Lerner & Castellino - 2002

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REVISTA DE SALUD DEL ADOLESCENTE 2002; 31:122-135

ARTÍCULO SUPLEMENTARIO

Teoría contemporánea del desarrollo y adolescencia: sistemas de


desarrollo y ciencias aplicadas del desarrollo

Richard M. Lerner, Ph.D. & Domini R. Castellino, Ph.D.

Propósito: Discutir los modelos de sistemas de desarrollo del desarrollo humano y


explicar cómo estos ofrecen un marco productivo para la investigación, políticas y
programas dirigidos a entender el desarrollo de los adolescentes y mejorar su salud y
desarrollo positivo. La teoría contemporánea de desarrollo enfatiza que los múltiples
niveles de organización involucrados en la vida humana (desde la biología hasta la
cultura, la ecología natural y la diseñada, y la historia) están integrados
sistemáticamente a través de la ontogenia. Las relaciones dentro de este sistema de
desarrollo son el centro de atención del análisis del desarrollo y su aplicación.

Método: Se revisan los aspectos claves de las teorías de sistemas del desarrollo y se
enfatiza su uso como referente teórico en las investigaciones acerca del desarrollo
adolescente y sus aplicaciones para el mejoramiento de este.

Resultados: Demostramos el potencial de la teoría contemporánea del desarrollo para


entender el carácter y las dinámicas del desarrollo adolescente con el fin de usar este
conocimiento para diseñar políticas y programas efectivos que promuevan un desarrollo
positivo de la juventud.

Conclusiones: Una ciencia del desarrollo adolescente adecuada y suficiente, una ciencia
que pueda ayudar al desarrollo de programas y políticas exitosas para la juventud tiene
que estudiar conjuntamente las relaciones entre los individuos y los contextos en forma
integrada, sistemática y temporal. © Sociedad para Medicina Adolescente, 2002

Del Departamento de Desarrollo Infantil Eliot-Pearson, Universidad Tufts, Medford, Massachusetts


(R.M.L.); y la Universidad de Duke, Durham , Carolina del Norte (D.R.C.).
Dirección de correspondencia: Richard M. Lerner, Bergstrom, Catedrático en Ciencias Aplicadas del
Desarrollo, Departamento de Desarrollo Infantil Eliot-Pearson, Universidad Tufts, Medford, 105 College
Avenue, Medford, MA 02155. E-mail: richard.lerner@tufts.edu.
Manuscrito aceptado el 21 de agosto de 2002.
Palabras Claves:
Ciencia Aplicada del Desarrollo
Teoría de sistemas del desarrollo
Diversidad
Plasticidad
Políticas
Desarrollo positivo de la juventud
Programas
Relacionismo
Temporalidad

Actualmente, la juventud de nuestra nación se encuentra expuesta a riesgos a su salud


física, de comportamiento y social en niveles sin precedentes históricos [1]. De hecho,
cada día en Estados Unidos, mueren niños y adolescentes por violencia, uso y abuso de
drogas y alcohol, sexo inseguro, mal nutrición y secuelas de pobreza persistente y
generalizada [2-11]. Y si nuestra juventud no muere, sus oportunidades de vida son
despilfarradas por el fracaso, el mal rendimiento o la deserción escolar; el crimen;
embarazos y paternidad adolescente; falta de preparación laboral; y los desafíos a su
salud física, es decir, falta de vacunas, monitoreo inadecuado de discapacidades cuidado
prenatal insuficiente y falta de servicios médicos suficientes para la infancia
[1,2,4,12,17].

Hay un sinnúmero de manifestaciones de la severidad y la magnitud de los problemas


que rodean a la juventud, las familias y las comunidades de nuestra nación. Para
ilustrarlo, consideremos las cuatro categorías más grandes de comportamientos de
riesgo a finales de la infancia y en la adolescencia; (a) uso y abuso de drogas y alcohol;
(b) sexo inseguro, embarazo adolescente y paternidad adolescente; (c) bajo rendimiento
escolar, fracaso escolar y deserción; y (d) delincuencia, crimen y violencia [2].
Claramente, la participación en cualquier tipo de estos comportamientos disminuiría las
oportunidades de un joven. De hecho, el involucrarse en cualquiera de estas actividades
eliminaría las probabilidades de una persona joven incluso de seguir con vida.
Infortunadamente, dichos riesgos a las expectativas de vida de los niños y adolescentes
norteamericanos están presentándose a niveles sin precedentes.

Por ejemplo, los datos arrojados por la Oficina de Censos de Estados Unidos en 1999
indican que hay aproximadamente 39.5 millones de jóvenes entre 10 y 19 años en
Norteamérica [18]. Dryfoos [2] ha estimado que cerca del 50% de los jóvenes en este
rango de edades, el cual corresponde a la década de la vida asociada a la adolescencia
[19], son más proclives a verse involucrados en 2 o más de las categorías de riesgo
mencionadas anteriormente. Más aún, en cada una de las diferentes categorías que
representan un mayor riesgo y que amenazan a la juventud norteamericana, hay indicios
de que estos problemas se están intensificando o que a pesar de los pequeños cambios
positivos (la sostenibilidad de los mismos sigue siendo incierta) permanecen en unos
niveles inaceptables [7,8].

¿Cómo alcanzó Estados Unidos este nivel tan precario de calidad en la salud de su
juventud? Hay numerosas respuestas a esta pregunta, o, en términos menos
eufemísticos, hay muchas personas e instituciones a quienes se les puede endilgar la
“culpa”. Por ejemplo, podemos “apuntar el dedo” acusador a los políticos que
cínicamente apelan a cualquier interés que asegure en mayor medida su elección y
quienes renuncian a sus responsabilidad de mejorar el capital humano de las personas a
quienes ellos sirven; o podemos culpar a los negocios e industrias que van detrás de
ganancias y crecimiento financiero en detrimento de la inversión en la calidad de vida
de sus empleados y clientes actuales y potenciales.; o podemos ver a los medios como
los culpables como consecuencia de su énfasis en centrarse en material que incrementa
los ratings o la circulación en vez de tomar acciones que les permitan servir como
instrumentos de promoción de la sociedad civil.

Sin embargo, en lugar de simplemente dejar la responsabilidad a estas instituciones u


otras posibles responsable, permítanos señalarnos a nosotros mismos y a nuestros
colegas que han sido parte del grupo de investigadores en diferentes disciplinas
involucradas en el estudio del desarrollo humano, y particularmente del periodo
adolescente. Una razón por la que la juventud norteamericana enfrenta el conjunto
singular de riesgos que los agobia es que por mucho tiempo los investigadores siguieron
modelos que trataban los problemas del desarrollo de la juventud como aspectos de
preocupación impuesta “únicamente”, y por lo tanto de un interés científico secundario.
Este modelo no solo separó la ciencia básica de la aplicación, sino que también desligó
al adolescente de su contexto y trataba las variables que se presumía influenciaban el
comportamiento y desarrollo de la juventud como si pudieran ser estudiadas y
entendidas de modo reduccionista y descontextualizado [20,21].

Así, la concepción proceso de desarrollo en este modelo a menudo involucraba


divisiones causales entre el individuo y el contexto, entre el organismo y el ambiente,
entre la naturaleza y la crianza [20,21. Las teorías que se basan en este modelo enfatizan
tanto las bases orgánicas predeterminadas del desarrollo, por ejemplo, en la teoría del
apego [23], la teoría etológica [24], la genética del comportamiento [25,26]; la teoría
sicoanalítica [27], y la teoría neopsicoanalítica [28,29], como bases ambientales,
reduccionistas y mecánicas del comportamiento y del cambio de comportamiento [30-
32].

Otras teorías enfatizan más la interacción entre las fuentes de desarrollo organísmicas y
ambientales [33,34]. No obstante, continúa existiendo la presunción de que había dos
distintas fuentes de desarrollo, es decir, que existía una división entre el organismo y el
ambiente. Como tal, el rol de la teoría era explicar las contribuciones de estos dos
campos separados de la realidad del desarrollo humano [21].

En resumen, entonces, los investigadores del desarrollo han usado por mucho tiempo un
modelo teórico de desarrollo humano que no podía ser empleado de manera útil para
entender la naturaleza relacional del desarrollo [21] y de la síntesis entre las
preocupaciones básicas y las aplicadas, legitimadas por los modelos de desarrollo
relacionales [7,20,35-38]. Sin embargo, estas “divisiones” no relacionales de las teorías
del desarrollo humano ya no son hoy en día las que predominan en las disciplinas
involucradas en el estudio de la adolescencia [39-41]. Hoy por hoy, los estudios teóricos
y empíricos más significativos acerca del desarrollo humano usan modelos de sistemas
dinámicos para entender y mejorar la trayectoria de los cambios a través del periodo de
vida [20,41].

Modelos de Sistemas de Desarrollo del Desarrollo Humano

El énfasis en las teorías de desarrollo contemporáneas llega como una “cura” para la
división entre la naturaleza y la crianza [22] y para justificar cómo funciona el sistema
de desarrollo integrado, es decir, un entendimiento de la epigénesis probabilística.
Gottlieb [22] definió este proceso como proceso “caracterizado por un incremento de
complejidad y organización –es decir, el surgimiento de nuevas propiedades y
competencias estructurales y funcionales– en todos los niveles de análisis (molecular,
subcelular, celular, organísmico) como consecuencia de las coacciones horizontales y
verticales entre sus partes, incluyendo las coacciones entre el organismo y el ambiente”.

Como tal, la vanguardia de la teoría y la investigación contemporánea sobre el


desarrollo está asociada a ideas que enfatizan que las dinámicas sistemáticas de las
relaciones del individuo y el contexto proveen las bases del comportamiento y el
cambio del desarrollo [37,42-45]. Al enfatizar que el cambio sistemático y sucesivo
(i.e., desarrollo) está asociado a las alteraciones en las relaciones dinámicas entre las
estructuras de múltiples niveles de organización, el enfoque de la teoría de desarrollo
contemporánea no se limita a (o, tal vez mejor, se confunde con una asociación
inextricable) un retrato unidimensional de la persona en desarrollo (e.g. la persona vista
desde un punto de observación de solo cognición, emociones, conexiones de estímulo-
respuesta, o imperativos genéticos). Por ejemplo, véase Piaget [34]. Freud [46], Bijou y
Baer [30], y Rowe [47], respectivamente. Más bien, el poder del énfasis teórico
contemporáneo en los procesos de las relaciones dinámicas entre la persona y el
contexto es el “criterio de diseño” impuesto a la investigación, método y aplicación
pertinente para el estudio de cualquier área de contenido o dimensión de la persona en
desarrollo.

Este poder está constituido por cuatro presuntas dimensiones interrelacionadas, y de


hecho “fusionadas” [48], de teorías contemporáneas del desarrollo humano [41]. Por
consiguiente, es de utilidad discutir estas dimensiones para iluminar los aspectos
teóricos y metodológicos claves (e.g. diseño y medición de la investigación) relevantes
para entender cómo los procesos biológicos, sicológicos y contextuales se combinan
para promover el comportamiento y desarrollo en la adolescencia.

El Cambio y la Plasticidad Relativa

Las teorías contemporáneas subrayan que el énfasis para el entendimiento del


desarrollo debe ser el cambio sistemático [42]. Este enfoque es necesario debido a la
creencia en que el potencial de cambio existe a lo largo de la vida [49]. Aunque también
se asume que el cambio sistemático no es ilimitado (e.g. está condicionado tanto por los
desarrollos pasados como por las condiciones contextuales contemporáneas), las teorías
contemporáneas subrayan que la plasticidad relativa existe a lo largo de la vida, aunque
la magnitud de esta plasticidad puede variar a través de la ontogenia [50].

Existen implicaciones importantes de la plasticidad relativa para la aplicación de la


ciencia del desarrollo. Por ejemplo, la presencia de la plasticidad relativa legitima la
búsqueda proactiva en la adolescencia de características de juventud y sus contextos
que, juntos, puedan influenciar el diseño de políticas y programas que promuevan un
desarrollo positivo [20,37,51-53].
El Relacionismo y la Integración de los Niveles de Organización

Las teorías contemporáneas enfatizan que las bases para el cambio, y tanto para la
plasticidad como para las limitaciones en el desarrollo, están en las relaciones que
existen entre los múltiples niveles de organización que constituyen la sustancia de la
vida humana [42,54,55]. Estos niveles abarcan desde el nivel biológico interno, pasando
por el nivel individual o sicológico y el nivel relacional social próximo (e.g. diadas
incluyentes, grupos de pares, y núcleos familiares), hasta el nivel sociocultural
(incluyendo macroinstituciones claves como sistemas educativos de políticas públicas,
gubernamentales y económicas) y las ecologías naturales y diseñadas del desarrollo
humano [56,57]. Estos niveles están integrados estructural y funcionalmente, por ende,
requieren una visión de sistemas de los niveles involucrados en el desarrollo humano
[20,42,44,58].

El contextualismo del desarrollo [7,20,36,59-61] es un ejemplo de tal perspectiva de


sistemas de desarrollo. El contextualismo del desarrollo promueve una unidad de
análisis relacional como requisito para el análisis del desarrollo [60]. Existen variables
asociadas con cualquier nivel de organización (están estructuradas) en relación con
variables de otros niveles; las dimensiones cualitativa y cuantitativa de la función de
cualquier variable están definidas también por las relaciones que esa variable tiene con
aquellas de otros niveles. Las unidades de análisis unidimensionales (o los componentes
de, o los elementos en una relación) no son un objetivo adecuado del análisis del
desarrollo; más bien, la relación misma –el nexo de nivel interrelacional– debería ser el
foco de dicho análisis [20,36,57,60].

El relacionismo y la integración tienen una clara implicación para las teorías de


desarrollo unidimensional. En el mejor caso, dichas teorías se ven severamente
limitadas y proveen una representación poco veraz del desarrollo debido a su enfoque
en lo que son los efectos principales de ligados a interacciones de alto orden [62]; en el
peor caso, dichas teorías ni son válidas ni son útiles. Por lo tanto, ni las teorías
biogénicas (e.g., concepciones genética reduccionistas tales como la genética del
comportamiento o la sociobiología [47,63]), ni las teorías sicogénicas (e.g., los modelos
de análisis funcional y de comportamiento [30,64]), ni las teorías no sociogénicas (e.g.,
las concepciones de socialización de “molde social”, tales como Homans [65] ; véase
también Hartup [66] para una reseña) proveen los marcos teóricos adecuados para
entender el desarrollo humano.

Simplemente, ni las teorías sobre la naturaleza ni las teorías sobre la crianza proveen
conceptualizaciones del desarrollo humano adecuadas (cf. Hirsch, [67]). Por ejemplo,
las teorías que destacan los periodos críticos de desarrollo [23,24,68], es decir, periodo
de ontogenia limitados por la biología (e.g., por la genética o por la maduración) son
vistas desde la perspectiva de las teorías que destacan el relacionismo y la integración
como conceptualmente erróneos (y empíricamente contrarios a los hechos).

Además, muchas teorías sobre la interacción entre la naturaleza y la crianza también se


quedan cortas en este sentido. Las teorías de este tipo a menudo tratan las variables de
la naturaleza y la crianza como entidades separables y miran su conexión de manera
análoga al periodo de interacción en un análisis de variabilidad (e.g., Bijou [64],
Erikson [68], Rowe [47]; cf. Gollin [69], Jebb [70] y Wahlsten [62]). Como ya se ha
enfatizado antes con respecto a este aspecto de las “divisiones” en los modelos de
desarrollo, las teorías contemporáneas más avanzadas van más allá de la división
simplista de las fuentes de desarrollo en las variables o procesos relacionados tanto con
la naturaleza como con la crianza. Por el contrario, los múltiples niveles de
organización que existen dentro de la ecología del desarrollo humano son vistos como
parte de un sistema de desarrollo inextricablemente fusionado.

Integración Histórica y Temporalidad

Las unidades relacionales de análisis de importancia en las teorías contemporáneas se


entienden como unidades de cambio [20,36,60]. El componente de cambio en estas
unidades deriva de la ideas que todos los niveles de organización biológicos, sicológicos
y los socioecologógicos y fisioecológicos involucrados en el desarrollo humano están
incorporados a la historia, es decir, están integrados al cambio histórico [71-73]. El
relacionismo y la integración significan que ningún nivel de organización funciona
como una consecuencia de su propia actividad aislada [55]. Cada nivel funciona como
consecuencia de su fusión (integración estructural) con otros niveles [48]. La historia
(i.e., el cambio a través del tiempo) es incesante y continuo, y es un nivel de
organización que se fusiona con todos los demás niveles. Este nexo quiere decir que el
cambio es un aspecto necesario e inevitable de las variables de todos los niveles de
organización [20,49,50]. Adicionalmente, este nexo significa que la estructura, así como
también la función, de las variables cambia a través del tiempo.

De hecho, en el nivel biológico de organización, un conjunto de cambios estructurales


primarios que ocurren a través de la historia se resumen bajo el concepto de evolución
[74-76]. Por supuesto, el concepto de evolución puede también ser aplicado a los
cambios funcionales [43,77]. Al mismo tiempo, entre más macro los niveles de
organización, muchos de los cambios históricamente ligados a instituciones o productos
sociales y culturales son evaluados dentro de las discusiones del concepto de progreso
[78]. La continuidad del cambio que constituye la historia puede llevar tanto a la
continuidad o discontinuidad intraindividual (o, más generalmente, intranivel) en el
desarrollo, dependiendo del ritmo, el enfoque y el componente sustantivo particular del
sistema de desarrollo en el que se mide el cambio [59,79-81]. Entonces, la continuidad
en un nivel de análisis puede ser sumada con la discontinuidad en cualquier otro nivel;
la continuidad o discontinuidad cuantitativa puede ser sumada con la continuidad o
discontinuidad dentro y a través de los niveles: la continuidad o discontinuidad puede
existir tanto respecto de los procesos involucrados en el cambio del desarrollo (o las
“explicaciones” del mismo) como de los aspectos, representaciones o resultados (i.e.,
las “descripciones”) de estos procesos [59,82].

Estos patrones de cambio que ocurren dentro de la persona pertinentes a la continuidad


y a la discontinuidad pueden dar como resultado la constancia o variación en los ritmos
a los cuales los diferentes individuos se desarrollan respecto de un dominio particular e
importante de desarrollo. Así pues, cualquier patrón de cambio intraindividual puede ser
combinado con cualquier caso de diferencias interindividual en los cambios que
ocurren dentro de una persona, es decir, con cualquier patrón de estabilidad e
inestabilidad [59,81]. En otras palabras, la continuidad y discontinuidad es una
dimensión del cambio intraindividual y es distinto, e independiente, de la estabilidad e
inestabilidad, la cual involucra el cambio entre personas, y es, por lo tanto, un concepto
de grupo, y no individual [59,83].

En suma, dado que el cambio histórico es continuo, la temporalidad está presente en


todos los niveles de organización. Esa presencia puede ser asociada a diferentes
patrones de continuidad y discontinuidad en las personas. El conjunto potencial de
dichos patrones tiene implicaciones para entender la importancia de la diversidad
humana.

Límites de la Generalizabilidad, la Diversidad y las Diferencias Individuales

La temporalidad de las relaciones cambiantes entre los niveles de organización implica


que los cambios vistos en un periodo histórico (o tiempo de medición) o en un conjunto
de tipos de variables en los múltiples niveles de la ecología del desarrollo humano
pueden no encontrarse en otros periodos de tiempo [56,84,85]. Lo que se ve en un
acumulado de datos es solo un ejemplo de lo que ocurre o podría existir. Por lo tanto,
las teorías contemporáneas se enfocan en la diversidad de las personas, las relaciones,
los escenarios y los tiempos de medición [7,60].

Las diferencias individuales en y a través de todos los niveles de organización son vistas
como si tuviesen una importancia sustantiva o esencial en el entendimiento del
desarrollo humano [7,49,59]. La diversidad la muestra de la presencia de la plasticidad
relativa en el desarrollo humano [50]. La diversidad es también la mejor evidencia de
que existe el potencial para cambiar en estados y condiciones en la vida humana [79].

Además, las características estructurales y funcionales individuales de una persona


constituyen una importante fuente de su desarrollo [86-88]. La individualidad de cada
persona promueve la variación en las fusiones que él o ella tengan con los niveles de
organización en los que interactúa. Por ejemplo, las distintas acciones o aspectos físicos
de una persona promueven acciones (o reacciones) diferenciales en otros hacia él o ella
[89]. Estas acciones diferenciales, las cuales constituyen una retroalimentación para la
persona, forman al menos en parte el cambio posterior en las características de la
individualidad de la persona [54,90].

Por ejemplo, la combinación, congruencia o ajuste cambiantes entre las características


de desarrollo del adolescente (e.g., respecto del temperamento y sus contextos (e.g.,
estilos temperamentales o exigencias de comportamientos por parte de los profesores,
adres o pares) proveen una base para la consonancia o disonancia con el medio
ecológico de la juventud [90,91]. La naturaleza dinámica de esta interacción constituye
una fuente de variación en los resultados positivos y negativos del cambio del desarrollo
[91,92].
Las mayores presuntas dimensiones de las teorías contemporáneas del desarrollo
humano –el cambio sistemático y la plasticidad relativa, el relacionismo y la
integración, la incorporación y la temporalidad, los límites de generalizabilidad y la
diversidad– son más bien facetas interconectadas de un núcleo paradigmático común. Y
como también es el caso de los niveles de organización que están integrados para formar
la esencia del cambio del desarrollo, estas presuntas dimensiones forman el corpus de
ejemplos de las perspectivas de sistemas de desarrollo del desarrollo humano[42], tales
como el contextualismo del desarrollo [60] o el modelo bioecológico [93,94]. Como en
el caso de varios aspectos definitorios de la perspectiva de la duración del desarrollo, los
cuales, de acuerdo con Baltes [49], necesitan ser considerados como un todo integrado,
las presuntas dimensiones de las teorías de desarrollo contemporáneas necesitan ser
apreciadas simultáneamente. Dicha apreciación se requiere para entender la magnitud,
el alcance y las implicaciones para la investigación y aplicación de esta “familia” de
marcos conceptuales de los sistemas de desarrollo a través del ciclo de vida y tiene una
particular relevancia para la investigación y aplicación pertinente al periodo
adolescente.

Integración de la Teoría de Sistemas de Desarrollo en el estudio de la adolescencia

Todos los niveles de organización se integran en el cambio de los sistemas de


desarrollo; por lo tanto, desde la perspectiva de la teoría de sistemas de desarrollo en
general, o más específicamente del contextualismo del desarrollo, los adolescentes y sus
familias, las comunidades y las sociedades se desarrollan, mostrando cambios
sistemáticos y sucesivos a través del tiempo [37,61]. Estos cambios son
interdependientes. Los cambios dentro de un nivel de organización (e.g., cambio de
desarrollo en la personalidad o en la cognición en el adolescente) son relacionados
recíprocamente con los cambios de desarrollo dentro de otros niveles (e.g., cambios en
las relaciones padre-hijos o relaciones maritales al nivel de organización de la familia)
[95-98].

Asimismo, los cambios recíprocos entre los niveles de organización son tanto productos
como productores de cambios recíprocos al interior de los niveles. Por ejemplo, con el
paso del tiempo, los estilos de comportamiento o de crianza de los padres influyen la
personalidad, el funcionamiento cognitivo y el desarrollo de los adolescentes [96]. En
consecuencia, las interacciones entre la personalidad y la cognición constituyen una
característica “emergente” de la individualidad humana que afecta los comportamientos
y estilos de paternidad y la calidad de vida de la familia (e.g., [86-88,99,100]).

Dado que la adolescencia es el resultado de los cambios en este sistema de desarrollo,


entonces, para la ontogenia del joven el proceso de desarrollo implica cambios en las
relaciones entre el joven en desarrollo y los cambios en su contexto [60]. De manera
similar, para cualquier unidad de análisis dentro del sistema (e.g., para la familia,
estudiada a lo largo de su ciclo de vida [97] o el grupo de pares o el salón de clase,
estudiado a lo largo de un año escolar [91]) existe el mismo proceso de desarrollo. Es
decir, el desarrollo involucra relaciones cambiantes entre esa unidad y las variables de
otros niveles de organización dentro de los sistemas de desarrollo humano. Estas
asociaciones enfatizan la perspectiva de que el concepto del desarrollo es relacional: el
desarrollo es un concepto que denota cambios sistémicos (i.e., cambios organizados,
sucesivos, en múltiples niveles e integrados) a lo largo del curso de la vida de un
individuo (u otra unidad de análisis).

Una manera de empezar a ilustrar justamente lo que se involucra en dicho relacionismo,


incluso para un adolescente, es considerar el diagrama presentado en la figura 1 [50,59]
Las características intraindividuales del adolescente, tales como su estatus fisiológico y
sus atributos de desarrollo respecto de las características de la cognición, la
personalidad y el temperamento no están desconectadas de su contexto de
comportamiento y social (en este ejemplo, los de los padres), de su funcionamiento y de
su desarrollo [42]. Los mundos internos y externos del adolescente están fusionados y
son dinámicamente interactivos. Adicionalmente, por supuesto, lo mismo puede decirse
del padre y, de hecho, de la relación padre-adolescente. Cada uno de estos énfasis—
adolescente, padre, relación—es parte de un sistema de relaciones integradas más
grande e interrelacionado entre los múltiples niveles que componen la ecología de la
vida humana [56].

Por ejemplo, ilustrada en la figura 1 está la idea de que tanto el padre como el
adolescente están incorporados en una red social más amplia y que cada persona tiene
reacciones reciprocas con esta red. Este conjunto de relaciones ocurre porque tanto el
adolescente como el padre son mucho más que personas desempeñando un solo rol en la
vida. El adolescente puede también ser hermano, un compañero y un estudiante; el
padre puede también ser cónyuge, trabajador e hijo adulto. Todas estas redes de
relaciones se incorporan dentro de una comunidad, sociedad y cultura particular.

Figura 1. Modelo de desarrollo contextual de las relaciones del contexto adolescente

Finalmente, todas estas relaciones representadas en la Figura 1 están cambiando


continuamente a través del tiempo y de la historia [71,73,101]. La diversidad en el
tiempo se crea en la medida que el cambio a través del tiempo (a través de la historia)
introduce variación en todos los niveles de organización involucrados en el sistema de
desarrollo. Sencillamente, para todas las instancias del sistema de relaciones entre la
persona y el contexto concebidas en las teorías de sistemas de desarrollo, el cambio a
través del tiempo es un aspecto integral, de hecho ineludible, de la vida humana.

Así pues, la Figura 1 muestra que dentro y entre cada una de la redes que están
representadas, se puede pensar en relaciones bidireccionales existentes entre las
personas que conforman la red. Una acción de un adolescente en un aspecto particular
de su contexto puede funcionar, en un sentido, como una pequeña piedra arrojada en un
lago de aguas tranquilas: puede dar pie a una gran onda. Por consiguiente, por supuesto,
puede suceder el caso contrario. Los eventos en escenarios que ocurren más allá de las
relaciones entre el adolescente y el padre pueden influenciarlo. Por ejemplo, una
influencia en la calidad de la relación entre el adolescente y el padre puede estar
relacionada con los recursos en una comunidad de cuidado después de la jornada
escolar, especialmente en las horas de alto riesgo, de entrada la tarde o temprano en la
noche, después del colegio y antes de que los padres hayan regresado del trabajo [1];
con las leyes (e.g., respecto de exención de impuestos) o programas sociales disponibles
en la comunidad, región, o nación respecto de programas para la juventud durante las
horas fuera del colegio; y con los valores culturales respecto de las familias cuyos
padres no están en casa cuando el joven no está en el colegio.

Adicionalmente, ya que la historia, es decir, el tiempo, “influye a través” de todos los


niveles de organización [49,73], la naturaleza de estas relaciones entre el padre y el
adolescente, así como el carácter de la vida y el desarrollo familiar, y de las influencias
sociales y culturales en el sistema del adolescente, el padre y la familia se ven
influenciadas tanto por los cambio históricos “normativos” como por los “no
normativos” [49] o, en otras palabras, por cambios históricos “evolutivos” (i.e.,
graduales) y “revolucionarios” (i.e., abruptos [102]). Este sistema de niveles múltiples,
interconectados o fusionados constituye una representación completa de la organización
integrada involucrada en al menos una de las instancias de la teoría de sistemas de
desarrollo: contextualismo del desarrollo [7,20;36;37,59,60].

Las relaciones bidireccionales a lo largo del ciclo de vida en todos los niveles mostrados
en la Figura 1 representan un formidable estado de complejidad menos uno que la teoría
del comportamiento y de la ciencia social e investigativa debe abordar. Si las
investigaciones no pueden hacer frente a esta complejidad, entonces –dada la
diversidad de las relaciones entre el padre y el adolescente que es tanto un producto
como una causa de las relaciones de múltiples niveles de la persona y el contexto– ni la
investigación ni la aplicación serán adecuadas. La investigación que no esté atenta a la
complejidad de las relaciones del contexto adolescente será deficiente, ya que deja de
apreciar la naturaleza sustantiva de la variación individual, familiar o de relaciones, o
analiza erróneamente la variación alrededor de algunos promedios (potencial y
especialmente inaplicables), en el mejor de los casos, como error de variabilidad
[36,60]. Por consiguiente, las aplicaciones –políticas, o programas (que sean al menos
idealmente) derivados de la investigación– no encajarán lo suficiente con las
necesidades de las personas específicas que se pretende ayudar a través de estas
intervenciones, si estas actividades no están lo suficientemente nutridas por el
conocimiento acerca de las características específicas de la individualidad de estos
grupos.

En resumen, la investigación y la aplicación básica están íntimamente conectadas dentro


de una perspectiva de sistemas de desarrollo. Esta conexión es el centro de la siguiente
sección.

Aplicación de los Sistemas de Desarrollo de la Adolescencia: Perspectivas de la


Investigación y la Aplicación

Hemos argumentado que los modelos de sistemas de desarrollo subrayan que los
cambios recíprocos entre los niveles de organización son tanto productos como
productores de los cambios recíprocos dentro de los niveles. No solo creemos que este
enfoque en los procesos, particularmente en los procesos involucrados en las relaciones
cambiantes entre los individuos y sus contextos, está a la vanguardia de la teoría de
desarrollo contemporánea y, como tal, es el marco conceptual predominante para la
investigación en el estudio del desarrollo humano [20,41], sino que también creemos
que estas orientaciones teóricas y empíricas representan el referente clave para mucha
de la investigación en el estudio del desarrollo adolescente [31,67].

Por ejemplo, la mayoría de las investigaciones contemporáneas acerca del desarrollo


humano en general, y más específicamente acerca el desarrollo adolescente, está
asociada a las ideas teóricas que enfatizan que las dinámicas de las relaciones entre el
contexto y el individuo proveen la bases del cambio del desarrollo y el comportamiento
[35-37,59,61,104]. Por lo tanto, una contribución clave del énfasis contemporáneo en
las relaciones dinámicas entre la persona y el contexto es el enfoque en dichos procesos
impuestos en la investigación acerca de cualquier área de contenido o dimensión del
adolescente en desarrollo. Este enfoque genérico en dichos procesos significa que la
regulación de las relaciones debería ser el enfoque clave de indagación en el estudio del
desarrollo adolescente. Es decir, la pregunta clave a abordar es: “¿Cómo se relacionan
los procesos individuales y contextuales al constituir el proceso de desarrollo en la
adolescencia?” Un ejemplo de un modelo teórico congruente con esta concepción
relacional de sistemas de desarrollo del desarrollo adolescente es el modelo de
Optimización Selectiva con Compensación (OSC) de Baltes et al. [85,105-107]. De
hecho, Freund y Baltes [107] anotan que el modelo OSC provee un marco teórico para
el entendimiento de los procesos de regulación del desarrollo a través de diferentes
niveles de análisis (abarcando desde los microniveles hasta los macroniveles), a través
de diferentes niveles de funcionamiento (tales como funcionamiento cognitivo o las
relaciones sociales) y a través de todo el ciclo de vida.

Implicaciones para la Aplicación

El tipo de investigación antes mencionada en el uso del modelo OSC durante el periodo
adolescente aún está por realizarse (i.e., la mayoría de la investigación y aplicación
pertinente a este modelo se ha enfocado en el desarrollo durante la adultez y algunas
etapas de envejecimiento durante el ciclo de vida [85,105,106]). No obstante, el modelo
puede ser útil para entender tanto la regulación de las relaciones entre la persona y el
contexto que caracteriza el desarrollo de la adolescencia y, también, para las iniciativas
de las aplicaciones a políticas y programas que puedan derivarse de y evaluar estas
perspectivas de regulación en la adolescencia [108]. Esta utilidad para la aplicación se
da porque dentro de un perspectiva de sistemas de desarrollo que se enfoque en la
naturaleza de la regulación durante la adolescencia, el énfasis se pone en alterar (en
forma positiva) las relaciones entre la juventud y sus escenarios, en lugar de cambiar ya
sea a los adolescentes o al contexto en sí [52,94,109,110].

Por ejemplo, para llegar a entender cómo las variaciones en la relaciones entre al
adolescente y el contexto pueden influir trayectorias de desarrollo reales o que estén por
materializarse, los investigadores pueden actuar para cambiar ya sea la ecología natural
próxima o lejana [94,109]. La evaluación de resultados de dichos cambios contextuales
–los cuales, en efecto, constituyen intervenciones en el curso del desarrollo humano– es
un medio que aporta información importante acerca de las cuestiones teóricas
relacionadas con cambiar la relaciones entre la persona y el contexto y, más
específicamente, acerca de la plasticidad en el desarrollo humano que puede existir o
puede ser capitalizado a través de las intervenciones, para mejorar la vida humana
[7,35,37].

Una perspectiva de sistemas de desarrollo involucra el estudio de personas activas


proveyendo una fuente, a lo largo del ciclo de vida, de sus trayectorias de desarrollo
individual; este desarrollo ocurre a través de las interacciones dinámicas que
experimentan las personas con las características específicas de los contextos
cambiantes en los que viven [111,112]. Este énfasis en la relación dinámica entre el
individuo y su contexto lleva al reconocimiento de que se necesita una síntesis de
perspectivas desde múltiples disciplinas para entender las integraciones de múltiples
niveles (e.g., la persona, la familia, la comunidad) involucrados en el desarrollo
humano. Además, para entender el proceso básico del desarrollo humano –el proceso
de cambio involucrado en las relaciones entre individuos y contextos– tanto la
investigación descriptiva como la investigación explicativa son necesarias en la ecología
real de las vidas de las personas.

En el caso de los estudios explicativos, tales investigaciones por su propia naturaleza


constituyen una investigación de intervención. El rol del investigador del desarrollo al
realizar una investigación explicativa es entender las maneras en las que las
variaciones en las relaciones entre la persona y el contexto justifican el carácter de las
trayectorias del desarrollo humano, es decir, las experiencias de vida que tienen lugar en
el “laboratorio natural” del “mundo real”. Por lo tanto, para llegar a entender cómo las
variaciones teóricamente relevantes en las relaciones entre la persona y el contexto
pueden influir en las trayectorias del desarrollo, el investigador puede introducir
políticas o programas como “manipulación experimental” de la ecología natural
próxima o lejana. Así, las evaluaciones de los resultados de dichas intervenciones se
convierten en un medio para recolectar información valiosa para la consideración de
asuntos teóricos relativos a las relaciones entre la persona y el contexto y, más
específicamente, acerca de la plasticidad en el desarrollo humano que puede existir, o
que puede ser capitalizada para mejorar la vida humana [50,113]. En otras palabras, un
asunto teórico clave para la investigación explicativa acerca del desarrollo humano es
hasta qué punto los cambios en los múltiples y fusionados niveles de organización que
integran la vida humana pueden alterar la estructura o la función del comportamiento y
el desarrollo.

La vida misma es, por supuesto, una intervención. La acumulación de roles y eventos
específicos que una persona experimenta a lo largo de su vida, que involucren eventos
normativos clasificados según la edad, eventos normativos clasificados según la historia
y eventos no normativos [85,114], altera la trayectoria del desarrollo de cada persona,
de tal forma que no hubiese ocurrido si hubiese vivido otro conjunto de roles y eventos.
Las diferencias interindividuales en el cambio intraindividual que existe como
consecuencia de estas intervenciones que ocurren naturalmente explican la magnitud de
los cambios sistemáticos en la estructura y la función –la plasticidad– que caracterizan
la vida humana.

En el contexto de la presente concepción de investigación explicativa, las intervenciones


inducidas por el investigador son intentos planeados por alterar el sistema de las
relaciones entre la persona y el contexto que constituyen el proceso básico de cambio;
las intervenciones son realizadas para determinar las bases específicas de casos
particulares de la plasticidad humana y poner a prueba sus límites [49,85,106]. En otras
palabras, estas intervenciones son intentos del investigador por sustituir las relaciones
no naturales entre la persona y el contexto por unas que ocurran naturalmente, en un
esfuerzo por entender el proceso de las relaciones cambiantes entre la persona y el
contexto que proveen las bases del desarrollo humano. Por lo tanto, la investigación
básica acerca del desarrollo humano es investigación de intervención [38].

En consecuencia, la teoría e investigación de vanguardia en el desarrollo adolescente


reside en la aplicación de la experiencia conceptual y metodológica de los científicos
del desarrollo humano al laboratorio ontogénico natural del mundo real. Los métodos de
investigación en múltiples niveles –y por lo tanto, multifactorial– y los métodos de
investigación longitudinal tienen que ser utilizados por investigadores de múltiples
disciplinas para derivar de modelos teóricos de las relaciones entre el adolescente y el
contexto, programas de “investigación aplicada”; Estos esfuerzos tienen que
involucrar el diseño, la ejecución y la evaluación de intervenciones dirigidas a mejorar –
a través de variaciones introducidas por los científicos– el curso del desarrollo
adolescente [37,51].

Por ejemplo, el relacionismo y la sensibilidad aportadas por la teoría de sistemas del


desarrollo ha redundado en intereses investigativos concernientes a cuestiones
relevantes para el estudio funcional de diversos casos de interacciones entre el
adolescente y el contexto y la variación en la manifestación de estas interacciones en
diversos grupos de jóvenes, que varían en raza, etnicidad, género, nivel de habilidades
físicas, orientación sexual y escenarios culturales y nacionales. Ejemplos de esto son
los estudios de los efectos de la ocupación laboral materna, matrimonios disfuncionales
o familias de un solo padre en la adaptación y logros académicos del adolescente
[115,116]; la importancia de los recursos internos y externos del desarrollo, tales como
los estilos de temperamento, programas comunitarios para la juventud, la función y
estructura de colegio, y los recursos y programas con los que cuenta el barrio, para el
desarrollo inmediato y a largo plazo de las características físicas, sicológicas y sociales
saludables de los adolescentes [117]; y los efectos de las normas y comportamientos de
grupos de pares, los comportamientos de riesgo y los recursos económicos en el
desarrollo saludable de la juventud [1,2,7].

Por lo tanto, la perspectiva de sistemas del desarrollo promueve una nueva agenda de
investigación aplicada al estudio de la adolescencia [37]. Esta agenda se enfoca en la
diversidad y el contexto mientras que al mismo tiempo tiene en cuenta las
características comunes del desarrollo individual del adolescente, los cambios familiares
(y ecológicos más amplios), y las influencias mutuas entre los dos.

En resumen, entonces, la perspectiva de sistemas de desarrollo que caracteriza la teoría


de desarrollo contemporánea sirve como marco no solo para un mejor entendimiento del
desarrollo del adolescente sino también para mejora el desarrollo de individuos cuya
calidad de vida es siendo puesta a prueba tanto por los problemas de desarrollo
normativos como por los riesgos asociados al momento histórico actual [109]. Esta
perspectiva de sistemas de desarrollo, entonces, al sintetizar las actividades científicas
básicas y aplicadas pertinentes al curso de la vida humana, constituye un modelo a
través del cual los investigadores pueden optar por realizar investigaciones de
vanguardia en sus campos y al mismo tiempo realizar un trabajo que sirva a los
intereses de aquellos sectores de la sociedad interesados principalmente con abordar los
problemas de la juventud norteamericana a través de programas y políticas [7,35,37,52].
Como tal, entonces, dicha investigación puede convertirse en un medio a través del cual
la academia puede contribuir efectivamente a los intentos de la comunidad por
promover un desarrollo positivo de la juventud. [118,119].

Implicaciones en las Políticas y Programas

La investigación integrativa promovida por una concepción de sistemas del desarrollo


del adolescente tiene una clara importancia en las políticas y programas para juventud.
Las investigación acerca del desarrollo adolescente centrada en uno o incluso con
varios tipos de diversidad individual o contextual no puede asumirse como útil para el
entendimiento del curso de vida de todos los jóvenes. Del mismo modo, las políticas y
los programas que se derivan de dichas investigaciones, o están asociadas a ellas en el
contexto de la evaluación de un investigador de las ideas referentes a la plasticidad
humana, no pueden esperar ser aplicables o apropiadas y útiles en todos los contextos o
para todos los adolescentes. Por lo tanto, las políticas y programas (intervenciones)
basados en diseños y productos que privilegian las diferencias del desarrollo individual
(intervenciones) deben estar plenamente integrados con la nueva agenda de la
investigación aplicada al desarrollo, algo que esperamos suceda.

Debido a la variación en los escenarios en los que vive la juventud, el estudiar el


desarrollo en un ambiente estandarizado (e.g., “controlado”) no provee información
relevante para las relaciones reales (ecológicamente válidas) que se desarrollan entre los
adolescentes individualmente distintos y sus contextos específicos (e.g., su familia,
colegios o comunidades particulares). Este punto da supremacía a la necesidad de
realizar investigaciones en escenarios del mundo real [120,121] y resalta las ideas
expuestas anteriormente, en el sentido de que (a) las políticas y los programas
constituyen experimentos naturales, es decir, intervenciones planeadas para personas e
instituciones; y (b) la evaluación de dichas actividades es un aspecto central de la
agenda de investigación de sistemas de desarrollo que ya hemos descrito
7,39,99,122,123].

Desde este punto de vista, los esfuerzos de políticas y programas no constituyen un


trabajo secundario o una aplicación derivativa, realizada después de que la evidencia
investigativa ha sido recopilada. Por el contrario, el desarrollo e implementación de
políticas y el diseño y ejecución de programas son componentes integrales de la visión
actual de investigación; el componente de evaluación de dicho trabajo de políticas e
intervenciones provee una retroalimentación crítica acerca de la idoneidad del marco
conceptual desde el cual se debe abordar esta agenda de investigación [20,121,122].

Para que sea exitoso, este enfoque de diferencias individuales y contextuales del
desarrollo de las investigaciones, políticas y programas para el desarrollo adolescente
requiere más que solo colaboración interdisciplinar: la colaboración de múltiples
profesionales es esencial. Los colegas en las comunidades científicas, de planeación e
intervención deben diseñar e implementar sus actividades de manera sintetizada para
desarrollar y ampliar su visión de forma exitosa. Todos los componentes de esta
colaboración deben ser considerados igualmente valiosos –de hecho, igualmente
esenciales. Las actividades colaborativas de colegas universitarios en extensión,
diseño y ejecución de servicios, el desarrollo y análisis de políticas, e investigación
académica son vitales para el éxito es esta nueva agenda para la ciencia y el servicio a la
juventud y sus varios contextos (familias, colegios y comunidades). Más aún, estas
actividades colaborativas deben involucrar a las comunidades en las que se realiza dicho
trabajo. [103,122,124,125].

En otras palabras, para mejorar la validez ecológica, y contribuir al empoderamiento y a


una mayor capacidad entre las personas que estamos tratando tanto de entender como de
ayudar con nuestras investigaciones sintéticas y actividades de intervención, debemos
trabajar con la comunidad para definir en conjunto la naturaleza de nuestra
investigación, de nuestros programas y de nuestra ejecución y evaluación de nuestros
esfuerzos. Por consiguiente, debemos encontrar formas de aplicar nuestra experiencia
científica para trabajar en conjunto con los jóvenes y mejorar sus oportunidades de vida,
y con todos aquellos que se interesan por ellos y que están participando en nuestra
investigación acerca del desarrollo. Dichos pasos proveerán la vitalidad necesaria para
el futuro al entender y mejorar el desarrollo adolescente.

Mejorando la ciencia aplicada del desarrollo a lo largo del ciclo de Vida

La futura importancia investigativa y social en el campo del desarrollo humano, en


general, y del desarrollo, en particular, reside en la aplicación de la ciencia del
desarrollo, es decir, en construir una iniciativa científica que trabaje para ayudar a
visualizar, representar, y sostener políticas y programas efectivos que promuevan el
desarrollo positivo a la largo del ciclo de vida de las personas [37,121]. Dicho enfoque
de la investigación de nuestro campo es, por un lado, un resultado lógico –si se juzga
por las tendencias antes mencionadas en el enfoque teórico de nuestro campo– e
inevitable del crecimiento y del progreso que hemos tenido en la comunidad científica
[39,40,121].

Por otra parte, los cuatro conjuntos claves de temas conceptuales involucrados en las
teorías contemporáneas en nuestro campo nos llevan a adoptar un enfoque en (a) la
investigación centrada en la ecología; (b) evaluar nuestras nociones de sistemas
relacionales entre el adolescente y el contexto; y (c) plasticidad relativa, para
determinar si los cambios teóricamente predecibles en la naturaleza y en el curso de las
relaciones que tiene la juventud con los aspectos próximos y lejanos del contexto
pueden alterar de forma beneficiosa las trayectorias de su desarrollo. En otra palabras,
los conceptos de desarrollo adoptados en nuestro campo nos llevan a poner a prueba
nuestra teorías a través de investigación experimental y la investigación acción.
Creemos que dentro del campo de la investigación acerca del desarrollo adolescente, la
investigación básica y la investigación aplicada deberían ser consideradas esfuerzos
sintéticos e indivisibles.

Conclusiones

Una perspectiva de los sistemas del desarrollo nos lleva a reconocer que si queremos
tener una ciencia más adecuada y suficiente del desarrollo adolescente, debemos
estudiar integrativamente los niveles de organización individual y contextual de manera
relacional y temporal [20,37,49,120,121]. Cualquier cosa menos que esto no es una
ciencia adecuada. Más aún, si queremos ayudar a los jóvenes y las familias de
Norteamérica a través de nuestra ciencia y si queremos ayudar a desarrollar políticas y
programas exitosos a través de nuestros esfuerzos investigativos, entonces debemos
aceptar el modelo temporal y relacional del adolescente, representado en la perspectiva
de sistemas del desarrollo presente en las teorías contemporáneas del desarrollo
humano.

A través de la investigación, nuestro campo tiene la oportunidad de aportar tanto al


conocimiento científico como a las comunidades, familias y jóvenes en el mundo. Al
integrar las políticas y los programas sensibles a la diversidad de nuestras comunidades
y nuestros jóvenes, al combinar los recursos de nuestras tradiciones científicas e
investigativas con las fortalezas de nuestros jóvenes [117,126-29], podemos mejorar la
idea de Lewin, citada muy a menudo [130], de que no hay nada tan práctico como la
buena teoría. Podemos a través de la aplicación de nuestra ciencia aportar a la juventud
del mundo, materializar la idea que no hay nada más valioso para la sociedad que una
ciencia dedicada a usar conocimiento para mejorar las oportunidades de vida de la
juventud

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La preparación de este manuscrito fue apoyada en parte por una subvención de la Fundación William T.
Grant a R.M.L.

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