El Derecho de Arbitraje Peruano PDF
El Derecho de Arbitraje Peruano PDF
El Derecho de Arbitraje Peruano PDF
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(*) Catedrático Ordinario de Derecho de Arbitraje y Derecho Procesal Civil
de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Catedrático de Derecho
Procesal Civil de la Universidad de Lima, Universidad Particular San Pedro
y Academia Nacional de la Magistratura. Catedrático del Diploma de
Especialización en Arbitraje de Consumo de la Universidad del País Vasco.
Miembro del Consejo Asesor de la Revista Vasca de Derecho Procesal y
Arbitraje. Arbitro de la Cámara de Comercio de Lima, del Centro de
Conciliación y Arbitraje de la Superintendencia de Entidades Prestadoras
de Salud, del Consejo Superior de Contrataciones y Adquisiciones del
Estado y del Centro de Conciliación y Arbitraje de la Pontificia
Universidad Católica del Perú.
Matheu@pucp.edu.pe
SUMARIO:
2. CONCEPTO
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(1) Con este parecer Gaspar Lera, Silvia. “El ámbito de aplicación del
arbitraje”. Aranzadi editorial, Pamplona, 1998, págs. 59-61.
(3) Montero Aroca, J.; Ortells Ramos, M.; Gómez Colomer, J. L. “Derecho
jurisdiccional”, Vol. II, Bosch, Barcelona, 1995, pág. 843.
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En este mismo sentido Ramos, entiende que el arbitraje es la
resolución de una cuestión o disceptación entre partes por medio de un
tercero. Donde este tercero asume el papel de juez y resuelve con su juicio
el problema que previamente le han sometido las partes de mutuo
acuerdo.(4)
(6) Al parecer este artículo, como también el noveno que observaremos más
adelante, ha tomado como base para su texto a la “Ley Modelo de la
Comisión de las Naciones Unidas para el Desarrollo Mercantil Interna-
cional sobre Arbitraje Internacional Comercial” (UNCITRAL, aprobada el
21 de Junio de 1985) la cual en su artículo 1 señala que “el acuerdo de
arbitraje es un acuerdo por el que las partes deciden someter a arbitraje
todas las controversias o ciertas controversias que hayan surgido o
puedan surgir entre ellas respecto de una determinada relación jurídica,
contractual o no contractual…”.
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3. VENTAJAS DEL INSTITUTO
(7) Para una mejor observación del devenir de las variadas tendencias para el
logro del acceso efectivo a la justicia en el caso peruano, ver Matheus
López, Carlos Alberto “Entre el mito y la realidad. Hacia un efectivo
acceso a la justicia” en “Legal Express”, Gaceta Jurídica, Lima, 2001.
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diferendos nacionales como internacionales: privacidad, inmediación, y
algunas veces celeridad y economía. Aunque algunas de estas ventajas
puedan ser discutidas, lo importante es que bien regulado y administrado,
el arbitraje ofrece una alternativa a la vía judicial que los justiciables
pueden encontrar más expedita. Y si enfocamos el tema desde el punto
de vista de la administración de justicia, la principal ventaja del arbitraje
radica en ofrecer una alternativa para descongestionar la carga de tareas
que pesa sobre los tribunales de justicia.(9) Con igual parecer Gaspar
entiende que las ventajas más significativas de la institución arbitral
pueden sintetizarse en: el antiformalismo y rapidez en la adopción de
decisiones, la confidencialidad, la especialización de los árbitros, y la
razonabilidad e incluso gratuidad de los costos.(10)
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(9) Garro, Alejandro. “El arbitraje en la ley modelo propuesta por la comisión
de las naciones unidas para el derecho mercantil internacional y en la
nueva legislación española de arbitraje privado: un modelo para la
reforma del arbitraje comercial en América latina” en “Arbitraje
Comercial y Laboral en Central América”, Transnational Iuris Publications
Inc., New York, 1990, pág. 25.
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4. NATURALEZA JURÍDICA
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(13) Con esta opción Guasp, Jaime. “El arbitraje en el Derecho Español”, Bosch,
Barcelona, 1956, pág. 17 y sgtes. Considera al arbitraje como un contrato,
como consecuencia lógica de otorgarle fundamental importancia al conve-
nio arbitral a efectos de determinar la naturaleza jurídica del instituto.
(14) Con esta posición Gaspar, ob. cit., pág. 56. Considera ello dado que “la
institución arbitral en su origen es un negocio de derecho privado creado
por la voluntad de los particulares; pero en cuanto a su desarrollo ulterior
–un vez surgida la controversia–, es evidente que requiere una actividad
jurisdiccional conducente a la obtención del laudo correspondiente”.
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elementos propios de esta última, no pudiendo hablarse de un poder de
acceso al órgano arbitral (acción), ni de proceso arbitral, ni el órgano
arbitral tiene por que pre-existir, ni tiene por qué tener, preconstituido
legalmente, el instrumento con que los árbitros ejerzan su función
(proceso).(17) Obsérvese además que si bien el arbitraje cuenta con uno de
los elementos propios de la jurisdicción como es la cosa juzgada, no
posee sin embargo, la facultad de ejecutar sus fallos por sí mismo,
debiendo acudir necesariamente en estos casos al poder judicial. Del
mismo modo, tampoco tiene la posibilidad de ejecutar medidas cautela-
res, razón por la cual debe solicitarlo –necesariamente– al poder judicial.
5. CLASIFICACIÓN
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segundo, el árbitro resuelve según su leal saber y entender y no necesita
motivar su decisión.(18)
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(18) Ramos, ob. cit., pág. 1119.
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hayan pactado expresamente que el arbitraje será de derecho, el arbitraje
se entenderá de conciencia…”.(23)
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(23) Parece que este artículo ha tomado como base para su texto a la Ley
Española de Arbitraje de Derecho Privado, la cual en su artículo 4 nos
señala que “1. Los árbitros decidirán la cuestión litigiosa con sujeción a
derecho o en equidad, según su leal saber y entender, a elección de las
partes. 2. En el caso de que las partes no hayan optado expresamente por
el arbitraje de derecho, los árbitros resolverán en equidad…”
(25) Al parecer este artículo ha tomado como base para su texto a la Ley
Española de Arbitraje de Derecho Privado, la cual en su artículo 10 nos
señala que “Las partes podrán también encomendar la administración
del arbitraje y la designación de los árbitros, de acuerdo con su
reglamento, a:
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– Arbitraje ritual y no ritual(26)
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Por otro lado, debemos señalar que en nuestra Ley General de
Arbitraje no existe norma alguna que prevea esta distinción, razón por la
cual no cabe hablar de aquella en nuestro ordenamiento.(29)
– Clasificaciones adicionales
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“1. El arbitraje para ser válido deberá ajustarse a las prescripciones
de esta Ley.
2. Cuando en forma distinta de la prescrita en esta Ley dos o más
personas, pacten la intervención dirimente de uno o más terceros y
acepten expresa o tácitamente su decisión, después de emitida, el acuerdo
será válido y obligatorio para las partes si en él concurren los requisitos
necesarios para la validez de un contrato”.
Por su parte, en Italia si bien el “Codice di Procedura Civile” sólo
regula en su texto (artículos 806 a 840) al arbitraje ritual (“arbitrato
rituale”), existe sin embargo, el arbitraje no ritual (“arbitrato irrituale”)
como fruto de la práctica comercial.
(29) Sin embargo, resulta interesante observar lo prescrito por el Artículo 143
de la Ley de Reestructuración Patrimonial (Ley 27146) al señalarnos que
“Cuando en un procedimiento a cargo de la Comisión surjan contro-
versias entre las partes involucradas, y siempre que éstas lo soliciten y la
Comisión lo acepte en este sentido, la resolución que emita la Comisión
sobre el tema materia de controversia, tendrá el carácter de laudo
arbitral definitivo e inapelable, siempre que en la tramitación se haya
cumplido con las disposiciones contenidas en el reglamento que se
menciona en el párrafo siguiente. Las partes se someterán al reglamento
arbitral que haya elaborado la Comisión y que haya sido aprobado por el
Directorio del Indecopi. La existencia de esta vía no enerva el derecho de
las partes a optar por someterse a arbitraje distinto”.
(30) Consejo Superior de Contrataciones y Adquisiciones del Estado.
(31) Superintendencia de Entidades Prestadoras de Salud.
(32) Organismo Supervisor de la Inversión en Infraestructura de Transporte de
Uso Público.
(33) Para una mejor comprensión de todos los supuestos, ver Lorca Navarrete,
Antonio María y Matheus López, Carlos Alberto “Tratado de Derecho de
Arbitraje”, San Sebastián, Instituto Vasco de Derecho Procesal, 2003.
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B) Arbitraje voluntario y arbitraje forzoso
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(34) Dentro de los supuestos de este último podemos señalar los siguientes:
1. Arbitraje estatutario
Artículo 12 LGA: “Constituyen convenio arbitral válido las
estipulaciones contenidas en los estatutos o normas equivalentes de
sociedades civiles o mercantiles, asociaciones civiles y demás personas
jurídicas, que establecen arbitraje obligatorio para las controversias que
pudieran tener con sus miembros, socios o asociados; las que surjan
entre éstos respecto de sus derechos; las relativas a cumplimiento de los
estatutos o validez de acuerdos, y para las demás que versen sobre
materia relacionada con las correspondientes actividades, fin u objeto
social”.
2. Arbitraje testamentario
Artículo 13 LGA: “Surte efecto como convenio arbitral la
estipulación testamentaria que dispone arbitraje para solucionar las
diferencias que puedan surgir entre herederos no forzosos o legatarios, o
para la porción de la herencia no sujeta a legítima, o para las
controversias que surjan relativas a la valoración, administración o
partición de la herencia, o para las controversias que se presenten en
todos estos casos con los albaceas”.
3. Contratación pública
Artículo 41 inciso b) de la Ley de Contrataciones y Adquisiciones del
Estado (Ley 26850): “Cláusula de solución de controversias: Cuando en
la ejecución o interpretación del contrato surja entre las partes una
discrepancia esta será definida mediante el procedimiento de conci-
liación extrajudicial o arbitraje, según lo acuerden las partes”.
Artículo 186 primer párrafo del Reglamento de la Ley de Con-
trataciones y Adquisiciones del Estado (D.S. N° 013-2001-PCM): “El arbi-
traje será de aplicación obligatoria en la solución de controversias
surgidas después de la suscripción o cumplimiento de la formalidad de
perfeccionamiento de los contratos derivados de los procesos de selección
hasta el consentimiento de su liquidación”.
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6. EL CONVENIO ARBITRAL
A. Concepto
(39) Este artículo al parecer ha tomado como base para su texto a la “Ley
Modelo” (UNCITRAL) la cual en su artículo 1 señala que “el acuerdo de
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B. Sujetos
Por otro lado, los árbitros deben poseer –sobre todo– el requisito
de la imparcialidad, razón por la cual existe el régimen extendido a ellos
–propio de los órganos jurisdiccionales– de la abstención y la recusación,
teniendo por ello los árbitros la obligación de comunicar la existencia de
tales causales.(43)
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En igual sentido, nuestra Ley General de Arbitraje, dispone en su
artículo décimo octavo que “Los árbitros no representan los intereses de
ninguna de las partes y ejercen el cargo con estricta imparcialidad y
absoluta discreción…”. Y por su parte los artículos vigésimo sexto,
vigésimo octavo y vigésimo noveno reconocen las figuras de abstención
y recusación de los árbitros,(44) al señalar en su texto respectivamente que:
(Art. 28) “Los árbitros podrán ser recusados sólo por las causas
siguientes: 1. Cuando no reúnan las condiciones previstas en el artículo
25 o en el convenio arbitral o estén incursos en algún supuesto de
incompatibilidad conforme al artículo 26. 2. Cuando estén incursos en
laguna causal de recusación prevista en el reglamento arbitral al que se
hayan sometido las partes. 3. Cuando existan circunstancias que den lu-
gar a dudas justificadas respecto de su imparcialidad o independencia”.
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(44) Estos artículos, al parecer, han tomado como base a la Ley Española de
Arbitraje de Derecho Privado, la cual en su artículo 17 inciso 1 y 3 nos
señala que “1. Los árbitros podrán ser recusados por las mismas causas
que los Jueces, con las especialidades de los párrafos siguientes (…) 3. Las
personas designadas árbitros están obligadas a poner de manifiesto las
circunstancias que puedan determinar su recusación tan pronto como
las conozcan”.
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C. Ámbito de aplicación
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(45) Con igual parecer Lorca, ob. cit., pág. 36. Nos señala que “Como regla
general el arbitraje ha de recaer sobre cuestiones litigiosas (…) que se
hayan dentro de la esfera de libre disposición de los sujetos interesados en
el mismo”.
(47) Montero, ob. cit., págs. 847-848. Como por ejemplo para el caso peruano,
respecto al arbitraje institucional del Consejo Superior de Contrataciones y
Adquisiciones del Estado, el artículo 186 del Reglamento de la Ley de
Contrataciones y Adquisiciones del Estado (D.S. N° 013-2001-PCM) nos
señala que “Serán de aplicación las disposiciones contempladas en la Ley
y el presente Subcapítulo y, supletoriamente, las de la Ley General de
Arbitraje”.
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debemos observar por un lado, como presupuesto básico al convenio
arbitral, dado que cuando este no exista no se reconocerá virtualidad
alguna al arbitraje. De otro lado, sobre las bases del convenio arbitral se
deberá determinar si se aplicará el procedimiento arbitral común (ley
general de arbitraje) u otros procedimientos arbitrales específicos
regulados para casos especiales.(48)
7. EL PROCEDIMIENTO ARBITRAL
A. Principios
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(48) Gaspar, ob. cit., págs. 61-62. Como aquel de la Cámara de Comercio de
Lima, o del Arbitraje Institucional del Consejo Superior de Contrataciones
y Adquisiciones del Estado –ya antes visto–, cuyas características
particulares importan el ser un Arbitraje sólo de Derecho (artículo 186), la
obligatoriedad del arbitraje (artículo 186), la inapelabilidad del laudo
(artículo 199) sea ante instancia arbitral o judicial (opción sobre la cual nos
es imposible manifestarnos adecuadamente en este trabajo, razón por la
cual tan sólo la señalamos), entre otras más.
(49) Para una mayor observación del tema ver, Matheus López, Carlos Alberto.
“Parte, Tercero, Acumulación e Intervención Procesal”, Palestra editores,
Lima, 2001, pág. 53 y sgtes.
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Con tal parecer, nuestra Ley General de Arbitraje nos señala en su
artículo trigésimo tercero primer y segundo párrafo que “Las partes
pueden pactar el lugar y las reglas a las que se sujeta el proceso
correspondiente. Pueden también disponer la aplicación del reglamento
que tenga establecido la institución arbitral a quien encomiendan su
organización. A falta de acuerdo, dentro de los diez (10) días siguientes
a la aceptación del árbitro único o del último de los árbitros, éstos
deciden el lugar y las reglas del proceso del modo que consideren más
apropiado, atendiendo la conveniencia de las partes… ”.(51)
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(51) Al parecer este artículo tiene como base a la Ley Española de Arbitraje de
Derecho Privado, la cual en su artículo 21 inciso 2 nos señala que “El
desarrollo del procedimiento arbitral se regirá por la voluntad de las
partes o por las normas establecidas por la Corporación o Asociación a la
que se le haya encomendado la administración del arbitraje y, en su
defecto, por acuerdo de los árbitros”.
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abogado. Si hubiera abogado designado, éste podrá presentar directa-
mente los escritos de mero trámite”.(53)
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(53) Este artículo, aparentemente, se basa –en lo fundamental– en la Ley
Española de Arbitraje de Derecho Privado, la cual en su artículo 21 inciso
3 prescribe que “Las partes podrán actuar por sí mismas o valerse de
abogado en ejercicio”.
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ocho (8) días de notificada de la instalación del tribunal arbitral…”,(56)
esta tomando esta opción, pues, nos señala que es desde la instalación
del tribunal arbitral que se inicia el plazo para que las partes formulen sus
pretensiones sean estas singulares o acumuladas.
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(56) Este artículo tiene como base a la Ley Española de Arbitraje de Derecho
Privado, la cual en su artículo 22 nos señala de manera mucho más clara
que “El procedimiento arbitral comienza cuando los árbitros hayan
notificado a las partes por escrito la aceptación del arbitraje”.
(58) Al parecer este artículo tiene como base a la Ley Española de Arbitraje de
Derecho Privado, la cual en su artículo 24 inciso 1 nos señala que “Salvo
lo acordado en el convenio arbitral o lo que dispongan los reglamentos
arbitrales, los árbitros decidirán el lugar donde se desarrollará la
actuación arbitral, así como el lugar en el que deba realizar cualquier
actuación concreta y lo notificarán a las partes”.
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4. Plazos: Los árbitros no están sujetos a plazos determinados,
salvo que ellos hayan sido acordados por las partes.(61)
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7. Prueba: Los árbitros practicarán la prueba que estimen perti-
nente, sea por iniciativa propia o a instancia de parte. Siendo posible
también la cooperación jurisdiccional en los casos en los cuales los
árbitros no puedan ejecutar por sí mismos las pruebas.(67)
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(67) Ramos, ob. cit., págs. 1136-1137.
(68) Al parecer este artículo tiene como base a la Ley Española de Arbitraje de
Derecho Privado, la cual en su artículo 26 nos señala que “Los árbitros
practicarán a instancia de parte, o a iniciativa propia, las pruebas que
estimen pertinentes y admisibles en derecho. A toda práctica de prueba
serán citadas y podrán intervenir las partes o sus representantes”.
(69) Del mismo modo, esta norma es tributaria del artículo 26 de la Ley
Española de Arbitraje de Derecho Privado ya antes citado.
(70) Este artículo tiene como base a la Ley Española de Arbitraje de Derecho
Privado, la cual en su artículo 27 nos señala que “Los árbitros podrán
solicitar el auxilio del Juez de Primera Instancia del lugar donde se
desarrolle el arbitraje, en la forma prevenida en el artículo 43, para
practicar las pruebas que no puedan efectuar por sí mismos”.
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informa –en principio– que existen dos posiciones de parte, una activa
(demandante) y otra pasiva (demandado) y que en cada una debe haber
un sujeto diferente, pues no cabe demandarse uno mismo. Más esto no
quiere decir que sólo debe haber un sujeto en cada posición, pudiendo
presentarse casos de plurisubjetividad o lo que es lo mismo pluralidad de
sujetos como parte, ya sea en una posición activa, pasiva, o mixta. En este
sentido, se habla sin más del litisconsorcio arbitral,(71) obviando referirse a
sus diversas tipologías, y a otras figuras vinculadas a este como es la
intervención de terceros.
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(71) Con tal criterio Chocrón, ob. cit., págs. 73-74.
(72) Se va a producir esta figura cuando, por ejemplo, como producto del
negocio jurídico –sometido al convenio arbitral– existan diversas
pretensiones pertenecientes a varios sujetos. Así, si por razón del mismo
contrato, A se comprometió a la ejecución del 60% de la obra y B a la
ejecución del 40% restante, ambos frente a C. Entonces, el procedimiento
arbitral que surja como producto de la controversia sobre el 100% de la
ejecución importará dos pretensiones arbitrables (de condena) distintas y
acumuladas, una de C contra B cuyo objeto es la ejecución del 40% de la
obra, y otra de C contra A, cuyo objeto es la ejecución del 60% de la obra.
Pudiendo observarse así que al interior del procedimiento arbitral se
generará una acumulación tanto de objetos como de sujetos, llamada por
ello acumulación objetiva-subjetiva.
(73) Se dará esta figura cuando, por ejemplo, como producto del negocio
jurídico –sometido al convenio arbitral– exista una única pretensión que
corresponde conjuntamente a varios sujetos. De tal modo, si A vendió un
inmueble a B y C. Entonces, el procedimiento arbitral que surja como
producto de la controversia sobre la resolución del contrato, importará
una única pretensión arbitrable (constitutiva), dirigida por A contra B y C.
Pudiendo observarse así que la interior del procedimiento arbitral se
generará un litisconsorcio necesario pasivo.
Para una mejor comprensión de estos temas ver, Matheus López,
Carlos Alberto “El Litisconsorcio Necesario”, Ara editores, Lima, 1999.
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supuestos de intervención, tanto voluntaria como forzosa,(74) a efectos de
que ingrese al procedimiento arbitral un tercero en determinados casos.
De igual forma, cabría preguntarse si es posible que se produzca en el
procedimiento una sucesión, sustitución o cambio de partes.(75)
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(74) Pongámonos a pensar si una determinada pretensión que es sustraída de
la jurisdicción ordinaria, y llevada al arbitraje, es por ello luego imposible
que en esta sede se produzca el ingreso de un tercero ajeno al
procedimiento arbitral, el cual si hubiese podido intervenir sin problema
si se tratase de un proceso jurisdiccional. Entonces, si es que existen
–como puede ser el caso– todos los requisitos para que se lleve a cabo
una intervención procesal a solicitud del tercero (voluntaria), o porque
este es llamado a intervenir por una de las partes del procedimiento
(forzosa a instancia de parte), y aún el supuesto límite de que pueda ser
el órgano arbitral el que llame al tercero (forzosa por orden del juez),
parece necesario concluir en la necesaria admisión de las intervenciones
procesales en sede arbitral, resultando menos discutibles algunos supues-
tos de intervención voluntaria (adhesiva simple, adhesiva litisconsorcial y
principal). En ese sentido, podemos señalar como ejemplo el caso de A
(uno de los deudores solidarios) que interviene en el procedimiento
arbitral instaurado por B (el acreedor) contra sólo C (el otro deudor
solidario) para solicitarle la suma de S/. 10,000 prevista como contra-
prestación en el contrato celebrado por todos y sometido a convenio
arbitral. Podemos observar así la conexión objetiva total que existe entre
las pretensiones arbitrables X (de B contra C) e Y (de B contra A), pues
ambas poseen como objeto la suma de S/. 10,000 y el mismo título, dado
que ambos son deudores solidarios, y en tal forma resulta posible aquí
por la eficacia directa de la sentencia que se podrá producir frente a A, la
intervención de este último de manera adhesiva litisconsorcial.
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8. EL LAUDO ARBITRAL
A. Concepto
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para la adopción de una medida cautelar, tendría que acudir siempre al
órgano jurisdiccional correspondiente, así como también para llevar a
cabo la ejecución del laudo.(77)
B. Requisitos
C. Contenido
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1° Desde el punto de vista exclusivamente procesal, puede acoger
la declaración de incompetencia efectuada por el órgano arbitral (artículo
39 LGA).
E. Efectos
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excepción de cosa juzgada en sede arbitral,(81) la cual debería ser resuelta
como una cuestión previa acorde al artículo 39 LGA.
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jurisdiccional pueden dictarlas y llevarlas a cabo,(84) es que se requerirá
necesariamente –para el caso del arbitraje– que la parte solicite el dictado
de tales medidas a la jurisdicción, como bien lo señalan los artículos 79 a
82 de nuestra LGA.
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(84) Con igual parecer Vecina Sifuentes, Javier. “Las medidas cautelares en los
procesos ante el tribunal constitucional”. Editorial Colex, Madrid, 1993,
págs. 50-51.
(85) Con tal parecer Bove, Mauro. “Rapporti tra arbitro e giudice statale” en
“Rivista dell´arbitrato”, N° 3, Giuffré editore, Varese, 1999, pág. 409 y
sgtes.
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estas disposiciones se aplicarán sin perjuicio de cualquier tratado bilateral
o multilateral vigente (artículo 88 LGA).
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De tal modo, podemos hablar de un Derecho de Arbitraje Peruano,
el cual se encuentra normativamente conformado por la Ley General de
Arbitraje, así como por diversas normas que regulan supuestos especiales
de aquel, tales como la Ley y el Reglamento del Consejo Superior de
Contrataciones y Adquisiciones del Estado, entre otros casos.(89)
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(89) Como aquel previsto por el artículo 38 de la Ley de Protección al
Consumidor (/Decreto Legislativo N° 716) que a la letra nos señala que
“La Comisión de Protección al Consumidor, en coordinación con el
Directorio del INDECOPI, establecerá directamente o mediante convenios
con instituciones públicas o privadas, mecanismos alternativos de
resolución de disputas del tipo de arbitraje…”, el cual lamentablemente
no ha tenido un desarrollo reglamentario posterior, a efectos de la
instauración efectiva de este tipo de arbitraje institucional en nuestro país.
Del mismo modo, la undécima disposición complementaria y transitoria
de la Ley General de Arbitraje (Ley N° 26572) prescribe que “El Consejo
Nacional del Ambiente es la institución organizadora del arbitraje
ambiental, debiendo cumplir con los artículos y disposiciones contenidos
en la presente Ley, en los términos previstos” y por su parte el Reglamento
de Organización y Funciones del Consejo Nacional del Medio Ambiente
(Decreto Supremo N° 022-2001-PCM del 8 de Marzo del 2001) nos señala
en su primera disposición complementaria que “Mediante Decreto del
Consejo Directivo se establecerán las disposiciones necesarias para
organizar el arbitraje ambiental a que se refiere la Undécima
Disposición Transitoria de la Ley N° 26572”, con lo cual se estaría
estableciendo un arbitraje de tipo institucional para el caso ambiental, el
cual aún lastimosamente no se encuentra completamente normado.
174
González Solano, Gustavo. Semiótica jurídica, según las interpre-
taciones y las argumentaciones jurídicas (San José: Investiga-
ciones Jurídicas S.A., IJSA, 2002, 209 páginas).
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