Matrimonio y Divorcio
Matrimonio y Divorcio
Matrimonio y Divorcio
MATRIMONIO Y DIVORCIO
TEXTO BASE: “Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto lo que Dios juntó, no lo
separe el hombre” Mateo 19:6 (RV 60)
OBJETIVO: Reiterar a través de las Sagradas Escrituras que, Dios estableció el matrimonio desde
el principio de la creación del mundo y para toda la vida mientras los cónyuges vivan, no admite el
divorcio y estableció normas claras para su pueblo.
INTRODUCCION:
El matrimonio como institución divina, es una muestra grande de amor y misericordia de Dios
hacia el ser humano, establecido con principios y propósitos claros, lamentablemente el ser
humano menosprecia la palabra de Dios y su voluntad, como consecuencia de ello, esta hermosa
institución que fue diseñada “buena en gran manera” (Génesis 1:31), es influenciada y
desvalorizada constantemente por ideologías de una sociedad sin reglas morales y sin temor a
Dios. En la actualidad “el matrimonio” está siendo redefinido socialmente, adaptándose a los
gustos y depravaciones del hombre en una clara desobediencia a la voluntad de Dios y,
tristemente vemos que nuestra iglesia de alguna manera está recibiendo este incienso extraño,
por esta razón se hace necesario que como pueblo de Dios, como iglesia, retomemos los
preceptos y mandamientos que Dios dio a su pueblo, obedecerlos para vivir conforme a la
voluntad de El , “Así dijo Jehová, paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas
antiguas, cuál sea el buen camino y andad por él,…” (Jeremías 6:16 RV60)
En el libro del Génesis encontramos el relato del momento en el que Dios creó al hombre,
(al ser humano), creó una pareja que se complementara “Y creó Dios al hombre, a su
imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27).
Dios creo dos seres a los que bendijo, con el propósito de vivir juntos, procrear hijos y
gobernar la tierra, “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra
y sojuzgadla……” (Génesis 1:28)
La unión de los cónyuges, va más allá de la unión física, es una relación íntima en los
planos mental, espiritual y cultural, de dos personas físicamente diferentes pero con la
intención de vivir juntos, permanentemente “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a
su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis 2:24).
Ambos cónyuges dejarán su casa (familia) y se unirán a otra persona. El varón toma como
prioridad de su vida a su mujer, y la mujer toma como prioridad de su vida, a su marido,
viviendo como pareja hasta llegar a ser como una sola persona. Tristemente vemos
constantemente que en algunos lugares se aceptan los matrimonios múltiples, un hombre
con varias esposas e hijos con cada una de ellas, viviendo en la misma casa.
Las relaciones sexuales son legítimas, plenas y conforme a la voluntad de Dios, cuando son
entre hombre y mujer unidos en vínculo matrimonial, cualquier relación fuera de esta
unión es considerada ilegítima, la fornicación y adulterio son condenadas en la palabra de
Dios. “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios
y a los adúlteros los juzgará Dios” (Hebreos 13:4).
Las personas que se unen en matrimonio, lo hacen con el ánimo de vivir juntos,
permanentemente y vivir en completa fidelidad el uno al otro “Sea bendito tu manantial,
y alégrate con la mujer de tu juventud. Como cierva amada y graciosa gacela. Sus
caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre” (Proverbios 5:18-
19).
Dentro de las muchas enseñanzas que el Señor Jesús dio en su ministerio terrenal,
encontramos que explicó que el matrimonio es de origen divino y que quienes lo contraen
se unen para toda la vida, “….Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto,
lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:6 RV60). El plan divino es que la
unión matrimonial, sea indisoluble. Por tal razón la forma legítima y natural, para que una
relación matrimonial termine es, con la muerte de uno de los cónyuges. El apóstol Pablo
ilustra acerca del matrimonio y expone, “La mujer casada está ligada a su esposo
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mientras este vive; pero si el esposo muere, ella queda libre para casarse con quien
quiera, con tal de que sea un creyente” (1 Corintios 7:39 Dios Habla Hoy).
Actualmente, las estadísticas de los registros civiles informan que: en matrimonios jóvenes
(no mayores de treinta años de edad) de cada 10 matrimonios, 5 se disuelven legalmente
por divorcio, y 3 gestionan una separación legal; lo que nos indica que de cada 10
matrimonios solamente 2, permanecen estables.
Nuestras leyes civiles establecen, más de 17 causas válidas por las que se puede solicitar el
divorcio.
En el Capítulo 19:3-6 del evangelio escrito por Mateo el Señor Jesús enseña a aquellos
que quisieron tentarle, de una manera simple, práctica y muy directa, cual es el origen del
matrimonio, quienes pueden unirse en matrimonio, cual es el objeto del matrimonio y que
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Entonces los fariseos le preguntan: “¿Porqué, pues, mando Moisés dar carta de divorcio,
y repudiarla?” (Mateo 19:7)
Jesús les respondió “El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió
repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así” (Mateo 19:8)
El divorcio, nunca fue el plan de Dios; pero los hombres en la antigüedad, así como hoy, no
valoraron el matrimonio y nació la costumbre de repudiar (rechazar, abandonar) a la
mujer por cualquier causa, por esta razón Moisés, establece que: “..por haber hallado en
ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, se la entregará en su mano, y la
despedirá de su casa” (Deuteronomio 24:1)
Esto lo confirma el Señor Jesús, enseñando que: “Y yo os digo que cualquiera que repudia
a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa
con la repudiada, adultera” (Mateo 19:9)
CONCLUSION:
Como cristianos, pueblo de Dios, iglesia de Dios, comprendemos los principios bíblicos
establecidos para que el matrimonio sea “bueno en gran manera” y que la causa natural
de su terminación es la muerte de cualquiera de los cónyuges; roguemos a nuestro Dios
que nos permita mantenernos dentro de sus caminos, no menospreciando su Palabra y de
esa manera evitar que las tentaciones se transformen en pecado. Valoremos el
Matrimonio, evitemos su disolución; el divorcio “nunca fue el plan de Dios, para su
pueblo”.
La Iglesia de Dios, cree y busca cumplir con lo dictado por nuestro Dios a través de su
palabra, sin embargo considera que aún existe esa misma dureza de corazón en el
hombre, aún en su pueblo, por esta razón también guiados por Dios a través de su Espíritu
Santo nuestras autoridades reunidas en concilio también emiten un acuerdo.
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