Quijote 4
Quijote 4
Quijote 4
DE DON QUIJOTE
DE CÓMO DON QUIJOTE CAYÓ MALO, Y DEL TESTAMENTO QUE HIZO
Y SU MUERTE
― Dadme albricias, buenos señores, de que ya yo no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano,
a quien mis costumbres me dieron renombre de Bueno. Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de toda la
infinita caterva de su linaje; ya me son odiosas todas las historias profanas de la andante caba-llería; ya
conozco mi necedad y el peligro en que me pusieron haberlas leído; ya, por misericordia de Dios,
Cuando esto le oyeron decir los tres, creyeron, sin duda, que alguna nueva locura le había tomado. Y
Sansón le dijo:
― ¿Ahora, señor don Quijote, qué tenemos nueva que está desencantada la señora Dulcinea, sale vuestra
merced con eso? Y ¿agora que estamos tan a pique de ser pastores, para pasar cantando la vida, como
finos príncipes, quiere vuesa merced hacer-se ermitaño? Calle por su vida, vuelva en sí, y déjese de
cuentos.
― Los de hasta aquí –replicó don Quijote–, que han sido verdaderos en mi daño, los ha de volver mi
muerte, con ayuda del cielo, en mi provecho. Yo, señores, siento que me voy mu-riendo a toda priesa;
déjense burlas aparte, y tráiganme un confesor que me confiese y un escribano que haga mi testamento;
que en tales trances como éste no se ha de burlar el hombre con el alma. Y así, suplico que en tanto que
Miráronse unos a otros, admirados de las razones de don Quijote, y, aunque en duda, le quisieron creer;
y una de las señales por donde conjeturaron se moría fue el haber vuelto con tanta facilidad de loco a
cuerdo; porque a las ya dichas razones añadió otras muchas tan bien dichas, tan cristianas y con tanto
concierto, que del todo les vino a quitar la duda, y a creer que estaba cuerdo.
Hizo salir la gente el cura, y quedóse solo con él, y confesóle. El bachiller fue por el escribano, y de allí a
poco volvió con él y con Sancho Panza; el cual Sancho (que ya sabía por nuevas del bachiller en qué estado
estaba su señor), hallando a la ama y a la sobrina llorosas, comenzó a hacer pucheros y a derramar
― Verdaderamente se muere, y verdaderamente está cuerdo Alonso Quijano el Bueno; bien podemos
Estas nuevas dieron un terrible empujón a los ojos preñados de ama, sobrina, y de Sancho Panza su buen
escudero; de tal manera, que los hizo reventar las lágrimas de los ojos y mil profundos suspiros del pecho,
porque verdaderamente, como alguna vez se ha dicho, en tanto que don Quijote fue Alonso Quijano el
Bueno, a secas, y en tanto que fue don Quijote de la Mancha, fue siempre de apacible condición y de
agradable trato, y por esto no sólo era bien querido de los de su casa, sino de todos cuantos le conocían.
Entró el escribano con los demás, y después de haber hecho la cabeza del testamento y ordenado su alma
don Quijote, con todas aquellas circunstancias cristianas que se requieren, lle-gando a las mandas, dijo:
― Ítem, es mi voluntad que de ciertos dineros que Sancho Panza, a quien en mi locura hice mi escudero,
tiene, que porque ha habido entre él y mí ciertas cuentas, y dares y tomares, quiero que no se le haga
cargo dellos, ni se le pida cuenta alguna, sino que si sobrare alguno después de haberse pagado de lo que
le debo, el restante sea suyo, que será bien poco, y buen provecho le haga; y si como estando yo loco fui
parte para darle el go-bierno de la ínsula, pudiera agora, estando cuerdo, darle el de un reino, se le diera,
― Perdóname, amigo, de la ocasión que te he dado de parecer loco como yo, haciéndote caer en el error
viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin
más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso,
sino levántese desa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: quizá
tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada, que no haya. más que ver. Si es
que se muere de pesar de verse ven-cido, écheme a mí la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal
a Rocinante le derribaron; cuanto más que vuestra mer-ced habrá visto en sus libros de caballerías ser
cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros, y el que es vencido hoy ser vencedor mañana.
― Así es -dijo Sansón-, y el buen Sancho Panza está muy en la verdad destos casos.
― Señores –dijo don Quijote–, vámonos poco a. poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros
hogaño. Yo fui loco, y ya soy cuerdo: fui don Quijote de la Mancha, y soy agora, como he dicho, Alonso
Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación
Alonso Quijano: Hasta este momento no había aparecido en la obra el nombre de pila de don
Quijote, ni el apellido en la forma Quijano. Avellaneda lo llama “el señor Martín Quijada”.
No se ha de burlar el hombre con el alma: No ha de gastar uno bromas con la salvación eterna.
por haber yo cinchado mal: Por haberle puesto mal la cincha (la correa que sujeta la silla del
caballo).
en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño: Los tiempos han cambiado.
ACTIVIDADES PROPUESTAS
1. Señale la actitud de don Quijote y la de Sancho en el último capítulo en el que se nos relata
la muerte de Don Quijote.