La II República en Nada de Carmen Laforet

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 32

Teatro: Revista de Estudios Culturales / A Journal of Cultural

Studies
Volume 31 Gritos y silencios: La violencia y la cultura
Article 6
hispánica

2017

De la Gloria al infierno: la II República en Nada de


Carmen Laforet
María Lourdes Casas
Central Connecticut State University, casasmal@ccsu.edu

Follow this and additional works at: http://digitalcommons.conncoll.edu/teatro


Part of the Spanish and Portuguese Language and Literature Commons

Recommended Citation
Casas, María Lourdes (2017) "De la Gloria al infierno: la II República en Nada de Carmen Laforet," Teatro: Revista de Estudios
Culturales / A Journal of Cultural Studies: Vol. 31 , Article 6.
Available at: http://digitalcommons.conncoll.edu/teatro/vol31/iss31/6

This Article is brought to you for free and open access by Digital Commons @ Connecticut College. It has been accepted for inclusion in Teatro:
Revista de Estudios Culturales / A Journal of Cultural Studies by an authorized administrator of Digital Commons @ Connecticut College. For more
information, please contact bpancier@conncoll.edu.
The views expressed in this paper are solely those of the author.
Casas: la II República en Nada de Carmen Laforet

De la Gloria al infierno: la II República en Nada de Carmen Laforet

Palabras clave: II República, posguerra, violencia

María Lourdes Casas


Central Connecticut State University

En Nada, primera novela de Carmen Laforet y galardonada con el Premio


Nadal en 1944, a través de los ojos de Andrea se nos narran las vivencias de una
familia de clase media venida a menos en la Barcelona de la inmediata posguerra.
Andrea llega a la casa de la calle Aribau, a la que no había vuelto desde su
infancia, seis meses después del final de la guerra civil (octubre de 1939) y con el
propósito de iniciar estudios universitarios. La ilusión y el optimismo iniciales
con los que llega a la estación de Francia, producto tanto del recuerdo de su niñez
como del deseo por estar en una ciudad grande, se van atenuando a medida que
chocan con la brutal realidad que se vive en la casa de sus parientes. Un entorno
marcado por un lado por el manifiesto deterioro físico tanto de la casa, cuyo
esplendor del pasado apenas si reconoce Andrea, como el de los seres que la
habitan: la abuela, sus tíos Angustias, Ramón y Juan, Gloria (esposa de Juan),
Antonia (la criada) y tres mascotas (un perro, un gato y un pájaro); y, por otro
lado, por la desmedida violencia que singulariza las relaciones entre ellos. Es
además la violencia la que marca una clara oposición entre el espacio interior de
la casa y el exterior, constituido fundamentalmente por la universidad y sus
alrededores, la casa de Ena y el barrio bohemio de los artistas amigos de Ena. La
casa adquiere un valor particular en la novela ya que es en el espacio confinado
entre sus paredes donde transcurre la mayor parte de la historia y donde se
producen prácticamente todas las manifestaciones de violencia en la novela. La
violencia es un aspecto clave en este análisis, pero desde un punto de vista que
difiere de estudios previos1 puesto que se enfoca en una interpretación de los
actos de violencia cometidos contra uno de los personajes considerados
secundarios por la crítica, como lo es Gloria, la esposa de Juan. En mi opinión,
desde esta perspectiva el personaje encierra un simbolismo que lo convierte en
pieza principal en torno a la cual giran los demás. A partir de estas premisas este

1
Tune en “Nada de humanidad: El mundo animal de la posguerra española” se decanta por una
lectura tremendista de la novela e interpreta que es la única salida a la brutalidad animal es la de
una sociedad educada con facultades humanas como la amistad, los sentimientos, el razonamiento
y la habilidad de reflexionar en las condiciones inhumanas (15); Clark en “Los sacrificios a
Xochipilli en Nada de Carmen Laforet” se centra en el personaje de Román y su conexión con este
mito Azteca del sacrificio, e interpreta a Román como el personaje a través del cual “se purgan los
traumas sexuales y sociales de una sociedad represiva como la franquista” (125).

73
Published by Digital Commons @ Connecticut College, 2017
Teatro: Revista de Estudios Culturales / A Journal of Cultural Studies, Vol. 31, No. 31 [2017], Art. 6

estudio propone una interpretación del personaje de Gloria como alegoría de la


malograda II República. Esta lectura se completa con el grupo formado por los
tres hermanos, Angustias, Juan y Román que no sólo simbolizan la lucha fraternal
que marcó el conflicto armado sino que además cada uno encarna diferentes
males que acecharon y minaron la II república. La violencia hacia Gloria,
perpetuada por estos hermanos, no es sino una desesperada forma de expresión
ante la frustración y la desorientación que en cierto sector de la sociedad española
produjo el fracaso del proyecto republicano que, con fervor, defendió.

Casa de Aribau-interior vs. exterior de la casa

El espacio en Nada adquiere un significado que va más allá de lo meramente


físico puesto que determina a sus habitantes. Los espacios en la novela están
claramente separados entre los que están dentro de la casa (diferentes estancias y
el ático de Román) y todos los que se encuentran fuera de la misma (Barcelona y
alrededores: estación de tren, universidad, casa de Ena, estudio de Guíxols, casa
de Pons, barrio chino, etc.). Como se mencionó más arriba además de la obvia
referencia espacial, el contraste entre espacios interiores/exteriores de la casa se
intensifica por la presencia/ausencia de violencia, entendida esta en un sentido
amplio: caos vs. orden, decadencia vs. esplendor, inquietud vs. tranquilidad,
miseria y hambre vs. bienestar y abundancia, opresión vs. libertad, pesadillas vs.
sueños, gritos y lloros vs. amables conversaciones y risas. Hay, sin embargo, dos
elementos en común entre ambos bloques y que en cierta medida son puente entre
ellos: Andrea y la guerra civil como referente cercano. Ahora bien, esta conexión
es coyuntural ya que en el fondo ahondan en el distanciamiento entre estos dos
grupos de espacios. En el caso de Andrea, la confrontación es tan manifiesta que
apenas transcurridos unos días de convivencia en la casa familiar y tras sus
primeros contactos con el ambiente universitario, se refiere a estos dos espacios
como dos mundos que no quiere que se mezclen:

Me juré que no mezclaría aquellos dos mundos que se empezaban a


destacar tan claramente en mi vida: el de mis amistades de estudiante con
su fácil cordialidad y el sucio y poco acogedor de mi casa (cap. 5)

En cuanto a la guerra civil, es evidente que ha dejado sus huellas tanto en el


interior de la casa de la calle de Aribau como en los espacios exteriores a ella. El
espacio exterior más inmediato es el que constituyen Barcelona y sus alrededores
que conocemos a través de los paseos de Andrea. A pesar de los duros
bombardeos sufridos por la ciudad durante la guerra, su rastro en edificios y

74
http://digitalcommons.conncoll.edu/teatro/vol31/iss31/6
Casas: la II República en Nada de Carmen Laforet

calles apenas se menciona en el texto.2 Es obvio que a Laforet no le interesa


describir las consecuencias visibles en la ciudad, obvias a los ojos de cualquiera
que paseara por la ciudad como lo hace Andrea, sino las que dejó en los hogares
que no fueron iguales para todos. Basta una rápida comparación entre la casa de
Aribau y la casa de la familia de Ena. El deterioro físico de la casa familiar de
Andrea es palpable desde el mismo momento en el que sube “los estrechos y
desgastados escalones de mosaico, iluminados por la luz eléctrica” (cap. 1) y
cuando al atravesar la puerta de la casa contempla muebles fuera de lugar, rotos,
sucios, calor sofocante como “si el aire estuviera estancado y podrido” (cap. 1).
Contrasta con la limpieza y el orden de la casa de Ena. En ella encuentra Andrea
todo aquello de lo que la casa de Aribau carece: un ambiente agradable, risueño,
donde hay luz y muebles ordenados, limpieza, se oye música, se conversa sobre
viajes y negocios.

Desde el punto de vista humano el desgaste es palpable tanto en la


fisonomía de los habitantes de la casa como en las relaciones personales entre
ellos. Los estragos de la miseria y el hambre son evidentes en su aspecto físico
desde la primera descripción que hace Andrea al llegar a la casa: “viejecita
decrépita” (cap. 1), “mujer flaca” (cap. 1), “figuras que parecían igualmente
alargadas y sombrías. Alargadas, quietas y tristes” (cap. 1). Desde el punto de
vista emocional, todos en mayor o menor grado parecen estar locos; esa es la
impresión que tuvo Gloria cuando llegó a la casa “Toda la gente de aquí me
parecía loca” (cap. 4). Angustias dice que la guerra ha vuelto locos a sus
hermanos y que la abuela también está loca por culpa de Gloria (cap. 8); Juan
llama loca a su hermana Angustias (cap. 7), Andrea en un momento cree que su
tío Román se ha vuelto loco (cap. 2) y ella misma tras meses de convivencia cree
estar volviéndose loca (cap. 20). Es el retrato de una familia disfuncional en la
que las relaciones interpersonales no se conducen por conversaciones sino por
discusiones marcadas por violencia verbal, sicológica y física. En contraste con
la familia de Andrea, la de Ena responde a la idílica familia tradicional: la mujer
como esposa y madre ejemplares, y el padre proveedor. Laforet refuerza esta
imagen conservadora, al tiempo que ironiza con el supuesto ideal, al desvelar el

2
Andrea en el trayecto desde la estación de París a la casa familiar va en “Uno de esos viejos
coches de caballos que han vuelto a surgir después de la guerra” (cap. 1); al pasear por el puerto
Andrea describe cómo en las dársenas “salían a la superficie los esqueletos de los buques hundidos
en la guerra” (cap. 12); En uno de los paseos de Pons y Andrea por las calles antifuas, este destaca
la belleza de la iglesia de Santa María, ejemplo del más puro gótico catalán, que fue quemada
durante la guerra y al entrar en ella Andrea contempla “los vitrales rotos de las ventanas, entre las
piedras que habían ennegrecido las llamas” (cap. 13). Tampoco hay referencia alguna a las
pérdidas humanas que sufrió Cataluña que según Pagès “se sitúan en torno a las 160.000
personas” (301); a ellas habría que añadir los cerca de 35.000 reclusos que pasaron por la cárcel
Modelo entre 1939-1942 y los cientos de exiliados (301).

75
Published by Digital Commons @ Connecticut College, 2017
Teatro: Revista de Estudios Culturales / A Journal of Cultural Studies, Vol. 31, No. 31 [2017], Art. 6

pasado de la madre: no era el padre de Ena el amor de su vida y se casó con él


más por presión de su padre que por amor:

Me casé con el primer pretendiente a gusto de mi padre, con Luis.. (cap.


19)

Tampoco la actitud maternal que muestra ahora con su hija Ena fue genuina en
los comienzos de su matrimonio:

No, Andrea, yo no deseaba entonces ningún hijo de mi marido. Y, sin


embargo, vino. Cada tormento físico que sentía me parecía una nueva
brutalidad de la vida añadida a las muchas que había tenido que soportar.
Cuando me dijeron que era una niña, a mi desgana se unió una extraña
congoja. No la quería ver. (cap. 19)

Con Ena se despiertan sus instintos maternales y también gracias a ella comienza
a mirar a su esposo con otros ojos y a quererlo; aprende a distinguir entre pasión
y comprensión, amistad y ternura. La caracterización de la madre de Ena en este
sentido resulta muy maniqueísta y responde al modelo de mujer tradicional
esperable en una familia del estatus y la clase social a la que pertenecía.

Es precisamente la afinidad a una u otra clase social la que intensifica y al


mismo tiempo define los distintos efectos de la guerra entre ambos espacios
familiares. En la sociedad de posguerra se arraigó una división de “clases
sociales, de sus desigualdades, de sus formas de vivir, no de sus opiniones
políticas, posibilidad aniquilada por el franquismo” (Subirats 30). Así es en Nada
donde frente a tenues, y en ocasiones oscuras, referencias a la vinculación
política de los personajes, sobresale la narración del modo de vivir y, entre
líneas, que las circunstancias de cada uno son consecuencia de su inclinación
ideológica durante el periodo 1931-939. En realidad, creo que es una la clase
social que realmente interesa en la novela: la burguesía; aunque se podría matizar
diversas representaciones según los estratos dentro de la misma. En la narración
hay una clara fragmentación entre lo que se conoce como alta y pequeña
burguesía. La alta burguesía catalana constituida por grandes comerciantes,
industriales y banqueros está representada por la familia de Ena y los amigos de
esta. El bienestar y la riqueza de la familia de Ena viene por parte del abuelo
materno, gran comerciante cuyo negocio dirige ahora sin problema alguno el
padre de Ena. Los amigos de Ena son Jaime, Pons y Gerardo: el primero es hijo
de arquitecto y vive de la herencia que recibe tras la muerte durante la guerra de
sus padres; de Pons sabemos que es hijo de una conocida familia de la industria
catalana; el caso de Gerardo es interesante pues vive de apariencias, pero es

76
http://digitalcommons.conncoll.edu/teatro/vol31/iss31/6
Casas: la II República en Nada de Carmen Laforet

evidente que las cosas no le van bien y se resiste a dejar de codearse con los
pudientes. A través de Pons, Andrea entra en contacto con el grupo de bohemios
a quienes Pons considera sus verdaderos amigos y no los de la universidad (cap.
13): Guixol, Iturdiaga y Pujol. Guixol es un joven pintor, atlético, hijo de un
fabricante riquísimo y además vende bien sus cuadros; Iturdiaga es escritor, hijo
de una conocida familia industrial catalana y ha escrito una novela de cuatro
tomos que no consigue que le publiquen; por último, Pujol es pintor y es rico,
aunque va mal vestido y lleva “diecisiete años ocupado en calcar al maestro
(Picasso)” (cap. 13). La vida para todos ellos transcurre de forma afable, sin
precariedades y sin huellas palpables de la guerra civil. Frente a ellos la familia
de Andrea encarna la pequeña burguesía que alcanzó su estatus gracias al
esfuerzo que llevaron a cabo los abuelos cuando dejaron el pueblo y se mudaron
a Barcelona por el año 1889, como dice Andrea, “con una ilusión opuesta a la
que a mí me trajo: el descanso, en un trabajo seguro y metódico” (cap. 2). Es
obvio que en los años previos a la guerra la familia prosperó, vivían con
desahogo y comodidades más propias de la clase media que de los obreros, tal y
como se desprende de los recuerdos de Andrea de sus visitas en la niñez, y de los
restos, aunque desvencijados ahora, que quedan en la casa como muestras del
esplendor del pasado. Vestigios que disminuyen progresivamente al ir
vendiéndolos Gloria para poder comprar comida.

El contraste señalado entre espacios exteriores e interiores se corresponde


con diferentes espacios sociológicos e ideológicos. A partir de esta oposición
Laforet elabora su visión crítica de la burguesía como clase responsable del
fracaso de la República. Por un lado, la oligarquía formada por la alta burguesía
terrateniente, industrial y banquera, vio la República como un ataque a sus
intereses financieros particulares y se mantuvo al margen; una vez acabada la
guerra abrazó el franquismo sin cuestionar nada en aras de mantener su poder y
estatus económico. Dentro de este estrato sociológico están los amigos
universitarios de Ena y los bohemios. A través de ellos la crítica de Laforet podría
dirigirse hacia los intelectuales que también tuvieron en sus manos la oportunidad
de cambiar el país pero que fracasaron; como señala Aubert “los intelectuales
fueron eficientes a nivel cultural, lo fueron menos a nivel político. No todos
quisieron ensuciarse las manos. La aplicación de sus reformas, juzgadas
insuficientes por la izquierda, tropezó con la oposición de la derecha. Siguieron
razonando como educadores cuando la situación exigía reformas estructurales”
(131). Por otro lado, la pequeña burguesía que no supo aprovechar la oportunidad
que le brindaba la II República por primera vez en la historia de dirigir el país,
sobre todo en las zonas urbanas y con el apoyo de la clase obrera; tras la caída de
la República pierde poder económico y en cierta medida queda huérfana
ideológicamente ya que se ve en la obligación de silenciar o renunciar a sus

77
Published by Digital Commons @ Connecticut College, 2017
Teatro: Revista de Estudios Culturales / A Journal of Cultural Studies, Vol. 31, No. 31 [2017], Art. 6

creencias políticas y vivir en la clandestinidad; no hablan de la guerra pero sus


estragos están presentes en el día a día en forma de escasez de alimentos, de
buenas condiciones de trabajo, de libertad. En este sentido concuerdo con la
opinión de de la Fuente en que la novela:

narra el agotamiento de las clases medias, su falta de perspectivas tras la


guerra y la confusión que les produce la falsa identidad que deben asumir
en un mundo regido por el deber ser y la apariencia (12)

La casa de Aribau con su deterioro físico, la miseria, el hambre, la


incomunicación y una familia desorientada, disfuncional, es como un
microcosmos de esas clases medias de las que habla de la Fuente. La
incomunicación, el hambre, la miseria, el resentimiento y la desorientación de
estas clases durante la posguerra se ejemplifica y magnifica en el espacio
confinado de la casa. Este ambiente conduce a sus habitantes a un estado de
desesperación cuya única vía de expresión parece ser la violencia entre ellos y en
especial, como se apuntó al comienzo de este estudio, hacia el personaje de
Gloria. El ensañamiento contra Gloria no me parece gratuito, sino que conlleva un
sentido que va más allá de lo literal y que ha pasado inadvertido hasta ahora.

Gloria o la fallida República


a) Su historia

Gloria es el último miembro en incorporarse a la familia de la casa de Aribau


al convertirse en la mujer de Juan. En la novela, la historia de Gloria comienza en
el último año de la guerra civil cuando conoce a Juan mientras está evacuada en
Tarragona; nada sabemos de su vida anterior, nada se conoce sobre sus orígenes
ni sobre su familia salvo que es huérfana (cap. 4). Es la propia Gloria quien le
cuenta a Andrea su historia en el capítulo IV de la primera parte y que, según sus
propias palabras, “es como una novela de verdad” (51).3 Si bien en su relato
Gloria no indica fechas específicas, a partir de algunas de las referencias que
menciona podemos establecer correlaciones con momentos clave del desarrollo de
la guerra civil que nos permiten situar su relato entre enero-febrero de 1938 y el 1
de abril de 1939. En primer lugar, Gloria le dice a Andrea que conoció a Juan
cuando ella estaba evacuada en Tarragona “por enero o febrero” (51), meses en
los que se produjeron varios ataques nacionales sobre la ciudad de Barcelona,
hecho que justifica la evacuación de parte de la población. Dos datos más
corroboran esta cronología. En primer lugar, Gloria continúa con la narración y
cuenta que una noche de primavera escucha cómo Román trata de convencer a

3
Todas las páginas mencionadas en esta sección pertenecen al capítulo cuatro de la novela.

78
http://digitalcommons.conncoll.edu/teatro/vol31/iss31/6
Casas: la II República en Nada de Carmen Laforet

Juan de que se pase con los nacionales, momento en el que ella empezaba a sentir
que estaba embarazada. El consejo de Román insinúa la mala situación en la que
se encontraban las tropas republicanas y el incipiente embarazo el mes de marzo o
abril. Desde el punto de vista histórico los meses de marzo y abril de 1938 fueron
sin duda decisivos para los republicanos: el 7 de marzo de 1938 comenzó la
ofensiva de Aragón que se prolongó hasta el 19 de abril. Fue un duro ataque
contra las tropas republicanas que conllevó la destrucción del Ejército del Este
republicano, el aislamiento de Cataluña, la división en dos del territorio
republicano y una crisis en el gobierno de Juan Negrín. Este fue el primer
momento en el que realmente empezó a sentirse que se acercaba el final de la
guerra civil con la derrota republicana. Teniendo esto en cuenta, las palabras de
Román a Juan aconsejándole que se pase al lado nacional mientras pueda para
salvarse ante la inminente derrota cobran sentido. Juan tenía un cargo importante
con los rojos y si la República caía su destino era o bien ser apresado y
encarcelado, ser ajusticiado o, con suerte, huir del país. En un principio Juan
rechaza la propuesta, pero después de la confesión de Gloria sobre su embarazo,
opta por la deserción ante el estupor e incredulidad de su mujer. Juan la pide a su
hermano Román que se lleve a Gloria a la casa familiar en Barcelona para
garantizar su seguridad, si bien la casa será peor que un campo de batalla para
ella.
La última parte del relato de Gloria es aún más clarividente para establecer la
cronología: dice que su hijo nace en el momento en el que las tropas nacionales
entraron en Barcelona, una noche de duros bombardeos, asalto que se produjo el
26 de enero de 1939. Gloria cuenta que fue un parto difícil, que estaba sola, con
fiebre, tuvo una infección que la mantuvo semi-inconsciente más de un mes y
concluye que aún seguía en la cama cuando acabó la guerra, es decir, al menos
hasta el 1 de abril de 1939. Estando aún enferma llega Juan al hospital y se la
lleva de nuevo a la casa de Aribau donde Gloria sufre una violencia desmedida y
de ahí que al recordar su regreso diga que fue “como el final de una película”
(57).

b) Descripción física

Gloria es el personaje de la obra que se describe con más detalle. En mi


opinión este hecho cobra una especial relevancia porque responde a una calculada
intención de Laforet para distinguirlo y separarlo de los demás. Son la narradora y
la propia Gloria las que van desvelando los rasgos destacados en su fisionomía.
La primera vez que Andrea ve a Gloria es la noche de su llegada a la casa de la
calle de Aribau y así la describe:

Detrás de tío Juan había aparecido otra mujer flaca y joven con los

79
Published by Digital Commons @ Connecticut College, 2017
Teatro: Revista de Estudios Culturales / A Journal of Cultural Studies, Vol. 31, No. 31 [2017], Art. 6

cabellos revueltos, rojizos, sobre la aguda cara blanca y una


languidez de sábanas colgada, que aumentaba la penosa sensación
del conjunto. (cap. 1)

Los atributos destacados son: cuerpo delgado, cabellos rojizos y revueltos, cara
blanca, y juventud. A lo largo de la narración se mencionan puntualmente además
su piel, cara, piernas, brazos, pechos y pies; y la adjetivación que se emplea es
flaca, blanca, lánguida, pequeños, torneados, infantiles, bonita y joven. Si
recapitulamos esta enumeración en esencia estamos ante una mujer joven y
aniñada, bonita, de piel blanca y cabellos rojos, delgada y de apariencia frágil.
Estas características concuerdan de forma notable con la imagen que se utilizó
como alegoría de la II República en periódicos, revistas y carteles 4 en los meses
previos al triunfo de la República y hasta su aniquilación. Esta representación
tiene su origen en la Marianne francesa del siglo XVIII. Según la descripción
recogida en la página web del gobierno de Francia es símbolo de la madre patria
“unas veces fogosa y guerrera y otras pacífica y sustentadora”. Los apelativos con
los que se refería a ella el pueblo y como se la identificaba en la prensa eran “la
niña bonita” y “la flaca”,5 peculiaridades en las que se insiste en el retrato de
Gloria: “flaca”, “finos pechos”, “fino cuerpo”, “pies pequeños e infantiles”.
Esta afinidad con el símbolo de la República se acentúa aún más si
analizamos el comportamiento de Gloria de forma objetiva, fuera del
enjuiciamiento que de sus actos hacen los demás personajes. Si comparamos la
idea de la República como símbolo de la madre patria “una veces fogosa y
guerrera y otras pacífica y sustentadora” y la conducta de Gloria, vemos
nuevamente una indiscutible reciprocidad. Fogosa y guerrera se muestra cuando
conoce a Juan y comienza su andadura con él; es fiel a la República incluso
cuando Juan decide pasarse a los nacionales, y no lo abandona porque está
embarazada. Por otro lado, ante la hostilidad con la que es recibida en la casa de
la calle de Aribau y los continuos ataques verbales y brutalidad física que sufre,
Gloria resiste y en la mayoría de las ocasiones se comporta pacíficamente. Sin
embargo, hay ciertas situaciones en las que reacciona si no física sí verbalmente.
Son momentos de fuerte tensión con Román, su cuñado, quien no se molesta en
agredir físicamente a Gloria ya que le basta con crear conflictos entre Gloria y
Juan que generalmente terminan con una paliza de éste a su esposa. En varias
ocasiones grita y protege a su esposo frente a Román; y se defiende también
cuando se cometen injusticias contra ella, como cuando Angustias la acusa de
haber robado el pañuelo de la comunión de Andrea.

4
Imagen reproducida al final de este artículo.
5
Estas coincidencias no son exclusivas de la II República sino que se remontan al siglo XIX. Para
un estudio más detallado de la relación entre la Marianne y España véase Marie-Angèle Orobon.

80
http://digitalcommons.conncoll.edu/teatro/vol31/iss31/6
Casas: la II República en Nada de Carmen Laforet

La última de las cualidades atribuidas a la alegoría de la República es la de


sustentadora, proveedora para sus hijos. Esta condición se repite en varias
ocasiones en la novela. Gloria es la única que pone en marcha diferentes
iniciativas para obtener dinero y comida a la casa. Juan cree que el dinero que trae
lo consigue de la venta de sus cuadros a casas dedicadas a la compra y venta de
arte, pero en realidad son tan malos que solo los traperos los compran. Gloria,
hábilmente, reinvierte el poco dinero que gana con su venta jugando a las cartas
en casa de su hermana. A pesar de ser producto del juego, Gloria afirma que “Es
la única manera de tener un poco de dinero honradamente” (cap. 20) e insiste en
que ella está allí “para ganar dinero para el niño” (cap. 20). Otra táctica para
obtener dinero es la venta de muebles y adornos de la casa a los traperos, hecho
que en varias ocasiones revierte en una paliza por parte de Juan. Sin embargo, los
golpes no amedrentan a Gloria que todo lo hace para evitar que su hijo pase
hambre o frío:

-Estas cosas son de usted, mamá, y no de su hijo. ¿No es verdad


Andrea¿ ¿Voy a consentir que el niño pase hambre por conservar
estos trastos? (cap. 20)
La complicada situación en la que sobrevivía la familia se recrudece con la
tristeza ante la muerte de Román y el desorden por la marcha de la criada. Aun en
esta ardua coyuntura Gloria es consciente de las necesidades de la familia y sobre
todo de su hijo. La narradora nos dice que “Gloria parecía esforzarse en que las
cosas fueran mejor” (cap. 24). Esfuerzo que, en su papel de provisora y
protectora, la lleva a vender un objeto más: el piano de Román pocos días después
de su muerte. Gracias a su venta, “la más lucrativa que las que hacía de
costumbre” (cap. 24), ese día pudo permitirse el lujo de añadir carne a su guiso,
aunque también le trajo consecuencias funestas:
Yo me estaba vistiendo para salir a la calle cuando oí un gran
escándalo en la cocina. Juan tiraba, poseído de cólera, todas las
cacerolas de los guisos que hacía un momento habían excitado mi
gula y pateaba en el suelo a Gloria, que se retorcía. –¡Miserable!
¡Has vendido el piano de Román! ¡El piano de Román, miserable!
¡Cochina!” (cap. 24)
El perfil de madre tierna y abnegada sin duda es patente en el personaje de Gloria.
Siempre que está con el niño lo está alimentando, lo acaricia, duerme con él. Uno
de los momentos más tensos en la relación materno-filial es cuando el niño cae
enfermo con fiebre, justamente una de las noches en las que Gloria sale a jugar a
las cartas a casa de su hermana. Juan descubre que ha ido a casa de su hermana y

81
Published by Digital Commons @ Connecticut College, 2017
Teatro: Revista de Estudios Culturales / A Journal of Cultural Studies, Vol. 31, No. 31 [2017], Art. 6

va a buscarla. Pasada la discusión que se produce entre Juan y los allí presentes,
Gloria se asusta mucho porque cree que si Juan ha ido allí a buscarla es porque el
niño ha muerto. La preocupación es sincera y el amor maternal indiscutible.6 Es
interesante que justamente en el capítulo anterior a este episodio, la madre de Ena,
imagen de madre ideal en una familia tradicional, haya confesado que no se casó
por amor y que no quería un hijo. Frente a ella Gloria demuestra en todo momento
su sincero amor maternal y, además, se casó enamorada de Juan. La antítesis entre
la madre de Ena y Gloria eleva a esta sobre aquella, Gloria se entregó enamorada
a su marido y el amor a su hijo es lo que la mueve en el presente narrativo.
Nada de lo que conocemos sobre Gloria hasta ahora explica la crueldad
con la que es tratada en la novela. Sin embargo, sí nos da elementos para defender
la interpretación alegórica del personaje y desde ella analizar la violencia hacia
ella desde otro ángulo. Dada la familiaridad de los contemporáneos de Laforet
con la imagen alegórica de la II República, me parecen muy significativos para la
comprensión del mensaje de la novelista que propone esta lectura tanto el hecho
de que Laforet decidiera dedicarle más detallismo a la descripción física de Gloria
como la selección de los rasgos físicos que la caracterizan: joven aniñada, frágil,
blanca de piel y la inconfundible cabellera rojiza revuelta. Hecha esta correlación
queda interpretar el origen de la violencia hacia Gloria-II República.
c) La mujer serpiente

Desde el comienzo al final de la novela Gloria es sometida a maltrato


emocional, verbal y físico. Con las excepciones de la abuela y su propia hermana,
todos los personajes arremeten contra ella en mayor o menor grado y la califican
negativamente. La primera en desacreditarla es Angustias al poner en sobre aviso
a su sobrina Andrea porque es “una mujer nada conveniente […] está estropeando
su vida” (cap. 2). Desde esta primera crítica hasta que Angustias deja la casa para
encerrarse en el convento, acusa a Gloria de ser la causa de todos los males de la
casa -antes de su llegada un paraíso-, de emponzoñarlo todo, de engañar con
halagos a la abuela y de tener ansias de emancipación y desorden. En cuanto a los
calificativos que usa contra ella están los de ladrona, mujerzuela, serpiente
maligna y golfilla de la calle. Román la llama estúpida, basura, imbécil y
ladrona. Juan, su esposo, la tilda de maldita, bestia, sinvergüenza, miserable,
cochina, sesos de conejo, y la acusa, como se apuntó más arriba, de ser mala

6
Una vez Juan la acusa de ser mala madre, pero lo hace injustamente, al hacerla
responsable de una pequeña herida que se hace el niño al recibir el impacto de un
objeto que él le había tirado a Gloria durante una de sus palizas.

82
http://digitalcommons.conncoll.edu/teatro/vol31/iss31/6
Casas: la II República en Nada de Carmen Laforet

madre; a esta lista de agravios en el de caso de Juan hay que sumarle las
tremendas palizas que en más de una ocasión la dejan medio muerta y que Gloria
soporta sin apenas resistencia y de las que como fénix resurge para continuar
proveyendo a la familia y, sobre todo, a su hijo. Incluso Andrea, que se comporta
con ella de manera afable y condescendiente, hacia el final de la narración
arremete contra ella cuando insinúa que su amiga Ena es la amante de su tío
Román:
-Eres como un animal –dije, furiosa-. Tú y Juan sois como bestias.
¿Es que no cabe otra cosa entre un hombre y una mujer? ¿Es que
no concibes nada más en el amor? ¡Oh! ¡Sucia! (cap. 20)
Antonia, la criada, es la que despierta el único comportamiento violento de
Gloria. Este altercado no ocurre en el presente narrativo, sino que ocurrió antes
de la llegada de Andrea cuando Gloria ya está en la casa de Aribau y Román ha
sido encarcelado:
Antonia, la criada, que está enamorada de él, se puso hecha una
fiera. Declaró a su favor. Dijo que yo era una sinvergüenza, una
mujer mala. Que Juan, cuando viviese, me tiraría por la ventana.
Que yo era la que había denunciado a Román. Dijo que me abriría
el vientre con un cuchillo; entonces fue cuando yo le pegué… (cap.
4)
La llama sinvergüenza y mala mujer, pero no es esto lo que despierta su parte
guerrera sino la amenaza de abrirle el vientre con un cuchillo. Una vez más es su
faceta maternal la que la lleva a defenderse ya que en esa época su embarazo era
evidente y la amenaza de la criada iba indudablemente dirigida hacia el
nasciturus. Parece que a ojos de Gloria lo único que puede justificar la violencia
es el salvaguardar la vida de un hijo.

Lo que une a Gloria con los habitantes de la casa de Aribau es la guerra


civil y es precisamente la ideología que representan los personajes la que
determina su conducta hacia ella. Esto es especialmente significativo en los
enfrentamientos entre el grupo formado por los tres hermanos: Angustias, Román
y Juan, y Gloria. Los enfrentamientos fraternales en la casa reproducen el
enfrentamiento que llevó a la contienda civil. Por otro lado, Gloria, como analogía
de la República se convierte en blanco de todos ellos bien sea como musa para
Juan, serpiente para Angustias o mujerzuela para Román.

83
Published by Digital Commons @ Connecticut College, 2017
Teatro: Revista de Estudios Culturales / A Journal of Cultural Studies, Vol. 31, No. 31 [2017], Art. 6

c. 1. Angustias vs. Gloria

Angustias es el único personaje que solo aparece en la primera parte de la


novela y, como se mencionó más arriba, es la que más ataca verbalmente a Gloria.
Esta agresión es perfectamente comprensible si tenemos en cuenta su dispar
mentalidad, en especial en lo que se refiere al comportamiento y educación de la
mujer. Angustias es el canon de la mujer tradicional, conservadora, religiosa y
desde estos preceptos acusa a Gloria por su liberalidad que se deduce de hechos
como el quedarse embarazada de Juan antes de casarse, el salir a la calle sola, el
no ir a misa, etc.
A través de conversaciones que Angustias mantiene con su sobrina Andrea
conocemos las opiniones que tiene sobre Gloria, diálogos en los que Angustia
pretende convencer a su sobrina de la mala influencia que es Gloria y en
consecuencia que se aleje de ella. La primera vez que emite un juicio sobre
Gloria es en el capítulo segundo cuando le dice que su tío Juan “se ha casado con
una mujer nada conveniente. Una mujer que está estropeando su vida…Andrea; si
yo algún día supiera que tú eras amiga de ella, cuenta con que me darías un gran
disgusto” (cap. 2). Angustias quiere inculcar en Andrea el patrón de mujer que
ella representa y por lo tanto alejarla lo más posible del pecado que para ella
encarna Gloria.

Es en el capítulo ocho, próxima ya la marcha definitiva de Angustias, donde


aparecen los pasajes más reveladores sobre la opinión que tiene sobre Gloria. Es
la última vez que habla sobre ella y una vez más lo hace en una conversación que
mantiene con Andrea en un último intento de prevenirla del mal:

Te voy a dejar sola en una casa que no es ya lo que ha sido...,


porque antes era como el paraíso y ahora —tía Angustias tuvo una
llama de inspiración— con la mujer de tu tío Juan ha entrado la
serpiente maligna. Ella lo ha emponzoñado todo. Ella, únicamente
ella, ha vuelto loca a mi madre..., porque tu abuela está loca, hija
mía, y lo peor es que la veo precipitarse a los abismos del infierno
si no se corrige antes de morir […] Y luego esa mujer, con sus
halagos, le ha acabado de trastornar la conciencia. (cap. 8)

Gloria es la serpiente maligna que ha envenenado el paraíso. La conexión con la


imagen bíblica del paraíso es obvia: Gloria es la serpiente que ha entrado en la
casa y que con su comportamiento y sus ideas ha traído el caos, ha envenenado
todo como dice Angustias “en sus ansias de emancipación y desorden”. En otras
palabras y volviendo a la alegoría propuesta en esta lectura, Gloria-República es
esa serpiente/el mal que entró en España con halagos/bonitas promesas de futuro

84
http://digitalcommons.conncoll.edu/teatro/vol31/iss31/6
Casas: la II República en Nada de Carmen Laforet

y modernidad que no hicieron sino envenenar todo/traer el caos. Esta era sin duda
la visión que de la República tenían sus más acérrimos opositores, un proyecto
político basado en promesas de libertad, igualdad, educación igualitaria y laica
con las que “engañaron” a sus seguidores.

La diatriba de Angustias hacia Gloria es por lo tanto previsible desde la


perspectiva de la alegoría propuesta dado que simbolizan doctrinas antagónicas.
Lo que puede sorprender más es el hecho que Gloria, salvo en el episodio del
pañuelo robado, no se defiende ante tantos insultos e injurias. Sin embargo, la
defensa de Gloria está ahí aunque de forma más sutil. La fe, la religiosidad es el
rasgo más sobresaliente de la idiosincrasia de Angustias, pero Laforet manipula
esta peculiaridad hasta prácticamente caricaturizarla. Angustias exhibe su
religiosidad y se agarra a ella como autodefensa, mientras su comportamiento no
hace sino ponerla en evidencia y mostrar su hipocresía. Es la propia Gloria quien
expone la mojigatería de Angustias al poner en entredicho en una conversación
con Andrea la decisión de Angustias de meterse monja:
—Yo no sé, chica —decía Gloria—, por qué Angustias no se ha
marchado con don Jerónimo, ni por qué se mete a monja, si ella no
sirve para rezar...
Gloria estaba tumbada en su cama, por donde gateaba el niño, y se
esforzaba en pensar, quizá por primera vez en su vida.
—¿Por qué crees que no sirve Angustias para rezar? —le pregunté,
admirada—. Ya sabes cuánto le gusta ir a la iglesia.
—Porque la comparo con tu abuelita, que sí que es buena rezadora,
y veo la diferencia... Mamá se queda toda traspasada como si le
vinieran músicas del cielo a los oídos. Por las noches habla con
Dios y con la Virgen. Dice que Dios es capaz de bendecir todos los
sufrimientos y que por eso Dios me bendice a mí, aunque yo no
rezo tanto como debiera... ¡Y qué buena es! Nunca ha salido de su
casa y, sin embargo, entiende todas las locuras y las perdona. A
Angustias no le da Dios ninguna calidad de comprensión, y cuando
reza en la iglesia no oye músicas del cielo, sino que mira a los
lados para ver quién ha entrado en el templo con mangas cortas y
sin medias... Yo creo que en el fondo el rezo le importa tan poco
como a mí, que no sirvo para rezar. (cap. 9)

En primer lugar, si bien es Angustias la que tilda de mujerzuela a Gloria, es ella la


que mantiene una relación ilícita al verse desde hace años con un hombre casado;
además, Gloria añade que “don Jerónimo y Angustias se veían todas las mañanas

85
Published by Digital Commons @ Connecticut College, 2017
Teatro: Revista de Estudios Culturales / A Journal of Cultural Studies, Vol. 31, No. 31 [2017], Art. 6

en la iglesia”7 (cap. 9) lo cual hace su conducta aún más irreverente. En segundo


lugar, esta cita delata la falta de sinceridad en la fe de Angustias, no es una fe
interior sino de puertas afuera, que no se preocupa por ayudar al prójimo sino por
criticarlo por nimiedades como entrar en el templo en mangas cortas o sin medias.
Las palabras finales de esta cita ponen muy por encima los valores personales de
Gloria por su sinceridad: ella confiesa su falta de fe a viva voz mientras que
Angustias vive una fe de engaño.

El descrédito de Angustias llega al límite en su última aparición en la


novela, en la escena de la despedida en la estación de tren cuando parte para
encerrarse en un convento. Así nos describe la narradora la imagen de Angustias
despidiéndose desde la ventanilla del vagón de tren:

Cuando faltaban unos minutos para salir el tren, Angustias subió al


vagón y desde la ventanilla nos miraba hierática, llorosa y triste,
casi bendiciéndonos como una santa. (cap. 9)

Laforet describe aquí a Angustias con tanta sorna que más que de un personaje
deberíamos hablar de una caricatura. Su animadversión hacia lo que Angustias
representa la llevan a dar un paso más para desbaratar esta falsa imagen. En este
caso lo hace a través de Juan, quien expone a su hermana gritando la verdadera
razón de su decisión de meterse monja:

—¡No te hagas la mártir, Angustias, que no se la pegas a nadie!


Estás sintiendo más placer que un ladrón con los bolsillos llenos...
¡Que a mí no me la pegas con esa comedia de tu santidad! […]
—¡Eres una mezquina! ¿Me oyes? No te casaste con él porque a tu
padre se le ocurrió decirte que era poco el hijo de un tendero para
ti... ¡Por esooo! Y cuando volvió casado y rico de América lo has
estado entreteniendo, se lo has robado a su mujer durante veinte
años..., y ahora no te atreves a irte con él porque crees que toda la
calle de Aribau y toda Barcelona están pendientes de ti...
¡Y desprecias a mi mujer! ¡Malvada! ¡Y te vas con tu aureola de
santa!... (cap. 9)

Las palabras de Juan son devastadoras: hipócrita, en relaciones durante veinte


años con un hombre casado, falsa religiosidad, malvada, nada que ver con la
apariencia de santa que quiere transmitir. Especialmente significativas son las

7
Gloria compara la historia de Angustias con las de “una novela del siglo pasado”, indudable
referencia a la novela realista del XIX en las que destacaba el tema de la mujer adúltera.

86
http://digitalcommons.conncoll.edu/teatro/vol31/iss31/6
Casas: la II República en Nada de Carmen Laforet

palabras “¡Y desprecias a mi mujer!” con las que proclama que su


comportamiento es mucho más deleznable que el que critica de su mujer.

Angustias representa dentro de la alegoría sugerida todo aquello contra lo


que lucharon la República e intelectuales como Laforet: una España apegada a la
tradición, retrógrada, conservadora y engañada por un sentimiento religioso
equivocado. Laforet critica, caricaturiza, una religión basada en actos externos, en
engaños y en apariencias. Frente a esta actitud Laforet trata con respeto la
religiosidad de la abuela que en palabras de Gloria “sí que es buena rezadora”,
vive la religión íntimamente, se preocupa y reza por los que sufren
independientemente de sus ideologías, incluida Gloria. Sin embargo, otros pasajes
de la novela parecen dejar entrever una postura más conciliadora por parte de
Laforet en el tema de la religión. A las palabras antes mencionadas sobre el
sentimiento religioso de la abuela, Gloria añade:
Dice que Dios es capaz de bendecir todos los sufrimientos y que
por eso Dios me bendice a mí, aunque yo no rezo tanto como
debiera... (cap. 9)

Esta declaración de Gloria de “no rezo tanto como debiera…” revela una
propuesta más moderada entre República y religión, no tendrían por qué ser dos
polos totalmente incompatibles. La realidad se tradujo en un antagonismo
exacerbado que se extralimitó de la separación entre estado y religión, y de la
defensa de una educación laica.
La cuestión religiosa aparece en otro momento de la novela y refuerza esta
idea conciliadora. La abuela, si bien interviene poco, protagoniza un episodio
interesante. La abuela es una mujer que ha recibido una educación tradicional y en
la que la religión juega un papel fundamental: reza y va a misa regularmente.
Cuando un miliciano entra y registra la casa, ve todos los santos que tiene y le
pregunta si cree en esas paparruchas; la abuela valiente le contesta que sí y le
pregunta si él no cree, el miliciano le contesta que no y que tampoco permite que
nadie las crea. La respuesta de la abuela muestra un juicio esclarecedor:

Entonces yo soy más republicana que usted, porque a mí me tiene


sin cuidado lo que los demás piensen; creo en la libertad de ideas.”
Entonces se rascó la cabeza y me dio la razón. Al otro día me trajo
un rosario de regalo, de los que tenían ellos requisados. Te advierto
que ese mismo día a los vecinos de arriba, que sólo tenían un san
Antonio sobre la cama, se lo tiraron por la ventana. (cap. 4)

Esta conversación entre la abuela y el miliciano pone en evidencia cómo los


republicanos actuaban en contra de la libertad de ideas que proclamaba como una

87
Published by Digital Commons @ Connecticut College, 2017
Teatro: Revista de Estudios Culturales / A Journal of Cultural Studies, Vol. 31, No. 31 [2017], Art. 6

de sus máximas. El miliciano tiene que ceder ante el razonamiento de la abuela y


sin embargo al día siguiente vuelve a actuar de la misma manera. Laforet con este
episodio parece reprobar la actuación de la República en la cuestión religiosa: una
cosa es defender una educación laica y otra negarle al pueblo el derecho a
mantener sus creencias en el ámbito personal. Esta actitud frente a la religión más
que ayudar lo que consiguió fue enfrentar aún más a la sociedad.

c. 2. Román vs. Gloria

Román, hermano mayor de Juan, es un personaje con una personalidad


compleja, oscura y desequilibrada. Vive en la casa familiar, pero no duerme en el
mismo piso que los demás miembros de la familia sino en un cuarto que se ha
hecho arreglar en las buhardillas de la casa. Andrea ve este lugar como un refugio.
Es un espacio que contrasta con la lamentable situación de la casa ya que tiene
todo aquello de lo que esta adolece: orden, silencio, limpieza y bienestar. No hay
gritos, las cosas están cuidadas y ordenadas, y frente a la escasez de alimentos de
la casa posee comida, café, licor, cigarrillos…lujos de oscura procedencia,
probablemente de estraperlo, en época de estricto racionamiento. Román es muy
protector con su historia vital y lo que llegamos a conocer sobre él es gracias a la
abuela, Andrea, Gloria, la madre de Ena y la propia Ena. La primera vez que
aparece en la novela son los ojos de Andrea los que lo describen:

Un hombre con el pelo rizado y la cara agradable e inteligente


se ocupaba de engrasar una pistola al otro lado de la mesa. (cap.
2)

El contraste entre la descripción física y la acción que hace anticipa en cierta


manera la complejidad del personaje. La evolución de sus relaciones personales
también evidencia una contradicción: todas comienzan con un Román cortés,
encantador y amable, pero terminan revelando a un ser desagradable y maligno
que se comporta como un sádico. Una vez más es Gloria, su cuñada, la víctima
que sufre las peores consecuencias y se convierte en prueba fehaciente de su
contradictorio proceder. Si bien se harán menciones a sus relaciones con otros
personajes cuando sea relevante, a partir de ahora me centraré en la relación entre
Gloria y Román como una pieza más de la alegoría planteada en este estudio.

La violencia de Román hacia Gloria es fundamentalmente psicológica


pero llevada a cabo con tal sutileza que, sin él levantar un solo dedo contra ella, se
transforma en golpes. Román conoce muy bien a Gloria y a Juan, sabe cómo
manipular su relación y se las ingenia para usar las palabras precisas para

88
http://digitalcommons.conncoll.edu/teatro/vol31/iss31/6
Casas: la II República en Nada de Carmen Laforet

encolerizar a Juan, enfrentarlo a su mujer y que termine insultándola y


golpeándola. Román no sólo muestra una pericia sin igual para crear estas
situaciones, sino que además las contempla impávido y disfruta de ellas. Es en
suma un sádico. No faltan tampoco los insultos que se concentran en denigrar su
capacidad intelectual: "estúpida" e "imbécil", repetidos en varias ocasiones; y
"basura" que puede interpretarse como algo que es sucio y de lo que conviene
deshacerse. Los gérmenes de esta aversión se desvelan a partir de dos pasajes de
la novela en los que Gloria y Román hacen referencia a cómo se conocieron
durante los últimos meses de la contienda y el viaje que hicieron juntos hasta
Barcelona, en los capítulos cuatro y diecisiete respectivamente. Lo interesante es
que a pesar de narrar el mismo hecho lo hacen con diferentes matices que
determinan sin duda la relación que hay entre ellos.

El relato de Gloria se produce en el capítulo cuatro mientras mantiene una


conversación con la abuela y con Andrea. En los capítulos previos Andrea ya ha
conocido a todos los habitantes de la casa y ha sido testigo de lo disfuncionales
que son las relaciones entre ellos. Angustias ha puesto a Andrea en antecedentes
sobre Gloria y le ha pedido que se aleje de ella, Román ha provocado varios
altercados contra Gloria y Juan la ha agredido física y verbalmente. En este
momento es cuando Gloria narra su historia, una especie de autodefensa ante lo
que ha oído y visto Andrea sobre ella hasta este punto. El fragmento donde
cuenta cómo Juan le presentó a Román, cómo convenció a su hermano para que
se la llevara con él a Barcelona y lo que ocurrió durante el viaje, es capital
para entender la relación que mantienen a lo largo de la obra. El momento crucial
de su relato es cuando refiere cómo una noche escucha detrás de una puerta la
conversación que mantienen los hermanos en la que Román le pide a Juan que se
pase a los nacionales ante la inminente derrota de los republicanos; Román no
puede acompañarle porque necesita volver a Barcelona. Si bien la respuesta de
Juan no es inmediata, esa misma noche tras confesarle Gloria su embarazo, decide
desertar y le ruega a su hermano que se lleve a Gloria con él a Barcelona, a la casa
de la familia. Román es reticente al principio pero transige finalmente. Antes de
su partida Gloria añade que Juan le entregó a Román mucho dinero y otras cosas
que nunca le ha devuelto. En su relato del viaje desde el frente a Barcelona,
Gloria insinúa que Román trató de cortejarla:

Román conducía el coche y yo iba a su lado. Román empezó a


bromear conmigo... Es muy simpático Román cuando quiere, pero
en el fondo es malo. Nos parábamos muchas veces en el trayecto.
Y en una aldea estuvimos cuatro días alojados en el castillo... Un
castillo maravilloso; por dentro estaba restaurado y tenía todo el
confort moderno... Algunas habitaciones estaban devastadas, sin

89
Published by Digital Commons @ Connecticut College, 2017
Teatro: Revista de Estudios Culturales / A Journal of Cultural Studies, Vol. 31, No. 31 [2017], Art. 6

embargo. Los soldados se alojaban en la planta baja. Nosotros, con


la oficialidad, en las habitaciones altas... (cap. 4)

Además, durante la estancia en el castillo, afirma que Román le pidió que


le permitiera pintarla desnuda en un campo de lirios morados y que ella se negó
porque "aunque Román haya dicho tantas cosas de
mí, yo soy una chica muy decente" (cap. 4). Continúa su relato con la llegada a la
casa, lo desgraciada que se sentía y lo mal que la recibieron sobre todo Angustia,
don Jerónimo8 y la criada. Tal era su desasosiego que tomó la decisión de
marcharse y para poder sobrevivir le pidió a Román el dinero que le había
entregado Juan, un dinero "bueno, en plata, de antes de la guerra" (cap. 4). Esto es
en la versión de Gloria lo que desató el odio de Román hacia ella y a partir
de entonces la "trató peor que a un perro. Peor que a un perro rabioso..." (cap. 4).
También es en esa época cuando se lo llevaron a la cárcel y añade Gloria que si
no lo fusilaron fue porque habló. Por lo tanto, Gloria acusa a Román de ser ladrón
y traidor.
En el capítulo diecisiete en una conversación que mantiene Román con
Gloria cuenta una versión un tanto diferente. Román ha esperado a Gloria una
noche en la calle porque quiere que suba con él a su cuarto. Gloria lo rechaza,
huye a casa pero la conversación sigue en el balcón. Román insiste y le recuerda
el viaje que hicieron. Román desvela que en realidad sí la pintó desnuda entre los
lirios y que aún conserva el cuadro. Es más, le recuerda que fue ella la que fue
buscándolo una noche hasta su habitación, que él la rechazó porque no quería
quitarle a su hermano lo que era suyo y que tiene por testigos de todo a los
soldados que estaban en el castillo. Ante Román, Gloria no puede negarlo y
su defensa es que él la engañó, que la besó, que le hizo creer que la quería y que
aquella noche estaba dispuesta a dejarlo todo por él. Lo llama traidor y le confiesa
que si estuvo en la cárcel fue porque ella lo denunció. Román sigue insistiendo en
que se vaya con él, pero esta vez ella se muestra fuerte e incluso lo amena con
contarle todo a su hermano. Finalmente, Román se va diciéndole que si no sube
con él, no la volverá a mirar a la cara nunca.
La traición de que le acusa Gloria y la guerra psicológica que mantiene
contra ella me lleva a identificar a Román dentro de la alegoría propuesta con otra

8
Don Jerónimo es el jefe de Angustias. Cuando Gloria llega a la casa con Román, don Jerónimo
está allí ocultándose. Aunque, como en los demás casos, no se habla directamente de su
vinculación política, por un lado su caracterización como hombre tradicional, conservador,
autoritario que trata mal a Gloria; y, por otro, el hecho de estar oculto en un momento en el que
todavía Barcelona está en manos de los milicianos, lo identifica con los nacionales. Al igual que
ocurre con Angustias, toda esa rectitud, autoritarismo, moral retrógrada queda puestos en
evidencia desde el momento en que sabemos que es un hombre casado y mantiene una relación
con Angustias.

90
http://digitalcommons.conncoll.edu/teatro/vol31/iss31/6
Casas: la II República en Nada de Carmen Laforet

fuerza que fue minando la República: la llamada “Quinta Columna” que desde la
clandestinidad entre el Ejército Popular llevó a cabo una labor constante de
espionaje y sabotaje (Alía Miranda 183). Este servicio furtivo según Alía Miranda
fue un enemigo más para el gobierno de Negrín, difícil de combatir por su
invisibilidad, que con su guerra psicológica “provocó el derrotismo en muchos
soldados y mandos del Ejército Popular y el desaliento en la retaguardia” (185).
En su artículo, afirma que fue en el año 1938 cuando la Quinta Columna alcanzó
sus mejores momentos, coincidiendo con el debilitamiento que en esas fechas
acusaba el ejército republicano (191). Además del espionaje y sabotaje, una de las
principales armas era promover las deserciones entre las filas del ejército rojo. Es
interesante que en la novela es precisamente en la primavera de 1938 cuando
Román convence a su hermano Juan para que se pase a los nacionales.

Por otro lado, una de las técnicas que llevaron a cabo fue la de la guerra
psicológica según la cual “el quintacolumnista no debía perder ocasión de
divulgar falsos rumores” (196). En la relación entre Román y Gloria descrita más
arriba ya se recalcó que Román no ejerce violencia física sobre Gloria sino
psicológica, la manipula y, sobre todo, es un experto difundiendo bulos sobre
Gloria para enfrentarla sobre todo a Juan, pero también a los otros habitantes de la
casa. Gloria es la única de la casa que intenta que las cosas vayan mejor, que se
las ingenia para conseguir comida, todo siempre con la mejor voluntad. Sin
embargo, Román, al igual que hicieron los miembros de la Quinta Columna, se las
apaña para manipular estas buenas acciones y criticarlas haciendo que las demás
las vean como algo malo. Román es un experto manipulador y es consciente de
ello; hay un momento en que llega a decir que Juan le pertenece; también
manipula a Andrea, a Ena… Son los actos y las palabras de Román los que
predisponen un ambiente hostil, los que provocan los episodios de violencia
contra Gloria y el malestar general entre los miembros de la familia.

Alía Miranda señala que también se dedicaron a provocar el desánimo


entre la población civil manipulando los canales de distribución, falsificando
cartillas de racionamiento, etc. (197). Esto explica en parte el hecho de que
Román en su cuarto tiene todo tipo de lujos: café, dulces, cigarrillos, bienes que
no comparte con los demás miembros de la familia con la excepción de la abuela
y su fiel criada.9 El hambre que pasan en la casa provoca sin duda desaliento y
malestar.

Otra de las coincidencias interesantes es que la detención y


encarcelamiento de Román, de acuerdo a los datos de la novela, debió de ocurrir

9
Es muy posible que Román esté implicado en el estraperlo.

91
Published by Digital Commons @ Connecticut College, 2017
Teatro: Revista de Estudios Culturales / A Journal of Cultural Studies, Vol. 31, No. 31 [2017], Art. 6

en la primavera de 1938. Es precisamente en este momento cuando Indalecio


Prieto establece el SIM, organismo para luchar contra la Quinta Columna, una de
cuyas primeras acciones fue una redada para capturar miembros clandestinos que
trabajan en Cataluña y que se saldó con más de 3.500 personas detenidas (203-
204). Las detenciones y condenas fueron disminuyendo a medida que se acercaba
el final de la guerra y de ahí posiblemente el hecho de que Román no pasara
demasiado tiempo en la cárcel.

Román-quintacolumnista es un maestro en la guerra psicológica contra


Gloria-República. Con sus malas tretas consigue que los demás miembros de la
familia busquen el mal de Gloria, que la rechacen, que la vean como algo maligno
y la golpeen. Por otro lado, consigue convencer a Juan de que traicione sus ideales
y se pase al bando contrario ante lo que ya parecía inevitable derrota del Ejército
Popular. Conductas como la de Román a gran escala, como lo fue la Quinta
Columna, constituyeron sin duda un golpe certero y ante el cual la República no
supo o no pudo reaccionar. Gloria aguanta los golpes y llega a denunciarlo, pero
tarde.

c. 3. Juan vs. Gloria

Juan, además de Gloria, es el único personaje cuya vinculación al bando


republicano es evidente. Lo que es discutible es que esta asociación sea por una
convicción genuina dada la facilidad con la que se deja convencer por su hermano
para pasarse a los nacionales ante la inminente derrota de la República. Sabemos
que es un militar del ejército republicano y que no es un soldado raso, tal y como
se desprende de las palabras de Gloria:

Yo nunca tuve miedo a los bombardeos, ni a los tiros... Pero no


nos acercábamos mucho a los sitios de peligro. Yo no sé bien cuál
era el cargo que tenía Juan, pero también era importante. (cap. 4)

Es Gloria también la que dice que Juan ha regresado cambiado de la guerra;


durante la contienda era feliz con ella y “estaba guapo, no como ahora, que parece
un loco” (cap. 4). Es decir, las secuelas de la guerra en él son visibles tanto física
como psicológicamente. El deterioro en su fisonomía es notorio desde la primera
mención del personaje en la que parece estar más cerca de los muertos que de los
vivos:

cuando de una de las puertas del recibidor salió en pijama un tipo


descarnado y alto que se hizo cargo de la situación. Era uno de mis
tíos, Juan. Tenía la cara llena de concavidades, como una calavera

92
http://digitalcommons.conncoll.edu/teatro/vol31/iss31/6
Casas: la II República en Nada de Carmen Laforet

a la luz de la única bombilla de la lámpara. (cap. 1)

En la narración se alude a su delgadez y a la falta de control de los músculos de la


cara que no hacen sino confirmar la imagen de una persona desquiciada, loca:

[…] vi la cara de Juan que hacía muecas nerviosas mordiéndose las


mejillas. Era que trataba de sonreír. (cap. 1)

A pesar de que en la obra se da a entender que la guerra ha vuelto locos a todos


los habitantes de la casa10, la locura de Juan sobresale a la de los demás tanto por
las descripciones como por sus actos. Su locura es quizás la única disculpa posible
al extremado comportamiento violento que lo caracteriza.

Juan es el personaje más violento en la obra. La agresividad de Juan


incluye el ámbito de lo verbal, lo psicológico y lo físico. Si bien es cierto que
arremete en mayor o menor medida contra todos los habitantes de la casa, también
lo es que su furia más despiadada va dirigida a su esposa Gloria. Con sus
hermanos Román y Angustias, aunque más con el primero, son sobre todo peleas
verbales; solamente en una ocasión, el episodio del pañuelo supuestamente
robado a Andrea, Juan llega a agredir físicamente a Angustias: Angustias llama
mujerzuela a Gloria y Juan reacciona en defensa de su mujer con un brutal
bofetón que hizo que su hermana cayera al suelo. Sin embargo, es Gloria la única
que sufre constantes agresiones tanto verbales como físicas, además de ejercer
sobre ella una fuerte presión psicológica. Tanto los insultos como los golpes y el
terror aumentan progresivamente en la novela hasta el punto de que Gloria le
confiesa a Andrea que teme que Juan la mate en cualquier momento (cap. 4).

La primera vez que aparecen juntos Gloria y Juan, la noche que Andrea
llega a la casa, éste la presenta empujándola por los hombros. Desde esta pequeña
agresión, el sufrimiento de Gloria va a ir en aumento. En Violencia de género.
Perspectivas interdisciplinarias, O’Toole y Schiffman enumeran los siguientes
tipos de comportamiento bajo el concepto de violencia doméstica:
Abofetear, morder, dar patadas, dar puñetazos, tirar objetos, encerrar,
denegar comida o medicación, abuso hacia animales y muebles,11apuñalar,

10
Esta es la impresión que tiene Gloria cuando recuerda en la conversación con Andrea y la
abuela su llegada a la casa “Toda la gente aquí me parecía loca”. (cap. 4)
11
El abuso hacia animales y muebles nada tiene que ver con el personaje de Gloria, pero sí está
presente en la novela en varias ocasiones, como por ejemplo cuando Román muerde la oreja de su
perro (cap. 17). La violencia contra muebles sobre todo la ejerce Juan al golpearlos y arrojarlos
contra otros durante sus arrebatos.

93
Published by Digital Commons @ Connecticut College, 2017
Teatro: Revista de Estudios Culturales / A Journal of Cultural Studies, Vol. 31, No. 31 [2017], Art. 6

disparar, ahogar, amenazar, insultar y degradar (249)


Un total de 14 comportamientos diferentes de violencia doméstica entre los cuales
tienen cabida tanto la agresión física como la verbal y la psicológica. Con la
excepción de disparar y apuñalar, todos los otros tipos de agresión son sufridos
por Gloria en la novela de Laforet.
Las dos siguientes agresiones son verbales. La primera pelea es provocada
por Román (cap. 2) por el mero hecho de que Gloria lo haya mirado y se haya
atrevido a hablar con él; en esta disputa “la rabia de Juan se desvió en un instante
hacia su mujer y la empezó a insultar. Ella también gritó y al final lloró” (cap. 2).
La segunda es desencadenada por la falsa acusación de Angustias acerca del
pañuelo de Andrea (cap. 6); en este caso, al igual que en el anterior, a pesar de
que la trifulca es entre Angustias y Juan, acaba desviándose hacia Gloria y parece
quedar en una discusión verbal. Es en el capítulo XI donde se narra con detalle
una paliza brutal que Juan le propina a Gloria una noche cuando ella regresa de
casa de su hermana, visitas que su esposo le había prohibido. Ésta es la secuencia
de maltratos: hay gritos, maldiciones y blasfemias, tacos, insultos, carreras y
tropezones con muebles, Juan abre la puerta de una patada y Gloria sale
despedida, medio desnuda, gritando; ella trata de morderle y arañarle pero Juan se
las apaña para agarrarla del brazo y arrastrarla al cuarto de baño, la mete en la
bañera sin quitarle la ropa y deja caer sobre ella el agua helada, le agarra
brutalmente la cabeza para que si abría la boca el agua le cayera y tuviera que
tragarla; “Gloria, de rodillas en el fondo de la bañera, empezó a llorar con la
cabeza apoyada en el borde, ahogándose, con grandes sollozos” (cap. 11); Juan
intenta sacarla de la bañera de un tirón, pero Gloria se defiende mordiéndole la
mano; Juan reacciona blasfemando y propinándole puñetazos en la cabeza;
finalmente Juan la llama bestia y se va dando un portazo. En el capítulo diecisiete
se menciona otra disputa entre los esposos provocada una vez más por palabras
envenenadas de Román; Juan encolerizado va a la habitación donde dormía
Gloria, se abalanza sobre ella y le da una paliza, pero en este caso no se describe.
Finalmente, en el penúltimo capítulo encontramos tres menciones más de
agresiones a Gloria: la primera es la narradora quien dice que tras la muerte de
Román los gritos persistían, Juan seguía pegándole a Gloria y “había tomado la
costumbre de pegarle por cualquier cosa y quizá su brutalidad se había redoblado”
(cap. 24), pero no se dan detalles. La siguiente acometida ocurre tras la venta del
piano de Román: Gloria ha vendido el piano para poder comprar alimentos y ha
preparado una comida; cuando Juan lo descubre, se enfurece, tira las cazuelas al
suelo y comienza a insultar y patear en el suelo a Gloria. Por último, tenemos la
narración sobrecogedora de Gloria donde transmite el miedo que tiene de que
Juan la mate, de cómo se acuesta con ella pero no duerme sino que la vigila y está

94
http://digitalcommons.conncoll.edu/teatro/vol31/iss31/6
Casas: la II República en Nada de Carmen Laforet

acostado a su lado con sus manos en el cuello de Gloria.12 ¿Cómo explicar tal
cúmulo de violencia en este personaje?
El comportamiento violento de Juan puede explicarse si lo interpretamos
bajo el marco alegórico. El pasado militar de Juan sirve como punto de partida
para esta lectura. Sabemos por la narración de Gloria de su fracasado intento de
entrar en la Academia Militar, institución que se dedicaba a la formación de
futuros oficiales del ejército, al no superar la prueba de ingreso. Este hecho
provoca su decisión de marcharse a África y alistarse en el Tercio. El Tercio de
Extranjeros, más conocido quizás como La Legión, fue creado en 1920 gracias a
los esfuerzos de José Millán-Astray de crear un ejército de soldados profesionales
para luchar en la guerra de Marruecos que estaba siendo larga y dura. En la página
web Historia de la Legión se dice que era un ejército de voluntarios al que podían

12
Reproduzco aquí el fragmento completo:

—Ninguna mujer sufriría lo que yo sufro, Andrea... Desde la muerte de Román, Juan no
quiere que yo duerma. Dice que soy una bestia que no hago más que dormir, mientras su
hermano aulla de dolor. Esto, dicho así, chica, da risa... ¡Pero si te lo dicen a medianoche,
en la cama!... No, Andrea, no es cosa de risa despertarse medio ahogada, con las manos
de un hombre en la garganta. Dice que soy un cer “do, que no hago más que dormir día y
noche. ¿Cómo no voy a dormir de día si de noche no puedo?... Vuelvo de casa de mi
hermana muy tarde y a veces ya lo encuentro esperándome en la calle. Un día me enseñó
una navaja grande que, según dijo, llevaba por si tardaba yo media hora más cortarme el
cuello... Tú piensas que no se atreverá a hacerlo, pero con un loco así, ¡quién sabe!... Dice
que Román se le aparece todas las noches para aconsejarle que me mate... ¿Qué harías tú,
Andrea? ¿Tú huirías, no?
No esperó a que yo le respondiera.
—¿Y cómo se puede huir cuando el hombre tiene una navaja y unas piernas para seguirte
hasta el fin del mundo? ¡Ay, chica, tú no sabes lo que es tener miedo!... Acostarte a las
tantas de la madrugada, rendido todo el cuerpo, como yo me acuesto, al lado de un
hombre que está loco...
»... Estoy en la cama acechando el momento en que él se duerma para dejar la cabeza
hundida en la almohada y descansar al fin. Y veo que él no se duerme nunca. Siento sus
ojos abiertos a mi lado. Él está “Él está destapado todo, tendido de espaldas y sus grandes
costillas laten. A cada momento pregunta: "¿Estás dormida?".
»Y yo tengo que hablarle para que se tranquilice. Al fin, no puedo más, el sueño me va
entrando como un dolor negro detrás de los ojos y me voy aflojando, rendida...
Inmediatamente siento su respiración cerca, su cuerpo tocando el mío. Y me tengo que
despabilar, sudando de miedo, porque sus manos me pasan muy suavemente por la
garganta y me vuelven a pasar...
»... Y si siempre fuera malo, chica, yo le podría aborrecer y sería mejor. Pero a veces me
acaricia, me pide perdón y se pone a llorar como un niño pequeño... Y yo, ¿qué voy a
hacer? Me pongo también a llorar y también me entran los remordimientos..., porque
todos tenemos nuestros remordimientos, hasta yo, no creas... Y le acaricio también...
Luego, por la mañana, si le recuerdo estos instantes, me quiere matar... ¡Mira!
Rápidamente se quitó la blusa y me enseñó un gran cardenal sanguinolento en la espalda.

95
Published by Digital Commons @ Connecticut College, 2017
Teatro: Revista de Estudios Culturales / A Journal of Cultural Studies, Vol. 31, No. 31 [2017], Art. 6

unirse no sólo españoles sino también extranjeros y cuyo único requisito era “ser
sanos, fuertes y aptos para empuñar armas, ofreciendo, a cambio, la posibilidad de
hacer carrera militar en el seno de La Legión”. Cuando se proclamó la II
República, el ejército, y dentro de él la Legión, acató el nuevo régimen, si bien al
igual que el país, el ejército también estaba dividido y la obediencia fue en
muchos casos más circunstancial que de convencimiento hacia el nuevo gobierno
y la aceptó más bien de una manera pasiva. El gobierno de la República era
consciente de la necesidad de controlar al ejército y para ello Azaña puso en
marcha medidas para reorganizar al ejército, algunas de las cuales no fueron bien
acogidas (Castro Oury 20-21). El ejército defendió en varias ocasiones la
República de ofensivas revolucionarias como la de octubre de 1934, pero cuando
estalla la guerra civil quedará divido entre unidades que se mantuvieron fieles a la
República y las que apoyaron el bando sublevado. En octubre de 1936 el gobierno
republicano trata de recomponer el ejército con las unidades fieles a ella y se
constituye el llamado Ejército Popular de la República, más conocido
simplemente como Ejército Popular. Al principio estuvo formado por varios
ejércitos localizados en diferentes áreas: Ejército del centro, Ejército del sur,
Ejército de Levante y Ejército del Este. Sin embargo, al quedar el territorio
republicano dividido en dos en julio de 1938, el ejército también se fracciona y se
reorganiza en torno a esas dos zonas: ejércitos de la región central y ejércitos de la
región oriental.
Gracias al relato de Gloria podemos afirmar que Juan era miembro del
ejército republicano de la zona oriental que estaba situada en la región catalana.
Es ella también la que nos dice que Juan ocupaba un cargo importante en el
ejército rojo si bien no sabe cuál exactamente. Aunque Juan no consiguió entrar
en la Academia militar, de donde hubiese salido preparado como oficial, dada su
participación en el Tercio es comprensible que no entrara en el ejército de la
República como soldado raso sino con un cargo de mayor responsabilidad
teniendo en cuenta el prestigio y éxito de este contingente militar. Juan y Gloria
se conocen en enero o febrero de 1938 cuando ella está evacuada en Tarragona y
se separan en la primavera de ese mismo año cuando comienza el declive del
frente de Aragón y entre los republicanos comienza a extenderse la idea de que
una victoria en la guerra es prácticamente imposible; el ejército empieza a estar
más debilitado y los nacionales avanzan e inician la ofensiva contra Levante. Es
en esos momentos cuando Román incita a Juan para que se pase a los nacionales.
Este comportamiento simboliza la contienda interna en el ejército de la República
de la que habla Aróstegui:
entre los partidarios de la resistencia y los de la capitulación no
hizo sino agudizarse en medio de un cansancio cada vez más
profundo de la población [las deserciones en las unidades militares,
por ejemplo, habían aumentado en otoño de 1938] y una división

96
http://digitalcommons.conncoll.edu/teatro/vol31/iss31/6
Casas: la II República en Nada de Carmen Laforet

más acerada entre las organizaciones políticas que apoyaban al


gobierno y entre sus dirigentes. (117)
Enfrentamiento y cansancio que, en muchos casos, como el de Juan, llevaron a
numerosas deserciones que sin duda hicieron flaco favor a la República.

Es obvio que el ejército no fue el único ni el mayor responsable de la caída


de la República, pero sí supuso un duro golpe y una de las críticas que se le puede
hacer es la inconsistencia o la falta de verdadero compromiso con la causa
republicana. Si partimos de la clasificación que propone Álvarez-Coque de los
miembros del Ejército Popular tenemos por un lado “los leales por convicción,
comprometidos con la causa republicana o, al menos, con la defensa del régimen
legalmente constituido. Un segundo grupo de militares de leales forzosos,
indiferentes y sin compromiso verdadero con la causa. En tercer lugar, los
desleales, colaboradores con el enemigo en grados diversos” (15), Juan creo que
se acerca más al grupo de los leales forzosos y, en su caso, como militar del
Tercio se incorporaría al ejército por deber militar y dada su ubicación al estallar
la guerra se uniría al bando de la República pero, insisto, sin mostrar una
verdadera lealtad. Desde este análisis me parece que Laforet con el aspecto militar
del personaje de Juan denuncia la parte de responsabilidad que el ejército tuvo en
el fracaso de la República, un ejército insuficientemente preparado, un ejército
que “nunca dejó de ser un ejército en proceso de construcción” (García 24) y
dividido internamente.

Juan es interesante también porque es el único personaje al que se le


identifica negativamente con una clase social. Juan es un “señorito” y como tal se
dirige a él siempre la criada. Esta alusión a la clase social a la que pertenece cobra
especial relevancia al referirse a ella Gloria y su hermana. La primera es Gloria
quien, tras una brutal paliza, le dice a Andrea:

¡Ay, Andrea! Más me valdría haberme casado con un obrero. Los


obreros viven mejor que los señores, Andrea; llevan alpargatas,
pero no les falta su buena comida y su buen jornal. Ya quisiera
Juan tener el buen jornal de un obrero de fábrica... (cap. 11)

Unos capítulos después, cuando Juan va a buscar a Gloria a casa de la hermana,


ésta le dice:
Y tú con tus ínfulas de señor de la calle de Aribau... […] Y puedes
dar gracias a Dios, Joanet, de que tu mujer te quiera. Con el cuerpo
que tiene podría ponerte buenos cuernos y sin pasar tantos sustos
como pasa la pobreta para poder venir a jugar a las cartas. Todo

97
Published by Digital Commons @ Connecticut College, 2017
Teatro: Revista de Estudios Culturales / A Journal of Cultural Studies, Vol. 31, No. 31 [2017], Art. 6

para que el señorón se crea que es un pintor famoso... (cap. 15)


La actitud de Gloria y su hermana denota la diferencia de clases entre ellas y la
familia de Juan: ellas pertenecen a la clase obrera y él a la pequeña burguesía
venida a menos (“ínfulas de señor”). Por otro lado, frente a la deslealtad que ha
mostrado Juan en su deserción, las palabras de la hermana enfatizan la lealtad de
Gloria: con su juventud y belleza bien podría haberse ido con otros hombres, pero
lo quiere de verdad y por ello le es fiel. Trasladados estos comentarios al ámbito
de la alegoría, a mi parecer delata una crítica por parte de Laforet a la pequeña
burguesía que apoyó la República más como una vía para no perder sus
privilegios que como proyecto político, y que una vez en el poder se “olvidó” de
la clase obrera que fue “con el apoyo de un sector de las clases medias urbanas, la
que derriba el régimen monárquico en 1931, proclamando la República” (Juliá
78). Se critica una pequeña burguesía débil que no supo o no pudo llevar las
reformas prometidas a buen término provocando el descontento de las masas
populares que esperaban justicia de la República. Al igual que Juan carece de
cualidades de pintor y convierte la belleza de Gloria desnuda al pintarla en una
caricatura, la República en manos de la pequeña burguesía en cierta manera es
una caricatura del proyecto originario. Otro error que Laforet señala es el no haber
prestado más atención a la clase obrera que con ilusión la apoyó y dejarse llevar
por el oropel de la pequeña burguesía.
Laforet caracteriza a Juan como un loco, pero su locura quizás no es
consecuencia tanto de la guerra, como apunta su hermana Angustias, sino más
bien por el arrepentimiento por su traición. Cuando Juan se reúne con Gloria por
primera vez acabada ya la guerra y estando ella aún en cama recuperándose del
parto, las únicas palabras que salen de su boca mientras Gloria llora son
“¡perdóname, perdóname! (cap. 4). La traición le remuerde la conciencia, pero ya
es demasiado tarde y la impotencia se materializa en violencia hacia lo que más
ama, es decir, Gloria-República. Juan, como la pequeña burguesía, es el gran
perdedor de la guerra por propia incompetencia.

Conclusiones

La violencia desproporcionada y arbitraria hacia un personaje


aparentemente secundario como es el de Gloria, hace lógico cuestionarse acerca
del mensaje que Laforet esté tratando de transmitir a través de él. La analogía que
se ha presentado en este estudio entre Gloria y la II República proporciona
elementos para inferir el significado de tanto ensañamiento.

98
http://digitalcommons.conncoll.edu/teatro/vol31/iss31/6
Casas: la II República en Nada de Carmen Laforet

En la novela Gloria es la niña bonita, niña y bonita se insiste, tiene


ilusiones, lucha por la supervivencia de los que la rodean, es la musa de Juan y lo
fue de Román. A pesar de sus buenas cualidades e intenciones es agredida. La
casa de Aribau como metáfora de España en las disputas fraternales simboliza la
bipolarización que llevó al conflicto armado y así también lo vemos en las
relaciones entre los hermanos que conviven en la casa de Aribau. Angustias,
mujer tradicional y retrógrada, está enfrentada ideológicamente a sus dos
hermanos. Representa las fuerzas externas que se opusieron a la República, la
resistencia más conservadora, apegada a la tradición y fuertemente vinculada a la
iglesia. Desde una perspectiva tradicionalista son previsibles sus ataques hacia
Gloria a quien ve como la Eva bíblica, una mujer que rompe las normas y trata de
vivir libremente. Sus aires de libertad no traen más que el caos a la paradisiaca
casa; la acusa de aduladora al igual que los opositores a la República.

El enfrentamiento entre Román y Juan es más complejo por lo oscuro de


la postura política de Román a quien Gloria acusa de traidor. En un principio
parece que ambos forman parte del bando republicano, pero el hecho de que
convenza a Juan de que se pase a los nacionales ante la inminente derrota
republicana y la situación privilegia en la que se encuentra Román durante el año
de posguerra en el que transcurre la novela, parecen confirmar su traición. Si
aceptamos la pertenencia inicial de ambos a la República, Román y Juan pueden
encarnar las luchas intrínsecas entre los republicanos que mencioné al comienzo
de este estudio. Román simboliza a aquellos que usaron la República en su propio
beneficio y que cuando las cosas empezaron a ir mal no dudaron en abandonarla y
traicionarla. Así Román utiliza a Gloria, la ama, se enamora de ella, pero juega
con sus sentimientos en el viaje desde el frente a Barcelona; una vez en Barcelona
se dedica a hacerle la vida imposible. Sin embargo, la última vez que interactúa
con Gloria en la novela deja entrever cierto arrepentimiento al confesarle que la
sigue queriendo. El rechazo ahora contundente de Gloria que lo acusa de traidor
puede ser el detonante que lo conduce al suicidio.

Juan es el único cuya vinculación a la República es clara. Sin embargo,


también se muestra débil y se deja convencer por Román para desertar ante la
inminencia de la derrota de las tropas republicanas. Juan encarna aquellas fuerzas
–pequeña burguesía y ejército- que tuvieron en sus manos las herramientas para
conducir al éxito la República, pero fracasaron. Cuando Juan trata de hacer un
retrato de Gloria, cuya belleza es indudable en este punto, el resultado es una
caricatura por su falta de destreza. La traición a sus ideales, la falta de pericia,
producen un enfermizo estado de frustración en Juan que se traduce en esa
injustificada y desmesurada violencia hacia Gloria, la República, el amor de su
vida.

99
Published by Digital Commons @ Connecticut College, 2017
Teatro: Revista de Estudios Culturales / A Journal of Cultural Studies, Vol. 31, No. 31 [2017], Art. 6

La II República, la niña bonita, nació cargada de buenas intenciones que


abogaban por la libertad, la igualdad, la educación al alcance de todos y laica. Por
ello fue recibida con ilusión y con esperanza de cambios radicales; era una musa
que proclamaba nuevos y mejores tiempos. A partir de unos personajes-símbolo
Laforet arremete duramente no contra la II República en cuanto a proyecto
político, sino contra quienes tuvieron en sus manos una oportunidad única de
cambiar la situación de una España atrasada, atrapada en un pasado que impedía
que se convirtiera en un país moderno, y no supieron hacerlo por falta de
convicción y por los desmanes partidistas internos. Era lógico que la República
recibiera ataques externos de quienes querían mantener España atada a la
tradición. Lo que carecía de sentido era que la República se viera saboteada desde
su seno interno por aquellos que radicalizaron sus posturas anteponiendo sus
ideales a los comunes al proyecto republicano. La consecuencia de todo ello es
que la República-musa-Gloria, joven y bella, terminara como una mujerzuela,
enferma y golpeada, olvidada y reprimida durante la larga dictadura franquista.

Esta interpretación me lleva a reforzar la opinión ya expuesta más arriba


de que en Nada no es Andrea la protagonista sino Gloria-II República. Andrea se
convierte en una mera narradora-testigo de la posguerra a través de la situación
familiar. Laforet a través de unos personajes cuidadosamente elaborados denuncia
sutilmente algunas de las causas que provocaron el fracaso de la II República.
Una crítica a la II República no en cuanto a su esencia como programa político
sino a las fuerzas internas republicanas que frente a la unidad se dejaron llevar por
intereses partidistas particulares y que, en ocasiones, desviaron su atención y
esfuerzos a problemas menores.

100
http://digitalcommons.conncoll.edu/teatro/vol31/iss31/6
Casas: la II República en Nada de Carmen Laforet

13

13
Allégorie de la République dans une lithographie de S. Dura d'après un dessin J. Barrera
(Archive National Historique, Section Guerre Civil, Salamanque (Espagne)
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Republique-allegorie.jpg.

101
Published by Digital Commons @ Connecticut College, 2017
Teatro: Revista de Estudios Culturales / A Journal of Cultural Studies, Vol. 31, No. 31 [2017], Art. 6

Obras citadas

Aliá Miranda, Francisco. “Negrín ante un enemigo “invisible”. La

Quinta Columna y su lucha contra la República durante la


Guerra Civil Española (1937-1939). Historia y política. 33
(2015): 183-208).

Aubert, Paul. “Los intelectuales y la II República”. Ayer. 40


(2000): 105-133.

Castro Oury, Elena. La segunda república y la Guerra civil


Española. Ediciones Akal: Madrid, 2000.

Clark, Zoila. “Los sacrificios a Xochipilli en Nada de Carmen Laforet”.


Feminaria Literaria 19 (2007): 121-125.

De la Fuente, Inmaculada. Mujeres de la posguerra. De Carmen Laforet a Rosa


Chacel: historia de una generación. Barcelona: Planeta, 2002 (2ª edición).

García Álvarez-Coque, Arturo. “La oficialidad del estado mayor en la Guerra


Civil española”, 2016. (https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag-
13888/La%20oficialidad%20de%20EM%20en%20la%20guerra%20civil.
Pdf)

Gobierno de Francia:
http://archives.gouvernement.fr/villepin/es/acteurs/los_simbolos_republica
_187/marianne_y_divisa_republica_50277.html
(Accedido 25 de mayo de 2017).

Historia de la Legión http://www.lalegion.es/historia.htm.


(Accedido 25 de mayo de 2017).

Juliá, Santos. La España del siglo XX. Madrid: Marcial Pons


Historia, 2007.
Orobon, Marie-Angèle. “Marianne y España: la identidad nacional
en la Primera República española”. Historia y política. 13
(2005): 78-98.

O’Toole, Laura L. y Schiffman, Jessica R. (eds) Gender Violence.


Interdisciplinary Perspectives. New York University Press: New York and

102
http://digitalcommons.conncoll.edu/teatro/vol31/iss31/6
Casas: la II República en Nada de Carmen Laforet

London, 1997.

Pagès I Blanch, Pelai. Cataluña en guerra y en revolución (1936-


1939). Sevilla: Ediciones Espuela de Plata, 2007.

Subirats, Marina. Barcelona: de la necesidad a la libertad. Las


clases sociales en los albores del siglo XXI. Barcelona:
Editorial UOC, 2012.

Tune, Molly. “Nada de humanidad: El mundo animal de la


posguerra española”, Entrehojas: Revista de Estudios
Hispánicos. 5-1 (2015): 1-19.

103
Published by Digital Commons @ Connecticut College, 2017

También podría gustarte