Maginismo y Zapatismo.

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¿Cómo influyó el Contexto nacional en el estallido de la revolución mexicana?

La crisis permanente donde están presentes simultáneamente las distintas etapas de la


historia mexicana: la edad media y los tiempos modernos, el mundo precortesiano y la
revolución industrial.
La estabilidad política y aparente desarrollo económico nunca llegó a las clases bajas que
en su mayoría eran campesinos. De 15 millones de mexicanos en 1910, 11 millones viven
en el campo: los campesinos forman el 64% de la población activa.
A pesar de que con Porfirio Díaz se inició la industrialización del país existía profunda
desigualdad social.
Entre los años de 1895 y 1910 el 20 % de la población controlaba el 60% del ingreso del
país, el 80% restante controlaba el 40% del ingreso
Los grandes ganadores fueron los terratenientes que vieron sus ingresos triplicarse en el
periodo y con ello impulsaron el crecimiento del ingreso per cápita sin que la mayor parte
de la población se beneficiara. Los grandes perdedores fueron los campesinos que,
además de despojos de tierra y explotación, vieron sus ya por de sí bajos ingresos diluirse
con el periodo de inflación en la última década del porfiriato.
El sistema económico pasa de un archipiélago de universos fraccionados, cuyos destinos
son casi autónomos, a un mercado nacional ligado a su vez con el mercado mundial.
La economía mexicana es entonces típicamente exportadora y el crecimiento descansa en
la explotación creciente de los recursos naturales, con una mano de obra barata y
capitales y tecnologías extranjeras.
Pero después de 1895, el ingreso rural declina en el mismo momento en que la ruina del
artesanado y la disminución de la mano de obra urbana provoca, un reflujo hacia los hacia
los campos.
Se conservan los latifundios. "Entre 1640 y 1940 la hacienda fue la unidad productiva que
predominó en el campo mexicano y en torno a ella giró toda la problemática agraria”.
La modernización socava la hacienda tradicional en cuanto la tierra se vuelve un capital
que debe multiplicarse. La compra y venta acelerada de las haciendas destruye los lazos
entre las familias de los trabajadores y la familia del hacendado.
En cuanto a los peones —limitamos el uso de la palabra a los peones acasillados, o sea los
trabajadores permanentes, alojados en la hacienda, que reciben jornal, ración de
alimentos y otras prestaciones—
En otras palabras, México era un país de comunidades de haciendas" y "en 1910 la mayor
parte de la población mexicana estaba clasificada como peones
Peones acasillados, empleados de confianza, artesanos y obreros calificados, vaqueros,
esos trabajadores viven en la hacienda con sus familias; pero también dependen de la
hacienda, en grados diversos y cambiantes, los medieros, los arrendatarios, los arrimados;
y también, de manera más lejana, los arrieros, los rancheros, pequeños propietarios y
comuneros vecinos que suelen intercambiar servicios y trabajo con la hacienda para
recibir prestaciones y tener acceso a los recursos de la hacienda: tierra, agua, agostadero,
bosques, etc. Sin hablar de los jornaleros alquilados que pueden reclutarse entre todas
esas categorías, o venir de muy lejos como esos "golondrinos" especializados en trabajos
estacionales y que recorren todo el país, obedeciendo el calendario agrícola.
Viven en el universo social y mental de las sociedades tradicionales y tienen conciencia de
los lazos personales, del conjunto de deberes y derechos que los unen al '' amo''.

Mientras siguió estable (suponemos) el número de peones, crecían los contingentes de


jornaleros, aparceros, arrendatarios y pequeños propietarios, doblemente agraviados por
el alza de los precios de los alimentos y de las rentas y por su propio crecimiento
demográfico. Ellos, los hombres de los pueblos, de las rancherías, de los ranchos y de las
cuadrillas, mestizos, indios, o criollos, sí se lanzaron a la Revolución.

¿Cuál es la relevancia del Contexto Internacional en el desarrollo de la revolución


mexicana?

El desarrollo de la revolución coincidió con la agudización de los conflictos entre las


principales potencias imperialistas de Europa, Asia y América. Por ello, nuestro país fue
escenario de fuertes presiones por parte de los países europeos y de los Estados Unidos,
quienes utilizaron distintas medidas y estrategias que iban desde la presión diplomática,
hasta permitir o negar el comercio de armas y a la intervención armada directa.

En los países industrializados era un periodo de varios movimientos obreros.

En Rusia los fracasos militares en Asia comienzan a precipitar revueltas populares


alentadas por los bolcheviques hasta lograr la instauración del comunismo tras la caída del
zar en 1917.

Las naciones latinoamericanas se habían independizado 100 años antes, pero ahora tenían
el status de un territorio de reserva, con pueblos ignorantes, pobres, abastecedores de
materias primas, soportando la presencia de Inglaterra y los Estados Unidos tanto
económica como militarmente.

México tenía el estatuto privilegiado de “nación amiga”, porque era territorio de


inversiones económicas de poco riesgo y de grandes beneficios, sobre todo por la mano
de obra barata. Sin embargo los capitales extranjeros cometieron un error de percepción
ante “el Porfiriato”, aceptando solidarizarse con el régimen porfirista y con sus aliados los
hacendados, las clases privilegiadas y la Iglesia. Además de conocerlos como explotadores
y esclavistas, el pueblo los identificó con el régimen despótico, razones suficientes para
tratar por todos los medios de “meterlos al orden” llegada la ocasión, como así fue.

Para los inversionistas y los gobiernos extranjeros las riquezas del territorio mexicano
resultaban además de provechosas en los inicios del siglo XX, muy útiles para las
confrontaciones armadas que ya se anunciaban. Los campos en los que se sobresalía la
presencia de los extranjeros eran la minería, el petróleo, los transportes, ciertas ramas
industriales como la textil, y la propiedad de la tierra. La producción de petróleo fue de 10
mil millones de dólares (de la época) en 1910 y de 152 mil millones en 1917; de los cuales
México recibió vía impuestos, ¡un millón 234 pesos en 1914, y 7 millones 553 mil pesos en
1917! Y en la minería las cosas no andaban mejor: en 1910 la producción de oro fue de 36
mil 221 kilógramos, con un valor limpio estimado en 48 millones 296 mil dólares, y de
plata fue de 2 millones 251 mil 795 kilos, con un valor estimado en 76 millones 372 mil
dólares de la época; pero… Pero el problema para los mexicanos eran las condiciones de
excepción en las cuales operaron las empresas mineras extranjeras, pues no pagaban
impuestos, imponían a sus obreros salarios de miseria y jornadas de trabajo de 12 horas
diarias y que procuraban tan sólo su propio beneficio, sin ocuparse para nada en el
mejoramiento social o educativo de las poblaciones, ni hacían inversión alguna para el
desarrollo de las regiones con cuyos productos lucraban.

¿Cuáles fueron los proyectos de relevancia social que se propusieron en la revolución


mexicana?

¿En qué consiste el Magonismo?

El magonismo fue un movimiento político independiente del Estado, que tomó su nombre
de los revolucionarios oaxaqueños hermanos Flores Magón, Jesús, Enrique y Ricardo.

En términos de lucha, este movimiento surgió en 1892.

Movimiento precursor, periodístico, y predominante urbano; con la impronta de la


tradición viva de un socialismo comunalista y agrario. Para otros estudiosos, el magonismo
importa mecánicamente los planteamientos del anarquismo europeo.

Lo que debe quedar claro es que la revolución que buscaban los magonistas era total,
radical, muy diferente por tanto a lo que se ha llamado "revolución mexicana". Por ello, el
magonismo no es su precursor, porque no luchaban por lo mismo, ni tampoco se redujo la
vida del magonismo sólo hasta antes de 1910, para ser su antecedente: el magonismo fue
rival del porfiriato pero también del maderismo, del carrancismo, del obregonismo.

Los revolucionarios reunidos en el Partido Liberal Mexicano reconocían la gran influencia


que había dejado en ellos el espíritu reformador, anticlerical y anti-imperialista de los
liberales de la Reforma. Dicha influencia se percibe con claridaden su constante crítica al
papel que jugaba la jerarquía eclesiástica y al carácter enajenador del discurso religioso.

De las corrientes socialistas europeas,será el anarquismo el que ejerza mayor influencia


sobre los miembros de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano (P.L.M.)

La Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano no imprime a su discurso una postura
abiertamente anarquista sino hasta después de 1906; no obstante, desde 1904 viene
promoviendo la creación de grupos armados en más de doce estados de la República
mexicana.
Posteriormente, en los manifiestos de 1911, el núcleo anarquista del Partido Liberal
Mexicano dirige sus dardos hacia la trinidad maldita: capital, autoridad y clero, invitando a
la rebelión y a la expropiación, así como a la formación de milicias armadas.

¿En qué consisitio el Zapatismo?

La importancia histórica de Zapata y del movimiento que encabezó de campesinos,


peones de haciendas, jornaleros agrícolas, arrendatarios, medieros, arrieros, indígenas,
pequeños agricultores, obreros y comerciantes de Morelos, Guerrero, Puebla, Tlaxcala,
Estado de México y sur del Distrito Federal e Hidalgo.

La irrupción del zapatismo no fue por un conflicto agrario tradicional, sino uno de nuevo
tipo. Los pueblos de Morelos habían perdido la mayor parte de sus tierras, ricas y fértiles,
desde la etapa colonial y sólo mantenían una porción marginal de sus tierras originarias,
que cultivaban apoyados en una relación simbiótica con las haciendas azucareras a las que
arrendaban tierras o trabajaban para ellas estacionalmente, como jornaleros. La
modernización de la industria azucarera durante el Porfiriato y la creación de un mercado
nacional y de exportación de azúcar hizo que muchas haciendas ampliaran e intensificaran
la superficie sembrada de caña, con maquinaria y tecnología modernas, cancelando el
arrendamiento de tierras a los pueblos. Esa cancelación fue vivida por éstos como la
ruptura del pacto moral que tenían con las haciendas. La privación de ese derecho, y la
imposibilidad de sembrar las tierras con las que complementaban sus ingresos, orilló a
esos arrendatarios a incorporarse a las filas del zapatismo, que secundó el llamado hecho
por Madero para derrocar al gobierno de Díaz. De ese modo, el zapatismo, inicialmente,
fue un movimiento de arrendatarios privados del acceso a cultivar tierras de las haciendas,
al que se unieron campesinos libres, peones sin tierras y otros sectores rurales pobres del
campo morelense.

El zapatismo fue una amalgama más compleja, donde coexistían elementos tradicionales
(como los vínculos de parentesco y amistad, el papel central de las autoridades de los
pueblos, la acendrada religiosidad y el respeto a sus costumbres y cultura ancestrales —
por lo demás muy alejados del estereotipo de las comunidades campesinas holísticas), con
elementos políticos e ideológicos modernos, desarrollados por Zapata y los intelectuales
orgánicos del zapatismo. Este fue el movimiento con la propuesta programática más sólida
y radical durante el periodo más álgido de la Revolución, entre 1914 y 1915, como se
constata en la Soberana Convención Revolucionaria, donde los intelectuales zapatistas
plantearon temas que se inscribían en un pensamiento político moderno como el
establecimiento de un gobierno democrático parlamentario, la subordinación del poder
político a la sociedad civil y la participación de ésta en la supervisión y vigilancia de los
poderes públicos, la revocación de mandato del presidente, el derecho de huelga y de
boicot de los trabajadores, una rígida moralidad y un perfil popular de los funcionarios
públicos, la disolución del ejército en tiempos de paz, la igualdad jurídica de los hijos
naturales con los legítimos y la emancipación de la mujer. Estas propuestas estuvieron
entre las más radicales y avanzadas del periodo revolucionario, aunque hay que señalar
también que no se pudieron aplicar, en virtud de que el zapatismo perdió la guerra, dejó
de ser una alternativa nacional viable, y tuvo que atrincherarse en su territorio luego de la
derrota de Villa ante Obregón en las batallas del Bajío.

El zapatismo no solamente elaboró un proyecto de nación, sino que instauró un gobierno


y una administración propios en la región morelense y en una franja del centro-sur del
país, en donde tuvo el gobierno, el control militar, político, económico, administrativo y
ejerció la justicia, en donde Zapata y el Cuartel General aplicaron una peculiar forma de
gobierno, caracterizado por la recuperación de la autoridad tradicional de los pueblos y
una considerable autonomía municipal. Adicionalmente, el zapatismo se propuso derrocar
al gobierno nacional, tomar el poder central, ocupar la capital del país e instaurar un
gobierno que cumpliera un programa de reformas cuya mejor expresión fueron sus
propuestas en la Soberana Convención. En su cenit —a fines de 1914 y mediados de 1915
— el zapatismo controló, junto con el villismo, la capital del país y una parte considerable
del territorio nacional. Su derrota no se debió a su incapacidad histórica y de clase, sino a
factores de estrategia política y de táctica militar. Las diferencias con el villismo, la traición
del sector convencionista aglutinado en torno a Eulalio Gutiérrez, la rivalidad entre los
delegados villistas y zapatistas en la Convención, el agotamiento de la base de
operaciones de la División del Norte y una correlación económica y militar de fuerzas en la
que el constitucionalismo mantenía el control de zonas clave como el noreste, el
occidente, el sureste y las ricas zonas mineras y petroleras del noreste, así como los
principales puertos, fueron factores a los que no se les ha dado la atención que merecen y
que influyeron en las batallas decisivas de la Revolución entre el villismo y el ejército
obregonista. El triunfo de Obregón sobre Villa no estaba definido de antemano. Fueron
circunstancias específicas y errores que se conjugaron en la derrota de Villa y de la
Convención. La derrota del villismo selló también la derrota del zapatismo. No obstante,
hasta antes de las batallas del Bajío de 1915, tanto el zapatismo como el villismo
representaron estados regionales emergentes que lucharon por imponer su hegemonía en
el proceso revolucionario nacional.

El aura romántica con la que se ha descrito al zapatismo, como un movimiento unánime


de pueblos y campesinos desposeídos contra las haciendas y los gobiernos aliados a éstas,
no puede sostenerse. Si bien es cierto que en él no participaron hacendados ni miembros
de las elites, y que fue un movimiento de sectores rurales bajos y líderes radicales, no
pueden ocultarse las rivalidades y disputas por el poder entre muchos de sus jefes. Esas
tensiones fueron una constante que no pudieron resolver Zapata ni el Cuartel General. Las
rivalidades entre importantes jefes campesinos, su independencia y autonomía, le
restaron capacidad militar y unidad de mando. Esas disputas —además de su carencia
crónica de dinero, armas y parque—, estuvieron en la base de su debilidad militar y en su
incapacidad para tomar, por sus propios medios, la Ciudad de México, de extenderse más
allá del Bajío, y de resistir con mayor fuerza el cerco final. Así, una de sus características
positivas, la autonomía, descentralización e independencia de sus liderazgos, favorables
para una relación directa con las comunidades, se convirtió en un obstáculo insalvable
para definir una estrategia militar unificada y produjo una feudalización de los territorios
controlados por los jefes campesinos, quienes defendieron con celo su influencia y
privilegios, rechazando la intromisión de los agentes enviados por el Cuartel General para
poner orden y establecer una jerarquía de mando efectiva. Más que un ejército unificado,
el zapatismo fue una confederación de bandas armadas aglutinadas alrededor de líderes
locales, cuyos intereses, muchas veces, se antepusieron a la estrategia militar unificada
que intentaba coordinar Zapata.

Por otro lado, es indudable que la persistencia y arraigo del zapatismo, que mantuvo una
guerra constante contra sus enemigos entre 1911 y 1919, se explican por el apoyo y
simbiosis que estableció con las comunidades. Éstas le proporcionaban sustento y
cooperaban en diversas tareas, a cambio de protección y de la recuperación de sus tierras.
Esos vínculos se fortalecían por el origen de los guerrilleros, pues las bandas armadas
estaban compuestas por los jóvenes y hombres maduros de las propias localidades.

¿Cuál fue la trascendencia de estos dos proyectos sociales?

Durante los primeros años,los liberales entregan una gran parte de su energía a la
elaboración de numerosas publicaciones, las cuales jugarían un papel fundamental, pues
serían los instrumentos principales de denuncia, crítica, agitación y transmisión de ideas e
información. Los periódicos liberales fueron azote para los miembros del grupo
gobernante, quienes no sólo fueron denunciados, sino también ironizados hasta la burla.
No era para menos.

Las ideas de reinvindicación social proclamadas por el socialismo europeo, encontraron


feraz terreno en México, allá por el siglo XIX, influenciando de manera directa algunos
movimientos populares. De la Escuela del Rayo y del Socialismo, en el convulsionado
Chalco, hasta las uniones mutualistas de los artesanos, el socialismo europeo dejó
marcada su huella igualitaria.

El antiestatismo, el ateismo y el igualitarismo, así como el desprecio ácrata por los


mecanismos electorales, atraerán intensamente a un sector del PLM.; todo ello, al igual
que la persecución, la cárcel y el exilio había preparado las cosas para que dicho sector
viera como única salida ante el despotismo porfirista, la revuelta radical.

Sin el zapatismo, la Revolución mexicana hubiera sido solamente una transformación


política, un cambio de gobierno, que se hubiera limitado a la instauración de un régimen
democrático como el que encabezó Francisco I. Madero, pero que no habría significado
una transformación en las estructuras económicas, sociales y culturales del país.
El zapatismo fue el único movimiento de la Revolución mexicana que realizó una profunda
reforma agraria, en la que los pueblos campesinos recuperaron la tierra y el uso de sus
recursos naturales y los defendieron con las armas en la mano, tal y como lo establecía el
artículo 6 del Plan de Ayala. Tutelados y protegidos por Zapata y el Cuartel General los
pueblos llevaron a cabo una de las más importantes experiencias de autogobierno y
autoorganización, definida por el historiador Adolfo Gilly como la Comuna de Morelos.
El significado de Zapata como símbolo de la lucha campesina y popular contra el Estado
posrevolucionario y, particularmente, de lucha contra las políticas neoliberales es en
términos historiográficos y políticos una construcción relativamente reciente. Zapatismo
actual.

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