La Ruptura
La Ruptura
La Ruptura
LA RUPTURA
2
R. K. Merton. Eléments de théorie et de methode sociologique, op., cit., pp. 44-51
3
“Por ejemplo, la ciencia de las religiones reunió en un mismo género a los tabúes de impureza
y los de pureza, puesto que son todos tabúes; por el contrarío, distinguió cuidadosamente los
ritos funerarios y el culto de los antepasados" (P. Fauconnet y M. Mauss, "Sociologie", loe. cit.,
p. 173).”
I-2. La ilusión de la transparencia y el principio de la no-conciencia
5
Tal convergencia se explica fácilmente: lo que podría denominarse
principio de la no-conciencia, concebido como condición sine qua non de la
constitución de la ciencia sociológica, no es sino la reformulación del principio
del determinismo metodológico en la lógica de esta ciencia, del cual ninguna
6
ciencia puede renegar sin negarse como tal.
8
Es lo que sugiere C. Lévi-Strauss cuando distingue el empleo que hace Mauss de la noción
de inconsciente de la de inconsciente colectivo de Jung "lleno de símbolos y aun de cosas
simbolizadas que forman una especie de substrat", y que le concede a Mauss el mérito "de
haber recurrido al inconsciente como proveedor del carácter común y específico de los hechos
sociales" (C Lévi-Strauss, "Introduction", en M. Mauss, Sociologie et Anthropologie, PUF, París
1950, pp. XXX y XXXI [hay ed. esp.]). Es en ese sentido que reconoce ya en Taylor la
afirmación, sin duda confusa y equívoca, de lo que hace la originalidad de la etnología, a saber
"la naturaleza inconsciente de los fenómenos colectivos" [...] "Incluso cuando se encuentran
interpretaciones, éstas tienen siempre el carácter de racionalizaciones o de elaboraciones
secundarias: no hay ninguna duda de que las razones por las cuales se practica una costum-
bre, o se comparte una creencia, son muy distintas de las que se invoca para justificarla"
(Anthropologie structural, Plon, París, 1958, p. 25 [hay ed. esp.]).
que promete el vocabulario de las "motivaciones" (notablemente diferenciadas
de los simples "motivos") quizá tengan por función salvaguardar a la filosofía de
la elección, adornándola de prestigios científicos que se dediquen a la
investigación de elecciones inconscientes. La indagación superficial de las
fundaciones psicológicas tal como son vividas —"razones" o "satisfacciones"—
impide a menudo la investigación de las funciones sociales que las "razones"
ocultan y cuyo cumplimiento proporciona, además, las satisfacciones direc-
tamente experimentadas. 9
9
Tal es el sentido de la critica que Durkheim hacía de Spencer: "Los hechos sociales no son el
simple desarrollo de los hechos psíquicos, sino que estos últimos son, en gran parte, la
prolongación de los primeros en el interior de la conciencia. Esta proposición es muy
importante ya que el punto de vista contrarío expone al sociólogo, a cada instante, a que tome
la causa por efecto y recíprocamente" (De la division du travail social, 7ª. edic., PUF, París,
1960, p. 341 [hay ed. esp.]
«querer»". 10 Independientemente de las ideologías de la “participación" y de la
"comunicación" a las que respaldan a menudo, las técnicas clásicas de la
psicología social conducen, en razón de su epistemología implícita, a privilegiar
a las representaciones de los individuos en detrimento de las relaciones
objetivas en las cuales están inscriptas y que definen la "satisfacción." o la
"insatisfacción” que experimentan, los conflictos que encierran o las
expectativas o ambiciones que expresan. El principio de la no-conciencia im-
pone, por el contrario, que se construya el sistema de relaciones objetivas en el
cual los individuos se hallan insertos y que se expresa mucho más
adecuadamente en la economía o en la morfología de los grupos que en las
opiniones e intenciones declaradas de los sujetos. El principio explicativo del
funcionamiento de una organización está muy lejos de que lo suministre la
descripción de las actitudes, las opiniones y aspiraciones individuales; en rigor,
es la captación de la lógica objetiva de la organización lo que proporciona el
principio capaz de explicar, precisamente, aquellas actitudes, opiniones y
aspiraciones. 11 Este objetivismo provisorio que es la condición de la captación
de la verdad objetivada de los sujetos, es también la condición de la
comprensión total de la relación vívida aunque los sujetos mantienen con su
verdad objetivada en un sistema de relaciones objetiva. 12
10
K. Marx, Idéologie allemande (trad. J. Molitor), en Oeuvres Philosophiques, t. IX, A. Costes,
París, 1947, p. 94 [hay ed. esp.]
11
Esta reducción a la psicología encuentra uno de sus modelos de elección en el estudio de los
grupos pequeños, aislados de la acción y de la interacción, abstraídos de la sociedad global.
No se tienen más en cuenta las investigaciones o el estudio aislado de los conflictos
psicológicos entre sectores, sustituidos por el análisis de las relaciones objetivas entre las
fuerzas sociales.
12
Si fuera necesario, por las necesidades de la tarea pedagógica, poner fuertemente el acento
sobre la objetivación previa que se impone a todo estudio sociológico, cuando quiere romper
con la sociología espontánea, no podría reducirse la tarea de la explicación sociológica a las
dimensiones de un objetivismo: "La sociología supone, por su misma existencia, la superación
de la oposición ficticia que subjetivistas y objetivistas hacen surgir arbitrariamente. Si la
sociología es posible como ciencia objetiva, es porque existen relaciones exteriores,
necesarias, independientes de las voluntades individuales y, si se quiere, inconscientes (en el
sentido de que no son objeto de la simple reflexión), que no pueden ser captadas sino por los
rodeos de la observación y de la experimentación objetiva. [...] Pero, a diferencia de las
ciencias naturales, una antropología total no puede detenerse en una construcción de
relaciones objetivas porque la experiencia de las significaciones forma parte de la significación
total de la experiencia: la sociología, aun la menos sospechosa de subjetivismo, recurre a
conceptos intermediarios y mediadores entre lo subjetivo y lo objetivo, como alienación, actitud
o ethos. En efecto, le corresponde construir el sistema de relaciones que engloba y el sentido
objetivo de las conductas organizadas según regularidades mensurables y las relaciones singu-
lares que los sujetos mantienen con las condiciones objetivas de su existencia y con el sentido
objetivo de sus conductas, sentido que los posee porque están desposeídos de él. Dicho de
otro modo, la descripción de la subjetividad-objetividad remite a la descripción de la
1-3. Naturaleza y cultura: Substancia y sistema de relaciones
Si la sociología es solo una ciencia como las otras que sólo tropieza con una
dificultad particular en ser como ellas, es, fundamentalmente, en razón de la
especial relación que se establece entre la experiencia científica y la
experiencia humana del mundo social y entre las expresiones ingenuas y
científicas de las mismas. En efecto, no basta con denunciar la ilusión de la
transparencia y poseer los principios capaces de romper con los supuestos de
la sociología espontánea para terminar con las construcciones ilusorias que
plantea. “Herencia de las palabras, herencia de las ideas”, según la sentencia
de Brunschvicg, el lenguaje común que, en tanto tal, pasa inadvertido, encierra
en su vocabulario y sintaxis toda una filosofía petrificada de lo social siempre
dispuesta a resurgir en palabras comunes o expresiones complejas construidas
con palabras comunes que el sociólogo utiliza inevitablemente. Cuando se
presentan ocultas bajo las apariencias de una elaboración científica, las
prenociones pueden abrirse camino en el discurso sociológico sin perder por
ello la credibilidad que les otorga su origen: las precauciones contra el contagio
de la sociología por la sociología espontánea no serían más que exorcismos
verbales si no se acompañaran de un esfuerzo por proporcionar a la vigilancia
epistemológica las armas indispensables para evitar el contagio de las
nociones por las prenociones. En la medida en que es a menudo prematuro, el
deseo de desechar la lengua común sustituyéndola pura y simplemente por
una lengua perfecta, en cuanto esté totalmente construida y formalizada, corre
el peligro de remplazar al análisis, más urgente, de la lógica del lenguaje
común: sólo este análisis puede dar al sociólogo el medio de redefinir las
palabras comunes dentro de un sistema de nociones expresamente definidas y
metódicamente depuradas, sometiendo a la crítica las categorías, los
problemas y esquemas que la lengua científica toma de la lengua común y que
siempre amenazan con volver a introducirse bajo los disfraces de la lengua
científica más formalizada. "El estudio del empleo lógico de una palabra —
escribe Wittgenstein— nos permite escapar de la influencia de ciertas
expresiones tipo [...]. Estos análisis buscan apartarnos de los prejuicios que
nos incitan a creer que los hechos deben estar de acuerdo con ciertas
imágenes que afloran en nuestra lengua." 15 Por no someter el lenguaje común,
primer instrumento de la "construcción del mundo de los objetos", 16 a una
crítica metódica, se está predispuesto a tomar por datos, objetos
preconstruidos en y por la lengua común. La preocupación por la definición
rigurosa es inútil, e incluso engañosa, si el principio unificador de los objetos
sujetos a definición no se sometió a la crítica. 17 Como los filósofos que se
lanzan a la búsqueda de una definición esencial del "juego", con el pretexto de
que la lengua común tiene un único sentido común para "los juegos infantiles,
los juegos olímpicos, los juegos matemáticos o los juegos de palabras", los
sociólogos que organizan su problemática científica en torno de términos pura y
simplemente tomados del vocabulario familiar, se someten al lenguaje de sus
objetos creyendo no tener en cuenta sino el "dato". Las demarcaciones que
efectúa el vocabulario común no son las únicas preconstrucciones
inconscientes e incontroladas que se insinúan en el discurso sociológico, y esa
técnica de ruptura que es la crítica lógica de la sociología espontánea,
encontraría, sin duda, un instrumento irremplazable en la nosografía del
15
L, Wittgenstein, Le cahier bleu et le cahier brun (trad. G. Durand), París. Gallimard, 1965, p.
89.
16
Véase Ernst Cassier, "Le langage et la construction du monde des objets", en Journal de
psychologie normal et pathologique, vol. 30, 1933, pp. 18-44, y "The Influence of Language
upon the Development of Scientifíc Thought", en The Journal of Philosophy, vol. 33, 1936, pp.
309-327.
17
M. Chastaing extiende la crítica que hacia Wittgenstein de los juegos conceptuales a los
cuales llevan los juegos de palabras sobre la palabra "juego": "Los hombres no juegan ni como
sus decorados ni como sus instituciones. No juegan con las palabras como sobre una escena;
no con el violín como una batuta; no con la fortuna como el infortunio; no con la armonía del
vals como un adversario; no juegan con un proyectil como juegan a la pelota, por ejemplo, al
fútbol. Pueden decir: jugar una situación no es jugar otra. Deberían decir: jugar no es jugar" (M.
Chastaing. "Jouer n'est pas jouer", Journal de psychologie normale et pathologique, no. 3,
julio-setiembre 1959, pp. 303-326).
La crítica lógica y lingüística a la cual M. Chastaing somete la palabra "juego" se aplicaría casi
íntegramente a la noción de "ocio", a los usos que comúnmente se hacen de él y a las
definiciones "esenciales" que le dan ciertos sociólogos: "sustituíd la antigua palabra «juego»
por el neologismo «ocio». Reemplácese en algunas descripciones clásicas de los juegos, «la
voluntad de jugar" o «la actividad libre» del jugador por una distracción calificada de querida o
tachada de opción del individuo sin preocuparse del tiempo libre dirigido y las vacaciones
pagadas ni de la antigua oposición, licet-libet. Reemplácese el «placer de jugar» por el objetivo
hedonístico de las distracciones cuidándose de canturrear Sombre dimanche después de Je
hais les dimanches. Reemplácese por último algunos juegos gratuitos por distracciones que se
despliegan fueran de toda finalidad utilitaria, si puedes olvidar la jardinería de los obreros y
empleados, hasta incluso « los trabajos caseros»” (ibíd.).
lenguaje común que se presenta, por lo menos como esbozo, en la obra de
Wittgenstein [M. Chastaing, texto no. 15]. 18
18
Así, la mayor parle de los usos del término de inconsciente caen en el paralogismo de las
"esencias ocultas" que consiste, según Wittgenstein, en sacar a las palabras de su contexto de
uso y asignarles de este modo una significación sustancial (véase infra, L. Wittgenstein, texto
no 9, p. 157).
19
No es otra cosa que pagar con la misma moneda: si la sociología padeció la importación
incontrolada de esquemas e imágenes biológicas, la biología debió, en otra época, eliminar, no
sin dificultad, de las nociones tales como la de "célula" o "tejido" sus connotaciones
morales o políticas (cf. infra, G. Canguilhem, texto nº 16, p. 190).
"complot" que, descansando en definitiva sobre ilusión de la transparencia,
tiene la falsa profundidad de una explicación oculta y proporciona las
satisfacciones afectivas de la denuncia de las criptocracias, o incluso el de la
"acción a distancia" que obliga a pensar en la acción de los medios modernos
de comunicación según las categorías del pensamiento mágico. 20
20
Chomsky muestra cómo el lenguaje de Skinner, que hace un uso metafórico de los términos
técnicos, revela su inconsistencia cuando se lo somete a una crítica lógica o lingüística (Noam
Chomsky, informe de B. F. Skinner, Verbal Behavior, Language, vol. 35, 1959, pp. 16-58].
21
Y. Relava!, Les Philosophes et leur langage, Gallimard, París, 1952, p. 23.
"retomar del fondo de conocimientos comunes, para volcarlos en la ciencia
teórica, los elementos que ésta ya había depositado en ellos". 22
Sin duda que el rigor científico no impone que se renuncia a todos los
esquemas analógicos de explicación o de comprensión como lo confirman el
uso que la física moderna hace de los paradigmas —incluso mecánicos— con
fines pedagógicos o heurísticos, pero es preciso usarlos científica y
metódicamente. Así como las ciencias físicas debieron romper categóricamente
con las representaciones animistas de la materia, y de la acción sobre ella, las
ciencias sociales deben efectuar la "ruptura epistemológica" que diferencie la
interpretación científica del funcionamiento social de aquellas artificialistas o
antropomórficas: sólo a condición de someter a la experiencia de la
explicitación total 23 los esquemas utilizados por la explicación sociológica es
como se evitará el contagio al que están expuestos los esquemas más
depurados, cada vez que presenten una afinidad estructural con los esquemas
comunes. Bachelard demuestra que la máquina de coser se inventó sólo
cuando se dejó de imitar los movimientos de la costurera: la sociología
obtendría sin dudas sus mejores frutos de una adecuada representación de la
epistemología de las ciencias de la naturaleza si se atuviera a verificar en cada
momento que construye verdaderamente máquinas de coser, en lugar de
transplantar penosamente los movimientos espontáneos de la práctica ingenua.
24
Preferimos dejar para cada lector el cuidado de encontrar las ilustraciones de este análisis.
concede a los "estadistas" de la ciencia, se esfuerce en unificar al pequeño
reino de conceptos sobre los cuales y por los cuales cree reinar o, más aun,
que, como pequeño profeta marginal, contribuya a forjar en el público en
general la ilusión de acceder a los últimos secretos de las ciencias del hombre
[Max Weber, B. M. Berger, textos nº 17 y 18].
Que este recurso a las explicaciones por lo sencillo tenga por función
tranquilizar o inquietar, que haga uso de los paralelismos a la manera pars pro
toto, de sistematizaciones por alusión o elipsis o de los poderes de la analogía
espontánea, es porque el resorte explicativo reside siempre en sus profundas
afinidades con la sociología espontánea. Ya lo decía Marx: "Semejantes frases
literarias, que, con arreglo a una analogía cualquiera clasifican todo dentro de
todo, pueden hasta parecer ingeniosas cuando son dichas por primera vez, y
tanto más cuanto más identifiquen cosas contradictorias entre sí. Repetidas, e
incluso con presunción, como apotegmas de valor científico, son tout
bonnement (llanamente) necias. Sólo buenas para cándidos literatos y
charlatanes visionarios, que enchastran todas las ciencias con su empalagosa
25
mierda."
26
Esta clásica relación a una tradición se observa siempre en los primeros momentos de la
historia de una ciencia. Bachelard señala que hay, en los libros científicos del siglo XVIII, una
erudición parásita que refleja todavía la desorganización y dependencia de la fortaleza
científica en relación a la sociedad mundana. Si "el Barón de Marivetz y Goussíer, al tratar
sobre el fuego en su célebre Physique du Monde (París, 1870), se obligaron y honraron de
examinar cuarenta y seis teorías diferentes antes de proponer una buena, la suya", es porque
su ciencia no rompió con su pasado, incluso el más balbuceante, por lo que, carente de una
organización propia y de normas autónomas, la discusión científica está siempre concebida
sobre el modelo de la conversación mundana (La formation de l'esprit scientifique [véase edic,
esp.: La formación del espíritu científico, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972], Contribution à une
psychanalyse de la connaissance objetive, 4ª. edic., Vrin, París, 1965, p. 27). Cfr. infra, G.
Bachelard, texto nº 43, p. 327.
síntesis difieren menos de lo que parece de las compilaciones medievales: el
imperativo de la "acumulación", al que manifiestamente se consagran, ¿es otra
cosa, a menudo, que la reinterpretación, con referencia a otra tradición
intelectual, del imperativo escolástico de la conciliación de los contrarios?
Como lo señala E. Panofsky, los escolásticos "no podían dejar de advertir que
las autoridades, y aun los diferentes pasajes de la Biblia, estaban
frecuentemente en contradicción. No les quedaba otra cosa, entonces, que
admitirlas a pesar de todo e interpretarlas y reinterpretarlas sin cesar hasta que
estuviesen reconciliadas. Pues esto es lo que hacen los teólogos desde
siempre". 27 Tal es, en esencia, la lógica de una "teoría" que, como la de Talcott
Parsons, no es más que la reelaboración indefinida de los elementos teóricos
artificialmente extraídos de un cuerpo escogido de autoridades, 28 o bien la
lógica de un corpus doctrinal, como la obra de Georges Gurvitch, que presenta,
tanto en su tópica como en su procedimiento, todos los rasgos de las
recolecciones canonistas medievales; vastas confrontaciones de autoridades
contradictorias coronadas por las concordantiae violentes de las síntesis
finales. 29 Nada se opone más totalmente a la razón arquitectónica de las
grandes teorías sociológicas, que abarcan todas las teorías, todas las críticas
teóricas e incluso todas los empirias, como la razón polémica, la que "por sus
dialécticas y sus críticas" condujo a las teorías modernas de la física; y en
consecuencia, todo separa el "sobre-objeto", "resultado de una objetividad que
no conserva del objeto sino lo que ha criticado", del sub-objeto, nacido de las
concesiones y compromisos en virtud de los cuales surgen los grandes
imperios de las teorías con pretensiones universalistas [G. Bachelard, texto nº
19].
27
E. Panofsky, Architecture gothique et pensée scolastique (trad. P. Bourdieu), Edic. Minuit,
París, 1967, p. 118.
28
No es el aspecto menos artificial de una obra como The Structure of Social Action de T.
Parsons el tratamiento que hace de las doctrinas clásicas para hacerlas confesar su
acumulación.
29
El tradicionalismo teórico quizá sobreviva por la oposición que encuentra en los practicistas
más positivistas, incluso en lo que les oponen: ¿hay que recordar, con Politzer, que "no se
puede, sea cual fuere la sinceridad de la intención y la voluntad de precisión, transformar la
física de Aristóteles en física experimental?" (G. Politzer, Critique des fondements de la
psychologie, Rieder, París, 1928 p. 6 [hay ed. esp.]).
Dado que la naturaleza de las obras que la comunidad de sociólogos
reconoce como teóricas y sobre todo la forma de relación a esas teorías que
favorece la lógica de su transmisión, (frecuentemente inseparable de la lógica
de su producción), la ruptura con las teorías tradicionales y la típica relación
con las mismas, no es más que un caso particular de la ruptura con la
sociología espontánea: en efecto, cada sociólogo debe tener en cuenta los
supuestos científicos que amenazan con imponerle sus problemáticas, sus
temáticas, y sus esquemas de pensamiento. Así, por ejemplo, hay problemas
que los sociólogos omiten plantear porque la tradición profesional no los
reconoce dignos de ser tenidos en cuenta, no ofrece los instrumentos
conceptuales o las técnicas que permitirían tratarlos canónicamente;
inversamente, hay problemas que se exigen plantear porque ocupan un lugar
destacado en la jerarquía consagrada de los temas de investigación. Asimismo,
no hay denuncia ritual de las prenociones comunes que no termine
rebajándose a una muy bien hecha prenoción escolar para desplazar del
cuestionamiento las prenociones científicas.
30
A. N.Withehead, Science and the Modern World, Mentor Book Nueva York, 1925, p. 34.
ambiciones, insostenibles en la actualidad, de una teoría general del sistema
social, sin por ello cuestionar los supuestos lógicos de esas empresas de
clasificación y esclarecimiento conceptual basadas en fines más bien
pedagógicos que científicos: el proceso de cruzamiento —de elevado título:
"substrucción del espacio de atributos"— es sin duda tan frecuente en la
sociología universitaria (piénsese en la tipología mertoniana de la anomia o en
las diversas tipologías de múltiples dimensiones de la sociología de Gurvitch)
que hace posible la interfecundación indefinida de gran parte de la
descendencia de los conceptos escolares. Querer sumar todos los conceptos
heredados por la tradición y todas las teorías consagradas, o pretender resumir
todo lo que existe en una suerte de casuística de lo real a costa de esos
ejercicios didácticos de taxonomía universal que, como dice Jevons, son
características de la edad aristotélica de la ciencia social, "están condenadas a
derrumbarse en cuanto aparecen las similitudes ocultas que encubren, los
fenómenos", 31 es desconocer que la verdadera acumulación supone rupturas,
que el progreso teórico implica la integración de nuevos datos a costa de un
enjuiciamiento critico de los fundamentos de la teoría que aquéllos ponen a
prueba. En otros términos, si es cierto que toda teoría científica se atiene a lo
dado como a un código históricamente constituido y provisorio que se erige
para una época en el principio soberano de una distinción inequívoca entre lo
verdadero y lo falso, la historia de una ciencia es siempre discontinua porque el
refinamiento de la clave de desciframiento no continúa nunca hasta el infinito
sino que concluye siempre en la sustitución pura y simple de una clave por
otra.
31
W. S. Jevons, The Principles of Science, Mathuen, London, 1892, p. 691.
cientificidad que el de la coherencia semántica, se refiere a sí mismo en lugar
de medirse en los hechos, ni tampoco esa suma de pequeños hechos
verdaderos o de relaciones demostradas acá y allá por unos u otros de modo
disperso, que no es otra cosa que la reinterpretación positivista del ideal
tradicional de la Summa sociológica 32 La representación tradicional de la teoría
y la representación positivista, que no asigna a la teoría otra función que la de
representar tan completa, sencilla y exactamente como sea posible un conjunto
de leyes experimentales, tienen en común el despojar a la teoría de su función
primordial, que es la de asegurar la ruptura epistemológica y concluir en el
principio que explique las contradicciones, incoherencias o lagunas y que sólo
él hace surgir en el sistema de leyes establecido.
32
La comparación de las proposiciones consideradas como establecidas, presenta un interés
evidente si ce trata de proporcionar un medio cómodo de movilizar la información adquirida (cfr.
B. Berelson y G. A. Steiner, Human Behavior: An inventory of Scientific Findings, Harcourt,
Brace & World, Nueva York, 1964). Pero ante este tipo de compilación "mecánicamente
empírica" de datos descontextualizados no podría ser presentado sin usurpación, según se lo
hace a veces, como una teoría o como fragmento de una teoría futura, cuya realización está de
hecho abandonada a las investigaciones también futuras. Asimismo, el trabajo teórico que
consiste en probar la coherencia de un sistema de conceptos, incluso sin referencias a las
investigaciones empíricas, tiene una función positiva, a condición, sin embargo, de que no se
presente como la construcción misma de la teoría científica.
33
La definición social de las relaciones entre la teoría y la práctica, que tiene afinidades con la
oposición tradicional entre las tareas nobles del científico y la minuciosa paciencia del artesano
y, por lo menos en Francia, con la oposición escolar entre el brillante y el serio, se refleja tanto
en la reticencia en reconocer la teoría cuando se encarna en una investigación parcial como en
la dificultad de actualizarla en la investigación.
de teorías parciales, limitadas a un orden definido de hechos. En las primeras
frases de su introducción a los Cambridge Economic Handbooks, Keynes
escribía: "La teoría económica no proporciona un cuerpo de conclusiones
establecidas y de inmediato aplicables. Es un método más que una doctrina, un
instrumento de la mente, una técnica de pensamiento que ayuda a quien esté
dispuesto a sacar conclusiones correctas". La teoría del conocimiento
sociológico, como sistema de normas que regulan la producción de todos los
actos y de todos los discursos sociológicos posibles, y sólo de éstos, es el
principio generador de las diferentes teorías parciales de lo social (ya se trate,
por ejemplo, de la teoría de los intercambios matrimoniales o de la teoría uni-
taria de la difusión cultural), y por ello el principio unificador del discurso
propiamente sociológico que hay que cuidarse de confundir con una teoría
unitaria de lo social. 33 Como lo señala Michael Polanyi, "si se considera a la
ciencia de la naturaleza como un conocimiento de cosas y se diferencia la
ciencia del conocimiento de la ciencia, es decir la metaciencia, se desemboca
en la distinción de tres niveles lógicos: los objetos de la ciencia, la ciencia
misma y la metaciencia, que incluye la lógica y la epistemología de la
ciencia". 34 Confundir la teoría del conocimiento sociológico que es del orden de
la metaciencia, con las teorías parciales de lo social que implican a los
principios de la metaciencia sociológica en la organización sistemática de un
conjunto de relaciones y de principios explicativos de esas relaciones, es
condenarse, ya sea a la renuncia a hacer ciencia, esperando una teoría de la
metaciencia que remplace a la ciencia, ya sea a considerar una síntesis
necesariamente vacía de teorías generales (o incluso de teorías parciales) de
lo social por metaciencia, que es la condición de todo conocimiento científico
posible.
33
La definición social de las relaciones entre la teoría y la práctica, que tiene afinidades con la
oposición tradicional entre las tareas nobles del científico y la minuciosa paciencia del artesano
y, por lo menos en Francia, con la oposición escolar entre el brillante y el serio, se refleja tanto
en la reticencia en reconocer la teoría cuando se encarna en una investigación parcial como en
la dificultad de actualizarla en la investigación.
34
M. Polanyi, Personal Knowledge, Rouledge and Kegan Paul, London, 1958, p. 344.