La Crisis Axiologica y El Nihilismo en Heidegger
La Crisis Axiologica y El Nihilismo en Heidegger
La Crisis Axiologica y El Nihilismo en Heidegger
en Heidegger*
Juan A. Estrada
Universidad de Granada
«La filosofía sólo se pone en movimiento por una peculiar manera de po-
ner en juego la propia existencia, en medio de las posibilidades radicales de
la existencia total. Para esta postura es decisivo, en primer lugar, hacer sitio
al ente en total; después, soltar amarras, abandonándose a la nada, esto es
librándose de los ídolos que todos tenemos y a los cuales tratamos de acoger-
nos, subrepticiamente. Por último, quedar suspensos para que resuene cons-
tantemente la cuestión fundamental de la metafísica, a la que nos impele la
nada misma: ¿Por qué hay ente y no más bien nada?»1.
Con estas palabras concluía Heidegger la lección inaugural de la Univer-
sidad de Friburgo, el 24 de julio de 1929. De esta forma replanteaba una vie-
ja cuestión, que tuvo en Leibniz una primera formulación, y a la que dio un
sentido distinto del de su antecesor. El interrogante de «¿por qué algo y no
nada?», llevó a la propuesta leibniziana del Dios creador que no sólo era el
fundamento de lo existente, sino de su forma de ser actual (del mejor de los
mundos posibles)2. Leibniz vinculaba la facticidad del mundo a un proyecto
*
Este trabajo se ha realizado en el ámbito del Grupo de Investigación «Antropología y
filosofía» (SEJ 126), financiado por la Junta de Andalucía.
1
Heidegger, M., Was ist Metaphysik?, Francfort, 81960, 42 (¿Qué es metafísica? y otros
ensayos), Buenos Aires, 1974, 56).
2
«Es menester elevarse a la metafísica, sirviéndonos del gran principio, poco empleado
comúnmente, que declara que nada se hace sin razón suficiente (...) Sentado este principio, la
primera cuestión que se tiene derecho a plantear será la de por qué hay algo en vez de nada.
Pues la nada es más simple y más fácil que el algo. Por lo demás, supuesto que tengan que
existir cosas, es menester que se pueda dar razón de por qué tienen que existir así y no de
otro modo»: «Principios de la naturaleza y de la gracia fundados en la razón»: Leibniz, G. W.,
Obras filosóficas y científicas 2, Granada, 2010, 347.
© PENSAMIENTO, ISSN 0031-4749 PENSAMIENTO, vol. 74 (2018), núm. 281, pp. 549-565
doi: pen.v74.i281.y2018.001
550 J. A. estrada, La crisis axiológica y el nihilismo en Heidegger
3
«Que nada ocurre nunca sin que haya una causa o al menos una razón determinante,
o sea, algo que pueda servir para dar razón a priori de por qué eso es existente, en lugar de
no existente, y de por qué es así y no de cualquier otra manera» (Leibniz, G. W., Ensayos de
teodicea I, Salamanca, 2013, nº 44, pg. 123.
4
Heidegger, M., Was ist Metaphysik?, 32. (¿Qué es metafísica?,46-47).
5
Heidegger, M., Was ist Metaphysik?, 35. (¿Qué es metafísica?, 48-50).
6
Heidegger, M., Phänomenologie der Anschauung und des Ausdrucks (1920): Gesamt-
ausgabe 59, Francfort, 1993.
7
Heidegger, M., Was ist Metaphysik?, 36-37.(¿Qué es metafísica?,51-52).
Heidegger parte de una hermenéutica del ser del ente y de la constitución on-
tológica de la subjetividad, desde el trasfondo de la fenomenología de Husserl.
Su analítica de la existencia finita corrige el dualismo del criticismo kantiano,
reformando su filosofía trascendental. Vincula la facticidad de la existencia a una
hermenéutica radical de la contingencia, desde la que plantea la diferencia onto-
lógica. Lo óntico tiene su condición de posibilidad en lo ontológico, apropiándose
y transformando la idea filosófico-teológica de la creación. La facticidad del «Da-
sein» está vinculada a su carencia ontológica (ser arrojado y ser para la muerte),
rechazando la fenomenología kantiana y sus paralogismos del yo. Kant se sustrae
a la pregunta por el ser, centrándose en la conceptualización de la subjetividad
8
Heidegger, M., Was ist Metaphysik?, 38-40.(¿Qué es metafísica?, 52-54).
9
Heidegger, M., Was ist Metaphysik?, 4-42.(¿Qué es metafísica?,54-55).
10
Heidegger, M., Was ist Metaphysik?, 38. (¿Qué es metafísica?, 52).
11
Remito a la tesis doctoral, no publicada, de César Gómez Sánchez, Existencia y deber.
El gestarse del nihilismo en Heidegger en confrontación crítica con Kant, Granada, 2011.
12
Heidegger, M., Phänomenologie des religiösen Lebens, (GA 60), Francfort, 1995), que
contiene sus escritos filosófico-teológicos desde1918 a 1921. (En español, Introducción a la
Fenomenología de la religión, Madrid, 2006). También, Ontologie. Hermeneutik der Faktizität
(publicado en 1923), Francfort, 1982 (en español, Ontología, Madrid, 1999).
13
Estrada, J. A., «Crítica a la onteología y criptoteología de Heidegger», en Peñalver, P.
-Villacañas, J. L. (Eds.), Razón de Occidente, Madrid, 2010, 137-166; Von Herrmann, F. W. ,
«Faktische Lebenserfahrung und urchristliche Religiosität», en, N. Fischer (Ed.), Heidegger
und die christliche Tradition, Hamburgo, 2007, 21-32; Schabert, J., «Heideggers frühes Be-
mühen und eine «Flüssigsmachung der Scholastik» und seine Zuwendung zu Johannes Duns
Scotus», ibid., 91-128.
14
Von Herrmann, F. W., «Die drei Wegabschnitte der Gottesfrage im Denken Martins
Heideggers», en Fischer, N. (Ed.), Die Gottesfrage im Denken Martin Heideggers, Hamburgo,
2011, 31-46.
finitud del Dasein, sin quedarse en la cuestión kantiana sobre qué es el hombre.
El sujeto desfondado de la fenomenología kantiana se transforma en el sujeto
abierto al ser, intentando escapar a la crítica hegeliana sobre la mala infinitud.
La ontologización de la fenomenología kantiana desvincula la finitud de la éti-
ca desde una angustia existencial, en la que también está excluida la referencia a
Dios. Heidegger prescinde de la razón práctica y de la crítica de Kant a la onto-
teología, como teología especulativa (KrV B659-661). Interpreta la afirmación de
que «hay que poner límites al saber para dar lugar a la fe» (KrV B XXX), como «la
última vinculación a la metafísica y a su carencia de fundamentación»15. Parte del
presupuesto de que toda metafísica es teológica, porque deriva del ser supremo
como su causa, en lo cual integra a Kant, que defiende precisamente que no pode-
mos llegar a Dios como causa de los entes. En lugar de ver en la idea regulativa de
Dios y en la fe racional una búsqueda de trascendencia y de sentido, admitiendo
su carencia de fundamentación última, la enfoca desde la búsqueda de seguridad
propia de la fundamentación racional. Se podría cuestionar si esa fe racional kan-
tiana, vinculada a la necesidad de sentido, cae en la ontoteología que critica Heide-
gger. Y se podría añadir que hay cercanía en el planteamiento de Heidegger acerca
del último Dios, una vez que se ha aceptado la muerte del Dios judeocristiano, y
la metafísica de sentido que propone Kant16. La distancia crítica con la metafísica
cristiana, en favor del ser y la diferencia ontológica, se reduce en los Beiträge.
Su hermenéutica de Kant adolece, a veces, de la misma problemática que
su visión de Platón, mal interpretados desde su enfoque reductivo, que a veces
contradice la literalidad de los textos criticados. La aportación de Heidegger,
como la de Nietzsche, está mediada por una lectura propia e infiel de los auto-
res anteriores, que le permite mostrar nuevos enfoques filosóficos. La pregunta
ontológica por el sentido del ser, que se revela al ser del «Dasein» como la ver-
dad de los entes, no deja espacio al concepto del hombre como fin en sí, que es
una explicitación metafísica de su dignidad, presupuesta pero no fundamenta-
da. Tampoco hay lugar para el sujeto kantiano como autolegislador universal,
porque la referencia antropológica absolutiza al sujeto óntico, a costa de la
ontología del ser. No parte del deber del sujeto kantiano que canaliza su liber-
tad, sino de su angustia, que determina su proyecto existencial y su concien-
cia de carencia ontológica. La libertad, el ser arrojado y el ser para la muerte
caracterizan la contigencia radical del ser humano. El giro antihumanista (la
«Kehre») radicaliza más su distancia del concepto kantiano de libertad y de
responsabilidad, sustituido ahora por el protagonismo del ser. La proyectividad
y disponibilidad óntica son relegadas a segundo plano en función de la reve-
lación del ser. La alienación del sujeto, su inautenticidad, está vinculada a la
Remito al estudio de Fischer, N. «Kants These vom Primat der praktischen Vernunft»,
16
en Raffelt, A. (Hrg.) Weg und Weite. Festschrift für Karl Lehmann zum 65. Geburtstag, Fribur-
go: 2001, 231-246; «Vorüberlegungen zur Gottesfrage im Denken Martin Heidegger vor dem
Hintergrund der geschichtlichen Situation», en Fischer, N. (Ed.), Die Gottesfrage im Denken
Martin Heideggers, Hamburgo, 2011,11-30.
Heidegger, M., El ser y el tiempo, México, 41971, & 26, pg. 134-135; 141 (Sein und Zeit,
18
20
Oeing-Hanhoff, L. «Metaphysik», en Historisches Wörterbuch der Philosophie V, Darm-
stadt, 1980, 1271-1271.
21
Heidegger, M., Holzwege. Gesamtausgabe V, Francfort, 1977, 352-53 (Sendas perdidas.
Buenos Aires 1960); Wegmarken: Brief über den Humanismus. (GA 9), Francfort 1976, 321-22;
330-34 (Carta sobre el humanismo, Madrid, 2001). Esta obediencia ciega al destino del ser,
contrasta con las afirmaciones de Ser y Tiempo sobre la ontología existencial y su dimensión
fenomenológica. Cfr., Heidegger, M., Sein und Zeit, 27-35 («La ontología es sólo como feno-
menología posible», 35).
22
Heidegger, M., Was ist Metaphysik?, 30-31.(¿Qué es metafísica?, 45).
23
«El hombre se encuentra “arrojado” por el ser mismo a la verdad del ser, (...) para que
lo ente aparezca a la luz del ser como ese ente que es. (...) De qué modo el dios y los dioses, la
historia y la naturaleza entran o no en el claro del ser, se presentan y se ausentan, es algo que
lo decide el hombre. El advenimiento de lo ente reside en el destino del ser. (...) De acuerdo
con ese destino, lo que tiene que hacer el hombre en cuanto ex-sistente es guardar la verdad
del ser. El hombre es el pastor del ser»: Carta sobre el humanismo, 38-39 (Brief über den “Hu
manismus”, 330-331).
24
Nietzsche, F., Fragmentos póstumos (1885-1889), IV, Madrid, 22008, 9 [1], pg. 235.
25
Nietzsche, F., ibid., 9 [35], pg. 241-242.
26
Nietzsche, F., La gaya ciencia, & 108; 125; 343.
27
Nietzsche, F., La gaya ciencia, & 125: «¿Flotamos en una nada infinita? ¿Nos persigue
el vacío con su aliento?».
28
Nietzsche, F., La genealogía de la moral, Madrid, 1980, 155; 185-186; Aurora, Madrid,
1984, 88; El anticristo, Madrid, 1984, 54.
29
Heidegger, M., «Hacia la pregunta del ser»: Acerca del nihilismo,94 (Wegmarken, 71-
127). Cfr., Schüssler, I., «A propósito de la superación del nihilismo en Nietzsche y Heide-
gger»: Revista de Filosofía (UIA) 111 (2004), 57-82; Vermal, J. L., La crítica de la metafísica
en Nietzsche, Barcelona, 1987, 213-225; Laiseca, L. «La cuestión de la nada. El nihilismo de
Nietzsche en la interpretación de Heidegger»: Logos 32 (2004), 55-86.
30
Heidegger, M., Nietzsche II, Barcelona, 2000, 40. (GA VI/2, Francfort, 1997, 30).
31
Heidegger, M., Brief über den «Humanismus», 321 (Carta sobre el humanismo, 23).
32
Cerezo Galán, P., «La cuestión del nihilismo. La confrontación Heidegger/Nietzsche»,
en Sáez, L. (Ed.), Pensar la nada, Madrid, 2007, 201-262; Avila, R. El desafío del nihilismo,
Madrid, 2005; Estrada, J. A. «La religión en una época nihilista. El caso Nietzsche», en Ávila,
R. (Ed.), Itinerarios del nihilismo, Madrid, 2009, 417-438.
33
Nietzsche, F., «De la visión y el enigma»: Así habló Zaratustra, Madrid, 81980, 228.
34
Heidegger, M., Nietzsche I, Barcelona, 2000,356 (GA, Francfort, 1996, 396).
35
Heidegger, M., «Hacia la pregunta del ser»: Acerca del nihilismo, 122 (Wegmarken,
71-127).
cómo el ser se revela y cómo el sujeto puede prepararse para esa revelación.
Hay que pensarlo desde su ocultamiento: abrirse al ser adveniente, tras haber
experimentado su ausencia.
36
Heidegger, M., «Nur indem ich im Geltenden lebe, weiss ich um existierendes»: «Die
Kategorien und Bedeutungslehre des Duns Scotus (1815)»: GA 1: Frühe Schriften, Francfort,
1978, 280).
mito del ser, lleva a una esencialización de lo que se escapa a toda facticidad
óntica. Es la existencia auténtica la que permite ubicar el conocimiento, esca-
pando a las trampas de la metafísica de la presencia37. El hombre, en cuanto ser
en el mundo, siempre está amenazado por la inautenticidad óntica.
En Heidegger hay una oposición permanente entre razón y ser, en contra
de la identificación platónica. El ser es trascendente al ente, pero no es una
entidad transmundana, se escapa siempre y no es disponible, so pena de entifi-
carlo como fundamento del ámbito óntico, como sucede en la metafísica y en la
teología. El problema para Heidegger es que no podemos trascender el ámbito
de lo óntico, como captó Kant. Pero busca una vinculación al ser que abra el
campo de la ontología, que sólo puede darse para el «Dasein» en el mundo.
Estamos en el ente y nos abrimos al ámbito del ser, luego, de alguna forma,
tenemos conocimiento de él. Como advirtió Hegel, al determinar y diferenciar
entre lo óntico y lo ontológico, ya hemos rebasado lo que hemos dualizado. En-
tonces surgen las preguntas: desde la diferencia cualitativa entre el ser y el ente,
¿Cómo la inmanencia óntica del ser no atenta a su trascendencia ontológica?
¿Cómo puede el ente humano relacionarse con el ser sin entificarlo?. ¿Cómo
es posible no confundirse y dar sentido ontológico a lo que sólo es experiencia
óntica? La proyección subjetiva del ente humano hace inevitable que todas sus
experiencias sean ónticas. No puede conocer al ser fuera del ente, ya que per-
tenece y vive en lo óntico.
La entrada del ser trascendente en la región óntica resulta inviable si no se
asume una inevitable entificación del ser al revelarse/comunicarse. Conciliar
la trascendencia e inmanencia del ser, implica adecuarlo al ente, aunque haya
conciencia de relativizar la inmanencia óntica. La carencia última de sentido
del Dasein, su indigencia ontológica, que se expresa como «ser arrojado» y «ser
para la muerte», le abre a una posibilidad de sentido como donación del ser. No
es solo el sentido que crea el ser humano, en cuanto agente de la historia, sino
el que recibe. Por tanto, todo depende del significado que ofrezca el donante, el
ser mismo. Vivir sin fundamento último ni meta dada es lo propio del hombre,
es el nihilismo propio del existir, al que se puede añadir el olvido del ser como
forma nihilista radical. Heidegger rechaza la genealogía del origen nietzschea-
na, en favor del acontecer histórico del ser que se manifiesta. Pero el sentido
del ente no puede depender de un ser extrínseco, de una trascendencia sin in-
manencia. En cualquier experiencia de sentido no se puede separar el sentido
que se encuentra, el que se recibe, y el que se produce por la acción humana.
Vivir en un mundo con sentido, no se puede tratar en términos de oposición
entre lo que el hombre recibe y lo que crea. La apertura a la trascendencia del
ser siempre se hace desde lo mundano y el sentido experimentado es óntico,
aunque remita a lo ontológico. Es inevitable la autorreferencialidad del sentido
37
Adorno, T. W., La jerga de la autenticidad: Obra completa VI, Madrid, 2005; Caputo, J.,
The mystical Element in Heidegger’s Thought, Nueva York, 1986; Demythologizing Heidegger,
Indianapolis, 1993.
38
Sáez Rueda, L. Ser errático, Madrid, 2009, 74-121.
39
Heidegger, M., Beiträge zur Philosophie (1938): GA 65, Francfort, 1989. Constata el
vacío que ha dejado el Dios judeo cristiano, cuya muerte arrastra la de todos los teísmos y se
abre al futuro del último Dios, que es «el totalmente otro ante los ya sidos, sobre todo ante el
cristiano». La preparación para el aparecer del último dios, es el riesgo extremo de la verdad
del ser, que no conlleva ninguna redención. Consiste en fundar el «Dasein» en el ser mismo y
esperar al dios que necesita del ser. Llama bienaventurados a aquellos que se abren a la verdad
del ser (al evento) y emplea la doble imagen griega y de la teología paulina de «la carrera» (1
Cor 9,24-27). ¡Que pocos saben que el dios aguarda la fundación de la verdad del ser y con esto
el salto del hombre al ser-ahí (Da-sein)! (Beiträge,§ 256, pg. 417). El dios y el hombre dependen
del ser. La confusión surge cuando el hombre espera sólo al dios futuro y no al ser.
40
En esta línea remite a Hölderlin y afirma «El pensador dice el ser y el poeta nombra lo
sagrado». Ambas formas de pensamiento remiten a la esencia del ser (Heidegger, M., «Epílo-
go a ¿Qué es metafísica?» (1943): Hitos, Madrid, 2000, 257-258).
41
Heidegger, M., Sein und Zeit, 295-301(El Ser y el tiempo, &60, pgs 321-328 («La es-
tructura existenciaria del “poder-ser” propio, atestiguado en la conciencia»). Querer tener
conciencia, como forma de la apertura del «Dasein», desde el «factum de la angustia de la con
ciencia». Esto es lo que llamamos «resolución» («Entschlossenheit»), que es el «modo propio
de ser-sí-mismo». Heidegger enfatiza lo inevitable del acto de decidirse y pone el «Dasein» en
su situación existencial («bringt das Sein des Da in die Existenz seiner Situation»: pg. 300).
42
Desde el constitutivo estar abierto, hay que decidirse, y sólo desde ahí pueden sobre-
venir las casualidades («Zufälle»: Sein un Zeit, pg. 300.
43
Düsing, K., «Die Mythologie des späten Hölderlin und Heideggers Seinsgeschichte»,
en Fischer, N. (Ed.), Die Gottesfrage im Denken Martin Heideggers, Hamburgo, 2011, 129-148.
44
Heidegger, M., «El final de la filosofía y la tarea del pensar», en AA.VV, Kierkegaard
vivo. Una reconsideración, Madrid, 1968, 152.
mundo espiritual para el pueblo alemán. Los estudiantes tienen que vincularse
con su comunidad nacional, con el honor y el destino de la nación respecto de
los otros pueblos45. El destino del ser que se impone, exculpa al pueblo de su
responsabilidad por los acontecimientos históricos, como al mismo Heidegger,
que nunca se retractó de su postura.
El problema no es solo que Heidegger vea la historia con las categorías del
destino, vinculado a la revelación del ser, sino que rechaza cualquier crítica ra-
cional a esa revelación, porque supondría un sujeto sustantivo y autónomo ante
el ser que se manifiesta. El existencialismo radical devalúa al «Dasein» y le deja
inerme ante una revelación absoluta. El miedo a que la razón se apodere del ser,
lleva a la irracionalidad de un destino manifiesto, que se impone y al que hay
que someterse. Paradójicamente resurge el dinamismo de la conciencia desgra-
ciada hegeliana y el salto existencial de la fe de Kierkegaard, que desautoriza la
razón y la ética ante la exigencia divina en el mito de Abraham e Isaac. El ser
trascedente e inalcanzable para la razón marca el sentido de la historia desde
fuera, quitando protagonismo al «Dasein» individual y colectivo. Es una mala
trascendencia secularizada, ya que la absolutez del ser aniquila la responsabili-
dad y libertad del ser humano. Por eso no hay lugar para la ética en su filosofía,
en cuanto que esta presupone autonomía ética ante el mismo ser que se revela.
Reacciona contra la subjetividad moderna desde una metafísica contra la
emancipación del sujeto de la ilustración46. Busca tomar distancia del animal ra-
cional y de sus formas de pensar para someterse acríticamente al ser que se diri-
ge al hombre. El movimiento nihilista lleva a la nada aniquiladora o a una nueva
donación del ser, que se expresa tachándolo («Sobre la línea»), para expresar el
origen y la consumación del nihilismo. No es más fácil decir «ser», que hablar de
la nada, porque hay que abandonar el enunciarlo, definirlo y representarlo, para
sobrepasar cualquier enunciado. Hay que penetrar en la esencia del nihilismo,
retorciendo (Verwindung) la metafísica47. La nada, que en un primer momento
servía como plataforma para tomar distancia del ente y abrirse a la diferencia
ontológica, se convierte ahora en la otra cara de un ser formal, nominal, vacío de
contenido y sustancializado, que nihiliza lo óntico y anula la responsabilidad y
la crítica. Con ellas resulta imposible la axiología, desde la que podría discernir,
evaluar y criticar el supuesto destino del ser que se propone.
La cercanía del lenguaje filosófico a la poesía de Hölderlin y de Rilke no es
sólo el intento de encontrar una forma de pensar y hablar del ser, sin concep-
tualizarlo, sino la concreción de su rechazo de los discursos racionales, porque
el ser es extraño al intelecto humano y no puede asumir una evaluación crítica.
45
Heidegger, M., «Reden und andere Zeugnisse eines Lebensweges»: GA, 16, Francfort,
2000, 107-117 (La autoafirmación de la Universidad alemana, Madrid, 2009).
46
Cfr., Thaidgsmann, E., «Selbsermächtigung in der Kraft des Nichts bei Heidegger»:
«Schöpfung aus dem Nichts»: Neue Zeitschrift für Systematische Theologie 47 (2005), 356-360;
Ch. Henning, Philosophy after Marx, Boston/Leiden, 2014, 294-312.
47
Heidegger, M., «Hacia la pregunta del ser», en Acerca del nihilismo, 73-127. («Zur
Seinsfrage» (1955): Wegmarken. GA 9, Francfort, 1976, 385-426).
Queda atrás la analítica existencial, la cual posibilitaba conocer el sentido del ser
desde el «Dasein» como hermeneuta del ser. Ahora es la subjetividad la que hay
que conocer a la luz del ser, no al revés. Ya no son posibles los discursos sobre el
ser, sino que es necesario escucharlo. Su verdad no es ontológica, ni teológica, ni
metafísica, sino mística. Preguntar el porqué de las cosas está prohibido, porque
degenera en lenguaje entitativo, con lo que sólo queda abrirse al horizonte del ser
anónimo e impersonal, que no permite objetivaciones ni racionalizaciones, que
integra al ente y no permite nada ajeno a él, como el todo de Hegel.
El enigma del ser se plantea desde su acaecer sin fundamento, que se im-
pone como un destino al que someterse, manteniendo su opacidad en la pre-
sencia. De ahí el carácter metafórico y cripto-teológico al afirmar sobre el ser.
La teología negativa se oculta tras el apofatismo del ser, que sólo puede reve-
larse, porque está más allá de los entes y es inalcanzable. Se nihiliza lo óntico
y también la creatividad e historicidad del Dasein. El ser mantiene su secreto,
como tarea siempre irresuelta del pensar, en paralelismo a una teología, sólo
nominalmente rechazada, que subraya el misterio divino, a costa de nihilizar
la búsqueda humana de sentido y el protagonismo del hombre al afirmarlo.
La carencia de fundamento del ser corresponde a la indigencia de principios y
criterios para evaluar su significado, «sólo un Dios puede aún salvarnos»:
«La filosofía no podrá provocar directamente un cambio de estado pre-
sente del mundo. Y esto no es válido sólo para la filosofía sino también para
toda actividad del pensamiento humano. Sólo un Dios puede aún salvarnos.
La única posibilidad que nos queda, en el pensamiento y en la poesía, es
preparar nuestra disponibilidad para la manifestación de ese Dios o para la
ausencia de Dios en tiempo de ocaso; dado que nosotros, ante el Dios ausente,
vamos a desaparecer»48
La civilización tecnológica y su dinamismo nihilizante abre la cuadratura
neo-pagana de dioses y hombres, cielo y tierra. Este simbolismo corresponde a
la forma de poetizar y de pensar el ser de Hölderlin, poeta filósofo que espera
a un dios desconocido49. Pensar es predisponerse a la revelación del ser a costa
de la subjetividad autónoma.
48
Heidegger, M., La autoafirmación de la Universidad alemana. El Rectorado, 1933-1934.
Entrevista del Spiegel, Madrid, Técnos, 1996,154.
49
Cerezo, P., «Figuras de la nada. (De la metafísica al pensar esencial)», en de la Higue-
ra, J. (Ed.), Nihilismo y mundo actual, Granada, 2009, 355-404; Possenti, V., «Ermeneutica,
metafisica e nichilismo in Heidegger»: Rivista di filosofia neo-scolastica 87 (1995), 119-136;
Conway, D., «Unfamiliar haunts. The primitive ontology of Heidegger’s “Der Spiegel” inter-
view», en Banham, G. (Ed.), Evil Spirits, Nihilism and the fate of Modernity, Manchester, 2000,
165-194.