Evan Johnson. El Jefe - Mara Caballero
Evan Johnson. El Jefe - Mara Caballero
Evan Johnson. El Jefe - Mara Caballero
— William Shakespeare
Índice
Portada
Dedicación
Cita
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Epílogo
Agradecimientos
Información redes sociales
Nota de autora.
│ Capítulo uno │
❖❖❖
Una hora más tarde….
❖❖❖
Lunes por la mañana.
Y no volvería a pasar…
│ Capítulo cinco│
❖❖❖
—Aquí tiene su café, señorita Harris—Rowdy Baker, mi
asistente deja una taza de café a un lado de las carpetas. Puedo
oler el chocolate de las galletas que está dejando frente a mí.
—Gracias, Rowdy—el asiente con un gesto de barbilla.
Pone sus manos por detrás de su cuerpo, como si estuviese
esperando algo a cambio de ese paquete de galletas.
Oh. Detengo mis dedos sobre el teclado y me giro en mi silla
para quedar frente a él, me recargo en el respaldo de la silla y lo
miro detenidamente. Hace unas semanas había informado
directamente a mí que dejaría su puesto para mudarse de país, ¿A
dónde? No lo sé. Es un asistente tan pero tan perfeccionista como
yo que es muy difícil encontrar alguien así, mucho más en el área de
finanzas. Pero ya he atrasado cualquier intento de que cambie de
parecer y no es justo. He aprendido a apreciarle más que un
asistente en estos dos años.
—Tienes un mes para encontrar un reemplazo, así que te
dejaré marchar.
— ¡Woow! ¡Gracias! ¡Dios mío! Podré mudarme tranquilo sin
cargo de conciencia, ¡Es broma, jamás dejaría el trabajo tirado!—se
cubre con sus manos su boca y ríe.
—Row, compórtate. Estamos en el trabajo.
El me mira emocionado.
—Lo siento, la emoción me embarga, podré mudarme por fin.
Voy a entrenar a la mejor persona para que ocupe mi puesto, así
que gracias por dejarme ir. ¿Ya sabe Sarah que dejarás el puesto?
¿El señor Johnson?—él sabía qué ayer había tomado la decisión de
salir de Industrias Johnson, después del número dramático de Evan
el día de ayer en la junta mensual, aunque haya pasado lo de
anoche entre los dos, sigo firme en mi decisión.
—Sarah se ha enterado esta mañana. Sé qué entiende mi
decisión. Pero el señor Johnson…—detengo lo que voy a decir, las
imágenes de estas últimas horas en mi cama, hace que apriete mis
muslos. Siento el calor crecer dentro de mí.
Regreso inmediatamente a mi realidad. Rowdy arruga su entrecejo
—…no, aún no lo sabe. —Intento reponerme—Pero créeme que
será feliz el no tenerme en la empresa. Sabes lo que sucede cuando
estamos cerca…
—Tensión sexual.
Abro los ojos como platos a su respuesta.
—No. No es tensión sexual, Row.
—Abuelita de Batman, a que si lo es. Se nota el aura sexual
de él, a veces he pensado que él te desea con locura y se pone de
humor de perros al ver que tú no le haces caso. O será que…
Entrecierra los ojos y me escanea en silencio.
— “¿Será qué…?”—pregunto intrigada a su hipótesis.
—Que sea de ambas partes. Que tú lo desees igual o más y
por eso siempre estás a la defensiva con él.
Lo miro detenidamente y entrecierro los ojos.
—Vete a trabajar.
Se gira con una sonrisa de oreja a oreja y cierra la puerta
detrás de él. Ya pasaban de la una de la tarde y en toda la mañana
no he tenido señales de Johnson, pero Jennifer antes de pasar la
agenda para organizar junto con la mía y la de Sarah, no pude evitar
preguntar por el «El jefe Johnson» como la mayoría de la empresa
lo llaman. Comentó que ha salido desde temprano después de
cancelar toda su agenda de la mañana y tarde.
Me sorprendo a eso. El nunca haría algo así, a menos que
fuese una emergencia. Y eso en mi provoca algo de preocupación.
¿Estará bien? ¿O es solo un modo de evitarme? Maldigo entre
dientes por sentirme así y por provocar este tipo de pensamientos.
¿Cómo crees que va a dejar de trabajar por evitarte Arianna Harris?
¡Já!
Agradezco a Rowdy que hiciera una lista de pendientes del
área de Sarah y lo que tengo que hacer con el nuevo proyecto de
Hong Kong lo pasara a primera hora de la mañana. Mis manos se
mueven en el teclado rápido, algo dentro de mí me hace detener en
seco lo que estoy haciendo.
«Evan no ha usado protección»
Me he hecho a primera hora una nota mental para comprar la
pastilla. Me levanto pausando mis pendientes, tomo mi bolsa de
mano y salgo del edificio dejando indicaciones de mi ausencia a mi
asistente. No quiero dar mucha información para evitar el cotilleo
dentro de la oficina.
Evan se ha portado frío cuando salimos cada quien por su
lado ésta mañana de mi departamento. Había puesto su escudo
anti-Harris, pero eso solo me causaba risa, ganas de abrazarlo y
besarlo. Quería comportarse como el hombre irritante y amargado
de siempre y lo había logrado cuando dijo que tenemos que hablar y
no iba a pasar de hoy.
Yo pienso que no es necesario hablar. Me quedaría con lo
mejor de la noche anterior, su aroma, su cuerpo y sus caricias. Y
sobre todo, esa sonrisa. La atesoraría en mi mente. No estamos
hechos para ninguno de los dos y lo que pasó, solo fue: SEXO DE
UNA NOCHE. No hay sentimientos que confirmara que fuese algo
más. Y yo realmente no quería algo así en mi vida. Y sumando que
es mi jefe por dos semanas más.
Me quedaré con los recuerdos de un súper-maratón de sexo
intenso con el hombre más terco, aferrado, controlador, obsesivo y
arrogante. Y la cereza que adornaría tales recuerdos, sería mi ex
jefe Johnson.
«Solo con eso te quedarías, Ari»
—Aquí tiene su compra, señorita—por dentro sentí
sonrojarme. Tomo la bolsa con la caja de la pastilla, ahora… ya no
soy una virgen a mis veinte seis años.
Salgo caminando distraída de la farmacia, pensando en cómo
voy evitar el «Tenemos que hablar, Harris, no va a pasar de hoy»
Tuerzo mis labios. Tengo que pensar en algún pretexto. Sí, busca
uno y rápido Arianna Harris. Pero sí ha cancelado su agenda, es
muy probable que no lo hablemos hoy. Y mañana conseguiría
escapar de ello.
Siento un leve alivio en mi estómago.
Entro al Starbucks de la esquina que queda a dos cuadras de
la empresa. Compro un té para tomarme la pastilla y tomo asiento
en una mesa de un rincón. Pensativa y alejada de todo lo que me
rodea. Mi móvil vibra dentro de mi saco ejecutivo y anuncia la
entrada de una llamada que no muestra un número, así que lo
ignoro.
Doy un sorbo a mi té y sigo inundada con mis pensamientos
en silencio. Vibra de nuevo y me muestra una llamada entrante igual
que el anterior. Deslizo el dedo en el botón para contestar.
—Harris.
— ¿Qué haces en el rincón de una cafetería? ¿Acaso me estás
evitando? ¿Te escondes de mí?
«Johnson»
No respondo nada, miro a mí alrededor y doy con él. Está de
pie con un vaso térmico en su mano cerca del mueble de los
postres, con el ceño arrugado y confundido.
«Oh mierda, es un buen lugar para que diga» «Es el momento
de hablar, sal, sal, sal, ¡Corre Ari! »
Pero no puedo. Estoy congelada en mi lugar y con el corazón
latiendo a gran velocidad. Evan hace un gesto señalando que quiere
mi respuesta por el móvil.
Reacciono unos segundos después.
Cuelgo la llamada y sin mirarlo me levanto, camino lo más
rápido a la salida del lugar. El nudo en el centro de mi estómago
está creciendo conforme voy alejándome de él.
—Solo dos cuadras y llegas, Arianna. —me digo a mi misma
en tono bajo.
El semáforo de la esquina se ha puesto en rojo, deteniendo
mi huida. No entiendo por qué mis nervios afloraron con solo verlo.
Hace unas horas en mi cama, fue diferente.
Me alcanza y me toma del codo, ya se está haciendo
costumbre ese gesto. Se escucha agitado, antes de volverme me
repongo para evitar que me pueda leer.
— ¿Qué pasa? ¿Estás huyendo de mí? ¿De tu jefe?—
pregunta en un tono algo brusco con furia, aprieta sus dientes
cuando habla.
—Precisamente por qué es mi jefe, señor Johnson—murmuro
para los dos y me suelto de su agarre. Tomo mi té y doy un sorbo
sin quitar la mirada del semáforo.
«Verde, verde, ponte en verde, maldita sea»
Toma de nuevo mi codo y me aleja del semáforo para poder
evitar cruzar e huir de él.
— ¡Hey, Hey! Suéltame—pero solo me ignora. Nos acerca al
auto que está estacionado a unos metros del otro lado de la calle,
sin antes tirar el termo de su café en el cesto de la basura.
Aparece el hombre vestido de negro y de corte militar.
Su guardaespaldas y chófer Frank, ¿Qué no le da vergüenza
que su personal vea este tipo de escenas?
—Sube.
Ordena, pero no lo ignoro, intento dar un sorbo a mi té, pero
me lo quita antes de posar mis labios en la tapa. Me hace señas de
que suba intentando contenerse, puedo ver su cuerpo y quijada
tensa como es de costumbre.
—Sé está pasando, señor Johnson, ¿Puede devolverme mi
té?—su mirada me desafía y hago lo mismo y eso lo saca de sus
casillas. Da un paso hacia mí, junto todas las fuerzas dentro de mí
para no moverme, para no sentirme intimidada y no retroceder.
Levanto la barbilla y me enfrento a esos ojos grises…
—Sube.
Tomo aire y puedo ver como su mirada baja a mis labios.
— ¿Por qué siempre tiene que ser lo que usted diga? No
estamos en la empresa, Johnson. Estoy en mi hora de almuerzo,
¿Puedes respetar eso?—Se inclina hacia mí sin perder contacto
visual, sus ojos grises están dilatados.
—Estoy jodidamente duro, si no te subes en este instante,
juro por Dios que te tomaré aquí mismo, no me importará la puta
gente que esté pasando a nuestro alrededor.
Jadeo a su confesión y en la forma que lo dice me ha hecho
humedecer. ¿Cómo puede hacer tal cosa con mi cuerpo? ¡Me ha
hecho humedecer con su amenaza!
Estoy jodida. Muy jodida. «Cordura, Ari, cordura por Dios
santo»
—Va, deja tu amenaza. Tengo un horario laboral que cumplir
y no tengo tiempo para…—me interrumpe.
—Sube al auto, A H O R A. —remarca cada palabra, bajo
curiosa mi mirada a su parte delantera para confirmar si es cierto lo
que dice y puedo ver el bulto tirando de su pantalón de marca.
Intenta tomarme de la cintura, pensando en cumplir su amenaza.
—Vale, ya, ya subo. —entro al interior del auto en la parte
trasera.
—Buenas tardes señorita Harris. —dice Frank al volante.
—Buenas tardes, Frank—susurro sonrojándome de solo pensar
que ha sido testigo del arranque de su jefe. Bueno, de nuestro jefe.
Me deslizo hasta el otro extremo cuando Johnson entra y azota la
puerta furioso.
«Furioso y empalmado, Arianna»
Pone el té en el portavasos del auto. Suelta dramáticamente
el aire con la intención de que escuche que está muy pero muy
furioso.
—Frank, a la dirección que te di—asiente Frank a través del
espejo del retrovisor. Abro mis ojos de más en dirección a Evan,
espero que diga algo, pero no dice nada.
—Tengo que regresar a la oficina, señor Johnson. No
puedo…—levanta la mano para que no siga hablando, pero en
automático manoteó su mano. A mí nadie me calla, se gira
sorprendido a mi manotazo.
— ¡Hey!—advierte.
—Lo haré de nuevo si vuelves a intentar callarme. Frank para
el auto, por favor. —Frank se encuentra con Johnson a través del
retrovisor.
«Hasta crees, Arianna que obedecerá»
—Ya dejé listo en la oficina y di órdenes a tu asistente.
Regresaremos en un par de horas. —se vuelve hacia mí y apenas
las esquinas de sus labios intentan evitar tirar en una sonrisa—
Tengo que mostrarte algo.
Me cruzo de brazos, capto su mirada cruzar hacia mi bolsa y
el empaque blanco que sale de ella muestra el logo de la farmacia.
— ¿Has ido a la farmacia?—arrugo mi frente. Recuerdo la
pastilla.
—Es algo que no voy de…—su mano cruza por encima de mí
en un movimiento veloz para tomar la bolsa blanca. Intento
detenerlo pero es más rápido que yo.
«Mierda»
— ¡Evaaan!—intento tomar la bolsa, pero es tarde. Ha sacado
la caja de la bolsa. Su quijada se endurece. Me entrega
bruscamente la bolsa y su reacción me deja extrañada.
«Debería de estar agradecido que no voy a amarrarlo con un
posible embarazo»
—Frank, llama primero a Lauren Hill y di que vamos en
camino para una cita de emergencia —ordena en un tono duro.
— ¿Quién es Lauren Hill?—pregunto en voz baja, pero no
contesta y eso me irrita aún más.
Pasan unos segundos y estoy a punto de rendirme en busca
de una respuesta.
—Es la mejor amiga de mi madre, es una ginecóloga muy
importante de la ciudad. Y… ella puede hacerte una revisión y
enseñarte cual es el mejor método anticonceptivo para evitar…
eso…eso del…tú sabes, el embarazo no deseado.
Me quedo callada. No era una tonta en esto, pero era algo
divertido ver como no me miraba al decir esa información. Podía ver
la incomodidad hablar de ello y podría decir que es una pequeñita
parte de un verdadero Evan Johnson.
Uno sin filtros y sin poses.
Solamente… un mortal.
El edificio de ladrillos rústico y elegante está frente a nosotros.
—Vamos.
Evan baja de su asiento y sale del auto, le murmura algo al
chófer que iba abrirme la puerta pero éste lo detiene y el mismo la
abre. Extiende su mano para tomar la mía. Es algo extraña su
acción.
Bajo con cuidado y cuando intento soltarme para caminar, sus
dedos se entrelazan con los míos y empezamos andar de la mano.
Puedo sentir el calor que ejerce nuestro agarre, intento de
nuevo soltarme sutilmente, pero el aprieta más. Se gira hacia mí y
me lanza una mirada de advertencia.
—Van a pensar que…—me interrumpe.
—Me importa una mierda lo que los demás piensen, Harris.
—Pero no somos…—vuelve a interrumpir.
—Solo entra. La doctora nos está esperando.
Al abrir las puertas de cristal, nuestro agarre desaparece
provocando un sentimiento raro pero su mano se posa en forma
posesiva en mi espalda baja para guiarme por el pasillo. A unos
metros está la recepcionista quien nos recibe con una gran sonrisa
en sus labios. Podría decir que hasta intenta reponerse por la
presencia de Evan. Sí, la puso nerviosa y cuando le dijo que
tenemos una cita de emergencia, hasta se puedo ver el sonrojo en
sus mejillas. Pongo los ojos en blanco. La mujer habla con la
doctora para informar que hemos llegado.
—Pase, la doctora, la espera. —Evan se detiene en seco y se
vuelve hacia la mujer.
—«Nos espera» querrá decir.
Regresa con más intensidad el sonrojo a sus mejillas.
—Disculpe, solo ha dicho la doctora que pase la señorita.
—No. Yo también voy a entrar. —dice tajante, pongo mi mano
en su brazo para detener el berrinche que se está aproximando.
—Voy a entrar, usted espere en la sala, señor Johnson.
Evan niega.
—Los dos entraremos. Quiero saber que te va a recetar o que
cuidados necesitas—baja la voz y se acerca a mi oído—ya sabes,
ya no eres virgen y quiero saber si necesitas algún tipo de
cuidado…
Me separo con los ojos muy bien abiertos llenos de confusión.
¿Qué es lo que quiere decir?
— ¿Crees que por qué ya no soy virgen ocupo algún cuidado
especial?—pregunto en un tono bajo solo para él y para mí.
Se queda callado. Sus mejillas se sonrojan y no puedo evitar
soltar una risa discreta. ¡Por primera vez lo miro sonrojarse!
—No te burles. Es la primera vez que…—baja irritado su
mirada hacia sus zapatos de marca y arruga el entrecejo—…Por
eso quería que primero habláramos.
—Tú fuiste el que dio la orden de venir primero aquí, señor
Johnson. —Levanta la mirada sin verme. Y se gira hacia la
recepcionista.
—Informe a la doctora que regresaremos en otra ocasión, se
ha atravesado algo. —me toma del codo y nos lleva a la salida del
edificio sin esperar la respuesta de la mujer.
—Espera, espera, harás que caiga con estas zapatillas—
murmuro mientras intento no romperme el cuello con la rapidez con
la que atravesamos las puertas de cristal.
Subimos al auto. Y puedo notar lo nervioso que está, sus
dedos juegan entre sí y no me mira.
— ¿Pasa algo?—pregunto curiosa.
—Cuando lleguemos, hablaremos.
Y ahí está: Tenemos qué hablar…
❖❖❖
Después de diez minutos de camino, llegamos a un edificio
muy elegante de cristal. Hace el mismo gesto al bajar del auto,
intento ser más rápida con mi mano, pero fallo. Nuestros dedos
están entrelazados posesivamente mientras caminamos al interior
del edificio.
— ¿Dónde estamos?—pregunto sin dejar de mirar a nuestro
alrededor.
No contesta. Avanzamos hasta llegar a la recepción y un
hombre muy pero muy atractivo nos sonríe. Parece salido de una
revista de PLAYBOY.
—Bienvenidos. Señor Johnson, aquí tiene. —le extiende una
tarjeta plastificada en color oro, después Evan nos guía al elevador
de cristal.
—Es súper gay. —arrugo mi entrecejo confundida, me lanza una
mirada de frustración al ver que no entiendo. —El hombre de
recepción—no digo nada, casi sonrío al ver que Evan se ha fijado en
ese detalle, no digo nada más, subimos en silencio. La intriga me
está carcomiendo. Su agarre empieza a provocar más calor y rezo
por unos segundos para no sudar.
Las puertas se abren en el último piso. Solo hay un largo
pasillo y al final una puerta doble de acero y con paredes en colores
minimalistas. Llegamos frente a ella, se acerca a una pantalla donde
posa su dedo índice.
—Bienvenido, Señor Johnson. —doy un brinco en mi lugar
cuando una voz robotizada habla.
—Ven, dame tu dedo índice—dudo. Arrugo mi frente y al ver
que no hago caso a su orden, toma mi mano derecha, toma mi dedo
índice y lo presiona en la pantalla. Teclea algo rápido y le da un
último presión al botón verde.
—Bienvenida, señorita Harris—otra vez la voz robotizada,
pero en esta ocasión dice mi nombre. No sé por qué eso me hace
sonreír.
Evan me contempla por breves segundos como si fuese la
primera vez que me ve sonreír. Se gira hacia la pantalla teclea una
clave y las puertas se abren.
—Dame tu móvil. —y se lo entrego. Teclea algo rápido. —
Guardé la contraseña en tu agenda. Ven, esto te va a gustar…—
toma mi mano y nos adentra al lugar. El solo cruzar, casi hace que
mi boca cayera hasta el suelo. Evan cierra la puerta a nuestras
espaldas tecleando otra vez con la mano libre.
—Seguridad activada. —la voz robotizada de nuevo, su otra
mano sigue entrelazada con la mía. Me he quedado muda al ver el
lugar. Es un amplio salón de techo alto, toda la pared de enfrente es
de cristal.
— ¿Arianna?—susurra cerca de mi oído. Salgo de mí trance.
— ¿Dónde estamos? ¿Por qué tengo la autorización para entrar
a este lugar? ¿Por qué está vacío?
Muchas preguntas cruzaron por mi mente. Puedo sentir como
el aura del erotismo nos abraza. Yo no puedo pensar bien. Él se
pone frente a mí sin soltar nuestro agarre.
—Necesitamos hablar. —Nuestro agarre se esfuma cuando se
gira para caminar alrededor del lugar.
— ¿Evan?—digo para atraer su atención, pero él sigue en sus
pensamientos.
—La gente que me conoce siempre me ha tenido en una imagen
de un hombre de negocios intimidante, en un tipo amargado, sin
sentimientos y que no le interesa nadie más que no fuese yo mismo.
¿Qué es lo que piensas de mí, Harris?
Trago saliva incómoda. Tuerzo mis labios al no tener una
respuesta rápida. Se acerca hasta mí y al quedar enfrente de mí, su
pulgar acaricia mi mejilla.
—Aquí se te forma unos preciosos hoyuelos…—susurra sin dejar
de prestar atención la piel que acaricia.
Paso mi lengua por mis labios al sentirlos secos.
—Creo que no es importante lo que piense una directora de
finanzas del dueño de la empresa. Es irrelevante.
—Como dueño de la empresa a mí me importa. Quiero saber
qué piensas de mí. —levanto la mirada para enfrentarlo.
— ¿Estás seguro?—el asiente con una sonrisa en sus labios,
como si supiera todo lo que saldrá de mi boca rebelde, como él lo
había comentado en varias ocasiones.
Esquivo su cuerpo y me abrazo a mí misma. Tomo aire y lo
suelto preparada para hablar. Y al girarme hacia él a medio salón mi
boca se abre.
—Eres un gilipollas arrogante. Te crees la última botella de
agua embotellada del desierto, cuando uno te da opinión
humildemente, lo pisoteas. Te crees un alfa machista, a veces eres
un prepotente, irritante y…—las palabras se comienzan a esfumar
cuando lo veo avanzar hacia mí lentamente. Como cuando el
depredador está a punto de lanzarse a su presa.
— ¿Y…?—pregunta alentándome a seguir hablando.
—Y… crees que por tener ese….ese—señalo con mi mano su
cuerpo—ese atractivo cuerpo y esos hermosos ojos grises, crees
que toda mujer tiene que caer rendida a tus pies. ¡Pues no! Hay…—
se detiene a un metro de distancia de mi—…hay mujeres con…—
trago saliva y me doy cuenta que mis palabras no tienen sentido. —
con otros tipos de gustos más sencillos.
— ¿Cómo cuáles?—su voz ronca me hace temblar. El aro de
sus ojos empieza a dilatarse. Y sé que estoy empezando a perder.
Retrocedo e intento alejarme de su cuerpo.
—Un hombre que le guste ver películas de vez en cuando,
que le guste las palomitas con mantequilla extra—sigo caminando y
a la vez intento concentrarme en el salón vacío. —También que le
guste leer, que su trabajo le apasione…—entendí por una fracción
de segundos que estoy empezando a describir a Evan en mi mente
—Hummm…. Me refiero que sea trabajador. Atento, detallista, que
cuando quiera hablar de algo, realmente me escuche porque quiere,
no por compromiso. Que le guste caminar por las noches de la
mano…que sepa mis gustos, mis peores pesadillas, mis metas, qué
no se intimide por ser una mujer que sabe lo que quiere…que no le
dé miedo enfrentarme cuándo algo no le guste, que si quiere tomar
unas cervezas en un bar cualquiera conmigo, simplemente me invite
o no sé alarme si lo hago yo. —entro al área que podría decir que es
una cocina pero sin muebles, paso la mano por la isla de granito
macizo que adorna el centro del espacio. Y cuando lo busco está en
donde lo he dejado por segunda vez.
No muestra algún tipo de reacción. Sonrío al ver que le he
sacado de su órbita, inclusive se ve ¿Asustado? Evan Johnson no
es de relaciones. No es de salir con los amigos al bar, o de tener
alguna resaca un domingo. Me cruzo de brazos y camino hasta
quedar de frente a él. Puedo decir que me hace sentir valiente al ver
que no reacciona. Además el hecho que haya tomado mi mano no
quiere decir nada. Doy un último visto al departamento y luego me
concentro en él.
— ¿Entonces? ¿De qué va este lugar?
—Arianna…. —susurra mi nombre con aquel tono que me hace
sentir calor.
— ¿Sí?…—pero no dice nada por segundos. Es como si no
supiera como decir lo que viene a continuación.
—Compré este piso…—comienza a decir, pero podría ver
que no está seguro de sus palabras— necesito una persona que
pueda ayudarme a decorarlo. ¿Podrías ayudarme?
Me quedo curiosa. ¿Está diciendo la verdad?
—Creo que solo soy una directora de finanzas, eso de
decorar no es lo mío. Tengo trabajo… además…—no sé qué más
decir.
— ¿Qué te parece si me ayudas los domingos? Podríamos
ver los muebles en alguna tienda…
— ¿Domingos?—mierda lo que menos quiero es involucrarme
más de lo que ya estamos, sé que lo que ha pasado entre nosotros
es algo pasajero.
—Claro, te pagaré por tu ayuda. —hace un gesto con la mano
en el aire al ver mi reacción.
—No es por el dinero…me pagas demasiado bien. —me
mira fijamente.
— ¿Entonces? ¿Temes que te tome y te folle contra los
ventanales? ¿O en la isla de granito? ¿En las habitaciones? ¿En el
elevador?—trago saliva y aprieto mis muslos al sentir más calor.
—Esto…—señalo a ambos—… no puede seguir. Tú eres mi
jefe y yo tu empleada. Seamos sinceros, yo no quiero ser la
siguiente de la lista a la que te sigues follando cuando te apetece.
Aunque nadie te ha conocido una mujer. —murmuro entre dientes lo
último para mí. Sé que me ha escuchado y él sonríe.
—Podría funcionar cuando a ti también te apetezca. Además…
sé que me deseas y… mucho.
— ¿Ya dije que tienes el ego más grande del mundo?
— ¿Conoces a todos los del mundo como para decir que el mío
es el más grande? Aunque también dicen que las morsas tienen el
segundo miembro más grande del mundo—arrugo mi entrecejo a su
comentario. Y cuándo estoy a punto de preguntar: “¿Quién tiene el
primer puesto del más grande?” Entiendo qué intenta presumir que
es él. Bueno, no tengo referencias para comparar dado que es el
primero en mi vida, pero en sí, es grande, grueso y lo sabe usar
impecable. El calor empieza a sentirse alrededor. ¡Calma, Ari!
—Evan…—me toma de la cintura y me acerca a su pecho. Mis
palmas quedan sobre su dorso para marcar espacio pero él intenta
borrarlo.
—Te deseo. —susurra intentando inclinarse hacia mí.
—Se supone que esto no debe continuar… eres—deja un beso
de pico contra mis labios.
—…tu jefe. —se adelanta en mi oración.
—…y yo tu empleada. —digo cerrando los ojos al oler su
aroma y el calor que está envolviéndonos.
Deja otro beso, mis manos empezaron acariciar su dorso. Sus
labios se entreabren y me levanto de puntillas para besarlo. Mis
brazos lo rodean por el cuello y él me aprieta más a su cuerpo.
Puedo sentir el calor de ambos cuerpos, provocando un tornado
cargado de electricidad, el aura erótica y las ansías de tener sexo
llenan todo este gran espacio iluminado.
Nos separamos del beso para tomar aire.
— ¿Domingos?—dice dejando su frente sobre la mía y
tratando de estabilizar su respiración. Sé que voy a perder en algún
punto del camino, que lloraré por él, o incluso tendría que mudarme
de país para olvidarlo, pero… ¿Podría arriesgarme a que rompiera
mi corazón en añicos? Estar con él perdía mi cordura y…
—Hecho—Dije sin más, porque realmente lo deseo.
Cerramos el trato con un beso apasionado.
│ Capítulo siete│
«Victoria»
│ Capítulo nueve│
Cierro los ojos por breves momentos, han pasado doce horas
desde que nuestra madre ha entrado a cirugía y no tenemos aún
alguna noticia. Arianna no se ha marchado como se lo he pedido
después de la advertencia de Victoria de no lastimarla. ¿Cómo iba a
lastimarla? Bueno, soy un gran cabrón y para ser sincero conmigo
mismo estoy en un terreno inexplorado por primera vez, así que
estoy aprendiendo de ello, pero sé que si llego a este punto de
lastimarla, es fin de mi exploración. La alejaría de mí cuanto antes…
Mi mirada se posa en ella, sus largas pestañas descansan en
sus mejillas pálidas, su cabello rubio está todo esparcido por el
hombro de Victoria, ambas estaban cubiertas con mi americana, la
cabeza de mi hermana descansaba en la de ella como soporte.
Tomo aire y luego lo suelto lentamente, comienzo a preguntarme:
¿Por qué insisten en tener una amistad? ¿Cómo Harris puede
soportar a mi hermana?
Scott llega con cuatro cafés y mi padre tiene en sus manos
varias bolsas de papel, el olor que desprende despierta mi apetito.
—No hagas ruidos, las niñas duermen—susurra Scott a mi padre
quien lentamente y con cuidado pone las bolsas en la mesa del
centro de la sala de espera.
—¿Las niñas?—pregunto irónico, obtengo una mirada de
reprimenda de mi padre.
—Toma—Scott me ofrece el café. Lo tomo y doy un sorbo,
Victoria despierta e intenta no moverse mucho al ver a Harris aún
dormida en su hombro.
—Gracias—susurra Victoria cuando mi padre le entrega el
café. Arianna empieza a removerse poco a poco de su posición y
cuando abre los ojos lo primero que ve es a mí frente a ella. Se
reincorpora y su mirada recorre la sala.
—Hola, Arianna—saluda Scott con una sonrisa expandida por
todo su rostro, eso me hace irritar.
—Buenos días, disculpen…—intenta levantarse pero mi
hermana es rápida.
—No, no, no, no. Toma café antes de que te escabullas…—mi
hermana le entrega el café y esta le agradece con un sonrojo
rosáceo en sus mejillas. Sus labios se posan delicadamente en la
tapadera con todo el cuidado del mundo.
Estoy a punto de hablar y prevenirla pero Scott me gana.
—Está caliente, no te vayas a quemar…—ella apenas sonríe
y hace aparecer esos hoyuelos. Su mirada discretamente me
busca…
Tomo un trago a mi café lentamente sin retirar la mirada de
ella, ella se sonroja más e intento tomar un sorbo con cuidado.
—Arianna, muchas gracias por estar en estos momentos con
la familia, te lo agradecemos infinitamente.
Mi padre le da las gracias y Arianna dijo algo que no pude
prestar atención al mismo tiempo que Scott se pone a mi lado y me
mira con una ceja arqueada mientras da un sorbo a su bebida.
— ¿Qué?
—Nada, pero podrías despistar un poco si quieres ser un poco
más… discreto. —susurra cerca de mí, nadie más nos puede
escuchar ya que se enfrascan en una plática.
—No sé de qué hablas. —Respondo en un tono seco.
—Ay Evan, te conozco más de lo que tú te conoces.
—Déjalo ya.
—♫♪“Mi corazón…”—empieza a canturrear un pedazo de una
canción solo niego en silencio al dar otro sorbo de mi café.
—Yo me tengo que retirar, estaré al pendiente—escucho y me
vuelvo hacia Harris.
—Gracias por venir, Arianna. Te acompaño a tu auto…—se
apresura Victoria al ver que tengo la intención de levantarme.
¿Quiere fastidiarme ahora?
—Gracias. —dice Arianna.
Y salen de la sala de espera, siento un nudo en el centro de
mi estómago.
— ♫ ♪ “Todo lo que puedo dar… lo guardo para alguien
más….”♫♪— Scott sigue cantando en tono bajo. Me giro hacia él y
le lanzo una mirada de irritación, solo sonríe y se concentra en
tomar su bebida.
Me debato en sí ir hasta ella, darle las gracias y pedirle
disculpas por lo de hace unas horas, fue agradable ver que mis
palabras no la alejaron.
— ¿Vas a ir o te vas a quedar todavía debatiendo en sí ir o
no y entre otros miles de pretextos más?
—No sé de qué mierdas estás hablando, Scotty…—remarco
sarcástico su apodo, dejo mi café en la mesa y me pongo de pie,
saco mi móvil.
— ¿Usarás el pretexto: “Tengo una llamada que hacer”?
Mi padre y Scott sonríen en complicidad.
—No es pretexto, realmente tengo que hacer una llamada.
—¿A las cuatro de la madrugada…?—murmura mi padre.
Ignoro a mi padre. Salgo al pasillo que da al estacionamiento,
marco el número de Arianna pero me manda directamente al buzón.
Mi hermana aparece en las puertas dobles de cristal.
—Ella se ha ido.
Intento reponerme a la pizca de decepción de escuchar eso.
— ¿Y? Yo tengo que hacer una llamada…
—No tiene pila, así que te mandará a buzón directamente.
—Victoria—advierto.
Ella como siempre no se intimida.
—Evan…no empieces.
Pasa de mí y a mi espalda se escuchaba sus tacones pero se
detienen al mismo tiempo cuando dice mi nombre. Me giro hacia
ella.
—Es una buena mujer no la lastimes por favor, es mi única
mejor amiga.
— ¿Y qué tiene que ver que sea tu única mejor amiga?—
arrugo mi entrecejo.
—Tiene mucho que ver por qué si la lastimas, ella por evitar
todo lo que le recuerde a ti, se alejará de mí…
—Victoria…—sus palabras tocan algún punto dentro de mí.
—… y yo me alejaré de ti. Así que piensa primero antes de
romperle el corazón porque te lo voy a destrozar yo misma. Ella no
es como…—detiene sus palabras. —Simplemente no es como las
“demás“…
Se gira y sigue su camino. Sus palabras me hicieron tragar en
seco y fuerte escalofrío recorrió todo mi cuerpo.
—¿Qué…es lo que sabes, Victoria?
│ Capítulo once│
∎ FLASHBACK ∎
(Años atrás)
—Vicky no te desesperes, él vendrá. Sabe que tiene que
cuidarte hoy, Scott está en su habitación, irá al cine pero primero se
cerciorará de que Evan llegue antes de irse, ¿Vale?
—Si mami…
Veinte minutos después se fueron sus padres, Scott estaba
encerrado en su habitación, así que decidió esperar a Evan en su
habitación a escondidas, entró cautelosa y comenzó a mirar a su
alrededor, había poster de grupos de música y muchos libros de
estudio. Se sentó en la silla y comenzó a girar en ella y riéndose por
su travesura, ella apenas tenía diez años de edad, Evan tenía
quince y Scott iba a cumplir los veinte años el próximo fin de
semana, los tres se llevaban por cinco años de diferencia.
Escuchó a lo lejos la puerta azotar y abrió los ojos como
plato.
—Evan. —susurró, ella sabía que a su hermano le molestaba
que estuviera en su habitación sin permiso, buscó un escondite a
toda prisa así que decidió por ir debajo de la cama, en cuanto
terminó de meter sus pies, la puerta se abre y es azotada con
mucha fuerza que hace que se encoja Victoria en su lugar.
« ¿Otra vez está furioso?»
Se preguntó Victoria, llevaba semanas que llegaba enojado a
casa, ella le había interrogado en varias ocasiones pero Evan solo le
azotaba la puerta en la cara o la corría del lugar. Evan había
cambiado demasiado, ya no era el hermano que le ayudaba en
matemáticas, ni en español, el que compartía un litro de nieve a
escondidas con ella, ni el que le estaba construyendo la casa en el
gran árbol que estaba en el jardín trasero. Todo lo había dejado a
medias…
Extrañaba a ese Evan.
—Te odio.
Escuchó decirle. Ella arrugó su entrecejo, ¿A quién odiaba?
El móvil sonó y Evan maldijo.
— ¿Qué quieres? ¿No te bastó? Estoy ocupado, tengo que
cuidar de mi hermana, ¿Qué? ¡No! Tengo que cuidarla, lo siento
mucho y no me vuelvas a marcar cuando estoy en casa.
Y se escuchó como tiró el móvil sobre la cama.
Victoria torció sus labios. ¿Quién era la persona con la que
hablaba? ¿Era una mujer? ¿Una novia? ¿Por qué le contestaba de
esa manera?
Tocaron la puerta de su habitación.
— ¿Qué?—bufó irritado.
—Ya me voy al cine, Victoria debe de estar en el jardín trasero
cuídala nuestros padres llegan después de las nueve.
—Vale. —contestó Evan.
Victoria rogaba para que Evan fuese a buscarla para poder
salir debajo de su cama y no la pillara.
—Vicky.
Susurró Evan, se levantó y salió de su habitación, Victoria a
toda velocidad salió debajo de la cama y cuando terminó por
levantarse por completo el móvil vibró. Victoria curiosa y con el
temor que la pillara Evan, se arriesgó a ver quién era.
— ¿“Bruja Simmons”? —Victoria arrugó su entrecejo— ¿Es la
Lorraine Simmons?
Tocó el botón de contestar y antes de hablar Lorraine habló.
—¡Que sea la última vez que me cuelgas el teléfono Evan,
sigues aún endeuda conmigo, me debes mucho dinero. Además no
creo que hayas disfrutado tanto el sexo a tu edad con nadie más,
así que si sigues colgándome el teléfono ¡Te voy a obligar hacer lo
de la semana pasada, no me importa que llores con los azotes!
Y colgó.
Victoria miró la pantalla del móvil y tragó saliva. ¿Lorraine le
estaba pegando a su hermano? ¿Por qué? El corazón se le agitó del
miedo a que su hermano le estuviera pasando algo y no quisiera
decirlo. Borró la llamada, y salió corriendo de su habitación, bajó las
escaleras y se encontró con él antes de bajar.
—Aquí estás.
Victoria abrió los ojos de más al ser pillada.
—E-Evan…
— ¿Dónde estabas?—Evan lanzó una mirada hacia arriba.
—En mi habitación.
Evan dudó por su respuesta, pero la ignoró.
— ¿A dónde vas?
—Iba al jardín, creo que dejé mis muñecas en la casa del
árbol.
— ¡Te he dicho que no subas! ¡No está terminada y puede
caerse!—Evan enfureció y Victoria se encogió de hombros.
—No lo volveré hacer…
Y salió corriendo hacía el jardín.
Encontró sus dos muñecas favoritas y se dirigió al interior de
la casa, Evan estaba en la cocina y buscaba algo en el frigorífico.
— ¿Evan?
— ¿Qué quieres?
— ¿Por qué últimamente estás enojado?
Evan detuvo su búsqueda. No dijo nada, pero al cerrar con un
golpe la puerta del frigorífico se volvió hacia su hermana que estaba
en la barra de granito abrazando las dos muñecas que le había él
regalado en navidad.
—No estoy enojado.
— ¿Por qué…«azotas» todo?
Evan palideció a su palabra, se pasó la mano por el cabello
repetidamente en busca de alguna respuesta.
—Me metí en problemas y necesito pagar…—se detuvo y
miró a su hermana— y si nuestros padres se enteran me mandarán
lejos de aquí… ¿Entiendes eso?
— ¿Por qué? ¿Qué problemas? ¿Necesitas dinero?
¿Cuánto? Yo te puedo dar de mis ahorros… nadie se enterará lo
juro.
—Vicky…—su mirada se suavizó a las palabras de su
hermana menor. Evan tenía a Vicky en un altar, era sus ojos, sus
primeras palabras fueron un balbuceo de su nombre “Vian“. Él la
cuidaba desde pequeña y tenía un vínculo especial, pero se había
metido en problemas, había tomado el auto de su padre y había
chocado el auto del esposo de la señora Simmons y con la amenaza
de meterlo en problemas Evan le rogó una solución…
Y Lorraine se la había dado y ahora estaba pagando.
—Enana, veamos una película, ¿Qué dices?—Victoria asintió
a toda prisa.
Al día siguiente después de regresar del colegio, Victoria
subió a toda prisa las escaleras, entró al despacho de sus padres y
tomó la computadora para buscar la palabra que se había quedado
en su mente: Sexo y azotes.
Y le desplazó una lista de páginas y cuando tecleó una,
palideció. No entendía casi nada, pero las imágenes lo hicieron.
Pensaba que Lorraine lo tocaba desnudo y lo golpeaba…
Borró las evidencias y salió hacia la habitación de Evan: tocó,
tocó y nadie abrió, su madre la pillo antes de entrar a la habitación.
—Sabes que Evan no le gusta que entres en su habitación.
— ¿Dónde está, mami?
—Acaba de salir tiene diez minutos. Fue a casa de Lorraine a
cortar el césped…
— ¿Puedo ir ayudarle?
— ¿Tienes tarea?
—No.
—Ve, pero pórtate bien…
Victoria fue a cambiarse de ropa y antes de salir se quedó
pensando en lo que haría. Podría estar castigado y eso quería decir
que podría estar amarrado o algo así, así que tomó las tijeras y las
metió en su mochila.
—Te voy a salvar hermano. —Decidida salió de la mansión y
se encaminó por el vecindario a tres cuadras más allá de su casa,
giró a la derecha y en la casa que se encontraba al final era la casa
de la “bruja Simmons” Se imaginaba a Evan colgado y amarrado, la
bruja lo golpeaba, pero ella lo detendría. Lo salvaría de sus garras,
le daría todo el dinero a la bruja y lo dejaría libre. —Ya no estará
enojado.
Pudo ver la podadora en medio del jardín y otras cosas para
limpiar.
— ¿Evan?—llamó Victoria, pero nadie contestaba, se agarró
con fuerzas de los tirantes de su mochila, tomó aire y lo soltó
bruscamente. —Debe de estar adentro, voy por ti hermano…
Entró cautelosa por el lado de la cocina, muchas veces había
ido a casa de Lorraine con su madre, tenían de vez en cuando
reuniones y ella exploraba por ahí así que recordó la habitación con
cerrojo color oro que nunca estaba abierta, su instinto la llevó hasta
quedar enfrente de esa puerta… miró a su alrededor y no había
nadie… tomó el picaporte y al girarlo se abrió.
Poco a poco la empujó para poder mirar sin ser descubierta…
Evan estaba amarrado en un poster desnudo con ambas manos
en lo alto, Lorraine estaba hincada frente a él obligándolo a tener
sexo. Victoria no miró por completo la escena ya que Lorraine
estaba de espaldas a ella, pero miró a su hermano llorar y suplicar
que parara.
No alcanzó a cerrar la puerta y salió de esa casa con el corazón
casi por salirse de su pecho, las lágrimas salían en cascadas
mientras caminaba por la calle agarrada con fuerza de los tirantes
de su mochila… pensando en alguna solución y salvarlo de esa
bruja.
Y entendió qué buscaría algo más que…unas simples tijeras.
∎ FIN FLASHBACK ∎
│ Capítulo doce│
Actualidad…
—Señorita Harris, el señor Johnson ha estado buscándola.
Rowdy se puso de pie al verme entrar como tornado al interior
de mi oficina, se me ha olvidado cargar mi móvil y de nuevo no he
salido con mi cargador del departamento.
—Gracias.
Rowdy está de pie frente a mi escritorio observando cómo
comienzo acomodarme en mi lugar. Levanto la mirada y arqueo una
ceja en espera a que hable.
—El señor Johnson me ha dado órdenes de no retirarme de
aquí hasta que tome el teléfono y le marque antes de que empiece
otra cosa del trabajo. —abro los ojos como platos a sus palabras.
Trago saliva incomoda a la petición de ese hombre.
—Vale, vale, ya estoy tomando el teléfono—levanto el
teléfono y lo agito en el aire—…le marco. Necesito un expreso
doble. —Espero a que salga y marco directamente al móvil de
Victoria.
— ¿Arianna?
—Sí, ¿Todo bien?
— ¡Si! ¡Mi madre acaba de salir de la operación y ha sido un
éxito!—es interrumpida por Evan— ¡Evan, espera! ¡Es mi llamada!
— ¿Harris?
Pongo los ojos en blanco.
—Sí, soy yo.
— ¿Por qué no me has llamado a mí? ¿Qué no te explicó tu
asistente?
—Sí, me ha dado tu recado o más bien tu orden, pero…—
interrumpe.
— ¿Entonces? ¿Sabes lo preocupado que estoy al no saber
nada de ti?
—Calma, hace dos horas y media que nos vimos en el
hospital, no es que fuese…—de nuevo interrumpe.
—…no me importa cuánto tiempo ha pasado, necesito saber
si estás bien, yo mismo quería decirte que mi madre ha salido bien
de la operación y en la tarde la bajan a piso. ¿Vas a venir?
Me quedo en silencio, hojeo rápido la agenda.
—Es probable que sí…
—¿Por qué dices que es «probable»? Cancela lo que tengas—
arrugo mi entrecejo, ¿Pero que le está pasando?
—Evan creo que estas dos juntas amerita mi presencia y
como estoy ocupando el puesto temporal de Sarah y ahora está tú
ausencia, es imposible que deje todo varado, es una excelente
noticia lo de tu madre, pero creo que lo más adecuado es que
esté solo la familia…
—Quiero que estés aquí—el tono intimidante me hace erizar
la piel y sorprendentemente me empiezo a humedecer. Niego
repetidamente al recordar lo del baño.
—Evan—digo en un tono de advertencia puede que algo se
me esté pegando de él, suelta un gruñido de irritación o frustración y
escucho la voz de Victoria de nuevo.
— ¿Qué pasó? Evan está furioso—pongo los ojos en blanco.
—No puedo dejar la empresa en estos momentos, sabes que
estoy cubriendo a Sarah y ahora en la ausencia de Evan es
imposible… —suelto el aire—Iré a la noche al salir de aquí, ¿Vale?
—Sí no te preocupes y no le hagas caso a mi hermano. Has
lo que tengas que hacer yo me iré a bañar ya que aún no podemos
entrar a verla así que voy aprovechar…
—Está bien, te llamo cuando vaya en camino.
—Sí, cuídate.
Y colgamos. Miro el teléfono por unos segundos más… una
sonrisa aparece en mis labios repitiendo en mi mente sus palabras:
«Quiero que estés aquí»
—Yo también estoy empezando a querer estar contigo,
gilipollas. —Me concentro en mis pendientes y en preparar todo
para la junta.
❖❖❖
Dos horas después y de imprimir casi todo lo de la reunión,
me dejo caer en mi silla. Reacomodo de nuevo las carpetas para
hacer tiempo e irme a la sala de juntas. Rowdy toca la puerta para
entrar.
—Pasa—le hice señas con mi mano, cierra la puerta de cristal
a sus espaldas y me mira con cara de preocupación.
— ¿Y ahora?
—Me ha informado Jennifer que las juntas se han pospuesto
para el día lunes a primera hora.
Me quedo sin decir nada, no sé por qué dentro de mí tenía
esa sensación de que algo iba hacer Evan.
Tiro las carpetas sobre la superficie del escritorio de cristal y
me dejo caer en el respaldo de la silla, miro la hora en la pantalla de
mi portátil y marcan las 4:32 pm. No he comido nada solo para
adelantar lo de las juntas.
—Pasa a retirarte no hay más pendientes. —digo a mi
asistente.
—¿Estás molesta?—se sienta en la silla frente a mí y se
cruza de brazos.
—No, claro que no, es solo que nos hemos esforzado todo el
día de ayer y hoy para estar preparados, luego de la nada Johnson
cancela todo.
—Creo que lo de la juntas puede esperar, ¿no crees? Ha
salido su madre de una operación muy delicada y necesita
enfocarse en ello.
—Lo sé, iré al departamento y después al hospital.
— ¿Acompañaras a Victoria o…al señor Johnson?
—A la familia Johnson, claro está, Rowdy. No empieces a
imaginarte cosas que no son.
—Es que todo es bien extraño—cruza una pierna sobre la
otra y se reacomoda en su asiento con una sonrisa.
— ¿Extraño por qué?
—Nomás…pienso, siento e imagino. —Sonrío en el tono que
lo ha dicho.
—Detén esa imaginación tuya.
— ¿Pero por qué? Es muy caliente imaginar que el dueño de
la empresa se folle a una hermosa empleada… después de que se
han jurado solo seguir en ese rollo, un día, el amargo y mal genio
del dueño de la empresa empieza a tener pensamientos de amor
por la mujer…
—Rowdy…
—Espera ahí viene lo bueno…
—No, detente. Deja esa imaginación para tus propias
telenovelas que miras en las noches, el señor Johnson y yo solo
somos: Jefe y empleada.
—Bah, si vieras como se puso cuando no fuiste a esa junta
mensual, miraba la puerta abrirse y su cara de decepción al ver que
no eras tú, si no Jennifer…Luego cuando….
—Basta.
Me pongo de pie y voy sobre mi bolsa de mano y mi saco.
—Deja que termine…
—No, no. Ya puedes irte…
—Bah, yo que quería seguir imaginando como es cuando…
—Hasta mañana Rowdy.
—Ya tengo a mi reemplazo, en quince días empezará su
capacitación.
—Perfecto. Hasta mañana Rowdy—salgo de la oficina y él a mi
espalda hablando solo.
❖❖❖
Bajo de mi auto con todo el cuidado del mundo por el ramo
de rosas silvestres de colores, quería llegar con algo para alegrarle
el cuarto. Los colores son llamativos y por algo me atrae lo hermoso
del arreglo.
Camino por el largo estacionamiento subterráneo, no he
avisado que iría, quiero llegar de sorpresa, estoy a dos filas de llegar
al elevador del subterráneo cuando me detengo.
Evan y de nuevo la mujer pelirroja están discutiendo frente al
elevador, retrocedo un poco y me cubro con un auto estacionado
para no ser vista. ¿Ahora cómo le hago? ¿Esperar? Pero cuando
me asomo para ver si seguían en su discusión veo una escena que
me hace tirar el arreglo al suelo sin darme cuenta.
La pelirroja y Evan se están besando.
Lo rodea por el cuello y lo inclina hacia ella, él tenía sus
manos sobre sus hombros intentando separarse, así que deduzco
que ella ha empezado el beso. Siento como la sangre me hierve,
recojo el arreglo floral que se ha caído de mis manos y camino a
paso un poco veloz, quiero verlo de cerca y cerciorarme de eso
antes de lo que voy hacer.
«No te metas, Ari» «No son nada para que armes una escena»
—Me importa una mierda lo que piense en este momento—
murmuro en respuesta a mis pensamientos, los tacones se hacen
escuchar más fuerte de lo que pretendo, Evan se
separa bruscamente y ella tiene la intención de volver a tocarlo. Y
gruñe algo que no alcanzo a escuchar.
—Mi amor, ¿Qué está pasando aquí?—Evan me mira y
puedo ver la palidez de su rostro, la mujer pelirroja se gira hacia mí
con el ceño fruncido, me mira de abajo hacia arriba con prepotencia.
Así que me acerco a Evan y le limpio los labios con mi pulgar.
—Iuu, éste labial es demasiado corriente, deja buscar un
poco de papel—saco de mi bolsa un pañuelo desechable—le limpio
—listo. —me giro hacia la pelirroja que hasta ese momento le estoy
dando la espalda.
— ¿Y tú eres?—me pregunta con cara de furia.
—Soy la novia de Evan—la mire de pies a cabeza como ella
lo ha hecho—… ¿Y usted señora es…? —remarco la palabra
señora. Intenta reponerse pero no la dejo contestar—bueno, no
importa—me giro hacia Evan y le sonrío ladeando mi rostro, el sigue
en estado de shock— ¿Subimos? Quiero ver a mi suegra. Mira lo
que le traje, Vicky me dijo que son sus favoritas…
Evan carraspea y se repone rápido al entender mis
intenciones, toma el arreglo con una mano y con la otra me rodea
por la cintura.
—Sí, claro, vamos—no vuelve a mirar a la mujer pelirroja,
presiona el botón del elevador.
— ¿Evan? ¿Vas a dejarme así?—le pregunta furiosa la mujer
a nuestras espaldas. Trago saliva y cuando tengo la intención de
girarme, las puertas del elevador se abren y Evan inmediatamente
nos mete, presiona el botón y se gira hacia mí.
Me cuelgo de su cuello y lo beso apasionadamente mientras
las puertas se cierran frente a ella dejando una escena caliente. Las
puertas se cierran finalmente y me separo de él, dejándolo con los
labios rojos, un poco hinchados por él beso junto con el ramo en las
manos y con los ojos aún cerrados y los labios aún entreabiertos,
me repongo inmediatamente y le arrebato mi arreglo floral.
—Pero…—murmura desconcertado.
—Me debes una. —tomo aire bruscamente y me centro en el
arreglo fingiendo acomodar las flores.
—Arianna, lo que has visto…—levanto una mano entre
nosotros.
—No tienes por qué darme explicaciones, no sé si hice bien,
pero pude ver que estabas muy incómodo, no sé qué me provocó
hacer lo que hice, pero si hice mal, lo siento.
Estiro el cuello al sentir un escalofrío. No lo miro, pero lo que
sí alcanzo a mirar antes de reaccionar fue como presiona el botón
de STOP, se detiene el elevador, cuando voy a mirarlo, de un
movimiento me toma y me pone contra la pared del elevador, su
respiración es inestable y el calor que irradia está a punto de
consumirme por completo, mis labios se abren para llevar aire a mis
pulmones. Se acerca a mí y cerca de mis labios murmura:
—Lo que viste no es NADA, no quiero que pienses cosas que
no son y sí, podría decir que hiciste bien…—su nariz acaricia mi
mejilla, cierro los ojos para disfrutarlo, luego baja a mi cuello y sus
labios atraparon mi piel erizada. —Mira lo que provocaste…
Me restriega la erección que tira de sus pantalones. Gimo
satisfecha a sus palabras, me empieza a fascinar la idea que la
causante de esa erección soy yo y eso me excita. Mis manos
buscan su cinturón y su zipper, el comienza apretar con ambas
manos mis pechos y a amasarlos ansiosamente, cuando abro su
pantalón, meto la mano deseosa de tocar su miembro y así fue unos
segundos después.
Está duro, caliente, palpita en mi agarre todo debido a mí y a
mi escena de posesión delante de otra, es como…marcar territorio.
—Te deseo, A H O R A. —Levanta mi falda y se separa para
mirarme.
— ¿Qué…?—balbuceo mientras aún sigo en mi nube de
deseo.
Se baja un poco el pantalón y se saca por completo su
miembro. En la punta de éste tiene una gota aperlada, pongo mis
dedos en la orilla de la tela de mi braga de encaje y me las retiro. Su
mirada se vuelve más oscura y cargada de deseo, yo a punto de
hacer combustión espontánea al ver como acaricia su miembro de
arriba hacia abajo y un gruñido se escucha.
—Tenemos unos cuantos minutos antes de que pongan de
nuevo andar el elevador.
—Menos habla y más acción…señor Johnson.
Su agarre fue brusco, haciendo golpear mi espalda con la
pared de elevador pero no nos importa, sus labios atrapan los
míos y su lengua es impecable, sus manos acarician mi trasero
desnudo y de un segundo movimiento me levanta, haciendo que lo
rodeara por la cintura, su miembro queda en la entrada de mi sexo.
Sus dedos acariciaron y puedo sentir como su gruñido se
intensifica, se separa unos centímetros de nuestros labios.
—Maldición, estás muy húmeda…y lista para mí. Esto será
rápido.
Y entra de una embestida. Gimo mientras sigue con
movimientos impecables, golpeando un punto dentro de mí que está
acercándome a mi propio orgasmo.
—Vente… ya… yo no aguanto más…
—Sí ya…—y el calor que está haciendo espirales en el centro
de mi vientre se expande por todo mi cuerpo, haciendo gemir algo
fuerte, Evan segundos después llega a su clímax.
Intentamos tranquilizar nuestras respiraciones, pero esto ha
sido muy intenso. Nos separamos, toma mi bolsa y busca papel, nos
limpia.
El elevador empieza a moverse, e inmediatamente nos
arreglamos las ropas, mi cabello intento acomodarlo en su lugar,
pero fallo. El solo sonríe a mi murmuro maldiciendo.
—No te burles…—él se vuelve hacia mí cuando toma el
arreglo.
—Nunca, aún despeinada, eres deliciosamente hermosa—eso
me hace sonrojarme más de lo que ya estoy, deja un beso fugaz en
mis labios y las puertas se abren, salimos e intento reponerme al
caminar, mis zapatillas de aguja, las piernas temblorosas y el hecho
que no tengo mis bragas puestas en ese momento no quiero
parecer que he follado en el elevador.
—Habitación 478, ve al servicio, te cuido las flores.
—Gracias—murmuro rápido. Entro a los servicios, tomo el
último cubículo y me limpio con una toallita húmeda, busco en mi
bolso y en los bolsillos de mi falda vintage las diminutas bragas de
encaje, pero no las encuentro.
«Mierda»
Intento recordar en que momento las guardé y en dónde, mis
pensamientos fueron interrumpidos por las risas de unas mujeres.
— ¿De quién serán?
—No lo sé, pero debieron de follar tan rico que no se dieron
cuenta las dejaron olvidadas en el tubo del elevador.
¡Juro que he dejado de respirar al momento de escucharla!
¿Hablan de mis bragas de encaje?
—Sí, uy, hace mucho que Román no me da un polvo de esos.
—Y a mí el mío amiga, ¿Y dónde quedaron?
—No lo sé, el de intendencia iba a dejar la evidencia en el
cuarto de seguridad, a la mejor y averiguan de quien son por las
cámaras del interior.
Abro los ojos de golpe al escuchar eso, no me he fijado si hay
cámaras en él.
«Estúpida»
Ahora sabrán que Evan Johnson folló con su empleada en un
elevador. ¡Me quiero morir!
Las risas se alejan de mi cubículo. Mierda, tengo que alertar a
Evan. Salgo del cubículo y me lavo las manos, al salir, Evan me
regresa al interior de nuevo.
— ¡No, no, no, no, no!—pongo mis manos en su pecho
intentando detenerlo.
— ¿Quieres andar sin bragas?—en el aire pasea mis bragas
y se las arrebato.
—Gracias, he escuchado a unas mujeres hablar de ellas,
¿Tienes manera de averiguar si había cámaras en el elevador?
—Ya me encargué de eso.
El alma regresa a mi cuerpo.
—Es un alivio. —suelto un sonoro suspiro.
— ¿Temías que descubrieran que follaste en el elevador?
—No sé por qué primero pensé en que tendrías problemas tú,
me refiero a ser un hombre de negocios y metido en un chisme de
bragas.
Él sonríe tan lindo que casi me abalanzo a comerme sus
labios en un beso. ¡Baja tu calentura mujer!
—Habitación 478, te espero afuera de la habitación.
Entro al cubículo, me pongo las bragas y me doy un descanso
de cinco minutos, las piernas aún me tiemblan.
Sonrío como boba al pensar que Evan lo tiene solucionado, sí
que le importa cuidar de su privacidad y eso me empieza a gustar
más.
Se escucha la puerta abrirse cuando estoy a punto de salir
del cubículo al abrir a medias la puerta puedo ver a la mujer pelirroja
del estacionamiento lavarse las manos. Me regreso y me siento en
la tapa del inodoro, esperando a que se marche.
El móvil suena y lo contesta.
—Lorraine Simmons, Oh vaya, creí que me dejarías…. —
pienso que fue interrumpida por qué ya no sigue hablando.
Intento acercarme a la puerta para escuchar un poco más,
pero sigue sin decir nada, puedo escuchar a lo lejos alguien hablar.
— ¿Quién es ella? Sí, ella. ¿Qué? ¿Pero…? Evan espera,
yo… ¿La amas? ¡Dime si la amas! Pero… no me cuelgues…
Y parece ser que le ha colgado la llamada.
—Mierda. Esto no te va a durar nada zorra caza fortunas…
—la sangre me hierve al escuchar de cómo me tacha, empujo la
puerta de un golpe azotando contra la pared, ella se gira hacia mi
asustada.
— ¿A quién le has dicho “zorra, caza fortunas”?
│ Capítulo doce│
— ¿Estás dormida?
Estoy a punto de contestar pero mi cuerpo está tan envuelto
junto al suyo que estoy en una nube de relajación extrema, no
puedo mover ni mis pensamientos, siento como su pecho sube y
baja arrullando, entreabro mis ojos para mirar la hora: 4:56 am… y
antes de cerrarlos por completo…
—Te quiero, Ari…. —es un débil susurro.
Abro los ojos a punto de salir de su órbita, mi corazón se
acelera, no me muevo, hasta puedo jurar que he dejado de respirar:
« ¿He escuchado bien?»
Intento dormir pero mi mente se repite: «Te quiero, Ari» un tic
aparece en mi ojo derecho, ¡Deja de pensar! Debe de ser el
momento, o lo dijo sin pensar… es un lío dentro de mi cabeza,
pensamientos se repiten una y otra vez torturando.
« ¿Y tú, Arianna?»
❖❖❖
La luz golpea mi rostro, intento removerme al sentir pegajoso
mi cuerpo, los últimos acontecimientos llegan de golpe y siento un
apretón en mi trasero, abro los ojos. Es Evan todo embarrado de
chocolate, sus ojos grises brillan divertidos, niego intentando
levantarme por orden de mi vejiga.
—Baño…—Murmuro cuando intenta retenerme con más
fuerza contra la cama.
—Hambre…
Apenas pude reaccionar cuando entiendo a lo que se refiere,
se desliza hasta llegar a mi sexo lleno de… ¿Crema de fresa?
¿Chocolate?; Comienza a torturarme con su lengua experta, cierro
los ojos, muerdo mi labio inferior y los dedos de los pies se
retuercen contra la sabana…mi vejiga puede esperar. Gimo, jadeo,
hasta suplico. De una embestida está dentro de mí, la luz le da en el
rostro resaltando el color de sus ojos grises dilatados y sus cabellos
castaños claros que se mueven todos rebeldes al ritmo de sus
embestidas, una delicada capa de sudor empieza a formarse en su
frente, mis pechos bailoteaban de arriba hacia abajo, estoy a punto
de llegar mi clímax cuando soy removida de mi lugar: Ahora yo
mando encima de él, es la primera vez que estoy en esta posición
desde que ha empezado mi aventura sexual.
—Muévete…—gruñe.
Acato la orden y a moverme, las sensaciones son
inexplicables, me muevo más rápido buscando más fricción
llevándome a un mar infinito de placer y deseo, los gemidos
aumentan según me muevo, sus manos abarcan mis pechos al
tiempo se inclina para llevarlos a su boca para chupar, lamer y tirar
de ellos.
—Te…ves jodidamente caliente y me encantan tus grandes
pechos…—acelero más al estar camino a mi clímax. Su voz ronca,
me pone demasiado—Estoy…estoy a punto….vente conmigo—
lanzo mi cabeza a hacia atrás cuando el orgasmo se intensifica de
una manera que me hace temblar y tener largos espasmos, las
manos de Evan aprietan deliciosamente mi trasero.
— ¡Ohh…! ¡Evan!—grito su nombre, me dejo caer encima de
él, mi oreja contra su pecho, nuestras respiraciones alteradas, sus
manos suben y bajan por mi espalda provocando que me vuelva
encender. Soplo contra mi cabello para poder retirarlo de mi rostro
para mirar la hora de la mesa de noche: 6:52 am.
—Mierda.
— ¡Ea! Es muy temprano para maldecir…—deja un beso en mi
cabello.
—Tenemos que trabajar…—maldigo entre mí, no quiero ir a
trabajar, quiero estar todo el día con él en mi cama… o en la suya.
—Lo sé, tengo que ir al hospital…
—Yo adelanté demasiado trabajo, pero «alguien» lo pasó
todoooo hasta el día lunes…así que puedo escaparme unas horas
para ir a ver a tu madre.
—Gracias por eso…
Sonrío. Me incorporo aún encima de él…
—Tú madre piensa qué…—me detengo. Es algo incómodo de
decirlo, pero él me alienta.
—Dime, «Mi madre piensa qué…» termina…
—Piensa que hay algo entre los dos. —antes de que me
interrumpa me adelanto—Sé que solo es sexo, encuentro casual…
amigos que follan…—Pude ver como sus ojos se incendian y su
quijada se tensa.
—No somos «folla-amigos» Ya te lo he dejado claro en
nuestro primer encuentro en el baño del hospital.
—Sí recuerdo que dijiste que no somos amigos como para
llamarnos así y sí lo sé pero…
—Arianna—advierte.
—Vale, solo qué… no…—Niego sonrojándome a más no
poder por lo que voy a decir—… no sé cómo ponerle a esto que
estamos haciendo. Seamos sinceros por favor, si hablo temo que te
pueda alejar con unas simples palabras, me la he estado pasando
de lo mejor contigo, pero sí…
— ¿Hace cuánto que empezó esto?—no me deja terminar.
— ¿Hace una semana y días?—arrugo mi entrecejo
recordando sus palabras susurrantes hace unas horas: «Te quiero,
Ari» ¿Acaso ya podía sentir eso? No tenía experiencias con nadie
en temas de relaciones, amor, sexo. Pensando bien, ¿Dónde
mierdas estaba metida? ¿En qué mundo estaba viviendo? ¡Me he
perdido no sé cuántos orgasmos!
— ¿Arianna?—agita su mano frente a mi rostro.
— ¿Si? Disculpa…—intento bajarme de mi lugar encima de
él, pero él me toma de ambas muñecas para evitarlo.
—Puede ser que no sea el tiempo o el lugar apropiado para
hablarlo, pero lo voy hacer, arriesgando a que te asustes. Soy un
hombre que nunca ha tenido una relación o novia, nunca he llevado
a nadie a casa de mis padres, no soy muy fan de las relaciones,
aunque todo puede cambiar…—el agarre de mis muñecas, cambia
a entrelazar nuestros dedos, sus ojos grises empiezan a dilatarse
más—no sé si tú quieras…
Se detiene.
— ¿Quiera…qué?—puedo ver su nerviosismo.
—Quieras tener una relación conmigo. Con tu jefe Johnson el
insoportable Dios del sexo.
Trago con dificultad. Lamo mis labios al sentir que se han
secado, el sigue mirándome detenidamente, sus dedos comienzan a
deslizarse por los costados de mis caderas…
—Eres mi jefe, ¿Sabes lo que dirían los demás al decirle que
la directora de finanzas es la novia del dueño de la empresa? O
dirían…—me interrumpe.
— ¿Qué se ha sacado el premio mayor con una deliciosa
chaparra ex-virgen rubia de ojos verdes?—me sonrojo, comienzo
hacer círculos con mis dedos sobre el escaso bello que tiene sobre
su pecho esperando que capte mi respuesta.
—Espera ¿Eso quiere decir qué…?—sus ojos bailan de un
lado para otro al descubrir mi respuesta oculta.
Tuerzo los labios como si aún lo estuviese pensando.
—No sé, tendré que pensarlo seriamente…soportarlo ahora
como «Novio» uy, tendré que pedir doble aumento—sus manos
suben a mi curva cerca de mis costillas y comienza a mover sus
dedos en esa área provocando que rompa en risas y me retuerza
encima de él.
— ¡¿Es entonces un «Sí, Johnson—Dios del sexo—, seré tu
novia»?!—la emoción con la que pregunta es contagiosa, de un
movimiento se pone encima de mí al cesar las cosquillas, nuestras
respiraciones están agitadas, mi risa ha provocado lágrimas de las
cuales estoy limpiando. Evan aguarda en espera de mi respuesta.
— ¿Habrá aumento?—las cosquillas vuelven— ¡No! ¡No, ya,
ya, ya Evaaan! ¡Sí, sí, mi respuesta es sí, basta, basta de cosquillas!
¡Me voy hacer pis!—deja de hacer cosquillas y los besos aumentan
el calor, tomo su rostro con ambas manos y lo acaricio. Sus labios
atrapan los míos de una forma posesiva que empieza a fascinarme.
Un gemido sale de su ronco pecho. Se separa de mí…
—Necesito festejar… dentro de ti…—muerde mi labio inferior.
—Tenemos trabajo…—gruño al sentir el mordisco.
—Soy Evan Johnson: El Jefe nena—lo rodeo por el cuello y
alzo mi pelvis para sentir fricción.
—Mi novio…es lo que eres en estos momentos «nene»
recuerda, mi cama…mis reglas.
│ Capítulo dieciséis│
❖❖❖
DOS MESES DESPUÉS….
La situación después de dos meses había mejorado, Lorraine
estuvo a punto de demandarme por haber roto su nariz y yo estaba
preparada a enfrentarme a ella, pero de la nada, declinó. Había
desaparecido por obra de arte por unos días, Victoria había
averiguado que había huido a París, qué esperaba no volver a verla
porqué ella misma rompería su nariz por segunda vez.
Evan y yo la pasamos mucho mejor. Ha sido más abierto en
el tema de su pasado y solo lo que él podía contarme lo escuchaba,
dijo que lo demás no importaba. Y lo mejor: sonreía más seguido,
bromeaba, hace chistes con Scott, convivimos más los días viernes,
primeros y últimos domingos de parrillada con su familia, hasta ellos
mismos habían comentado que lo veían más feliz. ¿Y respecto a mi
respuesta sobre su “Cásate conmigo”? dije que no…Por el
momento. Necesitamos más tiempo, ¡Sólo llevamos dos meses!
— ¿Lista?—la voz de Evan me hace salir de mi ensoñación
vespertina. Dejo de pintar la pared de la nueva biblioteca del nuevo
departamento que Evan había comprado para que yo le ayudara a
decorar los domingos, dejo el rodillo de la pintura y me limpio un
poco de pintura en mi overol de mezclilla. Voy en su búsqueda.
— ¿Llegaron las cajas de…?—Evan está de pie al lado del
gran comedor nuevo que ha llegado de Italia, hay una carpeta sobre
la superficie de la mesa.
Su sonrisa se expande poco a poco, palmea a un lado de la
carpeta para hacerme señalar que es algo de lo que va a hablar. Me
cruzo de brazos al llegar al otro extremo de la mesa.
— ¿Qué es eso?—pregunto curiosa.
—Velo tú misma.
Tuerzo los labios curiosa, tomo la carpeta y al abrirla es una
documentación de COMPRA-VENTA de… Levanto la mirada a
Evan…
— ¡¿Vendiste el penthouse?!—mi voz suena demasiado
cargada de sorpresa.
—Sí, revisa el resto de la documentación. —arrugo mi
entrecejo intrigada. Al ver la siguiente documentación el corazón se
agita. No sé si reír o cabrearme, levanto de nuevo la mirada.
— ¿¡HAS VENDIDO MI DEPARTAMENTO?!—tiro la carpeta
en la superficie de la mesa.
Su sonrisa se esfuma, su entrecejo se arruga y
habla atropelladamente.
—Espera. Creí…qué… —levanta las manos para que me
tranquilizara. —Yo, bueno, es obvio que mis intenciones son agilizar
lo que viene en camino—detiene sus palabras y la confusión lo
embarga— ¿Estoy entendiendo mal?
— ¿A qué te refieres? ¡Has vendido mi departamento sin mi
autorización!—ahora yo agito muy cabreada las manos en el aire.
—Arianna, espera, creí que entendías qué…—lo
interrumpo bruscamente.
— ¡¿ENTENDER QUÉ?!—me aprieto el puente de mi nariz y
entonces entiendo, la risa sale de mis labios. Él ha deducido que el
siguiente paso es: VIVIR JUNTOS, por eso su pregunta hace
aproximadamente un mes mientras miramos una película romántica
en su penthouse: “¿Por qué si se aman no se casan?” Pero yo
había contestado: “En mi opinión deberían de vivir juntos para ver si
funcionan antes de casarse”.
— ¿Por qué ríes? —pregunta confundido mientras cubro mi
rostro y sigo carcajeando de los nervios. Él ha hecho todo esto
porqué es el siguiente paso en nuestra relación, ahora le veía
y entendía: Son sus primeros pasos en la relación, ha pasado dos
meses, desde entonces nos llevábamos de maravilla y ahora ha
vendido mi departamento y el suyo.
Termino de reír, me limpio las lágrimas y lo enfrento de la
mejor manera: Con amor y comprensión.
—Evan, cuando vas a hacer algo así, primero se habla. Se
llega a un acuerdo y luego entre los dos se hace lo conveniente,
recuerda: Comunicación. ¿Por qué no me has pedido mi
autorización para vender mi departamento? Además esta no es una
manera muy romántica de pedir que me mude contigo.
Su rostro se suaviza y entiende a lo que realmente me refería.
—La cagué.
Corto la distancia entre los dos y lo abrazo. Sí, la había
cagado, pero de la manera más tierna. Evan solo hace las cosas por
qué así él funciona, siempre un paso adelante, pero en la relación
aún es un virgen. Se ha adelantado y ha hecho lo que para
NOSOTROS es el siguiente paso. Un futuro juntos y me gusta.
—Sí, la cagaste. —dejo mi mejilla en su pecho y me abraza
con fuerza a su cálido cuerpo.
—Puedo cancelar lo de tu departamento… —Habla contra mi
cabello, su tono es de derrota y eso me estruja el corazón.
—No, no. Solo que me hubiese gustado que lo hablaras
conmigo mucho antes. —me separo de él y lo
contemplo mordiéndome el labio.
—Es qué pasamos más tiempo aquí últimamente, que apenas
pisamos nuestros departamentos, pensé: ¿Por qué no hacerlo? Sé
que no es la manera más romántica de pedirlo: ¿Quieres que
vivamos juntos?
Suelto una risa al gesto y el tono de sus palabras. ¡Es tan
Evan Johnson! ¡Y así lo adoro!
—Sí nene, quiero que vivamos juntos.
—El dinero del departamento está en tu cuenta personal.
—Gracias, podría invertir en este departamento.
—Como tú quieras.
Abro mucho los ojos de la sorpresa.
—« ¿Cómo yo quiera?»
Afirma dejando un beso en la punta de mi nariz.
—Creo que el vender sin tu autorización me ha dejado claro
que no puedo seguir haciendo este tipo de cosas, no quiero cagarla
de nuevo. — ¡Es taaaaaan Evan, que me lo quiero comer! Me
levanto de puntillas para besarlo.
Nos separamos al terminar el beso y lo miro:
—Te quiero, señor Johnson.
—Y yo, señorita Harris.
│ Capítulo veinte│
❖❖❖
Voy manejando por el sendero que me lleva a la casa del lago,
estaciono mi auto deportivo al lado de otros más que están enfrente
de la casa de tres pisos de piedras rusticas, bajo quitando la corbata
de un tirón, la arrojo en algún lugar del camino cuando corro al
interior de la casa, el corazón palpita a gran velocidad, la adrenalina
corre por mis venas, la respiración es inestable, el miedo, la
angustia desaparecen, subo de dos en dos las escaleras hasta la
nueva habitación, la sonrisa se evapora cuando no encuentro mi
objetivo, antes de regresar hacia el pasillo veo un detalle…
La fotografía de Arianna y mía sonriendo, en la mesa de noche y
sonrío y al lado el ultrasonido de nuestros hijos. Cierro la puerta y
salgo corriendo hacia las escaleras, cuando estoy a punto de bajar,
entra Scott junto con el equipo de seguridad.
―¿Dónde están todos?―pregunta Scott, pero mi sonrisa no me
deja contestar cuando bajo a toda prisa las escaleras―¡Espera, te
vas a matar!―dice siguiendo mi camino.
Entro a la sala pero no hay nadie, escucho voces, corro a la
cocina, el ama de llaves, Rita, tiene una bandeja de comida en las
manos, ella me sonríe al verme entrar ansioso.
―Bendito Dios, todo ha terminado―las lágrimas de felicidad
comienzan a caer, Frank entra a la cocina y busco la salida hacia el
jardín. Scott viene detrás de mí, hay una mesa grande de madera,
en la superficie hay un banquete, el atardecer se muestra de fondo
con un gran océano en hermosos colores.
―¡Por fin!―grita mi madre al levantarse de la silla y abre sus
brazos para mí, me da un beso y acaricia mi mejilla―Está muy
ansiosa…
Sonrío― ¿Dónde está?
―Aquí―su voz se hace presente, la piel se me eriza hasta doler
y provocarme un placer, la busco ansioso, desesperado, feliz. Y doy
con ella mientras camina descalza por el césped hacia mí, su pelo
rubio lo lleva suelto, cae como una cascada sobre sus hombros,
camina despacio y su sonrisa se expande, es hermosa, es brillante,
es la mujer más hermosa cuando destella con el sol de espaldas.
Corro hacia ella y ella abre sus brazos para mí, la tomo con cuidado
y la abrazo, dejo besos regados por toda su cabeza, siento sus
brazos rodearme con fuerza.―Me tienes ansiosa, ¿Podemos ser
felices ya?
Las lágrimas caen, ella comienza a convulsionar en mi agarre.
Nos separamos, la tomo del rostro con ambas manos, sus ojos
verdes me miran en busca de una respuesta.
―La pesadilla ha terminado, nena―ella levanta ambas manos y
hace mí mismo gesto.―Puedes estar tranquila que nadie más
intentará arruinar nuestra felicidad.
—Juntos siempre…—sonríe con sus labios temblorosos.
—…y por siempre, Harris.
—Más te vale, Johnson.
Nos volvemos abrazar y nos quedamos contemplando lo que
resta del atardecer juntos, haciendo promesas en silencio.
Las heridas sanan, los malos recuerdos se desvanecen, pero el
amor, ¡Uffff! ¡A manos llenas!
Un camino de la mano de la mujer que amo, esperando la
llegada de nuestros trillizos. ¿Qué más se puede pedir cuándo la
felicidad la tienes día a día?
Evan Johnson, no pide más.
Cinco años después…
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❝ ♫Estoy hecha de historias, pero de historias que no se
repiten.♫ ❞
Pablo Alboran.
♬✈✍ ღ ♨