Los Inventores y La Medición Del Tiempo

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Los inventores y la medición del tiempo

Respecto a lo que dice el video fueron los egipcios quienes llevaron la medición
del tiempo a un nuevo nivel con la invención del obelisco. Era una estructura alta y
delgada con una tapa puntiaguda que decía la hora proyectando una sombra que se
movía en una rotación semi-circular, lo que permitía a los egipcios segmentar un disco
horizontal y por lo tanto saber la hora.

El reloj de agua fue inventado por los egipcios, aunque los egipcios usaron relojes de
agua en torno al 1400 AC, el avance de la teoría mecánica por personas como
Arquímedes (250BC) atrajo a más científicos e inventores a tomar estos principios y
aplicarlos al proceso de medir el tiempo.
El procedimiento era simple solo se tenía que llenar un recipiente con agua y dejar que
fluya a una velocidad constante a otra cámara que entonces accionaba una especie de
mecanismo flotante que movía una palanca para mostrar las horas. Se utilizaron
diversos métodos para mantener un flujo constante de agua, el más común era el uso
de un embudo constantemente desbordado, asegurando así que el agua se mantuviera
igual en todo momento. El único problema con estos relojes era su poca precisión.
Gracias a la inclusión de la tecnología de resorte o muelle en espiral en los relojes,
apareció el reloj de bolsillo a mediados del siglo XV en roma.

Reloj de arena. Es un instrumento mecánico que sirve para medir un determinado


transcurso de tiempo, desde el momento en que la arena comienza a caer del
receptáculo o bulbo superior al inferior, hasta que termina de hacerlo, y sólo requiere de
la energía potencial de la gravedad para su funcionamiento.

Mecanismo

Este reloj se compone de dos recipientes de cristal unidos por estrangulación que hace
de regulador para que la arena (perfectamente seca, que llena el recipiente superior)
caiga en el inferior. El tiempo mide por el que tarda la arena en pasar de una división a
otra de las marcadas del recipiente, con amplitud de tiempo máxima de 30 minutos.
Estos relojes tienen una disposición que permite invertir, con lo que funciona
nuevamente.
Otro de los inventos fue el reloj de aceite solo que era inexacto. Los relojes de aceite
derivan del llamado “reloj de bujía”, cuya invención se atribuye al rey inglés Alfredo el
Grande (849-899). Fueron muy populares durante el siglo XIX, sobre todo en hogares
con pocos recursos que no podían permitirse adquirir un reloj mecánico. También se los
conoce como relojes silenciosos por su ausencia de mecanismo. Su funcionamiento es
muy simple: la ampolla de vidrio se llena con aceite para lámparas y después se prende
la mecha. Al ir consumiéndose, el nivel del combustible marca la hora del día una
escala graduada. Aunque no son muy precisos, estos relojes permitían conocer la hora
de forma aproximada, tanto de día como de noche

Otro de los inventos del reloj fue el de velas que trataba de prender velas y cuando se
terminaba una de ellas marcaba determinado tiempo ya sea un cuarto de hora media
hora o una hora completa.

Uno de los datos curiosos del video es que decían que el reloj de agua era diabólico así
que lo destruyeron.
El reloj mecánico fue uno de los más famosos y fue inventado en Francia fue
probablemente el resultado de un desarrollo de inventos y teorías a lo largo de
los siglos, porque no sabemos exactamente cuando fue inventado el reloj que hoy
conocemos como tal. En el siglo 13 se ideó un reloj que utilizaba pesas para conducir
un cilindro que contenía mercurio. El mercurio pasaba por cada segmento del cilindro y
lentamente se filtraba por los huecos a las distintas piezas, controlando así la tasa a la
que el cilindro giraba. Esto, claro, es similar al mecanismo de escape que usó Su Sung
en 1092. El mecanismo de escape o escape mecánico es lo que claramente hace la
diferencia entre un reloj de agua y uno mecánico.

El reloj de resorte fue sin duda un avance tecnológico, pero el cronometraje no


mejoró. Hasta ese momento no había forma de alimentar constantemente el
mecanismo de escape. El resorte se aflojaba, lo que hacía que el reloj se alentara.
Después de que se le diera cuerda, el reloj se aceleraba de nuevo.
La solución fue el fuse, un dispositivo que distribuía la fuerza generada por el
resorte de manera más uniforme. Se cree que el fusee fue inventado por Jacob
Zech de Praga, sin embargo, otros creen que fue Leonardo Da Vinci el primero que
pensó en este dispositivo. Da Vinci tiene el crédito de un dibujo de dicho mecanismo en
manuscritos fechados alrededor de 1485. Fue Galileo quien estudió primero el
movimiento del péndulo en 1602. Sus estudios fueron continuados más tarde por
Christian Huygens, quien patentó el primer reloj con este dispositivo.
El reloj de Huygens, con un péndulo corto dentro de una caja de madera resultó
mucho más preciso que los relojes existentes y esto llevó al desarrollo de relojes
mejores y más precisos. Más tarde, se incrementó la longitud del péndulo y esto
aumentó la precisión.
Los primeros relojes personales
Parece que el primer reloj de uso personal estuvo destinado a la muñeca de una
dama, y lo construyó en París el relojero de Luis XV, Pierre-Augustin Caron de
Beaumarchais en el año 1755. Su destinataria era una señora muy de moda: madame
de Pompadour.
A este reloj se le daba cuerda con una ruedita montada en el centro de la esfera.
Cuando Beaumarchais, pseudónimo de Pierre A. Caron, llevó a cabo su obra, hacía
veinte años que el relojero y astrónomo inglés G. Graham hizo algo similar.
Graham había fabricado su famoso cronómetro: nada menos que un reloj de pared
portátil que daba las horas a campanazos, que fallaba tanto que la gente decía que
sólo dos veces al día acertaba la hora.
A raíz del descubrimiento del inglés Graham, los franceses decían preferir el reloj de los
beduinos, es decir: el gallo que despertaba a los camelleros al alba y que al final del
trayecto se comían en pepitoria.

En 1875, aparecieron en España los primeros relojes remontoirs o relojes a los que se
daba cuerda por la corona, y no como los anteriores, a los que se les daba mediante
llave.
Pero era un reloj de bolsillo para hombres y mujeres, y nadie hubiera pensado
ponérselo en la muñeca, a pesar de que el francés A. L. Perrelet, ya había jugado con
esa idea en 1775

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