Mito Tifón
Mito Tifón
Mito Tifón
Resumen: Una revisión del mito de Tifón en sus diversas apariciones en la literatura grie-
ga, desde la Ilíada y Hesíodo hasta Nonno, permite ver hasta qué punto mantiene en
ellas la conexión con su sentido originario, avalado por los paralelismos existentes en
las literaturas del antiguo Oriente Próximo: el de un acto cosmogónico fundamental,
a juicio de algunos, en forma de combate entre el dios instaurador del orden defini-
tivo del mundo contra el monstruo que representa el caos. En Píndaro (Pítica I) el
recuerdo de la victoria de Zeus sobre el monstruo Tifón (durante la erupción del
volcán siciliano) sirve para exaltar, más que su éxito en los juegos, la labor de Hierón
como fundador de un nuevo orden, la ciudad de Etna, en un momento de esplendor
por su hegemonía política y estratégica.
Keywords: Typhon – Cosmogony - Near East – Greece – Pindar – Founding of the City.
El combate librado entre el dios instaurador del orden definitivo del mun-
do contra el monstruo que representa el caos, o el orden precario preexisten-
te, aparece como un tema constante en diversos poemas de la Creación per-
tenecientes a distintas culturas. Es más que probable, a pesar de las diferencias
de carácter funcional, la existencia de una relación de significado, e incluso de
filiación, entre los enfrentamientos de Marduk y Tiamat, en la mitología
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Alfonso Silván Rodríguez El mito de Tifón y su recepción en Píndaro
1
Varias son las grafías bajo las que aparece el rival de Zeus en la literatura helé-
nica: Tufweuv", Tufavwn, Tufwv", Tufw÷n. Cuando nos refiramos específicamente
al episodio hesiódico del combate emplearemos las formas Tifeo y tifeomaquia; en
el resto de las ocasiones generalizaremos con las formas Tifón y tifonomaquia.
2
Uno de los trabajos de conjunto que aspiran a ser más completos hasta el
momento de su redacción sobre las diferentes posiciones en torno a la cuestión de
la autenticidad y pertinencia del pasaje de la tifeomaquia en Hesíodo es el de Susan
Said «Les combats de Zeus et le problème des interpolations dans la Théogonie
d’Hésiode» REG 90 (1977), 183-210. Una aportación más reciente que intenta
ofrecer una solución al debate entre unitarios y analistas, así como sobre el pro-
blema de los orígenes del mito, es el de A. Ballabriga «Le dernier adversaire de
Zeus. Le mythe de Typhon dans l’épopée grecque archaïque» RHR 207 (1990),
3-30. Es de gran interés un artículo posterior de F. Blaise «L’Épisode de Typhée
dans la Théogonie d’Hésiode (v. 820-885): la stabilisation du monde», REG 105
(1992), 349-370; y, también de la misma autora en su polémica con E. Pellizer,
«Individualité d’un sens ou individu historique?», en Le métier du mite. Lectures
d’Hésiode . Cahiers de Philologie, vol. 16, Lille, 1996. Es aún de consulta imprescindi-
ble el comentario de M. West en Hesiod Theogony, Oxford, 1966, pp. 379-383, con
bibliografía. Para los orígenes orientales existe una amplia bibliografía desde que
W. Porzig iniciase un estudio comparativo sistemático en «Illuyankas and Tyfoeus»
KlF I (1930), 379-86; como referencia citaremos F. Vian, «Le mythe de Typhée et
le probléme de ses origines orientales» en Éléments Orientaux dans la religion grecque
ancienne ( Colloque de Strasbourg, 1958), Paris, 1960, pp. 17-37 (vs. comentario de
A. Ballabriga. op. cit. p. 7); C. Penglase, Greek Myths and Mesopotamia. Parallels and
Influence in the Homeric Hymns and Hesiod, London, 1994, pp. 189-196, y M. West, The
East Face of Helicon, Oxford, 1997, pp. 300-304. Véase además infra nota 5.
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Vol. 12, 2002, 145-161.
Alfonso Silván Rodríguez El mito de Tifón y su recepción en Píndaro
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No podemos detenernos en apariciones demasiado fragmentarias, como ocu-
rre en el caso de Epiménides, conservada en Filodemo (Piet. 61b 1) , en la que
Tifón ocupa el palacio de Zeus mientras éste está dormido: el dios lo abatirá con
el rayo, según la reconstrucción de Diels (fr. 3 B7 DK). Tampoco podemos ocu-
parnos de la afinidad que este mito posee con el de la lucha entre Kronos y
Ofioneo de la teogonía de Ferecides de Siro, según la expone Celso, citado por
Orígenes (Cels. VI, 42; B4 DK), pues ello exige en sí mismo una atención especial;
ni tampoco de la curiosa referencia en la Historia fenicia de Sanchuniathon, traduci-
da al griego, entre los siglos I y II d. C., por Filón de Biblos ( Euseb. Praep. Ev. 1.10.
26; FgrHist 790 F1-7), donde Tifón aparece como contemporáneo de los hijos de
Kronos, para no volver a mencionársele después. Para todo ello remitimos a los
prolegomena y al comentario de M. West a la Teogonía de Hesíodo (op. cit. especial-
mente pp. 18-31 y 379 ss.), y, para lo último, también a J. Puhvel Comparative
Mythology, Baltimore, 1987, p. 30, quien no se explica la razón de las «anticlimactic
positions» de Baal y de Tifón, ambos vástagos de El-Kronos en este mito fenicio
de la sucesión (se dice que Sanchuniathon vivió «antes de la guerra de Troya»). En
R. B. Martínez Nieto, La aurora del pensamiento griego, Madrid, 2000, p. 119 ss., se
encuentra el fragmento de Epiménides con la reconstrucción de Diels, quien suplió
la primera parte del fragmento con los versos 351ss. del Prometeo de Esquilo, y la
versión revisada que incluye A. Bernabé en Orphicorum Fragmenta (lecturas de M. L.
West y D. Obbink), en donde no aparece el motivo del rayo. También en este valio-
so libro se nos ofrece un estudio muy interesante de la cosmogonía de Ferecides,
con los comentarios y bibliografía pertinentes sobre la relación entre Ofioneo y
Tifón (pp. 103-107). Para la relación entre Ferecides y Filón: H. S. Schibli,
Pherekydes of Syros, Oxford, 1990. Filón se refiere al Ofioneo de Ferecides durante
su discusión acerca de la naturaleza divina de las serpientes entre los fenicios y los
egipcios, y afirma que Ferecides se inspiró en los fenicios para su teología ( p. 81
ss.), aunque, según Schibli, como modelo de Ofión no necesitó más que la historia
de Tifón que encontró en Hesíodo y su propia imaginación (p. 83 ss.). Celso, por
su parte, compara el Tifón egipcio (vs. infra, n. 16) con el Ofioneo de Ferecides
(Orig. Cels, VI, 42; B4 DK). Filón pensaba que los griegos se habían apropiado de
los mitos del antiguo Oriente Próximo y después los habían embellecido creativa-
mente (p. 81 n. 3).
4
J. Fontenrose, Python, Berkeley, 1959, p. 76. En este libro, cuyo valor para el
análisis de los mitos de combate en diversas culturas sería difícil de exagerar, se tie-
nen en cuenta las variantes citadas del mito de Tifón (p. 70 ss., con bibliografía).
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«Al igual que los autores de la épica de la creación, Hesíodo y sus autoridades
han eliminado la inhabilitación o muerte del dios como impropias del rey supre-
mo de los inmortales», F. M.Cornford, Principium Sapientiae. The Origins of Greek
Philosophical Thought, Cambridge, 1952 (trad. esp., Madrid, 1987, p. 264). Véase
también el capítulo «El himno a Marduk y el himno a Zeus», ibid., p. 286 ss. La
tesis de Cornford sobre el poema babilónico de la Creación como modelo del
hesiódico la recoge J. P. Vernant en Mythe et pensée chez les grecques, Paris, 1965 (trad,
esp., Barcelona, 1973, p. 337 ss.) . El carácter hímnico de la Teogonía queda realza-
do en Walcot, Hesiod and the Near Est, Cardiff, 1966, donde se afirma que «el poe-
ma de Hesíodo no es exactamente la historia de los comienzos del universo y la
historia de los dioses: es más bien un clamoroso himno de alabanza en honor de
Zeus .... Aquí nos ayuda una vez más el Próximo Oriente, pues la intención prin-
cipal de Enuma Elish es celebrar la gloria del joven Marduk» (p. 32). A continua-
ción se cita el ensayo de Cornford escrito en 1941 y publicado en 1950, en don-
de por primera vez se comparaba a Zeus con Marduk y se defendía la retención
del pasaje de la Tifeomaquia en la Teogonía de Hesíodo, frente a la atetización del
mismo defendida por Mazon, como un correlato de la hazaña, fundamental en el
proceso cosmogónico, del dios babilonio al acabar con el monstruo Tiamat, aun-
que en el caso griego se desvinculaba ya del ritual que originó el mito babilonio
(hay también alusiones al combate entre Jahvé y Leviatán). Se trata de «A Ritual
Basis for Hesiod’s Theogony», incluido en The Unwritten Philosophy, Cambridge,
1950 (hay traducción en castellano, La filosofía no escrita , Barcelona, 1974). El pro-
fesor Walcott, que considera discutible la tesis de Cornford sobre la vinculación
del mito al ritual, tiene en cuenta, en el libro citado, prácticamente todas la varian-
tes del mito de Tifón para su cotejo con el material hitita, en donde vemos que
Teshub es momentáneamente vencido por Ullikummi, pero se muestra más
escéptico en lo que se refiere a su relación con el caso del mito griego que la que
atribuirá al material babilónico (p. 9-16). De todos modos parece generalmente
admitido el papel mediador, cuando menos, del material hitita en la transmisión
del mito a la literatura helénica. Para las vías de transmisión y condiciones de la
misma las referencias sin duda más amplias y documentadas se encuentran en M.
West, op. cit. (1997). En lo que se refiere a dicho material , un análisis comparati-
vo de particular interés es el de A. Bernabé: «Generaciones de dioses y sucesión
6
La versión del Himno a Apolo en la que Tifón es hijo de Hera, sin padre, es atri-
buida a Estesícoro en Etym. Magn. 772, 49 (= Stesich. fr. 239 Page). Afirma J.
Fontenrose: «Hemos encontrado que el mito de Apolo-Tifón y el de Zeus-Tifón
son dos expresiones de un único mito precedente, a su vez miembro de una fami-
lia de mitos extendida ampliamente por Europa y Asia», op. cit. p. 465. Para la cone-
xión con la tradición indoeuropea de los mitos de combate: C. Watkins, op. cit.
7
Hesíodo dice ejn !Arivmoisin (Teog. 304, vs. West, op. cit. p. 250 ss.), como tam-
bién Píndaro en fr. 93 (Snell), palabra que presumiblemente se refiere a los arame-
os que habitaban en Siria, de la que era una parte Cilicia, como puede verse en
Estrabón, XIII.4.6., donde también se cita textualmente el verso de la llíada y la
Pítica I de Píndaro. Otras referencias en este mismo autor se encuentran en
XXII.8.19., donde se le aplica a la región el adjetivo katakekaumevnhn, lo que pue-
de aludir a un origen volcánico, y en XVI 2.7., en que se nos informa de la tradi-
ción según la cual el río Orontes se llamó antes Tifón, el nombre de quien excavó
su lecho y abrió sus fuentes en su intento de refugiarse bajo tierra tras ser abatido
por el rayo de Zeus.
8
Nicandro, apud Antonino Liberal, Metamorphoseis XXVIII.
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9
Op. cit. p. 74.
10
Para la posible relación del tema específico del encantamiento del monstruo
por medio de la música con el material de procedencia anatolia, concretamente con
el mito de Ullikummi, véase F. Vian, Nonnos de Panopolis. Les Dionisiaques 1, Paris,
1976, pp. 27-28. A. Bernabé, op. cit. infra, nota 16, p. 7, añade el mito, también
hurrohitita, de Hedammu; vs. tb. op. cit. (1979), pp. 157-159.
11
Píndaro llegó a Sicilia en el 476, iniciándose allí la etapa más brillante de su
producción, y Esquilo debió de estar en la fundación de la ciudad de Etna por
Hierón de Siracusa en 476/5.
12
P. Mazon, Hésiode, París, 1928, p. 62, n. 2, p. 134, n. 2; I. R. Farnell, Pindar. A
Commentary, Amsterdam, 1965, p. 108; M. West, op. cit., 1966, p. 393.
13
Vid. West, ibid. M. Papathomopoulos, Antoninus Liberalis. Les Metamorphoses,
Paris, 1968, afirma: «La localisation de la ‘prison’ de Typhon ( legende anatolienne)
dans la Grande Grèce semble étre un remaniement relativement récente dû aux
Grecs de l’Ouest et a leur tendence d’‘occidentaliser’ les mythes de la Grèce pro-
pre ou de I’Orient. D’aprés certains auteurs anciens ... c’est Encélade ou méme
Briarée qui seraient enfouis sous l’Etna» (p. 134, n. 21).
dada ciudad de Etna por el tirano de Siracusa. Pero ese año sin duda se encon-
traba también Esquilo en esa ciudad, donde representó por segunda vez los
Persas y su drama festivo Etna (o las Etneas, que no ha llegado hasta nosotros
y de la que no sabemos si contenía alguna referencia al mito), y pudo con-
templar el espectáculo del volcán en un período de actividad que debió de
durar varios años, lo que explicaría la fluctuación de fechas que han llegado
de la Antigüedad. Como las noticias sobre las fechas de la estancia o estancias
de Esquilo en Sicilia tampoco están claras del todo (debió de estar en la fun-
dación de la ciudad de Etna, que tuvo lugar pocos años antes, en 476/5, es
decir, con el volcán en plena actividad) no es fácil pronunciarse sobre si uno
de los dos imitó al otro tanto en la traslación del episodio del mito como en
la descripción de la erupción. No vemos claras las razones que llevan a Paul
Mazon a afirmar contundentemente que «si existe la imitación, el imitador es
sin duda Esquilo», y parece más aceptable como hipótesis la que formula a
continuación, «es más probable, no obstante, que los dos poetas se apliquen
por igual a rivalizar con respecto a un mismo modelo épico14. De todos
14
P. Mazon, Eschyle, tome 1, París, 1921, p.173, n. 4. Para lo que precede, v. ibid.
p. IV, n. 1. Por su parte, Aimé Puech se inclina a pensar que el pasaje de Esquilo reve-
la la influencia de Píndaro, pero que no se puede excluir, como apunta Mazon, la
hipótesis de un modelo común (v. Pindare, Pythiques, París, 1922, p. 22, n. 2). En lo
que concierne a la comparación entre los pasajes de ambos autores y sus posibles
fuentes pueden asimismo consultarse: Von Mess, «Der Typhonmythus bei Pindar
und Aeschylus», Rhein. Mus. LVI (1901), 167-174; H. Usener, «Eine Hesiodische
Dichtung», Rhein. Mus. LVI (1901), 174-186; F. Solmsen, Hesiod and Aeschylus, N.Y.
1949; J. H. Finley, Pindar and Aeschylus, Cambridge, Mass., 1955; C. M. Bowra, Pindar,
Oxford, 1964. M. Griffit, Aeschylus. Prometheus Bound, Cambridge, 1983; A. Ardizzoni,
«Tifone e I’eruzione dell’ Etna in Eschilo e in Pindaro. Rifiessioni sulla priorità»,
Giornale Italiano di Filologia XXX (1978), 233-44, quien defiende el sentido inverso de
la influencia. En M.R. Lefkowitz, The Victory Ode, N. Jersey, 1976, encontramos: «per-
haps Pindar and Aeschylus were drawing on (or inventig) a Sicilian version of the
myth. Both poets were brought to Sicily by Hieron in 476. Aeschylus’ play Aetnaean
Women, celebrated the founding of the city Aetna, possibly as the third play of a tri-
logy beginning with Prometheus Bound and Prometheus Loosed; see Hugh Lloyd-Jones,
The Justice of Zeus (Berkeley, 1971 pp. 100-103). In that case Pindar’s account of
Typhos in Pythian I (470) would be deliberately intended to recall Prometheus’ des-
cription of the drama of Typhon’s cruel suppression of Zeus» (p. 158, n.5). Watkins,
op. cit., pp. 455-459, destaca los paralelismos en la expresión del mito de Tifón que
existen en la formulación del mismo tal como se presenta en Píndaro y en Esquilo,
y la persistencia en el poeta tebano del motivo anatolio de la atadura (desmov", dev-
detai) de la serpiente. Para entender el sentido de las ataduras: M. Detienne y J. P.
Vernant, Les ruses de l’intelligence. La mètis des Grecs, Paris, 1974, pp. 90 ss.
15
El año 470, cuando Píndaro recibió en encargo de componer la oda, marca el
apogeo del reinado de Hierón, soberano de Siracusa e hijo, como Gelón, de
Dinómenes, el mismo nombre que llevará el nieto, futuro regidor de la ciudad de
Etna por voluntad del padre y fundador Hierón. Las dos victorias que habían
afianzado el poder de los dinoménidas en Sicilia fueron la de Hímera frente a los
cartagineses, conseguida por Gelón en 480 con la ayuda de sus hermanos, y la de
Cumas en 474 frente a los etruscos, donde la flota de Hierón fue decisiva para des-
hacer el poderío naval del enemigo. La paz con Agrigento tras la victoria sobre
Trasídeo dejaba la hegemonía de la zona en manos del soberano de Siracusa. Como
dice A. Puech: «Ninguna ocasión le podía ser más favorable al poeta para celebrar
a Hierón y hacerle escuchar nobles y discretos consejos, haciéndole el retrato de un
soberano ideal» (op. cit., p. 21). En esta Pítica I se reclama igual honor para las vic-
torias de los griegos en Occidente que para las habidas contra los medos en
Salamina y en Platea (75 ss.).
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Una identificación que debía ser ya familiar a los griegos a comienzos del siglo
V, como lo atestigua el coro de las Suplicantes (560), la tragedia probablemente más
antigua que se conserva de Esquilo: ejpevrcetai Tufw÷ mevno" u{dwr te Neivlou nov-
soi" aqikton.
# Para la identificación de Tifón con Set y la de otros dioses griegos
con egipcios, ver Herodoto 2.144.2 (citando a Hecateo), 2.156.4 y 3.5.3. La asimi-
lación de Tifón a Set explica la localización de Tifón bajo el lago Serbónide que
aparece en Herodoto, III, 5, y en Apolonio de Rodas (Arg. 2.1215). Este lago se
hallaba en la frontera de Egipto, junto a una de las dos alturas que debieron de lle-
var el nombre de monte Casio, una al norte (la que cita Apolodoro) y otra al sur de
lo que los griegos llamaban Siria, cerca del lago que alojara en realidad a Set. Ello
tal vez favoreció la asimilación (v. Fontenrose, op. cit., p.133). Para J. G. Griffiths, en
«The fligths of the gods before Typhon: an unrecognized myth», Hermes, LXXX-
VIII (1960), 374-76, se trata de un motivo etiológico superpuesto sobre un tema
anterior: «the Greek tradition has taken over this myth of conflict, and that the
story of the fligth of the gods to Egypt is a modified variant of the Horus-Set
myth». Por otra parte, Celso identificará el Tifón egipcio con el Ofioneo de
Ferecides (vs. supra, n. 3).
17
El mencionado episodio, procedente de un prosodio, está recogido en un
fragmento, y es el siguiente: pavnta" tou;" qeou;" [...], o{te uJpo; Tufw÷no" ejdiwvn-
konto, oujk ajnqrwvpoi" oJmoiwqevnta", ajlla; toi÷" a[lloi" zwv/oi": ejrasqevnta de;
Pasifavh" Diva genevsqai <nu÷n> me;n tau÷ron, nu÷jn de; ajetovn kai; kuvknon (fr. 91,
Snell). Lo transmite Porfirio, en forma de comentario, en De abstinencia, III, 16 (e
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Alfonso Silván Rodríguez El mito de Tifón y su recepción en Píndaro
que causa entre los dioses Tifón cuando se dirige al cielo, sino que le planta
cara en solitario hasta que es reducido por Tifón en el monte Casio. Otro tan-
to ocurre en Nicandro, pero tampoco se transforma Atenea, que permanece
junto a Zeus. Un valor distinto tiene la transformación en toro de Zeus que
aparece en Nonno, quien parece hacerse eco de una antigua leyenda de carác-
ter etiológico para justificar el nombre de la cordillera del Tauro18. Podría
entonces entenderse que en las variantes en las que queda suprimido el epi-
sodio de la derrota momentánea del dios, el episodio de un Zeus transforma-
do en animal podría ser el sustituto de aquél19.
Theophrasto) según vemos en Snell. Pero en Farnell, op. cit., p. 109, tenemos: «in
one of his lost poems he may have dealt more fully with the story of the combat,
e. g. Fr. 92, 93, and according to Porphyry he attaches to it the extraordinary moti-
ve that the gods fled in fear from Typhos and transformed themselves into animals
to escape, but vide H. J. Rose, Class. Quart. April 1930, who shows good reason for
distrusting Porphyry’s authority in this matter». Los argumentos aducidos por Rose
se basan en la endeblez de la última cláusula, que no se resuelve con la inclusión
por parte de algunos editores (Bergk) de nu÷n ante me;n, para evitar que se entienda
que Zeus se convirtió sucesivamente en toro, águila y cisne para seducir a Pasífae,
una mezcla llamativa de otros episodios amorosos de Zeus, aparte de confundir a
la esposa de Minos con su madre, Europa. Rose supone que la autoría es del pro-
pio Porfirio, ya que en Píndaro los dioses están idealizados como grands seigneurs
(pp. 107-108). El argumento es básicamente el mismo que esgrime Farnell en el
«Excursus on Pindar Religion» que incluye al final de su propio libro, donde vemos
una afirmación que estaría en la base de la actitud que favoreció la aparición de la
versión mutilada de que habla Fontenrose: «but it is doutful if Pindar could have
so far degraded his ideal of divine dignity as to admit the Egyptian story of the
gods disguising themselves in the forms of animals through terror of Tuphos» (p.
446). Para la controversia sobre la autoría del fragmento puede consultarse el ar-
tículo de J. G. Griffits citado en la nota anterior.
18
A. Bernabé, en «Un mito etiológico anatolio sobre el Tauro (CTH 16) en
Nonno (Dion. 1.408 s.)», AO 6 (1988), 5-10, cree haber encontrado la fuente últi-
ma de Nonno en una leyenda etiológica del paso de los hititas por el Tauro, en la
que aparece la metamorfosis de un dios en toro, cuya figura viene inspirada por la
configuración de la cordillera. El dios transfigurado abre con sus cuernos un paso
a través del macizo montañoso de modo que los hititas pueden alcanzar el mar
durante la expedición de Hattusili I (según H. Otten), pero también cabe relacio-
nar el contenido del texto hitita con un extendido tema mítico anatolio en el que
un antagonista monstruoso desafía a un dios (generalmente el dios de la tempes-
tad) con la intención de que éste pierda la primacía. Un dios se metamorfosea en
toro y vence al curioso antagonista que ata o sujeta los elementos naturales para
impedir, bien el paso, bien el fluir de los ríos o del mar.
19
Esto es lo que afirma Fontenrose: «Yet, it seems, both Zeus defeat and the
tricking of Typhon were absorbed into this episode» (op. cit., p.75).
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En lo que se refiere a la relación entre métrica y contenido en Píndaro, es
esclarecedora la aportación de L. M. Macía, Adecuación de metro y sentido de la oda
pindárica, especialmente en las Olímpicas, Tesis Doctoral leída en la Universidad
Complutense de Madrid el año académico 1974-75. El autor ofrece un análisis de
la primera tríada de la Pítica I, donde encontramos, refiriéndose al epodo: «frente
al contenido alegre o la referencia a objetos de la naturaleza, que aparece en los ele-
mentos dactílicos, los grupos epitríticos introducen nociones pesimistas o de
carácter negativo» (p. 501), y se destacan casos para lo segundo como ajtuvzontai
boavn (13), o}" t! ejn aijna÷/ Tartavrw/ kei÷tai, qewvn polevmio" (15), Sikeliva t! auj-
tou÷ pievzei stevrna lacnaventa (19).
21
Una melodía para una parte de la estrofa primera (hasta sbennuvei") fue
encontrada en un manuscrito que se hallaba en el convento de S. Salvador, en la
ciudad de Mesina, y publicada por A. Kircher, Musurgia Universalis, Roma, 1650.
Gevaert estudia las anotaciones y reproduce la melodía en su Histoire de la musique
grecque, tomo II, p. 629. Pero la autenticidad de las anotaciones ha sido frecuente-
mente puesta en duda (vs. A. Puech, op. cit. p. 25). En lo que se refiere al papel pro-
tagonista de la música en el combate contra Tifón puede verse F. Brillante, «La
musica e il canto nella Pitica I di Pindaro», QUCC, n. s. XLI (LXX) 1992, 7-21, don-
de leemos: «come si é osservato a proposito di Sparta, l’azione delle Muse nel pro-
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«Il sovrano siracusano é caratterizato nell’ode come fondatore di un nuovo
ordine (a Etna), come liberatore e civilizzatore che impone la pace in Grecia e sa
domare con la forza, al pare de Zeus con Tifone, i nemici che ne minacciano le
fondamenta. Al paradigma negativo rappresentato nel piano del mito da Tifone e
in quello della storia da Cartaginesi ed Etruschi si contrappone dunque il paradig-
ma positivo di Ierone, que incarna in terra il ruolo e la funzione di Zeus
nell’Olimpo: la sua vittoria assume una dimensione cosmogonica», B. Gentile, Le
Pitiche, Verona, 1995, p. 18 (el comentario de la Pítica I es de Ettore Cingano, así
como la introducción y la bibliografía específica, de gran ayuda para profundizar
en el estudio de la oda). Añádase que se consideraba que los etruscos procedían de
Oriente, lo mismo que ocurría con Tifón.
24
Op. cit., p. 357 ss.
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