Este documento discute los conceptos fundamentales de la argumentación, incluyendo la definición de un argumento, las condiciones de verdad de las proposiciones, y las relaciones entre proposiciones principales y subordinadas. Explica que un argumento contiene una proposición principal sustentada por proposiciones subordinadas que proveen razones para pensar que la proposición principal es verdadera. También distingue entre la verdad de las premisas y la legitimidad de la inferencia al evaluar la validez de un argumento.
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Este documento discute los conceptos fundamentales de la argumentación, incluyendo la definición de un argumento, las condiciones de verdad de las proposiciones, y las relaciones entre proposiciones principales y subordinadas. Explica que un argumento contiene una proposición principal sustentada por proposiciones subordinadas que proveen razones para pensar que la proposición principal es verdadera. También distingue entre la verdad de las premisas y la legitimidad de la inferencia al evaluar la validez de un argumento.
Este documento discute los conceptos fundamentales de la argumentación, incluyendo la definición de un argumento, las condiciones de verdad de las proposiciones, y las relaciones entre proposiciones principales y subordinadas. Explica que un argumento contiene una proposición principal sustentada por proposiciones subordinadas que proveen razones para pensar que la proposición principal es verdadera. También distingue entre la verdad de las premisas y la legitimidad de la inferencia al evaluar la validez de un argumento.
Este documento discute los conceptos fundamentales de la argumentación, incluyendo la definición de un argumento, las condiciones de verdad de las proposiciones, y las relaciones entre proposiciones principales y subordinadas. Explica que un argumento contiene una proposición principal sustentada por proposiciones subordinadas que proveen razones para pensar que la proposición principal es verdadera. También distingue entre la verdad de las premisas y la legitimidad de la inferencia al evaluar la validez de un argumento.
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UNIVERSIDAD PRIVADA DE MICHOACÁN
La Argumentación
PROFESOR: LIC. AMADOR CAZARES GUTIÉRREZ
ALUMNA: ESMERALDA CEPEDA TINOCO LICENCIATURADE DERECHO 2° CUATRIMESTRE Lo primero que se tiene que hacer cuando se quiere analizar una afirmación con base en las razones que la sustentan es tratar de entender cuál es exactamente la afirmación y cuáles son esas razones. En muchos casos, la comprensión sobre lo que otras personas afirman o sobre las razones que la sustentan no es ni inmediata ni completa. Un argumento es una afirmación sustentada en razones dirigidas a alguien sustentada en razones dirigidas a alguien (individuos, auditorio y lector) con el objetivo de lograr su adhesión o al menos de justificar la posición sostenida. Por ejemplo: Si el cuerpo fuese sólo anatomía, nuestro destino estaría irremediablemente marcado, pero gracias a Dios la forma anatómica es solamente un aspecto de nuestro cuerpo. Parece que el autor quiere afirmar que nuestro destino no está irremediablemente marcado. Pero esta afirmación no está formulada explícitamente. En todos los casos en donde no es clara cuál es la aseveración en un texto ni la razón que la fundamenta, es útil hacer una paráfrasis del mismo. Parafrasear significa decir las mismas cosas de forma distinta, y para hacerlo es necesario haber comprendido cuáles son o cuáles pueden ser las cosas en cuestión. La paráfrasis de un texto obliga a profundizar su comprensión. Cuando se parafrasea un texto con la finalidad de aclarar las afirmaciones que contiene y las razones que las sustentan, es necesario dividirlo en partes para simplificar la sintaxis. Las unidades sintácticas más pequeñas en las que puede dividirse un texto son los enunciados, es decir, las secuencias de palabras que forman frases con sentido según las reglas gramaticales de la lengua en la cual se hace la paráfrasis. es necesario eliminar del texto las expresiones que no son indispensables. Para entender si una expresión es o no indispensable, hay que imaginar cómo sería el texto sin ella. Si la sustracción cambia la sustancia de lo que se dice, entonces la expresión es indispensable; si no, no lo es. Cambiar la sustancia del texto significa modificar las aseveraciones que contiene o las razones que las fundamentan. Eliminar las expresiones innecesarias y las construcciones redundantes es útil, ya que se reduce la extensión y la complejidad de los enunciados, haciéndolos más comprensibles. Sin embargo, no sólo se trata de simplificar. En ocasiones las expresiones innecesarias y las construcciones redundantes pueden ser engañosas. Cuando se expresa o se escribe un enunciado declarativo se afirma que las cosas son de cierto modo. Lo que se afirma es verdadero, siempre y cuando las cosas efectivamente sean así, de lo contrario es falso. Las condiciones que hacen que una proposición sea verdadera se llaman condiciones de verdad. Decir que una proposición es verdadera equivale a decir que sus condiciones de verdad satisfacen el modo en que las cosas son realmente. De forma semejante, decir que una proposición es verdadera si las cosas fueran de cierto modo, significa decir que su condición de verdad estaría satisfecha si las cosas fueran de ese modo. Una vez que se obtiene una lista de enunciados como resultado de la paráfrasis, tenemos que preguntarnos cuáles son las condiciones de verdad de las proposiciones que expresan. Para encontrar una respuesta, antes que nada, se necesita entender qué tipo de proposiciones se expresan. Un tipo de proposición compleja es la negación. Una proposición es la negación de otra cuando la segunda dice que las cosas son de cierto modo mientras que la primera dice que las cosas no son de ese modo. Considerando un enunciado cualquiera, siempre se puede construir un enunciado que exprese la negación de la proposición expresada por el primer enunciado. Además de establecer de qué tipo son las proposiciones expresadas en los enunciados que constituyen las paráfrasis de un texto, es necesario estipular si hay alguna relación entre las condiciones de verdad de cada una de estas proposiciones y las condiciones de verdad de las otras. Una proposición implica a otra cuando no es posible que la primera sea verdadera y la segunda sea falsa. Por ejemplo, la proposición que Mario tiene treinta y tres años implica la proposición que Mario tiene más de treinta años. Del mismo modo, un conjunto de proposiciones implica una proposición cuando no es posible que todas las proposiciones del conjunto sean verdaderas y la proposición sea falsa. Después de haber reformulado los enunciados obtenidos de la paráfrasis de un texto, para hacer explícitas las condiciones de verdad de las proposiciones que expresan, es necesario preguntarse cuál es el papel que tiene cada proposición al interior del texto. Si una proposición está subordinada a la proposición principal, es necesario preguntarse si se afirma con la finalidad de obtener un acuerdo en torno a ésta. Esto significa preguntarse si proporciona una razón para pensar que la proposición principal sea verdadera. Cuando se afirma que las cosas son de cierto modo y se considera tener derecho a un acuerdo en torno a lo que se afirma, se piensa que aquello que se afirma es verdadero, es decir, que las cosas efectivamente son de ese modo. Las relaciones que unen la proposición principal de un texto con las proposiciones subordinadas que proporcionan razones para pensar que sea verdadera constituyen la estructura argumentativa del texto. Ésta es el esqueleto que sustenta las frases y las palabras que forman el texto. Al igual que el esqueleto del cuerpo no es fácilmente visible, pero puede ser descrito indirectamente sobre la base de las propiedades externas del cuerpo, así la estructura argumentativa de un texto no es obvia, pero puede describirse de forma indirecta dadas las propiedades sintácticas y semánticas del texto. Por consiguiente, para aclarar la estructura argumentativa de un texto es necesario aclarar tanto las relaciones de subordinación que subsisten entre la proposición principal y las otras proposiciones, como aquéllas que a su vez subsisten entre las proposiciones subordinadas. La proposición principal es la proposición que si algo existe entonces su existencia no es demostrable. Las otras proposiciones tienen el objetivo de proveer una razón para pensar que esta proposición es verdadera, pero no todas están en el mismo plano. Un texto contiene un argumento cuando los enunciados que lo constituyen expresan una proposición principal o proposiciones subordinadas que sustentan razones para pensar que la proposición principal es verdadera. Un argumento es un conjunto de proposiciones de las cuales una está inferida por las otras. Cuando se propone un argumento se da una razón para pensar que su conclusión es verdadera. La razón está contenida en las premisas del argumento, en el sentido de que de la verdad de ésta se recaba la verdad de la conclusión. Por lo que, proponiendo el argumento se plantean dos ideas: una es que las premisas sean verdaderas, la otra es que la verdad de la conclusión pueda obtenerse de la verdad de las premisas, de tal forma que la inferencia sea legítima. El argumento es un buen argumento siempre y cuando las dos ideas estén fundamentadas, de lo contrario es un mal argumento. Por consiguiente, para establecer si un argumento es bueno o malo se deben abordar dos cuestiones: que las premisas sean verdaderas y que la inferencia sea legítima. Un texto contiene un argumento cuando los enunciados que lo constituyen expresan una proposición principal o proposiciones subordinadas que sustentan razones para pensar que la proposición principal es verdadera. Un argumento es un conjunto de proposiciones de las cuales una está inferida por las otras. Es importante entender que las dos cuestiones son independientes. Por un lado, la verdad de las premisas de un argumento no es condición necesaria para la legitimidad de su inferencia. Una inferencia puede ser legítima a pesar de que provenga de premisas falsas. De hecho, puede ser que ciertas proposiciones sean falsas, aunque a pesar de la suposición de que sean verdaderas se pueda obtener como consecuencia que otra proposición es verdadera. La proposición que la Tierra es plana es falsa, porque de hecho la Tierra no es plana. Pero de la suposición de que sea verdadera se puede obtener como conclusión que la Tierra no tiene forma piramidal. Por otra parte, la verdad de las premisas de un argumento no es suficiente para legitimar su inferencia. Una inferencia puede partir de premisas verdaderas, pero ser ilegítima. En realidad, puede que ciertas proposiciones sean verdaderas, pero que de su verdad no se pueda obtener la consecuencia que otra proposición es verdadera. Es importante entender que las dos cuestiones son independientes. Por un lado, la verdad de las premisas de un argumento no es condición necesaria para la legitimidad de su inferencia. Una inferencia puede ser legítima a pesar de que provenga de premisas falsas. De hecho, puede ser que ciertas proposiciones sean falsas, aunque a pesar de la suposición de que sean verdaderas se pueda obtener como consecuencia que otra proposición es verdadera. La proposición que la Tierra es plana es falsa, porque de hecho la Tierra no es plana. Pero de la suposición de que sea verdadera se puede 66 obtener como conclusión que la Tierra no tiene forma piramidal. Por otra parte, la verdad de las premisas de un argumento no es suficiente para legitimar su inferencia. Una inferencia puede partir de premisas verdaderas, pero ser ilegítima. En realidad, puede que ciertas proposiciones sean verdaderas, pero que de su verdad no se pueda obtener la consecuencia que otra proposición es verdadera. Los dos sentidos en que se puede avanzar el supuesto de que una inferencia sea legítima explican la distinción, adoptada por algunos, entre argumentos “deductivos” e “inductivos”. Se puede definir como deductivo un argumento presentado como válido, y como inductivo un argumento presentado como fuerte. Por ello, el argumento del hombre en el bar es deductivo, mientras que el del amigo aburrido es inductivo. Es importante que no se confunda deductivo con válido e inductivo con fuerte. La cuestión sobre si un argumento es deductivo depende de las intenciones y de lo que pretende quien propone el argumento, en el sentido que se refiere a la presunta relación entre las premisas y la conclusión. En otras palabras, la propiedad de ser deductivo pertenece o no a un argumento relativamente a lo que una u otra persona tenga en mente. No es una propiedad que pueda atribuirse al argumento simplemente examinando las proposiciones que lo forman- Las definiciones de validez y fuerza expuestas en la sección 1 tienen como finalidad aclarar la definición pletórica de inferencia legítima, por tanto, de proporcionar criterios generales que puedan utilizarse para distinguir los argumentos buenos de los malos. Reflexionando sobre dichas definiciones, se puede tener la impresión de que no se adecuan perfectamente a nuestros juicios pletóricos relativos a la cuestión de si en un argumento la verdad de la conclusión puede recabarse adecuadamente por la verdad de las premisas. Contrariamente a lo que se podría pensar tomando en cuenta los casos considerados, el hecho de que las definiciones de validez y de fuerza tengan consecuencias poco plausibles no implica que los juicios sobre la bondad o maldad de los argumentos que se pueden dar confiando en las definiciones resulten, a su vez, poco plausibles. Si bien en los casos considerados existe una clara divergencia entre los criterios proporcionados por las definiciones y por nuestros juicios pletóricos relativos a la cuestión de si la verdad de la conclusión puede legítimamente obtenerse de la verdad de las premisas, no hay una divergencia relativa a la cuestión de si el argumento es bueno o malo. El máximo grado de sustento que un conjunto de premisas puede ofrecer una conclusión se encuentra en un argumento válido, dado que en él la verdad de las premisas excluye la posibilidad de que la conclusión sea falsa. Muy frecuentemente, un argumento que tiene como premisas un condicional y su antecedente, y como conclusión su consecuente, es válido, porque la verdad de un condicional y de su antecedente excluye la posibilidad de que el consecuente sea falso. En otras palabras, todos los argumentos que tienen la misma forma del que hemos considerado son válidos. La forma de un argumento depende del tipo de proposiciones que lo constituyen. Dos argumentos tienen la misma forma cuando las proposiciones por las que se constituyen son respectivamente del mismo tipo. En consecuencia, si dos argumentos tienen la misma forma y uno de los dos es válido, también el otro debe serlo. De hecho, las consideraciones que establecen que uno de los dos es válido también valen para el otro.