Tesis Memoria-Tejido.
Tesis Memoria-Tejido.
Tesis Memoria-Tejido.
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El tejido: el papel de las prácticas artísticas en la construcción de memoria histórica. El
caso de las víctimas de Sonsón.”
Estudio de caso
2
A mis padres que me han dado todo lo que tengo, y han sido mi apoyo constante, a mi
abuela que siempre ha confiado en mis capacidades y es mi inspiración; mi hermana, mi
cuñado por estar siempre ahí y a mi Luli por ser mi alegría y la razón para ser su ejemplo.
A mí directora de grado Ángela Santamaría por haberme apoyado en este proceso y
confiar en lo valioso de este tema. Cada una de estas personas permitió que poco a poco
fuera hilando este proyecto de grado, que se constituye en uno de los retazos de mi colcha
de vida.
3
AGRADECIMIENTOS
A las mujeres del costurero por la memoria de Sonsón especialmente a Luz Dary Osorio e
Isabel Gonzales, por dar vida a proyecto, sus historias y tejidos sirvieron de inspiración, y
permitir conocer más de este proyecto. A Sandra Arenas y Roberta Bacic por compartirme
sus conocimientos; y a cada una de las personas que en el país luchan por cultivar la memoria
histórica, aquellas que sirven de inspiración a muchas otras, que muestran la otra cara de la
violencia, personas que muestran lo bonito de la gente que habita en Colombia.
A mis Amigos(as) que múltiples ocasiones me han apoyado, y alentado en este proceso.
(Silvia Villamizar, Keilly Rodríguez, Lwiding Pérez, Daniela Osorio, Carolina Beltrán, mi
equipo y mis negras).
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RESUMEN
La presente investigación tiene como objetivo principal analizar el papel de las prácticas
artísticas, específicamente el tejido en la construcción de memoria histórica de las víctimas
de Sonsón. Para así evidenciar como a través de dichas prácticas se consolidaron espacios
en donde se propició el diálogo por parte de las víctimas, y la creación o elaboración de
diversos objetos como: muñecas de trapo, colchas retazos y dibujos, los cuales cumplen la
función de ser “artefactos” o “vehículos” de memoria. Pues es en ellos en donde se plasma
la memoria histórica que las victimas quieren transmitir o evocar sobre los hechos de
violencia de los cuales fueron víctimas. El tejido a su vez consolido espacios políticos y de
resistencia dentro del costurero. Así el estudio de caso hará uso de dos enfoques a lo largo
de la investigación, el enfoque constructivista y el enfoque psico-social. Se utilizará un
método cualitativo, mediante entrevistas, trabajo de archivo, análisis de tejido y fuentes
audiovisuales.
Palabras claves: Artefactos culturales, prácticas artísticas, memoria histórica, tejido,
identidad, subjetividad, memorias subterráneas.
ABSTRACT
This research has as main objective to analyze the role of artistic practices specifically
weaving in building historical memory of the victims of Sonsón. So as to demonstrate through
these practical spaces where dialogue by victims led, and the creation or development of
various objects, such as: rag dolls, patchwork quilts and drawings, which meet the function
as "artifacts" or "vehicles" memory. It is in them that the historical memory that victims want
to convey or evoke about the violence of which were victims plasma. The tissue in turn
consolidated political and resistance spaces within the couturier. This case study will use
two approaches along research, constructivist approach and psycho-social approach. A
qualitative method was used, through interviews, archival work, tissue analysis and
audiovisual sources.
Keywords: Cultural artefacts, artistic practices, historical memory, knitting, identity,
subjectivity, underground memories.
5
Contenido
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................ 10
3.3. Tejer como forma de resistir (revisar numeración y estilo en títulos y subtítulos) 47
4. CONCLUSIONES .................................................................................................... 50
BIBLIOGRAFÍA........................................................................................................... 53
ANEXOS....................................................................................................................... 61
6
LISTA DE FIGURAS
Sonsón. .............................................................................................................................................. 34
Fotografía 2. Muñecas de trapo elaboradas por el Costurero de Tejedoras por la memoria de Sonsón.
........................................................................................................................................................... 35
7
LISTA DE ANEXOS
de Sonsón.
8
LISTA DE SIGLAS
9
INTRODUCCIÓN
10
investigación, por lo cual ante la disponibilidad de tiempo y espacio para este proyecto de
grado, se hacía necesario delimitar el tema.
11
objeto reconstruye una historia, un evento, vinculado a una secuencia, a través del tiempo y
en torno a un tema (Pranas Chile). Que evidencia como las prácticas artísticas cumplen un
papel per formativo, pues los distintos lugares y hechos pueden ser abordados poéticamente
para reconstruirse artísticamente y despertar no solo la sensibilidad sino también la memoria
histórica (Gómez, 2015).
Así la presente investigación busca mostrar un caso de memoria histórica, en el cual
las propias víctimas llevaron la iniciativa de este proceso. Las cuales muestran otra versión
de los hechos, renunciando así a construir una sola narrativa frente a los hechos ocurridos en
Sonsón. Además, de visualizar las voces de las víctimas, dichos ejercicios permitieron
entender a sus protagonistas, comprender sus particularidades e identificar sus coincidencias.
Cabe recalcar que las iniciativas desarrolladas en este proyecto, no son las únicas llevadas a
cabo en el municipio, pues existen otras organizaciones (aparte de la Organización de
victimas por la paz y la esperanza de Sonsón) que llevan también sus propios procesos con
las víctimas. Así, en esta investigación se desarrolla más el tema de la memoria en relación
con las prácticas artísticas, considerándolas no solo como expresiones artísticas, sino como
elementos o herramientas que cumplen una función también simbólica, en donde el resultado
de los mismos, sirven de facilitadores en la construcción de memoria histórica, haciendo un
recorrido en el uso de ellos como forma de resistencia, de pedagogía, y en general como una
forma para relacionarse con comunidades (Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam,
2012). Por ende, la investigación es relevante para la Ciencia Política, pues la memoria es un
tema destacado, pues ésta se constituye como espacio de lucha política. En donde a través
del tejido pone en práctica una acción colectiva que conducen a la lucha de la memoria que
favorecen la disputa contra silencios y olvidos sufridos por grupos minoritarios (Jelin, 2002,
pág. 60). De ahí, deviene la importancia de desarrollar temas que al comienzo de la
investigación no serían tocados con profundidad como la política dentro del proceso de
construcción de memoria de Sonsón.
El presente trabajo se ordena en tres capítulos, cada uno de ellos dividido en tres
subcapítulos. En el primer capítulo se desarrolla la relación entre identidad, subjetividad y
memoria histórica o colectiva y como la memoria individual se puede consolidar en memoria
histórica, para luego ejemplificar estos conceptos en el caso de Sonsón, tras la consolidación
de la Asociación de víctimas por la paz y la esperanza de Sonsón y el costurero de tejedoras
12
por la memoria de Sonsón. En el segundo capítulo, se evidencia la importancia de las
prácticas artísticas: el tejido en los procesos de construcción de memoria histórica y como se
llevan a cabo los artefactos culturales o de memoria por las victimas de Sonsón. Finalmente,
el tercer capítulo desarrolla como el tejido se constituye en una herramienta política y de
resistencia usada para dar a conocer las memorias subterráneas. Cada uno de estos capítulos
está organizado de forma que el lector evidencie como estos procesos que inician desde lo
singular (memoria individual) se van transformando en ejercicios macros, que vinculan
ejercicios colectivos.
13
1. LOS COMPONENTES DE LA MEMORIA HISTORICA EN SONSON
14
pero también sin alguna forma de conciencia (Rosa et al. 2008, pág. 170). Por ende, el
significado esencial de cualquier identidad individual o grupal, (sentido de igualdad a través
del tiempo y del espacio) es mantenido por el recuerdo; y lo que es recordado está definido
por la identidad que es asumida. Así “los recuerdos son los ladrillos de la identidad personal
y colectiva”, tanto el “yo” como el “nosotros” tienen una dimensión histórica.”(Acosta et al.
2007, pág. 57).
Así pues, esos recuerdos que se establecen por un pasado, es decir una historia que es
construida socialmente, la cual le permite identificarse y diferenciarse de otros sujetos.
Permite establecer que el sujeto colectivo es el resultado de un proceso histórico, en el que
una serie de relaciones (materiales y simbólicas) son dispuestas en función de una
identificación mediada por una serie de características que comprenden: sistemas de valores,
prácticas (políticas y productivas), creencias, tradiciones, territorios, que confluyen para la
consolidación de la identidad (CNMH, 2015, pág. 20). Características que permiten
identificar dos temas relevantes de la identidad: su carácter subjetivo y su continua
construcción. Por un lado, las relaciones (materiales y simbólicas) terminan por definir, entre
otras cosas, las bases, los vínculos y las redes que sostienen y mantienen unidas a
comunidades, grupos u organizaciones. Y por el otro, estas características, se dan gracias al
tiempo y los diversos factores que confluyen con su devenir, los cuales permiten la
consolidación de un entorno social o cultural (CNMH, 2015, pág. 21).
Teniendo en cuenta, este proceso histórico, se entiende que las identidades de los
sujetos y las peculiaridades de los pueblos no se deben a la persistencia de una voluntad de
ser algo, pues la identidad no es el resultado de una acción propia de los individuos. Sino el
resultado de la historia, es decir, de un proceso desarrollado bajo condiciones que se
comportan azarosamente frente a las propias pretensiones (Innerarity, 2006, pág. 4). De esta
manera, lo que una persona o grupo “es” no está determinado por su propia voluntad, sino
que es el resultado de una construcción social. Así la construcción narrativa de la identidad,
según la cual los colectivos y personas construyen relatos sobre sí en el curso de las
actuaciones de sus prácticas sociales, se desarrolla a partir de los recursos semióticos que han
ido adquiriendo en el curso de su historia de participación, con las limitaciones y las
potencialidades que cada nuevo escenario propone (Acosta et al.2007, pág. 58).
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Hay que tener en cuenta que “mientras la historia trata de las dimensiones objetivas
de la realidad social, la memoria apunta a las dimensiones subjetivas de los acontecimiento,
es decir: ¿Cómo se vivió lo ocurrido?, ¿Cómo impactó?, ¿Qué huella dejó?” preguntas que
se dan desde un plano de percepción individual (PNUD, 2007, pág. 3). En este sentido, la
memoria histórica apunta a vislumbrar las diferentes subjetividades que se encuentran en un
mismo escenario, lo que significa que existirán múltiples relatos, incluso sobre un mismo
hecho. (PNUD, 2007, pág. 4). Por ende, es posible deducir que la memoria histórica no es
una sola, por el contrario, está inscrita dentro de relaciones de poder, tensiones y
contradicciones, y mediada por una experiencia subjetiva culturalmente o históricamente
compartida.
Pues quienes “recuerdan” no son los grupos sociales, sino los individuos, los cuales
no lo hacen solos, sino en relación con otros, bajo una interacción que se establece a partir
del reconocimiento sobre lo sucedido (Antequera, 2011, pág. 32). Así la pertenencia a un
escenario cultural concreto, transforma los modos de construcción de la identidad de los
individuos. Pues siguiendo los planteamientos de Halbwaks sobre memoria colectiva, esta
implica necesariamente la imposibilidad de que los individuos recuerden sin apelar a los
contextos en los que están inscritos, y que además lo hacen a partir de la estructura de los
códigos culturales que comparten con otros (Antequera, 2011, pág. 32).
Lo anterior, se articula en la medida de que primero: el ejercicio y las capacidades de
recordar y olvidar se desarrollan de manera singular, pues cada persona tiene «sus propios
recuerdos». Los cuales no pueden ser transferidos a otros, pues es esta singularidad de los
recuerdos, y la posibilidad de activar el pasado en el presente -la memoria como presente del
pasado, en palabras de Ricoeur (1999, pág. 16)-que se define la identidad personal y la
continuidad de sí mismo en el tiempo (Jelin, 2001, pág. 3). Segundo, si bien los sujetos son
elementos activos de sus propias historicidades, la historia cualquiera sea esta (familiar,
étnica, nacional, etc.) atraviesa los núcleos más íntimos y subjetivos de todo los hombres y
mujeres; de esta manera “el sujeto psíquico es el sujeto histórico y viceversa, y no sólo en
una inmediatez familiar o microgrupal; cada sujeto habita y es habitado por la historia que
construye y que lo construye en su singularidad social.” (Berezín, 1998, pág. 56). Es decir,
tanto la construcción del yo como el nosotros tiene una dimensión histórica (Acosta et al.
2007, pág. 58).
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Así, es posible afirmar que la identidad se sostiene en la capacidad de poder recordar
y rememorar algo propio del pasado (Gillis, 1994) pues, el núcleo de cualquier identidad
individual o grupal está ligado a un sentido de permanencia (de ser uno mismo, de mismidad)
a lo largo del tiempo y del espacio. La relación es de mutua constitución en la subjetividad 1,
ya que ni las memorias ni la identidad son «cosas» u objetos materiales que se encuentran o
pierden. Pues las identidades y las memorias no son cosas sobre las que pensamos, sino cosas
con las que pensamos. Como tal, no tienen existencia fuera de nuestra política, nuestras
relaciones sociales y nuestras historias» (Gillis, 1994, pág. 5) (Jelin, 2011, pág. 7). De esta
manera, aquello que recordamos (la memoria) y que permite nuestra identificación (a una
entidad), y por ende la afirmación de una identidad, esta mediado por ese entorno cultural al
que se está inscrito y por la experiencia subjetiva que atraviesa a cada individuo.
Por otro lado, la subjetividad también cobra una importancia en la articulación en
iniciativas de construcción de memoria histórica, pues es posible encontrar un sinnúmero de
procesos que trabajan en memorias ancladas en el cuerpo. Estas iniciativas, que gravitan en
torno a la “subjetividad” de quienes hacen parte de la comunidad, tratan de fortalecer a los
sujetos y sus identidades, por medio de la creación de espacios de expresión para el dolor y
de liberación del trauma causado por la violencia (CNHM, 2009, pág. 44). En donde, se busca
utilizar esa experiencia subjetiva, es decir la experiencia de cada sujeto, para ponerla en
juego, con las demás experiencias de los sujetos de la comunidad, para generar así “la
construcción de lazos comunitarios en el reconocimiento del dolor del otro, de las fuerzas del
otro, del calor de sus abrazos y las necesidades mutuas que nos ponen en relación” (CNMH,
2009, pág. 44). Y lograr así, dar al sujeto un horizonte de vida con dignidad, sin miedo, con
confianza.
Estas experiencias articulan esa memoria que es vivida subjetivamente por cada
individuo, pero que es culturalmente compartida y compartible. Pues la memoria, entonces,
se produce en tanto que hay sujetos que comparten una cultura. Que como agentes sociales
1 La subjetividad, se expresa como “la manera de sentir, de pensar, de actuar y de posicionarse de una persona
frente a sus experiencias sociales y frente a la sociedad.” (CNRR, 2009, pág. 141). En donde esta subjetividad
(es decir, la experiencia que constituye al sujeto) no es previa ni independiente de los discursos: los sujetos son
el efecto del procesamiento discursivo de sus experiencias (Aquino, 2013, pág. 273). En ese mismo sentido, se
plantea que en el relato sobre la experiencia subjetiva es posible encontrar alguna convergencia entre los
aspectos político, cultural y subjetivo, entre las emociones y las cogniciones que impregnan y le dan sentido a
la experiencia (Das citada por Aquino, 2013, pág. 272).
17
que intentan «materializar» estos sentidos del pasado por una lado realizan diversos
productos culturales que son concebidos o que se convertidos en artefactos culturales, tales
como: libros, museos, monumentos, películas o libros de historia o cualquier otra
manifestación que visibilizar el pasado y darle un valor frente a otros. Y por otro lado,
realizan actuaciones y expresiones que antes que re-presentar el pasado, lo incorporan de una
manera per formativa (Van Alphen, 1997, citado por Jelin, 2011, pág. 17).
2
Limita al norte con los municipios de El Carmén de Viboral, Cocorná, Puerto Triunfo y San Francisco, al
occidente con el municipio de Abejorral y con el departamento de Caldas, al oriente con el departamento
de Boyacá y al sur con los municipios de Argelia y Nariño y con el departamento de Caldas. Además Sonsón
es un municipio con una enorme riqueza natural, pues tiene una extensa zona de páramo, y un biodiverso bosque
pluvial. (Página oficial de la Alcaldía Municipio de Sonsón).
18
tratamiento de periodos represivos y de exterminio donde la memoria como “deber” ocupaba
ya un lugar insalvable (Antequera, 2011, pág. 23).. Lo que implicó un proceso de
intervención en el curso de las propuestas iniciales de impunidad hacia un marco jurídico de
justicia transicional sin transición (Antequera, 2011, pág. 23). Proceso que empieza a verse
en diversas partes del país, y que en Sonsón conduce a la formación de diversas
organizaciones que propendían por la reparación de las víctimas.
Tras ello, se dio inicio en el municipio a un proceso de identificación de las víctimas,
con el fin de impulsar el proceso de reparación administrativa adelantado por el gobierno
nacional. En donde alrededor de 1500 víctimas fueron identificadas para el 2012, de las
cuales 250 hacían parte de la Asociación de Víctimas por la Paz y la Esperanza de Sonsón 3
(Gonzáles et al. 2012, pág. 173). En el 2010, se empezó a reglamentar el acceso al conjunto
de medidas de reparación contemplado por el programa de reparación individual por vía
administrativa (implementado por la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación),
con lo cual para poder acceder al programa, se necesitaba diligenciar un formulario, el cual
debía ser entregado a los organismos encargados en el municipio (Gonzáles et al. 2012, pág.
173). Dicho proceso generó una serie de dinámicas interesantes dentro de las organizaciones
de víctimas del municipio, especialmente en la Asociación de Víctimas por la Paz y la
Esperanza de Sonsón, pues evidenció: el fortalecimiento como organización (tema relevante
en el tercer capítulo de este escrito), la necesidad de estar más preparados ante los procesos
de reparación como organización (pues se evidenció el desconocimiento de los asociados
frente a sus derechos, mecanismos y trámites de reclamación), el surgimiento de otros grupos
o movimientos sociales y finalmente, la discusión sobre la identidad de victima tanto de
manera individual como colectiva (Gonzáles et al. 2012, pág. 173).
Dicha discusión, surge entonces en gran medida en razón de la necesidad de
categorizar a las víctimas, para poder así establecer por ejemplo quienes debían recibir
reparación por parte del Estado, y entrar por ende al programa de reparación de Victimas. Lo
anterior, condujo en primera medida al surgimiento de una serie de incógnitas, tales como:
¿Quiénes eran víctimas? ¿Que era ser víctimas? y ¿Por qué? En segunda medida, a se
3
Bajo este contexto de conflicto armado surge en el 2007 la Asociación de Víctimas por la Paz y la Esperanza
de Sonsón. Iniciativa que surge por parte de las víctimas ante la necesidad de agruparse para fortalecerse como
grupo, y propender por la reivindicación de sus derechos sociales y políticos (Gonzales et al., 2012, pág. 166).
19
empezaron a formar diversos grupos que de cierta manera hacían una división o separación
de las víctimas, pues se agrupaban en torno a los sucesos que le habían sucedido, por ejemplo
organizaciones de víctimas de desplazamiento forzado. Por su parte, dentro de la Asociación
de víctimas por la Paz y la Esperanza, estos sucesos implicaron también replantearse su
identidad como grupo pues “puso en relieve la discusión sobre las prácticas organizativas y
los discursos que se debían fortalecer” (Gonzáles et al. 2012, pág. 172). Así, se consolida el
proceso organizacional de la Asociación de víctimas por la Paz y la Esperanza de Sonsón,
como un “colectivo de mujeres, hombres, jóvenes y niños(as) que se define bajo lineamientos
que intentan afrontar la realidad de ser víctimas, pero, y a la vez, constructores de su propio
futuro” (Gonzáles et al. 2012, pág. 173).
Con el fin de consolidar estos lineamientos, la organización llevó a cabo un proyecto
de extensión junto a la Universidad de Antioquia y el Departamento de Antioquia,
denominado Memorias, luchas políticas y ciudadanías de la asociación de víctimas por la
paz y la esperanza de Sonsón, el cual constaba de diversas actividades propuestas en talleres
que giraban en torno a la memoria histórica, reparación, no repetición y reconciliación
(Gonzáles et al. 2012, pág. 167). En donde el tejido empieza a ser usado como una de las
metodologías articuladoras de este proceso, con lo cual tras ochos talleres y los procesos que
dentro de éste se llevaron, se formó el costurero. El cual por hacer uso del tejido como
práctica artística, situada en lo sensible, puede traducirse en una experiencia de construcción
de subjetividad localizable en diversos órdenes de las prácticas sociales (Escudero, 2009).
Pues estas mujeres que sí bien compartían un suceso en común, un contexto cultural,
encontraron en el tejido una forma en la cual expresar de cierta manera sus sucesos, pues la
experiencia que debió afrontar cada una de ellas que era diversa, en la medida de que cada
situación incluso así fuera el mismo hecho violento: la desaparición, muerte, desplazamiento,
entre otras, fue vivido por cada una de estas mujeres de manera diversa. Pues como establece
Bacic 4:“lo que tú vives, lo vives desde tu historia y desde tu propia capacidad de convivir
4
Hija de inmigrantes europeos, nació en Santiago de Chile. Profesora de filosofía e inglés, fue docente de la
Universidad Austral de Chile desde diciembre de 1973 hasta enero de 1981, cuando la despidieron por razones
políticas. Luego trabajó como investigadora en la Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación
(oficina regional de Temuco) desde 1993 hasta su cierre, en 1996. Durante el mismo período, fue profesora del
curso de Derechos Humanos en la Universidad Católica de Temuco. A partir de febrero de 1998, fue encargada
de Programas y Desarrollo de la Internacional de Resistentes a la Guerra en Londres. Desde el 2004 reside en
Irlanda del Norte y se dedica a la curaduría de exposiciones de arpilleras y quilts en el ámbito internacional.
(Museo de Antioquia, 2016)
20
con lo que te ha ocurrido, entonces yo creo que el tejido es una muy buena fotografía porque
no es de un momento sino que es de un proceso” (R. Bacic, entrevista personal, 28 de abril
de 2016).
Así mismo el costurero se hizo uso del tejido, como estrategia de memoria que intenta
recuperar la humanidad de las víctimas reconstruyéndolas en su integridad como sujetos que
resisten y desafían la intención de destrucción que impulsa a los torturadores a mutilar,
descuartizar y desaparecer los cuerpos, y borrar todas aquellas marcas de humanidad de la
víctima (CNRR, 2008, págs. 190-191). Al igual que se consolida una estrategia que permite
también trabajar las identidades individuales y colectivas de las personas que hacen parte de
la Asociación de Víctimas por la Paz y la Esperanza de Sonsón, especialmente de aquellos
que integran el Costurero, pues como establece Jelin las “memorias y esas interpretaciones
son también elementos claves en los procesos de (re)construcción de identidades individuales
y colectivas en sociedades que emergen de períodos de violencia y trauma” (2002, pág. 5).
“cualquier recuerdo, aunque sea muy personal, existe en relación con un conjunto de nociones
que nos dominan más que otras, con personas, grupos lugares, fechas, palabras y formas de
lenguaje incluso con razonamientos e ideas, es decir con la vida material y moral de las
sociedades que hemos formado parte” (Halbwachs, 1968, pág. 38).
21
Por ende, la memoria individual no es ajena al contexto en el cual la persona se
encuentra, lo que hace que estén siempre enmarcadas socialmente. La cultura o el contexto
cultural se convierte en un componente importante en la reconstrucción de nuestra
experiencia, no sólo en cuanto a los “contenidos de la memoria” sino también al
funcionamiento de la memoria. Es así, que sí bien cada individuo “guarda o atesora” un
recuerdo, sólo aquel que tiene o cobra una significación especial merece ser conmemorado,
y esto es determinado culturalmente, al igual que la forma en la cual se hace esa tal
conmemoración. De esta manera, aquellas personas que pertenecen a un grupo o cultura,
además de compartir un pasado común el cual pueden recordar, también el propio modo de
recordar y de reconstruir el pasado es marcado por ese entorno (Acosta et al. 2007, pág. 56).
De ahí que, incluso las estrategias por medio de las cuales recordamos, provienen de un
ejercicio cultural, pues las personas han aprendido por ejemplo de personas importantes para
su sociedad, qué, cómo, cuándo y para qué se recuerda. Así, en los procesos de construcción
de memoria, se interactúa y dialoga con otras personas, y se participa en actividades
colectivas. Lo anterior, evidencia que algo tan íntimo como la memoria tiene un componente
social, político y cultural (Acosta et al. 2007, pág. 56).
De esta manera, se entiende que si bien el individuo porta sus memorias, las cuales
produce y comparte, no se debe desconocer que la memoria está arraigada y situada allí donde
compartimos espacios, lazos de pertenencia, solidaridades y sociabilidades (Da Silva Catela,
2010, pág. 2). Por ende, cuando se confrontan las identidades individuales en una historia
compartida, se construye la identidad colectiva y se rearma así la propia, la cual que se
proyecta hacia lo que empata y coincide con lo del otro; es decir, hacia aquello común que
uno y otro tienen. De esta manera, puede concebirse como una construcción colectiva y de
sentido compartido, que deviene de un ejercicio individual. En esta medida comprenderse
como una construcción simbólica, derivada del reconocimiento y del autorreconocimiento,
como la formación del nosotros, es constituida a su vez históricamente en una interacción del
grupo social hacia dentro y hacia fuera (López, 2010, pág. 28). De ahí que el modo de vida,
las prácticas sociales, productivas, políticas y culturales, al igual que unas formas particulares
de ser, pensar y estar en el territorio, son parte de los atributos estructuradores de una vida en
común.
22
Es a través de revisitar el pasado que las personas pueden identificar nuevamente los
elementos de distinta naturaleza que los hicieron o los hacen ser colectivo, apelando al pasado
para establecer e identificar las transformaciones y los daños que en su construcción y
trayectoria colectiva se derivaron como en el caso del municipio de Sonsón de la violencia
sociopolítica. De tal manera que “viajar al pasado” y poner esos recuerdos en común, en un
presente compartido con otros, permite reconocerse desde la experiencia y el relacionamiento
comunitario (Centro nacional de memoria histórica, 2015, pág. 21). Por ende, se entiende
que la memoria colectiva “recompone mágicamente el pasado, pues toma aquellos hechos
que cobran una relevancia por constituirse semejanzas para el grupo y los ponen en un primer
plano” (Halbwbachs, 1968, pág. 218).
Es así como el costurero de tejedoras por la memoria de Sonsón 5, (Ver anexo 1) se
afianzó fundamentalmente tras su socialización como un espacio que permite la
visibilización de los procesos individuales y colectivos de la Asociación (Gonzáles et al.
2012, pág. 168). Pues en éste se permite revelar al igual que en el tejido, como se fueron
hilando historias y cociendo ese tejido social fragmentado. Un espacio en el cual fue posible
evidenciar que sí bien cada mujer que tejía una vida distinta, pues antes del conflicto armado
se dedicaban a diversas labores entre: domésticas, prácticas campesinas, comerciantes, entre
otras; su rol en la sociedad variaba entre madres, hijas, abuelas, esposas, viudas (Gonzáles,
2015, pág. 12); tras el Costurero cada una de estas mujeres, encontró como esas diferencias
que tenían entre sí y construían su memoria individual, podían contribuir también en la
identificación de una memoria colectiva e histórica en común, tomando como base esos
elementos que compartían, como consecuencia de ese escenario de violencia. De ahí que
“cada una de estas mujeres teje una vida distinta, pero todas se encuentran unidas por las
memorias del conflicto armado y del desplazamiento forzado que desde el año 1998 llevó al
encuentro de cientos de campesinos en el casco.” (González, 2015, pág. 13).
Ahora bien, el proceso del Costurero se afianzo a través de la construcción por parte
de las víctimas de varios tipos de artefactos de memoria, tales como: cojines bordados, tejidos
5
Iniciativa creada con el fin de fomentar espacios de participación y formación, intercambiar aprendizajes que
resignifiquen la situación de ser víctimas sobrevivientes y contribuir a través del tejido a la reconstrucción de
la memoria histórica (Centro de Memoria histórica, 2015).
23
en crochet, cuadros en pachtwork sin costura, entre otros. Lo cuales, permitieron observar las
experiencias individuales y colectivas del conflicto armado en Sonsón (Ver anexo 2) como
materialidades que validan la memoria, no sólo desde la oralidad y el testimonio, sino
también desde los oficios, los objetos y las imágenes, propiciando otras plataformas para
entablar diálogos y socializar (Gonzáles, 2015, pág., 20). Así entre hilos y agujas surgen los
relatos tejidos a través de los cual las personas narran y cuentan las historias vividas. En el
tejido como parte de una práctica ancestral, convertida en oficio, se funden la observación,
el tacto y la manipulación de distintos materiales, se permite simbolizar la(s) experiencia(s),
mientras se consolida un espacio que como el Costurero propicia la comprensión y
reinterpretación de los eventos, las emociones, las ideas y por lo tanto, la expresión de las
subjetividades mismas (Huss, Sarid y Cwikel, 2010, citados por Arias et al. 2016).
Por otro lado, algunas de estas actividades de tejido tuvieron el acompañamiento de
una ruta metodológica que constaba de un componente de animación de lectura, lecturas en
voz alta de cuentos relacionados con memoria histórica, reparación, reconciliación, el tejido
y lo femenino, junto con imágenes y palabras evocadoras que permitían la alusión y libre
asociación de recuerdos, agenciando la configuración de versiones y miradas que
relacionaban lo individual y lo colectivo (Gonzáles et al. 2012, pág. 175). Pues el costurero
como espacio de memoria transita constantemente entre las historias subjetivas y colectivas.
En ocasiones el tejido lleva a la introyección, el silencio y el recuerdo, otras veces lleva a la
palabra, la solidaridad y la búsqueda de soluciones y alternativas (Gonzáles, 2015, pág. 18).
Cuando se teje, se recrea el mundo y se emprende así la búsqueda de lo intangible, de lo que
no se puede descifrar con las palabras, “como nos lo han enseñado los indígenas koguis, el
hilo es el fundamento de la creación y tejer es la analogía de la vida.” (Moyano, 2013).
24
2. TEJIENDO LOS PROCESOS DE MEMORIA HISTORICA
Dentro de la historia del arte, es posible evidenciar la tendencia para abordar temas
relacionados con el ser humano, la violencia y la muerte, así encontramos numerosos artistas
que a lo largo del mundo han intentado a través de sus obras “dar testimonio y sentido a la
muerte y la violencia.” (Riaño et al. 2003, pág. 7). Es así, como los temas difíciles de narrar
para la construcción de la memoria colectiva e histórica, se empiezan a representar por medio
de canciones, obras de teatro, poesía y literatura, entre otras prácticas artísticas.
Consolidándose así una visible relación entre el arte y la memoria, en donde se construyen
campos de interacción en los cuales se negocean y construyen representaciones sociales.
(Riaño et al. 2003, pág. 7)
Así, ante la necesidad de vencer el olvido, y mantener la memoria colectiva, el arte
se ha consolidado como una herramienta de narración, la cual difiere de otros tipos de
narraciones lineales e irreversibles, pues el arte como forma de narrativa representa una
forma abierta y plausible a cualquier tipo lectura (Guasch, 2016, pág. 198). Pues éste permite
una vasta forma de expresar que faculta tanto al creador como al interpretador una amplia
libertad de pensar, sentir, comprender; es decir condiciona la posibilidad de que tanto el
emisor como el receptor se incorporen dentro de un tipo narración diferente, que está inmersa
en una invariación de significados. En esta medida, el arte como forma de expresar actos de
violencia (como las masacres, los castigos, las violaciones, el sufrimiento de los inocentes,
la tragedia del campesino, el papel del narcotráfico, el miedo, la crueldad y lo macabro de la
venganza) permite hacer uso de diversos discursos pictóricos, manuales, auditivos, entre
otros. Que proporcionan “el espacio gramatical de lo visible y lo legible… [el lugar de]
expulsión y excreción de sentido” (Restrepo, 2006, pág. 21) ; y por ende, dan cuenta de la
ignorancia así como de la injusticia social, del abandono institucional y de la pérdida de la
soberanía del Estado (Tiscornia, pág. 24). Al mismo tiempo, las imágenes son registro de la
25
subjetividad de estos actores de la guerra y de los datos del subconsciente que impregnan el
manejo de sus códigos visuales.
De esta manera, el arte configura un mecanismo a través del cual las personas en este
caso las víctimas del conflicto armado, pueden expresar simbólicamente aquellos sentidos
colectivos frente al pasado, y desde este punto de vista terminan convirtiéndose en un
escenario donde las víctimas encuentran posibilidades de elaboración colectiva de duelos y
formas de resistencia al olvido y al silencio (Martínez, 2013, pág. 43). Tras lo cual expresar
estos acontecimientos de memoria se vuelve vital en la medida en que se exterioriza, se
visibiliza y se habla del pasado traumático, permitiéndose la construcción de otros sentidos
que empiezan a proyectar posibilidades de futuro (Martínez, 2013, pág. 54). Lo anterior, se
desarrolla desde la psicología social, la cual sugiere que para permitir la curación simbólica
es necesario trabajar el trauma social pues al romperse los vínculos comunitarios, se necesita
hacer uso de terapias que permitan recomponer el ethos grupal.
De esta manera, ante la necesidad de recomponer el trauma suponiendo que esta
“ocurre cuando los términos simbólicos de los lenguajes históricamente disponibles para
articular una experiencia no pueden ser movilizados en ese momento en relación con esa
experiencia” (Ortega citado por Rubiano, 2014, pág. 36) y para restablecer la ruptura de ese
orden simbólico, se hace necesario buscar prácticas que permitan recomponer ese orden
simbólico fragmentado. El arte juega un papel primordial en este proceso, pues es un
campo de producción que permite concebir un mapa social que recoge y elabora los síntomas
de una sociedad conmocionada (Rubiano, 2014, pág. 56). De esta manera, las prácticas de
carácter creativo como la danza, el teatro, la literatura, las artes plásticas, vienen jugando un
papel central para las víctimas del conflicto armado. Pues buscan construir un relato, una
memoria o proceso de simbolización de la muerte, cuyo efecto vinculante llega a ser, en
muchos casos, terapéutico: pues ayuda a procesar el duelo o el trauma (Rubiano, 2014, págs.
6-7).
Ahora bien, el tejido como práctica artística, mantiene todo este amplio espectro de
posibilidades para llevar a cabo procesos de memoria histórica, pues éste no solo implica un
elemento estético sino que también se convierte en un vehículo:
26
politización de las memorias sobre la violencia, que permitían transgredir la alusión al
sufrimiento, a la victimización y promovía la experiencia de la víctima y el sobreviviente
como actores políticos.” (Martínez, 2013, pág. 55).
27
en el cual muchas mujeres como las de Costurero de Sonsón fueron expresando, procesando
su dolor, y relatando poco a poco lo que les había sucedido.
Además, es en la medida de este tiempo en que se abre la posibilidad de que este
dolor privado, esta pérdida que en un primer instante se ve como propia, a través del arte se
posibilite, que ese dolor se haga comunicable, que a través de estos procesos de larga
duración se permita la elaboración, la puesta en público y la comunicación de esa historia
privada para que así se dé a conocer. Pues a través del tejido la persona que lo va elaborando,
puede a su vez ir trabajando en su testimonio, sin la necesidad de estar contando por medio
de palabras lo que va pasando por su mente.
Lo anterior, implica que aquello que es tan difícil de manifestar por medio de
palabras, para muchas de las mujeres del costurero por la memoria de Sonsón, se fue
plasmando en el tejido de una manera más natural, en donde se va poniendo lo que se siente
o se quiere trasmitir. Lo anterior ocurre sin estar ante la presencia de un observador. Así, se
evitan una serie de preguntas como ¿Qué le pasó? ¿Por qué? ¿Cuándo? y por ende, no existe
la necesidad de responderlas, ni en su totalidad, ni de forma inmediata. En el tejido como se
mencionó anteriormente se da una amplia libertad, la cual se sustenta en el tiempo de estos
procesos, en los cuales la persona decide hacer puntadas o quitarlas, piensa, valora, quita lo
que no me le gusta, deja por meses y decide retomar el proceso. (S, Bacic, entrevista personal,
28 de abril de 2016) Además de que, los ojos de las persona están en el tejido y no tiene que
sostener la mirada de otra persona que le está preguntando, generando así un espacio de
confianza para el relator.
Asimismo, hay que recalcar que históricamente el tejido ha sido usado por
comunidades a lo largo del mundo, y en nuestro país el tejido es una práctica ancestral de
comunidades indígenas y afrodescendientes, el cual en muchos casos se ha desarrollado como
28
un instrumento de identidad de los pueblos. Desde las culturas prehispánicas se desarrollaron
técnicas de tejidos como parte de la manifestación cultural, relatando a través de símbolos su
ideología ancestral, mística y religiosa. El tejido más allá del arte de tejer, es una práctica
cultural, simbólica, e incluso de resistencia popular (Comparar, Goyes et al. 2011). A través
de esta las comunidades pueden plasmar y transmitir grandes saberes y conocimientos que
han sido guardados en la memoria de los pueblos (Comparar, Goyes et al. 2011), Es así que
el tejido, como algo propio de las comunidades, y del contexto cultural, se siente como algo
más próximo a las personas. En el caso de Sonsón, muchas mujeres habían aprendido el tejido
en el colegio o en la familia. Muchas otras, ni siquiera sabían bordar o “ellas ni bordaban,
pero de repente se vieron haciendo eso. Pero que ante la necesidad de contar su historia, de
expresar su dolor, de juntarse con otras víctimas, entonces encontraron esa actividad.” (S.
Arenas, entrevista personal, 28 de abril de 2016).
Ahora bien, el tejido como una práctica artística supone una creación que se expone
públicamente, y en esta medida, es una forma de hacer público el duelo, de mostrar, de hacer
públicas esas pérdidas. Como una forma de procesar el dolor, mostrar públicamente esos
sucesos vividos, permite expresar la inconformidad con los hechos, hacer pública esa pérdida
y le muestra al otro que también hace parte de la pérdida.
“porque cuando una mamá dice: que mi hijo no merecía morir, era un hombre trabajador. Está
queriendo decir esta pérdida no es solo mía, sino también para la sociedad. Mire el sujeto tan
valioso que perdió esta sociedad, entonces ella hace público, de alguna manera está
comunicando esto, mire lo que se perdió, que esta persona era valiosa. (S. Arenas, entrevista
personal, 28 de abril de 2016).”
Por otro lado, al hacer pública mi pérdida, la persona se expone a su vez a conocer
otras historias, a conocer otros procesos similares que otras personas en una situación
parecida están viviendo, y por ende, darse cuenta que eso que vivió le pasó a muchas otras
personas. Que ella no fue la única que vivió esos sucesos lamentables como consecuencia
del conflicto armado. Lo anterior, se evidencia en relato como estos, los cuales cuentan como
la participación dentro del costurero le significó conocer otros relatos:
29
“ver que eso doloroso en el que yo estaba encerrada, no sólo yo era la único
que lo sentía, sino que la vecina que yo ni sabía que era mi vecina, cuando nos reunimos
en el costurero “ay es que yo vivo al lado de su casa y uno como está encerrado en un
dolor ahí no se daba cuenta de eso, ósea que me ha servido para conocer otras personas
que tenían ese dolor, ese mismo dolor que yo sentía y que yo me estaba muriendo y yo
sentía que de ahí no se sigue nada y que varias teníamos eso mismo y que esto me sirvió
para salir adelante y ayudar a otras personas como diría San Orlando de que se integren”
(L. Osorio, entrevista personal, 29 de abril de 2016)
Así, es posible que a través del arte y específicamente el tejido, se pueda generar
empatía, es decir que aquello que no se vivió personalmente, sino por un tercero genere en
mi un sentimiento de afinidad, de comprensión, aunque sí bien no vivo exactamente ese dolor
al igual que la víctima. Pues:
“esa sensación que tenemos al ver que si bien eso no nos pasó a nosotros,
nos conmueve y podemos de alguna forma ponernos en el lugar del otro y entender el
sufrimiento y conmovernos y entender que la vulnerabilidad no se refiere solo a la
persona que vive eso, sino que tiene que ver también conmigo, que yo como parte de esta
sociedad soy tan vulnerable como ella, y que tal vez es lo único que tenemos en común,
esa vulnerabilidad.” (S. Arenas, entrevista personal, 28 de abril de 2016).
30
De esta manera, el arte de tejer se consolida como una herramienta liberadora para el
sujeto y como una acción que abre posibilidades de diálogo al interior de las comunidades
permitiendo generar espacios de construcción de memoria y de lazos para la consolidación
de proyectos al interior de grupos, comunidades o pueblos. El afianzamiento de espacios
comunitarios resulta sin duda un imperativo, dado que como se pudo constatar a lo largo de
la investigación solo la fortaleza como grupo permite la construcción de proyectos dentro y
fuera. En el caso del costurero por la memoria de Sonsón, estas mujeres que desde el 2009
se empezaron a reunir, como consecuencia de una iniciativa de La Asociación de Víctimas
por la Paz y la Esperanza de Sonsón en vinculación con la Universidad de Antioquia
(González, 2009, pág. 14). En un inicio se reunían una vez al mes, con la participación de
Isabel González 6. Después de siete años, este espacio de tejido se lleva a cabo cada lunes, y
lo que comenzó en una reunión en las casas de las integrantes del costurero, hoy cuenta con
espacio en el salón de la cultura de Sonsón.
Esto no resulta un tarea fácil, así como tejer no es sin duda un ejercicio sencillo, dado
también implica paciencia, concentración, respeto, creatividad y manejo de los recursos
(hilos, agujas, lana, tijeras, entre otras) Sin embargo, la construcción de una imagen, un
objeto bajo las mismas manos, representa gran satisfacción y se consolida como algo personal
(es la relación persona, aguja e hilo) y al mismo tiempo, es un trabajo que puede hacerse con
otros en medio de un proceso no estructurado, imprescindible para la formación de cada cual
y de todos.
Toda práctica artística supone una manifestación: como una danza o baile, una canción, una
pintura, un dibujo, un tejido, entre muchos otros. De esta manera, cuando se está ante un
6
“Tejedora, antropóloga, Especialista en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario.
Investigadora asociada al grupo Cultura violencia y territorio adscrito al Instituto de Estudios Regionales de la
Universidad de Antioquia. Sus temas de investigación y de extensión universitaria se han desarrollado de la
mano de comunidades afectadas por el conflicto armado en Antioquia, con énfasis en la recuperación y
reconstrucción de memoria histórica con un enfoque psicosocial que han tenido como eje el tejido. Desde el
año 2009 acompaña el fortalecimiento organizativo de la Asociación de Víctimas por la Paz y la Esperanza de
Sonsón a través del Costurero Tejedoras por la Memoria de Sonsón, con quienes ha desarrollado exposiciones
como Nunca más: voces y materialidades de la memoria, 2010 y Memorias Cotidianas de Tejidos y Pixeles,
2011.” (Universidad de Antioquia, 2016)
31
proceso de memoria colectiva a través del arte, estas se consolidan en objetos, los cuales
cobran una relevancia pues es en estos en los cuales se manifiesta esa huella material, ese
testimonio de violencia que se quiere mostrar. A lo largo del texto, estas manifestaciones
serán denominadas como artefactos culturales o de memoria. Este nombre alude
etimológicamente a la palabra alude “arte”, como “algo hecho”, un “objeto producido por el
hombre”, una creación humana (Mendoza, 2014, pág. 1) El artefacto, constituye como el
objeto, algo a través de lo cual se busca dar testimonio, es decir se consolida en la forma de
hablar del artista.
Sin embargo, no todo objeto puede considerarse como un artefacto, pues para que se
consolide como tal se debe tener en cuenta que el objeto es algo que tiene estabilidad y fijeza
en el tiempo, espacio o lenguaje, en él se depositan experiencias significativas. Hacer
memoria colectiva es el proceso de localizar los recuerdos en esos objetos socialmente
significativos (Fernández, 1994, pág. 103). Así mismo, un artefacto difiere de muchos otros
objetos, en su significado, el cual cobra relevancia pues no es hecho con un fin útil, es decir
para uso cotidiano o con un carácter mundano, tal y como lo expresa Arenas:
Un claro ejemplo de esto es el caso de las arpilleras chilenas 7, las cuales usaban la
tela arpillera (lo que en Colombia se conoce como “costal de fique”) Sobre ella, iban
contando los sucesos de violencia que habían vivido. Muchas de ellas usaban retazos de las
7
la arpillera nace en los bordados de lana de Violeta Parra durante los años sesenta. Bordados donde la
folklorista, pintora y arpillerista dibuja escenas de la vida diaria de su pueblo. La tradición iniciada por Violeta
se continua en las bordadoras de Isla Negra, Las bordadoras de Isla Negra despliegan, a través del trabajo
desprovisto de aprendizaje académico, una < de escenas rurales. La ruptura con esta tradici6n se produce en el
trabajo de las arpilleristas de los barrios pobres de las afueras de Santiago; la alegre arpillera de Isla Negra
contrasta con la nítida temática política y social de las arpilleras post-golpe. Aparte de la funci6n meramente
económica de la arpillera, cobra una dimensión étnica en la historia actual de Chile. (Agosin, 1985, pág. 525)
32
mismas prendas que vestían o prendas que habían quedado de sus desaparecidos o muertos.
El fin de este ejercicio era dar testimonio, con lo que tenían al alcance. (Bacic, Conversatorio:
Diálogos y culturas, 2016) Así, las arpilleras sirvieron también como forma de terapia para
externalizar y liberar las experiencias vividas, convivir con las emociones, con las historias
de familiares desaparecidos, de dolor, de tristeza, permitiéndoles reencontrarse y tejer su
pasado y a la vez, volcar ideales, favoreciendo la confianza y autoestima, y empezar a coser
sus nuevas vidas. (Ver anexo 3)
Es por esto que estos objetos cobran un significado único y especial, pues en el reside
la re-significación de la historia que evocan (Riaño, 2005, pág. 96). Estos conectan la pérdida
material, es decir se manifiestan como una especie de puente entre el pasado y el presente,
entre la muerte y la vida, entre el odio y el perdón. En fin, existen un sin número de
posibilidades que su creador y su observador pueden establecer. Los artefactos tienen la
capacidad de contar algo y actúan como marcas simbólicas y espaciales de la memoria
(Arenas, 2012, pág. 178). Este objeto se convierte en el testimonio, el cual es indispensable
no solo en la re-construcción de los hechos, sino también en la construcción de memoria
colectiva y reparación simbólica de las comunidades afectadas. De ahí que las prácticas
creativas que buscan simbolizar los acontecimientos resulten tan significativas para las
comunidades afectadas por el conflicto armado.
En el caso de Sonsón, fueron esencialmente cuatro los artefactos realizados en el
costurero de la memoria. Estos objetos de los cuales hablaremos brevemente, fueron usados
con el fin de que las víctimas pudieran dar a conocer y expresar sus historias, al igual que
acompañar y facilitar el proceso de reparación. En cada uno de estos artefactos culturales o
de memoria “hay un testimonio que se hace imagen, que se materializa y se difunde, que
expresa el carácter creativo y coyuntural de la memoria.” (González, 2015, pág. 20). Estos
se constituyen como el vehículo de materialización de aquellas historias, experiencias y
emociones que nos obligan a reconocer el valor de los distintos lenguajes a los que apelan
las víctimas para narrar el conflicto armado para el caso en cuestión (Gonzales, 2015, pág.
21).
El primero de los artefactos, son los muñecos quitapesares, los cuales aluden a una
tradición indígena de Guatemala, en donde los “quitapesares son una familia de cinco
muñecos, uno para cada pesar. Los cuales son usados para espantar los miedos y alejar las
33
tristezas. Según la tradición se les debe contar dichos miedos y tristezas, y antes de dormir
se les pone debajo de la almohada. Los “quitapesares” se llevarán consigo todo lo negativo
muy lejos.” (Costurero de tejedoras por la memoria de Sonsón) En el costurero de Sonsón,
estos artefactos, fueron el instrumento para hablar de la reparación detrás de la pregunta o el
ejercicio de saber qué querían reparar de sus vidas actuales. (Blairt, 2011, pág. 68)
8
Durante este espacio, llevado a cabo en la casa del encuentro del museo de Antioquia, en uno de sus salones,
se organizaron varias mesas de trabajo en las cuales habían diversos materiales, y una o varias mujeres que
enseñarían a realizar un objeto tejido. La idea es que entre colectivos de tejido compartieran experiencias,
técnicas, entre otras cosas.
9
Luz Dary Osorio, es una de las mujeres que integran el costurero de tejedoras por la memoria de Sonsón, la
cual vive en Sonsón y es comerciante. Forma parte del costurero desde el 2009, y en la actualidad dicta clases
de tejido en la casa de la cultura de Sonsón. Luz Dary es la representación de como muchas mujeres en nuestro
país, a pesar de los sucesos difíciles que han debido afrontar, luchan por retomar sus vidas y ayudar a otras
personas. Entre risas y lágrimas, me conto ciertos aspectos de su historia.
34
la elaboración de estos muñecos diminutos. La cual, comienza con un palito y un hilo, y se
va cubriendo el trozo de madera con el hilo. Luego se introducen otros elementos para formar
las manos y los pies. Este ejercicio, supone tanta dedicación y concentración que no me daba
cuenta de lo que sucedía alrededor del salón. Yo estaba concentrada en mi mesa, mientras
se establecía un diálogo con los otros participantes para pedir ayuda, para brindarla, para
pedir prestadas las tijeras, un hilo o incluso una aguja. Al finalizar, mi muñeca quitapesar me
di cuenta que cada color puesto en el muñeco, iba representando lo que cada una de nosotras
sentíamos en ese momento. Incluso algunas cosas que no me gustaban. Como por ejemplo
rehusarme a poner el color rosado, y optar por otras combinaciones con colores azules y
verdes, elaborar diversos bordados o incluso decidir hacer una falda combinada un poco
diferente de la propuesta por Luz Dary.
El segundo de estos artefactos culturales, son las muñecas de trapo, las cuales fueron
construidas como rememoración de sus propias vidas o de los eventos traumáticos que las
marcaron y las pusieron en la situación de víctimas (Blairt, 2011, pág 68). Cada muñeca de
trapo debía ser elaborada como si fueran la representación de ellas mismas, de ahí que incluso
muchas de las mujeres no les gustara la elaboración de éstas, pues en ellas se plasmaba el
hecho de tener que representar su vida.
Fotografía 2. Muñecas de trapo elaboradas por el Costurero de Tejedoras por la memoria de Sonsón en el
2010.
35
En tercer lugar, se encuentran las colchas de retazos, las cuales consisten en una
especie de manta, en el cual se van sobreponiendo cortes y figuras, con el fin de construir un
dibujo, los cuales iban unidos con otros pedazos o cortes de tela, hasta construir una tela de
un tamaño mayor. Este artefacto de memoria se consolido como:
“el fruto de un ejercicio de memoria sobre la reconciliación y que, como puede verse,
no sólo recogió la expresión de las maneras cómo estas mujeres entendían la reconciliación
(en cada uno de los dibujos que tejieron), sino también la expresión tangible de la apuesta de
reconstrucción del “tejido social” en el municipio, cubriendo así a través de la experiencia y
la metáfora del “tejer”, una reconstrucción de memorias de violencia altamente significativa.”
(Blairt, 2011, pág. 68)
Así esta obra construida bajo esta técnica, es una de las más representativas del
Costurero, en la cual es posible evidenciar diversos cortes y telas que unidos permitió la
recreación del escenario del conflicto armado que estas mujeres sufrieron. En ella se ven
36
como llegan los grupos armados y llevan a un hombre y como otra familia al parecer se
encuentra saliendo de su casa, como si estuviese huyendo de estos grupos. De ahí que como
estrategia metodológica, académica y política, el costurero se constituyó como un buen
resultado que ha dejado una “semilla viva” en el municipio y en la vida de estas mujeres,
víctimas de la violencia (Blairt, 2011, pág. 68).
Cada artefacto configura una serie de procesos y características tanto generales como
particulares. De esta manera, comenzaremos por analizar aquellos significados detrás de los
artefactos culturales de forma general. El primero de ellos, es el silencio. Los artefactos
culturales o artefactos de memoria, pueden estar atravesados de diversas formas por el
silencio. Así una de estas formas, se evidencia en ese carácter silencioso que tienen el
artefacto o un objeto en general. A simple vista, el objeto no “habla”. En muchas ocasiones
pasamos al lado de ellos, sin que nos genere ninguna alusión a una memoria en particular.
Pues “los artefactos son la expresión de las memorias subterráneas que no poseen una
narrativa, pero que sin embargo encuentran en el silencio de los objetos una manera de
expresar sus memorias, una forma de narrar sin palabras pero con un lenguaje que está
presente en el objeto mismo.” (Lifschitz et al. 2012, pág. 110)
Los artefactos, a pesar de su carácter silencioso, cuentan una historia, ocupan un lugar
en el espacio público y generan una reacción; de ahí su potencial político en la construcción
de la memoria de lo que hemos vivido como sociedad. Durante años, muchos de estos
artefactos permanecen en el silencio. Este es el caso de las mujeres de Sonsón, quienes tenían
este proyecto desde el 2009. Sólo hasta hace poco comenzaron a ser conocidas en el país y
en el exterior. Pues el artefacto está a la espera de un público atento a escucharlo a descifrar
en su silencio los rastros del dolor, de la injusticia y por ende, de un espacio en donde puedan
dar a conocer su memoria. De esta manera, es importante resaltar la importancia del público.
El artefacto en algún momento espera un público. Si bien al comienzo ese no es su ideal, la
necesidad se va adquiriendo. Tras la discusión de qué nos pasó, porque nos pasó, y como
superarlo o como evidenciar la dificultad de la superación de esos acontecimientos, la
necesidad se vuelve más fuerte. (S. Arenas, entrevista personal, 28 de abril de 2016)
37
Es así, que el costurero de tejedoras por la memoria de Sonsón, ha tenido la
oportunidad de mostrar sus trabajos en exposiciones como: “Nunca más: voces y
materialidades de la memoria”. Presentada en la casa campesina casa de Sonsón, del 4 al 30
de septiembre; “Exposición nunca más: voces y materialidades de la memoria. Seccional
oriente de la Universidad de Antioquia”; exposición colectiva “Urdimbre, corazón y
memoria” programa de víctimas de la ciudad de Medellín, IV semana de la memoria
“tejiendo memorias para no repetir” entre el 8 y 26 de noviembre de 2011 y Museo
Oropéndola, arte y conflicto. Todo lo anterior evidencia como poco a poco estas
manifestaciones de memoria se han abierto paso en espacios y públicos que quieren ver y
conocer sus historias.
Por otro lado, el artefacto muchas veces es el medio por el cual las víctimas hacen
público un sufrimiento que ha estado escondido durante años por temor a ser estigmatizado.
De esta manera, protege a los sobrevivientes de la culpa y la angustia ante aquello que no
puede ser transmitido (Pollak, 1990, pág. 203) o no son capaces de transmitir. El artefacto se
consolida como un medio más cómodo para la víctima de dar a conocer su memoria, sin
exponerse directamente al público. Dado que “en el artefacto se gestiona el silencio, a la
espera del momento propicio para que esa historia encuentre un público dispuesto a
escucharla” (Lifschitz et al. 2012, pág. 113). Y como es el caso de las exposiciones
mencionadas con anterioridad, estos artefactos son expuestos a diversos públicos, que se
enfrentan a la memoria que ellos exponen, más no a la persona que los realizó, cuentan
sucesos de violencias que estas personas han afrontado pero sin exponerlas ante el público,
es decir, el artefacto enfrenta al público.
Ahora bien, cada artefacto cultural supone ciertos rasgos, que al ser elaborados a
través del tejido, se manifiesta incluso en ciertos elementos como: los colores, formas y
técnicas que estos tienen. Tal y como lo afirma Roberta Bacic, en el tejido se expresan
historias muy transgresoras. Donde las personas expresan su “realidad” o juegan con los
materiales que tienen. Por ejemplo, señala Bacic al mostrar una de las obras de las arpilleras
donde hay una cordillera de los Andes tejida con colores vivos (naranjas, amarillos, entre
otros), la cual expresa que su creadora “quiere mostrar es una cordillera, y está diciendo yo
hago con lo que tengo, no tengo que copiar la realidad, es la realidad que yo vivo y cómo la
interpreto y como la cordillera me gusta con colores yo la voy a hacer con colores. Yo no
38
estoy copiando, no estoy haciendo una foto con los colores idénticos.” (R. Bacic, entrevista
personal, 28 de abril 2016) Elementos que como en este caso toman una vital relevancia en
estos procesos, dado que les permite a las personas apropiarse de estos (colores, formas,
técnicas) y usarlos también como una forma de expresión. Es decir, permiten incorporar per
formativamente sus pensamientos o mensajes, sin necesidad de usar un lenguaje hablado o
escrito. Así posibilita a estas mujeres romper lo común, apropiarse de las leyes sociales y
hacer de cierta manera lo que la persona desean con estos artefactos culturales, pues en estos
ellas hacen “lo que quieren, como quieran, cuando quieren, y al ritmo que quieren.” (R. Bacic,
entrevista personal, 28 de abril de 2016).
Es así, como es usual ver ciertos colores de forma más pronunciada en unas obras que
en otras, o encontrar patrones repetitivos en algunas. En el caso de Luz Dary no usaba colores
grises, pues para ella representaban aspectos negativos, pues le recordaban los días oscuros
en los cuales ella no quería ni levantarse por miedo de que algo iba a pasar (Osorio, entrevista,
2016). De esta manera, ella optaba por usar colores vivos como el rojo y el amarillo entre
otros, que son símbolo de alegría y de vida. Desde su punto de vista, estos colores no eran
plasmados conscientemente. Fue con el paso de los años que evidenció ciertos patrones en
sus obras, y poco a poco fue descubriendo el motivo de los mismos.
39
3. El COSTURERO: UN ESPACIO POLÍTICO
“Las memorias nos ayudan a comprender el mundo en que vivimos; y “el hacer memoria”
está, como cualquier otro tipo de trabajo físico o mental, incrustado en una clase compleja,
relaciones de género y poder que determinan lo que es recordado (u olvidado), por quién, y
para qué fin.” (Gillis, 2004, pág. 1)
40
Lo anterior, se evidencia en sociedades polarizadas que han atravesado un contexto
de conflicto armado interno como la colombiana. El cual, se despliega no solo en los campos
de batalla sino que también deja su impronta en todos los espacios de la vida social. Así, los
actores armados de uno u otro lado buscan instaurar sus versiones del pasado como verdades
absolutas y presentan sus intereses particulares como demandas patrióticas o revolucionario-
populares. En este afán de control de la historia y de la memoria, los actores del conflicto
manipulan las versiones sobre lo ocurrido para justificar sus acciones y estigmatizan las
interpretaciones políticas y sociales que les son adversas (CNMH, 2009, pág. 25).
Ante lo cual, diversos grupos desarrollan lo que autores como Jiménez denomina
luchas por la memoria, donde la memoria individual y la memoria colectiva viven un
continuo conflicto político frente a la historia oficial, cuando ésta quiere ocultar crímenes de
Estado y delitos de lesa humanidad. Esta lucha política trae como consecuencia la
imposibilidad del olvido, la cual, a su vez, tiene un antecedente directo en la discusión
desarrollada por los psicoanalistas y los fenomenólogos (Jiménez et al. 2009, pág. 16). El
caso de Sonsón, es una muestra de la lucha por la memoria que han llevado a cabo las
víctimas especialmente a través de la creación de la Asociación de Víctimas por la paz y la
Esperanza de Sonsón, y espacios como el costurero de tejedoras por la memoria de Sonsón.
Este espacio se desarrolló como una propuesta “desde abajo” para agenciar
aprendizajes, que recrean los conocimientos y vivencias de las mujeres, a la vez que validan
lenguajes y formas de expresión como los tejidos, consolidados en dispositivos para narrar
la memoria (González, 2015, pág. 15). Por ende, la memoria hecha narración, en el caso de
Sonsón a través del tejido, se convierte en un correlato de las relaciones existentes entre el
poder y la verdad, ya que narrar es en sí mismo un acto político (Torres, 2013, pág. 155).
Estas narraciones expuestas en las creaciones del costurero, a través de objetos e imágenes,
son “documentos políticos” que, entrelazadas y puestas en lo público, aportan a la memoria
histórica, a la reparación integral y la reintegración comunitaria desde un enfoque diferencial,
resinificando la situación de ser víctimas sobrevivientes (González, 2015, pág. 15).
Así mismo, el tejido usado en el Costurero como práctica artística manual concuerda
con lo establecido por el craftivismo 10, movimiento que tomo relevancia desde el 2003, y
10
Belsy Greer acuñó el término «craftivism» en 2003, el cual se refiere a la «intersección entre la artesanía
(craft) y el activismo» y comenta en la Encyclopedia of Activism and Social Justice que es una práctica de
«creatividad comprometida, especialmente en causas políticas o sociales. (Pelta, 2012, pág. 1) Dicho
41
que establece que el trabajo manual, tiene un valor político y social. De esta manera, el
craftivismo transita desde múltiples posiciones políticas como: pacifismo, defensa del medio
ambiente, denuncia de las injusticias sociales en los países en vías de desarrollo, sociales
(lucha contra el cáncer, la violencia de género, el analfabetismo) y económicas (crítica al
consumismo, anticapitalismo), y que se desarrolla por tanto como “una forma de activismo
que actúa empleando “lo hecho a mano” y que parte de la idea de que la capacidad de creación
puede ser una poderosa herramienta de lucha.” (Pelta, 2012). Es así que, el tejido para el
Costurero de tejedoras se convirtió en un escenario de lucha por la memoria, donde a través
del tejido llevaron a cabo su acción política en el ámbito de lo público y la demanda por los
derechos de las víctimas. Pues:
Por otro lado, el costurero ha permitido fortalecer los lazos sociales y el tejido social
fragmentado por el contexto de violencia que estas mujeres tuvieron que afrontar,
propiciando el fortalecimiento como colectivo. Allí, se han propiciado nuevas relaciones
entre amigas, entre mujeres, se han generado sentimientos de unidad y solidaridad pues
genera compañerismo y capacidad de resistencia colectiva. Tras cada sesión del costurero, se
plasman diferentes asuntos relacionados con las necesidades y los intereses del grupo, al
tiempo que se aprenden y exploran nuevas técnicas que se perfilan como una alternativa
económica debido a que la mayoría de las mujeres tejedoras viven en difíciles condiciones
que han sido agudizadas por las dinámicas del conflicto. Tras el aprendizaje de diversas
técnicas del tejido y la realización de diversos objetos, muchas de estas mujeres los han
comercializado como forma de ingreso económico a sus hogares. Lo anterior, evidencia un
movimiento empezó a tomar fuerza a lo largo de la primera década del siglo XXI, y parte de una actitud ética
y una forma de activismo que se ejerce mediante lo hecho a mano, partiendo de la idea de que la capacidad de
creación puede ser una herramienta de lucha. Entre las principales organización de este movimiento se
encuentra: Craftivism Collective, Stickkontakt (Movimiento feminista de la tercera ola), C.H.O.L.O. y diversos
artistas como: Marianne Jørgensen, Barb Hunt, Betsy Rodman, entre otros (Pelta, 2012).
42
agenciamiento de las mujeres dentro del costurero, el cual las presenta más allá del papel de
víctimas, como actoras de su vida. Siendo relevante en este punto, mencionar que ser víctimas
es más una situación que una condición, pues reconocemos sus posibilidades de agencia y
transformación como sujetos políticos. De este modo, con el Costurero de tejedoras se
establece un espacio en el cual “no sólo abarcan los hechos violentos, las acciones de guerra
y los guerreros, sino también las formas como los individuos logran reconstruir la vida,
preservarla, conservar la posibilidad de una cotidianidad que permita mantener lazos,
vínculos, identidades.” (Arenas, 2012, pág. 189).
Este espacio no solo ha servido como forma de fortalecer el colectivo, sino que ha
permitido conocer otras historias y “tejer” más redes de mujeres a lo largo del continente que
también han usado el tejido como herramienta política, de memoria y de resistencia. Lo que
se evidenció en espacios en el Primer Encuentro Latinoamericano de Tejedoras por la paz y
la Esperanza, donde se encontraron colectivos de diversas partes del país (Bogotá, Chocó,
Atlántico, Antioquia, entre otros) incluso de otros países como Ecuador y México con
iniciativas como: Una víctima, un pañuelo 11 (del colectivo Fuentes rojas) y donde se llevaron
a cabo conversatorios, conferencias, talleres, y encuentros para compartir experiencias y
técnicas.
11
“Es un proyecto que surge en la Ciudad de México, por iniciativa del colectivo Fuentes Rojas, como un
símbolo de la violencia ejercida en el sexenio de Felipe Calderón. El objetivo es bordar en pañuelos blancos los
nombres de las víctimas de dicha guerra, como una acción que las humaniza, así también, como un medio
concreto de conservación de la memoria.” (Antezano, 2012).
43
Fuente: (Pagina de Facebook de la Facultad de Enfermeria de la UDEA, 2016a)
44
uso de un lenguaje silencioso que propicia la diversidad, pues se configuran experiencias
ejemplificadores de las múltiples maneras de construir la memoria histórica.
Como se ha mencionado en el texto, es evidente que no hay un solo tipo de memoria, pues
hay diversas narrativas dentro de estos procesos. Generalmente las más visibles son las
memorias hegemónicas, es decir las de aquellos grupos dominantes, de presión o
institucionales que por su poder tienden a hacer de su memoria, la única y verdadera. Sin
embargo, en contraposición a esta “memoria oficial” encontramos las denominadas
memorias subterráneas, término desarrollado por Pollak (2006) para referirse a aquellas
memorias integradas por aquellos grupos de las culturas minoritarias y dominadas (Pollak,
2006, pág. 2).
Así un asunto como la ‘legitimidad’ de las memorias, no se agota en su dimensión
oficial, al contrario, puede provenir de otros ‘espacios’ con enormes recursos donde también
se juegan relaciones de poder y, entonces, la(s) memoria(as) conocidas como ‘subterráneas’,
‘invisibilizadas’, ‘marginales’ (Pollak, 2006) pueden emerger y lograr un importante
potencial político (Blair, 2011, pág. 21). Pues estas memorias subterráneas “(…) tienen un
trabajo de subversión en el silencio y de manera casi imperceptible afloran en momentos de
crisis a través de sobresaltos bruscos y exacerbados” (Pollak, 2006, pág.18). Por ende, estas
memorias pueden permanecer durante mucho tiempo en el ámbito privado sin desaparecer,
pues están a la espera de un momento propicio para surgir en el espacio público,
condicionado este por un público interesado en conocerlas (Arenas, 2014, pág. 92). Sin
embargo, durante ese periodo de invisibilidad, de silencio, estas memorias son transmitidas
a través de redes de sociabilidad afectiva o política (Pollak, 2006, pág. 24).
Durante los últimos años, han surgido una serie de iniciativas como la del costurero
de Sonsón, las cuales lejos de los discursos hegemónicos, llaman la atención sobre el
sufrimiento de las víctimas, la pérdida de la integridad, la libertad y el ejercicio ciudadano
por la reclamación de los derechos vulnerados (Uribe de Hincapié citada por Gonzales, 2012,
pág. 3). Así, el caso de Sonsón es una iniciativa local, que agencia propuestas reparadoras en
45
las que la participación y la exigibilidad de derechos se hace desde la mirada y la experiencia
de las mujeres que han sufrido los efectos del conflicto armado. (Gonzales, 2015, pág.)
Proceso que se da desde la participación de las mujeres, la expresión de sus narrativas y la
consolidación de metodologías participativas encaminadas al diálogo de saberes y a la
coproducción de conocimiento, que permiten la reconstrucción del pasado con acciones en
el presente, que enseñan formas de conocimiento alternativas, historias diferentes a la oficial,
hegemónica o institucional. (Gonzales, 2015, pág. 3.) Así lo expresa una de las integrantes
del costurero, frente a la memoria de uno de los actores armados 12 responsable de los sucesos
de violencia que padeció:
“yo sé que la verdad no existe, porque ellos acomodan eso a lo que quieren, para
cubrir un tanto ahí lo que hicieron. Entonces dicen: ¡ay! es que lo mataron ahí, porque tal, y
tal cosa; sin serlo. Entonces ahí, la dignidad de esa persona que mataron ¿quién la va a
recuperar? ¡Porque yo sé! porque yo ya he estado en una audiencia, y dijeron es que lo
matamos porque era tal y tal cosa, viendo que eso no lo era” (L. Osorio, entrevista personal,
29 de abril de 2016)
Es así, que estas mujeres deciden reconstruir su memoria a través de los artefactos
culturales, intentando plasmar en ellos esas pequeñas marcas físicas que intentan recordar,
conmover y llamar la atención sobre los hechos violentos que marcaron la vida de su familia
o su comunidad. Y como ejemplo de memoria subterránea tratan de reconstruir aquellos
hechos desconocidos por gran parte de la población Colombiana, contraponiéndose así a las
grandes narrativas de memoria, que como se mostró anteriormente se alejan de su verdad. A
través de estos artefactos, estas mujeres hacen públicas esas historias que durante años
permanecieron en el silencio, pues como expresa Arenas:
“Me impresionaba un poco el hecho de que esas historias no fueran tan conocidas,
de que yo incluso podía pasar por el lado y no las veía…entonces eran como asuntos de lo
que realmente no había una discusión, como que se conocieran o que afuera no había una
12
Se refiere a las autodefensas campesinas del magdalena medio, grupo comandado por Ramón Isaza Arango,
el cual se ubicó en las regiones que colinda con los dos lados del río Magdalena, desde el oriente de Antioquia
(San Luís, Puerto Triunfo, Puerto Nare) hasta Boyacá, Cundinamarca y Santander, y el cual se desmovilizo en
el 2006. (Verdad Abierta)
46
narrativa generalizada o que circulara, no. Era como que de alguna manera estuvieran todo el
tiempo ahí, pero no los veíamos. Porque mira, las mantas están hace mucho tiempo... entonces
eran como unos objetos que estaban hace tiempo ahí, y que lo que los caracterizaba era ese
silencio social alrededor de ellos.” (S.Arenas, entrevista personal, 28 de abril de 2016).
Para autores como María Teresa Uribe, la población siempre encuentra formas de resistir
frente al dominio o control de los grupos armados – sean institucionales, para-institucionales
o contra-institucionales. Estas formas pueden ser abiertas, desafiantes, rebeldes o sutiles,
invisibles, no públicas, lo importante de esta variedad de acciones colectivas deriva de su
intensión de expresar la inconformidad. Estas acciones si bien no constituyen un desafío
explícito, representan un cuestionamiento implícito al poder arbitrario, excluyente y
autoritario (Uribe de Hincapié, 2006 citada por Arenas, 2015, pág. 193). Entre estas múltiples
acciones que evidencian la resistencia de diversos grupos sociales, encontramos como el
tejido, se ha consolidado en un elemento importante. Esta práctica que durante décadas ha
sido identificada a la mujer, lo manual y en general como un recurso cotidiano relegado al
hogar, puede convertirse en potencial escenario de resistencia, al “momento en que trasgrede
el ropaje, subvierte el orden en el que se da.” (Entrevista realizada a Bacic, abril 2016).
De esta manera, el tejido usado en el Costurero de tejedoras por la paz y la esperanza
de Sonsón se constituye como forma de resistencia por varias razones. La primera de ellas:
13
Galerías, talleres, exposiciones, e incluso estas mujeres han tejido en ocasiones en la plaza
pública del municipio de Sonsón, donde todos los pobladores las pueden observar.
47
reside en el uso del tejido como forma de reivindicación de la mujer, pues se hace uso de un
arte que se considera femenino, relegado a lo doméstico, sin fines lucrativos, considerado
como algo no productivo y realizado solamente en la esfera privada, como forma de
herramienta política. De ahí que, corrientes como el craftivismo utilicen el tejido en
cualquiera de sus formas como una opción para aprender a disfrutar lo hogareño y revalorar
los trabajos que durante siglos se han atribuido a las mujeres, de esta manera esta corriente
hace uso del tejido como forma de resistir frente a los imaginarios de la sociedad. (Ver anexo
4) como reivindicación no violenta a las situaciones que estaban viviendo a nivel individual
y colectivo, interviniendo activamente en la causa de la paz (Bacic, pág. 2).
En segundo lugar, el tejido como forma de expresión inmersa en el silencio, no
representa la ausencia de palabras u olvido, sino que expresa la resistencia que una sociedad
impone al exceso de discursos dominantes que justifican la mayoría de esas muertes o
violaciones a los derechos humanos en la lógica de un conflicto armado (Arenas, 2012, pág.
3). A través de estas creaciones creadas en el tejido, es decir a través de los artefactos
culturales del tejido se manifiesta una acción posterior de los colectivos y personas tras los
hechos que causaron su descontento, en el caso de Sonsón tras el conflicto armado. Es decir,
“el artefacto muestra lo que la gente hace para resistirse a eso, porque el artefacto muestra
una acción posterior, es decir la persona no se queda quieta, hay muchas personas que frente
a eventos dolorosos se movilizan, pero hay otras que hacen cosas y esas cosas que esas
personas hacen son las más diversas.” (S. Arenas, 29 de abril de 2016).
En esta medida, esa acción manifiesta la forma como los grupos e individuos se
resisten: al olvido, a no dar a conocer sus memorias sobre los hechos que sufrieron. Son
acciones realizadas para sobrellevar la pérdida que, sin embargo, se trasforman en formas de
percibir y resistir la violencia, en formas de agenciar el dolor que ya no es sólo privado sino
también colectivo por el mensaje implícito y por la apropiación que de los artefactos hace la
comunidad en la que están ubicados (Arenas, 2012, pág. 176). Artefactos que como en el
caso de Sonsón, representan la posibilidad de dar a conocer sus historias, sin tener que
exponerse. Son el referente material de una historia común; llaman la atención sobre períodos
en la historia de esas comunidades donde la violencia se impuso instalando el miedo y la
desconfianza. Pero, del mismo modo, “les recuerda que esas muertes no debieron haber
48
ocurrido; son la respuesta social, no oficial, al absurdo de la violencia. Los artefactos son
apropiados por su auditorio como símbolos de su historia.” (Arenas, 2012, pág. 186).
En tercer lugar, los relatos construidos a través del tejido, y plasmados en
diversos objetos permiten evidenciar cómo diversas personas se resisten a un escenario ya se
político, social, o cultural. Pues en el plasman la denuncia, el descontento o ese sentimiento
de desagrado sobre los sucesos que las afectaron que no querían que quedaran desconocidos.
Las arpilleras chilenas son un claro ejemplo de como se ha utilizado el tejido para resistir,
incluso en contextos de escasos materiales y la dificultad de poder hablar sobre los hechos
de la dictadura evidenciando incluso como se resiste pese a las dificultades:
“Cuando una mujer expresa en una arpillera la carencia de agua, la falta de trabajo,
de alimento y salud; cuando ilustra el descubrimiento de cuerpos en Yumbel o Lonquén,
comienza a ser agente de cambio, narradora de la lucha del pueblo, expositora de las
contradicciones del sistema impuesto. Ella no usa palabras porque les habían sido negadas.
Pero ellas pudieron hablar a través de una habilidad considerada tradicionalmente femenina.”
(Moya-Raggio, 1984, págs. 278-279).
Esta habilidad de contar su memoria, de luchar incluso cuando nadie se atrevía, donde
pocos desobedecían las órdenes autoritarias, hizo que se las considerara como unas de las
primeras en crear un cultura de resistencia en Chile (Agosin, 1996, pág. 25). De esta manera,
la arpillera es todo lo contrario: tanto el dibujo presentado como la arpillerista en sí
representan a conciencia la resistencia al régimen opresor.
Por ende, se puede comprender como el tejido como herramienta para reconstruir la memoria,
se consolida en una “herramienta política para legitimar las acciones diversas de afrontar,
resistir, transformar y vivir la vida individual y comunitaria silenciada, olvidada, disputada
en las luchas por la verdad, la justicia y la reparación” (González, 2015, pág. 11) .
49
4. CONCLUSIONES
Fotografía 5. Pensamiento de tejedoras
A lo largo de esta investigación es posible identificar la importancia del tejido como una
práctica artística se consolida en una herramienta de construcción de memoria histórica, de
reparación, de resistencia y de política. El presente estudio de caso permitió identificar como
los ejercicios de memoria, son de suma importancia en el proceso de formación y
consolidación de identidades individuales y colectivas, pues el compartir un escenario
cultural concreto con otras personas, influencia lo que se recuerda y olvida. Así mismo, si
bien los sucesos son vividos de manera individual, y por ende, lo que se recuerda se da desde
un plano personal, la vinculación a escenarios concretos o sucesos, como el conflicto armado,
permite propiciar la generación de espacios comunes. Cada una de las víctimas de Sonsón,
vivió un suceso distinto, pero ante la necesidad de recordar y generar espacios para el trabajo
con las víctimas, consolidaron organizaciones como la “Asociación de Victimas por la Paz y
la Esperanza de Sonsón” que a su vez fomentaron espacios como la del Costurero de
Tejedoras donde se hizo uso del tejido, el cual permitió contar historias individuales y
colectivas y en él se manifestó las subjetividades de cada creador.
En el Costurero de Tejedoras por la Paz y la Esperanza, se hizo uso del tejido para la
elaboración de diversos objetos denominados artefactos culturales o de memoria, estos se
constituyeron pieza fundamental de este proceso, pues en ellos se construía la memoria
histórica. Al igual que durante la elaboración de estos artefactos se propio el dialogo, la
50
reparación, la comunicación y por tanto, la facilitación del proceso para cada una de estas
mujeres. Por otra parte, el tejido permitió dar a conocer estas memorias que durante mucho
tiempo no eran conocidas, abriendo espacios de visibilización de las historias de estas
mujeres que muchas veces se contraponían a las memorias oficiales o hegemónicas. El
tiempo invertido en estos espacios se consolida fundamental en estos procesos, pues es
gracias a este que se propician los lazos de comunidad, la búsqueda de la verdad y la
reconciliación y en el cual las victimas recorren un espacio de reparación y apropiación de
sus vidas.
En los tejidos observados durante el trabajo de campo fue posible conocer un
testimonio, pues cada uno de ellos dan cuenta de diversos sucesos que son difíciles de
comunicar pero en el tejido encuentran un canal facilitador del dialogo. De este modo, si bien
en muchos casos no se conocía su creador o creadora permitían remitir al observador a un
escenario concreto; las palabras escritas o verbales no eran necesarias, pues el mensaje se
podía comprender en cada puntada, color, forma o figura. Diversos objetos pude observar
entre las que encontré “quitapesares”, muñecas de trapo, colcha de retazos, entre otros, cada
uno cumple una función distinta dentro del proceso, lo que hace a su vez que el significado
sea diverso, evidenciando los usos que nos permite una misma práctica artística como el
tejido.
En cuanto al potencial político del tejido, este se observa desde la acción política de
las mujeres, la resistencia desarrollada en el uso de un “trabajo doméstico” en escenarios de
denuncia, de memoria; hasta en los lazos que estas mujeres han tejido con otros colectivos
de Colombia y México especialmente, constituyendo redes de apoyo, intercambio de
historias y saberes. Así durante el trabajo de campo se observó cómo personas que han sido
víctimas persisten ante la adversidad por contar sus memorias, por construir un nuevo futuro
para ellas, sus familias y comunidades, y por ende, el tejido ante la diversidad va uniendo
puntada a puntada estas historias, personas, regiones e incluso países. De esta manera, en un
mundo donde las acciones políticas se dificultan cada vez más como establecen autores como
Bauman 14 y Beck 15, dado principalmente al individualismo, el tejido se convierte en una
14
Bauman desarrolla en dos de sus libros: Modernidad liquida y en busca de la política, los procesos en los
cuales están inmersas las sociedades modernas y como influencian la economía, la política y la cultura. Así
expone que la política como se conocía anteriormente ha cambiado.
15
Teorías que expone Ulrick Beck en su libro: la sociedad del riesgo civil.
51
alternativa para trabajar con comunidad y emprender por tantos acciones políticas, pese a las
múltiples cuestiones que separan a las personas, pero que encuentran en esta práctica artística
un punto de encuentro.
El caso de Sonsón es solo uno ejemplo de lo que el tejido y en general el uso de las
prácticas artísticas permite dentro de las comunidades. Cientos de historias aun invisibles se
encuentran por todo el mundo, esperando el momento y el espacio propicio para darse a
conocer. Historias que sin duda cuentan verdades, resistencias, memorias y acciones
políticas. Y como el caso de Sonsón merecen ser estudiadas, observadas y ante todo
compartidas.
52
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Entrevista realizada a Bacic, Roberta. (2016, 28 de abril) Curadora obras arpilleras chilenas,
Medellín, Antioquia.
Fotografías
Página de Facebook del Costurero de Tejedoras. (2015). Anexo 1. Integrantes del costurero
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https://www.facebook.com/Tejedorasporlamemoria/photos/a.466245066886153.107
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60
Museo virtual Oropéndola: arte y conflicto. Anexo 2. Nunca más: voces y materialidades de
la memoria. Disponible en:
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Monografía revista temática de diseño. (2016). Anexo 4. «Pink M.24» creada por Marianne
Jørgensen. Disponible en: http://www.monografica.org/02/Art%C3%ADculo/3513
ANEXOS
Fuente: (Pagina de Facebook del Costurero de Tejedoras por la paz y la esperanza, 2014)
61
ANEXO 2. Fotografía. Nunca más: voces y materialidades de la memoria.
Fuente: (Bacic)
62
Fuente: (Monografía revista temática de diseño, 2012)
63
Un poco es eso, Artefactos que se construyen con una intención de dialogar, y que de alguna
manera ellos en sí mismo contienen elementos propios de esas tradiciones, de las formas de
ser, de las formas de relacionarse, creo que ahí viene la idea de artefacto cultural, que cambió
con el tiempo, es decir nosotros también fuimos cambiando un poco la idea, ajustando esa
categoría a los que encontramos, al final ya no lo pusimos así en mi tesis sino que lo llamamos
altares.
(C): ¿Y a qué se debió el cambio?
(S): Porque...bueno cuando empezamos a mirar los procesos, cuando nos deparamos con las
historias concretas, seleccionamos muy bien los casos a analizar y cuando hicimos las
entrevistas, escuchamos lo que las personas decían, nos dimos cuenta que eran altares. en un
sentido duplo, pues por un lado esos altares porque para cada una de esas personas esos
artefactos tenían algo de desagrado porque conectaban el mundo de los muertos con el de los
vivos, porque era un lugar casi místico, por la connotación, de un lugar protegido por ser el
lugar de la memoria y también era algo sagrado, porque eran cosas hechas hacia el grupo,
porque tenía la intención de ser vistos, eran altares hechos en la calles. Estas mantas tienen
esa particularidad porque ellas las exponen, ellas la hacen para mostrar, las hacen en grupo.
(C): ¿Por qué empezaste a trabajar con el tema de artefactos culturales?
(S): Lo primero que yo quería era ver expresiones de memoria que fueran de pequeños
grupos, cuando yo empecé con este tema, no tenía como mucho auge este tema y eran cosas
de que pocas personas hablaban. Ya tenía contacto con Sonsón, no con los bordados en esa
época no existía, pero si con el archivo de víctimas, que hicieron de la Universidad de
Antioquia y me llevó a pensar que las personas por fuera de la oficialidad, estaban llevando
iniciativas para marcar lugares, para marcar eventos, para conservar la memoria de lo que
había pasado, sin las pretensiones que hoy todo eso tiene, era una cosa como muy espontanea.
Y yo quería ir a todos esos lugares, pero como yo tenía recursos para hacer la tesis, entonces
tuve que hacer la tesis aquí en Medellín, porque yo estudiaba en Brasil y podía venir acá pero
no me permitían estar aquí por más de seis meses, entonces no pues yo dije Medellín y
primero pensé que acá no había nada, pero luego me di cuenta que hay un montón de cosas,
cosas que se habían hecho ya hace mucho tiempo, luego veras en el artículo los cuatro casos
que analizamos que son un grafiti un calvario una virgen y un mural. Entonces, ese fue como
64
el tránsito, entre tratar de ver como esas iniciativas iniciales, y luego ver que la ciudad de
Medellín, tienen un montón de iniciativas.
(C): ¿Crees que los artefactos culturales tienen una importancia o relevancia para el país?
(S): Eh si, lo que yo descubrí, o descubrimiento para mí, personal. Es que para nosotros que
estamos constantemente repitiendo que Colombia es un país sin memoria, que aquí todo pasa
y lo dejamos atrás. Lo que yo descubrí es que estas personas hace mucho tiempo están
haciendo esfuerzos por conservar las memorias de esos eventos, por dar a conocer de alguna
manera lo que pasó, lo que tuvieron que vivir, sus pérdidas y dejar rastros y cuando uno hace
esa relación entre la memoria como rastro y se depara en esos rastros, esos son los rastros
que se dejaron y me pareció muy interesante porque esos rastros en la mayoría de los casos
no han sido hechos por organizaciones o ONGS o personas que ya tengan trayectoria sino
que son cosas que surgieron en esas comunidades de manera espontánea que no tenían
inicialmente una pretensión política pero que fue tomando ese contenido, adquiriendo ese
contenido político de denuncia, de demanda, y que hoy como las mantas de Mampuján están
en el museo nacional. Entonces, cuando uno ve ese trayecto de esa cosa tan pequeña, casi
elaboración de un duelo curativo de hablemos lo que hemos perdido no tanto en términos de
vidas, pero sí de tierras, modos de vivir, de pasar de una elaboración de un duelo, a hacer de
ese duelo un duelo político, porque ese es un duelo político, ósea se volvió público, es un
dolor que compartimos, que sentimos como nuestro, bueno no todos el mundo, pero si
muchos de nosotros, lo sentimos como propio.
(C): ¿Cómo se construyen los artefactos culturales?
(S): Bueno...los que yo analice, e incluso esos que tú quieres analizar yo creo que se dan de
manera espontánea, ósea que surgen...no se está pensando en esa intencionalidad política, se
está pensando más en la necesidad de hacer algo, lo que sea para marcar, para expresar, para
comunicar cierta inconformidad, para incluso desde lo más básico poder hablar de lo que
pasó. Entonces me parece que son artefactos que se construyen de manera espontánea, ahora
ya vemos otros procesos pero a esos a los que yo hago referencia en mi trabajo y tal vez esos
que tu quieres analizar yo diría que se construyen de manera espontánea, solo que el tiempo,
las apropiaciones que se hacen de ellos, las narrativas que se construyen alrededor les va
dando otras connotaciones a esas iniciales, van cambiando los significados que esos
artefactos en un comienzo tienen. Pero yo creo que en un comienzo, son iniciativas que se
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hacen con un interés de señalar, de marcar, de registrar. Como una necesidad impetuosa de
hacer algo. Yo retome unos estudios que hacen en Norteamérica e Irlanda sobre la creación
de este tipo de altares, precisamente para conservar la memoria de hechos violentos. Entonces
eso me sirvió para comprender mucho, estos conceptos.
(C): ¿Cómo los artefactos culturales evocan la memoria colectiva?
(S): Por lo menos esos casos que yo analice, me pareció muy interesante el proceso de
conformación de esa memoria, por ejemplo uno de los casos es un mural en Santo domingo
sabio, es un barrio que queda en la nororiental, esa comuna es una de las más violentas de
Medellín y digamos Ahora digamos está un poco más tranquila, pero décadas anteriores,
años anteriores, era un lugar muy violento con presencia contaba con la presencia s de muy
diversa índole, desde milicia, bandas, grupos paramilitares- con índices de pobreza muy altos.
Y allá se hizo ese mural que contiene unos 386 nombres escritos, de personas que murieron
en ese barrio. En cuanto a ese mural lo hacen en el 2005, en un proceso que hay dentro del
barrio de tratar de poner de grupos armados enfrentados a dialogar, entonces un sacerdote
hace la inmediación, junto con otras personas que representan ciertos sectores dentro del
barrio, hacen de mediador entre esos grupos de antiguos milicianos y grupos de paramilitares,
todos esos integrantes hacen parte, eran pobladores del barrio. Entonces ellos hacen esa
mediación se ponen a hablar, piensa que estamos justo en el proceso de reinserción, entonces
hay un ambiente favorable y lo que está tratando de hacer ese sacerdote es hacer una
inmediación micro, ahí en el barrio como vamos nos vamos a llevar ahora en adelante. Pero
para hacer esa inmediación, debemos reconocer primero que paso, para reconocer lo que
paso, lo primero es nombrar los muertos. Entonces, sacan ese listado, las familias llevan los
listados de las personas que mataron y ellos construyen un gran mural atrás de la iglesia y
escriben los nombres de todas esas personas. La construcción de este mural hace parte de
este proceso, cuando uno hace entrevistas, cuando uno escucha al sacerdote, a pelaos que
hacen parte de este proceso, se da cuenta que la sola elaboración de ese mural llevó a esa
comunidad a pensarse, a pensar su pasado y a pensarse de ahí para adelante. Llevó a esa
comunidad a confrontarse, porque el mural tiene una especie de contradicción: no es solo un
lugar de víctimas, ahí están víctimas y también están muchachos que murieron pero que
hacían parte de estos grupos armados, y en muchos casos están incluso la persona que murió
que no hacía parte y la persona responsable por esa muerta. Como si estuvieran víctimas y
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victimarios dentro del mismo mural y eso llevó a dificultades, a disputas de memoria, a decir
quien merece estar en el mural y quien no, la discusión de qué muertes merece ser lloradas y
cuáles no, a la discusión de que tenemos en común, porque se preguntaban esas cosas.
Digamos eso es interesante, porque todavía hoy, yo fui ocho años después y todavía hoy esa
pregunta estaba ahí y el cuestionamiento porque ese señor llora, si su hijo no merece ser
llorado o es que todos perdimos, ella también es madre. Ósea la construcción de esos
artefactos como se hace en el público, como se hace para un público, tal vez inicialmente no
tenga exactamente ese propósito, pero van adquiriendo, llevan a la discusión sobre qué nos
pasó, y porque nos pasó eso y también como superarlo o como evidencian la dificultad de la
superación de esos acontecimientos. Ese caso, es muy paradójico en ese sentido, porque
realmente llevo a una discusión muy tenaz, aunque no se solucionó, el solo hecho de hablar
sobre el tema, de discutirlo, a mí me parece que es algo que Colombia no ha hecho, y que
estamos a la hora de hacer. Porque esa sola discusión que ponía el padre, de todos somos
iguales, todos los lutos son los mismos. Duele tanto a una madre como a otra perder un hijo,
lo que perdimos fue una generación, lo que hay aquí es el conjunto de la pérdida. Una señora
dijo eso: lo único que tenemos en común, es que todo perdimos, alguna cosa, pero perdimos.
entonces ese el punto para lograr salir de la situación, entonces como de una cosa muy simple,
que puede pasar desapercibida en esta ciudad, que muy pocas personas conocen, solo eso nos
está mostrando todo lo que se mueve alrededor de un artefacto. Tal vez no tenga
connotaciones sociales amplias, pero en lo micro estos artefactos tiene un sentido y pueden
adquirirlo. Mira digamos las mantas de Mampuján tiene un sentido diferente al original.
(C): A lo largo del texto, se menciona que ante estos artefactos nos encontramos ante el
silencio, ¿Por qué?
(S): Los artefactos son la expresión de las memorias subterráneas que no poseen una narrativa,
pero que sin embargo encuentran en el silencio de los objetos una manera de expresar sus
memorias, una forma de narrar sin palabras pero con un lenguaje que está presente en el
objeto mismo.
Como te dije eso fue cambiando un poco, cuando yo empecé la tesis me impresionaba un
poco el hecho de que esas historias no fueran tan conocidas, de que yo incluso podía pasar
por el lado…entonces eran como asuntos de lo que realmente no había una discusión, como
que se conocieran o que fuera, no había una narrativa generalizada o que circulara, no, era
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como que de alguna manera estuvieran todo el tiempo ahí, pero no los veíamos. Porque mira,
las mantas están hace mucho tiempo, eh...las cruces en las carreteras están hace rato, las
piedras están pintadas hace mucho, entonces eran como unos objetos que estaban hace tiempo
ahí, y que lo que los caracterizaba era ese silencio social alrededor de ellos, y esa idea de que
no recordamos, de que no hacemos nada, que las cosas pasan y las dejamos atrás, y pues lo
que yo presenciaba en ese momento inicial era un silencio en relación con esos objetos lo
entendía así y por eso un poco la relación entre ese silencio y esa idea de memoria
subterráneas de Pollak, porque Pollak todo el tiempo dice eso, las memorias subterráneas
tienen una forma de transmitirse que son más familiares, o de amigos, o de ciertos círculos
pero no salen a una esfera pública. Porque no hay un ambiente propicio, no solo en términos
de condiciones reales para eso sino que él también dice que hay unas cuestiones morales que
no lo permiten, hay otras ciertas reglas morales que no van a permitir que esas otras memorias
surjan, él dice también que no hay un otro interesado en escuchar. Entonces si no hay quien
te hable entonces tu guardar silencio, no haya con quien comunicarse, entonces un poco yo
lo interpretaba así, pero entonces eso cambió porque lo que yo descubrí es el poder que esas
narrativas subterráneas de alguna manera, esas memoria subterráneas el poder que eso tiene,
el poder especialmente de subsistir en el tiempo, a pesar de ser subterráneas. Porque por
ejemplo unos de esos casos, es la virgen que hay en un barrio acá que se llama la milagrosa,
es un barrio del centro para arriba, es un barrio tradicional, clase media baja, muy normal
pues, donde han vivido siempre los mismos. Y allá hubo una masacre de seis muchachos
durante la época de toda esa disputa entre el narcotráfico y el Estado. Un grupo de policías o
agentes de seguridad del Estado, como se hacía en esa época, pasan en un taxi, ven a unos
muchachos ahí en una esquina parqueados; se bajan, los mandan a tirar al suelo y les disparan
sin mediar más nada. Estos se conmueven mucho con esas muertes, es bien próxima a lo de
Villatina, no sé si has escuchado hablar de ello, que fue una masacre un mes anterior de forma
igual, un grupo ahí si de policías porque fueron comprobadas, se subieron a un taxi y se
bajaron y mataron a 9 personas, entre estos 6 niños, y a la luz del día. Y pues, un mes después
pasa esto en un barrio más o menos cerca. Para ese barrio, eso fue impactante, esa masacre
como muchas otras no está registrada en la memoria colectiva de esta ciudad, Villatina sí,
pero esta masacre no. Pero si tú vas allá te vas a dar cuenta que todavía hoy de eso sigue
hablando se sigue comentando es una cosa muy viva todavía en la memoria de ese barrio,
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muy viva por la percepción de injusticia, de que esto no debió haber pasado, porque estos
pelados no tenían nada que ver ni con sicariato, ni con narcotráfico, eran estudiantes,
empleados. Entonces ahí uno ve, que veinte años después esa memoria sigue viva y de eso
se está hablando, se está reivindicando la inocencia, se sigue denunciando la injusticia pero
en ese nivel, ellos no son como los de Villatina que ellos salen y con la ayuda de ciertas
ONGS aquí hacen denuncias incluso internacionales, denuncian al Estado, lo demandan,
obligan al Estado a hacer ciertas cosas. Ellos no, no hicieron eso, ellos se quedaron
insistiendo como conservando esa memoria subterráneas y otorgándole cada vez más
significado a esa virgen, que ellos construyeron para recordar a estas personas. Entonces por
eso yo cambio un poco, esa virgen sigue siendo silenciosa, tú pasas por ahí y es una virgen
más en un barrio que tiene una virgen en cada esquina, literalmente, es impresionante. Hay
muchas vírgenes en la calle, pero está en la única que tiene una placa, con unos nombres y
una fecha. Y es la única que todas las personas del barrio pueden referenciar que representa
otras cosas, entonces uno pasa por ahí y no le dice nada, y si no preguntas nadie te dirá nada.
No hay un relato en la ciudad con relación a eso, entonces por eso el silencio. Pero hay una
memoria subterránea que se está contando, que se está narrando, que discurre como en otros
espacios.
(C): ¿Cree usted que la elaboración de estos artefactos facilita la elaboración de procesos de
memoria colectiva?
(S): Eh...pues es ese nivel micro, me ha parecido yo analice muy evidente, como por esos
dos niveles que te he dado. Ahora en el nivel macro, ahora que nosotros le estamos dando a
esos artefactos importancia que estamos nos estamos indagando por ellos, que nos estamos
preguntando porqué están ahí- ¿qué pasó? ¿Quién los hizo? ¿Porque? ¿A razón de que
eventos? Así esos artefactos van a adquirir otro significado más social, va a abarcar un ámbito
mayor, que inicialmente han tenido. Porque tal vez nosotros les demos otros significados,
otra mirada, nos pensemos, vamos a ellos. Por ejemplo, con el ¡Basta Ya! que es una
investigación que está haciendo para centro nacional de Memoria Histórica, sobre lo que pasó
en Medellín. Nosotros hicimos recorridos en los barrios, yendo justo a mirar esos lugares, y
fue bacano que personas que eran de Medellín, pues lo hacíamos con personas que eran de
acá, ir a mostrarles, contarles y que les preguntaran a personas que habían vivido por ahí.
Esos lugares se van cargando de otros significados y ya se hablará de ello, y esos lugares nos
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van a mostrar qué fue lo que pasó en Medellín, entre todas las cosas que nos ha pasado que
fue lo que nos pasó, pero en mi opinión lo más importante, porque además yo me he dado
cuenta con esos artefactos. Si bien el artefacto muestra un poco el hecho victimizante, si bien
el artefacto muestra la pérdida, el horror. En mi opinión lo más interesante, es que el artefacto
muestra lo que la gente hace para resistirse a eso, porque el artefacto muestra una acción
posterior, ósea la persona no se queda quieta, hay muchas personas que frente a eventos
dolorosos se movilizan, pero hay otras que hacen cosas y esas cosas que esas personas hacen
son las más diversas, entonces hay personas, como las madres de la candelaria, que salen y
se movilizan y actúan, y llaman la atención o como las de la Ruta Pacífica o las mujeres
caminando por la verdad. Hay otras que no hacen eso, y ponen una virgen o ponen un
calvario, o ponen el nombre de sus hijos en un listado, eso son acciones menores pero están
haciendo cosas y hoy nosotros podemos ver que esas personas hicieron algo, algo para llamar
nuestra atención, algo para reivindicar la inocencia, para dignificar, para denunciar. Entonces
ese aspecto, de hacer algo, es lo que yo creo que como sociedad empezamos a ver.
(C): ¿Y tú crees que desde la víctima, este tipo de iniciativas facilitan más llevar a cabo estos
procesos de memoria histórica? ¿Por ejemplo a través de estos artefactos?
(S): Yo pienso que es otra manera de hacerlo, muy de acuerdo a su contexto cultural, ósea a
lo que el ya sabía hacer, a lo que es próximo, eh lo que se da en ese momento. Mira por
ejemplo, las señoras de Sonsón, muchas de ellas dicen que ni siquiera sabían bordar, ellas ni
bordaban, pero de repente se vieron haciendo eso. Los llevo la necesidad de juntarse, de
poder hablar sobre lo que pasó, y entonces estaba esa actividad. eh...Doña Carmen que fue
otro caso que yo analice ella solamente hace el calvario para señalar el lugar donde mataron
a su hijo y luego alimenta ese lugar y lo va dotando de significado. Y ella pues con su
presencia hace imposible que ese lugar pase inadvertido, pero es ella, mejor dicho más que
todo ella más que el calvario en sí mismo, esa interacción entre ella y el calvario. Pero yo
pienso que si ayuda, no es que se mejor, si no las muy diversas formas que las personas
encuentran para procesar su dolor, al final yo pienso que son formas de hacer público el
duelo, de mostrar, cómo de hacer públicas esas pérdidas. Cuando uno hace pública una
pérdida, le muestra al otro que también hace parte de la pérdida, porque cuando una mama
dice: que mi hijo no merecía morir, era un hombre trabajador. Está queriendo decir esta
pérdida no es solo mía, sino también para la sociedad. Mire el sujeto tan valioso que perdió
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esta sociedad, entonces ella hace público, de alguna manera está comunicando esto, mire lo
que se perdió, que esta persona era valiosa.
(C): ¿Cómo la creación de estos objetos que en la mayoría de los casos se hacen de manera
individual, pueden convertirse en memoria colectiva?
(S): Pues es que mira que todos esos objetos, esos que yo analice, los que tú vas a estudiar otros
que uno se va encontrando. Todos ellos tienen unas características que los hacen muy
particulares, como si fueran historias privadas, privadas en el sentido de que es el dolor de
una persona en particular: la señora que le desaparecieron el hijo o que se lo mataron o la
mujer que perdió su tierra, su casa, sus cultivos. Todas ellas son pérdidas individuales, ¿Que
hace que eso se conecte con otros, que eso nos toque? Ya ese proceso entonces de que eso se
haga comunicable, la elaboración, la puesta en público, esos procesos de larga duración que
van haciendo que eso se conozca, y está al final ese proceso de -yo no lo nombró así en la
tesis- pero alguien en estos días uso ese término y me pareció muy atinado, el cual es la
empatía. Es decir, esa sensación que tenemos al ver que si bien eso no nos pasó a nosotros,
nos conmueve y podemos de alguna forma ponernos en el lugar del otro y entender el
sufrimiento y conmovernos y entender que la vulnerabilidad no se refiere solo a la persona
que vive eso, sino que tiene que ver también conmigo, que yo como parte de esta
sociedad soy tan vulnerable como ella, y que tal vez es lo único que tenemos en común, esa
vulnerabilidad. Entonces puede ser empatía que ese dolor yo lo comprenda así no lo haya
vivido exactamente. Entonces esos artefactos tienen esa potencialidad, que te muestran de
una manera muy simple lo vivido. Por ejemplo, ese calvario que yo te digo, es uno que digo
que está en un barrio que se llama la liberta. Es un barrio que durante un tiempo tuvo
presencia miliciana, y que cuando llegaron los paramilitares a Medellín fue justo en esa
comuna, la comuna 8 donde se evidencio. Ósea Medellín tuvo una violencia muy fuerte, con
el enfrentamiento entre el bloque Metro y el bloque Cacique-mutibara. Esa zona donde esta
ese calvario es justo donde esta ese enfrentamiento, allá hubo un periodo muy difícil de
mucho miedo, de muchísimos muertos: desde balas perdidas, hasta cosas absurdas que
llegaban a matar a toda la familia, mataban a la gente en la calle. Ósea una cosa muy fuerte.
Cuando yo estaba haciendo el trabajo allá, hacía entrevistas y hablaba con la gente, eh...Yo
les preguntaba que ¿porque al muchacho de este calvario le echaban, monedas, lo cuidan, le
tienen un valor importante. Entonces yo les decía a otras mamás: ¿porque usted no le tiene
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un calvario a su hijo? y ellas decían: es que si pusiéramos una cruz por cada muerto, esto
sería un cementerio y el Calvario de Doña Carmen representa para ellas todos los otros
calvarios, puede que no los pongan pero ahí está representado ese dolor. Y para aquellos que
no perdieron familiares el calvario representa lo que vivieron y tal vez en un futuro en
Medellín represente todas esas muertes absurdas, sin sentido de todas esas personas
inocentes. Entonces si me entendes esa cadena que va en la enlazando unos dolores y que
permiten que eso individual acabe siendo público, que es de un sujeto allá, su pena, pase un
poco del duelo al luto. Tanto en español como en Inglés esas palabras tienen una sutil
diferencia, pero que uno de esos autores que trabajan con autores que trabajan con altares
espontáneos lo destacan y es el duelo es un asunto privado; una persona tiene un duelo y está
triste por una pérdida, el luto también está triste por una perdida, solo que hay una pequeña
connotación y es que el luto tiene una pretensión de ser mostrado en público, por eso uno
dice ella está vestida de luto o ellos están de luto, entonces tienen una marca en la casa que
dice que ellos están de luto o el carro tiene una señal, los buses esa cinta morada que dice
que están de luto. Ósea en el luto hay una interés así sea mínimo de mostrarlo públicamente,
de mostrar que ese luto es público y que puede ser compartido, entonces ahí uno dice: Mira
pobrecitos estos entonces esa sutil diferencia, esos artefactos son muy potentes en eso, De
mostrar el luto, es decir mostrar ese dolor que es privado como lentamente va siendo
incorporado y también asumido como público. Entonces uno empieza a ver como esas cosas
que son muy viejas. Cuando yo hacía las entrevistas de la virgen milagrosa, la gente me
sorprendió mucho que pocas veces las personas me habló del dolor de la familia, la gente a
toda hora me habló del dolor que ellos sintieron por la muerte de esos pelados, ósea una cosa
que ya está tan incorporada ya hace parte de su vida de tal forma que el dolor no es solo de
esas familias. no es pobrecita doña xxx que le mataron la hija y el esposo de la hija que tenía
una hija ¡No! es lo que a mí me dolió, lo que yo sufrí, todo el tiempo es un relato en primera
persona, y no eran sus familiares, entonces es interesante ver como cada vez más la gente se
apropia.
Hay una cosa que a mí me ha intrigado mucho y yo trate de abordarla en la tesis pero que no
dio tiempo, y es como esa perspectiva de género, en esa construcción de esos artefactos
porque son cosas distintas, osea esas madres un poco nos están hablando de eventos que le
ocurren ellas nunca se ponen en primera persona, especialmente en estos casos se está
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hablando no es el dolor de la madre sino de los grupos sociales, cada una cuenta la suya pero
no esta tan interesada solo las suyas, pero usa mucho su lugar de madre para legitimar esos
duelos para mostrar que esas pérdidas, el tamaño de las pérdidas de ese sufrimiento como
ese dolor de la madre, como un dolor incuestionable, y cuando uno ve muchos de esos
discursos de las mujeres en Colombia, es un poco eso miren que ustedes han hecho el mayor
daño posible, el hecho de que la madre, yo incluso retome un poco ese libro de Pilar Bonnet
sobre aquello Que no tienen nombre, para referirme a aquello que no somos capaz de
nombrar, ósea esa pérdida es imborrable
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tarea dejar y volver, dejar y volver... coger la aguja y sacarla, van a tejer un testimonio y de
un testimonio en primera instancia, que podría ser una foto, un texto escrito, que es el
testimonio textil, se convierte también ese textil en un objeto de memoria, porque ha
registrado ese testimonio. y pensemos que ese testimonio, nosotros lo vemos desde un
momento la validez que tiene, sobretodo puedo hablar sobre el caso chileno, en esa
tridimensión van a permitir perfectamente la profundización de esa experiencia táctil que ya
no es la fotografía, sino que yo vivo los personajes, veo los personajes y casi que los puedo
tocar.
(c): ¿En esa medida, también se resiste; es decir, se convierte el acto de tejido en una forma
de resistencia?
(R): Bueno, podemos ir interpretándolo. Originariamente, pienso yo se hace como
testimonio, son objetos de memoria y también es una resistencia al olvido, es una resistencia
a ser consignado en el rol que se le da, y es una resistencia a dejarse vencer por la adversidad.
En algunos casos son hechos con objeto de resistir, son parte de las pancartas para ir a la
calle, para apoyarse en acciones de no violencia pública, en otros casos son resistencias al
olvido que también son muy importantes, yo no quiero que se olviden todos estos pañuelos
que se están haciendo, con eso se resiste al olvido de las personas.
(C): Más allá del objeto o del artefacto de memoria, ¿Cómo esos procesos de tejido ayudan
a un proceso de reparación con las víctimas?
(R): Yo no hablo de víctimas, hablo de personas afectadas por violencia política o de otro
tipo, porque las personas que se vuelven actoras ya no son víctimas. Se transforman en sujetos
de su propia historia. Y si bien han vivido cosas muy dramáticas en ese transformarse en
actor, las víctimas siempre es alguien que toca tenerle un poco de lastima, en cambio así se
dignifica y se levanta, eso no significa que a nivel de reparaciones de Estado no se les
considere en la categoría para repararlas pero en la persona no debe sentir que es una víctima,
la persona debe vivir en el empoderamiento de levantarse y poder decir: esta soy yo con esta
historia. Entonces en ese sentido, el acto de hacer algo es muy reparador, porque soy capaz
de hacer algo frente a algo que es tan grande como lo que me paso, aunque pareciera que uno
es tan impotente pero no, no soy impotente, puedo hacerlo Y yo lo hago, no me lo hacen pero
yo lo hago.
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(C): ¿Cómo estos procesos ayudan a fortalecer los lazos comunitarios, o como se vive ese
proceso en comunidad?
(R): Hay varias formas de vivir estos procesos. Uno de los procesos más centrales es cómo
esto se gesta, en comunidades que han tenido historias comunes, y si bien cada uno lo vive
en particular, porque somos distintos, porque las constituciones familiares son diferentes, lo
común es que son historias que son validadas porque también la vecina lo ha vivido, el otro
lo ha vivido, entonces en ese convivir y sentir apoyado de que no es solo a mi que le pasa,
yo ya siento que no fui elegido para que me pasará eso, sino que le pasa a muchos y tomó
mucho más que la fuerza del otro porque la suma, la fuerza de una comunidad no es la suma
de individuos, es la suma de individuos más la fuerza colectiva. y es mucho más que la fuerza
de individuos. y yo creo que eso es muy importante, tal vez en los años que yo viví en Chile
y hacía acciones de no violencia en la calle, lo que tu sientes con los otros que están contigo
es mucho más que lo que sientes con una persona que está al lado. Tu sientes lo tuyo, lo del
otro y lo de esa fuerza tremenda que es no estar solo. Porque ante el dolor generalmente
somos muy solos, el dolor lo tenemos que vivir solos pero en los que nos pueden acompañar
es en el proceso de confrontarnos con ese dolor, confrontarnos con la pérdida, confrontarnos
con las cosas que decía Juana ayer, esas cosas que nos han afectado tanto.
(C): En esa medida, ¿El tejido se ve influenciado por la subjetividad y/o la identidad de la
persona? Aparte de ese contexto cultural y social del que se ve influenciado.
(R): Yo creo que lo que uno vive no es subjetivo porque es lo que tú vives. El que lo observa
de afuera, puede verlo distinto, pero lo que yo vivo, quién puede decir que lo que yo vivo es
subjetivo. Yo creo que no hay nada que sea ciertamente objetivo, porque lo que tu vives lo
vives desde tu historia y desde tu propia capacidad de convivir con lo que te ha ocurrido,
entonces yo creo que el tejido es una muy buena fotografía porque no es de un momento sino
que es de un proceso. Sí este señor nos saca una foto de este momento, el solo logra captar
este momento en el que tú me estás haciendo preguntas y yo te estoy contestando, lo que
puede ser muy bonito para guardarlo de recuerdo. Pero lo que verdaderamente está
sucediendo es un proceso comunicacional entre nosotras que él no logra captar, el puede
captar la tensión, como yo engancho contigo pero no puede captar nada más. Entonces el
tiene la objetividad de ese instante, nosotras tenemos el proceso muestro y eso mismo es con
el tejido, la extensión de ese tiempo y yo siempre digo que lo tejidos tienen una tremenda
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validación en cuanto tienen el tiempo, En esta vida que todo corre y se apura, no hay caso, el
tejido hay que hacerlo con tiempo, y paciencia.
(C): Como tú mencionabas en la mañana, que tú decías que muchas veces no están todavía
reparadas pueden trabajar en comunidad,
(R): y es en ese proceso…y se aprende a vivir... yo te voy a hacer una comparación que pasa
con un señor que es futbolista sale en moto y pierde una pierna, queda invalidado
futbolisticamente y tiene que aprender a vivir sin esa pierna y tiene opciones puede aprender
a vivir lo mejor posible, puede dedicarse a otras cosas, puede dedicarse a entrenar futbolistas,
puede decidir no tener nada que ver con el fútbol. Tiene caminos...pero no tiene que ir a
terapia, es como va a vivir esa pérdida, y que va a hacer con la vida como la tiene después de
la pérdida. Y yo creo que el sobre trabajo del trauma ayuda a confirmar el trauma, ha muchas
personas les afecta en la medida en que lo necesita pero no todos. Algunas personas también
vienen de familias que han vivido tantas cosas en la vida que ya el sufrir es parte de la vida
y además son capaces de reír tener buenos momentos, entonces yo pienso que en la
comunidad uno encuentra ese espacio que le permite a uno vivir la parte sana de uno, y esa
parte sana me refuerza a manejar la parte triste. Yo puedo haber perdido un hijo que es
tremendo, y cada vez que vuelvo a la casa me siento muy sola y desesperada, pero cuando
voy al grupo no necesito hablar porque ya mis compañeros saben lo que he vivido, pero tal
vez me hablen de otros niños que desaparecieron y yo sienta solidaridad con otra madre.
Entonces en esa solidaridad, ya mi pena es compartida, entonces ese punto me parece
extremadamente saludable, el refuerzo positivo de estar en conjunto en un grupo en el cual
yo siento que puedo ser, en el cual a lo mejor hablo o lo mejor no hablo, y a lo mejor lo hago
a través del tejido.
(C): ¿Por qué empezaste a trabajar con el tejido?
(R): Porque sentí que al tomar tanto testimonio tomados por familiares de desaparecidos y
por personas afectadas por las desapariciones sentía que los testimonios que tomamos desde
la comisión de verdad solo se referían al hecho represivo, pero no registraba la vivencia de
lo que le pasaba a las personas, entonces sentí y retome el tejido que ya lo conocía, con las
arpilleras chilenas que yo había tenido desde el 1975 como una forma para mostrar esa otra
parte y crear estos ambientes de lo que le pasa a la otra me pasa a mí, sin que me lo tenga que
contar, porque yo ya sé que somos un grupo en solidaridad y no somos en solidaridad, somos
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un grupo que tenemos algo en común, todas trabajamos en textiles y esa comunidad no la
quiebra nadie, es el reforzador de lo que es lo comunitario.
(C): Entonces tú ves en el tejido como forma de memoria histórica, ¿Como que este tienen
una ventaja a diferencia de otros procesos de memoria histórica?
(R): Bueno...en las exposiciones que yo hago se complementan con poesía, tú ves que hasta
el catálogo va con poesía, con el cuento, con la historia, todo, todo se va sumando, todo
cuenta. Las películas, los cortometrajes; eso es parte de todo lo que yo hago acá, mostrar
porque pudiste ver un pequeño corte de una mujer en el año 79, no te diste ni cuenta
probablemente que era ese año, porque la pude insertar para que tú puedes registrar esa
vivencia de las mujeres. Entonces ese valor de estar aquí, y ver las vivencias de tantas
mujeres, de tantos países, de tantos lugares, de tantas caminares, es un reformador. Y los
dolores pueden ser de distintas maneras, porque pueden ser por hechos de la guerra, pero
también pueden ser por hechos de otras violencias, de tanto tipo.
(C): ¿Porque mencionas que en el tejido articular el hilo, con la aguja los colores, las formas
también hacen parte de este contar una historia?
(R): Claro cuentan una historia, y muchas veces historias muy transgresoras. Porque si tu
observas y voy a abrir aquí el catalogo... Yo creo que en esta página tú no tienes ninguna
duda que esta es la cordillera de los andes. Pero ninguna cordillera es del color de la
cordillera; entonces lo que ella quieres mostrar es una cordillera, y está diciendo yo hago con
lo que tengo, no tengo que copiar la realidad, es la realidad que yo vivo y cómo la interpreto
y como la cordillera me gusta con colores yo la voy a hacer con colores. Yo no estoy
copiando, no estoy haciendo una foto con los idénticos colores. Entonces esos elementos, son
sumamente interesantes de que le permiten a las personas que se tienen que acomodar a las
leyes sociales, a las restricciones: que no pueden salir, que si pueden salir, que tienen que
presentarse con un papel, tienen que chekearse con el carnet de identidad, que con el
pasaporte, que todo eso. Aquí, ella puede hacer lo que quiere, como quiera, cuando quiere, y
al ritmo que quiere. Entonces esos espacios de lo que yo llamo, de libertad controlada que no
hay en otros lugares, porque no los termino hoy, puedo empezarlo, puedo trabajar, duermo
mal, puedo trabajar seguir, después tres días desechar y no lo hago. No tengo esa urgencia de
terminar, entonces voy a mis ritmos internos y externos que la vida me permite.
(C): ¿Ahí radica entonces la importancia del tiempo en estos procesos?
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(R): El tiempo...porque cuando tu miras esa obra que dices… ¿Cuánto tiempo trabajo esta
mujer en eso? y esa, te viene a la cabeza el sentimiento de que ahí está la mujer con su tiempo
en un tiempo, perpetuándolo en el tiempo porque cada vez que lo veas vas a ver tiempo, y el
tiempo más tiempo te da súper tiempo.
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Anexo 7. Entrevista realizada a Luz Dary Osorio en el museo casa de la memoria de
Medellín, el 29 de abril de 2016. Por María Camila Rangel.
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(L): Por la universidad de Antioquia hicieron una reunión de asociación de víctimas, e
hicieron una convocatoria y se anotó mucha gente. y de ese montón, fuimos cómo acabando,
lo que pasa es que no todos tenemos como ese sentido de pertenencia ¿cierto? al comienzo
yo también decía esto como para qué, entonces cuando empezamos a hacer trabajos, yo
ahorita veía las muñecas y eso fue lo que a mi más me...pues como lo que no me gusto fue
lo de las muñecas. y todavía no me gustan, y entonces ya como me fui dando cuenta eso al
comienzo si es como duro porque uno no se la pasa sino como llorando, cierto? como que
uno es llore y llore y es como que sentido, yo estaba bien, yo para que vine a esto, Entonces
si me entiende, es como eso. Pero ahora, pues me da un poquito de melancolía por ver que
muchas demás que pensaban lo mismo que yo, ¿para qué? entonces al ver de qué
empezábamos a trabajar y llorando y llorando, nos pusimos a mirar de que en la costura, en
el tejido íbamos plasmando aquello que sentíamos que no éramos capaces de decirlo,
entonces lo íbamos tejiendo ahí que era como más distinto. Ósea llorábamos, pero yo decía
ella no sabe yo porque estoy llorando, sino que ya cuando íbamos bordando ya miraban como
que le había pasado a uno,
(C): ¿Cree que ese proceso, asistir al costurero, a los talleres le ha servido a usted?
(L): Uff. Horrible, porque usted antes me podía preguntar a mí y yo no le hablaba, sino que
ahorita tengo algo como de ver todo ese reconocimiento de lo que estamos ahorita, lo pone a
uno como sensible. Entonces de que me ha servido, empezando porque me fortalece, me
construye como persona, porque como le dije ahorita uno recién pasado ese conflicto uno
queda como que está abajo, como decía ahorita ahí, como que uno de ahí no sigue, entonces
uno dice: ¿eso para qué? es que yo no soy capaz, empezando porque uno decía qué sentido
tiene hacer eso y para que si yo no soy capaz. Ósea como ese negativismo a toda hora de: yo
no soy capaz, yo no soy capaz. y ver ahora de que uno si fue capaz, primero de salir de allá
de ese hueco del que uno pensaba que nunca iba a salir y segundo de ser capaz ahora de
construirse como persona y ver que eso doloroso en el que yo estaba encerrada, no yo la
único que lo sentía, sino que la vecina que yo ni sabía que era mi vecina, cuando nos reunimos
en el costurero “ay es que yo vivo al lado de su casa” y uno como está encerrado en un dolor
ahí no se daba cuenta de eso, ósea que me ha servido para conocer otras personas que tenían
ese dolor, ese mismo dolor que yo sentía y que yo me estaba muriendo y yo sentía que de ahí
no se sigue nada y que varias teníamos eso mismo y que esto me sirvió para salir adelante y
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ayudar a otras personas como diría San Orlando de que se integren y de que eso fue horrible
pero que el hecho de que ahorita no lo recordemos con tanto dolor, tampoco es que lo
vayamos a olvidar que eso pasó, y que estamos nosotros para contarle a los hijos, a los nietos
de qué pasó, para que eso no se vuelva a repetir.
(C): ¿Usted ya sabía tejer?
(L): No, empezando porque en el Colegio detestaba la profesora cuando me ponía a
bordar, ósea yo perdía a toda hora esa materia porque a mí no me gustaba, y ósea yo tenía
como un… el bordado yo decía: uy no que pereza, porque me acordaba de esa profesora, que
me daba mucha rara, no me gustaba y ella me lo hacía desbaratar. Ósea como lo hacía mal,
ella me lo hacía desbaratar y entonces no me gustaba, no me gustaba coser. y entonces eso lo
que más tiene más tocada como eso que no me gusto fue lo que me hizo como brotar, como
salir, de ese hueco donde estaba metida, que yo misma decía que yo de ahí no salía.
(C): ¿Qué objetos ha realizado durante los talleres? y ¡cuáles son los que más le han gustado
o nunca le han gustado?
(L): A mí no me gustan las muñecas de trapo, ¿porque no me gustan las muñecas de trapo?,
Me parecen lindas pero no para hacerlas, sino que cuando la hicimos fue como haciendo la
vida mía, la vida de cada uno. Entonces no me gusto, porque me daba como rabia de ver que
de niña no me quedó tiempo de jugar con una muñeca, nunca tuve una muñeca, que ahora de
vieja haciendo una muñeca entonces por eso nunca me gusto.
(C): ¿Y las muñecas quitapesares?
(L): Esas son muy diferentes y los quitapesares si me gusta hacerlos, pero como la gente yo
no he tenido como esa delicadeza de ir a meter eso al bolsillo, bajo la almohada para que se
me quite una tristeza, un pesar, no lo he tenido. Pero si he visto que eso sale mucho pero soy
fascinada haciéndolas, porque me gusta hacer mucho las muñecas. Me gusta hacer las falditas
en crochet.
(C): ¿En qué se diferencia los quitapesares de las otras muñecas?
(L): Que los quitapesares son, ósea cuando yo estoy haciendo un quita pesar no lo estoy
haciéndolo como si fuera de mi vida, eso fue lo que no me gusto de la muñeca de trapo; que
es como una representación de mi vida y los quitapesares si es como más manual, como ya
me gusta lo manual, me gusta lo artesanal, me gusta hacer quitapesares. Trabajo el bordado
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español, trabajo el yuguslavo, ahorita estoy trabajando en la casa de la cultura de Sonsón
dando clases de bordado.
(C): ¿Qué significados han tenido esos trabajos, esos talleres para usted?
(L): Pues el significado grande, porque no solo uno va creciendo como persona sino que
también lleva un sustento económico a la casa, como decía ahora Rosa “que una mujer sola
no aletea.” entonces como que también le sirve a uno como una entradita para la casa.
(C): ¿Cuándo tu tejías, los colores, las formas, las puntadas, lo que ponías en el tejido tenía
algún significado para ti?
(L): A mí me daba como mucha tristeza los colores grises, porque a mí me aterraba como
cuando el día amanecía oscuro, yo decía como no quisiera ni levantarse uno porque cuando
el día estaba así, era como con esos miedos que uno amanecía y era esa violencia, entonces
uno era como con ese miedo de salir al patio, de salir a la calle. Porque ya va a empezar
porque vea como está de triste, entonces me aterra como un día así como hoy, ya no, es como
que entonces es cómo uno va como sanando, sanándose uno, y entonces ya pues esos colores,
yo siempre como que colocaba colores vivos, me gustaba mucho el rojo, el amarillo, porque
me muestran como alegría, como vida. Pero eso solo lo veo ahorita, yo puse eso en ese
momento inconscientemente, porque como me aterraban esos colores así oscuros: miedo,
luto, negro. Me daba susto, miedo, pero ahorita que veo las cosas que bordaba, que tenemos
en el museo de la memoria, que tiene mucho amarillo, naranja, colores muy vivos. Por eso
digo yo, del miedo que le tenía a lo oscuro, era que se me reflejaba en ese momento, pero no
era conscientemente, yo no decía ay voy a color este porque yo quiero que se vea todo más
distinto. No, lo hacía inconsciente.
(C): ¿Cuál es la obra que más le ha gustado y porque?
(L): La cartografía ser capaz de bordar la historia de lo que me pasó, porque nosotros hicimos
muchos trabajos y yo le ayudaba a las compañeras porque yo no era capaz de hacer el mío y
nunca fui capaz, solamente el bordado pero yo era cociendo y lloraba, y entonces yo como
que descansaba y volvía y seguía y volvía, ¿cierto? pero lo que más como que fui capaz en
la cartografía, en la historia de la cartografía.
(C): ¿Y al final pudo hacer una cartografía propia?
(L): Sí, porque hicimos muchas cosas pero… Y la muñeca. Me demore como dos o tres
meses haciendo la cartografía de la historia mía, porque le hacía poquiticos porque no era
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capaz, ósea lloraba y dibujaba en un papelito que era lo que iba a hacer y ya me daba como
ese vacío y yo decía como ay no mejor yo voy haciéndolo así, entonces yo ponía como al
sobrino y le decía yo Juan me dibuja unas casas, y luego le decía ay no juan ya no me dibuje
eso. Entonces él me decía como: ¡ay no tía! pero entonces usted qué es lo que quiere. Que si
y que no. Entonces me siento como contenta porque fui capaz de hacerlo, pero ahorita donde
me pusieran hacer algo de la vida mía todavía no estoy como bien que yo diga <<si, si yo lo
voy a hacer>>
(C): ¿y las muñecas cuando se demoran en la elaboración?
(L): no...las muñecas sí estuvieron rápido porque fue más como un trabajo así como
pedagógico.
(C): ¿cree que estos ejercicios le han servido a la comunidad?
(L): Pues a veces nos reunimos en la plaza del pueblo a tejer, y una vez nos llevaron unos
psicólogos para que hablaran con nosotros entonces me dio algo de cosa porque le dije yo a
la organizadora de la unidad de víctimas: ¿Zare esos son los psicólogos? es para que nosotros
hablemos con ellos o ellos con nosotros, entonces fuimos nosotros a hablar con ellos, porque
ellos estaban por allá sentados, ósea eso es algo que le representa a uno, que uno ya está a
una igualdad. Como que ya no estamos tan pordebajiados como nos sentíamos antes.
Entonces yo les dije <<no muchachas, nosotras acá esperando que vengan los psicólogos,
vamos mejor donde ellos, vamos a ver qué es lo que vamos a hablar>> ósea fuimos nosotras
las que les propusimos a ellos, porque la unidad de víctimas nos dijo que ahí estaban ellos y
yo dije yo no voy a ir allá como si fuera a confesarme, más bien busquemos otra forma, como
talleres o algo. Y entonces sí, fue algo que nos nació que no fue de mí, fue de otras
compañeras.<< de no luz Dary los psicólogos allá sentados, que es lo que van a hacer o que,
y entonces yo dije entonces vamos donde ellos, ósea como que ya tenemos esa capacidad de
proponer.
(C): ¿Y en la comunidad?
(L): En la comunidad estamos en auge, somos famosas, porque todo el mundo nos conoce.
Conocen el salón de la memoria, hay gente que va los lunes a vernos coser. Y si somos
famosas.
(C): ¿Son solo mujeres o también van hombres?
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(L): La verdad, la verdad hombres van muy poquitos. Pero van como a acompañar la esposa
un ratico, y pues digamos de mi familia, la hija mía también va.
C): ¿Cree que el costurero ha servido para fortalecer los lazos con la comunidad?
(L): Sí, porque ahorita algo que ni yo sabía que podía hacer y que yo ahorita le estoy sirviendo
a la comunidad en bordados, en coser algo que a mí no me gustaba.
C): ¿Cuándo usted empezó a participar que sentía, que pensaba?
(L): Rabia, tristeza, como miedo. Miedo a hablar a que me están señalando, a que dijeran: ve
es que al esposo de ella lo mataron, por algo será-
C): ¿Y ahora?
(L): Pues yo como que todavía cómo perdonar, no sé si estoy en la capacidad, pero no olvido,
pues ósea no olvido lo que hicieron, yo perdono siempre y cuando cuenten la verdad, porque
yo sé que la verdad no existe, porque ellos acomodan eso a lo que quieren, para cubrir un
tanto ahí lo que hicieron, entonces dicen: hay es que lo mataron ahí porque tal y tal cosa. Sin
serlo, entonces ahí la dignidad de esa persona que mataron quién la va a recuperar porque yo
sé porque yo ya he estado en una audiencia, y dijeron es que lo matamos porque era tal y tal
cosa, viendo que eso no lo era, y entonces: y usted quiere, cree que uno va a decir sí yo lo
perdono allá cuando me pidió perdón, usted cree que yo era capaz de decir si yo lo perdono
si yo no lo sentía, pues me estaba diciendo mentiras- Si fuera la verdad, que uno dijera sí, sí
era porque era un guerrillero, si a qué hora fue guerrillero si nunca se movió a algún lado sí
yo me imagino que los guerrilleros son del monte.
C): ¿Quiénes eran o qué bloque era el de la audiencia?
(L): El magdalena medio.
C): ¿Cree que a través de esos procesos de tejido usted está haciendo memoria?
(L): SI claro, estoy haciendo memoria para que eso que paso no se vuelva a repetir, ósea hay
que contarle a los hijos, a los nietos, a toda la generación que viene, que paso, porque es que
en muchas partes uno se quedó callado y entonces todo se quedó calladito y acá nunca paso
nada y entonces ellos vuelven, aquí nunca pasó nada entonces volvamos, entonces eso hay
que estar tocando y entrándose uno para que vean que si paso y que no estamos dispuestos
a repetir eso.
C): ¿Entonces usted cree que el tejido le facilitó contar o hablar?
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Si, por eso primero le doy gracias a Dios y a Isa que con o sin proyecto siempre estaba allá,
y segundo a las manos, que fueron unas que me desahogaron en cosas que no fui capaz decir,
entonces como que yo iba bordando lo que yo iba diciendo, entonces como que yo me iba
descargando, entonces mucha cosa que yo cargaba las manos me las iban dando, mis manos
eran mi voz.
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