08-Solarte Favor Victimae PDF
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ISSN 2665-2714
El principio favor victimae
y su aplicación en
el derecho colombiano
DOI: http://dx.doi.org/10.15425/2017.205
do c tr i n a
Resumen
Desde hace algunos años se señala que en la responsabilidad civil se ha
introducido un nuevo principio, denominado favor victimae o pro dam-
nato, al que la doctrina y la jurisprudencia han asignado un alcance y unos
efectos de diversa índole. El propósito de este estudio es brindar algunos
ANUAR IO DE DER ECH O P R IVAD O 01 – Universidad de los Andes – Facultad de Derecho – pp. 257-304
elementos de juicio para desentrañar su naturaleza y analizar sus más
importantes manifestaciones, para proponer, en la parte final, una vi-
sión restrictiva del mencionado principio con la finalidad de preservar, en
nuestra opinión, el adecuado funcionamiento de la responsabilidad civil,
la observancia de sus requisitos básicos y las funciones que está llamada
a cumplir en la vida social.
Palabras clave
Responsabilidad civil, víctimas.
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A N UAR IO DE DER EC H O P RI VADO 01 – Universidad de los Andes – Facultad de Derecho – pp. 257-304 – DOI: http://dx.doi.org/10.15425/2017.205
Abstract
For some years it has been pointed out that tort law has introduced a new
principle, called favor victimae or pro damnato, to which the doctrine and
jurisprudence have assigned a scope and effects of various kinds. The
purpose of this study is to provide some elements of judgment to unravel
its nature and analyze its most important expressions. Moreover, in the
final part, it proposes a restricted vision of the above-mentioned princi-
ple in order to preserve, in our opinion, an adequate functioning of tort
law, as well as the compliance of its basic requirements and the functions
social life demands.
Keywords
Torts, victims.
258
Introducción
Antecedentes
1 Ricardo de Ángel Yágüez, Tratado de Responsabilidad Civil, 3.ª ed. (Madrid: Editorial Civitas, 1993),
54 - 55.
2 Al respecto resulta ilustrativo el estudio de Carlos Ignacio Jaramillo Jaramillo sobre la materia, quien
considera que las funciones de la responsabilidad civil se encuentran en constante revisión. Entiende,
259
de los factores de atribución, el surgimiento de nuevas tipologías de daños resar-
cibles y la creación de variados sistemas especiales de responsabilidad, mientras
que en época más reciente se ha planteado, incluso, que la responsabilidad extra-
contractual debería ser un instituto de alcance social y propósitos redistributivos
que trascendería la exclusiva relación entre víctima y victimario3, para mencionar
solo algunos aspectos en los que se manifiesta de especial manera este proceso de
transformación. Los ejemplos, ciertamente, podrían ser muchos más.
Uno de los campos en los que se advierte de manera particular este proceso
de innovación se encuentra en el papel que tiene la víctima dentro de la relación
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en ese sentido, que junto a la reparación del daño, la responsabilidad extracontractual debe tener
como fin principal la prevención. En Carlos Ignacio Jaramillo Jaramillo, Los deberes de evitar y mitigar
el daño en el derecho privado, 1.ª ed. (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana y Editorial Temis,
2013, 29.
3 Como lo señala Tsachi Keren-Paz, una lectura contemporánea de la responsabilidad civil permitiría
entender a esta disciplina no solo como un instrumento de justicia privada, de alcance reducido,
sino como una herramienta de alcance social y distributivo, ya sea “limitando la responsabilidad
de los menos privilegiados ante un hecho dañoso, o ampliando la responsabilidad a favor de los
menos privilegiados”, en Tsachi Keren-Paz, Derecho de daños, igualdad y justicia distributiva, 1.ª ed.
(Madrid: Marcial Pons, 2016), 249.
4 Gustavo Ordoqui Castilla, “Las funciones del derecho de daños de cara al siglo XXI”, en Realidades
y tendencias del derecho en el siglo XXI, t. IV, v. 2, editado por la Pontificia Universidad Javeriana
(Bogotá: Editorial Temis, 2012), 6.
5 Enrique Barros Bourie, Tratado de la responsabilidad extracontractual, 1.ª ed. (Santiago: Editorial
Jurídica de Chile, 2009), 39.
6 Carlos Ignacio Jaramillo Jaramillo, ob. cit., 27.
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factores de atribución de la responsabilidad, en el que se identifica un cambio de
paradigma desde la culpa hacia el riesgo, con la consolidación de la responsabilidad
objetiva como alternativa frente al reproche subjetivo, lo cual, sin duda alguna,
contribuye a la protección de las víctimas de los daños, pues se fortalecen sus po-
sibilidades de resarcimiento.
En efecto, como es suficientemente conocido, el fundamento culpabilístico
de la responsabilidad civil, luego de su introducción inicial en el derecho romano
por la influencia del cristianismo y de la filosofía griega7, se consolidó como una
noción de raigambre naturalista8 y, con esa conceptualización, se asentó como una
de las bases esenciales de las reglas consagradas en los códigos del siglo XIX9. Este
criterio, como reseña Alessandri, hizo que se consolidara el postulado general se-
gún el cual todo daño causado en la persona o bienes de otro debía ser reparado,
siempre y cuando fuera inferido por dolo o culpa del autor de la conducta dañosa10.
En palabras de Reglero Campos, para entonces “permanecía latente la idea canó-
nica de que la reparación del daño constituía la penitencia que se ligaba a la con-
ducta negligente”11.
Este énfasis en la incorrección de la conducta del agente dañador no solo se
debía a la recepción histórica de la culpa en la época de la codificación, sino que
además se justificaba por las condiciones sociales de ese momento. Para la época
de expedición de los códigos, las personas, por regla general, no se encontraban
en peligro de sufrir daños catastróficos, y los riesgos potenciales eran los usuales
7 Arturo Solarte Rodríguez, “Los actos ilícitos en el derecho romano”. Vniversitas n.° 53 (2004): 729.
8 Mariano Medina Crespo, “Atribución de la responsabilidad civil: un poco de historia para enmarcar la
jurisprudencia de hoy”. Revista de Responsabilidad Civil, Circulación y Seguro n.° 3 (2010): 21.
9 Así las cosas, el criterio de la culpa se adoptó en forma íntegra a nivel normativo. Por ejemplo, el
Código de Napoleón de 1804 incorporó este paradigma en su artículo 1382, al señalar que “cualquier
hecho de la persona que cause a otra un daño, obligará a aquella por cuya culpa se causó, a repa-
rarlo”, situación que quedó plasmada en el Código Civil chileno de 1855 en sus artículos 2314, 2284
y 2319, principalmente, y en el Código Civil colombiano en sus artículos 2341 a 2360.
10 Arturo Alessandri Rodríguez, De la responsabilidad extracontractual en el derecho civil, 1.ª ed.
(Santiago de Chile: Imprenta Universal, 1981), 107-108.
11 Fernando Reglero Campos, “Los sistemas de responsabilidad civil”, en Tratado de Responsabilidad
Civil., coordinado por Fernando Reglero Campos (Navarra: Thomson Aranzadi, 2006), 214.
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con limitaciones muy estrechas y excepcionales. En palabras de Eugenio Llamas
Pombo, el modelo de la culpa “no era tan deficiente en un contexto donde la cau-
sación de daños era algo puramente anecdótico, tanto desde el punto de vista
cualitativo como cuantitativo”12.
Sin embargo, como bien lo identifica la doctrina, los avances tecnológicos
fueron determinantes para redefinir los factores de atribución en la responsabili-
dad civil. En efecto, como reseña Miquel Martín Casals, fenómenos como la apa-
rición en el siglo XIX de las locomotoras a vapor —y las chispas generadas por su
operación, que causaban incendios de amplia magnitud—, la operación de calderas
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12 Eugenio Llamas Pombo, Reflexiones sobre derecho de daños: casos y opiniones (Madrid: La Ley -
Wolters Kluwer, 2010), 43-44.
13 Miquel Martín Casals, “Technological Change and the Development of Liability for Fault: A General
Introduction”, en The Development of Liability in Relation to Technological Change, v. 4, editado por
Miquel Martin Casals (Cambridge: Cambridge University Press, 2010), 2-39.
14 Un interesante antecedente identificado por la doctrina se encuentra en la Ley Prusiana de
Ferrocarriles de 1838. Como sostiene Martin Casals, este es un ejemplo paradigmático —y poco
citado— sobre la introducción de reglas de atribución objetiva o estricta en la responsabilidad ci-
vil. La norma, según es citada por el autor, señalaba que “la compañía sería responsable por to-
dos los daños ocasionados durante el transporte en ferrocarril a cosas y personas, y la compañía
solo podrá exonerarse de esta responsabilidad acreditando que el daño fue causado por la culpa
del demandante o por un evento inevitable”. En Miquel Martín Casals, “Technological Change and
the Development of Liability for Fault: A General Introduction”, en The Development of Liability in
Relation to Technological Change, v. 4, editado por Miquel Martin Casals (Cambridge: Cambridge
University Press, 2010), 7.
262
en el marco de actividades riesgosas y de alto componente técnico. Frente a estos
últimos, el perjudicado se encontraba en una evidente desprotección y en una dis-
paridad de recursos y conocimiento, lo cual hacía que probar la culpa del agente
dañador fuera una tarea de difícil consecución.
Así las cosas, y como lo sostuvo Josserand, “la concepción subjetiva podría
bastar en una sociedad en que las relaciones comerciales e industriales estuvieran
poco desarrolladas, en un pueblo de agricultores y de guerreros; no está ya a la
medida de nuestra sociedad moderna más compleja, más emprendedora, en la que
las relaciones jurídicas se intensifican, los riesgos se multiplican y revisten las más
variadas formas”15. En palabras de Viney, “las víctimas de accidentes y daños pro-
vocados por la explotación industrial eran principalmente obreros y usuarios de los
medios de transporte, quienes, en la mayoría de casos, se encontraban en imposi-
bilidad absoluta de probar el origen del daño y la culpa del agente dañador, lo que
implicó que se vieran privadas de la correspondiente reparación a esos perjuicios”16.
Además de la posición desfavorable en la que se encontraban las víctimas y
las dificultades que tenían para acreditar la culpa del agente dañador, se encontró
un fundamento adicional para justificar la aparición de los sistemas de responsa-
bilidad estricta, particularmente en supuestos de actividades especialmente pe-
ligrosas como las ya reseñadas. En efecto, como lo sostiene Jaime Santos Briz, el
riesgo fue el elemento característico y determinante en la adopción de factores
objetivos de atribución. En su opinión, “las consecuencias dañosas de ciertas acti-
15 Louis Josserand, Derecho civil, t. II, vol. I. (Buenos Aires-Barcelona: Ediciones Jurídicas Europa-
América-Bosch, 1950), 296.
16 Geneviève Viney, Tratado de derecho civil. Introducción a la responsabilidad, 1.ª ed. (Bogotá:
Universidad Externado de Colombia, 2007), 27.
17 Jaime Santos Briz, La responsabilidad civil. Derecho sustantivo y derecho procesal, 6.ª ed. (Madrid:
Editorial Montecorvo, 1991), 513.
18 Jaime Santos Briz, ob. cit., 515.
263
Así las cosas, esta concepción más rigurosa de la responsabilidad, basada
en algunos casos en la doctrina del riesgo y en otras mediante la creación de
presunciones de culpa sin posibilidad de probar la diligencia —que en el fondo en-
cierran una objetivación de la responsabilidad—, permitió a la jurisprudencia, aún
en el contexto normativo de los códigos impregnado de concepciones subjetivas,
incorporar supuestos de responsabilidad estricta en el ejercicio de actividades pe-
ligrosas. El caso francés es paradigmático al respecto, pues la jurisprudencia, con
base en una interpretación “audaz” del artículo 1384 del Código Civil, construyó
un esquema de responsabilidad estricta “por el hecho de las cosas”19 y en Colom-
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19 Christian Larroumet, “La evolución reciente de la responsabilidad civil en el derecho francés”. Revista
Estudios Socio-Jurídicos n.° 2 (2000): 34.
20 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil. (14 de marzo de 1938). GJ. XLVI, 216 (MP: Ricardo
Hinestrosa Daza).
21 Como lo señaló en fecha reciente esa corporación, “El carácter anormalmente peligroso de la acti-
vidad causante del daño —el que la misma genere un riesgo extraordinario de causar daño a otro—
puede justificar la imposición, a quien la desempeña, de la carga de probar su [...] culpa. Para las
actividades que no queda calificar de anormalmente peligrosas, regirán las normas generales del
artículo 217 LEC”. Al respecto ver: Tribunal Supremo Español, Sala de lo Civil (18 de marzo de
2016). Sentencia con número 185/2016 (MP: Fernando Pantaleón Prieto).
22 Al respecto véase, por ejemplo, en el ámbito Europeo, la Directiva del Consejo de 25 de julio de
1985, relativa a la aproximación de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de los
estados miembros en materia de responsabilidad por los daños causados por productos defectuo-
sos, en la que se dispone que “únicamente el criterio de la responsabilidad objetiva del productor
permite resolver el problema, tan propio de una época de creciente tecnicismo como la muestra,
del justo reparto de los riesgos inherentes a la producción técnica moderna”; o en el ámbito español
la Ley 12 de 27 de mayo 2011, sobre responsabilidad civil por daños nucleares o producidos por
materiales radiactivos, en la que se consagra que “el explotador de una instalación nuclear será
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acorde con las prioridades de la sociedad contemporánea. Esto comporta un claro
ejemplo de la orientación moderna de la responsabilidad civil, en la que la pro-
tección de las víctimas es el “nuevo norte de la responsabilidad, o del derecho de
daños moderno, como se tiene ampliamente establecido”23.
El segundo antecedente relevante respecto del rol que desempeñan las víc-
timas en la responsabilidad civil de la época moderna se encuentra en una nueva
visión del derecho civil, con una interpretación renovadora de sus instituciones
tradicionales para dar campo a la protección de la personalidad del sujeto y no
exclusivamente de su patrimonio; una nueva sensibilidad de los civilistas frente
a conceptos como la dignidad humana, la igualdad y la solidaridad; y, en fin, el
acercamiento del derecho privado hacia las cuestiones sociales24. En suma, como
sostiene algún sector de la doctrina, en el derecho privado se “ha dejado de lado
el liberalismo e individualismo y se ha pasado a asumir una contemplación solida-
ria y socializante”25, entendiendo que esta área, y en especial la responsabilidad
civil, está llamada a expandir su papel bajo la justificación de que la plasticidad
del instituto así lo permite y las nuevas necesidades sociales así lo exigen26. Este
acercamiento a una perspectiva social, en opinión de una parte importante de la
responsable de los daños nucleares definidos en esta ley durante el almacenamiento, transforma-
ción, manejo, utilización en cualquier forma o transporte de sustancias nucleares. Esta responsabili-
dad será independiente de la existencia de dolo o culpa, y estará limitada en su cuantía hasta el límite
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doctrina, permite identificar la existencia de instrumentos y principios que dan
cuenta de una inclinación del derecho por la protección de los sujetos que se en-
cuentran en condiciones de debilidad, inferioridad o desventaja27.
En lo que respecta a la responsabilidad civil, Llamas Pombo, en una revisión
realizada a la evolución de la figura, ha afirmado que en este campo “el protagonista
es ahora la víctima” y, citando a Díez-Picazo, señala que por ese motivo se advierte
una tendencia a considerar que en la responsabilidad civil existiría una regla general
por la que todos los perjuicios y riesgos que la vida social ocasiona deberían dar lu-
gar a la reparación de las víctimas, salvo que una razón excepcional establezca que
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éstas deban soportar en forma exclusiva dicho detrimento28. Señala que el mencio-
nado principio es la aplicación, en la responsabilidad civil, del principio general favor
debilis, que “erige a la defensa del débil (en sentido jurídico) en la preocupación
esencial del Derecho moderno”29. Al respecto Alterini, citando a Ripert, ha indi-
cado que “el Derecho moderno ya no mira del lado del autor del acto, sino del lado
de la víctima”, y que por ese motivo resulta plausible, por razones de “política legis-
lativa”, favorecer la situación del perjudicado y limitar, por ejemplo, las posibilidades
de defensa del demandado para evitar la condena a reparar el perjuicio30.
El principio favor debilis parte de identificar que en las relaciones jurídicas
solo por vía de excepción las partes están en situación de igualdad y que, por el
contrario, en muy variados supuestos se presentan asimetrías, en ocasiones muy
acentuadas, que el derecho debe corregir en favor de quien se pueda considerar
la parte débil de la relación. En este sentido el principio favor debilis, aplicado a la
responsabilidad extracontractual, identifica a la víctima como el sujeto más vulne-
rable de la interacción dañosa, no solo porque ha sufrido injustamente un daño,
sino porque se encuentra en múltiples ocasiones en una situación de inferioridad
económica o física (e incluso informativa). Al considerarse a la víctima la parte
débil de la relación, en aplicación del principio que se comenta se justifica que este
sujeto reciba una protección especial en sus derechos y, particularmente, que se
garantice y facilite el ejercicio de su prerrogativa a ser indemnizada en forma inte-
gral por las pérdidas injustas que el agente dañador le haya generado.
Esta inclinación, prelación o favorecimiento por los derechos de una de las
partes en una relación jurídica no es una idea ajena al derecho privado y, en general,
266
ha sido considerada en otras áreas, donde ha tenido una importante repercusión.
No en vano, por ejemplo, los códigos ya consagraban un principio de interpretación
en favor del deudor (pro debitoris) identificado, de manera general, como la parte
débil de la relación obligacional31 —lo que no aplica, ciertamente, a la relación in-
demnizatoria—, y este principio interpretativo posteriormente se manifiesta en la
regla contra proferentem. Así mismo, se encuentran expresiones de dicha preferen-
cia en otros ámbitos como el derecho del trabajo32, el derecho de familia, o el dere-
cho del consumo33, en los que se ha procurado por una interpretación tendiente a
salvaguardar los derechos, para cada caso, del trabajador, del menor, o del consu-
midor, que son la parte débil de esas relaciones. Esta especial atención del derecho
respecto de esos sujetos se ha manifestado, por ejemplo, en la favorabilidad que se
debe dar en la interpretación de sus normas o en la solución de los casos difíciles.
En refuerzo de las consideraciones que permiten el favorecimiento justifi-
cado de la parte más débil o menos privilegiada en una relación jurídica, también
es posible acudir a reglas y principios constitucionales que reafirman la vigencia
de una protección específica a los sujetos en situaciones de vulnerabilidad, como
pueden ser las víctimas de los daños injustamente causados.
En efecto, y por citar un ejemplo ilustrativo sobre este punto, el artículo 13
de la Constitución Política de Colombia dispone que el Estado “promoverá las con-
diciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de
grupos discriminados o marginados” y establece seguidamente que el Estado, a su
31 Al respecto el Código Civil colombiano en su artículo 1624 consagra que “No pudiendo aplicarse
ninguna de las reglas precedentes de interpretación, se interpretarán las cláusulas ambiguas a favor
del deudor. Pero las cláusulas ambiguas que hayan sido extendidas o dictadas por una de las partes,
sea acreedora o deudora, se interpretarán contra ella, siempre que la ambigüedad provenga de la
falta de una explicación que haya debido darse por ella”.
32 El artículo 21 del Código Sustantivo del Trabajo consagra: “En caso de conflicto o duda sobre la
aplicación de normas vigentes de trabajo, prevalece la más favorable al trabajador. La norma que se
adopte debe aplicarse en su integridad”. En la legislación española también se encuentra una regla
en este sentido. El Real Decreto Legislativo 2 de 2015, por el que se aprueba el texto refundido de
la Ley del Estatuto de los Trabajadores, consagra en su artículo 3.° que “Los conflictos originados
entre los preceptos de dos o más normas laborales, tanto estatales como pactadas, que deberán
respetar en todo caso los mínimos de derecho necesario, se resolverán mediante la aplicación de
lo más favorable para el trabajador apreciado en su conjunto, y en cómputo anual, respecto de los
conceptos cuantificables”.
33 Al respecto, por ejemplo, el Estatuto de Protección al Consumidor colombiano (Ley 1480 de 2011,
12 de octubre. Diario Oficial 48.220) en su artículo 4.° inciso 3.° señala que “Las normas de esta
ley deberán interpretarse en la forma más favorable al consumidor. En caso de duda se resolverá en
favor del consumidor. [...]”.
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se ha considerado que sería acorde con la Carta Política interpretar las disposicio-
nes de la responsabilidad civil de la manera que mejor garantice los derechos de las
víctimas, siempre que se identifique que, en un caso concreto, estas se encuentren
en una situación de desigualdad manifiesta. Esta idea se relaciona en forma directa
con el respeto y la salvaguarda de la dignidad humana que se encuentra incorpo-
rada en las constituciones modernas, pues, como sostiene un sector doctrinal, “las
proyecciones jurídicas de la dignidad personal, así como los derechos de la perso-
nalidad y los derechos fundamentales, convergen en el derecho de daños proyec-
tando todo un sistema abierto de acciones reparatorias orientadas a indemnizar el
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34 José Javier López Jacoiste, La responsabilidad civil extracontractual. Una exploración jurisprudencial y
de filosofía jurídica, 1.ª ed. (Madrid: Editorial Centro de Estudios Ramón Areces, 2010), 389.
35 Tsachi Keren-Paz, ob. cit., 19 y 112 -121.
268
En suma, y vistos los antecedentes anteriores, es posible sostener que existe
una tendencia en la responsabilidad extracontractual contemporánea a favorecer
la situación de la víctima y a asegurar, en la medida de lo posible, la obtención de
una indemnización cuando esta ha sufrido un daño injusto. Esto, no solo por la
proliferación de esquemas de responsabilidad objetiva que amplían las posibilida-
des de resarcimiento, sino por la aproximación del derecho de daños a las ideas
de igualdad, dignidad y solidaridad, que permiten fundamentar a nivel dogmático
el favorecimiento de la posición de las víctimas respecto de aquellos a los que los
daños puedan imputarse.
36 Luis Díez-Picazo, Estudios sobre la jurisprudencia civil, t. I (Madrid: Editorial Tecnos, 1973), 276.
37 Luis Díez-Picazo “La responsabilidad civil hoy”. Anuario de Derecho Civil - Boletín Oficial del Estado
(1979): 732.
38 Luis Díez-Picazo, “La responsabilidad civil hoy”, ob. cit., 734.
39 Carlos Ignacio Jaramillo Jaramillo, La culpa y la carga de la prueba en el campo de la responsabilidad
médica (Bogotá: Grupo Editorial Ibáñez, 2010), 25.
269
las respectivas indemnizaciones. Haciendo referencia a esta tendencia, el profesor
Llamas Pombo señalaba que, en aquella época, se aludía al surgimiento de “[...] un
principio general de nuestro derecho, que podría formularse como el favor victi-
mae o principio pro damnato”40.
En ese contexto, se podría afirmar que el principio pro damnato ha sido en-
tendido, en una concepción amplia, en el sentido de que, por regla general, todos
los perjuicios que sufran las personas en las interacciones dañosas que se presen-
ten en la vida social deben ser resarcidos, salvo que, en casos excepcionales, el
ordenamiento estime adecuado que sea el perjudicado quien deba soportar las
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[b]usca reparar todos los daños que sufra una persona. Esto desemboca paulati-
namente en un progresivo abandono de la tradicional regla que establece como
principio general la asunción del daño por la víctima y en la instauración de un
principio pro damnato, conforme al cual se tiende no sólo a facilitar en el proceso
la posición de la víctima a través de la inversión de la carga de la prueba, sino
también a reparar todos los daños que sufra una determinada persona; esto es,
se tiende a afirmar la responsabilidad como regla general. Con ello, parece que
esta figura asume nuevas funciones en la percepción social. De hecho, se aprecia
también una tendencia a acudir a la responsabilidad para la reparación de daños
de cualquier clase, una suerte de lotería con la que puede obtenerse la satisfacción
de la víctima de cualquier infortunio41.
40 Eugenio Llamas Pombo, Reflexiones sobre derechos de daños, ob. cit., 45. Eugenio Llamas Pombo, “Un
cuarto de siglo crucial para el derecho civil de España”, en Revista Actualidad Civil (2010): 2349.
41 Andrea Macía Morillo, La responsabilidad por los diagnósticos preconceptivos y prenatales (tesis de
doctorado, Universidad Autónoma de Madrid, 2003), 7.
42 Rafael Roselló Manzano, “Algunas cuestiones sobre el alcance de la unificación de la responsabilidad
civil. El caso del Código Civil cubano de 1987”, en Revista Crítica de Derecho Privado (2014): 578.
43 Santiago Cavanillas Múgica, La transformación de la responsabilidad civil en la jurisprudencia
(Pamplona: Editorial Aranzadi, 1987), 23.
270
presunciones de culpa, en algunos casos de causalidad, se plantean facilidades pro-
batorias para que las víctimas puedan acreditar los requisitos de la responsabilidad
civil, se restringen los medios de defensa para los responsables, o se consagran
responsabilidades objetivas, entre los mecanismos más relevantes, sino que el trá-
mite judicial está enderezado prioritariamente a que la víctima obtenga el resarci-
miento del daño sufrido más que a constatar en forma rigurosa que se encuentran
acreditados los presupuestos de la responsabilidad civil.
Al lado de esta concepción, que podría denominarse la “tesis amplia”, se
plantea una comprensión más restringida del favor victimae, que lo considera una
herramienta de particular importancia en el proceso interpretativo, que conduce
a que en casos de duda respecto del régimen aplicable deba preferirse la interpre-
tación que resulte más favorable para la víctima.
Ahora bien: existen interesantes debates sobre la naturaleza jurídica del prin-
cipio favor victimae o principio pro damnato. En efecto, se ha debatido si en reali-
dad se trata de un principio general de derecho44, como el principio de buena fe,
que se encuentra caracterizado por su generalidad45, o si se estaría en presencia de
un principio o, si se quiere, de un criterio, con funciones interpretativas e informa-
doras del sentido del ordenamiento jurídico.
Analizando los principios generales del derecho, Ricardo Luis Lorenzetti
los define como un “enunciado amplio que permite solucionar un problema y
orienta un comportamiento, resuelto en un esquema abstracto a través de un
44 En relación con la definición y el alcance de los principios generales del derecho se puede consultar:
Mariana Bernal Fandiño, El deber de coherencia en el derecho colombiano de los contratos (Bogotá:
Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2013), 91 y ss.
45 Mariana Bernal Fandiño, ob. cit., 94.
46 Ricardo Luis Lorenzetti: Fundamentos del derecho y razonamiento judicial, Bogotá: (Editorial Ibáñez
y Pontificia Universidad Javeriana, 2011), 186.
47 Gilberto Blanco Zúñiga: Sistema de fuentes en el ordenamiento jurídico colombiano (Bogotá: Editorial
Ibáñez, 2013), 301.
48 Ricardo Luis Lorenzetti, ob. cit., 190.
271
de acuerdo con los principios generales del derecho en los que están inspiradas o
a los que deben necesariamente respetar”49. Respecto de la última función enun-
ciada, también denominada “normativa”, se señala que los principios generales del
derecho son “un instrumento técnico para colmar una laguna del ordenamiento”50.
Asimismo se ha señalado que por medio de esta función “los principios cumplen
una de las funciones más importantes, pues con ella se superan las lagunas conte-
nidas en el ordenamiento jurídico”51. La doctrina española se refiere a esta función
en los siguientes términos: “hace referencia a la aplicación directa de un princi-
pio general del derecho para resolver un conflicto jurídico, cuando no exista una
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49 José Antonio Tardío Pato: Los principios generales del Derecho (Barcelona: Editorial Bosch, 2011), 140.
50 Ricardo Luis Lorenzetti, ob. cit., p. 190.
51 Gilberto Blanco Zúñiga, ob. cit., p. 302.
52 José Antonio Tardío Pato, ob. cit., p. 136.
53 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil. (23 de junio de 1958). Publicada en Gaceta
Judicial, t. LXXXV n.° 2198, pp. 222-243 (MP: Arturo Valencia Zea).
54 Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil (7 de octubre de 2009). Sentencia dictada en el
radicado n.º 05360-31-03-001-2003-00164-01 (MP: Edgardo Villamil Portilla).
272
Más recientemente, la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justi-
cia señaló lo siguiente en relación con las diferencias existentes entre las reglas
y los principios:
Una de las maneras de distinguir las reglas de los principios es que los métodos
tradicionales de interpretación sólo se aplican a las reglas y no a los principios,
pues el significado lingüístico de éstos es autoevidente. Según Zagrebelsky, los
principios remiten a tradiciones históricas y deben ser entendidos en su ethos;
mientras que a la regla se obedece, a los principios se adhiere, circunstancia que
está vinculada a la comprensión de los valores inherentes a la cultura jurídica y al
contexto histórico.
Según se observa, los principios jurídicos son un acumulado de saber práctico, que
sirve de guía a las acciones humanas. En su estructura lingüística son enunciados
normativos, prescriptivos, del deber ser, deontológicos. Hay en ellos mandatos,
55 Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil (7 de octubre de 2009). Sentencia dictada en el
radicado n.º 05360-31-03-001-2003-00164-01 (MP: Edgardo Villamil Portilla).
273
simplemente, la de generar normas en ausencia de reglas legales o consuetudina-
rias específicas, habida cuenta que, como viene de señalarse, ellos permiten salvar
los problemas de indeterminación que aquéllas acusen o paliar los efectos noci-
vos que se desgajarían cuando entran en contradicción con los principios que las
inspiran o con otros de justicia material que informan el ordenamiento. Inclusive,
hoy no se discute que en toda decisión judicial se reproduce, en alguna medida, el
proceso de creación del derecho y que en la actividad hermenéutica del juez hay,
necesariamente, una conformación valorativa de la norma jurídica interpretada56.
ha señalado:
Teniendo presentes las características y las funciones que cumplen los prin-
cipios generales del derecho, una parte de la doctrina española ha señalado que el
principio pro damnato no es un principio general sino que configuraría lo que se
denominado un principio tendencial del derecho de daños. En ese sentido, María
Medina Alcoz ha señalado que el favor victimae
56 Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. (16 de agosto de 2007). Sentencia dictada en el
radicado n.º. 25875 31 84 001 1994 00200 01 (MP: Pedro Munar Cadena).
57 Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. (27 de febrero de 2012). Sentencia dictada en el
radicado n.º 11001-3103-002-2003-14027-01 (MP: William Namén Vargas).
274
comienza a perfilarse como principio tendencial del derecho del derecho de da-
ños. Este principio carece en sí de sustantividad propia, porque su fundamenta-
ción consiste en modular la aplicación de las normas que integran la disciplina
de la responsabilidad civil, sin que las soluciones puedan basarse exclusivamente
en él. Por ello, en puridad, no constituye un verdadero principio general del de-
recho de daños, pues, si bien cumple la función informativa y la interpretativa,
no cumple la estrictamente normativa, ya que únicamente permite escoger entre
posibles soluciones distintas, pero no colmar una laguna; su campo privativo de
aplicación es el de la res dubiae. Es un principio tendencial porque supone sólo un
favorecimiento interpretativo, sin que pueda hallarse en él una norma completa,
que abarque supuesto de hecho y consecuencia jurídica58.
[l]o primero que se observa es que el principio pro damnato trasciende del campo
probatorio (apreciación de la prueba en beneficio del más débil) y afecta a la
misma cuestión de fondo (rigor interpretativo en beneficio del perjudicado). Sin
embargo, si allí podía tener aplicación universal, no ocurre lo mismo en el segundo
y más amplio ámbito: el sustantivo. En efecto, de ninguna forma podrá el T. Su-
premo sentar que, en sí y por sí, con carácter de generalidad, es mejor el dere-
58 María Medina Alcoz, La culpa de la víctima en la producción del daño extracontractual (Madrid:
Editorial Dykinson, 2003), 40-41.
59 Santiago Cavanillas Mugica, ob. cit., 25.
275
de la víctima en obtener una reparación del daño que ha sufrido prevalezca sobre el
interés de la persona que ha actuado en no compensar el daño que ha ocurrido”60.
Como se colige de los fragmentos doctrinales citados, para debatir la con-
notación de principio general que se pretende asignar al favor victimae los auto-
res se fundamentan básicamente en dos argumentos: (1) que aquel carece de la
sustantividad propia de una norma de derecho, por lo que su impacto se restringe
únicamente a servir de pauta interpretativa; y (2) que el principio pro damnato ca-
rece de la generalidad que caracteriza a ese tipo de preceptos jurídicos, por cuanto
encuentra aplicación limitada en lo que refiere a los aspectos sustanciales de la
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responsabilidad civil.
Así las cosas, se observa que, en contra de su calificación como principio ge-
neral del derecho, se acepta de manera más general que el favor victimae opera
como una herramienta de tipo interpretativo, pues su función básica no está en
colmar las lagunas normativas, sino en que se pueda escoger el estatuto o la re-
gulación más favorable a la víctima entre dos alternativas posibles, además de lo
cual se trata de un principio que “informa el ordenamiento jurídico” pues brinda un
parámetro sobre el sentido que deben tener las leyes especiales. En ese orden de
ideas, parece más adecuada la tesis que acoge el profesor Llamas Pombo, quien,
reflexionando sobre el alcance del favor victimae, y con la advertencia de que una
aplicación automática de este “daría al traste con todos los pilares que sustentan el
moderno derecho de daños”, señala que el campo de actuación natural del principio
está en su utilidad como pauta hermenéutica en los casos de debilidad de una de
las partes. En palabras del referido autor, el principio pro damnato “constituye una
inagotable pauta hermenéutica para los jueces y tribunales; es aquí donde siempre
ha de estar presente su verdadero sentido y alcance pues no se trata de una norma
hueca o ciega, sino que solo tiene auténtico contenido cuando se produce ese des-
equilibrio, tal desigualdad entre víctima y dañador de la que trae origen”61.
60 Miquel Martín Casals, Jordi Ribot y Josep Solé, “Spain”, en Unification of Tort Law: Strict Liability
(Nueva York: Editorial Kluwer Law International, 2002), 291. Traducción libre, el texto original es el
siguiente: “The so-called pro damnato principle has justified a line of interpretation of the general
rules in favour of the victims, but has not led the Supreme Court to consider, either in general terms
or in the cases of hazardous activities, that the interest of the victim in obtaining compensation
for the harm that he has suffered must prevail over the interest of the person who has acted in not
compensating a damage that has occurred”.
61 Eugenio Llamas Pombo, Reflexiones sobre derechos de daños…, ob. cit., 45. Respecto de la adop-
ción de una tesis restringida en cuanto al alcance del favor victimae, es indicativo que el profesor
Díez-Picazo, que anunció en la década de los setenta del siglo anterior la llegada de este principio
al derecho de daños, en sus trabajos posteriores (Derecho de Daños de 1999, o en el tomo V de
sus Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial, referido a La Responsabilidad Civil Extracontractual
276
Además, y como se estudiará con profundidad en el último acápite de este
escrito, reconocer el carácter de principio general del Derecho al principio pro
damnato, flexibilizando excesivamente los requisitos de la responsabilidad civil en
la búsqueda apresurada de obtener la reparación para las víctimas, puede dar lugar
a que se tergiverse el fundamento mismo de la responsabilidad civil así como su
función principal como sistema normativo.
En consecuencia, estimamos que la respuesta más adecuada a la pregunta
formulada en el encabezado de este acápite es la de considerar que el principio
favor victimae o pro damnato no constituye un principio general de derecho sino
que se trata, más bien, de un principio informador e interpretativo del derecho de
daños, pues actúa principalmente como pauta hermenéutica y criterio orientador
del ordenamiento jurídico, en situaciones en las que sea manifiesta la debilidad de
la víctima. De esa forma, deben delimitarse en forma precisa su alcance y sus efec-
tos en consonancia con su calificación jurídica, para evitar que con su aplicación
general e indiscriminada se erosionen los presupuestos de la responsabilidad civil y
se desnaturalice la función que ella debe cumplir en la sociedad contemporánea62.
de 2011), no hace referencia explícita al principio favor victimae, y solo lo menciona tangencial-
mente como una regla. Luis Díez- Picazo, Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial - La responsabi-
lidad civil extracontractual, t. V. Pamplona: Editorial Civitas y Editorial Thomson Reuters, 2011, 130.
62 Marcelo López Mesa, “El reverdecer de la culpa como elemento de la responsabilidad civil”, en
Realidades y tendencias del derecho en el siglo XXI (Bogotá: Editorial Temis, 2010), 116.
277
A) Manifestaciones del principio favor victimae o pro damnato como pauta
orientadora del sentido del ordenamiento jurídico
Las diferentes aplicaciones que hemos identificado del principio pro damnato
como pauta orientadora del ordenamiento jurídico son las siguientes: (1) la ex-
pedición de normas especiales que establecen reglas de responsabilidad objetiva;
(2) la consagración en algunas codificaciones de normas que reflejan una tenden-
cia protectora de las víctimas; (3) la expedición de normas constitucionales sobre
responsabilidad estatal que establecen un régimen favorable para las víctimas; (4)
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Sobre este particular se ha señalado que una primera manifestación de esta nueva
tendencia del derecho de daños ha consistido “en la aparición de nuevas leyes, do-
minadas en mayor o menor medida, por la voluntad de resarcir a quien soporta el
daño sólo por el hecho de sufrirlo, haya habido o no culpa por parte del agente”63.
El caso español es representativo de este fenómeno, en donde se ha señalado que
“la promulgación de las leyes especiales constituye el principal modo de introduc-
ción de la responsabilidad objetiva”64. En relación con las leyes que han sido ex-
pedidas con ese propósito, se ha reconocido que se refieren, particularmente, a
actividades especialmente peligrosas, entre las que se encuentran las leyes sobre
transporte aéreo, energía nuclear, caza, circulación de vehículos, responsabilidad
por productos y servicios defectuosos y la responsabilidad causada por agentes
públicos y la administración65.
En estos supuestos de responsabilidad objetiva, en línea con la ideología que
subyace al principio pro damnato, se “pone como centro de atención a la víctima
278
por encima de causante del daño y [sirven] para resolver el dilema sobre quién debe
cargar con las consecuencias patrimoniales de un hecho dañoso cuando se ha rea-
lizado un riesgo, aun sin que haya de por medio conducta intencional o culposa”66.
Esta manifestación hace referencia a un fenómeno que ha tenido lugar con la expe-
dición de nuevos códigos civiles ajustados a las condiciones sociales contemporá-
neas, así como a la modernización y reforma de los códigos civiles decimonónicos.
Un ejemplo de esta manifestación se puede encontrar en el Código Civil pe-
ruano de 1984, que consagra una regla general de presunción de culpa en materia
de responsabilidad civil extracontractual. Se trata del artículo 1969, según el cual
“[a]quel que por dolo o culpa causa un daño a otro está obligado a indemnizarlo.
El descargo por falta de dolo o culpa corresponde a su autor”. En relación con esta
norma, la doctrina peruana ha señalado que se trata de un precepto normativo sin
precedentes en ese país, cuyo origen “pareciera reposar [...] en ‘razones de política
legislativa que consagran la regla favor victimae para facilitar el resarcimiento del
daño’; regla derivada del principio favor debilis, que no es, sino, el principio que
sustenta la finalidad tuitiva de la víctima, más conocido como el ‘principio solida-
rístico’ de la responsabilidad, base de la reparación integral del daño”67.
66 Marcela Castro de Cifuentes, “La responsabilidad objetiva: componente indispensable para la mo-
dernización del derecho de daños”, en Realidades y tendencias del derecho en el siglo XXI (Bogotá:
Editorial Temis, 2010), 36.
67 Gastón Fernández Cruz, “Las transformaciones funcionales de la responsabilidad civil: la óptica sis-
témica”. Revista Ius et Veritas (2001), 22.
279
de un factor de atribución objetivo en la responsabilidad por las cosas o las acti-
vidades riesgosas (art. 1757). Como se podrá observar en el siguiente acápite, al
estudiar las aplicaciones prácticas del favor victimae como canon hermenéutico,
estos desarrollos normativos son, en buena medida, la positivización de los plan-
teamientos realizados por los jueces en aplicación de las nuevas tendencias del
derecho de daños.
En lo que se refiere a la modernización de los códigos decimonónicos, el
proyecto de reforma al Código Civil francés en materia de la responsabilidad ci-
vil (2017) prevé una serie de preceptos que introducen en el ordenamiento civil
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francés una orientación protectora de las víctimas de los daños. Algunos de ellos
son, entre otros, los siguientes: (1) la norma que contempla que en cualquier caso
la reparación de los perjuicios corporales se funda en las normas de la responsa-
bilidad extracontractual, dejando a salvo la posibilidad de que la víctima pueda
invocar las cláusulas contractuales que le resultan favorables (art. 1233-1); (2)
responsabilidad solidaria por los daños causados por un miembro indeterminado
de un grupo determinado (art. 1240); (3) la aplicación de la culpa de la víctima
para disminuir el quantum indemnizatorio en los eventos de daño corporal, única-
mente en los eventos de culpa grave de la víctima (art. 1254); y (4) prohibición
de la exclusión o limitación de la responsabilidad por culpa en materia extracon-
tractual (art. 1283).
Ahora bien: no obstante estos ejemplos sobre la evolución legislativa de la
responsabilidad civil, no se puede pasar por alto que, incluso en los más modernos
códigos civiles y en las propuestas de modernización de los estatutos clásicos, a
pesar del mayor espacio que se da a la responsabilidad objetiva, la culpa se man-
tiene como el criterio general en materia de atribución de la responsabilidad civil,
obviamente conceptualizada con una visión moderna, desligada del reproche sico-
lógico y más cercana al concepto de culpa normativa68.
280
permitido que la jurisprudencia contencioso-administrativa siente el principio
según el cual el Estado responde por todos los daños sufridos por las víctimas del
comportamiento de sus agentes, sea este lícito o ilícito, salvo que el damnificado
tenga el deber jurídico de soportar ese detrimento. Este moderno enfoque de la
antijuridicidad situado en el daño más que en la conducta del agente facilita a las
víctimas la obtención de la reparación de los daños que hayan sufrido y puede con-
siderarse una aplicación del principio pro damnato.
En similar sentido, pero con una orientación hacia la responsabilidad obje-
tiva, el artículo 106 de la Constitución española señala que “los particulares, en los
términos establecidos por la ley, tendrán derecho a ser indemnizados por toda
lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de
fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento de los
servicios públicos”, precepto que ha sido desarrollado por el artículo 32 de la Ley
40/2015, que dispone que “los particulares tendrán derecho a ser indemnizados
por las Administraciones Públicas correspondientes, de toda lesión que sufran en
cualquiera de sus bienes y derechos, siempre que la lesión sea consecuencia del
funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos salvo en los casos de
fuerza mayor o de daños que el particular tenga el deber jurídico de soportar de
acuerdo con la Ley”. La regulación propone una clara orientación favorable a las
víctimas, pues centra su acento en la lesión a los derechos del damnificado por
encima de la conducta del agente, que para el caso será la Administración Pública.
Otra manifestación del principio favor victimae en la orientación de las nuevas re-
gulaciones del derecho de daños se encuentra en la redistribución de los riesgos
que se derivan de las dificultades en la identificación del agente dañador, asig-
nándolos de una manera favorable a la víctima. En este punto, creemos que una
muestra interesante del principio protectorio se presenta en eventos de causalidad
alternativa en los que el causante del daño no pueda ser identificado con certeza.
Por ejemplo, en aquellos eventos en que dos o más personas participen en forma
antijurídica en la producción de un daño, pero no se pueda determinar con certeza
quién causó efectivamente el menoscabo, o se desconozca el real impacto y las
consecuencias generadas por la acción individual de cada uno de ellos, algunos
281
sistemas han optado por establecer la responsabilidad solidaria de los intervinien-
tes. Esta es la situación que se presenta en Francia, Alemania, Holanda y Austria69.
Así las cosas, como lo ha sostenido Ernst Karner, esta responsabilidad solidaria se
justifica por cuanto “es más adecuado que los agentes que actuaron antijurídica-
mente asuman el riesgo derivado de la imposibilidad de clarificar el curso causal
preciso a que lo haga la víctima que no ha actuado en forma incorrecta”70.
Similar criterio, aunque sin el matiz de la solidaridad, ha sido acogido por los
Principios de Derecho Europeo de la Responsabilidad Civil, al consagrar que en
materia de causalidad alternativa “la carga de la prueba que la víctima soporta no
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debería ser demasiado pesada” y que en los eventos en que no se pueda identificar
a las personas potencialmente responsables, se puede “ignorar” esa situación y
“distribuir el daño entre los demandados conocidos de acuerdo con la probabilidad
de que el daño haya sido causado por cada uno de ellos”71.
En consecuencia, en eventos de incertidumbre causal, precedida de condi-
ciones fácticas que permiten inferir la ocurrencia de un daño a cargo de varios
sujetos, el derecho de daños puede optar por relevar a la víctima de acreditar en
forma plena la relación de causalidad frente a un sujeto determinado, y hacer que
los distintos intervinientes en la cadena causal, aunque se desconozca su aporte
específico en el resultado, sean considerados civilmente responsables.
Por último, el tipo de interés protegido puede justificar la intervención del derecho
de daños para efectos de hacer más fácil la situación de la víctima en la búsqueda
de la indemnización que le corresponda, mediante el establecimiento de reglas
sustantivas o hermenéuticas diferenciadas según la naturaleza del daño resarcible.
En este contexto, se realiza una distinción entre la protección que se debe brindar
por una lesión o menoscabo a los bienes patrimoniales de la víctima y la reacción
del sistema jurídico frente a las afectaciones a sus derechos de la personalidad,
en particular a su integridad corporal, pues en estos últimos supuestos podrían
69 Ernst Karner, “The Function of the Burden of Proof in Tort Law”. European Tort Law Yearbook 2008,
2009 (2009): 68.
70 Ídem.
71 Jaap, Spieer, “Relación de causalidad”, en Principios de Derecho Europeo de la Responsabilidad Civil
(Traducción), coordinado por Miquel Martín Casals (Navarra: Thomson Aranzadi, 2008), 84-87.
282
construirse reglas que faciliten el resarcimiento de ese tipo de perjuicios con prefe-
rencia a la reparación de los daños simplemente patrimoniales.
En aplicación de este criterio resulta ilustrativa la posición adoptada por el
Proyecto de Reforma de la Responsabilidad Civil que se ha presentado en Francia
(2017). En efecto, el proyecto propone una división entre los daños corporales
y los daños materiales, y en cuanto a los primeros, además de proponer múlti-
ples parámetros para facilitar su cuantificación, identificando su mayor relevancia
y valor dentro del sistema, consagra una regla, en el artículo 1267-1, refiriéndose
a la valoración del daño corporal, según la cual “toda estipulación contraria a las
disposiciones de la presente subsección se consideran no escritas a menos que
sean más favorables para la víctima”. Esta es una muestra de cómo en razón del
valor del interés protegido los sistemas pueden elaborar mecanismos de interpre-
tación o reglas sustantivas que favorezcan la situación de la víctima sin que ello
comporte una garantía absoluta de indemnización. Sobra destacar que la regla
señalada se aplica a los daños corporales y no a los daños materiales, donde una
regla de este tipo no se ha considerado en razón al valor del interés protegido por
este último ámbito.
Similar criterio ha sido adoptado por los Principios de Derecho Europeo de
la Responsabilidad Civil en su artículo 2:102. Allí se señala que “el alcance de la
protección de un interés depende de su naturaleza; su protección será más amplia
cuanto mayor sea su valor, la precisión de su definición y su obviedad”. Esta posi-
283
algunas acciones para reclamar los daños73 o la afirmación de la competencia en
cabeza de un tribunal74, a temas sustanciales que atañen a los presupuestos de la
responsabilidad civil. En reconocimiento de esta tendencia, la jurisprudencia espa-
ñola ha señalado que
cimiento, salvo que una razón excepcional obligue a dejar al dañado solo frente al
daño. Por ello existe una profunda crisis de la elaboración jurídica que va bastante
más allá del simple paso del sistema subjetivo o de culpa al sistema objetivo, y así
se puede afirmar que es evidente la erosión que ha[n] ido experimentando todos
los pilares de la teoría de la responsabilidad construidos de acuerdo con los pos-
tulados de la codificación; la culpa, el ilícito, y la causalidad. Concretamente en lo
que se refiere a la culpa se ha apreciado como una línea progresiva, el tránsito de la
llamada responsabilidad subjetiva a la objetiva, sustituyendo la idea de impruden-
cia o negligencia por las reglas de la inversión de la carga de la prueba, la llamada
teoría del riesgo75.
73 Cfr. Corte Constitucional de Colombia: sentencia T-528 de 2016 (MP: Jorge Iván Palacio Palacio).
74 Tribunal Supremo Español, Sala de lo Civil (1.° de julio de 1986) (MP: Ramón López Vilas); También
se puede consultar: Ricardo de Ángel Yágüez, “Constitución y derecho de daños”, en II Congreso
de Derecho Constitucional Neoconstitucionalismo y Derecho Privado en debate (Bogotá: Pontificia
Universidad Javeriana, 2006), 44 - 47.
75 Tribunal Supremo Español, Sala de lo Civil. (17 de octubre de 2007). Sentencia 1050 de 2007 (MP:
Juan Antonio Xiol Ríos).
284
itself’ o ‘circumstancial evidence’ —EE. UU.) o de la ‘culpa virtual’ (‘faute virtuelle’
—Francia) o de ‘id quod plerumque accedit’ (‘lo que normalmente suele aconte-
cer’ —Italia)”76.
De igual forma, los tribunales colombianos, tanto en la jurisdicción ordinaria
como en la contencioso-administrativa, han dado diversas aplicaciones al principio
objeto de estudio, señalando, de manera general, que
con el moderno principio de favor victimae, conforme al cual las dudas que puedan
surgir a la hora de establecer la dimensión de la reparación han de resolverse en
beneficio de quien injustamente sufrió el daño, por cuanto una definición contraria
a la acabada de señalar restringiría, sin motivo racional alguno y en detrimento de
aquél, sus posibilidades indemnizatorias —como ocurriría de aplicarse la postura
objeto de esta rectificación—, al tiempo que supondría, aún contra las reglas de
la experiencia y en contravía del postulado de la equidad pregonado en la ley 446
de 1998, que el agraviado no quisiese el resarcimiento íntegro, sino uno parcial
o fragmentario77.
76 Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Santa Fe, Argentina, Sala I. (13 de diciembre de
2016). Sentencia 21-04889852-9.
77 Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. (15 de abril de 2009). Sentencia dictada en el
radicado n.º 08001-3103-005-1995-10351-01 (MP: César Julio Valencia Copete).
285
Las presunciones de culpa y la elevación del grado
de diligencia exigible
Las presunciones de culpa y la elevación del grado de diligencia exigible son evi-
dencia del enfoque pro victimae del moderno derecho de la responsabilidad civil.
En muchos eventos, el que ha sufrido un perjuicio ya no debe emprender el difícil
esfuerzo de acreditar el comportamiento imprudente o negligente de quien le ha
causado un daño, sino que la culpa se presume, por lo que le corresponde al autor
del daño “desvirtuar esta presunción mediante la prueba de haber obrado con la
A N UAR IO DE DER EC H O P RI VADO 01 – Universidad de los Andes – Facultad de Derecho – pp. 257-304 – DOI: http://dx.doi.org/10.15425/2017.205
diligencia debida”78. En relación con las presunciones de culpa, Alterini señala que,
en el fondo, más que de un tema técnico, se trata de una opción ideológica que
surge como consecuencia de la aplicación del favor victimae79.
En lo que se relaciona con la elevación del grado de diligencia exigible,
Díez-Picazo ha expuesto que este instrumento implica “que no basta que el de-
mandado haya cumplido con la diligencia reglamentaria, ni tampoco que haya
cumplido con una diligencia media. Para exonerarle de responsabilidad es preciso
que haya acreditado toda la diligencia posible, aunque no se suministren los datos
precisos para saber hasta dónde tiene que llegar, ni con qué costos, ni las razones
por las cuales el demandado se enfrenta con su desviación de la exigencia exigi-
ble, a todas las demás”80.
Este enfoque se destaca, particularmente, en los supuestos relativos a la res-
ponsabilidad civil profesional y de los empresarios. En el derecho colombiano, es
muestra de esta manifestación la evolución de la jurisprudencia civil en materia
de responsabilidad bancaria. Al respecto ha señalado la Corte Suprema de Justi-
cia, por ejemplo, que “[e]n punto de la responsabilidad bancaria, la jurisprudencia
de la Corte ha perseverado en la exigencia de deberes especiales de diligencia al
sistema financiero, atendido que las instituciones bancarias son depositarias de la
confianza pública”81.
286
Establecimiento de cargas probatorias dinámicas
287
Sin perjuicio de lo anterior, no se puede perder de vista, como también lo ha re-
saltado la jurisprudencia civil que, en relación con el onus probandi, es dable al
juzgador aplicar criterios de flexibilización o racionalización probatoria en algunos
supuestos excepcionales, atendiendo las circunstancias del caso concreto, v. gr., la
regla res ipsa loquitur, la culpa virtual, o la presencia de un resultado desproporcio-
nado, entre otros (cfr. Cas. Civ. Civ. 30 de enero de 2001, exp. 5507, 22 de julio de
2010, exp. 41001 3103 004 2000 00042 01, y de 30 de noviembre de 2011, exp.
76001-3103-002-1999-01502-01).
cionado fallo de 30 de enero de 2001, destacó que “es precisamente en este sec-
tor del comportamiento en relación con las prestaciones debidas, donde no es
posible sentar reglas probatorias absolutas con independencia del caso concreto,
pues los habrá donde el onus probandi permanezca inmodificable, o donde sea
dable hacer actuar presunciones judiciales, como aquellas que en ocasiones refe-
renciadas ha tenido en cuenta la Corte, pero también aquellos donde cobre vigen-
cia ese carácter dinámico de la carga de la prueba, para exigir de cada una de las
partes dentro de un marco de lealtad y colaboración, y dadas las circunstancias de
hecho, la prueba de los supuestos configurantes del tema de decisión. Todo, se re-
itera, teniendo en cuenta las características particulares del caso: autor, profesio-
nalidad, estado de la técnica, complejidad de la intervención, medios disponibles,
estado del paciente y otras circunstancias exógenas, como el tiempo y el lugar del
ejercicio, pues no de otra manera, con justicia y equidad, se pudiera determinar la
corrección del acto médico (lex artis)”.
84 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil. (5 de noviembre de 2013). Sentencia dictada en
el radicado n.º 20001-3103-005-2005-00025-01 (MP: Arturo Solarte Rodríguez).
288
Reconocimiento de nuevas clases de daño resarcible
85 Carlos Fernández Sessarego, “El derecho de daños en el umbral de un nuevo milenio”, en DOXA -
Tendencias modernas del Derecho (Trujillo: Normas Legales, 2004), 41.
86 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil. (5 de agosto de 2014). Sentencia dictada en el
radicado n.º 11001-31-03-003-2003-00660-01 (MP: Ariel Salazar Ramírez).
289
esta figura —el daño a la vida de relación— acompasa con los fines que en este
campo persigue el sistema positivo colombiano, a la par que encaja dentro de una
evolución institucional propia y auténtica, por lo que sigue mostrando considera-
ble utilidad a fin de extender y profundizar las garantías efectivas con que cuentan
las personas que acuden a la administración de justicia87.
87 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil. (13 de mayo de 2008). Sentencia dictada en el de
radicado n.º 11001-3103-006-1997-09327-01 (MP: César Julio Valencia Copete).
88 Vibe Ulfbeck y Marie-Louise Holle, “Tort Law and Burden of Proof - Comparative Aspects. A Special
Case for Enterprise Liability?”, en European Tort Law Yearbook 2008, 2009 (2009): 26. Señalan los
autores, en ese sentido, que “In some areas of the law it is desirable to lend support to the plaintiff
for instance because of the type of damage suffered. For instance, in personal injury cases, it may be
thought that as a matter of policy it should not be too difficult for the plaintiff to obtain relief. Thus,
rules on the burden of proof are sometimes used as a means of achieving a substantive law purpose.
In some instances, applying a reversed burden of proof can in reality come close to imposing strict
liability. It is sometimes said that rules on burden of proof also come into play when it is hard for
the plaintiff to satisfy the burden of proof. Clearly, it cannot be the case that whenever it is hard to
satisfy the burden of proof then it is reversed or in other ways lowered. Some cases the plaintiff is
in fact supposed to lose due to the fact that he cannot prove his case. However, in some instances it
can be unreasonably burdensome for the plaintiff to be required to satisfy the burden of proof”.
290
dimensión, por cuanto, ante tal circunstancia, el juzgador debe ejercer las faculta-
des oficiosas que en materia probatoria le confiere la ley procesal, sin olvidar que
al momento de calcular el perjuicio de cuya existencia no hay duda, ha de acceder
a criterios de equidad que le impiden soslayar los derechos de los afectados89.
el deber legal del juzgador de interpretar la demanda para ubicar con exactitud la
responsabilidad civil, particularmente en casos de confusión, duda o anfibología
sobre su naturaleza contractual o extracontractual. A este respecto, ‘cuando el
89 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil. (14 de noviembre de 2008). Sentencia con n.° de
radicado 70001 3103 004 1999 00403 01 (MP: Pedro Octavio Munar Cadena).
90 Aurora Besalú Parkinson, “La responsabilidad civil: tendencias actuales - La experiencia Argentina y
su posible proyección al derecho mexicano”, en Boletín Mexicano de Derecho Comparado (Ciudad de
México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1998), 72.
91 Darío Parra Sepúlveda, “La responsabilidad civil del médico en la medicina curativa” (tesis de docto-
rado, Universidad Carlos III de Madrid, 2014), 35.
291
lenguaje de la demanda, sin ser indescifrable por completo, no se ajusta a la cla-
ridad y precisión indispensables en tan delicada materia’ (CLXXXVIII, 139), para
‘no sacrificar el derecho material en aras de un culto vano al formalismo procesal’
(CCXXXIV, 234), ‘el juzgador está obligado a interpretarla en busca de su sentido
genuino sin alterarlo ni sustituirlo, consultando la prevalencia del derecho sustan-
cial, el acceso a la administración de justicia y la solución real de los conflictos’,
realizando ‘un análisis serio, fundado y razonable de todos sus segmentos’, ‘me-
diante su interpretación racional, lógica, sistemática e integral’ [...] de manera
que en procura de evitar el sacrificio del derecho sustantivo, pueda enmendar con
su actividad dialéctica la confusa presentación de los hechos, de las pretensiones
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El propósito de que las víctimas obtengan la reparación integral del perjuicio su-
frido y que su reclamación encuentre los menores obstáculos posibles ha condu-
cido a que en algunas ocasiones la jurisprudencia ubique la controversia sometida a
la decisión de la Administración de Justicia en el escenario en el que ella resulte más
favorable a quien reclama la respectiva indemnización, sea por aspectos atinentes
a la carga de la prueba, o a la extensión de la reparación, entre los más relevantes.
Al respecto, la jurisprudencia civil colombiana ha señalado que en los supues-
tos en los que pueda coincidir la aplicación de dos regímenes de responsabilidad
civil, deberá escogerse el que resulte más favorable para la víctima.
Esto ha ocurrido, v. gr., en supuestos en los que la situación de hecho per-
mitiría la aplicación del régimen de la responsabilidad indirecta y el régimen de la
responsabilidad civil por actividades peligrosas, como en el caso de los daños causa-
dos por un menor de edad que conducía un vehículo automotor, en el que la Corte,
sin perjuicio de la aplicación de las reglas del tránsito automotor —que establecían
un régimen estricto de responsabilidad civil—, señaló que “quien con el deber de
cuidar y vigilar permite y aún autoriza que su pupilo desarrolle actividades que ge-
neran peligro para la comunidad, que exigen de quien las ejerza prudencia, pericia
y diligencia, debe responder por los daños que ese pupilo ocasione, en razón de
constituir, en sí misma, una laxitud esa permisividad y autorización en el manejo
92 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil. (17 de noviembre de 2011). Sentencia dictada en
el radicado n.º 11001-3103-018-1999-00533-01 (MP: William Namén Vargas).
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de actividades que de suyo, a más de requerir pericia y mesura, tienen la connota-
ción del peligro por las consecuencias desastrosas que son capaces de generar”93.
Así mismo, en relación con la posibilidad de aplicar las reglas de la responsabi-
lidad directa o las de la responsabilidad civil por actividades peligrosas en los casos
de transporte benévolo o de cortesía, la corporación señaló:
Finalmente, debe destacarse una doctrina consolidada del Consejo de Estado co-
lombiano, coincidente con la de la Corte Constitucional, que han señalado que en
el cómputo de los plazos de caducidad para el ejercicio de la acción de reparación
directa, la contabilización correspondiente debe realizarse en la forma en que re-
sulte más favorable para la víctima del daño sufrido por la acción u omisión de los
agentes estatales:
En aplicación del principio pro damnato o favor victimae —que favorece el resar-
cimiento al daño sufrido por la víctima, en los casos en que ésta no se encuen-
tre legalmente obligada a soportarlo— y teniendo en cuenta que el fundamento
93 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil. (22 de mayo de 2000). Sentencia dictada en el
radicado n.º 6264 (MP: Jorge Santos Ballesteros).
94 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil. (6 de diciembre de 2011). Sentencia dictada en el
radicado n.º11001-3103-043-2003-00113-01 (MP: Arturo Solarte Rodríguez).
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de la acción de reparación directa es el daño, la jurisprudencia contencioso ad-
ministrativa ha interpretado que en el conteo del término de caducidad, debe
tenerse en cuenta; a) ante la duda sobre el inicio del término de caducidad, la
corporación judicial está obligad[a] a interpretar las ambigüedades y vacíos de la
ley en concordancia con los principios superiores del ordenamiento, entre ellos,
los de garantía del acceso a la justicia y reparación integral de la víctima b) el
momento en que las víctimas adquieren información relevante sobre la posible
participación de agentes del Estado en la causación de los hechos dañosos; c) la
oportunidad en que se conozca el daño, porque hay eventos en los cuales el per-
juicio se manifiesta en un momento posterior; d) la fecha en el cual se configura
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95 Consejo de Estado. Sala de lo Contencioso Administrativo. Sección Tercera. (10 de mayo de 2017).
Sentencia dictada en el radicado n.º 40464. (CP: Carlos Alberto Zambrano Becerra). Esta sentencia
recoge la doctrina incorporada en la sentencia SU-659 de 2015 de la Corte Constitucional, así como
en sentencias anteriores del Consejo de Estado.
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las víctimas de los hechos dañosos son la parte débil de la relación jurídica que se
establece entre los damnificados y los civilmente responsables y, en ese contexto,
el Derecho no puede ser indiferente frente a sus intereses y reclamaciones. Prima
facie, la adopción de un principio pro damnato o favor victimae parece conveniente
y la garantía de los derechos de las víctimas supone un propósito deseable. Sin
embargo, la idea de favorecer a los damnificados debe ser coherente con los pre-
supuestos de un sistema que tiene en su base el principio de justicia correctiva y el
carácter bilateral que tiene la responsabilidad civil.
El sistema de responsabilidad civil, como lo conocemos, encuentra su justifi-
cación en la idea de justicia correctiva. En efecto, como lo sostiene Ernest Weinrib,
la responsabilidad civil opera con el fin de rectificar una interacción injusta96 en la
que se ven involucrados dos sujetos en el marco de una relación privada, a saber,
el agente dañador y la víctima. Como señala Diego Papayannis, estos dos sujetos
están moralmente vinculados por la injusticia de la interacción y la idea de justicia
correctiva implica que solo se puede imponer el deber de compensar las pérdidas
injustas a quienes sean responsables por ellas97.
En ese sentido, el alcance de un esquema bilateral de responsabilidad implica
que al agente dañador solo se le pueden trasladar las pérdidas injustas que haya
causado. Contrario sensu, este no podrá ser obligado a responder por las conse-
cuencias dañosas que no le sean imputables. En ese contexto, el fundamento de la
responsabilidad civil se encuentra en la necesidad de anular o corregir las pérdidas
96 Ernest Weinrib, “Corrective justice in a nutshell”. The University of Toronto Law Journal, volume 52,
n.° 4 ( 2002): 349.
97 Diego Papayannis, Comprensión y justificación de la responsabilidad extracontractual, 1.ª ed. (Madrid:
Marcial Pons, 2014), 253-254. Sin perjuicio de esta consideración de Papayannis, debemos señalar
que existe un amplio debate teórico sobre el alcance y la concepción de la justicia correctiva, aunque
parece que dicho concepto de justicia, como fundamento filosófico de la responsabilidad civil, se va
consolidando en la doctrina especializada.
98 Ernest Weinrib, The Idea of Private Law (Cambridge: Harvard University Press, 1995), 63-64.
295
acento en la pérdida injusta sufrida por la víctima y no en su causación por un su-
jeto concreto. Ejemplo de ellos es el sistema creado en Nueva Zelanda con su Ley
de Compensación de Accidentes de 1972. En este tipo de esquemas basta demos-
trar que la víctima ha sufrido un daño injusto para que pueda recibir una compen-
sación por parte del Estado, sin que se exija el traslado de esas pérdidas a un sujeto
concreto en calidad de agente dañador. Estos esquemas, como afirma Papayannis,
“procuran atenuar con alguna celeridad el sufrimiento injusto de la víctima” y ha-
cen “que las formalidades procesales para los reclamantes sean menos exigentes”,
pues, por regla general, “a fin de obtener una indemnización, debería ser suficiente
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que la víctima muestre que según los criterios jurídicos vigentes no merece sopor-
tar el daño que sufrió”99.
De esa forma, una sociedad puede optar por uno u otro modelo para atender
y compensar los daños generados entre los individuos, según sea más conveniente
para su realidad, sus fines y sus propósitos como conglomerado. Podrá optarse
entonces por un esquema de responsabilidad bilateral, donde la víctima deba acre-
ditar que el daño injusto que ha sufrido es responsabilidad de otra persona, o un
esquema proteccionista de compensación universal en donde a la víctima le baste
demostrar que ha sufrido una pérdida injusta para que reciba la respectiva indem-
nización. Como parece evidente, el segundo sistema garantiza en mayor medida
los derechos de las víctimas, pues les permite obtener una reparación con relativa
facilidad. El primer sistema les exigirá, ante todo, demostrar que el daño que han
padecido debe ser asumido por un tercero.
Así las cosas, si lo que se busca con el principio favor victimae, como sostiene
algún sector de la doctrina, es obtener una indemnización “a ultranza” para la víc-
tima, sin exigir la plenitud de sus presupuestos para que se origine una responsa-
bilidad civil, ya no estaremos en un esquema de responsabilidad bilateral, sino que
habremos transitado a un esquema de compensación universal donde la presencia
del agente dañador se hace innecesaria y el juicio que debe realizarse para tras-
ladar las pérdidas injustas deja de ser necesario. De esa forma, un principio favor
victimae interpretado con excesiva generalidad, y que se adopte como argumento
incontrovertible para otorgar una compensación a la víctima aun cuando los presu-
puestos de la responsabilidad civil indiquen lo contrario, no sería compatible con el
fundamento y la justificación de los esquemas privados de compensación de daños
existentes en la generalidad de los países de Europa continental y Latinoamérica.
99 Diego Papayannis, “El valor intrínseco de la responsabilidad civil”. Anuario de Filosofía del Derecho
n.° 34 (2018).
296
En efecto, la responsabilidad civil como institución tiene unos presupues-
tos dogmáticos sustanciales que, aunque puedan adoptar formas más o menos
rigurosas, son necesarios para la subsistencia del sistema. Hacemos referencia,
por ejemplo, al daño, a la imputación (o “causalidad jurídica”, si se prefiere) y a la
atribución subjetiva u objetiva. Estos presupuestos, como fundamento básico de
la responsabilidad, no pueden ser desatendidos, supuestos o valorados con exce-
siva ligereza con el argumento de que debe otorgarse, a como dé lugar, una in-
demnización a la víctima. En el momento en que estos presupuestos básicos sean
descartados nos habremos situado por fuera de la responsabilidad civil y habre-
mos transitado a esquemas centralizados de compensación no bilateral. Disfrazar,
entonces, a la seguridad social o a la compensación universal con la forma de la
responsabilidad extracontractual no parece deseable. Esto es lo que algunos au-
tores rechazan señalando que existe un “presunto modernismo de los partidarios
de dar al damnificado alguna solución —a veces simplemente un premio, consuelo
o acto de beneficencia—, aunque sea desvirtuando el funcionamiento del sistema
de responsabilidad civil”100.
Por otra parte, sostenemos que en el estado actual del derecho de daños
pueden considerarse igualmente importantes las funciones reparatoria y preven-
tiva. En ese contexto, estimamos que asignarle a esta disciplina, y particularmente
a la responsabilidad civil, funciones redistributivas, con el fin de que mediante las
sentencias judiciales proferidas por los daños injustos se puedan solucionar las des-
297
Conclusión
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