generando
transformaciones sociales y económicas, asociadas a la división del trabajo y a un aumento de la
densidad poblacional (Langebaek y Dever, 2000: 15). También se ha señalado, que cuando se
habla del periodo formativo medio, las discusiones generadas se focalizan en el sitio arqueológico
de Malambo (Langebaek y Dever, 2000), en el cual, se reporta que hacia el 1300 a.C, se había
establecido el cultivo intensivo de yuca, lo que conllevaría a un aumento de la población (Angulo,
1981).
La alfarería definida como tradición malambo, se caracteriza por la decoración modelada incisa, la
proliferación de nuevas formas de recipientes cuidadosamente decoradas, asas modeladas,
algunas de ellas con representaciones zoomorfas, adornos y cuentas de collar, además de la
presencia de máscaras con representaciones antropomorfas. Un punto de suma importancia en la
En cuanto a la diferencia entre los complejos culturales en el bajo Magdalena, Dolmatoff nos indica
lo siguiente:
“…La principal diferencia, por cierto, entre Malambo y los complejos culturales anteriores,
yace en su base económica. La abundancia de fragmentos de budares en la Fase
Malambo, indican el uso común de la yuca en forma de mañoco y cazabe, mientras que la
ausencia de conchas de moluscos podría sugerir la poca importancia de este recurso”
(Reichel Dolmatoff, 1986: 40).
Las pautas de enterramiento identificadas en Malambo, se caracterizan por enterrar a sus muertos
en el interior de las viviendas o en cercanías a ella. Los enterramientos presentan variaciones de
importancia en el ajuar, dependiendo de la práctica de enterramiento empleada. En los entierros
directos, se puede observar la presencia de adultos jóvenes en posición extendida y brazos
ligeramente flexados, dispuestos en pozos rectangulares, acompañados por una o tres vasijas
decoradas con modelados que representan figuras zoomorfas. En cuanto a los entierros
secundarios, se localizan preferiblemente en urnas sin evidencias de cremación, con ajuar
integrado por huesos de tortuga y aves. Los entierros secundarios también son colectivos,
compuestos por 4 adultos masculinos con restos de tortugas y 4 mascarillas (Angulo, 1995).
• Formativo Tardío
Angulo, por ejemplo, menciona que los diferentes ecosistemas y microclimas que ofrecía la región
con sus lagunas y esteros, sus ríos y colinas, permitieron y estimularon el establecimiento de
grupos humanos que dieron inicio a una forma de vida sedentaria, a prácticas agrícolas y al
posterior desarrollo de la vida aldeana (Angulo, 1987).
Asimismo, las investigaciones llevadas a cabo por Angulo en la ciénaga del Guájaro, dan cuenta
de lugares ubicados en paisajes geomorfológicos diferentes a los registrados por Reichel-
Dolmatoff. En la ciénaga, los modos de vida de los cazadores- recolectores tuvieron más presencia
y duración que en sitios como Monsú y Puerto Hormiga, ya que tenían diferentes medios
ecológicos derivando en prácticas de aprovisionamiento y satisfacción de las necesidades que
llevaron a una mayor complejidad social y a cambios de importancia en la jerarquización de estos
grupos (Angulo, 1987).
Por lo tanto, estas sociedades diversificaron las maneras de adaptarse al medio ambiente y fueron
migrando poco a poco hacia el interior de los valles, en áreas cercanas a las cordilleras occidental
y central situándose en las riberas de los ríos Sinú, San Jorge, Cauca, Nechí y Magdalena,
ocupando de manera progresiva el territorio.
Para la hoya del rio San Jorge, se han logrado establecer dos ocupaciones, la primera entre los
siglos V y X de nuestra era, la cual, se caracterizó por la construcción y adecuación de canales
que bordean las riveras de los caños y ríos, dicha adaptación y desarrollo cultural se manifiesta en
las evidencias arqueológicas con el hallazgo de vestigios de numerosos asentamientos sobre
plataformas de viviendas construidas mediante la ampliación de los diques naturales (Figura 2-5).
De igual forma se evidencian una gran cantidad de camellones construidos con el fin de cultivar y
aprovechar durante la mayor parte del año aquellas zonas de inundación y a su vez, mantener en
la temporada de sequía la humedad suficiente para continuar con el cultivo de tubérculos y maíz
(Plazas, Falchetti y Sáenz, 1981).
La gran cantidad de objetos de oro, logran entrever que las sociedades del bajo San Jorge,
contaban con una producción local intensa y con la presencia de especialistas para la producción
de objetos de gran riqueza simbólica y estilística. Además de contar con la producción masiva de
objetos, como las orejeras de falsa filigrana (Plazas, Falchetti y Sáenz, 1981).
En cuanto a la tradición cerámica de esta primera ocupación, esta se caracteriza por tener un color
crema, predominando una decoración modelada y la pintura de color rojo. Son frecuentes las
formas complejas y recargadas. Se presenta una clara división entre las formas utilitarias y
rituales-funerarias, encontradas comúnmente en los túmulos funerarios. Entre las formas utilitarias,
hay ollas de uso culinario, vasijas para almacenamiento de alimentos y gran variedad de copas
con diversos tamaños empleadas posiblemente para servir alimentos. Por consiguiente, entre las
formas rituales las diferencias con las formas utilitarias se perciben por la presencia de figuras
antropomorfas, la presencia de canastas decoradas y los cálices que contenían polvo blanco en su
interior (Plazas, Falchetti y Sáenz, 1981).
La tradición Modelada-pintada del bajo San Jorge se relaciona directamente, sólo con el Complejo
Betanchí de la hoya del río Sinú. (Reichel-Dolmatoff, 1977). Sin embargo, las diferencias son
también notorias y es evidente que los desarrollos culturales de los dos ríos, aunque relacionados,
no conforman una unidad.
Los vestigios arqueológicos relacionados con la segunda ocupación del bajo San Jorge
corresponde a la presencia de otra etnia proveniente del rio Magdalena. Cuyos patrones de
asentamiento difieren de la primera ocupación en cuanto a que aprovecharon al máximo el especio
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Noviembre de 2019 1 TELL - PMA - 217 26
circundante de las plataformas de vivienda, generado de esta forma, una mayor concentración de
pobladores por plataforma habitada y una mayor densidad en la acumulación de evidencias
arqueológicas como basureros. Las evidencias halladas en estos espacios se caracterizan por
presentar material cerámico en superficie y con profundidades promedio de 0.80 mts, estos
contextos no se encuentran mezclados con las evidencias correspondientes al primer grupo
(Plazas, Falchetti y Sáenz, 1981).
“…A esta segunda etnia corresponde el Complejo cerámico de Las Palmas, identificado en
el curso bajo del río San Jorge. Se trata de una cerámica esencialmente utilitaria y
funcional, en la cual se destacan las formas sobrias y la decoración incisa. En la pasta
predominan partículas de mica plateada y dorada. El complejo de Las Palmas está formado
por 4 tipos cerámicos, los cuales aparecen asociados en todos los sitios investigados en el
bajo San Jorge: Las Palmas Incisa Fina, Las Palmas Alisada Sencilla, Las Palmas
Achurada, y Las Palmas Roja Bañada. Cada uno de estos tipos corresponde a vasijas
destinadas a funciones específicas. En los tipos Alisados Sencillo y Achurado se
encuentran formas netamente culinarias, mientras que el tipo Inciso Fino corresponde
esencialmente a las copas empleadas como recipientes para comer. No existen formas
para usos exclusivamente rituales o funerarios. Las mismas vasijas utilitarias fueron
colocadas como ofrendas en las tumbas; las ollas globulares grandes se utilizaron como
urnas funerarias y las pequeñas como tapas de las mismas” (Plazas, Falchetti y Sáenz,
1981: 13-14).
Dado la procedencia de esta etnia, en el Bajo Magdalena, puede corresponder con los grupos
Malibú descritos por los españoles en esta región. Este grupo se limita a aprovechar algunas
zonas aledañas a las vías fluviales, llegando a extenderse hasta las cercanías de la ciénaga de
San Marcos.
Adicionalmente, a lo largo de la costa Caribe, tanto en San Juan y Canalete, entre el golfo de
Urabá y la hoya del río Sinú, como en El Banco, Zambrano y Calamar en la región del bajo río
Magdalena, se han reportado sitios con cambios similares a los de Momil en la secuencia de
ocupación (Reichel-Dolmatoff, 1986).Sin embargo, si bien Momil se ha concebido como un buen
referente para aproximarse a los procesos de cambio social en la costa Caribe, no está exento de
problemas.
En primer lugar, muchas de las hipótesis que sustentan el trabajo de Reichel-Dolmatoff no son
contundentes; Langebaek y Dever (2000) aseguran que evidencias materiales como los metates y
las manos de moler, no son de uso exclusivo para el consumo de maíz ya que este puede ser
consumido de diversas maneras sin necesidad de utilizar este tipo de herramientas para su
preparación.
Por último, es importante mencionar que el presente proyecto se encuentra en el área de influencia
de los trabajos desarrollados bajo la autorización de intervención arqueológica 5860.
Según los resultados obtenidos durante el análisis del material cerámico, se evidencia que el T1
presenta una mayor frecuencia con un total de 2056 fragmentos correspondientes al 65,21% de la
muestra. Lo interesante del tipo cerámico T1, es que éste se halla concentrado principalmente en
la parte norte del transepto, en áreas aledañas a la cabecera de la ciudad de Sincelejo y veredas
cercanas, y en muy baja medida, en sectores ubicados cerca al municipio de Sahagún (Córdoba),
al sur del Gasoducto (INERCO 2018: 71).
Para el tipo cerámico T2, se identificaron 712 fragmentos del total de la muestra (22,58%)
ocupando el segundo lugar en cuanto a la frecuencia de material. Este tipo cerámico presenta una
densidad más homogénea a lo largo de todo el transepto, presentando mayor densidad al norte y
con algunos picos en zonas cercanas a los municipios de Chinú y Sahagún (Córdoba) y Sampués
(Sucre) (INERCO, 2018: 71).
El tipo cerámico T4, es el tercero en frecuencia de material cerámico con un total de 301
fragmentos (9,55%). Presenta mayor densidad hacia el sur y un registro homogéneo a lo largo del
trazado. Para el tipo cerámico T3, se puede indicar que es el cuarto en frecuencia con el 2,03%.
Su distribución a lo largo del trazado se caracteriza por presentar un registro homogéneo a lo largo
del trazado del Gasoducto, siendo la parte central la de mayor concentración cerámica (INERCO,
2018: 72).
Por último, los tipos T5 y T6 presentan una distribución similar a lo largo del trazado, sin embargo,
el T5 presenta tres zonas con mayor densidad, destacándose el sector sur. Por otro lado, la
densidad del Tipo 6 se concentra en mayor medida al norte del gasoducto. Teniendo en cuenta los
resultados obtenidos, el estudio pudo inferir que se presentó una ocupación mixta del área, donde
se observan zonas extensas con concentraciones en determinados sectores (INERCO, 2018: 72).
Los resultados de las evidencias halladas no presentaron rasgos diagnósticos que contribuyeran a
la caracterización de los elementos que correspondan al borde reforzado de impresión, el cual es
característico para la zona oriental del municipio de Sincelejo (Restrepo, 2015).
Otro trabajo que se desarrolló hacia el año 2015 fue el “PROYECTO MODIFICACIÓN DEL
GASODUCTO TRONCAL CARTAGENA JOBO, VARIANTE MATA DE CAÑA, MUNICIPIO DE
SAMPUES”. El presente proyecto estuvo centrado en actividades de pozos de sondeo en una
línea recta de 1.344 m con el total de 130 pozos de sondeo de los cuales no se recuperó ningún
tipo de material arqueológico.
Según los análisis de laboratorio el tipo composición arena compacta y roca triturada presentaron
los valores más altos con un 27%, siendo el porcentaje más alto en comparación a los otros tipos.
En cuanto al tipo de atmosfera, el 82% mostró una atmosfera reductora y un 18% de atmosfera
oxidante. El tipo de agregados que más predomino fue la arena con un 55% seguido de la roca
triturada con un 36%, y finalmente el cuarzo ferroso con el 9%. En cuanto al análisis de asociación
de la cerámica colectada no fue concluyente ya que no se logró relacionar o atribuir las piezas a
alguna de las poblaciones originarias de la zona, principalmente por la escasez de las muestras
como por lógica entre las mismas. (Buitrago et al, 2016).
Como resultado obtenido durante el análisis cerámico fue posible asociar el material cultural a
cuatro grupos cerámicos pertenecientes al complejo cerámico Betancí, distribuidos en 5 hallazgos
arqueológicos localizados dentro del área de influencia directa de la subestación eléctrica. A pesar
de la baja densidad se puso apreciar una clara asociación con el complejo Betancí del Medio Sinú.
Uno de los trabajos con mayor relevancia por los hallazgos reportados es el “RECONOCIMIENTO
Y PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA PARA EL MEJORAMIENTO VIAL DE LA UNIDAD
FUNCIONAL 8 SUBSECTOR 8.1 TRAMO TOLÚ PR49+500- TOLÚVIEJO PR66+100
MUNICIPIOS DE TOLÚ Y TOLÚVIEJO DEPARTAMENTO DE SUCRE”. Para la elaboración de
este trabajo se llevó a cabo un reconocimiento subsuperficial, donde se llevaron actividades de
muestreo por zonas de prospección margen derecha e izquierda de la vía. En total se identificaron
13 yacimientos arqueológicos y nueve puntos de hallazgo para un total de 1049 fragmentos
cerámicos y 4 líticos, también restos zooarqueológicos y arqueobotánicos.
En cuanto a las evidencias recuperadas fue un basurero en el yacimiento 7 que mostró un punto
de concentración de evidencia que ya había sido reportado para la zona de estudio, en sitios
arqueológicos emblema de los desarrollos locales de la costa atlántica y que en este informe se
asoció con Momil periodo formativo. La cerámica recuperada dentro del todo el proyecto permitió
plantear una asociación de la cerámica hallada con los grupos portadores de la tradición Modelada
Incisa (complejo Urabá –Tierra alta) la tradición Granulosa Incisa (complejo cerámico Momíl
definido por Reichel Dolmatoff) y el tipo cerámico colonial mayólica Cartagena tomado de
(Restrepo, 2017).
Los resultados obtenidos de acuerdo al análisis cerámico, los tipos cerámicos se asemejan a los
descritos por (Plazas et al, 1993), quienes definieron cuatro tradiciones cerámicas que
corresponderían a diferentes periodos de ocupación. Estas tradiciones cerámicas tendrían una
serie de atributos que los harían fácilmente diferenciar unos de otros y permitirían clasificar
cualquier fragmento recuperado. Los fragmentos cerámicos recuperados en este proyecto parecen
tener relación con la denominada Tradición Granulosa Incisa (TGI) por su textura áspera al tacto y
la variación de color (Saldarriaga, 2018).
Según los resultados obtenidos fueron identificados un yacimiento arqueológico (zona 2) y cuatro
puntos de hallazgo (zona 1) en las cuales se halló la mayor cantidad de material y recolección
superficial. De los 43 fragmentos recuperados solo uno pertenece al yacimiento 1 (zona 2) y pudo
ser asociado culturalmente a un estilo cerámico debido a la presencia de decoración visible se
relaciona con la Tradición Incisa Alisada de amplia dispersión en el norte del país. El yacimiento 1,
identificado en la zona 2 representa un área de actividad que aún no ha sido identificada con
precisión, es decir, no se puede afirmar si es un asentamiento, taller, área ritual o de uso
esporádico debido a la poca información obtenida y a la carencia de muestras visibles.
Según los resultados obtenidos más relevantes fue para el yacimiento 1, ya que fue el de mayor
recurrencia con 270 fragmentos cerámicos. En general el material se encontró hasta los 50 cm de
profundidad, al observar con detalle la cerámica estas no presentan diferencias tecnológicas,
morfológicas o estilísticas que permitieran interpretar la presencia de varias ocupaciones,
considerándose entonces con detalle la totalidad del material hallado con un solo grupo.
Otro de los trabajos desarrollaros a escala regional por su extensión y el cual atravesó diversas
unidades de paisaje, cuyo análisis sirve como insumo para la presente investigación, fue el
desarrollado por INERCO en 2018 bajo la autorización de intervención arqueológica 5860.
Según los resultados obtenidos durante el análisis del material cerámico, se evidencia que el T1
presenta una mayor frecuencia con un total de 2056 fragmentos correspondientes al 65,21% de la
muestra. Lo interesante del tipo cerámico T1, es que éste se halla concentrado principalmente en
la parte norte del transepto, en áreas aledañas a la cabecera de la ciudad de Sincelejo y veredas
cercanas, y en muy baja medida, en sectores ubicados cerca al municipio de Sahagún (Córdoba),
al sur del Gasoducto (INERCO 2018: 71).
Para el tipo cerámico T2, se identificaron 712 fragmentos del total de la muestra (22,58%)
ocupando el segundo lugar en cuanto a la frecuencia de material. Este tipo cerámico presenta una
densidad más homogénea a lo largo de todo el transepto, presentando mayor densidad al norte y
con algunos picos en zonas cercanas a los municipios de Chinú y Sahagún (Córdoba) y Sampués
(Sucre) (INERCO, 2018: 71).
El tipo cerámico T4, es el tercero en frecuencia de material cerámico con un total de 301
fragmentos (9,55%). Presenta mayor densidad hacia el sur y un registro homogéneo a lo largo del
trazado. Para el tipo cerámico T3, se puede indicar que es el cuarto en frecuencia con el 2,03%.
Su distribución a lo largo del trazado se caracteriza por presentar un registro homogéneo a lo largo
del trazado del Gasoducto, siendo la parte central la de mayor concentración cerámica (INERCO,
2018: 72).
Por último, los tipos T5 y T6 presentan una distribución similar a lo largo del trazado, sin embargo,
el T5 presenta tres zonas con mayor densidad, destacándose el sector sur. Por otro lado, la
densidad del Tipo 6 se concentra en mayor medida al norte del gasoducto. Teniendo en cuenta los
resultados obtenidos, el estudio pudo inferir que se presentó una ocupación mixta del área, donde
se observan zonas extensas con concentraciones en determinados sectores (INERCO, 2018: 72).
2 OBJETIVOS
Identificar las unidades del paisaje presente en las tres infraestructuras a ser prospectadas.
Determinar el uso de los espacios y las unidades del paisaje según las evidencias
recuperadas
Elaborar las medidas de manejo arqueológico para cada una de las áreas que conforman el
presente proyecto.
3 METODOLOGÍA
Por lo tanto, esta fase deberá conducir a la localización de sitios arqueológicos o a su ausencia en
zonas determinadas, además de suministrar información relevante sobre los diversos aspectos de
los yacimientos arqueológicos presentes en el área a ser intervenida (ICANH, 2010). De acuerdo
con la información obtenida en el desarrollo de la prospección, se presentan las medias de manejo
arqueológico, siguiendo los lineamientos establecidos por el Instituto Colombiano de Antropología
e Historia (ICANH, 2010).
Por consiguiente, para el adecuado desarrollo del presente proyecto, se emplearon tres fases
como marco metodológico, con el fin de abordar de forma coherente y clara cada una de las áreas
a ser intervenidas por las obras. Por lo tanto, el desarrollo de este proyecto se dividió de la
siguiente forma: Fase Pre-Campo, Fase Campo y Fase Post Campo.
Investigación bibliográfica
Como parte de las actividades desarrolladas en la fase de pre-campo, se consultó la base de datos
del ICANH para identificar los informes de arqueología preventiva e investigaciones académicas,
realizados en la zona de influencia del proyecto, de ese listado se tomaron aquellos informes que
reportaron vestigios arqueológicos. De igual forma se emplearon publicaciones que permitieran
contextualizar la región y las diversas dinámicas desarrolladas en este extenso territorio.
Revisión cartográfica
Como anexo se presentan los planos con los resultados obtenidos en el marco de la presente
prospección arqueológica, en estos planos se muestra de forma clara cada uno de los sondeos
propuestos, su localización y el resultado obtenido (10.1 Anexo 1: Cartografía general)
Fase de campo
Prospección
La prospección en proyectos de arqueología preventiva es una etapa llevada a cabo en campo con
el fin de realizar una evaluación en terreno del impacto que producirá una obra específica sobre el
patrimonio arqueológico (ICANH, 2010). Por lo tanto, en la fase de campo, se contempló una
prospección sistemática que abarco todas las zonas y el terreno de influencia directa de cada una
de las áreas a ser intervenidas por el proyecto, con lo cual, se determinó la presencia de
evidencias arqueológicas en un sector de la línea de flujo y la ausencia de estas en el resto de las
áreas intervenidas.
Durante la apertura de los sondeos se identificaron las características del suelo, el paisaje
circúndate y su localización en el espacio. De igual forma, se llevó registro en fichas, fotográfico y
bases de datos de todos los sondeos realizados, así como de su ubicación geoespacial.
Dado que la presente solicitud de intervención arqueológica está enmarcada dentro de los
programas de arqueología preventiva, donde se presentan diversas intervenciones siguiendo el
diseño de las obras e infraestructuras planteadas, los muestreos se abordaron de forma diferencial
teniendo en cuenta el tipo de infraestructura y sus características, como se indica a continuación:
Prospecciones sistemáticas en área: Para los proyectos en área como la plataforma (Tabla 4-1),
se realizó un muestreo de alta intensidad siguiendo un patrón sistemático en grilla con pozos
equidistantes cada 20 metros (Figura 4 -7 y 10.1 Anexo 1: Cartografía general), con el fin de
garantizar la cobertura total de las 5.5 hectáreas que la conforman. Esta disposición de sondeos
cada 20 metros se propuso de acuerdo con el resultado que han obtenido investigaciones
realizadas en la región, donde a partir de este muestreo fue posible la localización de evidencias
arqueológicas (Martínez 2018; Huertas 2019a; Huertas 2019b).
Figura 4-8 Distribución de los sondeos en Zigzag, cada 20 metros. Prospección sistemática lineal.
Todas las prospecciones previstas en cada una de las 3 infraestructuras proyectadas fueron objeto
de reconocimientos sistemáticos de la superficie y el paisaje actual que conforma el terreno, dado
que con estos recorridos se buscó identificar áreas sensibles o modificaciones en el paisaje que
puedan dar cuenta de la presencia de vestigios arqueológicos, intervenciones antrópicas
modernas entre otros aspectos, y mediante estos análisis inferir el uso de los espacios en tiempos
remotos.
Para la elaboración del informe final se realizó el análisis de la información recopilada en campo
(fotografías, fichas de campo y evidencias arqueológicas). De igual forma, se realizó el lavado y
clasificación del material cerámico recuperado siguiendo modelos tipológicos establecidos para la
región.
Con el fin de dar alcance a los objetivos propuestos, a través de los cuales se pretende
caracterizar el área del proyecto y determinar el potencial arqueológico presente en el área
correspondiente a la plataforma, vía de acceso y línea de flujo; el equipo de trabajo realizo un
primer acercamiento a la zona de estudio mediante el análisis de la cartografía suministrada por
Tellus Ingeniería S.A. Mediante este análisis se definieron las características geomorfológicas de
la zona, las cuales permitieron identificar áreas con posibilidades de albergar evidencias
arqueológicas tal como se corroboro durante el desarrollo de la prospección arqueológica. De igual
forma, se identificaron intervenciones antrópicas modernas producto de las actividades
económicas propias del área del proyecto.
Una vez en el área del proyecto, se realizó el recorrido de la zona con el objetivo de identificar las
áreas donde se localizaban los sondeos, los cuales se distribuyeron en grilla cada 20 metros para
la plataforma y en Zigzag cada 20 metros para los proyectos lineales como la línea de flujo y la vía
de acceso. La disposición de los sondeos se generó mediante un sistema de información
geográfica (SIG). Con esta distribución se buscó brindar una mayor cobertura sobre el área a ser
intervenida y minimizar cualquier impacto sobre el patrimonio arqueológico presente en el lugar. En
total se realizaron 396 sondeos proyectados y 2 sondeos satélites (10.2 Anexo 2: Base de datos
resultado prospección arqueológica).
En este sentido para la zona de estudio se presentan dos unidades geomorfológicas distribuidas
de forma homogénea a lo largo de las tres infraestructuras caracterizadas. La primera unidad
geomorfológica observada se caracteriza por estar conformada por valles amplios con zonas que
generalmente permanecen inundadas, medianamente disectadas por las corrientes actuales.
Estos valles de forma cóncava presentan pendientes muy bajas de 0 a 2° y se encuentran
formados por material aluvial de baja energía al igual que por coluviones con materiales que se
han desprendido de las lomas (Valle aluvial Fval). Los terrenos que conforman estas unidades se
asocian a caños y arroyos tanto estacionales como permanentes, elemento que hace de estas
áreas sitios de importancia para el desarrollo de actividades ganaderas y agrícolas, especialmente
mediante la siembra de cultivos de arroz (Fotografía 5 -1).
Sobre esta unidad geomorfológica se localiza el 100% de la plataforma Piccolo-1 (Figura 5 -11), el
50% de la vía de acceso y el 30% de la línea de flujo. Cabe resaltar que, a pesar de no realizar
hallazgos arqueológicos durante la apertura de sondeos y el desarrollo de los recorridos por la
zona, las características imperantes en el paisaje hacen de estos sectores áreas adecuadas para
el desarrollo de dinámicas sociales, relacionadas con el asentamiento de unidades habitacionales
temporales o permanentes, así como el desarrollo de actividades enfocadas en la adquisición de
materias primas y alimentos. Dado que, por las características ambientales de estos lugares, se
presenta gran diversidad de flora y fauna aprovechable para los grupos humanos que interactúan
con estos espacios.
Esta unidad está presente en el 50% de la vía de acceso y en el 70% de la línea de flujo, se
caracteriza por un sistema colinado rodeado de escorrentías y caños de caudal reducido. Lo cual
hacen de este espacio, un lugar idóneo para el establecimiento de flora y fauna que posibilitan el
desarrollo de dinámicas sociales, generando de esta forma, la apropiación de estos espacios por
parte de grupos humanos tanto en el pasado como en la actualidad. En este sistema de colinas
con cima redondeadas se recuperó material cerámico en el sondeo 24 de la línea de flujo, siendo
un indicativo del uso de estos espacios por comunidades en el pasado. La elección de estos
lugares puede estar asociada a su ubicación estratégica, en cuanto al acceso a recursos
alimenticios, materias primas y al control del espacio.
En conclusión, la suma de los diversos elementos que conforman el paisaje donde se desarrollará
la construcción de la plataforma Piccolo-1 su línea de flujo y vía de acceso brinda un conjunto de
sectores con favorabilidad de contener material cultural producto de actividades o asentamientos
humanos temporales y permanentes en épocas prehispánicas, como se evidencio con el hallazgo
de 1 sondeo positivo. En este sentido, la literatura etnohistórica y arqueológica describe la
presencia en esta región de asentamientos localizados en cercanías a afluentes de agua
permanente, así como en la parte media y alta de las colinas dispersas por la zona, hecho que se
pudo evidenciar en el hallazgo de evidencias cerámicas en el sondeo 24 de la línea de flujo.
Para esta área se proyectaron un total de 144 sondeos a una distancia de 20 metros entre cada
uno (Tabla 5 1 y 10.2 Anexo 2: Base de datos resultado prospección arqueológica), con el objetivo
de cubrir sistemáticamente todas las unidades de paisaje presentes en el terreno y de esta forma
caracterizar las zonas donde se desarrollarán las obras de infraestructura correspondiente a la
construcción de la plataforma Piccolo-1.
De los 144 sondeos proyectados inicialmente, se realizó el 100% de las pruebas de pala (Figura 5
-14 y 10.3 Anexo 3: Registro fotográfico). Estos sondeos se localizaron principalmente sobre
terrenos planos correspondientes a valles aluviales empleados para el cultivo de arroz y
actividades ganaderas, elementos que facilitaron la apertura y análisis de los sondeos. En el
desarrollo de esta actividad no se recuperaron evidencias arqueológicas.
Figura 5-14 Resultados sondeos Plataforma Piccolo-1
Fotografía 5-3 Panorámica Plataforma Piccolo-1
En el análisis de los sondeos realizados se pudo determinar la presencia de una matriz de suelos
distribuida de forma homogénea a lo largo de las 5.5 hectáreas que conforman la plataforma
Piccolo-1, la cual se compone de dos unidades estratigráficas (Fotografía 5 -4 y Fotografía 5 -5).
La primera unidad estratigráfica se caracteriza por suelos arcillo limosos de compactación media,
sin presencia de rocas o concreciones y con humedad alta. De igual manera se observan raíces
finas que llegan hasta los 20 cm de profundidad y en algunos sectores se presentan
bioturbaciones producto de la actividad de insectos (hormigas y escarabajos). Esta unidad
presento colores entre café oscuro y café claro, y profundidades entre los 20 y 45 cm.
Por otro lado, la segunda unidad estratigráfica se caracteriza por la presencia de suelos arcillosos
de estructura laminar con baja humedad. No se observan bioturbaciones ni presencia de rocas o
concreciones. Tiene color gris oscuro, con profundidades comprendidas entre los 45 y 60 cm.
Las labores de campo desarrolladas en la vía de acceso de la plataforma Piccolo-1 cuya extensión
es de 1.075 kilómetros aproximadamente y un derecho de vía de 15 metros, se enfocaron en la
revisión total del área de influencia directa del proyecto, la apertura de sondeos y la revisión
sistemática de todas las áreas donde se evidencio la ausencia de la capa vegetal, producto de
procesos erosivos, adecuaciones antrópicas para el desarrollo de las actividades ganaderas,
trochas y caminos. Esta revisión, se realizó con el objetivo de obtener la mayor cantidad de
información sobre las características del área y verificar la presencia o ausencia de evidencias
arqueológicas en aquellas zonas donde no se han proyectado sondeos.
Para esta área se proyectaron un total de 47 sondeos en Zigzag a una distancia de 20 metros
entre cada uno (Tabla 5 -3 y 10.2 Anexo 2: Base de datos resultado prospección arqueológica),
con el objetivo de cubrir sistemáticamente todas las unidades de paisaje presentes en el terreno y
de esta forma caracterizar las zonas donde se desarrollarán las obras de infraestructura
correspondiente a la construcción de la vía de acceso.
866369,7 1458257,0
VAPC1 8 2 50 Sondeo Negativo Negativo - -
866379,7 1458274,8 50
VAPC2 0 8 Sondeo Negativo Negativo - -
866398,0 1458282,7 50
VAPC3 7 7 Sondeo Negativo Negativo - -
866408,6 1458299,7 50
VAPC4 3 6 Sondeo Negativo Negativo - -
866427,0 1458307,6 50
VAPC5 0 5 Sondeo Negativo Negativo - -
866436,2 1458325,4 50
VAPC6 3 0 Sondeo Negativo Negativo - -
866453,7 1458334,9 50
VAPC7 8 8 Sondeo Negativo Negativo - -
866465,1 1458351,4 50
VAPC8 4 4 Sondeo Negativo Negativo - -
866484,2 1458357,3 50
VAPC9 5 4 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC1 866496,7 1458372,9 50
0 9 2 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC1 866516,4 1458376,7 50
1 2 4 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC1 866535,3 1458383,2 50
2 3 6 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC1 866550,7 1458370,5 50
3 4 1 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC1 866570,5 1458368,0 50
4 9 7 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC1 866585,3 1458354,6 50
5 7 0 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC1 866605,2 1458352,0 50
6 0 1 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC1 866620,0 1458338,5 50
7 2 8 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC1 866640,0 1458338,8 50
8 2 2 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC1 866659,4 1458334,1 50
9 7 9 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC2 866677,9 1458341,7 50
0 9 4 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC2 866697,3 1458336,7 50
1 6 4 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC2 866716,1 1458343,5
2 5 8 30 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC2 866735,7 1458339,3
3 0 8 30 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC2 866753,7 1458347,9
4 6 8 50 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC2 866773,7 1458349,0
5 3 6 50 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC2 866785,5 1458365,1
6 8 7 40 Sondeo Negativo Negativo - -
VAPC2 866804,3 1458372,0
7 4 9 60 Sondeo Negativo Negativo - -
Tipo de muestreo RS Cantidad de material
Sondeo Coor_x Coor_y Profundidad Resultado Material
realizado asociado recuperado
Los 28 sondeos localizados sobre estos terrenos se realizaron en su totalidad, arrojando como
resultado la ausencia de evidencias arqueológicas. En el desarrollo de los análisis de cada uno de
los sondeos se pudo determinar la presencia de dos unidades estratigráficas (Fotografía 5
-8 ,Fotografía 5 -9 y 10.3 Anexo 3: Registro fotográfico), las cuales guardan relación con las
observadas en la zona de la plataforma Piccolo-1.
Fotografía 5-10 Panorámica de los lomeríos con pendientes suaves de la vía de acceso
Cabe resaltar que todos los sondeos proyectados sobre estas zonas fueron realizados y
analizadas sus unidades estratigráficas, a partir de lo cual se pudo determinar la ausencia de
evidencias arqueológicas. Sin embargo, en el desarrollo de esta actividad se pudo establecer la
presencia de dos unidades estratigráficas, cuyas características presenta variaciones significativas
con respecto a las observadas en las partes bajas de la vía de acceso y a las de la plataforma
Piccolo-1 (Fotografía 5 -11 y Fotografía 5 -12).
La primera unidad estratigráfica se caracteriza por suelos arenosos de alta compactación, baja
humedad y estructura granular. Se presentan bioturbaciones producto de hormigas y lombrices,
así como la presencia de raíces finas cuya profundidad alcanza los 15 cm. De igual manera, se
observan pequeñas rocas con tamaños entre los 3 y 5 cm. El color de esta unidad estratigráfica
varia entre café claro y amarillo.
La segundad unidad estratigráfica se compone de suelos areno arcillosos de baja humedad y alta
compactación con estructura granular. No se observan rastros de bioturbación ni presencia de
rocas o concreciones. Los colores observados varían entre naranja claro y amarillos.
Fotografía 5-13 Detalle de zona sin cobertura vegetal donde se realizaron revisiones de superficie en la vía de acceso
Las labores de campo desarrolladas a lo largo de los 4,4 kilómetros que componen la línea de flujo
se enfocaron en el desarrollo de sondeos distribuidos en Zigzag cada 20 metros a lo largo del
derecho de vía, a partir de los cuales se determinó la presencia de evidencias arqueológicas en
sectores específicos y la ausencia de las mismas en la mayoría del trazado. De igual forma, se
realizó la revisión sistemática de todas las unidades de paisaje y de aquellas zonas que presentan
ausencia de la capa vegetal por factores erosivos o por la presencia de trochas.
Cabe resaltar que, como parte de la metodología aprobada por el ICANH, se proyectaron un total
de 205 sondeos (Tabla 5 -4, Figura 5 -16 y 10.2 Anexo 2: Base de datos resultado prospección
arqueológica), a partir de los cuales se realizaron 2 sondeos satélites enfocados en delimitar la
zona de dispersión de las evidencias y generar áreas de interés arqueológico. Esta distribución se
realizó con el objetivo de cubrir sistemáticamente todas las unidades de paisaje presentes en el
terreno y de esta forma caracterizar las zonas donde se desarrollarán las obras de infraestructura
correspondiente a la construcción de la línea de flujo.
La segunda unidad estratigráfica se caracteriza por suelos arcilloso muy plásticos y de estructura
laminar. Tienen baja humedad y compactación media, no se observaron rocas, concreciones ni
bioturbaciones. Los colores presentes en esta unidad varían entre el gris oscuro y gris claro.
Fotografía 5-15 Detalle de los sondeos 12 y 194 localizados en valles aluviales en la línea de flujo
Fotografía 5-16 detalle de los sondeos 56 y 185 localizados en valles aluviales en la línea de flujo
Por otro lado, los 125 sondeos restantes correspondientes al 61%, se localizaron sobre paisajes
compuestos de lomas con pendientes suaves y alargadas, las cuales en la mayoría de los casos
terminan sobre valles aluviales. Estos terrenos al estar en áreas de mayor elevación presentan una
configuración diferente a las tierras bajas, ya que en su mayoría se componen de pastos bajos y
arboles dispersos, los cuales en la actualidad son empelados exclusivamente para actividades
ganaderas. De igual forma, en estos sectores de mayor elevación se observan procesos erosivos
insipientes producto de la perdida de capa vegetal y el transito constante del ganado.
Fotografía 5-18 Detalle de los sondeos 85 y 125 localizados en lomeríos de la línea de flujo
Por otro lado, cabe resaltar que en tan solo un sondeo se obtuvo el hallazgo de evidencias
arqueológicas a nivel de subsuelo. Este sondeo se localizó sobre la parte media de los lomeríos
que configuran el paisaje, donde se observan terrenos ondulados y pendientes suaves. La
localización de las evidencias arqueológicas recuperadas indicaría que los asentamientos están
ubicados de forma perpendicular a los arroyos Castañal y Pitalito, los cuales en temporadas de
lluvias presentan niveles de agua constante.
Teniendo en cuenta los resultados obtenidos durante la apertura de los sondeos, se pudo
determinar que las evidencias arqueológicas están diseminadas en áreas de suave pendiente y
poco onduladas. Esta disposición puede ser el resultado de un mejor aprovechamiento de estos
sitios en relación con el acceso a los recursos circundantes y al manejo estratégico de los espacios
y el paisaje, control del territorio y vías de acceso.
Según los resultados obtenidos durante la apertura de sondeos, análisis del paisaje y revisiones de
superficie, se pudo determinar la presencia de un punto de hallazgo, el cual presenta como
principal característica su ubicación en la parte media de los lomeríos paralelos a los caños
Castañal y Pitalito. Para esta área se establecerán las correspondientes medidas de manejo, para
prevenir y mitigar la posible alteración y destrucción de este punto de hallazgo identificado durante
las labores adelantadas en campo.
Punto de Hallazgo 1
Municipio Tramo
San Marcos Línea de flujo
Caracterización:
El punto de hallazgo 1, se localiza en la vereda San Pablito en el municipio de San Marcos. Este
sector tiene como principal característica la presencia de lomeríos con cimas redondeadas,
pendientes suaves y alargadas, compuestas de terrenos poco ondulados. Su localización lo
convierten en un sector con elementos de importancia para el asentamiento humano, ya que al
Norte y al Sur (a 300 metros aproximadamente) se localizan los arroyos Castañal y Piñalito,
elementos que sirven como divisoria de aguas entre los diversos sistemas de colinas y lomeríos
que se presentan en la región.
Cabe resaltar que este sistema colinado se localiza de este a oeste y corre perpendicular a los
cauces de agua de los arroyos mencionados anteriormente, elementos que generan un corredor
de movilidad entre extensas áreas de esta región. Estas características resaltan la importancia de
estos paisajes y sus diferentes espacios para el desarrollo de las diversas actividades humanas
tanto en el pasado como en la actualidad.
La cobertura vegetal que impera en la zona se compone de pastos bajos, empleados para el
sostenimiento de hatos de ganado enfocados en la cría. Se observan árboles dispersos por la
zona y la alteración de la superficie del suelo producto de procesos insipientes de erosión
resultado del pisoteo y tránsito de ganado.
Figura 5-17 Área del punto de hallazgo 1 y la distribución de los sondeos satélites (verde) y el sondeo 24 positivo (rojo).
Cabe señalar que la disposición de los sondeos satélites se realizó con el fin de no alterar los
contextos arqueológicos de la zona, los cuales deben ser recuperados con un mayor grado de
resolución en la fase de implementación del plan de manejo arqueológico. En el desarrollo de
estas labores se realizaron 2 sondeos satélites, los cuales no presentaron evidencias
arqueológicas (Tabla 5 -5 y Fotografía 5-20).
Teniendo en cuenta las características del terreno y la apertura de los sondeos, se pudo
determinar la presencia de una matriz de suelo homogénea y poco alterada a lo largo de todo este
sector. La estratigrafía observada se compone de dos unidades (Fotografía 5-21); la primera
presenta suelos arcillo limosos con colores que varían entre pardo y café oscuros de estructura
granular y compactación entre media y alta, se observa la presencia de lombrices y raíces finas y
medias. Un aspecto de importancia es la ausencia de rocas, concreciones y minerales. Esta
unidad se observó a hasta los 20-25 cm de profundidad. Cabe resaltar que las evidencias
arqueológicas reportadas se localizaron en este horizonte.
Las actividades de inventario comprendieron el registro inicial del material, diferenciado por tipo de
recolección: pozo de sondeo y nivel en el que fue recuperado. En primera instancia se realizaron
observaciones sobre el estado de conservación general de los vestigios arqueológicos, en este
sentido la muestra presenta un buen estado de preservación, hecho que puede estar relacionada
la baja intervención que ha tenido el predio donde fueron recuperados.
Posteriormente se realizó el lavado del total del material arqueológico, sin importar su tamaño o
estado de conservación. Esto con el objetivo de no alterar la muestra recuperada y tener un marco
de referencia adecuado del potencial arqueológico del área prospectada.
Tabla 5-6 Datos técnicos del tipo Las Palmas Alisado Sencillo
FICHA TECNICA
Tecnológico Pasta Color Crema ( 7.5 YR 6/4), naranja, núcleo gris oscuro.
Textura Compacta, suave, en ocasiones granulosa por perdida de
acabado.
FICHA TECNICA
En este sentido se establece que la zona presenta potencial arqueológico medio para las áreas
que están localizadas sobre lomeríos y colinas ya que estas zonas presentan las características
idóneas para el desarrollo de actividades agrícolas, captación de recursos y establecimiento de
viviendas. Por otro lado, para las zonas localizadas en valles aluviales se establece un potencial
arqueológico bajo, ya que estas zonas por su configuración presentan pocas probabilidades para
el hallazgo de evidencias arqueológicas. Esta zonificación se generó a partir de tres variables que
se muestran a continuación.
Teniendo en consideración las variables anteriores, se puede indicar que la zona presenta
potencial arqueológico medio y bajo.
6 DIVULGACIÓN
7 CONCLUSIONES
Este apartado del documento presenta los resultados obtenidos durante el desarrollo del programa
de arqueología preventiva para la construcción de la plataforma Piccolo-1 con una extensión de
5,5 ha, su vía de acceso con 1.075 kilómetros y la línea de flujo de 4,4 kilómetros. Con el fin de dar
respuesta a los objetivos propuestos, se realizó el reconocimiento de la totalidad de las áreas que
van a ser objeto de intervención por las obras civiles del proyecto, buscando prevenir y mitigar la
alteración o la destrucción de las posibles evidencias arqueológicas diseminadas por el área. En
consecuencia, el estudio se enfocó en determinar el aprovechamiento, usos y ocupación de las
unidades de paisaje presentes en el área por parte de grupos humanos en el pasado.
En este sentido, como unidad de muestreo se desarrolló una prospección sistemática en área para
la plataforma y una prospección en Zigzag para los proyectos lineales como la vía de acceso y la
línea de flujo con sondeos distribuidos cada 20 metros que abracaran la totalidad el derecho de vía
y su vez todas las unidades de paisaje presentes en el área de intervención. Esta estrategia de
muestro permito caracterizar y determinar el potencial arqueológico en la totalidad de las tres
áreas intervenidas, mediante el análisis de 396 sondeos proyectados y 2 sondeos satélites, de los
cuales 1 sondeo de la línea de flujo resulto positivo con un total de 3 fragmentos cerámicos.
Teniendo en cuenta los resultados obtenidos, podemos decir que la primera inferencia que permite
realizar la caracterización realizada para esta zona, en términos de una lectura inicial sobre
patrones, tendencias y usos del espacio en la ocupación humana de este territorio; es que los
depósitos arqueológicos identificados en la prospección se ubican fundamentalmente sobre la
cima de colinas y en posiciones intermedias, sobre terrenos cercanos a afluentes de agua
permanente y zonas bajas, cuya función principal pudo ser el acopio de materias primas y
adquisición de alimentos (Plazas & Falchetti, 1981: 10), estos terrenos por lo general presentan las
condiciones adecuadas para el asentamiento humano debido a la extensión que brinda las cimas
redondeadas y planas de las colinas, además de su cercanía con fuentes de agua permanente,
como este caso de los arroyos Piñaito y Castañal, los cuales corren perpendicularmente alas zona
de estudio.
La segunda inferencia que podemos rescatar de este trabajo es el uso reiterado de ciertas
unidades de paisaje para el asentamiento de los grupos humanos en la región, ya que en trabajos
realizados con anterioridad sobre esta zona se ha determinado la presencia de sitios de vivienda
en la parte alta e intermedia de las colinas y lomeríos (Plazas & Falchetti, 1981; Langebaek y
Dever 2000; Martínez, Santiago 2018). Resultados que concuerdan con los pocos hallazgos
obtenidos en el presente trabajo.
La última inferencia que se puede establecer es el uso diferenciado sobre determinados espacios y
lugares por parte de las poblaciones del pasado, espacios que por su ubicación y características
presentaban los elementos idóneos para su ocupación. En este sentido se puede indicar que el
potencial arqueológico de la zona está altamente circunscrito sobre aquellas zonas colinadas y con
lomeríos cercanas a afluentes de agua.
Por último, es importante anotar que la caracterización arqueológica y la implementación del plan
de manejo arqueológico (el cual enfatiza la necesidad de realizar un corte de 2x2 sobre el sondeo
24 correspondiente al punto de hallazgo 1 y el monitoreo de la totalidad de las áreas a ser
intervenidas) propuesto según lo establece la legislación, son para los sitios donde se realizaron
las actividades de prospección, en este caso la Plataforma Piccolo-1, la vía de acceso y la línea de
flujo.
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Bogotá.
2 ANEXOS
Con base en lo expuesto líneas arriba, se propone un Plan de Manejo Arqueológico (PMA) para el
área que será impactada como producto de las actividades de construcción de la plataforma
Piccolo-1 su vía de acceso y línea de flujo. El PMA propuesto radica en llevar a cabo en el
polígono del punto de hallazgo 1 la excavación de un corte de 2x2 metros y el monitoreo de la
totalidad de las áreas a ser intervenidas por el proyecto catalogadas como de medio y bajo
potencial arqueológico.
- ¿Qué es la arqueología?,
- ¿Qué es el patrimonio arqueológico?
- Legislación vigente
- Procedimiento en caso de hallazgo fortuito
- Naturaleza de las evidencias arqueológicas
- Importancia de la salvaguarda y recuperación del patrimonio.
- Evidencias arqueológicas recuperadas en la región.
Con este programa se busca, primero, que el personal conozca qué es el patrimonio arqueológico
de la nación y cuál es la normatividad legal vigente colombiana que garantiza su protección, en
aras de sensibilizar y concienciar a los participantes sobre el valor de este tipo de recursos
culturales y la importancia de su preservación. En este sentido, resulta importante hacer una
introducción sobre el pasado prehispánico de la región. Segundo, establecer el conjunto de
procedimientos a seguir en caso de que se presente un hallazgo fortuito de manera que se pueda
garantizar la protección de los bienes patrimoniales a lo largo del proyecto.
El Rescate Arqueológico alude a una intervención prediseñada sobre un sitio arqueológico con el
objetivo de recuperar información coherente y sistemática sobre unidades domésticas (viviendas,
fogones/cocinas procesamiento de alimentos) y/o áreas de actividad especiales (talleres
manufactura industria lítica, canteras, cementerios, etc.), de las comunidades que han ocupado
este territorio.
Como tal, estas actividades deberán ser acometidas con la debida anticipación a las fases de
exploración y/o construcción de obras, vías, caminos, campamentos, oficinas, etc., que impliquen
remoción de suelos. El cálculo del tiempo de anticipación deberá estar en acuerdo o derivado de
valorar la naturaleza de las áreas de potencial arqueológico (tamaño, profundidad de los depósitos,
cuando exista esta información, extensión de los depósitos, la técnica y tecnología para las
investigaciones que se utilizará), el tamaño del equipo de investigación y el cronograma de
intervención de las obras, siendo importante en este sentido decir que el equipo de trabajo
arqueológico deberá tener un tamaño acorde a las demandas de intervenciones simultáneas que
en esta materia se pretendan realizar.
De manera concreta, cada vez que en este Plan de Manejo Arqueológico se ha hecho alusión a
“Rescate Arqueológico”, se entenderá que esta será una actividad que tendrá los siguientes pasos
o etapas a ser elaboradas para el punto de hallazgo 1:
Tabla 10-8 Sondeo del punto de hallazgo 1 donde se debe realizar el corte de 2 x 2 m
Cantidad de
Sondeo Coor_x Coor_y Profundidad material
recuperado
2. Las excavaciones a ser desarrolladas se deben realizar de forma controlada sin exceder
niveles arbitrarios de 10 cm, esta medida se toma con el fin de obtener información detallada y
precisa de las evidencias, así como el registro de rasgos o modificaciones antrópicas en la matriz
de los suelos.
3. EL equipo encargado deberá elabora fichas de registro detalladas para el control de las
excavaciones, el registro de rasgos, huellas de poste y tumbas, las cuales deben incluir
información sobre los posibles individuos recuperados.
El área donde se deberán desarrollara las labores de monitoreo corresponde a la totalidad de las
5,5 hectáreas que corresponden a la plataforma Piccolo-1, a los 1.075 kilómetros con 15 metros de
derecho de vía de la vía de acceso y los 4,4 kilómetros con derecho de entre 10 y 20 metros. Con
este cubrimiento se podrá dar alcance a la totalidad de la zona con el fin de identificar nuevas
áreas arqueológicas.
Esta fase propone la designación de los arqueólogos monitores necesarios quienes orientarán las
diferentes actividades con una dedicación del 100 %. Estos monitores estarán inspeccionando y
retroalimentando al personal en cada uno de los frentes de trabajo o el número de máquinas que
lleven a cabo las actividades de remoción y excavación de suelos, los cuales se encargarán de
vigilar constantemente las labores que adelanten el personal de construcción, de acuerdo con el
cronograma de obra definitivo. En caso de que él número de máquinas o frentes de trabajo lo
requiera o la actividad así lo exija, se deberá incorporar más personal a esta tarea.
El arqueólogo encargado del monitoreo realizará un registro en una ficha diseñada para tal fin y un
registro fotográfico tanto al llegar como al salir de la zona, así como del avance de las remociones.
También deberá detener la maquinaria y realizar el cerramiento de la zona con cinta de peligro en
caso de que se presente un hallazgo arqueológico. Se debe tomar un punto de coordenadas de
referencia con GPS de los rasgos o material encontrado (piezas cerámicas completas,
acumulaciones de rocas, rasgos recubiertos de arcilla, etc.).
En caso de presentarse algún tipo de hallazgo arqueológico o que sea reportado por los
supervisores y operadores se deberá informar de inmediato al arqueólogo monitor quien procederá
a realizar el rescate siguiendo la metodología aprobada por el ICANH.
Por otra parte, con el fin de tener un mejor control de las intervenciones y la posible dispersión de
las evidencias, se propone sectorizar las zonas que serán intervenidas. Esta sectorización dará al
arqueólogo una información más precisa sobre los hallazgos que se puedan evidenciar dentro del
área o en su defecto de cotejar los tipos de suelo que se evidencian en esta zona, al igual que
determinar la presencia de rasgos y la dispersión de estos, con el fin de establecer los cortes a ser
realizados. Se recalca que el registro que se realizará durante las labores de monitoreo es
totalmente diferente del procedimiento en caso de hallazgo fortuito.
Consecuentemente, como parte de las labores de monitoreo se propone seguir la siguiente
estrategia:
• El monitoreo de las intervenciones por las actividades de obra civil se llevará a cabo de
acuerdo con el cronograma de obra definido. Lo anterior supone que no todas las zonas serán
intervenidas de manera simultánea.
• Antes del inicio de los trabajos de remoción de suelos se tomará un registro fotográfico de
cada unidad o área de monitoreo y, en la ficha correspondiente, se ingresará información sobre
sus características físicas y ambientales. Cada monitor realizará el seguimiento cercano a la
remoción del suelo, o el subsuelo en búsqueda de rasgos o materiales expuestos por las
actividades de obra civil. Registrará la actividad mediante fotografía y en los formatos diseñados
para tal fin. Terminada la remoción en cada área, se inspeccionará la superficie del suelo
verificando la ocurrencia de elementos materiales y otras evidencias arqueológicas.
Adicionalmente, examinará con palustre la tierra removida para comprobar la presencia o ausencia
de material arqueológico. Los resultados de esta última actividad también serán registrados en la
ficha.
Se considera fortuito todo vestigio que no fue evidenciado durante las actividades prospección,
rescate y monitoreo, en los lugares donde fue desarrollado el proyecto. De acuerdo con el
“régimen legal y lineamientos técnicos de los programas de arqueología preventiva en Colombia”,
se deberá suspender todas las obras que de una u otra forma generen riesgo de destrucción de
los contextos arqueológicos reportados en esta fase, con el fin de poder realizar una evaluación y
caracterización del tipo de hallazgo reportado, y si estos obedecen a vestigios aislados o
agrupados. Teniendo presente lo anterior, se adelantará las labores de rescate en aquellas áreas
que, de acuerdo con la distribución y concentración de evidencias materiales identificadas,
indiquen la presencia de un sitio arqueológico, lo que requerirá la implementación de las acciones
necesarias para el salvamento de las evidencias reportadas.
En caso de hallar materiales arqueológicos tales como vasijas o fragmento de ella, huesos
animales o humanos, figurinas, utensilios de madera o metálicos, o cualquier otro elemento
arqueológico se deberá seguir los siguientes pasos:
1. Garantice la suspensión de las actividades de remoción o excavación que se estén
realizando.
5. El supervisor deberá informar al arqueólogo que acompaña las obras para que éste
verifique la importancia del hallazgo y tome las medidas pertinentes. En caso de no localizar al
arqueólogo encardado se deberá dar aviso de forma inmediata al Instituto Colombiano de
Antropología e Historia- ICANH.
6. No reanude las obras hasta que se hayan tomado las medidas necesarias para el
salvamento de las evidencias encontradas.
7. Las medidas necesarias para el salvamento de las evidencias encontradas, deben ser
autorizadas por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia –ICANH.