Ensayo de Salud

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UNIVERSIDAD FRANCISCO DE PAULA SANTANDER

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD


PROGRAMA DE ENFERMERIA

EL DERECHO A LA SALUD EN RELACIÓN CON SU RECONOCIMIENTO LEGAL


Y CONSTITUCIONAL

PRESENTADO POR:
DEISY MALLERLIN BASTO CONTRERAS

UNIVERSIDAD FRANCISCO DE PAULA SANTANDER


FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
PROGRAMA DE ENFERMERIA
CÚCUTA-COLOMBIA
2020
UNIVERSIDAD FRANCISCO DE PAULA SANTANDER
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
PROGRAMA DE ENFERMERIA
EL DERECHO A LA SALUD EN RELACIÓN CON SU RECONOCIMIENTO LEGAL
Y CONSTITUCIONAL

PRESENTADO POR:
DEISY MALLERLIN BASTO CONTRERAS
1801062

PRESENTADO A:
LIANY HERNANDEZ

UNIVERSIDAD FRANCISCO DE PAULA SANTANDER


FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
PROGRAMA DE ENFERMERIA
CÚCUTA-COLOMBIA
2020
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PROGRAMA DE ENFERMERIA
EL DERECHO A LA SALUD EN RELACIÓN CON SU RECONOCIMIENTO
LEGAL Y CONSTITUCIONAL
La salud tiene una importancia vital para todos los seres humanos. Una persona con mala
salud no podrá estudiar o trabajar adecuadamente y no podrá disfrutar completamente de su
vida. Por lo tanto, el derecho a la salud constituye un derecho fundamental de todos los
seres humanos. El derecho a la salud incluye el acceso oportuno, aceptable y asequible a
servicios de atención de salud de calidad suficiente.
El concepto de salud ha ido modificándose a lo largo del tiempo, surgiendo así múltiples
definiciones, a continuación, destacamos las consideradas más relevantes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió en 1946 la Salud como “el estado de
completo bienestar físico, mental y social y no solamente ausencia de enfermedades o
afecciones”. Posteriormente, Milton Terris propuso definirla como “un estado de bienestar
físico, mental y social con capacidad de funcionamiento y no solamente ausencia de
enfermedades o invalidez”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), frente a la estrategia de “Salud para todos en
el año 2000”, matiza su clásica definición proponiendo como objetivos que los habitantes
de todos los países tengan un nivel de salud suficiente para que puedan trabajar
productivamente y participar activamente en la vida social de la comunidad donde viven.
La Salud por tanto abarca aspectos subjetivos (bienestar físico, mental y social), objetivos
(capacidad de funcionamiento) y aspectos sociales (adaptación y trabajo socialmente
productivo)
El concepto de salud ha ido evolucionando a lo largo de la historia desde un paradigma
médico-biológico hasta un concepto más global, el paradigma socio-ecológico, que engloba
al anterior y lo supera. Esta nueva forma de concebir la salud reemplaza la doctrina
determinista de la causalidad simple en el binomio salud-enfermedad por la de un marco de
proceso multicausal, de acuerdo con el pensamiento científico actual.
El paradigma socio-ecológico, por tanto, plantea un escenario para entender las condiciones
y las causas de la salud y la enfermedad e incorpora las actividades relacionadas con la
salud como parte de las políticas sociales. Obviamente este paradigma debe integrar las
perspectivas biomédicas y psicosociales y ecológicas. Este planteamiento supone una
revisión del concepto tradicional de la atención de la salud, superando los esquemas
meramente asistenciales para potenciar más las intervenciones preventivas relacionadas con
la mejora del medio ambiente y con el desarrollo de políticas sectoriales de índole
socioeconómico.
Por lo tanto, nos encontramos ante múltiples definiciones de un concepto así mismo
múltiple, dinámico abierto y en constante revisión. Por ello citamos aquí una definición de
salud actual, pero obviamente no única ni definitiva: “La salud es el logro del más alto
nivel de bienestar físico, mental y social y la capacidad de funcionamiento que
permitan los factores sociales en los que viven inmersos los individuos y la
colectividad”.
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El derecho a la salud, por lo tanto, está estrechamente ligado a otros derechos humanos
fundamentales y su materialización depende de la realización de estos otros, especialmente
el derecho a al agua (que incluye el derecho al acceso al agua potable y a saneamiento
adecuado) y el derecho a la alimentación.
El derecho a la salud otorga a las personas el derecho a acceder a los servicios de cuidado
médico. Sin embargo, el derecho a la salud no significa el derecho a estar sano. El derecho
a tener buena salud supondría que el país debería asegurar una buena salud a todas las
personas (obligación de resultado). Esta hipótesis es inconcebible en la medida en que una
buena salud depende, principalmente, de factores biológicos y socioeconómicos que son
independientes de la voluntad de los países o de las personas.
El derecho a la salud obliga al Estado a garantizar a los ciudadanos la posibilidad de poder
disfrutar del mejor estado de salud que posible.
Esto significa que el estado de salud dependerá de que el Estado asegure el mismo acceso a
la atención médicos al conjunto de su población (obligación de medio). De este modo, el
derecho a la salud se divide en varios derechos específicos que Colombia debe asegurar:
 El derecho a un sistema de protección de la salud
 El derecho a la prevención y a tratamientos preventivos para luchar contra la
propagación de enfermedades
 El derecho al acceso a los medicamentos esenciales
 La promoción de la salud materna e infantil
 El derecho al acceso a los servicios de salud apropiados
 Por último, la educación y la concienciación sobre la salud
Además, la materialización del derecho a la salud supone que los países establezcan
servicios de salud que estén disponibles en cualquier circunstancia, accesibles para todos,
de buena calidad y aceptables (es decir, que se ajusten a la ética médica y sean respetuosos
con las diferencias biológicas y culturales).
El derecho a la salud ha sido relacionado con el reconocimiento legal y constitucional que
existe variada nomenclatura para referirse al derecho a la salud. Se sugiere referirse a este
derecho simplemente como derecho a la salud. El derecho fundamental a la salud es
autónomo e irrenunciable en lo individual y en lo colectivo. Comprende el acceso a los
servicios de salud de manera oportuna, eficaz y con calidad para la preservación, el
mejoramiento y la promoción de la salud.
En el marco de la Constitución colombiana de 1991 el derecho a la salud y la seguridad
social aparecen como servicios públicos cuyo soporte jurídico está integrado por un amplio
sistema de normas que incluye tanto los artículos 44, 48, 49 y 50 de la Constitución, como
por otra serie de preceptos constitucionales tales como el artículo 11 –que consagra el
derecho a la vida-, el artículo 13 inciso tercero –según el cual el Estado protegerá
especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental se
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encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta-, el artículo 366 –en el cual se señalan
el bienestar general, el mejoramiento de la calidad de 211 vida de la población y la solución
de las necesidades insatisfechas de salud, entre otras, como finalidades sociales del Estado-,
y los 300, 356 y 35719 en relación con medidas de descentralización de los recursos
sanitarios y educativos, entre otros, y por el conjunto de reglas infra constitucionales que
los desarrollan.
Refiriéndonos específicamente al derecho a la salud, la Constitución señala que la atención
de la salud y el saneamiento ambiental son servicios públicos a cargo del Estado que
garantiza a todas las personas el acceso a los servicios de promoción, protección y
recuperación de la salud. (artículo 49). La dirección de los servicios de salud corresponde al
Estado, su organización será en forma descentralizada, por niveles de atención y con
participación de la comunidad, en los términos señalados por la ley, y la estructura del
sistema sanitario podrá depender o no del sistema general de seguridad social (artículo 48).
Adicionalmente la Carta reconoce que el derecho a la salud de los niños es un derecho
fundamental (artículo 44) y añade que Todo niño menor de un año que no esté cubierto por
algún tipo de protección o de seguridad social, tendrá derecho a recibir atención gratuita en
todas las instituciones de salud que reciban aportes del Estado, en los términos en que lo
establezca la ley (artículo 50). Ahora bien, aun cuando la Constitución no utiliza
explícitamente el término “derecho a la salud” tanto la doctrina como la jurisprudencia
constitucional han adoptado tal expresión para referirse a lo que la Constitución consagra
como el derecho al “acceso a los servicios de promoción, protección y recuperación de la
salud”, por lo cual, en lo que toca al estudio de este asunto en el contexto jurídico
colombiano, haremos referencia al “derecho a la salud”.
Del texto constitucional se desprenden diferentes características del derecho a la salud.
Entre ellas se encuentra que tanto la seguridad social como la salud son entendidas por la
Constitución como derechos irrenunciables y como servicios públicos que se prestarán bajo
la dirección y coordinación del Estado. El hecho de considerar a la salud como un servicio
público la sitúa de manera explícita en la esfera pública de acceso universal. Esto quiere
decir que aun cuando los servicios de saneamiento y asistencia sanitaria sean prestados por
el sector privado (posibilidad que también contempla la Carta) debe regirse por los
lineamientos y las normas generales del servicio público bajo la dirección y coordinación
del Estado.
Igualmente se puede establecer que, conforme a la fórmula constitucional, los servicios de
promoción, protección y recuperación de la salud deben ser prestados dentro de un marco
de eficiencia y solidaridad, y deben garantizar una atención integral (que vincula al Sistema
al afiliado y a su núcleo familiar) y una cobertura universal. Los principios del derecho a la
salud así consagrados en la Constitución encuentran su desarrollo y las bases para su
materialización en las disposiciones legales que regulan las condiciones específicas en que
habrá de organizarse el sistema sanitario colombiano.
Así mismo, la Carta contempla que la asistencia sanitaria y el saneamiento ambiental, en
tanto servicios públicos, estarán a cargo del Estado a quien compete reglamentar, organizar
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y dirigir la fórmula de prestación de los mismos de manera descentralizada, bien por
entidades públicas, bien por entes privados bajo su vigilancia y control (artículo 49).
La Constitución deriva al Estado el establecimiento de las competencias de la Nación y de
las entidades territoriales en materia de salud y las fórmulas de financiación de la asistencia
sanitaria mediante aportes de los particulares en las condiciones que establezca la ley, al
tiempo que establece que la ley determinará los términos en los cuales la atención básica en
salud para todos los habitantes será gratuita y obligatoria (artículo 49). En el artículo 49 de
la constitución nos refieren que la atención de la salud y el saneamiento ambiental son
servicios públicos a cargo del Estado. Se garantiza a todas las personas el acceso a los
servicios de promoción, protección y recuperación de la salud.
El derecho a la salud reconocido constitucionalmente ha sido desarrollado por el legislador
mediante la 100 de 1993 “por la cual se crea el Sistema de Seguridad Social Integral y se
dictan otras disposiciones”, regulación dentro de la cual se incluye la correspondiente a la
seguridad social en salud dentro del llamado Sistema General de Seguridad Social en Salud
–SGSS-, y se reconoce que de las distintas actividades que integran la seguridad social, la
atención en salud se constituye en un objetivo fundamental en tanto que es entendida como
un derecho de reconocimiento superior, dirigido a facilitar el acceso de las personas a los
servicios de promoción, protección y recuperación de la salud.
El derecho a la salud es un derecho constitucional exigible al Estado. No se trata de una
mera disposición programática. El Tribunal Constitucional ha reconocido este derecho y ha
afirmado su justiciabilidad. El objeto del derecho a la salud está constituido por las
obligaciones que imperan sobre los destinatarios del mismo, primordialmente el Estado.
Esas obligaciones son positivas y negativas.
La Constitución regula el derecho a la protección de la salud en el artículo 19 N° 9,
imponiendo al Estado la obligación de resguardar el libre e igualitario acceso a las acciones
de promoción, protección y recuperación de la salud y de rehabilitación del individuo, así
como la coordinación y control de las acciones relacionadas con la salud. Reconoce, a
continuación, el derecho a elegir el sistema de salud, estatal o privado, al que acogerse,
siendo este último inciso el único que podría garantizarse por la vía judicial, a través del
Recurso de Protección. A primera vista, entonces, podría sostenerse que se contempla a la
atención sanitaria sólo como un derecho negativo que implica la mera libertad de adquirir
asistencia en el mercado de la protección de la salud, puesto que el único inciso que está
garantizado judicialmente es aquel que reconoce el derecho a "elegir el sistema de salud al
que desee acogerse, sea éste estatal o privado.
Esto supone entender que el constituyente no habría consideración a la "necesidad" de
atención médica -en la línea de las legislaciones comparadas y de las teorías de la justicia
igualitaristas- como condición suficiente para recibir dicha atención, sino que, por el
contrario, se coloca a la capacidad de pago como único fundamento para acceder a los
recursos sanitarios, lo que contraría las pretensiones de equidad propias de todo estado
constitucional moderno.
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Continuando con asuntos de nomenclatura, Leary distingue el "derecho al cuidado de la
salud" del "derecho a la salud". Este autor sostiene que la expresión "derecho a la salud" es
más restrictiva que la expresión "derecho al cuidado de la salud" porque el derecho a la
salud debe entenderse como una libertad negativa que excluye el derecho a cuidados de
salud, el que implicaría obligaciones positivas para el Estado. En su visión, el Estado
debería prevenir ciertas acciones dañinas contra los individuos, pero sin estar obligado a
cumplir con obligaciones positivas consistentes en la prestación de servicios médicos.

Leenen distingue entre "derecho al cuidado de salud" y el "derecho a la protección de la


salud". El primero demanda una distribución equitativa de los recursos médicos y de salud
disponibles para todos los individuos y comprende, además, la protección y promoción de
la salud. El segundo posee un ámbito más amplio: se expande respecto del sector salud y
requiere otros actores sociales relevantes (como el ambiente, la economía y la industria, la
educación) para promover la salud por medio de factores que influyan en ella y tomando en
consideración en sus respectivas políticas el efecto de las normas de salud y las medidas
adoptadas. En su opinión, el derecho al cuidado de la salud comprendería, en cualquier
caso, el cuidado de salud vital.

En la posición de este autor, se puede advertir una diferencia entre "cuidado" y


"protección". "Cuidado" tiene que ver con distribución de recursos, la que debe ser
equitativa. En cambio, "protección" apunta a un ámbito más amplio de influencia y control,
sostiene él.

Vivanco distingue entre "derecho a la salud" y "derecho a la protección de la salud", en el


entendido que el primero es más amplio que el segundo y comprende aspectos que no son
asegurables por el derecho y el Estado tal como se indicó al comienzo de esta sección. Por
esas razones la Carta Fundamental habría escogido la segunda redacción y no la primera.
Lo que el Estado puede hacer -piensa esta autora- es proteger y promover el bienestar de las
personas mediante una serie de mecanismos.

Por su parte, Squella propone entender el derecho a la salud del siguiente modo: "... el
derecho a la salud sería más bien el derecho a ser asistidos tanto para prevenir la pérdida
como para recuperar la salud cuando la hubiéremos perdido". Lo que tenemos -sostiene este
autor- es un derecho a asistencia sanitaria, tanto preventiva como curativa y una atención
oportuna y eficiente. En esta perspectiva, el derecho a asistencia sanitaria sería un
componente limitado del derecho a la salud porque la salud depende más de intervenciones
económicas, sociales y políticas que de intervenciones sanitarias.

Por otro lado, Bulnes afirma que cuando el Consejo de Estado revisó la redacción del
precepto constitucional decidió no incluir en la Constitución aquellos derechos que no
podrían ser demandados del Estado, los que, en principio, no son justiciables por sí mismos.
Por esa razón el Consejo de Estado habría cambiado la expresión "derecho a la salud" por
"derecho a la protección de la salud.
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Bertelsen no está de acuerdo con dicha posición. En su opinión, la Constitución habló de
"protección de la salud" en vez de "salud" a secas, sólo en atención a que el concepto de
salud es algo que el sistema jurídico no puede alcanzar por sí mismo. La Constitución no
habría limitado la garantía constitucional a una específica área de protección de la salud que
busca prevenir la pérdida o deterioro de un estado de salud. En efecto, veremos más
adelante que la recuperación de la salud es parte del derecho a la salud.

En Colombia es mucho lo que se ha dicho y mucho más lo que se ha escrito sobre el


derecho a la salud, pero lo más importante y que debe estar en el imaginario y en la
conciencia de todos es que el derecho a la salud es un derecho humano que se desprende
del derecho a la vida digna que tiene todo ser humano.

En cualquier parte del mundo, para que se pueda garantizar a la población el derecho a la
salud, se requiere de un buen sistema de salud. Y un sistema de salud es el resultante de
todas las organizaciones, instituciones y recursos cuyo objetivo principal consiste en
mejorar la salud. Para ello, un sistema de salud necesita recursos humanos, recursos
financieros, recursos materiales, información, transportes y comunicaciones; pero ante todo
una orientación y una dirección enfocadas en garantizar que los ciudadanos puedan gozar
del derecho a la salud sin ningún tipo de barreras. Todo eso significa que el sistema de
salud tiene que proporcionar buenos tratamientos y servicios que respondan a las
necesidades de la población y que igualmente sea financieramente viable para todos los
actores intervinientes en él.

Por eso, un buen sistema de salud mejora la vida diaria de las personas de forma real y
efectiva. En ese orden de ideas, una madre a la que se le recuerda mediante una
comunicación por parte de la aseguradora a la que está afiliada en su seguridad social en
salud, que su hijo debe cumplir con el esquema de vacunación, debe estar consciente que
dicha vacunación va a liberar a su hijo de enfermedades potencialmente mortales o
discapacitantes, y así estará recibiendo un beneficio tangible de su sistema de salud. Igual
ocurre cuando alguien que requiere la realización de un procedimiento médico para mejorar
su estado de salud e incluso una hospitalización de cualquier grado de complejidad y por un
evento o patología de cualquier grado de severidad: si el paciente recibe dicho servicio, está
recibiendo otro beneficio tangible del sistema de salud, respetándosele así el derecho a la
salud que posee toda persona.

Se evidencia pues que el derecho a la salud en un Estado que garantiza la verdadera


protección de sus ciudadanos, incluye que estos últimos puedan acceder de manera libre y
expedita a servicios de prevención de la enfermedad cuando están sanos, y obviamente a
servicios diagnósticos, curativos y de rehabilitación cuando están enfermos.

Desde la corriente doctrinal opuesta, Restrepo señala que la Constitución de 1991


“consagra en forma explícita un derecho a la salud y reconoce como derechos
fundamentales los derechos a la vida, a la integridad física y al libre desarrollo de la
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personalidad. Al mismo tiempo reconoce explícitamente el derecho a la atención de la salud
y el derecho a la seguridad social que quedan íntimamente ligados.

Por su parte, la Corte Constitucional colombiana ha reconocido tres dimensiones diferentes


en relación con el contenido y alcance del derecho a la salud: de un lado, la Corte ha
señalado que el derecho a la salud es un predicado inmediato del derecho a la vida de donde
deduce que al atentar contra la salud se atenta contra la vida misma; en segundo término la
Corporación ha considerado que el derecho a la salud impone a los poderes públicos y a los
particulares la prohibición de desarrollar cualquier conducta que cause daño a la salud o
integridad física de otro. Con respecto a estas dos dimensiones se puede hablar del carácter
fundamental del derecho a la salud.

En una tercera dimensión, el derecho a la salud ha sido identificado por la Corte como un
derecho de carácter eminentemente asistencial o prestacional en la medida en que impone
al Estado la obligación de desarrollar acciones y de proveer a la sociedad una serie de
bienes y servicios para asegurar a los ciudadanos el goce no sólo de los servicios de
asistencia médica, sino también de los servicios hospitalarios, farmacéuticos, de sanidad
ambiental y de salud pública en general.

Para concluir, resulta muy importante que las políticas públicas de salud sean claras y que
los actores las conozcan, pero también las reconozcan y las cumplan, y para el caso
colombiano, resulta vital que los contenidos definidos como beneficios para los afiliados
del SGSSS, sean respetados, reconocidos y brindados, pues difícilmente podrá aceptarse
que en Colombia se respeta a plenitud el derecho a la salud.

Definitivamente es necesario que en Colombia el derecho a la salud se construya y se


trabaje con y por la población, y que el Estado lo garantice a través de asegurar condiciones
dignas de vida y de acceso universal e igualitario a las acciones y servicios de promoción,
protección, recuperación y rehabilitación de la salud.
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BIBLIOGRAFÍA

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Disponible en: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?
script=sci_nlinks&ref=2552736&pid=S0718-5200201300020000800036&lng=es

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