El Sello Es Puesto en La Frente de Los Lideres

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El sello es puesto en la frente de los lideres

Posiblemente, recordará que el Señor le puso una marca en la frente a Caín cuando éste
pecó matando a su hermano (Gn 4.15). Esta marca era un sello, no físico, pero sí espiritual
(porque Dios es espíritu). De modo que cuando la gente veía a Caín, sentía la marca en el
espíritu.
La marca espiritual identifica a las personas. Hittler, por ejemplo, no tuvo una marca física;
pero cuando usted ve una de sus fotos, inmediatamente lo relaciona con el holocausto judío;
por otro lado, cuando usted piensa en Abraham Lincoln, ¿a qué lo asocia? A un buen
gobernante que luchó por la abolición de la esclavitud; cuando piensa en Moisés, ¿en qué
piensa? El libertador y legislador del pueblo de Israel. Cuando piensa en Abraham, ¿en qué
piensa? Padre de la fe; ¿Y cuándo piensa en Abel? En su ofrenda. Note que hay marcas que
no son físicas, sino espirituales.
En nuestra sociedad consumista, todos los establecimientos comerciales tienen una marca
que los identifica. La marca es la expresión externa del producto interno. Razón por la cual
éstas son las que atraen a la clientela. Del mismo modo en el mundo espiritual hay marcas,
y eso Satanás lo sabe. Él conoce el valor de tener una marca, por eso intenta marcar vidas
desde la niñez. Él usa los traumas para marcar a las personas con rechazo, atrayendo
espíritus de temor, de desamor, de inseguridad, etc. Por tal motivo, aquellos que han
experimentado un fracaso en el pasado, son más propensos a que éstos se repitan en sus
vidas. Por esto, cuando una persona ha sido víctima de algún trauma, (aunque haya
ocurrido en la niñez) ya tiene una marca en su vida. Esa marca es espiritual, por lo tanto,
atrae a ciertas fuerzas de maldad que son las que los oprimen durante su vida. Esto significa
que, en el mundo espiritual, los demonios ven la marca, y esto es lo que los atrae. Por eso
es que, a causa de un trauma, los demonios de inseguridad, de complejo de inferioridad, de
temor, de duda, de angustia, de desespero, etc., llegan a ser atraídos. Una persona llena de
amargura atrae el odio y la venganza; una persona iracunda, ¿qué atrae? la violencia; una
persona negativa atrae el suicidio.
Fíjese que nadie puede verlas en lo físico, pues ellas son espirituales. Aunque la apariencia
por fuera sea agradable, cuando las marcas internas son negativas atraen a las fuerzas
espirituales de opresión.
¿Y qué es lo que el Señor quiere hacer al respecto? En la parábola del buen samaritano, el
Señor enseña que Él vino a vendar las heridas del corazón; Él primero sana, quitando la
marca negativa para poder poner el sello de su Espíritu en los corazones de sus hijos. Tal
como sucede en el mundo natural, sucede en el espiritual. Pero este pasaje en Apocalipsis,
habla de una marca que reciben los siervos de Dios. Esa marca es espiritual, es una unción
y una gracia que Dios da, que va acompañada de santidad, de multiplicación y de autoridad.
Estos son los mismos principios o bendiciones que Dios le dio a Adán y a Noé. Es la marca
que Dios puso en ellos cuando les dijo; “fructificad, multiplicad y señoread”
Cuando usted tiene la marca de la unción de Dios, no le es difícil el crecimiento,
ni necesita esforzarse para que las multitudes le sigan, ya que la gente correrá a
usted por causa del nombre de Dios. Eso es lo que les sucede a aquellos que están
implementando la visión. Dios les da una unción y una gracia especial para poder
influenciar en la gente, y se cumple la promesa en la cual dice que el pequeño
vendrá a ser mil, y el menor un pueblo fuerte.

Posiblemente usted sienta que trae un letrero que dice "fracaso" en su frente.
Debe entender que el fracaso no es una bendición, y que Dios no quiere que usted
viva como un fracasado.

El sello está en los que gimen.

Cuando una persona entra en la visión abraza la misión en donde Dios le ha


puesto IDD, la primera marca que recibe es la de la compasión por la gente. El
profeta Ezequiel tuvo una visión en la que veía un ángel con un tintero, el cual
debía sellar la frente de aquellas personas que gemían por el pueblo, es decir que
la marca es dada a aquellos que sienten compasión. Para alcanzar al perdido
usted debe haber sentido compasión, porque ellos son el resultado de sus
oraciones, ruegos y súplicas para poder ganarlos. Las personas que usted tiene en
su red juvenil no llegaron por casualidad o por simpatía, sino que son el resultado
de lágrimas, de intercesión, de guerra espiritual, de haber limpiado los aires, de
echar los demonios, etc. Además, para que perseveraran en la fe y en la la IDD,
usted tuvo que sostenerlos en oración y en fe.

El apóstol Pablo conocía el valor que tiene un alma, ya que las personas que él
había ganado fueron primero engendradas en sus oraciones para luego recibir sus
cuidados. Pablo dijo: “Yo predico el evangelio no porque tenga deseo en recibir
salario, sino porque Dios me confió esta responsabilidad y ay de mí si no predico
el evangelio"(l Corintios 9:16).

Cuando recibe la visión, usted trabaja con toda el alma, con todo el corazón y con
todas sus fuerzas, porque dentro suyo está el sello de la compasión.

El sello está en la frente, con la renovación de mente.

Cuando el Señor llamó a Abraham le dijo: Sal de tu tierra y sal de tu parentela y


ve a la tierra que yo te mostraré. Abraham estaba aferrado a su nación, pero le
creyó a Dios, y Él lo hizo padre de naciones; dejó a su familia y Dios le dio las
familias de la tierra; dejó su territorio y Dios le entregó la tierra de Canaán. No
tenía hijos y su edad era muy avanzada; humanamente era imposible que esta
pareja de ancianos tuviera familia. Pero Dios les puso una marca: A Abraham,
padre de multitudes; a Sara, princesa. No tenía lógica alguna que, a dos ancianos
al borde de la muerte, sin tener ningún heredero, Dios les colocara el letrero de
padre y madre de multitudes.

Esto implicaba cambiar el curso de la naturaleza, y el único que lo podía hacer


era Dios. Abraham decidió creerle a Dios y pudo llamar las cosas que no son
como si fuesen. Pudo dar vida a aquello que estaba muerto. Pudo ver en su mente
el milagro de la multiplicación y a sus descendientes aumentando como las
estrellas del cielo.

Nosotros, a causa de la fe somos descendientes de Abraham, y por lo tanto


tenemos la misma marca dentro de nuestros corazones. Si somos capaces de
creerlo, nuestra descendencia llegará a ser tan numerosa como las estrellas del
cielo o como la arena del mar.

El crecimiento de la iglesia no viene por casualidad, sino que es el resultado de


una conquista en el lugar secreto. Allí es donde los ojos espirituales se abren y
podemos ver las multitudes. Si tenemos una imagen clara del tamaño de nuestro
ministerio, Dios se glorificará dándonos lo que nosotros deseamos. El visualizar
es necesario para renovar la mente. Cuando usted ve a sus discípulos en el mundo
espiritual, es porque ya los conquistó, pero para esto, debe estar continuamente
en la presencia de Dios.

La renovación de mente es dejar de trabajar en nuestras fuerzas, para depender


completamente de Dios. Todos los que han renovado la mente, saben visualizar y
saben oír a Dios. Usted primero debe visualizar el tamaño de su ministerio para
poder alcanzarlo. Si usted logra captar la imagen clara de lo que quiere
conquistar, lo que pueda ver a través de la fe, eso será lo que el Señor le dará, y al
salir del lugar secreto, usted lo hará como un gigante, fortalecido por Dios.

El sello en los labios

Luego de renovar la mente, usted estará listo para recibir la marca de la


santificación en los labios. El profeta Isaías tuvo una visión en la cual vio a Dios
y Su Gloria, sentado con los serafines y querubines que le adoraban, y exclamó:
"Hay de mí! que soy hombre muerto; porque siendo hombre inmundo de labios y
habitando en medio del pueblo que tiene labios inmundos..." (Isaías 6: 5). El
profeta Isaías entendió que se había contaminado con el lenguaje de su nación y
estaba hablando como ellos. Por eso se arrepintió y vio cómo el ángel voló hacia
él con un carbón encendido, y tocó sus labios para que le fuera quitada la culpa y
fuera libre de su pecado.
Si usted no santifica su manera de hablar, no podrá expresar el lenguaje de la
visión de Dios. Para que usted hable palabras de vida, Dios debe santificar sus
labios. Todos los que están dentro de la visión de la IDD deben hablar en fe,
positivamente y en sentido de crecimiento. Cada palabra que sale de sus labios
debe edificar. Cada vez que usted hable, debe ser para construir.

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