La Biblia Segun
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Prólogo
Percy García Cavero
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
claramente adscrita, el autor propone una visión propia que hunde sus raí-
ces en el Estado constitucional. De alguna manera, sigue una visión integral
del sistema penal que se inclina por una formulación de las categorías dog-
máticas informadas por las disposiciones de la ley fundamental. En este pun-
to, estamos ambos absolutamente de acuerdo en la necesidad de instituir a
la persona y su dignidad como el fundamento de las construcciones jurídi-
co-penales y, por supuesto también, de la teoría del delito. Sobre la base de
una consideración de naturaleza analítica, el autor opta por estudiar la teo-
ría del delito, como es la práctica uniforme de los trabajos dogmáticos, me-
diante la interrelación de las categorías de tipicidad, antijuridicidad y culpa-
bilidad. Destaca especialmente la utilidad que esta forma de análisis tiene en
la labor de los tribunales para determinar la existencia de un delito y, dado
el caso, la imposición de una sanción penal.
La segunda parte del libro, que es la más extensa, se encarga del estudio
de cuestiones específicas de la teoría del delito. Se hace una exposición del
tema concreto, en cuyo desarrollo se cuenta con diversos pronunciamientos
de los tribunales penales nacionales y, en menor medida, extranjeros. El au-
tor tiene la virtud de sistematizar de manera satisfactoria las decisiones judi-
ciales en la exposición teórica del tema.
Los tópicos específicamente abordados en el presente trabajo son la im-
putación objetiva (riesgo permitido, principio de confianza, prohibición de
regreso y competencia de la víctima), el límite entre el dolo y la culpa, la le-
gítima defensa y la causa de inimputabilidad del retraso mental. No me cabe
la menor duda que el éxito de esta publicación llevará al autor a incluir, en
nuevas ediciones, otros temas de la teoría del delito que tenga la misma es-
pecial incidencia en la actividad de los tribunales penales nacionales.
Hasta ahora mi contacto con el Prof. Villegas Paiva se ha limitado a un
libro conjunto (la prueba en el proceso penal, Lima, 2015) y a alguna visita
que ha realizado a la Universidad de Piura por invitación de la Prof. Merce-
des Herrera. Pero ese contacto y la lectura de sus distintos trabajos en materia
penal y procesal penal, han sido suficientes para poder reconocer el espíritu
de un verdadero profesor de Derecho penal. El trabajo que hoy nos presenta
marca una nueva manera de hacer dogmática penal en nuestro país, de acer-
car la teoría a la praxis, de resolver los casos con la potencia argumentativa
de la teoría del delito. Eso es un valiosísimo aporte para la ciencia jurídico-
penal peruana y debe ser motivo de especial agradecimiento por parte de los
que hacemos dogmática penal en este país. Que el propio lector compruebe la
veracidad de lo que acabo de decir con la lectura de este valiosísimo trabajo.
Piura, 30 de marzo de 2017.
Prof. Dr. Dr. H.C. Percy García Cavero
Universidad de Piura
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Introducción
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
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Introducción
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Introducción
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
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Primera parte
EL SISTEMA DE LA TEORÍA DEL DELITO
EN UN ESTADO CONSTITUCIONAL
DE DERECHO
Capítulo I
La teoría del delito:
evolución y perspectivas actuales
(1) Consideramos que un hecho que en principio aparenta reunir las condiciones para ser considerado
como delito, al margen de que ello al final se llegue a considerar como tal o no, tiene ya relevancia
penal por cuanto demanda la actuación de las agencias del aparato punitivo del Estado (v. gr., Policía,
Ministerio Público, juzgados penales), actuación que tiene como objetivo, precisamente, determinar
concretamente si en definitiva es delito, y poder imponerle una sanción penal. En otras palabras,
puede suceder que ese hecho no sea delito, pero ello no implica que no se pueda sostener que no
tuvo relevancia penal, pues por el contrario tuvo ya relevancia al requerir la actuación de las agencias
mencionadas, pudiendo suceder que simplemente no es delito, porque en el transcurso se determinó
que se presentó alguna causa de justificación o de inculpabilidad. Esto último no le quita su carácter de
relevante penalmente, salvo que se quiera entender que únicamente es “relevante penalmente” aquellos
hechos que finalmente se determinaron como delito (es decir como una conducta típica, antijurídica y
culpable, a la que finalmente se le impuso una pena), y que todo hecho que no se llegó a reputar como
delito (en el sentido expuesto) no cabe dentro de la expresión de “relevante jurídico-penalmente” a
pesar de haber demandado la actuación de la agencias punitivas del Estado.
(2) CARO JOHN, José Antonio. Manual teórico-práctico de teoría del delito. Materiales de aplicación a la
investigación y judicialización de delitos cometidos en el ejercicio de la función pública. Ara Editores,
Lima, 2014, p. 21.
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(3) CARO JOHN, José Antonio. Manual teórico-práctico de teoría del delito. Ob. cit., p. 21.
(4) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, Jurista Editores, Lima, 2012,
p. 313.
(5) SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. Aproximación al Derecho Penal contemporáneo. 2ª edición. Colección
Maestros del Derecho Penal, N° 31, BdeF, Montevideo-Buenos Aires, 2010, p. 285.
(6) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 313.
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La teoría del delito: evolución y perspectivas actuales
(7) GIMBERNAT ORDEIG, Enrique. “¿Tiene un futuro la dogmática jurídico-penal?”. En: Portal
Derecho Penal. José Hurtado Pozo (director), 2008, p. 9. Recuperado de: <https://www.unifr.ch/ddp1/
derechopenal/articulos/a_20080521_84.pdf>.
(8) GIMBERNAT ORDEIG, Enrique. “¿Tiene un futuro la dogmática jurídico-penal?”. En: Portal
Derecho Penal. José Hurtado Pozo (director), 2008, p. 9. Recuperado de: <https://www.unifr.ch/ddp1/
derechopenal/articulos/a_20080521_84.pdf>.
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(9) GIMBERNAT ORDEIG, Enrique. “¿Tiene un futuro la dogmática jurídico-penal?”. Ob. cit., p. 9.
(10) GARRIDO MONTT, Mario. Derecho Penal. Parte general. Tomo II-Nociones fundamentales de la teoría
del delito. 4ª edición, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2005, p. 8.
(11) LARSEN, Pablo. “Entre la estética intelectual, el arbitrio de los jueces y la seguridad jurídica. Reflexiones
críticas sobre la función de la dogmática penal a partir del caso argentino”. En: InDret. N° 3/2015,
Universidad Pompeu Fabra, Barcelona, 2015, pp. 9 y 10.
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La teoría del delito: evolución y perspectivas actuales
(12) De forma similar, FERRÉ OLIVÉ, Juan; NÚÑEZ PAZ, Miguel; TERRA DE OLIVEIRA; William y
COUTO DE BRITO, Alexis. Direito Penal brasileiro. Parte geral. Revista dos Tribunais, São Paulo, 2011,
p. 217.
(13) Cfr. SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. Aproximación al Derecho Penal contemporáneo. 2ª edición.
Colección Maestros del Derecho Penal, N° 31, BdeF, Montevideo-Buenos Aires, 2010, p. 64. Señala
este autor que debe ponerse de relieve que la aspiración tradicional de la dogmática no ha sido la de
cultivar su disciplina l’art pour l’art, sino la de obtener seguridad jurídica, levantar un edificio firme
frente a intervenciones ideológicas, y reafirmar así la idea de Estado de Derecho y la concepción del
Derecho Penal como magna charta.
(14) CARO JOHN, José Antonio. Manual teórico-práctico de teoría del delito. Ob. cit., p. 32.
(15) BOVINO, Alberto. “La dogmática violada. Dogmática penal sustantiva y proceso penal”. En: Blog No
hay Derecho. Recuperado de http://nohuboderecho.blogspot.pe/2013/10/la-dogmatica-violada.html
(consulta: 05/06/2016).
(16) Cfr. MUÑOZ CONDE, Francisco. “Presente y futuro de la dogmática jurídico-penal”. En: Revista
Penal. N° 5. La Ley, Madrid, 2000, p. 46 y ss.
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(17) En este sentido, MIR PUIG, Santiago. Introducción a las bases del Derecho Penal. 2ª edición, reimpresión.
Colección Maestros del Derecho Penal, N° 5, BdeF, Montevideo-Buenos Aires, 2003, p. 151, cuando
refiere que si algo justifica la actividad de la ciencia del Derecho Penal, de sus profesores y de sus
estudiantes, es su destino a la práctica. El estudio del Derecho Penal alcanza sentido únicamente en la
medida en que puede influir en las distintas manifestaciones de la vida de la ley penal: la creación de
la ley penal y su aplicación. En primer lugar, ha de servir de base a la labor legislativa. en este aspecto
se incluye la problemática de lege ferenda, la cual supone inevitablemente la consideración crítica del
derecho vigente. En segundo lugar, el método de estudio del Derecho Penal debe poner a prueba su
validez como instrumento de la aplicación judicial (y penitenciaria) de la ley. Cierto que la labor teórica
y la función práctica poseen carácter distinto, pero el ideal a que debe tenderse con la máxima urgencia
es que la teoría responda a las necesidades de la aplicación a la práctica de la ley, y viceversa, que esta
se base fielmente en el método de aquella.
(18) GARRIDO MONTT, Mario. Derecho Penal. Parte general. Tomo II-Nociones fundamentales de la teoría
del delito. Ob. cit., p. 9.
(19) HASSEMER, Winfried. Fundamentos del Derecho Penal. Traducción de Luis Arroyo Zapatero y
Francisco Muñoz Conde. J.M. Bosch, Barcelona, 1984, p. 34. Continua señalando que: “Orientación
a las consecuencias supone que las consecuencias de legislación, jurisprudencia y ejecución de las penas
son conocidas realmente y que por lo menos se pueden valorar (como deseadas o indeseadas). Orientar
el sistema del Derecho Penal a las consecuencias puede significar que el legislador, la justicia penal y
el sistema de ejecución penal no (solo) se ven ante la tarea de perseguir el ilícito penal y retribuir la
culpabilidad de su autor, sino de alcanzar la meta de mejorar al delincuente, y reducir en general la
criminalidad”.
(20) LARSEN, Pablo. “Entre la estética intelectual, el arbitrio de los jueces y la seguridad jurídica. Reflexiones
críticas sobre la función de la dogmática penal a partir del caso argentino”. Ob. cit., p. 8.
(21) La dogmática jurídico-penal al hacer previsibles las soluciones de los tribunales proyectando
jurisprudencia técnica y proporcionando una interpretación que aspira a ser no contradictoria del
derecho, cumple una función realizadora del principio republicano (o, al menos debería cumplirla)
y resulta de este modo un instrumento necesario para proveer seguridad jurídica. Así, ZAFFARONI,
Eugenio. Política criminal latinoamericana. Perspectivas y disyuntivas. Hammurabi, Buenos Aires, 1982,
p. 10.
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La teoría del delito: evolución y perspectivas actuales
(22) VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Fernando. Derecho Penal. Parte general. Tomo I. Editorial Jurídica de
Chile, Santiago, 2011, p. 45.
(23) VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Fernando. Derecho Penal. Parte general. Tomo I. Editorial Jurídica de
Chile, Santiago, 2011, p. 46.
(24) CASTILLO ALVA, José Luis. “El uso de los precedentes judiciales en materia penal como técnica de
argumentación racional. Su alcance y valor en el Derecho peruano”. En: Portal Derecho Penal. José
Hurtado Pozo (director), 2008, p. 43. Recuperado de: <https://www.unifr.ch/ddp1/derechopenal/
articulos/a_20080521_46.pdf>.
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(25) BACIGALUPO, Enrique. Técnica de resolución de casos penales. 2ª edición. Hammurabi, Buenos Aires,
2002, p. 63.
(26) CASTILLO ALVA, José Luis. “El uso de los precedentes judiciales en materia penal como técnica de
argumentación racional. Su alcance y valor en el derecho peruano”. En: Portal Derecho Penal. José
Hurtado Pozo (director), 2008, p. 43. Recuperado de: <https://www.unifr.ch/ddp1/derechopenal/
articulos/a_20080521_46.pdf>.
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La teoría del delito: evolución y perspectivas actuales
(27) SCHÜNEMANN, Berd. “Introducción al razonamiento sistemático en Derecho Penal”. En: El sistema
moderno del Derecho Penal. Cuestiones fundamentales. Estudios en honor de Claus Roxin en su 50°
aniversario. Berd Schünemann (compilador). Traducción de Jesús María Silva Sánchez. Tecnos, Madrid,
1991, pp. 42 y 43; respecto a la importancia del sistema señala lo siguiente: “1) que el razonamiento
sistemático y la elaboración de un sistema son irrenunciables para una cultura jurídica desarrollada y
racional; 2) que soluciones contrarias al sistema que no pueden ‘integrarse’ en este ni siquiera mediante
una reforma del mismo ponen de manifiesto eo ipso deficiencias materiales del ordenamiento jurídico;
3) que, por otro lado, jamás debe sobrevalorarse el alcance del sistema obtenido, de modo, de modo
que la aparición de nuevos problemas debe provocar el sometimiento a prueba de la sistematización
existente. En resumidas cuentas, el ideal de la elaboración sistemática en Derecho Penal (como en
la ciencia jurídica, en general) viene representando por un ‘sistema abierto’ que ordene y conserve
los conocimientos alcanzados de modo seguro tras el debate científico, pero que, por otro lado, no
esté inmunizado frente a su modificación, o incluso subversión provocada por la aparición de nuevas
soluciones a los problemas o de nuevos conocimientos materiales” (existe una segunda edición de este
trabajo, publicada en la Colección Maestros del Derecho Penal, N° 37, BdeF, Montevideo-Buenos Aires,
2012, en donde la cita anotada pueden encontrarse en pp. 19 y 20). Sigue el planteamiento de este autor
alemán: SERRANO-PIEDECASAS, José Ramón. “La necesidad de un conocimiento sistemático de la
teoría del delito”. En: Contribuciones críticas al sistema penal de la post modernidad. In memoriam a
Eduardo Novoa Monreal. Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Central de Chile,
Santiago de Chile, 2007, p. 59, cuando refiere que: “En definitiva, el razonamiento sistemático es una
tarea irrenunciable para una cultura jurídica que pretenda estar libre de contradicciones internas. Sin
embargo, la apertura del sistema nos lleva, por otra parte, a no sobrevalorar los logros obtenidos, de
modo que la aparición de nuevos problemas deberán provocar una saludable revisión y puesta a prueba
de la sistematización alcanzada”.
(28) SERRANO-PIEDECASAS. José Ramón. “El conocimiento científico del Derecho Penal”. En: Homenaje
al Dr. Marino Barbero Santos: “in memorian”. Vol. I. Luis Alberto Arroyo Zapatero e Ignacio Berdugo
Gómez de la Torre (coordinadores). Universidad de Castilla-La Mancha-Universidad de Salamanca,
Salamanca, 2001, p. 675.
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(29) Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 314 y ss.
(30) No es el propósito del presente trabajo ahondar este aspecto evolutivo de la teoría del delito, puesto
que su finalidad es otra. Por ello solo se procederá a realizar una breve reseña de dicha evolución. En
tal sentido, para tener mayores detalles sobre el tema de este acápite, se puede consultar, entre otros, a:
AGUDELO BETANCUR, Nódier. Curso de Derecho Penal (Esquemas del delito). 3ª edición, reimpresión,
Temis, Bogotá, 2004, pássim; TAVARES, Juárez. Teorias do delito. Variações e tendencias. Revista
dos Tribunais, São Paulo, 1980, pássim. GÓMEZ LÓPEZ, Jesús Orlando. Tratado de Derecho Penal.
Parte General. Tomo II; Ediciones Doctrina y Ley, Bogotá, 2005, p. 43 y ss.; SCHÜNEMANN, Berd.
“Introducción al razonamiento sistemático en Derecho Penal”. En: El sistema moderno del Derecho Penal.
Cuestiones fundamentales. Estudios en honor de Claus Roxin en su 50° aniversario. Berd Schünemann
(compilador). Traducción de Jesús María Silva Sánchez. Colección Maestros del Derecho Penal,
N° 37, BdeF, Montevideo-Buenos Aires, 2012, pp. 20-73; SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. Aproximación
al Derecho Penal contemporáneo. 2ª edición. Colección Maestros del Derecho Penal, N° 31, BdeF,
Montevideo-Buenos Aires, 2010, pp. 63-290; JAÉN VALLEJO, Manuel. “Los puntos de partida de la
dogmática jurídico-penal”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo 48, Fasc. 1, Ministerio
de Justicia, Madrid, 1995, pp. 57-70; BORJA JIMÉNEZ, Emiliano. “Algunos planteamientos dogmáticos
en la teoría jurídica del delito en Alemania, Italia y España”. En: Cuadernos de política criminal,
N° 63, Madrid, 1997, pp. 595-652; PÉREZ ALONSO, Esteban. “Las revoluciones científicas del Derecho
Penal: evolución y estado actual de la dogmática jurídico-penal”. En: Teoría del delito. Problemas
fundamentales. Raúl Pariona Arana y Esteban Pérez Alonso (coordinadores). Instituto Pacífico, Lima,
2015, pp. 23-50; GONZÁLEZ CUSSAC, José. “Los antiguos y nuevos horizontes de la dogmática
penal”. En: Cuadernos de Derecho Penal. N° 13, Universidad Sergio Arboleda, Bogotá, enero-junio de
2015, pp. 77-110; POLAINO NAVARRETE, Miguel. “Finalismo y postfinalismo: hitos históricos de
dogmática penal”. En: ROXIN, Claus; POLAINO NAVARRETE, Miguel y POLAINO ORTS, Miguel.
Política criminal y dogmática penal. Colección Dogmática Penal. N° 10, Ara Editores, Lima, 2013,
pp. 17-49; ABANTO VÁSQUEZ, Manuel. “¿Normativismo radical o normativismo moderado?
En: Revista Penal. Nº 16, La Ley, Madrid, 2005, pp. 3-35; MONTEALEGRE LYNETT, Eduardo y
PERDOMO TORRES, Jorge Fernando. “Funcionalismo y normativismo penal. Una introducción a la
obra de Günther Jakobs”. En: Los desafíos del Derecho Penal en el siglo XXI. Libro homenaje al profesor
Dr. Günther Jakobs. Guillermo Jorge Yacobucci (editor). Ara Editores, Lima 2005, pp. 23-92.
(31) Sobre los principales antecedentes de la moderna teoría del delito, tales como el racionalismo iluminista
para desterrar las arbitrariedad en la administración de justicia penal, así como la teoría de la imputación
moral de los hegelianos, y su importancia en la doctrina funcionalista actual, véase: GARCÍA CAVERO,
Percy. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., pp. 314-318.
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La teoría del delito: evolución y perspectivas actuales
(32) HURTADO POZO, José. Manual de Derecho Penal. Parte general. Tomo I. 4ª edición, Idemsa, Lima,
2011, p. 360, nm. 991.
(33) BETANCUR, Nódier. Curso de Derecho Penal (Esquemas del delito). 3ª edición, reimpresión, Temis,
Bogotá, 2004, pp. 17 y 20.
(34) Sobre la influencia de las ideas de Rudolph Von Ihering en Franz Von Liszt, véase: MIR PUIG, Carlos.
“La metodología de la ciencia jurídico-penal alemana. La escuela de Franz von Liszt”. En: Actualidad
Penal. N° 28, Instituto Pacífico, Lima, octubre de 2016, p. 165 y ss.
(35) En esta obra, Ernst Beling puso de manifiesto que el tatbestand es una categoría intermedia e independiente
entre la conducta y la antijuridicidad. Esta expresión (tatbestand), término de muy difícil traducción al
castellano, pero que ha sido entendido en este idioma como tipo penal, conforma la categoría denominada
tipicidad. El rechazo que sufrió, al comienzo, su construcción doctrinal, especialmente de los autores
alemanes, dieron lugar a que la reelaborara. De ahí que hay dos momentos, claramente diferenciados,
en su construcción doctrinal. El primero, en su versión del tipo materializado (1906) que es la época
correspondiente a la publicación de su obra fundamental Die Lehre von Verbrechen. El segundo en
1930, con su monografía Die Lehre von Tatbestand. Ambos son dos hitos esenciales en la evolución
del pensamiento del ilustre maestro alemán y en la dogmática de la teoría del delito. Para el presente
trabajo se ha consultado la siguiente edición: BELING, Ernst. Esquema de Derecho Penal y la doctrina
del delito tipo. Traducción de Sebastián Soler. El Foro, Buenos Aires, 2002. Esta edición constituye la
traducción al castellano de las obras de Ernst Beling: Grunddzüge des Strafrechts (11ª edición, 1030)
y Die Lehre von Verbrechen (1930), respectivamente. Sobre la evolución de la doctrina de la teoría del
tipo penal en Beling véase, DÍAZ-ARANDA, Enrique. Cuerpo del delito, probable responsabilidad y la
reforma constitucional de 2008. Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, México D.F., 2009,
p. 7 y ss. MÁRQUEZ PIÑERO, Rafael. El tipo penal. Algunas consideraciones en torno al mismo. 2ª
edición, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, 2005, p. 137. VILLAVICENCIO TERREROS,
Felipe. Derecho Penal. Parte General. 3ª reimpresión de la 1ª edición, Grijley, Lima, 2010, p. 231 y ss.
(36) Cfr. DÍAZ-ARANDA, Enrique. Cuerpo del delito, probable responsabilidad y la reforma constitucional
de 2008. Ob. cit., pp. 8 y 9.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(37) Para un análisis detallado sobre la concepción del tipo penal en Beling, véase: CARDENAL MOTRAVETA,
Sergi. El tipo penal en Beling y los neokantianos. PPU, Barcelona, 2002, pássim.
(38) Véase, VON LISZT, Franz. Tratado de Derecho Penal. Tomo II, Traducción de Luis Jiménez de Asúa.
Reus, Madrid, 1927, pp. 297 y ss.; BELING, Ernst. Esquema de Derecho Penal y la doctrina del delito
tipo. Traducción de Sebastián Soler. El Foro, Buenos Aires, 2002, pp. 42 y ss.
(39) HURTADO POZO, José. Manual de Derecho Penal. Parte general. Tomo I, ob. cit., p. 361, nm. 993.
(40) Véase, MEZGER, Edmund. Tratado de Derecho Penal. Traducción de José Arturo Rodríguez Muñoz, 2ª
edición, Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1946; también, MEZGER, Edmund. Derecho
Penal. Parte general. Libro de estudio. Traducción de Conrado A. Finzi. Editorial Bibliográfica Argentina,
Buenos Aires, 1958.
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La teoría del delito: evolución y perspectivas actuales
(41) RODRÍGUEZ MOURULLO, Gonzalo. Derecho Penal. Parte general. Civitas, Madrid, 1978, p. 191.
(42) Cfr. TAVARES, Juarez. Teorias do delito. Variações e tendencias. Revista dos Tribunais, São Paulo, 1980,
p. 41.
(43) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 320.
(44) JESCHECK, Hans-Heinrich y WEIGEND, Thomas. Tratado de Derecho Penal. Parte general. Vol. I.
Traducción de Miguel Olmedo Cardenete. 1ª edición peruana, Instituto Pacífico, Lima, 2014, p. 304.
(45) Véase, HURTADO POZO, José. Manual de Derecho Penal. Parte general. Tomo I, ob. cit., pp. 322 y
323, nm. 996-998.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(46) Se considera como fundador de esta concepción de la culpabilidad a Reinhard Frank, en su obra Über
den Aufbau des Schuldbegriffs. Para el presente trabajo se ha consultado la siguiente edición: FRANK,
Reinhard. Sobre la estructura del concepto de culpabilidad. Traducción de Gustavo Eduardo Aboso y
Tea Löw. 2ª edición, 3ª reimpresión, Colección Maestros del Derecho Penal, N° 1. BdeF, Montevideo-
Buenos Aires, 2011, p. 25 y ss.; luego desarrollada por James Goldschmidt en su obra Normativer
Schuldbegriffs; para el presente trabajo se ha consultado la siguiente edición: GOLDSCHMIDT, James.
La concepción normativa de la culpabilidad. Traducción de Margarethe de Goldschmidt y Ricardo C.
Núñez. 2ª edición, 1ª reimpresión, Colección Maestros del Derecho Penal, N° 7, BdeF, Montevideo-
Buenos Aires, 2007, p. 83 y ss.
(47) Véase, WELZEL, Hans. El nuevo sistema del Derecho Penal. Una introducción a la doctrina de la acción
finalista. Traducción de José Cerezo Mir. 4ª reimpresión. Colección Maestros del Derecho Penal,
N° 4, BdeF, Montevideo-Buenos Aires, 2011; WELZEL, Hans. Derecho Penal. Parte general. Traducción
de Carlos Fontán Balestra con la colaboración de Eduardo Friker. Depalma, Buenos Aires, 1956; ver la
exposición de GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., pp. 323 y 324.
(48) La teoría del delito se constituye en el elemento básico, que conecta toda la teoría del delito. Pero a
diferencia Pero a diferencia del concepto causal, que lo ve como un mero impulso, o le da importancia
solo por su condición por el resultado, aquí adquiere características más definidas, dando énfasis a su
naturaleza ontológica completa. Resalta este aspecto, TAVARES, Juárez. Teorias do delito. Variações e
tendencias. Revista dos Tribunais, São Paulo, 1980, p. 57.
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La teoría del delito: evolución y perspectivas actuales
(49) WELZEL, Hans. El nuevo sistema del Derecho Penal. Una introducción a la doctrina de la acción
finalista. Ob. cit., p. 41 y ss.; WELZEL, Hans. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 39 y ss.
(50) HURTADO POZO, José. Manual de Derecho Penal. Parte general. Tomo I, ob. cit., pp. 363 y 364,
nm. 1000.
(51) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 325.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(52) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 327.
(53) Ibídem, pp. 326 y 327.
(54) Expone su tesis en su compendio Kriminalpolitik und Strafrechtssystem, publicado en 1970 (para la
presente investigación se ha consultado la siguiente edición: ROXIN, Claus. Política criminal y sistema
del Derecho Penal. Traducción de Francisco Muñoz Conde. 2ª edición, 1ª reimpresión. Colección Claves
del Derecho Penal, N° 2, Hammurabi, Buenos Aires, 2002), así como en su compilación Strafrechtliche
Grundlagenprobleme, publicado en 1973 (para la presente investigación se ha consultado la siguiente
edición: ROXIN, Claus. Problemas básicos del Derecho Penal. Traducción de Diego-Manuel Luzón
Peña. Reus, Madrid, 1976).
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La teoría del delito: evolución y perspectivas actuales
(55) La concepción de Roxin acerca de la influencia de la Política Criminal en cada categoría dogmática
jurídico-penal, puede observase de forma sintética en: ROXIN, Claus. “El significado de la Política
Criminal para los fundamentos sistemáticos del Derecho Penal”. Traducción de Miguel Polaino-Orts.
En: ROXIN, Claus; POLAINO NAVARRETE, Miguel y POLAINO ORTS, Miguel. Política Criminal
y dogmática penal. Colección Dogmática Penal. N° 10, Ara Editores, Lima, 2013, pp. 51-70.
(56) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., pp. 327 y 328.
(57) ABANTO VÁSQUEZ, Manuel. “¿Normativismo radical o normativismo moderado?”. En: Revista Penal.
Nº 16, La Ley, Madrid, 2005, pp. 3 y 4.
(58) Véase, ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte general. Tomo I. Fundamentos. La estructura de la teoría
del delito. Traducción de la 2ª edición alemana por Diego-Manuel Luzón Peña, Miguel Díaz y García
Conlledo y Javier de Vicente Remesal, Civitas, Madrid, 1997, p. 51 y ss.; ROXIN, Claus. “La idea del
bien jurídico en la teoría del injusto penal”. Traducción de Miguel Polaino-Orts. En: ROXIN, Claus;
POLAINO NAVARRETE, Miguel y POLAINO ORTS, Miguel. Política criminal y dogmática penal.
Colección Dogmática Penal. N° 10, Ara Editores, Lima, 2013, pp. 51-70.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(59) Véase, ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte general. Tomo I. Fundamentos. La estructura de la teoría
del delito. Ob. cit., p. 56 nm. 9.
(60) Véase la exposición de ABANTO VÁSQUEZ, Manuel. “¿Normativismo radical o normativismo
moderado?”. Ob. cit., p. 4.
(61) Véase, ROXIN, Claus. “El concepto de bien jurídico como instrumento de crítica legislativa sometido a
examen”. En: Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología. N° 15-01, Universidad de Granada,
Granada, 2013, disponible en: <http://criminet.ugr.es/recpc/15/recpc15-01.pdf>.
(62) Véase, ROXIN, Claus. “El significado de la política criminal para los fundamentos sistemáticos del
Derecho Penal”. Ob. cit., p. 55.
(63) Véase, ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte general. Tomo I. Fundamentos. La estructura de la teoría
del delito. Ob. cit., p. 251 nm. 40. Véase la exposición de GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal.
Parte general. Ob. cit., p. 328.
(64) ABANTO VÁSQUEZ, Manuel. “¿Normativismo radical o normativismo moderado?”. Ob. cit., p. 4.
34
La teoría del delito: evolución y perspectivas actuales
(65) ABANTO VÁSQUEZ, Manuel. “¿Normativismo radical o normativismo moderado?”. Ob. cit., p. 5.
(66) Ídem.
35
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(67) ROXIN, Claus. “Sentido y límites de la pena estatal”. En: ROXIN, Claus. Problemas básicos del Derecho
Penal. Traducción de Diego-Manuel Luzón Peña. Reus, Madrid, 1976, p. 11 y ss.
(68) Mercedes Pérez Manzano señala que “Roxin ha introducido el concepto de prevención de integración
para ensamblar sin traumatismos los fines de la pena en el marco de su teoría dialéctica de la unión.
Prevención de integración es para Roxin el efecto de pacificación que se produce cuando el delincuente
ha hecho lo suficiente de manera que el conflicto social se soluciona a pesar de la infracción normativa.
Este efecto de pacificación se consigue con la imposición de la pena adecuada a la culpabilidad porque se
corresponde con el sentimiento de la generalidad”. En: PÉREZ MANZANO, Mercedes. “Aportaciones
de la prevención general positiva a la resolución de las antinomias de los fines de la pena”. En: SILVA
SÁNCHEZ, Jesús-María (Editor) Política criminal y nuevo Derecho Penal. Libro Homenaje a Claus
Roxin. J.M. Bosch, Barcelona, 1997, p. 76.
(69) ROXIN, Claus. “Cambios en la teoría de los fines de la pena”. En: ROXIN, Claus. La teoría del delito
en la discusión actual. Traducción de Manuel Abanto Vásquez. Grijley, Lima, 2007, p. 71.
(70) Aclara el profesor alemán, que no se trata de una atajante distinción por fases, sino de una ponderación
diferenciada. Pues si la conminación penal debe conservar su función motivadora, la ejecución tampoco
puede perder totalmente el efecto preventivo-general. Véase: ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte
general. Tomo I. Fundamentos. La estructura de la teoría del delito. Traducción de la 2ª edición alemana
por Diego-Manuel Luzón Peña, Miguel Díaz y García Conlledo y Javier de Vicente Remesal. Civitas,
Madrid, 1997, p. 97.
(71) Véase: ROXIN, Claus. “Sentido y límites de la pena estatal”. En: ROXIN, Claus. Problemas básicos
del Derecho Penal. Traducción de Diego-Manuel Luzón Peña. Reus, Madrid, 1976, p. 20.
(72) ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte general. Tomo I. Fundamentos. La estructura de la teoría del delito.
Ob. cit., p. 97, nm. 41.
36
La teoría del delito: evolución y perspectivas actuales
(73) ROXIN, Claus. “Sentido y límites de la pena estatal”. Ob. cit., p. 21 y ss.
(74) ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte general. Tomo I. Fundamentos. La estructura de la teoría del delito.
ob. cit., p. 97.
(75) ROXIN, Claus. “Sentido y límites de la pena estatal”. Ob. cit., p. 27; ROXIN, Claus. Derecho Penal.
Parte general. Tomo I. Fundamentos. La estructura de la teoría del delito. Ob. cit., p. 99.
(76) ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte General. Tomo I. Fundamentos. La estructura de la teoría del delito.
Ob. cit., p. 100-101; ROXIN, Claus. “Cambios en la teoría de los fines de la pena”. En: ROXIN, Claus.
37
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
Por ejemplo, el legislador puede prever casos en los cuales, por ra-
zones de prevención especial (posibles efectos negativos de la pena
para la resocialización), la pena efectiva pueda quedar por debajo de
la culpabilidad. De esta manera también se armonizaría con la “sen-
sación de justicia” que exige la generalidad: nadie debe ser penado
con mayor severidad de la que se merece; y lo merecido solamente
puede ser una pena correspondiente a la culpabilidad. Así se evitaría
también la crítica a la instrumentalización del individuo con fines ul-
teriores; una “pena merecida” también tendrá fines (sea una retribu-
ción o una prevención general) distintos de los que pueda perseguir
el propio delincuente, pero el merecimiento de la pena justifica la in-
tervención estatal, intervención que tampoco ha encontrado un sus-
tituto en ningún ordenamiento jurídico vigente.
La última fase en la vida de la pena, la de su ejecución, servi-
ría a la confirmación de los fines de los momentos anteriores, pero
de forma que tienda a la resocialización del delincuente, como for-
ma de prevención especial. Aquí debe incluirse el mero posibilitar
la utilización de las facultades propias del delincuente, evitando su
atrofia, en los casos en que aquel no precise un propio tratamiento
terapéutico-social.
Nuestros legisladores del Código Penal peruano de 1991 y la doc-
trina tradicional se adhieren a esta teoría dialéctica de la pena al se-
ñalar en su Artículo XI del Título Preliminar: “La pena tiene función
preventiva, protectora y resocializadora”.
4.1.2. El sistema de renormativización de las categorías dogmáti-
cas con base en la función de la pena
Partamos en primer lugar, por reconocer que el normativismo ra-
dical fundado por Günther Jakobs ha reavivado notablemente la dis-
cusión dogmática con sus propuestas originales y polémicas(77). Trasla-
La teoría del delito en la discusión actual. Traducción de Manuel Abanto Vásquez. Grijley, Lima, 2007,
p. 73.
(77) El planteamiento general de su concepción se halla en: JAKOBS, Günther. Derecho Penal. Parte general.
Fundamentos y teoría de la imputación. Traducción de Joaquín Cuello Contreras y Luis Serrano
Gonzáles de Murillo. 2ª edición, Marcial Pons, Madrid, 1997. Una síntesis del planteamiento de la
teoría funcional del citado autor puede encontrarse en: JAKOBS, Günther. Sociedad, norma y persona
en una teoría de un Derecho Penal funcional. Traducción de Manuel Cancio Meliá y Bernardo Feijóo
Sánchez. 1ª edición, 1ª reimpresión, Civitas, Madrid, 2000 (publicado también en: JAKOBS, Günther.
Bases para una teoría funcional del Derecho Penal. Palestra Editores, Lima, 2000, p. 19 y ss.).
38
La teoría del delito: evolución y perspectivas actuales
(78) Véase: JAKOBS, Günther. Sociedad, norma y persona en una teoría de un Derecho Penal funcional.
Traducción de Manuel Cancio Meliá y Bernardo Feijóo Sánchez. 1ª reimpresión de la 1ª edición en
castellano. Civitas, Madrid, 2000 (publicado también en: JAKOBS, Günther. Bases para una teoría
funcional del Derecho Penal. Palestra Editores, Lima, 2000, p. 19 y ss.); JAKOBS, Günther. “Imputación
jurídico-penal, desarrollo del sistema con base en las condiciones de la vigencia de la norma”. Traducción
de Javier Sánchez-Vera Gómez-Trelles. En: JAKOBS, Günther. Dogmática de Derecho Penal y la
configuración normativa de la sociedad. Thomson-Civitas, Madrid, 2004, p. 75 y ss. (con anterioridad
fue publicado en: Revista del Poder Judicial. Nº 49, Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 1998,
p. 297 y ss.).
(79) Véase: JAKOBS, Günther. “¿Qué protege el Derecho Penal: bienes jurídicos o la vigencia de la norma?”
Traducción de Manuel Cancio Meliá. En: El funcionalismo en Derecho Penal. Libro homenaje al
profesor Günther Jakobs. Tomo I. Eduardo Montealegre Lynett (coordinador). Universidad Externado
de Colombia, Bogotá, 2003, p 39 y ss.; JAKOBS, Günther. “¿Cómo protege el Derecho Penal y
qué es lo que protege? Contradicción y prevención; protección de bienes jurídicos y protección
de la vigencia de la norma”. Traducción de Manuel Cancio Meliá. En: JAKOBS, Günther. Sobre la
normativización de la dogmática jurídico-penal. Thomson-Civitas, Madrid, 2003, p. 47 y ss.; JAKOBS,
Günther. “Imputación jurídico-penal, desarrollo del sistema con base en las condiciones de la vigencia
de la norma”. Traducción de Javier Sánchez-Vera Gómez-Trelles. En: JAKOBS, Günther. Dogmática
de Derecho Penal y la configuración normativa de la sociedad. Thomson-Civitas, Madrid, 2004,
p. 75 y ss.
(80) Véase, así, GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 129. “El bien jurídico
penalmente protegido es la vigencia de la norma”, señala el citado autor.
39
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(81) Sostiene JAKOBS, Günther. “La idea de la normativización en la dogmática jurídico-penal”. Traducción
de Manuel Cancio Meliá. En: JAKOBS, Günther. Sobre la normativización de la dogmática jurídico-
penal. Thomson-Civitas, Madrid, 2003, p. 17, que “(…) el Derecho aparece como estructura de la
sociedad, y tanto los deberes como los derechos, hablando en los términos de la teoría de los sistemas: las
expectativas normativas, no están dirigidas a individuos, sino a destinos construidos comunicacionalmente
que se denominan personas”. Más adelante señala el autor que: persona es, por lo tanto, el destino de
expectativas normativas, la titular de deberes, y, en cuanto titular de derechos , dirige tales expectativas
a otras personas; la persona, como puede observarse, no es algo dado por la naturaleza, sino una
construcción social. En conclusión –anota Jakobs– que “persona” es algo distinto de un ser humano, un
individuo humano; este es el resultado de procesos naturales, aquella un producto social (de lo contrario
nunca podría haber habido esclavos, y no podrían existir personas jurídicas). Este producto es la unidad
ideal de derechos y deberes que son administrados a través de un cuerpo y una consciencia; lo mínimo
es un cuerpo animado. (Íbidem, pp. 20 y 21). Aunque este no es el lugar para analizar dicha postura,
dejemos por sentado nuestra opinión, la cual se distancia de dicho parecer, pues a nuestro criterio
persona es todo ser o individuo humano, al margen de que en una época determinada un grupo de una
sociedad en particular les reconozca sus derechos o esté dicho sujeto en la capacidad de poder ejercer
sus derechos. El concepto de persona no depende del consenso social o de la eventual constitución de
la sociedad. De ser así, entonces, hoy en día, aquellos seres humanos que son víctimas de tráfico con
fines de explotación sexual, no serían personas por cuanto son tratados como objetos de explotación
sexual, sin embargo, ello no es así, son tan personas como cualquiera de nosotros, y es precisamente
por ello que existe toda una normativa –tanto en el plano nacional como internacional– que busca
protegerlos y diversas agencias que pretenden castigar a aquellos sujetos que realizan dicho tráfico de
seres humanos. Igualmente el dato de que un menor de edad, o un ser humano con incapacidad mental,
no respondan penalmente no significa que no sean persona, sino únicamente que no son imputables
jurídico-penalmente, al no ser posible de imputarles a manera de reproche su conducta. El concepto
de persona, no se mueve en el plano sociológico, sino que hunde sus raíces en el plano ontológico, su
personalidad se deriva del hecho de poseer innatamente una dignidad. Es precisamente esta dignidad, la
que permitió reconocer y luchar porque aquellos seres humanos que estaban en condición de esclavitud,
no siguieran en la misma condición, pues como cualquier otra persona son libres.
(82) Véase: JAKOBS, Günther. “Derecho Penal del ciudadano y Derecho Penal del enemigo”. En: JAKOBS,
Günther y CANCIO MELIÁ, Manuel. Derecho Penal del enemigo. Thomson-Civitas, Madrid, 2003,
p. 19 y ss. Sobre el denominado Derecho Penal del enemigo, véase, entre otros, CANCIO MELIÁ,
Manuel. “¿Derecho Penal del enemigo? En: JAKOBS, Günther y CANCIO MELIÁ, Manuel. Derecho
Penal del enemigo. Thomson-Civitas, Madrid, 2003, p. 57 y ss.; MUÑOZ CONDE, Francisco. De nuevo
sobre el Derecho Penal del enemigo. 2ª edición, Colección Claves del Derecho Penal, N° 5, Hammurabi,
Buenos Aires, 2008; MUÑOZ CONDE, Francisco. De la tolerancia cero al Derecho Penal del enemigo.
Instituto de Estudio e Investigación Jurídica, Managua, 2009; ZAFFARONI, Eugenio Raúl. El enemigo
en el Derecho Penal. Ediar, Buenos Aires, 2006; POLAINO ORTS, Miguel. Derecho Penal del enemigo:
fundamentos, potencial de sentido y límites de vigencia. J. M. Bosch, Barcelona, 2009; así como los
trabajos contenidos en la obra colectiva: CANCIO MELIÁ; Manuel y GÓMEZ-JARA DÍEZ, Carlos.
(Coords.). Derecho Penal del enemigo: el discurso penal de la exclusión. Vols. I y II, Edisofer, Madrid,
2006.
(83) Jakobs ha dedicado varios trabajos al estudio de la teoría de la pena, específicamente pueden consultarse
los siguientes, en donde además se puede observar la evolución de su pensamiento: JAKOBS, Günther.
Sobre la teoría de la pena. Traducción de Manuel Cancio Meliá. Cuadernos de Conferencias y Artículos
Nº 16. Centro de Investigaciones de Derecho Penal y Filosofía del Derecho de la Universidad Externado
de Colombia, Bogotá, 1998 (publicado con anterioridad en: Revista del Poder Judicial. Nº 47, Consejo
General del Poder Judicial, Madrid, 1997 y posteriormente en: JAKOBS, Günther. Bases para una
teoría funcional del Derecho Penal. Palestra Editores, Lima, 2000, p. 59 y ss.); JAKOBS, Günther.
“¿Cómo protege el Derecho Penal y qué es lo que protege? Contradicción y prevención; protección
40
La teoría del delito: evolución y perspectivas actuales
41
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(86) HURTADO POZO, José. Manual de Derecho Penal. Parte general. Tomo I, 4ª edición, Idemsa, Lima,
p. 367 y 368, nm. 1013.
(87) Para un análisis de la evolución del pensamiento de Jakobs sobre la teoría de la pena, ver CANCIO
MELIÁ, Manuel y FEIJÓO SÁNCHEZ, Bernardo. “Estudio introductorio a: JAKOBS, Günther. La
pena estatal: significado y finalidad”. En: JAKOBS, Günther. La pena estatal: significado y finalidad.
Traducción y estudio preliminar de Manuel Cancio Meliá y Bernardo Feijoo Sánchez. Thomson-Civitas,
Madrid, 2006, p. 27 y ss.; también: SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. “Del Derecho abstracto al Derecho
“real”. Recensión a JAKOBS, Günther. La pena estatal: significado y finalidad. Traducción y estudio
preliminar de Manuel Cancio Meliá y Bernardo Feijoo Sánchez. Thomson-Civitas, Madrid, 2006,
182 págs.” En: InDret. Revista para el Análisis del Derecho. Nº 4/2006, Universidad Pompeo Fabra,
Barcelona, 2006, p. 2 y ss.
42
La teoría del delito: evolución y perspectivas actuales
(88) Comparten esta opinión: MIR PUIG, Santiago. Estado, pena y delito. Ob. cit., p. 59. Sin embargo,
según Cancio Meliá y Feijóo Sánchez las tesis de Jakobs no es una teoría retributiva pues no busca un
fundamento trascendente de la pena, desligado de efectos sociales; no niega que pueda haber otras
medidas igualmente funcionales que hagan el castigo innecesario; y la pena señala por donde no quiere
que evolucione la sociedad, es decir, confirma la identidad de la sociedad señalando lo que no es sociedad.
En este sentido, Cancio Meliá, y Feijóo Sánchez. En JAKOBS, Günther, La pena estatal. Ob. cit.,
43 y ss.
43
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(89) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 332.
(90) Ídem.
44
La teoría del delito: evolución y perspectivas actuales
(91) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 333.
45
Capítulo II
Una teoría del delito fundada en el paradigma
del Estado constitucional
(92) Sobre las formulaciones de la ideología jurídico-política del Estado de Derecho hasta llegar a su
concepción como Estado legal de Derecho, véase: GARCÍA PELAYO, Manuel. “Estado Legal y
Estado Constitucional de Derecho”. En: Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. N° 82,
Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1991, pp.34-37.
47
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(93) Al respecto, HERRERA, Daniel. “Del Estado de derecho liberal moderno al Estado constitucional de
derecho actual”. En: Fórum. Anuario del Centro de Derecho Constitucional. N° 2, Pontificia Universidad
Católica Argentina, Buenos Aires, 2014, pp. 14 y 15, señala que: “El Estado de Derecho tal como lo
conocemos hoy es un fenómeno moderno en el que se ve la íntima relación que existe entre lo político
y lo jurídico, pero que se da de una manera nueva, pues confluye la moderna realidad política (Estado),
como un constructo, un artificio, con la realidad jurídica (Derecho), que pasa del ius comune en la
concepción tradicional basado en la justicia de su contenido, interpretado por los juristas (doctrinarios)
y jueces, al derecho nacional o estatal, fundamentado en el principio de Hobbes: Auctoritas nom veritas
facit legem. En teoría, el primero se somete a la regulación del segundo, o sea, el Estado al Derecho
entendido sobre todo como ley. Dicho en otras palabras, es el gobierno de la ley, por lo cual todo,
absolutamente todo, incluido el poder político, está regulado y por lo tanto subordinado a la ley. Ahora
bien, en la práctica no siempre es así, pues justamente al arrogarse el Estado moderno el monopolio
de la producción jurídica, al ser fundamentalmente la política y específicamente el poder político el
artífice de la ley, muchas veces se ha producido el sometimiento del derecho al poder político de turno
y paradójicamente dicho sometimiento se hacía en nombre de la ley y por medio de la ley, convirtiendo
al derecho en instrumento de la política”.
48
Una teoría del delito fundada en el paradigma del Estado constitucional
(94) Véase, GASCÓN ABELLÁN, Marina. “El papel del juez en el Estado de derecho”. En: GASCÓN
ABELLÁN, Marina y GARCÍA FIGUEROA, Alfonso. La argumentación en el Derecho. Algunas cuestiones
fundamentales. Serie Derecho & Argumentación, N° 3. Palestra Editores, Lima, 2003, pp. 16 y 17.
(95) GARCÍA PELAYO, Manuel. “Estado Legal y Estado constitucional de derecho”. En: Revista de la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. N° 82, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1991,
p. 38.
(96) Sobre el paradigma del Estado constitucional, véase, sin ánimos de ser exhaustivos, entre muchos otros:
ZAGREBELSKY, Gustavo. El derecho dúctil. Ley, derechos, justicia. Traducción de Marina Gascón
Abellán. 8ª edición, Trotta, Madrid, 2008, p. 21 y ss.; HÄBERLE, Peter. El Estado constitucional.
Traducción de Héctor Fix-Fierro. 2ª edición. Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, México
D.F., 2016; ALEXY, Robert. Teoría de los derechos fundamentales. Traducción de Carlos Bernal Pulido.
2ª edición, 4ª reimpresión, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2012; NINO,
Carlos Santiago. La Constitución de la democracia deliberativa. Gedisa, Barcelona, 1997; NINO, Carlos
Santiago. Fundamentos de Derecho Constitucional. Análisis filosófico, jurídico y politológico de la práctica
constitucional. 1ª edición, 2º reimpresión, Astrea, Buenos Aires, 2002, FERRAJOLI, Luigi. “Pasado y
futuro del Estado de derecho”. En: Revista Internacional de Filosofía Política. N° 17, Departamento
de Filosofía y Filosofía Moral y Política de la UNED y Departamento de Filosofía de la UAM, Madrid,
2001, p. 34 y ss.; FERRAJOLI, Luigi. “La democracia constitucional”. Traducción de Christian Courtis.
En: FERRAJOLI, Luigi. Democracia y garantismo. Miguel Carbonell (edición de) Trotta, Madrid, 2008,
p. 25 y ss.; AÑÓN, María José. “Derechos fundamentales y Estado Constitucional”. En: Cuadernos
Constitucionales de la Cátedra Fadrique Furió Ceriol. Nº 40, Universidad de Valencia, Valencia, 2002,
pp. 25-36; GASCÓN ABELLÁN, Marina. “El papel del juez en el Estado de Derecho”. Ob. cit., p. 17.
49
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(97) Cfr. AGUILÓ REGLA, Josep. “Positivismo y postpositivismo. Dos paradigmas jurídicos en pocas
palabras”. En: Interpretación jurídica y teoría del Derecho. Isabel Lifante Vidal (editora). Colección
Postpositivismo y Derecho. N° 1. Palestra Editores, Lima, 2010, p. 13 y ss.; ALDUNATE LIZANA,
Eduardo. “Aproximación conceptual y crítica al neoconstitucionalismo”. En: Revista de Derecho.
Vol. XXIII, N° 1, Universidad Austral de Chile, Valdivia, julio de 2010, p. 79 y ss.
(98) Con el término “neoconstitucionalismo” –explica Tomás de Domingo– se suele aludir a los cambios
experimentados en el ámbito jurídico y político con la entrada en vigor de las constituciones elaboradas a
partir de la Segunda Guerra Mundial en la Europa continental, tales como la italiana de 1947, la alemana
de 1949 o, más recientemente la portuguesa de 1976 y la española de 1978. Estas constituciones no
se limitan a establecer la estructura del Estado y los procedimientos para el ejercicio democrático del
poder, sino que la Constitución encarna un orden objetivo de valores, fija contenidos materiales a cuyo
respeto y realización efectiva está vinculada la actividad de los poderes del Estado. Véase: DOMINGO,
Tomás de. “La teoría de la justicia del neoconstitucionalismo: los derechos fundamentales como núcleo
del bien común”. En: MARTÍNEZ-PUJALTE, Antonio-Luis y DOMINGO, Tomás de. Los derechos
fundamentales en el sistema constitucional. Teoría general e implicancias prácticas. Palestra Editores,
Lima, 2010, p. 15. Similarmente CARBONELL, Miguel. “El neoconstitucionalismo en su laberinto”.
En: Teoría del neoconstitucionalismo. Ensayos escogidos. Miguel Carbonell (editor). Trota-Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Madrid- México D.F.; 2007, pp. 9 y 10. Para una comprensión
de los cambios que ha supuesto el neoconstitucionalismo, así como sus principales características y
los diversos aspectos que abarca, véase, entre otros: POZZOLO, Susanna. “Notas al margen para una
historia del neoconstitucionalismo”. Traducción de Mar Fernández Pérez. En: Neoconstitucionalismo,
Derecho y derechos. Susanna Pozzolo (editora). Palestra Editores, Lima, 2011, p. 13 y ss.; ampliamente
ZAGREBELSKY, Gustavo. El derecho dúctil. Ley, derechos, justicia. Traducción de Marina Gascón
Abellán. 8ª edición. Trotta, Madrid, 12008; así como también los trabajos contenidos en CARBONELL,
Miguel (editor). Neoconstitucionalismo(s). Trotta, Madrid, 2003; y en CARBONELL, Miguel (editor).
Teoría del neoconstitucionalismo. Ensayos escogidos. Trotta-Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
UNAM, Madrid- México D.F.; 2007, pássim; igualmente véase: GARCÍA FIGUEROA, Alfonso. Criaturas
de la moralidad: una aproximación neoconstitucionalista al Derecho a través de los derechos. Trotta,
Madrid, 2010, pássim, especialmente p. 201 y ss.; sobre los diversos sentidos o manifestaciones que
engloba el “neoconstitucionalismo”, véase: COMADUCCI, Paolo. “Formas de (neo)constitucionalismo:
un análisis metateórico”. En: Neoconstitucionalimo(s). Miguel Carbonell (editor). Trotta, Madrid,
2006, p. 75 y ss.; AHUMADA, María Ángeles, “Neoconstitucionalismo y constitucionalismo”. En:
COMANDUCCI, Paolo; AHUMADA, María Ángeles y GONZÁLEZ LAGIER, Daniel. Positivismo
jurídico y neoconstitucionalismo. Fundación Coloquio Jurídico Europeo, Madrid, 2009, p. 135 y ss.;
PRIETO SANCHÍS, Luis. “Neoconstitucionalismos (un catálogo de problemas y argumentos). En: Anales
de la Cátedra Francisco Suárez. N° 44, Universidad de Granada, Granada, 2010, p. 461 y ss.; PRIETO
SANCHÍS, Luis. El constitucionalismo de los derechos. Ensayos de filosofía jurídica. Trotta, Madrid,
2013, especialmente el capítulo 1, p. 23 y ss., señalando que esas diversas manifestaciones o formas
de entender el neoconstitucionalismo presenta, sin embargo, un sustrato común, que es justamente el
modelo de Estado Constitucional de Derecho, principalmente en la versión que se desarrolla en Europa
a partir de la segunda guerra mundial (véase p. 24) tal como se ha hecho alusión en el presente trabajo.
También, FERRAJOLI, Luigi. “Constitucionalismo principialista y constitucionalismo garantista”.
Traducción de Nicolás Guzmán. En: Doxa. Cuadernos de Filosofía del Derecho. N° 34, Universidad de
Alicante, Alicante, 2011, p. 15 y ss. Este autor define al constitucionalismo “jurídico” como la idea de
sometimiento de todos los poderes públicos, incluso el legislativo, a una serie de normas superiores que
son aquellas que en las constituciones sancionan derechos fundamentales. Aunque prefiere identificarse
como un constitucionalista garantista antes que un neoconstitucionalista.
50
Una teoría del delito fundada en el paradigma del Estado constitucional
(99) Por fuerza o valor normativo de la Constitución, se entiende que esta es una auténtica norma jurídica
(de ahí que el carácter normativo que se le atribuye) y en tal sentido, la Constitución –y la carta de
derechos que incorpora– no es un documento político, sino una norma jurídica con eficacia directa
en el conjunto del ordenamiento esto en tanto no solo se trata de una simple norma jurídica, sino de
la norma jurídica suprema, esto es jerárquicamente superior en tanto que procede de un poder con
legitimidad cualificada, como es el poder constituyente y, desde el punto de vista material, es la norma
fundamental. Como consecuencia de ello, es parámetro de validez de toda norma del ordenamiento
jurídico, de ahí que este modelo imponga una profunda revisión del esquema de fuentes diseñado por
el positivismo legalista. Cfr. AGUILÓ REGLA, Josep. “Positivismo y postpositivismo. Dos paradigmas
jurídicos en pocas palabras”. Ob. cit., p. 14 y ss.; AGUILÓ REGLA, Josep. “Sobre la Constitución del
Estado constitucional”. En: Doxa. Cuadernos de Filosofía del Derecho. Nº 24. Universidad de Alicante,
Alicante, 2001, pp. 429-457; GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo. La Constitución como norma y el
Tribunal Constitucional. 3ª edición, 2ª reimpresión, Civitas, Madrid, 1991, p. 41 y ss; REQUEJO
PAGES, Juan Luis. Sistemas normativos, Constitución y ordenamiento. La Constitución como norma
sobre la aplicación de normas. McGraw-Hill, Madrid, 1995; BIDART CAMPOS, Germán. El derecho
de la Constitución y su fuerza normativa. Ediar, Buenos Aires, 1995; PRIETO SANCHÍS, Luis. Justicia
constitucional y derechos fundamentales. Trotta, Madrid, 2003, p. 113 y ss.; MORA DONATTO, Cecilia.
El valor de la Constitución normativa. Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, México D.F.,
2002; BARRANCO AVILÉS, María del Carmen. “El papel del juez en el Estado Constitucional”. En:
Anuario de Filosofía del Derecho. Tomo XXII, Ministerio de Justicia, Madrid, 2005, p. 113 y ss.; en la
doctrina nacional véase: PALOMINO MANCHEGO, José. “Constitución, supremacía constitucional
y teoría de las fuentes del Derecho: una visión desde el Perú”. En: Cuadernos Constitucionales de
la Cátedra Fadrique Furió Ceriol. Nº 58/59, Universidad de Valencia, Valencia, 2007, p. 230 y ss.;
CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “El carácter normativo fundamental de la Constitución peruana”. En:
Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano 2006. Tomo II. Fundación Konrad-Adenauer,
Montevideo, 2006, p. 879 y ss.; LANDA ARROYO, César. “La fuerza normativa constitucional de los
derechos fundamentales”. En: Justicia constitucional y derechos fundamentales. Fuerza normativa de
la Constitución. Fundación Konrad Adenauer, Montevideo, 2011, p. 17 y ss.
(100) Bajo esta perspectiva se habla de que un ordenamiento jurídico constitucionalizado (el de los Estados
constitucionales) se caracterizaría por una Constitución extremadamente «invasora», capaz de
condicionar tanto la legislación como la jurisprudencia y el estilo doctrinal, la acción de los actores
políticos y las relaciones sociales. Así, GUASTINI, Riccardo. “La constitucionalización del ordenamiento
jurídico: el caso italiano”. Traducción de José María Lujambio. En: GUASTINI, Riccardo. Estudios de
Teoría Constitucional. Miguel Carbonell (edición de). Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM;
México D.F.; 2001, p. 153, dicho trabajo puede ser consultado también en: Neoconstitucionalismo(s).
Miguel Carbonell (edición de), Trotta, Madrid, 2003, p. 49 y ss. Sigue este planteamiento, ATIENZA,
Manuel. “Constitución y argumentación”. En: Anuario de Filosofía del Derecho. Tomo XXIV, Ministerio
de Justicia, Madrid, 2007, p. 199.
(101) Cfr. BERNAL CUÉLLAR, Jaime y MONTEALEGRE LYNNET, Eduardo. El proceso penal. Tomo I:
fundamentos constitucionales y teoría general. 6ª edición, Departamento de Publicaciones de la
Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2013, p. 43.
51
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(102) Según Guastini, existen siete condiciones para poder sostener que un ordenamiento jurídico
está constitucionalizado: 1. Constitución rígida; 2. Garantía jurisdiccional de la Constitución;
3. Fuerza vinculante de la Constitución; 4. Sobreinterpretación; 5. Aplicación directa de las normas
constitucionales; 6. La interpretación conforme (constitucional) de las leyes; 7. Influencia de la
Constitución sobre las relaciones políticas. Véase, GUASTINI, Riccardo. “La constitucionalización del
ordenamiento jurídico: el caso italiano”. Traducción de José María Lujambio. En: GUASTINI, Riccardo.
Estudios de Teoría Constitucional. Miguel Carbonell (edición de). Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la UNAM; México D.F.; 2001, p. 155 y ss.
(103) Así véase: GARCÍA PELAYO, Manuel. “Estado legal y Estado constitucional de derecho. El Tribunal
Constitucional español”. En: Ilanud. Año 9-10, Nº 23-24, Instituto Latinoamericano de las Naciones
Unidas para la prevención del delito y el tratamiento del delincuente (Ilanud), San José, Costa Rica,
1989, p. 7.
52
Una teoría del delito fundada en el paradigma del Estado constitucional
(104) STC Exp. N° 05854-2005-PA/TC, ff.jj. 3-6, consultada en: ETO CRUZ, Gerardo. “Teoría de la
Constitución y teoría de los derechos fundamentales en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional”.
En: El Tribunal Constitucional reescribe el Derecho. Estudios sobre la incidencia de la jurisprudencia
constitucional en las diferentes especialidades del Derecho. Gaceta Jurídica, Lima, 2011, pp. 14-15.
(105) STC Exp. N° 00047-2004-PI/TC, f.j. 9.
53
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(106) STC Exp. Nºs 0020-2005-PI/TC y 0021-2005-PI/TC, f.j. 19. En otra oportunidad el Tribunal
Constitucional ha señalado que la supremacía normativa de la Constitución de 1993 se encuentra
recogida en sus dos vertientes: tanto aquella objetiva, conforme a la cual la Constitución preside el
ordenamiento jurídico (artículo 51), como aquella subjetiva, en cuyo mérito ningún acto de los poderes
públicos (artículo 45) o de la colectividad en general (artículo 38) puede vulnerarla válidamente. (Véase,
STC Exp. Nº 5854-2005-PA/TC, f. j. 6). Bajo la misma línea ha hecho mención a que “La Constitución
contiene un conjunto de normas supremas porque estas irradian y esparcen los principios, valores y
contenidos a todas las demás pautas jurídicas restantes. En esa perspectiva el principio de jerarquía
deviene en el canon estructurado del ordenamiento estatal.
El principio de jerarquía implica el sometimiento de los poderes públicos a la Constitución y al resto de
normas jurídicas. Consecuentemente, como bien afirma Requena López, es la imposición de un modo
de organizar las normas vigentes en un Estado, consistente en hacer depender la validez de unas sobre
otras. Así, una norma es jerárquicamente superior a otra cuando la validez de esta depende de aquella.
Con referencia a este principio estructurado del sistema, el artículo 51 de la Constitución dispone que:
La Constitución prevalece sobre toda norma legal; la ley, sobre las normas de inferior jerarquía, y así
sucesivamente. La publicidad es esencial para la vigencia de toda norma del Estado.
En ese sentido, el referido artículo afirma los principios de supremacía constitucional que supone una
normativa supra –la Constitución– encargada de consignar la regulación normativa básica de la cual
emana la validez de todo el ordenamiento legal de la sociedad política.
Como bien afirma Pérez Royo, el mundo del derecho empieza en la Constitución (...) no existe ni puede
existir jurídicamente una voluntad superior a la Constitución.
La Constitución es una especie de súper ley, de norma normarum, que ocupa el vértice de la pirámide
normativa” (Véase STC Exp. Nº 0047-2004-AI/TC, f. j. 55).
(107) PRIETO SANCHÍS, Luis. El constitucionalismo de los derechos. Ensayos de filosofía jurídica. Trotta,
Madrid, 2013, p. 12.
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Una teoría del delito fundada en el paradigma del Estado constitucional
(108) Así, en este sentido, ALONSO ÁLAMO, Mercedes. “Bien jurídico penal: más allá del constitucionalismo
de los derechos”. En: Estudios Penales y Criminológicos. Vol. XXIX, Universidad Santiago de Compostela,
Compostela, 2009, p. 63, sostiene que el constitucionalismo más reciente ha experimentado, sin
embargo, una sensible transformación. El neoconstitucionalismo, o constitucionalismo contemporáneo,
no se conforma ya con el reconocimiento formal de derechos fundamentales o con la proclamación del
principio de división de poderes sino que transita hacia la progresiva afirmación material de los citados
derechos, y se expande posibilitando la aparición de una nueva teoría del Derecho. El Estado de Derecho
formal deja paso al Estado de Derecho material, a un Estado social de Derecho en el que significativamente
todo el poder del Estado se halla sujeto a los derechos fundamentales. A la dimensión material del
Estado de Derecho, que adhiere los derechos fundamentales a la dimensión formal de supremacía de la
Constitución, imperio de la ley, garantías jurisdiccionales y división de poderes, se añade la progresiva
afirmación material, más allá de su mero reconocimiento formal, de los derechos fundamentales. Ahora
bien, bajo esta perspectiva, por ejemplo, se abre paso en las Constituciones modernas –como señala
WEBER Albrecht. “El principio de estado de derecho como principio constitucional común europeo”.
Traducción de Alberto Oehling de los Reyes. En: Revista Española de Derecho Constitucional. Nº 84,
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2008, p. 55 y ss.– el reconocimiento, no solo
formal sino también material, del principio de igualdad, en el sentido de reconocimiento de la igual
libertad y dignidad del hombre.
(109) PRIETO SANCHÍS, Luis. “El constitucionalismo de los derechos”. En: Revista Española de Derecho
Constitucional. Nº 71, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2004, p. 50.
(110) Sobre tal relación, véase: GUASTINI, Riccardo. “La constitucionalización del ordenamiento jurídico:
el caso italiano”. Traducción de José María Lujambio. En: GUASTINI, Riccardo. Estudios de teoría
constitucional. Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, México D.F., 2001, p. 153 y
ss. Específicamente para el caso peruano: LANDA ARROYO, César. “La constitucionalización del
Derecho peruano”. En: Derecho PUCP. Nº 71, Facultad de Derecho de la PUCP, Lima, 2013, p. 13
y ss. También, aunque ya desde la perspectiva del neoconstitucionalismo: BARROSO, Luis Roberto.
El Neoconstitucionalismo y la constitucionalización del Derecho. El triunfo tardío del Derecho
Constitucional en Brasil. Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, México D.F., 2008.
(111) Sobre la relación entre el Derecho Constitucional y el sistema penal, puede verse, entre otros: BRICOLA,
Franco. Teoría del delito. Traducción de Diana Restrepo Rodríguez. Colección Maestros del Derecho
Penal, Nº 38, BdeF, Buenos Aires-Montevideo, 2012, p. 5 y ss. TIEDEMANN, Klaus. “Constitución y
Derecho Penal”. En: Revista Española de Derecho Constitucional. Año 11, Nº 33, Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, 1991, Madrid, p. 145 y ss.; PALMA, María-Fernanda. Direito Constitucional
Penal. Almedina, Coimbra, 2006; RODRÍGUEZ OLIVAR, Gilberto. Teoría constitucional del reproche
penal. Programa de un Derecho Penal Constitucional. BdeF, 2013, Montevideo-Buenos Aires, pássim;
MIR PUIG, Santiago. Bases constitucionales del Derecho Penal. Iustel, Madrid, 2011, pássim; LUISI, Luiz.
Os princípios constitucionais penais. Sérgio Antônio Fabris, Porto Alegre, 2003, pássim; TERRADILLOS
BASOCO, Juan. “Constitución Penal. Los derechos de la libertad”. En: TERRADILLOS BASOCO, Juan.
Sistema penal y Estado de Derecho. Ensayos de Derecho Penal. Ara Editores, Lima, 2010, p. 21 y ss.;
55
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
FERRAJOLI, Luigi. Derecho y Razón. Teoría del garantismo penal. Traducción de Perfecto Andrés Ibañez,
Alfonso Ruiz Miguel, Juan Carlos Bayón Mohino, Juan Terradillos Basoco, Rocío Cantanero Bandrés.
Trotta, Madrid, 1995; FERRAJOLI, Luigi. El garantismo penal. Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la UNAM, México D.F.; 2006; BENAVENTE CHORRES, Hesbert. “Neoconstitucionalismo, la
constitucionalización del ordenamiento jurídico y el impacto de las sentencias del Tribunal Constitucional
en el Derecho Penal y Procesal Penal peruano”. En: El Tribunal Constitucional reescribe el Derecho.
Estudios sobre la incidencia de la jurisprudencia constitucional en las diferentes especialidades del
Derecho. Gaceta Jurídica, Lima, 2011, p. 161 y ss.
(112) Sobre la relación entre Derecho Procesal Penal y Constitución, véase: GUERRERO PERALTA, Oscar
Julián. Fundamentos teórico constitucionales del nuevo proceso penal. 2ª edición, Ediciones Nueva
Jurídica, Bogotá, 2007; REYNA ALFARO, Luis. “Proceso penal y Constitución. Reflexiones en torno a la
trascendencia del principio de Estado de Derecho en el Derecho Procesal Penal”. En: Nuevas tendencias
del Derecho Constitucional y el Derecho Procesal Constitucional. Sergio Cuarezma Terán, y Rafael
Luciano Pichardo, (Directores). Instituto de Estudio e Investigación Jurídica, Santo Domingo-República
Dominicana, 2011, p. 472 y ss.; RODRÍGUEZ HURTADO, Mario Pablo. “La constitucionalización
del Derecho Procesal y su repercusión en la reforma de la normatividad ritual (CPP) y el sistema de
justicia penal”. En: Derecho PUCP. Nº 71, Facultad de Derecho de la PUCP, Lima, 2013, p. 341 y ss. En
específico sobre las garantías constitucionales que deben regir el proceso penal, entre otros: CORDÓN
MORENO, Faustino. Las garantías constitucionales del proceso penal. 2ª edición, Thomson-Reuter,
Madrid, 2002, pássim; CARO CORIA, Dino. “Las garantías constitucionales del proceso penal”. En:
Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano 2006. Tomo II. Fundación Konrad-Adenauer,
Montevideo, 2006, p. 1027 y ss.; FERNÁNDEZ MONTALVO, Rafael. “Garantías constitucionales del
proceso penal”. En: Revista del Centro de Estudios Constitucionales. Nº 6, Centro de Estudios Políticos
y Constitucionales, Madrid, 1990, p. 57 y ss.
(113) HUAMÁN CASTELLARES, Daniel. El sistema jurídico penal. Fundamentos dogmáticos y criterios
para una interpretación integrada del Derecho Penal y Procesal Penal. Editores del Centro, Lima, 2016,
p. 73. Continua señalando, el autor citado, que: “El origen de los subsistemas jurídicos se halla en un
punto determinado: el sistema constitucional. Este sistema, sobre la base de los mecanismos internos
de selección de expectativas, determina cuál es la función de un determinado subsistema y es quien a
su vez fija su contenido. Por ello, la validez de una determinada norma que pretenda ser introducida
al ordenamiento jurídico, tiene que ser validada por el sistema constitucional. Solo una vez superado
este primer filtro se podrán analizar los elementos que integran este subsistema”.
56
Una teoría del delito fundada en el paradigma del Estado constitucional
(114) GÓMEZ LÓPEZ, Jesús Orlando. Tratado de Derecho Penal. Parte general. Tomo I. Ediciones Doctrina
y Ley, Bogotá, 2005, p. 12.
(115) Ibídem, p. 45.
57
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(116) Bajo esta perspectiva se ha dicho que se le ha encomendado una de las más importantes funciones que
un Estado democrático pueda conferirle al Derecho, o sea, la de garantizar los derechos fundamentales
de la persona humana frente al poderío estatal, que si no es objeto de control puede desembocar en la
arbitrariedad y en el terror. Véase VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Fernando. Derecho Penal. Parte general.
Tomo I, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2011, p. 45. En el mismo sentido, MUÑOZ CONDE,
Francisco. Introducción al Derecho Penal. Colección Maestros del Derecho Penal, Nº 3, 2ª edición,
3ª reimpresión, Montevideo-Buenos Aires, 2014, p. 152.
(117) SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. Aproximación al Derecho Penal contemporáneo. J.M. Bosch, Barcelona,
1992, p. 267.
58
Una teoría del delito fundada en el paradigma del Estado constitucional
(118) Uno de los rasgos sobresalientes del constitucionalismo de la segunda posguerra es la elevación de
la dignidad de la persona a la categoría de núcleo axiológico constitucional, y por lo mismo, a valor
jurídico supremo del conjunto ordinamental. Véase, FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco. “La dignidad
de la persona como valor supremo del ordenamiento jurídico”. En: FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco.
Estudios jurídico-constitucionales. Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, México D.F.;
2003, p. 3. A este fenómeno de elevación de la dignidad al centro de valoración constitucional, se le
ha denominado como “la revolución de la dignidad”; así véase, RODOTÀ, Stefano. El derecho a tener
derechos. Traducción de José Manuel Revuelta. Trotta, Madrid, 2014, p. 174: “En el terreno de los
principios este es el verdadero legado del constitucionalismo de la posguerra. Si la “revolución de la
igualdad” había sido la connotación de la modernidad, la “revolución de la dignidad” sella un tiempo
nuevo, es hija del trágico siglo xx y abre la era de la relación entre persona, ciencia y tecnología. La
importancia constitucional de la dignidad nos ofrece una ulterior indicación. Al describir el trayecto
que condujo a la aparición de la igualdad como principio constitucional, se habló del tránsito del
homo hierarchicus al aequalis. Ahora ese trayecto se ha alargado y nos ha llevado al homo dignus; la
importancia asumida por la dignidad nos lleva a verla como síntesis entre libertad e igualdad, reforzadas
al ser ambas fundamento de la democracia”.
(119) FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco. “La dignidad de la persona como valor supremo del ordenamiento
jurídico”. Ob. cit., p. 5. En el mismo sentido se ha dicho que: “La dignidad de la persona se constituye
en el valor supremo y en el principio jurídico que constituye la columna vertebral básica de todo el
ordenamiento constitucional y es fuente de todos los derechos fundamentales, irradiando todo el sistema
jurídico el que debe interpretarse y aplicarse conforme a las condiciones en que dicha dignidad se realice
de mejor forma”. (NOGUEIRA ALCALÁ, Humberto. Dignidad de la persona, derechos fundamentales,
bloque constitucional de derechos y control de convencionalidad. Disponible en <http://www.crdc.unige.
it/docs/articles/Dignidad.pdf> (consulta: 07/11/2016).
(120) FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco. “La dignidad de la persona como valor supremo del ordenamiento
jurídico”. Ob. cit., p. 8.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
mismo vale para aquellos otros referidos más bien a la existencia mis-
ma de la persona, como los derechos a la vida, integridad, etc. (…) esta
solo actúa como dato que fundamenta la obligatoriedad, moral o ju-
rídica, de realizar aquellas conductas o de respetar aquellos bienes en
que consisten los derechos humanos”(121).
¿Y por qué partir de la dignidad como eje central de todo el sis-
tema político-social y jurídico? Porque la dignidad implica reconocer-
le a la persona un valor intrínseco que consiste en ser un fin en sí mis-
ma. Como refiere Castillo Córdova: “A ella se le reconoce un valor
que no se formula por consideración a otra cosa o realidad que no sea
ella misma. Esto supone reconocerle un valor tal (una dignidad) que
rechaza frontalmente sea considerada como un medio”(122).
De conformidad a esta perspectiva, se entiende que el Derecho
no se reduce a la ley, ya sea esta la ley del Parlamento o la del Ejecuti-
vo, e incluso ya sea la Constitución. Tan cierta es esta aseveración que
es posible reconocer la existencia de leyes justas e injustas, e incluso y
en circunstancias excepcionales, hablar de una justificación a la des-
obediencia civil. El Derecho necesita de una referencia anterior y su-
perior al poder público del que emana la ley, o mejor dicho, anterior
y superior a la ideología de quienes circunstancialmente tienen atri-
buido el ejercicio del poder. Si se quiere, se hace necesaria una refe-
rencia metalegal o metapositiva para afrontar la cuestión de la validez,
interpretación y aplicación de la ley. Sin esta referencia metajurídica,
el Derecho se reduce a la arbitrariedad de aquel (mayoría parlamenta-
ria, por ejemplo) que en un momento determinado tiene la capacidad
para emitir mandatos con carácter imperativo porque tiene la fuerza
(de las armas, por ejemplo) para hacerlos cumplir(123).
Esa referencia anterior y superior al poder público no puede ser
otra distinta que la persona humana misma. Si se toma en cuenta que
el Derecho y, por tanto, también la ley, es una creación del hombre que
se define (y legitima) según su finalidad; y además se considera que la
(121) SERNA, Pedro. “La dignidad de la persona como principio de derecho público”. En: Derechos y
libertades. Nº 4, Instituto Bartolomé de las Casas de la Universidad Carlos III de Madrid, Madrid,
1995, p. 294.
(122) CASTILLO CÓRDOVA, Luis. Los derechos constitucionales. Elementos para una teoría general.
3ª edición, Palestra Editores, Lima, 2007, p. 11.
(123) CASTILLO CÓRDOVA, Luis. Los derechos constitucionales. Elementos para una teoría general.
Ob. cit., p. 48.
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Una teoría del delito fundada en el paradigma del Estado constitucional
(124) CASTILLO CÓRDOVA, Luis. Los derechos constitucionales. Elementos para una teoría general.
Ob. cit., p. 49.
(125) Ibídem. pp. 50 y 51.
(126) El concepto de dignidad humana ha conocido varias fases en su formulación histórica. Durante la época
premoderna, dicho valor derivaba del parentesco uniendo el hombre con Dios y hacía del primero un
ser excelente por ser creado a la imagen del primero. Gracias a las cualidades que le fueron atribuidas
(pensamiento, lenguaje, etc.) el ser humano podía demostrar su grandeza y superioridad sobre los demás
animales: el hombre era el único ser valioso puesto que Dios le otorgó solo a él las capacidades más nobles
para ejercer su predominio y perfeccionar su conocimiento. El concepto de dignidad era así un concepto
religioso y las razones de su aparición deben buscarse en el antropocentrismo fomentado en gran parte
por la religión judío-cristiana. En la época moderna, el concepto de dignidad fue reformulado: la dignidad
del hombre deriva de su naturaleza humana pero dicha naturaleza se desvincula progresivamente de
cualquier origen divino. Como en la época premoderna se hace un elogio de las capacidades humanas
pero esta vez deduciendo de estas mismas la dignidad del hombre, sin acudir a ningún parentesco
religioso. El antropocentrismo está así preservado, puesto que se insiste en la singularidad de la especie
humana en relación con los demás animales. A esta reformulación parcial del concepto se ha añadido
una más profunda: el hombre es un fin en sí mismo y debe ser tratado como tal y no meramente como
un medio. Esta nueva formulación de la dignidad se plasmará en el ámbito jurídico con la aparición
de los derechos humanos. Desde ahora, la dignidad humana no solo tiene un alcance vertical (la
superioridad de los seres humanos sobre los animales) sino también un alcance horizontal (la igualdad
de los seres humanos entre ellos sea cual sea el rango que cada uno pueda desempeñar en la sociedad).
A pesar de sus diferencias, las dos versiones de dignidad tienen una misma consecuencia: otorgan un
valor absoluto al ser humano. Tanto el fundamento como la amplitud de este valor es distinto según
estas dos perspectivas. Sin embargo, coinciden en el otorgar una excelencia al ser humano. En cuanto
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
la perspectiva premoderna: el ser humano es un ser excelente y superior puesto que ha sido creado por
Dios. En caso contrario, la “indignidad” del ser humano hubiera limitado o contradicho la excelencia
(creadora) de Dios. En cuanto la perspectiva moderna: el ser humano es un ser excelente por los rasgos
que derivan de su única naturaleza humana. Esos rasgos eran también identificados por la primera
perspectiva pero aquí se los desvincula de su parentesco divino para considerar que pueden otorgar en
sí mismos dignidad al ser humano. La naturaleza humana llevaría razones suficientes para otorgar un
valor supremo al individuo; un valor tan supremo que se lo considera como el prius del orden jurídico
del Estado de Derecho. (PELÉ, Antonio. “Una aproximación al concepto de dignidad humana”. En:
Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política. Nº 1, Instituto de Derechos Humanos Bartolomé
de las Casas de la Universidad Carlos III de Madrid, Madrid, 2005, pp. 9 y 10).
(127) En este sentido, Fernández Sessarego sostiene que: “Los derechos fundamentales de la persona tienen
como finalidad la protección unitaria e integral de la persona en cuanto es un ser que posee dignidad.
Esta dignidad es la que justifica y explica los derechos fundamentales de la persona y le sirve de
fundamento”. (FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “Defensa de la persona (comentario al artículo 1
de la Constitución)”. En: La Constitución comentada. Tomo I, 2ª edición, Gaceta Jurídica, Lima, 2013,
p. 47).
(128) Así lo entiende, por ejemplo el Tribunal Constitucional español, cuando afirma que los derechos
reconocidos en el artículo 18 de la Constitución española (al honor, a la intimidad, a la propia imagen,
al domicilio, al secreto de las comunicaciones) son “derechos fundamentales estrictamente vinculados a
la propia personalidad, derivados, sin duda, de la dignidad de la persona (…) y que implican la existencia
de un ámbito propio y reservado frente a la acción y conocimiento de los demás, necesario –según
las pautas de nuestra cultura– para mantener una calidad mínima de la vida humana” (STC español
231/88).
(129) Así, la Constitución de Brasil de 1988, artículo 1 señala que la República Federal de Brasil tiene como
fundamentos “(...) III la dignidad de la persona humana”; la Constitución de Colombia de 1991,
artículo 1, prescribe “Colombia es un estado social de derecho (...) fundado en el respeto de la dignidad
humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que lo integran y en la prevalencia del interés
general”; la Constitución chilena, en su artículo 1 determina: “Las personas nacen libres e iguales en
dignidad y derechos” la Constitución de Honduras de 1982, artículo 5, precisa: “la persona humana
es el fin supremo de la sociedad y del Estado. Todos tienen la obligación de respetarla y protegerla”;
la Constitución de Guatemala de 1985 establece en su artículo 1 “Protección de la persona. El Estado
de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a su familia; su fin supremo es la realización del
bien común”.
(130) El artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas de 10 de diciembre
de 1948, determina que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Dotados
62
Una teoría del delito fundada en el paradigma del Estado constitucional
de razón y de conciencia, deben actuar unos con los otros en un espíritu de fraternidad. A su vez, el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 19 de diciembre de 1966, en su preámbulo
afirma que “el reconocimiento de la dignidad inherente a todos los miembros de la sociedad humana
(…) constituye el fundamento de la libertad, la justicia y la paz mundial, en el reconocimiento que esos
derechos derivan de la dignidad inherente a los hombres”. Asimismo, la Convención de Naciones Unidas
contra la Tortura, de 1984, se precisa en el preámbulo el “reconocimiento que esos derechos derivan de
la dignidad inherente a los hombres”. En el mismo sentido se expresa la Convención sobre Derechos del
Niño de 1989, la que explicita la “dignidad inherente a todos los miembros de la comunidad humana”.
(131) LANDA ARROYO, César. “Dignidad de la persona humana”. En: Cuestiones Constitucionales. Nº 7,
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, México D.F., 2002, p. 110.
(132) STC Exp. Nº 0010-2002-AI/TC, f.j. 218.
(133) CANALES CAMA, Carolina. “La dignidad de la persona humana en el ordenamiento jurídico
constitucional peruano”. En: Los derechos fundamentales. Estudios de los derechos constitucionales
desde las diversas especialidades del Derecho. SOSA SACIO, Juan. (coord.). Gaceta Jurídica, Lima, 2010,
p. 29.
(134) Para Habermas siempre ha existido –aunque inicialmente de modo implícito– un vínculo conceptual
interno entre los derechos humanos y la dignidad humana, de modo que esta última no sería simplemente
una característica común a tales derechos, sino antes bien la fuente moral de la que todos los derechos
fundamentales derivan su sustento. (HABERMAS, Jürgen. “El concepto de dignidad humana y la utopía
de los derechos humanos”. Traducción de Javier Aguirre Román, revisada por Eduardo Mendieta y
María Herrera. En: Diánoia. Vol. LV, Nº 64, Fondo de Cultura Económica, México D.F, mayo de 2010,
p. 6 y ss.).
(135) Pérez Luño enseña que la dignidad es el “valor básico fundamentador de los derechos humanos (…). La
dignidad humana ha sido en la historia, y es en la actualidad, el punto de referencia de todas las facultades
que se dirigen al reconocimiento y afirmación de la dimensión moral de la persona”. (PÉREZ LUÑO,
Antonio Enrique. “Sobre los valores fundamentadores de los derechos humanos”. En: MUGUERZA,
Javier et ál. El fundamento de los derechos humanos. Debate, Madrid, 1989, pp. 280 y 281.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(136) GUTIÉRREZ CAMACHO, Walter y SOSA SACIO, Juan Manuel. “Dignidad de la persona (comentario
al artículo 1 de la Constitución)”. En: La Constitución comentada. Tomo I, 2ª edición, Gaceta Jurídica,
Lima, 2013, p. 25.
(137) GONZÁLEZ PÉREZ, Jesús. La dignidad de la persona. Civitas. Madrid, 1986. p. 25.
(138) El Tribunal Constitucional ha señalado que: “(e)l principio de dignidad (…), en cuanto el valor central
de la persona impone que sus derechos fundamentales proyecten también su efecto regulador al ámbito
de la sociedad y de la propia autonomía privada. La dignidad de la persona trae consigo la proyección
universal, frente a todo tipo de destinatario, de los derechos fundamentales, de modo que no hay
ámbito social que se exima de su efecto normativo y regulador, pues de haber alguno, por excepcional
que fuese, significaría negar el valor normativo del mismo principio de dignidad” (STC Exp. N° 00048-
2004-AI/TC, f.j. 37).
(139) GUTIÉRRÉZ CAMACHO, Walter y SOSA SACIO, Juan Manuel. “Dignidad de la persona (comentario
al artículo 1 de la Constitución)”. Ob. cit., p. 36.
(140) STC Exp. Nº 2273-2005-PHC/TC, f.j. 8.
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Una teoría del delito fundada en el paradigma del Estado constitucional
(141) SILVESTRE, Gaetano. Considerazione sul valore costituzionale della dignità umana. En <www.
associazionedeicostituzionaliti.it> (consulta: 14 de septiembre de 2016).
(142) STC Exp. Nº 2273-2005-PHC/TC, f.j. 10.
(143) Como criterio general de interpretación, el reconocimiento del valor de la dignidad humana requiere,
por un lado, que una disposición susceptible de asumir varios significados sea interpretada en el sentido
más acorde al principio de la dignidad; y por otro lado, excluye, que pueda ser legítimamente acogida
una interpretación contraria o que entre en conflicto con tal valor. Cfr. ROLLA, Giancarlo. Le Basi del
Diritto Pubblico Italiano. Giappichelli, Torino, 2005, p. 114 y ss.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(144) MEINI, Iván. Lecciones de Derecho Penal-Parte general. Teoría jurídica del delito. Fondo Editorial de
la PUCP, Lima, 2014, p. 27.
(145) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 343.
66
Una teoría del delito fundada en el paradigma del Estado constitucional
(146) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 344.
(147) Ibídem, p. 345.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
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Una teoría del delito fundada en el paradigma del Estado constitucional
(152) Cfr. MUÑOZ CONDE, Francisco. Teoría general del delito. 2ª edición, 1ª reimpresión, Temis, Bogotá,
1998, p. 1; ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Manual de Derecho Penal. Parte General. 6ª edición, Ediar,
Buenos Aires, 1996, pp. 317 y 318.
(153) Cfr. BENAVENTE CHORRES, Hesbert. La aplicación de la teoría del caso y la teoría del delito en el
proceso penal acusatorio. J.M Bosch, Barcelona, 2011, p. 127.
(154) BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Principios de Derecho Penal. Parte general. 4ª edición, Akal, Madrid,
1997, p. 132.
(155) RIGHI, Esteban. Derecho Penal. Parte general. Lexis Nexis Argentina, Buenos Aires, 2008, p. 93.
(156) Estos elementos son aceptados por lo general, tanto en Alemania, país donde se gestó esta teoría del delito,
y en los demás ordenamientos jurídicos que tienen una marcada influencia de la dogmática penal alemana.
(157) Algunos autores incluyen como elemento del delito, la punibilidad. Sin embargo, no puede considerarse
como una categoría dentro de la teoría del delito, puesto que la punibilidad (penalidad) está referida
a causas o condiciones adicionales que no se incluyen en todos los delitos, sino que se presenta
excepcionalmente en algunos casos delictivos, es decir hay acciones típicas, antijurídicas y culpables que
requieren de ciertas condiciones para que sean consideradas punibles (esto para que pueda imponerse
una pena), en tal sentido, no impiden ninguna de las categorías mencionadas (en otras palabras puede
haber delito sin punibilidad), sino solo la conveniencia político criminal de la pena por otras razones
ajenas a la gravedad de la infracción. Conforme a ello parece más adecuado que su estudio se realice
en el momento de la determinación judicial de la pena. Sobre ello véase: TAVARES, Juárez. Teorias do
delito (variações e tendências). Revista Dos Tribunais, São Paulo, 1980, p. 1; ZAFFARONI, Eugenio
Raúl. Tratado de Derecho Penal. Parte general. Tomo V, Ediar, Buenos Aires, 1988, p. 11 y ss.; CUELLO
CONTRERAS, Joaquín. El Derecho Penal español. Curso de iniciación-cuestiones introductorias. Teoría
del delito 1. 2ª edición, Cáceres, 1996, p. 272; MIR PUIG, Santiago. Derecho Penal. Parte general.
7ª edición, B de f, Montevideo-Buenos Aires, 2004, pp. 150-151; VILLAVICENCIO TERREROS,
Felipe. Derecho Penal. Parte General. 1ª edición, 3ª reimpresión, Grijley, Lima, 2010, p. 227, num. 483.
69
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(158) Una vez comprobados esos presupuestos, un segundo sistema pregunta cómo debe responder la agencia
jurídica a ese requerimiento; a este segundo sistema se le denomina teoría de la pena, que cabe entenderlo
más precisamente –según Zaffaroni– como teoría de la responsabilidad penal o punitiva de la agencia
jurídica (no del criminalizado, pues quien debe responder es la agencia). Véase: ZAFFARONI, Eugenio;
ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro. Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, Ediar, Buenos Aires,
2002, p. 373.
(159) En este sentido POLAINO NAVARRETE, Miguel. Lecciones de teoría del delito. 3ª edición, Sevilla,
2012, p. 20.
(160) Véase BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Manual de Derecho Penal. Parte general. 1ª edición,
3ª reimpresión, Temis, Bogotá, 1996, p. 67.
(161) Como dice Bacigalupo, la teoría del delito al pretender establecer un orden para el planteamiento y la
resolución de los problemas que implica la aplicación de la ley penal, se vale de un método analítico,
por el cual se procura separar los distintos problemas en diversos niveles o categorías (BACIGALUPO
ZAPATER, Enrique. Principios de Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 132).
(162) Así, TERRAGNI, Marco Antonio. Tratado de Derecho Penal. Tomo I-Parte general. La Ley, Buenos Aires,
2012, p. 100.
70
Una teoría del delito fundada en el paradigma del Estado constitucional
(163) ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Manual de Derecho Penal. Parte general. 6ª edición, Ediar, Buenos Aires,
1996, p. 320.
(164) Hablamos de hecho jurídico por cuando tiene relevancia jurídica, sin embargo no podrá decirse que
es un acto jurídico en el sentido del artículo 140 del Código Civil peruano, por cuanto este exige para
que sea un acto jurídico que tal hecho tenga un fin lícito. Sobre hecho y acto jurídico véase VIDAL
RAMÍREZ, Fernando. El acto jurídico. 9ª edición, Gaceta Jurídicas, Lima, 2013, p. 35 y ss.
(165) Al ilícito penal también se le denomina “injusto” penal, sin embargo la palabra “injusto” no es lo
suficientemente clara, en la medida en que significa “no justo o no equitativo”, expresión de nítida
connotación moral. Por eso, es preferible emplear el término ilicitud que significa cualidad de
lícito, y que debería utilizarse en el sentido de lo penalmente ilícito. Así, HURTADO POZO, José.
Manual de Derecho Penal. Parte general. Tomo I. Ob. cit., p. 497, num. 1370. De similar opinión
BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Manual de Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 73, cuando
sostiene que “Generalmente la teoría de lo ilícito penal se designa como teoría de lo injusto. Mediante
esta expresión se entiende traducir la voz alemana Unrecht que, literalmente, significa negación del
derecho. La traducción no parece afortunada porque sugiere implicancias iusnaturalistas que son
ajenas al concepto”.
(166) En este sentido, GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, Jurista Editores,
Lima, 2012, pp. 625 y 626. Agrega el autor que siendo tan solo una separación con fines didácticos
entonces no sería rechazable de plano una construcción conceptual del delito que inicie con la categoría
de la culpabilidad y entre después a determinar si hay un injusto penal. En la realidad el injusto y la
culpabilidad se presentan en una interrelación lógica y conceptual que solo cabe distinguirlos en un plano
71
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
72
Una teoría del delito fundada en el paradigma del Estado constitucional
(169) Sobre tales criterios véase: GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit.,
pp. 628-631.
(170) CARO JOHN, José Antonio. Manual teórico- práctico de teoría del delito. Materiales de aplicación a la
investigación y judicialización de delitos cometidos en el ejercicio de la función pública. Ara Editores,
Lima, 2014, p. 31.
(171) Actualmente un sector doctrinal prefiere llamarla como imputación personal, por cuanto esta expresión
tiene la ventaja de que deja más en claro que en la segunda parte de la teoría del delito (la primera
parte lo conforma el injusto penal) se trata solo de atribuir (imputar) el desvalor del hecho penalmente
antijurídico a su autor: no se castiga una culpabilidad del sujeto, sino que solo se exige que el hecho
penalmente antijurídico, lo único que el Derecho desea prevenir (si puede), sea imputable a su autor. Así,
véase, MIR PUIG, Santiago. “Culpabilidad e imputación personal en la teoría del delito”. En: Estudios
penales: libro homenaje al profesor Luis Alberto Bramont Arias. Editorial San Marcos, Lima, 2003,
p. 217 y ss. En la doctrina nacional: VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Derecho Penal. Parte general.
3ª reimpresión de la 1ª edición, Grijley, Lima, 2010, p. 561 y ss. GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho
Penal económico. Tomo I- Parte general. 2ª edición, Grijley, Lima, 2007, pp. 620 y 621.
(172) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 632.
(173) En este sentido GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal Económico. Tomo I-Parte general. Ob. cit.,
p. 634, indica que: “La imputación personal significa que la persona posee la capacidad de expresar
individualmente un sentido comunicativo crítico frente al orden jurídico-penal y recibir, por tanto, la
imputación de hechos del sistema penal”.
(174) STRATENWERTH, Günter. Derecho Penal. Parte general I-el hecho punible. Traducción de la 2ª edición
alemana por Gladys Romero. Edersa, Madrid, 1982, p. 71, num. 184.
73
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(175) Cfr. JESCHECK, Hans-Heinrich y WEIGEND, Thomas. Tratado de Derecho Penal. Parte general.
5ª edición, Comares, Granada 2002, pp. 460-461; MAURACH, Reinhart y ZIPF, Heinz. Derecho Penal.
Parte general. Tomo I. Teoría general del Derecho Penal y estructura del hecho punible. Traducción de
la 7ª edición alemana por Jorge Bofill Genzsch y Enrique Aimone Gibson. Astrea, Buenos Aires, 1994,
pp. 524 y 527 y ss.; BUSTOS RAMÍREZ, Juan. Obras completa. Tomo I, Derecho Penal. Parte general.
Ara Editores, Lima 2004, p. 1097 y ss.; MIR PUIG, Santiago. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit.,
p. 527; MUÑOZ CONDE, Francisco y GARCÍA ARÁN, Mercedes. Derecho Penal. Parte general. 4ª
edición, Tirant lo Blanch, Valencia 2000, p. 408; BERDUGO GÓMEZ DE LA TORRE, Ignacio y otros.
Curso de Derecho Penal. Parte general. Experiencia, Barcelona, 2004, p. 317; CUELLO CONTRERAS,
Joaquín. El Derecho Penal español. Parte general. Nociones introductorias. Teoría del delito. 3ª edición,
Dykinson, Madrid 2002, pp. 911-912; BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Principios de Derecho Penal.
Parte general. 4ª edición, Akal, Madrid, 1997, p. 306: HURTADO POZO, José. Manual de Derecho
Penal. Parte general I. 3ª edición, Grijley, Lima 2005, p. 610; VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe.
Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 228, num. 486; en contra: GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho
Penal económico. Tomo I-Parte general. Ob. cit., p. 632. para quien dentro de la imputación personal
solamente deben quedar la imputabilidad y el conocimiento del ordenamiento jurídico como elementos
constitutivos de la culpabilidad material.
74
Segunda parte
ANÁLISIS A LAS CUESTIONES
FUNDAMENTALES DE LA TEORÍA
DEL DELITO TRATADAS EN CASOS
JURISPRUDENCIALES
Capítulo III
Tipicidad: la imputación objetiva
I. ASPECTOS GENERALES
En la teoría general del Derecho, se explica que toda disposición
jurídico-penal completa está constituida por el precepto y la sanción.
El primero, denominado tipo penal, contiene la descripción de la ac-
ción humana que se regula. En Derecho Penal, se trata del hecho pu-
nible. Una de sus funciones es la de servir de base para sistematizar los
demás elementos constitutivos del delito(176).
Asimismo, mediante la elaboración del tipo penal, el legislador
distingue las acciones penalmente relevantes de aquellas otras que no
lo son y, que, por lo tanto, no son sancionadas. Por esto se puede de-
cir que como concepto de la teoría del delito y como grado de valora-
ción, el tipo penal cumple una función discriminadora(177).
El tipo penal se divide, por razones expositivas, en tipo objetivo y
tipo subjetivo. Sin embargo, ello no implica que se traten de aspectos
separados, sino que el tipo penal debe ser percibido como una entidad
única, puesto que la acción descrita tiene siempre una dimensión exter-
na y otra interna. Además, los diversos factores que la conforman no
pueden ser ubicados con facilidad en uno u otro lado: lo subjetivo y lo
objetivo del comportamiento humano están estrecha e indisolublemente
(176) HURTADO POZO, José. Manual de Derecho Penal. Parte general. Tomo I, 4ª edición, Idemsa, Lima,
2011, p. 395, nm. 1086.
(177) Ibídem, p. 397, nm. 1096.
77
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(178) HURTADO POZO, José. Manual de Derecho Penal. Parte general. Tomo I. 4ª edición, Idemsa, Lima,
2011, p. 401, nm. 1107. Por su parte, Jakobs sostiene que el tratar con el tipo objetivo con anterioridad al
tipo subjetivo (que temporalmente se inicia antes) responde a una razón predominantemente expositiva:
el tipo objetivo es el objeto del tipo subjetivo; en su configuración anticipada (dolo) o anticipable
(imprudencia). Véase, JAKOBS, Günther. Derecho Penal. Parte general. Fundamentos y teoría de la
imputación. Traducción de Joaquín Cuello Contreras y Luis Serrano Gonzáles de Murillo. 2ª edición,
Marcial Pons, Madrid, 1997, p. 223.
(179) Sobre el origen de la teoría de la imputación objetiva en el ámbito penal véase: GIMBERNAT ORDEIG,
Enrique. “Los orígenes de la teoría de la imputación objetiva”. En: Estudios de Política Criminal y
Derecho Penal. Actuales tendencias. Tomo II, Ángel Gaspar Chirinos y Raúl Ernesto Martínez Huamán
(Directores). Gaceta Jurídica, Lima, 2015, p. 69 y ss.
(180) PARIONA ARANA, Raúl. “Consideraciones sobre la imputación objetiva y su consolidación en el
Derecho Penal peruano”. En: AAVV. Imputación objetiva. Instituto Pacífico, Lima, 2015, p. 16.
(181) LARENZ, Karl. Zurechnugslehre und Begriff der objektiven Zurechnung, 1927, p. 60 y ss.; citado por
PARIONA ARANA, Raúl. “Consideraciones sobre la imputación objetiva y su consolidación en el
Derecho Penal peruano”. Ob. cit., p. 16.
(182) HONIG, Richard. “Kausalität und objektive Zurechnung”, publicado en Festgabe für Reinhard von
Frank. Tomo I, Tübingen, 1930, p. 174 y ss. Para la presente investigación se ha consultado la siguiente
edición: HONIG, Richard. “Causalidad e imputación objetiva”. Traducción de Marcelo A. Sancinetti.
En: Causalidad, riesgo e imputación. 100 años de contribuciones críticas sobre imputación objetiva y
subjetiva. Marcelo A. Sancinetti (compilador). Hammurabi, Buenos Aires, 2012, p. 104 y ss.
78
Tipicidad: la imputación objetiva
(183) Cfr. SCHÜNEMANN, Bernd. “Consideraciones sobre la imputación objetiva”. En: AA.VV. Teorías
actuales en el Derecho Penal. 75° aniversario del Código Penal. Ad-Hoc, Buenos Aires, 1998, p. 223.
(184) ENGISCH, Karl. Die Kausalität als Merkmal der strafrechtliche Tatbestande, 1931, p. 61; citado por
PARIONA ARANA, Raúl. “Consideraciones sobre la imputación objetiva y su consolidación en el
Derecho Penal peruano”. Ob. cit., p. 16.
(185) WELZEL, Hans. “Studien zum System des Strafrechts”. En: ZStW 58, 1939, p. 491 y ss. Citado por
PARIONA ARANA, Raúl. “Consideraciones sobre la imputación objetiva y su consolidación en el
Derecho Penal peruano”. Ob. cit., pp. 16 y 17.
79
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(186) Publicado por primera vez en ZStW 74, 1962, p. 411 y ss. Para la presente investigación se ha consultado
la siguiente edición: ROXIN, Claus. “Infracción del deber y resultado en los delitos imprudentes”. En:
ROXIN, Claus. Problemas básicos del Derecho Penal. Traducción de Diego-Manuel Luzón Peña. Reus,
Madrid, 1976, p. 149 y ss.
(187) ROXIN, Claus. “Gedanken zur Problematik der Zurechnung im Strafecht”. Publicado por primera
vez en: Festschrift für Richard M. Honig, Gottingen, 1970, p. 133 y ss. Para la presente investigación
se ha consultado la siguiente edición: ROXIN, Claus. “Consideraciones sobre la problemática de la
80
Tipicidad: la imputación objetiva
imputación en Derecho Penal”. En: ROXIN, Claus. Problemas básicos del Derecho Penal. Traducción
de Diego-Manuel Luzón Peña. Reus, Madrid, 1976, p. 128 y ss.
(188) Cfr. FRISCH, Wolfgang. Tipo penal e imputación objetiva. Traducción de Manuel Cancio Meliá, Beatriz
de la Gándara Vallejo, Manuel Jaén Vallejo y Yesid Reyes Alvarado. Colex, Madrid, 1995. FRISCH,
Wolfgang. Comportamiento típico e imputación del resultado. Traducción de Joaquín Cuello Contreras
y José Luis Serrano González de Murillo. Marcial Pons, Madrid, 2004.
(189) Cfr. JAKOBS, Günther. La imputación objetiva en el Derecho Penal. Traducción de Manuel Cancio
Meliá. 1ª reimpresión de la 1ª edición argentina, Ad-Hoc, Buenos Aires, 1997.
(190) PÉREZ ALONSO, Esteban. “Notas sobre la imputación objetiva en el Derecho Penal”. En: Teoría del
delito. Problemas fundamentales. Raúl Pariona Arana y Esteban Pérez Alonso (coordinadores). Instituto
Pacífico, Lima, 2015, p. 72.
(191) PARIONA ARANA, Raúl. “Consideraciones sobre la imputación objetiva y su consolidación en el
Derecho Penal peruano”. Ob. cit., p. 17.
81
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(192) Al respecto señala Hurtado Pozo: “El hecho de que un Código Penal haya sido elaborado bajo la
influencia de una concepción en particular, no significa que no pueda ser interpretado con arreglo a
una teoría distinta. Así, por ejemplo, el CP de 1924, de inspiración suiza, fue redactado en una época
en la que predominaba la concepción causalista. Esto no impidió, sin embargo, que se interpretaran
sus disposiciones a la luz de la concepción normativa o de la teoría finalista. De la misma manera el
Código vigente puede ser interpretado desde la perspectiva de la concepción funcionalista a pesar que
sus redactores la desconocieran y, por tanto, no la tuvieron en cuenta”. HURTADO POZO, José. Manual
de Derecho Penal. Parte general. Tomo I, 4ª edición, Ob. cit., p. 395, nm. 1086.
(193) Sin perjuicio de lo señalado, debemos mencionar que para tener un panorama general sobre la imputación
objetiva, así como sobre las bases de las que parte, y los distintos enfoques o modelos de la misma,
puede consultarse –sin ánimos de ser exhaustivos– los siguientes trabajos: ROXIN, Claus. La imputación
objetiva en el Derecho Penal. Traducción de Manuel Abanto Vázquez. 2ª edición, Grijley, Lima, 2012;
JAKOBS, Günther. La imputación objetiva en el Derecho Penal. Traducción de Manuel Cancio Meliá.
1ª reimpresión de la 1ª edición argentina, Ad-Hoc, Buenos Aires, 1997; FRISCH, Wolfgang. Tipo penal
e imputación objetiva. Traducción de Manuel Cancio Meliá, Beatriz de la Gándara Vallejo, Manuel Jaén
Vallejo y Yesid Reyes Alvarado. Colex, Madrid, 1995; FRISCH, Wolfgang. Comportamiento típico e
imputación del resultado. Traducción de Joaquín Cuello Contreras y José Luis Serrano González de
Murillo. Marcial Pons, Madrid, 2004; FRISCH, Wolfgang y ROBLES PLANAS, Ricardo. Desvalorar e
imputar. Sobre la imputación objetiva en Derecho Penal. Atelier, Barcelona, 2004; CANCIO MELIÁ,
Manuel. Líneas básicas de la teoría de la imputación objetiva. 1ª reimpresión de la 1ª edición, Ediciones
Jurídicas Cuyo, Mendoza, 2004; DONINI, Massimo. Illecito e colpevolenza nell`imputazione del reato.
Dott A. Giufré Editore, Milán, 1991; REYES ALVARADO, Yesid. Imputación objetiva. 2ª edición, Temis,
Santa. Fe de Bogotá, 1996; LÓPEZ DÍAZ, Claudia. Introducción a la imputación objetiva. Universidad
Externado de Colombia, Bogotá, 1996; FEIJÓO SÁNCHEZ, Bernardo. La imputación objetiva en el
Derecho Penal. Grijley, Lima, 2002; TORÍO LÓPEZ, Ángel, Ruperto. “Naturaleza y ámbito de la teoría
de la imputación objetiva”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo XXXIX, Fasc. I,
Ministerio de Justicia, Madrid, enero-abril de 1986, p. 33 y ss.; GIMBERNAT ORDEIG, Enrique.
82
Tipicidad: la imputación objetiva
83
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
de la infracción de un deber), los delitos de peligro y la participación. Cfr. CANCIO MELIÁ, Manuel.
Conducta de la víctima e imputación objetiva. 2ª edición, J.M. Bosch, Barcelona, 2001, p. 64.
(196) Durante mucho tiempo se entendió que la tipicidad de una conducta se establecía en la comprobación
de un nexo causal entre la acción y el resultado. De este modo la fenomenología externa del suceso se
convertía en la razón de imputación, de tal manera que el resultado causal era considerado idénticamente
como un resultado típico. La imputación al tipo objetivo dependía de la fuerza fenomelógica de
causación que la conducta del sujeto producía en el mundo exterior (CARO JOHN, José Antonio.
Manual teórico-práctico de teoría del delito. Materiales de aplicación a la investigación y judicialización
de delitos cometidos en el ejercicio de la función pública. Ara Editores, Lima, 2014, p. 43).
(197) La causalidad es una categoría conceptual ontológica, que corresponde al mundo del ser, y en tal sentido
la única teoría que la explica correctamente es la llamada “teoría de la equivalencia de las condiciones”,
según la cual toda condición que ha influido en la realización del resultado es causa de él. Esta es la realidad
del mundo físico y no le corresponde a una disciplina normativa –como lo es el Derecho– intentar regular
la naturaleza. Causa del homicidio perpetrado por A contra B mediante un arma de fuego es también,
entre muchos otros eslabones de la cadena causal, la venta del arma, su fabricación, la producción del
metal utilizado para su fabricación, etc. Que jurídicamente no corresponde imputar ese homicidio al
vendedor o al fabricante del arma o a quien produjo el metal es algo que decide el Derecho, en función
de criterios jurídicos (normativos), y no una ley física como la causalidad, cuya regularidad es puesta
incluso en duda desde la misma Física, en su versión cuántica. De ello se sigue que lo que compete al
Derecho Penal es elaborar teorías de la imputación, con las cuales impedir las consecuencias absurdas de
una aplicación estricta de la ley causal, y no teorías de la causalidad que persiguen restringirla o limitarla.
Todas las llamadas teorías de la causalidad (teoría de la relevancia, teoría de la causalidad adecuada, teoría
de la interrupción del nexo causal, teorías individualizadoras, etc.) son en rigor teorías jurídicas de la
imputación. En cuanto tales pueden resistir el análisis e incluso ser aprovechadas. (PÉREZ BARBERÁ,
Gabriel. “El tipo culposo. La preterintencionalidad”. Ob. cit., p. 339).
(198) Como refiere Hurtado Pozo, la imputación del resultado al autor en Derecho Penal no tiene el mismo
sentido que la causalidad en las ciencias naturales, sin embargo ello no significa que en Derecho Penal no
se tenga en cuenta lo establecido en las ciencias naturales. La causalidad conforme a las leyes naturales
(frutos de la experiencia y de las constataciones científicas) es el punto de partida del criterio normativo
de imputación del resultado. No puede ser negada cuando su presencia es comprobada conforme a
los criterios científicos; pero sí se puede, aun en su ausencia, admitir normativamente un nexo entre
la acción y el resultado para imputar este al autor de la primera. Es el caso de la omisión impropia, en
el que se imputa al autor, por ejemplo, la muerte de una persona por el solo hecho de abstenerse de
impedir este resultado. A pesar de que no existe, en sentido material o fáctico, relación de causalidad
entre la omisión y el resultado, se imputa este al agente porque, además de las otras circunstancias
requeridas, tenía la obligación de intervenir (posición de garante). No obstante, aun cuando exista la
relación de causalidad conforme a la experiencia y a las leyes naturales no se admite de modo necesarios
que sea significativa en el ámbito penal y, por tanto, no se imputa el resultado perjudicial al agente. Por
ejemplo, el caso de quien, con intención de matar, lesiona a una persona, que trasladada en ambulancia
al hospital fallece, pero falta de atención médica o por el incendio que se produce en la sección donde
había sido internada. El factor causal producido por el agente no basta para imputarle de manera objetiva
el resultado muerte a título de homicidio consumado. (HURTADO POZO, José. Manual de Derecho
Penal. Parte general. Tomo I, 4ª edición, Idemsa, Lima, 2011, pp. 412 y 213, nm. 1142).
(199) Cfr. ROXIN, Claus. La imputación objetiva en el Derecho Penal. Traducción de Manuel Abanto Vásquez.
2ª edición, Grijley, Lima, 2012, p. 39; JAKOBS, Günther. Derecho Penal. Parte general. Fundamentos y
84
Tipicidad: la imputación objetiva
teoría de la imputación. Traducción de Joaquín Cuello Contreras y Luis Serrano Gonzáles de Murillo.
2ª edición, Marcial Pons, Madrid, 1997, p. 237; ALCÁCER GUIRAO, Rafael. “El juicio de adecuación
de la conducta. Consideraciones sobre la teoría de la imputación objetiva y sobre la tentativa”. En:
Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo XLIX, Fasc. II, mayo-agosto de 1996. Ministerio de
Justicia, Madrid, 1998, pp. 473-474; VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. “La imputación objetiva en
la jurisprudencia peruana”. En: Derecho PUCP. Nº 60, Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 2007, p. 256.
(200) Es en este sentido que se afirma que la verificación del nexo causal es previa a la imputación objetiva.
Así, véase, CASTALDO, Andrea Raffaele. La imputación objetiva en el delito culposo de resultado.
Traducción de Antonio Bonanno. Colección Maestros del Derecho Penal, N° 16, BdeF, Buenos Aires-
Montevideo, 2008, p. 64.
(201) VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. “La imputación objetiva en la jurisprudencia peruana”. En:
Derecho PUCP. Nº 60, Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 2007, p. 254.
85
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(202) STS español 7544/2000, del 19 de octubre, fundamento de Derecho sexto (magistrado ponente: Carlos
Granados Pérez).
(203) STS español 82/2016 del 19 de enero, fundamento de Derecho tercero (magistrado ponente: Manuel
86
Tipicidad: la imputación objetiva
Marchena Gómez),
(204) Ejecutoria superior recaída en el Exp. Nº 306-2004-Lima, del 24 de noviembre de 2004 (cursivas
añadidas).
(205) Ejecutoria superior recaída en el Exp. Nº 550-98-Lima, del 24 de abril de 1998 (resaltado añadido).
87
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(206) Ejecutoria Suprema recaída en el R.N. N° 49-2006-Tacna, del 31 de marzo de 2008, considerando 4
(magistrado ponente: Calderón Castillo).
88
Tipicidad: la imputación objetiva
(207) Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema. R.N. N° 3855-2007-Lima, del 15 de mayo de 2009,
considerando 4 (magistrado ponente: Rodríguez Tineo).
(208) RIGHI, Esteban. Derecho Penal. Parte general. Lexis Nexis Argentina, Buenos Aires, 2008, p. 180.
89
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(209) El siglo XX trajo con sigo grandes avances tecnológicos, los cuales facilitaron inmensamente la vida
cotidiana de todos los habitantes del planeta, pero, así mismo, supuso la aparición de nuevos riesgos
para todos nosotros. Pensar en una vida sin estos avances tecnológicos es hoy en día imposible, en
la medida en que sus beneficios son inmensos. La perspectiva en el siglo XXI es la misma, en donde
incluso los avanes tecnológicos parecen acelerarse, al igual que los riesgos. Véase, REYES ALVARADO,
Yesid. Imputación objetiva. 2ª edición, Temis, Santa Fe de Bogotá, 1996, p. 106 y ss.; GIMBERNAT
ORDEIG, Enrique. Delitos cualificados por el resultado y causalidad. 2ª edición, Colección Maestros
del Derecho Penal, N° 24, BdeF. Montevideo-Buenos Aires, 2007, p. 50.
(210) Cfr. PAREDES CASTAÑÓN, José Manuel. El riesgo permitido en el Derecho Penal (régimen jurídico-
penal de las actividades peligrosas). Ministerio de Justicia, Madrid, 1995, pássim.
(211) JAKOBS, Günther. La imputación objetiva en el Derecho Penal. Traducción de Manuel Cancio Meliá.
1ª reimpresión de la 1ª edición argentina, Ad-Hoc, Buenos Aires, 1997, p. 44.
(212) Ibídem, pp. 44 y 45.
90
Tipicidad: la imputación objetiva
(213) JAKOBS, Günther. Derecho Penal. Parte general. Fundamentos y teoría de la imputación. Traducción
de Joaquín Cuello Contreras y Luis Serrano Gonzáles de Murillo. 2ª edición, Marcial Pons, Madrid,
1997, p. 245. Debe mencionarse además, que conforme a los aspectos que abarca la categoría del riesgo
permitido se demuestra el carácter marcadamente normativo de la teoría de la imputación objetiva,
en la medida en que, para determinar la creación de riesgos, debemos acudir a fuentes normativas,
fuentes que son cambiantes con el paso del tiempo y el surgimiento de nuevas instituciones sociales y
que permiten la adaptación de la tesis a la evolución de la sociedad. En este sentido, véase, BERNATE
OCHOA, Francisco. Imputación objetiva y responsabilidad penal médica. Editorial Universidad del
Rosario, Bogotá, 2010, p. 82.
(214) LÓPEZ DÍAZ, Claudia. “La teoría de la imputación objetiva”. En: Imputación objetiva y dogmática
penal. Mireya Bolaños González (compiladora). Universidad de Los Andes, Mérida, 2005, p. 152.
(215) Sobre este aspecto el Tribunal Supremo español ha dicho que: “El nivel de permisión de riesgo se
encuentra determinado, a su vez, por el grado de utilidad social de la conducta desarrollada por el
autor (a mayor utilidad social mayores niveles de permisión de riesgo). Por último, ha de computarse
también la importancia o el valor del bien jurídico amenazado por la conducta imprudente: cuanto
mayor valor tenga el bien jurídico amenazado menor será el nivel de riesgo permitido y mayores las
exigencias del deber de cuidado” (STS español 4730/2016, del 3 de noviembre, fundamento de derecho
cuarto, magistrado ponente: Varela Castro).
91
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(216) LÓPEZ DÍAZ, Claudia. “La teoría de la imputación objetiva”. En: Imputación objetiva y dogmática
penal. Mireya Bolaños González (compiladora). Universidad de Los Andes, Mérida, 2005, p. 153.
(217) Ibídem, p. 152.
(218) Cfr. PERÉZ BARBERÁ, Gabriel. “El tipo culposo. La preterintencionalidad”. En: LASCANO, Carlos
(director). Derecho Penal. Parte general. Libro de estudio. Reimpresión de la 1ª edición, Advocatus,
Córdoba, 2005, p. 351.
(219) Así, sin embargo: VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. “La imputación objetiva en la jurisprudencia
peruana”. En: Derecho PUCP. Nº 60, Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 2007, p. 258.
92
Tipicidad: la imputación objetiva
(220) MAZUELOS COELLO Julio. “El delito imprudente en el Código Penal peruano. La infracción del
deber de cuidado como creación de un riesgo jurídicamente desaprobado y la previsibilidad individual”.
Ob. cit., pp. 172-173.
(221) El ámbito del riesgo permitido dependerá de lo que sea adecuado en el sector en el que opere, y entre
otras circunstancias, de la importancia de las prestaciones que se obliga cada parte, las relaciones que
concurran entre las partes contratadas, las circunstancias personales del sujeto pasivo y la capacidad
para autoprotegerse y la facilidad del recurso a las medidas de autoprotección. STS español 4501/2013,
del 3 de julio, fundamento de Derecho tercero, (magistrado ponente: Antonio del Moral García).
(222) STS español 6785/2002, del 16 de octubre, fundamento de Derecho segundo, (magistrado ponente:
Andrés Martínez Arrieta). Fue Roxin, quien propuso este criterio sosteniendo que no habrá lugar a
imputar objetivamente un resultado cuando, a pesar de constatarse la creación de un riesgo jurídicamente
desaprobado y su realización en un resultado lesivo para un bien jurídico, la conducta mejore la situación
del bien jurídico. Véase, ROXIN, Claus. ROXIN, Claus. “Consideraciones sobre la problemática de la
imputación en Derecho Penal”. En: ROXIN, Claus. Problemas básicos del Derecho Penal. Traducción
de Diego-Manuel Luzón Peña. Reus, Madrid, 1976, p. 128 y ss. ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte
general. Tomo I. Fundamentos. La estructura de la teoría del delito. Traducción de la 2ª edición alemana
por Diego-Manuel Luzón Peña, Miguel Díaz y García Conlledo y Javier de Vicente Remesal, Civitas,
Madrid, 1997, p. 365. Véase, también, BACIGALUPO, Enrique. Principios de Derecho Penal. Parte
general. 4ª edición, Akal, Madrid, 1997, p. 191.
93
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(223) Roxin introduce un nuevo criterio de exclusión de la imputación objetiva en punto de la realización
del resultado, al sostener que no será procedente la imputación objetiva del resultado causalmente
causado, cuando, a pesar de haberse creado un riesgo desaprobado que se concreta en la lesión de
un bien jurídico, esta lesión no es de aquellas que la norma infringida busca evitar. A este criterio de
exclusión de la imputación objetiva se le conoce como la teoría del “ámbito de aplicación de la norma”.
En otras palabras, consiste básicamente en que algunos casos por la falta de la realización del riesgo
no permitido, la concreta forma de producción del resultado no es imputable al sujeto porque el fin
de protección de la norma no lo abarcaba. La utilidad se constata sobre todo para aquellos casos de
concurrencia de riesgos típicos y riesgos permitidos ya que será necesario constatar que el resultado
es la realización de un riesgo típico, o como se ha dicho en general por doctrina que la producción
de algunos resultados no son reconducibles al riesgo creado por el autor sino que a otros riesgos que
por no estar contemplados por la norma no le son imputables al comportamiento imprudente del
sujeto. De acuerdo con este criterio es en definitiva otro riesgo, no contemplado por la norma, el que
se ha materializado en el resultado. Aun cuando ese riesgo provenga del comportamiento del sujeto,
al ser un riesgo no que no está abarcado por la prohibición normativa en concreto no le es imputable
al sujeto. Ya no se trata de si el resultado puede ser atribuido a un comportamiento riesgoso del sujeto
que superase lo permitido, que corresponde por lo demás a la estructura general de la imputación
objetiva del comportamiento, sino que se trata de que lo producido en concreto sea la realización
de un comportamiento desaprobado por la norma penal y que justamente por su desaprobación
buscaba evitar a través del mensaje comunicativo que dirige al destinatario de la norma. Al respecto,
véase: BERNATE OCHOA, Francisco. Imputación objetiva y responsabilidad penal médica. Editorial
Universidad del Rosario, Bogotá, 2010, p. 64; NAVAS MONDACA, Iván. “Problemas de imputación del
contagio imprudente de VIH y el cambio del estatus jurídico del objeto de la acción (Comentario a la
Sentencia del Tribunal Supremo de 6 de junio de 2011). En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales.
Vol. LXIV-2011, Ministerio de Justicia, Madrid, 2012, p. 328 y ss.
(224) “Varios son los criterios de imputación del resultado, y como más destacamos señalaremos la teoría
del incremento del riesgo; conforme a la misma es preciso que el resultado constituya la realización
del riesgo generado por la acción y que la conducta del sujeto haya incrementado la probabilidad de
producción del resultado comparándola con el peligro que es aceptable dentro del riesgo permitido.
Para la teoría del ámbito de protección de la norma, no habrá imputación del resultado cuando este
no sea uno de los que se pretenden impedir con la indicada norma. En otras palabras, la norma que
impone los deberes pretende evitar ciertos resultados, cuando el resultado no es uno de ellos, significa
que se encuentra fuera de su ámbito de protección y, consecuentemente, debe negarse la imputación de
dicho resultado. Por último la teoría de la evitabilidad, conforme a la cual habrá que preguntarse qué
hubiera sucedido si el sujeto hubiera actuado conforme a la norma. Si a pesar de ello, es decir, si aunque
el sujeto hubiera cumplido con la norma el resultado se hubiera producido igualmente, habrá que negar
la imputación objetiva del resultado” (STS español STS 385/2015, del 11 de febrero, fundamento de
Derecho tercero, magistrado ponente: Berdugo Gomez de la Torre).
94
Tipicidad: la imputación objetiva
(225) STS español 6785/2002, del 16 de octubre, fundamento de Derecho segundo, (magistrado ponente:
Andrés Martínez Arrieta).
(226) Véase, REYES ALVARADO, Yesid. Imputación objetiva. 2ª edición, Temis, Santa. Fe de Bogotá, 1996,
p. 75, cuando refiere que: “De acuerdo con una visión correcta, debe decirse que un resultado podrá serle
objetivamente imputado a un individuo cuando él haya originado un riesgo jurídicamente desaprobado
y ese riesgo se haya concretado en un resultado”.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
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Tipicidad: la imputación objetiva
(227) STS español 3767/1999, del 29 de mayo, fundamento de Derecho primero (magistrado ponente: Enrique
Bacigalupo Zapater), negritas añadidas.
(228) GARCÍA CAVERO, Percy. “La imputación subjetiva”. En: Contribuciones críticas al sistema penal de
la postmodernidad. In memoriam a Eduardo Novoa Monreal. Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
de la Universidad Central de Chile, Santiago de Chile, 2007, p. 109.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(229) En este punto, seguimos el planteamiento de LÓPEZ DÍAZ, Claudia. “La teoría de la imputación
objetiva”. En: Imputación objetiva y dogmática penal. Mireya Bolaños González (compiladora).
Universidad de Los Andes, Mérida, 2005, pp. 154-155.
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Tipicidad: la imputación objetiva
(230) Véase, ROMERO CASABONA, Carlos María. “Evolución del tratamiento jurídico-penal de la
imprudencia del personal médico-sanitario”. En: Revista Jurídica de Castilla y León. N° 13, Junta de
Castilla y León, 2007, p. 223 y ss.
(231) Ibídem, pp. 227 y 228.
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Tipicidad: la imputación objetiva
(232) RUEDA MARTÍN, María Ángeles. “La concreción del deber objetivo de cuidado en el desarrollo de la
actividad médico-quirúrgica curativa”. En: Indret. N° 4/2009, Universidad Pompeu Fabra, Barcelona,
2009, p. 30.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(233) ROMERO CASABONA, Carlos María. “Evolución del tratamiento jurídico-penal de la imprudencia
del personal médico-sanitario”. En: Revista Jurídica de Castilla y León. N° 13, Junta de Castilla y León,
2007, p. 229.
(234) SANCHO GARGALLO, Ignacio. “Tratamiento legal y jurisprudencial del consentimiento informado”.
En: InDret. N° 2/2004, Universidad Pompeu Fabra, Barcelona, 2004, p. 2.
(235) ACEA, Benigno. “El consentimiento informado en el paciente quirúrgico. Reflexiones sobre la Ley
Básica Reguladora de la Autonomía de los Pacientes”. En: Revista Cirugía Española, N° 2. Asociación
Española de Cirujanos, Madrid, junio de 2005, p. 28.
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Tipicidad: la imputación objetiva
(236) GUÉREZ TRÍCARICO, Pablo. Presupuestos de la licitud jurídico-penal del tratamiento médico curativo:
el papel del consentimiento del paciente. Tesis doctoral. Universidad Autónoma de Madrid, 2011, p. 232.
(237) STS español del 27 de abril de 2001.
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Tipicidad: la imputación objetiva
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(238) RÍOS CORBACHO, José Manuel. “La violencia endógena en el deporte: aspectos jurídico-penales”.
En: Nuevo Foro Penal. Vol. 9, Nº 80, Universidad EAFIT, Medellín, enero-junio 2013, p. 31.
(239) Ídem.
(240) LÓPEZ DÍAZ, Claudia. “La teoría de la imputación objetiva”. En: Imputación objetiva y dogmática
penal. Mireya Bolaños González (compiladora). Universidad de Los Andes, Mérida, 2005, p. 154.
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Tipicidad: la imputación objetiva
(241) LÓPEZ DÍAZ, Claudia. “La teoría de la imputación objetiva”. En: Imputación objetiva y dogmática
penal. Mireya Bolaños González (compiladora). Universidad de Los Andes, Mérida, 2005, p. 154.
(242) Sala Penal de Apelaciones para Procesos Sumarios con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de
Lima. Exp. Nº 8653-97, del 6 de agosto de 1998 (magistrado ponente: Eyzaguirre Garáte).
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Tipicidad: la imputación objetiva
(244) Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República. R.N. N° 502-2003-Puno, del
4 de junio de 2004.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
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Tipicidad: la imputación objetiva
Aguilar, María del Milagro Huamán Lu, Juan Carlos Miguel Mendoza
del Solar, Jorge D’Acunha Cuervas, Edilberto Canales Pillaca, Guido
Pennano Allison, José León Luna Gálvez, José Luis Elías Ávalos y Jor-
ge Polack Merel, en la calidad de congresistas electos para el periodo
correspondiente al año dos mil a dos mil cinco, que luego de las elec-
ciones generales del nueve de abril de dos mil, la agrupación política
de gobierno “Perú Dos Mil”, no logró obtener mayoría parlamentaria,
por tal situación, el entonces Presidente de la República, Alberto Fu-
jimori Fujimori, le encomendó a su asesor Vladimiro Montesinos To-
rres, poner en marcha un conjunto de acciones dirigidas a conseguir
que el grupo parlamentario de gobierno tuviera mayoría en el Congre-
so de la República, que les sirviera como soporte y sustento el ilegal
tercer periodo de gobierno consecutivo y evitar e impedir la labor de
fiscalización que le corresponde al Poder Legislativo, con dicho pro-
pósito se planeó y ejecutó la operación denominado “Reclutamiento
de congresistas” que consistió en la “compra” de un grupo de congre-
sistas electos, quienes a cambio de recibir sumas de dinero, provenien-
tes del erario nacional, concretamente de los fondos del Servicio de In-
teligencia Nacional y de la desviación de las fondos del Ministerio de
Defensa, del Interior y de los Institutos Armados, comprometieron su
apoyo con su voto al partido oficialista; no obstante, que debieron pre-
sumir que el dinero que recibían de manos de Montesinos Torres; por
un lado, tenía procedencia ilícita ya que provenía del manejo ilegal de
los fondos públicos que realizaba sin ningún control y por otro lado,
se había dado un delito anterior, pues el dinero que manejaba Monte-
sinos Torres provenía del erario nacional, coligiéndose que el objetivo
se cumplió, no solamente porque subsisten como elementos de prue-
ba, los documentos denominados: a) Carta de renuncia a su partido de
origen; b) Carta de afiliación o sujeción al partido de gobierno o carta
de compromiso para apoyar al régimen de Fujimori Fujimori, y, c) Un
recibo por el dinero entregado, sino también porque la Mesa Direc-
tiva del Congreso fue elegida con setenta votos a favor, pese a que el
partido de gobierno solo obtuvo cincuenta y seis escaños, alterándo-
se de esta forma ilícitamente la conformación de las fuerzas políticas.
Asimismo, en el caso de Luz Filomena Salgado Rubianes y María del
Carmen Lozada Rondón de Gamboa, integrantes del partido oficialis-
ta “Perú Dos Mil”, se les atribuye haber recibido de manos del ex ase-
sor presidencial, Vladimiro Montesinos Torres, la suma de veinte mil
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(249) Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República. R.N. N° 1481-2011-Arequipa,
del 19 de abril de 2012 (magistrado ponente: Príncipe Trujillo).
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
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Tipicidad: la imputación objetiva
(253) Véanse, entre otros, GÓMEZ RIVERO, María del Carmen. La responsabilidad penal del médico. Tirant
lo Blanch, Valencia, 2003, p. 396; BERNATE OCHOA, Francisco. Imputación objetiva y responsabilidad
penal médica. Editorial Universidad del Rosario, Bogotá, 2010, p. 160 y ss.
(254) MARAVER GÓMEZ, Mario. Principio de confianza en Derecho Penal. Un estudio sobre la aplicación
del principio de autorresponsabilidad en la teoría de la imputación objetiva. Tesis doctoral, Universidad
Autónoma de Madrid, Madrid, 2007, p. 97.
119
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(255) PUPPE, Ingeborg. “División del trabajo y de la responsabilidad en la actuación médica”. En: InDret.
N° 4/2006, Universidad Pompeu Fabra, Barcelona, 2006, p. 3.
(256) GÓMEZ RIVERO, María del Carmen. La responsabilidad penal del médico. Tirant lo Blanch, Valencia,
2003, p. 413.
(257) PERÉZ BARBERÁ, Gabriel. “El tipo culposo. La preterintencionalidad”. En: LASCANO, Carlos
(director). Derecho Penal. Parte general. Libro de estudio. Reimpresión de la 1ª edición, Advocatus,
Córdoba, 2005, pp. 352.
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Tipicidad: la imputación objetiva
(258) PUPPE, Ingeborg. “División del trabajo y de la responsabilidad en la actuación médica”. En: InDret.
N° 4/2006, Universidad Pompeu Fabra, Barcelona, 2006, p. 2.
121
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
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Tipicidad: la imputación objetiva
(259) RODRÍGUEZ ESTÉVEZ, Juan María. “¿Puede la responsabilidad penal del empresario fundamentarse
en la dogmática de los delitos de infracción de un deber? En: Los desafíos del Derecho Penal en el siglo
XXI. Libro homenaje al profesor Dr. Günther Jakobs. Guillermo Jorge Yacobucci (director), Ara Editores,
Lima, 2005, p. 420.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(260) Debe reconocerse que se existen distintas vías para argumentar la fuente de la infracción al correspondiente
deber de vigilancia. Una de ellas remite al comportamiento anterior, bien por razón del actuar precedente,
del comportamiento previo permitido que incrementa el riesgo, o de la desestabilización de un foco de
peligro preexistente. Otras teorías buscan el apoyo teórico directamente en la responsabilidad sobre
fuentes de peligro propias de la empresa, en la competencia organizativa, o en el dominio sobre la fuente
de peligro. En este trabajo se opta por esta última alternativa, lo que conlleva consecuencias restrictivas
en orden a la esfera de imputación de responsabilidad penal individual en comisión por omisión en el
ámbito de la empresa. Cfr. DEMETRIO CRESPO, Eduardo. “Sobre la posición de garante del empresario
por la no evitación de delitos cometidos por sus empleados”. En: Revista del Centro de Investigación
Interdisciplinaria en Derecho Penal Económico, 2008, disponible en: <www.ccidpe.com.ar>.
(261) FEIJÓO SÁNCHEZ, Bernardo. Derecho Penal de la empresa e imputación objetiva. Reus, Madrid,
2007, p. 194.
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Tipicidad: la imputación objetiva
(262) Así, véase: SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. Banca, bolsa y sociedades comerciales. Ensayos sobre la
responsabilidad penal de autoridades, directores y asesores. Ideas, Lima, 2016, p. 54.
(263) HURTADO POZO, José. Compendio de Derecho Penal económico. Parte general. Fondo Editorial de
la PUCP, Lima, 2015, p. 147.
(264) FEIJÓO SÁNCHEZ, Bernardo. Derecho Penal de la empresa e imputación objetiva. Reus, Madrid,
2007, p. 194.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(265) Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal económico. Parte general. 3ª edición, Jurista editores,
Lima, 2014, p. 415.
(266) MEINI MÉNDEZ, Iván. Responsabilidad penal del empresario por los hechos cometidos por sus
subordinados. Tirant lo Blanch, Valencia, 2003, p. 361.
126
Tipicidad: la imputación objetiva
(267) FEIJÓO SÁNCHEZ, Bernardo. Derecho Penal de la empresa e imputación objetiva. Reus, Madrid,
2007, p. 195.
(268) Cfr. SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María y MONTANER FERNÁNDEZ, Raquel. Los delitos contra el medio
ambiente. Reforma legal y aplicación judicial. Atelier, Barcelona, 2012, p. 46.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(269) Cfr. SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María y MONTANER FERNÁNDEZ, Raquel. Los delitos contra el medio
ambiente. Reforma legal y aplicación judicial. Ob. cit., p. 46.
(270) FEIJÓO SÁNCHEZ, Bernardo. Derecho Penal de la empresa e imputación objetiva. Reus, Madrid,
2007, p. 198.
(271) Ibídem, p. 199.
128
Tipicidad: la imputación objetiva
(272) Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema. R.N. N° 3855-2007-Lima, del 15 de mayo de 2009
(magistrado ponente: Rodríguez Tineo).
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Tipicidad: la imputación objetiva
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Tipicidad: la imputación objetiva
(277) JAKOBS, Günther. La imputación objetiva en Derecho Penal. Edit. Grijley, 1a reimpresión, traducción
de Manuel Cancio Meliá. Lima, 2001; CANCIO MELIÁ, Manuel. Líneas básicas de la teoría de la
imputación objetiva. Ediciones Jurídicas Cuyo. Mendoza, 2001; FEIJÓO SÁNCHEZ, Bernardo José.
Imputación objetiva en el Derecho Penal. Grijley, Lima, 2002; CARO JOHN, José Antonio. La imputación
objetiva en la participación delictiva. Grijley, Lima, 2003; GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal
económico-parte general. Ara Editores, Lima, 2003.
133
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(278) Ibídem; pp. 100-124; JAKOBS, Günther. Ob. cit.; pp. 27-40; GARCÍA CAVERO, Percy. Ob. cit.;
pp. 409-436.
(279) JAKOBS, Günther. Ob. cit.; p. 42. Por ejemplo si la humanidad inventó el auto es para darse a sí misma
mayor facilidad en el tráfico y traslado de un lugar a otro, sin embargo esa invención trae riesgos, como
por ejemplo que se produzcan accidentes tales como choques, volcaduras, etc., pero son riesgos que
necesariamente, hasta cierta medida, (siempre y cuando la norma penal lo permita y no se transgreda)
son tolerados por la sociedad por el beneficio derivado.
(280) Ibídem; p. 20. Conceptualiza al rol como un sistema de posiciones definidas de modo normativo,
ocupado por individuos intercambiables.
(281) CANCIO MELIÁ, Manuel. Ob. cit.; p. 98.
134
Tipicidad: la imputación objetiva
(282) Este filtro se da a consecuencia de la división del trabajo, donde la especialización hace que cada
trabajador confíe en su superior o inferior, respecto del trabajo que esté realizando.
(283) Ibídem, p. 30.
(284) CANCIO MELIÁ. Ob. cit., pp. 123 y 124. Mediante esta se pone de relieve la relevancia que tiene la
figura de víctima en el contexto de valoración normativa del comportamiento del autor, sea tanto la
víctima como el autor quienes hayan configurado el curso lesivo para el primero, este deberá cargar
con la responsabilidad por las consecuencias de su actuar descuidado.
(285) FEIJÓO SÁNCHEZ, Bernardo José. Imputación objetiva en el Derecho Penal. Ob. cit., p. 291.
(286) STRATENWERTH, Günther. Derecho Penal, Parte general. Hammurabi, Madrid, 1998, p. nota veintitrés,
p. 1161. Señala que el principio de confianza es un límite del deber de cuidado, pero ello no significa
que las personas se puedan comportar imprudentemente en virtud de la confianza del cuidado de otros.
El principio de confianza determina el deber de cuidado, pero no dispensa de su cumplimiento.
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tres); este instituto desarrolla la teoría del tipo desde una im-
putación objetiva a la conducta y al resultado; desde la pers-
pectiva de la imputación de la conducta contempla concep-
tos que funcionan como filtros, los que tienen como finalidad
determinar si una conducta es susceptible de ser considera-
da típicamente objetiva o no, así tenemos el riesgo permiti-
do, el principio de confianza, la prohibición de regreso y la
competencia de la víctima, siendo el caso que, si la conducta
sobrepasa alguno de ellos, entonces se podría imputar objeti-
vamente a la conducta el tipo penal determinado; empero, si
no sobrepasó ninguno de los referidos filtros, será objetiva-
mente atípica, lo que conlleva a la no atribución del término
delito respecto de la conducta investigada, a pesar de la exis-
tencia de dolo.
Cuarto: Que, para el presente caso es oportuno y aplicable
el principio de confianza, que a diferencia del riesgo permi-
tido, es un criterio que tiene su fundamento normativo en el
principio de la auto responsabilidad, es decir, tenemos la ex-
pectativa normativa de que otros actuarán correctamente, esa
expectativa y esa confianza, permite que ya no estemos pen-
dientes de los actos que realicen los otros ciudadanos y en
consecuencia, hace que nos avoquemos a nuestras conduc-
tas, por lo que puede colegirse que se origina sobre la base
de la división del trabajo, donde la especialización hace que
cada trabajador confíe en su superior o inferior, respecto del
trabajo que se esté realizando; la inaplicación –principal– de
este filtro se da cuando conocemos, precedentemente a nues-
tra conducta, los actos ilícitos de terceros.
Quinto: Que, de la compulsa de los medios de prueba no se ha
acreditado que los encausados hayan actuado no conforme a
derecho, es decir, si bien causalmente participaron en el proce-
dimiento de adquisición del reactivo químico RPR – NOSTI-
CON ORGANON X quinientos TEST, esto es, consignando
sus firmas en los documentos de orden de inicio de compra
y en el cheque para el pago respectivo, sin embargo, sus con-
ductas fueron realizadas dentro de su rol, porque conforme
a lo establecido en el artículo cuarenta y dos del reglamen-
to de Organización y Funciones (ROF) de la Municipalidad
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(297) FEIJÓO SÁNCHEZ, Bernardo José. Imputación objetiva en Derecho Penal. Grijley, Lima, 2002, p. 291.
(298) Ibídem, p. 296.
(299) Ibídem, p. 305 y ss.
(300) Ibídem, p. 310.
(301) Resaltado añadido.
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(305) CARO JOHN, José Antonio. Manual teórico-práctico de teoría del delito. Materiales de aplicación a la
investigación y judicialización de delitos cometidos en el ejercicio de la función pública. Ara Editores,
Lima, 2014, p. 71.
(306) Así HASSEMER, Wilfred, citado por BLANCO CORDERO, Isidoro. “Negocios socialmente adecuados
y delito de blanqueo de capitales”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Vol. L-1997,
Ministerio de Justicia, Madrid, 2000, p. 265.
(307) La teoría de la adecuación social, formulada por Welzel, parte de la idea de que las conductas prohibidas
por los tipos penales tienen, por un lado, un carácter social, es decir, se refieren a la vida social, pero,
por otra parte, son precisamente inadecuadas a una vida social ordenada, estas conductas contenidas en
los tipos penales se apartan gravemente de los órdenes históricos de la vida social, por lo que, aquellos
comportamientos que se mueven dentro del marco del orden social, histórico, normal de la vida, resultan
ser atípicas pese a que formalmente sean abarcadas por el tenor legal de la prescripción penal. Véase
WELZEL, Hans. Derecho Penal alemán. Parte general. Traducción de Juan Bustos Ramírez y Sergio
167
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
Yáñez Pérez, 12ª edición, 3ª edición castellana, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 1987,
p. 83 y ss.; WELZEL, Hans. El nuevo sistema del Derecho Penal. Una introducción a la doctrina de
la acción finalista. Traducción de José Cerezo Mir, 2ª reimpresión de la 1ª edición en castellano de
1964, BdeF, Montevideo-Buenos Aires, 2004, p. 84 y ss. En la doctrina nacional, sobre la atipicidad de
las conductas socialmente adecuadas, véase RODAS VERA, Carlos. “Interpretación del tipo y adecuación
social. Exclusión de la tipicidad de conductas socialmente adecuadas”. En: Actualidad Jurídica. Tomo
166, Gaceta Jurídica, Lima, setiembre de 2007, p. 112 y ss. Sobre la evolución de la adecuación social y
sus puntos de acercamiento con la teoría de la imputación objetiva véase el trabajo de CANCIO MELIÁ,
Manuel. “La teoría de la adecuación social en Welzel”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales.
Tomo XLVI, Fasc. II, Ministerio de Justicia, Madrid, 1993, p. 297 y ss.; ROXIN, Claus. “El injusto penal
en el campo de tensiones entre la protección de bienes jurídicos y la libertad individual”. En: ROXIN,
Claus. La teoría del delito en la discusión actual. Traducción de Manuel Abanto Vásquez, Grijley, Lima,
2007, p. 95 y ss.; también RUEDA MARTÍN, María Ángeles. La teoría de la imputación objetiva del
resultado en el delito doloso de acción (Una investigación, a la vez, sobre los límites ontológicos de las
valoraciones jurídico-penales en el ámbito de lo injusto). J.M. Bosch, Barcelona, 2001, p. 245 y ss.
(308) Como señala con claridad García Cavero, existen riesgos que no pueden dar lugar a responsabilidad
penal, en tanto están socialmente permitidos. Indica el citado autor respecto al origen del concepto
de riesgo permitido, que este se remonta a la época industrial en la que fue necesario, para no parar el
progreso, permitir ciertas actividades explotativas a pesar de su peligrosidad. Así, pueden encontrarse
ya en la doctrina penal de la segundad mitad del siglo XIX referencias doctrinales a la problemática
de acciones peligrosas, pero necesarias para el desarrollo de la sociedad. Véase: GARCÍA CAVERO,
Percy. Lecciones de Derecho Penal. Parte general. Grijley, Lima, 2008, pp. 331-332; GARCÍA CAVERO,
Percy. Derecho Penal económico. Parte general. 2ª edición, Grijley, Lima, 2007, p. 351. Véase un estudio
completo sobre el riesgo permitido en: PAREDES CASTAÑON, José Manuel. El riesgo permitido en
Derecho Penal. Ministerio de Justicia e Interior, Madrid, 1995, también FEIJÓO SÁNCHEZ, Bernardo.
“El riesgo permitido como criterio de determinación del deber de cuidado”. En: FEIJÓO SÁNCHEZ,
Bernardo. Imputación objetiva en Derecho Penal. Instituto Peruano de Ciencias Penales-Grijley, Lima,
2002, pp. 197-278.
(309) Como indica ROXIN, Claus. “Observaciones a la prohibición de regreso”. En: ROXIN, Claus. La teoría
del delito en la discusión actual, traducción de Manuel Abanto Vásquez, Grijley, Lima, 2007, p. 127:
“Todo riesgo permitido tiene sus límites, que al ser infringidos hacen que la mencionada ponderación
recaiga a favor del bien jurídico puesto en peligro”. En el mismo sentido en la doctrina nacional
VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. “La imputación objetiva en la jurisprudencia peruana”, en:
Portal Iberoamericano de las Ciencias Penales, Instituto de Derecho Penal Europeo e Internacional,
2008, p. 5 <www.cienciaspenales.net>, sostiene que: “Hay riesgos tolerables como permisibles debido
a la utilidad social que ellas implican, pero de darse el caso que el individuo rebase más allá el riesgo
de lo que socialmente es permisible o tolerable, el resultado ocasionado debe de ser imputado al tipo
objetivo”.
(310) En este sentido BLANCO CORDERO, Isidoro. “Negocios socialmente adecuados y delito de blanqueo
de capitales”, cit., p. 265.
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Tipicidad: la imputación objetiva
(311) La cotidianidad del comportamiento (aspecto objetivo) así como el conocimiento de quien lo realiza
de que favorecerá la producción de un suceso delictivo (aspecto subjetivo) son las dos características
principales de las conductas externamente neutrales, como lo ha puesto de relieve ROBLES PLANAS,
Ricardo. La participación en el delito: fundamento y límites. Marcial Pons, Madrid, 2003, p. 32. Hacen
eco de dicha caracterización: MENDOZA LLAMACPONCCA, Fidel. “Atipicidad del acto médico por
delito de colaboración terrorista”. En: Comentarios a los Precedentes Vinculantes en materia penal de
la Corte Suprema. José Luis Castillo Alva (Dir.). Grijley, Lima, 2008, p. 912; GUILLERMO BRINGAS,
Luis. “Intervención delictiva y prohibición de regreso: apuntes sobre la normativización en el ámbito
de la participación”. En: Revista ILECIP. Nº 003-04, Instituto Latinoamericano de Estudios en Ciencias
Penales y Criminología, Lima, 2008, p. 7 <www.ilecip.org>; ROSALES ARTICA, David Emmanuel.
La complicidad en los delitos de organización personal mediante conductas externamente neutrales: una
solución desde la prohibición de regreso. Tesis para optar el título profesional de abogado, Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 2008, pp. 132-133; GUZMÁN, Nicolás. “Conductas neutrales
y participación en el delito: apuntes sobre el estado actual de la discusión”. En: Gaceta Penal & Procesal
Penal. Tomo 22, Gaceta Jurídica, Lima, abril de 2011, p. 66; GRAMÁTICA BOSCH, Gerard. “Conductas
neutrales: estado de la cuestión”. En: Portal del Centro de Investigación Interdisciplinaria en Derecho
Penal Económico; 2009, p. 2 <www.ciidpe.com.ar>.
(312) ROBLES PLANAS, Ricardo. La participación en el delito: fundamento y límites. Marcial Pons, Madrid,
2003, p. 15.
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(313) WEIGEND, Thomas. “Los límites de la complicidad punible”. En: Revista de Derecho Penal y
Criminología. 2ª época, Nº 10, UNED, Madrid, 2002, p. 200.
(314) ROBLES PLANAS, Ricardo. La participación en el delito: fundamento y límites, Ob. cit., p. 40.
(315) Cfr. ROBLES PLANAS, Ricardo. La participación en el delito: fundamento y límites, Ob. cit., p.
35; MENDOZA LLAMACPONCCA, Fidel. “Atipicidad del acto médico por delito de colaboración
terrorista”, Ob. cit., p. 913; LANDA GOROSTIZA, Jon-Mirena. La complicidad en la actividad laboral
“cotidiana”. Contribución al límite mínimo de la participación frente a los “actos neutros”. Comares,
Granada, 2002, p. 10. De forma similar MIRÓ LLINARES, Fernando. “Intervención en actividades
económicas ilícitas y conductas ¿neutrales?”. En: Anuario de Derecho Penal Económico y de la Empresa.
Nº 1, Centro de Estudios de Derecho Penal Económico y de la Empresa, Lima, 2011, p. 76, sostiene
que: “Es pues, esto lo que esencialmente se discute, lo que coloca estos casos en la mira del objetivo
de la dogmática penal. El que la conducta parece tener un significado si se ve en un sentido puramente
objetivo (si esto es posible), concretamente un significado de irrelevancia penal, y otro diferente, esto
es, de relevancia penal, si se analiza en consideración a lo subjetivo”.
(316) MIRÓ LLINARES, Fernando. Conocimiento e imputación en la participación delictiva. Aproximación
a una teoría de la intervención como partícipe en el delito. Atelier, Barcelona, 2009, p. 66.
(317) Una lista de completa de casos citados por la doctrina como resueltos por la jurisprudencia comparada,
puede verse en: ROCA DE AGAPITO, Luis. Las acciones cotidianas como problema de la participación
criminal. Tirant lo Blanch, Valencia, 2012, p. 43 y ss.
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(318) Según la sentencia del Tribunal Supremo Federal alemán, del 20 de setiembre de 1999, citado por
CARO JHON, José Antonio. “Sobre la no punibilidad de las conductas neutrales”. En: Revista Peruana
de Doctrina y Jurisprudencia Penales. Nº 5, Grijley, Lima, 2004, pp. 84-85.
(319) Citado por CARO JHON, José Antonio. “Sobre la no punibilidad de las conductas neutrales”,
pp. 84-85.
(320) Sentencia de la Corte Suprema recaída en el R. N. N° 4166-99-Lima, del 07/03/2001. Cfr. los comentarios
sobre esta sentencia de GARCÍA CAVERO, Percy. “La prohibición de regreso en el Derecho Penal.
Comentario a la sentencia de la Corte Suprema R. N. N° 4166-99-Lima”. En: Revista Peruana de
Jurisprudencia. Año 4, N° 30, Normas Legales, Trujillo, 2004, p. LI y ss.; y, CARO JOHN, José Antonio.
La imputación objetiva en la participación delictiva. Grijley, Lima, 2003, passim. CARO JOHN, José
Antonio. “Sobre la recepción del sistema funcional normativista de Günther Jakobs en la jurisprudencia
penal peruana”. En: MONTEALEGRE LYNETT, Eduardo (coodinador). El funcionalismo en Derecho
Penal. Tomo I, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2003, p. 135 y ss.
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(321) JAKOBS, Günther. “La imputación objetiva, especialmente en el ámbito de las instituciones jurídico
penales del ‘riesgo permitido’, la ‘prohibición de regreso’, y el ‘principio de confianza’”. En: JAKOBS,
Günther. Estudios de Derecho Penal. Traducción de Enrique Peñaranda Ramos, Carlos Suárez González
y Manuel Cancio Meliá. Civitas, Madrid, 1997, p. 214.
(322) Caso propuesto por SÁNCHEZ MERCADO, Miguel Ángel. “Las conductas neutrales en el Derecho
Penal y la muerte del buen samaritano”. En: Revista Electrónica Derecho Penal Online. 2009. Disponible
en: <www.derechopenalonline.com>.
(323) Caso citado por JAKOBS, Günther. La imputación objetiva en Derecho Penal. Traducción de Manuel
Cancio Meliá, Civitas, Madrid, 1996, p. 107.
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(324) Caso citado por JAKOBS, Günther. Derecho Penal-Parte general, Num. 24/13, párrafo 17.
(325) JAKOBS, Günther. “La prohibición de regreso en los delitos de resultado. Estudio sobre el fundamento
de la responsabilidad jurídico-penal en la comisión”. En: JAKOBS, Günther. El sistema funcionalista
del Derecho Penal. Palestra, Lima, 2000, p. 193.
(326) Sobre dichas posturas, véase ampliamente: ROCA DE AGAPITO, Luis. Las acciones cotidianas como
problema de la participación criminal. Tirant lo Blanch, Valencia, 2012, p. 111 y ss.
(327) STS español 484/2007, del 1 de febrero de 2007 (magistrado ponente: Bacigalupo Zapater), fundamento
de derecho 3.
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(329) Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República. R.N. N° 3568-2011-Lima, del
8 de noviembre de 2012 (magistrado ponente: Pariona Pastrana).
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señaló como tesis defensiva que pensó que todo era una bro-
ma. De manera textual, refirió lo siguiente: “Pensé que lo que
dijo –que iba a robar– era broma”. En tal virtud y no obran-
do en autos otro medio probatorio que corrobore la tesis del
fiscal, es válido colegir que el comportamiento desarrollado
por el encausado Jorge Ruiz Peña respecto del conocimien-
to de que el menor le mencionó que iba a cometer un evento
delictivo no puede significar afectación al bien jurídico des-
de la perspectiva de que haya aportado o contribuido al com-
portamiento o resolución criminal del autor”(336).
- Comentario crítico
En el presente caso, la Corte Suprema decide absolver al acusado
de ser cómplice del delito de robo agravado por cuanto considera que
el prestarle su polo al sujeto que cometió el robo, solo es un aporte
causal o naturalístico que no sugiere que tuviera el propósito de coo-
perar, contribuir o auxiliar en el desarrollo del evento delictivo, ello
a pesar del conocimiento que tuviera de que aquel otro sujeto a quien
le prestó el polo, iba a cometer dicho accionar delictivo.
No compartimos el fallo de la presente ejecutoria suprema, por
cuanto desde nuestro punto vista sí existió un aporte relevante en sen-
tido jurídico penal para la comisión del ilícito penal. Sostenemos nues-
tro punto de vista en lo siguiente:
De acuerdo a la declaración del menor de edad, que fue el que en-
tró a la tienda a robar, se tiene que este sujeto junto al otro, al que fi-
nalmente termina absolviendo la Corte Suprema, se dirigen (ambos) a
la tienda, estando afuera de ella el primer sujeto con cuchillo en mano
le dice al otro que le preste su polo para cubrirse el rostro, luego entra
comete el atraco, inmediatamente sale y le dice al sujeto que se quedó
afuera que lo siguiera. Y según la imputación fiscal ambos empezaron
a correr, siendo capturados instantes después.
Si los hechos sucedieron tal como se narran en el parágrafo pre-
cedente, y si partimos de la premisa de que puede afirmarse la exis-
tencia de complicidad en sentido jurídico-penal cuando la aportación
del bien o la prestación personal (aparentemente neutral) se recorta
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(337) Véase: ROBLES PLANAS, Ricardo. La participación en el delito: fundamento y límites. Marcial Pons,
Madrid, 2003, p. 317.
(338) Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República. R.N. N° 1062-2004-Lima, del
22 de diciembre de 2004.
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(340) Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Pollo Rivera y Otros vs. Perú. Sentencia del 21 de
octubre de 2016 (Fondo, Reparaciones y Costas), párrafo 1.
(341) Ibídem, párrafo 213.
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cuyo acto, con presencia del fiscal, reconoció que era el encargado
de llevar los alimentos al personal que venía transportando droga en
la modalidad de cargachos y/o mochileros, y que fue contratado por
Fredi Luis Ortega Gutiérrez. En horas de la mañana de ese día, el ci-
tado encausado fue a la casa de este último, donde se encontraba la
esposa del citado Ortega Gutiérrez, quien lo hizo almorzar y le en-
tregó siete tuppers con alimentos, que los llevó por los alrededores
del pueblo de Cocas, donde los entregó a los mochileros. Cuando el
personal policial se encontraba en el Centro Poblado Menor Huam-
pica, como a las ocho horas con treinta minutos de la noche, se in-
tervino a Edwin Ramírez Delgado y Rusbel Castillo Ccacca, quie-
nes conducían dos vehículos de transporte público - taxi. Como en
ese momento no se encontró indicios de transporte de droga se les
dejó ir. Sin embargo, como consecuencia de las informaciones que
proporcionaron Gonzáles Ortega y Chungui Palomino, se advirtió
que ambos fueron contratados por Fredi Luis Ortega Gutiérrez para
que lo trasladen, se les detuvo en Andahuaylas. Ramírez Delgado, el
veintitrés de marzo de dos mil ocho, como a las siete y treinta de la
noche, cuando estaba haciendo cola con su vehículo en el paradero
de taxis del distrito de Talavera, fue contactado por su primo Casti-
llo Ccacca, quien estaba acompañado de Ortega Gutiérrez, para que
transporte a un individuo llamado Mario de la localidad de Huara-
taca. Es así que conjuntamente con el vehículo conducido por Casti-
llo Ccacca, que llevaba a Ortega Gutiérrez, fueron al lugar indicado
pero no ubicaron al citado individuo. Es así que su primo con este
último se dirigieron de regreso a Andahuaylas.
- Resolución del caso por parte de la Corte Suprema
La Corte Suprema resolvió el caso bajo los siguientes argumentos.
Décimo: Que, en lo atinente a la situación jurídica del encau-
sado Wilder Chungui Palomino, se tiene en cuenta que fue
incorporado en la red delictiva en este concreto acto de trá-
fico de droga bajo la modalidad de transporte de droga, con
el concurso de “mochileros”, por su coimputado Ortega Gu-
tiérrez, a cuyo efecto adaptó su actividad de taxista confor-
me al pedido de este último, al punto que fue a la casa de este
último, donde almorzó y recabó los tuppers de comida, que
los llevó a una localidad cercana al pueblo de Cocas, donde
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(347) Para profundizar sobre el tema consúltese los trabajos de: CANCIO MELIÁ, Manuel. Conducta de la
víctima e imputación objetiva. J.M. Bosch, Barcelona, 2001, pássim. LÓPEZ DÍAZ, Claudia. Acciones
a propio riesgo. Exclusión de la tipicidad por responsabilidad de la víctima con base en una concepción
funcional estructural de la sociedad. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2006, pássim.
KURI PAZOS, José Antonio. Imputación a la víctima en los delitos de resultado en México. Instituto
de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, México D.F., 2013, pássim.
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(348) CARO JOHN, José Antonio. Manual teórico-práctico de teoría del delito. Materiales de aplicación a la
investigación y judicialización de delitos cometidos en el ejercicio de la función pública. Ara Editores,
Lima, 2014, p. 89.
(349) Ibídem, p. 90.
(350) JAKOBS, Günther. La imputación objetiva en el Derecho Penal. Traducción de Manuel Cancio Meliá.
Grijley, Lima, 1998, p. 33.
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(351) STS español. 5583/1999 del 17 de setiembre, fundamento de derecho primero (magistrado ponente:
Bacigalupo Zapater)
(352) Ejecutoria suprema recaída en el R.N Nº 4288-97-Áncash, del 13 de abril de 1998.
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(354) Cfr. DU PUIT, Joseph. “Resoluciones judiciales sobre imputación objetiva e imprudencia”. En: Anuario
de Derecho Penal 2003: Aspectos fundamentales de la Parte General del Código Penal peruano. Fondo
Editorial de la PUCP-Universidad de Friburgo, Lima, 2003, p. 519.
(355) GARCÍA CAVERO, Percy. “La imputación objetiva en los delitos imprudentes. Comentario a la sentencia
de la Corte Suprema del 13 de abril de 1998, R.N. Nº 4288-97-Áncash”. En: Revista de Derecho. Vol.
I, Universidad de Piura, Piura, 2000, p. 200.
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(356) GARCÍA CAVERO, Percy. “La imputación objetiva en los delitos imprudentes. Comentario a la sentencia
de la Corte Suprema del 13 de abril de 1998, R.N. Nº 4288-97-Áncash”. En: Ob. cit., p. 201.
(357) Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima. Exp. Nº 5032-97, del 2 de noviembre de 1998,
(Vocal Ponente: Saquicuray Sánchez).
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(358) DU PUIT, Joseph. “Resoluciones judiciales sobre imputación objetiva e imprudencia”. En: Anuario
de Derecho Penal 2003: Aspectos fundamentales de la Parte General del Código Penal peruano. Fondo
Editorial de la PUCP-Universidad de Friburgo, Lima, 2003, p. 543.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
la vía principal. Los jueces han considerado que este último factor ha
sido determinante para la materialización del resultado. Según ellos,
la concurrencia de culpa de parte de la víctima no constituye obstácu-
lo para que se impute el resultado al procesado. Esta afirmación no es
satisfactoria en la medida en que la apreciación de la imprudencia de
ambos conductores no es suficientemente analizada. Esta deficiencia
se debe a que el razonamiento no parte de la comprobación correc-
ta de la existencia de la situación de peligro prohibida. Para constatar
esta, hay que plantear ordenadamente las cuestiones relativas a la vio-
lación del deber de prudencia, la realización del resultado prohibido
por la norma, la posible asunción del riesgo por parte de la víctima y
la posible influencia del criterio de confianza en el correcto compor-
tamiento de los demás participantes en la circulación. De esta mane-
ra, se hubiera mejor determinado el papel desempeñado por la vícti-
ma para delimitar la responsabilidad del procesado(359).
c) Caso 3: R.N. Nº 2389-2004-Lima(360)
- Hechos probados
Se toman como hechos probados lo siguiente:
El procesado conduciendo su vehículo, a una velocidad pruden-
cial y sin violar las reglas del tráfico rodado, atropelló al agraviado,
en circunstancias en que este ingresó a la zona de exclusiva circulación
vehicular de alta velocidad por un lugar no autorizado, sin tomar las
medidas de precaución y seguridad tendientes a salvaguardar su inte-
gridad física y sin tener en cuenta además que existía un cerco de me-
tal en el separador central, así como la existencia de un puente peato-
nal por donde debió cruzar.
- Resolución del caso por parte de la Corte Suprema
La Corte Suprema sostuvo lo siguiente:
“Tercero. Que para que un resultado sea objetivamente imputa-
ble a su autor, este no solo tuvo que causar naturalísticamente
(359) DU PUIT, Joseph. “Resoluciones judiciales sobre imputación objetiva e imprudencia”. En: Ob. cit,
p. 543.
(360) Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República. R.N. Nº 2389-2004-Lima, del
15 de noviembre de 2004 (magistrado ponente: Valdez Roca).
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Tipicidad: la imputación objetiva
aquel con su conducta, sino que con ella debió también haber
creado un riesgo no permitido que haya aumentado el peli-
gro de lesión de un bien jurídico cuya protección se encuen-
tra dentro de los alcances del radio de acción de la norma
infringida el cual no comprende las conductas de auto expo-
sición al peligro por la propia víctima.
Cuarto. - Que, siendo ello así, de la revisión de autos se ad-
vierte que la muerte del agraviado no se debió a la acción do-
losa o culposa del procesado Felipe Ortega Velásquez, sino
por el contrario, en las conclusiones tanto del atestado poli-
cial obrante a fojas uno y siguientes, como en el informe téc-
nico elaborado por la unidad de investigación de accidentes
de tránsito de la Policía Nacional, se considera como factor
predominante de producción del accidente, a la acción del
propio agraviado al ingresar a la zona de exclusiva circula-
ción vehicular de alta velocidad por un lugar no autorizado,
sin tomar las medidas de precaución y seguridad tendientes
a salvaguardar su integridad física y sin tener en cuenta ade-
más que existía un cerco de metal en el separador central, así
como la existencia de un puente peatonal por donde debió de
cruzar; más aún si el procesado conducía su vehículo a una
velocidad prudencial y sin infringir las reglas del tráfico ro-
dado, por lo que no puede imputársele objetivamente a este
el desenlace fatal (…)”(361).
d) Caso 4: R.N. Nº 1208-2011-Lima(362)
- Hechos probados:
Se consideran como hechos probados los siguientes:
Se le imputó al procesado haber causado lesiones graves –culpo-
sas– en el agraviado, cuando a las cuatro horas con treinta minutos
del día veintidós de octubre de dos mil seis, infringiendo reglas técni-
cas de tránsito, lo atropelló –encontrándose la víctima con sus faculta-
des disminuidas por la ingesta de alcohol– con el automóvil que venía
conduciendo –de propiedad de sus padres–, a la altura del condominio
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Capítulo IV
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo:
la problemática del dolo eventual
I. EL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD
En el sistema penal actual, gracias al surgimiento del principio de
culpabilidad(364), una pena no puede ser impuesta al autor de la causa-
ción de un resultado lesivo a bienes jurídicos penalmente protegidos,
por la sola aparición de ese resultado, sino únicamente en tanto pueda
atribuirse (imputar) dicho suceso lesivo al autor como hecho suyo. En
tal sentido, merced al principio en alusión, no es posible atribuir respon-
sabilidad penal a una persona sin que exista una imputación subjetiva.
Las razones que buscan explicar el fundamento de la exigibilidad
de la culpabilidad del autor en la imputación penal son de diversa ín-
dole en la discusión de las ideas dogmáticas, estando lejos de un con-
senso pleno, sin embargo, en lo que no cabe discusión es en aceptar la
(364) Pérez Manzano sostiene que el principio “no hay pena sin culpabilidad” se enuncia en el siglo XIX
dentro del marco general del pensamiento liberal de la época y como derivado del principio de
legalidad. En su origen su significado fundamental radicaba en la subjetivación de la responsabilidad
penal centrada en la exclusión de la responsabilidad objetiva. La subjetivación de la responsabilidad
que implicaba en el siglo XIX el principio de culpabilidad suponía las siguientes premisas: i) Que la
pena solo puede imponerse a una persona física (excluyéndose animales y personas jurídicas); ii) Que
la pena solo puede imponerse si entre el sujeto y el resultado media un nexo psicológico concretado en
el dolo o la culpa (excluyéndose el caso fortuito); iii) Que la pena se impone individualmente al sujeto
imputable que realiza el acto (excluyéndose la responsabilidad por razón de parentesco o dependencia
e inimputabilidad). Véase PÉREZ MANZANO, Mercedes. Culpabilidad y prevención: las teorías de la
prevención general positiva en la fundamentación de la imputación subjetiva y de la pena. Tesis doctoral,
Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, 1988, pp. 69-70.
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(365) De forma similar Bacigalupo ha señalado que: “(…) Es posible afirmar que en la ciencia penal actual
existe acuerdo respecto a la vigencia de las consecuencias del principio de culpabilidad, aunque no se
verifique coincidencia alguna respecto de su fundamentación”. (BACIGALUPO ZAPATER, Enrique.
Principios constitucionales de Derecho Penal. Hammurabi, Buenos Aires, 1999, p. 138. La misma
afirmación puede encontrarse también en BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Derecho Penal y Estado
de Derecho. Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 2005, p. 128).
(366) GARCÍA CAVERO, Percy. “La imputación subjetiva y el proceso penal”. En: Derecho Penal y
Criminología. Vol. 26, Nº 78, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2005, p. 128.
(367) Cierto sector doctrinal prefiere llamarla como imputación personal, por cuanto esta expresión tiene
la ventaja de que deja más en claro que en la segunda parte de la teoría del delito (la primera parte
lo conforma el injusto penal) se trata solo de atribuir (imputar) el desvalor del hecho penalmente
antijurídico a su autor: no se castiga una culpabilidad del sujeto, sino que solo se exige que el hecho
penalmente antijurídico, lo único que el Derecho desea prevenir (si puede), sea imputable a su autor.
Así, véase, MIR PUIG, Santiago. “Culpabilidad e imputación personal en la teoría del delito”. En:
Estudios penales: libro homenaje al profesor Luis Alberto Bramont Arias. Editorial San Marcos, Lima,
2003, p. 217 y ss. En la doctrina nacional: VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Derecho Penal. Parte
general. 3ª reimpresión de la 1ª edición, Grijley, Lima, 2010, p. 561 y ss. Utiliza la misma expresión,
pero desde una compresión distinta de la teoría del delito (la culpabilidad no está desligada del injusto,
de modo que este no puede ser entendido como un injusto autónomo): GARCÍA CAVERO, Percy.
Derecho Penal económico. Tomo I- Parte general. 2ª edición, Grijley, Lima, 2007, pp. 620 y 621. Señala
el referido autor: “(…) la culpabilidad no puede constituir una categoría desligada del injusto, pues
toda imputación establece necesariamente una vinculación entre hecho y autor. Una determinación
del injusto con criterios puramente naturalistas u objetivistas resultaría francamente vana, sino se
tiene en cuenta al sujeto de la imputación. Esta vinculación funcional entre injusto y culpabilidad no
impide, sin embargo, una separación didáctica del proceso de imputación, aunque debemos señalar
que la asunción de tal premisa nos lleva obligadamente a dotar a la culpabilidad de un contenido que
no se corresponde con el tradicional. En la culpabilidad solo deben tenerse en cuenta los aspectos que
permiten la imputación personal, es decir, la posibilidad de atribuir a una persona el rol sobre el que
se ha realizado provisionalmente la imputación del hecho, de manera que pueda afirmarse de forma
definitiva la imputación penal”.
222
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(368) El bien jurídico es un concepto operativo, por el cual quedan señalados aquellos intereses que el
ordenamiento jurídico considera –por medio de un proceso valorativo– dignos de protección jurídica.
Dichos intereses pueden ser circunstancias y finalidades necesarias para la comunidad, pero también
deberes instituidos por el mismo ordenamiento jurídico. La noción de bien jurídico es siempre inmaterial
y su vigencia es cuestionada por la acción delictuosa que recae de manera inmediata sobre un objeto
determinado (es decir sobre el objeto material del delito). De modo que la protección de los bienes
jurídicos implica en buena cuenta la ratificación de la vigencia de los valores tomados en consideración
por el legislador y, por tanto, el reforzamiento de la norma que prohíbe el comportamiento incriminado
(incriminado precisamente por poner en entredicho la vigencia de tales valores –bienes jurídicos– al
generarles una afección). Cfr. HURTADO POZO, José. “Relaciones entre el Derecho Penal y el Derecho
Civil respecto al delito de hurto en el Código Penal peruano”. En: Cuadernos de Derecho Penal. Nº 5,
Universidad Sergio Arboleda, Bogotá, 2011, p. 14.
(369) Sobre ello, y en especial sobre las relaciones y diferencias entre ambos, véase VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ,
Fernando. “La culpabilidad y el principio de culpabilidad”. En: Revista de Derecho y Ciencias Políticas.
Vol. 50, Lima, 1993, p. 283 y ss. YACOBUCCI, Guillermo. El sentido de los principios penales. Su
naturaleza y funciones en la argumentación penal. Ábaco, Buenos Aires, 2002, p. 293 y ss.
(370) YACOBUCCI, Guillermo. Ob. cit., p. 295.
(371) COUSIÑO MAC IVER, Luis. Derecho Penal chileno. Tomo III, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de
Chile, 1992, p. 5.
(372) Así, ZAFFARONI, Eugenio; ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro. Derecho Penal. Parte general.
2ª edición, Ediar, Buenos Aires, 2002, p. 139. En la doctrina nacional, comulga con dicho parecer:
CASTILLO ALVA, José Luis. Principios del Derecho Penal. 1ª reimpresión de la 1ª edición, Gaceta
Jurídica, Lima, 2004, p. 369. Similar: YACOBUCCI, Guillermo. Ob. cit., p. 293.
223
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(373) Cfr. PRITTWITZ, Cornelius. “El Derecho Penal alemán: ¿fragmentario?, ¿subsidiario?, ¿ultima ratio?
Reflexiones sobre la razón y límites de los principios limitadores del Derecho Penal”. Traducción a
cargo de María Teresa Castiñeira Palou. En: La insostenible situación del Derecho Penal. Comares,
Granada, 2000, p. 438, quien afirma que un concepto de culpabilidad en el que no están incluidos otros
principios limitadores apenas puede proporcionar criterios sobre qué conductas deben constituir un
injusto merecedor de pena. En consecuencia a su entender, el principio de culpabilidad limita el Derecho
Penal a los hechos cometidos culpablemente, pero no deriva de él argumento concluyente para decir
lo que debe ser hecho punible, esto es, para determinar un Derecho Penal fragmentario, subsidiario y
concebido como ultima ratio.
(374) ZAFFARONI, Eugenio; ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro. Derecho Penal. Parte general.
Ob. cit., p. 139. En sentido parecido Jakobs afirma que: “La pena que es útil para la consecución de sus
fines sociales, si no está limitada por el principio de culpabilidad, trata como cosa a la persona que se ve
sometida a ella, (…)”. (JAKOBS, Günther. “El principio de culpabilidad”. Traducción de Manuel Cancio
Meliá. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo XLV, fasc. IIII, Ministerio de Justicia,
Madrid, 1992, p. 1052). En la misma perspectiva Soler ha dicho que: “La afirmación del principio nulla
poena sine culpa es la culminación de un largo proceso histórico de dignificación del ser humano y del
reconocimiento de su calidad de persona ante el derecho”. (SOLER, Sebastián. Derecho Penal argentino.
Tomo II. Reimpresión de la 4ª edición, Tipográfica Editora Argentina, Buenos Aires, 1992, p. 8).
(375) CREUS, Carlos. Derecho Penal. Parte general. 3ª edición, Astrea, Buenos Aires, 1992, p. 232.
224
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(376) Al respecto García-Pablos señala que: “Partiendo de un concepto amplio de culpabilidad (del principio
de culpabilidad como límite material del ius puniendi), (…), la exigencia de dolo o imprudencia para
fundamentar la responsabilidad criminal (principio de responsabilidad subjetiva) deriva de aquel
principio culpabilísimo o se inserta en el mismo como una de sus manifestaciones. En consecuencia,
y según tal orientación, el principio de culpabilidad tendría un doble contenido o significado: de una
parte, exigencia de culpabilidad del sujeto por el hecho (que implicaría su imputabilidad, conciencia
potencial, al menos, de la antijuridicidad –en la sistemática finalística–, exigencia individual y ausencia
de causas de exculpación); y, de otra, exigencia de responsabilidad subjetiva (dolo o imprudencia).
Ahora bien, insertar el principio de responsabilidad subjetiva en la amplia rúbrica del principio de
culpabilidad solo es técnicamente correcto desde el enfoque causalista, si se contemplan dolo y culpa
como formas o grados de culpabilidad. Por el contrario, si con el finalismo, se estima que dolo y culpa
no pertenecen a la culpabilidad sino a la parte subjetiva del injusto típico, constituyendo grados diversos
del desvalor subjetivo de la acción, entonces preferible denominar principio de responsabilidad subjetiva
–y no principio de culpabilidad– a la exigencia de dolo o culpa para fundamentar la responsabilidad
criminal”. (GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio. Derecho Penal. Parte general. Fundamentos.
Fondo Editorial del Instituto Peruano de Criminología y Ciencias Penales, Lima, 2009, pp. 526-527).
(377) MIR PUIG, Santiago. Bases constitucionales del Derecho Penal. Iustel, Madrid, 2011, p. 129. Este autor
además señala que en el Derecho primitivo (así, especialmente en el germánico) no regía este principio,
sino el contrario de la responsabilidad objetiva o responsabilidad por el resultado, según el cual bastaba
la causación de una lesión para que fuese posible la responsabilidad penal, aunque el autor no hubiese
querido dicha lesión ni la misma se debiera a imprudencia.
225
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(378) Una referencia histórica sobre la responsabilidad objetiva puede verse en ROJAS VARGAS, Fidel. Derecho
Penal. Estudios fundamentales de la Parte General y Especial. Gaceta Jurídica, Lima, 2013, p. 54 y ss.
(379) Este aforismo se formula en latín como: qui in re illicita versatur tenetur etiam pro casu: el que se
ocupa en cosa ilícita responde del caso fortuito. Este principio fue desarrollado especialmente por
los canonistas en relación con las irregularidades eclesiásticas, y representa una ruptura todavía más
radical que la calificación por el resultado, con el principio de que no hay pena sin culpa. Formulado
escuetamente, significa que la persona que se ocupa en algo ilícito (aunque no sea la comisión misma
de un delito) responde por las consecuencias derivadas de dicha ocupación, aun si no son siquiera
previsibles (un verdadero caso fortuito). Los canonistas fundamentaban la justificación de este sistema
en el reproche: “si hubieras cumplido con tu deber, este resultado no habría ocurrido”. (ETCHEBERRY,
Alfredo. Derecho Penal. Parte General. Tomo I, reimpresión de la 3ª edición, Editorial Jurídica de Chile,
Santiago de Chile, 1999, p. 328). Cfr. CEREZO MIR, José. “El ‘versari in re illicita’ en el Código Penal
español”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo XV, Fasc. I, Ministerio de Justicia,
Madrid, enero-abril de 1962, p. 47 y ss. CEREZO MIR, José. “El “versari in re illicita” y el párrafo
tercero del art. 340 bis a del Código Penal español”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales.
Tomo XXIII, Fasc. II, Ministerio de Justicia, Madrid, mayo-agosto de 1970, p. 287 y ss.
(380) CASTILLO ALVA, José Luis. Principios del Derecho Penal. 1ª reimpresión de la 1ª edición, Gaceta
Jurídica, Lima, 2004, p. 524.
226
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(381) CASTILLO ALVA, José Luis. Principios del Derecho Penal. 1ª reimpresión de la 1ª edición, Gaceta
Jurídica, Lima, 2004, p. 489.
(382) CARO JHON, José Antonio. “Imputación subjetiva”. En: Revista Peruana de Doctrina y Jurisprudencia
Penales. Nº 7, Grijley, Lima, 2006, p. 237.
(383) R.N. Nº 4288-97-Áncash. También los tribunales de justicia superiores han hecho referencia a la
responsabilidad subjetiva vinculándolos al dolo o la culpa como sus formas de manifestación, así tenemos
la resolución recaída en el Exp. Nº 607-98-Lima. Donde se señala que “El Código Penal vigente, en
el numeral sétimo de su Título Preliminar, ha proscrito toda forma de responsabilidad objetiva o
responsabilidad por el resultado; de modo que, para imponer una sanción se hace imprescindible que
en el proceso penal quede debidamente acreditado que el autor haya querido causar la lesión que se le
imputa (dolo); y en el caso de los delitos culposos, que este haya podido prever o evitar el resultado
(culpa)”. (Exp. Nº 607-98-Lima, extraído de El Código Penal en su jurisprudencia. Gaceta Jurídica,
Lima, 2007, p. 34).
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
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Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
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Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
IV. LA IMPRUDENCIA
1. Introducción
En 1930, Engisch hablaba todavía de la rareza de los delitos cul-
posos. La razón de semejante afirmación estriba en que hasta aquella
época estos delitos eran tan insignificantes en relación a los dolosos
que el legislador podía permitirse tratarlos de forma un tanto super-
ficial y fragmentaria(389). Y por ende la dogmática los consideraba en
un segundo plano, a tal punto que fueron llamados “los hijastros del
Derecho Penal”(390).
Sin embargo, desde aquel entonces la situación se ha transforma-
do radicalmente. El progreso científico y el desenvolvimiento técnico
han puesto a disposición del hombre complejos mecanismos cuyo ma-
nejo es fuente de peligro, tanto para quien los utiliza, como para los
demás. El extraordinario avance científico y tecnológico, en su faz ne-
gativa, ha provocado que la sociedad actual esté cubierta de nuevos y
grandes peligros(391), a tal punto que sea denominada como una “so-
ciedad del riesgo”(392), cuya característica principal consiste en que el
progreso científico-tecnológico y los riesgos crecientes van de la mano.
(389) NÚÑEZ BARBERO, Ruperto. “La estructuración jurídica del delito culposo, problema actual de la
dogmática”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo XXVII, Fasc. I, Ministerio de
Justicia, Madrid, enero-abril de 1974, p. 61.
(390) Así, Binding quien señalara que la culpa era la hijastra del Derecho Penal. (Binding citado por BUSTOS
RAMÍREZ, Juan. Manual de Derecho Penal. Parte General. 3ª edición, Ariel, Barcelona, 1989, p. 229).
O como anota Jiménez de Asúa: “También la ciencia tiene sus hijastros que desatiende no porque le sean
menos interesantes, sino más secos, se trata de hijastros ‘porque ningún hijo de carne y sangre ha sido
tan despreciado por su madre, tan desdeñado sin conocerle, como el delito culposo lo ha sido durante
siglos, por las páginas a él consagradas’”. (JIMÉNEZ DE ASÚA, Luis. Tratado de Derecho Penal. Tomo
II, 2ª edición, Lozada, Buenos Aires, 1963, p. 675).
(391) No se niega que los avances científicos y tecnológicos generan un gran beneficio para la humanidad,
sino que a su vez crean nuevos y grandes focos de peligro para la misma. En otras palabras poseen
un efecto dual: los beneficios que trae para los seres humanos constituye la faz positiva de aquellos,
mientras que los nuevos riesgos que provocan constituyen esa faz negativa a la que aludimos.
(392) Expresión acuñada por el sociólogo: BECK, Ulrich. La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad.
231
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
Traducción de J. Navarro, D. Jiménez y Mª. R. Borrás, Paidós, Barcelona, 1998, passim. Véase también,
igualmente desde una perspectiva sociológica: ROBLES SALGADO Francisco. “La modernidad
“irresponsable”: La comunicación de la “irresponsabilidad organizada” en sociedades de riesgo”. En:
Revista Mad. Nº 13; Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, 2005,
p. 1 y ss. Sobre el papel del Derecho Penal en la sociedad del riesgo véase, entre muchos otros, y con
distintos matices: DE FIGUEIREDO DIAS, Jorge. “O Direito Penal entre a sociedade industrial e a
sociedade do risco”. En: REYNA ALFARO, Luis Miguel (coordinador). Nuevas tendencias del Derecho
Penal económico y de la empresa. Ara Editores, Lima, 2005, p. 125 y ss. DE LA CUESTA AGUADO,
Paz. “Sociedad del riesgo y Derecho Penal”. En: REYNA ALFARO, Luis Miguel (coordinador). Nuevas
tendencias del Derecho Penal económico y de la empresa. Ara Editores, Lima, 2005, p. 159 y ss.
GRACIA MARTÍN, Luis. Prolegómenos para la lucha por la modernización y expansión del Derecho
Penal y para la crítica del discurso de resistencia. Tirant lo Blanch, Valencia, 2003, passim. CASTRO
CUENCA, Carlos; HENAO CARDONA, Luis y BALMACEDA HOYOS, Gustavo. Derecho Penal en la
sociedad del riesgo. Ibañez, Bogotá, 2009, passim. MENDOZA BUERGO, Blanca. El Derecho Penal en
la sociedad del riesgo. Civitas, Madrid, 2001, passim. SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María. La expansión del
Derecho Penal. Aspectos de la Política Criminal en las sociedades postindustriales. 2ª edición, Civitas,
Madrid, 2001, passim. HERZOG, Félix. “Sociedad del riesgo, Derecho Penal del riesgo, regulación
del riesgo -perspectivas más allá del Derecho Penal”. Traducción de E. Demetrio Crespo; en ARROYO
ZAPATERO, Luis; NEUMANN, Ulfrid; NIETO MARTÍN, Adán (coordinadores.). Crítica y justificación
del Derecho Penal en el cambio de siglo. El análisis crítico de la Escuela de Frankfurt. Ediciones de la
Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, 2003, pp. 249-258. CARO CORIA, Dino. “Sociedades de
riesgo y bienes jurídicos colectivos”. En: CARO CORIA, Dino. Imputación objetiva, delitos sexuales y
reforma penal. UNAM, México D. F., 2002, pp. 1-100. DÍEZ RIPOLLÉS, José Luis. “De la sociedad
del riesgo a la seguridad ciudadana: Un debate desenfocado”. En: Revista Electrónica de Ciencia Penal y
Criminología. Nº 07-01, Universidad de Granada, Granada, 2005, disponible en: <http://criminet.ugr.
es/recpc/07/recpc07-01.pdf>. POZUELO PÉREZ, Laura. “De nuevo sobre la denominada expansión
del Derecho Penal: una relectura de sus planteamientos críticos”. En: MONTEALEGRE LYNETT,
Eduardo. (coordinador). El funcionalismo en Derecho Penal. Libro homenaje al profesor Günther Jakobs.
Tomo II, Universidad Externado de Colombia, 2003, p. 107-133. PRITTWIZ, Cornelius. “Sociedad del
riesgo y Derecho Penal”. Traducción de Adán Nieto Martín y Eduardo Demetrio Crespo. En: ARROYO
ZAPATERO, Luis; NEUMANN, Ulfrid; NIETO MARTÍN, Adán (coordinadores.): Crítica y justificación
del Derecho Penal en el cambio de siglo. El análisis crítico de la Escuela de Frankfurt. Ediciones de la
Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, 2003, pp. 259-287.
(393) Afirmación hecha por Schünemann, citado por GARCÍA CAVERO, Percy. “La imputación objetiva en
los delitos imprudentes. Comentario a la sentencia de la Corte Suprema del 13 de abril de 1998, R.N.
Nº 4288-97-Áncash”. En: Revista de Derecho. Vol. I, Universidad de Piura, Piura, 2000, p. 191.
(394) Cfr. RODRÍGUEZ DELGADO, Julio. El tipo imprudente. Una visión funcional desde el Derecho Penal
peruano. 2ª edición, Grijley, Lima, 2013, p. 39.
232
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(395) Señala Quintero Olivares que: “Vivimos en un mundo que ha aceptado, deseado, necesitado y asumido
el peligro como medio natural en el que se desarrolla nuestra vida cotidiana, tanto si se trata de las
circunstancias comunes –alimentación, circulación de vehículos– cuanto si se entra en sectores concretos
como la construcción, la medicina, la producción industrial y su impacto en el medio ambiente, etc.”.
(QUINTERO OLIVARES, Gonzalo. “Los delitos de riesgo en la política criminal de nuestro tiempo”. En:
ARROYO ZAPATERO, Luis; NEUMANN, Ulfrid; NIETO MARTÍN, Adán (coordinadores.): Crítica
y justificación del Derecho Penal en el cambio de siglo. El análisis crítico de la Escuela de Frankfurt.
Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, 2003, p. 241).
(396) Existe un generalizado consenso sobre esta afirmación, así véase, entre otros: BUSTOS RAMÍREZ, Juan
y HORMAZÁBAL MALARÉE, Hernán. Lecciones de Derecho Penal. Vol. II, Trotta, Madrid, 1999, p.
166. RODRÍGUEZ DELGADO, Julio. El tipo imprudente. Una visión funcional desde el Derecho Penal
peruano. Ob. cit., p. 42.
(397) Cfr. ALCÁCER GUIRAO, Rafael. “El tipo subjetivo. Dolo, imprudencia y error de tipo”. En: Teoría
del delito. Escuela Nacional de la Judicatura, República Dominicana, 2007, p. 161.
(398) La aceptación forzosa de la convivencia entre acción y peligro centra la atención sobre los instrumentos de
medición de las cuotas de riesgo que el ordenamiento jurídico está dispuesto a tolerar. (CASTALDO, Andrea.
“La concreción del riesgo jurídicamente relevante”. En: SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María (editor). Política
criminal y nuevo Derecho Penal. Libro homenaje a Claus Roxin. J.M. Bosch, Barcelona, 1997, p. 234).
(399) BUSTOS RAMÍREZ, Juan y HORMAZÁBAL MALARÉE, Hernán. Nuevo sistema de Derecho Penal.
Trotta, Madrid, 2004, p. 97.
233
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(400) En este sentido VILLA STEIN, Javier. Derecho Penal. Parte general. 3ª edición, Grijley, Lima, 2008,
p. 261.
(401) Cfr. MIR PUIG, Santiago. Derecho Penal. Parte General. 7a edición, Reppetor, Barcelona, 2005, pp. 286-
287. MAZUELOS COELLO, Julio. “El delito imprudente en el Código Penal peruano. La infracción del
deber de cuidado como creación de un riesgo jurídicamente desaprobado y la previsibilidad individual”.
En: Anuario de Derecho Penal 2003: Aspectos fundamentales de la Parte General del Código Penal
peruano. Fondo Editorial de la PUCP-Universidad de Friburgo, Lima, 2003, pp. 152 y 154.
(402) Para Zaffaroni se trata de una modalidad legislativa mucho más limitativa del poder punitivo y, por
ende, menos irracional. (ZAFFARONI, Eugenio; ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro. Derecho
Penal. Parte general. 2ª edición, Ediar, Buenos Aires, 2002, p. 549).
234
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(403) De esta graduación de mayor a menor entre el dolo y la culpa no debe deducirse que se encuentren
en relación lógica de categorías alternativas; es decir, en un caso concreto, negado el dolo no debe
admitirse siempre la culpa. La represión a título de culpa solo puede plantearse después de descartarse
que el agente haya actuado con dolo. Esto tampoco supone una relación de subsidiariedad entre ambas
categorías, pues es también posible que la acción no haya sido cometida ni con dolo ni con culpa o que
no sea necesario plantearse tal análisis, como sucede cuando, por ejemplo, se incurre en una causal de
ausencia de acción. Sin embargo, hay que admitir la graduación normativa ya que el comportamiento
doloso implica mayor intensidad de ilicitud y de culpabilidad que el culposo. (HURTADO POZO, José.
Manual de Derecho Penal. Parte General I. 3ª edición, Grijley, Lima, 2005, pp. 710-711).
(404) GARCÍA CAVERO, Percy. “La imputación subjetiva”. En: Contribuciones críticas al sistema penal de
la postmodernidad. In memoriam a Eduardo Novoa Monreal. Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
de la Universidad Central de Chile, Santiago de Chile, 2007, p. 108.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(405) GARCÍA CAVERO, Percy. “La imputación subjetiva”. En: Contribuciones críticas al sistema penal de
la postmodernidad. Libro in memoriam a Eduardo Novoa Monreal. Ob. cit., p. 109.
(406) Cfr. PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso. Derecho Penal. Parte general. Teoría del delito y de la pena y
sus consecuencias jurídicas. 2ª edición, 1ª reimpresión, Rodhas, Lima, 2009, p. 675. VILLAVICENCIO
TERREROS, Felipe. Derecho Penal. Parte General. 3ª reimpresión de la 1ª edición, Grijley, Lima, 2010,
pp. 382-383. PÉREZ BARBERÁ, Gabriel. “El tipo culposo. La preterintencionalidad”. En: LASCANO,
Carlos (director). Derecho Penal. Parte General. Libro de estudio. Reimpresión de la 1ª edición, Advocatus,
Córdoba, 2005, pp. 324 y 327. Véase sobre este asunto, ya con anterioridad: QUINTANO RIPOLLÉS,
Antonio. “Culpa e imprudencia en la doctrina y en la práctica”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias
Penales. Tomo VII, Fasc. I, Ministerio de Justicia, Madrid, enero-abril de 1954, p. 45 y ss.
(407) Para un estudio más extenso y detallado de la evolución del tratamiento dogmático de la imprudencia
véase: CORCOY BIDASOLO, Miretxu. El delito imprudente. Criterios de imputación del resultado.
Promociones y Publicaciones Universitarias, Barcelona, 1989, p. 51 y ss. FEIJÓO SÁNCHEZ, Bernardo.
Resultado lesivo e imprudencia. Tesis doctoral, Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, 1996,
p. 15 y ss.
236
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(408) Señala, al respecto, Feijóo: “(…) al injusto pertenecía el lado objetivo de la conducta delictiva y a la
culpabilidad el lado subjetivo. De esta manera, el injusto se ocupaba solo de los procesos causales
que producía un movimiento corporal y la culpabilidad se ocupaba del contenido psicológico de ese
movimiento corporal. El dolo y la imprudencia se entendieron como las dos formas de manifestación
de la culpabilidad. El injusto en ambos delitos era común ya que se limitaba a la descripción del proceso
causal”. (FEIJÓO SÁNCHEZ, Bernardo. Resultado lesivo e imprudencia. Ob. cit., p. 30).
(409) En esta obra, Ernst Beling puso de manifiesto que el tatbestand es una categoría intermedia e
independiente entre la conducta y la antijuridicidad. Esta expresión (tatbestand), término de muy
difícil traducción al castellano, pero que ha sido entendido en este idioma como tipo penal, conforma
la categoría denominada tipicidad. El rechazo que sufrió, al comienzo, su construcción doctrinal,
especialmente de los autores alemanes, dieron lugar a que la reelaborara. De ahí que hay dos momentos,
claramente diferenciados, en su construcción doctrinal. El primero, en su versión del tipo materializado
(1906) que es la época correspondiente a la publicación de su obra fundamental Die Lehre von Verbrechen.
El segundo en 1930, con su monografía Die Lehre von Tatbestand. Ambos son dos hitos esenciales en
la evolución del pensamiento del ilustre maestro alemán y en la dogmática de la teoría del delito. Así,
con ello se dio origen al sistema contemporáneo tripartita del delito, el cual define a este último como
una conducta (que es el presupuesto) que debe superar tres categorías para ser considerado como tal:
tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad. En sus orígenes el sistema tripartito estuvo regido por el dogma
causal (el cual predominaba desde el sistema bipartito del delito, es decir cuando se trataba solo de
antijuridicidad y culpabilidad), en un primer momento por el causalismo naturalista (sistema clásico),
y luego por el causalismo valorativo (sistema neoclásico). Cfr. DÍAZ-ARANDA, Enrique. Cuerpo del
delito, probable responsabilidad y la reforma constitucional de 2008. Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la UNAM, México D.F., 2009, p. 7 y ss. MÁRQUEZ PIÑERO, Rafael. El tipo penal. Algunas
consideraciones en torno al mismo. 2ª edición, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM,
2005, p. 137. VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Derecho Penal. Parte general. 3ª reimpresión de
la 1ª edición, Grijley, Lima, 2010, p. 231 y ss.
(410) Cfr. DÍAZ-ARANDA, Enrique. Cuerpo del delito, probable responsabilidad y la reforma constitucional
de 2008. Ob. cit., pp. 8 y 9.
237
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(411) PÉREZ BARBERÁ, Gabriel. “El tipo culposo. La preterintencionalidad”. En: LASCANO, Carlos
(director). Derecho Penal. Parte General. Libro de estudio. Reimpresión de la 1ª edición, Advocatus,
Córdoba, 2005, p. 331.
(412) En la segunda mitad del siglo XIX surge la llamada concepción “psicológica” de la culpabilidad, la cual
es plenamente coherente con las premisas metodológicas –de impronta naturalista– que prevalecen bajo
la influencia del positivismo. Dicha concepción fue defendida a principios del siglo XX en Alemania por
autores como Beling y Von Liszt. Cfr. KAUFMANN, Arthur. “Panorámica histórica de los problemas de
la Filosofía del Derecho”. En: KAUFMANN, Arthur y HASSEMER, Wilfred. El pensamiento jurídico
contemporáneo. Debate, Madrid, 1992, p. 117.
(413) El causalismo naturalista, así como el causalismo valorativo no distinguieron un modelo de análisis
diferenciado entre el delito doloso y el culposo, sino que ambos conservaban la misma estructura y
elementos, siendo lo más importante la comprobación de la relación causal. (BUSTOS RAMÍREZ, Juan
y HORMAZÁBAL MALARÉE, Hernán. Lecciones de Derecho Penal. Vol. II, Trotta, Madrid, 1999,
p. 168).
(414) Cfr. RIGHI, Esteban. La culpabilidad en materia penal. Ad-Hoc, Buenos Aires, 2003, p. 78.
(415) MEZGER, Edmund. Derecho Penal. Parte General. Libro de estudio. Editorial Bibliográfica Argentina,
Buenos Aires, 1958, p. 191.
238
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(416) Véase BELING, Ernst von. Esquema de Derecho Penal. La doctrina del delito-tipo. Traducción de
Sebastián Soler, Librería El Foro, Buenos Aires, 2002, p. 63.
(417) Cfr. MIR PUIG, Santiago. “Sobre el principio de culpabilidad como límite de la pena”. En: MIR PUIG,
Santiago. El Derecho Penal en el Estado social y democrático de Derecho. Ariel, Barcelona, 1994, p. 173.
GÖSSEL, Karl-Heinz. “Viejos y nuevos caminos en la teoría de la imprudencia”. En: Revista Chilena
de Derecho. Vol. 8, Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 1981,
p. 56.
(418) A la teoría psicológica se le criticó porque no permite explicar la ausencia de culpabilidad de los
inimputables, como tampoco la inculpabilidad de quienes obran coaccionados o se encuentran en
situaciones de necesidad por colisión de bienes de igual valor. Pero de todas las objeciones que le fueron
formuladas, la que debe ser considerada decisiva es que sus partidarios nunca pudieron fundamentar la
culpabilidad de quien obra en infracción a un deber de cuidado, pero sin representarse la producción
del resultado (esto es la llamada culpa inconsciente en términos de la teoría volitiva del dolo y la culpa).
Cfr. RIGHI, Esteban. La culpabilidad en materia penal. Ad-Hoc, Buenos Aires, 2003, p. 78.
(419) Dicho artículo apareció en el libro-homenaje a la Facultad de Derecho de Giessen. Para el presente
trabajo se ha consultado la siguiente versión en castellano: FRANK, Reinhard. Sobre la estructura del
concepto de culpabilidad. Traducción de Gustavo Eduardo Aboso y Tea Löw. B de F, Montevideo-Buenos
Aires, 2002.
(420) “Es Frank el autor por antonomasia considerado como la base de la teoría de la culpabilidad normativa,
al incluir en el análisis de la culpabilidad, junto con el dolo y la culpa, la idea de las circunstancias de
hecho concomitantes, a principio de 1900, y con ello la posibilidad del reproche al autor de la acción
antijurídica, con lo cual se deja a un lado la sola relación psíquica que se había impuesto hasta ese
momento”. (DONNA, Edgardo A. “A modo de prólogo. Breve síntesis del problema de la culpabilidad
normativa”. En: GOLDSCHMIDT, James. La concepción normativa de la culpabilidad. Traducción de
Margarethe de Goldschmidt y Ricardo C. Núñez. 2ª edición, BdeF, Montevideo-Buenos Aires, 2002,
p. 18).
239
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(421) Los requisitos de la reprochabilidad, según Frank, son: la normal actitud espiritual del autor, la concreta
relación psíquica del autor y su acto, y las normales condiciones en las cuales –según las circunstancias–
se da el hecho. Véase: FRANK, Reinhard. Sobre la estructura del concepto de culpabilidad. Traducción
de Gustavo Eduardo Aboso y Tea Löw. BdeF, Montevideo-Buenos Aires, 2002. Ahora bien, para
Frank el dolo y la culpa siguen formando parte de la culpabilidad. Véase: GOLDSCHMIDT, James.
La concepción normativa de la culpabilidad. Traducción de Margarethe de Goldschmidt y Ricardo C.
Núñez. 2ª edición, BdeF, Montevideo-Buenos Aires, 2002.
(422) FEIJÓO SÁNCHEZ, Bernardo. Resultado lesivo e imprudencia. Ob. cit., p. 32.
(423) PÉREZ BARBERÁ, Gabriel. “El tipo culposo. La preterintencionalidad”. Ob. cit., p. 332.
240
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(424) A diferencia –como señala Feijóo–, de lo que haría posteriormente Welzel, Engisch, mantuvo el dolo y
la culpa naturales como elementos de la culpabilidad. La evitabilidad era un problema perteneciente a
la culpabilidad. desde esta manera dolo y culpa tenían una estructura paralela. Perteneciendo el aspecto
normativo de ambos al injusto y el individual a la culpabilidad. Así, aunque fue Welzel el primero que
trató la culpa y el dolo como elementos típicos, fue Engisch el primero que trató el cuidado necesario
como un problema del tipo. (Véase FEIJÓO SÁNCHEZ, Bernardo. Resultado lesivo e imprudencia.
Ob. cit., p. 32-33).
(425) Véase: WELZEL, Hans. El nuevo sistema del Derecho Penal. Una introducción a la doctrina de la acción
finalista. Traducción de José Cerezo Mir, 2ª reimpresión de la primera edición en castellano, BdeF,
Montevideo-Buenos Aires, 2004.
(426) Véase un análisis detallado de la doctrina de Welzel y como esta evolucionó en: FEIJÓO SÁNCHEZ,
Bernardo. Resultado lesivo e imprudencia. Ob. cit., p. 36 y ss.
(427) “La tipicidad, la antijuridicidad y la culpabilidad son los tres elementos que convierten a la acción
en un delito. La culpabilidad –la responsabilidad personal por el hecho antijurídico– presupone la
antijuridicidad del hecho, del mismo modo que la antijuridicidad tiene que estar, a su vez, concretada
en tipos legales. La tipicidad, la antijuridicidad y la culpabilidad están vinculadas lógicamente, de tal
modo, que cada elemento posterior del delito presupone el anterior”. (WELZEL, Hans. El nuevo sistema
del Derecho Penal. Una introducción a la doctrina de la acción finalista. Ob. cit., p. 69, las negritas son
nuestras).
241
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(428) MAZUELOS COELLO, Julio. “El delito imprudente en el Código Penal peruano. La infracción del deber
de cuidado como creación de un riesgo jurídicamente desaprobado y la previsibilidad individual”. En:
Anuario de Derecho Penal 2003: Aspectos fundamentales de la Parte General del Código Penal peruano.
Fondo Editorial de la PUCP-Universidad de Friburgo, Lima, 2003, p. 150.
242
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(429) Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy. “La imputación objetiva en los delitos imprudentes. Comentario a la
sentencia de la Corte Suprema del 13 de abril de 1998, R.N. Nº 4288-97-Áncash”. Ob. cit., p. 195.
(430) Cfr., con mayores referencias, TORÍO LÓPEZ, Ángel Ruperto. “El deber objetivo de cuidado en los
243
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
delitos culposos”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo XXVII, Fasc. I, Ministerio de
Justicia, Madrid, enero-abril de 1974, p. 25 y ss. NÚÑEZ BARBERO, Ruperto. “La estructuración jurídica
del delito culposo, problema actual de la dogmática”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales.
Tomo XXVII, Fasc. I, Ministerio de Justicia, Madrid, enero-abril de 1974, p. 61 y ss. GUALLART Y DE
VIALA, Alfonso. “La significación del resultado en los delitos culposos, en el Derecho Penal español”.
En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo XXXII, Fasc. III, Ministerio de Justicia, Madrid,
setiembre-diciembre de 1979, p. 615 y ss. ZUGALDÍA ESPINAR, José Miguel. “La infracción del deber
individual de cuidado en el sistema del delito culposo”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales.
Tomo XXXVII, Fasc. II, Ministerio de Justicia, Madrid, mayo-agosto de 1984, p. 321 y ss. CEREZO
MIR, José. “El tipo de los injusto de los delitos de acción culposos”. En: Anuario de Derecho Penal y
Ciencias Penales. Tomo XXXVI, Fasc. III, Ministerio de Justicia, Madrid, setiembre-diciembre de 1983,
p. 471 y ss. CEREZO MIR, José. “El delito como acción culpable”. En: Anuario de Derecho Penal y
Ciencias Penales. Tomo XLIX, Fasc. I, Ministerio de Justicia, Madrid, enero-abril de 1996, p. 9 y ss.
(431) MAZUELOS COELLO Julio. “El delito imprudente en el Código Penal peruano. La infracción del
deber de cuidado como creación de un riesgo jurídicamente desaprobado y la previsibilidad individual”.
Ob. cit., p. 156.
(432) FEIJÓO SÁNCHEZ, Bernardo. Resultado lesivo e imprudencia. Ob. cit., p. 17.
244
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(433) FEIJÓO SÁNCHEZ, Bernardo. Resultado lesivo e imprudencia. Ob. cit., p. 20.
(434) En esta perspectiva se puede ubicar la siguiente afirmación de Hurtado Pozo: “(…) la adecuación de la
acción del agente a un tipo penal culposo consiste, en buena medida, en la comprobación de los criterios
referentes a la imputación objetiva; los mismos que son similares a los empleados para saber si el autor
ha violado el deber de cuidado”. (HURTADO POZO, José. Manual de Derecho Penal. Parte general I.
3ª edición, Grijley, Lima, 2005, p. 718). En el mismo sentido se ha dicho que la infracción del deber
objetivo de cuidado en la imprudencia es intencionalmente equivalente a la primera parte del juicio
de imputación objetiva: la creación de un riesgo no permitido. Así véase, con referencias, MOLINA
FERNÁNDEZ, Fernando. Antijuridicidad penal y sistema del delito. J. M. Bosch, Barcelona, 2001,
pp. 376 y 384.
(435) De este parecer: GARCÍA CAVERO, Percy. “La imputación subjetiva y el proceso penal”. En: Derecho
Penal y Criminología. Vol. 26, Nº 78, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2005, p. 130.
245
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(436) HIRSCH, Hans. “Acerca de la teoría de la imputación objetiva”. En: HIRSCH, Hans. Derecho Penal.
Obras completas. Rubinzal- Culzoni, Buenos Aires-Santa Fe, 1999, p. 61.
(437) En este sentido Pérez Barberá afirma que: “Lo nuevo que aporta la teoría de la imputación objetiva en
el campo del delito culposo es –por lo menos– una exposición mejor y más ordenada de los requisitos
necesarios para la tipicidad objetiva, evitando colocar el énfasis en conceptos en sí mismos inadecuados
o insuficientes para explicar el fenómeno, o que –por su propia ambigüedad– se prestan a ser utilizados
de cualquier manera tanto por partidarios de teorías normativas como naturalísticas del delito (…)”.
PÉREZ BARBERÁ, Gabriel. “El tipo culposo. La preterintencionalidad”. Ob. cit., p. 344.
(438) Como señala Hurtado Pozo: “En esta perspectiva, la violación de un deber de prudencia no es más
considerada como condición necesaria solo respecto a los delitos imprudentes, sino también para
los dolosos. Esto en razón de que dicha violación constituye uno de los criterios para determinar la
imputación objetiva que es común a ambos tipos de delito. La consecuencia para la culpa es que la
capacidad personal del autor para reconocer y respetar el deber de prudencia deja de ser percibida como
factor de la culpabilidad (como lo hacía la noción compleja de culpa) para ser considerada en tanto
que elemento del tipo legal subjetivo. Esta manera de percibir la culpa constituye, en buena cuenta,
una renovación de la teoría unitaria de la culpa, en la medida en que el deber de evitar el peligro es
considerado como elemento común a todo delito”. (HURTADO POZO, José. Manual de Derecho Penal.
Parte general I. 3ª edición, Grijley, Lima, 2005, p. 714). En el mismo sentido: JAKOBS, Günther. Derecho
Penal. Parte general. Fundamentos y teoría de la imputación. Traducción de Joaquín Cuello Contreras y
Luis Serrano Gonzáles de Murillo. 2ª edición, Marcial Pons, Madrid, 1997, p. 384, cuando refiere que
en el delito imprudente la supuesta infracción del deber de cuidado no es más que el deber que surge
de la norma al igual que en el delito doloso.
(439) ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte General. Tomo I. Fundamentos. La estructura de la teoría del delito.
Traducción de la 2ª edición alemana por Diego-Manuel Luzón Peña, Miguel Díaz y García Conlledo y
Javier de Vicente Remesal, Civitas, Madrid, 1997, pp. 999-1000.
246
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(440) ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte General. Tomo I. Fundamentos. La estructura de la teoría del delito.
Ob. cit., p. 1000. En cuanto a la vaguedad del término “infracción del deber de cuidado” que puede
conducir a confusión, el autor anota que: “El elemento de la infracción del deber de cuidado no conduce
más allá que los criterios generales de imputación. Es más vago que estos y, por tanto, prescindible. En
rigor es incluso ‘erróneo desde el punto de vista de la lógica de la norma’, pues produce la impresión
de que el delito comisivo imprudente consistiría en la omisión del cuidado debido, lo que sugiere su
interpretación errónea como un delito de omisión”. Sin embargo, al sujeto no se le reprocha el haber
omitido algo, sino el haber creado un peligro no amparado por riesgo permitido y sí abarcado por el
fin de protección del tipo, que se ha realizado en un resultado típico.
(441) Cfr. ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte general. Tomo I. Fundamentos. La estructura de la teoría del
delito. Ob. cit., p. 1001.
247
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(442) Cfr. HURTADO POZO, José. Manual de Derecho Penal. Parte general I. 3ª edición, Grijley, Lima,
2005, pp. 712 y 714. MAZUELOS COELLO, Julio. “El delito imprudente en el Código Penal
peruano. La infracción del deber de cuidado como creación de un riesgo jurídicamente desaprobado
y la previsibilidad individual”. Ob. cit., p. 158. GARCÍA CAVERO, Percy. “La imputación objetiva en
los delitos imprudentes. Comentario a la sentencia de la Corte Suprema del 13 de abril de 1998, R.N.
Nº 4288-97-Áncash”. En: Revista de Derecho. Vol. I, Universidad de Piura, Piura, 2000, p. 196.
(443) VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Derecho Penal. Parte general. 3ª reimpresión de la 1ª edición,
Grijley, Lima, 2010, p. 386.
(444) GARCÍA CAVERO, Percy. “La imputación objetiva en los delitos imprudentes. Comentario a la sentencia
de la Corte Suprema del 13 de abril de 1998, R.N. Nº 4288-97-Áncash”. Ob. cit., p. 196. MAZUELOS
COELLO, Julio. “El delito imprudente en el Código Penal peruano. La infracción del deber de cuidado
como creación de un riesgo jurídicamente desaprobado y la previsibilidad individual”. Ob. cit., p. 169.
(445) Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy. “La imputación subjetiva”. En: Contribuciones críticas al sistema penal de
la postmodernidad. In memoriam a Eduardo Novoa Monreal. Ob. cit., p. 105. MAZUELOS COELLO,
Julio. “El delito imprudente en el Código Penal peruano. La infracción del deber de cuidado como
creación de un riesgo jurídicamente desaprobado y la previsibilidad individual”. Ob. cit., p. 169.
248
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(446) GARCÍA CAVERO, Percy. “La imputación subjetiva”. En: Contribuciones críticas al sistema penal de
la postmodernidad. In memoriam a Eduardo Novoa Monreal. Ob. cit., p. 105.
(447) No hay deber alguno de obtener conocimiento, sino de evitar acciones típicas cognoscibles. Así, JAKOBS,
Günther. Derecho Penal. Parte general. Fundamentos y teoría de la imputación. Ob. cit., p. 381.
(448) JAKOBS, Günther. Derecho Penal. Parte general. Fundamentos y teoría de la imputación. Ob. cit.,
p. 381. En la doctrina nacional considera que la imprudencia es siempre un error de tipo vencible:
VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Derecho Penal. Parte general. 3ª reimpresión de la 1ª edición,
Grijley, Lima, 2010, p. 385.
249
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(449) GARCÍA CAVERO, Percy. “La imputación subjetiva”. En: Contribuciones críticas al sistema penal de
la postmodernidad. In memoriam a Eduardo Novoa Monreal. Ob. cit., p. 106.
250
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
251
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
252
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
253
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(454) Segunda Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia. R. N. Nº 4744-2007-Lima, del 27 de
agosto de 2008. El resaltado es añadido.
(455) Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia. R.N. N° 901-2009-Ayacucho, del 15 de abril
de 2010 (magistrado ponente: Lecaros Cornejo).
254
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
255
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(457) Segunda Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia. R. N. Nº 4744-2007-Lima, del 27 de
agosto de 2008. El resaltado es añadido.
(458) Ejecutoria Superior recaída en el Exp. Nº 00550-98-Lima, del 24 de abril de 1998.
256
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
257
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
una probabilidad rayana en la certeza, la lesión o el menoscabo del bien jurídico que tutela la norma
penal”. (STS español 5439/2013, del 6 de noviembre, fundamento de derecho segundo (magistrado
ponente: Miguel Colmenero Menendez De Luarca).
(461) MAZUELOS COELLO Julio. “El delito imprudente en el Código Penal peruano. La infracción del
deber de cuidado como creación de un riesgo jurídicamente desaprobado y la previsibilidad individual”.
Ob. cit., p. 169.
258
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(462) MARCELO TENCA, Adrián. Dolo eventual. Astrea, Buenos Aires, p. 227.
(463) MAZUELOS COELLO, Julio. “El delito imprudente en el Código Penal peruano. La infracción del deber
de cuidado como creación de un riesgo jurídicamente desaprobado y la previsibilidad individual”. En:
Anuario de Derecho Penal 2003: Aspectos fundamentales de la Parte General del Código Penal peruano.
Fondo Editorial de la PUCP-Universidad de Friburgo, Lima, 2003.
259
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
1. Introducción
Como señalábamos en la última parte del capítulo anterior, tra-
dicionalmente se ha dividido la culpa en dos clases: consciente e in-
consciente. División, que en la actualidad solo reviste importancia en
cuanto sirva para distinguir entre aquella (la culpa) y el dolo(464), espe-
cíficamente se habla de la distinción –en expresión de la doctrina tra-
dicional– entre la culpa consciente y el dolo eventual(465).
Esta última distinción cobra relevancia en la práctica dado que
el legislador o bien asigna una pena menor a la conducta culposa en
relación a la dolosa, o bien asigna pena solo a la modalidad dolosa
de una conducta. De allí que la distinción entre dolo y culpa pueda
significar en la práctica una considerable diferencia en la aplicación
(464) Sobre esta problemática véase, entre muchos otros, a: PUPPE, Ingeborg. La distinción entre dolo e
imprudencia. Traducción de Marcelo A. Sancinetti, Hammurabi, Buenos Aires, 2010. MAGARIÑOS,
Mario. El límite entre el dolo y la imprudencia. Buenos Aires, Ad-Hoc, 2010. RAGUÉS i VALLÈS,
Ramon. El dolo y su prueba en el proceso penal. J.M. Bosch, Barcelona, 1999. LAURENZO COPELLO,
Patricia. Dolo y conocimiento. Tirant lo Blanch, Valencia, 1999. CANESTRARI, Stefano. “La estructura
del dolo eventual y las nuevas fenomenologías de riesgo”. En: Anales de Derecho. N° 21, Murcia:
Universidad de Murcia, 2003, p. 71 y ss. CORCOY BIDASOLO, Mirentxu. “En el límite entre dolo
e imprudencia (comentarios a la sentencia del Tribunal Supremo de 28 de octubre de 1983)”. En:
Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo XXXVIII, Fasc. III, Madrid: Ministerio de Justicia,
setiembre-diciembre de 1985. HAVA GARCÍA, Esther. “Dolo eventual y culpa consciente: Criterios
diferenciadores”. En: Anuario de Derecho Penal 2003: Aspectos fundamentales de la Parte General del
Código Penal peruano. Fondo Editorial de la PUCP-Universidad de Friburgo, Lima, 2003 JAKOBS,
Günther. “Sobre el tratamiento de los defectos volitivos y de los defectos cognitivos” (trad. Carlos J.
Suárez González). En: Estudios de Derecho Penal. UAM Ediciones-Civitas, Madrid, 1997, p. 127 y ss.
MOLINA FERNÁNDEZ, Fernando. “La cuadratura del dolo: problemas irresolubles, sorites y Derecho
Penal”. En: Homenaje al profesor Dr. Gonzalo Rodríguez Mourullo. Civitas, Madrid, 2005, p. 691 y ss.
MORELLO, Patrizia. “Dolo eventuale in formato vecchio stile nella più recente giurisprudenza della
Cassazione”. En: Archivio Penale. Fascicolo 1, anno LXV, gennaio–aprile 2013. MANRIQUE PÉREZ,
María Laura. Acción, dolo eventual y doble efecto. Marcial Pons, Madrid, 2012.
(465) La distinción entre dolo e imprudencia se centra siempre en la delimitación de los conceptos de dolo
eventual y culpa consciente. Ambos tienen en común, el conocimiento por parte del autor del peligro
que entraña la conducta y de la posibilidad de producción del resultado lesivo. Sin embargo, este último
aspecto, al que también se extiende el acuerdo doctrinal, es el origen de las posteriores divergencias.
Tales, discrepancias se centran, esencialmente, en el contenido del dolo eventual, es decir, en qué
elementos han de concurrir necesariamente para poder calificar unos hechos como dolosos. Ello resulta,
indudablemente, de difícil determinación, como se demuestra, fehacientemente, por la falta de acuerdo
doctrinal. (CORCOY BIDASOLO, Mirentxu. “En el límite entre dolo e imprudencia (comentarios a la
sentencia del Tribunal Supremo del 28 de octubre de 1983)”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias
Penales. Tomo XXXVIII, Fasc. III, Madrid: Ministerio de Justicia, setiembre-diciembre de 1985,
pp. 965-966).
260
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(466) Para una muestra de las variadas teorías ofrecidas, véase, por ejemplo, ROXIN, Claus. Derecho Penal.
Parte General. Tomo I. Fundamentos. La estructura de la teoría del delito. Traducción de la 2ª edición
alemana por Diego-Manuel Luzón Peña, Miguel Díaz y García Conlledo y Javier de Vicente Remesal,
Civitas, Madrid, 1997, p. 790 y ss.; DÍAZ PITA, El dolo eventual. Tirant lo Blanch, Valencia, 1994;
LAURENZO COPELLO, Dolo y conocimiento. Tirant lo Blanch, Valencia, 1999; RAGUÉS Y VALLÉS,
El dolo y su prueba en el proceso penal, J. M. Bosch, 1999, p. 53 y ss.
(467) HAVA GARCÍA, Esther. “Dolo eventual y culpa consciente: Criterios diferenciadores”. En: Anuario
de Derecho Penal 2003: Aspectos fundamentales de la Parte General del Código Penal peruano. Fondo
Editorial de la PUCP-Universidad de Friburgo, Lima, 2003, p. 113.
261
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
2. Teorías
2.1. Teorías volitivas
Las teorías que se agrupan bajo el rótulo de “volitivas” tienen
como factor común el considerar que el elemento esencial y caracte-
rístico del dolo es la voluntad de producción del resultado antijurídico.
Es cierto que reconocen al conocimiento como elemento indispensa-
ble del dolo, pero este conocimiento solo es relevante en cuanto sirve
de base al acto de voluntad(468).
2.1.1. Teoría del consentimiento
Para esta teoría se estará ante el constructo del dolo eventual cuan-
do el sujeto además de haber previsto el resultado, lo haya –a su vez–
“aprobado” interiormente, es decir que haya estado “de acuerdo” con
él(469). En otras palabras el autor no solo se representa la posibilidad
de la realización del tipo sino que, además, asiente interiormente a su
realización –aprueba el resultado o lo acepta aprobándolo(470)–.
Aquí, la voluntad es menos intensa, porque el sujeto no desea ni
pretende precisamente realizar el tipo y tampoco está seguro de si se
producirá o no; pero, planteándose la eventualidad de que se produz-
ca el hecho típico, consiente en ella(471).
A esta comprensión del dolo eventual se le ha criticado el hecho
de que configura al elemento volitivo como “un aprobar” o “un es-
tar de acuerdo”, que más bien representa una actitud emocional an-
tes que la voluntad de lesión del bien jurídico. Esta teoría confunde,
pues, lo consentido en sentido jurídico con lo deseado internamente
por el individuo.
(468) Cfr. HASSEMER, Winfried. “Los elementos característicos del dolo”. Traducción de María Del Mar
Díaz Pita. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo XLIII, Fasc. III, Ministerio de Justicia,
Madrid, setiembre - diciembre de 1990, p. 920.
(469) Cfr. ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte general. Tomo I. Fundamentos. La estructura de la teoría
del delito. Traducción de la 2ª edición alemana por Diego-Manuel Luzón Peña, Miguel Díaz y García
Conlledo y Javier de Vicente Remesal, Civitas, Madrid, 1997, p. 430.
(470) ZUGALDÍA ESPINAR, José Miguel. “La demarcación entre el dolo y la culpa: el problema del dolo
eventual”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo XXXIX, Fasc. II, Ministerio de
Justicia, Madrid, mayo-agosto de 1986, p. 397.
(471) LUZÓN PEÑA, Diego-Manuel. “Dolo y dolo eventual: reflexiones”. En: Luis Alberto Arroyo
Zapatero, Ignacio Berdugo Gómez de la Torre (coordinadores). Homenaje al Dr. Marino Barbero
Santos in memoriam. Vol. 1, Ediciones Universidad de Castilla - La Mancha / Ediciones Universidad
de Salamanca, Cuenca, 2001, p. 1118.
262
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(472) Cfr. LUZÓN PEÑA, Diego-Manuel. “Dolo y dolo eventual: reflexiones”. En: Luis Alberto Arroyo
Zapatero, Ignacio Berdugo Gómez de la Torre (coordinadores). Homenaje al Dr. Marino Barbero
Santos in memoriam. Vol. 1, Ediciones Universidad de Castilla - La Mancha / Ediciones Universidad
de Salamanca, Cuenca, 2001, p. 1124.
263
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(473) ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte General. Tomo I. Fundamentos. La estructura de la teoría del delito.
Traducción de la 2ª edición alemana por Diego-Manuel Luzón Peña, Miguel Díaz y García Conlledo
y Javier de Vicente Remesal, Civitas, Madrid, 1997, p. 425. Véase también: ROXIN, Claus. “Acerca
de la normativización del dolus eventuales y la doctrina del peligro del dolo”. En: ROXIN, Claus. La
teoría del delito en la discusión actual. Traducción de Manuel Abanto Vásquez, Grijley, Lima, 2007,
p. 167 y ss.
(474) Cfr. HAVA GARCÍA, Esther. “Dolo eventual y culpa consciente: Criterios diferenciadores”. En: Anuario
de Derecho Penal 2003: Aspectos fundamentales de la Parte General del Código Penal peruano. Fondo
Editorial de la PUCP-Universidad de Friburgo, Lima, 2003, p. 115; RAGUÉS i VALLÈS, Ramón. “La
determinación del conocimiento como elemento del tipo subjetivo (Comentario a la STS de 24 de
noviembre de 1995)”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo XLIX, fasc. II mayo-
agosto, 1996, Ministerio de Justicia, Madrid, 1998, p. 799.
(475) En este sentido GIMBERNAT ORDEIG, Enrique. “Acerca del dolo eventual”. En: Estudios de Derecho
Penal. Tecnos, Madrid, 1990, p. 150 y ss.
264
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(476) PUPPE, Ingeborg. La distinción entre dolo e imprudencia. Traducción de Marcelo A. Sancinetti,
Hammurabi, Buenos Aires, 2010, p. 60.
265
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(477) STS 189/2017, del 19 de enero, fundamento de derecho décimo (magistrado ponente: Cándido Conde-
Pumpido Touron).
266
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(478) Exp. Nº 03242-94, citado por VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Derecho Penal. Parte general.
3ª reimpresión de la 1ª edición, Grijley, Lima, 2010, p. 70.
(479) Ejecutoria superior de la Corte Superior de Justicia de Arequipa recaída en el Exp. Nº 00035-98, del
10 de febrero de 1998.
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
268
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
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Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(482) Ejecutoria superior recaída en el Exp. Nº 306-2004 emitida por la Primera Sala Penal para procesos
con reos en cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, del 24 de noviembre de 2004.
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Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
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Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
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Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo: la problemática del dolo eventual
(483) Sentencia emitida Vigésimo Octavo Juzgado Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima, recaída en
el Exp. Nº 18707-2011, del 2 de mayo de 2012. Dicha sentencia fue confirmada en segunda instancia.
277
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
278
Capítulo V
Antijuridicidad: la legítima defensa
(484) Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, Jurista Editores, Lima, 2012,
p. 569.
(485) Una acción típica solo se reputará como antijurídica si cumple conjuntamente con el aspecto formal
(contrario al ordenamiento jurídico, pues consiste en una oposición del acto con la norma prohibitiva
o preceptiva, implícita en toda disposición penal que prevé un tipo legal, por ejemplo, “no matar”
en relación con el art. 106 del CP) y material (carácter dañino del hecho típico con respecto al bien
jurídico protegido por la norma legal) de dicha categoría jurídica del delito. Como señalan MUÑOZ
CONDE, Francisco y GARCÍA ARÁN, Mercedes. Derecho Penal. Parte general. 4ª edición, Tirant lo
Blanch, Valencia, 2000, p. 343. “Una contradicción puramente formal entre la acción y la norma no
puede ser calificada como antijurídica, como tampoco puede ser calificada como tal la lesión de un bien
que o esté protegido jurídicamente. La esencia de la antijuricidad es, por consiguiente, la ofensa a un
bien jurídico protegido por la norma que se infringe con la realización de la acción”. En esta línea se
debe comprender que la diferenciación entre un aspecto formal y otro material no implica que existan
dos conceptos de antijuridicidad, pues dichos aspectos están inescindiblemente unidos, ya que el análisis
de la antijuridicidad tiene que partir del ordenamiento jurídico, pero siempre va implicar la afección
del bien jurídico. En este sentido ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Tratado de Derecho Penal. Parte general.
Tomo III, Ediar, Buenos Aires, 1981, p. 570. ZAFFARONI, Eugenio; ALAGIA, Alejandro y SLOKAR,
Alejandro. Ob. cit., p. 600, también VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Ob. cit., p. 530, num. 1184.
Bajo las consideraciones reseñadas se puede sostener –como enseña HURTADO POZO, José. Manual
de Derecho Penal. Parte general. Tomo I, 4ª edición, Idemsa, Lima, 2011, p. 500, num. 1378– que:
“Se trata, en definitiva, de percepciones del mismo hecho pero desde perspectivas y niveles diferentes;
279
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
necesarias, puesto que para comprender toda su complejidad se le debe concebir de manera integral.
Así, se evita toda confusión pensando, por ejemplo, que se puede afirmar la antijuricidad material de
una acción y, al mismo tiempo, negar su antijuricidad formal”.
(486) BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, Hammurabi, Buenos Aires,
1999, p. 351, num. 675.
(487) QUINTERO OLIVARES, Gonzalo. Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, 1ª reimpresión, Marcial
Pons, Madrid, 1992, p. 367.
(488) MIR PUIG, Santiago. “Valoraciones, normas y antijuridicidad penal”. En: Revista Electrónica de
Ciencia Penal y Criminología. Nº 06-02, Universidad de Granada, Granada, 2004, p. 8, disponible
en <http://criminet.ugr.es/recpc>. Agrega el citado autor que “No es admisible la tesis del finalismo
según la cual el tipo agota la materia de prohibición y su realización supone la infracción de la norma
de conducta, aunque concurra alguna causa de justificación. Los preceptos que tipifican los delitos y
los que prevén las causas de justificación pertenecen a un mismo cuerpo legal (el Código Penal) y están
previstos para ser relacionados unos con otros. Su distinción y su ubicación en lugares diferentes del
Código obedece solamente a razones de economía legislativa. Si solo existiese un delito en el Código
Penal, no sería necesario prever en diferentes preceptos la formulación del tipo del delito y la de las
causas de justificación. Si ese delito fuera el de homicidio podría decirse, por ejemplo: El que matare a
otro será castigado con la pena de (…), salvo que lo hiciere en alguna de las circunstancias siguientes:
legítima defensa, estado de necesidad, etc.”. Pero, siendo muchos los delitos previstos por el Código,
sería interminable repetir la salvedad de las causas de justificación para cada uno de ellos. Lo mismo
ocurre con la tentativa o las formas de participación, cuya previsión se hace en la Parte general del
Código para no tener que repetirla respecto de cada delito”.
280
Antijuridicidad: la legítima defensa
(489) Como señala JAKOBS, Günther. Derecho Penal. Parte General. Fundamentos y teoría de la imputación.
Traducción de Joaquín Cuello Contreras y José Luis Serrano Gonzáles de Murillo, 2ª edición, Marcial
Pons, Madrid, 1997, p. 419. “A diferencia de lo que ocurre en el comportamiento atípico, en el justificado
se trata de un comportamiento socialmente no anómalo, sino aceptado como socialmente soportable
solo en consideración a su contexto, o sea, a la situación de justificación”.
(490) La afirmación de que la tipicidad no supone por sí sola la infracción de la norma, no implica que se
comparte la teoría de los elementos negativos del tipo, puesto que existe un criterio fundamental para
distinguir diferentes niveles entre los distintos presupuestos de la infracción de la norma. Este criterio
es el del distinto significado valorativo de cada uno de dichos niveles. Así, un hecho penalmente típico
justificado tiene un significado valorativo distinto al de un hecho atípico. Y la realización de la parte
objetiva del tipo permite ya una valoración específica que es independiente de que vaya seguida o no de
la realización completa de un tipo doloso o imprudente. En la misma perspectiva, la valoración específica
de la tipicidad no solo no desaparece si concurre una causa de justificación, sino que es necesaria para
decidir si un hecho típico está o no justificado. La justificación no borra el desvalor del hecho típico –la
lesión o puesta en peligro del bien jurídico objetiva y subjetivamente imputable–, sino que es el resultado
de la concurrencia de dicho desvalor junto a una valoración positiva de otro aspecto del hecho: que
es necesario para salvaguardar intereses jurídicos prevalentes en el caso”. Véase ampliamente MIR
PUIG, Santiago. “Valoraciones, normas y antijuridicidad penal”, cit, passim. También considera que
la distinta significación valorativa de los sucesos justifica la conservación de la antijuridicidad como
categoría autónoma de la tipicidad SILVESTRONI, Mariano. Teoría constitucional del delito. Editores
del Puerto, Buenos Aires, 2004, p. 286, Ya WELZEL, Hans. El nuevo sistema del Derecho Penal. Una
introducción a la doctrina de la acción finalista. Traducción de José Cerezo Mir, 2ª reimpresión de la
1ª edición en castellano de 1964; Bdef, Buenos Aires-Montevideo, 2004, p. 90, oponiéndose a la teoría
de los elementos negativos del tipo, ha sostenido que la concurrencia de una causa de justificación no
afecta, o elimina al tipo sino que excluye solo la antijuridicidad de su realización.
281
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(491) Así, GARRIDO MONTT, Mario. Derecho Penal. Parte general. Tomo II. Nociones fundamentales de la
teoría del delito. 3ª edición, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 2003, p. 102.
(492) LASCURAÍN SÁNCHEZ, Juan Antonio. “La antijuridicidad. Causas de justificación”. En: Teoría del
delito. Escuela Nacional de la Judicatura, República Dominicana, 2007, p. 299.
(493) En esta perspectiva Bustos Ramírez y Hormazábal Malarée sostienen que la tipicidad es solo ratio
cognoscendi de la antijuridicidad, esto es, solo una presunción iuris tantum de ella. Véase: BUSTOS
RAMÍREZ, Juan y HORMAZÁBAL MALAREE, Hernán. Nuevo Sistema de Derecho Penal. Trotta,
Madrid, 2004, p. 89.
(494) Cfr. JESCHECK, Hans-Heinrich. Tratado de Derecho Penal. Parte general. Vol. I. Traducción y adiciones
de Santiago Mir Puig y Francisco Muñoz Conde. J.M. Bosch, Barcelona, 1981, p. 443. ZAFFARONI,
Eugenio Raúl. Tratado de Derecho Penal. Parte general. Tomo III, cit. p. 582. ZAFFARONI, Eugenio;
ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro. Ob. cit., p. 591. BUSTOS RAMÍREZ, Juan y HORMAZÁBAL
MALARÉE, Hernán. Lecciones de Derecho Penal. Vol. II, Trotta, Madrid, 1999, p. 99. LASCURAÍN
SÁNCHEZ, Juan Antonio. Ob. cit., p. 304 BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Derecho Penal. Parte
general. Ob. cit. p. 351, num. 676. EL MISMO. Manual de Derecho Penal. Parte general. Ob. cit.,
p. 117. SILVESTRONI, Mariano. Ob. cit., p. 286. DONNA, Edgardo. Teoría del delito y de la pena 2.
Imputación delictiva. Astrea, Buenos Aires, 1995, p. 124. PLASCENCIA VILLANUEVA, Raúl. Teoría
del delito. 1ª edición, 3ª reimpresión, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, México D.F;
2004, p. 134. POLITOFF LIFSCHITZ, Sergio; MATUS ACUÑA, Jean Pierre y RAMÍREZ, María
Cecilia. Lecciones de Derecho Penal chileno. Parte general. 2ª edición, Editorial Jurídica de Chile,
Santiago de Chile, 2004, p. 209. GARRIDO MONTT, Mario. Ob. cit., p. 102. LAFFITE, Fernando.
Esbozo para una teoría del delito. Lerner Editores, Buenos Aires, 1989, p. 68. CAPEZ, Fernando. Curso
de Direito Penal. Parte Geral. Vol. I, 7ª edición, Saraiva, Sao Paulo, 2004, p. 252. BRAMONT ARIAS
TORRES, Luis Miguel. Manual de Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, EDDILI, Lima, 2002,
p. 263. VILLA STEIN, Javier. Derecho Penal. Parte general. 2ª edic, San Marcos, Lima, 2001, p. 336.
VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Ob. cit., pp. 528-529, num. 1182.
282
Antijuridicidad: la legítima defensa
(495) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, Jurista Editores, Lima, 2012,
p. 576.
(496) En este sentido BAUMANN, Jürgen. Derecho Penal. Conceptos fundamentales y sistema. Introducción
a la sistemática sobre la base de casos. Traducción de Conrado Finzi, Depalma, Buenos Aires, 1973,
p. 155.
283
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
se pueda imponer una pena al autor de un hecho típico, sino que con-
vierten ese hecho en lícito y aprobado por el ordenamiento jurídico(497).
Conforme con los parágrafos precedentes se tiene que no es lo
mismo establecer que la conducta no es típica o que no es antijurídica
o que no se puede exigir responsabilidad al sujeto. Si no es típica, sig-
nifica que es indiferente al Derecho Penal. Si no es antijurídica, no se
puede decir lo mismo, ya hay por lo menos un desvalor de acto. Si no
es culpable, es decir no hay sujeto responsable, de todas formas hay
un ilícito y este puede ser fuente de una responsabilidad penal concre-
tada en una medida de seguridad(498).
1. Fundamento
Cuando una conducta queda subsumida dentro de un tipo penal,
se avanza en el proceso de imputación penal, por lo que corresponderá
analizar la antijuridicidad de dicho comportamiento, ahora si esa con-
ducta se halla amparada en una causa de justificación, significa que el
ordenamiento jurídico la considera lícita, trayendo como consecuen-
cia que decaiga la imputación atribuida indiciariamente a nivel de la
tipicidad. En tal sentido, las causas de justificación –como ya se ha di-
cho– operan como estructuras de descargo de la imputación, pues la
conducta desplegada en esos supuestos concretos abarcados por las
causas de justificación, se la considera conforme a Derecho, es decir
no se habría creado un riesgo prohibido susceptible de sanción penal,
sino que se trataría de un riesgo permisible (pero solo en esas especia-
les circunstancias).
Las causas de justificación al operar como estructuras de descar-
go de la imputación, sientan sus bases en la competencia de un hecho
penalmente relevante(499). Se trata de una parte del proceso de impu-
tación penal, en la que se determina quién es el competente por el he-
cho concreto y en qué medida lo es. Así, las causas de justificación se
(497) MUÑOZ CONDE, Francisco y GARCÍA ARÁN, Mercedes. Ob. cit., p. 351.
(498) BUSTOS RAMÍREZ, Juan y HORMAZÁBAL MALARÉE, Hernán. Lecciones de Derecho Penal. Vol. II,
Trotta, Madrid, 1999, p. 117.
(499) CARO CORIA, Dino Carlos. “Legítima defensa”. En: Código Penal comentado. Tomo I, José Luis
Castillo Alva (coordinador). Gaceta Jurídica, Lima, 2004, p. 672.
284
Antijuridicidad: la legítima defensa
(500) GARCÍA CAVERO, Percy. Lecciones de Derecho Penal. Parte general. Grijley, Lima, 2008, p. 469. EL
MISMO. Derecho Penal económico. Parte general. Ara Editores-Universidad de Piura, Lima, 2003,
p. 613.
(501) GARCÍA CAVERO, Percy. Lecciones de Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 467.
(502) CARO CORIA, Dino Carlos. Ob. cit., p. 672.
(503) En este sentido GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal económico. Parte general. Ob. cit., p. 616.
EL MISMO. Lecciones de Derecho Penal. Parte general. cit., p. 472. CARO CORIA, Dino Carlos.
Ob. cit., p. 672.
(504) Véase GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal económico. Parte general. Ob. cit., p. 617. EL MISMO.
Lecciones de Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 472. CARO CORIA, Dino Carlos. Ob. cit.,
p. 672.
285
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(505) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, Jurista Editores, Lima, 2012,
p. 577.
(506) Consideran que las causas de justificación tienen aspectos objetivos y subjetivos, aunque desde
diferentes perspectivas: VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Ob. cit., pp. 533-534, num. 1193.
HURTADO POZO, José. Ob. cit., pp. 521-522, num. 1354-1355. VILLA STEIN, Javier. Ob. cit.,
p. 344. BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Manual de Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 121.
BAUMANN, Jürgen. Ob. cit., pp. 199 y ss. BUSTOS RAMÍREZ, Juan y HORMAZÁBAL MALARÉE,
Hernán. Ob. cit., p. 116. ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte general. Tomo I. Fundamento. La estructura
de la teoría del delito. Traducción de la 2ª edición alemana por Diego-Manuel Luzón Peña, Miguel Díaz
y García Conlledo y Javier de Vicente Remesal. Civitas, Madrid, 1997, pp. 597-598. PLASCENCIA
VILLANUEVA, Raúl. Ob. cit., p. 136. VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Fernando. “La legítima defensa en el
nuevo Código Penal de Panamá”. En: Revista Digital de la Maestría en Ciencias Penales de la Universidad
de Costa Rica. Nº 1, Universidad de Costa Rica, San José, 2009, pp. 5 y 21; disponible en <http://
www.revistacienciaspenales.ucr.ac.cr.>; TOLEDO, Francisco de Assis. Princípios básicos de Direito
Penal. 5ª Edição. Saraiva, São Paulo, 1994, p. 173. SANTOS, Juarez Cirino dos. Direito Penal. Parte
Geral. 5ª Edição. Conceito Editorial, Florianópolis, 2012, p. 219. En contra ZAFFARONI, Eugenio;
ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro. Ob. cit., p. 605. Quienes afirman que la justificación no
exige elementos subjetivos. También SILVESTRONI, Mariano. Ob. cit., p. 288, adopta una postura en
contra de los elementos subjetivos en las causas de justificación, aunque los admite excepcionalmente
en el caso de la legítima defensa.
(507) GARCÍA CAVERO, Percy. Lecciones de Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 474.
(508) Ídem.
286
Antijuridicidad: la legítima defensa
(509) Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal económico. Parte general. Ob. cit., p. 619.
(510) Cfr. FUENTE, Javier Esteban de la. “Error sobre los presupuestos objetivos de justificación”. En:
Panorama internacional sobre justicia penal. Política criminal, Derecho Penal y criminología. Culturas y
sistemas jurídicos comparados. Séptimas jornadas sobre justicia penal. Sergio García Ramírez y Olga Islas
de González Mariscal (coordinadores). Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, México D.F,
2007, pp. 399-433; MAÑALICH, Juan Pablo. “Consideraciones acerca del error sobre la concurrencia
de los presupuestos objetivos de las causas de justificación”. En: Revista Estudios de la Justicia. Nº 3,
Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, 2003, pp. 147-163.
(511) Cfr. FUENTE, Javier Esteban de la. “Error sobre los presupuestos objetivos de justificación”. En:
Panorama internacional sobre justicia penal. Política criminal, Derecho Penal y criminología. Culturas
y sistemas jurídicos comparados. Séptimas jornadas sobre justicia penal. Sergio García Ramírez y Olga
Islas de González Mariscal (coordinadores). Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, México
D.F, 2007, p. 399.
(512) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, Jurista Editores, Lima, 2012,
p. 579.
287
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(513) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, Jurista Editores, Lima, 2012,
pp. 579-580.
(514) Cfr. JESCHECK, Hans-Heinrich. Ob. cit., p. 452. ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 602. MUÑOZ CONDE,
Francisco y GARCÍA ARÁN, Mercedes. Ob. cit., p. 352. BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Manual
de Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 122. POLITOFF LIFSCHITZ, Sergio; MATUS ACUÑA,
Jean Pierre y RAMÍREZ, María Cecilia. Ob. cit., p. 213. GARRIDO MONTT, Mario. Ob. cit., p. 122.
SILVESTRONI, Mariano. Ob. cit., p. 286. VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Ob. cit., pp. 533,
num. 1192. GARCÍA CAVERO, Percy. Lecciones de Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 477.
BRAMONT ARIAS TORRES, Luis Miguel. Ob. cit., p. 272. VILLA STEIN, Javier. Ob. cit., p. 342.
288
Antijuridicidad: la legítima defensa
289
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
justificado pueda imponérsele una medida de seguridad o cualquier tipo de sanción, ya que su hecho
es lícito en cualquier ámbito del ordenamiento jurídico”. FONTÁN BALESTRA, Carlos. Derecho
Penal. Introducción y Parte General. Actualizado por Guillermo A.C. Ledesma, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1998, p. 259. “Y siendo lo antijurídico uno solo, la acción es lícita para todo el ordenamiento
legal. Por tanto, el acto no acarrea consecuencias penales de ninguna naturaleza, ni puede haber daño
resarcible” (resaltado del original). En la doctrina nacional BRAMONT ARIAS TORRES, Luis Miguel.
Ob. cit., p. 273. “Al actuar justificadamente no se impone ningún tipo de sanción –pena o medida de
seguridad– ni reparación civil. Esto es lógico, porque se está actuando conforme a una autorización de
parte del ordenamiento jurídico”.
(519) ZAFFARONI, Eugenio; ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro. Ob. cit., p. 595.
(520) Sobre el distinto fundamento de la responsabilidad civil derivada de actos de relevancia penal con respecto
a la propia responsabilidad penal, véase: VILLEGAS PAIVA, Elky Alexander. “Aspectos problemáticos
de la acción civil en el proceso penal”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 58, Gaceta Jurídica,
Lima, abril de 2014, pp. 189-212.
(521) LARRAURI, Elena. “Función unitaria y función teleológica de la antijuricidad”. En: Anuario de Derecho
Penal y Ciencias Penales. Tomo XLVIII, fasc. III; Ministerio de Justicia, Madrid, 1995, pp. 877-878.
290
Antijuridicidad: la legítima defensa
1. Concepto
La legítima defensa(523), cuyos antecedentes se remontan a las épo-
cas más antiguas de la humanidad(524), se ha convertido en la causal de
justificación de mayor trascendencia en la praxis judicial, lo que ha oca-
sionado también su mayor tratamiento en las exposiciones teóricas de
los cursos de Derecho Penal-Parte general, asimismo es recepcionada
(522) GARCÍA CAVERO, Percy. Lecciones de Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 478.
(523) BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Manual de Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 122. EL MISMO.
Derecho Penal. Parte general. Ob. cit. p. 359, num. 694. Prefiere denominarla como “defensa necesaria”
al considerar que dicha expresión toma en cuenta que la defensa solo será legítima si es necesaria, y
esto debe quedar claro ya en la propia designación. Sin embargo, por nuestra parte, consideramos que
se debe preservar la expresión “legítima defensa”, puesto que como sostienen ZAFFARONI, Eugenio;
ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro. Ob. cit., p. 612. “A diferencia de la tradición legislativa
germana –que se refiere a la defensa necesaria (Notwehr)–, la argentina (y la peruana, añadiríamos)
se ha referido siempre a la defensa legítima, con lo que expresa que la necesidad es un requisito, pero
que en definitiva el límite es jurídico (valorativo) y está dado por la racionalidad: la defensa necesaria
es legítima siempre que sea también racional. Toda defensa racional es necesaria, pero no toda defensa
necesaria es racional”.
(524) Sobre su evolución véase JIMÉNEZ DE ASÚA, Luis. Tratado de Derecho Penal. Tomo IV, 3ª edición,
Losada, Buenos Aires, 1976, p. 27 y ss. CASTILLO GONZÁLEZ, Francisco. La legítima defensa. San
José: Editorial Jurídica Continental, 2004, p. 19 y ss.; ARMAZA GALDOS, Julio. Legítima defensa,
error de comprensión y otros aspectos negativos del delito. Adrus, Arequipa, 2004, p. 19 y ss.
291
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(525) En contra de su previsión constitucional HURTADO POZO, José. Ob. cit., pp. 523-524, num. 1360,
cuando señala que: “De manera singular, pero incorrecta, se ha previsto, en la Constitución de 1993
(art. 2, inc. 23), el derecho a la legítima defensa como uno de los derechos fundamentales de la persona.
Estos últimos son derechos humanos garantizados por el ordenamiento jurídico positivo, en particular
mediante la carta fundamental. (…). El derecho a defenderse no debería, pues, ser elevado al nivel de los
derechos humanos, porque esto podría dar lugar a que se le hiciera prevalecer siempre sobre los otros,
incluidos los derechos humanos propiamente dichos. De esta manera, se desnaturalizaría la legítima
defensa y se abrirían las puertas a los excesos que se tratan, con razón, de evitar, mediante su regulación
en el Código Penal”. También REÁTEGUI SÁNCHEZ, James. Manual de Derecho Penal. Parte general.
Vol. I. Pacífico Editores, Lima, 2014, pp. 600 y 601. Sin embargo, la postura de este autor no es del
todo clara, pues en un primer momento señala que: “El derecho a la legítima defensa es evidentemente
un derecho fundamental del individuo, tal elemental y tan viejo como la propia condición humana y
el instinto de supervivencia (…). Es un derecho reconocido por el Estado a los particulares, no una
simple causal de exención de responsabilidad”. Para luego indicar que: “La legítima defensa como
derecho no debería ser elevado a la categoría de los derechos humanos porque esto podría dar lugar
a que se le hiciera prevalecer siempre sobre los otros, incluidos los derechos humanos propiamente
dichos” (las negritas son nuestras). Decimos que su posición no es clara, puesto que si se admite –como
lo hace el autor citado– que la legítima defensa es un derecho fundamental, debe concluirse que se
trata de un “derecho humano”, partiendo de la premisa que todo “derecho fundamental” es también
un “derecho humano” positivizado dentro de un ordenamiento jurídico determinado, se refieren a una
misma realidad ontológica, la única diferencia que se puede sostener se da solo en el plano formal, y
que por lo tanto en nada afecta a su consustancial naturaleza, así con la expresión “derechos humanos”
se hace alusión a los derechos de la persona reconocidos internacionalmente en los tratados o pactos,
y con la expresión “derechos fundamentales”, se hace referencia a esos mismos derechos de la persona
recogidos y vigentes en el ordenamiento nacional. Sobre esto, y especialmente sobre la identidad
existente en el ordenamiento jurídico peruano de las expresiones “derechos humanos”, “derechos
fundamentales” y “derechos constitucionales”, véase ampliamente CASTILLO CÓRDOVA, Luis. Los
Derechos constitucionales. Elementos para una teoría general. 2ª edición, Palestra Editores, Lima, 2005,
p. 39 y ss.
292
Antijuridicidad: la legítima defensa
(526) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, Lima, Jurista Editores, 2012,
pp. 583 y 584.
(527) Sobre ello véase la exposición hecha por LUZÓN PEÑA, Diego-Manuel. Aspectos esenciales de la
legítima defensa. J.M. Bosch, Barcelona, 1978, p. 18 y ss.
(528) ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Tratado de Derecho Penal. Parte general. Tomo III, cit., p. 590.
(529) Véase una exposición detallada de cada una de estas posturas en LUZÓN PEÑA, Diego-Manuel. Aspectos
esenciales de la legítima defensa. Ob. cit., pp. 18-92. EL MISMO. “El doble fundamento de la legítima
defensa”. En: Cuadernos de política criminal. Nº 3, Madrid, 1977, p. 101 y ss. También JIMÉNEZ
DE ASÚA, Luis. Ob. cit., p. 58 y ss.
293
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(530) Cfr. WELZEL, Hans. Derecho Penal. Parte general. Traducción de Carlos Fontán Balestra, Buenos Aires:
Roque Depalma Editor, 1956, p. 91. JESCHECK, Hans-Heinrich. Ob. cit., p. 461. BACIGALUPO
ZAPATER, Enrique. Manual de Derecho Penal. Parte general, cit., p. 123. EL MISMO. Derecho Penal.
Parte general, cit. p. 359, num. 695. DONNA, Edgardo. Ob. cit., pp. 130, 138-139. BUSTOS RAMIREZ,
Juan y HORMAZÁBAL MALARÉE, Hernán. Ob. cit., p. 121. GARRIDO MONTT, Mario. Ob. cit.,
p. 128. VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Ob. cit., p. 535, num. 1197.
(531) Cfr. ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 608. MIR PUIG, Santiago. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 428.
BUSTOS RAMÍREZ, Juan y HORMAZÁBAL MALARÉE, Hernán. Ob. cit., p. 121. BACIGALUPO
ZAPATER, Enrique. Manual de Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 123. EL MISMO. Derecho Penal.
Parte general. Ob. cit. p. 358, num. 694. DONNA, Edgardo. Ob. cit., p. 130. CASTILLO GONZÁLEZ,
Francisco. La legítima defensa. Ob. cit, pp. 101-103. SANTOS, Juarez Cirino dos. Direito Penal. Parte
Geral. 5ª Edição. Conceito Editorial, Florianópolis, 2012, p. 223; VILLAVICENCIO TERREROS,
Felipe. Ob. cit., p. 535, num. 1197. VIILA ESTEIN. Ob. cit., p. 347. CARO CORIA, Dino Carlos.
Ob. cit., p. 673.
(532) LASCURAÍN SÁNCHEZ, Juan Antonio. Ob. cit., p. 312.
(533) JESCHECK, Hans-Heinrich. Ob. cit., p. 460.
(534) VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Ob. cit., p. 535, num. 1197.
(535) Cfr. BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit. p. 359, num. 695.
JESCHECK, Hans-Heinrich. Ob. cit., p. 460. ARMAZA GALDOS, Julio. Ob. cit., p. 45.
294
Antijuridicidad: la legítima defensa
(536) BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit. p. 360, num. 695. Al
respecto señala GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal económico. Parte general, cit., p. 623: “Se
trata concretamente de una organización responsable del agresor que amenaza la esfera de organización
del defensor (agresión ilegítima del art. 20, inc. 3, literal a del Código Penal). La competencia de esta
incorrecta organización recae sobre el agresor, de manera que a este se le imputa los deberes de tolerancia
de la acción de defensa”. GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, Jurista
Editores, Lima, 2012, p. 583.
(537) LASCURAÍN SÁNCHEZ, Juan Antonio. Ob. cit., p. 312.
295
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
296
Antijuridicidad: la legítima defensa
297
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(546) REVILLA LLAZA, Percy. “Derecho a la legítima defensa” (comentario al art. 2, inc. 23 de la
Constitución). En: La Constitución comentada. Tomo I, 2ª edición, Gaceta Jurídica, Lima, 2013,
p. 343.
298
Antijuridicidad: la legítima defensa
(547) Cfr. ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 611. JAKOBS, Günther. Ob. cit., p. 458. JESCHECK, Hans-Heinrich.
Ob. cit., p. 461. VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Fernando. Ob. cit., p. 6. BACIGALUPO ZAPATER,
Enrique. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit. p. 360, num. 696. POLITOFF LIFSCHITZ, Sergio/
MATUS ACUÑA, Jean Pierre/RAMÍREZ, María Cecilia. Ob. cit., p. 215. FONTÁN BALESTRA, Carlos.
p. 283. VÁSQUEZ SHIMAJUKO, Carlos Shikara. “Las agresiones extrapenales en la legítima defensa”.
En: Revista Peruana de Doctrina y Jurisprudencia Penales. Nº 2, Lima, 2001, p. 650. VILLAVICENCIO
TERREROS, Felipe. Ob. cit., p. 537, num. 1200. CASTILLO ALVA, José Luis. Derecho Penal. Parte
especial I. Lima: Grijley, 2008, p. 180. GARCÍA CAVERO, Percy. Lecciones de Derecho Penal. Parte
general. Ob. cit., p. 480. HURTADO POZO, José. Ob. cit., p. 525, num. 1367. ARMAZA GALDOS,
Julio. Ob. cit., pp. 51-52.
(548) CARO CORIA, Dino Carlos. Ob. cit., p. 674.
(549) Cfr. SOLER, Sebastián. Derecho Penal argentino I. Actualizado por Guillermo Fierro, 5ª edición,
10ª reimpresión, Buenos Aires: Tipográfica Editora Argentina, 1992, pp. 447-448. DONNA, Edgardo.
Ob. cit., p. 144. ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 611. WELZEL, Hans. Derecho Penal. Parte general, cit.,
p. 91. CAPEZ, Fernando. Ob. cit., p. 306. POLITOFF LIFSCHITZ, Sergio; MATUS ACUÑA, Jean
Pierre y RAMÍREZ, María Cecilia. Ob. cit., p. 216. GARRIDO MONTT, Mario. Ob. cit., p. 130.
CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. cit., pp. 180-181. VÁSQUEZ SHIMAJUKO, Carlos Shikara. Ob.
cit., p. 652. VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Ob. cit., p. 538, num. 1201. HURTADO POZO,
José. Ob. cit., p. 525, num. 1367.
(550) Véase: GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, Jurista Editores, Lima, 2012,
p. 584.
(551) ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 611.
(552) En este sentido ARMAZA GALDOS, Julio. Ob. cit., p. 52.
299
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(553) Así, véase por todos, ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 611: “Tampoco puede considerarse agresoras a las
personas jurídicas, porque las mismas no pueden actuar en el sentido del derecho penal y no son
asequibles a la eficacia preventivo general y del prevalecimiento del Derecho. Por tanto no se puede
actuar en legítima defensa frente a una asociación, una sociedad anónima o el Estado. Pero en cambio,
por supuesto que sí existe derecho a la legítima defensa frente a los órganos humanos de la persona
jurídica (p.ej. funcionarios o policías), cuando actúen antijurídicamente”.
(554) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal económico. Parte general. Ob. cit., p. 626. BAIGÚN, David.
La responsabilidad penal de las personas jurídicas. Ensayo de un nuevo modelo teórico. Buenos Aires:
Depalma, 2000, p. 106 y ss. admite la legítima defensa entre personas jurídicas: “La agresión parte
–como se estudia en todos los manuales– de un ser humano, pero bien puede suceder que la actividad
de ataque sea decidida por una persona jurídica, verbigracia, un acto de contaminación realizado en
una zona marítima que se encuentra al cuidado de otra empresa, encargada de la depuración de las
aguas; la calidad de persona jurídica del agresor no modifica el diseño pues, como se ha visto, la acción
institucional funciona de modo equivalente a la acción humana; si aceptamos la equiparación, el primer
requisito de la defensa necesaria, a no dudarlo, está presente; claro que estos ejemplos son excepcionales
y que pueden resolverse a través del estado de necesidad –al igual que en los casos en que el ataque se
origina en un animal o un hecho de la naturaleza– si mantenemos en forma estricta la exigencia de que
el ataque provenga de un ser humano. Pero aceptada la entidad cualitativamente diferente de la acción
institucional, no vemos obstáculo alguno en que la persona jurídica puede ser agresora”.
(555) Cfr. JAKOBS, Günther. Ob. cit., p. 467. DONNA, Edgardo. Ob. cit., p. 145. SILVESTRONI, Mariano. Ob.
cit., p. 297. BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit. p. 360, num. 696.
VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Fernando. Ob. cit., p. 7. BUSTOS RAMÍREZ, Juan/HORMAZÁBAL
MALARÉE, Hernán. Ob. cit., pp. 123-124. MUÑOZ CONDE, Francisco/GARCÍA ARÁN, Mercedes.
Ob. cit., p. 367. CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. cit., p. 182. VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe.
Ob. cit., p. 538, num. 1203. PÉREZ LÓPEZ, Jorge/SANTILLÁN LÓPEZ, Kely. “Presupuestos de la
300
Antijuridicidad: la legítima defensa
legítima defensa en el Código penal peruano”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 14, Gaceta
Jurídica, Lima, 2010, p. 48. En contra GARRIDO MONTT, Mario. Ob. cit., p. 130, quien no acepta
que una omisión pueda dar lugar a una legítima defensa.
(556) Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte General. 2ª edición, Jurista Editores, Lima, 2012,
p. 584.
(557) Consideran que solo la comisión por omisión puede fundar una legítima defensa y no una omisión
propia: ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 614. WELZEL, Hans. Derecho Penal alemán. Traducción de Juan
Bustos Ramírez y Sergio Yáñez Pérez, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 1970, p. 122.
(558) HURTADO POZO, José. Ob. cit., pp. 526, num. 1368.
(559) Ídem.
301
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(560) Véase ZAFFARONI, Eugenio/ALAGIA, Alejandro/SLOKAR, Alejandro. Ob. cit., p. 620. CASTILLO
ALVA, José Luis. Ob. cit., p. 183.
(561) Cfr. DONNA, Edgardo. Ob. cit., p. 145. ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 612. WELZEL, Hans. Derecho
Penal alemán. Ob. cit., p. 123. VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Ob. cit., p. 539, num. 1204.
CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. cit., p. 182. LASCURAÍN SÁNCHEZ, Juan Antonio. Ob. cit., p. 316.
VÁSQUEZ SHIMAJUKO, Carlos Shikara. Ob. cit., p. 653. BUSTOS RAMÍREZ, Juan/HORMAZÁBAL
MALARÉE, Hernán. Ob. cit., p. 123. Quienes señalan “Una defensa, tanto desde el punto de vista
del principio de protección como del de mantenimiento del orden jurídico, ha de poder ejercerse
tanto si es dolosa como si es imprudente. En ambos casos, se pone en peligro un bien jurídico, que
es lo fundamental para definir el concepto de agresión”. En contra: GARRIDO MONTT, Mario.
Ob. cit., p. 130. ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Tratado de Derecho Penal. Parte general, T. III, cit.,
p. 597. ZAFFARONI, Eugenio; ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro. Ob. cit., pp. 619-620.
LUZÓN PEÑA, Diego-Manuel. Aspectos esenciales de la legítima defensa. Ob. cit., p. 179. JIMÉNEZ
DE ASÚA, Luis. Ob. cit., p. 178.
(562) Cfr. ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 612. LASCURAÍN SÁNCHEZ, Juan Antonio. Ob. cit., p. 316. CASTILLO
ALVA, José Luis. Ob. cit., p. 183. VÁSQUEZ SHIMAJUKO, Carlos Shikara. Ob. cit., p. 652.
(563) CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. cit., p. 183.
302
Antijuridicidad: la legítima defensa
(564) Cfr. HURTADO POZO, José. Ob. cit., p. 527, num. 1371. VÁSQUEZ SHIMAJUKO, Carlos Shikara. Ob.
cit., p. 658. MUÑOZ CONDE, Francisco/GARCÍA ARÁN, Mercedes. Ob. cit., p. 368. VELÁSQUEZ
VELÁSQUEZ, Fernando. Ob. cit., pp. 10-11. ZAFFARONI, Eugenio/ALAGIA, Alejandro/SLOKAR,
Alejandro. Ob. cit., p. 620.
(565) Cfr. JAKOBS, Günther. Ob. cit., p. 463. ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 615. MIR PUIG, Santiago. Derecho
Penal. Parte general, cit., p. 433.
(566) Véase ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 615. HURTADO POZO, José. Ob. cit., pp. 527-528, num. 1372.
303
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
304
Antijuridicidad: la legítima defensa
(572) ZAFFARONI, Eugenio; ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro. Ob. cit., p. 615.
(573) HURTADO POZO, José. Ob. cit., pp. 528-529, num. 1374.
(574) ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 617.
(575) JAKOBS, Günther. Ob. cit., p. 463.
305
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(576) Como ha señalado con claridad LAFFITE, Fernando. Ob. cit., p. 84: “La agresión puede revestir dos
formas, una de ellas es el ataque que se está perpetrando en ese momento y del que es preciso defenderse
a través de un contraataque instantáneo. La otra referida a un acontecimiento que está por materializarse
de un momento a otro, es decir, en forma inminente y del que se puede defender tratando de evitar
que se produzca”.
(577) BUSTOS RAMÍREZ, Juan/HORMAZÁBAL MALARÉE, Hernán. Ob. cit., p. 124.
(578) Véase ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 619.
(579) HURTADO POZO, José. Ob. cit., p. 529, num. 1375.
(580) En esta perspectiva DONNA, Edgardo. Ob. cit., p. 148, señala que: “(…) el agredido no debe esperar a
ser atacado para defenderse, por lo que lo decisivo es el comienzo inmediato de la agresión, que puede
abarcar la última etapa de la preparación, situación esta permitida por la ley al aceptar la defensa, tanto
para impedirla como para repelerla”. Véase también GARRIDO MONTT, Mario. Ob. cit., p. 131.
(581) JAKOBS, Günther. Ob. cit., pp. 468-469.
306
Antijuridicidad: la legítima defensa
(582) Como afirma SOLER, Sebastián. Ob. cit., p. 448: “La agresión ilegítima puede o no consistir en un
acto súbito e instantáneo, y crear, en cambio, un estado durable de peligro, en cuyo caso, si bien el
acto agresivo inicial puede haber pasado, no podría negarse que la agresión es presente y que subsiste
mientras subsiste el peligro”.
(583) ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Tratado de Derecho Penal. Parte general. Tomo III. Ob. cit., p. 603.
(584) ZAFFARONI, Eugenio; ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro. Ob. cit., p. 623.
(585) Véase ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 619.
(586) CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. cit., p. 187.
307
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
308
Antijuridicidad: la legítima defensa
(589) Véase ampliamente ROXIN, Claus. “Acerca del error en el Derecho Penal”. En: ROXIN, Claus. Problemas
actuales de dogmática penal. Traducción de Manuel Abanto Vásquez, Ara Editores, Lima, 2004,
p. 142 y ss.
309
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(590) Criticando esta posición doctrinaria ZAFFARONI, Eugenio; ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro.
Ob. cit., pp. 617-618, sostienen que: “Incluso se sostiene que los bienes de la comunidad tampoco son
susceptibles de defensa, aduciendo que admitir lo contrario otorgaría al ciudadano el poder de policía,
afectando el monopolio de la violencia legítima del estado. Se trata de una tendencia contradictoria:
mientras se multiplican los tipos penales que afirman tutelar bienes jurídicos colectivos, esas conductas
típicas no se consideran agresiones ilegítimas a los efectos del ejercicio del derecho de defensa, cuando
el estado no puede hacerlo eficazmente. (…) es bastante claro que esta tendencia pretende excluir de
la legítima defensa todos los derechos humanos llamados de segunda y tercera generación: estos serían
meras declaraciones, que el estado puede no respetar, sin que el ciudadano pueda oponerle ninguna
resistencia a su lesión; es decir, serían manifestaciones de buena voluntad de los estados escritas en sus
constituciones y en los tratados internacionales. Desde el punto de vista de un derecho penal liberal y
reductor, no se concibe que haya ningún bien jurídico radicalmente excluido de toda forma de defensa
legítima, pues en tal caso no sería un bien jurídico”.
(591) Véase GARCÍA CAVERO, Percy. Lecciones de Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 481. También
BRAMONT ARIAS TORRES, Luis Miguel. Ob. cit., pp. 280-281, quien propone el siguiente ejemplo:
“Podría darse una situación en la cual ‘A’ esté vertiendo residuos tóxicos en un río contaminando así
la flora y la fauna, al ver esto ‘B’ decide intervenir, por lo que le da un golpe dejándolo inconsciente e
impidiendo que siga contaminando. Al despertar ‘A’ denuncia a ‘B’ por lesiones graves, ¿Podría alegar
‘B’ que actuó en legítima defensa? Si examinamos el Código Penal, este establece como presupuesto
para la legítima defensa la actuación a favor de uno mismo y de terceros, en este caso se defiende tanto
a él como a terceros porque el bien jurídico medioambiente pertenece a todos. Entre los requisitos
objetivos se requiere: una agresión ilegítima, la cual viene constituida por el actuar contaminante de
‘A’; necesidad racional del medio empleado para impedirla, si ‘A’ no se detuvo frente a la interpelación
de ‘B’, el darle un golpe para impedir que siga contaminando el medio ambiente pude ser calificado
como racional; falta de provocación, obviamente en el caso no existe provocación porque ‘B’ en ningún
momento insto a ‘A’ a que lo agreda a él o al medio ambiente”.
310
Antijuridicidad: la legítima defensa
(592) Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy. Lecciones de Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 481. ROXIN,
Claus. Ob. cit., p. 662.
(593) Véase ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 664 y ss. HURTADO POZO, José. Ob. cit., p. 534, num. 1388.
(594) Véase VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Fernando. Ob. cit., p. 17.
(595) Véase ROXIN, Claus. Ob. cit., pp. 666-667.
311
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
312
Antijuridicidad: la legítima defensa
Enrique. Derecho Penal. Parte General. Ob. cit. p. 369, nums. 715-716. HURTADO POZO, José. Ob.
cit., pp. 534-535, num. 1390. VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Ob. cit., p. 542, num. 1212.
CARO CORIA, Dino Carlos. Ob. cit., p. 682.
(602) De este parecer, GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte General. 2ª edición, Jurista Editores,
Lima, 2012, p. 590.
(603) Con ello corregimos nuestra anterior posición sostenida en: VILLEGAS PAIVA, Elky Alexander.
“Elementos configurativos de la legitima defensa en el Derecho Penal peruano”. En: Gaceta Penal &
Procesal Penal. Tomo 24, Gaceta Jurídica, Lima, junio de 2011, p. 100.
313
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
314
Antijuridicidad: la legítima defensa
(607) Señala CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. cit., p. 209, nota 742, que solo al personal profesional, con
preparación, con experiencia o altamente calificado en el manejo de armas se le puede exigir –incluso
con matices y limitaciones obvias– el realizar una maniobra de inmovilización como la planteada.
(608) Véase CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. cit., p. 201.
(609) Cfr. ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 631. WELZEL, Hans. Derecho Penal alemán. Ob. cit., p. 125. MIR
PUIG, Santiago. Derecho Penal. Parte General. Ob. cit., p. 436. MUÑOZ CONDE, Francisco y GARCÍA
ARÁN, Mercedes. Ob. cit., p. 370. LASCURAÍN SÁNCHEZ, Juan Antonio. Ob. cit., p. 320. BUSTOS
RAMÍREZ, Juan y HORMAZÁBAL MALARÉE, Hernán. Ob. cit., p. 129. ZAFFARONI, Eugenio
Raúl. Tratado de Derecho Penal. Parte General. Tomo III, cit., p. 614. ZAFFARONI, Eugenio; ALAGIA,
Alejandro y SLOKAR, Alejandro. Ob. cit., p. 616. HURTADO POZO, José. Ob. cit., p. 535, num. 1392.
VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Ob. cit., p. 542, num. 1212. CARO CORIA, Dino Carlos. Ob.
cit., p. 682. GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte General. 2ª edición, Jurista Editores, Lima,
2012, p. 590.
(610) CEREZO MIR, José. Curso de Derecho Penal español. Parte General II. Teoría jurídica del delito.
6ª edición, Tecnos, Madrid, 2004, p. 234.
(611) CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. cit., pp. 191-192.
(612) ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 632.
315
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
316
Antijuridicidad: la legítima defensa
317
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(619) Cfr. HURTADO POZO, José. Ob. cit., p. 541, num. 1405. ZAFFARONI, Eugenio; ALAGIA, Alejandro
y SLOKAR, Alejandro. Ob. cit., p. 624. SOLER, Sebastián. Ob. cit., p. 454. FONTÁN BALESTRA,
Carlos. p. 291. SILVESTRONI, Mariano. Ob. cit., p. 298. POLITOFF LIFSCHITZ, Sergio/MATUS
ACUÑA, Jean Pierre y RAMÍREZ, María Cecilia. Ob. cit., p. 222. BACIGALUPO ZAPATER, Enrique.
Derecho Penal. Parte general. Ob. cit. p. 370, num. 717.
(620) Así, HURTADO POZO, José. Ob. cit., p. 541, num. 1406.
(621) BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit. p. 370, num. 718.
(622) ZAFFARONI, Eugenio/ALAGIA, Alejandro/SLOKAR, Alejandro. Ob. cit., p. 625.
318
Antijuridicidad: la legítima defensa
319
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
a una dama para que se siente(628)) o inmoral (v. gr. la infidelidad entre
novios), el asumir comportamientos extraños, etc.
La provocación puede ser intencional o imprudente. En el primer
caso se da cuando alguien provoca a otro para que realice una agresión
y, así poder hacerle daño bajo la cobertura de la legítima defensa(629).
Aquí la doctrina considera que debe excluirse totalmente la legítima
defensa en la medida en que la supuesta agresión ha sido querida y se
buscó deliberadamente por el accionar del provocador(630). El provo-
cador realiza una conducta o ejecuta una serie de maniobras que ma-
nipulan la situación típica de la legítima defensa a su favor y que su-
pone una asunción consciente del riesgo.
En los casos de provocación imprudente, en tanto la persona no
tuvo la intención de aprovecharse de la supuesta agresión de la que es
víctima para lesionar los bienes jurídicos del agresor, no necesariamente
desaparece por completo la necesidad de legítima defensa. Sin embar-
go, se plantean restricciones normativas que se vinculan con la necesa-
ria responsabilidad por sus hechos imprudentes que obliga a mantener
cierta tolerancia –dentro de los límites de la proporcionalidad– frente
a las agresiones de terceros que uno genera y provoca(631). En estos ca-
sos se recomienda eludir la agresión, apaciguar la situación, más que
enfrentarla, buscar ayuda de terceros, solo realizar una defensa pasiva
(no ofensiva) o tolerar daños y lesiones de poca entidad. El fundamen-
to se encuentra, siguiendo a Jakobs(632), en la aplicación del criterio de
la injerencia por el cual quien ha creado un peligro o un conflicto tie-
ne que soportarlo o, por lo menos compartirlo, pues no se puede asig-
nar enteramente a una persona.
5. Elemento subjetivo de la legítima defensa
Tal como hemos sostenido al momento de referirnos al aspecto
subjetivo del autor una causa de justificación en general, se tiene que
320
Antijuridicidad: la legítima defensa
321
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(636) Ídem.
(637) Ubica el problema dentro de los límites ético-sociales de la legítima defensa: PERDOMO TORRES, Jorge
Fernando. ¿Las relaciones familiares y análogas como límites al Derecho de legítima defensa? En: InDret.
Revista para el análisis del Derecho, Nº 1/2008, Universidad Pompeu Fabra, Barcelona, 2008, p. 2.
(638) Encuadra el problema dentro de las restricciones normativas a la legítima defensa: CASTILLO ALVA,
José Luis. Derecho Penal. Parte Especial I. Grijley, Lima, 2008, p. 206.
(639) Tales agresiones se pueden presentar tanto en una relación de enamorados, concubinos o esposos, sin
embargo consideramos que en una relación de enamorados no existe posición de garante por parte
de alguno de ellos, entonces no se puede plantear una restricción a la legítima defensa en base a una
posición de garantía que en tal situación no existe. El problema de restricciones a la legítima defensa se
suscita en los casos de esposos o concubinos, por darse en dichas situaciones una posición de garante.
(640) Las estadísticas a nivel internacional demuestran que la violencia contra las mujeres en el ámbito
intrafamiliar es un fenómeno común. Según el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Estudio multi-país de la OMS sobre salud de la mujer y violencia doméstica, Organización Mundial de
la Salud-Departamento Género, Mujer y Salud, Ginebra, 2005. demuestra que en el mundo, una de
cada seis mujeres es víctima de violencia en el hogar. La investigación se basó en entrevistas realizadas
durante siete años a 24.000 mujeres de diez países: Bangladesh, Brasil, Etiopía, Japón, Namibia, Perú,
Samoa, Serbia y Montenegro, Tailandia y la República de Tanzania.
322
Antijuridicidad: la legítima defensa
cuenta que entre agresor y agredido existe de por medio deberes espe-
ciales de protección y solidaridad.
En esta constelación de casos el problema radica –en palabras de
Hurtado Pozo– en “saber en qué medida uno de ellos puede ejercer su
derecho a la legítima defensa cuando es agredido o amenazado por el
otro. Dicho de otra manera, de qué clase de agresión debe tratarse para
aceptar que el deber de solidaridad del agredido ha desaparecido”(641).
En el presente trabajo trataremos brevemente el problema ex-
puesto, con la intención de entrar en la discusión de tan importante
tema, que sin embargo la doctrina nacional no le ha dado la atención
que merece.
Al respecto una fuerte postura doctrinal, basándose en que en las
relaciones de garantía existe una obligación de sacrificio más elevada,
plantea que la víctima debe procurar desviar el ataque o aceptar me-
noscabos leves a sus bienes, antes de lesionar intereses existenciales del
agresor(642). Se sostiene que el agredido debe recurrir a medios estric-
tamente defensivos como parar el golpe, encerrarse en la habitación o
a la retirada prudente(643).
En la misma línea Bacigalupo Zapater afirma que: “Asimismo se
excluye el derecho de defensa necesaria en los casos de estrechas rela-
ciones personales (padres-hijos; esposos; comunidad de vida, etcéte-
ra). Ello solo significa que en estos casos debe recurrirse, ante todo, al
medio más suave, aunque sea inseguro. Por ejemplo: el marido no tie-
ne derecho a matar a su mujer para impedir que esta lo abofetee”(644).
(641) HURTADO POZO, José. Manual de Derecho Penal. Parte general. Tomo I, 4ª edición, Idemsa, Lima,
2011, p. 520, num. 1438.
(642) Así véase JAKOBS, Günther. Derecho Penal. Parte general. Fundamentos y teoría de la imputación.
Traducción de Joaquín Cuello Contreras y José Luis Serrano Gonzáles de Murillo. 2ª edición, Marcial
Pons, Madrid, 1997, pp. 488-489.
(643) Véase CEREZO MIR, José. Curso de Derecho Penal español. Parte general II-Teoría jurídica del delito.
6ª edición, Tecnos, Madrid, 2004, p. 239.
(644) BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Derecho Penal. Parte general, 2ª edición, Hammurabi, Buenos Aires,
1999, p. 371, num. 720. En similar sentido, véase JESCHECK, Hans–Heinrich. Tratado de Derecho
Penal. Parte General. 4ª edición. Traducción de José Luis Manzanares Samaniego. Comares, Granada,
1993, pp. 310-311. Jescheck sostiene que en el caso de estrechas relaciones personales, “el deber de
actuar consideradamente y preservar de daño a la otra parte es aquí tan destacado que el agredido no
puede emplear un medio defensivo posiblemente mortal, cuando, por su lado, solo tiene que temer
una lesión corporal leve”.
323
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(645) Véase: GARCÍA CAVERO, Percy. Lecciones de Derecho Penal. Parte general. Grijley, Lima, 2008,
p. 482; GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, Jurista Editores, Lima,
2012, p. 592.
(646) En este sentido STRATENWERTH, Günter. Derecho Penal. Parte general I. El hecho punible, 4ª edición,
traducción de Manuel Cancio Meliá y Marcelo A. Sancinetti, Hummurabi, Buenos Aires, 2005, p. 240.
(647) Cfr. PERDOMO TORRES, Jorge Fernando. ¿Las relaciones familiares y análogas como límites al
Derecho de legítima defensa? En: InDret. Revista para el análisis del Derecho. Nº 1/2008, Universidad
Pompeu Fabra, Barcelona, 2008, p. 14.
324
Antijuridicidad: la legítima defensa
(648) Cfr. HURTADO POZO, José. Ob. cit., p. 520, num. 1438; PERDOMO TORRES, Jorge Fernando.
Ob. cit, p. 15.
(649) HURTADO POZO, José. Ob. cit., p. 520, num. 1438.
(650) CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. cit., p. 208.
(651) PERDOMO TORRES, Jorge Fernando. Ob. cit, p. 15.
325
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(652) Decimos en determinados casos de violencia familiar, porque el problema de las restricciones al ejercicio
de la legítima defensa solo se presenta cuando se verifica de por medio deberes de garantía, lo que no
acontece en todos los supuestos de violencia intrafamiliar que regula la ley sobre la materia en el Perú:
Ley N° 26260-Ley de Protección frente a la Violencia Familiar.
(653) ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte General. Tomo I. Fundamentos. La estructura de la teoría del delito.
Traducción de la 2ª edición alemana por Diego-Manuel Luzón Peña, Miguel Díaz y García Conlledo y
Javier de Vicente Remesal. Civitas, Madrid, 1997, p. 652.
(654) DI CORLETO, Julieta. “Mujeres que matan. Legítima defensa en el caso de las mujeres golpeadas”.
En: Revista de Derecho Penal y Procesal Penal. Nº 5, Lexis Nexis, Buenos Aires, mayo de 2006.
326
Antijuridicidad: la legítima defensa
(655) Cfr. GANZENMÜLLER ROIG, Carlos; ESCUDERO MORATALLA, José y FRIGOLA VALLINA,
Joaquín. La violencia doméstica. Regulación legal y análisis sociológico y multidisciplinar. J.M. Bosch,
Barcelona, 1999, p. 49 y ss.; GIL RODRÍGUEZ, Patricia y LLORET AYTER, Imma. La violencia de
género. UOC, Barcelona, 2007, p. 46 y ss.; GROSMAN, Cecilia y otros. Violencia en la familia, la
relación de pareja, aspectos sociales, psicológicos y jurídicos. 2ª edición, Editorial Universidad, Buenos
Aires, 1992, p. 70 y ss.; SERNAM. Perspectiva psicosocial y jurídica de la violencia intrafamiliar. Primer
manual de Trabajo, Universidad de Chile, Santiago de Chile, 1994; p. 42 y ss.; LA ROSA CALLE, Javier
y ARDITO VEGA, Wilfredo. Violencia familiar en la Región Andina. Análisis comparado de la legislación.
Instituto de Defensa Legal, Lima, 2004, p. 24 y ss.; ERNESTO CHIESA, Luis. “Mujeres maltratadas
y legítima defensa: la experiencia anglosajona”. En: Revista Penal. Nº 20, La Ley, Barcelona, 2007,
p. 51 y ss.
327
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
328
Antijuridicidad: la legítima defensa
(656) DI CORLETO, Julieta. “Mujeres que matan. Legítima defensa en el caso de las mujeres golpeadas”.
En: Revista de Derecho Penal y Procesal Penal. Nº 5, Lexis Nexis, Buenos Aires, mayo de 2006.
329
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
Así por ejemplo, debe ser tomado en cuenta para valorar la inmi-
nencia o actualidad de la agresión el ciclo de maltrato que sufre la víc-
tima y, que hemos hecho mención líneas arriba (acumulación de ten-
sión, episodio violento y fase de luna de miel o manipulación afectiva).
Y es que en efecto, en algunos casos de mujeres golpeadas, no es tan
fácil definir cuándo se está frente al fin de la agresión. En estos su-
puestos, se ha sugerido que el pasado de abuso sea utilizado para re-
definir en forma adecuada el concepto de “inminencia” o para evaluar
la razonabilidad de la percepción de la agresión como inminente(657).
Otra cuestión a resolver es hasta qué punto los supuestos objetivos
pueden ser reemplazados por creencias o valoraciones de la persona
que se defiende. Asimismo valorar qué variables se tendrán en cuenta
para juzgar, por un lado, la concurrencia efectiva del peligro, y por el
otro, las valoraciones realizadas por la persona defendida respecto de
dicho riesgo. En relación con esta segunda cuestión, un aspecto sobre
el cual corresponde indagar es qué percepción tuvo la persona acusa-
da respecto de la inminencia y gravedad de la conducta lesiva, tenien-
do en cuenta los abusos sufridos con anterioridad.
(657) En cuanto a esta cuestión, un caso de difícil resolución es el de la mujer que mata a su marido golpeador
mientras este duerme. Vale esta nota a pie para mencionar dos de los casos que en los Estados Unidos
de Norteamérica han generado grandes debates. El primero es el caso de Peggy Stewart, quien en 1986
mató a su marido de un disparo mientras dormía. Desde el primer año de su matrimonio en 1974,
Peggy Stewart había sido víctima de violencia y las agresiones habían ido en aumento, hasta alcanzar
incluso ataques con palos y armas de fuego. Los abusos afectaron también a una de sus hijas quien sufrió
agresiones sexuales y fuertes presiones psicológicas. En razón de los golpes recibidos, Peggy Stewart
fue hospitalizada en varias ocasiones. El día del hecho, Stewart había sido obligada a practicar sexo
oral en varias oportunidades y su marido la había amenazado de muerte. Durante el juicio la defensa
solicitó que el jurado recibiera instrucciones sobre la aplicación de la legítima defensa. En instancia de
apelación, la Corte, por mayoría, resolvió que no correspondía dar instrucciones sobre legítima defensa
en razón de que no era razonable que una mujer golpeada temiera una agresión inminente para su
vida cuando su marido estaba durmiendo. Aceptar esa posibilidad, sostuvo la Corte, era tanto como
permitir una ejecución extrajudicial. Por su parte, el voto de la minoría argumentó que la opinión de
la mayoría llevaba a negar la existencia de legítima defensa para los casos de privaciones ilegítimas de
la libertad o secuestros, en el supuesto de que el agresor armado se durmiera (State v Stewart, 243 Kan
639, 763 P2d 572, 1988) El segundo caso es el de Judy Norman. Durante su relación matrimonial,
Norman había sido sometida a todo tipo de tratos inhumanos. Su marido la golpeaba y la pateaba,
apagaba cigarrillos sobre su cuerpo, la privaba de alimentos, la trataba como a un perro y por ello le
daba comida para animales y la hacía comer en el piso. Judy Norman intentó buscar ayuda de la policía
y médicos, pero todo fue en vano. Una noche, después de haber sido amenazada de muerte, mató a
su marido mientras este dormía. Durante el juicio no se permitió que el jurado recibiera instrucciones
sobre la aplicación del estándar de legítima defensa. Para llegar a tal solución se sostuvo que la prueba
reunida no permitía argumentar que la acusada hubiera podido creer razonablemente que estaba frente
a un peligro grave o inminente para su integridad física o su vida (State v. Norman, 324 N.C. 253, 378
S.E.2d 8, 1989). Véase DI CORLETO, Julieta. “Mujeres que matan. Legítima defensa en el caso de las
mujeres golpeadas”. En: Revista de Derecho Penal y Procesal Penal, Nº 5, Lexis Nexis, mayo 2006.
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Antijuridicidad: la legítima defensa
(658) ERNESTO CHIESA, Luis. “Mujeres maltratadas y legítima defensa: la experiencia anglosajona”.
Ob. cit., p. 55.
(659) DI CORLETO, Julieta. “Mujeres que matan. Legítima defensa en el caso de las mujeres golpeadas”.
En: Revista de Derecho Penal y Procesal Penal. Nº 5, Lexis Nexis, mayo 2006.
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(660) ERNESTO CHIESA, Luis. “Mujeres maltratadas y legítima defensa: la experiencia anglosajona”. Ob.
cit., p. 57.
(661) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte General. 2ª edición, Jurista Editores, Lima, 2012,
p. 593.
(662) Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República. R.N. N° 4708-2009-Callao,
del 10 de junio de 2010 (magistrado ponente: San Martín Castro).
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Capítulo VI
Culpabilidad: el retraso mental como causa
de exclusión de imputabilidad penal
I. ASPECTOS GENERALES
La culpabilidad es el lugar donde se decide la imputación de res-
ponsabilidad personal a una persona por haber realizado una conducta
que pudo y debió abstenerse de realizar. En la graduación de la culpa-
bilidad entran en consideración el contexto personal y social de au-
tor(663), así como también los criterios de prevención general positiva(664).
Dado que el delito se basa en una acción, entonces la culpabilidad
o imputación personal como también se la denomina(665), toma como
presupuesto antropológico la libertad de las personas, y es que sin la
atribución de libertad al autor no es posible fundamentar la imputa-
ción del hecho delictivo como propio. En tanto se trata de una socie-
dad de personas, la culpabilidad jurídico-penal solo puede tener lugar
(663) Sobre tales criterios véase: GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, Jurista
Editores, Lima, 2012, pp. 628-631.
(664) CARO JOHN, José Antonio. Manual teórico- práctico de teoría del delito. Materiales de aplicación a la
investigación y judicialización de delitos cometidos en el ejercicio de la función pública. Ara Editores,
Lima, 2014, p. 31.
(665) Actualmente un sector doctrinal prefiere llamarla como imputación personal, por cuanto esta expresión
tiene la ventaja de que deja más en claro que en la segunda parte de la teoría del delito (la primera
parte lo conforma el injusto penal) se trata solo de atribuir (imputar) el desvalor del hecho penalmente
antijurídico a su autor: no se castiga una culpabilidad del sujeto, sino que solo se exige que el hecho
penalmente antijurídico, lo único que el Derecho desea prevenir (si puede), sea imputable a su autor. Así,
véase, MIR PUIG, Santiago. “Culpabilidad e imputación personal en la teoría del delito”. En: Estudios
penales: libro homenaje al profesor Luis Alberto Bramont Arias. Editorial San Marcos, Lima, 2003,
p. 217 y ss. En la doctrina nacional: VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Derecho Penal. Parte general.
3ª reimpresión de la 1ª edición, Grijley, Lima, 2010, p. 561 y ss. GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho
Penal económico. Tomo I- Parte general. 2ª edición, Grijley, Lima, 2007, pp. 620 y 621.
345
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(666) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, Jurista Editores, Lima, 2012,
p. 632.
(667) En este sentido GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal económico. Tomo I-Parte general. Ob. cit.,
p. 634, indica que: “La imputación personal significa que la persona posee la capacidad de expresar
individualmente un sentido comunicativo crítico frente al orden jurídico-penal y recibir, por tanto, la
imputación de hechos del sistema penal”.
(668) STRATENWERTH, Günter. Derecho Penal. Parte general I-el hecho punible. Traducción de la 2ª edición
alemana por Gladys Romero. Edersa, Madrid, 1982, p. 71, num. 184.
(669) Cfr. JESCHECK, Hans-Heinrich y WEIGEND, Thomas. Tratado de Derecho Penal. Parte general.
5ª edición, Comares, Granada 2002, pp. 460-461; MAURACH, Reinhart/ZIPF, Heinz. Derecho Penal.
Parte general. Tomo I. Teoría general del Derecho Penal y estructura del hecho punible. Traducción de
la 7ª edición alemana por Jorge Bofill Genzsch y Enrique Aimone Gibson. Astrea, Buenos Aires, 1994,
pp. 524 y 527 y ss.; BUSTOS RAMÍREZ, Juan. Obras completa. Tomo I, Derecho Penal. Parte general.
Ara Editores, Lima 2004, p. 1097 y ss.; MIR PUIG, Santiago. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit.,
p. 527; MUÑOZ CONDE, Francisco y GARCÍA ARÁN, Mercedes. Derecho Penal. Parte general.
4ª edición, Tirant lo Blanch, Valencia 2000, p. 408; BERDUGO GÓMEZ DE LA TORRE, Ignacio y otros.
Curso de Derecho Penal. Parte general. Experiencia, Barcelona, 2004, p. 317; CUELLO CONTRERAS,
Joaquín. El Derecho Penal español. Parte general. Nociones introductorias. Teoría del delito. 3ª edición,
Dykinson, Madrid, 2002, pp. 911-912; BACIGALUPO ZAPATER, Enrique. Principios de Derecho Penal.
Parte general. 4ª edición, Akal, Madrid, 1997, p. 306: HURTADO POZO, José. Manual de Derecho
Penal. Parte general I. 3ª edición, Grijley, Lima 2005, p. 610; VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe.
Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., p. 228, num. 486; en contra: GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho
Penal económico. Tomo I-Parte general. Ob. cit., p. 632. para quien dentro de la imputación personal
solamente deben quedar la imputabilidad y el conocimiento del ordenamiento jurídico como elementos
constitutivos de la culpabilidad material.
346
Culpabilidad: el retraso mental como causa de exclusión de imputabilidad penal
II. IMPUTABILIDAD
Debemos empezar por reconocer que la imputabilidad es una de
las categorías dogmáticas más controvertidas de la ciencia penal, en
tanto no admite criterios exactos de determinación(670), sin embargo,
en una perspectiva general y en términos jurídico-penales, podemos
sostener que en cuanto la culpabilidad supone un determinado desa-
rrollo o madurez de la personalidad y unas determinadas condiciones
biopsíquicas que permitan al autor conocer la lesividad material de su
comportamiento y su ilicitud, así como dirigir su voluntad conforme
a dicha comprensión, entonces, es a ese conjunto de condiciones o fa-
cultades mínimas requeridas para poder considerar a un sujeto culpa-
ble de la conducta antijurídica que ha realizado a lo que se denomina
imputabilidad(671).
En ese sentido, la imputabilidad es la capacidad de poder recibir
imputaciones penales, para lo cual se busca determinar que el autor,
en el momento del hecho, haya sido capaz de obrar responsablemente,
es decir, comprender que el hecho no está autorizado y determinarse
por esta comprensión(672) (abstenerse del hecho) al haber sido motiva-
do por la norma no autoritativa(673).
Ahora bien, si imputabilidad es la posibilidad que tiene la acción
de ser puesta a cargo del autor entonces imputable es la conducta que
(670) MARTÍNEZ GARAY, Lucía. La imputabilidad penal. Concepto, fundamento, naturaleza jurídica y
elementos. Tirant lo Blanch, Valencia, 2005, p. 15.
(671) COBO DEL ROSAL, Manuel y VIVES ANTÓN, Tomás. Derecho Penal. Parte general. 5ª edición, Tirant
lo Blanch, Valencia, 1999, p. 535.
(672) Cfr. BLANCO LOZANO, Carlos. Tratado de Derecho Penal español. Tomo I. El sistema de la parte
general. Volumen I, fundamentos del Derecho Penal español: las consecuencias jurídico-penales. J.M.
Bosch, Barcelona, 2004, p. 898.; DÍAZ PALOS, Francisco. Teoría general de la imputabilidad. J.M.
Bosch, Barcelona, 1965, p.138.
(673) Cfr. GIMBERNAT ORDEIG, Enrique. ¿Tiene un futuro la dogmática jurídico penal? En: GIMBERNAT
ORDEIG, Enrique. Estudios de Derecho Penal. 3ª edición, Tecnos, Madrid, 1990, p. 157.
347
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
solo se puede poner a cargo del autor cuando este tiene capacidad psí-
quica para comprender su antijuridicidad y para adecuar su comporta-
miento a esa comprensión(674). Y a contrario sensu será llamado inim-
putable la persona que carece de suficientes facultades mentales y de
la capacidad de la motivación, al momento de realizar la conducta tí-
pica, que le impide comprender su acción u omisión en los términos
establecidos por la ley penal; por ese motivo se le considera carente
de culpabilidad en sus actos(675).
En esa línea, se suele decir que la imputabilidad es la capacidad de
culpabilidad(676), entendido esto como “la capacidad de un sujeto para
poder soportar el juicio de reproche que representa la condena, por
haber cometido un hecho típico y antijurídico”(677), en otras palabras
como ya hemos dicho es la capacidad de poder recibir imputaciones
penales, lo que en buena cuenta significa que una persona se encuentra
en la capacidad para poder responder jurídicamente por sus acciones.
La imputabilidad requiere de dos elementos: primero, la capa-
cidad de comprender la desaprobación jurídico-penal (conocimiento
del injusto), y, segundo, la capacidad de dirigir el comportamiento de
acuerdo con esa comprensión (exigibilidad de otra conducta). Estos
elementos son recogidos en el CP de 1991, cuando se hace alusión al
poseer la facultad de comprender el carácter delictuoso de su acto o
para determinarse según esa comprensión.
Ahora bien, si al agente no le es posible entender que lo que está
haciendo se halla prohibido en la ley penal o que no existe mandato
de actuación, entonces no le será invocable la exigencia de que se au-
todetermine conforme a la prohibición. Sin embargo, puede suceder
que aun cuando pueda comprender la prohibición tampoco le sea exi-
gible que se determine conforme a ella, es decir, puede tener una per-
fecta capacidad de comprensión de la antijuridicidad –e incluso efectiva
(674) Cfr. ZAFFARONI, Eugenio; ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro. Derecho Penal. Parte general.
2ª edición, Ediar, Buenos Aires, 2002, p. 690.
(675) ALLER MAISONNAVE, Germán. Peligrosidad y Derecho Penal. Violencia y peligrosidad en la sociedad
de hoy. Reflexiones educativo-preventivas basadas en la experiencia de destacados profesionales.
Dr. Daniel Maltzman Pelta (editor) Montevideo, 2002, p. 11.
(676) Cfr. ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte general. Tomo. I. Fundamentos-la estructura de la teoría del
delito. Ob. cit., p. 819 y ss.
(677) BAJO FERNÁNDEZ, Miguel. Tratamiento jurídico-penal de los trastornos de la personalidad. En:
<www.miguelbajo.com>; (consultado el 10/05/2012).
348
Culpabilidad: el retraso mental como causa de exclusión de imputabilidad penal
(678) ZAFFARONI, Eugenio; ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro. Derecho Penal. Parte general.
Ob. cit., p. 690.
(679) ROJAS VARGAS, Fidel. “La inimputabilidad o incapacidad de culpabilidad: el caso de los esquizofrénicos
paranoides”. En: ROJAS VARGAS, Fidel. Derecho Penal. Estudios fundamentales de la Parte General
y Especial. Gaceta Jurídica, Lima, 2013, p. 100.
349
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(680) GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal. Parte general. 2ª edición, Jurista Editores, Lima, 2012,
p. 634.
(681) Cfr. JAKOBS, Günther. Derecho Penal. Parte general, Fundamentos y teoría de la imputación. Traducción
de la 2ª edición alemana por Joaquín Cuello Contreras, José Luis Serrano Gonzáles de Murillo, Marcial
Pons, Madrid, 1997, p. 630; ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte general. Tomo I. Fundamentos-la
estructura de la teoría del delito. Ob. cit., p. 823; GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal económico.
Tomo I-Parte general. Ob. cit., p. 632; VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Derecho Penal. Parte
general. Ob. cit., pp. 595-596, sostiene que “la capacidad de motivación o posibilidad de anormalidad
motivacional del sujeto, es de naturaleza normativa y no debe confundirse con una explicación médico
o psiquiátrica, aunque algunos de sus conceptos requieren el soporte de las explicaciones de la ciencia
(…), por ende, el juicio de imputabilidad no es de carácter abstracto penal sino siempre individual y
concretado a una situación determinada”.
350
Culpabilidad: el retraso mental como causa de exclusión de imputabilidad penal
pues dicho juicio normativo debe abarcar también el juicio social, cul-
tural, histórico y antropológico donde la persona actúa(682).
Y es que la imputabilidad del agente no se agota en una valora-
ción de contenido psicológico-psiquiátrico, sino que se traduce en
un juicio cultural de carácter complejo que abarca lo normativo(683),
es decir, el concepto de imputabilidad debe ser entendido enmarca-
do en una historia, en una biografía y referido a una estructura social
determinada, como la consecuencia de un largo proceso de sociali-
zación que se inicia desde el nacimiento y se continúa durante toda
la vida con la internalización de las diversas exigencias normativas
sociales y jurídicas(684).
En el momento actual resulta adecuada esta combinación de as-
pecto biológico-psiquiátrica de carácter naturalista con una psicoló-
gico-jurídica con relación a la inimputabilidad, pues en los supuestos
contenidos en nuestro Código Penal, encontramos estados biológicos
(psiquiátricos) y psicológicos. Así, el supuesto o base biológica (pato-
lógica) existe cuando se da un estado anormal reconocido por la psi-
quiatría o la psicología, y el supuesto psicológico exige que el autor,
a causa de la distorsión biológica de su salud mental, no sea capaz de
comprender lo injusto del hecho o de actuar conforme a este entendi-
miento(685), lo cual deberá ser materia de enjuiciamiento a cargo del ma-
gistrado mediante una valoración jurídica o normativa. No cabe duda
de que el factor biológico, cuya esencia y modo de acción son investi-
gados por la psiquiatría y la psicología, debe ser analizado en relación
con el alcance de su gravedad y su significado para el hecho concreto,
y, su vinculación con los trastornos psíquicos descritos en la ley, crea
la necesaria seguridad jurídica(686).
(682) PEÑA TERREROS, Luis. “El retraso mental como causa de exclusión de la imputabilidad”. En: Gaceta
Penal & Procesal Penal. Tomo 3, Gaceta Jurídica, Lima, setiembre de 2009, p. 76.
(683) VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Fernando. Derecho Penal. Parte general. Themis, Bogotá, 1994, p. 494.
(684) MUÑOZ CONDE, Francisco/GARCÍA ARÁN, Mercedes. Derecho Penal. Parte general. 4ª edición,
Tirant lo Blanch, Valencia, 2000, p. 422.
(685) JESCHECK, Hans-Heinrich/WEIGEND, Thomas. Tratado de Derecho Penal. Parte general. Ob. cit.,
p. 469 y ss.; PERRON, Walter. Problemas principales y tendencias actuales de la teoría de la culpabilidad.
Ob. cit., p. 559. En el mismo sentido, RODRÍGUEZ DEVESA, José/SERRANO GÓMEZ, Alfonso.
Derecho Penal español. Parte general. 16ª edición, Dykinson, Madrid, 1993, p. 590.
(686) JESCHECK, Hans-Heinrich/WEIGEND, Thomas. Tratado de Derecho Penal. Parte general. Ob. cit.,
pp. 469-470.
351
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(687) Cfr. ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte general. Tomo. I. Fundamentos-la estructura de la teoría del
delito. Ob. cit., p. 834.
(688) CASTILLO ALVA, José Luis. “Causas que eximen o atenúan la responsabilidad penal”. En: CASTILLO
ALVA, José Luis (coordinador). Código Penal comentado. Tomo I, Gaceta Jurídica, Lima, 2004, p. 626.
(689) CASTILLO ALVA, José Luis. “Causas que eximen o atenúan la responsabilidad penal”. Ob. cit., p. 629.
(690) Como ha señalado POLITOFF LIFSCHITZ, Sergio/ MATUS ACUÑA, Jean Pierre/RAMÍREZ, María
Cecilia. Lecciones de Derecho Penal chileno. Parte general. 2ª edición, Editorial Jurídica de Chile,
Santiago, 2004, p. 296: “De la declaración de inimputabilidad no se sigue necesariamente la liberación
352
Culpabilidad: el retraso mental como causa de exclusión de imputabilidad penal
de toda consecuencia punitiva para el inculpable, pues por el mismo fundamento de esa declaración
puede ser sometido a medidas de seguridad, destinadas a prevenir que el inimputable se cause un daño a
sí mismo o a terceros, lo que no parece contradecir el sentido de justicia respecto de enajenados mentales
que sufren graves alteraciones conducentes a incontrolables actos de violencia, o a menores en tales
condiciones de riesgo social que no parece aconsejable mantener sin medidas de protección adecuadas”.
(691) Cfr. STRATENWERTH, Günter. Derecho Penal. Parte general I-el hecho punible. Ob. cit., p. 175, num.
543-545; JOSHI JUBER, Ujala. La doctrina de la “actio libera in causa” en Derecho Penal. J.M. Bosch,
Madrid, 1992.
(692) ROJAS VARGAS, Fidel. “El retardo mental y su importancia en materia penal”. En: Diálogo con la
Jurisprudencia. Tomo 37, Gaceta Jurídica, Lima, octubre de 2001, pp. 85-90.
353
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(693) Las clasificaciones internacionales de enfermedades de la OMS (CIE 9 y CIE 10), como también las
de la American Psychiatric Association (DSM III, III-R, IV y IV-TR) y la AAMR han adoptado esta
nomenclatura aun cuando el término ha sido tachado de inapropiado y de carácter estimatizador.
(694) Vid. ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte general. Tomo. I. Fundamentos-la estructura de la teoría del
delito. Ob. cit., p. 823., JESCHECK, Hans-Heinrich /WEIGEND, Thomas. Tratado de Derecho Penal.
Parte general. 5ª edición, Comares, Granada, 2002, p. 472.
(695) CUELLO CONTRERAS, Joaquín. El Derecho Penal español. Parte general. Nociones introductorias.
Teoría del delito. 3ª edición, Dykinson, Madrid, 2002, p. 1010.
(696) VILLA STEIN, Javier. Derecho Penal. Parte general. San Marcos, Lima, 1998, p. 380.
(697) RODRÍGUEZ DEVESA, José/SERRANO GÓMEZ, Alfonso. Derecho Penal español. Parte general.
16ª edición, Dykinson, Madrid, 1993, p. 589; STRATENWERTH, Günter. Derecho Penal. Parte general
I-el hecho punible. Ob. cit., p. 172, num. 531. Desde el punto de vista psiquiátrico, “la inteligencia es
la habilidad y capacidad para resolver problemas, adaptarse a nuevas situaciones, formar conceptos
abstractos y beneficiarse de la experiencia”. En SOLOMON, Philip/PATCH, Vernon. Manual de
Psiquiatría. 2ª edición, México D.F. 1976, p. 337.
(698) COBO DEL ROSAL, Manuel y VIVES ANTÓN, Tomás. Derecho Penal. Parte general. 5ª edición, Tirant
lo Blanch, Valencia, 1999, p. 590.
(699) MIR PUIG, Santiago. Derecho Penal. Parte general. Ob. cit., pp. 564-565.
354
Culpabilidad: el retraso mental como causa de exclusión de imputabilidad penal
tales como las funciones cognoscitivas, las del lenguaje, las motrices y
la socialización(700).
De lo señalado se colige que la principal característica de esta anoma-
lía es la falta de inteligencia, de la capacidad de experimentar y de la capa-
cidad de asimilar la experiencia necesaria para la socialización(701). A medi-
da que es más profunda la debilidad mental va incapacitando más para el
pensamiento, impidiendo la capacidad de abstracción del sujeto(702). El su-
jeto, a consecuencia de la ausencia de inteligencia abstracta, está desconec-
tado del mundo cultural, y solo se relaciona con el mundo natural o medio
ambiente, por lo tanto, no posee juicio crítico abstracto ni concreto(703).
En la sentencia que propicia este comentario, los magistrados de
la Corte Suprema –acogiendo los criterios que hemos señalado al mo-
mento de referirnos a la imputabilidad– sostienen correctamente que el
retado mental en campo del Derecho Penal se constituye en “una causa
de inimputabilidad de acuerdo con el artículo veinte del Código Penal
y se presenta cuando el agente infractor al momento del hecho care-
ce de capacidad suficiente, por incapacidad mental, para comprender
la criminalidad del acto y para conducirse de acuerdo a esa compren-
sión; que desde el punto de vista estrictamente jurídico lo relevante
es determinar si el sujeto puede o no entender el injusto de su actuar
y enseguida, si puede o no adecuar su conducta a ese conocimiento”.
1. Clases
A. Oligofrenia leve (debilidad mental). Los individuos que la pa-
decen adquieren tarde el lenguaje, pero la mayoría alcanzan la
capacidad de expresarse en la actividad cotidiana, de mantener
una conversación y de ser abordados en una entrevista clínica.
La mayoría de los afectados llegan a alcanzar una independen-
cia completa para el cuidado de su persona (comer, lavarse, ves-
tirse, controlar los esfínteres), para actividades prácticas y para
las propias de la vida doméstica, aunque el desarrollo tenga lu-
gar de un modo considerablemente más lento de lo normal.
(700) Véase CIE 10: Trastornos mentales y del comportamiento. Descripciones clínicas y pautas para el
diagnóstico, Organización Mundial de la Salud, Madrid, 2004, p. 277.
(701) JAKOBS, Günther. Derecho Penal. Parte general. Fundamentos y teoría de la imputación. Ob. cit., p. 636.
(702) ZAFFARONI, Eugenio; ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro. Derecho Penal. Parte general.
Ob. cit., p. 683.
(703) ZAZZALI, Julio. Manual de Psicopatología forense. La Rocca, Buenos Aires, 2007, pp. 115-116.
355
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
356
Culpabilidad: el retraso mental como causa de exclusión de imputabilidad penal
EM
CI = –––––– x 100
EC
Más de 140 % = inteligencia genial
130 a 139 % = inteligencia muy superior
120 a 129 % = inteligencia superior
110 a 119 % = inteligencia normal alta
90 a 109 % = inteligencia corriente
80 a 89 % = inteligencia normal baja
357
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(704) PEÑA TERREROS, Luis. “El retraso mental como causa de exclusión de la imputabilidad”. Ob. cit.,
p. 80.
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Culpabilidad: el retraso mental como causa de exclusión de imputabilidad penal
penal, esto es, reciben un trato igual al de los sujetos con inteligencia
normal. En este punto, considero que tendrá que flexibilizarse en de-
terminados casos el criterio, para no incurrir en generalizaciones in-
adecuadas que soslayen atenuantes de comprensión que informen de
su real capacidad de culpabilidad, cuando se trate de determinados de-
litos en los que se hace despliegue de inteligencia o de especiales y so-
fisticadas circunstancias modales exigidas por el tipo penal(705).
Los retardados leves o discretos, sujetos que se ubican en lo que
se ha dado en llamar la debilidad mental, son usualmente considera-
dos, de cometer delitos, poseedores de una responsabilidad penal res-
tringida, cuando no se trate de una causal de atipicidad por error de
tipo invencible o vencible sin forma culposa, hipótesis estas dos últi-
mas que harán de este retardado un sujeto cuyos actos no adquieren
tipicidad penal. En el ámbito de la capacidad de culpabilidad, resultará
aplicable la eximente incompleta establecida en el artículo 21 del Có-
digo Penal, cuando se advierta que el mensaje normativo de la norma
penal no le era de una total comprensión o que no haya podido deter-
minarse de conformidad a derecho(706).
Conforme nos adentremos en niveles ya más acusados de retardo,
ingresamos al ámbito de la exclusión de capacidad de culpabilidad, la
que se torna absoluta cuando nos referimos a los retardados graves y
profundos, en donde no es posible detectar facultades de comprensión
de la antijuridicidad de la conducta y del comportamiento de confor-
midad a tal comprensión, al tratarse de seres básicamente instintivos,
sin facultades de valoración ni discernimiento. El tema de los retar-
dados moderados, merece sin embargo un debido matizamiento, con
el objetivo de advertir la posibilidad de sujetos con imputabilidad res-
tringida, junto a otros plenamente inimputables, es decir, declarada-
mente incapacitados para internalizar normas jurídicas y comportarse
conforme a derecho; de modo que, al ubicarnos en el caso concreto,
no todos sean considerados inimputables absolutos(707).
En esta tarea de determinar el nivel de retardo y por lo mismo
de efectuar el juicio de reprobación normativa, o en su caso de la
(705) Cfr. ROJAS VARGAS, Fidel. “El retardo mental y su importancia en materia penal”. En: Diálogo con
la Jurisprudencia. Tomo 37, Gaceta Jurídica, Lima, octubre de 2001, pp. 85-90.
(706) Ídem.
(707) Ídem.
359
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(708) GÓMEZ RIVERO, María del Carmen. “Nuevas tendencias doctrinales y jurisprudenciales en el
tratamiento del enfermo mental”. En: MARTÍNEZ PÉREZ (Director). Cuadernos de Derecho judicial.
Enfermo mental y proceso penal. Especial referencia a las medidas cautelares. Nº I, Consejo General
del Poder Judicial, Madrid, 2006, pp. 309-310.
(709) URRUELA MORA, Asier. “Hacia un nuevo modelo de cooperación entre Derecho Penal y psiquiatría
en el marco del enjuiciamiento de la inimputabilidad en virtud de la eximente de anomalía o alteración
psíquica. Aspectos materiales y formales”. En: Cuadernos de Política Criminal. Nº 86, Madrid, 2005,
p. 248.
(710) STS español de 3 de mayo de 1995 (RJ 1995/3899).
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Culpabilidad: el retraso mental como causa de exclusión de imputabilidad penal
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Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
(714) CASTILLO ALVA, José Luis. “Causas que eximen o atenúan la responsabilidad penal”. Ob. cit., p. 630.
(715) En este sentido la STS español del 18 de junio de 2001 (RJ 2002\9944) ha señalado que “Para valorar
la responsabilidad penal de una persona afecta de una enfermedad mental habrá de tener en cuenta no
solo el diagnóstico psiquiátrico sino, también, la forma en que los síndromes diagnosticados afectan a su
personalidad y, sobre todo, hasta qué punto el acto realizado es tributario de aquella enfermedad, esto
es, hasta qué punto existe una relación causal entre la enfermedad del sujeto y al acto ilícito cometido,
sin que sea suficiente para afirmar una inimputabilidad respecto al acto concreto, una coincidencia
cronológica anomalía-delito, sino que ha de exigirse, penalmente hablando, que exista una cierta relación
causal entre el estado mental del autor y el hecho por él cometido o, en palabras llanas, que el delito
sea producto de su locura. Lo que es más evidente en aquellos supuestos de enfermedades mentales
que afectan tan solo a un sector de la personalidad o psique del individuo, dejando inalterable el resto,
como ocurre con ciertos delirios sistematizados”.
(716) CASTILLO ALVA, José Luis. “Causas que eximen o atenúan la responsabilidad penal”. Ob. cit., p. 628.
362
Culpabilidad: el retraso mental como causa de exclusión de imputabilidad penal
Sobre dicho aspecto resulta ilustrativa la STS español del 20 de enero de 1993 (RJ 1993\138), la que
estimó que: “para la apreciación de una circunstancia eximente o modificativa de la responsabilidad
criminal basada en el estado mental del acusado no basta una clasificación clínica por lo que debe
evitarse el incurrir en la hipervaloración del diagnóstico, en cuanto que es menester poner en relación
la alteración mental con el acto delictivo de que se trata, ya que la enfermedad es condición necesaria
pero no suficiente para establecer una relación causal entre la enfermedad mental y el acto delictivo,
pues como saben perfectamente los médicos e incluso quienes no lo sean pero por experiencia vital
tengan conocimiento del modo de suceder las cosas en la vida ordinaria, solo en los casos finales de
algunas psicosis, v.gr. en la esquizofrenia o en la paranoia, de muy larga duración, se puede decir que
la enfermedad afecta a todas las actuaciones del esquizofrénico o del paranoico, pero fuera de estos
supuestos es menester poner en relación la enfermedad con el delito de que se trate a fin de poder
establecer la posible relación causal entre enfermedad y delito, es decir, para saber si el acto es un
síntoma de la enfermedad o consecuencia del síntoma, o no lo es”.
(717) ZUGALDÍA ESPINAR, José y PÉREZ ALONSO, Esteban. Derecho Penal. Parte General. Tirant lo
Blanch, Valencia, 2002, p. 650.
(718) Cfr. ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte general. Tomo. I. Fundamentos-la estructura de la teoría del
delito, Ob. cit., p. 836 y ss.; VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Derecho Penal. Parte general. Ob.
cit., p. 599; ZUGALDÍA ESPINAR, José y PÉREZ ALONSO, Esteban. Derecho Penal. Parte general.
Ob. cit., p. 661.
363
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
a) Caso 1: R. N. Nº 2645-2010-Lima(719)
- Hechos probados
Se consideran como hechos probados:
Se imputa al acusado Jorge Luis Chávez Díaz, diagnosticado con
retardo mental leve, haber introducido sus dedos en el ano de su sobri-
na agraviada identificada con el número de clave cuarenta y siete - dos
mil siete, de tres años de edad, hecho ocurrido el dieciséis de mayo de
dos mil siete, en el interior de su domicilio ubicado en la avenida Luis
Brayle número mil quinientos veinticinco de la urbanización Trinidad.
- Resolución del caso por parte de la Corte Suprema
La Corte Suprema resuelve de la siguiente manera:
“Quinto: que el Tribunal Superior para justificar la sanción,
afirmó que el citado acusado presentaba retardo mental leve;
que respecto a la presencia de esta anomalía es pertinente re-
saltar varios aspectos concretos: (a) que se trata de una cau-
sa de inimputabilidad de acuerdo con el artículo veinte del
Código Penal y se presenta cuando el agente infractor al mo-
mento del hecho carece de capacidad suficiente, por incapaci-
dad mental, para comprender la criminalidad del acto y para
conducirse de acuerdo a esa comprensión; que desde el punto
(719) Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República. R. N. Nº 2645-2010-Lima, del
21 de enero de 2011 (magistrado ponente: Lecaros Cornejo).
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Culpabilidad: el retraso mental como causa de exclusión de imputabilidad penal
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405
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
406
Índice general
Prólogo ..................................................................................... 7
Introducción .............................................................................. 11
Primera Parte
Capítulo I
La teoría del delito: evolución y perspectivas actuales
Capítulo II
Una teoría del delito fundada en el paradigma
del Estado constitucional
407
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
Segunda Parte
Capítulo III
Tipicidad: la imputación objetiva
I. ASPECTOS GENERALES.................................................. 77
II. RELACIÓN DE CAUSALIDAD E IMPUTACIÓN OBJE-
TIVA.................................................................................. 83
III. LA CREACIÓN DE UN RIESGO TÍPICAMENTE RELE-
VANTE.............................................................................. 89
1. Aspectos dogmáticos básicos....................................... 89
2. Límites entre el riesgo permitido y el riesgo prohi-
bido.......................................................................... 97
3. El riesgo jurídico-penalmente relevante en la jurispru-
dencia peruana............................................................ 107
a) Caso 1: Exp. Nº 8653-97 de la Sala Penal de Ape-
laciones para Procesos Sumarios con Reos Libres
de la Corte Superior de Justicia de Lima............... 107
b) Caso 2: R.N. Nº 502-2003-Puno.......................... 109
c) Caso 3: R.N. Nº 05-02-2008-Lima....................... 110
d) Caso 4: R.N. N° 1481-2011-Arequipa.................. 116
IV. EL PRINCIPIO DE CONFIANZA..................................... 118
1. Aspectos dogmáticos básicos....................................... 118
408
Índice general
409
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
Capítulo IV
Tipicidad: la imprudencia y sus límites con el dolo:
la problemática del dolo eventual
410
Índice general
411
Elky Villegas Paiva / Cómo se aplica realmente la teoría del delito
Capítulo V
Antijuridicidad: la legítima defensa
Capítulo VI
Culpabilidad: el retraso mental como causa
de exclusión de imputabilidad penal
412
Índice general
Bibliografía................................................................................. 371
413