Quinta Parte La Metamorfosis de Las Plantas de Getehe
Quinta Parte La Metamorfosis de Las Plantas de Getehe
Quinta Parte La Metamorfosis de Las Plantas de Getehe
VII. NÉCTARES 51. Por muy rápida que sea en muchas plantas la transición de la corola a los
estambres, observamos que la naturaleza no siempre puede recorrer este camino de un solo paso.
Ella produce muchos órganos intermedios que, en forma y función, se acercan, a uno u otro
estadio y, aunque su formación es muy diversa, pueden quedar reunidos todos ellos bajo un único
concepto: el de una lenta transición de los pétalos a los estambres. 52. La mayoría de tales
órganos, diversamente configurados, que Linneo denomina con el nombre de néctares, se
incluyen bajo este concepto. Y encontramos también aquí la ocasión de admirar el gran ingenio de
este extraordinario hombre, el cual, sin llegar a darse cuenta con total claridad de la función de
estos órganos, confió en su intuición y se atrevió a llamar con un único nombre a órganos
aparentemente muy diversos. 53. Diversos pétalos nos muestran ya su afinidad con los estambres
en que, sin cambiar señaladamente su forma, llevan alveolos o glándulas que segregan una linfa
parecida a la miel. Que ésta sea un humor fecundativo todavía no elaborado ni completamente
determinado, lo podríamos conjeturar sobre la base de las consideraciones precedentes, y esta
conjetura alcanzará aún un mayor nivel de verosimilitud por las razones que vamos a plantear más
adelante. 54. Los llamados néctares se muestran también con caracteres especiales y forma
semejante bien a los pétalos, bien a los estambres. Por ejemplo, los trece filamentos, con sus
correspondientes globulillos rojos, que se observan en los néctares de la parnassia, se parecen
muchísimo a los estambres. Otros se muestran como estambres sin anteras, por ejemplo en la
vallisneria y la fevillea, mientras en el pentapetes encontramos que se alternan en un círculo
regular con los estambres y que tienen ya forma de pétalo. Por eso se les presenta como filamenta
castrata petalifornia en las descripciones sistemáticas. Parecidas formaciones ambiguas vemos
también en la kigelaria y en la pasionaria. 55. Del mismo modo, las corolas accesorias parecen
merecer el nombre de néctares en el sentido antes apuntado. Pues si la formación de los pétalos
se produce en virtud de una expansión, la formación de estas corolas, por el contrario, se produce
en virtud de una contracción, o sea, de la misma manera que los estambres. Se pueden ver, por
tanto, en el interior de corolas perfectas y expandidas, otras corolas secundarias más pequeñas y
contraídas, por ejemplo en el narciso, el nerium y la agrostemma. 56. Todavía en diversas especies
vegetales pueden verse otras transformaciones de las hojas que resultan más vistosas y notables.
Así observamos en diversas flores que sus pétalos tienen, por dentro y por debajo, una pequeña
cavidad que está llena de una savia parecida a la miel. Este alveolo, haciéndose más profundo en
otras especies y géneros de flores, forma en el envés de la hoja un alargamiento en forma de
espolón o de cuerno, y modifica más o menos el resto del pétalo. Podemos observarlo en diversas
especies y variedades de agleis. 57. Este órgano alcanza su grado más alto de transformación por
ejemplo en el aconitum y en la nigella, donde, sin embargo, se puede observar con un poco de
atención su semejanza con una hoja. En particular en la nigella, los néctares se transforman
fácilmente de nuevo en hojas, y las flores, por esta trans- formación de los néctares, se duplican.
En el aconitum, un examen algo más atento permite reconocer la semejanza entre los néctares y
la hoja abombada bajo la cual se esconden. 58. Hemos dicho antes que los néctares constituyen
una aproximación de los pétalos a los estambres, así que podemos hacer ahora ya algunas
consideraciones sobre las flores irregulares. Por ejemplo, los cinco pétalos externos del melianthus
podrían ser descritos como verdaderos pétalos, y los cinco internos, en cambio, como una corola
accesoria compuesta de seis néctares, de los cuales la parte superior se aproxima en mayor
medida a la forma foliar, mientras que la más inferior, que ahora se llama ya nectario, se aleja
notablemente de ella. En este mismo sentido, la parte inferior de la corola accesoria de las flores
mariposa se podría llamar también un nectario, pues la parte baja de los pétalos de estas llores es
lo que más se aproxima a la forma de los estambres, alejándose muy cla- ramente de la forma
foliar. Podemos, pues, explicar los cuerpos que están adheridos al extremo de la parte inferior de
la corola de algunas especies de polygala, y hacernos una idea clara y precisa de su función. 59.
Sería absurdo tratar de defendernos aquí seriamente de que la intención de estas observaciones
fuese la de confundir lo que la obra de observadores y clasificadores, hasta ahora, ha distinguido y
ordenado por clases, ya que con estas consideraciones deseamos solamente hacer más inteligible
las formaciones anómalas de las plantas. VIII. ALGO MÁS SOBRE LOS ESTAMBRES 60. Que los
órganos reproductores de las plantas se originen, como los demás órganos, a partir de los vasos en
espiral, se de- muestra por observaciones microscópicas sin ninguna duda. Extraemos de ello un
argumento en favor de la identidad interna entre órganos diversos que, hasta ahora, se nos habían
mostrado en formas muy variadas. 61. Así pues, silos vasos en espiral se encuentran en medio del
haz de los conductos de la savia y envueltos por él, podemos hacernos una idea más clara de
aquella fuerte contracción -de la que antes hemos hablado- pensando los vasos en espiral (que
realmente se nos aparecen como otros tantos muelles elásticos) en su fuerza más alta, de modo
que la contracción predomine mientras el ensanchamiento de los conductos de la savia se
subordina a ella. 62. Los haces de vasos así presionados no pueden entonces expandirse más, ni
buscarse más unos a otros, ni formar, por anastomosis, una retícula. Los vasos que comúnmente
llenan los intersticios de la retícula no pueden desarrollarse más; todas las causas que habían
determinado la expansión de las hojas del tallo, o del cáliz, o de las flores, dejan de actuar, y nace
un filamento débil y muchísimo más simple. 63. Apenas si pueden formarse todavía las delicadas
membranas de la antera, entre las que acaban finísimos vasos. Si admitimos, pues, que aquellos
vasos que antes se alargaban, se ensanchaban y se buscaban entre sí una y otra vez, están
presentes aquí en un estado de contracción extrema; si vemos brotar de ellos el polen
completamente elaborado, que compensa con su actividad lo que en extensión han perdido los
vasos que lo producen; si, mucho más suelto, el polen busca entonces los órganos femeninos que
han crecido por la misma fuerza de la naturaleza que los empuja al encuentro de los estambres; si
se adhiere a ellos con fuerza y les comunica su influjo, entonces no nos resistimos a llamar
anastomosis ideal a la fusión entre ambos sexos, como tampoco nos resis- timos a creer, al menos
de momento, en la proximidad, entre sí, de las nociones de vegetación y reproducción. 64. La fina
materia que se desarrolla en las anteras se nos aparece como una especie de polvo; esta sustancia
polínica no es otra cosa que un conjunto de vasos en los que se conserva una savia de excepcional
pureza. Hacemos nuestra, en consecuencia, la opinión según la cual esa savia es absorbida por los
pistilos, a los que los granos de polen se adhieren, llevándose a cabo de este modo la
fructificación. Esto es tanto más verosímil cuanto que algunas plantas segregan, no un polvo
seminal, sino una simple humedad. 65. Recordemos aquí el líquido meliforme de los néctares y su
verosímil afinidad con el líquido, menos elaborado, de las vesículas seminales. Tal vez los néctares
sean órganos preparatorios; tal vez su líquido meliforme sea absorbido, purificado y
completamente elaborado por los estambres. Esta opinión resulta tanto más verosímil en cuanto
que, tras la fructificación, esta savia no se observa. 66. Tampoco dejaremos de observar aquí,
aunque sea sólo de pasada, que, aunque de manera diversa, tanto los estambres como las anteras
crecen juntos, mostrándonos los más magníficos ejemplos de la anastomosis tantas veces ilustrada
por nosotros-, así como de la relación mutua entre órganos de la planta verdaderamente distintos
en sus primeros comienzos. IX. FORMACIÓN DEL ESTILO 67. Si, en lo que precede, me he esforzado
en hacer inteligible la interna identidad entre las partes de la planta que se desarrollan
sucesivamente unas de otras a pesar de sus grandes divergencias en la forma exter- na, ahora es
posible imaginar con facilidad que mi intención va a ser la de explicar también, del mismo modo, la
estructura de los órganos femeninos. 68. Consideremos, ante todo, el estilo separado del fruto, tal
y como nos lo encontramos con frecuencia en la naturaleza, pudiendo hacerlo tanto más cuanto
que, en esta forma, se muestra distinto del fruto. 69. Observemos primeramente que el estilo está
en el mismo nivel de crecimiento en el que hemos encontrado los estambres. Hemos podido
comprobar que los estambres llegan a producirse en virtud de una contracción. Este es, con
frecuencia, el mismo caso de los estilos, de modo que, si no tienen la misma medida que los
estambres, podemos verlos formados tan sólo un poco más largos o más cortos. En muchos casos,
el estilo se parece algo a un estambre sin antera, y la afinidad de su formación respectiva es
externamente mayor que en el resto de las partes de la planta. Y puesto que ambos órganos llegan
a producirse a partir de los vasos en espiral, se puede ver aún con mayor claridad cómo los
órganos femeninos no son, en modo alguno, órganos particulares, como tampoco lo son los
masculinos. De manera que si, en virtud de esta consideración, se nos hace más directamente
comprensible la profunda afinidad con los órganos masculinos, encontramos también por la
misma razón más plausible y evidente la idea de la unión sexual como anastomosis. 70. Con mucha
frecuencia vemos el estilo salir de muchos estilos individuales que crecen juntos, y las partes que
lo componen apenas se dejan distinguir de la extremidad de la que nunca se separan. Este
crecimiento por conjunción, cuya efectividad hemos observado ya otras muchas veces, se podrá
observar también aquí de muchas maneras. Tiene que ocurrir, ya que las partes delicadas, antes
de su desarrollo total en medio de la floración, se contraen y pueden, en consecuencia, unirse
entre sí íntimamente. 71. La gran afinidad entre estos órganos y sus precedentes nos la muestra la
naturaleza, más o menos claramente, en muchos casos casi regulares. Así, por ejemplo, el pistilo
del iris con su estigma aparece a nuestros ojos en la forma de un pétalo. El estigma en forma de
sombrilla de la sarracena, en cambio, si no se muestra claramente compuesto de varias hojas, al
menos mantiene el color verde. Con la ayuda del microscopio encontramos que muchos estigmas,
como los del crocus o la zanichela, están formados exactamente como cálices gamosépalos o
dialisépalos. 72. Invirtiendo el proceso, la naturaleza nos muestra con mucha frecuencia el caso de
estilos y estigmas transformados nuevamente en pétalos; por ejemplo, el ranunculus asiaticus se
duplica transformándose sus estigmas y pistilos en una verdadera corola de pétalos, mientras los
estambres, que se encuentran detrás mismo de la corola, permanecen con frecuencia inalterados.
Más adelante veremos algún otro caso digno de consideración.