Juan Manuel Ortiz
Juan Manuel Ortiz
Juan Manuel Ortiz
Resumen
Summary
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Historiador , estudiante de segundo semestre de la Maestría en Educación SUE Caribe (Universidad de
Cartagena)
Introducción
La historia de las ciencias no es algo obvio ¿Para quién existe una historia de
las ciencias? ¿Para quién, en qué lugar del discurso o en qué situación real es
problema la historia de las ciencias? Existe cierta vecindad entre una historia
de las ciencias y la filosofía, toda disciplina debe corresponder a lo que Kant
denomina un interés de la razón ¿En que la historia de las ciencias concierne a
la ciencia? Es aquí donde encontraremos una historia de los científicos o una
historia de los historiadores de las ciencias. La aparición de una historia de la
filosofía se produce en el siglo XIII y nace de una generalización de la historia
entendida como colección de documentos y de memorias tendientes a
conservar la ciencia contemporánea, una historia entendida como verificación
de una filosofía del progreso.
LOS HISTORIADORES
La tarea de los historiadores ha sido reconstruir los grandes debates, durante
mucho tiempo han compartido la opinión y las pasiones de los hombres, sus
razonamientos se basan en encontrar el rastro del conflicto. Ordenar con la
única preocupación de la utilidad. Toda historia es una historia moral, como si
las palabras guardaran sentido, deseos, dirección, ideas, lógica “en este mundo
de cosas dichas el historiador debe conocer: innovaciones, luchas, rapiñas,
disfraces y traumas (Foucault, 1966).
Michel Foucault (1926-1984), fue sin duda durante los años sesenta una de las
figuras más importantes e influyentes del ambiente cultural francés. Nunca
quiso expresamente ser un historiador de los ideales ni de las ciencias en el
sentido clásico de estos términos. La única denominación que admitía era la de
arqueólogo, aquello que da cuenta de forma más profunda de la cultura.
Los historiadores, si creemos sus palabras, tienen una aptitud especial para
distinguir en torno a los protagonistas de la historia, no solo los aliados a que
tiene derecho a convocar, sino además el ángulo y la forma en que deben
presentarse.
En plena batalla, sin embargo, se muestra indeciso, y esta incertidumbre propia
de la investigación y de la historia es precisamente lo que se suprime cuando
se procede a escribir la historia de las ciencias.
DE LA EDUCACIÓN Y LA HISTORIA
La primera obra de Bruno Latour fue coescrita con un sociólogo británico, Steve
Woolgar, y publicada en 1976. Durante dos años, él compartió la vida cotidiana
de los investigadores del laboratorio de neuro-endocrinología del profesor
Roger Guillemin en California. El análisis producido a partir de esta etnografía
de laboratorio se sitúa bajo los auspicios de David Bloor y de la
etnometodología, descifrando los procesos sociales de construcción de hechos
científicos.
¿Cómo integrar tal universo de elementos, de tal forma que los humanos
compartan su existencia con los no humanos, y con ello dar una imagen más
realista de la ciencia, es decir, más conectada con la sociedad? Es aquí
cuando el autor cita un concepto que le permite integrar tan embrollado
universo, se trata del colectivo. El colectivo es un concepto distinto al de
sociedad, heredero éste último del pacto modernista. Permite explicar el
carácter político por el que el cosmos, la naturaleza (los no humanos), queda
reunido con los humanos. “Su lema podría ser ‘no hay realidad sin
representación”. El colectivo no tiene nada que ver con lo moderno, en donde
un tipo de política se justifica a sí misma por referencia a la naturaleza.
Tampoco es un vocablo que le hecha mano al postmodernismo, pues como
señala Latour, éste alude a la continuación de la modernidad, excepto por que
ha desaparecido la confianza en la extensión de la razón (Latour, B. 1993). El
colectivo es una referencia a lo que el autor llama no moderno, el cual se niega
a utilizar la naturaleza para cortocircuitar el proceso político pertinente con los
humanos. Con la noción de colectivo se integra el destino, como futuro a
compartir (separado por el pacto modernista), entre los humanos y no
humanos. Permite llegar a una relación distinta con la política acerca de la
naturaleza, ya no interrumpida. Estos, de entre muchos otros aspectos, tratan
este inquietante libro, que sacude las estructuras tradicionales acerca del
conocimiento científico.
Se bien impulsando desde el año 2006, nuevas discusiones sobre los usos
sociales de la enfermedad y la nueva historia de la medicina, en la que han
contribuido diferentes historiadores y médicos, con maestría en historia, que
han consagrado su trabajo al tratamiento de las ciencias y la historia. Sobre
este conjunto de contribuciones todavía queda mucho por hacer en Colombia,
con ricas posibilidades a futuro.
Bibliografía
Foucault, Michel. “Clasificar” En: Las palabras y las cosas, Una Arqueología de
las ciencias humanas, Editorial Siglo XXI, 2002, pág. 126-163.
Serres, Michel. Historia de las Ciencias, Cátedra, Madrid, 1991, 600 págs.