Cloud Atlas (Cinefilia-Q) PDF
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MARU ROCHA
Cloud Atlas es una extensa y bella metáfora acerca de la vida y las implicaciones
filosóficas, existenciales y por qué no, kármicas incluso, respecto de todas y cada una de
las acciones u omisiones que todos y cada uno de los seres humanos llevamos a cabo
durante nuestra corta o larga existencia en la Tierra, a través de diferentes tiempos y
circunstancias. De ahí que el lema con que se presenta la película y que lo incluyen
tanto en los carteles como en la novela misma es: “Todo está conectado”. Cualquier tipo
de acción que hagamos o dejemos de hacer, por más ínfima o intrascendente que
parezca, repercute no sólo en nuestra propia vida futura, sino en la de todos los demás
seres de este planeta, de una u otra forma (algo así como el clásico “efecto mariposa”).
Los Wachowski y Tykwer lograron compilar de manera ágil y atractiva, con una
impecabilísima y sorprendente edición, así como con gran calidad técnica y visual, las
vidas y azares de los seis personajes principales de la trama, a través de casi tres siglos:
el notario Adam Ewing (El Diario del Pacífico, Oceanía, 1849); el músico Robert
Frobisher (Cartas desde Zedelghem, Inglaterra, 1936); la periodista Luisa Rey (Vidas a
medias: El primer misterio de Luisa Rey, EU, 1973); el editor Timothy Cavendish (El
tremendo calvario de Timothy Cavendish, Inglaterra, 2012); la clon Sonmi-451 (La
antífona de Sonmi-451, “Nueva Corea”, 2144) y, finalmente, el tribal Zachry y la
sobreviviente de una avanzada civilización, Merónima (El cruce de Sloosha y toda la
pesca, Hawai-EU, 2321).
Estas dos últimas, mis preferidas tanto en la novela como en la película, las
mejores, las que hacen que valga la pena leer las 600 páginas, las más descriptivas
respecto de la idea de cómo se van sumando e imbricando las acciones en las que se
engarzan pasado-presente-futuro e inciden en todos los seres humanos; es la parte
central (aunque vaya hasta el final) en la que tanto autor como cineastas nos transmiten
su planteamiento interconectado a los lectores-espectadores.
La forma de presentar estas historias que se van engarzando una con otra —a
manera de un gran tapiz o enorme rompecabezas— es así: el escritor lo hace en forma
lineal y progresiva a través del tiempo, contándonos sólo la primera parte de cada
historia y luego, en reversa, va cerrándolas hasta concluir por donde empezó, en 1849;
los realizadores van contándonos simultáneamente todas las historias,
interconectándolas (quizás este aspecto cause un poco de dificultad para quienes no han
leído la novela); sin embargo, logran resolverlo cada vez con mayor agilidad, atractivo e
interés, de tal manera que mejoraron sustancialmente la propuesta original de Mitchell.
Entre otras de las cualidades fílmicas de Cloud Atlas, encontramos un surtido
amplio: actores de primer nivel, quienes desempeñan hasta seis caracterizaciones a lo
largo de la cinta de tres horas de duración; los protagónicos recaen nada menos que en
el siempre encantador, oscareado y miembro de la Academia de Cine en EU, Tom
Hanks; así como su contraparte femenina, la también excelente, oscareada y guapa
Halle Berry. Ambos forman parte de cada una de las seis historias, con un maquillaje
impresionante (otro gran acierto no sólo para ellos, sino para todos los actores en
general) que los transforma radicalmente (casi irreconocibles algunos de ellos).
El resto del elenco, de lujo, continúa: Hugo Weaving (la saga Matrix) y el
polifacético Hugh Grant; ambos, también actúan en las seis historias y que, para variar,
en todas la hacen de villanos, y bastante bien representados. Además, están también:
Jim Sturgess (Siempre el mismo día, 2011), Ben Wishaw (El perfume, 2006), Jim
Broadbent (La dama de hierro, 2011), la célebre Susan Sarandon (en cuatro
caracterizaciones, con actuaciones especiales) y Bae Doona (actriz coreana quien,
prácticamente, es lanzada al estrellato con este filme; ella es Sonmi-451).
Para finalizar: los Hnos. Wachowski no habían realizado ningún filme desde la
grandiosa trilogía Matrix, parteaguas del cine de C-F de fines del siglo XX e inicios del
XXI. Con Cloud Atlas, su costosísima y perfeccionista producción, entran de nuevo al
ruedo y salen por demás bien librados, máxime que van acompañados de Tykwer. La
amalgama que los tres lograron es exquisita y vale mucho la pena admirarla. Un punto
más a su favor: no la crearon en el cansado formato 3D, lo cual se agradece aún más.
marurochaz@yahoo.com.mx