Las Cartas de San Pablo
Las Cartas de San Pablo
Las Cartas de San Pablo
* Carta a Filemón
Situación de Filemón: Filemón es un cristiano pudiente de Colosas, ganado para el evangelio
por Pablo y a quien hace algún tiempo se le ha fugado un esclavo llamado Onésimo. Este esclavo
se encuentra ahora con Pablo, que desearía mantenerlo junto a sí. Sabe que le asisten razones
para hacerlo, pero no quiere forzar la situación, y con una gran delicadeza deja la decisión en
manos del propio Filemón. Le devuelve al esclavo, al que hace portador de esta preciosa carta.
Esquema y división: no hay esquema, pues es muy breve. Pablo da gracias, intercede por
Onésimo y se despide.
Contenido teológico-espiritual: el tema es la esclavitud, que era aceptada en aquella sociedad
grecorromana, pero que estaba en abierta contradicción con el mensaje de Cristo. Pablo no
encara directamente el problema; se limita a exponer con una maestría insuperable los principios
cristianos de los que Filemón deberá sacar las consecuencias. La idea principal es ésta: todos
somos iguales ante Dios.
Estilo: es muy sencillo y cordial. Es la carta más breve del Nuevo Testamento.
* Carta a Tito
Situación de Tito: era griego, no circunciso Lo había llevado Pablo en su viaje a Jerusalén,
donde deseaba obtener la aprobación de los Apóstoles para la libertad de los gentiles frente a la
ley de Moisés. Parece que Pablo le encomendó la Iglesia de Creta, y se supone que está al frente
de ella cuando le escribe la carta.
Esquema y división: tampoco aquí hay un esquema fijo, al igual que en las cartas a Timoteo.
Contenido teológico-espiritual:
Organización de la Iglesia.
Lucha contra los errores de los falsos maestros.
Vida cristiana de los fieles, con consejos para ancianos, jóvenes y esclavos.
Exhortaciones a la obediencia y la caridad.
Puntos doctrinales: la muerte sacrificial de Cristo y su manifestación gloriosa al final de los
tiempos; el amor de Dios a los hombres y su voluntad salvífica universal; la renovación por el
Espíritu a través del bautismo y la acción transformadora de la gracia que nos constituye
herederos de la vida eterna.
4. Estilo: igual que en las cartas a Timoteo.
CONCLUSIÓN: San Pablo ha sido, es y será el gran apóstol de Cristo. Toda la teología le debe a
él sus reflexiones y sus principales puntos doctrinales. Pablo de Tarso es un monumento a la
gracia de Dios. Pablo nos demuestra cómo Dios no destruye nuestra naturaleza humana, sino
que la eleva, la transforma, respetando nuestro temperamento y propia idiosincrasia. Dios se
sirvió de Pablo para sistematizar la doctrina de Cristo. Cristo no dejó nada escrito, simplemente
habló y obró. Pero dejó a sus apóstoles la tarea de anunciar, de palabra o por escrito, su mensaje
de salvación.
ORACIÓN: San Pablo, te pedimos la misma pasión que tú tuviste por Cristo. Que también
nosotros, como tú, vayamos por este mundo predicando el evangelio, pues “Ay de nosotros, si no
anunciamos el evangelio”. Que nos gastemos y nos desgastemos por las almas, como lo hiciste
tú. Amén.
CAPÍTULO DÉCIMO
[1] A través de esta carta podemos conocer el colosal esfuerzo misionero realizado por Pablo: sus fatigas y
peligros; el estado de tensión interior que devoraba su vida; su amor apasionado a Cristo y a la Iglesia; las
extraordinarias experiencias místicas con que fue agraciado...Y su magnífica, excepcional personalidad en el
esplendor de los contrastes: a la vez teólogo y misionero, fundador y organizador, contemplativo y caminante
infatigable; lírico y polemista. Y en cuanto a su carácter: altivo y humilde, audaz y tímido, sereno y apasionado,
afectuoso y sarcástico, cortés y duro, generoso y amargo, prudente y arrebatado. Todo un mosaico de luces y
sombras, éxitos y fracasos, esperanzas y abatimientos.
[2] La carta a los Romanos es la más extensa de las escritas por Pablo. No es una síntesis completa y
definitiva de la enseñanza de Pablo y mucho menos de la doctrina cristiana; pero sí es el gran escrito de Pablo y el
primer ensayo de gran envergadura en la historia de la teología cristiana. Juntamente con Gálatas, esta carta a los
Romanos ha constituido el principal punto de referencia en la polémica entre católicos y protestantes, hasta el punto
de que podría decirse que la Reforma protestante ha hecho de Romanos el texto sagrado por antonomasia. Algunos
han considerado esta carta como el testamento teológico de Pablo, pues fue escrita en uno de los momentos más
críticos de su vida.
[3] Estos colosenses se parecen a algunos creyentes actuales que confían más en devociones particulares
no aprobadas por la autoridad eclesiástica, que en Cristo, o se refugian en la astrología, magia, supersticiones,
horóscopos.
[5] Una de esas filosofías es el gnosticismo. Esta corriente de pensamiento amalgamó enseñanzas
originadas en la religión del Irán, la filosofía platónica, el judaísmo y, finalmente, el cristianismo. Se caracterizó por el
dualismo que rechazó la materia como mala y aceptó sólo el espíritu como bueno. El alma, una chispa de la divinidad
encerrada en la cárcel del cuerpo, debía ser liberada por un redentor que le transmitiera un conocimiento (gnosis)
salvador. El redentor debía comunicar el conocimiento de los medios ascéticos por los cuales el alma llegara a
dominar el cuerpo, se liberara y pudiera volver a fundirse con la divinidad. Era característico de este pensamiento el
desprecio del cuerpo humano. Sostenían que había un complicado sistema de seres celestiales e intermediarios
entre lo divino y lo terrenal, que regían la vida de los hombres y a los cuales les atribuían poder y se les debía rendir
culto. Estas nuevas corrientes de pensamiento pretendieron instalarse dentro de la Iglesia.
[6] Corrían por ahí ya tendencias gnósticas, es decir, algunos falsos maestros ponían la salvación en el
conocimiento, fruto del propio esfuerzo personal.