Explique Cómo El Pensamiento de Voltaire, Montesquieu Influyeron en El Pensamiento Jurídico de Rousseau
Explique Cómo El Pensamiento de Voltaire, Montesquieu Influyeron en El Pensamiento Jurídico de Rousseau
Explique Cómo El Pensamiento de Voltaire, Montesquieu Influyeron en El Pensamiento Jurídico de Rousseau
de Rousseau.
En los escritos de Voltaire, se encuentra el pensamiento político de la ilustración, su lucha
incesante por la justicia y la tolerancia le demuestran que no son suficientes únicamente la razón para
conseguir cambios en una sociedad feudal construida sobre unos rígidos órdenes sociales, y que
dichos cambios solo se lograrían mediante el uso de la fuerza, para lograr que sus soberanos no los
sigan tratando “como brutos”.
Se aprendería de la obra de Voltaire, que la igualdad de los hombre ante la ley, es el fundamento
de la naturaleza de las formas de gobierno y de las leyes para que no sean tratados como inferiores y
súbditos por los soberanos; y que expondrá a lo largo de su pensamiento político; el
antropocentrismo, la tolerancia y el humanismo serían posibles dentro del ejercicio de la razón y que
las cosas de la naturaleza están para beneficio de los hombres.
De la obra de Montesquieu, tomará la estructura del Estado, en donde están claramente definidas la
tridivisión de poderes (Ejecutivo, legislativo y judicial) y la independencia de cada una de éstas ramas
del poder público, la presencia del pueblo soberano en la conformación del poder legislativo y la
separación natural de sus funciones.
En los textos del ilustrado Juan Jacobo Rousseau, verá el pacto del pueblo para destruir el
despotismo y construir un régimen democrático en donde el hombre sometiéndose a la autoridad del
Estado y viviendo en sociedad siga siendo libre, concebido dentro de un claro contrato de sumisión,
como lo percibía Hobbes.
El modelo de Estado Ilustrado tendrá entonces una clara construcción iusnaturalista, ideas jurídicas
que se apartan de las concepciones tomistas, desde donde se comienza abrir camino la separación de
los intereses de la Iglesia con los Estado.
Según el “iusnaturalismo teocéntrico y teológico”, el origen del derecho natural es Dios y el
derecho o las leyes positivas deben derivarse de él. Al abandonar la interpretación del iusnaturalismo
teológico, surge un nueva concepción de derecho natural que construyen los iluministas y que se
llamará “ius naturalismo racionalista”, quienes sostiene que el origen de los principios morales se
encuentra en la estructura o naturaleza de la razón humana y quienes trataron de axiomatizar esos
principios autoevidentes que permitían derivar el resto de las normas.
Lo común a esas normas es que se desarrollan a partir de una teoría moral desde la cual, sostienen,
se puede analizar mejor la forma de pensar y actuar en cuestiones jurídicas. Sin embargo, la
construcción del Estado y desde la ilustración siempre se concibió bajo la formación de un pacto,
iniciando una tradición contractualista clásica, inaugurada por Tomás Hobbes, a mediados del siglo
XVII, para quien la única forma que tiene el hombre de sobrevivir es permitiendo que su agresividad
natural sea administrada por un “Leviatán” pues siendo el hombre un lobo para el hombre.
El Estado es el único titular del monopolio de la violencia y la creación del derecho que de natural
pasa a positivo como un sistema de normas que cobra autonomía frente a la moral, las tradiciones y
las costumbres.
Ese derecho positivo se reduce a la ley del Estado, el único derecho es el oficial, que debe ser
obedecido de manera absoluta e incondicional por los ciudadanos porque tiene que respetar el
“contrato social” a diferencia de los que ocurre con el soberano quien sólo está obligado a respetar las
leyes divinas.
Los conceptos de Hobbes, fueron ampliados por Locke, a finales del mismo siglo XVII, quien
como Hobbes parte de la presencia de un Estado presente en la naturaleza, que a diferencia de Hobbes
no es de tipo belicoso; sino un “Estado de Naturaleza Primitivo” en el cual los hombres viven en paz y
libres, iguales e independientes y son propietarios, guiados por “leyes naturales” de orden racional e
inspiración divina; a pesar de este estado de cosas a los hombres les faltan legisladores que
establezcan normas jurídicas y jueces imparciales; razón por la cual surgen conflictos y guerras entre
hombres que actúan en dicho estado de manera irracional en el cual el Estado es de Naturaleza Bélica,
que altera el disfrute de esos derechos naturales: la paz, la libertad, la igualdad y la propiedad frente a
lo cual los hombres deben vivir en una “sociedad civil”, con Estado y Derecho, decisión fundada en
un “contrato Social”.
Entonces la sociedad política o sociedad civil, nace por un acuerdo social para formar la
comunidad política e implica la renuncia de cada uno a su poder natural. Únicamente podrá haber
sociedad civil allí donde exclusivamente sus miembros haya renunciado a su poder natural y lo haya
entregado en manos de su comunidad, guiándonos por todo esto nos resulta fácil averiguar quiénes
componen y quienes no, una comunidad política.
Aquellos que están unidos en un cuerpo y tiene establecida una ley común y una judicatura a la
que apelar para decidir entre las controversias y castigar a los ofensores, forman entre sí una sociedad
civil, pero aquellos a los que carecen de una autoridad común a la que apelar permanecen en el Estado
de naturaleza.
Esta teoría contractualista sería consolidada finalmente por Rousseau en las postrimerías del siglo
XVIII. Rousseau, retoma las ideas de Estado de Naturaleza, Contrato Social y Estado Civil,
empleadas por Hobbes y Locke, para aclarar los conceptos de orden social, político y jurídico los
cuales reconstruye dotándolos de nuevos contenidos conceptuales.
Para Rousseau, el estado de naturaleza es una especie de deidad de oro de la humanidad en donde
los hombres viven iguales, libres y sin propiedad privada ni Estado ni derecho, de este letargo saldrá
el hombre de manera lenta durante este tránsito los hombres construyen sociabilidad, racionabilidad y
moralidad que a costa de una vida civil llena de vicios, pasiones, agresividad, guerras, desigualdades,
creadas por la división del trabajo y el advenimiento de la propiedad privada por lo cual los hombres
aprueban un “Contrato Social” que posibilita la República en el cual se aminoran los problemas pero
no desaparecen.
Rousseau sostiene que no basta proteger los derechos individuales y las libertades al individuo
para construir los verdaderos cimientos de la sociedad civil, sino que deben basarse en la solidaridad,
la moral, la educación y la soberanía popular.
Los tres filósofos diferían en varios aspectos, por ejemplo:
Montesquieu, se preocupaba por el problema de la libertad, y Rousseau, se angustiaba por la
cuestión de la igualdad.
Montesquieu escribía libros de ciencia política, que analizan hechos; Rousseau escribía tratados de
moral política, que no estudian hechos, sino su legitimidad.
Mientras Montesquieu se negaba a someterse a un derecho cuyo origen fuese una subjetividad –
aunque fuese ésta colectiva, en Rousseau hay una pasión y una disolución en la unidad, una aspiración
a ese yo común.
No hay, en fin, en Rousseau (tampoco en Montesquieu) propuestas concretas de reforma política y
social, el compromiso de una política definida y concreta, a diferencia, por ejemplo, de Voltaire y su
lucha por la prohibición de detención arbitraria, la supresión de la tortura y la pena de muerte, la
proporcionalidad entre delitos y penas, la supresión de derechos señoriales, las garantías para la
libertad de pensamiento y expresión.