Lib Manualconsti PDF
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Gustavo Zagrebelsky
Valeria Marcenò
Francesco Pallante
Traducción
César E. Moreno More
El presente libro constituye la traducción de la obra italiana Lineamenti di Diritto
costituzionale, 2° ed., Gustavo Zagrebelsky / Valeria Marcenò / Francesco Pallante,
publicada por la editorial Mondadori Education S.p.A
Diseño e Impresión:
MARTELL Acabados Gráficos E.I.R.L.
Urb. Previ Mz. 29 Lt 7, Los Olivos - Lima
RUC: 20605426558
Febrero 2020
I. Introducción
El Prof. Gustavo Zagrebelsky es conocido a nivel mundial a partir de su
excepcional obra Il diritto mite, la cual ha sido traducida al castellano como
El derecho dúctil. Mite tiene que ver más con mansedumbre y docilidad, y
con la dulzura y placidez que a partir de ahí se genera, antes que con la ma-
leabilidad. ¿En qué debería ser manso y dócil el derecho? En un Estado cons-
titucional de derecho, la respuesta se encuentra estrechamente vinculada con
la justicia material, para sostener que el derecho, particularmente el derecho
constitucional, es un derecho que acepta, mansamente, maneras distintas de
establecer o determinar lo debido, y maneras distintas también de cumplir
con lo debido. No se muestra rebelde en este punto, y se niega a imponer a
los poderes públicos y a los particulares una determinada teoría de la justicia.
Se limita, más bien, a reconocer una serie de inevitables y básicos elementos
que permite, especialmente al Poder Legislativo, definir una concreta (e his-
tórica) manera de gestionar justamente el bien común.
Uno de esos básicos elementos, y acaso el decisivo, está conformado por
las exigencias de justicia material que representan los derechos humanos. El
reto (y el deber jurídico y moral) de los poderes, en particular de los poderes
públicos, aunque también de los privados, es construir las distintas relacio-
nes humanas en el seno de una comunidad política a partir de las exigencias
de justicia constitucionalizadas y, consecuentemente, a partir del respeto al
derecho constitucional vigente. En este escenario resulta imprescindible un,
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ser reconocido como uno propio del Estado constitucional de derecho, el cual
solo podrá ser entendido cabalmente en oposición al Estado legal de derecho.
De modo general, las singularidades no podrán ser mostradas en estas
páginas, el Estado constitucional se presenta como una modalidad de Estado
de derecho que tiene una pretensión esencial: superar las deficiencias dog-
máticas y normativas del Estado legal. Esta superación, bien pronto se cayó
en la cuenta, solo podía ser conseguida a través de una transformación de las
bases mismas del Estado de derecho legal1. El conocimiento de estas bases
nos pondrá en posición de comprender el Estado constitucional de derecho
y, lo que puede ser más importante, ejecutarlo convenientemente. Aquí inte-
resará solamente las características referidas directamente a la Constitución,
las cuales, por otra parte, luego pueden ser trasladadas al grueso del sistema
jurídico destinado, irremediablemente, a ser constitucionalizado.
1 Para Zagrebelsky, “se trata de una profunda transformación que incluso afecta necesa-
riamente a la concepción del derecho. ZAGREBELSKY, Gustavo, El derecho dúctil. Ley,
derechos y justicia, 7ª edición, Trotta, Madrid 2007, p. 34.
2 Así, “el principio de legalidad, en general, expresa la idea de la ley como acto normativo
supremo e irresistible al que, en línea de principio, no es oponible ningún derecho más
fuerte, cualquiera que sea su forma y fundamento”. Idem., p. 24.
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6 Ibidem.
7 Idem., p. 25.
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13 De estas tres exigencias se podrá decir que “no son artefactos humanos; su fuerza obliga-
toria es independiente de su positivación por parte del hombre”. SANTIAGO LEGA-
RRE, Alfonso, “El concepto de derecho en John Finnis”, en Persona y Derecho, número
40, 1999, p. 74.
14 HERVADA, Javier, Introducción crítica al derecho natural, Universidad de Piura, Piura,
1999, p. 101.
15 KANT, Immanuel, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, 2ª edición, 1996,
p. 187.
16 En este sentido BLECKMAN, Albert. Staatsrecht II – Die grundrechte, 4. Auflage, Karl
Heymanns, Berlín, 1997, Rn 1, p. 539.
17 En palabras del Tribunal Constitucional alemán, se “lesiona la dignidad humana redu-
cirlo [al ser humano] a mero objeto del Estado”. BverfGE 50, 166 (175).
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29 Así, “[e]l contenido de los principios de justicia, como el de los derechos humanos,
procede materialmente, claro es, del Derecho natural, pero su incorporación a la
Constitución los positiviza plenamente”. RUBIO LLORENTE, Francisco, “Il diritto
mite”, en Revista Española de Derecho Constitucional, número 40, enero–abril, 1994,
p. 431.
30 Y es que “[d]ecir que la Constitución es (o debe ser) ‘abierta’ significa que incorpora no
una, sino varias ideas de justicia y que el Derecho producido a partir de las mismas ha
de ser un Derecho razonable”. GASCÓN ABELLÁN, Marina, “Presentación: la con-
cepción del Derecho en ‘El Derecho dúctil’ ”; en Anuario de Filosofía del Derecho XIII
(1996), p. 19
31 AGUILÓ Josep. La constitución del estado constitucional. Palestra, Temis, Lima–Bogota,
2004, ps. 51–52.
32 GRANDEZ CASTRO, Pedro, El ascenso de los principios en la práctica constitucional,
Palestra editores, Lima 2016, p. 40.
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69 Con acierto se ha advertido que “la existencia de una necesidad humana no implica de
inmediato que ésta deba ser satisfecha o que las demás personas o instituciones tengan
alguna carga −moral− frente a ellas”. SOSA SACIO, Juan Manuel, “Crítica a la digni-
dad humana y la noción de ‘necesidades básicas’ como un posible mejor fundamento
para los derechos”, ob. cit., p. 97. El deber de satisfacción nace del reconocimiento del
carácter de debido al bien humano esencial que satisface la necesidad humana esencial.
70 En este contexto, “el conjunto de bienes inherentes a su ser representa cosas suyas, que los
demás no pueden interferir y de las que no pueden apropiarse mas que por la vía de fuer-
za y violencia, que lesionaría el estatuto ontológico de la persona; son, pues, derechos
de la persona, derechos que la persona tiene en virtud de su naturaleza”. HERVADA,
Javier, Introducción crítica al Derecho natural, Universidad de Piura, 1999, ps. 101–102.
71 NIKKEN, Pedro, “Sobre el concepto de derechos humanos”, en AA. VV., Seminario
sobre Derechos Humanos, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San José de
Costa Rica, 1997, ps. 17 y ss.
72 CASTILLO CÓRDOVA, Luis, “La interpretación iusfundamental en el marco de la
persona como inicio y fin del derecho”, en Anuario de la Facultad de Derecho de la Uni-
versidad de la Coruña; número 16, año 2012, ps. 820–852.
73 SERNA, Pedro, “La dignidad de la persona como principio de derecho público”, en
Derechos y Libertades, Revista del Instituto Bartolomé de las Casas, Número 4, Madrid,
1995, p. 294.
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1. La metodología conflictivista
La metodología conflictivista, sobre la base de unos presupuestos teó-
ricos de la modernidad95, propone que los derechos fundamentales son rea-
lidades que colisionan en su contenido constitucional. Esta colisión se da
porque se parte de un concepto de derechos fundamentales que propicia
precisamente el conflicto. Un concepto de derecho fundamental que permi-
te este resultado es el que surge de equipararlos a los principios, y el definir
éstos como “mandatos de optimización, que están caracterizados por el he-
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cho de que pueden ser cumplidos en diferente grado y que la medida debida
de su cumplimiento no sólo depende de las posibilidades reales sino también
de las jurídicas”96.
Así definidos, los derechos fundamentales tendrían un ámbito de pro-
tección ilimitado en la medida que viene conformado por “todo el espectro
de normas y de posiciones jurídicas que sea posible relacionar en principio
semánticamente con el derecho tipificado en la Constitución”97. Esta con-
formación o adscripción tiene carácter prima facie98 y se lleva a cabo con
base en criterios muy laxos, ya que “[b]asta que la norma o la posición ju-
rídica correspondiente tenga por lo menos una propiedad que la relacione
con la disposición iusfundamental, para que se le pueda considerar como
una norma o posición adscrita prima facie”99. En este contexto conceptual el
resultado es inevitable: el contenido constitucional prima facie ilimitado de
un derecho fundamental puede ser contrapuesto y entrar en conflicto con el
contenido prima facie ilimitado de otro derecho fundamental o bien jurídico
constitucional100. Surgido el conflicto, éste solo puede resolverse sacrificando
el contenido constitucional de uno de los derechos en contradicción.
Así las cosas, surge la necesidad metodológica de crear una zona restrin-
gible en el contenido constitucional del derecho fundamental: todo dere-
cho fundamental tiene una parte restringible o sacrificable en su contenido
constitucional101. La restricción o sacrificio del contenido constitucional de
un derecho fundamental será permitido sólo cuando y en la medida que
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sea necesario para permitir el ejercicio del contenido constitucional del otro
derecho fundamental o bien jurídico constitucional con el que entra en con-
flicto. Aquí surge la necesidad de una herramienta que permita establecer
cuál de los dos contenidos constitucionales de los derechos fundamentales
en pugna ha de restringirse y en qué medida. Para satisfacer esta necesidad
se ha creado la herramienta llamada principio de proporcionalidad, de cuya
aplicación se obtiene, en cada caso concreto, una relación de precedencia con-
dicionada102, a través de la cual –y con base en la fórmula del peso103–, se
identifica el derecho prevalente y el derecho sacrificado.
102 ALEXY, Robert. Teoría de los derechos fundamentales, ob. cit. p. 92.
103 ALEXY, Robert, Epílogo a la Teoría de los derechos fundamentales, Colegio de Registra-
dores de la Propiedad, Mercantiles y Bienes Muebles de España, Madrid 2004, p. 67
104 HABERMAS, Jürgen, Facticidad y validez, 4ª edición, Trad. Manuel Jiménez Redondo,
Trotta, Madrid 2005, ps. 328 y ss.
105 AARNIO, A., “Reglas y principios en el razonamiento jurídico”, en Anuario da Facul-
tade de Dereito da Universidade da Coruña 4, 2000, ps. 596 y ss.
106 PRIETO SANCHÍS, Luis, Justicia Constitucional y Derechos Fundamentales, Trotta,
Madrid, 2003, ps. 180 y ss.
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3. La metodología armonizadora
Una metodología alternativa es la no conflictivista o armonizadora.
Una tal teoría reclama formular los derechos fundamentales desde la Perso-
na misma. Un modo de conseguirlo es a través de la definición de derechos
fundamentales como derechos humanos constitucionalizados, y los derechos
humanos como el conjunto de bienes humanos debidos a la persona por ser
lo que es y valer lo que vale, y cuyo goce o adquisición le depara a su titular
grados de realización, tal y como aquí se ha justificado.
Según esta definición, los bienes humanos debidos hacen a la esencia
del derecho humano y, por tanto, conforma su contenido esencial. Los bie-
nes humanos, si realmente son tales, no pueden ser contrarios entre sí108, de
modo que no podrá ser reconocido que el contenido esencial de un derecho
humano entre en contradicción con el contenido esencial de otro derecho
humano109. Si, además, la Constitución como norma fundamental está des-
107 CASTILLO CÓRDOVA, Luis, Los derechos constitucionales…, ob. cit., ps. 329-331.
108 SERNA, Pedro y TOLLER, Fernando, La interpretación constitucional de los derechos
fundamentales, La Ley, Buenos Aires, 2000, p. 93.
109 Si los bienes humanos conforman la finalidad de cada derecho humano, entonces, “[l]
a imposibilidad de conflicto entre los fines se traduce en una imposibilidad de conflicto
entre los derechos que los persiguen”. DESANTES, José María y SORIA, Carlos, Los
límites de la información. La información en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional:
las 100 primeras sentencias, Asociación de la Prensa de Madrid, Madrid 1991, p. 66.
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110 CASTILLO CÓRDOVA, Luis, Los derechos constitucionales…, ob. cit., ps. 333 y ss.
111 SERNA, Pedro, “Derechos fundamentales: el mito de los conflictos. Reflexiones teóri-
cas a partir de un supuesto jurisprudencial sobre intimidad e información”, en Humana
Iura 4, Pamplona 1994, ps. 197–234.
112 SERNA, Pedro y TOLLER, Fernando. La interpretación constitucional… Ob. cit.,
p. 37.
113 Por eso se acierta cuando se sostiene que “[c]uando se presenta ante el operador ju-
rídico un problema relacionado con un derecho fundamental, la primera tarea que
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en los que se limita a mencionar el nombre del bien humano esencial debido
en que consiste el derecho humano. Desde este tipo de disposiciones es posi-
ble concluir normas con máximo grado de indeterminación normativa. Con
estas disposiciones y consecuentes normas se constitucionalizan derechos hu-
manos en sentido estricto; esto reclama reconocer –al menos la posibilidad–,
de que el Constituyente constitucionalice realidades que solo de modo im-
propio pueden ser denominados como derechos humanos, lo cual ocurrirá
cuando se limite a mencionar el nombre de un bien humano no esencial127.
Un enunciado lingüístico que se limita a mencionar el nombre del bien
humano esencial debido para reconocerlo, plantea una serie de relevantes cues-
tiones. Una de ellas puede ser formulada así: ¿Qué se constitucionaliza con un
enunciado de esas características? Con base en la aquí justificada definición de
derechos humanos, deberá ser sostenido que con esas fórmulas lingüísticas se
constitucionaliza el contenido esencial del derecho humano, aunque será una
constitucionalización con máximo grado de indeterminación normativa.
En efecto, los derechos humanos definidos como el conjunto de bienes
humanos esenciales debidos a la Persona, permite advertir que un derecho
humano es tal derecho y no otro distinto por el concreto bien humano que
le da sustento. De modo que el referido bien humano debido conforma la
esencia del derecho humano. A esta esencia se le llamará aquí “contenido
esencial”. Así las cosas, cuando el Legislador positiva en una Constitución
un derecho humano y lo hace limitándose a mencionar el nombre del bien
humano debido, no constitucionaliza fórmulas huecas, sino que constitucio-
naliza la esencia del derecho humano que positiva, es decir, constitucionaliza
su contenido esencial. Y lo hace de una manera máximamente indetermi-
127 Para Chávez–Fernández Postigo y Ríos Carrillo, “[u]n derecho fundamental podría ser
llamado ‘impropio’, porque se trata de un derecho no históricamente imprescindible
para el perfeccionamiento de la persona según su dignidad ontológica (…). Pero tam-
bién podría ser llamado “impropio” (…) un aparente derecho que, en realidad, es más
bien una lesión –sin duda, socialmente controversial– a un bien debido en justicia (…).
Mientras que en el primer caso, lo que habría quedado comprometida sería su funda-
mentabilidad (…); en el segundo caso lo habría sido su juridicidad misma”. CHÁVEZ–
FERNANDEZ POSTIGO, José y RÍOS CARRILLO, Piero, “De la tesis de la doble
naturaleza de Alexy a un ‘iusnaturalismo moderado’: Una propuesta de comprensión
de los derechos fundamentales implícitos a partir de la jurisprudencia constitucional de
Perú y Chile”, en Revista Chilena de Derecho, vol. 46 Nº 1, 2019, p. 191.
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128 ALEXY, Robert, Teoría de los derechos fundamentales, ob. cit., p. 87.
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129 Sobre jerarquía material y axiológica véase PINO, Giorgio, Derechos e interpretación. El
razonamiento jurídico en el Estado Constitucional, Universidad Externado de Colombia,
Bogotá, 2014, ps. 86–101.
130 GUASTINI, Riccardo, Primera lección de interpretación, Editorial Zela, Lima 2019,
p. 59.
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Esta equivalencia, que debe ser tenida como una regla general, permi-
te excepciones. Es posible los casos en los que el contenido constitucional
directamente estatuido por el Constituyente de un derecho fundamental,
no equivalga al contenido esencial del derecho humano constitucionalizado.
Será este el caso cuando el Constituyente, a través de una norma con rele-
vante o sin relevante grado de indeterminación normativa, ha creado una
concreción que no aparece como directa respecto del bien humano debi-
do, sino como una concreción sucesiva y accidental del mismo. Aunque, de
igual modo a lo que ocurría con los derechos humanos impropios, son casos
no ordinarios, pero no por ello imposibles de ocurrir.
En referencia al derecho humano libertad y seguridad personales, por
ejemplo, su contenido esencial ha sido constitucionalizado por el Constitu-
yente peruano a través de normas constitucionales directamente estatuidas: a
través de la norma de máximo grado de indeterminación normativa N2.24,
a través de la norma constitucional de relevante grado de indeterminación
normativa N2.24.f, y a través de la norma constitucional sin relevante gra-
do de indeterminación normativa N2.24.f ’, por solo mencionar las normas
que han sido formuladas líneas atrás. Al constitucionalizarse el contenido
esencial, éste se transforma en el contenido constitucional de la libertad y
seguridad personales. Así, en referencia al derecho humano a la libertad y
seguridad personal, vale la siguiente fórmula:
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131 En palabras de Radbruch, “la contradicción entre la ley ‘positiva’ y la justicia alcance
una medida tan insoportable que la ley deba ceder como ‘Derecho injusto’ ante la justi-
cia. (…) ahí la ley no es solo ‘Derecho injusto’, sino que más bien carece totalmente de
naturaleza jurídica”. RADBRUCH, Gustav. “Gesetzliches Unrecht und übergesetzli-
ches Recht”, en G. Radbruch, Gesamtausgabe, A. Kaufmann (Hg.), Heidelberg, C. F.
Müller, 1990, volumen 3, p. 89.
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132 Lo tengo justificado en “La Constitución como objeto de control constitucional”, Ga-
ceta Constitucional, Tomo 55, julio 2012, ps. 273–283.
133 Una norma es manifiestamente inconstitucional “cuando no es posible mostrar ninguna
razón a favor de la constitucionalidad de la norma, y si alguna es mostrada resulta tan
débil que se convierte en una razón aparente”. CASTILLO CÓRDOVA, Luis, El dere-
cho al trabajo, ob. cit., p. 54.
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134 Recientemente, esta disposición constitucional fue modificada. El actual texto consti-
tucional dispone lo siguiente: “Artículo 154.– Son funciones de la Junta Nacional de
Justicia: (…) 2. Ratificar, con voto público y motivado, a los jueces y fiscales de todos
los niveles cada siete años; y ejecutar conjuntamente con la Academia de la Magistratura
la evaluación parcial de desempeño de los jueces y fiscales de todos los niveles cada tres
años seis meses. Los no ratificados o destituidos no pueden reingresar al Poder Judicial
ni al Ministerio Público”.
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1. Una definición
Hasta ahora se ha hecho referencia a la voluntad del Legislador consti-
tuyente que se recoge en las normas constitucionales directamente estatui-
das. Pero estas normas constitucionales no conforman el único conducto
que alimenta el derecho constitucional sobre derechos humanos. Junto a
ellas existen otras que son mayor en número y de innegable importancia
práctica. Me refiero a las llamadas normas constitucionales adscriptas139, que
son normas que nacen al sistema jurídico adheridas fuertemente a las normas
constitucionales estatuidas por el Legislador constituyente. Por las fuentes
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2. Órganos productores
En el sistema jurídico peruano, los órganos productores de este derecho
constitucional adscripto, son el Congreso de la República a través de las
leyes, y el Poder Ejecutivo a través de decretos legislativos. En uno y otro
caso, el derecho constitucional adscripto se produce desde leyes o decretos
legislativos que interpretan directamente a la Constitución para desarrollarla
necesariamente, es decir, son leyes de desarrollo constitucional141. De estas
interpretaciones vinculantes de la Constitución, no cabe duda de que son
normas porque emplean dos mecanismos de producción normativa previs-
tos en la Constitución: las leyes en el artículo102.1, y los decretos legislativos
en el artículo 104. Al ser normas que concretan directamente la Constitu-
ción, les corresponde un valor normativo constitucional y, consecuentemen-
te, un rango normativo también constitucional. Sin embargo, en el sistema
jurídico peruano, a las leyes de desarrollo constitucional se les ha asignado
140 CASTILLO CÓRDOVA, Luis, El derecho al trabajo, ob. cit., ps. 42–43.
141 Las leyes de desarrollo constitucional están previstas en la Octava disposición final y
transitoria de la Constitución en los siguientes términos: “[l]as disposiciones de la Cons-
titución que lo requieran son materia de leyes de desarrollo constitucional”.
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142 En palabras del Tribunal Constitucional, la enumeración que de las normas se realiza
en el artículo 200.4 de la Constitución, “tiene como único efecto el enunciar las normas
que constituyen objeto de control a través de la ‘acción’ de inconstitucionalidad”. EXP.
N.° 0025–2005–Pl/TC y 0026–2005–Pl/TC, fundamento 32.
143 HAKANSSON NIETO, Carlos, Curso de Derecho Constitucional, Universidad de Piura
– Palestra editores, 3ª edición, Lima 2019, ps. 184–191.
144 BERNAL PULIDO, Carlos. El principio de proporcionalidad…, ob. cit., p. 127.
145 Esta segunda razón bien puede asemejarse a la “relación de precisión” y a la “relación de
fundamentación”, a las que se refiere Alexy. Cfr. ALEXY, Robert. Teoría de los derechos
fundamentales, ob. cit., ps. 69 y 70.
146 EXP. N.º 047–2004–AI/TC, fundamento 34.
147 Idem.
148 GRANDEZ CASTRO, Pedro, El ascenso de los principios, ob. cit., p. 75.
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149 Hace al bloque de constitucionalidad las normas de valor constitucional. Cfr. CAS-
TILLO CÓRDOVA, Luis, Los precedentes vinculantes del Tribunal Constitucional, 3ª
edición, Lima 2018, ps. 47–52.
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Esta regla general puede tener excepciones. Será éste el caso cuando
la interpretación vinculante que de la Constitución formulen los órganos
nacionales destinados a crear normas constitucionales adscriptas, formulen
interpretaciones indirectas, sucesivas y no esenciales de las normas constitu-
cionales directamente estatuidas. Si así ocurriese, la norma será una constitu-
cional adscripta solo formalmente, materialmente será una norma infracons-
titucional (una norma legal adscripta o, más excepcionalmente, una norma
reglamentaria adscripta). Aquí interesará razonar desde la regla general.
4. Un ejemplo
Conviene ejemplificar lo que se lleva dicho, y se hará desde la regla
general formulada inmediatamente atrás. Se hará desde el ordenamiento
constitucional peruano y en referencia al derecho fundamental a la libertad
y seguridad personales. Como se recordará, desde las disposiciones constitu-
cionales fue posible concluir la siguiente norma constitucional directamente
estatuida:
N2.24.f: Está prohibido ser detenido sin mandato escrito y moti-
vado del juez.
Otra manera de formular esta norma es la siguiente:
N2.24.f: Está permitido ser detenido con mandato escrito y mo-
tivado del juez.
El Legislador ejecutivo, a través de decreto legislativo, ha concretado
esta norma constitucional directamente estatuida N2.24.f, en su elemento
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material. La segunda razón es que, tal y como aquí fue definida, la norma
constitucional adscripta es una norma que concreta una norma constitucio-
nal directamente estatuida, y la concreción, desde un punto de vista lógi-
co, puede ajustarse o desajustarse del objeto concretado. Cuando la norma
constitucional directamente estatuida pertenece a la parte dogmática de la
Constitución que constitucionaliza las exigencias de justicia material, y ha
sido concretada desajustadamente, la norma constitucional adscripta creada
ha de ser tenida como materialmente inconstitucional.
Estas dos razones permiten dar un paso más y advertir que la inconsti-
tucionalidad material de una norma adscripta formalmente constitucional,
reclama la concurrencia de dos requisitos. El primero es la existencia de una
contradicción entre el contenido de la norma constitucional adscripta y el
contenido de la norma constitucional directamente estatuida. O, dicho de
otro modo, la existencia de una norma constitucional adscripta que concreta
desajustadamente a la norma constitucional directamente estatuida. El se-
gundo requisito es la existencia de una norma constitucional directamente
estatuida formal y materialmente constitucional. Como ya se justificó, es al-
tamente improbable que una norma con máximo grado de indeterminación
normativa sea materialmente injusta por reconocer a un bien humano para
negarlo a toda persona. Más probable, aunque extraordinario, es el caso en el
que una norma directamente estatuida de relevante o sin relevante grado de
indeterminación normativa, sea materialmente inconstitucional por ser una
concreción desajustada de una norma constitucional directamente estatuida
de máximo grado de indeterminación normativa. Sin embargo, si ocurriese
este extraordinario supuesto, la norma adscripta formalmente constitucional
que se desajusta de una norma constitucional directamente estatuida mate-
rialmente inconstitucional, es, en estricto, una norma materialmente consti-
tucional. El cumplimiento de estos requisitos exige irremediablemente una
adecuada carga argumentativa.
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de forma para ser reconocidas como tales reglas, nacen al mundo jurídico
con la presunción de validez material. Esta presunción solamente podrá ser
derrotada por el juez a través de una justificación especialmente cualificada,
a través de la cual se ponga de manifiesto que se trata de una norma ma-
terialmente inconstitucional por trasgresora de alguna exigencia de justicia
constitucionalizada. Si fuese el supuesto de una tal norma inconstitucional,
el juez está en la obligación de inaplicarla en la solución del caso concreto
que debe atender. No podrá modificarla o dejarla sin efecto; esta tarea solo
podrá ser cumplida por el órgano productor de la misma: la Corte Suprema
o el Tribunal Constitucional. De ocurrir así, no solo el juez que inaplica la
norma adscripta materialmente inconstitucional no debería ser sancionado,
sino que también, tanto la Corte Suprema como el Tribunal Constitucional,
deberían estar abiertos a revisar sus interpretaciones de la Constitución y, de
ser el caso, a modificar las normas constitucionales adscriptas si se advierte
que, de la justificación mostrada por el juez, se está efectivamente ante una
norma materialmente inconstitucional. Más que imposición152, está exigido
diálogo entre los tribunales nacionales.
152 Por eso, aunque del Tribunal Constitucional pueda ser reconocido que es supremo in-
térprete y controlador de la constitucionalidad, no debe ser olvidado que “el precedente
[y en general, toda la norma constitucional adscripta creada por el Tribunal Constitu-
cional] pierde su esencia cuando se le confunde con imposición, o se le convierte en
un mecanismo mediante el cual una entidad intenta posicionarse sobre las demás, sin
tomar en cuenta las competencias propias de cada quien”. ESPINOSA–SALDAÑA,
Eloy, “Anotaciones sobre los objetivos y los alcances de los precedentes, y algunas notas
sobre la relación entre el precedente constitucional y la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional”, en ADVOCATUS 29, 2013, p. 93.
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155 Mediante resolución aclaratoria, el Tribunal Constitucional decidió que no todo tribu-
nal administrativo tenía atribuido control difuso, sino solamente aquellos “que imparten
‘justicia administrativa’ con carácter nacional, adscritos al Poder Ejecutivo y que tengan por
finalidad la declaración de derechos fundamentales de los administrados”.
156 EXP. N.° 4293–2012–PA/TC, punto 4 del fallo.
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161 Corte IDH. Caso Acevedo Jaramillo y otros vs. Perú. Interpretación de la Sentencia de
Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de noviem-
bre de 2009, párrafo 66.
162 Las dos grandes tradiciones de incorporación del derecho internacional al nacional son
la monista y la dualista. Si bien es posible reconocer una mayor idoneidad justificativa
en la teoría monista, ésta no deja de tener deficiencias. Cfr. GONZÁLEZ DOMÍN-
GUEZ, Pablo, “Reconfiguración de la relación entre el derecho internacional de los
derechos humanos y el derecho nacional sobre la base del principio de subsidiariedad”,
en Anuario Mexicano de Derecho Internacional, volumen XVII, 2017, ps. 724 y ss.
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A. Definición
Junto a las normas convencionales directamente estatuidas se encuen-
tran las normas convencionales adscriptas a ellas. Las normas convencionales
adscriptas pueden ser definidas como el conjunto de interpretaciones vincu-
lantes que del tratado o convención sobre derechos humanos ha formulado
el órgano o tribunal internacional creado para su defensa y aseguramiento.
Tales interpretaciones deberán ser consideradas como normas también por
las dos razones arriba mostradas para justificar a la norma constitucional
adscripta: la primera es el carácter vinculante de la interpretación del tratado
o convención sobre derechos humanos, el cual le viene dado porque es una
interpretación formulada por el órgano internacional en ejercicio de la fun-
ción de protección del tratado encargada por el Legislador convencional; y
la segunda es que esa interpretación vinculante está destinada a concretar la
norma convencional directamente estatuida, por lo que comparte la natu-
raleza normativa del objeto concretado. Las normas convencionales creadas
por el órgano o tribunal internacional nacen al derecho convencional adhe-
ridas a la norma convencional directamente estatuida a la que concretan y,
consecuentemente, comparten su valor, ambas son derecho convencional, y
comparten también su destino, viajan adheridas a las normas convencionales
directamente estatuidas allá a donde éstas vayan o se encuentren, e ingresan
junto a ellas a los distintos ordenamientos jurídicos nacionales que corres-
pondan.
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163 Dijo la Corte: “Un individuo que ha sido privado de su libertad sin ningún tipo de con-
trol judicial debe ser liberado o puesto inmediatamente a disposición de un juez, pues
el cometido esencial del artículo 7 de la Convención es la protección de la libertad del
individuo contra la interferencia del Estado”.
164 Dijo la Corte: “Si esto es así es desde todo punto de vista procedente, dentro de un
Estado de Derecho, el ejercicio del control de legalidad de tales medidas por parte de
un órgano judicial autónomo e independiente que verifique, por ejemplo, si una deten-
ción, basada en la suspensión de la libertad personal, se adecua a los términos en que el
estado de excepción la autoriza. Aquí el hábeas corpus adquiere una nueva dimensión
fundamental”.
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5. El caso peruano
A. El rango constitucional del derecho convencional sobre derechos hu-
manos
El Constituyente peruano ha decidido que las normas convencionales
sobre derechos humanos, una vez que ingresan al sistema jurídico nacional,
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165 Cfr. por todos, RUBIO CORREA, Marcial, “La ubicación jerárquica de los tratados
referentes a derechos humanos dentro de la Constitución peruana de 1993”, en Pen-
samiento Constitucional, volumen 5, p. 109. En contra, para quienes “no es posible
dotar de un rango constitucional a los TIDH [Tratados Internacionales sobre Derechos
Humanos] porque así no lo formuló el constituyente, quien sin embargo le ha dotado
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6. Consecuencias
Así entendido el contenido constitucional de los derechos fundamen-
tales, varias consecuencias pueden ser mostradas. Aquí solo hay espacio para
algunas de ellas.
B. Más subsunción
La segunda consecuencia también fue advertida atrás y puede ser pre-
sentada en estos términos: mientras más normas constitucionales adscriptas
puedan ser identificadas como formal y materialmente válidas y conforma-
doras del contenido constitucional del derecho fundamental, la labor del
operador jurídico nacional, particularmente la del juez como controlador de
167 Conviene en este punto advertir que “[c]on relación a la teoría iuspositivista de las
fuentes, con sus jerarquías fijadas por el legislador interno, esta parece resquebrajada por
las jurisprudencias constitucional, (…) e internacional”. BARBERIS, Mauro, Estado
constitucional, ob. cit., p. 27.
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169 Lo tengo justificado en “Ser y deber ser en los procesos constitucionales de la libertad”,
en Pensamiento Constitucional, número 19, 2014, ps. 265-284.
170 El Legislador peruano lo ha dispuesto en estos términos: “No proceden los procesos
constitucionales cuando: 1. Los hechos y el petitorio de la demanda no están referidos
en forma directa al contenido constitucionalmente protegido del derecho invocado”
(artículo 5.1 del Código Procesal Constitucional).
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171 Según la Corte IDH, “[l]os jueces y órganos vinculados a la administración de justicia
en todos los niveles están en la obligación de ejercer ex officio un “control de convencio-
nalidad” entre las normas internas y la Convención Americana”. Caso Cabrera García
y Montiel Flores Vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 26 de noviembre de 2010, párrafo 225.
172 Según la Corte IDH, “todas las autoridades y órganos de un Estado Parte en la Conven-
ción tienen la obligación de ejercer un ‘control de convencionalidad’”. Caso Masacre de
Santo Domingo vs. Colombia. Sentencia de 30 de noviembre de 2012, (Excepciones
Preliminares, Fondo y Reparaciones), párrafo 142.
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173 Por eso no se puede compartir la afirmación según la cual “[l]a directriz de la Corte In-
teramericana obliga al juez local a practicar directamente el control de convencionalidad,
[pues] ese oficio no necesita estar autorizado por el Constituyente”. SAGÜÉS, Néstor,
“Obligaciones internacionales y control de convencionalidad”, en Estudios constitucio-
nales, Año 8, N.° 1, 2010, p. 123.
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de tipo N1’’, N6’’, N1’’’ y N6’’’, es decir, entre la voluntad del Legislador
constituyente manifestada en normas con relevante o sin relevante grado
de indeterminación normativa, y la voluntad del Legislador convencional
manifestada también a través de normas con relevante o sin relevante grado
de indeterminación normativa. Aun siendo posible que en este nivel surjan
antinomias debido a que son normas que traen concreciones de las normas
del tipo N1’ y N6’, no dejaran de ser casos extraordinarios, al menos por
las dos siguientes razones. Primera, porque las normas de relevante grado
de indeterminación normativa, tenderán a coincidir; y segunda porque las
normas sin relevante grado de indeterminación son extremadamente escazas
en la Constitución y en la Convención. De modo que en estos dos ámbitos
normativos sobre derechos humanos, lo normal será que no existan antino-
mias. Así, se podrá reconocer como ordinario que la voluntad del Legislador
constituyente es compatible con la voluntad del Legislador convencional
cuando se trata de establecer una regulación básica de los derechos humanos.
Más probabilidad de ocurrir tienen las contradicciones entre las normas
constitucionales adscriptas de origen nacional, y las normas constitucionales
adscriptas de origen convencional creadas por la Corte IDH; es decir, entre
las normas de tipo N2, N3, N4 y N5, en relación a las normas de tipo N7.
La razón es que en este nivel las normas que se crean tienden a ser concre-
ciones, es decir, normas sin relevante grado de indeterminación normativa,
con lo cual aumentan las posibilidades de contradicción. De modo que las
normas constitucionales adscriptas de origen nacional que concretan el con-
tenido esencial de un derecho humano, tienen mayor probabilidad de ser
contrarias a las concreciones que del contenido esencial del mismo derecho
humano representan las normas constitucionales de origen convencional.
Ejemplifiquemos la explicación de la siguiente manera: supongamos
que en el conjunto de normas constitucionales que se han establecido como
elementos normativos del contenido constitucional de un derecho funda-
mental, existe una norma constitucional adscripta creada por el Tribunal
Constitucional (N5), que es contraria a una norma constitucional adscripta
de origen convencional creada por la Corte IDH (–N5). Es decir, suponga-
mos la siguiente situación:
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O lo que es lo mismo:
174 Se ha sostenido que “el bien común internacional (en este caso, el bien común regional)
se erige como un valor superior al bien común nacional, y que tal cotización, planteada
en la esfera de la estimativa jurídica, obliga en la dimensión normativa del derecho a
preferir al Pacto sobre la Constitución”. Idem., p. 125.
175 Según la Corte IDH, “el órgano judicial tiene la función de hacer prevalecer la Conven-
ción Americana y los fallos de esta Corte sobre la normatividad interna, interpretaciones
y prácticas que obstruyan el cumplimiento de lo dispuesto en un determinado caso”.
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IX. El cierre
En la historia del derecho peruano, y en este punto, es una historia
compartida por el grueso de comunidades latinoamericanas, tanto la dimen-
sión teórica como la normativa del Estado de derecho legal y del Estado de
derecho constitucional, llegaron como ondas irradiadas desde un centro, la
Europa occidental, que se hallaba a una considerable distancia no solo geo-
gráfica sino también cultural y social. La distancia existente impidió que las
bases propias de ambas modalidades de Estado de derecho fuesen interioriza-
das convenientemente por la clase dirigencial (política, económica e incluso
moral), y por el grueso de la población gobernada.
Así, por ejemplo, ni el apego a la Ley, ni el apego a la Constitución,
marcaron ni la conciencia ni la actuación (particularmente la política) de
quienes tenían que operar con el derecho vigente. No obstante, la invocación
a la Ley y a la Constitución ha sido y es, la justificación (a veces apurada y
normalmente superficial) de las distintas decisiones de los órganos públicos,
y de las distintas pretensiones individuales y sociales que, por otro lado, des-
encantadas del sistema, cada vez con más volumen e intensidad, abandonan
los canales de satisfacción formalizados para introducirse en vías de hecho
cuya efectividad, precisamente, demuestra que ni el cumplimiento de la Ley,
ni el de la Constitución forma parte, no por lo menos de modo decisivo, de
la conciencia individual y colectiva de nuestra comunidad política.
Nuestra nacional cultura jurídica no ha experimentado –no por lo me-
nos directamente– los horrores de las dos guerras mundiales, sin embargo,
ha sabido y sabe de intensas injusticias y desigualdades sociales, que permite
identificar un campo de cultivo similar al europeo al cual aplicar las bases
dogmáticas y normativas propias del Estado constitucional de derecho ac-
tual. La manera hoy de combatir las injusticias no se construye (no debería)
sobre las bases de un fracasado Estado legal de derecho y de su pariente, el
positivismo jurídico, sino particularmente (no exclusivamente), de las exi-
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