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II
3 George J ellinek: L'Etat M oderne et son Droit, V. Giard & E. Briére, París,
1911, t. I, pp. 31-33.
4 Las razones de esta limitación de Heller son de otra naturaleza de las que
señalan los autores precedentes. Se basan en la "perspectividad sociológica de nuestro
conocimiento", realzada por la Sociología del saber. Véase su obra citada en la nota
1, pp. 43 y sgs.
5 Hermann Heller: O p. cit., p. 28.
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III
11 "De las grandes democracias los Estados Unidos es la más antigua, y contie-
ne muchas pequefias democracias en su vasto cuerpo." Bryce: M odern Democracies
vol. I, p. 7. ·
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hechos que éste. Para el autor de los "Six Livres de la Republique" los
gobiernos comenzarían con la monarquía, pasarían a la tiranía, después
a la democracia y, por fin, a la ari~tocracia. Si bien menos frecuente,
no podemos decir que el paso de la democracia hacia la aristocracia se
dé sólo en el campo de la doctrina, como en Nietzsche, sino que también
lo encontramos en ensayos prácticos, como en el caso del fascismo y, más
visiblemente en el del nazismo, con su programa de la dominación del
H errenvolk en un nuevo feudalismo universal.
En las teorías posteriores el número tres va a gozar de gran preferen-
cia en la discriminación de las fases evolutivas del Estado. La "ley de los
tres Estados", que Comte consagró, se anuncia ya en Vico. Pero, al con-
trario de Comte, repele la idea de una evolución en línea recta, y defiende
la teoría de los ciclos --ricorsi- o de un desenvolvimiento en que la última
fase conduce a la primera, aunque bajo una forma superior, dando a la
curva descrita la forma de espiral. Las fases por las que pasan los pueblos,
según el filósofo italiano, son la religiosa-teocrática, la heroica-aristocrá-
tica y la humanitaria. Desde el punto de vista político aunque Vico aplica
el nombre de gobiernos humanos a todos aquéllos que reconocen la igual-
dad civil, y dejan vivir en paz a los hombres, también es cierto que
la monarquía tiene más relación con el gobierno divino, y la aristocracia
con el gobierno heroico, los gobiernos humanos propiamente dichos son,
pues, principalmente, los gobiernos populares ; y las tres formas ( monar-
quía, aristocracia y democracia) se suceden como las tres edades y se ligan
a la ley de trilogía de la que acabamos de dar estos ejemplos." 13
En unos cursos dados en la Sorbona en 1740, Turgot ya formuló
la "ley de los tres Estados", idéntica a la de Comte. Otro de sus antece-
sores es Saint Simon, precursor también de varias corrientes del pensa-
miento social y político, como por ejemplo el socialismo y la tecnocracia.
Según Saint Simon las fases se reducen a dos, por la fusión de las dos
primeras en una sola : el Estado militar y el Estado industrial.
El Estado militar se funda en el predominio de la fuerza por
las castas privilegiadas, y está organizado para la conquista, en tanto que
el Estado industrial tiene por finalidad la producción y la paz, y sólo se
reconocen como dirige'ntes a los más hábiles y competentes. Para Comte
las edades se clasifican en : teología, metafísica y positiva. A cada una de
ellas corresponde determinada característica política. La forma política
idealismo toma el efecto por la causa, y por eso Marx transportó el com-
pás dialéctico, que señala la pauta del "espíritu objetivo" según Hegel, para
regir el rumbo necesario de la evolución económica. Estamos ante una de
las grandes teorías donde se refleja con fuerza suprema el sentido de la
evolución, cuyo despertar coincide con un mundo moderno para alcanzar
su apogeo en el siglo xrx, siglo que presenció los más desarrollados sis-
temas de evolución espiritual, cósmica, biológica y económica: hegelianis-
mo, evolucionismo spenceriano, darwinismo y marxismo.
De acuerdo con Marx y Engels, en la primera fase de la humanidad,
que fué la del comunismo primitivo, el Estado no existía. Solamente
cuando surgió la propiedad privada aparece el Estado como instrumento
para asegurar a una o más clases su dominio sobre las otras. Todo Estado
es un Estado de clase, y, en consecuencia, cuando se acaben las distinciones
de clases se extinguirá el Estado también. En líneas generales el rumbo
de la evolución política es el siguiente: Anarquismo primitivo, Estado
aristocrático o de la nobleza poseedora de la tierra, Estado burgués, Es-
tado proletario, Sociedad anárquica final. Este orden es también un orden
valorativo creciente. Lo que viene es lo que debe venir. La dialéctica mate-
rialista traza un desenvolvimiento inmanente de la justicia. Ser y deber ser
están nuevamente identificados, como en el hegelianismo y el positivismo.
Todas las formas de Estado existentes y por existir estarían justificadas,
pues ellas son reflejos de las condiciones económicas. Aquí es donde el
marxismo se aparta del anarquismo puro, al cual aparece unido en la
prédica del aniquilamiento del Estado. Para el anarquismo el Estado es
siempre un producto artificial, nocivo, de violencia y de corrupción, y,
por eso, jamás se justifica.
En la práctica, el marxismo contradice esa creencia en una evolución
necesaria cuya consecuencia lógica sería la actitud de cruzarse de brazos,
una vez la dialéctica materialista se encargaría de construir un mundo
ideal para nosotros. Pero el impulso de acción, el deseo de reforma, es
incapaz de ser extirpado en el hombre, y por eso ninguna doctrina relativa
al curso predeterminado de los hechos puede impedir a sus creyentes
juzgar la realidad según ciertos modelos ideales y obrar de acuerdo con los
imperativos que les dictan a su conciencia. A ese drama humano no esca-
pan estoicos, musulmanes, ni calvinistas, de la más aferrada doctrina de la
predestinación. Del mismo modo, el marxismo no es sólo una explicación
de los hechos tal y como son, construida para el mundo glacial del cono-
cimiento puro, es también un evangelio de reforma, una llamada a un ideal
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apelación a algo que se estima que debe ser el Derecho futuro - y que, a
fuer de tal, ofrece estribO para una imposición violenta. En cambio, el tra-
tar de imponer una moral o una convicción científica o una creencia reli-
giosa por la fuerza, siempre constituirá, aparte de una abominable mons-
truosidad, también un contrasentido." 20
La misma identificación entre ser y deber ser, vemos en el carácter
optimista de la filosofía de la historia marxista, que en ese particular mues-
tra la herencia del "iluminismo" pasando por Hegel. La dialéctica de la
historia se encamina siempre hacia síntesis más elevadas, cada conflicto
de fuerza nos conduce a una fase superior a la de las etapas precedentes.
Los que no se convenzan de un constante progreso rectilíneo de la huma-
nidad, no pueden dejar, por tanto, de creer en la posibilidad de retrocesos
y decadencias de los que la historia nos ha hablado, y que dan a la vida so-
cial su aspecto dramático.
Merecen también atención las fases por que atraviesa el Estado, se-
gún el marxismo. Sólo podríamos tomarlas como una descripción literal
de la realidad, si estuviésemos de acuerdo con la categórica afirmación de
Engels de que el Estado "es, en todos los casos, esencialmente, una má-
quina para dominar la clase oprimida y expoliada''.
Hermann Heller, nos advierte que Engels, en uno de sus últimos tra-
bajos, mitiga el tono de esas palabras. "Al decir ahora, muy cautelosamente,
que el Estado es "por lo general", el Estado de la clase dominadora y, con
su ayuda, expoliadora" llega, por lo demás, a la siguiente declaración sor-
prendente. "Por excepción sobrevienen períodos en que las clases en lucha
se hallan tan cercanas al equilibrio que el poder del Estado, como apa-
rente mediador, adquiere momentáneamente cierta autonomía respecto a
una y otra." Las frases que siguen desvanecen, además, toda duda respec-
to a que el Estado puede cumplir ese papel mediador no sólo en apariencia,
y de que ello acontece no con carácter excepcional sino de un modo regu-
lar desde que existe el Estado moderno. Pues Engels señala sumariamen-
te, como ejemplo, la monarquía absoluta de las siglos XVII y XVIII, el
bonapartismo del primero y segundo imperio y, finalmente, también el
Estado bismarckiano. 21
Max Scheler nos ofrece una nueva tríade de las fases de la evolución
social. La historia resulta del juego de factores reales (raza, política, eco-
nomía) y de factores ideales (religión, arte, conocimiento, moral, derecho).
Unicamente en el campo de los factores reales podríamos encontrar una
22 Confesiones.
23 Précis de Droit C onstitutionnel.
24 Nacionalismo y Cultura.
25 El poder.
26 La Trahison des Clercs.
27 M aquiavelo.
28 El Pueblo debe saber.
29 La Rebelión de las Masas.
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para aquéllos que tienen que seguir andando. Unicamente cuando tenemos
ante nosotros varios caminos posibles es cuando podemos ejercer la facul-
tad de elegir. Para nuestra intuición moral la imagen de la historia se pare-
ce a la de una serie de encrucijadas, la investigación sociológica aun no
puede llegar a la conclusión de que se reduce a un único medio de trán-
sito inevitable