259 6783846 1 PB

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 10

Revisión de conceptos clásicos de la Terapia Familiar 19

desde una perspectiva de género

Review of classic concepts of Family Therapy


from a gender perspective

Paula Iruestea, Ailen Sacob, Caterina Loyolac

a
Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Córdoba. Email: paula.irueste@unc.edu.ar,
b,c
Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Córdoba

Historia editorial Resumen

Recibido: 29-08-2018 La posibilidad de revisar y analizar los conceptos clásicos de la Terapia Familiar
Primera revisión: 09-05-2018 surge a partir del intercambio de ideas y la resultante reflexión con los y las
Aceptado: 26-05-2020 estudiantes de los últimos años de la Licenciatura en Psicología, de la Facultad
de Psicología, Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Se considera que los
diversos cambios que emergen en el contexto actual proponen desafíos y abren
la posibilidad de pensar y re-construir una nueva manera de mirar. El siguiente
Palabras clave artículo es una invitación a re-pensar los desarrollos teóricos clásicos de la
www.redesdigital.com.mx

terapia estructural de Salvador Minuchin en relación a los cambios contextuales


terapia familiar, familia, sistema, acontecidos en los últimos tiempos. Se profundizan las nociones de estructura
amor complejo, género familiar como sistema y las nociones de subsistemas y límites, analizadas a través
de una perspectiva de género. Se revisan la evolución del concepto de familia en
relación a las funciones dentro del sistema y los distintos componentes del amor
complejo. Finalmente, se considera como fundamental a la persona del terapeuta
en tanto integrante del sistema terapéutico y su singular enfoque a la hora de mirar
los fenómenos en los cuales interviene.

Keywords Abstract
family therapy, family, system,
The possibility of reviewing and analyzing the classic concepts of Family Therapy
complex love, gender
arises from the exchange of ideas and the resulting reflection with students in the last
years of the Degree in Psychology, Faculty of Psychology, Universidad Nacional de
Redes 41, Julio de 2020, ISSN en trámite

Córdoba (UNC). It is considered that the diverse changes that emerge in the current
context propose challenges and open the possibility of thinking and re-constructing
a new way of looking. The following article is an invitation to rethink the classic
theoretical developments of Salvador Minuchin’s structural therapy in relation to
the contextual changes that have taken place in recent times. The notions of family
structure as a system and the notions of subsystems and limits, analyzed through
a gender perspective, are deepened. The evolution of the concept of family is
reviewed in relation to the functions within the system and the different components
of complex love. Finally, the person of the therapist is considered to be fundamental
as an integral part of the therapeutic system and his or her unique approach to
looking at the phenomena in which he or she intervenes.
20 1. INTRODUCCIÓN

El interés por revisar los conceptos clásicos de la Terapia Familiar surge a partir de la deman-
da de los y las estudiantes de los últimos años, de la Licenciatura en Psicología, de la Facultad de
Psicología, Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Los diversos cambios emergentes en relación
a los estudios de género han creado en el estudiantado una nueva manera de mirar lo cual resulta
sumamente desafiante y gratificante para la revisión de teorías que podemos considerar como “clási-
cas” que, si bien han realizado indudables aportes al campo de estudio de la Psicoterapia Sistémica,
han sido creadas en un contexto social singular con concepciones pre-establecidas, mitos y estereo-
tipos acerca de los conceptos de familia, su organización, los roles y las funciones, especialmente
en relación al género de los miembros de las familias, que resulta necesario re-pensar para construir
nuevos significados. Por esto, el objetivo de esta comunicación será el de realizar una revisión de
los mencionados aportes clásicos para proponer una nueva manera de mirarlos considerando las
características particulares del contexto actual.
La terapia estructural de familia remite a un conjunto de desarrollos teóricos y de técnicas
construidas a los fines de estudiar e intervenir sobre el individuo inserto en su contexto social. La
misma se propone modificar la organización de la familia, asumiendo que al transformar la estruc-
tura del grupo familiar, se alteran, de manera consecuente, las posiciones que cada miembro ocupa
en el sistema, las interacciones entre los mismos y sus experiencias internas. En este sentido, se
postula, como supuesto fundamental que la persona, se constituye en un miembro activo y reactivo
de los diferentes grupos sociales en los cuales se halla inmerso; en otras palabras, influye en los dis-

Revisión de conceptos clásicos de la Terapia Familiar desde una perspectiva de género; p. 19-28
tintos sistemas de los cuales forma parte y es influida por estos de manera recíproca. Construir las
teorías y las intervenciones en salud mental a partir de las ideas previamente mencionadas, resultó la
innovación fundamental que permitió concebir a este marco de referencia como un nuevo enfoque
(Minuchin, 1974).
Por tanto, continuando con la idea de innovación iniciada por Minuchin es imposible no tomar
www.redesdigital.com.mx

en consideración los cambios acontecidos en el contexto actual a la hora de aplicar la teoría a las
realidades socialmente construidas que nos rodean. Se revisarán ciertos conceptos fundamentales
que hacen a la terapia estructural familiar, de-construyendo los desarrollos mencionados para poder
mirarlos desde una perspectiva de género. Esto, a los fines de poner en tensión aquellos postulados
de la terapia estructural de familia determinados por el contexto social de los años ‘70, y las con-
cepciones y configuraciones familiares que se han desarrollado de manera acorde a los escenarios
de la actualidad.
En la presente comunicación profundizaremos entonces las nociones de estructura familiar
como sistema y las nociones de subsistemas y límites. A partir de este desarrollo, revisaremos el
concepto de familia para, finalmente, adentrarnos en la persona del terapeuta, como integrante del
sistema terapéutico, a la hora de mirar los fenómenos en los que interviene.
Redes 41, Julio de 2020, ISSN en trámite

2. DESARROLLO

Lamas (2001) define al género como una construcción simbólica y cultural fundamentada en
la diferenciación anatómica sexual. En otras palabras, a través de diversos procesos sociales y cultu-
rales, cada sociedad define y caracteriza las representaciones sociales que corresponden al “hombre”
y a la “mujer” adentrándose en un sistema de tipo binario.
A su vez, como resultado de dichos procesos se establecen normas culturales sobre los com-
portamientos esperables para ambos. Es decir que el sexo, en tanto diferenciación biológica con
la cual nacemos, conlleva diferencias reproductivas, pero no diferencias actitudinales, normativas,
conductuales o de roles. Todo ello es producto de la asignación social (López, 1988 citado en Gar-
cía-Leiva, 2005).
La sexualidad se constituye inserta en un determinado contexto, al cual le pertenece un siste- 21
ma ideológico que establece los parámetros de aquello que se considera femenino y se distingue de
lo masculino (Vega, Barrionuevo y Vega, 2007). En este sentido, la identidad de género es la auto-
clasificación como hombre o mujer sobre la base de aquello que culturalmente se entiende como tal
(López, 1988 citado en García-Leiva, 2005). “Es el conjunto de sentimientos y pensamientos que
tiene una persona en cuanto miembro de una categoría de género” (Carver, Yunger y Perry, 2003
citado en García-Leiva, 2005, párr. 13).
Estas concepciones actuarán como guía para el desarrollo del análisis; tomando las palabras
de la autora, como “filtro cultural con el que interpretamos en el mundo (...)” (Lamas, 2001, p.18).

ESTRUCTURA FAMILIAR: SUBSITEMAS Y LÍMITES


Como se expone en la terapia estructural, dentro del sistema familiar se diferencian subsiste-
mas constituidos por generación, sexo, interés o función, los cuales responden a diferentes niveles
de poder. Cada subsistema es delimitado por ciertas reglas que definen quiénes participan y de qué
manera, lo que se denomina: límites. Los mismos deben definirse con precisión y ser claros (Minu-
chin, 1974).
En la estructura familiar se evidencian dimensiones relacionales que adquieren diferentes par-
ticularidades. A los fines de esta comunicación, cabe problematizar tanto la noción de subsistema
conyugal, como también la de subsistema parental. Según Minuchin (1974), el subsistema conyugal
se instituye cuando dos adultos de sexo diferente se acoplan con la intención expresa de constituir
una familia. El mismo representa ciertas tareas o funciones específicas, que resultan vitales para el
funcionamiento de la familia. Las principales cualidades requeridas para la implementación de sus
tareas son la complementariedad y la acomodación mutua. A su vez, el autor plantea que “marido y
mujer” se necesitan mutuamente como refugio ante los múltiples requerimientos de la vida, emer-
giendo la complementariedad como una forma de construir relaciones más armoniosas. En estos
postulados se exhibe con claridad la delimitación del subsistema conyugal en íntima vinculación con
www.redesdigital.com.mx

el género de sus integrantes; de hecho, el autor enuncia de manera explícita, que para constituirse
como tal el subsistema requiere de un hombre y una mujer. En la actualidad la unión de las parejas
no es exclusiva de “adultos de sexo diferente” como condición para su formación.
Por otra parte, el subsistema parental aparece con el nacimiento del primer hijo. El funcio-
namiento de la unidad conyugal debe modificarse para enfrentar las demandas de la parentalidad.
Aparece la necesidad de delimitar las funciones que se corresponden con la crianza y la tarea de ser
padres y madres, de aquellas que remiten a las funciones de esposos y esposas. El desarrollo del
niño o la niña exigirá ciertas demandas al subsistema parental, por lo que deben modificarse para
satisfacerlas (Minuchin, 1974).
La transición por las diversas etapas del desarrollo requiere una acomodación por parte de los
miembros de la estructura familiar, donde se redefinen las funciones y con éstas las relaciones de Paula Irueste, Ailen Saco y Caterina Loyola
género. Las conceptualizaciones del autor en relación al nacimiento y cuidado de los hijos y/o de
Redes 41, Julio de 2020, ISSN en trámite

las hijas posicionan a la mujer como inmersa en el mundo infantil y alejada del mundo adulto, por
sólo ocuparse de la crianza. Más aún, Minuchin (1984) concibe que pueden desencadenarse en las
mujeres ciertas frustraciones, que implicarían una envidia hacia las actividades del marido. Por otra
parte, el esposo puede sentirse agobiado por las demandas de la familia y estorbado en su trabajo.
En estos planteos, aparece la posición de la mujer como relegada hacia las funciones ple-
namente parentales de nutrición, alimento y guía. Las posibilidades de la mujer para desarrollar
su talento y continuar con su propia carrera se hallan supeditadas al crecimiento de los hijos/as y
al aplacamiento de las demandas y exigencias de estos últimos en relación a su madre (Minuchin,
1984). Es decir, que las funciones de parentalidad, estarían en estrecha relación a la mujer, y, al mis-
mo tiempo, en dependencia de la edad de los hijos/as; mientras que se enfoca al hombre vinculado
mayormente al mundo laboral y al éxito profesional. Nótese además que el término “parentalidad”
remite al padre, cuando podría también utilizarse el término “marentalidad”. En este sentido, cabe
22 observar cómo se sostienen las representaciones de las funciones parentales en relación al género y
con preponderancia de la figura masculina.

TERAPIA FAMILIAR Y PERSPECTIVA DE GÉNERO


Si bien las configuraciones familiares actualmente se han modificado en cuanto a estructu-
ra -familias ensambladas, homoparentales, monoparentales, entre otras-, diversas investigaciones
continúan mostrando las diferencias existentes dentro del seno familiar en relación al género, re-
mitiéndose a la construcción de roles en función de la familia tradicional: la mujer abocada a las
tareas domésticas y crianza de los hijos, aquello referido al ámbito privado; el hombre, por su parte,
como proveedor en la economía familiar, posicionándose desde un lugar de poder y externo a las
cuestiones domésticas, es decir, en el ámbito público (Díaz-Marroquín, Rodríguez-Ortega y Flo-
res-Ángeles, 2010).
Los aportes de la Terapia Familiar Feminista (Goodrich, Rampage, Ellman y Halstead, 1989),
resultan claves a la hora de realizar una revisión desde una perspectiva género, aportando desarro-
llos sustanciales para lograr un cambio en el enfoque de análisis de los fenómenos. Las autoras,
ponen en valor la perspectiva feminista con el fin de vislumbrar la influencia que las características
económicas, políticas y sociales han tenido durante la historia sobre la concepción de género. Sus
cuestionamientos se enfocan en observar que el hogar no ha sido enriquecedor ni un refugio seguro
para todas ellas a pesar de que una vasta tradición haya intentado mostrar lo contrario.
Es posible identificar que las experiencias de los hombres han sido enunciadas y explicitadas,
a diferencia de las prácticas de las mujeres que han sido reservadas o mal explicadas, definiendo su

Revisión de conceptos clásicos de la Terapia Familiar desde una perspectiva de género; p. 19-28
rol como perteneciente a la esfera privada (Goodrich et al., 1989). La necesidad de saber que sucedía
con las mujeres dentro del seno familiar, ha impulsado a las terapeutas feministas a incorporar al
género como una categoría de análisis imprescindible en la terapia (Walters, Cartes, Papp y Sil-
verstein, 1991), por tanto, también en investigaciones y avances científicos.
Por su parte, las investigaciones en familias homoparentales afirman que no existen diferen-
www.redesdigital.com.mx

cias significativas entre los hijos e hijas provenientes de familias homoparentales y heteroparen-
tales (Gómez Arias, 2004). Más aún, diversos estudios proponen como pilar fundamental, para el
desarrollo de los y las integrantes en la estructura familiar, el grado de armonía o desarmonía que
predomine en la misma, más allá de la configuración que la familia adopte (Gómez Arias, 2004).
Estas conceptualizaciones permiten reflexionar y avanzar en la deconstrucción de las relaciones
establecidas entre género y función.
A su vez, los desarrollos de Ceberio (2011), exhiben la transición de paradigmas que ac-
tualmente la sociedad atraviesa con respecto a estas estructuras familiares. Ambas estructuras, las
antiguas y las nuevas, como el autor las denomina, se diferencian por mandatos, normas, hábitos y
funciones de cada miembro y del sistema en general.
Actualmente, estas estructuras se interceptan apareciendo entrelazadas, en una misma fami-
lia, características, funciones y pautas transaccionales que responden a los dos modelos. La nueva
Redes 41, Julio de 2020, ISSN en trámite

estructura familiar, que responde mayormente a padres y madres de la generación del ‘60 y ‘70, se
caracteriza por una mayor flexibilidad de las funciones en diversas dimensiones. Ya sea en relación a
la apariencia de una familia “unida”, a través de ciertos mandatos familiares, como en las tareas del
hogar y crianza de los hijos e hijas. Es decir que, tanto hombres como mujeres aportan a la economía
familiar, al mismo tiempo que ambos participan en la organización de tareas domésticas (Ceberio,
2011). No obstante, diversas investigaciones realizadas en España han mostrado como la variable de
género influye en la corresponsabilidad del trabajo doméstico. Los resultados aún indican una baja
implicancia de los hombres en las tareas domésticas (Gómez Lamont, 2015). Las diferentes formas
de distribución de roles en la pareja se muestran en relación a la percepción de injusticia en la distri-
bución de los mismos y la conciencia de género (Paterna y Martínez Martínez, 2009).
En la misma perspectiva, el concepto de límite, pilar de la teoría de Salvador Minuchin, conti-
núa siendo esclarecedor al momento de observar el interjuego relacional de las familias.
Para ello, resulta preciso retomar ciertas consideraciones en relación a las tareas y funciones 23
previamente mencionadas; Minuchin (1974) entiende que una de las necesidades más básicas del
niño o de la niña es la figura de una madre que lo alimente, proteja e instruya. En esta afirmación se
hace evidente la asignación de roles y funciones, basadas en el género de quien las ejerce. De igual
modo, estas consideraciones respecto al género resultan recurrentes en sus desarrollos acerca de
los límites de la estructura familiar. El autor menciona la existencia de dos estilos transaccionales
diferentes: aglutinamiento y desligamiento y plantea la posibilidad de que el subsistema madre-hi-
jo/a tienda hacia el aglutinamiento frente a los niños y niñas; es posible que la madre y los/as niños/
as más pequeños/as tiendan a aglutinarse hasta un punto tal que ubique al padre como periférico,
al mismo tiempo que este último asume una posición más comprometida con los hijos/as mayores.
Un subsistema padre-hijo/a puede tender hacia el desligamiento a medida que los niños y las niñas
crecen y, finalmente, comienzan a separarse de la familia.
Nuevamente, en estos desarrollos se ponen de manifiesto ciertas distinciones que encuentran
su basamento en las diferencias de género, más que en los recursos o posibilidades que los distintos
integrantes exhiben para desempeñar unas u otras funciones.
En otras palabras, por qué no pensar en las funciones de alimentación, contención, protección,
socialización como tareas que aquellos que ocupen posiciones parentales en el sistema, sean quienes
sean, deben desempeñar de la manera más exitosa posible a los fines de resguardar la salud mental
de sus hijos/as y de todos los miembros. Y, al mismo tiempo, reparar en los recursos y potencialida-
des que los distintos integrantes parentales poseen a los fines de asumir sus funciones y desempeñar-
se de la manera más saludable posible.
Estos replanteos son fundamentales ya que los conceptos de las funciones familiares también
cambian a medida que se modifica la sociedad.
En este sentido, se considera revelador retomar un fragmento de una entrevista que realiza
Richard (1996), a Salvador Minuchin, en la cual el intelectual enuncia:
www.redesdigital.com.mx

Las feministas me hicieron darme cuenta que yo he puesto a las mujeres en categorías angostas y que mis
etiquetas para las mujeres contenían prejuicios de género: para mí la preocupación de una madre podía, fácil-
mente, ser desechada como sobreprotección. (…) Focalizaba en el hombre, proveyendo dirección; y la mujer,
crianza, y en mi trabajo enfatizaba la importancia de la dirección y daba por sentado la crianza. Creo que ya no
hago más eso. Estoy más atento a los mensajes de las etiquetas y presto atención a lo que privilegio. Pero sigo
trabajando, sistemáticamente, viendo cómo las parejas se gatillan mutuamente en sus interacciones. Siempre he
pensado que trabajar con el hombre es una forma importante de atraerlo hacia la familia, hacerlo más participa-
tivo y aliviar las cargas de la mujer; pero ahora presto más atención a estar seguro de que la voz de esta última
se oiga, su dolor se exprese y su necesidad de respeto se comprenda (Minuchin, parr.39).

Si bien se continúa advirtiendo cierta dificultad, en el autor, para desprenderse de postulados Paula Irueste, Ailen Saco y Caterina Loyola
basados en “prejuicios” con respecto al género, resulta en extremo interesante su replanteo y la aper-
Redes 41, Julio de 2020, ISSN en trámite

tura a nuevas líneas de pensamiento en función de la posibilidad de de-construir de manera crítica


su propio trabajo.

NUTRICIÓN RELACIONAL Y EL AMOR COMPLEJO


En concordancia con los cambios sociales, la delimitación del concepto de familia también
fue evolucionando hacia múltiples maneras de definirla. Sin embargo, para el presente trabajo, sólo
se considerará en relación a la noción de familia según la terapia estructural, coincidiendo en que la
misma representa, como matriz de intercambio, uno de los pilares fundamentales de la vida psíquica
de las personas, donde se fundamenta la elaboración de un modelo relacional que permite crear otras
relaciones (Ceberio, 2011).
De esta forma y en acuerdo con Minuchin (1974), la familia se conceptualiza como un grupo
social natural, que debe enfrentar diversas tareas de desarrollo y que, a través de su organización y
24 su estructura tamiza y califica la experiencia de los miembros. De esta manera, la familia determina
las conductas de quienes integran ese sistema familiar y la manera en la cual responden a diversas
circunstancias en función de estímulos que provienen tanto del interior como así también del exte-
rior de sí mismos. A su vez, puede pensarse al sistema familiar organizado en función del apoyo,
regulación, alimentación y socialización de sus miembros.
En este sentido, las funciones de la familia sirven a un objetivo, de orden interno, que implica
la protección psico-social de sus integrantes y a otro, de carácter externo, que remite a la acomo-
dación de los mismos a una cultura y la transmisión de esta última. Asimismo, el sistema familiar
apoya la individuación al tiempo que proporciona un sentimiento de pertenencia (Minuchin, 1974).
Con el objetivo de repensar estos conceptos, y de ampliar y avanzar en esta línea de pensa-
miento, se retoman los postulados de Linares (2012), quien sostiene que es el amor el elemento defi-
nitorio de la condición humana. En este sentido, el amor remite a un fenómeno relacional complejo,
que implica en su constitución diversos elementos de carácter cognitivo, emocional y pragmático.
Este pensar, sentir y hacer amorosos, deben ser percibidos por la persona hacia quien van dirigidos,
como tales. La vivencia de ser complejamente amado se conceptualiza como nutrición relacional.
El autor propone a esta última como el motor que rige la construcción de la personalidad, alentando
los procesos de constitución y maduración del psiquismo de manera continuada, tanto en los niños/
as como en los adultos/as.
Consideramos interesante proponer una visión de las familias en relación a la manera en la
cual se presentan y desenvuelven los distintos componentes del amor complejo, ya que es sobre este
juego relacional que se basa la dimensión social de los seres humanos, siendo el mismo indispensa-

Revisión de conceptos clásicos de la Terapia Familiar desde una perspectiva de género; p. 19-28
ble para la vida, para la salud y el crecimiento (Linares, 2002).
Las dos modalidades de amor de mayor relevancia a nivel psicológico y, de manera conse-
cuente, en el campo de la salud mental, son el amor conyugal o de pareja y el amor parento-filial.
En ambas modalidades, los elementos cognitivos y emocionales presentan similaridad, en tanto se
encuentran con análoga importancia, el reconocimiento, la valoración, el cariño y la ternura. No
www.redesdigital.com.mx

obstante, en el espacio pragmático se diferencian de manera sustancial, resultando predominantes


el deseo y el sexo en el amor de pareja, y el cuidado y la sociabilización en el amor parento-filial
(Linares, 2002).
El reconocimiento implica descubrir a la otra persona en su existencia, es decir, que esta úl-
tima aparezca revestida de su propia singularidad. La valoración, por su parte, consiste en apreciar
sus cualidades. El cariño y la ternura se ubican básicamente en el espacio de la emocionalidad y
presumen una entrega a la otra persona, una implicación afectiva, para atender a sus necesidades
y deseos. El deseo y el sexo remiten a un acoplamiento para compartir placer, lo cual implica, a su
vez, una posesión reconocida y otorgada de manera recíproca y consensuada. Finalmente, la socia-
bilización y el cuidado tienen que ver con la implicación parental en la supervivencia y adaptación
de los hijos e hijas, como así también la protección de los mismos y la instrucción respetuosa para
que estos últimos consigan cuidarse por sí solos (Linares, 2002).
Redes 41, Julio de 2020, ISSN en trámite

En base a estos supuestos, podría reflexionarse acerca de los conceptos revisados de la terapia
estructural y concebirse al subsistema conyugal en relación a una interacción en la cual se hallan
presentes los diversos elementos que componen el amor complejo en su vertiente de amor de pareja,
mientras que las funciones de parentalidad podrían delimitarse en torno a los componentes de este
mismo juego relacional en su modalidad de amor parento-filial. En otras palabras, si acordamos
con estos supuestos, cabe derivar las distintas funciones de quienes integran el sistema en base a
los componentes del amor complejo y a los recursos de los cuales disponga cada integrante para
llevarlas a cabo, sin distinción de género alguna, considerándolas desde la complementariedad. De
esta manera, es posible modificar la jerarquía en la estructura familiar por características como la
democratización, la sensibilidad y la posibilidad de consensuar para efectuar las funciones familia-
res (Goodrich et al., 1989).
La personalidad se construye en función de cuánto y cómo se siente amada la persona, y es,
a la vez, por ello, infinitamente compleja. Porque hay infinitas maneras de amar y de ser amado 25
(Linares, 2012).
Considerando el análisis realizado, dentro la multiplicidad actual de ser y hacer familia apa-
rece la legitimación de ciertas lógicas y representaciones sociales ligadas al género y sus funciones,
lo que obturaría la posibilidad de mirar con claridad el interjuego relacional. Sin embargo, la familia
continúa siendo un recurso que permite enfrentar la incertidumbre de la exigencia social, por medio
de los vínculos e identidades que se generan en su seno.

LA PERSONA DEL TERAPEUTA


Para concluir, no se puede olvidar la persona del terapeuta en el análisis de la familia. En
concordancia con uno de los tres axiomas de la terapia estructural: “La conducta del terapeuta se
incluye en ese contexto familiar” (Minuchin, 1974, p.31), se considera que la intersección de pautas
de estructura que se observa en las familias -tomando en consideración la yuxtaposición de viejas
estructuras, con reglas de las nuevas estructuras- se encuentran en la cognición del terapeuta. Esto
puede entorpecer u obstaculizar la comprensión y resolución de los problemas familiares, por lo que
resulta preciso identificar y redefinir la posición subjetiva al respecto (Ceberio, 2011).
Explorar la red invisible de las pautas vinculadas al género en la familia, brinda la posibilidad
de no pasar por alto la tendencia a estereotipar los roles sexuales, al tiempo que permite profundizar
los conocimientos desde los cuáles cada profesional de la salud trabaja (Walters et al., 1991).
Continuar en la actualidad enseñando y trabajando sin ninguna revisión, desde las concep-
tualizaciones expuestas por Minuchin a lo largo de su obra, puede obstaculizar la mirada clínica y
constituir un sesgo de género en la terapia familiar (Macías-Esparza y Laso Ortiz, 2017).
De esta manera, y en concordancia con los aportes de Macías-Esparza y Laso Ortiz (2017) una
visión crítica y sensible al género podría evitar tanto prácticas dañinas como la participación auto-
mática de los y las psicoterapeutas en la reproducción de procesos de iatrogénesis, discriminación y
exclusión social en sus trabajos cotidianos (p.2).
www.redesdigital.com.mx

Poner en perspectiva esta observación cuando estamos frente a una familia, es posible que
cambie el rumbo del tratamiento, las características de las intervenciones e incluso afecte sustancial-
mente el funcionamiento de una familia. Atribuir la responsabilidad del síntoma o la victimización
a una cuestión de género, ignorar el valor del trabajo doméstico, cuidado y crianza o describir con-
ductas como naturales en el hombre (ser fuerte y explosivo; distante emocionalmente), son algunos
ejemplos de lo que puede implicar un sesgo de género (Macías-Esparza y Laso Ortiz, 2017) de no
mediar una deconstrucción por parte de los y las terapeutas que abordan estos problemas relaciona-
les.
Por otra parte, en la enseñanza de futuros terapeutas las variables de género son apenas con-
sideradas (Gómez Lamont, 2015). Nos encontramos en un punto de intersección crucial, donde las
investigaciones respecto al género han emergido como un referente indispensable en la actualidad Paula Irueste, Ailen Saco y Caterina Loyola
(Macías-Esparza y Laso Ortiz, 2017). Sin embargo deben cobrar mayor visibilidad en la práctica
Redes 41, Julio de 2020, ISSN en trámite

terapéutica (Gómez Lamont, 2015).


Será responsabilidad de cada terapeuta y formador garantizar una revisión crítica de modelos
y roles familiares cristalizados como verdades. De esta manera, habilitar preguntas y cuestiona-
mientos que iluminen las contradicciones y consecuencias relativas al género, permite revisar los
estereotipos internalizados a través de la historia, tanto para los y las estudiantes, como para las
familias consultantes.
Es imprescindible que los programas formativos incluyan contenidos sobre perspectivas de
género, como también realizar actividades que acompañen a identificar y evaluar sus sesgos hasta
entonces no observados (Macías-Esparza y Laso Ortiz, 2017). Llevar a cabo esta deconstrucción
generará mayor calidad y asertividad en la formación de futuros terapeutas.
Por lo tanto, no sólo las estructuras y la representación de las funciones familiares han sucum-
bido a los cambios y transformaciones, sino que los lentes con los que se observa la realidad y sobre
26 todo a las familias suscitan de ser revisados.

3. CONCLUSIONES
En acuerdo con los objetivos en el presente artículo se apuntó a profundizar la revisión de los
conceptos clásicos del enfoque estructural sistémico, en torno a las nociones de funciones, subsiste-
mas y límites y concepto de familia, para poder avanzar, luego, en la deconstrucción de los planteos
clásicos y atender a las transformaciones acaecidas a nivel social en los tiempos actuales.
Es preciso destacar que la adherencia a un modelo que no se flexibiliza o adapta a las trans-
formaciones sociales, conduce a clasificar a muchas situaciones que son claramente transicionales
como patológicas o disfuncionales. Si entendemos que el criterio para la vida familiar continúa liga-
do al legendario lema “entonces se casaron y vivieron felices por siempre jamás”, resulta entendible
que una gran proporción de familias se sitúen en extremo alejadas de este ideal (Minuchin, 1974).
Esta revisión de “saberes” naturalizados en los discursos cotidianos, permite reconocer otra
forma de pensar lo que concierne a cada sujeto, sea hombre o mujer, adquiriendo significación las
funciones que persisten dentro del sistema familiar y cómo estas se desenvuelven a través de ciertas
conductas representadas en cada género.
Y a pesar de que el escenario social del creador de la terapia estructural se ha modificado fuer-
temente, retomamos una vez más sus palabras: “La familia cambiará pero también persistirá debido
a que constituye la mejor unidad humana para sociedades rápidamente cambiantes. Cuanto mayor
flexibilidad y adaptabilidad requiera la sociedad de sus miembros, más significativa será la familia
como matriz del desarrollo psicosocial” (Minuchin, 1974, p.84).

Revisión de conceptos clásicos de la Terapia Familiar desde una perspectiva de género; p. 19-28
De especial importancia resulta la deconstrucción que pueda realizar el y la terapeuta de sus
propias concepciones para poder avanzar hacia una “nueva manera de mirar” que destierre prejui-
cios, estereotipos y, fundamentalmente, desigualdades que recaen sobre la figura femenina en todas
sus áreas de desarrollo. Esta revisión de las propias concepciones logrará, sin dudas, no sólo una
convivencia humana de mayor calidad, sino también hará posible la construcción de intervenciones
www.redesdigital.com.mx

más constructivas y eficaces en el campo del trabajo terapéutico.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Ceberio, M. (2011). Nuevas estructuras de familia, nuevos desafíos terapéuticos. En M.Ceberio y H.


Serebrinsky, Dentro y fuera de la caja negra. Desarrollos del modelo sistémico en psicotera-
pia (pp. 90-110). Argentina: Psicolibro Ediciones.
Díaz-Marroquín, N., Rodríguez-Ortega, G. y Flores-Angeles, R. L. (2010). Distribución del poder
en tres etapas de la vida de la pareja. Interamerican Journal of Psychology, 44(1), 56-64. Re-
cuperado en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28420640007.
Redes 41, Julio de 2020, ISSN en trámite

García-Leiva, P. (2005). Identidad de género: Modelos explicativos. Escritos de Psicología - Psycho-


logical Writings. (7), 71-81. Recuperado de https://www.redalyc.org/pdf/2710/271020873007.
pdf
Gómez Arias, A.B. (2004). Diversidad familiar y homoparentalidad. Revista Pediatría de Atención
Primaria; 6 (23), 361-365. Recuperado de http://archivos.pap.es/files/1116-368-pdf/381.pdf
Gómez Lamont, M.F. (2015). Hacía una Terapia Familiar Feminista para homosexuales. Revista
Electrónica de Psicología Iztacala;18 (4).
Goodrich, T., Rampage, C., Ellman, B. y Halstead, K. (1989). Terapia Familiar Feminista. Barce-
lona: Paidós
Lamas, M. (2001). El género. La construcción cultural de la diferencia sexual. México, DF: Progra-
ma Universitario de Estudios de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Linares, J.L. (2012). Terapia familiar ultramoderna. La inteligencia terapéutica. Barcelona: Herder.
Linares, J.L. (2002). Del abuso y otros desmanes. El maltrato familiar, entre la terapia y el control. 27
Barcelona: Paidós Terapia Familiar.
Macías-Esparza, L.K. y Laso Ortiz, E. (2017). Una propuesta para abordar la doble ceguera: La Te-
rapia Familiar Crítica sensible al Género. Revista de psicoterapia, 28(106), 129-148.
Minuchin, S. (1974). Familias y terapia familiar. Barcelona: Gedisa.
Minuchin, S. (1984). Técnicas de terapia familiar. Buenos Aires: Paidós
Paterna, C. y Martínez Martínez, M. (2009). Influencia de las Variables de Género em la Distribu-
ción de lãs Tareas Domésticas y de Cuidado. Interamerican Journal of Psychology, 43(2),
241-249. Recuperado de https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=284/28412891005
Vega, M., Barrionuevo, J. y Vega, V. (2007). Sexualidad e Identidad de Género en la Adolescencia.
El concepto de sexualidad como sistema vincular. Cap. VII. En M.Vega, J. Barrionuevo y V.
Vega, Escritos Psicoanalíticos sobre Adolescencia. Buenos Aires: Eudeba
Richard, S (1996). Es mucho más complicado. Entrevista a Salvador Minuchin. Perspectivas Sisté-
micas; n°46. Recuperado en http://www.redsistemica.com.ar/minuchin.htm.
Walters, M., Carter., Papp, P., y Silverstein, O. (1991). La red invisible: pautas vinculadas al género
en las relaciones familiares. Barcelona: Paidós.
www.redesdigital.com.mx

Paula Irueste, Ailen Saco y Caterina Loyola


Redes 41, Julio de 2020, ISSN en trámite
Redes 41, Julio de 2020, ISSN en trámite www.redesdigital.com.mx 28

Revisión de conceptos clásicos de la Terapia Familiar desde una perspectiva de género; p. 19-28

También podría gustarte