La Civilización de La Imagen
La Civilización de La Imagen
La Civilización de La Imagen
TEMA 1.
LA CIVILIZACIÓN AUDIOVISUAL.
Introducción a la CAV. TEMA 1 2
1. - DE IMÁ GENES Y S O NI D O S .
Carteles publicitarios, TV, cine, fotografía,... Un mundo para los ojos. Michel Tournier, en una
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preciosa novela nos describe la aventura de un norteafricano en Francia, fascinado por las
imágenes. En un momento de la novel, uno de los personajes le dice, casi le grita, a este joven
seducido por las nuevas Medusas: “Existía para tus ojos, pero no para tus manos. Aquí todo es
para los ojos, y nada para las manos. Los escaparates, como
el cineo la televisión, son para los ojos, ¡sólo para los ojos!. Son cosas que tendrías que
entender. ¡Y lo antes posible, mejor!”. Hay que entenderlo lo antes posible: vivimos en un mundo
escaparate-cajita de música.
Mundo escaparate.
Y como nos recordaba el director alemán de cine, Win Wenders, las imágenes no son jamás
inocentes, todas reclaman algo de nosotros, todas nos piden, nos exigen algo.
Mundo de maravillas. Celofán y neones. Sonidos que, unidos a las imágenes, las dotan de
otra magia, de un poder de penetración bestial, terrorífico según se piense (o se mire). Como prueba
basta que repases una colección de anuncios. Imágenes cada vez más cuidadas, pequeños relatos
cada vez más cine en supercorto, y música, música que te envuelve. El poder de los sonidos también
es notable en nuestro mundo (y siempre, cómo no caer en la hipnosis de percusiones africanas con
miles de años de antigüedad). Las músicas de los anuncios son algo más que un acompañamiento
musical, muchas veces acaba convirtiéndose en un hit, en un éxito de ventas. Por ejemplo esta
canción que se utilizaba para “animar” un anuncio de una compañía aérea norteamericana: la canción
en concreto, “Adiemus”, dio paso a un disco titulado, como no, “Adiemus. Songs of
Sanctuary” (de Karl Jenkins y Mike Ratledge). El disco fue todo un boom. Tanto que dejó su
secuela: “Adiemus II”.
Mundo escaparate. Mundo cajita de música. Regalos para los ojos y para los oídos. Pero
nuestra vida cada vez más se identifica con una realidad que ya no tiene el lenguaje como
límite (tal y como quería el filósofo Wittgenstein), sino la vista.
Para terminar este primer punto, lee este artículo que apareció en la revista “Caja Negra”, en
su primer nº (la versión que te ofrezco es la que aparecía en Internet):
La cultura visual que ha triunfado en la segunda mitad del siglo XX fue impulsada
inconscientemente por la iglesia católica desde el Renacimiento, al
utilizar la obra de pintores y escultores como
herramienta de propaganda religiosa frente a la reivindicación luterana del libro.
Imposible adivinarlo cuando los iconoclastas bizantinos y protestantes luchaban contra la
semilla de lo que resultaría ser, para bien o para mal, la manifestación triunfante del
tercer milenio.
Actualmente, la presencia en los medios es sinónimo de éxito
social. Nadie es más famoso que las estrellas de la pantalla o los ídolos musicales. Pero
lo que nos llega de ellos no es más que un reflejo, sus imágenes en los monitores o sus
fotografías en la prensa. Las imágenes superan con creces las cualidades humanas,
porque a la materia prima de los simples hombres y mujeres que les ceden sus
rostros, suman el perfeccionamiento millonario de producción y
postproducción que acompaña cualquier puesta en escena mediática.
Ningún mortal puede competir con la omnipotencia de la imagen. El
misterio, la abstracción intangible, la fascinación onírica del mundo de las
imágenes se eleva muy por encima de la existencia terrenal del pesado mundo físico.
El texto sirve como introducción. Antes decíamos que imágenes y sonidos han estado
siempre presentes en las sociedades y grupos humanos; pero mentiríamos si afirmáramos que todo
sigue siendo igual que hace dos mil o doscientos años. Entre las épocas en las que se producían
imágenes como las que he incluido antes y hoy
3 VARIOS “Las claves del cine y de los medios audiovisuales”. Ed. Planeta. 1994.
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todo ha cambiado. Entre el Adán y Eva de la Edad Media y la fantasía futurista de la película
“Blade Runner”
nada es igual. ¿Pero qué es lo que ha
cambiado? :
¿Pero ha cambiado nuestra actitud en función del nuevo mundo, del mundo audiovisual?. Si
sólo nos diferenciamos de la persona de hace mil años en que podemos disfrutar de más imágenes y
de que contamos en casa con una ventana abierta al mundo, a la inmediatez de la noticia (nos
sirven el mundo día a día en nuestra casa como si de una telepizza de noticias e imágenes y
sonidos se tratara), no hemos avanzado mucho (sólo que ahora somos glotones de imágenes y
sonidos, adictos a..).
Ya en los años 30, Walter Benajmin escribía: “<<No el que ignore la escritura, sino el que
ignore la fotografía>>, se ha dicho, <<será el analfabeto del futuro>>”. Benjamin nos ponía, no sé si
queriendo, en la pista de un problema: ¿se puede hablar de civilización audiovisual sólo porque
ahora no es fácil librarnos de las imágenes y de los sonidos?. Respondo: no, el aumento de la oferta
y de la demanda no garantiza el que estemos
instalados en una CIVILIZACIÓN. Esta palabra es muy seria y, de entrada, requiere que haya una
CULTURA,
una ALFABETIZACIÓN, en relación con los lenguajes
audiovisuales.
Paul Virilo, comentando la idea de Benjamin, señala: “Hace tiempo que las últimas
generaciones comprenden con dificultad lo que leen (¿estás de acuerdo?), porque son incapaces
de re-presentárselo, dicen los profesores (¿estoy de acuerdo?)... Para ellas, las palabras han
terminado por no formar imágenes, puesto que,
según los fotógrafos, los cineastas de cine mudo, los propagandistas y publicistas de principios de
siglo, las imágenes al ser percibidas con gran rapidez debían reemplazar a las palabras: hoy, ya no
tienen nada que reemplazar y los analfabetos y disléxicos de la mirada no dejan de multiplicarse.”
1) ¿Qué significa lo que dice Paul Virilo?
2) ¿Estás de acuerdo?
Lo pero de todo, respondas lo que respondas, es que todos creemos que el lenguaje que
emplean los medios audiovisuales es algo que tiene un carácter natural, casi innato, y que, por lo
tanto, todos nacemos sabiendo enfrentarnos a esos mensajes. En los años que llevas en la escuela
se te ha enseñado a leer y escribir, se te ha alfabetizado e introducido en las complejas claves de los
lenguajes verbales; ¿pero se te ha alfabetizado e introducido en los lenguajes audiovisuales?.
Rodeados por imágenes y sonidos que quieren algo de nosotros, y que, más veces de las que
creemos, lo consiguen. Y nosotros como sujetos pasivos de un acto en el que alguien juega y nos
mete en un juego... sin explicarnos las reglas. Qué quiere de mí la publicidad. Qué busca el autor de
este anuncio. ¿Por qué hace eso como lo hace?
Puede que estemos en camino de formar una verdadera civilización audiovisual, pero para
ello es necesario, primero, sentar las bases de una cultura audiovisual. ¿Qué significa esto?. Al
menos, dos cosas:
! Adquirir conciencia de que imagen y sonido, tanto por separado como articulados en los
mensajes audiovisuales, son lenguajes codificados, no naturales, responden a
convenciones artificiales. Esto supone admitir que el hecho de estar fisiológicamente
capacitados para ver y oír no es garantía de que sepamos enfrentarnos a esos
lenguajes como personas capacitadas para penetrar en el
sentido de esos textos e interpretarlos críticamente. Ah, que no te quepa la menor duda
de que se disfruta más de las cosas cuando se sabe más sobre ellas.
! La necesidad de dar el salto cualitativo desde nuestra condición de consumidores
compulsivos
(enfermizos, neuróticos, glotones) que ni degusta lo que come ni lo disfruta plenamente, a
la condición de sujetos activos capaces de enfrentarse con los textos audiovisuales
desentrañando no sólo lo que dice sino, sobre todo, por qué lo dice (y piensa que para
poder decir esto además de ver hay que saber mirar; además de consumir hay que
preguntarse qué consumo; y, especialmente,
cuando sé cómo está hecho algo puedo estar más cerca de saber ese por qué). Consumir
por consumir no significa disfrutar más, sino ser un poco... tonto. El espectador debe
reivindicar su derecho a participar, a no dejarse engañar, engatusar, seducir.
Para terminar esta introducción. Hay mucho agorero por ahí suelto. Demasiados que llevan
casi toda la segunda mitad de este siglo avisando del apocalipsis de la palabra escrita, del verbo, de
los libros. Las imágenes asesinarán a los libros; muertos los lectores, sólo quedarán los bárbaros.
Por ejemplo, Mario Vargas Llosa, insistía el año pasado en este horizonte catastrófico.
¿Saben lo que dicen? Sí; pero espero que también sepan por qué lo dicen.
Palabra e imagen no son enemigas. No hay una oposición entre ambas: o la una o la otra.
¡Cómo va a haberla si la palabra es desde el principio mismo imagen!. Cuando yo escribo CASA
estoy dibujando un
objeto, sólo que lo dibujo de forma abstracta. Las palabras son imágenes abstractas, no
figurativas; pero imágenes. Eso lo sabían muy bien antes cuando escribir era un arte y existía una
consideración por eso que se llama caligrafía.
Un mundo audiovisual no tiene que ser, necesaria e inevitablemente, un mundo sin libros.
Aunque sólo fueran los guiones literarios de las películas, existirían libros (¿o es que Vargas Llosa
piensa que una película se hace partiendo de nada?). Y, por cierto, ¿sabes lo que más me gustó
de la película El paciente inglés?, leer después la novela y comprobar cómo ambas narraban dos
historias... diferentes. ¿Qué prefiero, el libro o la película?. Lo pasé muy bien en el cine (¡me gusta el
cine!). Disfruté como un enano leyendo la novela (aunque he de reconocer que le encontré, como
lector de novelas, algunos peros). Es más, mientras la leía yo hice una nueva versión en imágenes
(imaginé) de El paciente inglés. No podrás verla, ya lo siento.
El director de cine alemán Win Wenders decía en uno de sus guiones que todas las
imágenes quieren algo de nosotros, ninguna es inocente. Bueno, tal vez en las que hemos visto ya en
estos primeros días te hayas podido percatar de esto, tal vez hace tiempo que ya lo sabías o
sospechabas; pero por si acaso aquí te ofrezco algo recién salido del horno de la prensa.
La imagen que vas a ver consta del titular y la foto que acompañaba a un artículo de prensa
de septiembre de 1999. El diario al que pertenece es “El Periódico de Aragón”. Lee, mira y juzga. Tú
mismo. Tú misma.
A lo mejor es necesario contraponer otra imagen para, de paso que llenamos página, trabajar
sobre un mismo tema pero con una orientación diferente. Ahora verás una foto publicitaria de
una tienda de ropa femenina, ropa juvenil.
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Sin palabras, pero con mucho sentido. Una fotografía del genial, polémico y ya
desaparecido
Mapplethorpe. Disfrútala.
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Toda imagen es un texto que se mueve en un doble nivel (no siempre; en ocasiones sólo
nivel). funciona a un
Cuidado porque muchas veces las imágenes se nos ofrecen como simples iconos
(descripción y nada más) cuando en realidad están vehiculando mensajes ocultos, complejos, que
nos llegan, aunque no nos demos cuenta. Un ejemplo. Ahora se habla mucho de Pinochet y se le
muestra en los medios (prensa escrita, televisión...). ¿Imágenes inocentes?.
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Pinochet. 23 septiembre 1999 Pinochet. 1973. Tras el golpe de
5
Estado . Dos imágenes de un mismo personaje, en dos momentos diferentes; pero que
Robert Doisneau. El
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cuadro.
Bien, para culminar esto vas a buscar tú en estos días (te doy una semana) un ejemplo
de imagen puramente denotativa y otro de una imagen connotativa. Analiza ésta última.
Seguiremos analizando
Observemos algunos ejemplos de la constante espiral en la que está inmersa la aldea global. El
secuestro del pequeño Jamie Bulger en un centro comercial de Liverpool fue captado de
forma impersonal por una videocámara de vigilancia, lo cual constituye una escalofriante
prueba de la facilidad con que el delito fue tanto cometido como detectado. Al mismo tiempo, y a
pesar de la teoría de que la vigilancia constante aumenta la seguridad, eso no sirvió para evitar que el
niño fuera raptado y, finalmente, asesinado. La visualización de la vida cotidiana no significa que
necesariamente conozcamos lo que observamos.
Visualizando
Uno de los rasgos más chocantes de la nueva cultura visual es el aumento de la tendencia a
visualizar las cosas que no son visuales en sí mismas. Este movimiento intelectual cuenta con la
inestimable ayuda del desarrollo de la capacidad tecnológica, que hace visibles cosas que nuestros
ojos no podrían ver sin su ayuda: desde el descubrimiento accidental de los rayos X, en 1895, por
parte de Roentgen, hasta las «imágenes» telescópicas de las distantes galaxias, que debemos a
Hubble y que son transposiciones de frecuencias que nuestros ojos no pueden detectar. Una de las
primeras personas que destacó estos descubrimientos fue el filósofo alemán Martin Heidegger,
quien los denominó el crecimiento de la imagen del mundo. Declaró que «una imagen del mundo
[...] no consiste en una fotografía del mundo, sino en el mundo concebido y captado como una
imagen [...] La imagen del mundo no cambia por haber dejado de ser medieval y haberse convertido
en moderna, sino porque el mundo se ha convertido por completo en una imagen y eso es lo que
hace que la esencia de la edad moderna sea diferente» (Heidegger, 1977, pág. 130). Imaginemos a
un conductor en una típica autopista norteamericana. El progreso del vehículo depende de una serie
de juicios visuales que realiza el conductor teniendo en cuenta la velocidad relativa de otros vehículos
y todas las maniobras necesarias para llevar a cabo el viaje. Al mismo tiempo, el conductor es
bombardeado con otra información: semáforos, señales de tráfico, intermitentes, vallas publicitarias,
anuncios sobre el precio de la gasolina o sobre tiendas, la hora local y la temperatura, y muchas
cosas más. Aun así, la mayoría de las personas considera el proceso tan rutinario que pone música
para no aburrirse. Hasta los vídeos musicales, que saturan el campo visual con distracciones y van
acompañados de banda sonora, tienen que aderezarse con mensajes de texto móviles. Esta
importante habilidad para absorber e interpretar la información visual es la base de la
sociedad industrial, y en la era de la información está adquiriendo aún una mayor importancia.
No es una
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MIRZOEFF, N. Una introducción a la cultura visual. Editorial Paidós. 2003
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Un aspecto que deberemos discutir en estas clases será la tenue línea que separa la
CREDIBILIDAD de la
CREDULIDAD. Deberías buscar la definición precisa de estas dos palabras.
cualidad propia del ser humano, sino una capacidad aprendida relativamente nueva. De acuerdo
con una valoración reciente, la retina contiene cien millones de células nerviosas que son capaces de
realizar cerca de diez mil millones de operaciones de procesamiento por segundo. Dicho de otro
modo: la cultura visual no depende de las imágenes en sí mismas, sino de la tendencia moderna a
plasmar en imágenes o visualizar la existencia.
Hay un libro que deberías leer si realmente te interesa esto de la imagen. Ese libro,
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recientemente reeditado, es Modos de ver de John Berger . Entre otras cosas porque nos
sitúa ante un problema muy interesante. Hay dos capítulos (los autores, porque además de Berger
colaboran otras personas, los llaman Ensayos), el 4 y el 7 que consisten sólo en imágenes. No
hay palabras. No hay texto. No hay título. Sólo imágenes (desgraciadamente la edición de
Gustavo Gili, que es una editorial que suele realizar en ocasiones libros muy cuidados, pero
caros, ha optado esta vez por ir hacia un libro que no sea muy caro a costa de no cuidar
demasiado la reproducción de las imágenes). ¿Son fáciles de leer estos capítulos? ¿Son
fáciles de entender?. A mí me produjeron desasosiego. ¿Qué me ha querido decir? Los miro de vez
en cuando y siento la sonrisa de Berger en mi espalda repitiendo eso de que formo para de la cultura
o civilización de la imagen.
Primera afirmación: "La vista llega antes que las palabras. El niño mira y ve antes de
hablar".
¿De acuerdo?. Bien, parece, pues, que Berger está sosteniendo lo que ya hemos dicho
en clase: al parecer, la imagen es un lenguaje natural. Y entendemos por lenguaje natural aquél que
no nace de una convención, como el lenguaje verbal, y que, por lo tanto, no requiere ser enseñado ni
aprendido porque, como es natural, todo ser humano nace sabiéndolo. De igual manera que es
natural respirar y nadie nos enseña a ello, ni tenemos que pensar en cómo hacerlo.
Segunda afirmación: "La vista es la que establece nuestro lugar en el mundo". Vamos,
algo que ya hemos dicho en clase: somos animales visuales y es desde la vista que conformamos o
construimos nuestro ser en el mundo. A lo mejor el año pasado en Filosofía te hablaron de una tal
Wittgenstein que afirmaba que "los límites de mi mundo coinciden con los límites del lenguaje".
Aquello que no sé decir, no existe, no tiene, para mí, estatuto de realidad. Pero ahora Berger da
un paso y señala que los límites de la realidad coinciden con los límites de mi visión (terrible,
sobre todo para mí que soy miope). Aunque enseguida el propio autor (un hombre que ama las
imágenes y que al mismo tiempo, como literato que es, no puede dejar de adorar a las
palabras,) señala que "el conocimiento, al explicación, nunca se adecua completamente a la
visión." Y ahora viene lo realmente interesante:
O dicho de otro modo: ver puede que sea, lo es, una cualidad natural y, por lo tanto,
innata a las personas. Si una persona se ve privada de esta cualidad es por accidente o por defecto
natural. Un miope como yo o un ciego son personas naturalmente defectuosas porque, en el caso del
miope ahora y en el del ciego dentro de muy poco, ya lo verás, salvo que reciban una ayuda externa
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en forma de prótesis (gafas) su forma de relacionarse con la realidad es en mayor o en menor
grado limitada o fallida.
"Toda imagen encarna un modo de ver. (...) El modo de ver del fotógrafo (que va a ser
lo que en realidad nosotros vemos en la fotografía que no es otra cosa que una
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mirada expuesta, congelada, detenida en el instante de captar algo ) se refleja en la
elección de su tema (lo que vemos es algo que se nos impone desde afuera) (...) Sin
embargo, aunque toda imagen encarna un modo de ver, nuestra percepción o
apreciación de una imagen depende también de nuestro modo de ver."
Esto era lo que vi (VER) cuando miré (MIRAR) el asiento del otro lado en un tren en el que me
aburría.
!
Mirada
REALIDAD
Esta imagen no es un fruto natural de la visión entendida como sentido. Esta imagen, pues,
no es ningún lenguaje natural (con un sentido unívoco, único). Esta imagen es fruto de...
Probablemente de un aprendizaje en la manera de ver la realidad que uno, yo, he seguido a lo
largo de muchos años de mirar. Pero además, esta imagen como fruto de mi mirada tal vez pueda
explicar cosas sobre lo que sé, lo que creo... Desde luego que esta otra imagen sí que es fruto de una
mirada educada. Me apetecía transformar una foto en blanco y negro en una cosa mixta donde la
gama de grises y el color (extraño) se mezclaran. Ya sé que no se parece en nada, pero cuando
hice esta foto estaba intentando aprender a hacer algo que vengo viendo últimamente en
muchos anuncios.
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¿Seguro que no son ellos los que crean la demanda?
estrictamente las recomendaciones de una legibilidad máxima: claridad y simplicidad, nada de
imprevistos, linealidad sin trompicones, convencionalidades... Es evidente que dichas películas difieren
entre sí, pero obedecen indefectiblemente a la misma estructura. «La forma espuria de la cultura de
masas», decía Roland Barthes, «es la repetición vergonzosa: repite los contenidos, los esquemas
ideológicos, la difuminación de contradicciones, pero varía las formas superficiales: no cesan de
aparecer libros, emisiones, nuevas películas, sucesos, pero siempre con el mismo significado.»
En este aspecto, todos los relatos filmados reproducen hoy la eficacia visual y narrativa de los
spots publicitarios; de algún modo, éstos han llegado a ser centros de experimentación que
perfeccionan el acabado de los productos que lanza la mayor tecnología cultural; su «modernidad»
encuentra la aceptación de todo el mundo y hasta fascina a los cineastas más personales: «¿Dónde
se halla hoy Eisenstein?», se pregunta Jean-Luc Godard, y él mismo se contesta:
«¡En los spots publicitarios para las
medias Dim!».
El estilo de los spots (primeros planos fugaces, letras gruesas, comentarios suavizados) persigue
la comunicación inmediata y propone sentido a gran velocidad. En su mayor parte, los spots se
construyen además como microficciones; obedecen a las leyes del relato lineal convencional, con un
comienzo, un nudo y un desenlace, y siempre sugieren como contenido el culto al héroe en una
sociedad competitiva, ensalzando sin tregua el mito del éxito.
La escritura de los spots, densa, eficiente, impregna el conjunto de relatos televisados, en
particular las series norteamericanas, obligados a prever pausas narrativas con objeto de que, dos
o tres veces por episodio (cada doce minutos más o menos), puedan intercalarse ráfagas de spots.
Para colmo, dichos relatos, al entrar en comparación con los spots, han de evitar la más mínima
insipidez, lentitud o desidia. De este modo, los spots aceleran el ritmo general del cine;
paulatinamente, van determinando el estilo de los relatos televisados norteamericanos, y éstos, a su
vez, lo imponen en el mundo entero (el modelo televisivo norteamericano predomina muy
ampliamente; EE UU envía cada año aproximadamente el 75 por 100 de la totalidad de las
producciones mundiales de emisiones televisadas).
Desde hace un cierto tiempo, la impregnación del estilo spot está alcanzando al propio cine, y
las películas norteamericanas que obtienen los mayores éxitos a través del mundo (¿hace falta
recordar que sólo las películas y las emisiones televisadas norteamericanas gozan de una difusión
mundial?) son hijas naturales de la propaganda televisiva y de las series de episodios. De esta
manera, en la misma trama de las imágenes se propaga la americanización. Nuestra americanización
ha progresado tanto hoy en día que, para algunos, denunciarla parece cada vez más inaceptable.
De hacerlo, habría que estar dispuesto a prescindir de una buena parte de las prácticas culturales
(de vestimenta, de diversión, de lenguaje, de alimentación, etc.) que hemos adoptado desde la
infancia y que no cesan de acosarnos; muchos de nosotros somos ya una especie de seres
«transculturales» (de igual modo que se dice «transexuales»), mixtos irreversibles que poseen
mentalidad norteamericana en cuerpo europeo.
Como ya sabemos desde hace tiempo, el cine ha contribuido no poco a este estado de cosas; ya
en 1917, el escritor Upton Sinclair señalaba: «Gracias al cine, se unifica el mundo, es decir, que se
americaniza», y Marshall McLuhan, durante la década de los sesenta, precisaba: «Cuando vino el cine,
la totalidad del modo de vida norteamericano se convirtió en un anuncio interminable en la pantalla.
Todo lo que llevaban, comían o utilizaban los actores y actrices se convertía en un anuncio más eficaz
que el que nadie hubiera soñado jamás.» (…)