EL ARREBATAMIENTO de LA IGLESIA
EL ARREBATAMIENTO de LA IGLESIA
EL ARREBATAMIENTO de LA IGLESIA
“La resurrección de los que han muerto en Cristo y su arrebatamiento junto con los que estén
vivos a la venida del Señor es la esperanza inminente y bienaventurada de la Iglesia (1
Tesalonicenses 4:16,17; Romanos 8:23; Tito 2:13; 1 Corintios 15:51,52).”
Ellos entendieron que la era actual terminará con su venida (Mateo 24:3). La garantía de su
venida era una de las verdades con las que Él consoló a sus seguidores antes de su muerte
(Juan 14:2,3).
En el momento de la ascensión de Cristo, dos ángeles vinieron al grupo de los discípulos que
estaban reunidos para repetir la promesa de que Él regresaría. Ellos declararon que Él vendría
de la misma manera que se había ido (Hechos 1:11). Esto claramente significa que su segunda
venida será literal, física, y visible.
Los creyentes en los primeros días de la Iglesia vivían en un estado de expectación (1 Corintios
1:7; 1 Tesalonicenses 1:9,10). Cuando Pablo usa la forma “nosotros” en 1 Corintios 15:51 y 1
Tesalonicenses 4:17 muestra que él tenía la esperanza de que todavía estaría vivo cuando
Jesús regresara.
La segunda es conocida por los evangélicos como “el rapto” (o arrebatamiento). Esta palabra
no se encuentra en la Biblia, pero ha sido usada tanto que una de las definiciones para la
palabra en inglés en el Webster’s Third New International Dictionary Unabridged, es: “Cuando
Cristo levanta a su verdadera iglesia y a sus miembros a un reino más allá de la tierra donde
todos disfrutarán de felicidad celestial con su Señor”. La palabra raptar se podría usar para
traducir la palabra “arrebatados” de 1 Tesalonicenses 4:17. Jesús dijo que su venida resultaría
en situaciones donde un individuo sería llevado de un lugar mientras el otro individuo sería
dejado. Esto indica un traslado repentino de los creyentes de la tierra, mientras los no
creyentes quedan aquí para enfrentar la tribulación (Mateo 24:36-42).
Jesús describió su venida como algo que ocurriría en un tiempo en que las naciones de la tierra
se lamentarían cuando lo vieran llegar (Mateo 24:30). El apóstol Pablo describe el regreso del
Señor como un tiempo de juicio e ira para los impíos (2 Tesalonicenses 1:7-10).
La misma palabra griega usada en 1 Tesalonicenses 4:17 para decir “arrebatado” se usa en
Hechos 8:39 para describir cuando Felipe fue “arrebatado” después de bautizar al etíope. El
segundo versículo dice que el Espíritu del Señor arrebató a Felipe–identificando el origen del
poder que llevará a los creyentes de la tierra en el rapto.
En 2 Tesalonicenses 2:1 Pablo llama el rapto “nuestra reunión con él.” La palabra griega aquí
traducida “reunión” es la misma palabra traducida como “congregarnos” en Hebreos 10:25,
refiriéndose a la congregación de los cristianos para alabar. Es la imagen de los santos
congregándose alrededor de Cristo cuando venga por ellos.
Aunque algunos aspectos del traspaso de Elías fueron distintos del de Enoc, también implicó
un arrebatamiento repentino de un creyente del mundo sin experimentar la muerte (2 Reyes
2:1-13).
Primera de Corintios 15:51-54 trata del mismo acontecimiento que 1 Tesalonicenses 4:13-18.
Aquí también Pablo trata de los cambios que se producirán tanto en los creyentes vivos como
en los creyentes muertos durante el rapto. Lo llama un misterio (1 Corintios 15:51), una verdad
que antes no era conocida pero que ahora le fue revelada por el Espíritu Santo.
En Filipenses 3:21 Pablo relaciona la venida del Señor con el tiempo cuando “el cuerpo de la
humillación nuestra” será cambiado–otra referencia al rapto.
Los pasajes que corresponden al rapto describen la venida del Señor por su pueblo. Los
pasajes que se refieren a la revelación de Cristo describen la venida del Señor con sus santos.
Colosenses 3:4 trata de los creyentes que aparecerán con Cristo en su venida. Judas 14
también prevé la venida del Señor con su pueblo para ejecutar el juicio que muchos otros
pasajes mencionan en relación con su venida pública.
Porque las Escrituras no se contradicen, parece razonable concluir que los pasajes que
describen la venida de Cristo por los santos y con los santos indican dos fases de su venida.
Nosotros creemos que es bíblico suponer que el intervalo entre los dos es el tiempo cuando el
mundo experimentará la gran tribulación, implicando el reino del Anticristo y el derramamiento
de la ira de Dios sobre los injustos (Daniel 12:1,2, 10-13; Mateo 24:15-31; 2 Tesalonicenses
2:1-12).
En 2 Tesalonicenses 2 Pablo indica que ciertas cosas tienen que acontecer antes de que el día
del Señor (que es parte de la gran tribulación) pudiera empezar. Un individuo llamado “el
hombre de pecado” (anticristo) aparecerá. El misterio de injusticia ha estado operando desde el
tiempo de Pablo, pero está siendo restringido por el poder del Espíritu que obra por medio de la
iglesia verdadera. Sólo cuando la iglesia sea llevada de la tierra por el rapto, este hombre podrá
aparecer públicamente.
En 1 Tesalonicenses 5, siguiendo el pasaje del rapto en el capítulo 4, Pablo enseña acerca del
Día del Señor. Él advierte de la destrucción que éste traerá sobre los injustos (vv. 2, 3). Pero en
seguida aseguró a los cristianos que los que son de Cristo no serán vencidos (v. 4).
Todavía hablando del día del Señor, Pablo escribe: “Porque no nos ha puesto Dios para ira,
sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (v. 9). Parece claro que él
está indicando aquí la liberación de los creyentes de los juicios del día del Señor, incluida la
gran tribulación.
Los creyentes reciben las instrucciones de que tienen que “esperar de los cielos a su Hijo,” no
la gran tribulación (1 Tesalonicenses 1:10). Cuando las señales del fin de la era son evidentes,
deben erguirse y levantar su cabeza en expectación de su redención, no de la gran tribulación
(Lucas 21:28).
Las señales de la venida del Señor se manifestarán antes de su llegada pública, pero no tienen
que ser cumplidas antes del rapto. Cualquier enseñanza que ciertos hechos tienen que
acontecer antes del rapto no está en armonía con la doctrina de inminencia.
Es consecuente con los tratos de Dios con su pueblo en el Antiguo Testamento creer que la
iglesia será llevada del mundo antes de la gran tribulación. Dios no mandó el diluvio hasta que
Noé y su familia estuvieron seguros dentro del arca. No destruyó a Sodoma hasta que Lot salió.
La Biblia refiere de un rapto que es pre-tribulación. En todas las enseñanzas de la segunda
venida en el Nuevo Testamento la inminencia se enfatiza. Interponer otros sucesos antes del
rapto viola tales enseñanzas.
Mientras los cristianos esperan con alegría la venida del Señor, es bueno recordarles las
palabras de Pablo a Tito: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos
los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos,
vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y
la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo
por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de
buenas obras” (Tito 2:11-14).