Las Relaciones Sexuales
Las Relaciones Sexuales
Las Relaciones Sexuales
EL MATRIMONIO.
Vamos a considerar primeramente el origen, el propó sito, y la naturaleza
del matrimonio. El matrimonio fue instituido por Dios en el principio. É l
creó a Eva y se la dio a Adá n para ser su esposa. El propó sito de Dios en
ordenar el matrimonio era de proveer una ayuda para el hombre, de
proveer para el compañ erismo y la comunió n entre el esposo y la esposa,
y de idear un método para la procreació n (Génesis 2:20, 2:24, 2:18).
Su plan era que el hombre y su esposa dejarían sus familias y formarían
una unió n el uno con la otra (Génesis 2:24). Esta unió n iba a ser para la
vida e iba a ser monó gama; porque Dios los había juntado. Se permitía el
divorcio bajo la ley solo a causa de la dureza de los corazones del pueblo.
En Mateo 19:3-9 Jesú s reincorporó el plan original de Dios y suplantó la
ley de Moisés. Segú n esa escritura, los Fariseos tentaron a Jesú s por
preguntarle acerca del divorcio. Si Jesú s hubiera permitido que los
hombres dejaran a sus esposas como los Judíos hacían en ese día, Le
habrían condenado por no adherir a la ley de Dios. Si hubiera condenado
al divorcio, Le habrían acusado de despreciar la ley de Moisés.
Respondiendo a sus preguntas, Jesú s dio la ley fundamental del
matrimonio: “los dos será n una sola carne”. . . lo que Dios juntó , no lo
separe el hombre. . . Por la dureza de vuestro corazó n Moisés os permitió
repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así.” Dios dice en el
Antiguo Testamento que odia el divorcio (Malaquías 2:15-16). La Biblia
insiste específicamente en la monogamia para los reyes, los obispos, los
diá conos, y los ancianos (Deuteronomio 17:17, I Timoteo 3:2, 12, Tito
1:6). La poligamia fue introducida por Lamec, quien era también el
segundo asesino en la historia (Génesis 4:19, 23).
Antes de seguir, queremos enfatizar que no hay nada malo en cuanto a la
sexualidad en sí misma. En el principio Dios creó tanto al varó n como a la
mujer, y É l es quien puso una atracció n entre ellos. Algunas tradiciones en
la cristiandad enseñ an que de algú n modo el sexo degrada, es carnal, o
ruin. Ellos lo consideran como un mal necesario para la propagació n de la
raza humana, pero no debe ser agradable y gente santa no debe participar
en ello. Esto simplemente no es cierto. El propó sito de la relació n sexual
es de consumar y fortalecer la unió n de un hombre y una mujer, y
también es para la procreació n.
Los que prohíben el matrimonio está n enseñ ando una doctrina falsa
(1Ti.4:1-3).
Hebreos 13:4 resume la verdad acerca de la relació n sexual. “Honroso sea
en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a
los adú lteros los juzgará Dios.”
Bajo las leyes Levíticas, las diversas transgresiones sexuales eran
castigadas por la muerte. Esto indica la seriedad con que Dios ve tales
pecados. Aunque todos los pecados son igualmente peligrosos y enviará n
al pecador al lago de fuego, todavía hay algo particularmente serio acerca
de los pecados sexuales. La razó n es que estos pecados infringen la
santidad del matrimonio. Los fornicarios se unen como una sola carne, un
resultado que Dios propuso ú nicamente para un matrimonio de una
duració n de toda la vida (I Corintios 6:15-16). El sexo y el matrimonio son
sagrados porque comprenden la unió n de toda la vida de dos personas y
porque incluyen la procreació n.
Por la unió n del varó n y la mujer, un niñ o nace. Este niñ o es una creació n
conjunta con Dios en la cual el hombre y la mujer dan el cuerpo y la vida,
mientras Dios crea el alma. Como resultado de la unió n, un alma que
vivirá eternamente llega a existir. Dios quiere que esto ocurra solamente
bajo el control cuidadoso y en el ambiente protegido del matrimonio. Esto
hace que el matrimonio sea sagrado y que la transgresió n sexual sea
especialmente seria.
Al contrario de otros pecados, una vez que un pecado sexual se haya
cometido, no hay manera de hacer una restitució n completa o de volver al
pecador a su posició n original de pureza en el sentido natural. Por
ejemplo, un hurtador puede ser capaz de devolver lo que ha hurtado.
Un mentiroso puede corregir su mentira, y en un plazo corto de tiempo
todos se olvidará n que mintió . Sin embargo, un pecado sexual no puede
ser desecho, y frecuentemente marca a una persona para la vida. Un
ministro, por ejemplo, puesto que él debe ser irreprensible, el esposo de
una sola esposa, y tener buen testimonio de los de afuera, está
descalificado de ocupar su puesto (I Timoteo 3:2, 7, Tito 1:6, véase
también Lucas 9:62). Esto no significa que es imposible o má s difícil de
obtener el perdó n del dicho pecado, pero solamente que es má s probable
que en esta vida las consecuencias sean irrevocables.
Queremos considerar las enseñ anzas específicas de la Biblia acerca del
tema. Es importante darnos cuenta que la primera conferencia general de
la iglesia primitiva aceptó todas las enseñ anzas del Antiguo Testamento
en contra del sexo fuera del matrimonio. Parecía bueno al Espíritu Santo y
a la iglesia a nombrar la fornicació n como una de las cuatro partes de la
ley Judía que todos los cristianos, incluyendo a los Gentiles, deberían
obedecer (Hechos 15:19-29, 21:25). Tal como se usa en este sentido
general, la fornicació n se refiere a todos los hechos sexuales ilegales.