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Tarea de Edward Comercio Internacional

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República Dominicana ingresó en el Fondo el 28 de diciembre de 1945

Aunque han servido como medicina alternativa con ajustes y controles a la balanza
de pagos, el Presupuesto, el gasto público y el déficit fiscal, los acuerdos firmados
con el Fondo Monetario Internacional (FMI) han sido ejecutados por los gobiernos
para allegarse recursos que han derivado en un incremento de  la deuda externa y los
desajustes.

Los gobiernos dominicanos de los últimos 50 años, con excepción del fenecido
Antonio Guzmán -1978-1982-, han  recurrido al FMI en busca de recursos para
enfrentar  desequilibrios  económicos y compromisos internos y externos.

Actualmente, con una economía con cierto desequilibrio coyuntural, la administración  del
presidente Leonel Fernández se apresta a firmar un nuevo convenio con el FMI, acuerdo
que ha sido favorecido por diversos sectores.

El 8 diciembre de 2008, el director general del Fondo Monetario, Dominique Strauss-Kahn,


se reunió con el presidente Fernández y su equipo económico en el Palacio Nacional,
reconociendo la necesidad del país para firmar otro acuerdo con el organismo.

En estos momentos el Gobierno realiza contactos con la misión del FMI, con la que 
negocia la carta de intención para los programas de asistencia financiera, y hacer frente a un
faltante fiscal que a final de 2009 alcanzaría los RD$21 mil millones.

Se espera que pronto concluya la discusión del documento para luego proceder a la firma,
con lo que el país dispondrá de un certificado para lograr desembolsos retenidos del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial. También podrá colocar en el
mercado internacional una emisión de US$1,000 millones de bonos soberanos, en mejores
condiciones.

El secretario de Economía, Temístocles Montás, ha dicho que ese convenio le permitirá al


país acceder a US$1,225 millones en lo que resta de año.

Acuerdos con el FMI

En busca de mejorar la política económica y la confianza de los inversionistas, el país ha


firmado varios acuerdos con el FMI. El primero  en 1959, cuando el dictador Rafael
Trujillo pactó un convenio “stand by” por US$9 millones para corregir desequilibrios en la
economía, tras el agotamiento de su modelo económico.

Un segundo acuerdo “stand by” se firmó en 1964, por US$25 millones y  se desembolsaron
US$20 millones. Su aplicación no resultó traumática para la población  porque  fue
concebido para desarrollar programas financieros que corrigieran desequilibrios de balanza
de pagos. Ese acuerdo fue interrumpido tras  la Guerra Civil de 1965.

Cuando el país negoció ese convenio, el FMI también ayudó al Banco Central a negociar
otro préstamo por US$30 millones con un consorcio de bancos privados norteamericanos, y
otros US$6.25 millones con la Tesorería de Estados Unidos.

Los recursos que el Gobierno estadounidense desembolsó  entre 1966 y 1973 fueron
cuantiosos en proporción al tamaño de la economía del país, y entre abril de 1965 y junio
de 1966, el país recibió US$122 millones, la mayor parte en  donaciones,  con el objeto de
salvarlo de la bancarrota.

Otros fondos que recibió el Gobierno del fenecido ex presidente Joaquín Balaguer hasta
1969 fueron préstamos a largo plazo para programas de desarrollo negociados a través de la
Agencia para el Desarrollo Internacional  (AID). De junio de 1969 a junio de 1973, la
ayuda descendió a unos US$78 millones por año.

En 1983, el FMI aprobó un acuerdo de “facilidad ampliada” al Gobierno de Salvador Jorge


Blanco (PRD), con una vigencia de tres años, por US$450 millones. Las relaciones con el
FMI bajo ese acuerdo fueron excesivamente tormentosas, porque  la austeridad, la
contracción del crédito, la reducción de los salarios, el alza de los precios y las nuevas
restricciones en las importaciones respondían el estricto recetario del Fondo Monetario.

La intensidad de las medidas dio lugar a lo que en la política dominicana se conoce como
“la poblada de 1984”. Barrios enteros, sobre todo de la Capital, salieron a las calles a
protestar por las alzas de precios decretadas por el Gobierno dentro del marco del convenio
con el FMI. El  Ejército fue lanzado a las calles y una cantidad todavía indeterminada de
persona fue muerta a tiros. Después, el presidente  Jorge Blanco decidió aplicar un nuevo
convenio con el FMI menos estricto,   por US$78.5 millones, que se rubricó en abril de
1985, diseñado para reestructurar el sistema financiero e impulsar la economía.

En agosto de 1991, Balaguer firmó un acuerdo “stand by”  con la finalidad de renegociar la 
deuda externa y obtener financiamiento por US$39.2 millones. El convenio concluyó en
marzo de 1993. En julio de ese año  formalizó otro convenio, que concluyó en marzo de
1994 por US$31.8 millones, con un  desembolso de US$16.8 millones.

Con la quiebra del Baninter, anunciada en mayo de 2003, el Gobierno de Hipólito Mejía
aceleró  negociaciones con el FMI para la concesión de un préstamo “stand-by” de
US$437.8 millones aprobado el 29 de agosto de 2003, recibiendo  un  desembolso de
US$131.3 millones. La decisión unilateral del Gobierno de  comprar  a Unión Fenosa  su
50% de participación de capital de Edenorte y Edesur fue considerada por el FMI un
incumplimiento de la carta de intención y declaró en suspenso el convenio.
En enero de 2004, Mejía, presionado por el FMI, dispuso medidas de austeridad, 
impositivas y relacionadas con el gasto,  aumentos significativos en los precios de los
combustibles, la electricidad y los impuestos al alcohol, tabaco y otros productos.

El 31 de enero de  2005, el FMI aprobó al Gobierno de Fernández un acuerdo “stand by”
por US$437.8 millones, convenio que fue extendido en mayo  de 2007 y concluyó el 30 de
enero de 2008.

En septiembre de 2007, el organismo  aprobó la séptima revisión de ese acuerdo, lo que


implicó un desembolso al país de US$114 millones, recursos que fortalecieron el nivel de
las reservas internacionales del Banco Central, lo que representó un mayor blindaje para
reaccionar ante los choques externos y enfrentó los movimientos indeseados en la tasa de
cambio.

Deuda externa

Los expertos definen el endeudamiento externo  como  el recurso utilizado por el Estado
para buscar alternativas de solución al déficit fiscal. En el país se han firmado acuerdos con
efectos devastadores protagonizados por las consecuencias de las garantías exigidas por los
organismos crediticios.

Una de las razones  que ha empujado a los gobiernos a obtener  acuerdos con el FMI es
renegociar la deuda externa por su alto número de compromisos.

El presidente Fernández anunció a principio de 2009 que solamente para el pago y servicio
de la deuda pública externa y el subsidio a la electricidad destinará ese año más de una
tercera parte del Presupuesto, aproximadamente RD$110 mil millones, y para cumplir solo
con los compromisos externos tendrá que erogar cerca de US$2 mil millones.

No obstante, Francisco Checo,  ex coordinador  de Participación Ciudadana, advirtió que la


nación podría tener una deuda externa total de US$13,000 millones en los próximos tres
años, si continúa el ritmo de endeudamiento que ha seguido en los últimos ocho años, y
para el 2020 se ubicaría en   US$30,000 millones.

Calculó que, por ese concepto, cada habitante para el 2015,  deberá alrededor de
US$1,500,  colocando a la nación entre las tres o cuatro  de la región  más   endeudadas per
cápita.

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