MAINER La Invención de La Literatura Española

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CURSOS UNIVERSITARIOS / 31

José-Carlos Mainer

La invención de la
Literatura española
El profesor José-Carlos Mainer, catedrático de Literatura Española en la
Universidad de Zaragoza y autor, entre otros libros, de La Edad de Plata
(1902-1939). Ensayo de interpretación de un proceso cultural, impartió en la
Fundación Juan March durante el mes de octubre un ciclo de cuatro
conferencias titulado «La invención de la Literatura española». El martes 19
habló de «Bajo el signo de la Ilustración»; el jueves 21, de «Roma nticismo y
literatura nacional»; el martes 26, de «Positivismo y bibliofilia en el siglo
XIX»; y el jueves 28, de «El nacionalismo liberal del siglo XX».
Se ofrece a continuación un resumen de las cuatro conferencias.

C uando decimos «literatura espa-


ñola » (o «lite ratura francesa » o
«literatura italiana») no enunciamos un
XVII. Gregario Mayáns y Síscar
(1699-1781) dejó muy clara su opinión
en la Oración que exhorta a seguir la
hecho natural, espontáneo o inmutable, verdadera idea de la eloquencia espa-
sino un complejo hecho de cultura. Lo ñola (1727): contra el desenfreno ba-
que entendemos por «literatura» es, en rroco opuso a Fray Luis de Granada,
fin, la «historia del concepto de la lite- Fray Luis de León, Pedro Ciruelo y
ratura » y la «historia del nacionalismo Femán Pérez de Oliva.
cultural». Otro convencido regalista y admi-
La primera conciencia histórica de rador suyo, el funcionario regio Fran-
la literatura nació con el enfrenta- cisco Pérez Bayer (1711-1794) escri-
miento de los cánones --el clásico y bió al monarca ilustrado Carlos III un
el contemporáneo- al producirse la espléndido memorial Por la libertad
querella de antiguos y modernos, de la literatura española (1770 ),
donde ya estaban muy presentes dos donde, al recensionar los libros aco-
cla ves del desarrollo posterior: en piados por el bibliógrafo Nicolás An-
primer lugar, la relativización de los tonio con fecha posterior a 1635, so-
méritos que imponía el paso de los lamente encuentra que « la mayor
tiempos (y, por ende, el desprestigio parte son libros de devoción, vidas de
de lo clásico como referencia exclu- santos, revelaciones de beatas, vía-
yente) . Y en segundo y no menos im- crucis, crónicas de esta u otra Sagrada
portante lugar, la concepción nacio- Religión que, aunque tengan su utili-
nal y territorial de desarrollo cultural dad y mérito, no son obras de inven-
que, a su vez, podía remontarse a la ción ; novelas llamadas ejemplares y
conciencia humanística nacional que cursos de Filosofía, tales las unas y
auspiciaron en su beneficio las mo- los otros, que con éstos se ha perdido
narquías autoritarias en los siglos XV del todo la buena lógica y con aqué-
Y XVI. llas nada han ganado las costumbres.
La idea de literatura nacional sur- Lo más que por aquel tiempo se escri-
gió en España en el siglo XVIII, bía era acerca de la Divina Gracia y
cuando se consideró como pasado le- sus auxilios, y del punto de la Inma-
gítimo y glorioso el siglo XVI y como culada Concepción de María Santí-
pasado aborrecible el barroco siglo sima, que eran las materias que enton-
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ces controvertían con mayor ardor; de redacta (en nombre propio y de otros
suerte que parece que desde aquella cinco eruditos) un Informe de la
hora se cortaron enteramente las fuer- Junta cr eada por la regencia para
zas y nervios de la literatura espa- proponer los medios de proceder al
ñola ». (Por la libertad de la literatura arreglo de los diversos ramos de ins-
española, ed. A. Mestre , Instituto trucción pública:
Juan Gil-Albert, Alicante, 1991 , pá- «Hemos creído conveniente reunir
gina 43 .) en un curso de dos años, y bajo el
Obsérvese otro aspecto de la cues - nombre genérico de literatura , lo que
tión, implícito en las líneas de Pérez antes se enseñaba separadamente con
Bayer. No es solamente que los térmi- el nombre de retórica y poética. Nin-
nos literatura o elocuencia abarquen gún humanista separa ya estos estu-
todo el extenso campo del saber hu- dio s, que tienen unos mismos princi-
mano. Se trata de que, entendida la lite- pios y deben ir dirigidos al mismo fin .
ratura como legado histórico nacional, Este es más general todavía que la
su desarrollo se encuentra estrecha- teórica particular y aislada de la poe-
mente vinculado al poder político y a la sía o de la elocuencia, a la que se ha
institución que lo encarna , el Estado: reducido, generalmente, el estudio de
nos hallamos , en suma , ante una suerte estas clases hasta ahora. No es preci-
de regalismo ilustrado. samente la formulación de poetas y
El caso no era nuevo. Ya en 1737 oradores lo que ha de buscarse en el
un grupo de funcionarios reales muy estudio de la literatura: es la adquisi-
cercanos al monarca Felipe V habían ción del buen gusto en todos los géne-
fundado el Diario de los Literatos de ros de escribir que se conocen; es el
España : para que el Diario «con el tacto fino y delicado que hace sentir y
patrocinio de Vuestra Magestad pu- disfrutar las bellezas de la composi-
diera tener el mérito de verse colo- ción y de estilo que hay en las obras
cado en la serie de tan ilustres esta- del ingenio y del talento; es, en fin, el
blecimientos, como han promovido la instinto de encontrar en sus pensa-
cultura de las Letras, que universal- mientos y sentimientos habituales los
mente se celebra en la erección del medios de expresión que debe em-
Seminario de Nobles, en la formación plear en manifestarlos (... ). Pocos pre-
de la Real Biblioteca y en la funda- ceptos, y muchos y bien escogidos
ción de la Real Academia Española, y ejemplos (... ), dejando a la sensibili-
floreciente Universidad de Cervera y dad, a las pasiones y al amor de la glo-
otras semejantes». ria el cuidado de perfeccionar después
De nuevo, las letras y el interés del los estudios (...). Y hemos unido a la
Estado se alían inextricablemente y el enseñanza de la literatura la de la his-
nombre mismo de literato designa, toria. En primer lugar, porque no hay
más que una dedicación exclusiva- ninguna disparidad repugnante entre
mente intelectual, una profesión y una las dos ; en segundo, por el atractivo
responsabilidad cívico-política. que tiene la enseñanza de la historia y
por su facilidad para los que se han
formado y enriquecido con los conoci-
Romanticismo y literatura mientos anteriores». (Obras comple-
nacional tas, Biblioteca de Autores Españoles,
XIX , Atlas, Madrid, 1946, pág. 146.)
No habrían de pasar muchos años Se consagran, en suma, el final de
para que el entronque de literatura y la enseñanza puramente gramatical de
patriotismo se hiciera programa polí- lo literario, la preeminencia del canon
tico en el tránsito del antiguo régimen de lecturas so bre la rutina teorética y
a la sociedad liberal. En 1813, el poe- se vincula literatura e historia. Esta-
ta Manuel José Quintana (1777-1851) mos ya en el nacimiento mismo de
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ambas materias como asignaturas, es


decir, como componentes de la socia-
lización y la identificación nacional del
futuro ciudadano: un imaginaire histó-
rico colectivo que pasa del patrio-
tismo (una vinculación jurídica y
emocional de naturaleza minoritaria
derivada principalmente del derecho
romano) al nacionalismo (que es una
relación fundamentalmente cultural y
esencialmente popular establecida li-
bremente entre el individuo y la co-
lectividad a la que pertenece).

Positivismo y bibliofilia en el
siglo XIX
Estamos ya ante lo que el siglo
XIX utilizó en forma de dramas histó-
ricos, novelas, folletines, programas José-Carlos Mainer (Zaragoza, 1944)
iconográficos de la pintura de historia es doctor en Filosofía y Letras por la
Universidad de Barcelona y catedrático
y de rotulación urbana. Todo este ma-
de Literatura Española en la
terial, tanto como la inserción del pa- Universidad de Zaragoza, habiendo
sado en los programas escolares, creó sido anteriormente profesor de esta
el ámbito donde puede entenderse un disciplina en las Universidades de
nuevo referente: la literatura nacio- Barcelona, Autónoma de Barcelona y
nal, ahora entendida como expresión La Laguna. Autor de numerosos
natural de una lengua, unos temas, trabajos sobre literatura española de
unas actitudes y unos héroes que son los siglos XIX y XX, así como de
patrimonio colectivo. ediciones anotadas de obras de Valera,
Se debe recordar que la literatura Valle-Inclán, Fernández-Flórez, Ayala y
Martín-Santos, entre otros, es autor de,
nacional fue esgrimida por vez pri-
por nombrar unos cuantos títulos,
mera desde supuestos políticos con- Falange y Literatura (1971), Literatura y
servadores por Juan Nicolás Bohl de pequeña burguesía en España (1972),
Faber en 1814, y repudiada por Joa- La Edad de Plata (1975,1982), La
quín de Mora en nombre del clasi- doma de la Quimera (1988), Historia,
cismo literario y del liberalismo polí- literatura, sociedad (1989) y La corona
tico en unos términos universalistas hecha trizas (1989).
que son plenamente ilustrados: «E l
arte es de todas las naciones: desde su
origen viene ceñido a las reglas que la
observación y el cultivo han ido dedu-
ciendo de la naturaleza misma, proto- La historia del romanticismo espa-
tipo de todas las artes de imitación. ñol fue la pelea entre la razón neoaris-
Alabar a una nación de apartarse de totélica y el peligroso ideal histori-
ellas, lejos de hacerle favor, es deni- cista de origen reaccionario. La obra
grar su opinión literaria y rebajar su del brillante periodista Mariano José
juicio y docilidad » (José Joaquín de de Larra (1808-1837) es un consu-
Mora, «Mercurio Gaditano», 143, oc- mado ejemplo de las contradicciones
tubre de 1814, apud El romanticismo de la modernidad española. Lo más
español . Documentos, ed. R. Navas moderno de su personalidad corres-
Ruiz, Salamanca, 1971, pág. 25.) ponde a algunos aspectos de su bio-
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grafía, que, en todo caso, es más guIar empresa a medias entre el pa-
balzaquiana que chattertoniana: triotismo y el lucro mercantil. La
la presiden la voluntad de ganar elección y la jerarquía de los clá-
fama y d inero con la letra im- sicos es muy significativa; abre
presa, el pragmatismo político, la colección el tomo dedicado a
la exigencia de una clase media las novelas de Cervantes, testi-
letrada y emprendedora que monio de una hegemonía
concibe como su público po- que se ha ido asentando
sible y como árbitro de la desde mediados de la
reforma social. centuria anterior; pero le
Pero en orden a sus sigue el volumen consa-
ideas literarias, suele per- grado a recoger las obras de
manecer fiel a un superficial los dos Moratines, que, a despe-
pero tenaz fondo clasicista. Larra cho de los ideales románticos, habían
Piensa que la tendencia de la litera- sido los restauradores del buen gusto
tura debe dictarla el mercado y éste neoclásico. Y abunda lo dieciochesco :
anda afortunadamente dominado por Feij óo, Jovel!anos, Floridablanca y
la libertad . .. y por la utilidad . Esta es tres tomos de lírica. Y el único escri-
la conclusión -no siempre recta- tor vivo es nuestro conocido Manuel
mente entendida por los exégetas- José Quintana.
de uno de sus artículos más comenta- Un canon mixto donde el discurso
dos, «Literatura. Rápida ojeada sobre político y el estudio histórico alternan
la historia e índole de la nuestra. Su con la creación artística: su prestigio
estado actual. Su porvenir. Profesión entre los retóricos del XVIII asegura al
de fe», publicado en el mes de enero P. Fray Luis de Granada cuatro volú-
de 1836, un año antes de que pusiera menes de la colección, y la noción de
fin a su vida de un pistoletazo. «literatura útil» incorpora tomos que
De nuevo se habla aquí de «litera- recogen desde los cronistas medievales
tura nacional », pero para hablar de a la clásica historia del Padre Mariana,
una literatura cuyas normas sean la sin olvidar a los primeros historiadores
verdad y la libertad : «He aquí la di- de Indias; la tradicional conciencia de
visa de la época, he aquí la nuestra, superioridad de la época sobre cual-
he aquí la medida con que medire- quier otro género garantiza a las dilata-
mos; en nuestros juicios le pregunta- das epopeyas del Siglo de Oro nada
remos a un libro : ¿Nos enseñas algo? menos que un par de gruesos volúme-
¿N o eres la expresión del progreso nes, mientras que lo que venimos lla-
humano? ¿No s eres útil ? Pues eres mando canon mixto obliga a incluir
bueno. No reconocemos magisterio li- sendos volúmenes de «Filósofos Espa-
terario en ningún país; menos, en nin- ñoles » y de «Epistolario Español».
gún hombre, menos en ninguna Solamente la sólida presencia de
época, porque el gusto es relativo: no la comedia española del siglo XVII
reconocemos una escuela exclusiva- -hasta un total de trece volúmenes
mente buena, porque no hay ninguna sobre los setenta de la colección-
absolutamente mala». (Artículos so- habla con elocuencia de la importan-
ciales , pollticos y de crítica litera- cia del entusiasmo romántico por
ria, ed. J. Cano Ballesta, Alhambra, aquel género que tantas críticas mere-
Madrid, 1982, pág. 433.) ció de los eruditos ilustrados, aunque,
La idea de literatura útil y nacional, a cambio, la presencia de lo medieval
que incluye obras de muy variado pro- es mucho más superficial y descui-
pósito, ha sido muy pertinaz entre no- dada ; solamente el romancero, como
sotros. En 1846, por ejemplo , se pu- no podía ser menos, obtiene el relieve
blica el primer volumen de la que le había granjeado la crítica ro-
Biblioteca de Autores Españoles, sin- mántica internacional.
LA INVENCION DE LA LITERA TURA ESPAÑOLA / 35

Se siguió viendo en el XIX el pa-


sado español como a lgo estét icament e
admirabl e, pero pol íticament e co nde-
nable . Los térm inos de es ta crítica
marcaron todo el siglo XIX y su for-
mulaci ón más clara e influ yente tuvo
lugar en la llam ada «po lé m ica de la
cie ncia esp añol a» de 1877 . Un po lí-
tico liberal, Gumersindo de Azcá rate,
hab ía hablado de « t re s sig los de
ahog o de la libertad intelectu al», ape-
nas un año despu és de que un cono-
c ido poet a, Gasp ar Nú ñez de Ar ce ,
eligie ra co mo tem a de su d iscurso de
ingreso en la Real Academia Espa-
ñola las «Causas de la precipitada de-
cadencia de la literatura nacional bajo
los último s rein ado s de la Casa de
Austria».
Replicó e l jo ven Marce lino Men én-
dez Pela yo ( 1856- 1912) en La ciencia
española y s us tr ab ajo s post eriores
ase nta ron una nuev a concepc ión del
pasado literario español: men os reac- de Estud ios H ist ó rico s (1910)- de
cio naria de lo que se piensa, vinc ulada Ramón Menéndez Pidal ( 1869- 1968).
a las ideas positivistas sobre la historia Azo rín instaur a la cr ítica impresio-
y remini scent e todav ía de la bibl iofilia nista, intuiti va, sin dejar de considerar
erud ita típica de su tiempo. por eso e l valor ideo lógic o-rege nera-
C la rí n , e n e l imp ort a n te « P ro - c ion ista de la lite ratura esp añ ola, del
yecto» de Mezclilla ( 1889) , ace rtó a qu e hace una inte rpre tac ió n liber al-
repro ch arl e su unil ater al idad ideol ó- conserv adora. Menénd ez Pidal repre-
gica y su inse nsi bilidad para e l goc e se nta e l final del posit ivismo , el inic io
de la evocación histór ica. Azorín, al- del ideal ismo lingü ístico, el auge del
gunos año s despu és, le reprochó que medieval ismo y un sentimiento de la
no hic ie ra un a «c rítica psicol ó gica, nacion alidad de base liberal.
interpretat iva, intern a». Fue la prim er a horn ada de sus dis-
cípulos la que superó el tabú doctrin a-
rio contra e l «fanatismo» del XVI y el
El nacionalismo liberal del XVII : el aná lisis de ideo logías pro -
siglo XX gres istas --{;omo e l erasmismo-; la
lectur a de líne as de disidenc ia en
La reconciliación de España con e l obras maestras -Cervantes, la pica-
propio pasado fue un hecho extraordi- resca- que tanto debi ó a la obra ini-
nariam ente tard ío que coi ncid ió, ade- cia l de Américo Castro; la interpreta-
más, con la definiti va adultez c ientí- ción laica e intimista de la liter atura
fica de los estud ios literario s. Se debió pi ados a y, más tarde , la acuñ ación
a do s impul sos d istintos, pero co mple- histórica de la noción de barroco lite-
mentarios: la obr a personal de Azor ín rario (q uizá la más notable aportación
(fundamentalmente en la serie de Cas- de la esc uela española a la periodi za-
tilla . Lecturas españolas, Clásicos y ció n artís tica ) log raro n s upe ra r lo s
modernos, Los valores literarios y Al prejui cio s iniciales.
margen de los clásicos, entre 191 2 y Las dos ge nerac iones de profeso res
1915) Y la escue la filológica -Cent ro for madas por Ram ón Menéndez Pidal
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en el Centro de Estudios Históricos cual , juntamente con la de Medicina,


supieron que su empresa científica suena algo en el oído público, sobre
era, a la vez, una empresa política: todo cuando el profesor es centro de
nacionalización y modernización ins- un bufete o de una clientela conside-
titucional . En 1920, América Castro rable. Fuera de eso, el profesorado
escribía sobre la necesidad de fortale- -especialmente el de Letras- ca-
cer las instituciones que, «en la ancha rece de prestigio, y a veces se ignora
penumbra que la indiferencia social qué sea exactamente un catedrático de
proyecta sobre todo lo universitario, Letras ». (<<La organización actual de
hay un trozo negro, como boca de las Facultades de Letras», en Lengua,
lobo, que marca el sitio de las Facul- enseñanza y literatura (esbozos) , Ma-
tades de Letras (... ). El interés por lo drid, 1924, págs. 200-20 l.)
que representan los estudios de Filo- Y por las mismas fechas reclamaba
sofía y Letras ha sido en todos los una auténtica nacionalización de la
pueblos cultos un índice de su nivel formación de los futuros ciudadanos:
de civilización. Como es sabido, la «Es un verdadero dolor poner a Jos
Universidad, por ahí fuera , está com- niños a leer esa bobada de Juanito, o
puesta esencialmente de las Faculta- el insulso Catón, habiendo tanta can-
des de Ciencias y Letras. Lo demás tidad de obras vivas y jugosas en
son estudios de aplicación, que, en la nuestra literatura (. .. ). Debe esa lite-
mayoría de los casos, están alejados ratura parecerse a la que es de desear
de la Universidad. Esta, entre noso- que lean los niños cuando sean hom-
tros, apenas es sino una escuela profe- bres, en su variedad y en su esponta-
sional; salvo pocas excepciones, gira neidad. Razón por la cual estimo no-
en tomo a la Facultad de Derecho, la civo, a la par que ridículo, el que se
convierta el Quijote en lectura ritual.
En la escuela se debería leer de Cer-
Fundación Juan March vantes lo más esencial y adecuado
para el caso; pero no sé por qué no se
1993/94 habría de leer también a Quevedo ,
Luis de León, Lope de Vega o Bernal
Díaz del Castillo, o los Episodios de
LA INVENClON QE LA Pérez Galdós, o las obras de nuestros
LI TERATU RA ESPAN O LA grandes contemporáneos» (La ense-
José-Carlos Mainer ñanza del español en España, Ma-
drid, 1922, págs . 72-73.)
/" Son palabras del ayer cercano que
nos devuelven a nuestro punto de par-
jlu'I ,.. , .11
tida y el título mismo de este trabajo:
N"IIf<l'l1hl.)"' '' \/'J.n'IIIHI entendemos por « lite ra tura» y por
/((1< 1.,,((11
«española» ese objeto histórico que
lf o.l"'''.Io , so acota y da peculiar sentido a fragmen-
"''''11'11,,,,, , \1,,1>1••'''11<1 <'11
•.,.•,.::1.. .\1\" tos de algo más extenso y general, sea
la creación escrita toda o sea la inerte
JIU" ." , geografía de un territorio. Enunciar
f-J'I.I,¡"""Ii'II/.. f¡h.'r<l i
,1' '¡ ' //<I. llt S .\ esa invención es elegir un sentido y
suponer, como hace América Castro,
que un niño español vive de un modo
distinto y exclusivo el cuento de las
infancias de Teresa de Jesús, las des-
venturas de Don Pablos o las corre-
rías de Gabriel Araceli en las vísperas
de Trafalgar. O

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