1 Samuel 28
1 Samuel 28
1 Samuel 28
Los filisteos se preparaban para atacar Israel. Como el profeta Samuel ya había muerto (cap. 28:3), Saul se desespera delante del
enemigo (cap. 28:5). Entonces consulta al Señor (cap. 28:6) sin obtener cualquier respuesta. En vez de humillarse, arrepentirse,
convertirse de sus malos y desobedientes intentos, toma la decisión más degradante de su vida, escuche:
1 Samuel 28:7 = “Entonces dijo Saul a sus criados; buscadme una mujer que tenga el espíritu de hechicera, para que yo vaya
donde ella, y consulte por ella...”
Pobres seres humanos, a semejanza de Saul, cuando pierden de vista la obediencia a la Ley de Dios, piensan que todo es posible
en el cristianismo. Saul comienza un proceso de engaño periódico: “Se disfrazó (cap. 28:8) y fue a encontrarse con la hechicera. Al
llegar, aquella mujer demostrando obediencia al decreto real, definió la situación, sin saber de quien se trataba. Escuche:
1 Samuel 28:9 = “... he aquí que tu sabes lo que Saul hizo, como ha destruido de la tierra a los adivinos y a los encantadores; ¿por
qué me armas un lazo a mi vida, para hacerme morir?”. Delante de la preocupación de la hechicera, Saul la tranquiliza y, ella,
entonces, indaga:
1 Samuel 28:11 = “... ¿a quién te haré subir? Y dijo él: Háceme subir a Samuel”.
En este instante, desesperada, la hechicera imagina haber caído en la trampa, pues reconoce en el “cliente”, al propio rey Saul, el
exterminador de la hechicería (cap. 28:12).
Saul mandó que la mujer se calmase y la sesión espírita prosiguió. La hechicera, entonces, hace aparecer al propio Satanás
personificando al fallecido profeta Samuel (cap. 28:14). Y este diálogo se procesó, preste atención:
1 Samuel 28:15-19 = “Samuel dijo a Saul: ¿por qué me inquietaste, haciéndome subir? Entonces dijo Saul: Muy angustiado
estoy, porque los filisteos guerrean contra mi, y Dios se ha desviado de mi, y no me responde más, ni por el ministerio de los
profetas, ni por sueños; por eso te llamé a ti, para que me hagas saber lo que he de hacer.
“Entonces dijo Samuel: ¿Por qué pues me preguntas a mí, ya que el Señor te ha desamparado, y se ha hecho tu enemigo?
“Porque el Señor ha hecho contigo lo que te dijo por mi boca, y ha rasgado el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero
David. Como tu no distes oídos a la voz del Señor, y no ejecutaste el fervor de Su ira contra Amalec, por eso el Señor te hizo hoy
esto. Y el Señor entregará también a Israel contigo en la mano de los filisteos, y mañana tu y tus hijos estaréis conmigo; y el
campamento de Israel el Señor lo entregará en la mano de los filisteos”.
Esta materialización espírita ocurrida en la ciudad de Endor, es la obra prima del archienemigo – Lucifer. Desaforadamente utiliza
términos divinos y evoca al Señor Dios Todo Poderoso presentándolo como enemigo, cuando en verdad el enemigo de los seres
humanos es él mismo.
Astuto y competente actor, profetiza en el Nombre del Señor, con el mayor descaro y toma toda la trama en las manos para que el
cumplimiento de su profecía ocurriese como él lo dijo – 24 horas de vida apenas para el rey en rebeldía.
De hecho Saul perdió la batalla y la vida como Lucifer lo había predicho (1 Sam. 31:4). Pero, esto sólo ocurrió porque Saul le dio
las espaldas a Dios y quedó delante de Satanás. Si hubiese habido un arrepentimiento sincero del rey, un cambio de vida y fe en el
Todo Poderoso, la historia sería completamente diferente.
Un rey incrédulo, atrevido, rebelde y desafiador jamás podría crecer en la fe en su experiencia cristiana. Por eso, en vida, Samuel
definió la conducta que debería tener delante del Cielo:
1 Samuel 15:22 = “... he aquí que obedecer es mejor que sacrificar...”
Mi amado, nunca entre en el terreno encantado de Lucifer, nunca consulte sus colaboradores, nunca salga de la presencia del
Padre Celestial, para que las trampas y ardides de este enemigo lo alcance.
Como usted puede comprobar leyendo el capítulo 12 (¡HOMBRE! ¿MORTAL O INMORTAL? – pág. 270), cuando la persona
muere – creyente o impía, va para la sepultura y todo queda entregado al completo olvido. Eclesiastés 9:5-6.
Por lo tanto, el Samuel de este episodio, que la hechicera hizo aparecer, fue el propio Lucifer, con perfecta apariencia facial y la
voz de Samuel, para engañar y destruir al rey. Este siempre fue su papel. Abra los ojos mi hermano.