Demanda Amparo

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Expediente N.

º :
Cuaderno : Principal
Escrito N.º : 01
SUMILLA : DEMANDA DE AMPARO

SEÑOR JUEZ ESPECIALIZADO EN LO CIVIL DE LA CORTE


SUPERIOR DE JUSTICIA DE CAJAMARCA:

HERMES ROBERTO MOSQUEIRA RAMÍREZ; con DNI


N° 26673916, con domicilio real sito en Jr. Misión
Japonesa N.º 108, Barrio San Martín, Cajamarca, en su
calidad de Rector de la Universidad Nacional de
Cajamarca; su Vicerrector Académico, Dr. ELFER
GERMÁN MIRANDA VALDIVIA, identificado con DNI
N° 06619261, con domicilio real sito en Jr. Rafael
Olascoaga N.º 157, Asc. Horacio Zevallos, Cajamarca; y
su Vicerrector Administrativo, Dr. SEGUNDO
BERARDO ESCALANTE ZUMAETA, identificado con
DNI N° 26632729, con domicilio real sito en Pj. Los
Zafiros N.º 251, Urb. Universitaria, Cajamarca;
señalando todos domicilio procesal en
…………………………………; a Ud. con respeto me presento y
digo:

I. LEGITIMIDAD PROCESAL

Conforme establece el artículo 39º del Código Procesal Constitucional


(de ahora en adelante, CPConst.), “el afectado es la persona legitimada
para interponer el proceso de amparo”. En mérito a dicha prescripción,
los recurrentes, en condición de rector y vicerrector hemos sido elegidos
en virtud a la Ley N.º 23733 para el período del 28.06.14 al 27.06.19,
conforme se recauda con la acreditación expedida por Resolución de

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Asamblea Universitaria N.º 004-2014-UNC, de fecha 10.06.14 ANEXO
1-A .

En este sentido, solicitamos se nos tenga por personas legitimadas, toda


vez que el acto lesivo que motiva el presente proceso constitucional de
amparo supone una afectación en su dimensión subjetiva de todos y
cada uno de los recurrentes, que planteamos la presente demanda;
pero, por otro lado, el presente amparo gira en torno a la tutela de la
dimensión objetiva que está en juego como son los principios
constitucionales que se ven menoscabados por acción de la nueva Ley
Universitaria, y que se explica infra.

II. ENTIDADES EMPLAZADAS

El presente proceso constitucional de amparo se dirige contra:


- La Superintendencia Nacional de Educación Superior
Universitaria (SUNEDU), la que será notificada en su sede
institucional sito en Calle Aldabas N° 337 - Urb. Las Gardenias,
Santiago de Surco, Lima
- El Ministerio de Educación, el que será notificado en su
domicilio legal sito en Calle Del Comercio 193, San Borja - Lima.
- El Comité Electoral Universitario de la Universidad Nacional
de Cajamarca, la cual será representada a través de su
Presidente, a quien se le deberá notificar en su domicilio legal sito
en Av. Atahualpa N.º 1050 (Edificio 1S, Oficina N.º 108) de la
provincia de Cajamarca.
- La Asamblea Estatutaria que transitoriamente asume
funciones de Asamblea Universitaria de la Universidad
Nacional de Cajamarca, representada por su Presidente, a quien
deberá notificarse en su domicilio legal sito en Av. Atahualpa N.º
1050 (Edificio 1S, Oficina N.º 108) de la provincia de Cajamarca.

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Asimismo, y en cumplimiento de lo que establece el artículo 7º del
Código Procesal Constitucional, deberá notificarse igualmente al
Procurador Público de la SUNEDU, en su domicilio sito en Calle
Aldabas N° 337 - Urb. Las Gardenias, Santiago de Surco, Lima; así
como también al Procurador Público del Ministerio de Educación, a
quien deberá notificarse en Jr. Sánchez Cerro 2150, Jesús María, Lima.

III. PETITORIO

Se interpone PROCESO CONSTITUCIONAL DE AMPARO cuyos


fundamentos de hecho y de derecho precisaremos infra; y cuyas
pretensiones son las siguientes:

- PRETENSIÓN PRINCIPAL 1: que se declare INCONVENCIONAL y


por lo tanto se INAPLIQUE la Resolución del Consejo Directivo N.º
009-2016-SUNEDU/CD, de fecha 03.02.16, publicada el 10.02.16 en
el diario oficial “El Peruano”, la cual dispuso como “medida
preventiva” (sic) el desconocimiento de los señores Hermes Roberto
Mosqueira Ramírez, como Rector, Elfer Germán Miranda Valdivia
como Vicerrector Académico, y Segundo Berardo Escalante Zumaeta
como Vicerrector Administrativo de la Universidad Nacional de
Cajamarca, y requiere a la Universidad a designar, en el más breve
plazo, a las nuevas autoridades correspondientes y culmine el
proceso de adecuación de gobierno; y por tanto, solicitamos, en este
extremo, que se nos RESTITUYA en nuestras condiciones de Rector
y Vicerrectores académico y administrativo, dado que recientemente
se ha dispuesto nombrar como Rector al Decano más antiguo en
aplicación del artículo 15º del Reglamento General de la Universidad 1,
el cual ha sido nombrado para los cargos que legítimamente hemos
venido ocupando; y asimismo, solicitamos igualmente la

1
Reglamento General de la Universidad Nacional de Cajamarca, artículo 15º.- “En caso de ausencia del
Rector, preside la Asamblea Universitaria el Vicerrector Académico; en ausencia de ambos, el Vicerrector
Administrativo; y en ausencia de los tres, el Decano o el Director de la Escuela de Postgrado más antiguo en
la docencia en la Universidad”.

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INAPLICABILIDAD de cualquier acto judicial, administrativo o
legislativo que pretenda desconocer la vigencia del mandato de
Rector y Vicerrectores para el cual los recurrentes hemos sido
elegidos democráticamente, bajo los marcos pre-establecidos de
nuestro sistema jurídico y de los principios de la seguridad jurídica
que se han visto afectados. En tal sentido, solicitamos que:

- En vía de CONTROL DE CONVENCIONALIDAD, se declare


INCONVENCIONAL y por lo tanto se INAPLIQUE, a nuestro caso
concreto, la Primera Disposición Complementaria Transitoria de la
nueva Ley Universitaria, publicada en el diario oficial El Peruano el
día 9 de julio de 2014, en el extremo en que dispone en el décimo
párrafo lo siguiente: “la designación de las nuevas autoridades debe
realizarse antes de que concluya el período de mandato de las
autoridades vigentes”

- En vía de CONTROL DE CONVENCIONALIDAD, que se declare


INCONVENCIONAL y por lo tanto se INAPLIQUE la sentencia del
Tribunal Constitucional recaída en el Exp. N.º 0014-2014-PI y otros
(acumulados), en el extremo en que confirmó la constitucionalidad de
la Primera Disposición Complementaria Transitoria de la nueva Ley
Universitaria, expresada en sus fundamentos 317 y 318.

- Se INAPLIQUE la “Guía para la Adecuación de Gobierno de las


Universidades Públicas” de la SUNEDU, aprobada por Resolución N.º
002-2015-SUNEDU/CD del 20.07.15, la cual estableció que el proceso
de adecuación de gobierno de la universidad pública debe culminar el
31.12.15.

A continuación, señor Juez, pasaremos a desarrollar el excurso del


presente postulatorio de tutela de los derechos fundamentales
mediante el proceso de amparo.

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IV. FUNDAMENTOS DE HECHO

IV.1. Antecedentes del caso

Como es de conocimiento público, el sistema universitario en el


Perú ha venido siendo desarrollado bajo el marco de una ley, la
N.º 23733, que fue expedida en 1983, bajo el marco normativo
de la Constitución de 1979.

Es obvio que dicha Ley, a la fecha constituye técnicamente una


Ley pre-constitucional porque se expide bajo los principios y
contenidos que delineaba la antigua Constitución de 1979.

Desde esa fecha, a la actualidad, se ha generado todo un sistema


universitario que, en líneas generales, se pueden explicitar en las
siguientes características:

1. Las Universidades han venido siendo desarrolladas por un


conjunto de autoridades académico-administrativas
conformadas por los Rectores y Vicerrectores, y en segundo
lugar, por la Asamblea Universitaria y el Consejo
Universitario.
2. Todo este régimen fue impulsado bajo el marco y la
dirección de la Ley N.º 23733.

Ya en el régimen de la presidencia de Alberto Fujimori, se impulsó,


con la Constitución de 1993, un nuevo marco normativo que
estableció, entre otras cosas, los mismos principios
constitucionales, pero elevó a rango constitucional una entidad
que no tenía precedentes en la Constitución de 1979. En efecto, la
Constitución de 1993 explícitamente señaló, en la cláusula 18, que
“La Universidad es la comunidad de profesores, alumnos y
graduados. Participan en ella los representantes de los

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promotores, de acuerdo a Ley”. Este último acápite, esto es, la
representación de los promotores, desencadenó, a la postre, una
política universitaria que impulsó el Decreto Legislativo N.º 882,
Ley de Promoción de la Inversión en Educación, y es así como, a
partir de este sistema se han venido desarrollando, por mandato
constitucional y de sus leyes complementarias, a la par de
universidades públicas, la promoción de universidades privadas
conforme así garantiza el segundo párrafo del artículo 18º de la
Constitución.

A lo largo de los diversos gobiernos que hemos tenido, no cabe


duda que se han impulsado intermitentes proyectos para reformar
nuestro sistema universitario, y a tener un nuevo sistema
universitario acorde a los tiempos modernos. Es así como hemos
tenido diversos proyectos de ley, que se han venido discutiendo en
sede parlamentaria.

Es, en este contexto, que en el actual gobierno, se ha venido


impulsando un proyecto de Ley liderado por el señor congresista,
Daniel Mora Zevallos, y del cual fue finalmente publicado como la
nueva Ley Universitaria, Ley N.º 30220, publicada en el diario
oficial El Peruano el día 9 de julio de 2014.

A partir de la entrada en vigor de esta Ley, se han iniciado una


serie de modificaciones que si bien pueden ser entendidas bajo el
marco de metas lícitas; ello, sin embargo, está salpicado de
gruesas infracciones a la Constitución por el fondo; y, sobre todo,
por contravenir lo que hoy la moderna doctrina del derecho
procesal constitucional transnacional denomina como “bloque de
convencionalidad” lo que deberá motivar un análisis a partir del
presente proceso constitucional, en el cual vuestro Despacho debe
ejercer el control de convencionalidad difuso que le otorga nuestro
modelo dual o paralelo que jurisdicción constitucional.

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En este punto, señor Juez, debemos precisar que recientemente,
se ha dispuesto nombra a un nuevo Rector, en este caso al
Decano más antiguo de la Universidad Nacional de Cajamarca, en
aplicación del artículo 15º del Reglamento General de esta Casa
Superior de Estudio, lo cual supone la materialización de la
afectación a nuestros derechos constitucionales, y por ende, el
petitorio principal de la presente demanda consiste en que se nos
RESTITUYA en los cargos para los cuales hemos sido
legítimamente elegidos.

IV.2. Situación y análisis actual de la nueva Ley Universitaria


para el caso de la Universidad Nacional de Cajamarca

Señor Juez, lo que a continuación se esgrimirá en el marco de la


Teoría de la Argumentación Jurídica, es poner en evidencia las
graves manifestaciones de inconstitucionalidad que acusa la norma
y que vamos a, secuencialmente, precisar a continuación:

Inconstitucionalidad e Inconvencionalidad de la Primera


Disposición Complementaria Transitoria de la nueva Ley
Universitaria, que dispone el cese de la Asamblea
Universitaria de las universidades públicas y la suspensión
de todos los procesos de nombramiento, ascenso y
ratificación del personal docente y no docente hasta que
asuman las nuevas autoridades de gobierno.

En este punto, señor Juez, y tal como explicaremos más adelante,


consideramos que la Primera Disposición Complementaria
Transitoria de la nueva Ley Universitaria afecta una serie de
derechos constitucionales y la garantía institucional de la
autonomía universitaria, al decretar el cese inmediato de las

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funciones de los miembros de la Asamblea Universitaria de nuestra
Casa Superior de estudios, por dos razones.

En primer lugar, deberá tenerse en cuenta que las actuales


autoridades que recurrimos en amparo, hemos sido elegidas para
un período determinado, decisión que ha sido adoptada
precisamente en ejercicio de la autonomía universitaria (artículo
18º de la Constitución), razón por la cual el cese ordenado por la
nueva Ley Universitaria supone una injerencia arbitraria e
injustificada, que desconoce dicha garantía institucional, además
de una serie de derechos fundamentales que explicitamos infra.

Y en segundo lugar, consideramos que la norma cuestionada


vulnera nuestro derecho al debido proceso, toda vez que las
causas y el procedimiento a seguir para que se disponga nuestra
remoción como autoridades, se encuentran previstas
explícitamente en la Ley N.º 23733, Ley Universitaria (al amparo
de la cual fuimos elegidos) y en el Estatuto de nuestra
Universidad. En ese sentido, en la medida en que nuestro cese
ha sido ordenado por un ente externo a nuestra propia
Universidad (la SUNEDU), estimamos que tal proceder supone una
injerencia que vulnera la autonomía universitaria, toda vez que los
únicos legitimados para decidir el cese o la suspensión de las
autoridades actuales son los miembros de la propia comunidad
universitaria, según lo que establecía la Ley N.º 23733 y los
Estatutos de nuestra universidad.

IV.3. Hechos del caso

- En primer lugar, señor Juez, y antes de entrar a desarrollar la


afectación de nuestros derechos constitucionales, es necesario situar
la controversia en su real dimensión a partir de sus antecedentes

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fácticos, lo cual permitirá a su Despacho comprender de mejor forma
las razones jurídicas que sustentan nuestro petitorio constitucional.

- Es importante destacar que, en el marco de los comicios electorales


del año 2014, los recurrentes participamos liderando el movimiento
político “Alternativa Universitaria”; en ese contexto, la lista
conformada por los recurrentes resultó ganadora en dichos comicios,
razón por la cual, mediante Credencial de fecha 03.06.14, el
Comité Electoral Universitario de la Universidad Nacional de
Cajamarca expidió el reconocimiento del Dr. Mosqueira Ramírez como
Rector de dicha Casa Superior de Estudios ANEXO 1-B

Y en consonancia con ello, mediante Resolución de Asamblea


Universitaria N.º 004-2014-UNC, de fecha 10.06.14 ANEXO 1-
C, la Asamblea Universitaria de la Universidad Nacional de
Cajamarca resolvió:

“ARTÍCULO PRIMERO. NOMBRAR al Dr. HERMES ROBERTO


MOSQUEIRA RAMÍREZ, Docente Nombrado en la Categoría de
Profesor Principal, adscrito al Departamento Académico de
Ciencias de la Ingeniería de la Facultad de Ingeniería, como
RECTOR DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE CAJAMARCA, por
el período de CINCO (05) AÑOS, contados a partir del 28 de
junio del 2014 hasta el 27 de junio del 2019”

- Al respecto, es importante precisar que la elección de los recurrentes


como Rector y Vicerrectores se llevó a cabo de conformidad con las
normas electorales vigentes a la fecha de esos comicios electorales,
es decir, en base a la siguiente normativa:

a) La Ley Universitaria N.º 23733, cuyo artículo 29º señalaba : “La


Asamblea Universitaria representa la comunidad universitaria y

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tiene como atribuciones las siguientes: (…) b) Elegir al Rector, al o
a los Vice-rectores y declarar la vacancia de sus cargos”.
b) El Estatuto de la Universidad, aprobado por Resolución Rectoral de
Asamblea Universitaria N.º 008-2006-UNC, en cuyo artículo 39º
se señalaba: “La Asamblea Universitaria elige al Rector y
Vicerrectores por separado, conforme a los resultados del
Referéndum” ANEXO 1-D .
c) El Reglamento General de la Universidad ANEXO 1-E .
d) El Reglamento Electoral de la Universidad ANEXO 1-F .

- Sin embargo, en ese contexto, con fecha 09.07.14, entró en


vigencia la nueva Ley Universitaria, Ley N.º 30220, cuyo
procedimiento de adecuación establecido en su Primera Disposición
Complementaria Transitoria, fue utilizado por el movimiento político
“Comunidad Universitaria”, derrotado en las elecciones, a fin de
desestabilizar la gestión de los recurrentes.

- Es en ese contexto en que, mediante Resolución de Consejo


Universitario N.º 1636-2014, del 18.07.14, se resolvió conformar
el Comité Electoral Universitario, Transitorio y Autónomo (CEUTA) en
la Universidad Nacional de Cajamarca, a fin de iniciar el proceso de
adecuación de la Universidad a la nueva Ley ANEXO 1-G . En
coherencia con ello, posteriormente, mediante Resolución del
Comité Electoral Universitario Transitorio y Autónomo N.º
028-2014-CEUTA-UNC, del 18.09.14, se resolvió elegir a los
miembros de la Asamblea Estatutaria ANEXO 1-H . Finalmente, por
Resolución N.º 01-2014-Asamblea Estatutaria-UNC, del
17.12.14, se aprobó el nuevo Estatuto de la Universidad ANEXO 1-
I.

- Sin embargo, en el curso de estos comicios, se presentaron una serie


de irregularidades y vicios de procedimiento, por exclusiva

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responsabilidad de los miembros del Comité Electoral y la Asamblea
Estatutaria, razón por la cual dos estudiantes de esta Casa de
Estudios plantearon una DEMANDA DE AMPARO (Exp. N.º 0218-
2015) ANEXO 1-J , por afectación de sus derechos al debido
proceso y a elegir y ser elegidos, solicitando que se declare la nulidad
del proceso de elección de los miembros de la Asamblea Estatutaria y
todos los actos posteriores. En síntesis, los principales argumentos
esgrimidos en dicha demanda constitucional fueron los siguientes:

 En primer lugar, se alegó que el Comité Electoral no estaba


facultado para aprobar el Reglamento de Elecciones, pues tal era
una atribución del Consejo Universitario (artículo 59º.2 de la
nueva Ley Universitaria); por lo cual, el Reglamento aprobado por
el Comité no tenía validez legal alguna.
 En segundo lugar, se afirmó que el Comité no aprobó un
cronograma de elecciones, sino que se limitó a realizar el acto de
convocatoria y señalar fecha para el acto de sufragio; cuando era
su obligación publicar dicho cronograma, según la Primera
Disposición Complementaria Transitoria de la nueva Ley
Universitaria.
 En tercer lugar, se señaló que la elección de los miembros de la
Asamblea Estatutaria se había realizado por “cupos”, y no por lista
completa, tal como lo manda el artículo 72º.3 de la nueva Ley;
afectando el derecho de los alumnos a elegir y ser elegidos.
 En cuarto lugar, se observó que, mientras la Ley establece que la
participación de los docentes debe alcanzar más del 60%, y en el
caso de los estudiantes más del 40%; sin embargo, el Comité
modificó el Reglamento para precisar que las elecciones serían
válidas cuando hubieran sufragado como mínimo el 25% de los
docentes, y el 20% de los estudiantes; afectando así el principio
de jerarquía normativa.
 Finalmente, la demanda de amparo cuestionó que el Comité
Electoral no haya tenido en cuenta las recomendaciones

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formuladas por la ONPE, encargado del asesoramiento y asistencia
técnica en las elecciones de las universidades públicas; y el cual
había confirmado que el Consejo Universitaria es el que debía
aprobar el Reglamento Electoral; que el Comité no había
considerado a los alumnos de posgrado; y, finalmente, que éste
no había respetado el sistema de elección por lista completa que
establece la Ley ANEXO 1-K .

- En el contexto de dicho proceso constitucional de amparo (Exp. N.º


0218-2015), se presentaron una serie de incidencias que vale la pena
reseñar y poner de manifiesto, para una cabal comprensión de la
controversia de autos:

 En el cuaderno cautelar, mediante Resolución N.º 02, del


17.06.15, el Juzgado Especializado en lo Civil de Chota declaró
fundada la medida de no innovar solicitada por los demandantes, y
en consecuencia, ordenó que el Comité y la Asamblea Estatutaria
suspendan provisionalmente toda actuación funcional,
administrativa y eleccionaria. A consecuencia de ello, mediante
Resolución del Comité Electoral Universitario N.º 03-CEU-UNC, del
19.06.15, el Comité Electoral resolvió postergar el proceso
electoral y suspender el cronograma de elecciones. Sin embargo,
la medida cautelar fue revocada por la Sala Superior, mediante
Resolución N.º 03, del 01.09.15; motivo por el cual el Comité
Electoral aprobó el nuevo cronograma de elecciones, mediante
Resolución N.º 04-CEU-UNC, del 10.09.15.

 En el cuaderno principal, mediante Sentencia N.º 179-2015,


del 15.09.15 ANEXO 1-L , el Juzgado declaró fundada la
demanda de amparo, y en consecuencia, nulo el proceso de
elecciones de los miembros de la Asamblea Estatuaria y los actos
posteriores, ordenando que se proceda a realizar nuevas
elecciones. En virtud a ello, y posteriormente, el Juzgado declaró

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fundada la medida cautelar de ejecución anticipada de sentencia
solicitada por los demandantes, mediante Resolución N.º 01, del
25.09.15 ANEXO 1-M , y ordenó al Comité y a la Asamblea
Estatutaria (que asumía transitoriamente las funciones de
Asamblea Universitaria), proceder a realizar nueva convocatoria a
elecciones de la Asamblea Estatutaria. Por esta razón, el Comité
Electoral resolvió suspender el proceso electoral, mediante
Resolución N.º 05-CEU-UNC, del 06.10.15 ANEXO 1-N .

 Cabe señalar que tanto la sentencia así como la ejecución


anticipada de la misma han sido apeladas por el Comité y la
Asamblea Estatutaria, estando pendiente de solución en la
Sala Mixta Descentralizada y Permanente de Santa Cruz-
Chota.

- Sin embargo, y aun cuando dicho proceso constitucional de amparo


no ha culminado, y violando el mandato expreso de la Constitución
que señala que “ninguna autoridad puede avocarse a causas
pendientes ante el órgano jurisdiccional” (artículo 139 inciso 2 de la
Constitución), la Superintendencia Nacional de Educación Superior
Universitaria (SUNEDU) ha emitido la Resolución del Consejo
Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD, publicada el 10.02.16 en el
diario oficial “El Peruano” ANEXO 1-O , a través de la cual ha
resuelto:

“Artículo 1.- DISPONER como medida preventiva a la


Universidad Nacional de Cajamarca, el desconocimiento del
señor Hermes Roberto Mosqueira Ramírez como Rector, del
señor Elfer Germán Miranda Valdivia como Vicerrector
Académico, y del señor Segundo Berardo Escalante Zumaeta
como Vicerrector Administrativo de la Universidad Nacional de
Cajamarca, con mandatos vencidos al 1 de enero de 2016, para
efectos de todos los procedimientos administrativos, registros,
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bases de datos y toda actuación que se lleve a cabo ante la
Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria
(SUNEDU).
Artículo 2.- La presente resolución estará vigente hasta que se
designe a las nuevas autoridades correspondientes.
Artículo 3.- REQUERIR a la Universidad Nacional de Cajamarca,
que:
a) Designe, en el más breve plazo, a las nuevas autoridades
correspondientes; y,
b) Culmine con el proceso de adecuación de gobierno, dispuesto
en la Ley N.º 30220, Ley Universitaria y la Resolución N.º 022-
2015-SUNEDU/CD del Consejo Directivo, que aprueba la Guía
para la Adecuación de Gobierno de las Universidades Públicas,
al amparo de la Primera Disposición Complementaria Transitoria
de la Ley N.º 30220, de acuerdo a lo resuelto por la autoridad
judicial correspondiente”.

- Entre los principales argumentos que ha esbozado la SUNEDU para


emitir esta “medida preventiva”, se encuentran los siguientes:

 En primer lugar, manifiesta que el marco normativo de su


decisión lo constituyen la Primera Disposición Complementaria y
Transitoria de la nueva Ley Universitaria, así como la “Guía”
aprobada mediante Resolución N.º 002-2015-SUNEDU/CD, de
fecha 20.07.15, la cual precisó como fecha máxima el 31 de
diciembre de 2015, para la elección, designación y asunción de
cargo de las nuevas autoridades elegidas2.

 En segundo lugar, refiere que en la STC N.º 0014-2014-PI y


otros (acumulados), el Tribunal Constitucional “ha considerado
que la Primera DCT no vulnera ningún derecho

2
Resolución del Consejo Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD, considerandos 40 y 45.

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constitucionalmente reconocido, en atención a los
cuestionamientos presentados”3.

 En tercer lugar, la SUNEDU realiza un análisis del proceso de


amparo seguido contra el Comité Electoral, de las resoluciones
dictadas en vía principal y en la cautelar, concluyendo de todo
ello que “ni la sentencia, ni la medida cautelar, disponen que las
autoridades universitarias deban permanecer en sus cargos al 1
de enero de 2016”4. Con mayor claridad, la SUNEDU enfatiza que
“los pronunciamientos judiciales (…) no se encontraban
destinados a valorar la permanencia de las autoridades que
poseían mandato vencido al 1 de enero del 2016 en sus cargos;
sino, por el contrario, únicamente se encontraban dirigidos a
analizar la validez de la elección de los miembros de la Asamblea
Estatutaria”5. En ese sentido, la SUNEDU precisa que “a la fecha,
ni el rector ni los vicerrectores cuentan a su favor con medida
cautelar alguna que los habilite a extender sus mandatos más
allá del 31 de diciembre del 2015”6.

 En cuarto lugar, la SUNEDU concluye de todo ello que “pese a la


existencia del proceso judicial indicado (…) ello no enervaba la
obligación de la UNC de designar autoridades interinas, en el
marco de los procedimientos establecidos en el ejercicio de su
autonomía universitaria, habida cuenta que las autoridades con
mandato vencido al 1 de enero del 2016 perdieron legitimidad
para el ejercicio de dichos cargos”7.

 En definitiva, refiere la SUNEDU, “el desconocimiento de las


autoridades con mandato vencido al 1 de enero del 2016 no
supone una injerencia por parte de la autoridad administrativa en
3
Resolución del Consejo Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD, considerando 49.
4
Resolución del Consejo Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD, considerando 58.
5
Resolución del Consejo Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD, considerando 60.
6
Resolución del Consejo Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD, considerando 62.
7
Resolución del Consejo Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD, considerando 63.

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el iter procesal que se viene desarrollando”8. Es decir, “el proceso
constitucional de amparo (…) no tiene ninguna relación con la
permanencia del rector y los vicerrectores en dichos cargos, sino
versa sobre un presunto vicio en el proceso de adecuación del
gobierno, que cuestiona la validez de la elección de los miembros
de la Asamblea Estatutaria y todo acto posterior”9. Así pues,
concluye la SUNEDU que “el hecho que en el caso de la UNC no
se haya podido realizar una elección de las nuevas autoridades
(…) no supone que se convalide la permanencia del rector y
vicerrectores que poseen mandatos vencidos al 1 de enero del
2016, pues éstos pudieron ser reemplazados por autoridades
interinas, mientras la UNC complete el proceso de adecuación del
gobierno, de acuerdo a la Guía”10.

IV.4. LA SUNEDU NO PUEDE DESCONOCER NUESTROS CARGOS


DE RECTOR Y VICERRECTORES, PUES EL JUEZ DEL AMPARO
HA DETERMINADO LA NULIDAD DEL COMITÉ ELECTORAL,
EL ESTATUTO Y LA ASAMBLEA ESTATUTARIA

- Sin embargo, señor Juez, lo único cierto es que la decisión adoptada


por la SUNEDU en el presente caso, y que es materia del presente
amparo, agravia una serie de derechos constitucionales de los
recurrentes (que expondremos en el siguiente apartado), en la
medida en que actualmente el juez constitucional del amparo ha
decretado la nulidad del proceso electoral de los miembros de
la Asamblea Estatutaria de la Universidad Nacional de
Cajamarca, y todas las acciones llevadas a cabo
posteriormente a tal acto; lo que significa que los recurrentes
debemos mantenernos en nuestros cargos y supone, por ende,
el reconocimiento de nuestros cargos de Rector y
Vicerrectores, que deben mantenerse vigentes.
8
Resolución del Consejo Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD, considerando 64.
9
Resolución del Consejo Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD, considerando 76.
10
Resolución del Consejo Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD, considerando 77.

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- En efecto, tal como se puede leer in verbis en el fallo de la sentencia
de primera instancia del amparo recaída en el Exp. N.º 0218-2015
(Sentencia N.º 179-2015, de fecha 15.09.15), se puede apreciar lo
siguiente:

“1.- Declarar FUNDADA la demanda Constitucional de Amparo


planteada por JANER BARBOZA DÍAZ Y JORGE FERNANDO
PASTOR IDROGO, contra la EL COMITÉ ELECTORAL
UNIVERSITARIO Y LA ASAMBLEA ESTATUTARIA QUE
TRANSITORIAMENTE ASUMIÓ FUNCIONES DE ASAMBLEA
UNIVERSITARIA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE
CAJAMARCA, por afectación del debido proceso y a elegir; en
consecuencia: NULO el proceso eleccionario de los
miembros de la Asamblea Estatutaria de la Universidad
Nacional de Cajamarca, y todas las actuaciones llevadas
a cabo con posterioridad a tal acto;
2.- ORDENO a los demandados, procedan a realizar
nueva convocatoria a elecciones de los miembros
integrantes de la Asamblea Estatutaria, para cuyo efecto
el Comité Electoral deberá remitir al Consejo Universitario el
Proyecto del Reglamento de Elecciones para su discusión y
aprobación pertinentes, y proceda a conducir el proceso
eleccionario y proclamar los resultados de los nuevos
miembros legalmente elegidos de la Asamblea Estatutaria,
conforme lo que prescribe la Ley N° 30220, Ley Universitaria,
bajo apercibimiento de aplicar las medidas coercitivas
prescritas en los artículos 22° y 59° del Código Procesal
Constitucional, con el abono de los costos procesales;
NOTIFIQUESE conforme a Ley” [énfasis agregado].

- Si bien esta sentencia ha sido apelada, no menos cierto es que ésta


ha sido objeto de una medida cautelar de ejecución anticipada,

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mediante Resolución N.º 01, de fecha 25.09.15, expedida por el
Juzgado Civil Transitorio de Chota, en cuyo fallo se ha señalado lo
siguiente:

“Declarar FUNDADA la solicitud de MEDIDA CAUTELAR DE


INNOVAR DENTRO DEL PROCESO (DE EJECUCIÓN ANTICIPADA
DE SENTENCIA), formulada por JORGE FERNANDO PASTOR
IDROGO, en consecuencia ORDENO al COMITÉ ELECTORAL
UNIVERSITARIO Y LA ASAMBLEA ESTATUARIA QUE
TRANSITORIAMENTE ASUMIÓ FUNCIONES DE ASAMBLEA
UNIVERSITARIA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE
CAJAMARCA, procedan a realizar una nueva convocatoria
a elecciones de los miembros integrantes de la
Asamblea Estatutaria, para cuyo efecto el Comité Electoral
deberá remitir al Consejo Universitario el Proyecto del
Reglamento de Elecciones para su discusión y aprobación
pertinentes, y proceda a conducir el proceso eleccionario y
proclamar los resultados de los nuevos miembros legalmente
elegidos de la Asamblea Estatutaria, conforme lo prescribe la
Ley Nº 30220, Ley Universitaria, bajo apercibimiento de aplicar
las medidas coercitivas prescritas en los artículos 22º y 59º del
Código Procesal Constitucional” [énfasis añadido].

- En consecuencia, señor Juez, mientras que exista esta medida


cautelar vigente que ha ordenado la paralización de las funciones del
Comité Electoral y de la Asamblea Estatutaria, la SUNEDU está
obligada a mantener la vigencia del reconocimiento de nuestros
cargos como Rector y Vicerrectores, pues así lo exigen nuestros
derechos constitucionales a elegir y a ser elegido, al acceso a la
función pública, al debido proceso, a la autonomía universitaria, y a
la irretroactividad de las normas legales y seguridad jurídica, tal
como lo desarrollaremos a continuación.

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- Toda esta situación que se ha generado como consecuencia de la
implementación de la actual Ley Universitaria, no ha hecho más que
generar el reino del caos; pese a que los recurrentes, ab initio hemos
mostrado una actitud de lealtad jurídica al impulsar la adecuación
que impone la ley. Sin embargo, frente a esta situación que hoy
genera la propia SUNEDU, NOS VEMOS AHORA EN LA IMPERIOSA
NECESIDAD DE INTERPONER EL PRESENTE PROCESO
CONSTITUCIONAL DE AMPARO, A FIN DE QUE VUESTRO DESPACHO,
CONTRASTE, COTEJE, ANALICE SI TODO EL ACTUAL ORDENAMIENTO
JURÍDICO QUE VIENE A RAJA TABLA IMPONIENDOSE; EN ESTRICTO
SE ADECÚA O NO A LA DOCTRINA DEL BLOQUE DE
CONSTITUCIONALIDAD; Y SI ELLO NO ES ASI, SE SOLICITA PARA
NUESTRO CASO IN CONCRETO LA INAPLICABILIDAD DE LOS ACTOS
LEGISLATIVOS, ADMINSTRATIVOS Y JURISDICCIONALES YA
ALUDIDOS, A FIN DE MANTENER NUESTRAS PRERROGATIVAS DE
EJERCER EL CARGO AL QUE HEMOS SIDO ELEGIDOS EN EL MARCO
DE LA LEY 23733.

V. FUNDAMENTOS DE DERECHO

V.1. FUNDAMENTOS DEL BLOQUE DE CONVENCIONALIDAD

V.1. ¿Puede un juez del amparo, ejercer control difuso de


convencionalidad frente al ordenamiento jurídico que no
compatibiliza con el bloque de convencionalidad?

Esta interrogante merece ser explicitada en el presente proceso de


amparo, dado que SUNEDU, por un lado, y por otro la STC N.º
00014-2014-PI y otros (acumulados), y por otro lado la propia Ley
Universitaria, la Guía de la SUNEDU y la recentísima Resolución
del Consejo Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD, forman parte del
ordenamiento jurídico interno, vinculado, claro está, al sistema
universitario.

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De lo que se trata, en consecuencia, es ver si todo este conjunto
de actos jurisdiccionales (del TC, como de los emitidos por el
Poder Judicial invocados en la Resolución del Consejo Directivo N.º
009-2016-SUNEDU/CD de fecha 10.02.16), tanto como normas
nacionales (la nueva Ley Universitaria, la Guía de la SUNEDU),
entre otros aspectos, COMPATIBILIZAN o no con un conjunto de
normas SUPRACONSTITUCIONALES al que la doctrina lo
denomina BLOQUE DE CONVENCIONALIDAD.

En caso que tanto, a) la Ley Universitaria, b) la STC N.º 0014-


2014-PI, c) los demás actos jurisdiccionales del Poder Judicial; así
como la Resolución del Consejo Directivo N.º 009-2016-
SUNEDU/CD y todo acto administrativo de gobierno que forma
parte del ordenamiento jurídico nacional, no compatibilice; el juez
del amparo deberá declarar INAPLICABLE este conjunto de
normas y actos jurisdiccionales. A esto la doctrina le denomina
CONTROL DIFUSO DE CONVENCIONALIDAD, y que hoy se ha
convertido en el paradigma de la jurisdicción en Latinoamérica, y
que incluso, en recentísima fecha, del 2 de febrero del presente
año, se ha aprobado el I PLENO JURISDICCIONAL EN
MATERIA CONSTITUCIONAL Y CONTENCIOSO
ADMINISTRATIVO, y en donde se HABILITA a los jueces a
ejercer hoy este control, conforme veremos líneas abajo.

a) ¿Qué es el control de convencionalidad?

Se trata de una figura creada a nivel pretoriano 11, si bien parte de


su gestación se inicia en el Consejo Constitucional francés 12; su
aparición en Latinoamérica está ligada a la persona del Presidente

11
NASH, Claudio: Control de convencionalidad. De la dogmática a la implementación, Porrúa, México D.F.,
2013, p. 191.
12
MARINONI, Luis Guilherme y Valerio DE OLIVEIRA MAZZUOLI (coordinadores): Controle de Convencionalidade.
Un panorama latino-americano, Gazeta Jurídica, Brasilia, 2013, p. XIII.

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de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), don
Sergio García Ramírez. Se trata, en consecuencia, de un desarrollo
que proviene del control de constitucionalidad, donde los jueces
verifican si una norma o acto compatibilizan con la Constitución o
el “bloque de constitucionalidad”, y si tal disposición viola el
parámetro de la Constitución, se declara que tal acto o norma es
inconstitucional. Esta clásica figura, cuyo genio lo delineara en su
momento Hans Kelsen, ha sido trasladada a nivel ya de los
tratados internacionales en materia de derechos humanos.

Así, hoy se puede precisar que el control de convencionalidad es la


potestad jurisdiccional que tiene tanto el órgano de jurisdicción
supranacional (CIDH), como los jueces nacionales de cualquier
país (en este caso latinoamericano) para resolver controversias
que derivan de normas, hechos, actos contrarios a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y a los demás tratados de la
Región. El control de convencionalidad tendrá como eje, cotejar y
comparar si en un determinado ordenamiento interno se adecua y
acata a la Convención Americana o al llamado bloque de
convencionalidad13.

b) Clases de control de convencionalidad

Se puede distinguir un control de convencionalidad vertical que


surge heterónomamente, externamente, a partir de un
ordenamiento supranacional, una interpretación
supraconstitucional y una jurisdicción supranacional. Estos ejes
convergen en un control vertical: de la Corte Internacional hacia
los tribunales domésticos. Pero también hay un control horizontal
interno, que lo detentan los jueces nacionales en virtud del cual
fallan con apego, no el orden interno; sino a partir de lo que
dispone la CADDHH y la CIDH.

13
….

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b.1.) Control de convencionalidad vertical o concentrado

Bien puede delinearse que el control de convencionalidad vertical,


es en efecto un control internacional homologable a un Tribunal
Constitucional Internacional y, por tanto, un control concentrado
con efecto erga omnes los fallos que emite. De allí que, el
verdadero control de convencionalidad radica en la CIDH y sus
fallos generan toda una doctrina jurisprudencial que vincula a la
región. Sus resoluciones son, como ha apuntado Eduardo Ferrer,
cosa juzgada convencional, resolución ésta que servirá de marco
interpretativo para las jurisdicciones domésticas de cada país.

b.2.) Control de convencionalidad horizontal o difuso

En cambio, el control de convencionalidad horizontal, lo detentan


las judicaturas domésticas de cada país; se trata, en
consecuencia, de un control de convencionalidad difuso, cuyos
efectos de dicho control será sólo para el país al cual sus jueces
prefieren aplicar los instrumentos internacionales en materia de
derechos humanos de la región, antes que sus normas internas.
Ello supone que los efectos de control de convencionalidad puede
significar declarar inconvencional una norma nacional; tanto como
dejar sin efecto jurídico cualquier disposición, hecho, acto
proveniente de alguna repartición estatal del país emplazado.

En definitiva, el control horizontal es un control de


convencionalidad difuso, cuyos efectos será sólo para el país
interno. El control de convencionalidad difuso puede suponer el
juez hércules que puede llegar a desaplicar, no sólo la legislación
nacional que se opone al bloque de convencionalidad; sino que
incluso podría desaplicar los fallos de un Tribunal Constitucional o

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de la Suprema Corte, cuyos fallos no se adecuan a la filosofía de
dicho control de convencionalidad.

c) Aspectos sustantivos y procesales que se debe tener en


cuenta en el control difuso de convencionalidad

Hace menos de un lustro, el actual vicepresidente de la CIDH, Dr.


Eduardo Ferrer Mac-Gregor, ha explicado con mayor detalle que el
“control difuso de convencionalidad” constituye el nuevo
paradigma que deben ejercer todos los jueces. Y, para los efectos
del presente proceso de amparo, anota el académico Ferrer Mac-
Gregor, y precisa que:

“[el control difuso de convencionalidad] consiste en el


examen de compatibilidad que siempre debe realizarse
entre los actos y normas nacionales y la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (CADH), sus
protocolos adicionales, y la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), único
órgano jurisdiccional del sistema interamericano de
protección de los derechos humanos, que interpreta de
manera ‘última’ y ‘definitiva’ el Pacto de San José”.

Y prosigue:

“Se trata de un estándar ‘mínimo’ creado por dicho Tribunal


internacional para que en todo caso sea aplicado el corpus
iuris interamericano y su jurisprudencia en los Estados
nacionales que han suscrito o se han adherido a la CADH y
con mayor intensidad a los que han reconocido la
competencia contenciosa de la Corte IDH; estándar que,
como veremos más adelante, las propias constituciones o la
jurisprudencia nacional pueden válidamente ampliar, para

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que también forme parte del ‘bloque de
constitucionalidad/convencionalidad’ otros tratados,
declaraciones e instrumentos internacionales, así como
informes, recomendaciones, observaciones generales y
demás resoluciones de los organismos y tribunales
internacionales”14.

Aunque puede parecer hasta aquí que el presente proceso que se


viene postulando puede resultar un proceso postulatorio abstracto,
resulta vital esclarecer el excurso argumentativo de nuestra
pretensión, dado que el sustento y columna vertebral en que
reposa nuestra argumentación, aparte de algunos principios y
derechos constitucionales que forman parte del bloque de
constitucionalidad, se trata de un desarrollo que es necesario
aclarar, a fin de que vuestro respetable despacho los admita prima
facie, y luego en su estación procesal oportuna, lo declare
FUNDADO.

d) Algunas características del control difuso de


convencionalidad que deben tenerse presente en el
proceso de amparo

La doctrina convencional a partir de la evolución reciente de la


jurisprudencia emitida por la Corte IDH, ha señalado las
principales características que deben aquí tenerse presente:

d.1.) Carácter “difuso”: todos los jueces nacionales “deben”


ejercerlo

En el presente caso, cualquier juez nacional se encuentra


habilitado para ser no sólo juez de la Constitución; sino juez de la
14
FERRER MAC-GREGOR, Eduardo: “Interpretación conforme y control difuso de convencionalidad. El nuevo
paradigma para el juez mexicano”, en FERRER MAC-GREGOR, Eduardo y Giovanni FIGUEROA MEJÍA
(coordinadores): El amparo del siglo XXI, Biblioteca Porrúa de Derecho Procesal Constitucional, México, 2014, p. 2.

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convencionalidad. Así, el autor de esta creación, don Sergio García
Ramírez, en el caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado
Alfaro y otros) vs. Perú, expresaba en su voto razonado:

“Este "control de convencionalidad", de cuyos buenos


resultados depende la mayor difusión del régimen de
garantías, puede tener –como ha sucedido en algunos
países– carácter difuso, es decir, quedar en manos de todos
los tribunales cuando éstos deban resolver asuntos en los
que resulten aplicables las estipulaciones de los tratados
internacionales de derechos humanos.
Esto permitiría trazar un sistema de control extenso –vertical
y general– en materia de juridicidad de los actos de
autoridades –por lo que toca a la conformidad de éstos con
las normas internacionales sobre derechos humanos–, sin
perjuicio de que la fuente de interpretación de las
disposiciones internacionales de esta materia se halle donde
los Estados la han depositado al instituir el régimen de
protección que consta en la CADH y en otros instrumentos
del corpus juris regional. Me parece que ese control extenso
–al que corresponde el "control de convencionalidad"– se
halla entre las más relevantes tareas para el futuro
inmediato del Sistema Interamericano de Protección de los
Derechos Humanos (énfasis añadido).
El "control difuso de convencionalidad" convierte al juez
nacional en juez interamericano: en un primer y auténtico
guardián de la CHDH, de sus Protocolos adicionales
(eventualmente de otros instrumentos internacionales) y de
la jurisprudencia de la Corte IDH que interpreta dicha
normatividad. Tienen los jueces y órganos de impartición de
justicia nacionales la importante misión de salvaguardar no
sólo los derechos fundamentales previstos en el ámbito
interno, sino también el conjunto de valores, principios y

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derechos humanos que el Estado ha reconocido en los
instrumentos internacionales y cuyo compromiso
internacional asumió. Los jueces nacionales se convierten en
los primeros intérpretes de la normatividad internacional, si
se considera el carácter subsidiario, complementario y
coadyuvante de los órganos interamericanos con respecto a
los previstos en el ámbito interno de los Estados americanos
y la "misión" que ahora tienen para salvaguardar el corpus
juris interamericano a través de este nuevo "control"”.

Esto significa que hoy, ningún juez de América Latina puede


excusarse de ejercer este control.

A este respecto, el I Pleno Jurisdiccional en materia


constitucional y contencioso administrativo que aquí se
recauda y publicado el martes 2 de febrero de 2016, ha explicitado
en forma enfática que hoy los jueces nacionales, en el ejercicio
jurisdiccional del control difuso en autos y sentencias, ha
precisado que:

“Para el ejercicio del control difuso de la constitucionalidad


normativa, los jueces de la República deberán observar, en
ese orden, los criterios de: (1) fundamentación de
incompatibilidad constitucional concreta; (2) juicio de
relevancia; (3) examen de convencionalidad; (4)
presunción de constitucionalidad; e (5) interpretación
conforme” [subrayado nuestro]. ANEXO 1-P

d.2.) Intensidad: del “control difuso de convencionalidad”:


de mayor grado cuando se tiene competencia para inaplicar
o declarar la invalidez de una norma general

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Para el presente caso, es bueno señalar que en el Perú, nuestro
modelo de jurisdicción constitucional es dual o paralelo; esto
significa que, aparte del control “concentrado” de
constitucionalidad que lo ejerce el TC (art. 200º.4 y 202º.1 de la
Constitución), los jueces del Poder Judicial ejercen el control difuso
de constitucionalidad (arts. 51º y 138º segundo párrafo de la
Constitución y art. VI del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional y Primera Disposición Final de la Ley Orgánica del
Tribunal Constitucional).

Por tanto, en este extremo, el juez del amparo se encuentra no


sólo habilitado; sino que el propio diseño de nuestra legislación
interna le permite ser el guardián del control difuso tanto de
constitucionalidad como de convencionalidad.

d.3.) Debe ejercerse “de oficio”: sea invocado o no por las


partes

Esta característica se estableció en el caso Trabajadores Cesados


del Congreso vs. Perú (ya citado), dos meses después del caso
Almonacid Arellano vs. Chile, y hoy se mantiene en términos
institucionales.

d.4.) Parámetro del control difuso de convencionalidad: el


bloque de convencionalidad

Aquí es necesario aclarar que el concepto “bloque de


convencionalidad” lo integra la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, tanto como sus protocolos y demás tratados
internacionales en materia de derechos humanos de la región; así
como de la propia jurisprudencia de la Corte IDH, que es la
“jurisprudencia convencional”. Es de aclarar que en este bloque de
convencionalidad se ubica un expreso derecho convencional que

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no está explícitamente aludido en nuestro “bloque de
constitucionalidad”: el derecho de acceso al funcionariado público.

d.5.) Efectos del control de convencionalidad: retroactivos


cuando sea necesario para lograr la plena vigencia del
derecho o libertad

Como ha anotado Eduardo Ferrer:

“Como hemos sostenido al analizar los grados de intensidad


del "control difuso de convencionalidad", el resultado del
examen de compatibilidad entre la norma nacional y el
"bloque de convencionalidad", consiste en dejar "sin efectos
jurídicos" aquellas interpretaciones inconvencionales o las
que sean menos favorables; o bien, cuando no pueda
lograrse interpretación convencional alguna, la consecuencia
consiste en "dejar sin efectos jurídicos" la norma nacional,
ya sea en el caso particular o con efectos generales
realizando la declaración de invalidez de conformidad con las
atribuciones del juez que realice dicho control”15.

e) Fundamentos jurídicos del control difuso de


convencionalidad: el Pacto de San José y la Convención
de Viene sobre el Derecho de los Tratados

Como señala Ferrer Mac Gregor, desde el comienzo de la doctrina


jurisprudencial de este tipo de control, en el Caso Almonacid
Arellano vs. Chile, se estableció:

“.(…) Pero cuando un Estado ha ratificado un tratado


internacional como la Convención Americana, sus jueces,
como parte del aparato del Estado, también están sometidos

15
FERRER MAC-GREGOR, Eduardo: “Interpretación conforme…”, op. cit., pp. 67-68.

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a ella, lo que les obliga a velar porque los efectos de las
disposiciones de la Convención no se vean mermadas por la
aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin (…)
En esta misma línea de ideas, esta Corte ha establecido que
"[s]egún el derecho internacional las obligaciones que éste
impone deben ser cumplidas de buena fe y no puede
invocarse para su incumplimiento el derecho interno". Esta
regla ha sido codificada en el artículo 27 de la Convención de
Viena sobre el Derecho de los Tratados”.

De esta forma, refiere el jurista mexicano, la obligación del


cumplimiento del derecho convencional obliga a todas las
autoridades y órganos nacionales, con independencia de su
pertenencia a los poderes legislativo, ejecutivo o judicial, toda vez
que el Estado responde en su conjunto y adquiere responsabilidad
internacional ante el incumplimiento de los instrumentos
internacionales que ha asumido16. En el mismo sentido, García
Ramírez señala:

“Para los efectos de la Convención Americana y del ejercicio


de la jurisdicción contenciosa de la Corte Interamericana, el
Estado viene a cuentas en forma integral, como un todo . En
este orden, la responsabilidad es global, atañe al Estado en
su conjunto y no puede quedar sujeta a la división de
atribuciones que señale el Derecho interno . No es posible
seccionar internacionalmente al Estado, obligar ante la Corte
sólo a uno o algunos de sus órganos, entregar a éstos la
representación del Estado en el juicio –sin que esa
representación repercuta sobre el Estado en su conjunto – y
sustraer a otros de este régimen convencional de
responsabilidad, dejando sus actuaciones fuera del ‘control

16
FERRER MAC-GREGOR, Eduardo: “Interpretación conforme…”, op. cit., p. 72.

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de convencionalidad’ que trae consigo la jurisdicción de la
Corte internacional”17.

Pues bien, señor Juez, todo este amplio excurso argumentativo


que hemos desarrollado, tiene como finalidad ponerle de
manifiesto la afectación de un derecho que, aun cuando no está
previsto expresamente en nuestra Ley Fundamental, sí lo está en
la Convención Americana sobre Derechos Humanos: y éste es el
derecho de acceso al funcionariado público, cuyos contenido y
límite se han visto menoscabados y que con la reciente
Resolución del SUNEDU, se pretende vulnerar abiertamente la
Autonomía Universitaria; así como los derechos fundamentales
delos recurrentes como autoridades que hemos sido legítimamente
elegidas. Veamos un poco in extensu esta situación:

V.2. El derecho de acceso a la función pública (artículo 23º.1.c


de la Convención Americana sobre Derechos Humanos)

En efecto, íntimamente relacionado con el derecho a la


participación política (que veremos infra), se encuentra el derecho
de acceso a la función pública, reconocido en el artículo 23º.1.c)
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que
establece el derecho de todo ciudadano “de tener acceso, en
condiciones generales de igualdad, a las funciones públicas de su
país”.

Como ha enfatizado el Tribunal Constitucional, este derecho


consiste en la facultad que tienen todas las personas para acceder
o intervenir en la gestión de la cosa pública, es decir, en el
ejercicio de una función pública, cuyo contenido incluye los
siguientes elementos: “a) Acceder o ingresar a la función pública,

17
Cfr. párr.. 27 de su voto razonado con motivo del caso Myrna Mack Chang vs. Guatemala.

Página 30 de 79
b) Ejercerla plenamente, c) Ascender en la función pública y d)
Condiciones iguales de acceso”18.

Como se aprecia, el derecho a la función pública no sólo


comprende el acceso, sino también el ejercicio pleno y sin
perturbación de la función para la cual se ha sido elegido o
designado, toda vez que “el menoscabo, restricción o limitación
ilegítima del pleno desenvolvimiento de la función pública o del
ascenso en la misma, pueden conducir a una afectación del bien
protegido por este derecho”, de modo tal que la participación en la
función pública “tiene que ser entendida como un bien cuya
concretización debe desarrollarse en toda su magnitud, es decir,
con todas las implicancias que su pleno desarrollo lo exija. Ello se
debe a que los derechos fundamentales deben ser comprendidos
como mandatos de optimización, lo cual significa, precisamente,
que su contenido protegido alcanza a todos los aspectos que
contribuyen a un mayor grado de realización del bien jurídico que
protege”19.

Cabe precisar que el Tribunal Constitucional ha diferenciado que el


concepto “función pública” comprende dos tipos de función: la
función pública representativa y la función pública no
representativa, la primera de las cuales está formada por
funciones de representación política, y la segunda alude a la
función pública profesionalizada:

“La función pública representativa –a la que se designa


específicamente como ‘cargo’- ya se encuentra comprendida
en nuestro ordenamiento de alguna forma en el derecho a
ser elegido (art. 31º, Const.), es decir, en el denominado
derecho de sufragio pasivo. No obstante, ello no es óbice
para que el derecho de acceso a la función pública
18
STC N.º 00025-2005-PI y 00026-2005-PI/TC (acumulados), fundamento 43.
19
STC N.º 00025-2005-PI y 00026-2005-PI/TC (acumulados), fundamento 44.

Página 31 de 79
comprenda también este tipo de función pública. Como
ejemplos típicos de él se encuentran los cargos políticos
desde las más altas magistraturas, como las de congresista
o la de Presidente de la República, hasta las de alcalde o
regidor de las municipalidades. En el caso de la función
pública no representativa, son ejemplos típicos los
servidores públicos de la administración, estatal, regional, o
municipal, y desde luego, los de los poderes del Estado y, en
general, de toda entidad pública. Tanto la función pública
representativa como la no representativa deben ser
interpretados de la manera más amplia posible”20.

De otro lado, y en esta misma dirección, la Corte Interamericana


de Derechos Humanos ha precisado, en jurisprudencia que resulta
vinculante, que la garantía de protección del derecho de acceso a
la función pública “abarca tanto el acceso como la permanencia en
condiciones de igualdad y no discriminación respecto a los
procedimientos de suspensión y destitución”21; concluyendo así
que “el acceso en condiciones de igualdad constituiría una
garantía insuficiente si no está acompañado por la protección
efectiva de la permanencia en aquello a lo que se accede”22. En
definitiva, para la Corte IDH, “la igualdad de oportunidades en el
acceso y la estabilidad en el cargo garantizan la libertad frente a
toda injerencia o presión política”23.

V.3. ¿Cómo se ha afectado el derecho de acceso a la función


pública, como dimanante del BLOQUE DE
CONVENCIONALIDAD, en el presente caso?

20
STC N.º 00025-2005-PI y 00026-2005-PI/TC (acumulados), fundamento 51.
21
Caso Chocrón Chocrón Vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de
1 de julio de 2011. Serie C No. 227, párrafo 135.
22
Caso Reverón Trujillo Vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de
30 de junio de 2009. Serie C No. 197, párrafo 138.
23
Caso Chocrón Chocrón Vs. Venezuela, cit., párrafo 135.

Página 32 de 79
Así pues, señor Juez, llegados a este punto, consideramos que el
acto lesivo cuestionado en autos (que comprende una serie de
normas y actos jurisdiccionales, a saber: la nueva Ley
Universitaria, la Guía de la SUNEDU, la STC N.º 0014-2014-PI y la
Resolución del Consejo Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD)
agravia manifiestamente el contenido convencional del derecho de
acceso a la función pública, en la medida en que ordena el
DESCONOCIMIENTO de las actuales autoridades que han sido
elegidas para ejercer la función pública en la Universidad Nacional
de Cajamarca, libre de interferencias o perturbaciones externas.

En efecto, cuando los recurrentes fuimos elegidos para ser Rector


y Vicerrectores de la Universidad Nacional de Cajamarca,
asumimos dichos cargos en ejercicio de nuestro derecho de acceso
a la función pública representativa, y fruto de ello, teníamos y
tenemos la legítima expectativa de cumplir el mandato para el
cual fuimos elegidos, que comprende el período del 28 de junio de
2014 al 27 de junio de 2019. Así pues, la postura adoptada tanto
por la nueva Ley Universitaria, así como por la SUNEDU a través
de la Resolución que es materia del presente amparo, supone un
desconocimiento del contenido convencionalmente protegido de
este derecho, con mayor razón si los recurrentes habíamos sido
RECIENTEMENTE ELEGIDOS EL 10 DE JUNIO DE 2014, y
resulta que la nueva Ley Universitaria entró en vigencia el
10 DE JULIO DE 2014, es decir, limitó la posibilidad de que los
recurrentes ejerzamos nuestros cargos sólo por un (01)
mes, afectando con ello de modo absolutamente
desproporcionado e irrazonable nuestro derecho a permanecer en
los cargos para los cuales fuimos elegidos democráticamente en
nuestra Casa Superior de Estudios.

Ahora bien, señor Juez, la arbitrariedad de la decisión adoptada


por la SUNEDU, relativa al desconocimiento de nuestros cargos

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como Rector y Vicerrectores, se verifica más claramente aún, si
tenemos en cuenta que LOS RECURRENTES FUIMOS ELEGIDOS
EN VOTACIÓN UNIVERSAL de la comunidad universitaria, tal
como ahora lo exige la nueva Ley Universitaria, razón por la cual
carece de sentido que la SUNEDU ordene al Comité Electoral que
realice nuevas elecciones al interior de la Universidad. En efecto,
tal como hemos acreditado ut supra ANEXO 1-Q , los
recurrentes fuimos elegidos EN VOTACIÓN UNIVERSAL de
todos los integrantes de nuestra comunidad universitaria, siendo
la única Universidad pública a nivel nacional que se adelantó a lo
que luego sería una exigencia de la nueva Ley Universitaria
(artículo 66º de la nueva Ley: “El Rector y los Vicerrectores de las
universidades públicas son elegidos por lista única para un período
de cinco (5) años, por votación universal, personal, obligatoria,
directa, secreta y ponderada de todos los docentes ordinarios y
estudiantes matriculados…”). En consecuencia, señor Juez,
consideramos que la demandada SUNEDU no ha advertido que la
aplicación de la Primera Disposición Final de la nueva Ley
Universitaria a nuestro caso concreto, resulta un absurdo y un
sinsentido, toda vez que la principal finalidad de la ley (elección
universal de las autoridades) ya ha sido cumplida a través de
nuestra elección como autoridades (esto es, nuestra elección como
Rector y Vicerrectores por votación universal). En ese sentido,
pretender la aplicación incondicionada de la nueva Ley a fin de
desconocer la vigencia de nuestros cargos, supone ser fiel a la
letra de la ley, pero no al espíritu de la misma, pues ignora que el
objetivo que está detrás del cese de las autoridades (su elección
universal) ya se cumplió en nuestro caso, por lo que resulta un
absurdo exigir el cumplimiento de la ley en el caso concreto de los
demandantes.

Por todos estos argumentos, señor Juez, consideramos haber


acreditado suficientemente la afectación de nuestro derecho de

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acceso a la función pública, como dimanante del bloque de
convencionalidad, razón por la cual este extremo de nuestra
demanda de amparo deberá ser estimado y declararse fundado,
en su estación procesal oportuna.

V.2. FUNDAMENTOS DEL BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD

Dicho esto, señor Juez, en los siguientes apartados de esta


demanda, expondremos las razones por las cuales el acto lesivo
cuestionado en autos afecta no sólo el BLOQUE DE
CONVENCIONALIDAD, en los términos ya explicitados; sino que
también agravia el BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD, que
está representado por la afectación de los derechos
constitucionales directamente reconocidos en nuestra Ley
Fundamental, y que son los siguientes: desde una perspectiva
subjetiva, los derechos a la participación política, a elegir y a ser
elegido, y al debido proceso; y desde un plano objetivo, los
principios de la seguridad jurídica, la aplicación constitucional de
las leyes en el tiempo, el principio de irretroactividad de las
normas legales, y la garantía institucional de la autonomía
universitaria. A continuación, desarrollaremos el contenido
constitucionalmente protegido de cada uno de estos derechos y
principios constitucionales, para luego demostrar de qué forma el
acto lesivo cuestionado en autos afecta ese contenido normativo
previamente identificado.

V.4. Dimensión subjetiva de los derechos fundamentales de


contenido constitucional

V.4.1. El derecho a la participación en la vida política,


social y cultural de la Nación (artículo 2º inciso 17
de la Constitución)

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De conformidad con el artículo 2º, inciso 17 de la Constitución,
toda persona tiene derecho a “participar, en forma individual o
asociada, en la vida política, económica, social y cultural de la
Nación. Los ciudadanos tienen, conforme a ley, los derechos de
elección, de remoción o revocación de autoridades, de iniciativa
legislativa y de referéndum”.

En el ámbito supranacional, el derecho a la participación política


se encuentra reconocido en el artículo 23º.1.a) de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, en cuanto señala que todos
los ciudadanos tienen el derecho “de participar en la dirección de
los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes
libremente elegidos”.

Sobre el contenido constitucionalmente protegido de este derecho,


el Tribunal Constitucional ha señalado que, además de ser él
mismo un derecho autónomo, “es, a su vez, una garantía
institucional, en la medida en que promueve el ejercicio de otros
derechos fundamentales, ya en forma individual, ya en forma
asociada”24. Desde esta perspectiva, bien puede argumentarse
que, a través de su ejercicio, se promueven también otras
libertades ciudadanas como las de expresión, de asociación, de
reunión, etc.

Pero, además de ello, el derecho a la participación tiene una


íntima relación con el principio democrático, el cual es un rasgo
prevalente en nuestra Constitución, ya que dicho principio se
materializa “a través de la participación directa, individual o
colectiva, de la persona como titular de una suma de derechos de
dimensión tanto subjetiva como institucional (…) así como en su
participación asociada, a través de organizaciones orientadas a
canalizar el pluralismo político”, y mediante “la participación

24
STC N.º 0905-2001-AA/TC, fundamento 5.

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política indirecta de la ciudadanía; es decir, a través de sus
representantes libremente elegidos”25.

Los derechos de participación política, sin embargo, no se limitan


al reducido ámbito de los cargos de elección popular o de los
derechos que se ejercen a través de organizaciones políticas. En
efecto, dentro de su contenido normativo, también cabe incluir la
participación en ámbitos como el social o cultural, o como en el
caso que nos ocupa, en el ámbito de la comunidad universitaria, al
interior de la cual sus autoridades también son electas y rige el
derecho a elegir y ser elegido representante. En otras palabras,
los derechos de participación tienen lugar en todo ámbito en el
cual rija una auténtica democracia. Así también lo ha reconocido la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, cuando afirma que
“la participación política puede incluir amplias y diversas
actividades que las personas realizan individualmente u
organizadas, con el propósito de intervenir en la designación de
quienes gobernarán un Estado o se encargarán de la dirección de
los asuntos públicos, así como influir en la formación de la política
estatal a través de mecanismos de participación directa”26.

V.4.2. El derecho a elegir y ser elegido (artículo 31º de la


Constitución)

De conformidad con el artículo 31º primer párrafo de la


Constitución, todos los ciudadanos tienen “el derecho de ser
elegidos y de elegir libremente a sus representantes, de acuerdo
con las condiciones y procedimientos determinados por ley
orgánica”.

25
STC N.º 00030-2005-AI/TC, fundamento 23.
26
Caso Castañeda Gutman Vs. Estados Unidos Mexicanos. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 6 de agosto de 2008. Serie C No. 184, párrafo 146.

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Este derecho iufundamental también se encuentra reconocido en
el artículo 23º.1.b) de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, en cuanto establece que todo ciudadano tiene el
derecho “de votar y ser elegidos en elecciones periódicas
auténticas, realizadas por sufragio universal e igual y por voto
secreto que garantice la libre expresión de la voluntad de los
electores”.

Desde la óptica del derecho al sufragio, puede afirmarse que el


artículo 31º de nuestra Constitución recoge derecho al sufragio en
sus dos acepciones: una dimensión activa (el derecho a elegir) y
una dimensión pasiva (el derecho a ser elegido).

Al respecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha


interpretado que “la participación política mediante el ejercicio del
derecho a ser elegido supone que los ciudadanos puedan
postularse como candidatos en condiciones de igualdad y que
puedan ocupar los cargos públicos sujetos a elección si logran
obtener la cantidad de votos necesarios para ello”27. De este
modo, según la Corte, el derecho al voto “es uno de los elementos
esenciales para la existencia de la democracia y una de las formas
en que los ciudadanos expresan libremente su voluntad y ejercen
el derecho a la participación política”, ya que este derecho
“implica que los ciudadanos pueden decidir directamente y elegir
libremente y en condiciones de igualdad a quienes los
representarán en la toma de decisiones de los asuntos públicos” 28.

Pero, además de ello, la Corte IDH ha manifestado que, en el


desarrollo de la participación política representativa, los elegidos
ejercen su función por mandato o designación y en representación
de una colectividad. Así pues, “esta dualidad recae tanto en el
27
Caso Castañeda Gutman Vs. Estados Unidos Mexicanos. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 6 de agosto de 2008. Serie C No. 184, párrafo 148.
28
Caso Castañeda Gutman Vs. Estados Unidos Mexicanos, cit., párrafo 147.

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derecho del individuo que ejerce el mandato o designación
(participación directa) como en el derecho de la colectividad a ser
representada. En este sentido, la violación del primero repercute
en la vulneración del otro derecho”29.

V.4.3. El derecho al debido proceso (artículo 139º inciso 3


de la Constitución)

De conformidad con el artículo 139º inciso 3 de la Constitución, es


principio y derecho de la función jurisdiccional “[l]a observancia
del debido proceso y la tutela jurisdiccional”. Por su parte, el
artículo 37º del Código Procesal Constitucional establece, en su
inciso 16, que el proceso de amparo procede en defensa del
derecho “[d]e tutela procesal efectiva”.

Sin embargo, el derecho al debido proceso, y los derechos que


éste incluye como parte de su contenido normativo, pueden ser
invocados, y por tanto garantizados, no sólo en el marco de los
procesos judiciales, sino también en el ámbito de los
procedimientos administrativos.

Así, por “debido procedimiento administrativo”, hay que entender


“el respeto –por parte de la administración pública o privada– de
todos aquellos principios y derechos normalmente invocables en el
ámbito de la jurisdicción común o especializada y a los que se
refiere el artículo 139º de la Constitución del Estado (juez natural,
juez imparcial e independiente, derecho de defensa, etc.)”30.

Así lo ha entendido, por lo demás, el Tribunal Constitucional,


cuando explica por qué el debido proceso se extiendo también al
ámbito administrativo no-jurisdiccional: “el fundamento principal
29
Caso Chitay Nech y otros Vs. Guatemala. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 25 de mayo de 2010. Serie C No. 212, párrafo 115.
30
STC N.º 03480-2012-AA/TC, fundamento 6.

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por el que se habla de debido procedimiento administrativo
encuentra sustento en el hecho de que tanto la jurisdicción como
la administración están indiscutiblemente vinculadas a la
Constitución Política del Estado, de modo que si ésta resuelve
asuntos de interés para los administrados, y lo hace a través de
procedimientos internos, no existe razón alguna para desconocer
las categorías invocables ante el órgano jurisdiccional”31.

Esta recepción plena de las garantías judiciales del debido


proceso, en el ámbito administrativo, goza de pleno respaldo en el
ámbito supranacional, si tenemos en cuenta que la Corte
Interamericana de Derechos Humanos ya ha dejado claramente
establecido que “si bien el artículo 8º de la Convención Americana
se titula ‘garantías judiciales’, su aplicación no se limita a los
recursos judiciales en sentido estricto, sino el conjunto de
requisitos que deben observarse en las instancias procesales”32. En
tal entendimiento, todos los órganos que ejerzan funciones de
naturaleza materialmente jurisdiccional, sean penales o no, tienen
el deber de adoptar decisiones justas basadas en el respeto pleno
a las garantías del debido proceso establecidas en el artículo 8º de
la Convención Americana, ello debido a que “las sanciones
administrativas, disciplinarias o de naturaleza análoga son, como
las penales, una expresión del poder punitivo del Estado y que
tienen, en ocasiones, naturaleza similar a la de éstas”33. Dicho de
otra manera: “no puede la administración dictar actos
administrativos sancionatorios sin otorgar a los sancionados la
garantía del debido proceso”, por cuanto “es un derecho humano
el obtener todas las garantías que permitan alcanzar decisiones
justas, no estando la administración excluida de cumplir con este
deber”34.

31
STC N.º 08495-2006-AA/TC.
32
Corte IDH: Caso Tribunal Constitucional vs. Perú, sentencia de 31 de enero de 2001.
33
Corte IDH: Caso López Mendoza vs. Venezuela, sentencia de 1 de septiembre de 2011.
34
Corte IDH: Caso Baena Ricardo y otros vs. Panamá, sentencia de 2 de febrero de 2001.

Página 40 de 79
Es claro, por otro lado, el íntimo vínculo que conecta al debido
procedimiento administrativo, con el principio de legalidad en el
ámbito de tales procedimientos. Así, por ejemplo, el Tribunal
Constitucional lo define como “una auténtica garantía
constitucional de los derechos fundamentales de los ciudadanos y
un criterio rector en el ejercicio del poder punitivo del Estado
Social y Democrático de Derecho”35.

Así pues, el principio de legalidad en el ámbito administrativo-


sancionador tiene como contenido constitucional (y por ende,
susceptible de ser protegido a través del amparo), el cumplimiento
escrupuloso de todas las normas que regulan o diseñan el
procedimiento administrativo, cuya desviación supone siempre, y
en todos los casos, una arbitrariedad que afecta en igual medida el
debido procedimiento administrativo36.

Finalmente, es menester agregar que, según la interpretación del


Tribunal Constitucional, el principio de legalidad en el Estado
constitucional no significa simple y llanamente la ejecución y el
cumplimiento de lo que establece una ley, sino también, y
principalmente, su compatibilidad con el orden objetivo de
principios y valores constitucionales37.

V.4.4. ¿Cómo se ha afectado, en el presente caso, el


derecho de los recurrentes a la participación
política, a elegir y ser elegido y al debido proceso?

Luego de haber realizado esta completa revisión normativa y


jurisprudencial sobre los derechos iusfundamentales invocados en

35
STC N.º 06343-2007-PA/TC, fundamento 6.
36
STC N.º 05719-2005-AA/TC; asimismo, STC N.º 02192-2004-AA/TC; sobre el principio de interdicción
de la arbitrariedad, véase la STC N.º 0090-2004-PA/TC.
37
STC N.º 03741-2004-AA/TC, fundamento 15.

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nuestra demanda, toca ahora verificar de qué modo tales derechos
son vulnerados por la cuestionada Resolución del Consejo
Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD, así como por la Primera
Disposición Complementaria y Transitoria de la nueva Ley
Universitaria, la Guía de adecuación de la SUNEDU y la STC N.º
0014-2014-PI y otros (acumulados), cuya inaplicación al caso
concreto estamos solicitando en el presente amparo.

Al respecto, debemos recordar que la Primera Disposición


Complementaria y Transitoria de la nueva Ley Universitaria,
dispone en su parte pertinente lo siguiente:

“PRIMERA.- Proceso de adecuación del gobierno de la universidad


pública
A la entrada en vigencia de la presente ley, cesa la
asamblea universitaria de las universidades públicas.
Quedan suspendidos todos los procesos de nombramiento,
ascenso y ratificación del personal docente y no docente hasta
que asuman las nuevas autoridades de gobierno.
(…)
La designación de las nuevas autoridades debe realizarse
antes de que concluya el período de mandato de las
universidades vigentes (…)”.

En relación a ello, debemos manifestar que los recurrentes


formamos parte, en la actualidad, de la Universidad Nacional de
Cajamarca, en nuestras calidades de Rector, Vicerrector
Académico y Vicerrector de Investigación de dicha Casa
Superior de estudios, conforme acreditamos con las resoluciones
que se adjuntan a la presente demanda.

Nuestra elección como autoridades de dicho órgano de gobierno


ha sido efectuada según los requisitos y el procedimiento que
establecía la derogada Ley N.º 23733. En efecto, según el artículo

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29º inciso b) de la mencionada Ley, una de las atribuciones de la
Asamblea Universitaria era aquélla de “[e]legir al Rector, al o a los
Vice-rectores y declarar la vacancia en sus cargos”.

En tal sentido, el acto lesivo desconoce los derechos que ha


generado su predecesora Ley, y ello supone afectar el núcleo duro
del contenido esencial de los recurrentes que hemos sido elegidos
en el marco de una ley predeterminada; y si bien lex posteriori
deroga lex anteriori, ello no debe significar que la nueva ley
desconozca la elección de las autoridades recurrentes; pues en
todo caso, debió establecerse un período de transición hasta que
culminen las autoridades elegidas respetando su mandato. Podrá
apreciar vuestro Despacho que, con la nueva Ley, y la Resolución
del Consejo Directivo de la SUNEDU N.º 009-2016-SUNEDU-CD,
hay una actitud invasiva en desconocer a los Rectores y
Vicerrectores actuales y prepotentemente destituirlos sin respetar
lo que dice la Ley N.º 23733.

En tal sentido, siendo que la derogada Ley N.º 23733 sigue


surtiendo efectos en relación al mandato de las autoridades
recurrentes como Rectores y Vicerrectores; tales efectos debían
ser respetados por la nueva Ley Universitaria y la SUNEDU;
argumento éste que tiene sustento en la cláusula 103º de la
Constitución, que literalmente dispone que: “la ley, desde su
entrada en vigencia, se aplica a las consecuencias de las
relaciones y situaciones jurídicas existentes, y no tiene fuerza ni
efectos retroactivos”.

Por ende, señor Juez, este extremo de nuestra demanda también


debe ser declarado fundado, en garantía de nuestros derechos a la
participación política, a elegir y ser elegido, y al debido proceso.

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V.5. Dimensión objetiva de la Constitución y que involucra el
presente proceso de amparo

V.5.1. El derecho a la seguridad jurídica (artículos 2º, inciso


24, literales a y d; y 139º inciso 3 de la Constitución)

El derecho a la seguridad jurídica, que se deriva del artículo 2º


inciso 24 parágrafos a y d, así como del artículo 139º inciso 3 de
la Constitución; garantiza e informa a todo el ordenamiento
jurídico y consolida la interdicción de la arbitrariedad, pues
permite afirmar la predictibilidad de las conductas (en especial, las
de los poderes públicos) frente a los supuestos previamente
determinados por el Derecho.

En ese sentido, no sólo supone la absoluta pasividad de los


poderes públicos en tanto no se presenten los supuestos legales
que les permitan incidir en la esfera jurídica de los ciudadanos,
sino que exige de ellos la inmediata intervención ante las ilegales
perturbaciones de las situaciones jurídicas, mediante la
“predecible” reacción, sea para garantizar la permanencia del
statu quo (porque así el Derecho lo tenía preestablecido) o, en su
caso, para dar lugar a las debidas modificaciones, si tal fue el
sentido de la previsión legal. Así también lo tiene entendido el
propio Tribunal Constitucional, cuando afirma

“El principio de la seguridad jurídica forma parte


consubstancial del Estado Constitucional de Derecho. La
predecibilidad de las conductas (en especial, las de los
poderes públicos) frente a los supuestos previamente
determinados por el Derecho, es la garantía que informa a
todo el ordenamiento jurídico y que consolida la interdicción
de la arbitrariedad. Tal como estableciera el Tribunal
Constitucional español, la seguridad jurídica supone ‘la

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expectativa razonablemente fundada del ciudadano en cuál
ha de ser la actuación del poder en aplicación del Derecho’
(STCE 36/1991, FJ 5). El principio in comento no sólo
supone la absoluta pasividad de los poderes públicos, en
tanto no se presenten los supuestos legales que les
permitan incidir en la realidad jurídica de los ciudadanos,
sino que exige de ellos la inmediata intervención ante las
ilegales perturbaciones de las situaciones jurídicas, mediante
la ‘predecible’ reacción, sea para garantizar la permanencia
del statu quo, porque así el Derecho lo tenía preestablecido,
o, en su caso, para dar lugar a las debidas modificaciones, si
tal fue el sentido de la previsión legal”38.

Por otro lado, para la doctrina, la seguridad jurídica se concretiza


en dos exigencias objetivas: una de corrección estructural
(formulación adecuada de las normas del ordenamiento jurídico),
otra de corrección funcional (cumplimiento del Derecho por sus
destinatarios y especialmente por los órganos de aplicación); y
una exigencia subjetiva, encarnada por la certeza del Derecho,
entendida como la proyección en las situaciones personales de las
garantías estructurales y funcionales antes mencionadas 39.

A los efectos del presente caso, queremos destacar la denominada


exigencia subjetiva de certeza del Derecho, que conlleva la
posibilidad de que las personas (naturales y jurídicas, públicas y
privadas) puedan saber con claridad y de antemano aquello que le
está mandado, permitido o prohibido, de cara a efectuar un
adecuado proyecto de vida. De este modo, el ordenamiento
jurídico permite a los ciudadanos organizar su conducta presente y

38
STC N.º 0016-2002-AI/TC, fundamento 3; en el mismo sentido, STC N.º 01601-2012-PA/TC.
39
PÉREZ LUÑO, Antonio-Enrique: “Seguridad jurídica”, en GARZÓN VALDÉS, Ernesto y Francisco
LAPORTA (editores): El derecho y la justicia, 2ª edición, Trotta, Madrid, 2000, p. 483.

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programar expectativas para su actuación jurídica futura bajo
pautas razonables de previsibilidad40.

V.5.2. La vigencia constitucional de las leyes (artículo 109º


de la Constitución)

De conformidad con el artículo 109º de la Constitución, las leyes


son obligatorias “desde el día siguiente de su publicación en el
diario oficial, salvo disposición contraria de la misma ley que
posterga su vigencia en todo en parte”.

Esto quiere decir, señor Juez, que según el régimen constitucional


de la vigencia de las leyes, éstas no gozan de efecto retroactivo,
salvo que la propia Ley disponga lo contrario; y ello es así,
precisamente, porque detrás de esta disposición constitucional se
encuentra la preservación de la seguridad jurídica como valor
inherente y fundamental de todo ordenamiento jurídico.

V.5.3. El principio de irretroactividad de la ley (artículo


103º de la Constitución

En ese sentido, y en concordancia con el artículo 109º ya citado, la


Constitución también establece que toda ley, desde su entrada en
vigencia “se aplica a las consecuencias de las relaciones y
situaciones jurídicas existentes y no tiene fuerza ni efecto
retroactivos; salvo, en ambos supuestos, en materia penal cuando
favorece al reo” (artículo 103º de la Constitución), así como en
materia tributaria (artículo 74º de la Ley Fundamental). Y en el
mismo sentido, el artículo III del Código Civil de 1984 (si bien es
una norma pre-constitucional), establece claramente lo siguiente:
“La ley se aplica a las consecuencias de las relaciones y situaciones

40
PÉREZ LUÑO, Antonio-Enrique: op. cit., p. 484.

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jurídicas existentes. No tiene fuerza ni efectos retroactivos, salvo
las excepciones previstas en la Constitución Política del Perú”.

En suma, esto quiere decir que, en nuestro ordenamiento jurídico,


rige la aplicación inmediata de las normas a las consecuencias de
las relaciones y situaciones jurídicas existentes. Por tanto, las
normas se aplican a las relaciones y situaciones jurídicas que
surjan durante su vigencia; es decir, supone una aplicación hacia el
futuro (mandato de aplicar hacia adelante). O, dicho en términos
negativos, nuestro ordenamiento prohíbe la aplicación retroactiva
de las normas (prohibición de aplicar hacia atrás), salvo las
excepciones previstas en la Constitución. Así pues, ambas reglas se
complementan mutuamente: a) el mandato de aplicación inmediata
de las normas, y, b) la prohibición de la aplicación retroactiva,
salvo en materia penal y tributaria. De esta forma, podemos
afirmar que el constituyente ha optado por la tesis de los hechos
cumplidos, dejando de lado la teoría de los derechos adquiridos:
toda norma jurídica debe aplicarse a los hechos que ocurran
durante su vigencia, vía su aplicación inmediata 41.

Entonces, como regla general, podemos afirmar que se ha


establecido constitucionalmente que las normas se aplican de
manera inmediata a las consecuencias de las relaciones y
situaciones jurídicas existentes y aquellas que surjan durante su
vigencia, es decir, NUNCA DE FORMA RETROACTIVA.

En ese sentido, la Constitución sólo ha previsto como


supuesto de aplicación retroactiva, la aplicación de normas
penales que favorecen al reo (retroactividad benigna). Al
respecto, el Tribunal ha señalado que:

41
RUBIO CORREA, Marcial: Aplicación de la norma jurídica en el tiempo, 2ª edición, Fondo Editorial de la
PUCP, Lima, pp. 27 y 29.

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“La aplicación retroactiva de las normas se produce cuando a
un hecho, relación o situación jurídica se les aplica una
norma que entró en vigencia después que éstos se
produjeron. Nuestro ordenamiento prohíbe la aplicación
retroactiva de las normas. Como excepción a la regla se
permite la aplicación retroactiva en materia penal, cuando
favorece al reo. Así, el artículo 103° de la Constitución
dispone que “Ninguna ley tiene fuerza ni efecto retroactivos,
salvo en materia penal cuando favorece al reo”. Esta
excepción es aplicable a las normas del derecho penal
material, por ejemplo, en caso de que, posteriormente a la
comisión del delito, entre en vigencia una norma que
establezca una pena más leve. El artículo 6° del Código
Penal prescribe que se aplicará la norma vigente al momento
de la comisión del delito y, en caso de conflicto de normas
penales en el tiempo, se aplicará la más favorable”42.

Y, en el mismo sentido, ha añadido el TC:

“El principio de retroactividad benigna implica, por tanto, la


aplicación de una norma jurídica penal posterior a la
comisión del hecho delictivo, con la condición de que dicha
norma contenga disposiciones más favorables al reo. Ello se
sustenta en razones político-criminales, en la medida que el
Estado pierde interés (o el interés sea menor) en sancionar
un comportamiento que ya no constituye delito (o cuya
pena ha sido disminuida). Pero primordialmente se justifica
en virtud del principio de humanidad de las penas, el
mismo que se fundamenta en el principio-derecho de
dignidad de la persona humana (artículo 1º de la
Constitución)”43.

42
STC N.° 01300-2002-HC/TC, fundamento 8.
43
STC N.º 02389-2007-PHC/TC, fundamento 4

Página 48 de 79
“Conforme a ello en nuestro ordenamiento jurídico rige, en
principio, la aplicación inmediata de las normas. En el
derecho penal sustantivo la aplicación inmediata de las
normas determina que a un hecho punible se le aplique la
pena vigente al momento de su comisión (Cfr. Exp. N.º
1300-2002-HC/TC, fundamento 7). Asimismo la aplicación
inmediata de las normas tiene su excepción en la aplicación
retroactiva de la ley penal cuando ésta resulte favorable al
procesado. Este principio cuenta con desarrollo expreso de
nuestra legislación penal, estableciéndose en el artículo 6°
del Código Penal que:
“(...)Si durante la ejecución de la sanción se dictare una ley
más favorable al condenado, el Juez sustituirá la sanción
impuesta por la que corresponda, conforme a la nueva ley”.
Se advierte entonces que el principio de retroactividad
benigna propugna la aplicación de una norma jurídica penal
posterior a la comisión del hecho delictivo con la condición
de que dicha norma contenga disposiciones más favorables
al reo. Ello sin duda constituye una excepción al principio de
irretroactividad de la aplicación de la ley y se sustenta en
razones político-criminales, en la medida que el Estado no
tiene interés (o no en la misma intensidad) en sancionar un
comportamiento que ya no constituye delito (o cuya pena ha
sido disminuida) y, primordialmente, en virtud del principio
de humanidad de las penas, el mismo que se fundamenta en
la dignidad de la persona humana (artículo 1º de la
Constitución)”44.

Esto quiere decir, señor Juez, en buena cuenta, que la aplicación


retroactiva de las leyes, en supuestos no autorizados por la
Constitución, puede afectar los derechos constitucionales
de las personas que son destinatarias de dichas normas. Y

44
STC N.º 09810-2006-HC/TC, fundamentos 7 y 8.

Página 49 de 79
en estas situaciones, consideramos que lo que el Juez debe
procurar es encontrar una solución que busque la optimización de
los derechos constitucionales en conflicto, mediante la aplicación
de las diferentes técnicas de interpretación constitucional y, en
particular, mediante el principio de proporcionalidad (y sus
subprincipios de idoneidad, necesidad y proporcionalidad stricto
sensu o ponderación). En esa dirección, el Tribunal Constitucional
ha señalado que:

“la adecuada protección de los derechos


fundamentales no puede ser medida con relación a
una concreta teoría de aplicación de las leyes en el
tiempo. Ni la aplicación inmediata de las leyes a los hechos
no cumplidos de las relaciones existentes (teoría de los
hechos cumplidos) podría, en sí misma, justificar la
afectación de un derecho fundamental, ni, so pretexto de la
aplicación de la teoría de los derechos adquiridos, podría
negarse la aplicación inmediata de una ley que optimice el
ejercicio del derecho, de conformidad con lo dispuesto por el
artículo 103 de la Constitución”45.

Por ende, nuestro régimen constitucional de aplicación de las


normas en el tiempo, debe buscar optimizar el contenido de los
derechos y principios constitucionales involucrados en una
situación de conflicto derivada de los cambios normativos en el
tiempo (como sucede en el presente caso con la nueva Ley
Universitaria).

V.5.4. La garantía institucional: la autonomía universitaria


(artículo 18º de la Constitución)

V.5.4.1. Noción de garantía institucional


45
STC N.º 0050 -2004-PI y otros (acumulados), fundamento 121.

Página 50 de 79
Desde un punto de vista teórico, la categoría de garantía
institucional, de origen alemán (principalmente, en la obra de Carl
Schmitt46), fue creada para designar a la protección constitucional
conferida a determinadas instituciones que, si bien no eran
esenciales o centrales, sí eran necesarias para la organización
político-administrativa del Estado; en ese sentido, se erigen como
una garantía frente al legislador, y más concretamente, contra la
supresión, vaciamiento o desfiguración sustancial de su “imagen
maestra” (Leit-Bild). Por otro lado, si bien en un primer momento
el objeto de protección de las garantías institucionales eran ciertas
instituciones públicas, luego dicha protección se extendió a
determinados institutos (principalmente, de Derecho privado) y a
algunas instituciones sociales47.

Existe toda una amplia construcción teórica en torno a las


diferencias que existen entre garantía institucional y derechos
fundamentales: así pues, mientras el derecho fundamental es un
elemento pre-jurídico, la garantía institucional se entiende que
obedece a un régimen jurídico extraconstitucional; asimismo,
mientras que el titular del derecho fundamental es el individuo o
persona, y goza de protección jurisdiccional, la garantía
institucional lo titulariza la propia institución, y carece en principio
de protección jurisdiccional48.

Sobre la noción de “garantía institucional”, el Tribunal


Constitucional ha señalado que “consiste en una fórmula
constitucional destinada a asegurar una especial protección a una
46
SCHMITT, Carl: Teoría de la Constitución, Alianza Editorial, Madrid, 1982.
47
Voz “Garantías institucionales”, en ARAGÓN REYES, Manuel (Coordinador): Temas básicos de Derecho
Constitucional, Tomo III, Tribunal Constitucional y Derechos Fundamentales, 1ª edición, 2001, Civitas,
Madrid, p. 110.
48
Voz “Garantías institucionales”, en ARAGÓN REYES, Manuel (Coordinador): op. cit., p. 110. Más
adelante, sin embargo, la relación entre garantías institucionales y derechos fundamentales pasó a ser una de
mutua influencia, para luego entrar en una lógica de “comprensión ‘institucional’ de los derechos
fundamentales”, principalmente a raíz de las teorías de Peter Häberle y Konrad Hesse.

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institución jurídica. A pesar de no tratarse de un derecho
fundamental en sentido auténtico, obtiene una protección
calificada y superior frente a la ley. La Constitución puede instituir
una garantía institucional para que, de manera efectiva, el Estado
concrete a través de la ley un mandato de defensa y resguardo”49.

Así pues, la garantía institucional salvaguarda determinados


contenidos objetivos de la Norma Fundamental, manteniéndolos
intangibles respecto del legislador así como de los poderes
públicos, lo cual cobra mayor importancia en el caso de garantías
institucionales (como la autonomía universitaria) que la
Constitución enlaza con determinados derechos fundamentales (en
nuestro caso, la libertad de cátedra, la libertad de enseñanza y la
libertad de conciencia)50.

En la jurisprudencia constitucional, se ha entendido que son


garantías institucionales, por ejemplo, la autonomía universitaria,
la autonomía municipal, y la independencia jurisdiccional 51.

V.5.4.2. La posición del Tribunal Constitucional peruano


respecto a la autonomía universitaria: ¿un derecho
fundamental o una garantía institucional

En doctrina, es conocido el debate en torno a si la autonomía


universitaria califica como un derecho fundamental o como una

49
STC N.º 04232-2004-AA/TC, fundamento 24.
50
STC N.º 04232-2004-AA/TC, fundamento 24. Por ello, el TC insiste en que existe una clara conexión entre
la protección de la autonomía universitaria y la protección de una multiplicidad de derechos fundamentales:
“una promoción de la educación que condiga con el desarrollo integral de la persona exigido por la
Constitución, requiere que el Estado garantice la libertad de enseñanza (artículo 13°), la libertad de conciencia
(artículo 14°) y la libertad de cátedra (artículo 18° de la Constitución). El fundamento de tales libertades
supone una autonomía en sentido general que garantice que la formación en conocimientos y espíritu tenga
lugar en un ambiente libre de todo tipo de injerencias ilegítimas, particularmente de aquellas provenientes del
poder público, sean estas de carácter confesional, académico o ideológico” [SSTC N. os 0005-2004-PI,
fundamento 8; 4232-2004-PA, fundamento 27; y 0017-2008-PI, fundamento 178].
51
STC N.º 0025-2006-AI/TC, fundamento 11.

Página 52 de 79
garantía institucional, polémica dentro de la cual se brindan
importantes y muy atendibles argumentos en ambos frentes.

Así por ejemplo, un sector de la comunidad jurídica plantea que la


autonomía universitaria es un derecho fundamental, ya que sólo
así dicha autonomía tendría un contenido esencial que el legislador
en ningún caso podría desconocer (libertad de configuración que
sería más amplia si se la considerara como una garantía
institucional)52. Pero, además, se recuerda que la categoría de
derecho público subjetivo fundamental ha mostrado siempre “una
mayor capacidad de resistencia, tanto a las intromisiones del
legislador como a los conflictos con otros derechos fundamentales
y garantías institucionales”53; y, finalmente, se aduce que al ser un
derecho fundamental, la autonomía universitaria podría ser
defendida en un recurso de amparo, que cada Universidad podría
interponer a tal efecto54.

Para otros autores, en cambio, es errado sostener que la


autonomía universitaria sea un derecho fundamental, pues
“resulta difícil concebir como derecho fundamental una regla de
organización de corporaciones que en una gran parte son
personas jurídicas de Derecho público”55. Al mismo tiempo, se
señala con acierto que la autonomía universitaria no debe
calificarse como un derecho fundamental “por la indeterminación
de sus sujetos y de su objeto o contenido esencial y por la muy
remota e indirecta conexión con la dignidad de la persona y su
libre desarrollo de esta forma de la organización administrativa”56.
52
SOUVIRÓN MORENILLA, J.M: “La autonomía universitaria: las previsiones constitucionales y su
desarrollo normativo”, en LUXAN, J.M. de (editor): Política y reforma universitaria, Barcelona, 1998.
53
TORRES MURO, Ignacio: La autonomía universitaria. Aspectos constitucionales, CEPC, Madrid, 2005, p.
42.
54
TORRES MURO, Ignacio: op. cit., 43.
55
DÍEZ-PICAZO, Luis María, voto particular recaído en la STC 26/1987, de 27 de febrero, del Tribunal
Constitucional español.
56
GARCÍA ROCA, Javier: “El concepto actual de autonomía local según el bloque de la constitucionalidad”,
en Revista de Estudios de la Administración Local y Autonómica, N.º 282 (2000), p. 39, nota 38.

Página 53 de 79
Ello explica, a su vez, por qué en uno de los pocos tribunales del
mundo que han reconocido a la autonomía universitaria como
derecho fundamental, se está abriendo paso una tendencia a
revisar dicha conceptualización57.

En el caso peruano, de conformidad con el artículo 18º de la


Constitución, “Cada universidad es autónoma en su régimen
normativo, de gobierno, académico, administrativo y económico.
Las universidades se rigen por sus propios estatutos en el marco
de la Constitución y de las leyes”.

Sobre el particular, el Tribunal Constitucional peruano ha


conceptualizado desde siempre que la autonomía universitaria, en
tanto que apunta a una totalidad tuitiva, constituye una auténtica
garantía institucional. Así pues, para el supremo intérprete de la
Constitución, “la autonomía universitaria se encuentra configurada
en nuestra Constitución como una garantía institucional destinada
a proteger la autonomía normativa, de gobierno, académica,
administrativa y económica de una determinada institución, la
universidad, siempre y cuando se realice dentro del marco que la
Constitución y la ley establecen (artículo 18º)”58.

Así entendida, como garantía institucional, la autonomía


universitaria está constituida por un “conjunto de potestades que
dentro de nuestro ordenamiento jurídico se ha otorgado a la
universidad, con el fin de evitar cualquier tipo de intervención de
entes extraños en su seno. Con ello se consagra como pendón la
libertad académica, ante los posibles”59, lo cual vale tanto para las
universidades privadas, así como para las universidades públicas 60.

57
TORRES MURO, Ignacio: op. cit., p. 46.
58
STC N.º 04232-2004-AA/TC, fundamento 24.
59
STC N.º 04232-2004-AA/TC, fundamento 28.
60
STC N.º 0019-2011-AI/TC, fundamento 8.

Página 54 de 79
A partir de allí, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional ha
definido a la autonomía universitaria como “el grado de
autogobierno necesario para que sean eficaces las decisiones
adoptadas por las instituciones de enseñanza superior con
respecto a su labor académica, normas, gestión y actividades
conexas”61. Es decir, para el supremo intérprete de la Constitución,
la autonomía universitaria es una auténtica garantía institucional,
ya que la Universidad “constituye un espacio de las libertades que
no puede ser desfigurada por el legislador ordinario dada esa
dimensión constitucional que le confiere la Carta Fundamental”62;
con lo cual, a través de la protección que dispensa esta garantía
institucional, “se pretende proteger la autodeterminación en el
desarrollo de las actividades y funciones derivadas de los fines
institucionales de los centros universitarios”63, o también la
“facultad de autorregulación que tienen todas las universidades ya
sea en el ámbito normativo, de gobierno, académico,
administrativo y económico”64. Así pues, en la medida en que la
función institucional de la educación universitaria se alcanza sobre
la base la autodeterminación de los contenidos culturales,
científicos y técnicos “coactados éstos, la finalidad de la
universidad peligra”65.

Con mayor énfasis aún, el Tribunal ha sostenido que “a través de


esta categoría se intenta que las universidades estén configuradas
de una determinada manera, que suponga el rechazo de un
intervencionismo estatal que siempre se ha considerado negativo
para la enseñanza superior”66, de suerte que aquella garantía
comprende “el conjunto de potestades que dentro de nuestro
ordenamiento jurídico se ha otorgado a la universidad, con el fin
61
STC N.º 0091-2005-AA/TC, fundamento 8.
62
STC N.º 0023-2007-AI/TC, fundamento 39.
63
STC N.º 0025-2006-AI/TC, fundamento 6.
64
STC N.º 0037-2009-AI/TC, fundamento 12.
65
STC N.º 0025-2006-AI/TC, fundamento 9.
66
STC N.º 0037-2009-AI/TC, fundamento 13.

Página 55 de 79
de evitar cualquier tipo de intervención de entes extraños en su
seno. Con ello se consagra como pendón la libertad académica,
ante los posibles embates del poder político”67.

A su vez, esta garantía institucional despliega una serie de


contenidos o dimensiones, que son las siguientes 68:

a) Régimen normativo
Implica la potestad autodeterminativa para la creación de
normas internas (estatuto y reglamentos) destinados a
regular, per se, la institución universitaria.

b) Régimen de gobierno
Implica la potestad autodeterminativa para estructurar,
organizar y conducir, per se, la institución universitaria. Es
formalmente dependiente del régimen normativo.

c) Régimen académico
Implica la potestad autodeterminativa para fijar el marco
del proceso de enseñanza-aprendizaje dentro de la
institución universitaria.
Ello comporta el señalamiento de los planes de estudios,
programas de investigación, formas de ingreso y egreso de
la institución, etc. Es formalmente dependiente del régimen
normativo y es la expresión más acabada de la razón de ser
de la actividad universitaria.

d) Régimen administrativo
Implica la potestad autodeterminativa para establecer los
principios, técnicas y prácticas de sistemas de gestión,
tendientes a facilitar la consecución de los fines de la
institución universitaria.
67
STC N.º 0037-2009-AI/TC, fundamento 14.
68
STC N.º 04232-2004-AA/TC, fundamento 28.

Página 56 de 79
e) Régimen económico
Implica la potestad autodeterminativa para administrar y
disponer del patrimonio institucional; así como para fijar los
criterios de generación y aplicación de los recursos
financieros.

Así pues, la autonomía universitaria se verá vulnerada cada vez


que el legislador o la Administración, al regular aspectos relativos
a su función, amenaza o afecta desproporcionadamente la misión
que la Constitución ha otorgado a las universidades 69. Y es que, si
bien no se niega que el legislador ordinario puede implementar
una serie de políticas públicas en el ámbito universitario, ello no
significa que pueda hacerlo afectando o dejando sin contenido a la
autonomía universitaria, precisamente porque ésta es una
garantía institucional que opera frente a los actos de cualquier
poder público.

Finalmente, particular relevancia merece, para el caso concreto, el


denominado “autogobierno de la universidad”, entendido cono la
capacidad que tiene la Universidad para “elegir libremente a sus
órganos de dirección, y exigir el respeto para las decisiones de
estos en las materias propias de aquél”70.

V.5.5. ¿Cómo se ha afectado, en el presente caso, los


principios de seguridad jurídica, la garantía
institucional de la autonomía universitaria, y la
cosa juzgada constitucional, en perjuicio de los
recurrentes?

En el presente acápite es necesario precisar, señor Juez, un


pequeño excurso conceptual para la procedencia del amparo. En
69
STC N.º 0037-2009-AI/TC, fundamento 23.
70
TORRES MURO, Ignacio: op. cit., p. 73.

Página 57 de 79
efecto, presupuesto ontológico y jurídico procesal es que exista un
acto lesivo, dimanante de alguna autoridad, funcionario o persona.
Y en este marco teórico, el acto lesivo proviene de la Resolución
del Consejo Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD, la nueva Ley
Universitaria, la “Guía de adecuación” de la SUNEDU y la STC N.º
0014-2014-PI y otros (acumulados), por lo que el sujeto activo
que ha desencadenado el agravio constitucional en estos extremos
son estos actos lesivos en los rubros arriba enunciados.

a) La seguridad jurídica se ha visto menoscabada porque si bien


una nueva Ley Universitaria presupone el mandato soberano
del legislador de cambiar un orden de cosas antiguos por uno
nuevo; ello no debe suponer en esta actividad legítima afectar
el núcleo duro de la predictibilidad y predecibilidad que subyace
en un sistema jurídico a través de la seguridad jurídica; estos
aspectos ya han sido señalados en la parte pertinente de la
presente demanda; pero cabe especificar que la seguridad
jurídica se ve afectada a través del desplazamiento de una serie
de incertidumbres como son el otorgamiento de los grados y
títulos por parte de las autoridades predeterminadas por la Ley
N.º 23733.

b) En lo que atañe a la garantía institucional, ella se ve


afectada a través de un quiebre de la autonomía universitaria
por las intromisiones que supone el descabezamiento de sus
autoridades universitarias legítimamente constituidas, y como
consecuencia de ello una hipertrofia de las atribuciones y
competencias de las autoridades constituidas que se ven
desplazadas por un nuevo órgano rector hoy denominado
SUNEDU, y cuya transición de implementación debió ser
pacífica, esto es, esperar que culminen cada universidad
pública con el período de mandato de sus Rectores y

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Vicerrectores y así convocar a las nuevas elecciones como
proclama la novísima Ley.

V.6. La interpretación de la nueva Ley Universitaria a la luz de la


interpretación constitucional (derechos públicos
subjetivos)

Por otro lado se debe destacar, señor Juez, que el presente


proceso de amparo gira en torno a una relación bilateral o
sinalagmática conflictiva entre las Universidades Públicas versus el
Ejecutivo. En consecuencia, trátase de lo que George Jellinek
denominó “derechos públicos subjetivos”, entendiéndose por tal a
esa relación conflictiva entre una persona natural o jurídica
(incluyendo las de Derecho Público interno), versus el Estado, en
tanto que aquéllas tratan de afirmar la titularidad de ciertos
derechos fundamentales (como los que están aquí en juego);
frente al Estado que pretende desconocerlos a través de una
injerencia normativa (la flamante Ley Universitaria).

Cuando estamos ante este supuesto, no cabe duda que si existe


un margen de duda en el ámbito de la aplicación normativa de la
Constitución, el juez debe aplicar el principio a nivel procesal de
pro actione a favor de los recurrentes (ubicado en el artículo III
del Título Preliminar del CPConst.) y a nivel sustantivo aplicar el
estándar hermenéutico pro homine o favor libertatis; estos
extremos deberán tenerse presentes, debiéndose aclarar que la
fórmula pro actione es para la admisión de la demanda, y los
segundos, para la sentencia que deberá ser declarada estimativa.

V.6.1. Interpretación de los derechos fundamentales

a) Principio pro homine

Página 59 de 79
Unos de los principios básicos de interpretación de los derechos
fundamentales es el principio pro homine, también denominado
“regla de la preferencia”. Con arreglo a él, se busca que, ante
eventuales diferentes interpretaciones de un dispositivo legal,
se debe optar por aquélla que conduzca a una mejor protección
de los derechos fundamentales, descartando así las que
restrinjan o limiten su ejercicio.

Como ha establecido el Tribunal Constitucional, “el principio pro


homine impone que, en lugar de asumir la interpretación
restrictiva, se tenga que, por el contrario, optar por la tesis que
posibilite que el particular pueda ejercer su derecho (…)”71.

b) Su interpretación conforme a los tratados


internacionales e interpretación de convencionalidad

Conforme a lo que establece la Cuarta Disposición Final y


Transitoria de la Constitución y el artículo V del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional, los derechos
fundamentales reconocidos en nuestra Constitución deben ser
obligatoriamente interpretados de conformidad con los tratados
y los convenios internacionales sobre derechos humanos
ratificados por el Perú y en concordancia con las decisiones
adoptadas por los tribunales internacionales sobre derechos
humanos constituidos según tratados de los que el Perú es
parte.

En tal sentido, como ha enfatizado el Tribunal Constitucional,


“el ejercicio interpretativo que realice todo órgano jurisdiccional
del Estado (o que desempeñe funciones materialmente
jurisdiccionales), para determinar el contenido
constitucionalmente protegido de los derechos fundamentales,

71
STC N.º 01003-1998-AA/TC, fundamento 3.

Página 60 de 79
debe estar obligatoriamente informado por las disposiciones de
los tratados internacionales de derechos humanos y por la
interpretación de las mismas realizada por los tribunales
internacionales sobre derechos humanos a través de sus
decisiones”72.

c) Su interpretación conforme a la jurisprudencia de los


tribunales internacionales: la cosa juzgada convencional

Finalmente, como ha sido señalado profusamente en la


doctrina, las fuentes del derecho internacional se influyen
recíprocamente. Así, éstas, a su vez, influyen y son influidas
por las fuentes domésticas. La interpretación de las normas
internacionales también puede beneficiarse de la jurisprudencia
que se genere sobre el punto en los países parte del sistema,
puesto que la aplicación de normas domésticas a casos
particulares también puede dar alcance y contenido más
precisos a las normas de derechos humanos. Mirando esto
desde otro ángulo, el juez nacional, al interpretar una norma de
derechos humanos nacional, también debe tener en
consideración las normas internacionales y la jurisprudencia
internacional.

En el plano de la interpretación de los derechos fundamentales


llevada a cabo por los tribunales internacionales, el Tribunal
Constitucional ha sido claro en señalar que la relación entre
éstos “… no alude a una relación de jerarquización formalizada
[entre los tribunales internacionales de derechos humanos y los
tribunales internos], sino a una relación de cooperación en la
interpretación pro homine de los derechos fundamentales. No
puede olvidarse que el artículo 29.b de la Convención proscribe
a todo tribunal, incluyendo a la propia Corte, “limitar el goce y

72
STC N.º 05854-2005-PA/TC, fundamento 28.

Página 61 de 79
ejercicio de cualquier derecho o libertad que pueda estar
reconocido de acuerdo con las leyes de cualquiera de los
Estados partes o de acuerdo con otra convención en que sea
parte uno de dichos Estados”73.

En reciente jurisprudencia, el TC ha sido concluyente en señalar


que “los derechos reconocidos en los tratados sobre derechos
humanos y su respectiva interpretación por los tribunales
internacionales, son, por así decirlo, un punto de partida, un
referente “mínimo indispensable”, en cuyo desarrollo se
encuentra expedita la facultad de los Estados de ampliar su
ámbito normativo, sea sumando derechos “nuevos” inspirados
en la dignidad humana, o acompañando a los ya previstos de
manifestaciones que impliquen una garantía adicional en su
eficacia, esto es, en la proyección del derecho jurídicamente
reconocido a la realidad concreta…”74.

Adicional a ello, y en este rubro, resulta pertinente invocar la


cosa juzgada convencional, que ha venido siendo esgrimida a
nivel de la literatura moderna por el profesor Eduardo Ferrer
Mac-Gregor, en su reciente voto a la sentencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, en el caso Gelman Vs.
Uruguay75. En este sentido, conforme se habrá apreciado, la
Corte Interamericana ha decantado jurisprudencialmente un
derecho fundamental que es convencional, relacionado al
derecho de acceso a la función pública, que se ve menoscabado
con la entrada en vigor de la nueva Ley Universitaria.

73
STC N.º 02730-2006-AA/TC.
74
STC N.º 1412-2007-AA/TC, fundamento 19.
75
Vid., con todo, a FERRER MAC-GREGOR, Eduardo: Panorámica del Derecho procesal constitucional y
convencional, Marcial Pons, México-Madrid, 2013; HERRERÍAS CUEVSA, Ignacio Francisco: Control de
convencionalidad y efectos de las sentencias, 2ª edición, Ubijus, México, 2012; FLORES NAVARRO, Sergio
y ROJAS RIVERA, Victorino: Control de convencionalidad, Novum, México, 2013; y URIBE ARZATE,
Enrique: Problemas actuales de los Tribunales Constitucionales y el control de convencionalidad, El Derecho
- Porrúa, México, 2012.

Página 62 de 79
V.6.2. Aplicación del test de razonabilidad en la nueva
Ley Universitaria

La Primera Disposición Complementaria Transitoria de la nueva


Ley Universitaria, dispone lo siguiente:

“PRIMERA.- Proceso de adecuación del gobierno de la universidad


pública
A la entrada en vigencia de la presente ley, cesa la
asamblea universitaria de las universidades públicas.
Quedan suspendidos todos los procesos de nombramiento,
ascenso y ratificación del personal docente y no docente hasta
que asuman las nuevas autoridades de gobierno.
A tal efecto, a los diez (10) días calendario de la entrada en
vigencia de la presente Ley, se conforma en cada universidad un
Comité Electoral Universitario Transitorio y Autónomo, integrado
por tres docentes principales, dos docentes asociados y un
docente auxiliar, todos a tiempo completo y dedicación exclusiva,
que sean los más antiguos en sus respectivas categorías, y por
tres estudiantes, uno por cada facultad de las tres con mayor
número de alumnos, quienes hayan aprobado como mínimo cinco
semestres académicos y ocupen el primer lugar en el promedio
ponderado de su facultad.
La abstención total o parcial de los representantes estudiantiles
en el Comité Electoral Universitario no impide su instalación y
funcionamiento. La antigüedad de los docentes se determina en
función al tiempo de servicios efectivo en dicha categoría en la
universidad; en caso de empate se optará por los de mayor edad.
El Comité Electoral Universitario se instala teniendo como
Presidente al docente principal elegido más antiguo; dicho Comité
convoca, conduce y proclama los resultados del proceso electoral
conducente a elegir a los miembros de la asamblea estatutaria en
un plazo máximo de veinticinco (25) días calendario.
La Asamblea estatutaria está conformada por 36 miembros: 12
profesores principales, 8 profesores asociados, 4 profesores
auxiliares y 12 estudiantes. Estos últimos deben cumplir los

Página 63 de 79
requisitos señalados en la presente Ley para los representantes
para la Asamblea universitaria.
La elección se realiza mediante voto universal obligatorio y
secreto de cada una de las categorías de los profesores indicados
y por los estudiantes regulares.
La Asamblea estatutaria se instala inmediatamente después de
concluida la elección de sus miembros por convocatoria del
presidente del comité electoral universitario, y presidida por el
docente principal más antiguo.
La Asamblea estatutaria redacta y aprueba el estatuto de la
Universidad, en un plazo de cincuenta y cinco (55) días
calendario.
A la fecha de aprobación de los nuevos estatutos, la asamblea
universitaria establece el cronograma de elección de las nuevas
autoridades y el plazo para su designación en reemplazo de las
autoridades vigentes. El referido cronograma debe incluir las
fechas de la convocatoria a nuevas elecciones, de realización del
proceso electoral, y de designación de las nuevas autoridades.
La designación de las nuevas autoridades debe realizarse
antes de que concluya el período de mandato de las
universidades vigentes.
Aprobado el estatuto de la universidad y el referido cronograma,
la asamblea estatutaria asume transitoriamente las funciones de
la Asamblea universitaria hasta la elección de las nuevas
autoridades. El proceso de elección de nuevas autoridades es
realizado por el Comité Electoral constituido conforme a lo
establecido por la presente ley, y comprende la elección de rector,
vicerrector y decanos, reconstituyéndose así la Asamblea
Universitaria, el Consejo Universitario y los Consejos de Facultad.
Es de responsabilidad de las autoridades elegidas completar la
adecuación de la universidad a las normas de la presente Ley y el
respectivo estatuto.
La Oficina Nacional de Procesos Electorales – ONPE participa y
garantiza la transparencia de los procesos electorales, a través de
la asistencia técnica a cada Comité Electoral Universitario”.

Página 64 de 79
Ahora bien, como quiera que la esencia del proceso constitucional
de amparo es la tutela de los derechos fundamentales de
contenido constitucional, resulta en el presente caso esgrimir un
criterio hermenéutico de especial relevancia en la jurisdicción
constitucional.

En efecto, en la Teoría de la Interpretación Constitucional, los


derechos fundamentales exigen, cuando se van a restringir, si
dicha restricción resulta ser legítima para alcanzar los fines que
persigue la ley. En tal sentido, los jueces intérpretes, tienen hoy
una herramienta objetiva para verificar cualquier acto restrictivo
que suponga la afectación o no de algún contenido esencial de un
derecho iusfundamental.

Nos corresponde, señor Juez, en este extremo, aplicar el test de


proporcionalidad a la Primera Disposición Complementaria
Transitoria (DCT) de la nueva Ley Universitaria, que hemos citado
líneas arriba.

Surge, en consecuencia, la interrogante siguiente: ¿la intervención


del legislador en el derecho fundamental de acceso a la función
pública, es imprescindible para su cometido de implementar una
nueva Ley Universitaria? ¿O acaso, tal actitud es invasiva y
violatoria y, en consecuencia, dicha intervención supone un
vaciamiento del contenido esencial del derecho a elegir, ser
elegido, y el derecho a mantenerse en el cargo dentro del período
para el que se fue elegido; y, por tanto, todo ello, resulta ser
inconstitucional?

Como se sabe, señor Juez, el test de razonabilidad, según la


jurisprudencia del Tribunal Constitucional, “es un análisis de
proporcionalidad que está directamente vinculado con el valor
superior justicia; constituye, por lo tanto, un parámetro

Página 65 de 79
indispensable de constitucionalidad para determinar la actuación
de los poderes públicos, sobre todo cuando ésta afecta el ejercicio
de los derechos fundamentales”76.

Este test se compone, a su vez, de tres principios, que son los


principios de idoneidad o adecuación; de necesidad; y de
proporcionalidad en sentido estricto. El propio TC los define con
estas palabras:

“De acuerdo con el principio de idoneidad o adecuación,


toda injerencia en los derechos fundamentales debe ser
idónea para fomentar un objetivo constitucionalmente
legítimo, suponiendo dos cosas: primero, la legitimidad
constitucional del objetivo y, segundo, la idoneidad de la
medida sub examine. El principio de necesidad significa
que, para que una injerencia en los derechos fundamentales
sea necesaria, no debe existir ningún otro medio alternativo
que revista, por lo menos, la misma idoneidad para alcanzar
el objetivo propuesto y que sea más benigno con el derecho
afectado. Requiere analizar, de un lado, la idoneidad
equivalente o mayor del medio alternativo, y, de otro, el
menor grado en que éste intervenga en el derecho
fundamental. Por último, de acuerdo con el principio de
proporcionalidad strictu sensu, para que una injerencia
en los derechos fundamentales sea legítima, el grado de
realización del objetivo de ésta debe ser por lo menos
equivalente o proporcional al grado de afectación del
derecho fundamental, comparándose dos intensidades o
grados: el de la realización del fin de la medida examinada y
el de la afectación del derecho fundamental”77.

76
STC N.º 0050-2004-AI y otros (acumulados), fundamento 109.
77
STC N.º 0050-2004-AI/TC y otros (acumulados), fundamento 109 (énfasis añadido)

Página 66 de 79
V.6.3. Análisis de los subprincipios de razonabilidad para
el presente caso

a) Subprincipio de idoneidad o de adecuación

De acuerdo con este principio, “toda injerencia en los


derechos fundamentales debe ser idónea o capaz para
fomentar un objetivo constitucionalmente legítimo. En
otros términos, este subprincipio supone dos cosas:
primero, la legitimidad constitucional del objetivo; y,
segundo, la idoneidad de la medida utilizada”78.

En el presente caso:

- Existe la necesidad de reformar la Ley N.º 23733,


Ley Universitaria, por otra norma moderna y a la
altura de los nuevos tiempos (objetivo
constitucionalmente legítimo)
- Pero ese objetivo, está significando la injerencia en
cada Universidad de destituir a sus autoridades
legítimamente constituidas. En consecuencia, para
conseguir el objetivo legítimo, se está utilizando un
medio gravoso. En palabras del TC, resulta
inidónea la medida utilizada.

b) Subprincipio de necesidad

Según el subprincipio de necesidad, “para que una


injerencia en los derechos fundamentales sea
necesaria, no debe existir ningún otro medio
alternativo que revista, por lo menos, la misma
idoneidad para alcanzar el objetivo propuesto y que

78
STC N.º 0027-2006-AI/TC, fundamento 73.

Página 67 de 79
sea más benigno con el derecho afectado. Se trata de
una comparación de la medida adoptada con los
medios alternativos disponibles, y en la cual se
analiza, por un lado, la idoneidad equivalente o mayor
del medio alternativo; y, por otro, su menor grado de
intervención en el derecho fundamental”79.

En el caso concreto, nuevamente, se verifica en este


subprincipio que la injerencia de la Ley en destituir a
las autoridades recurrentes resulta no sólo inidónea,
sino que puede haber otro medio alternativo. Y, este
medio que aquí esgrimimos, es el siguiente, y que
deberá vuestro Juzgado tener en cuenta al momento
de disponer el fallo: “que la Ley Universitaria no
requiere de la aplicación de dictar medidas gravosas
de destituir a las autoridades, sino que éstas
permanecerán en sus cargos hasta que termine su
período o mandato; y a partir de allí que se convoque
a nuevas elecciones con un plazo razonable previo, a
fin de que se elijan, en términos democráticos y por
elecciones universales, a las nuevas autoridades”.
Esta debió ser la opción más legítima o benigna que
alude este subprincipio.

c) Subprincipio de proporcionalidad

Finalmente, en atención al subprincipio de


proporcionalidad, “para que una injerencia en los
derechos fundamentales sea legítima, el grado de
realización del objetivo de intervención debe ser, por
lo menos, equivalente o proporcional al grado de
afectación del derecho fundamental. Se trata, por

79
STC N.º 0027-2006-AI/TC, fundamento 73.

Página 68 de 79
tanto, de la comparación de dos intensidades o
grados: la realización del fin de la medida examinada
y la afectación del derecho fundamental”80.

En cuanto corresponde al principio de proporcionalidad


strictu sensu, se debe analizar si la realización del fin
perseguido es proporcional a la intervención del
legislador en el derecho fundamental a ser elegido y
que se respete el derecho a mantenerse en el cargo
para el que se fue elegido.

Sobre este extremo, se debe insistir en que el


contenido esencial del derecho a ser elegido, como ya
lo hemos señalado, se encentra reconocido en el
artículo 31º de nuestra Constitución, el cual recoge el
derecho al sufragio en sus dos acepciones: una
dimensión activa (el derecho a elegir) y una
dimensión pasiva (el derecho a ser elegido).

La nueva Ley Universitaria no puede privar


arbitrariamente el derecho ciudadano a elegir y ser
elegido, reconocido en el artículo 31º de nuestra
Constitución. Es decir, al destituirse a las autoridades
universitarias antes de que venza el plazo de su
mandato o cargo, sí se afecta el contenido esencial del
derecho al cargo del funcionario público. Esta
intervención no sólo no es idónea, sino que, conforme
se ha analizado en el subprincipio de necesidad,
existen otras vías alternas menos gravosas o
invasivas.

80
STC N.º 0027-2006-AI/TC, fundamento 73.

Página 69 de 79
V.6.4. Recapitulación: el amparo como proceso
constitucional idóneo frente a la interdicción de la
arbitrariedad

A lo largo de la presente demanda, podrá apreciar


vuestro Despacho que si bien la nueva Ley Universitaria
tiene objetivos legítimos, pues hace mucho tiempo debió
reformarse el sistema universitario con una nueva Ley;
sin embargo, se podrá verificar, repetimos, que resulta
ser ciertamente invasiva y que el legislador no ha
necesitado de estos extremos para que la Ley que
mantenga incólume de vicio de inconstitucionalidad. En
efecto, es a todas luces arbitrario que, en el afán de
superar el estado de cosas inconstitucionales en el
sistema universitario, existe cierta prepotencia en dejar
sin efecto a las autoridades elegidas democráticas dentro
de su sistema universitario.

VI. ASPECTOS PROCESALES RELEVANTES QUE DEBEN TENERSE


PRESENTE

VI.1. La procedencia del amparo

VI.1.1. Teoría del acto lesivo en el caso sub litis

Como es sabido, para que prospere un proceso de


amparo, es necesario que el demandante por lo menos
tenga un factor suyo y exclusivo: que tenga el derecho.

¿En qué consiste el acto lesivo? El acto lesivo puede ser


definido como aquella conducta (acción u omisión)
proveniente de cualquier autoridad, funcionario o

Página 70 de 79
persona, que amenaza o vulnera derechos
81
fundamentales. En esta línea, Burgoa señala :

“(el acto lesivo) consistirá en cualquier hecho


voluntario, intencional, negativo o positivo (…),
consistente en una decisión o en una ejecución o
en ambas conjuntamente, que produzcan una
afectación en situaciones jurídicas y fácticas
dadas, y que se impongan unilateral, coercitiva o
imperativamente, engendrando la contravención
a todas aquellas situaciones conocidas con el
nombre o bajo la connotación jurídica de
garantías individuales”.

En este sentido, a través del proceso constitucional de


amparo no se busca hacer frente a cualquier situación
que en los hechos se produzca y que afecte derechos
fundamentales: para que proceda el amparo, debe
tratarse de una conducta llevada a cabo por una
autoridad, funcionario o persona. En otros términos, el
amparo no procede contra cualquier hecho, sino frente a
acciones u omisiones llevadas a cabo con conocimiento y
voluntad.

El acto lesivo tiene un contenido material y otro jurídico,


que deben ser analizados en forma conjunta, a efectos
de la correcta identificación de lo que va a ser
impugnado a través del amparo. Explicamos a
continuación los alcances de ambos contenidos.

Al analizar el contenido material del acto lesivo, se debe


tomar en consideración que el mismo se encuentra

81
BURGOA, Ignacio: El juicio de amparo, 34ª.edición, Porrúa, México, 1998, p. 205.

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constituido por tres elementos: a) el sujeto activo (que
lleva a cabo el acto lesivo), b) el sujeto pasivo (que se ve
perjudicado en sus derechos por el acto lesivo), y c) la
acción u omisión concreta.

Estos elementos deben ser evaluados por vuestro


Despacho, a partir de los hechos que a lo largo de la
presente demanda se han venido explicitando en su
dimensión fáctica y normativa.

VI.1.2. Causales de improcedencia

Atendiendo a los criterios de procedibilidad que deben cumplirse


para plantear una demanda de amparo, debemos señalar que la
presente demanda los cumple a cabalidad, por las siguientes
consideraciones:

a) Acto lesivo: en el presente caso, el acto lesivo que


cuestionamos presenta la doble dimensión fáctica y jurídica que
le es inherente, pues el hecho fáctico está dado por la
Resolución del Consejo Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD, la
nueva Ley Universitaria, la “Guía de adecuación” de la SUNEDU
y la STC N.º 0014-2014-PI y otros (acumulados); y el
elemento jurídico es la afectación de los derechos a la
participación política, a elegir y ser elegido, a la seguridad
jurídica, y a la garantía institucional de la autonomía
universitaria. En ese sentido:

- Se trata de una afectación por acción, concretizada en la


vigencia del acto lesivo
- Es un acto presente, ya que el acto lesivo se encuentra
vigente, al haber sido publicada el diario oficial El Peruano.

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- Es un acto reparable, ya que con la inaplicación de la
Resolución del Consejo Directivo y demás actos lesivos se
podrá reparar los derechos fundamentales cuya afectación se
invoca en la presente demanda
- Es un acto subsistente, pues en la medida en que el acto
lesivo no se deje sin efecto, la afectación de los derechos
constitucionales invocados continuará surtiendo efectos.
- Es un acto manifiesto, pues los vicios de inconstitucionalidad
que aquí hemos señalado se derivan directamente del acto
lesivo cuestionado; y finalmente,
- Es un acto no consentido, pues en todo momento los
recurrentes hemos expresado nuestra oposición a la
Resolución del Consejo Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD,
la nueva Ley Universitaria, la “Guía de adecuación” de la
SUNEDU y la STC N.º 0014-2014-PI/TC y otros (acumulados).

En ese sentido, el acto lesivo cuestionado en autos encuadra


a la perfección dentro de la tipología mencionada por el
Tribunal Constitucional en su STC N.º 03283-2003-AA/TC.

b) Contenido constitucionalmente protegido del derecho invocado:


en efecto, como hemos demostrado a lo largo de la presente
demanda, ha de concluirse que los hechos y el petitorio de la
misma sí están referidos directamente al contenido
constitucionalmente protegido de los derechos de acceso a la
función pública, al debido proceso, a la participación política, a
elegir y ser elegido, a la seguridad jurídica, a la irretroactividad
de las normas legales, y a la autonomía universitaria. En tal
sentido, no es de aplicación el artículo 5º.1 del Código Procesal
Constitucional.

c) No existen vías igualmente satisfactorias: en efecto, si bien


podría alegarse que la nueva Ley Universitaria es pasible de ser

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cuestionada en un proceso de inconstitucionalidad, debemos
precisar que en la presente demanda no cuestionamos la
inconstitucionalidad abstracta de dicha norma, sino su
aplicación al caso concreto de los recurrentes, lo cual
evidentemente sólo puede lograrse a través del proceso de
amparo. Por ello, ha de concluirse que no es de aplicación el
artículo 5º.2 del Código Procesal Constitucional.

En este punto, es importante precisar que si bien en la STC N.º


02383-2013-AA/TC (caso Elgo Ríos), el Tribunal
Constitucional ha establecido, como precedente vinculante, una
serie de criterios subjetivos y objetivos en los cuales la
demanda de amparo es improcedente por existir una vía
igualmente satisfactoria, ninguno de tales supuestos se cumple
en el presente caso, pues aquí se requiere una TUTELA DE
URGENCIA, que sólo la puede brindar el proceso de amparo (y
no el contencioso administrativo). Esa tutela de urgencia está
representada por la necesidad de dar pronta solución a la grave
vulneración de los derechos constitucionales de los recurrentes,
con mayor razón si el desconocimiento de los demandantes
como autoridades universitarios generaría una innegable
situación de caos y desgobierno en la Universidad Nacional de
Cajamarca. Por lo demás, señor Juez, y a los fines que persigue
la presente demanda de amparo, consideramos que el proceso
contencioso administrativo no resulta ser una vía igualmente
satisfactoria que el amparo en el caso de la afectación de los
derechos fundamentales los demandantes. En principio, el
proceso contencioso administrativo resulta estructuralmente
menos célere que el amparo (en cuanto a plazos), asimismo, el
contencioso administrativo no ha previsto algunos mecanismos
adicionales que sí prevé el amparo y que hacen de éste un
mecanismo que tutela de mejor manera los derechos afectados,
tales como una medida cautelar (artículo 15 del Código

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Procesal Constitucional), la actuación inmediata de la sentencia
de primera instancia (artículo 22 del Código Procesal
Constitucional) y la posibilidad de reprimir actos lesivos
homogéneos (artículo 60 del Código Procesal Constitucional).
De hecho, diversas entidades del Estado han demostrado que el
contencioso administrativo, con todas sus instancias es un
proceso lento y farragoso82, lo que hace inviable una protección
urgente, como lo exige todo caso que involucra derechos
fundamentales. Por las razones anotadas, el contencioso
administrativo no constituye una vía igualmente satisfactoria al
proceso de amparo para la protección de los derechos
afectados de los recurrentes, por lo que consideramos que
vuestro despacho deberá considerar al AMPARO como la vía
idónea para solucionar la presente controversia constitucional.

d) No se ha acudido a otro proceso judicial, no hay necesidad de


agotar vía previa alguna; y a la presentación de la presente
demanda la afectación sigue vigente; por lo tanto, tampoco son
de aplicación los incisos 3, 4 ni 5 del artículo 5º del Código
Procesal Constitucional. Asimismo, por razón de la materia,
tampoco son de aplicación los incisos 6, 7, 8 ni 9 del referido
artículo.

e) No ha vencido plazo de prescripción alguno, pues la presente


demanda se interpone cuando todavía no se han cumplido los
60 (sesenta) días hábiles posteriores a la emisión de la
Resolución del Consejo Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD,
que fue el 10.02.16, fecha de su publicación en el diario oficial
“El Peruano”. En tal sentido, no es de aplicación la causal de
improcedencia prevista en el artículo 5º.10 del Código Procesal
Constitucional.

82
Véase, al respecto, el Informe Defensorial N° 121: Propuestas para una reforma de la justicia contencioso-
administrativa desde la perspectiva del acceso a la justicia. Lima: Defensoría del Pueblo, 2007, p. 170.

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POR TODO LO EXPUESTO:

A Usted, señor Juez, en atención a todo lo esgrimido, y


convencidos de haber acreditado suficientemente la atendibilidad
de nuestra demanda, solicitamos ante su Despacho que se declare
FUNDADA nuestra pretensión de amparo en todos sus extremos.

VII. MEDIOS PROBATORIOS

En calidad de medios probatorios presentamos lo siguiente:

4.1. Resolución de Asamblea Universitaria N.º 004-2014-UNC, de fecha


10.06.14.
4.2. Credencial de fecha 03.06.14, expedida por el Comité Electoral
Universitario de la Universidad Nacional de Cajamarca
4.3. Resolución de Asamblea Universitaria N.º 004-2014-UNC, de fecha
10.06.14, expedida por la Asamblea Universitaria de la
Universidad Nacional de Cajamarca
4.4. Estatuto de la Universidad, aprobado por Resolución Rectoral de
Asamblea Universitaria N.º 008-2006-UNC
4.5. Reglamento General de la Universidad.
4.6. Reglamento Electoral de la Universidad
4.7. Resolución de Consejo Universitario N.º 1636-2014, del 18.07.14
4.8. Resolución del Comité Electoral Universitario Transitorio y
Autónomo N.º 028-2014-CEUTA-UNC, del 18.09.14
4.9. Resolución N.º 01-2014-Asamblea Estatutaria-UNC, del 17.12.14.
4.10. Demanda de amparo, de fecha 22.05.15, interpuesta ante el
Juzgado Civil de la Provincia de Chota (Exp. N.º 0218-2015)
4.11. Recomendaciones formuladas por la ONPE al Comité Electoral de
la Universidad Nacional de Cajamarca.

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4.12. Sentencia N.º 179-2015, del 15.09.15, expedida por el Juzgado
Civil Transitorio de Chota-Cajamarca, que declaró fundada la
demanda de amparo del Exp. N.º 0218-2015
4.13. Resolución N.º 01, del 25.09.15, expedida por el Juzgado Civil
Transitorio de Chota-Cajamarca, que declaró fundada la solicitud
de medida cautelar de ejecución anticipada de sentencia.
4.14. Resolución N.º 05-CEU-UNC, del 06.10.15, expedida por el Comité
Electoral de la Universidad Nacional de Cajamarca
4.15. Resolución del Consejo Directivo N.º 009-2016-SUNEDU/CD,
expedida por la SUNEDU, y publicada el 10.02.16 en el diario
oficial “El Peruano”
4.16. Conclusiones del I Pleno Jurisdiccional en materia constitucional y
contencioso administrativo, publicado el 02.02.16 en el diario
oficial “El Peruano”.
4.17. Documentos que acreditan que el Rector y los Vicerrectores
demandantes fueron elegidos en votación universal.

5. ANEXOS

En calidad de anexos adjuntamos los siguientes documentos:

- ANEXO 1-A: Resolución de Asamblea Universitaria N.º 004-2014-


UNC, de fecha 10.06.14.
- ANEXO 1-B: Credencial de fecha 03.06.14, expedida por el Comité
Electoral Universitario de la Universidad Nacional de Cajamarca
- ANEXO 1-C: Resolución de Asamblea Universitaria N.º 004-2014-
UNC, de fecha 10.06.14, expedida por la Asamblea Universitaria de la
Universidad Nacional de Cajamarca
- ANEXO 1-D: Estatuto de la Universidad, aprobado por Resolución
Rectoral de Asamblea Universitaria N.º 008-2006-UNC
- ANEXO 1-E: Reglamento General de la Universidad.
- ANEXO 1-F: Reglamento Electoral de la Universidad.

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- ANEXO 1-G: Resolución de Consejo Universitario N.º 1636-2014, del
18.07.14
- ANEXO 1-H: Resolución del Comité Electoral Universitario Transitorio
y Autónomo N.º 028-2014-CEUTA-UNC, del 18.09.14
- ANEXO 1-I: Resolución N.º 01-2014-Asamblea Estatutaria-UNC, del
17.12.14.
- ANEXO 1-J: Demanda de amparo, de fecha 22.05.15, interpuesta
ante el Juzgado Civil de la Provincia de Chota (Exp. N.º 0218-2015)
- ANEXO 1-K: Recomendaciones formuladas por la ONPE al Comité
Electoral de la Universidad Nacional de Cajamarca.
- ANEXO 1-L: Sentencia N.º 179-2015, del 15.09.15, expedida por el
Juzgado Civil Transitorio de Chota-Cajamarca, que declaró fundada la
demanda de amparo del Exp. N.º 0218-2015
- ANEXO 1-M: Resolución N.º 01, del 25.09.15, expedida por el
Juzgado Civil Transitorio de Chota-Cajamarca, que declaró fundada la
solicitud de medida cautelar de ejecución anticipada de sentencia.
- ANEXO 1-M: Resolución N.º 05-CEU-UNC, del 06.10.15, expedida
por el Comité Electoral de la Universidad Nacional de Cajamarca
- ANEXO 1-O: Resolución del Consejo Directivo N.º 009-2016-
SUNEDU/CD, expedida por la SUNEDU, y publicada el 10.02.16 en el
diario oficial “El Peruano”
- ANEXO 1-P: Conclusiones del I Pleno Jurisdiccional en materia
constitucional y contencioso administrativo, publicado el 02.02.16 en
el diario oficial “El Peruano”.
- ANEXO 1-Q: Documentos que acreditan que el Rector y los
Vicerrectores demandantes fueron elegidos en votación universal.

Cajamarca, 12 de febrero de 2016.

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