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Revista de la Asociación Geológica Argentina 74 (4): 423-448 (2017) 423

AGLOMERADOS VOLCÁNICOS Y CONGLOMERADOS


VOLCANOGÉNICOS ESTRATIFICADOS DEL MIOCENO
TEMPRANO EN LA BASE DE LAS SERIES CENOZOICAS DEL
CAMPO DE TALAMPAYA: INTERPRETACIÓN ESTRATIGRÁFICA
Y SIGNIFICADO GEOLÓGICO
Ricardo A. ASTINI1, Carina E. COLOMBI2, Juan C. CANDIANI3, Dennis KENT4, Carl SWISHER5 y Brent D. TURRIN5

1
CICTERRA (CONICET-UNC), Córdoba.
2
CIGEOBIO (CONICET-UNSJ) San Juan.
3
SEGEMAR, Córdoba.
4
Department of Earth and Planetary Sciences, Rutgers University, New Jersey.
5
U.S Geological Survey, Reston, Virginia

RESUMEN

Este trabajo destaca una época de intenso volcanismo andesítico en el interior de la placa sudamericana desarrollado con ante-
rioridad al inicio de la cuenca de antepaís de retroarco en el segmento sur de los Andes Centrales. Análisis de facies junto a una
cartografía detallada del campo de Talampaya, localizado entre las Sierras Pampeanas y la Precordillera (29º30´-30º lat. S) en el
oeste argentino, permiten reconstruir un estadío de volcanismo andesítico representado por una unidad volcanosedimentaria de
grano grueso que ocurrió con antelación a la amplia cuenca de antepaís del Bermejo. La estratigrafía volcanosedimentaria estudiada
(Formación La Moradita nov. nom.) cubre en discordancia a rocas del Cretácico y es truncada erosivamente por series bien datadas
del Mioceno medio. El análisis estratigráfico acompañado de nuevas dataciones 40Ar/39Ar permite reconstruir la evolución paleogeo-
gráfica y realizar una correlación regional de este evento a través del antepaís incluyendo la faja corrida y plegada de Precordillera y
el cordón de Famatina (dentro del antepaís fragmentado) y, señala un evento de magmatismo regional que ocurrió entre ca. 20-18
Ma (Mioceno temprano). Este episodio habría generado sistemas volcánicos localizados dentro del retroarco andino asociados con
extensión que junto a la carga litostática contribuyeron a incrementar la acomodación y favorecer la preservación de este intervalo
volcánico. Este evento es más joven que el volcanismo asociado con horizontalización de la subducción ocurrido entre el Mioceno
tardío y Plioceno y precede a los espesos depósitos sinorogénicos que caracterizan al antepaís en este segmento de los Andes.

Palabras Claves: Depósitos volcaniclásticos, Neógeno temprano, Paleogeografía, Antepaís de retroarco, Andes Centrales.

ABSTRACT

Early Miocene stratified volcanic agglomerates and volcanogenic conglomerates at the base of the Cenozoic series at Campo de Talampaya:
stratigraphic interpretation and geologic meaning
The purpose of this work is to highlight an epoch of intense andesitic volcanism within the interior of the South American plate prior to
the inception of the Bermejo foreland basin in the retroarc region of the southern Central Andes. Facies analysis and detailed mapping
of the Campo de Talampaya area, located between the Sierras Pampeanas and the Precordillera between 29º30´-30ºS in western Ar-
gentina, allow reconstruction of an important andesitic volcanic stage represented by a coarse-grained volcaniclastic unit that developed
before the wide and asymmetric Bermejo foreland basin. The latter took place as a response of flexural loading associated to progressive
Andean deformation and crustal thickening after the breakup of Farallon plate and initiation of orthogonal convergence along the
Pacific margin. The studied volcanosedimentary stratigraphy (La Moradita Formation nov. nom.) unconformably overlies Cretaceous
rocks and is erosively truncated by well-dated mid Miocene distal foreland series. Stratigraphic analysis and new 40Ar/39Ar dating allows
reconstruction of the paleogeographic evolution. The results portray a regional correlation across the present foreland including the
Precordillera thrust and fold belt and into the Famatina ranges (within the broken foreland) that shows a broad magmatic event that
occurred between ca. 20-18 Ma (early Miocene). This episode built localized volcanic systems across the Andean retroarc associated
with extension that together with the lithostatic load contributed to increase accommodation and allowed the preservation of this uni-
que volcanic stage. This event is much younger than the volcanism associated with more recent (late Miocene-Pliocene) shallowing of
subduction within this segment of the Andes and precedes the thick synorogenic stratigraphy within the foreland.

Key words: Volcaniclastic deposits, Early Neogene, Paleogeography, Retroarc foreland basin, Central Andes.
424 R. A. ASTINI, C. E. COLOMBI, J. C. CANDIANI, D. KENT, C. SWISHER y B. D. TURRIN

INTRODUCCIÓN discutir la génesis de estos depósitos sobre mo al límite interprovincial entre La Rioja y
la base de una correlación regional con los San Juan, siguiendo la estratigrafía expuesta
En la vertiente oriental del cordón serra- intervalos equivalentes, explicando algunos en los flancos orientales (dorsales) de la sie-
no que margina por el oeste al campo de de los interrogantes planteados. rra Morada (continuación septentrional de
Talampaya (flancos occidentales de la sie- Además de completar el registro estrati- la sierra de Valle Fértil) y el cerro Rajado,
rra Morada y el cerro Rajado), próximo al gráfico de la región, el estudio servirá para ubicados dentro de la Hoja Geológica Cerro
límite interprovincial entre San Juan y La completar la rica historia geológica de una Rajado (Gentilli 1972). Allí aflora una espe-
Rioja, se ha cartografiado una unidad vol- zona con gran valor patrimonial para la Re- sa sucesión homoclinal buzante hacia el este
canosedimentaria compleja que ha sido pública Argentina, dado que la misma sirve con bajo ángulo, como producto del bascu-
motivo de discusiones estratigráficas en la de límite entre el Parque Provincial Ischi- lamiento de bloques de basamento que afec-
bibliografía de la región, sin haberse publi- gualasto y el Parque Nacional Talampaya, tan la cubierta sedimentaria, producto de
cado a la fecha un riguroso análisis de fa- ambos considerados Patrimonio Mundial corrimientos de zócalo con estilo pampeano
cies. El intervalo desarrolla una continuidad de la Humanidad por la Organización de (con vergencia hacia el oeste). Desde el pun-
lateral de ~21 km y lenticularidad a nivel las Naciones Unidas para la Educación, la to de vista regional (Fig. 2a) es considerada
cartográfico, que permiten su mapeabilidad. Ciencia y la Cultura (UNESCO) en el año como las últimas estribaciones de las Sierras
Un estudio preliminar de la unidad permi- 2000 (http://whc.unesco.org/es/list/966). Pampeanas interpuestas entre el Sistema de
tió reconocer litologías y relaciones estrati- Famatina y la Precordillera (Caminos 1979,
gráficas muy similares a las reconocidas en MARCO GEOLÓGICO Y Ramos 1999).
Precordillera y Famatina para un intervalo ANTECEDENTES La unidad volcanosedimentaria forma la
volcanosedimentario andesítico-basandesí- cresta de un cordón (Fig. 2b), que resalta
tico que durante mucho tiempo fue contro- La región de estudio se ubica (Fig. 1) en el por su resistencia erosiva y su coloración
vertido, tanto en relación con su posición borde oeste del campo de Talampaya, próxi- morada, contrastando con los colores roji-
estratigráfica, como en relación con su gé-
nesis. Recientemente, el intervalo que regis-
tra actividad volcánica entre los 29º y 31º
LS en el antepaís andino fue datado como
Mioceno Inferior alto en Precordillera y
en Famatina (Limarino et al. 2002, Dávila
et al. 2004) y su génesis fue asociada con
horizontalización de la subducción. Sin
embargo, vale preguntarse por qué el mag-
matismo se extendió tan rápidamente hacia
el interior continental, cuál fue su origen y
por qué razones quedó preservado cuando el
mismo se desarrolló antes de la subsidencia
regional asociada con la cuenca de antepaís
del Bermejo.
El intervalo aflorante en el borde occiden-
tal del campo de Talampaya aparece en una
posición menos complicada desde un pun-
to de vista estructural que los depósitos de
Precordillera y Famatina y con muy buenas
relaciones de campo, interpuesto entre las
series mesozoicas y neógenas. El mismo fue
considerado alternativamente como parte
de un grupo presuntamente cretácico (Par-
ker 1974) o como la unidad basal del Neó-
geno (Bossi 1977). Este último intervalo,
fue estudiado en detalle por Malizia et al.
(1995) quienes lo caracterizaron como de-
pósitos distales de la cuenca de antepaís del
Bermejo (Jordan et al. 2001).
El objetivo del presente trabajo es realizar
un estudio paleoambiental basado en el aná-
lisis de facies, acotar la edad de la unidad y Figura 1: Mapa geológico del Campo de Talampaya con ubicación y cartografía de la unidad volcanosedimentaria
definir el marco paleogeográfico para poder estudiada en el presente trabajo.
Aglomerados volcaniclásticos del Mioceno temprano en Talampaya. 425

Figura 2: a) Imagen de topografía satelital sombreada


de la región sur de los Andes Centrales, incluyendo el
antepaís fragmentado (modificada de Dávila y Astini
2007). El recuadro blanco indica la posición de la fi-
gura 1 y la línea blanca la posición de la transecta en la
figura 16. V: Velasco; F: Famatina, VF: Valle Fértil; PP:
Pie de Palo; PC: Precordillera, CF: Cordillera Frontal;
b) Imagen satelital de la zona de estudio tomada de
Google Earth, destacando (en línea de puntos violeta)
la geometría cartográfica lenticular de la unidad estu-
diada. Nótese la marcada diferencia de colores entre
la unidad volcanosedimentaria y las unidades infra y
suprayacentes de la región. Compárese con el mapa de
la figura 1.

zos abigarrados de la Formación Los Colo- tología, luego de una descripción siguien-
rados (Triásico) y rojizos anaranjados de la do sugerencias de McPhie et al. (1993),
Formación Cerro Rajado (Cretácico) sobre se efectuó una interpretación en función
la cual apoya (Fig. 3a y b). También se di- de los posibles procesos depositacionales.
ferencia claramente de las series cenozoicas Vale aclarar que el criterio seguido en este
suprayacentes, que poseen colores marrones trabajo es el de estos últimos autores que
y rojizos pálidos y menos resistencia erosiva. consideraron dos categorías texturales prin-
El intervalo ha sido descripto e interpretado cipales: texturas volcaniclásticas y texturas Figura 3: Afloramientos de la Formación La Moradita
como yaciendo entre discordancias con es- volcánicas coherentes. Para el primer tipo (nov. nom.) en su estratotipo (véase ubicación en Fig. 1).
casa angularidad (Parker 1974, Bossi 1977) textural, McPhie et al. (1993), siguiendo a a) Vista panorámica hacia el sur mostrando su yacencia
y su característica principal, aparte del color, Fisher (1961), utilizaron el término “tex- en contacto neto sobre la Formación Cerro Rajado (fle-
es su granulometría muy gruesa y la notable turas volcaniclásticas” como descriptivo de cha negra). Nótese el contacto entre los dos miembros
composición volcánica, predominantemen- texturas primarias, para denominar a depó- informales reconocidos (flecha blanca) caracterizados
te andesítica. sitos compuestos predominantemente de por asociaciones de facies volcaniclásticas y epiclásticas
partículas volcánicas (independientemente respectivamente. Escala en círculo. b) Sección basal de
FACIES Y PROCESOS de la forma y tamaño y prescindiendo de la Formación La Moradita sobre la margen izquierda de
DEPOSITACIONALES los procesos). White y Houghton (2006) la quebrada homónima. Nótese el contacto neto erosivo
sugirieron incluir la totalidad de los pro- que la separa de la Formación Cerro Rajado. c) Detalle
Nuestro estudio litofacial ha permitido re- ductos fragmentales (cf., Cashman et al. del conglomerado basal polimíctico. Nótese la abun-
conocer que la unidad apoya sobre un con- 2000) originados por volcanismo explosivo dancia de clastos de cuarzo blanquecino redondeados y
glomerado fino, tabular y polimíctico (Fig. o efusivo dentro de las rocas volcaniclásticas subredondeados junto con clastos subangulosos y angu-
3c) con abundante cuarzo y espesor reduci- primarias (para una revisión terminológi- losos procedentes de basamento y unidades volcánicas
do (~1,5-2 m) que posee una distribución ca en castellano véase Murcia et al. 2013). del Triásico mezclados con algunos clastos rojizos proce-
regional y ha sido cartografiado sistemática- McPhie et al. (1993) diferenciaron dentro dentes de la unidad infrayacente.
mente en la base de la serie cenozoica (QM- de las texturas volcaniclásticas las siguientes
1 o RM- 1, Bossi 1977). categorías genéticas: autoclásticas, piroclás- sugerido por Tucker (1990). A su vez, las
Para la caracterización litofacial (véase Cua- ticas, resedimentadas tempranas y volca- “texturas volcánicas coherentes” resultan se-
dro 1) se ha seguido una nomenclatura de nogénicas (resedimentadas tardíamente y gún McPhie et al. (1993) del enfriamiento y
litofacies utilizando nombres codificables estrictamente epiclásticas en el sentido de solidificación de lavas o magmas. Dentro de
(e.g., Limarino et al. 2002) y para cada li- Fisher (1961 y 1966), término también ellas, estos autores incluyeron fábricas por-
426 R. A. ASTINI, C. E. COLOMBI, J. C. CANDIANI, D. KENT, C. SWISHER y B. D. TURRIN

fíricas, afíricas, afaníticas, etc, acompañadas También vale aclarar, que si bien según
por rasgos vesiculares, foliados, esferulíticos, White y Houghton (2006) los productos
etc, que aunque son comunes en lavas co- de reciclado epiclástico de series volcánicas
herentes, no son enteramente diagnósticos (depósitos volcanogénicos) deben ser des-
de ellas, puesto que también se desarrollan criptos directamente con la terminología
en depósitos volcaniclásticos, sobre todo en clásica de depósitos detríticos (e.g., arenis-
los autoclásticos y piroclásticos soldados (si- cas andesíticas) sin emplear terminología
guiendo a Smith 1960). volcaniclástica, esto no resulta sencillo en

Figura 5: Facies principales que constituyen la asocia-


ción de facies volcaniclástica: a) aglomerados gruesos
bandeados con moderada selección (Ab); b) aglomera-
dos lapillíticos bandeados (Alb); c) aglomerados y bre-
chas volcánicas gruesas y macizas (ABm); d) Aglome-
rados monocomposicionales tenaces con lineaciones
de flujo (Af ); e) lapillitas laminadas y gradadas (Ll-g)..
Nótese la presencia de bloques sobredimensionados en
a, c y d.

el campo y en depósitos antiguos. Menos


aun cuando se analizan series que abarcan
episodios volcánicos e intervolcánicos (o
posvolcánicos). Esta dificultad es notable en
el caso de la brechas y aglomerados que pue-
den formarse por multiplicidad de factores
(e.g., Fisher 1960) y donde la naturaleza de
los componentes (componentry) del depósito
(e.g., componentes juveniles, líticos o mix-
tos), el grado de selección y la morfología de
clastos permiten diferenciar distintos tipos.
Esto resulta crítico porque comúnmente las
brechas y aglomerados se caracterizan por
ausencia de estructuras mecánicas que en
Figura 4: Columna estratigráfica de la Formación La Moradita en la quebrada homónima. Nótese la división las granulometrías más finas resultan diag-
en dos miembros informales, uno inferior de carácter netamente volcaniclástico (piroclástico) y uno superior de nósticas de determinados procesos deposi-
carácter epiclástico (volcanogénico). Explicaciones en el texto. tacionales.
Aglomerados volcaniclásticos del Mioceno temprano en Talampaya. 427

CUADRO 1: Asociaciones de facies y facies principales de la unidad estudiada (véase figuras 4 a 14 y explicaciones en el texto).

Asociaciones Facies Código Descripción Interpretación


de facies
Aglomerados gruesos a medianos con moderada selección y matrices lapillíticas Depósitos de caída muy
a tobáceas gruesas, sin finos intersticiales. Composiciones volcánicas proximales con superposición de
Aglomerados gruesos juveniles y accesorias, ocasionalmente accidentales, dominan andesitas y eyectos. El bandeado indica la
bandeados con Ab basandesitas vesiculadas. Abundantes cristaloclastos fracturados y líticos naturaleza pulsante y discontinua
moderada selección volcánicos vesiculados en la matriz. Cemento zeolítico y calcítico. Porosidad del proceso explosivo.
remanente. Sutiles gradaciones granulométricas y superposición de bloques
sobredimensionados.
Aglomerados gruesos mal seleccionados de aspecto mantiforme y contactos Depósitos de bloques y cenizas
irregulares. Internamente macizos o caóticos. Textura clastosoporte a producto de erupciones
clastoflotante. Bloques sobredimensionados, a veces equivalentes al espesor explosivas y flujo proximal, altas
de las capas. Rango de tamaños máximos entre 1,5-0,8 m. Formas angulosas, temperaturas y afectados por
Aglomerados y irregulares, ameboidales y en ocasiones desflecadas. Frecuentes bordes de actividad hidrotermal.
ABm
brechas volcánicas reacción. Composición volcánica polimíctica, Dominan componentes juveniles Depósitos de removilización
gruesas y macizas y accesorios (>99 %), de aspecto porfírico, afìrico, escoriáceo y vesiculado. gravitacional y resedimenta-
Composiciones basandesíticas, andesíticas y traquíticas. Bloques accidentales ción temprana (avalanchas de
de basamento y de areniscas de hasta más de 10 cm de diámetro. Matrices escombros).
fragmentales con mala selección. Cemento intersticial vítreo sericitizado-
argilitizado.

Asociación Mantos con contactos netos y espesores entre 3 y 15 m, en general Depósitos de flujos piroclásticos
dominante monocomposicionales, conteniendo una variada clastometría y muy resistentes proximales (ignimbritas) de
piroclástica Aglomerados al intemperismo. Matriz volcaniclástica porfírica vesiculada, foliada y de color alta temperatura y localmente
monocomposicionales rojizo. Bloques de hasta 6 m, con geometrías irregulares y ameboidales, con afectados por autobrechamiento e
(depósitos del
tenaces con Af aureolas afaníticas y notables cambios de color y resistencia en los bordes, hidrotermalismo.
intervalo inferior)
lineaciones de flujo diaclasamiento concoidal y texturas externas microcolumnares, en costra de
pan o esferulitización en bordes. Delgado intervalo basal con gradación inversa
o laminación grosera. Gradaciones normales con colas de gruesos y bloques
protruyendo del tope.
Depósitos delgados (0,10-0,5 m) de lapillitas laminadas y sutil gradación normal. Oleadas piroclásticas y depósitos
Geometría tabular. Gradación inversa en los centímetros basales. Laminaciones de flujos piroclásticos turbulentos
Lapillitas laminadas y paralelas y truncamientos internos con muy bajo ángulo. Ondulaciones de (alto régimen de flujo) y de baja
Ll-g
gradadas escasa amplitud y longitud de onda métrica. En ocasiones se desarrollan en concentración y alta temperatura.
la base de Af.

Depósitos delgados y tabulares de aglomerados finos bien seleccionados con Depósitos de caída (aéreos) mejor
textura clastosoporte. Internamente macizos o con sutil gradación. Elevada seleccionados, generados a partir
Aglomerados
ALb porosidad primaria (20-30 %) y cementados por carbonatos. Dominio de de episodios explosivos.
lapillíticos bandeados
fragmentos juveniles, vesiculados-escoriaceos rojizos de 1 cm promedio.

Bloques aislados de gran tamaño superando el espesor de las capas que los Eyectos balísticos (bombas).
Bloques contienen o flexionando interfaces y contactos (sags). Geometrías irregulares o Fragmentos juveniles y
E
sobredimensionados ahusadas. Vesiculación variable y texturas de flujo en bordes. accesorios.

Bancos gruesos y muy gruesos (espesor métrico) con contactos netos Depósitos gravitacionales de flujos
irregulares. Internamente macizos o con gradaciones inversas en la base densos e hiperconcen-trados con
Conglomerados y normales al tope Clastometría muy variada. Selección moderada a mala. limitada segregación. Naturaleza
y brechas Bloques angulosos a subangulosos con aristas redondeadas. Tamaños máximos polimíctica y redondeamiento
CyBd
desorganizadas promedio de 1 m. Bloques sobredimensionados (hasta 1,8 m). Matrices areno- de aristas indicando retrabajo y
polimícticos limosas. Composición volcánica polimíctica de bloques (>99 % andesitas, resedimentación.
lacitas, traquitas y basandesitas, <1 % sedimentarios y metamórficos).
Frecuentes texturas de relave e infiltración de finos al tope.
Asociación
epiclástica Conglomerados polimícticos gruesos a medianos gradados-estratificados Depósitos de escorrentía
Conglomerados
(depósitos con geometrías lenticulares en bancos gruesos y medianos. Contactos netos superficial, retrabajo y mayor
organizados
volcanogénicos planares con superficies de corte y relleno. Estratofábricas crudas a bien selección granulométrica.
(clastosoportados
del intervalo Co organizadas. Fábricas clastosoportadas. Selección moderada. Bloques y clastos Estructuras erosivas y tractivas.
arenosos lenticulares,
superior) subangulosos a subredondeados. Gradaciones granulométricas normales. Núcleos y frentes de barras.
estratificados)
Estratificaciones paralelas groseras y cruzadas de bajo ángulo. Matrices Fluctuaciones internas indicando
arenosas. Cuñas de areniscas andesíticas. estacionalidad climática.
Parches de limolitas arenosas y fangolitas arcillosas rellenando intersticios y Depósitos de nivelación y relave
Fangolitas y areniscas cubriendo o nivelando el tope de depósitos psefíticos. Ocasional segregación de (tracción en bajo régimen de
fangosas moradas en F/FS arenas gruesas en láminas microgradadas y conjuntos con laminación cruzada flujo e infiltración). Retrabajo en
parches de algunos centímetros de espesor. etapas tranquilas con escorrentía
superficial y acción eólica.
428 R. A. ASTINI, C. E. COLOMBI, J. C. CANDIANI, D. KENT, C. SWISHER y B. D. TURRIN

Una columna sedimentaria de detalle (Fig. donde se reconocen: a) facies de aglome- bandeados y de aglomerados y brechas ma-
4) relevada en la quebrada La Moradita rados gruesos bandeados con moderada cizas y se reconocen tres unidades de flujo
(véase ubicación en Fig. 1 y 2) permite dife- selección (Ab), b) facies de aglomerados y caracterizadas por una mayor tenacidad
renciar dos grandes grupos de asociaciones brechas macizas mal seleccionadas (ABm), (mayor resistencia erosiva) de 3, 5,5 y 15 m
de facies dentro de la unidad: una asocia- c) aglomerados monocomposicionales tena- de espesor, respectivamente (Fig. 4).
ción volcaniclástica inferior (piroclástica) ces con lineaciones de flujo (Af ), d) depósi- Aglomerados gruesos bandeados (Ab): La fa-
y una asociación epiclástica volcanogénica tos de lapillitas laminadas y gradadas (Ll-g) cies de aglomerados gruesos bandeados con
superior. y e) depósitos de aglomerados lapillíticos moderada a pobre selección (Fig. 5a) do-
bandeados, delgados y bien seleccionados mina en los 15 m basales de la asociación
Asociación volcaniclástica (piroclástica) (ALb). A través de la sección se reconocie- (Fig. 4) y se desarrolla inmediatamente por
inferior ron múltiples bloques sobredimensionados encima del conglomerado polimíctico cuar-
La asociación volcaniclástica inferior (Cua- (E) y localmente también se reconoció un zoso y tabular con que inicia la unidad. Se
dro 1 y Fig. 5) está compuesta por un in- nivel autobrechado. trata de depósitos notablemente bandeados,
tervalo de aglomerados y brechas volcánicas Dentro de esta asociación dominan volu- clastosoportados y con escasa selección (Fig.
gruesas a lapillíticas, bien estratificadas y métricamente los depósitos de aglomerados 5a) dispuestos en bandas delgadas a media-
nas con contactos graduales (Fig. 6a). La
composición de los fragmentos en general
está dominada por andesitas vesiculadas en
grado variable y afectadas por oxidación (de
colores rojizos), pero también se reconocen
bloques de traquitas y lacitas o laciandesitas
de colores más claros. Las matrices son lapi-
llíticas y relativamente limpias. Internamen-
te las bandas presentan notables fluctuacio-
nes en los tamaños de bloques que pueden
alcanzar 35 cm, prácticamente igualando el
espesor de las bandas que los contienen. Al-
gunos bloques sobredimensionados (E) con
geometrías angulosas, ahusadas y texturas
escoriáceas y vesiculadas son comunes en es-
tos depósitos (Fig. 6b) y superan el espesor
de las bandas, produciendo cierta inflexión
en los contactos (sags).
Estos depósitos se interpretan como el re-
sultado de procesos de caída proximal con
superposición de bombas de mayor tamaño.
En este sentido, los bloques sobredimensio-
nados que producen la inflexión de capas o
contactos se interpretan como eyectos balís-
ticos (E) depositados en proximidad al apa-
rato volcánico del cual proceden (Hildreth
y Drake 1992, McPhie et al. 1993, Orton
1996, Houghton et al. 2000). La pobre se-
gregación y escasa selección de tamaños en
estos depósitos de caída serían el resultado
de trayectorias cortas y superposición de
procesos eruptivos y de dispersión comple-
jos, que ocurren con gran proximidad a cen-
tros eruptivos (Fierstein et al. 1997, Hou-
ghton et al. 2004, 2015, Carey et al. 2007).
A su vez, el bandeado y la fluctuación de
Figura 6: Facies de aglomerados gruesos bandeados (Ab). a) Panorámica del intervalo dominado por esta facies en tamaños por niveles indicaría variaciones en
el tercio inferior de la unidad (véase Fig. 4). Nótese la intercalación de una unidad de flujo hacia el tope; b) Nótese la intensidad del proceso explosivo y la na-
el bandeado interno y los bloques dispersos (deprimidos en el perfil de meteorización por sus texturas vesiculadas),
turaleza pulsante y discontinua del fenóme-
muchas veces sobresaliendo de las capas y superando el espesor de las bandas e interpretados como eyectos (E).
no eruptivo (Houghton et al. 2000, 2015).
Martillo de escala; c) detalle de la sección superior mostrando el contacto con el nivel de brechas soldadas. Escala
amarilla 1 m.
Houghton et al. (2004) describen y anali-
Aglomerados volcaniclásticos del Mioceno temprano en Talampaya. 429

zan depósitos bandeados mal seleccionados


similares a los de esta facies.
Aglomerados y brechas macizas (ABm): Los
depósitos de aglomerados y brechas muy
gruesas macizas forman camadas de geo-
metría y contactos irregulares de entre 0,5
y 5 m de espesor que, en general, carecen de
estructura interna (arreglo interno caótico)
y dominan en el tercio inferior de la unidad
(Fig. 4) alternando con la facies de aglome-
rados bandeados con moderada selección
(Ab). Se caracterizan por una muy mala
selección de tamaños, inmadurez textural
y matrices lapillíticas polimodales (Fig. 5c).
Los bloques que comúnmente alcanzan 1 m
son en general angulosos a muy angulosos
(Fig. 5c, 7a y b). Se reconocen diversas tex-
turas desde porfíricas densas hasta vesicula-
res, de flujo y escoriáceas. Dominan compo-
siciones andesíticas y acompañan variedades
de basandesitas, traquitas y laciandesitas.
Esto último refleja una cierta heterogenei-
dad de magmas (cf., Cas y Wright 1987,
Roobol et al. 1987, Carey y Houghton
2010). Es común que muchos de los blo-
ques de estos aglomerados presenten cam-
bios de color y texturas gradacionales en los
bordes externos (Fig. 7b), indicando aureo-
las de enfriamiento y afectación superficial
por hidrotermalismo o alteración térmica
(Wright et al. 1980, Carey 1991). También Figura 7: a) Facies de aglomerados y brechas macizas (ABm) dentro de la asociación volcaniclástica. Nótese el
espesor del depósito y el gran porte de los bloques angulosos sobredimensionados que contiene. Estos depósitos
algunos poseen vesiculación evidente y ras-
masivos se interpretan como flujos de bloques y ceniza; b) detalle del bloque andesítico encima de la persona de
gos de flujo (elongación).
escala. Nótese la vesiculación que posee y su orientación incipiente (textura de flujo). Nótese asimismo la textura
Estas características permiten interpretar fragmental volcaniclástica de la matrix; c) Depósito de una unidad de flujo soldada (flujo piroclástico) con grada-
que, en general, los aglomerados y brechas ción inversa en la base y desarrollo de un término basal laminado, interpretado como oleada basal; d) Detalle de
macizas representan flujos de bloques y ce- la base gradada inversa del flujo piroclástico mostrando la textura angular de los componentes fragmentales ande-
nizas calientes (Fisher y Heicken 1982, Fi- síticos y bordes de enfriamiento. En a) y c) pueden verse intervalos delgados de la facies de lapillitas laminadas y
sher y Schmincke 1984, McPhie et al. 1993, gradadas (Llg). Nótese la laminación paralela y suaves ondulaciones métricas atribuibles a un alto régimen de flujo.
Freundt et al. 2000). Algunos bancos, sin
embargo, poseen una mayor proporción de Aglomerados monocomposicionales tenaces bredimensionados (Fig. 9a). Estos últimos,
matriz fina, desarrollan estratificación gro- con lineaciones de flujo (Af ): Corresponden pueden disponerse “flotando” en el interior
sera, sutiles gradaciones granulométricas y a depósitos relativamente homogéneos, de o sobresaliendo del tope (protruyendo). La
contienen bloques con aristas redondeadas gran espesor, marcada tenacidad y contac- matriz volcaniclástica andesítica está vesicu-
(Fig. 8b, c y d) indicando cierto grado de tos netos. Internamente son monocompo- lada y posee incipiente foliación. Contiene
retrabajo. Por esta razón, es posible que al- sicionales y desarrollan lineaciones de flujo volcaniclastos elongados con desarrollo de
gunos niveles constituyan productos de re- a distinta escala. Poseen una limitada con- colas y alineados paralelos a los contactos.
movilización y resedimentación temprana tinuidad lateral. En la base contienen un En la unidad de 15 m de espesor los diá-
por gravedad (Francis et al. 1974, Hoblitt intervalo con gradación inversa bien desa- metros máximos de bloques alcanzan 6 m,
y Kelloggs 1979, Smith 1986, Arguden y rrollado (Fig. 7c, 7d y 8a). Su distribución muestran caras planares a cóncavas e inter-
Rodolfo 1990, Smith y Lowe 1991, McPhie granulométrica es polimodal (Fig. 5d) y namente desarrollan diaclasamiento concoi-
et al. 1993, Vallance 2000). Esto último, contienen bloques de andesitas y andesitas dal (Fig. 9b). Acompañan bloques menores
mejoraría la estratofábrica, redondearía aris- hornblendíferas aislados o agrupados de con diversidad de formas, algunos muy irre-
tas y eliminaría rasgos de enfriamiento en tamaños y geometrías variadas, angulosos, gulares y que pueden ser descriptos como
bloques, incrementaría las proporciones de irregulares y elongados. Un gran número subangulosas a fluidales o ameboidales (cf.,
matriz fina y generaría las gradaciones suti- de bloques posee límites difusos o graduales White y Houghton 2006). Además, las
les que se ven en algunos bancos. con la matriz y resaltan como bloques so- superficies externas de estos bloques están
430 R. A. ASTINI, C. E. COLOMBI, J. C. CANDIANI, D. KENT, C. SWISHER y B. D. TURRIN

afectadas por notables cambios de color y


tamaño de grano (texturas vítreas afaníticas
o afíricas) y en ocasiones poseen patrones
de esferulitización, costrificación y craque-
lación (tipo corteza de pan y diaclasamiento
superficial) (Fig. 9c).
En base a las características estructurales,
texturales y composicionales de bloques
y matrices, estos depósitos se interpretan
como generados a partir de flujos piroclásti-
cos densos. Mientras que las formas externas
irregulares son comunes como producto de
estiramiento y flujo en depósitos piroclásti-
cos de alta temperatura, los patrones textu-
rales sintaxiales (aureolas afaníticas, bordes
de reacción o costras en “cascara de pan”) en
un gran número de bloques indican proce-
sos de enfriamiento. Por la mala selección de
tamaños y el dominio de bloques angulosos
monocomposicionales, con caras planares a
cóncavas y aristas curvilíneas producto de
diaclasamiento térmico, se interpreta que un
buen número de los componentes juveniles
fueron derivados de autobrechamiento. Los
bloques de mayor dimensión con fracturas
internas cóncavas y patrones de esferuliti-
Figura 8: Facies de aglomerados monocomposicionales tenaces con lineaciones de flujo (Af ) y brechas resedi-
zación indican gradientes de enfriamiento.
mentadas dentro de la asociación volcaniclástica. a) corresponde a una unidad de flujo piroclástico relativamente
La notable tenacidad de estos depósitos, las
homogéneo y con sutil gradación inversa y contacto neto ondulado en la base; b-d) Constituyen depósitos de
texturas vesiculares de las matrices que indi- brechas ricas en matriz resedimentadas tempranamente a partir de flujos gravitacionales densos. Nótese la mayor
can desgasificación y los bordes irregulares y participación de finos en la matriz, las aristas subredondeadas de numerosos bloques y el desarrollo de gradaciones
de reacción en bloques constituyen elemen- inversas indicando flujos densos.
tos de juicio suficientes como para interpre-
tar una elevada temperatura de transporte y y Wright 1987, Michol et al. 2008, Heap et a félsicos (Soracchi et al. 2011, Heap et al.
emplazamiento. La mala selección de tama- al. 2014) que requieren una gran proximi- 2014). Cierto aplanamiento o planaridad
ños y la presencia de grandes bloques en el dad al área fuente, alta tasa de suministro de los bloques puede interpretarse como
interior y hacia el tope indican una elevada (espesor considerable) y un emplazamiento producto de estiramiento y elongación que
competencia y escasa capacidad de diferen- a altas temperaturas por encima de la tem- resultan de deformación por compactación
ciación, aspectos que muestran la alta den- peratura de transición del vidrio en la fase viscosa acompañada de disminución de
sidad que habrían tenido de estos flujos pi- fundida y una buena inercia térmica que volumen y pérdida de porosidad producto
roclásticos. El desarrollo de un término con impidan su rápido enfriamiento. El colapso de soldamiento ocurrido bajo altas tempe-
notable gradación inversa en la base (Fig. gravitacional o la explosión de lavas silíci- raturas. Estos efectos han sido descriptos y
7c y d) sería producto de cizalla e interac- cas a intermedias y domos lávicos común- analizados por Michol et al. (2008), quienes
ción granular capaz de propiciar un efecto mente genera corrientes piroclásticas densas realizaron análisis texturales detallados en
de zarandeo dinámico (Branney y Kokelaar caracterizadas por contener una importante depósitos similares con diferente grado de
2002, Sulpizio y Dellino 2008). De acuer- proporción de bloques juveniles y acceso- soldamiento.
do con estas características las unidades de rios densos y escoriáceos mezclados con una Lapillitas laminadas y gradadas (Llg): Si bien
flujo (sensu Wright y Walker 1981) consti- fracción lapillítica y matrices cineríticas fi- volumétricamente los depósitos de lapillitas
tuirían depósitos ignimbríticos (Sparks et al. nas que se depositan en regiones proxima- laminadas y gradadas (Fig. 5e) están muy
1973, Sparks 1976, Carey 1991, Freundt et les luego del quiebre de pendientes y relle- subordinados, su reconocimiento resulta
al. 2000) con alto grado de cohesión prima- nando depresiones y trincheras, a partir de clave para completar la asociación de depó-
ria y soldamiento (Walker 1983, Branney y flujos de alta concentración de partículas y sitos volcaniclásticos. Se trata de depósitos
Kokelaar 1992). mecanismos inerciales-granulares (Branney delgados a medianos, internamente bien es-
Una posibilidad alternativa para el origen y Kokelaar 2002). Estos depósitos de blo- tructurados, con contactos netos y general-
de algunos de estos depósitos y en particular ques y cenizas (block-and-ash) son produc- mente planares a ondulados. Son frecuentes
el de 15 m de espesor, es que constituyan tos frecuentes en volcanismo explosivo en en la sección media de la asociación volca-
depósitos de bloques y ceniza soldados (Cas contextos de estratovolcanes intermedios niclástica (Fig. 4). Además de sus contactos
Aglomerados volcaniclásticos del Mioceno temprano en Talampaya. 431

basales netos sobre otras litologías (Fig. 7a métrica a través de la columna aérea (Sohn pósito posee una textura de flujo, notada a
y 7c) se caracterizan por tener buena con- y Chough 1993, Houghton et al. 2000, partir de la orientación de porfiroclastos y
tinuidad lateral y desarrollo de laminación 2015). Este tipo de depósitos se reconocen elongación de burbujas y está afectado por
planar con ondulaciones en fase y de lon- por su elevada porosidad primaria (Oviedo estrangulamientos y brechamiento que per-
gitud de onda métrica. Algunos niveles y Astini 2014) y por constituir depósitos miten interpretarlo como un nivel piroclás-
muestran conjuntos laminados con trunca- sueltos que suelen tener muy bajo potencial tico afectado por autobrechamiento. No se
mientos internos de bajo ángulo (<10º). Al de preservación. En nuestro caso la poro- descarta que se trate de depósito de flujo de
microscopio se observa que las matrices de sidad está parcial a totalmente ocluida por escorias.
estos depósitos poseen escasez de matriz fina calcita y zeolitas (Fig. 10b).
y abundancia de cristaloclastos, en general Nivel volcániclastico autobrechado: Además Tipología de componentes y caracterís-
muy fracturados, junto a fragmentos líticos de los depósitos mencionados, por encima ticas texturales de la asociación volcani-
volcánicos angulosos con vesiculación varia- de la facies de aglomerados gruesos ban- clástica
ble y fragmentos irregulares de escorias. Se deados que dominan en los 15 m basales Un análisis composicional y textural de los
encuentran cementados por zeolitas y car- se reconoció un nivel de aproximadamente clastos (o fragmentos) en brechas y aglome-
bonatos. El predominio granular y ausencia 2,5 m relativamente homogéneo (Fig. 11) rados de la asociación volcaniclástica per-
de matriz cinerítica fina indicaría elevados y constituido por una pasta porfiroclástica mite sugerir que en su gran mayoría cons-
niveles de turbulencia durante el transporte. fina, notablemente vesiculada y afectada por tituyen fragmentos piroclásticos juveniles
Los rasgos descriptos son típicos de oleadas oxidación térmica que le confiere coloración y accesorios producto de explosividad con
piroclásticas (Crowe y Fisher 1973, Sheri- rojiza. Flotan en la matriz rojiza una varie- muy escaso o nulo transporte. Si bien tam-
dan y Updike 1975, Wohletz y Sheridan dad de litoclastos volcánicos (Fig. 11c) que bién se reconocen fragmentos hialoclásticos
1979, Fisher y Heicken 1982, Fisher y Sch- reflejan un carácter fragmental del depósito, y producto de autobrechamiento (bloques
mincke 1994, Cas y Wright 1987, Valenti- razón por la cual se lo interpreta como un con diaclasamientos conoideos) estos son
ne 1987) y se interpretan como depósitos depósito piroclástico. Localmente, este de- menos comunes y están restringidos a las
de flujos piroclásticos de baja densidad (Ca-
rey 1991, Valentine y Fisher 2000). Su bue-
na selección y ausencia de matrices finas son
consistentes con dispersiones turbulentas
de baja concentración (Wilson y Hough-
thon 2000), mientras que las laminaciones
paralelas, ondulaciones métricas y trunca-
mientos de bajo ángulo se interpretan como
estructuras de alto régimen de flujo (Fisher
y Schmincke 1994). En nuestro caso, estos
depósitos se disponen como eventos aisla-
dos o pueden ocurrir en la base de depósitos
ignimbríticos (FPs) (Fig. 7c), en cuyo caso
se interpretan como depósitos de oleadas
basales (Chough y Sohn 1990, Valentine y
Fisher 2000).
Aglomerados lapillíticos bandeados (ALb): A
diferencia de la facies de aglomerados grue-
sos bandeados con moderada y pobre selec-
ción, la facies de aglomerados lapillíticos
bandeados, delgados y bien seleccionados
(Fig. 10a) se encuentra poco representada y
sólo se hallaron dentro de la sección media
(Fig. 4). Estos depósitos se caracterizan por
su espesor reducido (< 10 cm) y contactos
también graduales entre bandas (Fig. 5b),
pero desarrollo de muy buena selección de
tamaños, sutiles gradaciones normales y Figura 9: Facies de aglomerados monocomposicionales tenaces con lineaciones de flujo (Af ). a) Tramo superior
empaquetamiento abierto (Fig. 10b). Estos del depósito de flujo ubicado en la sección media de la unidad y en el tope de la asociación volcaniclástica con
rasgos son comunes en depósitos de caída evidencias de emplazamiento a alta temperatura. Nótese el bloque sobredimensionado en el centro de la imagen
más distales desarrollados a mayor distan- protruyendo desde el techo; b) detalle del interior del bloque sobredimensionado de la diapositiva anterior mos-
trando fisuras con diseños cóncavas y esferulitización de tamaño creciente hacia el interior del bloque; c) bloque de
cia de centros eruptivos y asociados con una
gran dimensión con superficie externa en “costra de pan”; d) detalle del patrón de micro diaclazamiento columnar
buena capacidad de segregación granulo-
en la superficie de un bloque.
432 R. A. ASTINI, C. E. COLOMBI, J. C. CANDIANI, D. KENT, C. SWISHER y B. D. TURRIN

samiento autoclástico de lavas o domos algo


más ácidas (términos lacíticos o laciandesíti-
cos) e incorporados dentro de los depósitos
de bloques y cenizas y de flujos piroclásticos
densos.
El examen petrográfico de las texturas frag-
mentales de la asociación de facies volca-
niclástica revela una gran abundancia de
cristaloclastos generalmente fracturados
(angulosos) y de litoclastos de variadas com-
posiciones y texturas desde afaníticas hasta
porfíricas y traquíticas con grados de vesicu-
lación variable (Fig. 12). Asimismo, resulta
notable la vesiculación en matrices de las
unidades de flujo ignimbrítico. En general,
las láminas delgadas muestran escasez de
matriz primaria y cemento calcítico y zeo-
lítico (Fig. 12).
A excepción de los depósitos de caída tanto
proximales como distales donde dominan
los fragmentos juveniles (incluyendo frag-
mentos de salpicaduras, bombas y escorias),
la variedad textural y composicional en los
componentes de brechas y aglomerados,
interpretados como depósitos de bloques
y cenizas y depósitos de flujos piroclásticos
densos, indica una importante incorpora-
ción de fragmentos líticos accesorios (Fig.
12). Es decir, fragmentos volcánicos que
forman parte del sistema volcánico asociado
(conductos y edificio volcánico) incluyendo
depósitos preexistentes y que, a veces, resul-
ta bastante difícil y hasta subjetivo separar-
los de los fragmentos juveniles. Asimismo,
fragmentos líticos accidentales han sido
hallados macroscópicamente en los depósi-
tos de la sección basal y microscópicamente
dentro de las matrices de los depósitos de
flujos piroclásticos densos. Estos últimos,
corresponden a fragmentos de rocas sedi-
mentarias y metamórficas compatibles con
la estratigrafía del subsuelo de la región.
La vesiculación y la oxidación térmica que
le confiere coloración rojizo-morada tanto
a matrices como a clastos son rasgos carac-
Figura 10: Facies de aglomerados lapillíticos bandeados (ALb). a) Detalle del bandeado característico de esta facies
terísticos en la asociación volcaniclástica.
y las sutiles gradaciones. Se interpretan como depósitos de caída proximales (en la proximidad de aparatos volcá-
Mientras que la vesiculación constituye una
nicos y en taludes), producidos por eventos explosivos; b) Detalle de la anterior mostrando la buena selección de
tamaños y naturaleza de las partículas. Nótese la angulosidad e irregularidad de los componentes dominantemente
medida de la exsolusión y expansión de ga-
esocriáceas o vesiculares y la elevada porosidad primaria (empaquetamiento abierto). Nótese el relleno poral de ses (volátiles en general) durante el proceso
cemento calcítico. eruptivo donde la distribución, densidad y
tamaño de vesículas depende de la explosi-
unidades de flujo. Fragmentos hialoclás- de flujo y se caracterizan por desarrollar for- vidad y naturaleza del magma, la oxidación
ticos formados por enfriamiento rápido y mas muy irregulares y texturas en máculas térmica temprana ocurre asociada a proce-
fragmentación pasiva de lavas o domos en y esferulíticas vítreas (Fig. 9b). En algunos sos de condensación, despresurización de
crecimiento se encuentran distribuidos o casos, estos fragmentos parecen haber resul- agua freática exsuelta e hidrotermalismo
agrupados dentro de algunas de las unidades tado de procesos de fragmentación y diacla- temprano bajo altas temperaturas (Hough-
Aglomerados volcaniclásticos del Mioceno temprano en Talampaya. 433

ton et al. 2000, Wilson y Houghton 2000, contienen bloques sobredimensionados dis- y volcaniclásticos primarios que reflejan una
Ohba y Nakagawa 2002). Si bien la vesicu- tribuidos al azar y “flotando” entre granulo- gran proximidad con el área de aporte. No
lación es evidente macroscópicamente en las metrías menores que le sirven de matriz (Fig. se descarta la posibilidad de que algunos
matrices de las unidades de flujo (Fig. 11c), 14b). Las matrices son areno-fangosas mora- niveles ricos en matriz se hayan originado
es más notable aún en los litoclastos juveni- das y contienen fracciones que van de gránu- como lahares.
les tanto de brechas y aglomerados (Fig. 13) lo a limos y composiciones volcánicas. En la Conglomerados organizados (Co): Los con-
como de los depósitos lapillíticos y de caída sección superior de la unidad, se reconocen glomerados arenosos muestran un mayor
descriptos. En estos últimos, petrográfica- en el tope de los bancos intervalos delgados grado de organización interna, lenticulari-
mente se destacan aquellos con vesiculación con fábricas abiertas y contactos puntuales dad y segregación. En ocasiones esta facies
moderada, aunque la observación de detalle entre clastos y desarrollo de parches areno-li- alterna con los depósitos gruesos mal selec-
permite reconocer rangos entre vesiculación mosos morados dispuestos entre bloques y cionados, intercalándose como particiones
pobre y elevada (Houghton y Wilson 1989), nivelando la topografía irregular. limitadas por contactos netos planares. Se
dependiendo de la composición y textura de El grado de desorganización de estos con- trata de conglomerados con fábrica clasto so-
los fragmentos juveniles. Los casos extremos glomerados y brechas, su mala selección y
(Fig. 13a y b) constituyen verdaderas esco- el desarrollo de gradaciones inversas en la
rias en el sentido de Murcia et al. (2013), base y normales hacia el tope indican que
quienes propusieron denominar así a frag- estos depósitos se formaron a partir de flu-
mentos de origen piroclástico fundamental- jos gravitacionales, relativamente densos y
mente vítreos de color oscuro con burbujas con alta concentración capaces de suprimir
esféricas o irregulares y vesículas con paredes la turbulencia e impedir una mejor organi-
gruesas y oscuras (color café o rojizas) que zación y segregación interna. Los espesores
sugieren magmas poco viscosos. de bancos y su relación con tamaños de
bloques son consistentes con flujos de alta
Asociación epiclástica superior capacidad y competencia que en algunos
La asociación de facies superior (Fig. 4) de casos habrían podido sostener bloques so-
composición volcanogénica (Cuadro 1) se bredimensionados, incluso sobresaliendo del
compone de: a) conglomerados y brechas flujo (flujo laminar y alta tensión de matriz).
desorganizadas (CyBd), gruesas y muy grue- Un cierto redondeamiento de aristas indica
sas (de bloques), matriz a clasto-soporta- que los bloques y clastos de estos depósitos
dos, pobremente estratificados y dispuestos estuvieron sometidos a procesos de erosión,
en bancos muy gruesos a medianos, con meteorización y desgaste previos a su incor-
contactos irregulares y b) conglomerados poración en flujos gravitacionales. El desa-
organizados (Co) arenosos y lenticulares, rrollo de fábricas abiertas e intervalos clas-
con contactos netos planares, con buen re- to-sostén con contactos puntuales y parches
dondeamiento de componentes y cuñas de areno-limosos y limo-fangosos (facies F) en
areniscas sabulíticas con estratificación cru- el tope de algunos bancos indica procesos de
zada. Además, esta asociación contiene en segregación e infiltración de materiales finos
forma minoritaria fangolitas limosas (F/Fs) (posiblemente eólicos o producto de esco-
moradas dispuestas en particiones disconti- rrentía superficial) compatibles con retraba-
nuas o parches irregulares entre las camada jo y exposición prolongada entre episodios
psefíticas. gravitacionales.
Conglomerados y brechas desorganizadas Estas psefitas incluyen una proporción do-
(CyBd): Los conglomerados gruesos y muy minante de bloques y clastos de volcanitas
gruesos son macizos o desarrollan tanto gra- mesosilícicas diversas y muy subordinada-
dación inversa en la base, como normal en el mente algunos clastos de basamento (grani-
tope y contienen bloques sobredimensiona- tos y metamorfitas), cuarzos de vena (blan-
dos que a veces protruyen del tope de los ban- quecinos) y clastos de sedimentitas (rojas y
cos (Fig. 14a y b). Los bloques, en general, amarillentas) como las que se exponen en Figura 11: Unidad de flujo autobrechada (facies Af )
son angulosos a subangulosos y de acuerdo las unidades del Mesozoico infrayacente. perteneciente a la asociación volcaniclástica: a) Obsér-
con la angulosidad de sus componentes cla- De acuerdo con esta composición, la mala vese la fábrica reomórfica seguido de una brecha. Se
sifican como brechas, pero a diferencia de las selección y el redondeamiento de aristas, interpreta como un depósito piroclástico soldado, de
alta temperaura; b) Detalle de la textura fragmental del
brechas volcánicas de la asociación de facies se interpretan como conglomerados volca-
depósito con bloques andesíticos flotando en una ma-
inferior, muestran algo de redondeamiento nogénicos, redepositados a partir de flujos
triz volcánica vesiculada; c) Detalle textural mostrando
de sus aristas (Fig. 14a). El espectro de gra- de gravedad densos (avalanchas y flujos de litoclastos andesíticos a lacíticos vesiculados y fragmen-
nulometrías es muy variado (distribuciones detritos), resultando de procesos gravitacio- tos escoriáceos en matriz basandesítica de grano fino
granulométricas polimodales) y en general, nales y de retrabajo de depósitos volcánicos afectada por oxidación térmica temprana.
434 R. A. ASTINI, C. E. COLOMBI, J. C. CANDIANI, D. KENT, C. SWISHER y B. D. TURRIN

portada y con matrices arenosas (hasta 25%


de arena) o polimodales y se caracterizan
por un mejor redondeamiento de clastos y
desarrollo de estructuras mecánicas (estrati-
ficaciones paralelas groseras, estratificaciones
cruzadas de bajo ángulo y artesas, Fig. 14c).
Algunos niveles dentro de esta facies desa-
rrollan buena imbricación de clastos, otros
muestran notables agrupamientos de bloques
y clastos con colas de finos y gradaciones
normales dentro de fábricas clasto-soporta-
das. También se intercalan cuñas de areniscas
y areniscas conglomerádicas laminadas. Al
microscopio la matriz arenosa (arenitas líti-
cas andesíticas) contiene algunos granos de
cuarzo y plagioclasas redondeados y subre-
dondeados mezclados con los componentes
líticos volcánicos que son dominantes y ce-
mento calcítico.
Las fábricas clasto-soportadas, matrices lim-
pias areno-sabulíticas, mejor redondeamien-
to y buena selección de clastos, desarrollo
de imbricación y frecuentes agrupamientos
indican la presencia de flujos fluidales turbu-
lentos actuando reiteradamente sobre estos
depósitos. El desarrollo de contactos netos
planares, geometrías lenticulares y estratifica-
ciones planares y cruzadas indican actividad
erosiva y persistencia de corrientes fluidales
que permitieron el desarrollo de formas de
lecho. Gradaciones normales, cuñas de arena
y estratificaciones cruzadas de bajo ángulo
son indicativas del desarrollo incipiente de
barras asociadas con escorrentía superficial
(stream flows), afectada por fluctuaciones es-
tacionales.
Fangolitas y areniscas fangosas moradas en par-
ches (F/SF): Esta facies es volumétricamente
minoritaria y, como se menciona más arriba,
se intercala entre los depósitos de brechas
desorganizadas a manera de particiones que
cubren o mantean parcialmente los depósitos
gruesos y contribuyen a nivelar su topografía
irregular (Fig. 14a y b). Se trata de limoli-
tas y areniscas medianas a finas arcillosas que
Figura 12: Petrografía de las texturas fragmentales volcaniclásticas de la asociación de facies volcaniclástica de la
Formación La Moradita. a) Cristaloclastos y litoclastos volcánicos variados (algunos vítreos y oxidados) en matriz ocupan espacios intersticiales entre bloques y
cinerítica fina en los depósitos de bloques y ceniza. Nicoles paralelos; b) Detalle mostrando litoclasto volcánico con pueden alcanzar 10 cm de espesor, aunque
textura traquítica en matriz vítrea oxidada (Lv), fragmento escoriáceos de distinta composición (E) y varios fragmen- su registro lateral es discontinuo. Se reconoce
tos internamente fracturados de cristales de hornblenda y piroxenos. Cemento zeolítico (z) y calcítico (c). Nicoles por su color morado oscuro y relativa homo-
paralelos; c) Textura fragmental limpia de un depósito de lapillitas laminadas y gradadas (Llg) con litoclastos volcá-
nicos con texturas variadas y alteradas en nicoles paralelos. Nótese fragmentos de pastas afaníticas (microcistalinas a
geneidad, aunque algunos niveles poseen la-
microporfíricas) y porfíricas y escasos cristaloclastos; d) idem anterior a nicoles cruzados. Nótese bordes de granos minación cruzada y ocasionalmente pueden
oxidados producto de oxidación térmica temprana. Cemento zeolítico tardío; e) depósito volcaniclástico rico en frag- contener hileras de clastos pequeños en la
mentos líticos juveniles vesiculados (Ljv) y fragmentos de escorias (E). Asimismo, en el centro de esta imagen hay un base.
fragmento lítico no volcánico de una metaarcosa (M). Nicoles paralelos; f) Textura fragmental volcaniclástica rica en Se interpretan como depósitos de relave su-
cristaloclastos y litoclastos volcánicos escoriáceos. Nótese la moderada a buena selección y el cemento calcítico (c) en
parches. Nicoles paralelos; g-h) Depósito fragmental volcaniclástico algo retrabajado en nicoles paralelos y cruzados. perficial e infiltración reflejando momentos
Nótese la pobre selección (textura polimodal) y bordes de algunos fragmentos líticos y cristales algo más redondeados. de retrabajo por escorrentía a partir de flu-
Aglomerados volcaniclásticos del Mioceno temprano en Talampaya. 435

Figura 13: Microfotografías de rasgos de vesiculación


en los depósitos volcaniclásticos de la Formación La
Moradita. a) Fragmento lítico juvenil de una andesita
fuertemente vesiculada indicando desgasificación. Nó-
tense microlitos feldespáticos y cristales de hornblenda
en la pasta microporfiríca relativamente oxidada. Ni-
coles paralelos; b) Fragmento escoriáceo fuertemente
afectado por oxidación térmica temprana en depósito
fragmental. Nicoles cruzados; c) Desarrollo de vesicu-
lación en una unidad de flujo soldada, fuertemente
oxidada y afectada por autobrechamiento. Nótense
fenocristales y microlitos de feldespatos y cristales de
piroxenos distribuidos en la pasta vítrea. Nicoles pa-
ralelos; d) Ídem anterior a nicoles cruzados. Nótese el
grado de oxidación de la pasta vítrea.

jos diluidos o procesos eólicos que habrían, volcánico, asociados con gradientes elevados, nosedimentario estudiado. Dicho nombre se
asimismo, afectado la sección más superficial propios de un aparato volcánico. El arreglo justifica por lo distintivo y característico de
de los depósitos gruesos mejorando su orde- general de la asociación de facies volcaniclás- sus litologías y por el espesor estratigráfico
namiento y generando intervalos bien segre- tica (Fig. 4) indica una progresión desde un involucrado que la hacen fácilmente carto-
gados con texturas bimodales. Los parches dominio de facies de caída a uno de flujos grafiable (desde el punto de vista práctico).
de depósitos finos reflejan condiciones de piroclásticos y de bloques y cenizas, indican- Además, su color notablemente morado con-
transporte a partir de flujos fluidales o pro- do un incremento de la actividad volcánica, trasta con los rojizos intensos y pálidos, del
cesos eólicos en condiciones de bajo régimen mientras que la asociación epiclástica (volca- infra y suprayacente respectivamente (obser-
de flujo con escaso potencial de preservación. nogénica) superior refleja un retrabajo tardío vables tanto en el campo como en imágenes
de las facies volcaniclásticas primarias de la de color real y falso-color, véase Fig. 2). Asi-
Interpretación paleoambiental sección inferior. Esta última habría tenido mismo, los contactos inferior y superior son
Si bien el análisis de depósitos volcanosedi- lugar en una etapa tranquila donde el relieve netos y permiten separarla claramente de las
mentarios y volcaniclásticos en particular volcánico paulatinamente se redujo por reci- unidades infra y suprayacentes.
dentro del registro fósil resulta extrema- clado, formando abanicos aluviales con que La definición de este intervalo volcanosedi-
damente difícil por las complejidades que culmina la unidad. mentario como unidad formal cumple con
suman, la compactación mecánica, el sote- Nuestro estudio litofacial permite sostener todos los requerimientos del Código Ar-
rramiento y las transformaciones diagenéti- que este intervalo estratigráfico constituye gentino de Estratigráfia (CAE 1992), defi-
cas sumadas a la falta de horizontalidad del el relicto de una unidad eruptiva caracteri- niéndose como estratotipo al perfil expuesto
registro (más allá de inclinaciones primarias) zada por un sistema depositacional conoidal en la quebrada homónima (Fig. 1). Desde
y la falta de continuidad lateral de los depó- proximal (posiblemente ubicado a escasa dis- un punto de vista cartográfico (a escala
sitos, que impiden la utilización de índices tancia de la boca eruptiva), y permite inter- 1:100.000), la unidad es lenticular, desa-
que se aplican en el análisis de depósitos pretar el desarrollo de una época eruptiva (cf., rrollando una extensión de ~21 km en sen-
modernos, nuestro análisis de facies permi- Fisher y Schminke 1984, Schminke y Van tido norte-sur (Fig. 2). Su espesor máximo
te observar que la asociación volcaniclástica den Bogaard 1991) dominantemente ande- alcanzaría los 100 m inmediatamente al sur
domina en la base de la unidad y la asocia- sítica que afectó tempranamente al retroarco del estratotipo pero la quebrada La Mora-
ción epiclástica lo hace en el tope, reflejan- andino (véase análisis estratigráfico). dita, inmediatamente al sur de la quebrada
do una clara evolución vertical del sistema. del Médano, es la de mejor acceso y más re-
Se ha podido observar que la asociación de FORMALIZACIÓN DE LA presentativa del intervalo, donde la unidad
facies volcaniclástica de la sección inferior UNIDAD alcanza 78 m de espesor total (Fig. 4) y en la
constituye depósitos proximales a una boca cual se reconocen dos miembros informales
eruptiva donde alternan depósitos de caída Se propone el nuevo nombre de Forma- (volcaniclástico inferior y epiclástico supe-
con depósitos de flujos piroclásticos y flujo ción La Moradita para el intervalo volca- rior, Fig. 3a).
436 R. A. ASTINI, C. E. COLOMBI, J. C. CANDIANI, D. KENT, C. SWISHER y B. D. TURRIN

Con anterioridad, este intervalo estratigrá-


fico fue motivo de discusión y alternativa-
Figura 14: Detalles de la asociación de facies epiclás-
mente, fue considerado como parte de series tica en el miembro superior de la unidad. a) Bancos
presuntamente cretácicas o paleógenas (Fa- de brechas polimodales alternantes con conglomerados
matiniense de Parker 1974) o como perte- clastosoportados separados por contactos sutiles indi-
neciente al neógeno suprayacente. Nuestro cados por diferencias en el grado de selección, segre-
análisis estratigráfico permite confirmar la gación, granulometría promedio, tamaños máximos
interpretación de Bossi (1977) que señala promedio, tipos de soporte o por particiones finas.
que el mismo constituye la unidad inferior Contactos indicados con líneas de puntos amarillas
del Terciario en la región del campo de Ta- en el borde izquierdo. Nótese el intervalo fino fango-
lampaya. Bossi (1977) incluyó a este inter- so (4) preservado entre bloques mayores sobresalien-
do (protruyendo) del tope de un flujo denso (3) y el
valo dentro de la Formación Quebrada del
delgado nivel de conglomerados finos (5) que nivela
Médano (QM-2 y posiblemente QM-3) y
la topografía previo al depósito clastosoportado y con
creó la Formación Río Mañero como un imbricación (6) de la parte superior de la imagen.
equivalente estratigráfico hacia el sur, más Nótese la gradación inversa del intervalo polimodal
tarde estudiada en detalle por Malizia et al. (2) y el bloque sobredimensionado que sobresale de
(1995). No obstante, vale remarcar que si la capa 1; b) Bloque sobredimensionado de andesita
bien Parker (1974) introdujo una nomen- hornblendífera con corteza irregular y notable cambio
clatura cuestionable, fue quien por primera de color y tamaño de grano en los bordes. Nótese que
vez individualizó a este intervalo de carácter por sus dimensiones, el bloque atraviesa varias capas y
regional lenticular llamándolo “Miembro el tamaño excede holgadamente al espesor de la capa
conglomerados volcánicos” que incluyó que lo contiene (indicada con línea de trazos amarilla
sobre el borde derecho), indicando que posiblemente
en la base de su Formación Quebrada del
se trate de un eyectado volcánico. La flecha amarilla
Médano (Parker 1974 pg. 240). Lamenta-
indica reacción de borde muy común en los clastos y
blemente, este autor agrupó a la Formación bloques de laciandesitas en esta brecha estratificada; c)
Quebrada del Médano junto con otra den- Conglomerados organizados con cuñas y particiones
tro del Grupo Cerro Overo que posicionó discontinuas de areniscas y lente con estratificación
en el Cretácico por debajo de la Formación cruzada en artesa. Nótense lenticularidad interna de
Vinchina, nombre de carácter regional que cuerpos, contactos irregulares, gradaciones ganulomé-
este autor, como así también Gentilli (1972) tricas, agrupamientos de bloques y diferentes relaciones
utilizaron para el neógeno suprayacente. de soporte en los depósitos gruesos. Asimismo, pueden
Posteriormente, Bossi (1977) desestiman- observarse dos bloques sobredimensionados de andesi-
do parcialmente la nomenclatura de Parker tas (marcados con flechas).
(1974) y argumentando que las unidades
del grupo por él definido están separadas Fig. 1). Esto confirmaría, la exclusión del totalidad de la Formación Cerro Rajado y el
por discordancias angulares, propuso que la intervalo volcanosedimentario de la Forma- intervalo volcaniclástico objeto de este traba-
Formación Quebrada del Médano inicia el ción Quebrada del Médano, a partir de los jo, ha sido eliminado por erosión producto
ciclo de sedimentación neógeno y que en su perfiles del paso Lamas (del río Vinchina) y del desarrollo de un paleocañón.
base contiene los aglomerados volcánicos (la hacia el norte de la propia quebrada del Mé- Por todo lo antes mencionado, se propone
Formación La Moradita nov. nom.) como dano (su estratotipo) donde fue redefinida que el intervalo volcaniclástico morado que
se interpreta en este trabajo. Bossi (1977) por Malizia y Limeres (1984). Nuestra car- tiene identidad propia, características carto-
señaló la distribución muy localizada de los tografía (Fig. 1) muestra que la unidad vol- grafiables y se encuentra bien expuesto en la
aglomerados volcánicos e interpretó una canosedimentaria aquí estudiada es cubierta quebrada La Moradita lleve un nuevo nom-
procedencia local. Finalmente, en una pos- por la Formación Quebrada del Médano, bre formacional. Asimismo, por el notable
terior revisión de la Formación Quebrada (constituyendo la primer unidad o la unidad contraste (de color y composición) con las
del Médano en el perfil epónimo, Malizia basal) dentro de la estratigrafía neógena que, unidades infra y suprayacentes y por su espe-
y Limeres (1984) excluyen al intervalo vol- regionalmente posee un conglomerado basal sor, se considera inapropiado incluirla como
caniclástico de la misma, notando que en la tabular y delgado exceptuando aquellas lo- miembro de otra unidad (véase CAE 1992).
región del estratotipo la unidad apoya direc- calidades donde los contactos son marcada-
tamente sobre la Formación Los Colorados. mente erosivos y angulares como el caso de EDAD
Nuestro estudio de campo demuestra que el la región entre el paso Lamas (quebrada del
intervalo volcanosedimentario apoya direc- río Vinchina) y la quebrada del Médano. En La edad del intervalo volcaniclástico puede
tamente sobre la Formación Cerro Rajado esta última región (ubicada inmediatamente acotarse dentro del Cenozoico a partir de la
(redefinida en Bossi 1977) y que se acuña al norte de nuestra área de estudio), un gran composición del magmatismo (andesítico)
hacia el norte de la región por debajo de la espesor estratigráfico, incluyendo la sección y sus relaciones estratigráficas. La unidad se
Formación Quebrada del Medano (véase superior de la Formación Los Colorados, la encuentra interpuesta entre depósitos cretá-
Aglomerados volcaniclásticos del Mioceno temprano en Talampaya. 437

cicos y del Neógeno medio. La edad cretáci- niclástica (muestra TIDD 6/7), fue datada rico= 298,63 ±0,07 (promedio de los valores
ca de la infrayacente Formación Cerro Ra- por el método 40Ar/39Ar. Por separado se ob- de Lee et al. 2006 y Valkiers et al. 2010).
jado fue sugerida por Parker (1974) y Bossi tuvieron edades de la fracción mineral (an- El procedimiento incluyó la trituración de
(1977) por su correlación con el Grupo El fíboles) y de roca total (matrices) (Fig. 15). la muestra y su tamizado húmedo a 150-a-
Gigante de edad Cretácica (Flores y Criado Los análisis fueron realizados en el labo- 250 mµ. Treinta granos de anfíboles y trein-
Roque, 1972, Yrigoyen 1975, Vujovich et ratorio de gases nobles de la Universidad ta granos de la roca total (matriz) fueron
al. 2007). En tanto, dentro de la serie neó- de Rutgers (EE.UU) luego del proceso elegidos a mano y montados sobre un porta-
gena que la cubre en concordancia, Malizia de irradiación llevado a cabo en el reactor muestras junto con el estándar. Luego de la
et al. (1995) obtuvieron una edad de 15,0 ± TRIGA del Servicio Geológico de EE.UU, irradiación neutrónica, las muestras fueron
2,7 Ma (Mioceno medio) en tobas de caída en Denver, Colorado (http://pubs.usgs. sometidas a calentamiento incremental por
que se intercalan en la sección media (en la gov/fs/2012/3093/; DeBay et al. 2012). etapas (step-heating procedure) utilizando
base del miembro 3 de la Formación Río Para todas las edades las incertidumbres un láser (Fig. 15a). Los isotopos de Argón
Mañero), a ~200 m por encima del contacto reportadas entraron dentro de 1σ. Como fueron analizados usando un especrómetro
con la Formación La Moradita definida en patrón se coirradió el estándar de la sani- de masas (MAP 215-50) equipado con un
este trabajo. Malizia et al. (1995) estudiaron dina de Fish Canyon con una edad cono- detector de última generación (Turrin et
desde un punto de vista sedimentológico cida de 28,201 Ma (Kuiper et al. 2008). al. 2010). Los análisis se llevaron a cabo
y magnetoestratigráfico el relleno neógeno Durante el procedimiento se usaron los siguiendo una serie de criterios propuestos
del campo de Talampaya y extendieron la siguientes símbolos y constanstes: Ar* = originariamente por Fleck et al. (1977) para
edad de la base del intervalo (Formación argón radiogénico; 39ArK es el argón pro- definir una edad 40Ar/39Ar confiable que
Río Mañero y su equivalente hacia el norte ducido de 39K; λε =(5,81±0,17)×10−11 consisten en: 1) obtener una meseta con-
la Formación Quebrada del Médano) a ~20 y−1; λβ =(4,962±0,086)×10−10 y−1; 40K/ teniendo al menos tres etapas de calenta-
Ma. Esta edad es considerada desde entonces Ktotal=1,167×10−4 (Steiger y Jäger 1977); miento consecutivas, incluyendo al menos
como la edad de inicio de la cuenca de ante- 36
ArCa/ 37 ArCa=(2,81±0,062)×10−4; el 50% o más del 39ArK total liberado. 2)
país del Bermejo (Jordan et al. 1990, 1993a 39
ArCa/37ArCa=(7,10±0,50)×10−4; 40Ar- Cuando se convierte a un diagrama de co-
y b, 2001) en consistencia con estudios de K/ 39 ArK=(1,0±0,4)×10−3; 38 ArK/ 39 Ar- rrelación isotópica, la matriz de datos isotó-
paleomagnetismo realizados en depósitos de K=(1,314±0,001)×10−2;40Ar/36Ar atmosfé- picos debe indicar una proporción 40Ar/36Ar
la cuenca del Bermejo y Vinchina (Johnsson
et al. 1984, Johnson et al. 1986, Reynolds
et al. 1987, 1990) y con recientes datacio-
nes en circones por el método U-Pb (19,4
± 0,7 Ma Collo et al. 2011, 15,6 ± 0,4 Ma
Ciccioli et al. 2014, 20,84 ± 0,39 Ma Collo
et al. 2017) en tobas de la sección inferior
de la Formación Vinchina, que originalmen-
te fuera extendida hasta esta región (Parker
1968 en Parker 1974, Gentilli 1972).
Vale remarcar que la sección del río Mañero,
donde Malizia et al. (1995) efectuaron las
dataciones, tiene continuidad cartográfica
con la región donde aflora el intervalo vol-
canosedimentario motivo de este trabajo, re-
sultando evidente (ver Fig. 2) que infrayace a
la serie que contiene la edad radiométrica de
15,0 ± 2,7 Ma, coincidente con las nuevas
edades U-Pb para la base de la Formación
Vinchina (Ciccioli et al. 2014, Collo et al.
2011, 2017). Esto permite considerar esta
edad razonablemente como una edad míni-
ma para la Formación La Moradita.
Un conjunto de dataciones nuevas, dadas
a conocer por primera vez en este trabajo,
permite certificar la edad miocena temprana
de la Formación La Moradita. Un bloque de Figura 15: Edades de la Formación La Moradita obtenidas por el método 40Ar/36Ar en anfíboles (20919-01) y ma-
trices (20920-01 y 20920-02). a) Diagramas de etapas de calentamiento mostrando edades de mesetas calculadas
andesitas honblendíferas tomado de la sec-
en base a la relación % 40Ar y el % acumulativo liberado de 39Ar y edades integradas; b) Isócronas para las mismas
ción media de la unidad, dentro de una de
muestras. MSWD: desvió estándar promedio, n=pasos considerados. Nótese la confiabilidad de los datos por la
las unidades de flujo de la asociación volca- buena consistencia entre las edades plateau, la edad integrada y la isócrona. Véase explicación detallada en el texto.
438 R. A. ASTINI, C. E. COLOMBI, J. C. CANDIANI, D. KENT, C. SWISHER y B. D. TURRIN

analíticamente indiferenciable del valor combinación de los datos isotópicos de am- redondeados (Caselli et al. 2001), los de la
atmosférico (298,61). Además, la disper- bas muestras en un diagrama de correlación Formación Cerro Rajado son polimícticos,
sión de datos no debe superar los errores de isotópica (Fig. 15b) produjo una edad isó- están mal seleccionados y contienen propor-
medición. Esto se define a partir del desvió crona de 18,161 ± 0,090 Ma y una relación ciones dominantes de metamorfitas y deri-
estándar (MSWD-Mean Standard Weighted de 40Ar/36Ar captado de 294,89 ± 0,92. Este vados graníticos deformados (ortogneises),
Deviation) y, en general, el valor de corte es último valor es estadísticamente diferente compatibles con las litologías del basamento
de dos. 3) La correspondiente isócrona debe (algo menor) que la relación atmosférica aflorante en la Sierra de Valle Fértil (Bossi
ser indiferenciable de la edad de la meseta 40
Ar/36Ar aceptada (298,63 ± 0,07), indi- 1977). Asimismo, los conglomerados de la
(plateau age) con un nivel de confianza de al cando un exceso de 36Ar en relación con el Formación Cerro Rajado alcanzan espesores
menos 95%. 4) La edad integrada de la fu- argón atmosférico. Por esta razón, estas dos importantes (varias decenas de metros), gra-
sión total también debe ser analíticamente muestras no cumplen con la totalidad de los nulometrías gruesas y muy gruesas (conglo-
indiferenciable de la edad de la meseta den- criterios descritos anteriormente, pudien- merados de bloques), algo que permite dife-
tro de un nivel de confianza del 95%. do haber sido afectadas por meteorización. renciarlos claramente de los conglomerados
Los resultados que se obtuvieron de la Específicamente, falla el segundo criterio lenticulares, medianos, cuarzosos y bien
muestra de la fracción mineral (anfíbol; en que los datos isotópicos no indican una seleccionados y redondeados del Triásico,
20919-01) produjeron un espectro de libe- proporción de 40Ar/36Ar inicial/capturado según surge de nuestras propias observacio-
ración que en las primeras siete etapas, de analíticamente indiferenciable del valor at- nes. Estos conglomerados que pertenecen
nueve pasos de calentamiento, definieron mosférico (298,61). Por lo tanto, creemos a las series que inmediatamente infrayacen
una buena meseta (Fig. 15a, diagrama a). La que la edad isócrona de 18,161 ± 0,090 Ma a la Formación La Moradita se diferencian
meseta contiene 50,1% del total del 39ArK (Fig. 15b, diagrama b) constituye la mejor fácilmente del conglomerado basal, tabular
liberado. Asumiendo una relación atmosfé- estimación de la edad de estas muestras de y delgado, con que inicia el Neógeno a esca-
rica de 40Ar/36Ar para el argón captado, esto la matriz. la regional (Bossi 1977, Malizia et al. 1995,
indica una edad de 20,77 ± 0,16 Ma. La En definitiva, la mejor edad para el con- Dávila et al. 2004).
edad integrada que surge de la fusión total junto de hornblendas es la edad plateau de Tanto Parker (1974) como Bossi (1977)
es de 20,21 ± 0,25 Ma. Cuando se vuelcan 20,77 ± 0,16 Ma, mientras que la isócrona resaltaron el carácter angular del contacto
en un diagrama de correlación isotópica, de 18,161 ± 0,090 Ma constituye la mejor basal de la Formación La Moradita y seña-
nueve de nueve puntos son consistentes con edad de la matriz. Este rango de edades (ca. laron que la angularidad disminuye hasta
una isócrona de 20,50 ± 1,14 Ma (Fig. 15b, 20 y 18 Ma) es consistente con las inter- desaparecer hacia el sur de la quebrada del
diagrama a), con una relación atmosférica pretaciones estratigráficas y permite defini- Salto Grande y hacia el norte de la quebrada
de 40Ar/36Ar de 298,6 ± 2,9, y un MSWD tivamente correlacionar este intervalo con del Médano (véase Fig. 2). En el campo, los
de 1,7. Las tres edades son indiferenciables intervalos volcanosedimentarios similares valores de esta angularidad son extremada-
dentro del nivel de confianza de 95%. Esta en Precordillera y Famatina (véase más ade- mente bajos y casi imperceptibles a simple
muestra reúne todos los requisitos para con- lante). Asimismo, pone una edad que sirve vista. No obstante, mediciones reiteradas y
siderarse una edad confiable. de límite inferior al desarrollo de la cuña sistemáticas en los paquetes por encima y
Las muestra tomadas de la matriz fueron neógena que solapa la región de Sierras debajo de la discordancia marcan angulari-
divididas en dos (20920-01 y -02) y se Pampeanas y que es considerada como una dades de entre 3º a 5º, hecho que resulta
hicieron por duplicado produciendo un expresión estratigráfica distal de la cuenca compatible con el acuñamiento estratigráfi-
espectro de liberación idéntico. Ambas de antepaís del Bermejo. co de la Formación La Moradita. Vale tam-
muestran perturbaciones en las etapas de bién destacar que una angularidad sutil (de
calentamiento iniciales (a baja temperatura) ANÁLISIS ESTRATIGRÁFICO entre 2º y 5º) también caracteriza al contac-
y finales (a alta temperatura), aproximada- to basal de la Formación Cerro Rajado que
mente equivalentes al 18% y al 6,5% del El intervalo estudiado tiene cartográfica- apoya sobre el Triásico, algo también desta-
total de 39ArK liberado, respectivamente mente un carácter lenticular y hacia el sur cado por Bossi (1977).
(Fig. 15a, diagrama b). La muestra 20920- y norte del campo de Talampaya, las unida- La series neógenas se inician en toda la re-
01 fue medida en nueve pasos, de los cuales des neógenas que la solapan apoyan direc- gión del campo de Talampaya con un con-
cuatro etapas consecutivas definieron una tamente sobre intervalos estratigráficos de glomerado basal de reducido espesor (1-2
meseta con edad de 17,945 ± 0,063 Ma, color rojo intenso, que han sido asignados, m), geometría tabular, con calibre medio a
comprendiendo el 76% del total de 39ArK alternativamente a la Formación Los Colo- fino y composición polimíctica (clastos de
liberado. La edad integrada que surge de la rados (Triásico Superior, Gentilli 1972) o metamorfitas, rocas ígneas intrusivas y vol-
fusión total fue 17,745 ± 0,10 Ma. Para la a la Formación Cerro Rajado (Cretácico, canitas), aunque notablemente enriquecido
muestra 20920-02, la meseta se obtuvo con Bossi 1977). Tanto la Formación Los Co- en clastos de cuarzo blanco. En varios de es-
cinco de las once etapas de calentamiento, lorados como la Formación Cerro Rajado tos últimos, son notables las caras planares
arrojando una edad de 17,843 ± 0,063 Ma. contienen intervalos conglomerádicos lenti- y lustre opaco, típicos efectos de la abrasión
La meseta comprendió el 75% del total del culares, aunque mientras que los de la pri- eólica (generación de facetas y percusión eó-
39
ArK liberado. La edad integrada que surge mer unidad se destacan por su composición lica -frosted surfaces-). Vale mencionar que
de la fusión total es 17,440 ± 0,10 Ma. La notablemente cuarzosa y de clastos bien Parker (1974) señala además, la presencia de
Aglomerados volcaniclásticos del Mioceno temprano en Talampaya. 439

clastos de calizas de la Formación San Juan inicial de la etapa de antepaís simple a par- de aglomerados y brechas andesíticas que
dentro de este conglomerado, aunque en tir del avance de la faja corrida y plegada denominó “aglomerado porfirítico” en la re-
nuestro estudio no hemos podido corrobo- cordillerana y precordillerana propuesta por gión ubicada entre Jáchal y Huaco, que por
rarlo. Este conglomerado tabular cubre re- Jordan et al. (1990, 1993a, 2001) y explica- mucho tiempo permaneció como de posi-
gionalmente a la Formación Cerro Rajado y ría, no sólo la distribución regional del con- ción estratigráfica incierta. Más tarde este
más al sur posiblemente apoya directamente glomerado tabular delgado con que inicia el intervalo volcanosedimentario fue denomi-
sobre unidades triásicas. El mismo se dispo- Neógeno, sino también la naturaleza de las nado Formación Cerro Morado (Fig. 16) e
ne en la base de la Formación la Moradita series que le suceden que fueron estudiadas incluido junto con las Formaciones Cau-
(Fig. 3a y b y Fig. 4), donde rápidamente por Malizia et al. (1995). quenes y Vallecito dentro del Grupo Río
incrementa el contenido volcánico andesí- Los detallados estudios estratigráficos rea- Huaco (Borrello y Cuerda 1968). En tanto,
tico que se torna excluyente dentro de esta lizados por Malizia et al. (1995) sentaron un intervalo similar fue denominado For-
unidad. las bases para denominar Formación Río mación del Áspero (Furque 1963) en la Pre-
Todos los conglomerados mencionados (del Mañero y Formación Quebrada del Méda- cordillera Septentrional y Occidental (Fig.
Triásico Superior, del Cretácico y el basal del no a las series neógenas que suprayacen a 16). Furque (1963) dividió a esta unidad en
Neógeno) se diferencian tanto en composi- la Formación La Moradita, respectivamen- dos facies principales: a) una inferior volcá-
ción como en calibre con los aglomerados te al sur y norte del campo de Talampaya nica (“brechas andesíticas” y “andesitas”) y
volcánicos y depósitos volcanosedimenta- (Fig. 1). Estos autores, dataron varias tobas b) una superior sedimentaria, proponiendo
rios que componen la Formación La Mo- de caída dispuestas a través de la sucesión más tarde elevar su rango a grupo (Furque
radita. Esto permite sugerir interpretaciones que permitieron determinar edades de entre 1979, pág. 48).
diferentes para todos ellos. Mientras que los 15,0 ± 2,7 y 7,4 ± 0,7 Ma para las series Las controversias sobre la posición estrati-
del Triásico Superior (de composición cuar- neógenas. Su análisis magnetoestratigráfico gráfica del intervalo volcanosedimentario en
zosa, redondeados y bien seleccionados) les permitió extender el intervalo sugiriendo la Precordillera (véase Furque 1963, López
pertenecen a depósitos de sistemas fluviales una sedimentación comprendida entre ~20 Gamundí et al. 1986, 1989, Reynolds et al.
canalizados y con notable reciclado, los de Ma y 6.1 Ma para las series neógenas del 1990, Limarino et al. 1988, 2000, Jordan
la Formación Cerro Rajado, presuntamente campo de Talampaya. Las nuevas dataciones et al. 1993a) fueron disipadas a partir del
cretácicos, poseen una procedencia desde de la Formación La Moradita ubicada entre trabajo de Limarino et al. (2002), quienes
un basamento cercano y su pobre madurez el conglomerado tabular de carácter regio- cartografiaron las dos fajas volcanosedimen-
textural y composicional y mayor espesor nal y la serie neógena suprayacente, donde tarias en la Precordillera Occidental y Cen-
indican escaso transporte y alternancia de se ubican las tobas datadas por Malizia et tral y, aparte de realizar un detallado estudio
procesos gravitacionales y fluidales, típicos al. (1995), permiten refinar la cronología paleoambiental, dieron a conocer edades del
de abanicos aluviales, sistemas fluviales dis- y son consistentes con las edades sugeridas volcanismo (método K-Ar) entre 18,3 ± 0,7
tributarios y sistemas entrelazados gravosos. por estos últimos autores. De esta manera, Ma y 17,6 ± 0,5 Ma, acotando este episodio
En el perfil expuesto en la quebrada La Mo- se interpreta que la subsidencia flexural, aso- dentro del Mioceno temprano alto y asig-
radita, los conglomerados pertenecientes a ciada con el desarrollo de la cuenca de ante- nándolo a la Formación Cerro Morado. Es-
la Formación Cerro Rajado forman la base país asimétrica del Bermejo, habría afectado tos autores reconocieron espesores próximos
de dos ciclos grano-estratodecrecientes de a esta región con posterioridad al depósito a los 1000 m en la faja occidental que tiene
centenares de metros de espesor, compa- volcanosedimentario de la Formación La una continuidad norte-sur de casi 70 km y
rables a ciclos de sedimentación tectónica- Moradita. Este último, estaría indicando dentro de la misma separaron cuatro asocia-
mente controlada en ambientes de rift. un ensanchamiento rápido del volcanismo ciones litológicas compuestas de abajo hacia
Los conglomerados tabulares y ricos en andesítico que abarcó la región del retroar- arriba por: a) coladas y aglomerados volcá-
cuarzo de la base del Neógeno, en cambio, co, evento que se vincularía con un episodio nicos, b) brechas volcanosedimentarias, de-
registran procesos de notable “condensación geotectónico poco conocido en el ámbito de pósitos de flujos piroclásticos y escasas cola-
estratigráfica”. Es decir, composiciones de los Andes Centrales (véase Interpretación das, c) conglomerados fluviales y depósitos
mezcla y características propias de procesos geológica más adelante). de flujos de detritos y d) ortoconglomerados
superficiales que afectaron y retrabajaron y areniscas depositados en ríos entrelazados.
sedimentos durante tiempos prolongados CORRELACIÓN Y El ordenamiento estratigráfico les permitió
(e.g., retrabajos fluvio-eólicos), logrando NATURALEZA DEL interpretar una disminución progresiva de
una mejor madurez textural. Esto es consis- VOLCANISMO la actividad volcánica dentro del intervalo,
tente con un estado de equilibrio del paisaje coincidente con lo propuesto originalmente
y reciclado desde las unidades infrayacen- Las características composicionales y edad por Furque (1963) y consistente, de mane-
tes, en paisajes aplanados y con subsidencia de los depósitos de la Formación Moradita ra general, con el arreglo reconocido dentro
lenta y de gran longitud de onda, como la permiten su correlación regional con depó- la Formación La Moradita en el campo de
que caracteriza a las cuencas de antepaís en sitos en la Precordillera Occidental y Cen- Talampaya. Vale remarcar que Parker (1974)
su estadío inicial (Heller y Paola 1989, He- tral y en el Famatina (Fig. 16). fue quien primero indicó que en el norte
ller et al. 1988, 2003, Allen y Heller 2012). En la Precordillera Central, Braccacini de la Precordillera (Furque 1963, 1972) la
Esto resulta congruente con el desarrollo (1946) reconoció originalmente una serie unidad se ubica inmediatamente por deba-
440 R. A. ASTINI, C. E. COLOMBI, J. C. CANDIANI, D. KENT, C. SWISHER y B. D. TURRIN

Figura 16: Correlación regional del intervalo sedimentario-volcánico en una transecta NE-SW (ubicada en la Fig. 2) entre Sierras Pampeanas y Cordillera Frontal (compilada
a partir de Allmendinger et al. 1990, Zapata et al. 1996, Jordan et al. 2001, Ramos et al. 2002 e información en hojas geológicas del SEGEMAR), con números indicando
las secciones ilustradas abajo. 1: Famatina Central, 2: Campo de Talampaya, 3: Precordillera Central y 4: Precordillera Occidental septentrional. Referencias del perfil: C-O:
Cambro-Ordovícico, S-D: Siluro-Devónico, C-P: Carbonífero-Pérmico, Tr: Triásico, Te1: Paleógeno, Te2: Neógeno.

jo de la Formación Vinchina y cubriendo a y augita afectados por alteraciónes (caolini- glomerado promediadas en ~17 Ma (méto-
un intervalo de eolianitas con estratificación ta, bowlingita, carbonato y óxidos de hierro) do 40Ar/39Ar en anfíboles) y posteriores es-
cruzada que Fauqué (2000) asignó a la For- y texturas microporfíricas y más raramente tudios magnetoestratigráficos (Zambrano et
mación Vallecito (Mioceno?) pero original- afíricas con pastas pilotáxicas en ocasiones al., 2011) permitieron corroborar esta edad.
mente fue asignada al Permo-Triásico (Fur- fluidal, bastoníticas o microgranosas, do-
que 1963, 1972). Asimismo, Parker (1974) minadas por microlitos de plagioclasa. Asi-
notó que los 100 m basales de la Formación mismo, Limarino et al. (2002) describen y
Vinchina, cuando se apoyan directamente analizan facies muy similares a las descriptas
sobre la Formación del Áspero, están domi- y analizadas en este trabajo.
nados por areniscas líticas andesíticas. Esto La unidad correlativa dentro del cordón del
podría estar indicando que son el resultado Famatina es la Formación Del Crestón (Dá-
de retrabajo de series volcánicas donde esta vila y Astini 2002, 2007) (Fig. 16), en parti-
litología es dominante. cular, su sección basal. Esta unidad, ubicada
Dentro de la Formación Cerro Morado, en la vertiente oriental, contiene un espeso
Limarino et al. (2002) reconocieron un do- conglomerado andesítico en su base que fue
minio de magmas mesosilícicos (andesíti- originalmente incluido por Parker (1974) Figura 17: Diagrama conceptual mostrando diferentes
cos, basandesitas, traquiandesitas, traquitas dentro de un intervalo al que denominó “fa- mecanismos de subsidencia que pueden haber operado
y lacitas) y sus derivados volcaniclásticos y matiniense” y atribuyó al Cretácico. Aunque durante la depositación de la Formación La Moradi-
volcanogénicos en general de colores mora- el mismo posee un mayor grado de retrabajo ta en el retroarco andino durante el Mioceno inferior
dos, grises oscuros, verdosos, grises rosados y carece de depósitos primarios, posee afini- (~20-18 Ma). Nótese que el volcanismo puede cons-
y grises claros. Dentro de las andesitas dife- dad composicional y similar posición estrati- tituir un factor de subsidencia localizado e indepen-
renciaron, a su vez, variedades con texturas gráfica que el caso aquí estudiado. Reciente- diente de la flexión tectónica regional en la cuenca de
antepaís, posibilitando la acomodación localizada de
porfíricas con elevada proporción de feno- mente, Dávila et al. (2004) efectuaron varias
depósitos volcanosedimentarios (adaptado de Martina
cristales de plagioclasas zonadas, hornblenda dataciones sobre clastos andesíticos del con-
et al. 1996).
Aglomerados volcaniclásticos del Mioceno temprano en Talampaya. 441

En la región central del Famatina esta uni-


dad apoya en discordancia sobre sucesiones
lacustres triásicas (Dávila et al. 2005) y está
cubierta por series del Neógeno medio y tar-
dío (Dávila y Astini 2007).
Dávila et al. (2004) efectuaron un estudio
geoquímico de los clastos de andesitas hor-
nblendíferas y basandesitas con augita de
los conglomerados basales volcanogénicos Figura 18: Ejercicios de flexión cortical realizados con
de la Formación Del Crestón, permitiendo el programa Flex2d (Cardozo y Jordan 2001) y redibu-
caracterizarlos como asociados con volcanis- jados en Corel Draw: a) Te (espesor elástico)=30 km y
b) Te=10 km. El resto de las condiciones en a y b son
mo de retroarco. En base a las características
iguales: Módulo de Young 70 Gpa, razón de Poisson
geoquímicas, estos autores interpretaron que
0.25. La densidad de los rectángulas es de 2700 kg m3
el volcanismo extruyó a través una corteza y la carga está representada por 4 rectángulas de 2 km
continental con espesores <40 km, indican- de base c/u (i.e. 8 km en total). La h de los rectángulos
do fuentes magmáticas complejas, influen- extremos tiene 1 km y los dos del centro 2 km c/u. Nó-
ciadas por una componente de subducción, tese cómo la cubeta flexural se profundiza (incrementa
que habría estado asociado a complejos el espacio de acomodación) y enangosta (limitando la
volcánicos con vida media de aproximada- distribución areal de la unidad) al disminuir la rigidez y
mente 2 millones de años. La presencia de el espesor elástico producto de un mayor flujo térmico.
abundantes fenocristales de anfíboles en es-
tas volcanitas andesíticas indicaría además
que los magmas habrían estado almacenados midad del sistema volcanosedimentario, características antes enunciadas permiten
en cámaras magmáticas someras (3-4 km) compatible con la distribución de facies que suponer que el complejo volcánico habría
antes de su erupción (cf., Johnson y Ruther- indica un desarrollo cuneiforme del interva- generado carga litostática local capaz de
ford 1989). lo. Esto es consistente con un carácter conoi- flexionar la litosfera y favorecer la acomoda-
dal-coluvial, representando parte del propio ción y preservación parcial de este registro
INTERPRETACIÓN edificio volcánico con el que se vincula. (Fig. 17). A los efectos de testear la hipótesis
GEOLÓGICA Las asociaciones de facies volcaniclásticas de acomodación flexural se realizó un aná-
DEL INTERVALO proximales que dominan la sección basal de lisis flexural simple (Fig. 18) con el objeto
VOLCANOSEDIMENTARIO Y la unidad indicarían que estos depósitos re- de explicar: 1) la acomodación y potencial
DISCUSIÓN presentan vestigios del propio edificio volcá- de preservación de esta unidad dentro del
nico. La composición del magmatismo y el antepaís andino y 2) la disposición con muy
Resulta difícil generar una interpretación análisis de facies y petrográfico de la Forma- baja angularidad por encima de la Forma-
geológica de este episodio regional volcano- ción La Moradita indican que el volcanismo ción Cerro Rajado y debajo del Neógeno
sedimentario que sea consistente con la po- ocurrió con suficiente explosividad como de la región. La figura 18 muestra que dis-
sición estratigráfica y su distribución en rela- para generar depósitos de bloques y cenizas, minuyendo el espesor elástico (y en conse-
ción con el sustrato y el resto de las unidades oleadas piroclásticas y depósitos de escoria cuencia, la rigidez flexural) por incremento
neógenas en el antepaís. A diferencia de lo y caída proximales, propios de sistemas vol- del flujo térmico puede generarse, a partir
que ocurre en la Precordillera y en el Fama- cánicos de radio reducido (<10 km, Walker de una carga puntual representada por el sis-
tina, fuertemente afectados por complejida- 1973). El dominio de depósitos de bloques tema volcánico, una flexión de longitud de
des estructurales andinas, los depósitos de y cenizas, depósitos de caída proximales y onda corta que potenciaría la acumulación y
la Formación La Moradita en el campo de de depósitos de flujos piroclásticos afectados preservación de esta unidad. Si bien mode-
Talampaya, presentan claras relaciones de por frecuentes retrabajos y resedimentación laciones flexurales en otros contextos (Watts
base y techo y terminaciones cartográficas temprana indica pendientes superficiales 2001, Smith et al. 2002) han permitido ex-
y estratigráficas que permiten interpretar el elevadas y es consistente con la proximidad plicar el desarrollo de flexiones corticales de
significado geológico del intervalo y discutir a bocas eruptivas. Es posible que, como in- corta longitud de onda inducidas por cargas
el contexto paleogeográfico. dicara Parker (1974), la falla marginal de la localizadas, asociadas a la construcción de
Las características texturales, composiciona- Sierra de Valle Fértil o la intersección con aparatos volcánicos y debilitamiento térmi-
les y geométricas de los depósitos volcano- las estructuras transversales que limitan los co del sustrato (e.g., Martina et al. 2006), el
sedimentarios de la Formación La Moradi- principales bloques de sierras en el área, modelo para acomodar los espesores de la
ta sugieren una gran proximidad al centro hayan permitido el ascenso magmático y Formación La Moradita necesita de un es-
eruptivo que le dio origen. Aunque el mis- la construcción de sistemas volcánicos en pesor elástico (Te) muy reducido (Fig. 18b),
mo no ha podido ser adecuadamente loca- la superficie, de los cuales la Formación La difícil de alcanzar en contextos de litósferas
lizado, la geometría lenticular de la unidad Moradita representaría un relicto. continentales. Alternativamente, una me-
a escala cartográfica refleja la extrema proxi- Los espesores de la unidad junto con las nor longitud de onda que explica mejor la
442 R. A. ASTINI, C. E. COLOMBI, J. C. CANDIANI, D. KENT, C. SWISHER y B. D. TURRIN

Figura 19: Modelo evolutivo propuesto para el desarrollo estratigráfico de la Formación La Moradita (Campo de Talampaya) y el episodio regional de volcanismo andesítico
datado entre ~20 y 17 Ma. En recuadro a la derecha diagramas evolutivos tomados de Ramos et al. (2002) indicando las etapas de la evolución del margen andino entre la
época de subducción normal (anterior a la colisión de la dorsal de Juan Fernández) y la de subducción subhorizontal (finalizando con la fragmentación del antepaís y genera-
ción de las Sierras Pampeanas en el Mioceno tardío-Plioceno). Los diagramas en a), b) y c) constituyen etapas de evolución interpretadas a partir de la posición estratigráfica
del volcanismo andesítico estudiado. Nótese en a) que el desarrollo de este volcanismo es casi contemporáneo con el de la alta Cordillera en Chile, con brechas andesíticas
en la cuenca de Manantiales (intervalo Tc1 de Pérez 2001) y con el magmatismo ocurrido en la región de Paramillos a la latitud de Mendoza. En b) se expande la cuenca de
antepaís y migra hacia el este desarrollando la faja plegada de La Ramada (Aconcagua) en coincidencia con el cese de la etapa volcánica analizada. En c) se muestra el rápido
avance de la deformación hacia el ámbito de la Precordillera, el ensanchamiento de la cuenca de antepaís (prefragmentación) y el solapamiento de los registros volcánicos
andesíticos que forman parte del relleno inicial de retroarco en la cuenca del Bermejo. A la longitud del Campo de Talampaya indicado en a) ubicado actualmente en la dorsal
del corrimiento de Valle Fértil (véase antepaís fragmentado del diagrama superior derecho y Fig. 16) el Mioceno medio está caracterizado por series pelítico-evaporíticas-eó-
licas (Formaciones Río Mañero y El Médano) que cubren a la Formación La Moradita (véase Fig. 1).

restricción areal y el espesor localizado de ción localizado está controlado por una tec- estratigráfica del intervalo volcanosedimen-
la unidad (ambos parámetros entendidos tónica distensiva que habría ocurrido en el tario que claramente antecede a la etapa de
como el espacio de acomodación disponi- retroarco, concomitantemente con este vol- fuerte acortamiento y estructuración de la
ble), como así también las relaciones estrati- canismo andesítico (Fig. 19a). Esto requeri- faja plegada y corrida (Fig. 19b) y la poste-
graficas de base y techo de la misma, puede ría de una etapa de extensión previamente rior fragmentación del antepaís (Malizia et
alcanzarse a partir de fallamiento normal. no interpretada para la región. Esta última al. 1995, Jordan et al. 1993a, 2001).
En esta alternativa, el espacio de acomoda- alternativa, es consistente con la posición En consecuencia, sugerimos que un episo-
Aglomerados volcaniclásticos del Mioceno temprano en Talampaya. 443

dio de construcción volcánica y agradación des de Barreal acotadas entre 18 y 20 Ma e de antepaís y a la etapa póstuma de frag-
rápida, asociado con una etapa de activi- interpretadas como andesitas de retroarco mentación.
dad volcánica (cf., Smith 1987, 1991) y (Perez y Ramos 1996, Pérez 2001). Mas al Si bien existen conglomerados en las series
fallamiento normal, habría inducido una sur, en la Cordillera Principal de Mendoza, infrayacentes, los mismos poseen signifi-
acomodación localizada y amplificado el Sruoga et al. (2008) describen series cal- cados diferentes a los del Neógeno (véase
potencial de preservación de estos regis- co-alcalinas de alto potasio (Complejo Vol- Análisis Estratigráfico). El conglomerado
tros volcanosedimentarios, muy próximos cánico Cordón del Burrero) abarcando un tabular delgado ubicado en la base de las
a edificios volcánicos que tienen la capa- espectro composicional muy amplio, con series neógenas del campo de Talampa-
cidad de modificar abruptamente el perfil abundante participación de basaltos y an- ya puede considerarse como un depósito
de equilibrio e incrementar el relieve y la desitas basálticas con características geoquí- de nivelación, representando un intervalo
tasa de suministro (volcánico + volcani- micas consideradas transicionales entre los condensado con retrabajo fluvio-eólico de-
clástico). Esto permitiría explicar contras- ambientes de arco y retroarco. Estos fueron sarrollado en posiciones distales y ubicado
tes estratofábricos que pueden resultar en comparados con los basaltos y andesitas del en la base de las series de antepaís. Su gran
discordancias de bajo ángulo o fuertemente ciclo eruptivo Molle (Nullo et al. 2002) con distribución areal y el reducido espesor
erosivas como las que limitan al intervalo definido sello tholeítico. son consistentes con una escasez de relie-
estudiado (respectivamente en la base y Alonso et al. (2011) consideraron las mani- ve y amplia dispersión. Esto caracterizaría
techo) que resultan de rotación, erosión, festaciones volcánicas del Mioceno tempra- a etapas de equilibrio del paisaje durante
reciclado y truncamiento. Asimismo, estos no en relación con la evolución del ante- el inicio de la subsidencia regional de gran
mecanismos son consistentes con el hecho país a ~30°S y ubicaron al volcanismo de la longitud de onda asociada con la cuenca
de que la Formación Vinchina, unidad que Formación Cerro Morado en Precordillera del Bermejo. Su posición estratigráfica en
regionalmente solapa al episodio volcánico, dentro de una etapa inicial de estructura- la base del evento volcánico andesítico que
contenga localmente en su base un interva- ción del antepaís. Sin embargo, tal vez este depositó la Formación La Moradita en el
lo de areniscas andesíticas (cf., Parker 1974) evento se correlacione mejor con la etapa campo de Talampaya indica que el episodio
y que las unidades neógenas que solapan a previa, asociada con un estadío de mayor magmático mioceno temprano que gene-
la Formación La Moradita en el campo de inclinación de la subducción y dentro de ró este intervalo, al menos en esta región,
Talampaya (Formaciones Quebrada del un ambiente extensional de retroarco (Fig. antecede a la sedimentación típica asociada
Médano y Río Mañero) se apoyen en con- 19a), similar al del basalto las Máquinas con subsidencia flexural de gran longitud
tacto neto (con un salto de facies notable), (Ramos et al. 1989, Kay et al. 1991, Litvak de onda característica de la cuenca de ante-
indicando la existencia de una discordancia et al. 2007) con expresión regional, incluso país (Fig. 19b y c).
erosiva entre ambas. fuera del segmento andino central (Cha- La influencia del magmatismo del Mioceno
Unidades correlativas en la Precordillera y rrier et al. 2002, 2014). En este sentido, temprano en el retroarco de este segmento
en el Famatina (Fig. 16) permiten soste- varios autores (Kay et al. 1987, 1991, Kay andino puede interpretarse independiente-
ner que el volcanismo basandesítico habría y Copeland 2006, Sruoga et al. 2008, Cha- mente a partir del análisis de trazas de fisión
sido de carácter regional y contemporá- rrier et al. 2014) sugieren que el volcanismo (Dávila et al. 2004). Coughlin et al. (1998)
neo, abarcando centenares de kilómetros de ~ 20 Ma representaría la transición de interpretaron edades de enfriamiento para
dentro del retroarco. Si bien este notable un régimen extensional a uno compresivo las regiones de Famatina y Sierra de Maz
ensanchamiento del volcanismo dentro dentro de la región del retroarco, al menos que podrían constituir evidencias indirectas
de la región pampeana ha sido sugerido entre San Juan y Neuquén. En Chile, este de una etapa de rápido calentamiento ocu-
como evidencia de una etapa de horizon- evento estaría marcado por la discordancia rrida en el Mioceno temprano. Aunque es-
talización prematura de la subducción en el en la base de la Formación Farallones (Cha- tos autores interpretaron este calentamien-
contexto de los Andes Centrales (Limarino rrier et al. 2002, 2014) y en Argentina, cro- to asociado con etapas de soterramiento,
et al. 2002, Dávila et al. 2004, Collo et al. nológicamente antecede al desarrollo de la alternativamente es posible que refleje la
2017), es posible que este evento se asocie cuenca de antepaís (Perez 2001, Jordan et influencia de la actividad magmática desa-
con fenómenos de fusión parcial y anoma- al. 1993a, 2001). rrollada en el retroarco durante el Mioceno
lías térmicas inducidas por el desarrollo de Algunos de estos aspectos podrían profun- temprano. Asimismo, el incremento del
una cuña astenosférica en el retroarco (cf., dizarse con estudios geoquímicos isotópicos flujo térmico asociado podría haber modi-
Litvak y Poma 2010), desvinculada con la complementarios de la suite volcaniclástica ficado las condiciones reológicas de la litós-
horizontalización y segmentación actual aquí estudiada. No obstante, en el caso del fera, disminuyendo el espesor elástico (cf.
de los Andes. Más al oeste en la Cordillera campo de Talampaya, en el dorso oriental Ramos et al. 2002). Sin embargo, resulta
Frontal de San Juan, Pérez (2001) describió de la sierra de Valle Fértil - sierra Mora- difícil, que por si sólo, este factor alcance
un intervalo basal de brechas andesíticas en da - cerro Rajado - cerro Bola (Fig. 1), el para generar un espacio de acomodación
la región de Manantiales que de acuerdo a desarrollo de una potente serie neógena de tan localizado durante las etapas iniciales
su geoquímica fue asignado a volcanismo grano fino (e.g., Formación Río Mañero y de estructuración del antepaís. En este sen-
típico de retroarco. Estas unidades fueron equivalentes) solapando concordantemente tido, la alternativa de tectónica extensional
correlacionadas con unidades similares ma- a esta unidad indica que el episodio volcá- concomitante con el volcanismo andesítico
peadas por Leveratto (1976) en proximida- nico antecede a la típica cuña sedimentaria explicaría de manera más sencilla la distri-
444 R. A. ASTINI, C. E. COLOMBI, J. C. CANDIANI, D. KENT, C. SWISHER y B. D. TURRIN

bución localizada de este episodio volcáni- localizados donde la partición de esfuerzos ca. 20-18 Ma. Ésta es consistente con otras
co y su preservación excepcional (Fig. 19a). genera campos transtensivos que favorecen edades reconocidas en la Precordillera y en
Kay y Mpodozis (2002) reconocieron ac- este tipo de manifestaciones. En este senti- el Famatina para depósitos de similar com-
tividad volcánica durante el Mioceno tem- do, es posible que el lineamiento de Valle posición. Por esta razón, se agrupan dentro
prano en la región orogénica interna, que Fértil haya tenido en el pasado un compor- de un único evento de carácter regional de-
asociaron con el cambio en los patrones tamiento diferente al que evidencia en el sarrollado en el retroarco andino entre 20 y
de convergencia (velocidad y dirección) presente, facilitando el desarrollo de volca- 16 Ma, que precede al relleno de la cuenca
ocurridos ~24 Ma (Pardo Casas y Molnar nismo en esta región. de antepaís del Bermejo y la horizontaliza-
1987, Somoza 1988; Maloney et al. 2013). Desde un punto de vista paleogeográfico, ción de la subducción en el segmento sur de
A partir de ese momento, se inició una con- el episodio regional de volcanismo andesí- los Andes centrales.
vergencia ortogonal (Yañez et al. 2001) que tico del Mioceno temprano en el retroarco De acuerdo con nuestro análisis, la cons-
afectó al segmento andino central indu- habría generado aparatos volcánicos locali- trucción de aparatos volcánicos localizados
ciendo progresivamente la subhorizontali- zados como el que genero la Formación La junto al debilitamiento térmico regional no
zación de la subducción, que a partir de ca. Moradita asociados con tectónica distansi- habría alcanzado como para generar una
20-16 Ma (Fig. 19) fue acompañada por el va que favorecieron la acomodación y pre- flexión cortical tan localizada, permitien-
rápido desarrollo de la cuña orogénica y la servación excepcional, precediendo el desa- do la adición de fallas normales explicar la
migración del antepaís (Jordan et al. 2001, rrollo de la cuenca de antepaís del Bermejo. acomodación y preservación excepcional
Ramos et al. 2002). Asociado con el cambio de este registro de volcanismo al inicio del
de la cinemática regional y la ruptura de la CONCLUSIONES Neógeno en gran parte del retroarco. La
placa de Farallón en las placas de Nazca y suave discordancia angular que la separa de
Cocos (Cande y Leslie 1986), se produjo Se cartografió, estudió y definió una unidad la unidad infrayacente (Formación Cerro
un magmatismo andesítico en la Cordille- volcanosedimentaria en el campo de Ta- Rajado) y el solapamiento progresivo de la
ra Principal y Frontal (arco de Farellones) lampaya, próximo al límite interprovincial suprayacente Formación El Médano (Mio-
fechado entre 20 ± 0,5 Ma y 16,6 Ma al entre La Rioja y San Juan, la cual se deno- ceno medio) con depósitos de areniscas y
que se asocian domos andesíticos y cuer- minó Formación La Moradita, utilizando conglomerados volcanogénicos habrían
pos subvolcánicos dacíticos que intruyeron las normativas del código de nomenclatura resultado de la combinación de rotación,
la región de retroarco (Kay et al. 1991) y estratigráfica vigente. erosión, reciclado y truncamiento.
han sido reconocidos en Paramillos (Fig. El intervalo de 100 m de espesor máximo En el campo de Talampaya donde las rela-
19) y datados entre 18,9 ± 0,7 Ma y 16 ± se apoya en suave discordancia angular so- ciones estratigráficas son claras y la comple-
0,8 Ma (Ramos et al. 1991). Según Ramos bre la Formación Cerro Rajado (asignada al jidad tectónica es menor que en la Precor-
et al. (2002) este episodio magmático con Cretácico) y es solapada concordantemente dillera y el Famatina puede afirmarse que
signaturas geoquímicas típicas de retroarco por el Neógeno bien conocido en la región. este episodio volcanosedimentario ocurrió
finalizó a los 15 ± 0,51 Ma e indicaría la Cartográficamente tiene una geometría con antelación al relleno de la cuenca del
transición entre una subducción relativa- lenticular y una extensión de ~21 km en Bermejo y la posterior fragmentación del
mente empinada con influencia de cuña as- sentido norte-sur. antepaís.
tenosférica (Fig. 10a en Ramos et al. 2002), La unidad inicia con un conglomerado ba-
y el proceso de horizontalización que afec- sal tabular delgado y cuarzoso de expresión AGRADECIMIENTOS
tó al segmento andino central a partir del regional que en la localidad rápidamente
Mioceno medio (Kay y Copeland 2006). se torna volcánico. Por encima de este in- Los autores agradecen al Servicio Geoló-
Más recientemente, Limarino et al. (2002) tervalo basal se reconocen dos miembros, gico-Minero Argentino (SEGEMAR) por
y Dávila et al. (2004) notaron la propa- uno inferior dominado por asociaciones la realización de las hojas geológicas escala
gación y extensión de las manifestaciones de facies volcaniclásticas (depósitos de blo- 1:100.000 en el Campo de Talampaya, par-
volcánicas hacia el interior continental a ques y ceniza, flujos ignimbríticos, oleadas ticularmente, al programa de Cartas Geo-
la latitud de entre 29° y 31º (LS). Nuestro piroclásticas y depósitos de caída) de com- lógicas por la renovación y cartografía per-
trabajo permite generalizar la distribución posición predominantemente andesítica y manente de sitios de Interés Geológico de
del episodio volcánico neógeno temprano otro superior predominantemente epiclás- la República Argentina y al Consejo Nacio-
dentro del retroarco (Fig. 19), y lejos de es- tico (volcanogénico desde el punto de vista nal de Ciencias y Tecnología (PICT 2015-
tar reflejando una clara tendencia de migra- composicional) y dominado por procesos 2074 a CC) quienes subvencionaron el tra-
ción espacial con edades progresivamente de retrabajo del miembro inferior. La serie bajo. RA y CC agradecen al CONICET y a
más jóvenes hacia el interior continental, es, a nivel general, grano-estratodecreciente la universidad pública (CICTERRA-UNC
está bien acotado a un intervalo entre 20 y refleja una evolución desde una etapa vol- y la CIGYB-UNSJ, respectivamente) don-
y 16 Ma. No obstante, vale mencionar que cánica indicando una gran proximidad al de desempañan su trabajo. Agradecemos al
a escala regional deben tenerse en cuenta centro eruptivo, hasta una etapa posvolcá- Dr. F.M. Dávila la modelación cortical rea-
las particularidades asociadas con posibles nica caracterizada por procesos de retrabajo lizada con el programa Flex2D y comenta-
efectos de propagación de la deformación y aplanamiento del relieve. rios a una versión preliminar del manuscri-
en sentido oeste-este y comportamientos Su datación permitió establecer una edad to. Agradecemos asimismo a los árbitros de
Aglomerados volcaniclásticos del Mioceno temprano en Talampaya. 445

la revista, Dres. V.A Ramos y C.O. Lima- Caminos, R. 1979. Sierras Pampeanas norocci- Chough, S.K. y Sohn, Y.K. 1990. Depositional
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