Pensamiento y Acción Museografica PDF

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LA IMAGINACIÓN MUSEOGRÁFICA

La “imaginación museográfica” es una categoría conceptual que permite acercarse,


comprender, interpretar -e incluso reconstruir- la praxis y sensibilidad expográficas
desarrolladas por un espectro amplio de profesionales, académicos y personas en el espacio
museográfico. Blog de Edmon Castell
dilluns, 4 de febrer de 2019

PENSAMIENTO Y ACCIÓN

Emma Araujo (Edmon Castell). 2015


Un libro y... una mujer poco corrientes
Un libro poco corriente. Emma Araújo de Vallejo: su trabajo por el arte, la memoria, la educación y los museos es,
sin duda, un libro poco corriente.

Y no tanto por los temas que contiene o las preguntas que plantea, sino especialmente por el método dialógico y
el horizonte de investigación que abre para los museos en Colombia.

Es un libro sobre una mujer, Emma Araujo (nacida en 1930), una museóloga relativamente desconocida en
Colombia. El libro incide en algunos de sus principales logros profesionales como museóloga y destaca, de forma
especial, el período comprendido entre 1974 y 1982, en el que Emma A. se desempeñó como directora del Museo
Nacional de Colombia.

Pero el libro es algo más que un reconocimiento a la trayectoria profesional de una mujer comprometida con los
museos y la educación. A medida que avanza la lectura, descubrimos que la mirada de William López –profesor
del Instituto de Investigaciones Estéticas y de la Maestría en Museología de la Facultad de Artes de la Universidad
Nacional de Colombia- sobre su protagonista no busca centrar su atención en los logros de Emma A., sino en poner
el lente en su “acción museológica”. Una acción museológica que no puede ser definida simplemente a través de
una crónica lineal de hechos y fechas, sino que necesita ser narrada a través de actos y experiencias con sentido.

Emma A. no es una mujer representativa, sino que fue una museóloga significativa por sus actos. En especial, por
los que están relacionados con la modernización de las prácticas museológicas y que, para el caso del Museo
Nacional de Colombia, significarían su tránsito de un “museo letrado” –conformado por un gabinete de curiosidades
patrióticas y sociales- a un museo erudito y moderno.

A pesar de no ser suficientemente conocida, la acción museológica desarrollada por Emma A. en la década de los
años setenta sigue siendo relevante y contemporánea. Como museóloga, Emma A. concibió el museo no como un
depósito de objetos inertes sino como un espacio discursivo. A partir de esta idea, pudo y supo traducir, en el
espacio expositivo del Museo Nacional de Colombia, el valor de los objetos culturales a través de una trama
discursiva.

La imaginación autobiográfica
Pero las tramas discursivas y los relatos que se despliegan en los espacios expositivos de los museos son casi
siempre efímeros. Y en Colombia, de la misma forma que sabemos muy poco acerca de las realizaciones,
renovaciones y transformaciones museográficas que se han sucedido en el tiempo, desconocemos prácticamente
todo de las personas que hicieron posibles estas transformaciones del espacio museográfico de los museos.
Es una historia pendiente por escribir. Posiblemente porque los protagonistas de los museos, los museólogos, casi
nunca escriben y sucede al final que las huellas de sus itinerarios se borran tras de ellos. Al final, este componente
humano que está detrás de los museos, su cara oculta, son personas que desaparecen y se pierden para la historia.
Precisamente, la investigación desarrollada por el William L. es un potente ejercicio de “imaginación
autobiográfica” que busca identificar, reconocer e interpretar la labor museográfica que emprendió, y que tuvo
que abandonar, Emma A. a través de una narración oral que se combinó con fuentes escritas y material visual de
los museos de la segunda mitad del siglo XX.

El libro es una conversación, de cerca de 5 años, en la que un investigador pudo escuchar y una museóloga pudo
contar su pasado. Y por ello mismo, es un ejemplo de la capacidad que tuvieron dos personas para cooperar en la
construcción de un tipo de “escritura abierta y sugestiva, capaz de ayudar a comprender un tiempo y un espacio
humano, de llegar a ser una historia social a través del espejo de una historia de vida” (1).

Una conversación que va más más allá de una simple reconstrucción lineal de la trayectoria profesional de una
museóloga más o menos conocida. Las páginas de libro desgranan su atención en detalles significativos y dispersos
que iluminan sobre el recorrido vital y el relato de valores museológicos de Emma A.

El esfuerzo que dedicó Emma A. en modernizar las prácticas museológicas nos permite entender el lugar que las
instituciones de la memoria, como el mismo Museo Nacional de Colombia, han tenido en la apropiación de las artes
y las ciencias como en la conformación de los imaginarios y la identidad de la sociedad colombiana.

La biografía de Emma A. plantea la necesidad de trasladar el énfasis de la representatividad o excepcionalidad


del protagonista de una historia a la de su significación -en relación a un contexto social e histórico-. Una
significación en un sentido moral. Las páginas del libro no son la crónica de unos hechos. Son la narración de un
proyecto. Sin duda, el proyecto profesional de Emma A. traduce una resistencia democrática y pedagógica ante la
hegemonía cultural de las élites políticas y económicas de Colombia. A través de su conversación, el profesor
William L. y la museóloga Emma A. develan y rescatan algunos proyectos culturales de encuentro y disenso de
instituciones de la memoria que, a pesar de su aparente marginalidad, nunca fueron funcionales a la lógica de la
cultura de la guerra en Colombia.

Lejos de querer presentar a Emma A. como una mujer excepcional, el libro nos muestra y permite comprender la
compleja articulación de una museóloga como un sujeto social, integrante de una generación y heredera de un
capital social, cultural y político particular. Una articulación que, precisamente, le permitió a la protagonista del
libro construir su proyecto de institucionalidad museológica para impulsar y consolidar la idea de un nuevo tipo de
museo en Colombia: la del museo como espacio discursivo centrado en la investigación curatorial y la educación.

La aventura museológica en Colombia


El libro que presentan Emma A. y William L. inicia un nuevo, y denso, programa de investigación sobre la historia
de los museos y la museología en Colombia. Un programa que reconoce que, detrás de las salas de exposiciones,
las colecciones, las conferencias y las publicaciones, existe una “cara oculta” poco reconocida o incluso ignorada
que está conformada por personas concretas de carne y huesos. Personas que “viven” los museos como lugares
cargados de emociones, razones y significados relacionados con las prácticas culturales de adquisición,
clasificación, conservación organización, representación e interpretación de los legados patrimoniales que recibe,
genera y transmite una sociedad.
“La aventura museológica en Colombia” abre un programa de investigación que trata de ir más allá del
reconocimiento y articulación de la compleja, fragmentada y rica –pero también desconocida- tradición
museológica que, desde el siglo XIX, se ha venido desarrollando en Colombia tanto desde la academia como desde
la práctica profesional de los museos. Pero que, como nos recuerda el museólogo Luis Gerardo Morales, a diferencia
de lo que fue la museología en el siglo XIX, apegada por completo a las técnicas de conservación, registro e
inventario de las colecciones, la museología contemporánea pertenece al campo de las disciplinas sociales y las
humanidades que se interesan por “el estudio crítico de las operaciones museográficas, y despliega su interés en
las condiciones sociopolíticas, educativas y económicas que preestablecen el sentido de cualquier exhibición de
conocimientos” (2) que dejan ver, en algunas ocasiones, el carácter resiliente, resistente -o incluso irreverente-
de algunos museos y museólogos frente el poder.
En síntesis, libros como el de Emma A. y William L. nos permiten conocer algunas de las historias de vida de las
personas que han hecho posible la supervivencia de las instituciones de la memoria -y la misma transmisión de
nuestro patrimonio cultural- y nos acercan a una mirada compleja de los museos como espacios de pensamiento y
acción que una sociedad no puede ignorar, marginar o, sencillamente, desperdiciar.

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