6 Arte Bizantino
6 Arte Bizantino
6 Arte Bizantino
El marco histórico
Tras la división del imperio romano en dos, Roma y su imperio occidental se desintegran y el imperio romano de oriente se
afianza y asegura su supervivencia con el esplendor de Constantinopla, la capital, que pasará a llamarse Bizancio. A partir
del siglo V Bizancio se afianza como centro cultural y político que alcanza con Justiniano (s. VI) el máximo apogeo. La
cultura bizantina continúa la tradición paleocristiana con las aportaciones de Oriente, Egipto y la herencia helenística. Su
pujanza se mantiene casi hasta la caída de Constantinopla en manos de los turcos en 1553.
Arquitectura
CARACTERÍSTICAS GENERALES
Fue el bizantino un estilo conservador, al servicio de la Iglesia y del emperador que sirve para mostrar su prestigio y poder.
No existe preocupación por la forma, se interesa por lo divino y espiritual lo que se traduce en una exagerada
ornamentación. El cuerpo humano pierde valor como tal y se representa como morada del espíritu. La influencia oriental se
refleja especialmente en el fastuoso colorido (sobre todo en los interiores) de las construcciones que se decoran con
brillantes mosaicos y pinturas.
Las aportaciones arquitectónicas son fruto de profundos estudios científicos aplicados a la construcción y de las influencias
del arte romano. Los edificios se construyen con piedra, algunas de ellas muy ligeras, de consistencia porosa, y con
ladrillos. Los materiales no tienen por qué ser especialmente ricos puesto que más tarde van a ser revestidos de mármoles y
mosaicos. En general, podemos afirmar que los edificios bizantinos son sobrios e incluso pobres en el exterior, y
deslumbrantes en el interior.
La arquitectura bizantina es abovedada. La aportación bizantina más sobresaliente es la solución que dan al sostenimiento
de las bóvedas*. Los problemas fueron resueltos de manera definitiva aportando una solución válida al difícil obstáculo de
los empujes de las bóvedas y cúpulas* mediante el empleo de pechinas* (triángulos curvos), medias cúpulas y otros
elementos de sujeción (contrafuertes, muros gruesos).
Las plantas pueden ser de tipo basilical y central. Las plantas basilicales se cubren con bóvedas. En las de planta central la
cúpula puede ir directamente sobre e muro o bien descansar sobre columnas que sirven para crear un espacio anular. La
basílica bizantina aporta algunas modificaciones: el atrio se reduce al final a un pórtico* adosado a la fachada de la iglesia.
El nártex es el lugar de reunión de los catecúmenos que no podían asistir a algunas ceremonias. La iconostasis*, especie de
cancela que separa el espacio destinado a los presbíteros. La tribuna*, destinada a las mujeres, en el piso superior, es el
antecedente del triforio* medieval, sobre las naves laterales.
La bóveda se asemeja al cielo en el que resplandecen las estrellas, de la misma manera que resplandecen los mosaicos que
la recubrían.
Las columnas y los capiteles eran de ricos materiales. Los capiteles suelen ser corintios trabajados a trépano* y, en algún
que otro caso, de caras planas y formas cúbicas muy depuradas. Sobre ellos se coloca el cimacio*.
La decoración es un elemento esencial de la arquitectura bizantina. Sienten verdadera adoración por los colores intensos que
pueblan los mosaicos que revisten no los suelos, como se hacía en el arte romano, sino los muros y cubiertas.
Los iconos son otra importante manifestación plástica. El icono es pintura religioso sobre tabla, recubriendo con láminas de
oro o plata casi toda la superficie para dejar al descubierto el rostro y las manos. El fondo dorado contribuye a reforzar el
profundo sentido de irrealidad y divinidad que los caracteriza. Representan la figura de la Virgen o de Cristo. Los rostros
ofrecen una marcada rigidez y frontalidad con lo que se pretende resaltar su espiritualidad.
LOS MOSAICOS
En relación con el mosaico bizantino, lo primero que hay que decir es que tiene notables diferencias con el mosaico romano.
En primer lugar, los mosaicos romanos se solían emplear para revestir el suelo, mientras que el bizantino se emplea para
toda la superficie del muro y para las cubiertas inundando el espacio arquitectónico. También las diferencias se extienden al
campo de lo técnico, puesto que las teselas no son sólo de piedra, sino que se incorporan las pastas vítreas de diversos
colores e incluso piedras preciosas. En general, el mosaico bizantino es más refinado técnicamente e incorpora el oro para
los fondos, con lo que se consiguen mejores efectos estéticos.
Las imágenes que se representaban en la iglesia tenían lugares prefijados, se ordenaban según unos criterios preestablecidos:
en la bóveda del ábside o en la cúpula iba la figura de Cristo, la Virgen y los santos siempre por debajo de Cristo y en el
muro las escenas del Juicio Final.
Los fondos son dorados, lo cual genera una fuerte sensación de irrealidad. Las figuras permanecen inmóviles y hieráticas, de
ellas sobresale la intensidad de sus miradas. Se puede hablar de una tendencia generalizada a la abstracción y el
antinaturalismo.
Los ejemplos más interesantes de mosaicos que se conservan son los conjuntos de Rávena, especialmente los de San Vital,
en los que se representa a la corte de Justiniano y Teodora con sus respectivos séquitos portando ofrendas, con las
características que ya hemos mencionado de hieratismo y frontalidad. San Apolinar el Nuevo y San Apolinar in Classe
también conservan ricos mosaicos.
La maestría de los bizantinos en el trabajo de los mosaicos se conoció más allá de los límites del Imperio Bizantino, tanto
que fueron reclamados por los califas cordobeses para decorar las superficies del mihrab de la mezquita de Córdoba.