Poemas de Edgar Bayley
Poemas de Edgar Bayley
Poemas de Edgar Bayley
A SER OTRO
a partirme en cielotierra
entre dos pasos
habitando el desamor
y la alabanza
y tan especial
tan solo
y verdadero
es este amor
y tan cumplido en sí mismo
tan abierto
y rico y generoso
que dejémoslo ya
sin tocarlo
mirándolo a distancia
o demósle la mano
y marchemos con él
adonde quiera
sin ver
y sin dudar
y sin cuidado.
Llego nadando
cuando alguien me escribe yo le escribo
cuando alguien me piensa yo lo pienso
cuando alguien me olvida yo lo olvido
tengo mi corazón la mano la araucaria
alianza y comunión
es mi destino
Certidumbre
no esperas nada
sino la ruta del sol y de la pena
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
Decisión
partiremos la hogaza del abandono y la esperanza
esa estrella
temer la batalla
y vivir juntos
decididos
mi amor
decididos
Poema
cuando llegas
a la hora precisa
algo se despierta
es la hora de tu piel
de tu mediodía
tu voz
dios mío
todo es inmortal
ahora
y al viajero que llega
fatigado y tarde
comprendemos
le dicen
tanta libertad
no ha sido en vano
en la calle
en el aire
en el grito
en el pecado y la salud
Ni razón ni palabra
corazón vacío
miseria burbujeante
en cambio y permanencia
en nube recia
en la libre mano
Cuando el aire
cuando el aire se puebla estoy presente
es suficiente
confiar esperar
estar despierto
(De "Obras" de Edgar Bayley -Buenos Aires, 1919-1990-, Grijalbo Mondadori, Buenos Aires,
1999. Este libro cuenta con presentación de Francisco Madariaga y prólogo de Rodolfo
Alonso. Asimismo, ofrece una revisión y estudio preliminar de la obra de Bayley a cargo de
Daniel Freidemberg. Incluye "En común" (1944-1949), "La vigilia y el viaje" (1949-1955),
"Ni razón ni palabra" (1955-1960), "El día" (1960-1963), "Celebraciones" (1968-1976),
"Nuevos poemas" (1977-1981), "Alguien llama" (1981-1983), "Algunos poemas más" (1984-
1990), "Otros poemas", "Poemas inéditos", "Vida y memoria del doctor Pi", "Otras historias".
También las piezas teatrales "Burla de primavera", "Farsa de Isopete y el sastre" y "Dulioto
-en cinco momentos-", y una serie de ensayos, reflexiones y relatos. También tres poemas en
honor a Bayley, uno de Enrique Molina y dos de Francisco Madariaga).
los techos
la intemperie
la pasión crece
una magnolia
la arcilla
mientras oscurece
que se aman
herida
descompuesta
de las horas por llegar
gratuitas
y el vacío irremediable
Abrir la puerta
me pregunto
y es una pregunta inmoral
si servirá de algo abrir esa puerta
que da al patio
a la tierra
al viento del mundo
a los pasos de la gente
me pregunto
si servirá de algo escribir
a estas horas de la noche
en el silencio de mi habitación
con la puerta cerrada
En El día, 1968
Luis Soler Cañás, Generación poética del 40
Buenos Aires, ECA, 1981
Fidelidad en la encrucijada
En el sol alto, sin ostentación ni impaciencia, se prolonga tu camino. Serenidad del ignorado:
Una emersión impura te salvará en cualquier hombre.
Ese relámpago que hace posible la fraternidad, tanto en la dimisión como en la inocencia y la
esperanza, es una de las propiedades de la poesía. Pero nada autoriza al poeta a darle nombre
definitivo y menos aun a convertirse en el profesional de su dicción o su descubrimiento.
Usura del alucinado. Este mundo es tuyo indudablemente. Pero sólo existe en tu
desprendimiento. El poeta, testigo de su propia existencia, coexiste con el mundo.
Todo poeta sabe que la palabra no es instrumento. Es vida con los demás. Y en común.
Soledad común. La declamación y la ortopedia de espíritu quedan a sus márgenes.
Imposibilidad, por lo tanto, el poema fabricado de acceder a la tierra de los hombres, de
alimentar su viaje.
El casamiento
falta poco para el casamiento
si fuera como antes no es que pretenda explicarlo no estoy contando nada un día cada uno
sabe en estos días presentarse en estas horas como si fuese cada uno cada uno para toda la
vida y saberlo te felicito ahora empieza de verdad empieza el sueño otro me vuelvo al sueño
al uno del todo
de golpe gracias
porrón rastra compañía encontré lo que buscaba
cuesta un testón el viaje el día en que te conocí me
doy cuenta a mediodía hay un momento en que todo
está bien las calles el trompo bajo la lluvia
mucho más como tus manos como la siesta
el sol castiga tus rodillas el empedrado
cuesta un testón este viaje esta medusa
ida y vuelta
a orillas del mar una amatista un ciervo
un brasero a orillas del mar
un hilocarril y luego la puerta tallada el incensario
cuesta poco subir cuesta bienteveo
miró de nuevo la calle
miró el porrón vacío
todo está igual
como en tiempos de
con olor a desinfectante
a polvos de arroz
y azúcar quemada y canela
el casamiento
mis espaldas mi juventud
me voy en serio
hay pocas oportunidades para un hombre así
el coronel que no sabía
años pasaron el lenguaje de los dioses
¿por qué te casas conmigo?
caían lentamente cada uno en la vida secreta
esperas demasiado de la obediencia de un hacha
de un arpón
falta poco para el casamiento
Me doy cuenta
Reconquista
1
esto lo digo por el flamenco y el polen
por el aire
por el viaje
que de tanto recorrer
y desandar
se me ha vuelto pan todo romero
2
si estoy o no estoy
(quimera verdad campana)
lo mismo da
para el mar y la araucaria
3
avanzan las sombras y las luces
poco a poco
en la bahía
¿estoy despierto?
¿juego mal?
¿elijo bien la flor de mi destino?
todo es igual
victoria o exterminio
igual al fondo de la gruta
4
la casa la partida
el comején la duda
y engaño altar portón estría
nada importan al topo y al orante
5
florecer florecer
una y otra vez
en la tormenta
agridulce escozor
molienda diaria
todo sirve
6
en este salir entrar
en este incendio
ni esparto ni exorcismo
ni manantial
ni cuenca taza
ni escafandra:
sin auxilios
nada más que el rumbo cierto
7
¿pero en qué ribera
hachón
o salamandra
surgirá la fe o la pregunta?
8
¡qué difícil el rostro
el ademán
la altura!
¡oh qué bueno es estar
de verdad
en todo instante
conservar el bastón en la borrasca
aventar la duda
la señal aciaga
madurar
cobijar la adormidera
inocencia y vigilia en una mano!
9
volver
entonces volver
al sueño
al mediodía
y dejar que convivan los jazmines
con los ojos de buey y los lagartos
10
dejar que un rostro oval
un piano
la sentina
surjan de improviso
en la negra muralla embanderada
11
esto veo lentamente
reconozco el monte y el camino
Al Conde de Lautremont
al que ha dejado abierta la mirada de seda del pulpo
el ojo saliente del sapo y el higo comedor de asnos
al que fue hasta el extremo de la sangre donde hierve la inocencia
y rescató la bujía del sueño y la cuerda tensa de la libertad
un cielo de cabellos mojados
una noche de alabastro
un buey rojo de alas batientes
un arriate de leña y carbón
una marsopa ocular
una ciudad resucitada
al que ha dejado abierta la herida del vampiro aullante
las garras y los órganos chupadores
los reinos flemáticos del viejo océano
las quijadas del tiburón y ls entrañas acuosas de la raya
un granero con todos los nombres del mundo a la luz de la luna
una caracola de inocencia
un encanto lúcido después de la fiebre
unas pupilas de sol naciente
un golpe de tambor al extremo del punzante azul
al que ha dejado abierta la larga cicatriz sulfurosa
la boca cuadrada de baba oscilante
la lámpara sumergida con alas de ángel
el vientre de la araña de donde emergen dos adolescentes vestidos de azul
un estallido de naipes
un lecho de ondas claras en todas direcciones
un puerto sin solapas para abordar ensueños
un alfabeto de puertas
una llama de ojos azules
al que ha dejado abierta la esperanza vencida renaciente
la sorda ciénaga la inmensa esquimosis sobre el cuerpo de la tierra
y la crueldad recorriendo como un cometa aterrador
el espacio sanguinolento
un trompo ardiente que flota en el lago a medianoche
un domador que avanza con su ojo de humo
un rosario de espejismos en una cajafuerte
un verano sin fronteras que aniquila a los guardianes
la tea de los jueves que abre todas las puertas
al que sostuvieron los vientos los arrebatos de cólera y las enfermedades del orgullo
la gota de esperma y la gota de sangre
que corren lentamente a lo largo de las secas arrugas
y el pedestal de gigantes acuáticos en el vientre vacío
un cielo en pie que almacena nuestras memorias
el amor oculto a la vera del camino
un atardecer un rastro de plumas y de hocicos
una infancia rescatada liberada extendida como una risa un zumbido un arco una espuma
un fruto un cráter un nido una aurora una rama en la constelación de nuestro sueño
porque al fin
la eternidad que brama como un mar
distante se aproxima a grandes pasos
Cambio de estación
EL BRAZO
Entrega tu sueño
al pájaro del alba.
Tú ya no puedes penetrar el aire.
Vuelve
con los brazos abiertos,
en silencio.
No despiertes al mar.
Entrega tus tambores.
No te expliques nada,
deja al cielo la noche.
Ya es hora.
Cada recuerdo queda
con su guerrero propio.
No te expliques nada,
no pidas el rescate
ni la palabra justa.
El nido abre su piel
para alojar tu voz.
La rosa del viento
aclara tu alfabeto.
Los coros descienden
a la luz de otra luna.
Yo entrego mi temor
y la esperanza.
Toda noche vuelve
al borde del espejo.
Vuélvete,
deja tu nombre
y tu defensa.
En el claro del viento
otra palabra te sorprende.
Los árboles giran
quince años atrás.
La espesura del alba
ha cambiado los tiempos.
me tiendo a su costado
conozco el fluir de este camino
esta mezcla de mí mismo
de mis manos
esta ignorancia
(de La vigilia y el viaje - Poemas 1944-1960, Buenos Aires, La Razón Ardiente, 1961)
MARTES DE CARNAVAL
a Jorge Souza
a Paco Urondo
me pregunto
y es una pregunta inmoral
si servirá de algo abrir esa puerta
que da al patio
a la tierra
al viento del mundo
a los pasos de la gente
me pregunto
si servirá de algo escribir
a estas horas de la noche
en el silencio de mi habitación
con la puerta cerrada
(de El día, 1968. Luis Soler Cañás, Generación poética del 40, Buenos Aires, ECA, 1981)
(guarden compostura:
en la soga de colgar se agita la flor blanca)
una tez de flores de cerezo
la última gota de sangre
los desiertos reales
los mares imaginarios
no pueden compararse a esta magnolia
(de Nuevos poemas 1977-1981, Antología personal, Buenos Aires, CEAL, 1983)
No he de volver al aire. Caminos. Caminos del libre odio, sombras, torpezas que rescatas en la
espiral. Serpiente del lanzamiento. Odio, razón de vida, vino del sueño del sueño vidente,
cosecha entre las rocas. No he de volver al aire. Condena, sospechas, abolición del hermano,
cuerpo renegado de un pan sin justicia, cielo negro, tronco hostil, heridas del alba, floración
lenta del rechazo.
No he de volver a la playa secreta ni cosecharé en la noche los frutos ocultos. Caminos del
delirio mudo. Separación. Golpes en la muralla. Ilusión taciturna de la palabra-calle de la
furia. Allí mismo, flor de la guerra, destrucción del valle, lógica del poder. Tierra de nadie,
aridez del rechazo propio. Rechazo de los otros, sangre del desamor. Dominio del cuidado.
Estrategia del desprecio. Libre serpiente, sembradora de la renuncia y la negación.
Nadie se consuela, nadie se compadece en las arenas del desprecio. Los días no colman
ninguna ternura. Con los ojos abiertos, con la memoria vacía, asistimos a la fiesta de la
destrucción. Ni ellos ni yo. No será parea nadie la patria verdadera. No serán para nadie las
linternas y la confianza. Reino de la traición, sin dudas ni dioses. Juegos del odio, milagro de
la crueldad.
Pero el viento prosigue, más allá de la humillación y la alegría, cantando la transformación de
los colores, igualando el desprecio con la esperanza, el cuidado con la inocencia. El rechazo,
al quedar solo, se hace habitable. Se establece, habla sin declamación ni cálculo.
Alguien es finalmente para sí mismo, para los otros. La catedral del desprecio abre sus
ventanas. La libre serpiente llama, descubre. No hay caídas ni impaciencias en esta luna fría.
No hay temor en las fronteras del bosque. El reflejo cede ante el agua de la fuente.
Un nombre. Una lucidez fraternal. Un nacimiento. El mundo llega a ser un tú. Canto. Luz en
la piedra fecundada. Nos reconocemos. Luminoso cielo oscuro. Sangre del desamor
enamorada. Rostro del hermano. Admisión del sí mismo en el rechazo. Lentamente surge la
compañía de los otros. Un camino. Nos volvemos viento. Todo el viento del mundo.
(de Antología personal, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1983)
Fuente: zoopat
EN COMÚN (fragmentos)
II
IV
IX
(de La generación poética del 40, Buenos Aires, Ediciones culturales argentinas, 1981)
Fuente: Ignoria
DE TODOS MODOS
ESTADO DE SITUACIÓN
(poema inédito)
ÚNICOS
DE LA POESÍA
El poeta Madariaga había adquirido un haras. Con caballos de raza. Caballos de mucha
alzada, petisos, y caballitos muy pequeños obtenidos a través de sutiles entrecruzamientos y
técnicas refinadísimas. Su intención no era preparar caballos de carrera, aunque los tenía
velocísimos y muy codiciados por varios studs. Su propósito aparente era obtener nuevas
especies de caballos. Caballos que en realidad no iban a parecer caballos.
Tenía padrillos de diversas razas: enormes, silenciosos, de impresionante apostura y yeguas
ardientes, huidizas y buscadoras a la vez. Tenía peones y técnicos avezados y tenía también un
proyecto muy audaz que mantenía en absoluta reserva. Sí, había mucha actividad en ese haras
(“Don Eusebio” se llamaba).
Al término de la jornada, y tras la cena, se producían discusiones, a veces enconadas, entre los
biólogos, los zoólogos y Madariaga.
-A ustedes les falta imaginación -solía decir Madariaga-, formación literaria, les falta saber
mitológico.
-Puede ser -le respondían-, pero sabemos lo que no puede hacerse.
-No es sólo eso; ustedes no creen que sea posible ahora lo que alguna vez fue posible -insistía
Madariaga.
-Hay un límite para los cruzamientos y las hibridaciones, y, en todo caso, no están dadas las
condiciones para que aparezca un nuevo animal sobre la tierra. Además nada sabemos sobre la
clase de animal que usted pretende conseguir -le respondían.
Al llevar a este punto de la conversación, Madariaga callaba prudentemente.
El doctor Pi, que solía asistir a esas reuniones, poco a nada decía, pero lo intrigaban los planes
de Madariaga. Cierta noche en que Pi permanecía, como de costumbre, ajeno a la
conversación de Madariaga con los sabios y se dedicaba a observar los distintos objetos que
decoraban el amplio salón comedor, se sintió atraído por una porcelana.
-Una porcelana valiosa, no hay duda -se dijo.
Pero ¿por qué le había interesado tanto? Se acercó a la porcelana, la tomó entre sus manos;
era una hermosa pieza. Sin embargo, algo le decía que ese objeto lo atraía por algo más que
por su valor artístico. La porcelana tenía la forma de un centauro. Quizá fuese Quirón, el
prudente.
-Una pieza de valor, ¿verdad, Madariaga?
Este se limitó a asentir y prosiguió conversando con los sabios.
-Hasta estamos obteniendo caballos que cada vez se parecen menos a caballos: las cabezas,
especialmente, son cada vez más diferentes de las cabezas de los caballos comunes.
-¿Qué se propone usted? -preguntó el profesor Héctor Maldonado.
-Todavía es prematuro decirlo. Prosigan sus experiencias en esa dirección y luego
hablaremos.
Fue entonces cuando tomó la palabra el profesor von Krausen.
-Hemos de acompañarlo -dijo-, hasta un cierto punto de su investigación, experimento o como
quiera llamarlo. Le daremos un plazo (un mes, digamos), si al cabo de ese lapso usted no nos
confiesa cuál es el fin que persigue con todo esto, le anunciamos desde ya que no tendremos
más remedio que abandonarlo.
-Sería una lástima, una gran lástima, me vería obligado a recurrir a servicios menos eficientes
y eso lo echaría todo a perder.
El doctor Maldonado, más conciliador, se acercó a Madariaga.
-Comprenda -dijo- que no es posible que trabajemos a oscuras. Debe darnos alguna pista para
descifrar este enigma.
-Bien -contestó Madariaga-, les daré esa pista que me piden: la solución de ese enigma, como
usted lo llama, está en esta misma habitación.
Los científicos se miraron asombrados. Sólo el doctor Pi encontró en esas palabras la
confirmación de una ligera sospecha, que había surgido al observar la porcelana. Ahora veía
claro: el poeta Madariaga se proponía volver a la vida al centauro Quirón.
Nada dijo Pi al respecto. Tampoco comentó nada sobre el particular con los científicos. Otras
ocupaciones, obligaciones o vocaciones lo absorbieron. Nunca supo cómo habían terminado
esos experimentos. Pi tiene una curiosidad intensa, pero muy diversificada, por eso no
podemos saber hoy si el centauro es sólo una porcelana junto a un tapiz o ha vuelto a vivir, y
aconseja y orienta. Quizá Madariaga pueda decirlo.
(de"Vida y memoria del doctor Pi", Obras, Grijalbo Mondadori, Buenos Aires, 1999)
Fuente: Otra iglesia es imposible
NI RAZÓN NI PALABRA
CUANDO EL AIRE
II
entretanto el horror
la confusión el miedo y la codicia
extendidos de costa a costa
socavan el ademán más puro
de la tierra al cielo
no sé nada
sólo veo las vías de la violencia
la fe el odio sordo del rechazo
y alguna esperanza no bien fundamentada
He aprendido
he vivido
hago mi propio juego
es todo lo tengo
Humilde es el camino
del corazón del hombre
te es dado un solo juego
una voz solamente
He jugado
he mirado
es todo lo que tengo.
ALGUIEN SERÁ
no esperas nada
sino la ruta del sol y de la pena
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
LLEGO NADANDO
CERTIDUMBRE