La Civilización de La Imagen

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C OMUNI CAC I ÓN AUDIOVISUAL

TEMA 1.

LA CIVILIZACIÓN AUDIOVISUAL.
Introducción a la CAV. TEMA 1 2

1. - DE IMÁ GENES Y S O NI D O S .

Nuestro mundo es un mundo de imágenes y sonidos. Nos rodean, nos envuelven.


Somos en las imágenes y sonidos. Pero siempre ha sido así. No lo dudes, que no te engañen:
siempre el ser humano se ha movido entre imágenes y sonidos. Recuerda lo que has estudiado en
historia hasta ahora.

En la cueva de Cogull se han encontrado estas pinturas


realizadas hace miles de años por esa humanidad que
hemos denominado prehistórica. Casi seguro que no nos resulta
difícil imaginar que ellos y ellas se sentarían cerca de esta pared,
iluminados por antorchas, ¿habría silencio o escuchamos
desprenderse desde el recuerdo de piedra sonidos guturales,
sonidos oscuros, cavernosos?

Siempre ha habido imágenes para contarle algo a alguien, para


educarle, para socializarle (transmitirle normas, pautas de conducta,
creencias...). Por ejemplo, en la Edad Media, cuando la mayoría de la
gente era absolutamente analfabeta, el recurso a la imagen fue una
constante. Las catedrales e iglesias, los escasos libros, todo ello
profusamente ilustrado. Casi me atrevería a decir que entonces, más que
ahora, el mundo era un mundo de imágenes. Si había que
transmitirles la idea del pecado original, con un Adán seducido por una Eva
que ya en su mirada muestra todo el poder de la mujer fatal, se pintaba
esto que, por ejemplo, se encontró en una pared de una iglesia de Urriés,
en el Pirineo aragonés, perteneciente al s. XIII.

Imágenes y sonidos. Hoy, desde luego, multiplicados por todo


1
lo que quieras. Santos Zunzunegui escribe:

“Más del 94% de las informaciones que el hombre contemporáneo, habitante de


las grandes urbes, recibe se analiza a través de los sentidos de la vista y del oído;
más del
80%, específicamente, a través del mecanismo de la percepción visual”

Carteles publicitarios, TV, cine, fotografía,... Un mundo para los ojos. Michel Tournier, en una
2
preciosa novela nos describe la aventura de un norteafricano en Francia, fascinado por las
imágenes. En un momento de la novel, uno de los personajes le dice, casi le grita, a este joven
seducido por las nuevas Medusas: “Existía para tus ojos, pero no para tus manos. Aquí todo es
para los ojos, y nada para las manos. Los escaparates, como
el cineo la televisión, son para los ojos, ¡sólo para los ojos!. Son cosas que tendrías que
entender. ¡Y lo antes posible, mejor!”. Hay que entenderlo lo antes posible: vivimos en un mundo
escaparate-cajita de música.

Mundo escaparate.

Y como nos recordaba el director alemán de cine, Win Wenders, las imágenes no son jamás
inocentes, todas reclaman algo de nosotros, todas nos piden, nos exigen algo.

Mundo de maravillas. Celofán y neones. Sonidos que, unidos a las imágenes, las dotan de
otra magia, de un poder de penetración bestial, terrorífico según se piense (o se mire). Como prueba
basta que repases una colección de anuncios. Imágenes cada vez más cuidadas, pequeños relatos
cada vez más cine en supercorto, y música, música que te envuelve. El poder de los sonidos también
es notable en nuestro mundo (y siempre, cómo no caer en la hipnosis de percusiones africanas con
miles de años de antigüedad). Las músicas de los anuncios son algo más que un acompañamiento
musical, muchas veces acaba convirtiéndose en un hit, en un éxito de ventas. Por ejemplo esta
canción que se utilizaba para “animar” un anuncio de una compañía aérea norteamericana: la canción
en concreto, “Adiemus”, dio paso a un disco titulado, como no, “Adiemus. Songs of

1 ZUNZUNEGUI, S. “Pensar la imagen”. Ed. Cátedra.


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2 3
TOURNIER. M. “La gota de oro”. Ed. Alfaguara.
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Sanctuary” (de Karl Jenkins y Mike Ratledge). El disco fue todo un boom. Tanto que dejó su
secuela: “Adiemus II”.

• Escucha la canción. Cierra los ojos. No sé si recuerdas el anuncio.


Intenta ponerle imágenes. ¿Crees que puede ser un sonido adecuado
para un anuncio de líneas aéreas?. ¿Por qué?

Mundo escaparate. Mundo cajita de música. Regalos para los ojos y para los oídos. Pero
nuestra vida cada vez más se identifica con una realidad que ya no tiene el lenguaje como
límite (tal y como quería el filósofo Wittgenstein), sino la vista.

Para terminar este primer punto, lee este artículo que apareció en la revista “Caja Negra”, en
su primer nº (la versión que te ofrezco es la que aparecía en Internet):

Las imágenes inundan nuestra cabeza, asaltan nuestros ojos y se han


convertido enel lenguaje dominante del mundo contemporáneo. Para
lograrlo se han pertrechado de una batería interminable de instrumentos generadores
y reproductores. La fotografía inició el vínculo entreimagen y
tecnología, una relación clave que no ha cesado de sumar
variantes deéxito progresivo y ascendente. Cámaras digitales y ordenadores de
última generación se combinan con la telecomunicación y la ingeniería electrónica para
captar y transmitir imágenes a todos los rincones del planeta, con satélites que nos
riegan desde el espacio con sus barridos saturados de canales. Cada innovación técnica
lejos de suplantarla, convierte en clásica la aplicación anterior, le otorga un
valor añadido y se van sumando al festival de imágenes que nos rodean. Así, la
fotografía, el cine, la televisión y ahora la imagen digital, se adueñan de más
momentos del día, de más horas de la vida.

Vivimos un tiempo en que la representación ha llegado a ser más relevante


que la realidad. Las imágenes que reproducen el mundo físico son más
eficientes y más fieles para darnos información sobre lo que nos rodea. Se
ha construido un universo en el que los referentes ideales no existen
más que enlos monitores y en las ilustraciones impresas,
no habitan entre nosotros. El modelo al que aspiramos, el
motor de nuestras fantasías y el objeto de deseo no son de este mundo, no
están hechos de carne y hueso: su unidad de medida es el "pixel", el "frame" o el
fotograma. Los cánones de belleza los determinan las fotografías de las/los modelos más
que las propias personas que ejercen el oficio. Valoramos más y entendemos mejor la
imagen que el original.

La comunicación visual ha llegado a ser tan potente y masiva y genera un


ruido tan ensordecedor que bordeamos la saturación definitiva que impida asimilar
sus contenidos. Las imágenes nos apuntan desde todas las perspectivas, traducen
nuestras fantasías, dirigen nuestros deseos y alimentan nuestros fantasmas. El hombre
había soñado siempre con crear un idioma artificial que se pudiera extender por todo el
globo y lograr la comunicación internacional, desde el utópico esperanto hasta los
lenguajes de ordenador. Pero ya existe un idioma universal. No hay manifestación más
potente y extendida que la cultura de la imagen. Capta la atención de los bebés que aún
no saben hablar, hipnotiza a los pueblos menos desarrollados y conoce
registros para seducir a los más
cultivados. No repara en sexo, raza o edad: nadie esta a salvo de su poder.
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La cultura visual que ha triunfado en la segunda mitad del siglo XX fue impulsada
inconscientemente por la iglesia católica desde el Renacimiento, al
utilizar la obra de pintores y escultores como
herramienta de propaganda religiosa frente a la reivindicación luterana del libro.
Imposible adivinarlo cuando los iconoclastas bizantinos y protestantes luchaban contra la
semilla de lo que resultaría ser, para bien o para mal, la manifestación triunfante del
tercer milenio.
Actualmente, la presencia en los medios es sinónimo de éxito
social. Nadie es más famoso que las estrellas de la pantalla o los ídolos musicales. Pero
lo que nos llega de ellos no es más que un reflejo, sus imágenes en los monitores o sus
fotografías en la prensa. Las imágenes superan con creces las cualidades humanas,
porque a la materia prima de los simples hombres y mujeres que les ceden sus
rostros, suman el perfeccionamiento millonario de producción y
postproducción que acompaña cualquier puesta en escena mediática.
Ningún mortal puede competir con la omnipotencia de la imagen. El
misterio, la abstracción intangible, la fascinación onírica del mundo de las
imágenes se eleva muy por encima de la existencia terrenal del pesado mundo físico.

Las imágenes alimentan nuestros magnetoscopios mentales, encienden


nuestra fantasía diurna y se cuelan en nuestros sueños nocturnos. Nos presentan una
realidad paralela con la que es más fácil lidiar, porque somos nosotros quienes
aparentemente la activamos o despachamos. Nos entregamos a su merced y
cuando queremos, cerramos la revista, apagamos el monitor o evitamos la película. 0 eso
creíamos hasta que nos dimos cuenta de que no podíamos suspender el consumo de
imágenes. Nos hemos convertido en adictos. Cuando dejamos de mirar, los ecos de la
imagen continúan reverberando en nuestro cerebro y se apropian
de terrenos inconscientes, asaltándonoscuando no queremos.
Salvo lo que observamos en nuestras limitadas vidas, el resto del mundo
nos llega en forma de imágenes que aportaninfinitamente más
información que la observación directa. ¿Cómo renunciar a la deliciosa
ubicuidad que nos proporcionan las imágenes?

“Un mundo de imágenes”. Juan Carlos Pérez Jiménez.

Bien, lee el artículo y:

1) Resume su idea principal.


2) ¿Con qué argumentos justifica el autor esa idea?
3) Valora la idea principal y sus argumentos justificativos.

2. - DE LA CI VILIZACI Ó N DE LA IMAGE N A LA CULTUR A A U DI O VI S U AL.

“Desde que en 1969 Enrico Fulchiginori publicó el libro La civilización de la imagen, el


título ha sido utilizado hasta la saciedad para designar una época caracterizada por el
predominio de la comunicación visual sobre la escrita. Pero el término no se refiere
únicamente al ya conocido fenómeno de la intensa circulación de imágenes en nuestra
sociedad, sino que alude a un problema de fondo tan complejo como el desplazamiento de
la Era de la Tipografía (la palabra escrita) por la Era del Audiovisual. Este cambio
supone la alteración del contenido y el significado del denominado discurso público (educación,
política,...) puesto que dos medios tan sumamente diferentes no pueden dar lugar a las
3
mismas ideas”

El texto sirve como introducción. Antes decíamos que imágenes y sonidos han estado
siempre presentes en las sociedades y grupos humanos; pero mentiríamos si afirmáramos que todo
sigue siendo igual que hace dos mil o doscientos años. Entre las épocas en las que se producían
imágenes como las que he incluido antes y hoy

3 VARIOS “Las claves del cine y de los medios audiovisuales”. Ed. Planeta. 1994.
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todo ha cambiado. Entre el Adán y Eva de la Edad Media y la fantasía futurista de la película
“Blade Runner”
nada es igual. ¿Pero qué es lo que ha
cambiado? :

De entrada, han cambiado los sistemas de producción,


distribución y consumo (almacenamiento) de imágenes y
sonidos. El siglo XX es el siglo del cine, de la TV y del vídeo
(también del disco de vinilo, del CD, del disco láser...). Jamás,
probablemente, se imaginó que los medios técnicos podrían cambiar
tanto en tan poco tiempo. El cambio en la tecnología no es un
simple cambio; sus repercusiones sociales son más que evidentes.
Ya nada es igual. El cine y la TV cambiaron mentalidades; el vídeo,
también. El sensoround aplicado en el hogar, también, la edición
digital también, el cable o Internet no hace falta ni comentarlo. Nada
es, ni de lejos, como hace cien años se pensaba que podría ser.

Para que veas las ilustraciones que hay en el texto se ha


tenido que contar con un escáner, un ordenador, un sistema de tratamiento de imagen... Esto, aunque
a ti te parezca mentira, no era imaginable hace veinte diez años. Pero esos cambios tecnológicos
han generado otros; el principal de ellos: el aumento en la oferta para el consumo de imágenes y
sonidos. Hoy se ha disparado el consumo de imágenes y sonidos. Estamos rodeados por ellos
hasta el punto de que desde 1969 alguien empezara a hablar de civilización de la imagen. Somos
consumidores compulsivos de imágenes y sonidos. Y todo no ha hecho sino empezar, espera y verás
(nunca mejor dicho: ¡verás!).

¿Pero ha cambiado nuestra actitud en función del nuevo mundo, del mundo audiovisual?. Si
sólo nos diferenciamos de la persona de hace mil años en que podemos disfrutar de más imágenes y
de que contamos en casa con una ventana abierta al mundo, a la inmediatez de la noticia (nos
sirven el mundo día a día en nuestra casa como si de una telepizza de noticias e imágenes y
sonidos se tratara), no hemos avanzado mucho (sólo que ahora somos glotones de imágenes y
sonidos, adictos a..).

Ya en los años 30, Walter Benajmin escribía: “<<No el que ignore la escritura, sino el que
ignore la fotografía>>, se ha dicho, <<será el analfabeto del futuro>>”. Benjamin nos ponía, no sé si
queriendo, en la pista de un problema: ¿se puede hablar de civilización audiovisual sólo porque
ahora no es fácil librarnos de las imágenes y de los sonidos?. Respondo: no, el aumento de la oferta
y de la demanda no garantiza el que estemos
instalados en una CIVILIZACIÓN. Esta palabra es muy seria y, de entrada, requiere que haya una
CULTURA,
una ALFABETIZACIÓN, en relación con los lenguajes
audiovisuales.

Paul Virilo, comentando la idea de Benjamin, señala: “Hace tiempo que las últimas
generaciones comprenden con dificultad lo que leen (¿estás de acuerdo?), porque son incapaces
de re-presentárselo, dicen los profesores (¿estoy de acuerdo?)... Para ellas, las palabras han
terminado por no formar imágenes, puesto que,
según los fotógrafos, los cineastas de cine mudo, los propagandistas y publicistas de principios de
siglo, las imágenes al ser percibidas con gran rapidez debían reemplazar a las palabras: hoy, ya no
tienen nada que reemplazar y los analfabetos y disléxicos de la mirada no dejan de multiplicarse.”
1) ¿Qué significa lo que dice Paul Virilo?
2) ¿Estás de acuerdo?

Lo pero de todo, respondas lo que respondas, es que todos creemos que el lenguaje que
emplean los medios audiovisuales es algo que tiene un carácter natural, casi innato, y que, por lo
tanto, todos nacemos sabiendo enfrentarnos a esos mensajes. En los años que llevas en la escuela
se te ha enseñado a leer y escribir, se te ha alfabetizado e introducido en las complejas claves de los
lenguajes verbales; ¿pero se te ha alfabetizado e introducido en los lenguajes audiovisuales?.

Esto que tienes al lado no es sólo una foto, una imagen,


es un fotograma, parte de una película (Al final de la escapada
de Godard).
¿Cuándo se nos ha educado para ver el cine como una
construcción
compleja basada en un lenguaje propio? ¿Sabrías identificar el
tipo de plano que utiliza aquí el director? ¿Sabrías, una vez
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identificado el plano, decir por qué utiliza ese plano y no otro?. Para
todos, el cine es mero pasatiempo (que pase el tiempo, como si nos
sobrara); nada más.

Civilización de la imagen formada por una legión de disléxicos y


analfabetos de la mirada. Es como si dijéramos que en un mundo repleto de locales de comida basura
con colas hasta la calle de gente esperando consumir eso que llaman comida, todos fueran unos
gourmets.
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Rodeados por imágenes y sonidos que quieren algo de nosotros, y que, más veces de las que
creemos, lo consiguen. Y nosotros como sujetos pasivos de un acto en el que alguien juega y nos
mete en un juego... sin explicarnos las reglas. Qué quiere de mí la publicidad. Qué busca el autor de
este anuncio. ¿Por qué hace eso como lo hace?

Puede que estemos en camino de formar una verdadera civilización audiovisual, pero para
ello es necesario, primero, sentar las bases de una cultura audiovisual. ¿Qué significa esto?. Al
menos, dos cosas:

! Adquirir conciencia de que imagen y sonido, tanto por separado como articulados en los
mensajes audiovisuales, son lenguajes codificados, no naturales, responden a
convenciones artificiales. Esto supone admitir que el hecho de estar fisiológicamente
capacitados para ver y oír no es garantía de que sepamos enfrentarnos a esos
lenguajes como personas capacitadas para penetrar en el
sentido de esos textos e interpretarlos críticamente. Ah, que no te quepa la menor duda
de que se disfruta más de las cosas cuando se sabe más sobre ellas.
! La necesidad de dar el salto cualitativo desde nuestra condición de consumidores
compulsivos
(enfermizos, neuróticos, glotones) que ni degusta lo que come ni lo disfruta plenamente, a
la condición de sujetos activos capaces de enfrentarse con los textos audiovisuales
desentrañando no sólo lo que dice sino, sobre todo, por qué lo dice (y piensa que para
poder decir esto además de ver hay que saber mirar; además de consumir hay que
preguntarse qué consumo; y, especialmente,
cuando sé cómo está hecho algo puedo estar más cerca de saber ese por qué). Consumir
por consumir no significa disfrutar más, sino ser un poco... tonto. El espectador debe
reivindicar su derecho a participar, a no dejarse engañar, engatusar, seducir.

3 . - Y FIN: EL APOCALIPSIS DE LA PALAB RA.

Para terminar esta introducción. Hay mucho agorero por ahí suelto. Demasiados que llevan
casi toda la segunda mitad de este siglo avisando del apocalipsis de la palabra escrita, del verbo, de
los libros. Las imágenes asesinarán a los libros; muertos los lectores, sólo quedarán los bárbaros.

Por ejemplo, Mario Vargas Llosa, insistía el año pasado en este horizonte catastrófico.
¿Saben lo que dicen? Sí; pero espero que también sepan por qué lo dicen.

Palabra e imagen no son enemigas. No hay una oposición entre ambas: o la una o la otra.
¡Cómo va a haberla si la palabra es desde el principio mismo imagen!. Cuando yo escribo CASA
estoy dibujando un
objeto, sólo que lo dibujo de forma abstracta. Las palabras son imágenes abstractas, no
figurativas; pero imágenes. Eso lo sabían muy bien antes cuando escribir era un arte y existía una
consideración por eso que se llama caligrafía.

Un mundo audiovisual no tiene que ser, necesaria e inevitablemente, un mundo sin libros.
Aunque sólo fueran los guiones literarios de las películas, existirían libros (¿o es que Vargas Llosa
piensa que una película se hace partiendo de nada?). Y, por cierto, ¿sabes lo que más me gustó
de la película El paciente inglés?, leer después la novela y comprobar cómo ambas narraban dos
historias... diferentes. ¿Qué prefiero, el libro o la película?. Lo pasé muy bien en el cine (¡me gusta el
cine!). Disfruté como un enano leyendo la novela (aunque he de reconocer que le encontré, como
lector de novelas, algunos peros). Es más, mientras la leía yo hice una nueva versión en imágenes
(imaginé) de El paciente inglés. No podrás verla, ya lo siento.

Los libros no están amenazados. La cultura de la imagen no es sinónimo de barbarie.


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ANEXO. OTRA FOTO SIN DOBLE INTENCIÓN

Aunque la fotografía no es propiamente un lenguaje audiovisual, ya te señalé al presentarte la


materia que haríamos alguna incursión en el terreno de la imagen fija, la foto, porque es allí donde
uno puede iniciarse en cuestiones como el aprender a mirar o el aprender a leer el sentido de una
imagen.

El director de cine alemán Win Wenders decía en uno de sus guiones que todas las
imágenes quieren algo de nosotros, ninguna es inocente. Bueno, tal vez en las que hemos visto ya en
estos primeros días te hayas podido percatar de esto, tal vez hace tiempo que ya lo sabías o
sospechabas; pero por si acaso aquí te ofrezco algo recién salido del horno de la prensa.

La imagen que vas a ver consta del titular y la foto que acompañaba a un artículo de prensa
de septiembre de 1999. El diario al que pertenece es “El Periódico de Aragón”. Lee, mira y juzga. Tú
mismo. Tú misma.

A lo mejor es necesario contraponer otra imagen para, de paso que llenamos página, trabajar
sobre un mismo tema pero con una orientación diferente. Ahora verás una foto publicitaria de
una tienda de ropa femenina, ropa juvenil.
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Y PARA TERMINAR UNA OBRA DE ARTE.

Sin palabras, pero con mucho sentido. Una fotografía del genial, polémico y ya
desaparecido
Mapplethorpe. Disfrútala.
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ANEXO: LA IMAGEN ES UN TEXTO COMPLEJO.


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Toda imagen es un texto que se mueve en un doble nivel (no siempre; en ocasiones sólo
nivel). funciona a un

! Nivel superficial: denotación: la imagen dice lo que representa y nada más;


sólo eso
(valor descriptivo. Imagen icono)
! Nivel profundo: connotación: la imagen expresa un mensaje oculto,
construido por el autor y que es preciso descifrar por parte del que la ve gracias a
una serie de recursos (personales -la cultura de cada cual- y del propio texto
imagen -las claves que inserta el autor para que tú le entiendas-). Estamos ante
imágenes que funcionan como símbolo y que van más lejos de una simple
descripción.

Cuidado porque muchas veces las imágenes se nos ofrecen como simples iconos
(descripción y nada más) cuando en realidad están vehiculando mensajes ocultos, complejos, que
nos llegan, aunque no nos demos cuenta. Un ejemplo. Ahora se habla mucho de Pinochet y se le
muestra en los medios (prensa escrita, televisión...). ¿Imágenes inocentes?.

4
Pinochet. 23 septiembre 1999 Pinochet. 1973. Tras el golpe de

5
Estado . Dos imágenes de un mismo personaje, en dos momentos diferentes; pero que

si las utilizamos hoy


tenemos que tener presente un hecho: hoy ha empezado el juicio de extradición contra Pinochet
acusado de haber cometido crímenes en su etapa de dictador en Chile.

! ¿Imágenes denotativas o connotativas? ¿Por qué?


! Dos mensajes: cuáles.
! ¿Si hoy tú fueras redactor/a jefe de un periódico, cuál de ellas utilizarías? ¿Por
qué?

Pasamos a otra imagen. Ve a la página anexo a Tema 1 que ya te he entregado. La


imagen de la selectividad. Ésta nos va a servir para descifrar cuándo una imagen funciona como
denotación a secas o cuándo como connotación. Fíjate en la foto, sólo en ella. Imagina que te la has
encontrado en un libro de un fotógrafo pero que en el pie de foto sólo pone los datos del autor, la
fecha y, escuetamente, lo siguiente: Examen de
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4 Reuters en El País. 26 de septiembre de 1999


5
Un siglo revolucionario. El País.
selectividad en la Universidad de Zaragoza. 1999. Ahora vuelve a mirarla y analízala en su contexto
(prensa, acompañando a artículo, bajo determinado titular destacado en el artículo, tamaño de la letra,
tamaño de la imagen). ¿Es la misma foto en las dos situaciones?

Observa y analiza la siguiente imagen:

Robert Doisneau. El
6
cuadro.

Bien, para culminar esto vas a buscar tú en estos días (te doy una semana) un ejemplo
de imagen puramente denotativa y otro de una imagen connotativa. Analiza ésta última.

Seguiremos analizando

imágenes. Por ejemplo éstas:

Foto aparecida en “El País” del


15 de noviembre de 1998. Con el
siguiente pies de foto: “Joaquín
Almunia y José Borrell se
abrazan durante el mitin de
Almunia”.

La imagen ha sido tomada por


Julián
Rojas
.

El titular del artículo era: “Borrell


se atribuye el papel de
interlocutor del PSOE con Aznar”.

¿ES UNA IMAGEN


INOCENTE?
6
MOMA. Nueva York.
Imagen aparecida en El País del 15 de noviembre de 1998.
Firmada por Ricardo Gutiérrez. Con el pie de foto siguiente: “Los
ministros Rato (izquierda) y Mayor Oreja”

¿OTRA IMAGEN INOCENTE?. En la prensa la


fotografía suele aparecer como ilustración pura y simple, algo
para romper la monotonía del texto.

¿ES ESTO UNA SIMPLE ILUSTRACIÓN? (Argumenta la


respuesta)

! Busca en la prensa de estos días algunas imágenes que


tú creas funcionan con algo de mala leche, con una doble
intención, que se quieren hacer pasar por ilustraciones
cuando son algo más, mucho más.

Fotografía aparecida en El País en el verano de este año 2000.


El autor es J. Bienvenido.

¿Le hace falta un pié de foto explicativo?.

Fotografía aparecida en El País como fondo de un


reportaje sobre inmigrantes.
ANEXOS

¿Qué es la cultura visual?7

La vida moderna se desarrolla en la pantalla. En los países industrializados, la vida es presa de


una progresiva y constante vigilancia visual: cámaras ubicadas en autobuses, centros comerciales,
autopistas, puentes y cajeros automáticos. Cada vez son más numerosas las personas que miran
atrás utilizando aparatos que van desde las tradicionales cámaras fotográficas hasta las
videocámaras y webcams o cámaras web. Al mismo tiempo, el trabajo y el tiempo libre están
centrándose progresivamente en los medios visuales de comunicación, que abarcan desde los
ordenadores hasta los DVD (Digital Video Disk). Ahora la experiencia humana es más visual y está
más visualizada que antes: disponemos de imágenes vía satélite y también de imágenes
médicas del interior del cuerpo humano. Nuestro punto de vista en la era de la pantalla visual es
crucial. La mayoría de la población de Estados Unidos sigue la vida a través de la televisión y una
cantidad mucho menor lo hace a través del cine. El norteamericano medio mayor de dieciocho años
ve tan sólo ocho películas al año, mientras que se pasa cuatro horas diarias frente al televisor. Estas
formas de visualización se enfrentan ahora al desafío de los medios visuales de comunicación
interactivos como Internet y las aplicaciones de la realidad virtual. En 1998, había treinta y tres
millones de norteamericanos conectados a la Red y en la actualidad son muchos más. En esta
espiral de imaginería, ver es más importante que creer8. No es una mera parte de la vida cotidiana,
sino la vida cotidiana en sí misma.

Observemos algunos ejemplos de la constante espiral en la que está inmersa la aldea global. El
secuestro del pequeño Jamie Bulger en un centro comercial de Liverpool fue captado de
forma impersonal por una videocámara de vigilancia, lo cual constituye una escalofriante
prueba de la facilidad con que el delito fue tanto cometido como detectado. Al mismo tiempo, y a
pesar de la teoría de que la vigilancia constante aumenta la seguridad, eso no sirvió para evitar que el
niño fuera raptado y, finalmente, asesinado. La visualización de la vida cotidiana no significa que
necesariamente conozcamos lo que observamos.
Visualizando
Uno de los rasgos más chocantes de la nueva cultura visual es el aumento de la tendencia a
visualizar las cosas que no son visuales en sí mismas. Este movimiento intelectual cuenta con la
inestimable ayuda del desarrollo de la capacidad tecnológica, que hace visibles cosas que nuestros
ojos no podrían ver sin su ayuda: desde el descubrimiento accidental de los rayos X, en 1895, por
parte de Roentgen, hasta las «imágenes» telescópicas de las distantes galaxias, que debemos a
Hubble y que son transposiciones de frecuencias que nuestros ojos no pueden detectar. Una de las
primeras personas que destacó estos descubrimientos fue el filósofo alemán Martin Heidegger,
quien los denominó el crecimiento de la imagen del mundo. Declaró que «una imagen del mundo
[...] no consiste en una fotografía del mundo, sino en el mundo concebido y captado como una
imagen [...] La imagen del mundo no cambia por haber dejado de ser medieval y haberse convertido
en moderna, sino porque el mundo se ha convertido por completo en una imagen y eso es lo que
hace que la esencia de la edad moderna sea diferente» (Heidegger, 1977, pág. 130). Imaginemos a
un conductor en una típica autopista norteamericana. El progreso del vehículo depende de una serie
de juicios visuales que realiza el conductor teniendo en cuenta la velocidad relativa de otros vehículos
y todas las maniobras necesarias para llevar a cabo el viaje. Al mismo tiempo, el conductor es
bombardeado con otra información: semáforos, señales de tráfico, intermitentes, vallas publicitarias,
anuncios sobre el precio de la gasolina o sobre tiendas, la hora local y la temperatura, y muchas
cosas más. Aun así, la mayoría de las personas considera el proceso tan rutinario que pone música
para no aburrirse. Hasta los vídeos musicales, que saturan el campo visual con distracciones y van
acompañados de banda sonora, tienen que aderezarse con mensajes de texto móviles. Esta
importante habilidad para absorber e interpretar la información visual es la base de la
sociedad industrial, y en la era de la información está adquiriendo aún una mayor importancia.
No es una
7
MIRZOEFF, N. Una introducción a la cultura visual. Editorial Paidós. 2003
8
Un aspecto que deberemos discutir en estas clases será la tenue línea que separa la
CREDIBILIDAD de la
CREDULIDAD. Deberías buscar la definición precisa de estas dos palabras.
cualidad propia del ser humano, sino una capacidad aprendida relativamente nueva. De acuerdo
con una valoración reciente, la retina contiene cien millones de células nerviosas que son capaces de
realizar cerca de diez mil millones de operaciones de procesamiento por segundo. Dicho de otro
modo: la cultura visual no depende de las imágenes en sí mismas, sino de la tendencia moderna a
plasmar en imágenes o visualizar la existencia.

SOBRE LA IMAGEN COMO LENGUAJE NATURAL Y LA CIVILIZACIÓN DE LA IMAGEN

Hay un libro que deberías leer si realmente te interesa esto de la imagen. Ese libro,
9
recientemente reeditado, es Modos de ver de John Berger . Entre otras cosas porque nos
sitúa ante un problema muy interesante. Hay dos capítulos (los autores, porque además de Berger
colaboran otras personas, los llaman Ensayos), el 4 y el 7 que consisten sólo en imágenes. No
hay palabras. No hay texto. No hay título. Sólo imágenes (desgraciadamente la edición de
Gustavo Gili, que es una editorial que suele realizar en ocasiones libros muy cuidados, pero
caros, ha optado esta vez por ir hacia un libro que no sea muy caro a costa de no cuidar
demasiado la reproducción de las imágenes). ¿Son fáciles de leer estos capítulos? ¿Son
fáciles de entender?. A mí me produjeron desasosiego. ¿Qué me ha querido decir? Los miro de vez
en cuando y siento la sonrisa de Berger en mi espalda repitiendo eso de que formo para de la cultura
o civilización de la imagen.

En ese libro, especialmente en el primer capítulo o ensayo, se afirman cosas muy


interesantes que ahora te traslado para que tú, adicta o adicto como yo a las imágenes, reflexiones.

Primera afirmación: "La vista llega antes que las palabras. El niño mira y ve antes de
hablar".

¿De acuerdo?. Bien, parece, pues, que Berger está sosteniendo lo que ya hemos dicho
en clase: al parecer, la imagen es un lenguaje natural. Y entendemos por lenguaje natural aquél que
no nace de una convención, como el lenguaje verbal, y que, por lo tanto, no requiere ser enseñado ni
aprendido porque, como es natural, todo ser humano nace sabiéndolo. De igual manera que es
natural respirar y nadie nos enseña a ello, ni tenemos que pensar en cómo hacerlo.

Segunda afirmación: "La vista es la que establece nuestro lugar en el mundo". Vamos,
algo que ya hemos dicho en clase: somos animales visuales y es desde la vista que conformamos o
construimos nuestro ser en el mundo. A lo mejor el año pasado en Filosofía te hablaron de una tal
Wittgenstein que afirmaba que "los límites de mi mundo coinciden con los límites del lenguaje".
Aquello que no sé decir, no existe, no tiene, para mí, estatuto de realidad. Pero ahora Berger da
un paso y señala que los límites de la realidad coinciden con los límites de mi visión (terrible,
sobre todo para mí que soy miope). Aunque enseguida el propio autor (un hombre que ama las
imágenes y que al mismo tiempo, como literato que es, no puede dejar de adorar a las
palabras,) señala que "el conocimiento, al explicación, nunca se adecua completamente a la
visión." Y ahora viene lo realmente interesante:

Tercera afirmación: "LO QUE SABEMOS O LO QUE CREEMOS AFECTA AL MODO EN


QUE VEMOS LAS COSAS"

O dicho de otro modo: ver puede que sea, lo es, una cualidad natural y, por lo tanto,
innata a las personas. Si una persona se ve privada de esta cualidad es por accidente o por defecto
natural. Un miope como yo o un ciego son personas naturalmente defectuosas porque, en el caso del
miope ahora y en el del ciego dentro de muy poco, ya lo verás, salvo que reciban una ayuda externa
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en forma de prótesis (gafas) su forma de relacionarse con la realidad es en mayor o en menor
grado limitada o fallida.

Pero, si ver es una cualidad natural, MIRAR es un acto cultural y, por lo


tanto, mediatizado por muchos factores externos (sexo, edad, posición
social, educación recibida, sociedad en la que se vive, tradiciones de las
que se participa, ideología en la que se cree...). "En la Edad Media, cuando
los hombres creían en la existencia física del Infierno, la vista del fuego
significaba seguramente algo muy distinto de lo que significa hoy. No
obstante, su idea del Infierno debía mucho a la visión del fuego que
consume y las cenizas que permaneces, así como a su experiencia de las
dolorosas quemaduras."
9 Ha sido reeditado por la editorial Gustavo Gili. Barcelona. 2000.
10
Para que puedas reflexionar bien sobre lo que te digo, busca el significado de esta palabra en el
diccionario.
Me encantó leer esto a un tipo como Berger que me parece genial en sus apreciaciones y al
que me gustaría parecerme cuando yo sea mayor, porque venía a confirmar algo que verás yo te he
puesto en el capítulo que he dedicado a la fotografía.

"Toda imagen encarna un modo de ver. (...) El modo de ver del fotógrafo (que va a ser
lo que en realidad nosotros vemos en la fotografía que no es otra cosa que una
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mirada expuesta, congelada, detenida en el instante de captar algo ) se refleja en la
elección de su tema (lo que vemos es algo que se nos impone desde afuera) (...) Sin
embargo, aunque toda imagen encarna un modo de ver, nuestra percepción o
apreciación de una imagen depende también de nuestro modo de ver."

Esto era lo que vi (VER) cuando miré (MIRAR) el asiento del otro lado en un tren en el que me
aburría.

!
Mirada
REALIDAD

Esta es la imagen construida por mí


y la que tú estarías viendo como
imagen de una realidad captada por mi
vista si yo no te hubiera puesto la
imagen de partida, la
realidad.

Esta imagen no es un fruto natural de la visión entendida como sentido. Esta imagen, pues,
no es ningún lenguaje natural (con un sentido unívoco, único). Esta imagen es fruto de...
Probablemente de un aprendizaje en la manera de ver la realidad que uno, yo, he seguido a lo
largo de muchos años de mirar. Pero además, esta imagen como fruto de mi mirada tal vez pueda
explicar cosas sobre lo que sé, lo que creo... Desde luego que esta otra imagen sí que es fruto de una
mirada educada. Me apetecía transformar una foto en blanco y negro en una cosa mixta donde la
gama de grises y el color (extraño) se mezclaran. Ya sé que no se parece en nada, pero cuando
hice esta foto estaba intentando aprender a hacer algo que vengo viendo últimamente en
muchos anuncios.

11 Este paréntesis y los demás los añado yo.


Las imágenes de masas son máquinas insistentes hechas para que florezcan y triunfen, estúpidos y
soberbios, los estereotipos: «Figuras mayores», decía Roland Barthes, «de la ideología.» La angustia
que tales imágenes suscita nace de su misma abundancia, de su vehemente carácter de mercancías,
multiplicadas ad náuseam por las industrias culturales contra las que nos hallamos en guardia desde
los años treinta, gracias a las advertencias de Bertolt Brecht, de Theodor Adorno y de Walter
Benjamín.
Como sabemos, esta desconfianza con respecto a la industria cultural se basa en tres temores: 1)
que pueda
reducir a la gente al estado de masa y obstaculizar la estructuración de individuos emancipados,
capaces de discernir y de decidir libremente; 2) que se pueda reemplazar, en la mente humana, la
legítima aspiración a la autonomía y a la toma de conciencia sustituyéndola por un conformismo y una
pasividad altamente regresivos; 3) en suma, se puede extender la idea de que los seres humanos
desean vivir extraviados, fascinados y embaucados en la confusa esperanza de que alguna peculiar
satisfacción hipnótica les llevará a olvidar, por un instante, el mundo absurdo en el que viven.
Esta desconfianza y estos temores encuentran hoy plena justificación, sobre todo por lo que atañe a
las imágenes de cine y de televisión. Ya nadie ignora que los grandes medios de producción de
comunicaiones audiovisuales están ahora controlados, financieramente, por grupos bancarios, por
conglomerados o empresas gigantes que aspiran a tener la misma influencia que tuvieron los partidos
políticos en el poder. Los grandes holdings ya no se limitan a controlar un médium único o un simple
sector de las industrias culturales; poseen a la vez emisoras de televisión y fábricas de producción
de televisores; por otra parte, fabrican películas y series televisivas, o bien editan discos,
videocasetes, videodiscos, DVD y en la actualidad están tratando de apoderarse de Internet.
Esta nueva situación económica, tanto por sus dimensiones como por la agresividad de sus
métodos de promoción de los productos, ha modificado radicalmente en su estructura íntima el cine y
las emisiones de televisión. Estos gigantescos conglomerados culturales disponen de enormes
medios en materia de investigaciones y de estudios de mercado, que les sirven para fabricar
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imágenes calibradas exactamente en función de la demanda más universal que exista.
Esta clase de producción exige que los creadores, y en particular los guionistas y los directores,
se supediten a las opciones y decisiones de los managers comerciales; la valoración del producto,
su «perfil», se determina según unos criterios, meramente burocráticos, que proceden de las leyes
del marketing. Esto supone la implacable supresión de los productos más «frágiles», los que van
destinados a grupos muy restringidos de espectadores.
De este modo, toda obra de búsqueda formal, de autor singular, de creación original, cuando llega a
una gran pantalla se tropieza cada vez más con la incomprensión, y hasta con la hostilidad, de un
público que, deformado por las leyes retóricas del cine comercial, se ve súbitamente enfrentado a un
lenguaje extraño. Dentro del sistema actual, las obras demasiado originales y demasiado personales
reciben muy poco estímulo. Por el contrario, el estímulo se orienta hacia las sensibilidades medias
que se apoyan en valores indiscutidos y que repiten hasta la saciedad lo que todos admiten sin
resistencia alguna. El contenido de estas películas se erige sobre temas de interés general que, dicho
sea claramente, no suelen derivar de ninguna cultura nacional (no podemos dejar de advertir que
muchos de los éxitos del cine norteamericano
se basan, dramatúrgicamente, en los mecanismos del miedo o en una trama fantástica); su forma
y su estilo aplican

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¿Seguro que no son ellos los que crean la demanda?
estrictamente las recomendaciones de una legibilidad máxima: claridad y simplicidad, nada de
imprevistos, linealidad sin trompicones, convencionalidades... Es evidente que dichas películas difieren
entre sí, pero obedecen indefectiblemente a la misma estructura. «La forma espuria de la cultura de
masas», decía Roland Barthes, «es la repetición vergonzosa: repite los contenidos, los esquemas
ideológicos, la difuminación de contradicciones, pero varía las formas superficiales: no cesan de
aparecer libros, emisiones, nuevas películas, sucesos, pero siempre con el mismo significado.»
En este aspecto, todos los relatos filmados reproducen hoy la eficacia visual y narrativa de los
spots publicitarios; de algún modo, éstos han llegado a ser centros de experimentación que
perfeccionan el acabado de los productos que lanza la mayor tecnología cultural; su «modernidad»
encuentra la aceptación de todo el mundo y hasta fascina a los cineastas más personales: «¿Dónde
se halla hoy Eisenstein?», se pregunta Jean-Luc Godard, y él mismo se contesta:
«¡En los spots publicitarios para las
medias Dim!».
El estilo de los spots (primeros planos fugaces, letras gruesas, comentarios suavizados) persigue
la comunicación inmediata y propone sentido a gran velocidad. En su mayor parte, los spots se
construyen además como microficciones; obedecen a las leyes del relato lineal convencional, con un
comienzo, un nudo y un desenlace, y siempre sugieren como contenido el culto al héroe en una
sociedad competitiva, ensalzando sin tregua el mito del éxito.
La escritura de los spots, densa, eficiente, impregna el conjunto de relatos televisados, en
particular las series norteamericanas, obligados a prever pausas narrativas con objeto de que, dos
o tres veces por episodio (cada doce minutos más o menos), puedan intercalarse ráfagas de spots.
Para colmo, dichos relatos, al entrar en comparación con los spots, han de evitar la más mínima
insipidez, lentitud o desidia. De este modo, los spots aceleran el ritmo general del cine;
paulatinamente, van determinando el estilo de los relatos televisados norteamericanos, y éstos, a su
vez, lo imponen en el mundo entero (el modelo televisivo norteamericano predomina muy
ampliamente; EE UU envía cada año aproximadamente el 75 por 100 de la totalidad de las
producciones mundiales de emisiones televisadas).
Desde hace un cierto tiempo, la impregnación del estilo spot está alcanzando al propio cine, y
las películas norteamericanas que obtienen los mayores éxitos a través del mundo (¿hace falta
recordar que sólo las películas y las emisiones televisadas norteamericanas gozan de una difusión
mundial?) son hijas naturales de la propaganda televisiva y de las series de episodios. De esta
manera, en la misma trama de las imágenes se propaga la americanización. Nuestra americanización
ha progresado tanto hoy en día que, para algunos, denunciarla parece cada vez más inaceptable.
De hacerlo, habría que estar dispuesto a prescindir de una buena parte de las prácticas culturales
(de vestimenta, de diversión, de lenguaje, de alimentación, etc.) que hemos adoptado desde la
infancia y que no cesan de acosarnos; muchos de nosotros somos ya una especie de seres
«transculturales» (de igual modo que se dice «transexuales»), mixtos irreversibles que poseen
mentalidad norteamericana en cuerpo europeo.
Como ya sabemos desde hace tiempo, el cine ha contribuido no poco a este estado de cosas; ya
en 1917, el escritor Upton Sinclair señalaba: «Gracias al cine, se unifica el mundo, es decir, que se
americaniza», y Marshall McLuhan, durante la década de los sesenta, precisaba: «Cuando vino el cine,
la totalidad del modo de vida norteamericano se convirtió en un anuncio interminable en la pantalla.
Todo lo que llevaban, comían o utilizaban los actores y actrices se convertía en un anuncio más eficaz
que el que nadie hubiera soñado jamás.» (…)

Diderot afirmaba: <<Estoy más seguro de mi juicio que de mis ojos”.

IGNACIO RAMONET. “La golosina visual” De bolsillo.

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